AVISO: este fic contiene SLASH (relaciones hombre/hombre, mujer/mujer). No es subido de tono (este capítulo) pero la tendencia es homosexual, así que si te ofende en algún punto no lo leas...

DISCLAIMER: Los personajes y escenarios son creación inigualable de J. K. Rowling y aclaro que mi fanfiction no está hecho con fines de lucro. Siempre trato de tener ideas lo más originales posibles, si llega a haber coincidencia con alguna otra creación pido mis debidas disculpas a su autor...

cordialmente, La Dama Norris.

Lo único que tengo para decir es:

PERDÓN POR EL RETRASO!!! x)

Quiero aclarar que en éste capítulo ocurren muchas cosas en poco tiempo. Mi idea es que sea algo atolondrado, por eso no me detengo mucho en lujos de
detalle y meto las escenas muy juntas...

HORA DEL ESCABIO, LOKO!! O.o...

--LA APUESTA—

Cap 3: Tercera Fase (accidentada T-T): El Revoltijo de los vasos

El Gran Salón estaba en un estado deplorable. No era raro encontrarse de repente con alumnos tirados en el suelo, rendidos por la embriaguez. Los chicos de Hufflepuff habían hecho fondo blanco de daiquiri de frutilla cinco veces seguidas, y los sillones azules estaban teñidos de espesa secreción salival, nauseada por los mismos. No estaban en su mejor estado. Rolland Fawcett, de cuarto año de Hufflepuff, fue en total estado de ebriedad a buscar a Dennis Crevey para comenzar una pelea sin sentido.

—¡Eh, tu! ¡El de la cara de muñeca! ¡Sí, a ti te hablo, estúpido...! ¿Qué crees? Hoy se rifa una trompada y tu te has ganado todos los números...

El pobre Creevey apenas pudo reaccionar antes de quedar con el pómulo inflamado. Pero Dennis no se echaba atrás, era más valiente de lo que algunos creían. A pesar de su indigente contextura física, la energía del joven asombró a muchos cuando éste se lanzó sobre el alborotador de Hufflepuff. Los dos cayeron sobre la mesa de bebidas más próxima a la sección de los sillones rojos, tirando todos los vasos que en ella había.

Varios Hufflepuff se unieron a los porrazos, y se metieron un par de Ravenclaws con los que habían estado disputando tiempo antes por un mal partido de Los Tornados. Bueno, Colin Creevey se hubiera metido a defender a su hermano también, de no haber sido porque ya lo habían golpeado y se encontraba en el suelo inconsciente. Sin embargo, un chico con cara de pocos amigos, lo tomó por las axilas y lo obligó a levantarse, conduciéndolo hacia el vestíbulo y luego por las escaleras de mármol, sin dejar tiempo a que Colin despertase de su shok post golpe.

Los Slytherin brindaron rápidamente por un segundo triunfo, antes de levantarse para observar la nueva pelea que había empezado más de cerca. Y gracias a esto, Warrington recibió un golpe certero. No intencional, claro, nadie desea provocar a un chico como ése. Y ya estaba por tirarse encima de aquel imbécil de Ravenclaw, cuando una mano lo agarró del fornido brazo con fuerza.

—Pst! Mira —le susurró la voz de Blaise al oído, sacando a éste momentáneamente de su alteración. Un chico disfrazado de hurón daba con una de sus patas de goma espuma en la cabeza a otro chico vestido de verde con antenas —¡No, no eso! — Blaise señaló algo a lo lejos, y Warrington lo siguió con la vista... Al momento ya se había olvidado de su riña con el ahora afortunado Ravenclaw, y se alejaba de aquel sitio.

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—¡Oye, Ron! —chillaba Hermione por sobre el bullicio de la fiesta, sacudiendo la cabeza lanosa de su amigo, la cual se tambaleaba cual si fuera un títere con los hilos flojos — . Parece que ni siquiera sabe que estoy aquí parada, Harry. De repente estaba eufórico y ahora... ¿Ron, te estás durmiendo?

Efectivamente los ojos de Ron se cerraban y abrían de golpe continuamente. Cuando parecía que iba a dormirse y la cabeza se le caía sobre el hombro, volvía en sí al instante. En cuanto pudo retener sus ojos abiertos y su cabeza firme lo suficiente como para darse cuenta nuevamente donde estaba, preguntó:

—¿Dónde está Ginny?

Hermione y Harry intercambiaron miradas incómodas.

—Supongo que en el baño, tratando de vomitar los litros de alcohol que se tomó...

Ron cambió a una expresión exasperada.

—Pero... ¿no lo sabes con seguridad? ¿¿Ginny no está contigo?? ¿¿¿Dónde diablos está esa...???

—Subió al dormitorio de las chicas con una amiga, las vi hace un momento —mintió Harry.

Ron se calmó de inmediato y volvió a entrar en estado de embobamiento. Hermione suspiró profundamente. Sintió la mano de Harry sobre su hombro y volteó hacia él.

—Harry, ¿crees que...? —pero no era Harry a quien le hablaba.

—Te ves hermosa...

—¡Por el amor de Dios, Dean! —el susurro que Thomas intentó hacer sonar seductor tenía un olor a vómito terrible. El chico profirió una arcada y Hermione se apartó enseguida de él —Dean, creo que deberías ir al baño...

—¡No hay tiempo! —Seamus Finnigan se acercaba con un balde, sobre el cual Dean se arrodilló —Ok, amigo, ya está... ¡Lárgalo, vamos!

—Conozco algo que podría ayudarlo —sugirió Parvati Patil, que justo pasaba por allí y se detuvo a ver el espectáculo— Una poción anti-descompostura, creo que le servirá.

—¡Perfecto! ¿Dónde puedo conseguirla?

—Bueno, por allá Hannah Abbott está suministrándole un poco a ese chico que salió despedido por un Slytherin hace un momento. Ugh! Ese chico tiene un agudo ataque al hígado...

Seamus se alejó hacia la esquina noreste del salón, sorteando pegajosos charcos de ponche y envolturas de brujas de pimienta.

—¡¡Esto es un tremendo descontrol!! ¿Dónde están los profesores? —protestó Hermione. Pero Harry tenía la impresión de que si los profesores no habían ido hasta el momento, tendrían sus razones. Aunque no creía cuales podrían ser.

Ron no lograba focalizar ningún pensamiento. No podía creer que su mente estuviese tan dispersa. Intentaba pensar en algo en específico, pero las enturbias de su cabeza no lo dejaban, y lo remontaban a recuerdos mezclados con sensaciones o, directamente, dejaban su cabeza en blanco. Pero, sin embargo, había momentos en los cuales despertaba de repente y se acordaba que estaba sentado, con un estúpido traje de conejo encima, en medio de una tonta fiesta de Halloween que, al parecer, no era de lo más festiva (valga la redundancia).

Tenía la garganta seca. Tomó el vaso del cual, suponía, había estado tomando su hermana. Y esta deducción se debía a que Ginny se había pintado los labios de azul intenso, como la remera straples y la pollera que se había puesto en vez de disfraz, y había dejado las marcas de sus labios en el borde del vaso. Así que, considerando que era el vaso más familiar que podía haber encontrado, se dispuso a servirse un poco de... ¿ponche? Neee, eso sólo empeoraría su estado. Bueno, un poco de cerveza de manteca no haría mal. Pero, al ver en el interior del vaso, notó que en el fondo había un líquido espeso y gelatinoso de viscoso color turquesa.

—¡Ugh! —bueno, mejor no tomaría nada. Además, ya se estaba empezando a adormilar otra vez, y estaba seguro que se le escurriría el líquido por la boca.

Seamus volvía a llevarle a Dean su poción, cuando chocó "accidentalmente" con un fornido chico.

—¡Fíjate por donde caminas! —replicó el chico.

—¡¡Fíjate tú!! ¡Tú me chocaste, imbécil! —gritó Seamus levantando el vaso que se le había caído al suelo —¡Diablos, ahora tendré que cargarlo de vuelta!

El chico lo miró un momento antes de proponer:

—Mira, no me van los favores. Pero puedo llenar el vaso de vuelta si quieres y llevárselo a tu amigo.

—No, no creo que sea necesario, de veras... —respondió Seamus de mala gana, y ya se disponía a volver cuando el chico, con veloz movimiento de brazo, le arrebató el vaso en una fracción de segundo. Para cuando Seamus se dio cuenta que ya no tenía el vaso entre sus manos, Warrington se había perdido tras una multitud de chicos.

Más allá, por la zona cercana a la puerta, dos chicos de buena presencia, discutían sobre las posibilidades y riesgos que ahora corrían para cumplir con su cometido, aquel que habían estado planeando tan minuciosamente.

—¡Esto va muy lento! Hay algo que está fallando. A ésta altura ya tendrían que haber caído, por lo menos, diez Gryffindors.

—¡Eh, no te precipites Draco, amigo, todo a su debido tiempo! —Blaise tomó tranquilamente un pirulin de azúcar de una de las canastas de aperitivos y comenzó a chuparlo discretamente (u.u).

—Bueno, pues me estoy cansando de esperar. O Potter tiene un contra hechizo o simplemente el efecto de la píldora está tardando...

—¡La mala suerte te persigue, amigo! Qué poco observador eres —Draco fulminó al chico moreno con la mirada. Odiaba que se comportase de esa forma ¡Cómo si él tuviera las cosas tan claras!— . ¿Qué vaso era el que tomaba Potter?

—¿Y tú esperas que yo lo recuerde?

—Por lo menos ¿sabes donde estaba aquel vaso? ¿Potter bebió de él luego de que le pusiste la píldora?

Draco meditó un momento... ¡Qué estúpido! ¿Cómo no se había dado cuenta? La mesa de las bebidas de Gryffindor... ¡Esa absurda pelea de Hufflepuff ebrios lo había echado todo a perder! El vaso de Potter seguramente había caído al suelo y con él, el líquido. ¡Mierda!

Al ver la cara contrariada de su amigo, Blaise sonrió.

—¿Qué es tan gracioso? —bufó Draco, tomando un trozo de chocolate en rama (¬... que golosos estos chicos!) y mordiendo un apremiante pedazo.

—Si sigues así, La Apuesta se volverá en tu contra... —Blaise se metió el pirulín en la boca entero, para luego deslizarlo por la abertura de sus labios nuevamente hacia fuera, para saborearlo y jugar con la lengua entre los dientes.

El comentario hubiera tenido mayor efecto en Draco si su compañero no hubiese sellado la oración con aquellos juegos con la golosina.

"... Si no estuviéramos en medio de tanta gente yo te ayudaría a acabarte ese pirulín... Pero... ¡Qué demonios! ¡Contrólate, Draco!"

—Bueno, veremos quien se queda con las ganas luego de ésta noche —concluyó, y se alejó de la mesa.

Inspeccionó un rato la ubicación de los millones de vasos puestos en distintos lugares de la habitación. ¿Cómo diablos le encajaría a Potter la maldita pastilla? Ni él mismo sabía de que vaso había estado tomando antes de que la mesa se cayera. Suspiró. ¿Porqué a los demás se les había hecho tan fácil?

La cabeza de Dean estaba en estado de ebullición. Sentía que la sien tibia palpitaba fervorosamente, y parecía que pronto se les iba a escurrir la masa encefálica por las orejas. Hasta pensar le hacía doler. Mantenía la cabeza quieta sobre el balde, porque cualquier movimiento era un golpe. Entonces ese frío absoluto, ese momento de rigidez total donde el aliento se vuelve insoportablemente ácido y la garganta se pone áspera. Los hilos de baba comenzaron a salir, para dejar paso luego a la descomunal devolución de alimentos y alcohol, tan amarga y ostentosa.

—¡Ugh! ¡Puta! —se secó la boca. Miró el balde con la sustancia dentro y tuvo otro ataque de asco —¿Cómo pude albergar todo esto en mi panza? —añadió antes de seguir llenando el balde.

Una mano le tendió un vaso.

—Es una poción para la descompostura —dijo una voz.

Sin pensarlo dos veces, Dean engulló el líquido. En efecto, en unas horas estuvo mucho mejor, aunque un poco cansado, así que se sentó en uno de los sillones de Gryffindor cerca de Ron, quien, al parecer estaba dormido. Ni siquiera tuvo ganas de reírse cuando lo vio con ese traje de conejo, porque él también ya empezaba a cabecear, y los ojos se le cerraban. Lo último que vio antes de quedarse dormido, fue a un chico corpulento que le ofrecía una pastilla de menta.

Todos parecían estar pasándola, dentro de todo, muy bien en aquella fiesta. Seamus, luego de encontrar a su amigo dormido finalmente en el sillón, sacó a bailar a Parvati Patil. Y los dos terminaron abrazados, frotando sus cuerpos el uno contra el otro y besándose tras una columna. Se hubieran quedado así toda la noche de no ser porque justo Adrián Pucey, un chico que Seamus conoció como uno de los cazadores del equipo de Slytherin, tiró una bandeja llena de babosas de gelatina encima de Seamus, apartándolo de Parvati. A pesar de las advertencias de ésta, Seamus comenzó a gritarle a Pucey y entre golpes errados y furias contenidas, Parvati fue arrastrada por una multitud de Slytherin que ahora se acercaban a la pelea. Pero, aunque la mayor preocupación de Parvati era que Seamus pudiera salir lastimado, un repentino vaso amigo la hizo olvidar... Pero Seamus no salió herido... bueno, tal vez sólo un poco y Parvati no volvió a verlo en toda la noche.

—¡Qué afortunada esa perra de Weasley! —comentó Montague desde los sillones verdes, a la luz del fuego de la chimenea que ahora se había encendido.

—¿En qué sentido lo dices? —contestó Vicent Crabbe, mientras mordía una jugoza aceituna.

—¿Bromeas? ¡Esa Marizza Reelowcraft es una de las chicas más bonitas del colegio!

—Ah! Es esa rubiecita de quinto...

—¡Es un monumento! —Montague inhaló profundo. A pocos metros, un chico que estaba vestido de forma tan "original" (luciendo su habitual atuendo de bateador de Gryffindor) parecía a punto de caer al suelo, y se aferraba del aire torpemente —. Bueno, creo que ha llegado mi momento de actuar... Nos vemos luego ¿sí?

Crabbe profirió una sonrisa boba a modo de cualquier saludo. Pero, la verdad, ésta apuesta absurda no le hacía la más mínima gracia. No sabía como, pero había quedado totalmente absuelto de ella. Y no era que eso le molestase. Lo que es más, le alegraba enormemente no ser parte de aquel escándalo sin sentido. Porque, al parecer, un Slytherin debía quedar excluido del trato para quedar parejos con los la cantidad de Gryffindors. Y, como él era totalmente imparcial porque no tenía riña con ningún Gryffindor en especial (sino con todos), no tuvieron problema en dejarlo fuera, sin hacerle, claro está, el castigo que implica el no ser parte de La Apuesta.

Pero este pensamiento poco ayudaba a su estado de ánimo en aquellos momentos, el cual iba empeorando conforme más veía aquel infame rostro de Harry Potter pasear por el Gran Salón. No podía ser posible que fuera tan detestable. Jamás había sentido aquel profundo rencor hacia Potter. Por eso odiaba esa apuesta... Por eso...

Suspiró tan profundo que las serpentinas que colgaban de una calavera sobre el mármol de la chimenea, se le metieron en la nariz. Ese rubio infernal..., lo único que hacía era mirar al Niño de Oro de Gryffindor. No apartaba sus ojos grises de él un segundo. Se lo comía con los ojos...

Crabbe dio un estruendoso golpe al mármol de la chimenea, y no le importo que la mano enrojeciera palpitante de dolor.

—¿Lo ves? No lo haces tan mal, Harry...

Harry se sentía un poco torpe tomando a Hermione por la cintura mientras bailaban.

—Es que... bueno, la verdad nunca he ido a los boliches y esas cosas... —se excusó, notando que se sonrojaba levemente.

—Pero ésta música es lenta y dócil. Nada de pasos raros. A mi tampoco me gusta mucho bailar. A decir verdad, nunca he ido a esos boliches muggles con mis amigas —Hermione volvió a mirar por quinta vez la nueva mesa de bebidas que había aparecido instantáneamente luego de haberse roto la otra.

—Una pregunta curiosa —Harry aprovechó el momento en que su amiga se había volteado para hacercarse a ella un poco más con discreción —, ¿podrías dejar de mirar el PONCHE en algún momento?

Hermione lo miró de repente, como si acabaran de despertarla de soñar despierta, con rostro indignado.

—¿Qué insinúas, Harry Potter?

Harry miró al cielo raso, el cual ahora estaba cubierto de estrellas blancas, contrastando el mantel negro de cielo perpetuo. Hermione estaba realmente muy linda, lástima ese molesto saco que la cubría de pies a cabeza.

—¿No tienes calor, Herm? —preguntó en tono exageradamente indiferente.

—Je, je! No, verás, la verdad me ha agarrado últimamente un... ataque de frío, así de esos que me agarran una vez al año...

—Ah, ¿sí?

—¡Claro, Harry! ¿Qué nunca recuerdas nada de lo que le pasa a tus...? —pero se detuvo en la mitad de la frase y estuvo un rato mirando por sobre el hombro de Harry con la boca abierta antes de decir —. O yo estoy loca —Harry se abstuvo de asentir —, o ese es Jack Sloper saliendo del salón con... ¿Montague?

Harry volteó de inmediato. Efectivamente, el bateador de Gryffindor se alejaba de la mano de Montague, un chico de Slytherin el cual Harry recordaba porque el año pasado había tenido un grave incidente con un retrete de la escuela.

Hermione profirió una estruendosa carcajada.

—¡Deben estar más ebrios que Dean! ¡JA, JA!

—Em... y hablando de Dean... ¿dónde crees que se habrá metido?

La chica de cabello moreno clavó de repente sus ojos rojos y preocupados en los de su amigo.

—Ahora que lo mencionas... ¿No notas que falta gente?

—Es cierto, hace rato que tampoco veo a...

—¡Seamus! —chilló Parvati detrás de Harry de repente —¿No han visto a Seamus?

—A decir verdad...

—¡Estuve buscándolo toda la noche y no puedo encontrarlo! No puede haberse ido muy lejos, ¿o si?

Hermione y Harry intercambiaron miradas capciosas. Esto se estaba tornando castaño oscuro.

—Bueno —suspiró Parvati afligida —. Tal vez Dean Thomas quiera bailar una pieza conmigo. ¡Ese morenito lindo! ¿No creen que tiene unos ojos encantadores? Sólo espero que no me vomite mi hermoso traje de hada —Parvati se alejó del dúo entre pequeños saltitos.

—Parece un poco desesperada ¿verdad? —comentó Hermione luego levantado una ceja.

—Bueno, Dean no es feo...

—¡Claro que no! No me refería a eso; Parvati estuvo toda la noche hablando con diferentes chicos...

Siguieron hablando del comportamiento de Parvati un largo tiempo, y luego, cuando terminó la canción, se sentaron en los sillones de Gryffindor nuevamente para tomar un descanso.

Harry ya tenía sed otra vez, así que se levantó del asiento para ir en busca de algún vaso limpio que halla sobrado. Pero nada, en realidad los que no tenían líquido largaban olores extraños y recordó que dos chicos de Ravenclaw de tercero habían estado encantando vasos para que, automáticamente cada vez que algún alumno se sirviera alguna bebida, ésta fuera reemplazada por agua de alcantarilla.

Hasta que lo descubrió. En la otra punta del salón, cerca de los sillones de Slytherin, había una pila de vasos sin usar.

"Estos limpitos de Slytherin", pensó despectivamente.

Llegó hasta la mesa, tomó un vaso, lo llenó de cerveza de mantequilla, y ya estaba por tomarlo, cuando una mano pálida le arrebató el vaso.

—¿Qué crees que haces, Malfoy? —gritó tratando de no alarmarse demasiado por algo tan cotidiano como ser molestado por Draco Malfoy.

—¿Qué pensabas tomar, Potter? —olió el líquido del vaso — Oh, cerveza de manteca... ¡No valla a ser cosa de que te tomes algo que pueda perjudicarte la salud!

—¿Y a ti que mierda te importa lo que...?

—¡Eh! ¡El lenguaje, Potter! No hace falta que el salón se entere nuestra discusión...

Harry arqueó una ceja. ¡Éste pendejo no tenía que coño hacer y estaba allí divirtiéndose a cuestas de Harry!

—¡POTTER PROTEJE LA SALUD! ¡UN APLAUSO PARA POTTER! —Draco empezó a aplaudir ceremonioso, como si todos a su alrededor lo estuviesen observando.

—¿¿QUIERES DEJAR DE GRITAR COMO UN MALDITO DEMENTE Y DEVOLVERME MI VASO??

Malfoy miró a Harry con recelo.

—... mmm.... OK (0.o) No estamos de muy buen humor hoy, ¿verdad, Potty? —le tendió el vaso y Harry se lo arrancó de la mano.

Los ojos de Draco se abrieron de par en par, conforme Harry iba llevando el vaso a sus labios.

"Sí, Potter... ya te tengo"

Esbozó una amplia sonrisa...

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AAAH! POR FIN! Hace días que vengo escribiendo éste capítulo y la verdad que tengo apuro, así que si hay algún tipo de error lo lamento por él, ¡porque no pienso volver a revisar el capítulo!