"Las Sombras del Silencio" de Myth and Legend

Traducción de Lamia Somniourm

Capítulo 22: Yo, espía.

"Mirar en el vacío de las sombras,

Respirar en lo profundo, aceptar el desafío,

Se debe pagar el precio,

Para que la batalla se gane o se pierda."

"Encontrar el coraje"- Dai Llewellyn.

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Harry se incorporó respirando agitadamente mientras su corazón golpeaba en su pecho. Durante un momento, una corriente de aire, el último susurro, permaneció en su oído antes de desaparecer y no oír nada más que el silencio sofocante. El sudor corría por los lados de su cara pero no hizo ningún movimiento para secárselo. Estaba demasiado ocupado mirando la oscuridad.

El velo que cubría su visión había desaparecido. Donde una vez no había nada más que blanco, ahora había un negro profundo. Durante un segundo no se atrevió a creérselo y se encontró a sí mismo rezando para que volviera. Con una mano temblorosa apartó la cortina. La plateada luz de la luna se derramó en su cama hincándose en sus ojos haciéndole maldecir y parpadear. Con una mano tentativa cogió sus gafas y limpió apresuradamente el polvo antes de colocárselas en su nariz y mirar.

Le lloraron los ojos y le escocieron y le empezó a doler la cabeza a cada latido cuando entró el inesperado sentido, pero pudo ver tan claramente como el día: la luna creciente era de plata sobre el cielo plateado. Alrededor de ella, como cristales rotos en la noche, había miles de estrellas parpadeando con chulería cuando él empezó a temblar.

Se levantó de la cama instantáneamente subiéndose los pantalones del pijama cuando caminó hacia la ventana. Era extraño, como si fuera un sueño, como si parte de su cerebro estuviera aún dormido y tratando de registrar qué ocurría a su alrededor. Voldemort había retirado el hechizo. Le había resultado muy fácil hacerlo; la protección de la Oclumancia se había disipado por completo. Podía recordar el dolor cuando sus garras le empujaron y la amenaza susurrada. EL Señor Oscuro había devuelto a Harry su vista, pero el chico sintió náuseas por el miedo de lo que podía llevarse a cambio.

En la oscuridad una varita se encendió y algunas chispas prendieron una lámpara de aceite. La suave y titilante luz hizo que Harry se estremeciera cuando el dolor atravesó su cabeza, pero se obligó a mirarla, y el propietario de la temblorosa mano que la sujetaba subió la luz a la oscuridad. Ron estaba mirándole con el ceño fruncido, sus labios estaban contraídos como si estuviera enfadado y asustado a la vez. Su pelo, Harry se dio cuenta ahora, era de un rojo intenso que se volvía naranja donde le daba la luz directa del sol. Se embebió en la vista, sólo por un momento, antes de desviar sus ojos de vuelta a las suaves sombras.

-¿Por qué estás fuera de la cama?

-Una pesadilla.- gruñó Harry cuando abrió la ventana un poco e inclinó su cara hacia el aire frío. El bosque era una orilla oscura de negras siluetas contra el cielo azul de medianoche. Una luz aún brillaba en la cabaña de Hagrid y podía ver la débil sombra de uno de los aros de quidditch como algo más oscuro a la luz de la luna.

-¿Estás bien?- Ron dejó la lámpara en el alféizar y cruzó los brazos mientras trataba de hacerle pensar a Harry que en realidad no le importaba demasiado, sólo estaba preguntando por preguntar. Harry alcanzó la lámpara y apagó la llama con sus dedos.

-Estaré bien. Vuelve a la cama.

-Harry, ¿cómo has hecho eso? Podías haber tirado la lámpara y hacer que todo ardiera.- dijo Ron cansinamente recogiendo la lámpara.

-Tío, que no estoy ciego.

Ron se quedó helado, medio dado la vuelta mientras escuchaba las palabras. Durante un momento Harry pensó que maldeciría y se iría, pero la confusión batalló con furia y ganó.

-¿Qué?

-Puedo verte.

-Pero… pero… ¡Harry eso es genial!- Ron puso una mano sobre su hombro antes de que un fruncimiento del entrecejo aruinara su felicidad.- Pero… quiero decir… ¿cómo? A menos que lo hubieras fingido los últimos tres meses…

-¡Venga ya! ¿Por qué haría yo eso?

-¿Solidaridad con el colectivo de invidentes? (n/tr: lo confieso, esto es traducción libre. Literalmente dice: Simpathy? ¿Qué pongo? "¿Simpatía?" ¿Por quién? No tiene sentido. Así que más o menos lo he interpretado así… Podéis añadir esto como una más de mis libre-traducciones ¬¬)- dijo Ron débilmente encogiéndose de hombros no muy convencido ya que sabía que no era eso ni de coña. (n/tr: ejem… ¡De acuerdo, de acuerdo! Pero más o menos viene a decir esto, ¿vale? En fin, hay algunas expresiones que no se pueden traducir literalmente. ¿Qué hispanohablante dice: "Me estoy cayendo en el barro"- traducción literal- cuando se equivoca en una hipótesis?).

-Lo hizo Voldemort. Él me echó el hechizo y ahora, esta noche, en el sueño, lo ha quitado, y cuando me he despertado podía ver.

-Pero, ¿cuál es el maldito problema?

-Me ha devuelto la vista y él se llevará algo. Ha dicho algo sobre que el coste será alto o algo así.

Harry fue de nuevo a su cama y cogió un jersey Weasley de una pila del suelo. Era el de Ron, por lo tanto era granate con una enorme R bordada en la parte de delante.

-Voy a hablar con Dumbledore. Voldemort no debería haber podido hacer esto. Ha alcanzado mi mente sin ningún problema y…- Harry dudo un momento antes de repetir.- No debería haber podido hacerlo.

-¿Quieres que vaya contigo? En fin, sé que puedes ver, pero la luz hiere tus ojos… y ahora solo está la luz de la luna y estás guiñando los ojos.

-No, está bien, gracias. Deberías tratar de volver a dormirte.

Ron hizo lo que le dijo a duras penas y sólo habló cuando Harry fue a abrir la puerta.

-Siento lo de esta tarde, y todo lo demás. Harry, cualquiera que sea el precio, apuesto a que lo merece.

-¿Cómo puedes decir eso? ¡Podría ser la vida de alguien!

Ron no dijo nada; sólo sonrió débilmente y cerró las cortinas. Harry cerró la puerta detrás de él y bajó los escalones. La piedra estaba fría bajo sus pies y pronto fue reemplazada por la cálida alfombra de la Sala Común.

Se quedó de pie durante un momento, tratando de acostumbrarse a la constantemente titilante luz del fuego. Alguien estaba dormido en un sillón, con una manta encima mientras roncaba suavemente. Harry sonrió y caminó silenciosamente por la habitación abriendo el agujero del retrato y colándole por él antes de dejarlo cerrado detrás de él.

Los pasillos estaban lúgubres a esa hora de la noche y el silencio dejaba sin aliento. Los yelmos de las armaduras no hicieron ningún movimiento o ruido, y la única luz además de la de la luna, eran algunas pocas antorchas en sus soportes en las paredes. Caminando con los ojos fijos en el suelo, Harry trató de ahogar un bostezo. No tenía ni idea de qué hora era, pero la luna ya estaba baja en el horizonte.

La lana del jersey le estaba rozando la espalda, rozándole la piel mientras se quedaba de pie frente a la estatua y examinaba sus retorcidos y odiosos rasgos. Siempre se había preguntado porqué una cosa tan grotesca guardaba la entrada de la oficina del director. Sus ojos eran cosas caídas y cansadas, unos orbes que se abultaban horriblemente en su cara esculpida. Su lengua estaba dividida y se alargaba desde su boca mientras sus escamas esculpidas parecían expandirse y contraerse suavemente a cada respiración que, evidentemente, no podía provenir de la piedra.

-Señor Potter, diez puntos menos por estar fuera de la cama a esta hora de la noche. ¿Qué demonios te crees que estás haciendo?

Harry giró su cabeza para ver a Severus Snape. El hombre parecía demacrado, cansado y enfermo. Su mano izquierda caía a uno de sus lados, todavía vendada con vendas suaves para ayudar a la curación de la terrible quemadura. De todos modos, sus ojos oscuros estaban vivos. Harrý a menudo se había preguntado en el silencio de su mente, si el maestro de Pociones estaba agradecido por el rescate imprevisto. Ahora podía ver que el odio del hombre sólo había aumentado. No había pena en los rasgos sombríos, sólo un inmenso asco. Su mano derecha tenía agarrado unos papeles y los folios crujieron cuando se sacudió ligeramente.

-Necesito ver al Director.

-¿Qué insignificante problemita tuyo es tan importante como para ser del interés del Director, señor Potter? ¿Otra pesadilla, algún otro trauma dentro de tu propia mente? ¿Qué te hace pensar que a la gente le importa?

Harry no dijo nada. En su lugar desvió su mirada hacia la gárgola y murmuró una selección de contraseñas que esperaba que le dejaran pasar. Snape murmuró para sí mismo cuando fue hacia ella quitando a Harry del camino. Mirando a la gárgola con desprecio ladró una palabra y dio un paso al frente cuando la estatua se deslizó a un lado. Harry le siguió en silencio, escuchando los variados gruñidos y chirridos mientras trataba de pensar qué decir. No tenía ninguna duda con respecto a los detalles del sueño. Había sido muy claro y hasta los últimos instantes en los que parecía desvanecerse como la niebla, las imágenes se habían cristalizado en su cabeza.

Se detuvo cuando Snape pasó por delante de él y entró en la oficina, cerrando la puerta en la cara de Harry con un portazo. Harry pudo oír dentro voces ahogadas, pero prefirió no escuchar las extrañas palabras que el ex - espía pronunció. En su lugar, se sentó en la fría plataforma de piedra que se elevaba y miró la rendija de luz de debajo de la puerta. Estaba impresionado por la transición de la ceguera a una vista tan completa, tan rápida. Era como si sólo hubiera sido un parpadeo demasiado largo.

El hechizo había sido retirado y ahora podía ver cada detalle. El temblor de cada sombra y el camino de cada rayo de luz… de alguna manera era irreal. Se sentía desconectado de sí mismo, como si no fuera capaz de comprender, y cuando se sentó en el suelo sintió que sus párpados le pesaban, desesperados por cerrarse de nuevo contra un mundo con demasiados detalles.

-¿Señor Potter?- la señorita Drew estaba en la escalera de piedra, mirándole con ojos confusos cuando los escalones la subieron hacia la puerta.- ¿Estás bien?

-Necesito ver al Profesor Dumbledore, pero Snape se me ha adelantado.

-Es un momento muy ajetreado. Los movimientos de Voldemort se están haciendo más evidentes y menos protegidos. Ya no tiene miedo. Todos hemos estado despiertos durante horas tratando de encontrar algún modo de pararle.

-Los Machavelones no duermen.- tan pronto como lo dijo, Harry se mordió la lengua deseando poder volver a tragarse sus palabras. Los ojos de la señorita Drew fulguraron de ira e indignación, pero sólo apretó los labios y caminó.

-Le haré saber que estás aquí.

Harry se quedó sentado fuera mucho rato antes de que la puerta se abriera de nuevo y una figura saliera. Encendió su varita y el rellano se inundó de la luz fosforescente haciendo que Harry parpadeara y se encogiera. Se incorporó y se encontró con el director. Frunció el ceño al ver la pequeña y triste sonrisa que pudo ver a través de la barba blanca. Con un movimiento de su muñeca la luz disminuyó a un débil resplandor, un círculo de luz que les abarcaba a ambos y dejaba al resto del mundo en la oscuridad.

-Parece que mi oficina ha sido tomada por el resto de mis profesores. La falta de sueño les hace comportarse como niños pequeños, Harry. Quizá podríamos dar un paseo.

Las escaleras revirtieron su dirección y les llevaron hasta el suelo donde giraron a la derecha y caminaron por otro pasillo idéntico

-¿Querías verme?

Harry empezó a explicarle vagamente el sueño, trastabillándose con sus palabras mientras describía el increíble dolor y la fría voz de Voldemort. Incluso ahora, repitiéndoselo a él, parecía no tener sentido.

-Cuando desperté, el velo blanco había desaparecido y podía ver sin ningún problema. Traté de usar la oclumancia para mantenerle fuera, pero fue inútil.

Por un momento el Director no dijo nada, pero continuó andando en silencio. Cuando habló su voz era cansada.

-Parece que la señoría Granger y tú teníais razón, tal como sospechábamos. Era magia cerebral y no tengo ninguna duda de que usó la misma magia nueva para introducirse en tu mente y quitarte el hechizo. Anteriormente él siempre ha estado un paso por delante de nosotros. Ahora parece ir un kilómetro por delante. Es una perspectiva terrorífica.

-Dijo que pagaríamos un precio muy alto. Preferiría seguir ciego.

-Por desgracia es muy raro que la víctima escoja el hechizo que Voldemort le eche. Seguramente sea un alivio ver el mundo y que este castillo vuelva a ser tu hogar una vez más.

-No cuando sé que puede morir gente por ello.

-Es posible que sea una mera táctica de miedo, Harry, para hacer que no hagas nada y aterrorizarte haciéndote creer que te quitará algo. Cualquiera podría siempre decir que desde que te quitó la vista en primer lugar, ya has pagado el precio de su retorno, aunque dudo que Voldemort lo ves desde ese punto de vista.

-¿Y qué hago?- preguntó Harry débilmente mientras miraba el suelo. El amargo aguijonazo del sabor del miedo prendía en su boca.

-Sigue con tu vida, Harry. Todos aquí viven con el temor de que mañana los que quieren estarán muertos. He intentado aliviar ese miedo, pero no puedo. No podemos pensar en resolver un problema sin saber primero si es una causa justa.

-No merece la pena.

-En la vida pueden ocurrir muchas cosas, Harry. Desafortunadamente el universo no responde muy bien a los gritos de "no es justo, cámbialo". Lo sé, porque he gritado lo mismo muchas veces. Sugiero que en las pocas horas que queden hasta que llegue el día, intentes dormir algo y por la mañana por favor, visita a la enfermera. Aunque ahora esté completamente restablecido tus ojos parecen doloridos. Su consejo profesional podría aliviarte de las molestias físicas.

Pero Harry no pudo pegar ojo, a pesar del dolor de sus ojos y del aparente agotamiento. Se sentó en la sala común mirando por una ventana mientras trataba de memorizar cada dato de la vista. La línea gris del amaneces se volvió rosa y después a un cálido naranja cuando el sol ascendió sobre el borde del mundo. Escaleras arriba oyó los primeros sonidos de movimiento, y Ginny empezó a despertar, murmurando suavemente mientras entraba en un sueño superficial.

Se deslizó escaleras arriba y contempló el suelo del dormitorio críticamente y en silencio empezó a recoger todas las cosas. Los elfos domésticos normalmente venían a recoger las ropas sucias y las devolvían limpias y planchadas. Cómo podían saber cuál era sucia y cuál limpia era algo que Harry no sabía, pero no podía creer que Dobby se tomara muy a buenas aquel desorden.

La tarea simple y repetitiva era relajante; le evitaba el cúmulo de enredados pensamientos de su mente. En su pecho aún podía sentir la primera oleada de felicidad, una especie de laguna cálida de alivio porque al fin podía volver a ver. Ya nunca más estaría perdido. Podía ver a sus amigos, leer las expresiones de sus caras, escribir con facilidad y no estar relegado a los otros cuatro sentidos inferiores. Al mismo tiempo tenía un regusto amargo en la boca, por el asco por estar en deuda con Voldemort y el temor por lo que podría perder como pago.

Quitándose la ropa miró su reflejo y suspiró. De nuevo tenía los ojos amarillos. El ámbar brillante le miraba desde las sombras de la falta de sueño. Su pelo tenía unas pocas mechas de blanco a través más erráticas que antes, pero cuando levantó la mano para aplastar algunos mechones al azar, desaparecieron, y el amarillo se oscureció hasta alcanzar un fiero verde alrededor de sus pupilas.

Ron gruñó cuando se levantó tambaleándose en pijama y parpadeando a la luz del día. Harry podía sentir sus ojos sobre él, pero por alguna razón no le dio por devolverle la mirada como si temiera marcar a alguien con la atención de Voldemort sólo con mirarle.

-¿Estás bien? Estás pálido como un muerto.

-Sólo estoy cansado. No dormí muy bien.- Harry se quitó el pelo de los ojos y sonrió cuando oyó a algunas chicas bajar corriendo las escaleras hacia la sala común.

Era sábado, así que no había clases y se dio cuenta de que tenía pavor de su reacción. Ellos estaban en la luna y él estaba enfermo de preocupación. Ellos querrían saber por qué y él no quería pensar en que tenía que decirles lo que había visto.

-Escucha, tío, has visto a Dumbledore, ¿verdad?

-Por supuesto.

-Entonces…- Ron hizo una pausa mientras se ponía unos calcetines.- sólo por un día, sé feliz por poder ver. No te preocupes por quién va a vivir y quién va a morir porque quizá puedas pararlo. Quizá puedas ser el único que esté ahí que haga el hechizo y viva para mandar a Voldemort a la otra punta del planeta.

Harry dio una leve risotada de duda y alzó una ceja cuando Ron se paró a mirarlo.

-¿Sabes lo que siento ahora mismo, Harry?

-¿Cansancio?

-Sí, bueno, pero más que eso estoy contento de que puedas ver por donde vas ya que ahora, si quieres, puedes leer un libro o escribir una carta o coger tu Saeta de Fuego y volver al campo. Sin tu vista eras una persona completamente diferente y me asustaba. Me alegro que hayas vuelto y tú también deberías alegrarte. Ahora vamos, te apuesto 10 galeones a que Hermione llora.

Harry siguió a su amigo fuera de la habitación con una medio sonrisa en sus labios. Podía preocuparse, pero, ¿qué bien haría? Cuando llegara la hora protegería a quien fuera de cualquier modo que pudiera y hasta entonces… se encogió de hombros mentalmente. Tenía que seguir con su vida.

Sus ojos aún le lloraban ligeramente y recordó la promesa que le había hecho al Director. Tenía que ir a ver a la Señora Pomfrey. Después de todo, podía ser sólo una vista temporal y si ese era el caso quería estar preparado. Ginny aún estaba envuelta en la manta con sus ojos marrones medio abiertos y contemplando la habitación soñolienta. Hermione ya había empezado con sus deberes y sólo paró para coger un trozo de cruasán, enrollarlo y metérselo en la boca. Había unos pocos chicos de primero en la habitación, pero la mayoría estaba en los sofás y las mesas estaban vacías. Los estudiantes preferían el calor de sus camas.

Harry se inclinó sobre el hombro de Hermione mientras Ron esbozaba una ligera sonrisa y se acomodaba en el sofá.

-¿Por qué estás escribiendo un trabajo para Historia de la Magia? Ya no tienes esa asignatura.

-Extraescolar… es importante tener ese tipo de cosas en tu Currículum Vitae, Harry.

-Sí, pero creo que ya hemos dado suficientes rebeliones de goblins.

-Es interesante.

-Sí, bueno.

Hermione frunció el ceño de una manera particularmente perpleja como si algo fuera mal y no pudiera identificar qué era exactamente.

-¿Cómo sabes que estoy escribiendo un trabajo sobre eso?

-Puedo leerlo.

-¿Qué?- durante un minuto ella parpadeó aturdida antes de arrojar su pluma y mirarle a los ojos fijamente a través de las gafas.

-¿Cuántos dedos hay, Harry?- preguntó Ginny sacando una mano.

-Cuatro y un pulgar.

-Pero… yo… es decir… ¡Es imposible! ¿Cómo?

-Voldemort me lo quitó.

-¿Qué? ¿Por qué hizo eso? Tu ceguera le da una enorme ventaja. ¿Por qué se la quita de esa manera?- preguntó Hermione.

-No tengo ni idea.- suspiró Harry y se sentó en la silla que ella acababa de abandonar.- Todo lo que sé es un sueño muy claro y que me levanté pudiendo ver.

-Pero la Oclumancia… no debería haber podido meterse en tu mente, Harry.

-Puede hacer cualquier cosa con los cerebrales a su lado. Puede obligarles a crear hechizos para traspasar cualquier cosa. Si puede preparar su mente para eso, estoy seguro de que los hechizos protectores alrededor del castillo caerían en horas.

La habitación se sumió en el silencio cuando todo el mundo absorbió la información.

-¿Estás diciendo que no estamos seguros?- preguntó Ginny en voz baja tratando de mantener la firmeza de su voz.

-Nadie lo está. Si pudo entrar en mi mente y quitar un hechizo, puede hacerlo otra vez y matarme.

-Excepto que sólo intenta ese tipo de cosas por la noche.- meditó Hermione.- Me pregunto…- meneó la cabeza y forzó una sonrisa.- No importa, lo bueno es que puedes ver de nuevo, y eso es bueno porque has de leer mucho para ponerte al día.

Harry soltó un gruñido cuando ella le alcanzó un libro.

-Del capítulo 12 al 32, y los exámenes no están muy lejos, ya sabes.

Parecía que todo había vuelto a la normalidad, pero cuando Harry se sentó para hacer lo que su amiga le había ordenado, no pudo evitar sentir que algo se había descolocado y había tomado otro camino y él ahora no podía hacer nada más que seguirlo.