¡Hola!

Sé que he tardado, pero es que estoy de exámenes y trabajos y estoy hasta arriba (Gomeeeeeeeen!), pero ayer en un ratito terminé de traducir este capi. En fin, espero que os guste.

Azazel-Black: Sí, bueno, tú imagínate el susto que se llevan ellos, jeje. Bueno, tú lee, lee, que ya verás lo que pasa.

Remus-Lupin-Black-Darkg: Todo lo que has de hacer para calmar tus dudas es leer este capi. ¡Drisfrútalo!

Aidee: jo, gracias. He tardado, lo sé, pero... en fin, montar una empresa, aunque sea de mentira, es muuuuuucho trabajo (y tengo que entregarlo el dia 8... voy a morir...). Tened paciencia conmigo.

Ely-Chan: no me olvido de la Caja de Krotiev, cielo, lo que pasa es que lo estoy haciendo poquito a poquito, y ahora que casi no tengo tiempo imagínate... En fin, wapa, un besazo!

Celina: Sí, está en Hogwarts. Más concretamente en su camita con dosel (yo cuando sea mayor me pondré un dosel de gasa en mi cama de 2x2 y decoración estilo japonés... bueno, soñar es gratis¿no?). Pero no te adelanto más. ¡Un besín!

Lucumbus: tranquilo, no te preocupes, que de tí sé que lees aunque no dejes el rev. Muchas gracias. Jo... sí, bueno, tensiones escénicas, como para no tenerlas, porque anda que no me doras la píldora, bonito. En fin, que eso, que no sé cómo agradecerte tus palabras... bueno, sí, actualizando más a menudo, pero (Lamia junta las manitas en súplica) ten piedad de alguien que no termina los exámenes hasta el día 23 de febrero! Un besote.

Ah, por cierto, ahora mismo te voy a mandar un mail por cierto... tema. Espero que no te moleste esta libertad que me he tomado, pero no quería tratar ese... tema, dentro del texto de los capítulos de mis fics.

Ligth Angel: Me encanta que te guste la historia, pero no te confundas. NO ES MÍA. Sólo la traduzco. Si quieres felicitar a alguien felicita a Myth & Legend que son quienes la han escrito. ¡Un besito y espero verte por aquí!


"Las sombras del silencio" por Myth and Legend.

Traducción: Lamia Somniorum

Capítulo 10: La verdad

"La confianza es una debilidad, traición de la hoja escondida,

Los secretos son fantasmas de la honesta vida de un hombre muerto.

El dolor mata al alma así como el pesar roba la luz,

Y todavía parece que, por tu vida, tus amigos presentan lucha."

Poema, inspirado por Arizosa Dragonwitch.

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Su corazón restallaba contra su pecho, golpeándose contra sus costillas mientras se quedaba paralizado por la malicia rubí de la mirada del Lord Oscuro. Era vagamente consciente del movimiento más allá de la pálida figura, pero su atención estaba atrapada en los largos y esqueléticos dedos que se doblaban en el gesto de agarrarle. Un gritó resonó y la habitación se estremeció con una brillante luz azul. La figura se convirtió en un vaporoso y blanco humo, permaneciendo unido en un deformado pilar durante un momento antes de caer al suelo. Burbujeó y se extendió en todas direcciones en una niebla apenas visible que cubrió el suelo de madera con una gruesa alfombra blanca.

Harry cogió sus gafas y se las puso, mirando alrededor de la habitación con los ojos muy abiertos. Ron estaba de pie con la niebla hasta sus rodillas, su cara contraída en una mueca de temor y disgusto. Su varita aún brillaba de la descarga del hechizo haciendo que unas débiles chispas de luz flotaban hacia abajo para desvanecerse cerca del suelo. Neville estaba en su cama, su almohada sobre su cabeza como si el coraje estuviera batallando con la confusión de su rostro. Dean tenía una mano en el picaporte y permanecía quieto en mitad de la carrera para buscar ayuda. Seamus estaba en el mismo estado que Harry, apoyado en la cama y boquiabierto por el asombro. La niebla se removió furiosamente, derramándose bajo la puerta y fuera de la ventana disipándose en la noche. Con un rápido movimiento, Harry se salió de las mantas y alcanzó su mochila. Sacó un frasquito de cristal vacio y lo pasó por el suelo recogiendo el último jirón del fantasmal vapor y apretó el tapón.

¿Qué…- preguntó Ron.- era eso?

Seamus estaba temblando del susto mientras que Dean cayó al suelo, respirando con dificultad.

-Se parecía a Él.

-Quien Vosotros Sabéis.

-Pero¿qué estaba haciendo y a dónde ha ido?

-Quizá el hechizo de Ron le dio.- sugirió Neville disparando sus ojos por toda la oscura habitación.

-Sólo fue un "Petrificus".

¿Has atacado a Quien No Debe Ser Nombrado con un hechizo Petrificus- jadeó Dean con un deje de risa histérica en su voz.

-Es mejor que Neville.- murmuró Ron.- Él iba a atacarle hasta la muerte con una almohada.- Se sentó en su cama con una extraña medio risa, medio sollozo escapando de su garganta.- Pensé que ya estaba. Pensé que era el momento de la brillante luz verde y el final del Niño que Vivió.- movió una mano en dirección a Harry.

-Estaba justo sobre ti.- susurró Neville.- Creo que dijo algo, sólo una palabra.

-Dijo, "mío".- murmuró Harry.

¿Qué significa- preguntó Dean mirando a Harry con sospecha.

-No lo sé. Estaba soñando…- sacudió la cabeza, tratando de disipar el miedo y los jirones que le quedaban de sueño.- Él estaba allí, en aquel sueño, pero cuando me desperté estaba aquí fuera. Aunque no creo que él, o eso, me hiciera nada porque no me siento diferente.

-Deberíamos decírselo a Dumbledore.

Harry hizo una pausa, frunciendo el ceño confuso. Sabía que debía decírselo al profesor Dumbledore, pero parecía como si estuviera reaccionando desmedidamente. Se sentiría estúpido corriendo al director a esa hora de la noche.

-Se lo diré mañana. En fin, no nos ha hecho daño a nadie y mi cicatriz no me duele.

¿Quien tú Sabes estaba justo ahí y no crees que deberías decírselo a alguien?

¡Ron, no es nada!

-Harry…

¡No se lo voy a contar esta noche!

-No, Harry… tu espalda, las sábanas de tu cama.

Por primera vez Harry volvió la vista a su cama. El edredón escarlata y oro había caído al suelo como si hubiera sido arrastrado por alguien, y la blanca sábana bajera estaba cubierta de roja sangre. Un suave toque en su espalda le hizo jadear de dolor y girarse para enfrentarse a la cara de Seamus. El irlandés alzó su mano sin decir una palabra a la tenue luz que entraba por la ventana, y Harry pudo ver que sus dedos brillaban con la sangre roja.

Ron cogió una toalla mientras Neville encendía una lámpara de aceite con un Lumos. Harry se desprendió de la camisa del pijama y giró su espalda al espejo, obligándose a sí mismo a mirar al tatuaje. La hoja de la espada estaba limpia y suave, pero las enredaderas cubiertas de espinas atacaban y rasgaban su piel. Profundos cortes formaban un halo errático alrededor del dibujo y los ríos de sangre tiznaban su piel.

-Harry, se lo tienes que decir a alguien.- instó Ron tembloroso mientras apretaba la toalla contra la espalda de Harry.

-Mañana, lo prometo.- sus ojos recorrieron la habitación, saltando de una temible sombra a otra. El aire se sentía pesado y duro, y parecía como si algo estuviera esperando para abalanzarse sobre ellos.

¿Podemos ir abajo- preguntó Neville.- Es que es un poquito siniestro quedarse aquí.

-Eso está hecho.- asintió Dean.

Se instalaron en la sala común, removiendo el fuego de sus dormidas ascuas y encontrando paz en los temblorosos colores de las llamas.

¿De qué te protege ese tatuaje- preguntó Dean. Frunciendo el ceño ante la duda de Harry.

-Magia intrusa.

-Bueno, quizá eso es lo que ha ocurrido.- apuntó Ron hablando despacio mientras escarbaba entre sus propios pensamientos.- Quizá es lo que Voldemort estaba intentando, y por lo que no ha podido llegar hasta ti. Estaba proyectado fuera, quedándose sobre ti.

-Es posible, pero la niebla parecía viva de alguna manera.

Harry miró el contenido de la pequeña botella. Los tirabuzones de vapor ondeaban juntos, zarandeadas por alas invisibles.

-Puede ser un tipo de magia, pero… ¿es mía o suya?

A medida que la noche avanzaba, el viento soplaba alrededor del castillo, aullando entre las torres y silbando a través de los pasillos en helados céfiros. El amanecer llegó ignorado aquella mañana de domingo. Unos pocos madrugadores dirigieron a los chicos de sexto miradas sospechosas, pero no hicieron preguntas.

Desayunaron en relativo silencio. Las conversaciones les rodeaban, elevándose o cayendo mientras los cubiertos resonaban en los platos. Hermione paró de echarle azúcar a sus cereales y les echó una mirada interrogante.

¿Estáis bien?

-Más o menos. En realidad no puedo contártelo aquí.- dijo Ron.- Después.

¿Por qué ahora no?

-Porque…- Harry vio que los ojos de Ron se giraban hacia la mesa Slytherin.- hay mucha gente alrededor. No te preocupes, te lo diremos después del entrenamiento de quidditch.

¿Es una sorpresa?

-No, realmente no.

¿Es bueno o malo?

¡Hermione!

-De acuerdo, sólo estaba preguntando.

Incluso Madame Hooch se dio cuenta de su silencio, cuando los dos desfilaron a través del campo hacia ella sacudiéndose el cansancio. Sus cejas se inclinaron sobre sus ojos cuando Harry le dio vagas respuestas a sus preguntas sobre el extraño comportamiento de la Snitch.

-Señor Potter, considerando que esta es la única pelota del juego que ha de preocuparle creo que debería prestar un poco más de atención a sus patrones de comportamiento.

Se quedaron fuera otra media hora poniendo a prueba a las cazadoras. Trabajaron sorprendentemente bien juntas, quizá no tan bien como Angelina, Alicia y Kate los años anteriores, pero lo suficiente como para dar a Harry esperanzas de ganar la Copa de nuevo. La habilidad de Ron para parar la Quaffle mejoraba, y Harry hizo saber a todos los Gryffindor que quien quisiera ir a verlos que fueran, esperando así que su amigo se acostumbrara a las grandes multitudes.

-No debería ser un problema, Harry. Me refiero a que ganamos el año pasado, aun siendo yo tan pésimo.- Ron sonrió con descaro y lanzó algo pequeño y dorado al aire.- Además, eres tú el que necesita practicar.

La snitch revoloteó y rodeó los postes, luchando contra los fuertes vientos mientras se movía rápidamente a través del campo de quidditch. Harry hizo que la Saeta de Fuego la persiguiera inclinándose sobre el mango cuando el vendaval le empujó hacia atrás. Podía captar pedazos de conversación del campo bajo él y escuchó a medias mientras trataba de no quitarle ojo a la snitch. Ron le estaba diciendo a Kirke que no cerrara la muñeca cuando golpeara a la bludger o se reompería un hueso. Ginny estaba riéndose de algo que Vicky había dicho, y Natalie estaba intentando lanzarle rápidas bolas a Ron. El sonido "Woosh-ponck" de su lanzamiento y de la captura de Ron de la quaffle era un sonido familiar y reconfortante.

Justo cuando se lanzaba de cabeza siguiendo a la snitch a través del brillo esmeralda del campo, un destello plateado cruzó por delante de su cara. Pequeños dardos brillantes lo siguieron y una lluvia susurrante cayó sobre el Bosque.

¡Vamos, Harry, date prisa!

¡La tengo- atrapó la snitch y aterrizó en la línea central.

El césped se estaba encharcando bajo el fuerte diluvio, y los pasos de Harry chapotearon ligeramente en su vuelta al castillo. El resto del equipo le habían adelantado corriendo en busca de la calidez de la sala común y el confort de los sofás. Sólo Ron se detuvo para caminar junto a él.

-Harry…- entrecerró los ojos y miró al suelo.- vas a decirle a Dumbledore lo que ha ocurrido¿no- cuando no obtuvo respuesta, Ron emitió un leve gruñido.- Harry tienes que decírselo. No se trata de secretitos infantiles, es tu vida, y lo creas o no, es algo por lo que todos nos preocupamos.

-Lo sé, Ron, pero es que parece tan estúpido. Era como un fantasma, nada más. No representaba ninguna amenaza.

¿Que Quien Tú Sabes no representa ninguna amenaza- Ron se rió sin alegría y alzó las manos al cielo.¡Genial¡Entonces todo está estupendamente bien¡Puedo dejar de preocuparme de que un día abra los ojos y te encuentre muerto!

-No he dicho eso, Ron. Anoche no fue un problema. Voldemort es, y puede que siempre sea, el mayor problema conocido del mundo mágico.

-A la mierda el mundo mágico, Harry. ¡Él es la mayor amenaza a tu existencia!

¡Lo sé, y yo debería ser la mayor amenaza de la suya, bastante más que un niño pequeño que se aparta y mira a su familia morir- gritó Harry, sintiendo cómo una oleada de ira subía hasta su rostro cuando sus últimas palabras resonaron en los terrenos de la escuela.

Se pararon enfrente del castillo mirándose a la cara el uno al otro. Ron había dado un paso atrás ante el estallido de Harry y se quedó pálido y empapado, mirando a su amigo de arriba abajo.

¿Qué es lo que sabes Harry?

¿Qué?

-Sabes algo, algún tipo de secreto. El año pasado Dumbledore habló contigo… después de que todo sucediera… y estoy seguro de que era sobre Sirius.

-Por supuesto que sí. Sirius acababa de morir, Ron¿de qué diablos iba a hablar si no- Harry se volvió y abrió las puertas del castillo, pero la mano de Ron le detuvo.

-Tonterías.- susurró su amigo, meneando la cabeza antes de adelantarle y entrara en el hall.- Olvídalo, Harry. Si no quieres decirme qué está ocurriendo, entonces genial.

Harry se derrumbó cuando Ron se marchó escaleras arriba. Se sentía cansado hasta la médula y emocionalmente triturado. Debía a Ron y Hermione una explicación, pero no había podido encontrar las palabras. A veces pensaba en ello, trataba de redactarlo en su mente, pero sentía que las palabras que no se decían no existirían. Sentía que podía esconderse de ello si nunca lo sacaba a la luz. Incluso ahora, mientras pensaba en ello podía sentirse retroceder, huyendo del tema que negaba. Después de un momento, pudo oír voces que se elevaban en el pasillo superior. Subió la escalinata en zancadas y permaneció arriba. Pudo oír la voz de Hermione alta e indignada de disgusto. Ron hablaba demasiado bajo para entender las palabras, pero parecía furioso.

¿No se lo va a decir a Dumbledore- preguntaba Hermione, con la voz chillona de asombro.¿Por qué no?

-Dice que no es importante. ¡Quisiera saber qué está pasando!

¿Has intentado hablar con él?

-Sí, pero he perdido un poco la paciencia y él también. Sea lo que sea, no quiere hablar sobre ello.

-Es sobre la Profecía.

Los dos amigos de Harry pegaron un respingo al sonido de su voz. Ron bajó su cabeza, pero Hermione frunció el ceño ferozmente.

-Algo que has sabido desde hace meses¡y que no te has preocupado en mencionarnos!

Harry puso mala cara, pero meneó la cabeza rechazando meterse en una discusión estúpida.

¿Podríamos ir a un lugar algo más… discreto?

Después de un momento de indecisión, los tres se marcharon a las cocinas. El cuadro del bodegón de frutas se hizo a un lado; la risa de la pera repicó en el Gran Salón (n/tr: que yo sepa el cuadro de la pera no estaba en el Gran Salón, sino en un pasillo sin ventanas… pero weno) antes de que pasaran a las oscuras y cálidas profundidades de la cocina. Una enorme mesa de roble dominaba el centro de la sala, y los rugientes fuegos emitían calor desde la pared. Había pocos elfos domésticos a esa hora del día mientras otros muchos habían salido para hacer cosas, así que ninguno se quejó cuando Harry se sentó en la mesa y empezó a hablar.

-La conversación fue sobre Sirius, ya sabéis, al principio.- su mirada giró rápidamente hacia la cara de Ron antes de volver al suelo.- Entonces se desvió a la Profecía. Después de todo, no se perdió cuando el cristal se rompió.- No había nada en las caras confusas de sus amigos, así que explicó.- Veréis, fue predicha por la Profesora Trelawney. Dumbledore fue testigo de que fue una verdadera predicción, bastante más que sus mentiras de perdición y tristezas habituales.

¿De qué iba?

-Decía que un niño nacería "al final del séptimo mes", y que sería el único que lucharía contra Voldemort. Asesinar, o ser asesinado.

Durante un momento hubo silencio. Ron y Hermione le miraban con los ojos muy abiertos, mudos en su shock antes de que Ron susurrara:

¿Tú?

-Había otro chico que había nacido en esas mismas fechas, y podía haber sido él.

¿Quién?

-No es importante.

-Neville.- dijo Hermione en voz alta antes de continuar.- Es el único que cumple años en la misma época del año. Pensé que podía ser algo así.

-Excepto que no es Neville.- Harry gruñó y se pasó la mano por su cicatriz maldiciendo su presencia.- Voldemort marcó al niño como un igual. Es esta marca.

¿Por qué no nos lo dijiste- preguntó Ron a Harry.

-Simplemente no quería, no podía. ¡Ni siquiera quiero creerlo ahora!

Harry se pasó una mano por el pelo y se dio cuenta de que estaba temblando. No era que no tuviera miedo. La presencia de Voldemort siempre traía su carga de terror, pero Harry lo prefería antes que la aceptación vacía y sin emoción que había visto. La muerte en sí misma no era lo que le asustaba como muchos creían. Tendría la oportunidad de ver a su familia otra vez. Por lo menos habría un final, pero era la espera, el saber que un día ocurriría sin avisar lo que le crispaba los nervios.

¿Cómo puedes matar al que no puede morir- susurró casi para sí mismo.

-No es inmortal, Harry.- apuntó Hermione mientras se levantaba de su asiento y caminaba en el suelo de loza.- Lo ha intentado mucho, pero aún está ligado a las limitaciones de la humanidad. Clávale una espada en el pecho y probablemente morirá.

¿Probablemente- preguntó Ron con un brillo de horror en sus ojos.¿Y no puedes simplemente usar, ya sabes, la Maldición Asesina?

-No hay modo de hacerla sin usar Artes Oscuras. Además, necesitas un estado especial de sentimientos para que funcionen. Traté de usar el Crucio con Bellatrix Lestrange y no me salió.

-Apuesto a que ahora sí lo harías.- dijo Ron en voz baja.

-Mira Harry- comenzó Hermione mientras golpeaba son su varita su mano derecha.- estás seguro en Hogwarts y ya te has enfrentado a Voldemort antes. Lo que necesitas hacer es encontrar un punto de partida. El tatuaje te protege, pero sé que de hecho la magia chamánica no dura para siempre. Si no le vas a contar a Dumbledore lo que ocurrió anoche, al menos habla con él para que te enseñe Oclumancia. Snape, no, pero el Profesor Dumbledore puede. Entonces al menos siempre sabrás que tus pensamientos son tuyos, y que Voldemort no puede encontrar un camino entre las protecciones innatas en ti.

¿Cómo sabías eso- preguntó Harry.- No estabas allí cuando el director me dijo eso.

-Tiene sentido, Harry. Hasta que consiguió su nuevo cuerpo, Voldemort no podía tocarte. Tu sangre quitó esa protección, pero aún es lógico pensar que la única área que aún está protegida por el sacrificio de tu madre son tus pensamientos. Tu mente está a salvo de su posesión por ahora, y el tatuaje te previene de que te lea los pensamientos pero¿por cuánto tiempo?

¡Eres increíble- dijo Ron sonriendo cuando Hermione alzó las cejas de sorpresa.- No se me habría ocurrido ni la mitad de eso.

-En realidad es bastante simple…- Hermione bajó la voz y meneó la cabeza, haciéndoles seguirla.- Salgamos de aquí. Harry, gracias por contárnoslo. Es mejor saberlo que preocuparse por ello.

-No pareces especialmente disgustada.

-Bueno, no te sería de ninguna ayuda. Estaremos aquí cuando nos necesites y haremos lo que nos pidas siempre y cuando no signifique romper demasiadas reglas importantes de la escuela.

-Haremos lo que nos digas e ignoraremos las reglas.- corrigió Ron.

¿Os importa si vamos a la biblioteca- preguntó Hermione.- Necesito coger algunos libros de maldiciones.

¿Aún no tienes suficientes?

-Definitivamente no.

Los dos se adelantaron a Harry, hablando a la ligera, como si la profecía no les importara o como si ya la conocieran de algún modo. Se sintió aliviado por habérselo contado, pero al mismo tiempo sentía le habían robado una reacción adecuada a las circunstancias. Ron había hecho preguntas y Hermione le había contestado, pero él aún estaba solo en mitad de un juego en espera.

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Para el miércoles la idea de la profecía había desaparecido de su mente y la regularidad de las clases hizo que los días pasaran con rapidez. Su última clase del día era Encantamientos, y el profesor Flitwick estaba introduciéndoles cuidadosamente a través de la pronunciación y el movimiento de la varita de los hechizos más complejos.

Ron y Harry estaban sentados juntos, tratando de leer subrepticiamente el número del Profeta que Hermione les había pasado antes del comienzo de la clase.

-Está en las necrelógicas.- dijo la chica antes de sentarse en su sitio.

¡Ahí- susurró Harry apuntando a una pequeña sección de texto. Había una lista de cuatro nombres: Crabbe, Goyle, Harris y Monk. Las notas detallaban las causas de las muertes como asesinatos, y que la Marca Tenebrosa había sido identificada en cada uno de los cadáveres. Aún no habían encontrado al asesino.

¿Qué está pasando- preguntó Ron en voz baja mientras escaseaba con sus ojos los demás panales de texto buscando información.

-Alguien está asesinando mortífagos, y apuesto a que son los más lentos y más estúpidos. No sé nada sobre Aarhus y Monk, pero Crabbe y Goyle nunca han sido los más brillantes.

¿Pero quién lo está haciendo¿Quién tú Sabes o algún tipo de guerrero por la libertad?

-No sé.- replicó Harry escondiendo el periódico en su mochila cuando el profesor Flitwick pasó por su lado.- Pero apuesto lo que quieras a que tiene que ver con quitarse de encima pesos muertos. Voldemort se cansó de ellos y los mató.

-Pues menuda mierda.- añadió Ron.- Todos los cuerpos estaban decapitados. ¿Qué sentido tiene?

Harry simplemente se encogió de hombros y se quedó callado, concentrándose en el trabajo que tenía entre manos y tratando de calmar su traicionera ansiedad. Tenía una clase de Oclumancia entre la última clase y la cena y había prometido al director que trataría de entrar en el estado más relajado posible. La campana sonó y la clase se vació lentamente, dejando a Harry guardar sus cosas y marcharse.

-Buena suerte.- le deseó Hermione cuando ella y Ginny esperaban a Ron que buscaba algo en su mochila.- Te irá bien.

¡Te veremos en la cena, Harry!

-Vale. ¿Me guardáis un sitio?

-Claro.

Caminó contra la marea de estudiantes doblando hacia los pasillos y subió las escaleras contando en voz muy baja para evitar los escalones falsos que se escondían en su camino. La gárgola que normalmente cubría la entrada a los dominios del director se había deslizado a un lado y la Señorita Drew casi chocó con él cuando bajaba de las escaleras hacia el corredor.

-Lo siento, profesora… dijo, Señorita.

-Culpa mía, Potter. Aunque en realidad quería hablar contigo fuera de clase.- estaba de pie en postura descansada, sus pies cargaban su peso separados y sus manos estaban levemente cerradas en su espalda. Su pelo negro, como siempre, estaba peinado en un severo moño detrás de la cabeza, pero su estricta expresión habitual se había suavizado en una sonrisa.- Quería felicitarte. Parece que tienes una excesiva cantidad de talento en el campo de la Defensa mágica. No quisiera no te enteraras de tus progresos. Creo que el director está esperando.

-Eh… yo… Gracias, señorita Drew.

Ella asintió una vez y se marchó con rapidez, dejando a Harry que corriera por la escalera hasta el santuario íntimo del profesor Dumbledore. El director estaba disfrutando de una tranquila taza de té y machacando un bloque de polvos pica-pica de limón con un abrecartas. Miró a Harry sobre sus gafas y sonrió haciéndole un gesto para que se sentara.

-Me temo, Harry, que pareces de todo menos relajado.

-Lo siento, señor.

-No es importante. Quizá el primer paso debería ser aligerar ese nerviosismo.- se inclinó hacia él y le miró directamente a los ojos.- Habla conmigo, Harry. Si deseas estar protegido por los avances mentales de aquellos que quieren herirte debes limpiar tu mente y concentrarte, y no podrás hacerlo si no conoces los pensamientos que debes rechazar.

Harry miró el amarillo brillante del bloque de dulce de limón y sonrió irónicamente. Si no podía confiar en Dumbledore, entonces no podía confiar en nadie. Poco a poco, empezó a hablar y los secretos y los temores fueron finalmente dichos.