Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen. Está obra no es de carácter lucrativo si no lúdico.
1.
Los siguientes meses a la muerte de Voldemort fueron complicados. Todos dedicaban esfuerzos titánicos a tareas que les mantuviesen ocupados. Sabían que si paraban la realidad, las muertes, la destrucción, todo eso les golpearía de una forma devastadora.
Harry y Ron se centraron en su entrenamiento para Autor. Casi parecían adictos a su trabajo. Había demasiados Mortífagos sueltos aún.
Hermione, por su parte, se centró en la reconstrucción de Hogwarts. Cuanto antes acabasen antes podría cursar su último año.
-Hermione, Profesora - se escuchó en el Gran Comedor.
Las aludidas levantaron la cabeza de sus respectivos libros al escuchar la familiar voz que les llamaba.
-¡Harry! ¡Ron!
Hermione se levantó del banco donde estaba sentada y se lanzó a abrazar a sus amigos.
-Potter, Weasley, dichosos los ojos, ¿qué hacen aquí? Espero que no se hayan replanteado el cursar séptimo.
McGonagall se acercó a sus ex-alumnos, a quienes quería que siguiesen conservando el prefijo "ex".
La cara de Ron, que seguía teniendo un profundo respeto -y algo de miedo cabría añadir- por su antigua profesora fue un cuadro.
-Eh... no, no, yo... nosotros...
-Prff... Minerva, hazme el favor, no me apetece que Ron se desmaye.
-¿Yo? Pero si no he hecho nada - se defendió la mujer con fingida ofensa.
Los chicos se miraron entre ellos, sorprendidos por la confianza que parecían tenerse las brujas. Pero se encogieron de hombros. Casi cuatro meses de convivencia y posguerra podían unir.
-En realidad necesitamos vuestra ayuda - dijo Harry, retomando la conversación.
-Claro Harry, ¿qué ocurre? - Hermione siempre estaba dispuesta a ayudar a su amigo.
-Hemos requisado todos los giratiempos, creemos que son una amenaza si cayesen en malas manos.
Minerva asintió con expresión seria, el muchacho tenía razón.
-Queremos eliminarlos, pero... ninguno en el ministerio tenemos tanto conocimiento para lidiar con objetos tan peligrosos.
-En resumen, necesitáis que os ayudemos a destruirlos sin causar alguna catástrofe - McGonagall les miraba sobre sus gafas.
-Exacto, sabemos que es la más enterada sobre el tema, Profesora, después de...
Las palabras del chico crearon una espesa nube negra sobre el ánimo general. La muerte de Dumbledore pesaba aún demasiado.
-Por supuesto que os ayudaré - respondió la directora, intentando disipar cuanto antes la repentina tristeza.
-Voy con vosotros - dijo la chica dorada con determinación.
Harry y Ron asintieron, y McGonagall solo le miró. Su estoica expresión se vio momentáneamente rota por una especie de tristeza y añoranza en sus ojos. Pero fue tan breve que Hermione se preguntó si no se lo habría imaginado.
Mientras caminaban hasta el límite de los terrenos de Hogwarts, dónde podrían aparecerse, la muchacha miró a su espalda, observando el trabajo de restauración que habían hecho los últimos meses. El castillo estaba a punto para recibir a los alumnos en un par de días.
Cuando llegaron al ministerio, Ron y Harry les llevaron hacia una cámara acorazada donde se guardaban objetos potencialmente peligrosos. Volver al Departamento de Misterios después de tanto tiempo hizo rememorar a Hermione los horribles momentos pasados en aquel lugar. Al atravesar la puerta e le pusieron los pelos de punta, las protecciones mágicas que tenía aquella habitación podrían compararse a las de Hogwarts.
-Muchos de los Inefables que se encargaban de estas cosas murieron cuando Voldemort tomó el Ministerio, por eso necesitamos su ayuda - explicó Ron que había recuperado el habla.
Cerraron la puerta para evitar que, de ocurrir cualquier cosa, se quedase en la cámara. Sobre una mesa se encontraban los giratiempos, en total la chica pudo contar veintisiete, más de los que esperaba.
-Se necesitan dos personas para desactivar cada giratiempo, uno se encargará de mantener estable la magia y el otro desactivará los encantamientos. Son tres, uno por cada aro y el tercero en el reloj de arena.
El Trío de Oro asintió, se sentían de nuevo alumnos de la mujer. Minerva le explicó a Hermione detalladamente el proceso de desactivación de cada parte, ella se pondría con Harry y la directora con Ron -era el que tenía más posibilidades de cagarla-.
-Hermione...
La chica miró a su profesora ¿habría olvidado algo?
-Ten cuidado - dijo tras un pequeño silencio.
Hermione le miró extrañada, McGonagall siempre había confiado en sus habilidades.
-Ya solo quedan siete.
Los chicos estaban exhaustos después de haber desactivado una veintena de giratiempos.
-Deberíamos descansar - sugirió Ron.
-Descansad vosotros ¿seguimos nosotras Minerva?
La bruja asintió, parecía tener prisa por acabar con la tarea. Comenzó a pronunciar los encantamientos, Hermione miraba a su maestra con admiración. Al terminar con el primer aro y sintiendo la mirada de la joven sobre ella, levantó la vista. Entonces hubo una fluctuación. Hermione no se esperaba que fuese a pillarle mirándole de aquella manera y se puso nerviosa.
-No...
El encantamiento se desestabilizaba. Hermione sabía que era inevitable, vio el miedo en la mirada de Minerva y solo pudo pensar en poner a salvo a todos, si es que podía.
-¡Hermione! - se escuchó a Harry gritar mientras se acercaba corriendo.
Ella no podía permitir que nadie sufriese por un error suyo, así que con una mirada de disculpa apuntó a sus amigos y a su profesora con la varita.
-¡Depulso!
Mientras los tres volaban hacia el lado opuesto de la habitación una luz salió del giratiempo, envolvió a la muchacha y luego implosionó, dejando todo en un silencio sepulcral.
Esto es solo el epílogo. El fic tendrá capítulos cortos, pero está planeado oara que dure bastante. Quería esperar a tener bastante escrito para subirlo, pero... venga, ¡hoy es el cumple de Minerva! :D
Felisidades uwu
Espero que os guste. A mí me gustan los reviews y contestarlos, así que me los podeis dejar uwu.
En cuanto termine el siguiente lo subo que ya está casi acabado.
Bisus!
Yomi~
