AVISO: este fic contiene SLASH (relaciones hombre/hombre, mujer/mujer). ES SUBIDO DE TONO (jaja, hace cuanto que no cambio esto) y la tendencia es homosexual, así que si te ofende en algún punto no lo leas...

DISCLAIMER: Los personajes y escenarios son creación inigualable de J. K. Rowling y aclaro que mi fanfiction no está hecho con fines de lucro. Siempre trato de tener ideas lo más originales posibles, si llega a haber coincidencia con alguna otra creación pido mis debidas disculpas a su autor...

cordialmente,

La Dama Norris.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PERDON POR LA TARDANZA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

En primer lugar, éste capítulo se lo dedico a Anny Pervert y a Suisei Lady Dragon, Ana María y Francelén, sobretodo, a las que les he hecho pasar un mal momento. Anny, acepto tus disculpas, igualmente, se que las dos tuvimos la culpa en lo sucedido. Espero que nadie siga jamás nuestro ejemplo. Gente, nunca deseen enfrascarse en riñas a causa de estupideces....

La Dama en lo personal se disculpa una y mil veces por su gran bocota y naturaleza para armar discusiones (SI, ME GUSTA ARMAR DISCUSIONES EN LA RED, Y Q? ESO TRAE SUS CONSECUENCIAS!), y les dice a sus amigas antes mencionadas q no la abandonen!! T.T

ReViEwS:

Ni€a: Je je! Gracias por dejarme ese comentario tan lindo, que tarde horrores en responder pero, bueno. Disculpá si no te armo una contestación como la gente, pero realmente no tengo muchas ganas de escribir, da gracias que acabé el capítulo a tiempo! Besitos, no me dejes colgada con tus fics como yo lo hice con el mio! Gooomeeen!!

Cerdo Volador: Hola, apasionada amiga! (no sé de donde salió eso, no preguntes ¬¬u). Luego de largas jornadas de preferir leer Deseos antes que sentarme a escribir (y no me quejo, je je!), aquí estoy de vuelta, con un capítulo algo nefasto a mi entender. Pero no sé, vos dirás después. Gracias por seguirme!!! Besitos! (se nota q no tengo ganas d escribir...)

Anna-Lylian: Gracias por dejarme esos revs tan lindos!! Muaks a ti también, gracias por las felicitaciones! n.n

Niña: Muchas gracias por las cosas tan hermosas que me has dicho!! T.T (llora La Flor --así es mi nombre-- como una mariconaaa!). Muchísimas gracias, linda, que lo disfrutes!

Anny Pervert Snape: Uy, tú!! Ya nos hablamos la vida más o menos. Qué nos queda por decir? Te kiero muxo y espero que no me mates después de éste capítulo (teneme piedad!!). Yo digo que son sólo escenas que deseaba poner, pero no le dan continuidad a la historia. Perdón, la espera no sirvió de mucho!! (Norris esconde la cabeza).

ophelia dakker: Amo tus reviews!! Cortitos y llenos d energía, de verdad me impactan. ¿Cómo haces para no extenderte? Dices lo que te sale en el momento y alegras al autor sin necesidad de dar detalles argumentativos ni nada que se le parezca. Realmente te envidio! Muchas gracias por seguirme!! Besitos!

Aida Merodeadora: Hola!! Es la primera vez q contesto un rev tuyo. Muchas gracias por leer!! Realmente me alegra que te hallas enganchado con mi historia!! Besitos, ojalá lo disfrutes!!

--La Apuesta--

Cap 12, Fase 9: "Las Almas de un nuevo día" parte-3

Era pasada la mañana cuando Neville abrió por fin los ojos. Tardó en acostumbrar la vista a la desconocida oscuridad. Su mirada escrutaba en varias direcciones, pero aún así no encontraba señal alguna de estar en un ambiente familiar. Esto lo inquietaba bastante. Pero lo más extraño fue la sensación que experimentaba su cuerpo. Sentía los músculos dormidos y débiles. La carne de gallina. Tardó unos segundos en darse cuenta que se encontraba totalmente desnudo bajo una frazada. Sabía que estaba reposando en un suelo astillado de madera, sin otra amortiguación existente. Se palpó el cuerpo desesperado, para descubrir algo entre sus piernas. Tocó el plástico frío antes de tomar el objeto. Era un pomo con una secreción cremosa que se le escurría por el pico. Lo soltó enseguida con algo de asco, notando también que su entrepierna estaba llena de esa sustancia.

Sintió ganas de vomitar. No estaba seguro si era por el calor y la sensación de ahogo, o por el hecho de oler ese rancio perfume. Si su olfato no le fallaba, era una colonia de hombre alemana. Sí, su padre también solía usarlas. Pero... le daba la impresión de que la había olido poco tiempo atrás.

¿Cómo había llegado allí? ¿Por qué estaba tan abrumado si no había probado una gota de alcohol? Intentó recordar lo último que le había pasado.

-O-O-FLASH BACK NEVILLE-O-O-

—No... no puede ser...

—¿Qué ocurre?

—¿Ves a ese de allá?

—Sí, ¿no es ese Bletchley, el guardián del equipo de Slytherin?

—Puede ser... ¡Pero mira lo que lleva! ¡Es mi Mimbulus Mimbletonia!

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Por qué a Bletchley le interesaría tu Mimbulus? Además ... este año no la has traído, ¿o sí?

—¡Claro que sí, y creí que se me había perdido! Si me disculpas, voy a aclarar un par de cosas.

Neville se levantó decidido, ocultando el hecho de que esta situación le causaba una opresión en el pecho. Fue acercándose a Bletchley tras los estudiantes borrachos y enfrascados en sus propias conversaciones, y de a poco sintió como su respiración se agitaba. Sintió que Lavender clavaba aún la mirada en su nuca, y fue esa una de las mayores razones por las cuales no vaciló un segundo.

—Hola —Neville intentó llamar su atención —, perdón, necesito hablar —pero el chico corpulento seguía sin mirarlo —Ey! Me escuchas? —el Slytherin apretó una especie de grano en la planta que llevaba entre manos, permitiendo que un pus espeso se escurriese con delicadeza por sus dedos. "Guau, yo nunca aprendí a hacer eso", pensó Neville. Todos sabían que las Mimbulus Mimbletonias tenían sus secretos, y que si uno las presionaba incorrectamente, la planta despediría su pus para todos lados. Pero volvió a la tierra enseguida —¡No le hagas nada a mi Mimbulus! Es importante para mi, me la regalo...

Neville tragó en seco. El chico había por fin posado en él su mirada de forma escrutadota. Tenía unos ojos color miel y unas cejas gruesas muy expresivas. Estaba peinado raya al costado con gomina, permitiendo que su cabello castaño claro no le cayera sobre el rostro.

—¿Me estás hablando a mi? —lo enfrentó desafiante. Hasta le pareció verlo sonreír al percibir el miedo que corría por las venas del Gryffindor —Bueno, mira —cambió a un tono más suave y de palabras amables de repente —, lamento haberte sacado tu sebácea amiga. Es que... yo, hace tiempo perdí una muy valiosa que me había dado mi tío antes de morir... —se restregó los ojos, secando lágrimas invisibles —¿Te molesta si te lo cuento? Es que necesito descargarme con alguien.

Neville estaba mudo de sorpresa. Y de alivio.

—Eh... claro, claro, adelante —se sonrojó al pensar que había sido algo rudo con él.

—Gracias. ¿Te importaría que lo habláramos fuera? Es que hay mucho ruido aquí.

—Ahá —no se animaba a cuestionarle si le devolvería su planta o no. Realmente no tenía intenciones de provocar a un Slytherin con ese físico, menos si a cambio sólo debía escuchar una pequeña anécdota.

—¿Ponche?

—Gracias.

Lo demás se había nublado por completo.

-O-O-FIN DEL FLASH BACK NEVILLE-O-O-

Se sentó sobre las sábanas esperando que se le pasase el repentino mareo, y fue entonces cuando se dio cuenta de que el lugar donde se encontraba era sumamente estrecho. Tuvo suerte de no darse la cabeza contra un estante bajo que había en la pared a su espalda. La pared de enfrente, que comenzaba a escasos centímetros de sus pies, también tenía estantes hasta el techo, llenos de frascos con líquidos viscosos, y objetos raros, algunos luminosos, pero aún así su luz no bastaba para descubrir plenamente la apariencia del lugar. El techo tampoco estaba a muchos metros de su cabeza. Creyó que si intentaba pararse se daría con él.

Sintió que se asfixiaba, no era precisamente el mejor lugar para una persona que sufre de alteraciones respiratorias. Intentó despabilarse un poco, ya que hasta el momento había estado como en shock. En ese instante su cuerpo se puso tenso. Había un bulto a su lado.

"¡Lavender!", fue lo primero que pensó e intentó alejarse, sobresaltado. Tanteó sus calzones y se los puso. Si encontraba su playera era de suerte. Tan genial que estaba, con esa araña estampada. En fin, ahora su cabeza obviaba esos percances menores, porque algo había llamado su total atención. Ahora que estaba más despierto, y las luces verdosas de las rarezas de los estantes daban de lleno en el cuerpo a su lado, podía notar que éste tenía un tamaño bastante grande para tratarse de su compañera.

El corazón se le vino a la boca. Encontró la perilla de la puerta del cuarto de escobas (donde lo que menos había eran escobas), e intentó abrirla sin mejores resultados. El bulto acostado bajo las sábanas se movió levemente y Neville dio un respingo. Le faltaba el aire ¡debía salir de allí de inmediato! Se arrodilló para sacudir a su acompañante.

—Ya! Aguarda!

—T-tú...

—¿A quién esperabas?

—¡No a ti, desde luego!

Bletchley arqueó una ceja perspicaz.

—¿Qué ocurrió anoche? ¿Por qué estamos desnudos?

El Slytherin puso los ojos en blanco.

—Por que jugamos a la bolita francesa.

(N/Norris: ¿¿Que todas las serpientes dicen el mismo chiste imbécil y... aristócrata anticuado??).

—¡Sácame de aquí que me asfixio! —Neville no tenía tiempo para ponerse a discutir, y su cabeza continuaba sin permitirle asimilar ningún otro pensamiento que no tuviese que ver con su falta de aire.

Bletchley apuntó con su varita a la puerta, y, tras decir un hechizo, Neville pudo empujarla con facilidad y caer del otro lado agobiado, como si acabara de venir de la guerra misma. El Slytherin sólo miraba lo excitante que se encontraba ese cuerpo sudado y de contextura gruesa. ¡Cuanta fuerza! ¡Cuanta energía! Aunque sabía que cuando volviese en sí estaría en problemas. Se relamió. "¡Amo los problemas!"

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El ambiente era ideal. Las paredes parecían absorber la humedad, al tiempo que refrescaban el aire turbio. Una vez metido, con el agua bien caliente hasta el cuello, Ronald Weasley no podía quejarse de nada. Tenía la mente dormida y los músculos relajados. Sintió un leve escalofrío cuando una mano rozó su rodilla. Abrió los ojos, para recordar a ese morocho exuberante.

—¿Calentito? —sonrió él.

—Se siente muy bien —que patética sonaba su voz. Demasiado adormilada y ronca.

—Pensé que estarías incómodo compartiendo esto conmigo.

—Ja! Que bromista! No te siento como la primera vez, no todo de lo que ocurrió anoche se fue de mi mente, ¿sabes? Hay sensaciones imborrables —este último toque poético, obligó al pelirrojo a mirar significativamente a su enamorado.

—Me alegro que así sea. Sería una lástima que no te acordases de algo tan hermoso.

—¡Para ti lo fue!

—Permíteme decirte que no escuché quejas —Blaise se acercó un poco, movilizando el agua que hasta el momento no había sufrido alteraciones. Ron sonrió.

—¿Que quejas esperabas escuchar? En ese momento con suerte podía hablar—ahora que estaba más calmado, intentaba tomarse las cosas con mayor optimismo.

—Mira, niñito, no me vengas con fruslerías ahora. Disfrutemos este momento. ¿Verdad que el agua está exquisita? Siento todo mi cuerpo de paño.

—Si ese cuerpote que tienes se siente de esa forma, ¡como se sentirá el mío! Tan disoluto está que ya ni me doy cuenta —"OK, no es un cuerpo taan grande, es delgado, con los músculos de los hombros y entrepiernas bien marcados. Pero en comparación al mío ¬¬"

—¿Quieres que comprobemos que tan relajado está? —"¡Maldición, no tendría que haber dicho eso!"

El suspenso que marcaba la mirada de Ron, dejó a Blaise con el corazón en la boca. Éste sabía que Ron no sentía lo mismo por él, pero estaba seguro que confiaba en que no le pondría una mano encima si no lo deseaba, de lo contrario, no hubiera aceptado bañarse con él... ¡Y su bocota lo estaba arruinando todo!

—¿Puedo hacerte masajes? —fue lo único que dijo el pelirrojo luego de la pausa —Si me sigo quedando quieto me voy a dormir —agregó ante la mirada de desconcierto de su compañero.

—... —alzó una ceja —, supongo que ya debes saber mi respuesta.

Ron sonrió. A continuación, se deslizó sobre el piso resbaladizo de la tina, hasta colocarse detrás del morocho y apoyar las manos en sus marcados hombros. Éste sentía que iba a derretirse bajo esos masajes algo burdos y sin clase, pero muy suaves. Estas características demostraban que era realmente Ron Weasley quien acariciaba sus músculos. Sintió el éxtasis que recorría todo su cuerpo y mente. Se alejaba, se iba del mundo. Caía rendido en los brazos de su Apolo. Su deseo más intenso, su infinita pasión, la causa de sus más extensos desvelos.

Y lo que tanto había soñado ocurría. Esta vez no era un sueño, la condenada criatura estaba con él, completamente desprovisto de ropas que opacasen su figura. Sentía su respiración. La palma de la mano izquierda hacía presión en un nudo.

Quería tocarlo, tenerlo en sus brazos y no soltarlo nunca más. Quería besarlo por todo el cuerpo hasta que su boca quedase seca. Todo eso quería. Pero lo que ocurriese de ahora en más estaba sólo en manos del pelirrojo.

Ahora ese cuerpo se acercaba con disimulo al suyo, y rozaba levemente su espalda. Bajaba sus caricias hasta el comienzo de las caderas, y terminaba por abrazarlo. Blaise no pudo reprimir un gemido. Acarició las manos de su opresor, las cuales se aferraban a su vientre.

—No está tan mal, ¿cierto?

—¿Qué no está mal, Ron?

—Digo, creí que esta situación sería más... embarazosa.

Blaise suspiró, intentando calmar la fiebre que subía amenazando con hacerle venirse ahí mismo. Pero logró relajarse, y dejó caer la cabeza hacia atrás, en uno de los hombros de su acompañante.

—¿Por qué me abrazas? —la curiosidad mató al gato —. No es que me moleste, no me importa que invadas mi espacio personal...

—No sé, creo que es porque... me gusta hacerlo —apartó unos mechones de cabello negro del rostro y al instante dio un beso en la mejilla del Slytherin.

Blaise no daba crédito a lo que acababa de ocurrir. ¡¡Ese chico quería matarlo, por Merlín!! El pelirrojo se las estaba buscando.

Se enderezó y lo enfrentó con él cara a cara.

—¿Me dejas que te de un beso? Uno sólo aunque sea, y no te molestaré más, lo juro.

Sonrisa.

—¿Qué otra me queda?

—No, óyeme, si lo dices de esa forma no. Si es cuestión de resignación, olvídalo.

—No lo digo por ti, bobo. Ahora el que lo pide soy yo, por eso no me queda otra que aceptar.

Blaise abrió los ojos. Y sin más, se fue acercando al Gryffindor, disfrutando cada espasmo de éste a medida que sentía su aliento. Al cerrar los ojos, demostró al Slytherin su entrega, y éste la tomo en toda su existencia. Juntó sus labios y los masajeó con infinito regocijo esperando a que su compañero se acostumbrase al contacto de ellos. No necesitó que nadie le dijera cuando meterse en su boca, ni cuando tomarlo por la cintura e ir acariciando su espalda y todo lo que podía de ese cuerpo divino. Fue llevándolo hasta el borde de la bañera, y allí el pelirrojo se apoyó, permitiendo que sus piernas se enredasen tras las caderas de Zabini. Permitiendo a su vez que la erección de éste frotara la base de su estómago, y le transmitiese una gota de lujuria.

Después de haber explorado la boca de su amado, Blaise paseó sus labios por el cuello largo, bajando muy lentamente y dejando ruidosos besos en cada pausa.

—Te amo —susurró sin poderse contener. La facilidad con la que ese chico decía sus sentimientos era muy extraña. No es fácil decirle a alguien "te amo". Sin embargo, Blaise Zabini parecía tenerlo muy claro, a pesar de lo que ésta frase implicaba.

Aunque Ron tenía sus dudas, sabía que esos besos no mentían, ni tampoco esas caricias. ¿Cómo? ¿Cómo podía quererlo tanto? No lo entendía, era una situación muy irreal. ¿Pero por qué el amor debe tener explicación? De hecho, muy pocas veces la tiene.

Abrazaba la espalda del morocho, colmado de pasión, reprimiendo sus gemidos en la carne del Slytherin.

Ahora éste comenzaba a levantarlo de a poco, para ir recostando el cuerpo en la superficie de suelo negro. Ron sintió la baldosa fría, pero lo único que ahora surgía en su mente era esa necesidad de sentir a su pareja. Mientras éste estuviese en contacto, nada de alrededor importaba.

Blaise fue acariciando cada rincón de aquella piel, de manera sutil, sin dejarse arrastrar a la lujuria. No quería que Ron se sintiese acosado o incómodo. Quería verlo disfrutar, que compartiese su devoción. Por eso de vez en cuando hacía una pausa y le sonreía, esperando a que el pelirrojo hiciese lo mismo. Y así ocurría, esa sonrisa tan hermosa y sincera que sólo podía ser de Ronald Weasley.

El morocho se posicionó sobre él, presionando las caderas de Ron contra su erección. Pero no de una forma totalmente erótica, sino más bien para demostrarle que estaba allí, y que pensaba poseerlo. Para hacerle entender sus intenciones de antemano, y que él juzgase aceptarlas o no. No hubo resistencia. Todo lo contrario, el pelirrojo se arqueaba cada vez más, esperando tener un mejor contacto. Ya entrando en más confianza, Blaise pudo ir desenvolviendo sus deseos, masajeando ese cuerpo con más presencia, friccionando levemente. Ron sólo lo miraba, diciéndole que no tenía miedo, que aceptaba todo lo que le estaba haciendo. Dándole seguridad. Los gemidos querían desprenderse de su boca. Sentía que se iba completamente, que se entregaba todo cuanto era.

¿Qué era? Una personita, sólo eso. Pero, aunque para algunos no significase nada, para aquel morocho esa personita lo era todo. Su cuerpo y su voz lo hacían sentir completo. Ron era todo su mundo, realmente no importaba nada más. Su personita ideal, su única pasión que ahora explotaba con el ardor de mil puñales.

Amenazaba con entrar. Ron acariciaba el cuerpo sobre él, proporcionándole confianza. Recorría sus dedos finos por el pecho y el abdomen plano, sintiendo en su piel la calidad del éxtasis. Y Blaise no podía creer lo dulce que era. Era imposible que existiese alguien tan afectivo, tan elocuente con sus sentimientos y necesidades. ¡Emanaba azúcar por amor de Merlín! El morocho se recostó sobre su Gryffindor, para sentir su hedor, la piel mojada y débil. Siguió dando de esos besos ruidosos que sólo se dan cuando de verdad se sienten. En su pecho, en su vientre. Ron acariciaba sus cabellos, hundiéndose en el fuego de aquella pasión, sin pensar en nada más. Cabalgó sus piernas nuevamente en las caderas de su Slytherin, el cual ahora friccionaba con más ímpetu.

Y el pelirrojo gemía un poco, al tiempo que cruzaba su mirada con la de su amante. Sonrió, y sus ojos azules brillaron. Blaise sintió de nuevo que su efusión flaqueaba ante esa mirada sumamente dulce. Dulce, así era su Ron realmente. ¿Qué mayor placer que algo dulce? Blaise amaba ponerle a la vida algo de almíbar, y buscarle sus matices ricos.

Dulce eran aquellos labios, el manjar más exquisito, el que podía disfrutar con sus cinco sentidos. Y los dos fundieron un eterno beso, el cual duró hasta que el Slytherin por fin comenzó a entrar en Ron. Éste tensó un poco los músculos, sintiendo el leve cosquilleo de esa punta soberbia. Abrió más las piernas, y al fin su Slytherin logró entrar por primera vez, cuando la estrella se humedeció bastante. El pelirrojo tembló de placer, conforme su amante lo sostenía firme. Ahora el segundo se encontraba desbordando de júbilo, abriendo la boca como la de una boa y succionando ese cuello, y subiendo de vuelta al rostro, para ocupar con sus labios toda la circunferencia de la mejilla. Salió del interior del leonzuelo, para entrar nuevamente con mayor envión.

Pero quería disfrutarlo al máximo, no iba a acabar rápido. Cada centímetro de su erección palpitaba fuego, conforme entraba muy lentamente en el cuerpo de su amado.

La baba espesa en su rostro, y esas manos que recorrían su entrepierna, su pecho y espalda, excitaban a Ron de tal forma que creyó que se correría en ese instante. Al tiempo que la boca robaba cada espacio seco de su cuerpo, una de las manos se escurría hasta su erección, y la masajeaba con lentitud erótica, esperando sentir las palpitaciones de ésta. Ahora su boca quedaba nuevamente cautiva con tales invasiones de lengua que supo que se quedaría sin aire. La mano que estaba sobre su pene fue masajeando la erección contra la base del estómago, para luego abandonarla y subir hasta su cuello. Allí presionó entonces, para introducir su lengua hasta el fondo. Blaise iba a comerse esa boca que respondía lentamente, estaba volviéndose loco. El pelirrojo le pertenecía ahora, se le estaba entregando totalmente. Y las caderas del Gryffindor subían al abdomen de su opresor, para que éste continuase entrando por tercera vez. No sabía como era capaz de hacerlo con esa sutileza y lentitud, prendiendo de a poco su excitación, haciendo que los minutos durasen horas.

Tal como dicen, la tercera es la vencida. Tocó esa parte que pende de un hilo, esa parte que hace a uno vibrar en placer armónico, esa sensación casi irreal que tienta al espíritu a desear que no se acabe nunca.

—Oooh! —el primer grito del pelirrojo. Fuerte y claro, sus cuerdas vocales parecían calibradas. El ronquido de su voz se había disipado en este gemido puro.

Se sonrojó mucho, pero no dejó de responder a lo que su cuerpo sentía en cada envestida. El fuego que lo colmaba, y lo hacía retorcerse. Los gritos que se escurrían por su boca, la saliva acumulada que salpicaba sin escrúpulos. Entregado totalmente a los estímulos y al sentimiento. No deseaba reprimir ningún deseo, no deseaba privarse de nada.

El morocho iba tomando velocidad conforme su dios daba gritos de placer sin barreras. Las pecas resaltaban como carbones encendidos en aquellas mejillas. Los labios enrojecidos, escurriendo finos hilos de secreción salival. Acarició esas piernas antes de empujarlas contra el abdomen del chico. Su próxima envestida fue al fondo mismo, y allí mantuvo su miembro para deleitarse recorriendo el interior de Ron, quien desesperado abrió más las piernas, y colocó sus manos en las caderas del morocho para presionar más intensamente.

Ahora se habían situado muy horizontalmente, y Ron subió sus brazos al cuello de Blaise, acariciándole la nuca, despertando en éste deseos intensos de volver a poseer su boca, de volver a mirarlo a los ojos. Siguió envistiendo un poco más, con las piernas de su pelirrojo bien enroscadas. Notó que la fiebre de su rostro era muy intensa. El calor que despedía su amado le inundaba los sentidos.

—Mírame —le imploró entre vaivenes, conteniendo el aliento —. Abre tus ojos, por favor.

Así lo hizo Ron, con ojos empañados, cegados por el gozo. Blaise sintió que se corría dentro de su amante, y éste a su vez relamió la sustancia que lo invadía. Y fue el beso que llegó a continuación el que hizo al pelirrojo venirse y toda su tibia secreción fue a parar en seguida a las fauces de su morocho, quien, a pesar de disfrutar mucho aquel roce de labios, no quiso dejar pasar la oportunidad, y salió del interior de Ron para acercar la boca al miembro. Metió como aquella noche ese pene blondo en su boca, pero ésta vez lo saboreó siguiendo los estímulos de su pareja. Presionó ciertos nervios, de modo que su pelirrojo pudiese acabar de lleno, y de la forma más placentera posible. Y no despreció un milímetro cúbico de esa sustancia. Sentía un vigor pasional: esa sustancia era ambrosía, era el elíxir de su existencia. Como aquel sudor, como aquellos labios (sí, de vuelta los labios), como aquel cuello (¡Por Merlín, ese cuello!).

Bajó su lengua hasta los genitales, y la escurrió entre medio de ellos. El Gryffindor se prendió en llamas al pensar en la depravación de la situación, y en el disfrute que a su vez recibía. Esa lengua entraba por sus espacios más recónditos, limpiando su estrella del esperma, explorando sin miedo su cuerpo. Y Ron lo único que podía hacer era abrir las piernas, acariciar el azabache con desesperación, tocar esa espalda bien formada, arrastrar su dedo por la columna vertebral.

El sorprendente Slytherin se recostó sobre él, exhausto, pero aún masajeando con ternura el miembro de Ron. Él respondía acariciando sus cabellos. Le había tomado el gustito a eso de revolver los dedos en la cabeza del morocho, ocasionándole a éste una mirada perdida y absorta. Así estuvieron un rato, respirando agitados, relajando los músculos.

Aunque Blaise no pudo contenerse por mucho tiempo. Besó el cuello largo una vez más con recelo, y arrastró sus manos para acariciar de vuelta los pezones y la delgada musculatura.

—¡Mmm, ya está, no te pongas tan pegajoso! —se quejó Ron. Otra vez su voz sonaba ronca.

—Perdón —se apartó un poco el Slytherin. Sintió como un aire frío corría por entre sus cuerpos, que hasta el momento no se habían despegado casi nunca —. Es que... no puedo creerlo. Aceptaste acostarte conmigo, conejito... —sonrisa de satisfacción.

—No me llames así —sus dedos presionaron con fuerza el cuero cabelludo del moreno.

—Aaaah! Bueno, Ronny, ¿prefieres que te describa como otro animal? ¿Comadreja por ejemplo? —se arrodilló entre las piernas de su Gryffindor. Éste lo miró amenazante.

"Siii!! Que linda esa miradita, Ronny!!" –pensamientos maricas de Blaise-

—Te estás poniendo fastidioso, Zabini, y voy a terminar enojándome contigo.

—¡Me encantan tus pucheros! —se relamió —¿Acaso me amenazas? Pues... no te tengo miedo —mirada sádica.

—¿Qué te ocurrió? Luego que hicimos el amor —se sonrojó —te das el lujo de burlarte. ¡Las serpientes son todas iguales!

—No, no te enojes, Ron —se arqueó para darle un beso en la frente —. Aún te quiero mucho.

—¿Ah, sí? No te creo —cerró los ojos, haciéndose el ofendido.

¡Cómo le gustaba a Blaise que se hiciera rogar!

—No me molesta quedarme besándote el resto del día, pero por lo visto, tú eres el que no quiere.

—Yo sólo te dije que no te pongas pegajoso. No que no podías besarme.

—¿Y a qué llamas ponerse pegajoso? Pegajosos estamos los dos, ¿no?

"Uhg! No hacía falta ese tipo de sutilezas!"¬¬

—Asqueroso! —Ron mostró los dientes. Blaise se contuvo para no volver a tirarse sobre él —Atc....chuu!!!! (eso fue un estornudo ¬¬uu)

—Creo que es mejor que nos acostemos un ratito —pronunció el morocho con calidad melosa, al hacerse la idea de acostarse calentito con su Ronny Rabbit. El ambiente se tornaba frío ahora que los cuerpos habían asimilado calor.

Con un pase de su varita, la tina humeante desapareció. Acarició la pierna de Ron, antes de proponerle que se pusieran de pie. Al hacerlo, el pelirrojo se desperezó. Se le notaron las costillas al levantar los brazos y estirar la panza. Sí, cada cosa que él hacía era analizada minuciosamente por Blaise. Que chico más excitante, cualquier movimiento le quedaba bien. Incluso cuando se sentía incómodo. Sobretodo cuando se sentía incómodo.

Lo agarró por la cintura y lo condujo por detrás hasta la camucha. Y ahí se dejó caer sobre él, empujándolo sobre las sábanas.

—Ey, espérate! —chilló Ron, intentando salir de debajo del morocho.

—Espérate? Mi no conocer tal palabra —Blaise lo arropó enseguida con el cubrecama del Dragón, y se quedó mirándolo.

—Pareces idiota mirándome así...

Tu me tienes idiota, amor mío.

Estas últimas palabras sonrojaron a Ron de forma alarmante.

—Bueno, ya, métete tu también. A menos que... Atc..chuuu!! quieras quedar como yo —se pasó una mano por la nariz en sentido vertical, tragándose los mocos que amenazaban con caer —¿Tienes un pañuelo?

—No lo necesitas —Blaise se acercó más al rostro de Ron —. ¿A qué sabrán tus mocos?

—Uhg! Blaise!! —expresión asqueada.

—Te juro que no me desagradaría hacerlo...

—¡Mierda, me estás dando ganas de vomitar! ¿Quieres que te cague encima también?

Blaise se echó a reir, y Ron se contagió.

—¡Guau, me gustó eso! Pero si tienes diarrea no —exclamó el morocho.

—¡Cierra la boca, hijo de...! —su risa se intensificó. Pasó sus brazos tras el cuello de su compañero.

Se miraron mientras sufrían espasmos de risa. Y la risa se fue calmando, conforme se acercaban, y en su lugar se dibujaron dos sonrisas de satisfacción. Los ojos de Blaise se perdían en esos cielos azules. Sus labios apenas rozaban esos otros rojos, muy rojos a causa del frío.

—Te quiero —susurró Ron, de esa forma dulce que hacía a Zabini derretirse.

—Yo también, más de lo que te puedas imaginar.

Sintió que de a poco su león se dormía, y no quiso impedir que tomara el merecido descanso. Acarició un ratito más su espalda y sus glúteos, aprovechando que el pelirrojo continuaba abrazándolo y apoyando la cabeza en su pecho, sintiendo su respiración.

Con esa última sensación de regocijo por tenerlo al fin en brazos, Blaise se entregó a la paz, hasta quedar a penas dormido.

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Tomó otra laguna de agua entre sus manos y respiró antes de llevársela a la boca.

—¿Por qué ríes? —dijo molesta al notar la actitud de su compañera —¿Qué es lo que hice ahora?

—Jaja! Nada, sólo me acordaba como te habías deformado la piel en cuarto año... cuando te creían la novia de Potter —siguió riendo como desquiciada.

—Ahá —contestó Hermione sin dar mayor importancia, pero con un leve remordimiento (no esperes que Harry valla a fijarse en ti alguna vez, amiguita! xD). No quería enterarse de sobre que recuerdo exactamente hablaba su rival. Estaba exhausta —. ¿Y a que vino esa rememoración?

—No lo sé... creo que lo recordé al ver tus manos...

Luego de un par de bocanadas de agua, Hermione cerró la canilla y comenzó a secarse las manos en su camisa.

—Sabes, Granger, me gustan tus manos —La Gryffindor se quedó inmóvil un momento. Segundos más tarde, estaba mirándose las manos con detenimiento —¡Bueno, no te la creas tanto! —Pansy sonrió —. No presumas lo bonita que eres, o estarás en problemas.

Los ojos avellana escrutaron a la Slytherin, encontrando una sombra en sus ojos. La sombra del rencor, de la envidia. No podía creerlo, Parkinson la envidiaba. ¿Qué podía envidiársele a Hermione Granger? ¿Las curvas poco marcadas? ¿El pelo enmarañado? Ella nunca se había puesto a pensar realmente en sus dotes físicos, ni siquiera les había prestado atención. Sintió que se sonrojaba de repente.

—Gra-gracias —fue lo único que sus labios pudieron pronunciar. Sonrió tontamente.

—No sonrías como idiota, Granger, no estoy dándote el premio a la belleza, sólo te digo que eres bonita.

Los ojos avellana se enfriaron nuevamente. Pansy Parkinson debía ser la chica más molesta e insoportable de la casa de Slytherin. ¡Valla suerte!

—Bueno, ya me voy, sabes. Ya me siento bien y ya puedo ir a acostarme en paz, aunque sea un rato —Granger se acomodó los mechones de pelo sin mucho éxito y se dirigió a la puerta, contorneándose más que de costumbre —. A propósito, Parkinson... No es cierto que tienes cara de puddle —sonrió, pero ésta vez con algo de malicia.

—¿¿Quién ha dicho eso?? ¡Tú, rata impura! —afirmó al ver la sonrisa marcada de la Gryffindor —¿Quién te crees para juzgar la belleza de otros?

Hermione apoyó el hombro izquierdo contra el marco de la puerta, y se cruzó de brazos.

—Yo no juzgo nada. Es más, nunca hablé de belleza. Es estética el parecerse a un puddle —ocultó una risa, sabía que estaba jugando con fuego, pero la imprudente picardía que la invadió pudo más que su alerta —. Además, ¿a caso todos los puddles son feos? No lo creo —Parkinson apretó los puños, y Hermione no pudo evitar que el corazón se le acelerase —. Además, si yo hago categorización de belleza, pues, tu la haces de sangre ¿quién te crees para juzgar la descendencia de otros?

La rabia de la Slytherin pareció disiparse para convertirse en una risa histérica.

—¡No me vengas con esos discursitos pedorros! Juajua! Valla, Draco tenía razón. ¡Que cosa con éstos Gryffindors! ¿Es cierto que le dijiste en segundo año —cambió de tema abruptamente. Siempre había querido preguntarle eso y reírse en su cara — "En el equipo de Gryffindor no se compra el puesto, se gana con talento natural", o alguna idiotez por el estilo?

Herm se abochornó. La chica estaba dándole vuelta la conversación.

—Sí, claro que lo dije. Todo eso es cierto.

—Bueno, lo mío también es cierto. Lo de las apariencias es muy relativo. En cambio con la sangre no hay dudas, linda. Si la tienes sucia, no hay nada que hacerle...

Si Pansy quiso decir algo más, nunca nos enteraríamos que fue, ya que al instante, una rabiosa morocha se abalanzaba encima de ella, clavándole las uñas en el cuello, y las rodillas en la entrepierna.

—Loca!!! —gimió Pansy. Pero la ira de la Gryffindor parecía estar cobrando vida luego de tantos años de permanecer recatada.

Le tomó las muñecas, evitando que la Slytherin tirara de sus cabellos. Pero no podía quedarse así mucho tiempo. Gritó cuando permitió que su rival le arrancase un par de mechones, pero se vengó tomándola por los hombros, y golpeándola reiteradas veces contra el suelo.

Ambas gritaban, enfrascadas en la pelea que tanto tiempo habían reprimido. Pansy volteó increíblemente a su enemiga y quedó sobre ella, apresando sus brazos e impidiéndole cualquier movimiento. Sintió el ardor de sus muñecas que sangraban a causa de las profundas marcas que Hermione había dejado con sus finas uñas.

—¡Escuchame, bastarda, ten mucho cuidado con lo que haces! —murmuró con un siseo molesto la Slytherin, un hilo de sangre se le escurrió por la comisura de su boca. Su compañera respiraba agitada, con los ojos muy abiertos y el sudor recorriéndole frente. Los primeros botones de la camisa estaban rotos, dejando ver esas clavículas que volvían loca a Parkinson. "Mierda, ¿por qué será tan bonita?". Se odiaba una y mil veces por sentir aquello. Todo culpa de La Apuesta, realmente si nada de esto hubiese comenzado, quizá Pansy ni se hubiese fijado en ella. ¿Qué quizá? ¡NO se hubiese fijado en ella jamás! ¿Por qué las cosas no podían seguir como estaban? ¿Por qué el destino las unió de esa forma? No estaban hechas para estar juntas. Pero ¿quién había dicho que ésta estúpida apuesta era para casarse con el Gryffindor que le tocase? ¿¿POR QUÉ PENSABA TODAS ESAS COSAS??

—Si te pregunto una cosa... ¿vas a contestarme como se debe y sin reírte de mí? —a pesar de su posición, Granger parecía ya no tener ganas de pelear. Se veía realmente agotada, y su rostro se ensombrecía resignado, un detalle que a Parkinson le pareció muy sensual. Esta se separó un poco de su Gryffindor, y se sentó contra la pared, respirando agitada. Luego la miró a los ojos, dándole a entender que la estaba escuchando —Quería saber si realmente te gusto —pausa. Leve sonrojo. Después de que casi se habían matado se le ocurría preguntar eso?? —. Es decir, quisiera saber si realmente le intereso a alguien. Si la persona a quien le entregué mi virginidad siente algo por mí.

Un momento, ¿la había perdido realmente? Como saberlo, no se acordaba muy bien de lo que había ocurrido. Pero la frase estaba dicha, y la aludida lo había entendido.

Ahora sus mejillas se sonrosaban el doble, pero sus ojos seguían firmes en el rostro de su rival. La rubia se levantó del suelo con algo de dificultad y se acercó a un lavabo para calmar el ardor de las pequeñas heridas con un poco de agua fresca. Se restregó los brazos un momento. A través del espejo, supo que esos ojos avellana seguían observándola imperturbables.

—Nunca me han gustado las mujeres —comenzó —... La verdad, nunca he mirado a otra chica de esa forma. No sé realmente que habrá sido, si el clímax erótico proveniente de la fiesta y sus resultados; si el auto convencimiento de que las cosas no podían ser de otra forma, de que no había escape. Eso lleva a un cierto metabolismo, de lo contrario, es más difícil cumplir con el fin pactado. Pero ¿puede un metabolismo pasajero convencer a una persona por más tiempo? ¿Es posible que uno quede al fin ligado a lo sentimental y cursi?

Pansy hizo una pausa para respirar. A Hermione le impactó la forma en la que su enemiga se expresaba, nunca se lo hubiera esperado. Igualmente, se abstuvo a preguntar de que demonios hablaba, porque todo ese discursito era algo confuso. Parecía que al mismo tiempo que hablaba, comprendía su situación. Continuó.

—Jamás imaginé que una pendeja engreída me movería el piso. No creí que La Apuesta influyera en mis sentimientos —se restregó los ojos con las manos húmedas. Apoyó una en el espejo, y fijó la mirada en el agua de la pileta —. Sólo supe que era eso: una apuesta. Al parecer, lo creí demasiado estúpido para ser cierto. Pero la realidad es que no puedo olvidarme de aquella noche que pasamos, y sé que por un tiempo no te sacaré de mi cabeza. Por que eres la primera mujer a quien de verdad estimo por su belleza. Por que eres la única con la cual me he relacionado íntimamente, con la cual he compartido mi cuerpo. Sí, no me lo digas, a eso que hicimos no se le puede llamar "compartir". Igualmente, te juro que de haber podido tenerte consciente, lo hubiera hecho. Pero ¿qué posibilidades tenía de acostarme contigo sin trampa? —mirada significativa hacia su enemiga. Al segundo, escondió nuevamente la cabeza bajo su melena rubia. Por lo visto, no había querido decir todo aquello.

Hermione estaba inmóvil, no sabía como reaccionar ante tal confesión. Pero lo que sentía era claro.

—Gracias. Eso era todo lo que necesitaba.

Notó que su rival se tensaba.

—Bueno, ya todo terminó. Vete, anda, que necesitas tener tu mente en forma para el lunes. ¡No sea que se te duerma alguna neurona y te pierdas de contestar algo! —el sarcasmo hizo sonreír a la Gryffindor. Ésta se acercó, y le dio un beso en la mejilla. Totalmente espontáneo, sin apariencias ni dobles sentidos —¿Qué haces? —no pudo tragarse una sonrisa incómoda.

Hermione sonrió.

—Sabes, no tiene nada de malo que te gusta una mujer, de hecho yo...

—¿Te gusta una chica?

—Bueno, algo así...

—Ja! ¿Se puede saber quien?

La Gryffindor vaciló un poco, pero no iba a avergonzarse de sus sentimientos.

—Luna Lovegood.

La mano Pansy apoyada en el espejo resbaló con un molesto chirrido.

—¿¿QUÉ??

(Rubor)

—A mi..., a mi no me gustan las mujeres por su aspecto físico. Creo que Lovegood es una chica muy interesante.

—O.O.... ¡Merlín Santo, eres patética! ¿Interesante dices? ¡Está loca como ella sola! ¡Parece que viviese en otro mundo!

—Vete a saber los traumas que tiene. Déjala, si le gusta vivir en su mundo que lo haga.

Silencio tenso.

—Y, ette, digo... ¿hay alguien más que te guste? —"¡¡Diablos, has sido muy elocuente!!"

—Bueno... —la imagen fugaz de un morocho majestuoso de ojos verdes —, realmente...

—Está bien, Granger, no tienes que decírmelo.

—¿Y a ti?

—¿Qué caños te importa? —sonrisa —. Es broma, es broma —"Te cayó la Pansy amable, eh? No sea cosa que tu compañerita se enoje--- ¡¡Calla, demonios!!---" —. Creí que ya lo sabías....

—Bueno, sí se te nota bastante, jeje.

El corazón de la Slytherin dio un vuelco.

—Todos saben que te gusta Draco Malfoy.

SDENG!! (onomatopeya). Pansy cae al suelo con las patas para arriba, al mejor estilo animé. ¡¡Será idiota esa Gryffindor!!

—Ahá, sí, me gusta Draco, pero ¿a quién no? —mirada inquisidora.

—Yo creo que es una persona desagradable, sin ofender.

—Pe-pero... no es feo chico.

—Nunca dije eso. De hecho, pienso todo lo contrario —segunda mirada, esta vez amenazante —. Pero, prefiero a otras personas —"¡Sacate al condenado morocho de la cabeza!".

—Pero... ¡Ay, es obvio que Draco —suspiro —...! Bueno, es obvio que él nunca va a fijarse en mí —mirada al suelo.

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso...? —Hermione abrió bien los ojos —¿¿ACASO ÉL... ESTA ATRÁS DE...??

—Empiezas a usar el cerebro de forma útil por primera vez, Granger.

—Pues claro... era de esperarse —mirada resignada —. De modo que... ya todos los Slytherin han... bueno.

—¿Te lo imaginas a Weasley siendo cogido por Zabini? —Hermione sintió que se le hacía un nudo en la garganta.

—... —no tenía palabras, sólo rogaba que nada de eso fuese cierto.

—¡Qué patético! ¡Hay que tener mal gusto! —Pansy continuó una risa retorcida.

Hermione lanzó una mirada furtiva.

—Oye, ¿por qué antes de criticar no te miras al espejo? —soltó la morocha con furia. Pero se detuvo con un "Gulp!". No quería seguir agrediendo a Parkinson, no estaba en su naturaleza buscar pleito excesivo.

Ahora, la mirada de la Slytherin se tornaba triste, muy triste. Hermione jamás había conocido aquella expresión.

—Deja de lanzar indirectas sobre mi aspecto —bajó la cabeza —. Sé que soy fea, no hay nada que hacerle. ¿Tanto te molesta? ¿Tanto asco te da el haberte acostado conmigo para que me lo estés refregando por la cara?

—Aguarda! Yo no dije nada de eso. No dije que fueras fea...

—¡¡¡LO INSINUAS A CADA RATO!!! —sus ojos se tornaron vidriosos y su voz flaqueaba.

La Gryffindor jamás creyó que sus palabras la afectasen tanto. Sonrió.

—¿Ahora lo sientes? —su compañera la miró sorprendida —¿Ahora ves lo que se siente que te den donde más duele, que te humillen continuamente por lo que eres irremediablemente?

Silencio. Miradas.

—¡No esperes que te haga una escena de mea culpa ahora! —chilló cínica la rubia.

—OK, no te pido que lo hagas. Ni siquiera me interesa que te disculpes. Con que recapacites es suficiente.

Pansy apretó los puños. Odiaba esa actitud de superioridad. Odiaba que esa leonzuela se halla pasado de lista. ¡No iba a hacerse cargo de absolutamente nada! Todo lo que podía hacer en ese momento estaba más que claro: aprovechar el tiempo que le quedaba, y aprovecharlo como se debe.

—Ey!!

Parkinson volteó a la Gryffindor con brusquedad, y ahí mismo la estampó contra el espejo, haciéndola quedar arqueada a causa de que la pileta del lavabo se encontraba perforándole la base de la cintura.

—Oyeme bien una cosa, chiquita. Estoy agotada, no te imaginas cuanto. ¡Mira mis ojos! —se acercó bastante —¡Míralos! ¿Los ves? Bien rojos están. ¿Y sabes por qué? Por pasarme la velada con una maldita pendeja.... —tragó en seco — que está volviéndome loca —acercó sus labios sin asco, y obsequió el beso más hermoso que jamás halla creído ser capaz de dar. Desesperado, tibio, con un poco de temor a ser rechazado.

Y no lo fue. No supo si fue el alivio a que la Slytherin no respondiese de mala manera. No supo si fue en realidad esa necesidad de compañía que la colmaba. No supo si fueron sólo ganas. No supo realmente por qué no rechazó el beso. Tampoco supo por qué después se aferró a la espalda de Pansy, ni por qué al sentir sus labios y su lengua dentro de su boca no sentía asco.

Sólo se dejó llevar, aunque fuera un poco. Dejó que su Slytherin se sacase el gusto de tocarla una vez más.

¿Por qué, Hermione, por qué te dejas humillar de vuelta? ¿Por qué no respondes como se debe, cuando esas manos intrusas acarician tu cuerpo nuevamente?....

¿Por qué te gusta esto que sientes?

"Sin miedo... Puede hacerlo sin miedo".

Hermione sólo abrazaba ese cuello, conforme su enemiga apoyaba la cabeza en uno de sus hombros, y continuaba hurgando las intimidades de esa chica tan hermosa, de su contextura suave y perfecta. Pero ella no la tocaba. No había caso, por más que se dejase tocar, eran vanas las esperanzas de que algún día Granger llegase a desearla. Se le escurrieron un par de lágrimas inconscientes.

La Gryffindor sólo acarició un poco el cabello rubio, para susurrarle.

—No llores. Llorar envenena el alma, y tú no necesitas enfermártela más.

Parkinson le hubiese gritado que demonios insinuaba de no haber estado tan perdida por aquellas caricias. Por aquella voz. Tan precisa, tan correcta. Como la oyó en las clases. Una voz luchadora: fuerte y clara. Una voz sensual. Una voz que lograba dar veracidad a las palabras que dictaba.

—¿Por qué dejas que te toque?

Pudo sentir que Granger se sonreía, a pesar de no estar mirándola.

—No preguntes estupideces —fue lo único que respondió.

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---El Manto de Norris---

Sí, los hago esperar un montón y les traigo un capítulo carente de trama, con confesiones cursis y cúpulas de caramelo.

¿¿Tanto tiempo para qué?? ¡¡Si no resolví nada!! Gomen, gomen!!!! Es que éstas son escenas que indudablemente quería poner, y el día es largo aún, así que me doy el lujo. Lamento otra vez no haber avanzado demasiado, mismo éste capítulo me quedó un poco pa la mierda, si me permiten la expresión. Espero haber dado en el blanco y no publicar erradamente éste capítulo, pero realmente me desespera el hecho de no avanzar. No sirvo para escribir las historias enteras y luego publicarlas de a partes, lo siento, uno resuelve como puede-- n.n

Bueno, acepto los tomatazos bien dados, y gomen de vuelta!