"Las sombras del silencio" por Myth and Legend

Traducción de Lamia Somniorum

Capítulo 15: Descubrimientos

"Los sueños nos cuentan verdades

que no nos atrevemos a percibir.

Su mensaje es honesto,

¿pero lo crees?

"Introducción a "El significado de los sueños".- Jorin Bedarest.

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¡Se acabó- exclamó ron cuando salieron de la última clase del trimestre.¡Dos semanas enteras de vacaciones!

-Quincedías de deberes, querrás decir.- gruñó Harry cuando guardó el último de sus libros en la mochila y se quedaba rezagado dejando que Hermione deslizara su mano en la de Ron.¿Alguno se va a ir a casa?

¿Y dejarte aquí solo teniendo aventuras sin fin sin nosotros? De ninguna manera.- Ron se echó la mochila de Hermione al hombro.- Creo que mamá vendrá, y Fred y George. El profesor Dumbledore ha extendido la invitación. No ha parado de hablar de ello desde Halloween.

¿Y tú Hermione?

Durante un minuto pareció a punto de llorar, pero sacudió su cabeza y dio un pequeño suspiro.

-Mi madre y mi padre estarán en el extranjero en Navidades. Me han mandado montones de regalos y me preguntaron si quería irme con ellos, pero no me siento segura fuera de aquí. Desearía que estuvieran aquí.

¿Por qué te da miedo ir a casa?

-Harry¿qué harías si ron o yo fuéramos capturados por los mortífagos?

-Ir a buscaros.- replicó sin dudar.

¿Y harías cualquier cosa por mantenernos vivos?

¡Por supuesto!

¿Incluso morir¿No crees que Voldemort sabe eso? Es un milagro que aún no nos haya usado para llegar hasta ti. Ya usó tus sentimientos por Sirius. Me da pánico que pudiera verme como la débil, una brujita sin una familia mágica. No quiero ser la causa de nada y sé que no dudarían en matar a una pareja de muggles como mis padres.

Durante un minuto Harry no supo qué decir; sus ojos se encontraron con los de Ron sobre la cabeza de la chica, pero el pelirrojo sólo se encogió de hombros.

-Lo siento, Hermione.

-Está bien, sólo lo hecho de menos a veces, ya sabéis, el árbol de navidad y sentarnos alrededor del fuego y abrir los regalos juntos.

-Anímate.- instó Ron.- Veremos que podemos hacer.

Los yelmos de las armaduras cantaban "Noche de Paz" cuando pasaban cerca. Parecía que aunque recordaban las palabras sin problemas, la melodía era opcional y el resultado era un doloroso bemol. El profesor Flitwick estaba en una silla en frente de uno de los principales culpables, regañándole con una agitada voz.

-Dije Re sostenido, no La. ¡Melodius- su varita disparó una bolita brillante de luz amarilla y en lo que Harry pudo ver como el rabito de una corchea y un pentagrama que se deslizaba dentro del visor y resonó en el metal. La canción comenzó de nuevo dos veces y en un tono mayor así que sonaba como un viejo vinilo siendo girado demasiado rápido. El profesor suspiró y sacudió su cabeza antes de dejarlo.

Las puertas principales del castillo estaban abiertas dejando a la vista los terrenos y una pequeña figura corría hacia ellos.

-El lago se ha helado. ¡Puedes caminar sobre él- jadeó Dennis Creevey cuando subía rápidamente las escaleras hasta el hall. Su nariz y sus mejillas estaban rojas de frío y su bufanda se desenrollaba del cuello así que tropezó con el extremo que colgaba.- El calamar se aprieta contra el hielo y puedes ver a través de sus ojos. ¡La gente incluso está patinando!

Obedientemente los tres siguieron al joven gryffindor a través de los terrenos cubiertos de nieve. Había una larga fila de huellas desde allí hasta el lago, y otros caminos más cortos que se entrecruzaban en direcciones aleatorias. Aún había muchas partes de nieve inmaculada y, a pesar de sí mismo, Harry tuvo que luchar contra la infantil necesidad de saltar en mitad de la suave y blanca extensión.

El lago era un enorme espejo, liso y quieto. Los estudiantes más valientes se abrían camino por el hielo, golpeándolo suavemente con sus pies mientras avanzaban. Una chica que Harry pensó que estaba en Reavenclaw estaba pirueteando sobre sus patines cerca de la orilla más cercana, riendo y mostrándose a sus amigos. Ginny estaba con Neville y ambos miraban la escena con disgusto y sospecha.

-No es que vaya a recorrerlo entero.- dijo Hermione cuando se aproximaron a uno de los pequeños botes de remos que se usaban para llevar a los de primero a través del lago. El hielo se había agarrado firmemente al casco y un témpano colgaba desde la tosca proa como un mascarón de cristal.- Hay pequeños afluentes que mueven los riachuelos así que el agua corriente tendrá movimiento. Espero que ninguno se caiga en uno.

-El calamar te sacaría si lo hicieras.- dijo ron tranquilizadoramente.- Hagrid está vigilando y también la Profesora McGonagall.

Inclinó su cabeza hacia donde la vieja mujer estaba sentada muy tiesa en un banco, con sus manos enfundadas en guantes alrededor de su varita.

-Pero somos prefectos. ¿No es este un caso en que lo estudiantes se están poniendo a sí mismos en peligro¿No deberíamos detenerlos?

-Vamos. Las Navidades están cerca. ¿Por qué no olvidas que eres una prefecta sólo por un día?

Ella abrió la boca para contestar, pero pareció cambiar de opición en el último instante y asintió conforme. Con un pequeño suspiro se acercó a Ron y Harry hizo mutis silenciosamente.

Estaba verdaderamente contento tanto por Ron como por Hermione, pero durante las pasadas semanas, había empezado a sentir que sobraba. Habían estado muy acaramelados y habían sufrido algunos infantiles comentarios de otros estudiantes como "buscaos un hotel" a cualquier signo de afecto que se mostraban. Más de un profesor había regañado a ron por distraer a Hermione en las clases y mientras que sus deberes parecían no sufrir, tardaba más en terminarlos.

-Dos son compañía y tres son multitud.- murmuró Harry para sí mismo y se encogió de hombros cuando una sonrisa rota apareció en sus labios. Estaba escrito que tenía que ocurrir algún día. Habían sido amigos durante seis años y aunque ningún peligro ni contienda les habían separado, algunos lazos se habían vuelto más fuertes que otros, y ahora se sentía como la tercera rueda.

El castillo estaba prácticamente desierto. La mayoría de los estudiantes pasaban fuera las últimas horas de luz, jugando en el lago y peleando con la nieve, o estaban en sus salas comunes, haciendo el equipaje para el largo camino a casa por Navidades. Él podía ir y sentarse frente al fuego de la sala común en la torre de Gryffindor, pero no le gustaba la idea de estar en medio de las idas y venidas de la gente que se preparaba para marcharse, así que en su lugar sus pies le llevaron a la biblioteca.

Sus deberes aún estaban en su mochila, pero decidió dejarlos ahí y sentarse en el alféizar de una de las ventanas que daban al bosque. El sol estaba empezando a hundirse en el cielo y se volvía de frágil amarillo mientras las nubes de nieve se apilaban en el horizonte. En unos pocos días sería Nochebuena y la primera Navidad que Harry pasaría sin Sirius.

Miró con los ojos entrecerrados su reflejo en el cristal y meneó la cabeza. No era como si hubiese pasado realmente las fiestas con su padrino de todas formas, no realmente. ¿Qué hacía este año diferente? El dolor empezó desaparecer. Algunas veces podía pasar días sin pensar en Sirius, pero inevitablemente la guerra continuaría y volvería a estar resentido y enfadado con la injusticia de todo aquello.

Se obligó a alejarse de la ventana con precipitación, como si arrancarse a sí mismo de su vista pudiera apartarle de sus pensamientos. La señora Pince le miró mal por encima de su libro cuando maldijo suavemente y empezó a caminar entre las estanterías, mirando a ciegas las tapas de los libros.

Cada vez más en las pasadas semanas se encontraba a sí mismo anhelando una vida diferente. Deseaba ser alguien diferente, alguien normal. Deseaba confundirse en la multitud y no ser señalado como un individuo. Estaba cansado de descubrir secretos y resolver misterios de la gente que pensaba que era lo suficientemente maduro como para enfrentarse al Lors Oscuro, pero no tanto como para saber toda la verdad.

Apretó sus puños a los lados y trató de suprimir el acceso de rabia, pero era demasiado tarde. Los libros del estante superior estaban temblando, acercándose cada vez más al borde antes de que al menos una docena cayeran al suelo.

¿¡Qué estás haciendo- gritó Madame Pince, de pie en su escritorio y mirándole ferozmente. ¿Es que no tienes ningún respeto?

-Lo… lo siento. He debido de golpear la estantería.

-Recógelos y vete de aquí. La biblioteca está cerrada.- gruñó antes de marcharse.

Harry se inclinó para coger los tomos, dejándolos suavemente uno encima de otro. Había ciete ejemplares de "Historia de Hogwarts", un libro delgado y negro con ningún signo reseñable y más de 200 páginas y con una cinta de cuero marrón que parecía gastada por los filos. Abriendo la cubierta leyó las palabras y sonrió. Hermione llevaba buscando este libro años. Ella había encontrado en el catálogo un libro titulado "Magicki Cerebrum", o mentes mágicas, y había estado segura de que cada cerebral conocido estaba registrado en sus tapas. Obviamente no habían colocado en el lugar equivocado, un crimen que pagaría cualquier estudiante con una semana en los polvorientos archivos y la bibliotecaria les hubiera pillado.

Harry se guardó el libro tratando de no cruzarse con la furiosa mirada de Madame Pince mientras pedía perdón en un segundo y se escabullía. Se paró en la escalinata que iba desde el Vestíbulo de entrada hasta las partes superiores de la escuela, confiando en el hecho de que no se movería en ningún momento. La armadura cantarina había sido silenciada y sólo había unas brillantes hadas titilando en la superficie de iridiscentes baratijas que le distraían.

Más de una vez se descubrió mirando al vacío, con los pensamientos en alguna parte mientras el libro fracasaba en atraer su atención. Finalmente, aburriéndose soberanamente por la enorme introducción, pasó las páginas tratando de rescatar algún nombre que conociera. Parecía que a lo largo de los añños había habido muchas brujas y magos sospechosos de tener tendencias cerebrales, pero pocos habían sido confirmados. Aurora Black era la primera cerebral confirmada en 978 después de Cristo. El siguiente no apareció hasta más de doscientos años después.

¡Harry- Levantó la cabeza para ver a Ron de pie al principio de la escalera mirándole con una expresión de sorpresa en la cara.¿Estás leyendo?

-Sí, Ron, deberías intentarlo alguna vez.

-Ja, ja, muy gracioso, tío. Los profesores han dicho que los de quinto para arriba pueden ir a Hogsmeade por última vez antes de que empiecen las Navidades. ¿Vienes- una sonrisa malvada cruzó la cara de Ron.- Ginny viene con nosotros.

¿Y por qué eso haría que cambiara de idea- preguntó Harry tratando de aparentar indiferencia.

-Digámoslo de esta manera: numerosas fuentes dicen que os han visto a ti a mi hermanita deslizándoos por callejones y llegando a casa después del toque de queda.

-No estábamos haciendo nada. No como tú y Hermione.

Ron dio un bufido de incredulidad.

-Mira, tío¿vienes o no?

-Creo que me quedaré aquí si todo va bien. No tengo nada que hacer en el pueblo de todas formas.

Durante un minuto ron se quedó callado y una mirada confusa cruzó su cara antes de subir las escaleras y sentarse junto a su amigo.

¿Estás bien?

-Sí, por qué.

-Pareces un poco callado. Realmente no puedo recordar la última vez que tuve una verdadera conversación contigo.

-En serio, ron, estoy bien. Sólo un poco cansado.

¿Has tenido más pesadillas?

La pregunta era tan natural viviendo de su amigo que Harry instantáneamente rodó sus ojos.

-No, no he tenido. Sólo que no he descansado, es todo, y he estado muy ocupado con la oclumancia sobre todas mis clases.

-Creía que ya habías acabado con eso.

Harry meneó la cabeza y se frotó los ojos con la mano.

-Todavía voy a ver al Profesor Dumbledore una vez a la semana para practicar.

-Si estás seguro de que estás bien…- Ron lo dejó en el aire todavía mirando dudoso antes de que Harry le echara.

-Vete o las chicas se irán sin ti.

-Quizá debiera quedarme.

¡Ron!

-Vale, ya me voy. Te veremos después.

Harry vio cómo su amigo bajaba la escalera y atravesaba el vestíbulo antes de desaparecer por la puerta. Se levantó a disgusto del escalón extremadamente consciente de que la frialdad de la piedra se le había metido dentro haciéndole temblar y poniéndole la piel de gallina.

Después de unos pocos minutos de indecisión se resignó a la repleta sala común, sentándose en uno de los sofás frente a la chimenea y tratando en vano de alejarse del resto del mundo. Grookshanks se había sentado junto a él y miraba con un ojo brillante cómo Genie saltaba justo a él y miraba a Harry con interés. Los dos felinos parecían haber declarado una vacilante tregua y mientras que el chato gato naranja tolerara a la joven gatita de Ginny, la parte kneazle nunca dudaría que golpearla con su pata si se le ocurriera cruzar la línea. Acariciándoles a los dos detrás de las orejas, Harry abrió el libro una vez más y empezó a pasar las páginas. Después de unos pocos minutos metió la mano en el bolsillo y sacó la lista de nombres que había descubierto en la oficina de Snape. Ono por uno los marcó como sospechosos o confirmados cerebrales listados en el libro, escribiendo notas y fechas junto a los nombres.

Era la hora de la sobremesa cuando terminó. Sus ojos le pesaban y su estómago gruñía de hambre cuando leyó la lista:

Zina Vincan: cerebral hembra (confirmada) 1179-1234

Tuan Mivok: cerebral macho (confirmado) 1312-1330

Kalea Leninstroff: cerebral hembra (Sin confirmar) 1501-1549

Elkama Thisdale: cerebral hembra (Sin confirmar) Fechas inciertas.

Arquímedes Ancun: cerebral macho (confirmado) 1560-1600

Elladora Kettridge: sospechosa de ser una cerebral hembra. 1656-1729

Harry sacudió la cabeza confuso sin saber qué pensar. Estaba bastante seguro de que Snape estaba trabajando de espía para Dumbledore, informándole de la vida y obra de Voldemort, pero¿por qué el profesor de Pociones tenía una lista de cerebrales muertos? Harry revisó el libro y ninguno había sido registrado más allá del siglo XIX, sugiriendo que todos habían muerto. La lista sugería que Snape estaba investigando el fenómeno, pero¿con qué propósito?

Alrededor de él la gente se despedía y regresaba por el agujero del retrato (para gran molestia de la Señora Gorda), cambiando regalos y abrazos. Alguien había puesto un poco de muérdago en el dintel. Los estudiantes más jóvenes gritaban en sus intentos por evitarlo, pero algunos de los estudiante mayores lo estaban utilizando de excusa para robar besos de despedida.

Uno a uno se fueron marchando, abandonando el castillo dándose prisa para no perder los carruajes de vuelta a casa. La sala común se quedó misteriosamente tranquila; los únicos sonidos que había eran los ronroneos de los gatos y el ocasional chasquido y el estallido del fuego.

Ron, Hermione y Ginny se habían ido y tardarían horas en volver y Harry sintió un goteo de frío malestar correr a través de él. Las palabras de Hermione se habían pegado en su mente y no podía evitar tener que en el pueblo los mortífagos acecharan, esperando para atacar desde las sombras…

Con una sacudida de su cabeza se inclinó sobre los cojines, tratando de ignorar todas las pequeñas y persistentes ansiedades y simplemente relajarse. Cerró los ojos sintiendo el mordisco del cansancio cuando la cálida habitación le meció hasta introducirle en un sueño donde los sonidos de la habitación se exageraban un la línea entre la realidad y la fantasía se difuminaba.

Creyó que podía oír la risa de Ginny. El sonido familiar le trajo un repentino alivio y otra candente emoción que no pudo empezar a identificar, pero que cuando quiso aguzar los oídos para escuchar más de cerca, la risa se convirtió en lágrimas de espanto y dolor. La ventana se abrió del golpe y la nieve y el viento entraron en la habitación golpeando su cara y empujándole cuando trataba de ir hacia ella. Las paredes cayeron para dejarle ver la vista panorámica de las montañas que rodeaban Hogwarts. Podía distinguir Hogsmeade medio escondido en la niebla. Podía oír los gritos de dolor y ver las luces de las tiendas y las casas que se apagaban, una a una. Había una mujer de pie en la calle. Las lágrimas recorrían su cara mientras sus manos estaban apretadas firmemente a ambos lados de su cuerpo. La familiar túnica negra de mortífago envolvía su fina figura, pero su cara estaba desenmascarada. Permanecía orgullosa y alta como si el hombre de la túnica se mofara y se burlara de ella. La gente moría ante ella pero ella no se volvía. Con cada resplandor de luz otro sollozo hacía estremecer su cuerpo y las palabras que él no podía escuchar empezaron a escaparse de los labios de ella. Entonces se volvió a mirarle con los ojos oscuros muy abiertos sobre su pálida cara. Su cara se puso furiosa, como si él estuviera haciendo algo mal. Hizo como si fuera a moverse hacia él, para arañar su cara con sus uñas hasta que empezó a sangrar, hasta que él cayó ante ella, humillándose en la muerte. Ella abrió los labios y la voz fue fuerte. No era una petición, sino una orden.

-Déjale en paz.

Una sensación física cruzó su mente, como si unas cadenas le apretaran atrapándole y esclavizándole. Se sintió asfixiado y con náuseas. Otras imágenes golpearon su mente como si algo estuviera enterrándose profundamente en su mente…

En un segundo el sueño desapareció, su mente se quedó en blanco cuando el olor de la nieve disminuyó y las paredes de la oclumancia le encerraron. La impresionante sensación desapareció, dejándole mirando con ojos muy abiertos al espejo que había sobre la chimenea.

Durante un segundo sólo pudo fruncir el ceño a su reflejo, sin comprender qué era lo que estaba viendo. Sus brillantes ojos verdes refulgían con un intenso ámbar y una veta de su pelo parecía que había perdido su negrura para tomar un blanco inmaculado. Su piel estaba pálida, como si te hubieran dado un susto terrible, pero con un parpadeo su apariencia volvió a la normalidad y su reflejo volvía a ser más familiar.

Debía haberse movido en su sueño porque los cojines estaban esparcidos por el suelo y algunos estaban peligrosamente cerca de las llamas. Tiró una taza vacía y su ropa estaba desordenada. Se puso en pie y atravesó la sala común en un intento de bajar hasta Hogsmeade y buscar a sus amigos. La Señora Gorda, cuando la abrió y apartó el retrato, le chilló:

¿Adónde vas a estas horas de la noche?

-Afuera.

¿Qué?

Ignoró sus protestas mientras corría por los pasillos. Estaba a punto de bajar la escalera cuando oyó voces familiares en el descansillo de abajo. Inclinándose sobre la barandilla sonrió de alivio cuando vio a sus amigos de pie en medio del embaldosado suelo, quitándose la nieve del pelo y pateando el suelo para deshacerse de la nieve de sus zapatos.

¡Hey Harry¿has estado durmiendo todo el tiempo- se rió ron de la apariencia mañanera de su amigo.

-No tenía nada mejor que hacer.- dijo haciendo promesa silenciosa de contarles lo del sueño y lo de la lista de Snape en otro momento.

-Ah, claro, y hace tan sólo unas pocas horas que te estabas quejando de que tenías más deberes de lo que era razonable.- dijo Hermione.- Hubiera pensado que ya los habrías hecho.

-Ignórala, Harry, ha encontrado una nueva librería en el pueblo. ¡Nos ha estado dando lecciones desde hace una hora!

-Deja de exagerar, Ron. Además…- ella se cruzó de brazos.- ya era hora de que Hogsmeade tuviera una franquicia de flourish Blotts. Algunas veces la biblioteca no es suficiente.

Les rozó cuando los pasó llendo hacia la sala común y recolocó los cocines mulléndolos distraídamente anyes de sentarse en uno de los sillones. Ron empezó a descargar sus bolsillos apilando las ranas de chocolate, las Salamandras y las plumas de azúcar en la mesa anyes de sentarse en el suelo y empezar a comerse las judías de todos los sabores, ocasionalmente torciendo la cara con algún sabor desagradable. Ginny había comprado algunos ratones de azúcar para Genie y Crookshanks y los dos felinos estaban mirando con interés las dulces delicias que corrían dando vueltas por el suelo de toda la sala común.

Era tarde cuando se terminaron las chucherías y las tazas de chocolate caliente estaban colocadas a lo largo de la chimenea. Los cuatro gryffindors estaban satisfechos cuando el fuego se fue calmando hasta reducirse a unas pocas ascuas brillantes. Uno a uno se fueron yendo a la cama y cuando Ginny le dio las buenas noches Harry preguntó.

¿Ha pasado algo inusual en Hogsmeade?

-No¿por qué¿Estabas preocupado por nosotros?

Él se encogió de hombros sintiéndose de repente estúpido y abochornado.

-Sólo me preguntaba por qué habíais tardado tanto.

-La señora Rosmerta no quería que volviéramos vajo la nevada.- Ginny sonrió desde donde estaba de pie en el segundo escalón de la escalera, pero no se burlaba de él o se reía de sus temores por su seguridad. Ella simplemente agachó la cabeza un momento antes de decir:

-Buenas noches, Harry. Que duermas bien.

Fue cuando se tumbó tenso y cansado en su cama cuando las imágenes del sueño empezaron a sucederse una vez más en su mente. Conocía a la mujer que estaba de pien con una túnica negra, conocía sus ojos muy bien y reconoció su voz. La oía cada semana cuando daba clase a los estudiantes sobre todos los métodos de defensa. Su estómago se agitó y el amargo sabor de la traición creció en su garganta una vez más.

La señorita Drew había girado sus ojos hacia él mientras que detrás de ella gente que él conocía y quería caía muerta en manos de Voldemort.