Cambios, decisiones y regresos.

Aquel había sido un verano de cambios. Aquella chica morena a la que todos señalaban por los pasillos del colegio Hogwarts de magia y hechicería, había cambiado. Había cambiado impresionantemente, ahora se apreciaba con claridad que tenía los ojos de su abuelo, el negro y rizado pelo de su padre y la belleza de su madre. Muchos se preguntaban si también poseía la increíble fuerza de sus padres, aunque sobre todo, la de su abuelo. Harta de tantas comparaciones, estaba enfadada con todos los que la rodeaban. Su abuelo la había enviado a aquella casa situada en un acantilado, sobre una admirable playa en algún país europeo lejano de Inglaterra. Se encontraba furiosa, verdaderamente furiosa. Por muy maravilloso que fuera aquel lugar, ella necesitaba explicaciones y respuestas, estaba harta de esperar. En la terraza de aquella casa, Caroline Sorvolo Dumbledore contemplaba el océano interminable mientras volvía a sentirse sola. Sola. Como se había sentido más de la mitad de su vida.


Lejos, muy lejos de allí, un grupo de personas celebraban que dos de ellos habían sido nombrados prefectos, Ron Weasley y Hermione Granger. Aunque entre aquella multitud, había alguien que no se divertía ni estaba contento, Harry Potter se preguntaba por qué él no había sido nombrado prefecto...

En otro lugar, una familia también se alegraba por la elección de uno de sus miembros como prefecto. Lucius Malfoy felicitaba a su hijo:
No esperaba menos de ti, Draco. Aunque recuerda no decepcionarme...

Ninguno de ellos podía imaginarse cómo iban a estar en unos meses….


Caroline seguía en aquella casa cuando le llegó la carta del nuevo curso escolar. Imaginaba encontrarse la insignia de prefecta dentro de aquel sobre, y por eso le extrañó tanto que pesara tan poco. Destapó el sobre impaciente y dejó caer el pergamino al suelo, buscaba su insignia. Pero allí no había nada. Caroline sintió cómo una ola de odio surgía en su interior. Lo primero que sintieron fueron unas ganas intensas de gritar, pero no le dio tiempo, ya que sintió que una mano se posaba en su hombro.

Ya sé lo que estás pensando, pero es por tu bien.

¿Por mi bien?- preguntó irritada a la persona que tenía detrás, se giró y contempló a su abuelo, al que llevaba varias semanas sin ver.

Sí, ya lo entenderás.

¡No¿No te das cuenta de que ser prefecta es lo que más quiero? Mi padre fue prefecto y mi madre también y…

Tu madre era muy sensata y a tu padre tuve que nombrarlo prefecto para que se reformara, ya que estuvo al borde de la expulsión más de un centenar de veces.

¿Quiénes son los prefectos?

Ron Weasley y Hermione Granger.

Les haré la vida imposible, abuelo. Actuaré como mi padre.

No serás capaz, tú no eres como él. Él era un irresponsable, y no se hubiera reformado de no ser por tu madre. Aún así no dudaba en poner en peligro su vida o las de sus amigos solo por diversión. Gracias a Dios que cambió… Los prefectos ya han sido nombrados y no hay vuelta atrás. Asunto zanjado.

Albus Dumbledore se dio la vuelta y se marchó, dejando a su nieta desconcertada y muy enfadada.

Aquel mismo día, en la noche, Dumbledore fue a buscar a su nieta para llevarla hasta el nº 12 de Grimmauld Place, al día siguiente regresaría a Hogwarts junto a los Weasley, Harry y Hermione. Caroline llenaba su baúl bajo la atenta mirada de su abuelo, metiéndolo todo desordenado y de mala gana. No le importaba. Estaba enfadada. Si él podía pasar de ella¿por qué ella no podía enfadarse y pasar de él? Aún encima la enviaba junto a aquellos que la miraban tan mal, que no la aceptaban.

: ("Me manda junto a la rata de biblioteca, que no hará otra cosa que restregarme por la cara su insignia de prefecta. Junto a San Potter, que me mirará con su cara de bobo mientras piensa en lo cabrón que es mi abuelo. Y junto a los Weasley… ¡Bah! – pensaba mientras lanzaba con furia sus zapatos al fondo del baúl- no tengo nada en contra de los Weasley… aunque tal vez sí de Ginny¿por qué el Señor Tenebroso la usó a ella hace dos años?")

Mientras pensaba todo esto podía sentir la mirada de su abuelo clavada en su espalda, sabía lo que pensaba…

Lo he estado pensando, y la profesora McGonagall está de acuerdo conmigo como la jefa de tu casa que es, en que seas la nueva capitana del equipo de Quidditch de Gryffindor.

Caroline se giró tan bruscamente que las rodillas le crujieron. Miraba a su abuelo esperando que se riera por la broma, pero estaba muy serio. Lo miró a los ojos y se convenció de que era verdad. Su odio disminuyó.

Gra… gracias abuelo.

Él se levantó y extendió los brazos, ella corrió a abrazarle. Su enfado y su odio se evaporaron completamente, amaba a su abuelo porque solo lo tenía a él. Ya no le importaba ir a Grimmauld Place, porque se sentía feliz, volvería a ver a sus amigos los gemelos Weasley y se divertiría. Qué importaba ser prefecta o no, sería la capitana del equipo de Quidditch.