�¡Hola!
Pero qué rapidito estoy actualizando últimamente¿verdad? Bueno, no es normal, así que no os acostumbréis demasiado. Esto sólo pasa por querer huir desesperadamente de los apuntes... Sinceramente, a veces me encantaría poder tener un poquito de la constancia de Hermione... pero está vistoque no. En fin, qué se le va a hacer...
Ah, bueno, jeje¿y la lavadita de cara que se han hecho los de fan fiction¿Os habéis dado cuenta de que han cambiado el formato de los revs? Son de un fashion a veces... Espero que por lo menos se haya arreglado lo del Document Manager, porque hacía cada cosa... se comía los signos de puntuación, juntaba frases y palabras e incluso confundía mayúsculas y minúsculas... vamos, que te dejaba el texto como el rosario de la aurora.
Stiby: Trataré de avisarte, pero no sé si siempre podré (más que nada por que se me olvidar�, así que te pido perdón de antemano), al menos todas las veces. Actualizar suelo actualizar todas las semanas alguno de mis fics. A veces tardo más (cuando no tengo tiempo), pero trato de tener esto moviéndose. No te puedo decir más, pero si te pasas cada finde seguramente verás actualizaciones.Y creo que ya sé por qué no te deja suscribirte: tienes que registrarte en la página. Hazlo y podrás empezar a"guardar" en tu página personal tus fics favoritos desde donde podrás acceder directamente. Bueno, ya me contarás.
Celina¿Ves como sí que se va poniendo interesante? Si ya te decía yo. Y este capi es la leche, y el siguiente (que estoy traduciendo) ni te cuento. En fin, de comerse las uñas. Yo lo del Windsor no me enteré hasta la mañana siguiente y la verdad es que es impresionante. No he ido a verlo aún (iré, no te quepa duda), pero tampoco es difícil ignorarlo porque a la facultad y al ordenador desde el que os escribo se llega en línea directa desde mi casa por la misma línea de metro que han cortado y cada 10 minutos suena en los altavoces lo de "Metro de Madrid informa: con motivo del incendio del edificio Windsor está cortado el servicio entre las estaciones de Nuevos Ministerios y Avenida de América, blablabla...". Así que hija, así estamos... Eso sí, estoy orgullosísima del servicio de emergencias. Yo cuando sea mayor quiero ser como ellos.
Ginger¿Traidora? Porque lo ponía y yo lo traduje. Sin más. Y sí, sé que tenían mogollón de faltas, pero traduzco tan deprisa que ni lo miro, y además, lo hice a unas horas que no tenía muy claro siquiera cómo me llamaba yo (llevo casi una semana acostándome todos los días a las 3 o las 4 de la mañana). Lo siento muuuucho. Este creo que está mejor. (qué bochorno... por dios, qué vergüenza...) No volverá a pasar. ¡Y gracias por leerlo a pesar de todo!
"Las sombras del silencio" por Myth and Legend
Traducción de Lamia Somniorum
Capítulo 16: Huellas en la nieve
"Sigue mis huellas.
Busca el camino incierto.
Adéntrate en la oscuridad,
Y mírame morir por ti."
Historias de un espía.- S. Terces
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Las vacaciones de Navidad pasaron en un torbellino de regalos y risas. Confirmando las sospechas de Ron, Molly y Arthur, así como los gemelos, aparecieron en la mañana de Navidad y se quedaron hasta la noche. Una infinitamente más pequeña versión de los enormes abetos del Gran Salón se había colocado en la sala común de Gryffindor y, ahora los adornos lanzaban destellos suavemente desde las ligeramente marchitas ramas y cadenetas de papel aún estaban medio tiradas aquí y allá por la alfombra.
Cuando Harry saltó de la cama miró hacia el helado paisaje de fuera. El cielo lucía un delicado azul glaseado sobre su cabeza. La escarcha trazaba dibujos en su ventana y cuando la abrió y se inclinó hacia el aire frío si respiración se convirtió en una nube de vaho.
Dejó dormir a Ron y salió de puntillas. No sabía qué hora era exactamente, pero parecía que aún era temprano. El sol aún no había terminado de salir por el horizonte y estaba completamente seguro de que encontraría la sala común vacía. Cuando bajó las escaleras escuchó una cancioncilla y se sonrió. Era la cajita de música de Ginny. La chica la había visto en Hogsmeade la primera semana de Diciembre y había vuelto al escaparate tres veces para mirarla. Él había hablado con Ron y Hermione y habían juntado dinero para comprársela. Ahora en cualquier lugar donde se creyera sola, la chica escuchaba su música.
Se paró al final de la escalera y la miró. Estaba sentada con las piernas cruzadas frente al fuego. La caja de música tenía montones de compartimentos secretos y los había abierto todos a su alrededor, así que las joyas de formas coloreadas estaban revueltas a su alrededor, cada cajoncito por separado. La tonadilla era visible en el aire en una flexible lista de notas que eran lo menos parecido a las débiles y tintineantes melodías de las cajas de música muggles.
La escalera bajo sus pies crujió avisando a Ginny que giró la cabeza y sus ojos brillaron con lágrimas que no se había secado.
-Perdona¿te he despertado?
-No, no te preocupes. ¿Estás bien?
Ella asintió y le sonrió débilmente antes de mirar otra vez hacia abajo. Estaba aún en pijama, uno que su madre le había comprado crecedero. Las mangas le cubrían las manos y se tropezaba con el bajo de los pantalones casi constantemente. Había un osito de peluche en la parte de arriba. Harry siempre tenía que contenerse para no remangarle las mangas y las perneras para que no se cayera, y dejarla como estaba. Era muy difícil para cualquiera salir de la cama y estar cien por cien atractivo, pero Ginny, de alguna manera, había conseguido al menos un 75.
Se deshizo de sus pensamientos y se sentó en el suelo, estremeciéndose cuando sus rodillas protestaron.
¿Por qué no te sientas en el sofá o algo así? Seguro que sería mucho más cómodo.
La hermana pequeña de Ron se encogió de hombros y Harry vio cómo un lagrimón descendía por su mejilla. A él no se le daba bien la gente que lloraba, pero se arriesgó a quitarle la lágrima con sus dedos y poniéndole una mano en el hombro.
-Ginny¿qué pasa¿Por qué estás tan triste?
Ella miró a las llamas del fuego durante un momento, quizás buscando la respuesta en los colores danzarines antes de coger la caja de música y cerrarla. La melodía se acalló cuando los compartimentos se cerraron, dejando una cajita caoba con pulidas piedras azules en su interior.
-No debería ser así. Odio eso… que la gente sienta que se tenga que esconder. Hermione me habló de que sus padres se fueron al extranjero y eso no está bien. Debería ser una época en que todos estuvieran juntos. Es tiempo de estar con la familia, no de esconderse del mal.
¿Y qué pasa con la gente que no tiene familia- preguntó Harry volviéndola con sus manos para que le mirara a la cara. Hubo un brillo de dolor cuando los ojos de la chica se encontraron con los suyos.
¿No nos consideras tu familia?
Harry sintió cómo sus labios se curvaban en una rota sonrisa.
-Sois más mi familia que la que he perdido.
-Desearía que el mundo fuera seguro.- Ginny hizo un ruido entre un sollozo y una risa.- Escúchame, soy patética. ¡Debería estar agradecida por lo que tengo!
-No, bueno, sí, pero es humano desear que las cosas vayan mejor. Ven aquí.- Harry deslizó un brazo alrededor de los hombros de la chica y la acercó un poco.- Te prometo que todo volverá a normalidad muy pronto.
¿En serio?
-Claro.
Ginny sonrió y jugueteó con el pañuelo que tenía en las manos.
-Podría pedirte cuentas de eso.
Harry se puso en pie y la ayudó antes de mirar a su alrededor confuso.
¿Has visto un libro marrón por alguna parte?
-Sí, estaba en el sofá anoche. Hermione ha debido de cogerlo para leerlo en la cama.
Harry gruñó débilmente sabiendo que no le llevaría mucho tiempo a su inteligente amiga llegar a la misma conclusión a la que él había llegado.
¿Hay algún modo de que pueda recuperarlo?
-Veré si puedo encontrarlo.
Cuando Ginny subió por las escaleras Harry recogió la caja de música y la puso en la mesa para que no le pasara nada. Había pasado más de una semana desde que había encontrado los nombres en el despacho de Snape y que habían resultado ser cerebrales, y aún no podía entender por qué el profesor de Pociones estaba tan interesado en el fenómeno.
Tenía la extraña sensación del sueño de aquella noche, y los detalles habían ido desapareciendo de su mente. Sólo los ojos oscuros y furiosos de Asli Drew permanecían. A decir verdad le iba a dar el libro a Hermione de todas formas, sólo para ver si ella pensaba lo mismo, quizá si hubiera tenido la oportunidad de explicar lo que pensaba…
Hermione bajó corriendo las escaleras en camisón, el libro en sus manos y su cara pálida como una sábana.
-Te iba a despertar anoche, pero estaba muy cansada.- hizo una pausa un momento mordiéndose el labio inferior antes de continuar en una voz no más alta que un susurro.¿Y si Quien Tú Sabes está buscando un cerebral para que haga conjuros para él¿Y si el profesor Snape está tratando de encontrar uno?
-Si Voldemort tiene en sus manos ese tipo de poder ganaría en cuestión de horas. No seríamos capaces de pararle, no sabríamos cómo contrarrestar sus hechizos.
¡Exactamente!
Harry sintió un aguijonazo de malestar correr por su espina dorsal.
¿Crees que Snape está intentando encontrar uno para Voldemort?
-No lo sé, más parece que quiere encontrarles antes que Quien Tú Sabes para avisarles. Nada decente podría continuar en esta tierra si el Señor Tenebroso puede hacer su voluntad. Probablemente utilizaría lo que creyera conveniente, incluida la tortura física y mental. Quizá el profesor esté intentando salvarles de eso.
¿De qué estáis hablando- preguntó Ginny cuando Ron llegó al final de las escaleras.
Harry comenzó a explicar las habilidades de los cerebrales para crear magia y concebir hechizos. Mencionó a Aurora Black y los Macchavelones.
-Pero no se ha encontrado ninguno desde hace más de un siglo. Ya no existen.
-No que nosotros sepamos.- corrigió Hermione.
¿Crees que Dumbledore conoce alguno?
-Harry, si hemos averiguado esto entonces estoy segura de que el director esta completamente informado.
¿Pero y si no lo est�- preguntó Ron.¿Y si Snape es un chaquetero? Ha podido engañarnos y estar trabajando para Quien Vosotros Sabéis encontrándole una de esas brujas o magos para que le den nuevos hechizos.
Harry sacudió la cabeza sin tenerlas todas consigo.
-Dumbledore está seguro de donde descansa la lealtad de Snape; confía en él en todo y…- las palabras se quedaron atascadas en la garganta de Harry.- es un verdadero imbécil, pero no creo que se volviera contra Dumbledore. Creo que estamos pasando algo por alto. Algo relativo a la Señorita Drew. Snape la estaba avisando, diciéndole que estaba en peligro.
¿Y qué le respondió ella- preguntó Ginny. Estaba sentada junto a Harry en el borde del sof�, mirándole con ojos escrutadores y serios.
-Que estaba más segura aquí que en cualquier otro lugar y que tenía que estar aquí en caso de que pasara lo peor.
-No sé cómo es posible que esté envuelta en todo esto.- empezó Hermione.- Pero voy a hablar con el profesor Dumbledore y creo que deberías venir conmigo, Harry.
¿Para decir qué?
-Mogollón de cosas.
¿Y yo qué- preguntó Ron, ofendido.
-Necesito que Ginny y tú vayáis a la biblioteca.- ante la expresión de Ron ella sonrió.¿Por favor? Necesito que encontréis absolutamente todo lo que podáis sobre los Macchavelones. Si realmente podemos identificar a la señorita Drew como una de ellos, estaremos un paso más cerca de averiguar dónde encaja en esta historia.
Les tomó a los cuatro unos minutos vestirse y Harry siguió a Hermione fuera de la Sala Común en silencio. Ella parecía nerviosa por algo, y se estaba mordiendo el labio inferior mientras miraba con el ceño fruncido hacia delante. Sus manos estaban apretadas sobre el libro y sus nudillos estaban blancos con la tensión.
Hicieron unn alto ante la gárgola y Hermione soltó un resoplido.
¿Alguna sugerencia?
¿Plumas de azúcar?
¿Judías de todos los sabores?
-Botones de chocolate.- dijo una anciana voz, y la estatua, obedientemente, se hizo a un lado.- Son realmente deliciosos.
El profesor Dumbledore les sonrió y les invitó a montarse en la escalera. Estaba vestido con lo que parecía una túnica de gala. Era de preciosa púrpura con débiles líneas de plata corriendo por todo el tejido. Daban vueltas y tirabuzones y aunque Harry no podía entender qué decía, parecían formar palabras. Sólo llevaba unas zapatillas de andar por casa con forma de conejos que movían sus varicitas y se rascaban las orejas.
¿Puedo preguntar qué os trae a mi oficina tan temprano- El director dejó su taza de chocolate caliente sobre un montón de papeles y se sentó en su silla antes de indicarles que se sentaran.- Los dos parecéis bastante alterados.
-Yo… nosotros creemos que Quien Usted Sabe está buscando cerebrales para que se le unan, por la fuerza si es necesario.- los labios de Hermione se convirtieron en una fina línea y Harry miró absolutamente alucinado cómo con naturalidad y sin pizca de culpabilidad, mentía.- El profesor Snape me devolvió un trabajo y pegado a la parte de atrás, probablemente por accidente, había una hoja de papel den blanco. Debería haberla tirado a la papelera, pero pensé que podía ser una nota de algún tiempo, quizá detallando cómo podía mejorar mi trabajo.- respiró y continuó.- Parecía ser sólo un pedazo de papel, pero había huellas que eran legibles. Eran seis nombres y… bueno… por mis lecturas, reconocía algunos como supuestos Cerebrales. Y me di cuenta de que era la única cosa que todos tenían en común. Si esto es lo que tenía el profesor Snape entonces…
Hermione se calló cuando el director alzó su mano derecha. Sus ojos titilaban suavemente y una sonrisa era visible a través de su barba.
-Señorita Granger, a pesar de que es admirable que haya mentido para proteger a un amigo, sigue siendo un crimen atroz ocultar la verdad. Estoy perfectamente enterado que el señor Potter cogió del despacho del profesor Snape lo que parecía un pedazo de papel en blanco. El profesor Snape fue rápido en acusarlo y, cuando el señor Potter arrancó el papel de cuaderno se olvidó de quitar los restillos que quedaron en la espiral. Sabemos perfectamente que Voldemort busca la ayuda de la raza Cerebral; de todas formas, como estoy seguro de que vuestras averiguaciones os habrán permitido ver, ha habido más nacimientos en más de un siglo. No encontrará a aquellos que aún siguen entre nosotros.
-A menos que descubra finalmente a los Macchavelones.
La réplica de Hermione fue sólo un susurro, pero pareció más alta enn el súbito silencio de la habitación. Bastantes directores se inclinaron hacia delante en sus retraros para mirar mejor, mientras que Fawkes paró de acicalarse y concentró sus pequeños y brillantes ojos en ellos dos.
-Quiera el cielo que eso no ocurra. Los Macchavelones han sido avisados y son conscientes de la situación.- dijo Dumbledore gravemente.- Así como la vieja raza no puede morir por la edad o la enfermedad, todo cerebral nacido de ellos es casi un ser eterno. Es una trágica mezcla del destino que la mayoría no pueda vivir con su poder y sus propias vidas por una espada antes de alcanzar la edad que actualmente disfrutas, señorita Granger.- el profesor Dumbledore inclinó su cabeza y cuando alzó la mirada de nuevo había un brillo de triunfo en sus ojos.- En los pocos días que os ha tomado para llegar a vuestras conclusiones, los miembros de la Orden han estado encontrando refugios para los cerebrales supervivientes que conocemos. Voldemort encontrará prácticamente imposble encontrar un Macchavelon por sí mismo que no muriera antes que ayudarle. Ahora, por favor, tratad de disfrutar lo que os queda de vacaciones. Es un año ocupado para vosotros dos. Ah, señor Potter, señorita Granger…
¿Sí señor?
-Gracias por llamar mi atención sobre esto, habéis hecho bien. Aceptaré hacer la vista gorda sobre tus indiscreciones, Harry, pero en futuro, sugiero que dejes las cosas del profesor Snape en paz.
Se retiraron del despacho en silencio, ambos perdidos en sus propios pensamientos mientras caminaban despacio hacia la sala común.
-Deberíamos habernos imaginado que ya lo sabía.- suspiró Hermione.
-No importa, por lo menos sabemos qué está pasando.
¿Entonces por qué, aunque la Orden esté protegiendo a los cerebrales, no me siento segura¿Por qué me da la impresión de que alguna otra cosa importante se nos escapa?
-No lo sé, pero a mí me pasa lo mismo.- replicó Harry esperando darle a su amiga algún apoyo.
Mirando por la ventana sintió que su frente se arrugaba por la confusión. Se paró y pegó la cara al cristal tratando de ver mejor. Había dos figuras, ambas vestidas de negro andando despacio a través de los terrenos, lejos del castillo hacia la carretera. Uno estaba encapuchado y casi afeminado bajo ropas colgantes, pero le reconoció como la alta figura de Severus Snape.
-Voy a dar un paseo. Volveré en un minuto.
Los ojos de Hermione volaron hacia la ventana y puso una expresión sombría.
-Déjale en paz, Harry. Estoy segura de que tiene una razón perfectamente pálida para estar fuera.
Harry despegó la cara y se giró sobre sus talones.
-No tardaré. Sólo voy a ver qué está tramando.
-Vuelve en una hora Harry, o yo… yo…
¿Tú qué?
Ella sacudió la cabeza y se marchó, dejándole con una sonrisa mientras bajaba corriendo las escaleras, ocasionalmente saltando por seguridad cuando la albañilería gruñía amenazadoramente y se deslizaba hacia un lado. Las enormes puertas principales estaban normalmente cerradas contra el frío, pero alguien las había dejado sin cuidado entreabiertas y unos pocos copos de nieve ya se estaban derritiendo en las losas de piedra.
Deslizándose por la puerta hacia el agudo viento, Harry entrecerró los ojos y trató de ver las figuras en el horizonte. La nieve en sus pies estaba rizándose en pequeñas nubecillas de polvo blanco, pero aún podía ver las huellas. Una persona caminaba cerca de otra con paso enfadado y determinado. El segundo se tambaleaba como si le empujaran o le obligaran a caminar.
Pasó a trompicones tras el Sauce Boxeador que estaba azotando sus ramas sin entusiasmo, sacudiéndose su envoltorio de nieve. El lago era una llanura de hielo allá a su derecha, mientras que a su izquierda el Bosque Prohibido era una miríada de troncos oscuros y ramas desnudas alzándose hacia el cielo. Las pisadas que estaba siguiendo estaban justo entre los dos y el camino a Hogsmeade.
Un par de viejas puertas que supuso habrían sido las puertas principales del castillo en tiempos, cercaba ahora al resto del mundo ahora que habían quedado como traicioneros huesos bajo la nieve, preparados para hacer tropezar al incauto. Y era lo que habían hecho exactamente. Había una huella humana impresa en la nieve, como si alguien se hubiera caído por el cansancio o el dolor. La nieve estaba manchada de rojo sangre y, medio escondido en las cercanías, estaban los destrozados restos de una varita, cuidadosamente echados a un lado.
Durante un momento Harry se paró, preguntándose si debería volver al castillo a por ayuda. Uno de los dos estaba herido, pero¿a quién estaba obligando a obedecer Snape¿Habían peleado¿Esa era la razón de la sangre y la varita rota¿Un acto de violencia para reducir a la víctima beligerante?
Dio unos pasos más prometiéndose a sí mismo que al próximo signo de peligro o de lucha volvería a la escuela para buscar ayuda. Subió la cuesta a duras penas y se paró, cayendo al suelo para no ser visto.
Uno hombre vestido de negro estaba de rodillas en el suelo y sangrando por la nariz de su cabeza inclinada. El pelo grasiento le caía sobre la cara y sus manos estaban atadas a la espalda con un hechizo que Harry no pudo identificar. El segundo hombre, uno que se erguía alto y orgulloso se bajó la capucha y se quitó la máscara para que sus rasgos pudieran ser vistos claramente. El pelo blanco, prístino y puro, cayó sobre sus hombros. La varita en su mano brillaba con la magia, reflejando una luz misteriosa en su cara. Lucius Malfoy se rió de la patética vista que tenía a sus pies y habló:
-Vas a morir. Él sabe lo que eres, conoce los mensajes que has dado y las cosas que has hecho. Será doloroso y parecerá interminable. El Señor Tenebroso quiere vengarse, Severus, y fuiste un estúpido creyendo que podías engañarle.
Snape no dijo nada, simplemente permaneció de rodillas en la nieve, con la cabeza inclinada como si estuviera rezando. Durante un instante Harry se quedó helado, incapaz de saber qué hacer. Debería correr de vuelta al castillo. Debería ir a por ayuda, pero¿de qué serviría?
Un brillante resplandor de luz le hizo parpadear y maldecir. Donde estaban los dos hombres la nieve brilló como mil diamantes lanzando pequeños arcoiris al cielo. Cuando Harry miró, la luz se expandió más allá corriendo hacia él. La nieve parecía deslizarse, cambiando un convirtiéndose en algo tan insustancial como el aire. Sintió como si se hubiera sumergido en hielo y después empujado hacia atrás a través del fuego.
El cielo azul se puso gris y la oscuridad le sobrevino. Todo lo que podía oír era su corazón, un frenético tamborileo contra sus costillas como si cayera, aunque seguía tendido, y lentamente, creciendo a cada segundo, el escozor de dolor de su cicatriz se convirtió en un infierno.
Voldemort estaba cerca.
