�¡Hola!

Sé que he tardado mogollón en actualizar, pero traigo tres capítulos seguidos para compensar. Lamento decir que no tengo tiempo para contestaros individualmente a los revs. GRACIAS A TODOS. En el capi 24 os contestaré a todos. Lo siento.

¡Un besito!

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"Las sombras del silencio" de Myth and Legend

Traducción de Lamia Somiorum

Capítulo 21: Truco de magia

"El Señor te lo da, y el Señor te lo quita."

El libro de Job.- La Biblia.

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Harry se sonrió cuando oyó el rugido distante de la multitud. El juego estaba en su apogeo en ese momento y podía oír la voz amortiguada de Anthony Goldstein comentando furiosamente el partido traída por el viento.

Harry había decidido evitar el estadio. Era demasiado consciente de que la presión y el peso de los espectadores era casi tan peligrosa para él que jugar el juego. Se sentó en su cama del dormitorio con las piernas cruzadas incómodamente. Deseó poder hacer algo, algo para mantener su mente ocupada en cualquier otra cosa que no fueran sus persistentes pensamientos.

No podía leer y no podía hacer nada para lo que fuera necesario ver. Aunque su discapacidad le había otorgado el beneficio de no tener que escribir larguísimos trabajos, las desventajas eran demasiadas. Ayer mismo trató de recordar cómo era Ron y encontró a su memoria algo perezosa. Sabía que el pelo de Ron era rojo, pero estaba olvidando lo brillante que era y¿de qué color tenía los ojos¿Alguna vez había memorizado ese tipo de cosas? Parecía que no.

Cambió de postura dejándose caer de espaldas sobre la cama y se estremeció cuando le dio con la cabeza en la pared. Durante un momento la cortina blanca frente a sus ojos se movió, como si algo la hubiera molestado antes de volverse a colocar en su sitio. Se escurrió y se hundió en las almohadas poniendo las cosas a un lado y se quedó inmóvil.

Llevaba meses sin ponerse las gafas. No había habido necesidad, pero a veces aún sentía como si las llevara en la nariz, como si fuera la misma persona que había sido antes de Navidades.

Un pitido potente alcanzó sus oídos y oyó el alarido claro de Madame Hooch. Picado por la curiosidad se preguntó quién habría hecho falta. Probablemente alguien del equipo de Gyffindor. Los Hufflepuf eran, como de costumbre, honestos en su juego. Quizá Ginny se había chocado contra alguien por accidente, o quizá hubiera sido Vicky. Podía meterse en el juego estupendamente y perderse por completo en la vorágine del momento.

Desvió sus pensamientos de aquella ruta traicionera decidido a no compadecerse de sí mismo. En su lugar, pensó en sus clases. Le había hablado al profesor Lupin de sus sutiles cambios de apariencia enfatizando con fuerza que sólo habían ocurrido dos veces desde Navidades, pero el hombre había hablado entusiasmado y le preguntó a Harry que esperara mientras iba a buscar a la profesora McGonagall para que aportara su opinión profesional. La Jefa de su casa había escuchado pacientemente antes de decir:

¿Y tus ojos y el pelo son las únicas cosas que han experimentado esos cambios?

Si.

¿Nada más?

No… no lo sé.- tartamudeó, súbitamente inseguro de sí mismo cuando la voz de la mujer cambió de tono.

Será cuestión de esperar y ver, señor Potter. Los cambios físicos menores pueden ser el preludio de una transformación total, pero a veces no hay nada más que un par de pequeñas transformaciones, como tics musculares. Y entonces pueda darse el caso de que no pase nada.

Harry frunció en ceño y se incorporó, desesperado por encontrar alguna actividad para distraerle. Nunca había pensado en lo que sería ser animago, excepto cuando pensaba en su padre y en su habilidad. Su madre… un golpe de confusión le dio en el pecho y puso mala cara. En realidad nadie le había hablado mucho sobre su madre. Había oído que tenía los ojos verdes y muy a menudo oía decir que Ginny se la parecía mucho. Y aún más a menudo él se encontraba haciendo caso omiso de ese comentario. La gente tendía a hacerse románticas películas como aquella, cuando en realidad, a la única persona que Ginny se parecía, era a ella misma.

Se arrodilló en el suelo y buscó a tientas el pestillo de su baúl manipulando el mecanismo antes de abrir la tapa. Con un soplido de fastidio Harry quitó el melancolirio de su lugar entre los calcetines y pasó su dedo por su superficie, escuchando la nota alta y pura que llenó la habitación. Había esperado que el desgraciado objeto se hubiera quedado en la casa de Ron, pero parecía estar mágicamente encantada para aparecer en sus pertenencias por mucho que quisiera deshacerse de ella. Los pétalos seguían congelados en su lugar y no se desprenderían hasta que él viera a otra persona morir frente a sus ojos, o fuera él mismo asesinado.

La dejó a un lado y se agachó sobre el baúl otra vez, hurgando en el fondo bajo las ropas de repuesto y el pergamino hasta que sintió el rugoso suelo del baúl. Todos los objetos más pesados siempre acababan en el fondo, y sus dedos sintieron el chivatoscopio, silencioso por el momento, un par de astillas y una pluma doblada. Justo cuando llegó a la esquina más alejada sintió algo suave y pulido. Lo sacó y oyó un tintineo y un crujido. No necesitaba sus ojos para saber que era el espejo que Sirius le había regalado.

Pasó sus dedos por él sintiendo los afilados bordes del cristal roto. Había estado sentado ahí, casi en aquella misma posición, desesperado por ver la cara de su padrino y oír su voz. Lo había lanzado dentro con furia y ahora el espejo estaba roto en varios pedazos, pero el marco seguía intacto. Lupin tenía otro. Había avisado a Harry de que podía hablar con él en caso de que tuviera cualquier tipo de problema, pero él dudaba mucho de que aquello funcionara hecho pedazos.

Sacó su varita del bolsillo y la golpeó ligeramente contra el cristal sintiendo el breve calor del hechizo Reparo contra su piel, magnificado y reflejado por el espejo. Tocándolo otra vez sonrió cuando sintió el sueve cristal. No sabía si el encantamiento había sido afectado, pero con un poco de suerte podría funcionar lo suficiente como para enviar un mensaje en una emergencia.

Allá abajó oyó cómo se abría la sala común y la excitada charla y los vivas de los Gryffindor cuando volvían a casa. Ron gritó su nombre y subió por las escaleras antes de irrumpir por la puerta.

¡Ganamos sin problemas, Harry! Dennis estuvo bien aunque hubiera sido mejor tenerte a ti. Hicimos un par de faltas¡pero ganamos 110 a 20!

Sabía que podíais hacerlo.- Harry forzó una sonrisa cuando dejó el espejo y cerró su baúl.

Ginny casi se cae de la escoba en una ocasión.

¿Está bien?- la preocupación era tan evidente en su propia voz que Harry pegó un respingo cuando Ron se rió en voz alta.

Ah Harry, cómo te preocupas. Por supuesto que sí. Apuesto a que no te preocuparías tanto si yo me cayera de la escoba.

Claro que me preocuparía. Necesitamos tu enorme cabezón para tapar los aros.

¡Cállate!- Ron le dio un puñetazo de broma en el hombro y le condujo escaleras abajo.

Incluso en su entusiasmo permaneció al lado de Harry, preparado para cogerle si se caía. La sala común zumbaba de risa y el aire olía a los dulces y al cuero. Harry se sentó en uno de los sillones y escuchó a Dennis hablar excitado.

Estaba justo sobre la cabeza de Ginny, aquí mismo, por eso caso la tiro, y sólo tuve que cogerla. Ahora estás bien¿no?

Creo que viviré.- Ginny le dio un codazo a Harry para que quitara su brazo y así sentarse en el apoyabrazos del sillón. Un segundo después la chica tocó un lado de la cara de Harry con un envase muy frío, haciéndole pegar un respingo y temblar.

¡Hey!

Perdona, parecías demasiado relajado. ¿Qué has estado haciendo mientras jugábamos?

No demasiado. ¿Te has hecho mucho daño?

Hubo una pausa y Harry se preguntó si ella estaba sonriendo o iba a mentir.

Una bludger me golpeó la mejilla. Supongo que mañana tendré la cara hinchada y pareceré estúpida. Dennis casi me tira de la escoba, pero me salvé justo a tiempo. Me voy a quitar esta ropa… y el resto de vosotros también deberíais hacerlo. ¡Apestamos!

Ella se rió con el resto de equipo que dio gruñidos de asentimiento, dejando la habitación en un silencio relativo.

Hermione¿estás aquí?

Sí Harry, claro que sí.- contestó ella desde el sofá de al lado.

Has estado un poco callada. ¿Estás bien?

Sí, es que… no sé, viéndoles jugar y recordar lo feliz que te hacía poder volar y ser buscador. Es triste que no puedas hacerlo más.

No es el fin del mundo.

Hermione suspiró y cerró el libro que estaba leyendo antes de sentarse a su lado e inclinar un poco su cabeza sobre su hombro.

Hemos estado buscando algo que te ayude. Todo el mundo menos Lavender. Incluso Parvati se ha ofrecido a echarte un ojo y todo, pero no hay nada. Lo que sea que te haya pasado, es nuevo. Cuando no estoy estudiando estoy intentando ayudarte, pero parece que es inútil.

Entonces quizá sea hora de dejar de buscar. No tienes que hacer esto por mí.

Pero quiero ayudarte. ¡Todos queremos!

Lo sé, pero creo que a estas alturas ya no se puede hacer mucho¿no? Mi vista no va a volver a menos que la maldición se levante y la única opción que tengo es que uno de los cerebrales que la creó lo haga.

¿En serio te vas a dar por vencido tan fácilmente¿No es horrible no poder vernos o leer o incluso ver tu propio reflejo?

¿Por qué¿Mi pelo está más desordenado de lo normal?

Hermione se rió débilmente.

No Harry. Es que no creo que pudiera vivir así.

Harry penso en ello un segundo tratando de pensar qué podría decir para hacer que su amiga se sintiera mejor. Todos los días sentía el fastidio y la frustración de estar ciego, pero tratárselo de explicar a alguien que no lo había experimentado era casi imposible.

No es tan malo como crees. En fin, tengo otros cuatro sentidos. Puedo decir quién está en la habitación por los ruidos y a veces los olores.

¿Como cuál?

Bueno, los pendientes de Lavender siempre tintinean incluso cuando sólo está respirando hacen ruiditos, y Parvati lleva pulseras y también suenan un poco. Puedo decir si tú estás porque hacer ruiditos mientras lees, como si si estuvieras asintiendo o discutiendo algo que viniera en el libro.

¡Yo no hago eso!- replicó Hermione con falsa indignación.

Oh, claro que sí. Te lo prometo, Hermione, no es tan malo como crees. Sería peor si estuviera muerto o algo así.

Durante un momento no hubo nada más que silencio, entonces oyó una nariz que sorbía suavemente, como si alguien estuviera reprimiendo las lágrimas.

Oh, vamos, no llores.- él deslizó su brazo tentativo sobre su hombro y la apretó ligeramente cuando Hermione se restregó sus lágrimas.

Lo siento, me estoy comportando como una niña.

No te preocupes, y gracias por ayudarme y por todo.

¡Hey!- la voz furiosa de Ron cortó el aire a través de la habitación haciéndoles apartarse de golpe.- ¿Qué demonios estáis haciendo vosotros dos?

Hablando.- dijo Hermione en voz baja con un tono que parecía confuso porque no podía entender el origen del enfado de Ron.- ¿Qué pasa?

Pues no lo parecía desde aquí.

¿Ah, sí? Pues dime¿qué es lo que parecía?- preguntó ella enfadada levantándose del sofá y dejando a Harry solo.

Yo… bueno…

¡Continúa!

¡Olvídalo!

Harry maldijo cuando su amigo se dio la vuelta como una furia hacia las escaleras dejándole a él y a Hermione en silencio.

Sólo está celoso. Se pone así a veces.

No parecen muy segura de ello.- murmuró Harry hundiendo su cara en sus manos mientras trataba de pensar en un modo de hacerle entender a Ron lo que había pasado.

Él nos conoce a los dos lo suficiente y sabe lo importante que es nuestra amistad. Sólo está siendo estúpido. Lo siento, supongo que no debería haber estado tan cerca de ti.

Hermione, tranquila, eres como una hermana para mi.- Harry sonrió al sonido del cliché pero siguió adelante.- No quiero hacerte infeliz.

Lo sé.

La oyó subir las escaleras al mismo tiempo que alguien bajaba corriendo y se dejaba caer en el sillón oliendo a jabón.

¿Hay alguna razón en particular por la que mi hermano esté arriba diciendo que no quiere ver o hablar con nadie nunca más?- preguntó Ginny.

Debería estar agradecido por poder ver y, sí, está siendo un… estúpido.

Así es como está Ron. Se siente fatal porque no puede ayudarte, Harry, y no sabe cómo dejar de sentirse así. Quizá crea que si puede culparte de algo no se sentirá tan culpable por ello.- la chica se calló y Harry oyó el suave ronroneo de Genie cuando Ginny pasó sus manos por el suave pelo del felino.

Harry se quedó en la sala común sintiéndose medio enfermo por la rabia y la culpa. No quiso comer y tampoco beber, sólo se quedó sentado de cara al calor del fuego, medio perdido en su propio mundo. Neville bajó y le preguntó si se encontraba bien.

Ron no está muy contento. Aún dice que no quiere hablar contigo.

Pero sigue con Hermione¿verdad?

Sí, eso sí.- replicó Neville con una ligera traza de risa en su voz.Supongo que ese es el problema.

Estaba cansado y sentía la cabeza pesada y agotada. Sus párpados se caían sobre sus ojos y más de una vez Ginny le despertó porque estaba roncando.

No creo que te vaya a matar mientras estás durmiendo. Créeme, mañana por la mañana se le habrá pasado por completo y lo habrá olvidad.

¿Tú eres igual?

No, yo estaría resentida durante semanas.- replicó ella recatadamente antes de reírse por su expresión de horror.- Buenas noches, Harry. Duerme bien.

Durante un minuto quiso quedarse allí con ella. Cuando Hermione se había inclinado hacia él había sentido compañía. Cuando Ginny hizo lo mismo hubo un punto de excitación y un temblor con el contacto. Incluso cuando ella hablaba con su extraño sentido del humor y su determinación natural, había algo que le hacía querer escucharla decir cada palabra. Definitivamente prefería quedarse sentado allí con ella que subir y enfrentarse a Ron.

¿Te encuentras bien?- preguntó ella suavemente poniendo a Genie a un lado antes de acercarse a él.- Lo digo en serio Harry, sólo es mi hermano. Le conoces desde que teníais 11 años y el día que le conociste tenía la nariz sucia. Ron no es exactamente terrorífico.

Harry sonrió débilmente y la cogió de la mano apretando sus dedos suavemente antes de marcharse.

Estoy bien. Buenas noches, Ginny, que duermas bien.

Subió las escaleras sonriendo cuando oyó un suave suspiro desde abajo y la voz de Ginny diciéndole tonterías a Genie. La sonrisa se desvaneció rápidamente cuando entró en el dormitorio. No se oía nada, y Harry supuso que las cortinas de Ron estaban echadas alrededor de su cama. Se tropezó con algo en el suelo maldiciendo en voz baja cuando se torció el tobillo. Caminando más cuidadosamente se dio cuenta de que el suelo estaba cubierto de zapatos y ropas, como si Ron hubiera estado tirando cosas alrededor en el cabreo. Nada parecía roto, pero Harry decidió que probablemente era más por suerte que por otra cosa.

Susurró un "buenas noches" y suspiró cuando oyó a Ron darse la vuelta y ponerse la almohada sobre la cabeza. Su mejor amigo siempre se había comportado así, pero había veces que había deseado meter algo de sentido común dentro de la dura cabeza de Ron Weasley.

Mira, sé que estás enfadado, pero no tienes ninguna razón para estarlo. No hay nada entre Hermione y yo. Somos amigos, te lo dije en la Madriguera hace tiempo. ¿No te acuerdas¿No me crees acaso?

Vete por ahí, Harry.

Meneó la cabeza y Harry echó sus cortinas alrededor de la cama y se cambió antes de meterse bajo las mantas. Normalmente se quedaba dormido en cuentión de minutos, pero ahora tenía demasiadas cosas en la cabeza y no hizo más que dar vueltas tratando desesperadamente de ponerse a gusto.

Le dolía que Hermione estuviera tan triste por la pérdida de su vista, que hubiera estado trabajando tan duramente intentando ayudarle y no poder hacer nada. Y le dolía más que Ron pensara que él, Harry, pudiera arrebatarle a Hermione. ¡Por el amor de Dios! Estaba ciego e inválido, que difícilmente le hacía atractivo, y nunca haría que sus amigos rompieran así.

El único pensamiento que le daba algo de bienestar eran aquellos relacionados con Ginny, incluso aquellos que sentía que eran poco apropiados. "Sólo es tu amiga, nada más.", se decía a sí mismo furiosamente, "Y nunca será nada más que tu amiga. No te ve de ninguna otra manera. En todo caso podría ser su hermano mayor."

Era ya tarde cuando al fin se relajó lo suficiente como para quedarse dormido. Todos los demás se habían acostado uno a uuno, ignorantes de aquella atmósfera tensa que inundaba la habitación. Harry sintió cómo iba durmiéndose. Pudo escuchar cosas que no venían de su propia realidad… el tic tac de un reloj y el sonido extraño y musical que no parecía venir de ninguna parte.

¿Lo tienes?

Sí, señor.

Por una vez lo has hecho bien.

Gracias, señor.

Harry sintió cómo se ponía rígido. Sabía que era un sueño, sabía que estaba tumbado en el dormitorio, pero mientras trataba de despertarse se encontró atrapado, demasiado cansado como para reconocer la realidad que le rodeaba como una fantasía desplegada. El olor del aire era acre, como si algo estuviera descomponiéndose. Había niebla, un fino velo que envolvía el suelo y se derramaba por los bordes del sepulcro excavado recientemente hacia el ataúd. Harry estaba de pie en su tapa, mirando hacia las estrellas del cielo nocturno. También sabía que si él estuviera donde estaba debía estar en su propia tumba.

De repente estaba en el aire, alejándose de la tumba y subiendo hacia el cielo oscuro. El viento le abofeteó en su camino cuando el suelo giró debajo de él. Estaba de pie en un jardín. Había un tejo enorme y más allá había un chapitel de una iglesia anglicana, elevándose a lo alto en su fe hacia los cielos. Alguien estaba allí, en el porche, una figura oscura que parecía no ser más que la extensión de una sombra.

La túnica se movió como una cortina abandonada, y de repente se convirtió en el velo a través del cual Sirius cayó. Su padrino estaba frente a él, su cara devastada por el dolor, gritando su nombre una y otra vez mientras las lágrimas caían por su rostro.

Ya está Sirius, se ha ido.

¡No¡No te creo!

El velo dio un brinco y tomó forma humana mientras corría hacia él. Los ojos rojos brillaron y cuando Harry se dio la vuelta para correr, sintió un agudo dolor el la nuca. Alguien gritó de agonía, pero no sabía si era él mismo u otra persona dentro de su sueño.

La respiración fría de Voldemort cayó sobre él cuando sus dedos se aferraron a su cráneo, acercando los labios finos y serpentinos hacia la oreja de Harry.

El Señor da, Señor Potter, y el Señor te lo quita. Te he dado algo esta noche, pero debes preguntarte algo¿Qué es lo que te quitaré?

La escena se dividió en miles de caras cuando el aire tamborileo con incontables latidos de corazón.

Hay muchas vidas para elegir, y te lo aseguro, que lo que voy a tomar costará muy caro.

Los dedos le apretaron más, cortantes e inmisericordes mientras apretaban algo. El grito surgió de nuevo antes de que Harry sintiera que caía hacia delante, hacia el agradable interior de su propia tumba.