"Las sombras del silencio" de Myth and Legend
Traducción de Lamia Somniorum
Capítulo 19: Diferente, pero igual
"Siempre aquí y nunca lejos,
no sé dónde están.
Fría lápida, palabras calladas,
Es tu culpa que hayan muerto."
Palabras descarriadas.- Señorita Brown.
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A lo largo de las primeras semanas del trimestre Harry se acostumbró a la reconfortante y emotiva voz de Remus Lupin que hablaba con Harry de todo tipo de temas relacionados con su educación. Se había aceptado que una actitud profesional entre ellos debiera permaneces para que realmente pudiera aprender algo, y el viejo título de "profesor" había sido reinstalado con facilidad.
Dumbledore estaría ocasionalmente en su oficina en el transcurso de las clases dando apoyo silencioso cuando los hechizos se perdían o tomando un activo interés en la lección. Harry también se había hecho a los aromas y sonidos de la habitación. Estaba el humo constante del fuego y el olor a trapo caliente de Fawkes. Algo en la repisa de la chimenea hizo un ruidito suave y rítmico y los murmullos de los retratos se elevaron como una confortable marea.
La señorita Drew asistía una vez por semana, a veces sólo para mirar, otras veces para echar una mano en las lecciones prácticas. Aunque su confianza en la mujer no estaba totalmente restaurada, no podía evitar apreciar su presencia. Su actitud era a menudo directa y franca.
-Desde que dejaste de ver, señor Potter, tu mejor opción de defensa es un escudo total, una esfera que abarque todo tu cuerpo y pueda ser extendido a un radio de más de 9 kilómetros. Recuerda que a medida que crezca en tamaño, su fuerza disminuye.
Hoy era el turno de la profesora McGonagall, y Harry podía oír su bienvenida en forma de ronroneo desde donde estaba sentada en su forma felina. Se sentó frente a él e inclinó su cabeza haciendo que la acariciara por detrás de las orejas. Escuchó el familiar roce de la transformación y su suave acento escocés alcanzó sus oídos.
-Estoy segura de que habrá descubierto que sus compañeros han empezado a estudiar la Transformación avanzada necesaria para la animagia. Señalé esto al principio del curso… no todos podrán hacerlo. No se sabe muy bien cómo alguna gente puede cambiar y otras no. Algunos magos dicen que es genético, y es bastante cierto que, aquellos estudiantes cuyos padres eran capaces lo logran con facilidad, pero una gran parte de los nacidos de Muggle también pueden. Yo, personalmente, creo que es una mera cuestión de habilidad.
Harry escuchó cómo se levantaba y caminaba alrededor de la habitación como si estuviera inquieta.
-Muchos niños a menudo viven cosas inusuales en su infancia. Tu padre, por ejemplo, decía que a veces sentía que le pesaba mucho la cabeza. Una vez que él, ilegalmente, aprendió a ser una animago lo relacionó a los cuernos del ciervo en que se convertía. Yo misma, pensaba que tenía cola cuando era más joven. Algunos estudiantes no tienen sensaciones extrañas hasta el día que cambian, normalmente cuando sienten miedo o en autodefensa. Prefiero que la transformación no ocurra de este modo porque el estudiante no sabe en qué se va a convertir. Alrededor de un niño entre mil cambia gradualmente. Se dan cuenta de pequeñas diferencias, algunas que permanecen y otras que se van en unos segundos. Cambiar el color de la piel es la muestra más común de esos signos. ¿Te ha pasado algo así alguna vez, señor Potter?
Harry repasó toda su infancia y meneó la cabeza.
-No lo creo.- sólo podía imaginar el horror de su tía si su piel hubiera cambiado de color.
-Entonces empezaremos con lo básico…
Harry estuvo escuchando intensamente durante más de una hora respondiendo a las preguntas de la profesora cuando le preguntaba, y deseando en silencio poder tomar notas para poderlo recordar todo. Fueron interrumpidos cuando llamaron a la puerta antes de que chirriara sobre sus goznes.
-Profesora McGonagall, me temo que el director necesita hablar con usted. Es urgente.- la voz del profesor Lupin era baja y grave, como si hubiera recibido algún tipo de sobresalto.
-¿No podría esperar a que acabe la lección?
-Me temo que no. Las lecciones de los otros estudiantes también han sido canceladas. Harry, creo que sería buena idea que volvieras a la sala común.
-¿Qué está pasando?
Durante un momento Harry pensó que no le iban a contestar, pero el profesor Lupin tomó aliento y respiró hondo.
-Quien tú Sabes ha atacado varias casas por todo el país. Algunas estaban relacionadas con estudiantes de esta escuela. Ha habido muertes.
McGonagall jadeó rápida y superficialmente, pero Harry apenas se dio cuenta. Frías olas de terror le envolvieron cuando pensó en Hermione. ¿Los peores temores de la chica se habían hecho realidad? ¿Había sido señalada sólo porque era su amiga? Su mente le daba vueltas cuando se dirigió a toda velocidad hacia la sala común, tambaleándose y tropezando ocasionalmente con los obstáculos que se encontraba en el camino.
Entonces se dio con el hombro de alguien. Estaba llorando con fuerza sobre sus manos y él tendió la mano y se disculpó. Hubo un momento de silencio en el que una vocecilla dijo entre las lágrimas.
-Tranquilo.
Cuando siguió pensó que había escuchado una voz de alguien mayor decir "Quizá aún no se haya enterado." antes de irse de allí. El retrato de la Señora Gorda estaba completamente abierto y pudo oír un espeso silencio dentro. Alguien estaba llorando suavemente y oyó el roce de un pañuelo siendo sacado de una caja cuando llegó a la sala común.
-¿Lo has oído- preguntó Ron.
-El profesor Lupin me lo dijo. ¿A quiénes afecta?
-A muchos de nosotros.- dijo una tensa voz al lado del fuego. Harry la identificó como la de Seamus y se estremeció, pensando en ell padre muggle del chico y su madre bruja.- Mi madre está bien, y mi padre también. Nos hemos librado.
-Los Creevey están con el profesor Dumbledore ahora, y también Dean. Yo… no sé lo que ha ocurrido.- murmuró Harry cuando Harry se sentó entre Ron y una figura más delgada y femenina que supuso sería Ginny.
-¿Tus padres están bien?
Hermione soltó un suspiró de alivio y Harry pensó que la había oído moverse. Pareció recordarse a sí misma y dijo:
-Sí, están bien. Nuestra casa lleva vigilada desde hace tiempo; pero los padres de Lavender han sido heridos y también los de Kirke.
-Sé que mi padre está en San Mungo. Fueron a por mi madre.- dijo Kirke sombrío.- Mi padre no les dejaría.
-Tengo que irme.- la voz de Lavender estaba empañada por las lágrimas y era tensa.- Tengo que ir al hospital. No tengo ni idea de cómo están.- Cuando se levantó Harry creyó que ella se había parado frente a él, como si estuviera desesperada por decir algo.- Es todo por tu culpa, Harry. ¡Desearía no haberte visto en mi vida!
-Lavender- dijo Ron amablemente.- si vas a culpar a alguien, culpa a Quien Tú Sabes.
Su única respuesta fue un sonido de sorber la nariz cuando se volvió y siguió a Kirke fuera de la sala común, cerrando el retrato detrás de ella y dejando una oscura atmósfera de desesperación.
-No puedo creer que haya ocurrido algo así.- murmuró Ginny en voz baja mientras acercaba su delgado cuerpo contra el brazo de Harry, como si estuviera buscando el confort de su calor.
Harry no había vuelto a hablar con ella desde que la había contestado mal en la biblioteca, pero parecía tan confusa y herida que deseó poder hacer algo. Oyó el sonido del papel cuando "El Profeta" fue lanzado a la mesa.
-¿Quieres que te lo lea, Harry- preguntó Neville.- Bueno, si a nadie le importa oírlo otra vez. Es que él no conoce la historia entera.
-Por favor, Neville.
El chico carraspeó y con una voz apenas más alta que un murmullo empezó a leer el artículo.
-A primera hora de esta mañana, la imagen del hechizo "Morsmordre" marcó los lugares del mayor ataque mortífago en 15 años. La calavera esmeralda con la lengua de serpiente fue vista sobre más de veintisiete hogares por todo el país. A pesar de la rápida respuesta del Ministerio a las alarmas, más de cuarenta personas han sido encontradas muertas. Sus cuerpos no mostraban ningún signo de violencia con lo que se ha supuesto que la famosa "maldición asesina" ha sido la causa de sus asesinatos. También han sido muertos dos aurores que llegaron justo cuando siete figuras encapuchadas y con máscaras se marchaban. La casa estaba medio derruida y los cuerpos estaban tirados donde habían caído. En estos tiempos oscuros, parece que es sólo el principio de una potencial serie de ataques. A pesar de haber sido ridiculizado por sus negaciones y su falta de respuesta ante la amenaza de El Que No Debe Ser Nombrado, el Ministerios ha asegurado que la nación hará lo que sea necesario para llegar hasta el fondo de estos crímenes. De todas formas, los críticos dicen que el Ministerio primero ha de hacer frente a la pérdida de los guardias de Azcabán antes de esperar a encarcelar y enjuiciar a aquellos infames asesinos.
Harry maldijo en voz baja.
-¿Dice dónde han sido los ataques?
-Por todo el país… es demasiado pronto para dar información más específica.- dijo Hermione quedamente.
-El asunto es – dijo Seamus con voz rota y baja.- que sólo es el principio, ¿no? Quiero decir que, ¿y si empiezan a atacar a todas las familias de magos? ¿Y si la semana que viene eres tú el que ha subido a ver a Dumbledore, o Ron o Neville? Todo el mundo pretende hacer como si no hubiera ocurrido, y sí lo ha hecho.
-La gente no podrá pretender hacer lo mismo durante mucho más tiempo, Seamus, y aunque por lo menos sé que mi madre y mi padre pueden defenderse – la voz de Ron se redujo a un murmullo.- no sé cuando durarían contra Quienes Vosotros Sabéis. Es por los muggles por los que me preocupo. Ni siquiera saben quién es o por qué son atacados.
El retrato crujió levemente cuando se abrió y Harry pudo oír los pasos arrastrados de Dean y su voz diciendo:
-Están muertos.
Durante un momento no hubo palabras, todo el mundo se quedó en silencio mientras el horror se desplegaba sobre ellos. Dennis estaba llorando quedamente y Harry oyó a Colin conduciéndole en voz baja al dormitorio. No había lágrimas en Dean, sólo una especie de respiración rasgada, y el delicado castañeteo de sus dientes como si estuviera cayendo en una conmoción.
-No sé por qué, nunca le hicieron nada. ¿Por qué atacarles? En fin, con Hermione o Ron podría entender el motivo, pero, ¿por qué yo?
-No lo sé.- dijo Harry suavemente.- Ha ocurrido en todas las casa, ¿no? Incluso en Slytherin.
-Pero eso no lo hace mejor.- la voz de Dean se tambaleó un poco y Harry cerró los ojos un momento, deseando no sentirse tan absolutamente inútil.
Hubo un débil ululato desde la ventana y el tintineo de unas garras contra el cristal. El sofá se movió cuando Hermione se puso en pie para dejar pasar al ave y recoger lo que traía antes de que la lechuza se marchara una vez más.
-La edición de la tarde. Ha sido publicada cinco horas antes por la masacre.- informó la chica desenrollando las páginas y empezando a leer. Después de unos segundos Harry creyó oir sus manos temblar mientras pasaba las páginas.
-¿Qué ocurre- quiso saber Harry.
-Nada.- respondió rápidamente Hermione, pero él escuchó cómo el periódico cambiaba de manos y a ron haciendo un sonido entre el asombro y el temor.
-¿Qué es?
-¿Harry- la voz de la señorita Drew era amable, casi fraternal en el silencio.- ¿Puedes venir a la oficina del director, por favor?
Durante un minuto Harry sólo pudo quedarse perplejo antes de maldecir y levantarse llendo por donde creía que estaba la profesora abriendo el agujero del retrato. Ella caminó en silencio junto a él con pasos lentos y mesurados dejándole ir a su ritmo. Sabía lo que iba a venir. Se lo había temido en cada fibra de su ser pero no sabía cómo reaccionar. Hubiera apostado cada galeón de su cuenta bancaria que una de aquellas direcciones estaba en Surrey.
-Son los Dursley, ¿verdad?
Sus pasos resonaron en su camino antes de que la mujer respondiera.
-Realmente no lo sé. El director simplemente a requerido tu presencia.
-Me sorprende que tenga tiempo para mi. Debe haber mucha gente que necesite que le digan la mala noticia.
-Unos tres o cuatro en cada casa, creo.- la voz de la señorita Drew era pesada por el dolor y el odio, como si a ella misma le hubieran dicho algo difícil de asumir.- Nadie sabe cuál será su próximo golpe; creo que en muchos aspectos esa es la peor parte, esperar y temer que la próxima vez seas tú al que le digan que su familia ha muerto.
-A mi me lo dijeron hace mucho tiempo.
La escalera móvil chirrió cuando los escalones se elevaron desde el suelo y les subió. La puerta estaba ya ligeramente abierta y Harry pudo oír voces discutiendo dentro. La señorita Drew entró en primer lugar y los gritos pararon, hobo un sonido de ropas que se arreglaban, como si alguien se las hubiera descolocado después de una lucha de algún tipo antes de que Harry fuera instado a que entrara.
-Señorita Tonks, Señor Shacklebolt, sería muy amable por su parte que siguieran a la señorita Drew y esperaran fuera. Debo hablar con Harry a solas un momento.
Sus pasos se perdieron afuera y la puerta se cerró tras ellos con un golpe pesado cuando Harry se sentó frente al escritorio del director. Sintió cómo unas garras se posaban en su rodilla y alargó la mano para acariciar la cabeza de Fawkes. El pájaro trinó suavemente, se acercó y luego se alejó antes de quedarse quieto y escuchar las palabras de Dumbledore.
-¿Sabes por qué estás aquí, Harry?
-Ha cogido a los Dursley, ¿verdad?
Dumbledore suspiró, y por un momento, el hombre sonó verdaderamente anciano, como si hubiera visto muchas cosas.
-Esperaba que lo oyeras de mi primero más que enterarte por los periódicos.
-Y lo he oído de usted primero, señor. Sólo lo he supuesto, bueno, parecía inevitable.
-No debería haberlo sido. Los Dursley estaban muy bien protegidos. Había barreras alrededor de toda la casa y sabían qué hacer si algo iba mal. Parece que de todas formas eran demasiado obstinados en su rechazo al conocimiento de la magia o los mortífagos fueron demasiado rápidos.
-¿Y Dudley?
-Muerto con sus padres, Harry.
El chico inclinó la cabeza no muy seguro de qué pensar. Nunca le habían gustado; habían sido crueles y malos, a menudo de las maneras más retorcidas, pero aunque él les había deseado algún tipo de castigo, realmente nunca había querido que murieran.
-¿Fue rápido?
-Eso creo. Por desgracia han sufrido bastante más gente que los Dursley. Little Whinging ha sido una de las áreas más devastadas. Toda la calle ha sido atacada y no ha quedado ni una casa en pie.
Harry sintió una especie de golpe en el pecho. Podía aceptar lo de los Dursley; el dolor era mínimo comparado con la muerte de Sirius, pero, ¿la calle entera? A veces habían sido asquerosamente snobs y demasiado orgullosos de lo poco que tenían, pero en ningún momento habían hecho nada para merecer aquello.
-Los cerebrales no iban con ellos.- dijo Dumbledore calmadamente haciendo con su voz que los pensamiento de Harry volvieran a la oficina.- No ha habido signo alguno de magia desconocida. O Voldemort se está escondiendo de nosotros o…- el director lo dejó en el aire y suspiró mesándose la barba cuando se detuvo.- Lo sento Harry, aunque sé muy bien que no te llevabas bien con los Dursley, soy consciente de que los eventos de hoy pueden haberte impresionado. Por favor, ve y date un poco de tiempo para pensarlo. Mis preocupaciones pueden ser tratadas otro día.
Harry dejó la oficina sintiéndose paralizado y confuso. Pasó junto a otra gente a ciegas, casi cayéndose por las escaleras, en su preocupante estado. No sabía qué sentir. A su alrededor la gente se lamentaba por la pérdida de su familia. Había lágrimas y sollozos resonando por toas partes. Podía escuchar a la asustada multitud reuniéndose en grupos, tratando de encontrar alivio en el abrazo de sus amigos.
Les dio la espalda a todos y caminó en línea recta. Las armaduras resonaban a cada lado cuando los yelmos se giraban lentamente, mirando su avance distraído. No sabía qué le había herido más, si las palabras de culpa de Lavender o la noticia de que una calle entera había sido aniquilada por él.
Era su culpa, ella tenía razón, pero era algo contra lo que él no podía hacer nada. A donde quisiera que fuera y a cualquier lugar al que fuera, Voldemort siempre estaría un paso por delante, matando a todos tras de sí. Si hubiera sabido que el Lord Oscuro volvería volvería casi después de que Harry entro en el mundo mágico… Meneó la cabeza… si no hubiera sabido antes de llegar, no lo hubiera creído, y el la oscuridad de la noche hubiera estado asustado.
¡Por el amor de Dios, estaba aterrorizado ahora!
Aterrorizado porque un día se levantara y encontrara a todo el mundo muerto, que todo el mundo se hubiera ido a un lugar mejor y le hubieran dejado para enfrentarse a Voldemort. Estaba aterrado por tener más pérdidas. La de sus padres había sido difícil de asumir, y se había dado cuenta desde que había sido muy pequeño que había algo de lo que carecía, y que se había perdido para siempre en su vida. Sirius había sido casi imposible de olvidar, y aún lo era. Era un dolor que nunca desaparecía. Pero a pesar de todo los Dursley habían sido la única constante en su vida. Habían sido una constante desagradable y penosa, pero sin embargo lo habían sido. Habían sido el nido seguro al que regresar, y ahora lo habían destruido. Se dio cuenta de que era su última conexión al mundo muggle en el que había crecido y que ahora se había ido.
Aclaró su garganta cuando se le atascó con las lágrimas y paró de caminar.
Otros habían perdido más que él. Ellos estaban cegados por sus lágrimas y rotos por el dolor y ahí estaba él compadeciéndose de sí mismo. Por lo menos no había sido Ron o Hermione. No podría haberse quedado allí y aceptar eso. No podría soportar sus lágrimas.
Era cierto. Daría su vida por sus vidas, cualquiera de ellos, que si pudiera, se pondría en el camino de una maldición dirigida al director o al profesor Lupin. No eran una familia y no había sangre que les uniera, pero incluso Harry podía saber que algunos lazos eran más fuertes que los de la parentela.
Sus pies volvieron hacia la sala común pasando al lado de pequeños grupos de gente. Captó trozos de conversación, palabras amables que calmaran, pero que sólo parecían hacer más hondo el dolor. Algunos de primero, sólo unos niños en realidad, aquella noche eran huérfanos. Las vidas de demasiada gente habían cambiado, y todo por un hombre.
No, se corrigió Harry, no un hombre, sino un monstruo.
La Señora Gorda no le preguntó por la contraseña cuando alcanzó el agujero del retrato. Lo abrió y pasó adentro, frunciendo el ceño confuso cuando la débil y tranquila charla se acalló. Alguien cogió su mano. Pensó que era Ginny, pero no estuvo seguro hasta que le preguntó si estaba bien.
-Sabemos lo que ha ocurrido. Está en el periódico. No creímos que debiéramos ser los que te lo dijeran.
-Estoy bien, por lo menos mejor que otra gente. ¿Dean está aquí?
-Sí.- una voz rota le llegó desde el fuego.
-Lo siento.
La disculpa parecía haberse dicho en voz muy alta en el quieto aire, pero Dean soltó una pequeña y triste risa.
-No es tu culpa, Harry, y cualquiera que te culpe está demasiado herido como para verlo, eso es todo. No fuiste tú el que sostenía la varita o dijo la maldición. No te culpes.
Pero cuando se sentó entre sus amigos no pudo evitar preguntarse si él no había hecho lo que Dean había negado. Él había sostenido la varita, allá en primer curso, y aceptó al mundo mágico con los brazos abiertos.
Ahora estaba atrapado en territorio de guerra y no había lugar para él al que regresar.
