Aquí les envió un nuevo capítulo de este fic que estaba algo relegado, por otros trabajos, pero ahora fue un buen momento para poner algo más, espero que les guste y a leer…
Autor: Anyara
Tema: Ves
Interprete: Sin Bandera
Capitulo III
Se quedó por días rondando aquel pozo que conectaba su época con la de la mujer que amaba con cada parte de su ser, avanzando 500 años, para llegar al templo en el cual Kagome vivía solo cuando comenzaba a caer la noche, ya no recordaba exactamente cuantas de ellas ya, era las que llevaba quedándose por horas contemplando desde el árbol sagrado de este tiempo, como ella efectuaba algunas labores, con suerte lograba verla cuando salía por algunos instantes al jardín, como hoy, para observar las estrellas, sentada en algún sitio, la veía con aquel rostro algo cansado, se preguntaba si su vida en este tiempo le sería demasiado agitado, por el tono incluso carente de color, que reflejaban sus mejillas, pareciendo incluso más pálida, bajo la luz de las estrellas, sentía un enorme deseo de bajar de entre las sombras que lo cercaban, para permanecer únicamente sentado junto a ella, como tantas otras veces lo hacía, sentir su aroma llenando el lugar o al menos era lo que a él le parecía era magnifico, pero de pronto aquel aroma se confundía fuertemente con el de las lagrimas, pudiendo observar que ellas se cristalizaban en el borde de las oscuras pestañas de Kagome.
Estuvo a punto de bajar para abrazarla y consolar su tristeza, pero vio como de se acercaba la figura de aquel a quien deseaba destazar desde hacía mucho, de alguna forma su razón le decía que la culpa tampoco era de ese tal Hojo, en este triángulo el único culpable era él… cerró sus ojos y permaneció en aquella rama sentado esperando a que ese humano, una vez mas se llevara dentro de la casa a Kagome, sintiendo que le arrebataba lo más preciado para él… como siempre se quedaría en ese lugar, viendo como la última luz encendida se extinguía, logrando que la sangre le circulara con rapidez por las venas, con unos deseos, casi incontenibles de abrir con sus garras el techo y arrancar a Kagome de los brazos de ese estúpido, que creía que por haber hecho un compromiso legal con ella y por poner en su dedo aquel anillo, era su dueño…De pronto las voces de quienes estaban bajo el árbol lo alertaron.
¿Vas a entrar?...- preguntó el hombre a su esposa, tomándola por los hombros en señal de que lo acompañara, desde hacía días la notaba extraña y alejada, lo cierto es que desde siempre su relación ha sido mas de un gran cariño que de amor, él por su parte siempre la ha amado y a pesar de que cuando acepto finalmente ser su novia sabía bien que su corazón era cautivo por un amor antiguo, creyó que el tiempo lo ayudaría a borrar cualquier huella de el…Pero ya han pasados años, en los que no ha logrado nada, notando como por las noches la mujer salía contemplar las estrellas, entre infinitas lagrimas, que la mayor parte del tiempo, no se atrevía a interrumpir.
No… luego lo haré…- respondió suavemente intentando ocultar su voz temblorosa debido al llanto, la noche estaba hermosa, de seguro en el Sengoku se vería mucho más clara y esplendorosa.
Esta bien… no te quedes demasiado, esta helando…- contestó Hojo, comprendiendo que no había mucho mas que pudiera decir, ella solía ser muy testaruda, por lo que se limito a darle un beso en la frente y volver al hogar.
Inuyasha observó la escena por completo sobre aquella rama, intentando no hacer el más mínimo ruido, para no alertar a nadie, pero en cuanto vio a ese hombre irse dejando sobre Kagome un beso, crispo sus manos de la rabia, ella era suya, lo había sentido en cada rincón de su piel durante aquella entrega… pero ahora sentía que cada día que pasaba se la arrebataba de las manos, sumergiendo sus esperanzas de tenerla por siempre…una fría brisa movió las hojas alrededor de él, meciendo con suavidad su cabello plateado, al igual que las hebras del cabello azabache de ella, que comenzaba a frotar sus brazos a causa del clima…
Se sentía tan miserable engañando al hombre que le había ofrecido una vida maravillosa, con sus manos abiertas, definitivamente Hojo no se merecía lo que ella le estaba haciendo, pro primera vez, después del tiempo que llevaban casados, comprendía que nunca fue justo, que aunque él siempre supo que su corazón le pertenecía a su primer amor, no debió jamás casarse...el alma se le oprimía dentro del pecho de solo pensar en no estar ya nunca mas junto a Inuyasha, ese hanyou terco que fue poco a poco clavándose en su alma, para luego dejarla para cumplir con aquella promesa… ya hora venía con un te amo en los labios, pensando en que ella debía estar ahí para él…
Que egoísta eres Inuyasha…- dijo en un hilo de voz, imperceptible, para cualquier oído humano, apoyando la cabeza en una de sus manos, encorvando su espalda, como si cargara sobre ella un enorme peso… el de la culpa probablemente, pero no pudo continuar con las recriminaciones que había emprendido, pues sintió sobre su espalda el peso de una tela, que primeramente pensó sería Hojo, quien la había traído, como tantas otras veces preocupándose por ella, pero el aroma que llenó sus sentidos, era inconfundible, era el mismo aroma que traía impregnado el la piel, en aquella oportunidad en la que decidió volver a los brazos de su esposo.
Levantó la cabeza con premura, para encontrarse con al figura imponente de aquel ser, que de pie junto a ella, observaba como tantas otras veces un cielo azul estrellado, impresionándola solo con su presencia, pero solo pudo bajar la mirada una vez más, estaba apesadumbrada y triste, amarlo le había significado la dicha mas enorme que hubiera conocido, pero igualmente la lleno de la angustia mas grande.
¿Qué haces aquí?…- preguntó con la voz, tan disminuida que él no pudo menos que mirarla, sentía que estaba sufriendo-
Llevó días viniendo…- respondió buscando la respuesta que encontraría en los ojos de ella, que no se dejo esperar, lo miro primeramente sorprendida, quizás por no esperar lo que él le decía, pero luego sus ojos comenzaron a cambiar, tornándose chispeantes de furia, ¿quién se creía él?...
¿Qué derecho crees tener, de venir a arruinar mi vida de este modo?...- dijo poniéndose de pie, encarando a Inuyasha, quien sentía que no tenía argumentos que refutaran tal reclamo – ahora toma tu haori y vete… por favor…- la última frase salió de sus labios, como si la sola idea le rompiera el alma, pero debía alejarlo, después de todo se había acostumbrado a vivir con al dolor de no tenerlo, de saber que nunca sería suyo… y ella no podía hacerle esto a Hojo… no ahora que habían decidido ser finalmente padres…
Kagome…yo…-quiso decir algo en su defensa, pero las palabras no salía de su boca… de que manera podía decirle que la quería junto a él, si ella tenía razón en sus reclamos, pero aún así, sus sentimientos se abrieron paso a través de sus labios, que temblaron de forma leve, antes de emitir un nuevo sonido -… te amo…
Ella sintió como las lágrimas se agolpaban en sus ojos sin remedio, al escuchar aquello que espero por tanto tiempo oír, sin embargo, aunque en este momento atesoraba ese sentimiento en su alma igual que en el pasado, no podía recibirlo.
Inuyasha… ¿no puedes comprender el sufrimiento que me causas?...- preguntó dejando que sus mejillas se humedecieran, sin quitar su mirada de los ojos dorados que la observaban entristecidos y de pronto los dedos de Inuyasha, quien no se sentía capaz de decir nada ante lo que ella le reclamaba, comenzaron a retirar las lagrimas.
Por qué no podía dejar de amarlo, era lo que se preguntaba en su interior, mientras que acercaba su mano, hasta la que él tenía sobre su rostro, acariciándola, aferrándose a ella, como a una tabla de salvación en medio del mar, cerrando sus ojos, mientras que sentía la calidez del inminente abrazo.
Ves que aún te puedo tocar con un dedo de amor
Puedo hacerte temblar cuando escuchas mi voz
No esta todo perdido si quema mi fuego tu piel,
Cuando digo tu nombre
Se acercó tanto a ella, que por un momento olvidó todo, el lugar en el cual se encontraban, las circunstancias que ahora los rodeaban, todo… la aferro a su cuerpo, dejando caer de su espalda la roja vestimenta que la cubría del frío, pretendiendo darle la paz que él mismo le había arrebatado, que irónico parecía, pero lo único que deseaba era acallar su dolor, demostrarle de algún modo que no estaba todo perdido.
Se que no todo acabó, el amor sigue aquí esto no terminó
Tú me miras así, como ayer
Tiene tanto poder lo que siento,
Ves que lo nuestro es eterno.
Entonces el enlace se vio violentamente roto, al escuchar tras de ellos, la voz masculina de Hojo, que le decía desde la puerta de la casa a Kagome unas palabras, intentando divisar su figura oculta entre las sombras que formaba las hojas del árbol sagrado, que en esta ocasión pareció ayudarlos, para evitar ser descubiertos.
Kagome ya es tarde…- anunció, en voz alta.
Inuyasha sentía como su sangre corría con violencia, deseando hacer trizas a ese hombre… pero sabía bien que no se lo merecía, que horrible era ver a un rival frente a ti y además saber que quién esta haciendo algo incorrecto eres tu, aquello te incapacita y te ata de manos.
Enseguida…- respondió con la voz algo agitada, pues al escucharlo hablar tras de ella, no pudo evitar que el corazón le diera un enorme salto al pensar en estar siendo descubierta, sabía reconocer la frustración en los ojos de Inuyasha, lo sostuvo con fuerza por una de sus muñecas, para evitar que esto terminara de una peor manera.
Esta bien…- respondió el hombre mientras que entraba una vez más, en espera de su esposa.
Lo miró a los dorados ojos una vez mas, sin tener el valor de despedirse de él, tenía tanta razón, no podía olvidarlo, no lo haría jamás y la frustración en su mirada, le hablaba de la pena en su corazón.
Yo te puedo amar
Déjate llevar
Podía ser tan fácil, escapar con él a la época antigua y olvidar esta vida, pero ella no era así, por el contrario, en parte su afán por hacer las cosas correctamente la tenían en esta situación.
Mañana iré al Sengoku…- dijo en voz bajita, viendo como los ojos de su hanyou se iluminaban levemente.
Promételo… sabes que si no, vendré por ti y esta vez no me importará ese… humano…- dijo, sosteniendo la mano de ella, que ya emprendía el escapé.
Lo prometo…- respondió mientras que acariciaba la mejilla de él, y se acercaba a sus labios rozándolos fugazmente, pero Inuyasha no se conformaba solo con eso, la jaló nuevamente hacía su cuerpo, tomando sus labios esta vez, con algo mas de pasión, abrigándolos con fuerza entre los suyos, Kagome por un momento se sintió perdida en aquella caricia, pero luego solo rompió el beso -…mañana… lo prometo…
Ves que mi amor es tu amor, que tu ausencia es dolor
Que es amargo el sabor si no estas si te vas
Y no regresas nunca más
Aquella resultó ser una promesa que le dejo un dulce sabor en el alma, a pesar de la incertidumbre, deseaba tenerla, amarla, hacerla su mujer por siempre, pero una pequeña luz se encendió en su interior, luego de aquel fugaz beso, al que respondió sin pensarlo demasiado.
La mañana siguiente llegó y Kagome no aparecía, se estaba desesperando moviéndose de un lado a otro fuera del pozo.
Dijo que hoy… aún es temprano…- decía intentando calmar su temor a que ella ya no llegara más,… ¿y si se había arrepentido?...la sensación de perdida se apoderaba de su corazón… qué haría si ella no llegaba…
De pronto un inconfundible aroma llegó hasta él, indicándole que la fin estaba aquí, no espero a que saliera de aquel paso entre los tiempos, por si sola, entró en el y salió con ella entre sus brazos, saltando por las copas de los árboles para alejarse de todo y de todos, evadir la razón de sus encuentros fugaces evitar que alguien se la arrebatara. Sentía como ella se abrazaba con fuerza de su cuello e Inuyasha sabía bien que no era por temor a caer, quizás su mayor miedo era compartido, separarse.
La dejó con suavidad en la hierba y se sentó tras de ella, abrazándola desde la espalda, mientras que eran cobijados por la sombra de un gran árbol a la orilla de un río, ella solo sonrió al recordar que en alguna ocasión hacía años ya, encontró hermoso aquel mismo lugar.
Sé que aquí te gusta…- dijo él con la voz, ronca y honda, leve, pegado a su oído, y aferrándola a su cuerpo.
Que aún te puedo llenar con mi piel
En tu piel de pasión
Que aún se puede salvar la ilusión
Para volver a respirar… en tu corazón
La horas pasaron dejando a dos seres entregados en un mar de caricias, estaba nuevamente siendo amada del modo mas sublime que había conocido, sabía bien que le pertenecía al hanyou que se encontraba musitando un sin fin de inteligibles palabras de amor y deseo, sintiendo como se apoderaba de sus sentidos, esperando que ella a través de este ritual de amor, inevitable para los amantes, comprendiera que no había mas vida que la que él le podía dar, que si no estas completo, no vives…la contemplaba, cubierta precariamente por su haori, que ya era la segunda vez que les servía de manta, Kagome lo observaba con los ojos iluminados, recobrando poco a poco el ritmo de su respiración, mientras que él continuaba acariciando su cabello, ya que inevitablemente el vértigo de pensar en que tal ves esta sería la última vez, se apoderaba de su ser.
Ves que me acuerdo de cada detalle de ti
Que es mi único sueño el hacerte feliz
Que no importa lo que haya pasado
No importa el dolor si hoy estas a mi lado
Al atardecer de aquel día, nuevamente debía estar en su hogar. Inuyasha la llevó hasta el pozo y antes de dejarla partir, luego de detenerla algunas veces, la volvió a besar, temiendo que se le olvidara el sabor de sus labios, antes de volver a tenerla, la amaba, con cada parte de sí, deseaba que ella comprendiera que aunque estuviera pisoteando su orgullo al compartirla, él lo haría con tal de que no le faltara su aliento.
¿Volverás mañana?...- fue la pregunta temblorosa que dejo salir desde sus labios…
Si amor… mañana…- respondió con tanto dolor como amor en su mirada, observando los suplicantes ojos dorados de aquel ser que ya no podía extirparse de la piel.
Yo te puedo amar, déjate llevar
Ves que mi amor es tu amor, que tu ausencia es dolor
Que es amargo el sabor si no estas si te vas
Y no regresas nunca más
Nadie lo preparó para pasar el día entero en espera de ella, al otro lado del pozo, para finalmente al caer la noche llegar hasta el templo en que Kagome habitaba y no encontrar en el a nadie, ni rastros de ella, ni de su olor… nada, simplemente se había marchado…
Que aún te puedo llenar con mi piel
En tu piel de pasión
Que aún se puede salvar la ilusión
Para volver a respirar… en tu corazón
…En tu corazón…
Continuara…
Espero que les haya gustado esta continuación, hubo solo un amago de lemon, pero en realidad el lemon no es el fuerte de este historia, aunque quien sabe si al final me decido no?... bueno solo pedirles que dejen sus opiniones que me sin necesarias…
Muchas cariños a quienes si han leído esta historia y han dejado revies…
Suzi: lamento hacerte llorar, creo que este también te puede causar penita… pero las historias como esta no son fáciles…
Sango900: Espero que no andes dando mas libretazos por ahí, en ocasiones los sentimientos se expresan mejor a través de una canción, claro que "Desnúdate mujer"?...¿que clase de amigos tienes?...
Lorena: definitivamente pobre Hojo, pero aún no termina la historia, quién sabe ¿no?
Linli chan: Espero que este capítulo haya sido de tu agrado
Lina Chan17: Aquí esta la actualización, con una canción que espero sea de tu agrado como las anteriores
Besitos
Anyara
