Bueno, como el tema da para mucho, decidí poner un segundo final alternativo. Si, ya se que en el capítulo dentro de la fatídica carpeta verde lo que hay es un recuento en el futuro, pero siento que todo lo que podía poner al respecto lo puso Annie Malfoy en su drabble (¿Pero porqué tanta fijación en querer emparentarse con Draco? ¿Que nadie oyó lo que Jo dijo en el chat de julio?).
Dejando los corajes aparte, esta vez el pseudo-final es un poco mas largo y con más personajes de por medio. Sigo analizando el hacer otro final apócrifo con el bendito recuento que tanto me han restregado en la cara, pero por mientras...
Todos los personajes son creación y obra de la señora JK. Que conste...
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TUTTO E FINITO
Final 2
Harry se encontraba tan agotado como agotado se podía estar, sentía que había prestado energía a su varita para la pelea. No obstante, no podía darse el lujo de descansar; tener a Lord Voldemort desmayado no duraría mucho y, aunque pudiera paralizarlo, no podía determinar que hacer con él. Algo era cierto: no lo mataría, pues Harry no se sentía tan sanguinario como Voldemort o los mortífagos.
Después de tomar un poco de aire, Harry arrastró el cuerpo inconciente de Voldemort y lo sacó del Gran Comedor. Afuera, lo esperaban Colagusano y Dumbledore, los únicos magos que no evacuaron el área tras la alarma dada por Percy. Al ver salir a su amo, Colagusano salió disparado hacia él («Mi señor, se encuentra bien mi señor?») y le dio lo que parecía un amoroso abrazo, pero -como sabían Dumbledore y Harry- en realidad era un intento por limpiar a Lord Voldemort de cualquier cosa provechosa para Colagusano.
Tan pronto se sintió protegido por la presencia de Dumbledore y la inspección de Colagusano, Harry cayó rendido al suelo sin querer hacer nada mas que descansar, aunque eso requiriera dejar de respirar. No quería saber ni del estado de Hermione, ni de como entró Voldemort libremente al castillo, ni de donde estaba el resto de Howarts. Harry solo quería descanzar y solo eso. Pero Dumbledore se sentó junto a él y, con esa mirada misteriosamente tranquilizante le dirigió una sonrisa que convenció a Harry de que respirar era un lujo que se podía dar tras capturar vivo a Voldemort.
En ese momento, Potter se detuvo a pensar en el cariño que tenía hacia su director. No era amor como el que sentía hacia Hermione, ni compañerismo como el que tenía hacia Dean, sino algo más. Quizás lo que un nieto podía sentir hacia su abuelo favorito, o lo que alguien sentía con su mejor amigo, pero estaba totalmente seguro de que ni muggles ni magos tenían una palabra para ese tipo de lazo que sentía.
Cuando Colagusano terminó el inventario de todo lo que traía Voldemort, («Mi señor, no sabía que tuviera un Rolex original. Si quiere yo se lo cuido...») Dumbledore se puso de pie y con él Harry.
-Bueno, ahora que has decidido perdonarle la vida- dijo Dumbledore, como leyendo la mente de Harry- debes de tener en mente un lugar donde ponerlo.
-Pues la verdad... no...- respondió Potter algo avergonzado -pero, supongo que lo podríamos poner en la Casa de los Gritos.
-¿La qué?
Colagusano de repente dejó de revisar el Rolex de Voldemort y tomó parte de la conversación.
-La Casa de los Gritos,- repitió Dumbledore -de los cuatro aquí presentes tu 'deberías' de saber más sobre ella.
-Si, solo que no considero bueno que mi señor esté tan cercas de Hogwarts...
-Lo cual nos deja de nuevo sin lugar para encarcelarlo- señaló Harry
-No se preocupen- dijo de improvisto Colagusano con una retorcida sonrisa en la cara -de eso me encargo yo...
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-No es posible que Colagusano no sepa como teletrasportarse, hasta los gemelos sabían como hacerlo- dijo amargamente Hermione, aún con el brazo izquierdo inmovilizado
-¿Podrías dejar de mencionar tan seguido a los gemelos?- respondió Ron -Solo haces que mamá se sienta peor
-Pero es que no es posible que Colagusano nos tenga ASÍ- dijo Hermione tratando de defenderse
-Si no deja de quejarse, señorita Granger, yo mismo me aseguraré de que tenga un final similar al de los Weasley- agregó Snape
Tanto Snape como el resto de los sobrevivientes de la Orden del Fenix custodiaban a Voldemort mientras esperaban a que Pettergrew se orientara. Percy había usado sus influencias como Ministro Temporal de Magia para pedir al gobierno muggle el transporte adecuado para la operación. El pretexto que usaron para alejar a los noticieros muggles de la caravana de camionetas de la policia fué que Lord Voldemort era un líder de un grupo terrorista del cual era parte Sirius Black («¿Como es que el padrino de Harry no nos hizo el favor de matarlo si era amigo del tal Lord Loquesea?» dijo el tío Vernon al ver la noticia en la televisión).
Al frente de la caravana, Pettergrew daba vagas instrucciones al chofer de una camioneta que guiaba al resto de los carros. Conforme avanzaban, las casas pequeñas y apretadas iban desapareciendo poco a poco para dar paso en el paisaje a hogares más grandes y antiguos, repletos de árboles y jardines tan grandes como una casa de Private Drive. Justo cuando Hermione empezó a creer que Colagusano estaba perdido, («¿Nadie piensa prestarle un mapa?») la caravana de autos empezó a detenerse.
Al asomarse, Harry reconoció casi al instante donde se encontraban
-Pero si es...
-¿Que pasa, señor Potter? ¿Le comieron la lengua los mortífagos?
-No, solo que es la--
-¡La Mansión Ryddle!- dijo Colagusano con voz en cuello cuando bajó de la camioneta -¡Uno de los escondites favoritos del Señor Obscuro! Le traía malos recuerdos, así que no era nuestra guarida mas frecuente. Solía decir que era su 'casa de verano'.
-Al menos no dijo 'motel'- señaló Ron, seguido por algunas risas de fondo
-Dios, por un momento juraría que George se levantó de la tumba- terció Ginny
-Pettergrew, una pregunta
-¿Que se te ofrece, Severus?
-¿Como podemos tener la seguridad de que este plan no fue creado por Voldemort y usted en caso de que él fuera capturado?
-Severus, Sev, Sevie... ¿crees que aún le sería leal a alguien que me hubiese hecho esto?- dijo Colagusano levantando su mano metálica
-Si traicionaste a un amigo sin incentivo alguno, no veo por que no lo harías con un 'terrorista'- señaló Lupin, mientras bajaba de otro de los vehículos de la caravana con varita en mano
-¿Porqué sigues insistiendo en ESO?
-Por qué si James siguiera vivo- reprochó Lupin mientras levantaba del cuello a Colagusano -nada de esto hubiese pasado
-Tienes razón Remus- dijo Dumbledore de improvisto -si James siguiera vivo su hijo nunca hubiese debilitado a Voldemort, y ni siquiera sospecho donde estaríamos escondidos si los mortífagos aún estuviesen unidos bajo su poder. Así que sugiero que se tranquilicen un poco y después ayuden a la instalación de la celda de Voldemort.
Después de terminar de hablar, Dumbledore se dirigió hacia la vieja mansión adelantándose al resto de los magos. Una vez que Albus se adelantó lo suficiente, Colagusano se dirigió a la mansión Ryddle mientras le gritaba a Lupin frente a todos:
-Ya oíste lobito, comete un chocolate y tranquilízate.
Lupin no tuvo otra que tragarse todo su enojo e ir a ayudar a Dumbledore.
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Cuando Lupin dió alcance a Dumbledore, este vio como el director de Hogwarts miraba como hipnotizado a un cuarto totalmente vacío, sin ventanas o muebles. Tras uno o dos minutos de inactividad, Albus dijo entre dientes:
-Este es el cuarto
-¿Qué cuarto?
-Oh, Remus, -dijo Dumbledore algo asustado volteando hacia atrás- no me había dado cuenta que estabas tras de mí, yo solo estaba--
-¿Contemplando un cuarto vacío?
-Poniéndolo de esa manera, si.
Tras unos segundos de silencio, Dumbledore suspiró profundamente y le dijo al licántropo:
-Remus, hazme un favor y trae unos cuantos tubos metálicos viejos del ático.
-¿Y usted cómo sabe que hay tubos en el ático?
-Este... solo... tráelos.
-Si usted dice...
Lupin salió del cuarto aún con la duda de como había tanteado Dumbledore lo de las tuberías si recién había entrado a ese lugar, extraño y ajeno para la mayoría de los magos de la Orden. Tras caminar unos pasos, volteó de nuevo hacia el cuarto y logró ver a Albus observando el cuarto con una mirada vaga.
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A pocas horas de la llegada a la Mansión Ryddle, tres magos vigilaban a Voldemort encerrado en una jaula improvisada con algunos hechizos y la dichosa tubería del ático. Colagusano, uno de los vigilantes, pasaba el rato haciendo rechinar su silla y golpeteando el piso de caoba fina con los pies. A su derecha, Ron Weasley jugueteaba sin hambre con una bolsa con cubierta metalizada de grajeas Bertie Bott de todos los sabores mientras Severus Snape trataba de leer un libro.
Lo extraño era que de los cuatro, Severus parecía ser el único en mostrar frustración por el ruidoso ambiente en el que estaba metido. Entre los movimientos ruidosos de Pettergrew, el sonido de la bolsa de Ron y uno que otro chasquido de Ryddle con su lengua, Snape se impacientó hasta explotar repentinamente:
-¡¿Podrán dejar de hacer ruido durante UN MALDITO SEGUNDO?!
Ryddle rió entre dientes y Ron dijo en voz baja algo así como «Uy, que genio», después de lo cual ambos no hicieron mas ruido que el necesario. No obstante, Colagusano seguía haciendo ruidos con manos y pies. Justo unos segundos antes de que Severus volviera a explotar en una forma mas violenta, se abrió la puerta.
-Ron, terminó su turno -dijo una voz joven
Harry y Albus Dumbledore aparecieron al otro lado de la puerta. Severus fue el primero en salir, murmurando algo similar a «Al fin puedo salir de este infierno» mientras Ryddle volvió a reír a discreción. Después entró Dumbledore al mismo tiempo que salían Pettergrew y Ron. Harry, que aún no había pasado por la puerta, agarró a Ron del brazo para platicar un poco con él.
-¿Cómo estuvo el turno?
-Hubiera estado bien de no ser por la siempre simpática presencia de Snape y esa grajea Bertie Bott sabor a vómito que me comí.
Harry se quedó mirando a la bolsa como tratando de unir un cabo suelto que tenía que ver con lo que el pelirrojo acababa de decir. Ron, creyendo que Harry quería las grajeas, le dio la bolsa y le dijo:
-Si quieres, quédatelas. Yo ya les perdí el gusto...
Aún confuso por el comentario, tomó la bolsa y entró a la improvisada prisión.
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Casi a medio turno, Harry sintió el llamado de la naturaleza. Intentó en vano pensar en otra cosa, cruzar las piernas y entretenerse haciendo flotar a las pepas Bertie Bott sobrantes. Cuando no pudo más, dirigió su mirada a Albus y le tocó el hombro.
-Señor director, ¿puedo ir a...?
Dumbledore movió la cabeza en señal de afirmación. Poco antes de salir, Albus le dirigió unas últimas palabras
-¿Harry?
-¿Sí?
-No te preocupes
Extrañado por la frase, Harry corrió a buscar el baño. En tanto, Ryddle dirigió su mirada hacia Dumbledore con aire desafiante. Tras unos segundos, Voldemort rompió el silencio.
-Es muy valiente de su parte quedarse solo cuidándome
Tanto Dumbledore como Ryddle se pusieron de pie manteniendo el contacto visual
-Sé lo que quieres hacer
-¿Y qué es entonces, Albus?
-No me puedes intimidar. En una mente ordenada la muerte no es otra cosa sino el final de un ciclo.
-Hablas como si quisieras la muerte
-Y tú como si la odiaras a pesar de todo lo que hizo por tí en tus buenos años
-Solo hay una manera de averigüarlo...
Cuando Harry se aproximaba de vuelta al cuarto vio una luz de un verde intenso salir de la celda de Ryddle. Notando el extraño suceso, Harry apresuró el paso para llegar. Al entrar vio a Voldemort jadeando con una mano abierta y extendida y a Albus Dumbledore tirado inconciente en el suelo, con los ojos abiertos. Esos ojos azules, aún de un color intenso, aún emanando esa energía especial, como queriendo transpirar por última vez la paz y tranquilidad que habían emanado desde la primera vez que los miró. Ahí estaba Albus, mirando inerte hacia la nada. Como Cedric, como Sirius, como Fred y George...
Inconcientemente, Harry tomó su varita y la alzó en un movimiento rápido hacia Voldemort, quien respondió solo con una mirada desafiante. Casi sin pensarlo, Harry apretó la varita y dijo en un grito:
-¡Avada Kedravra!
Una luz verde aún mayor que la de la última vez surgió de la varita, inundando toda la mansión. Cuando la vieja casona recobró su iluminación anterior, Voldemort cayó hacia atrás de un solo golpe en el suelo sin cerrar los ojos. Harry miró primero a Voldemort y luego a su mano, con la vara entre los dedos y las venas de la mano aún saltadas. No podía creer que lo había hecho. No podía creer que había faltado así a su palabra. No podía creer que había sido capaz de hacer el mismo acto salvaje que Lord Voldemort había hecho antes millones de veces. Pero lo hizo.
Tras unos segundos, llegaron a la puerta del cuarto Lupin, Colagusano, Tonks, Hermione, los Weasley, Snape y OjoLoco. Ignorándolos, Potter cayó de rodillas aún pensando en lo que le había hecho. Le dolían la mano derecha y los huesos por el esfuerzo, pero le dolía aún más el alma por la muerte de Dumbledore. Tras soltar la varita, Harry tocó con la mano derecha su frente y se dio cuenta que por primera vez en su vida no sentía dolor o sensación alguna en su cicatriz.
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