CUANDO LAS SOMBRAS NOS CUBRAN

Escrito Por Ula Herarc

Capitulo VII: La ciudad de los seres sombra

El grupo de Hokuto había estado viajando toda la noche desde que se separaron de los demás, y ahora la mañana estaba bastante avanzada.

La plataforma se dirigía a Providence, Road Island, Nueva Inglaterra; donde se encontraba el laboratorio  de Curwen.

Y si no era demasiado tarde, detendrían aquel desgraciado hombre, de invocar  un mal irreversible.

En todo este tiempo, Hokuto y Guru Clef habían estado conversando en voz baja en una esquina de la plataforma y el rostro serio y grave del Mago, les indicaba a todos que la misión no iba a ser cosa fácil.

Yuzuriha se había acostado en una esquina de la plataforma, pretendiendo dormir. No tenía  deseos de hablar con nadie aquella mañana, ni siquiera con Sorata, que siempre le levantaba los ánimos.

Estaba intrigada y tenia una sensación muy peculiar en la boca del estomago cada que pensaba en aquel sujeto.

Aquella noche – y severas noches anteriores – Yuzuriha había tenido una serie de extraños sueños en el que aparecía un hombre de largo cabello rubio. El hombre le proporcionaba compañía, le hablaba y le escuchaba; era extraño, puesto que en ningún otro sueño  que hubiera tenido había experimentado ese tipo de interacción con alguien.

Así que curiosa por la extraña naturaleza  del sueño, decidió que la próxima vez que lo tuviera desplegaría su poder, en un intento de comprender quien era exactamente aquel hombre y por que soñaba con el.

No era que no le agradara, al contrario, se sentía muy cómoda con el.

Siempre que se sentía triste o preocupada, sabia que le podía contar sus preocupaciones, y que el le escucharía y le aconsejaría, haciéndola sentir al final mucho mejor.

La personalidad del hombre era extremadamente gentil (y melancólico al mismo tiempo), peor siempre que le veía, la hacia sentir extrañamente feliz.

Pero sin embargo, ella sabia que algo ocultaba aquel hombre, algo que le  hacia sentir triste y miserable, aunque nunca lo mostraba, ella lo sabia, lo percibía.

Pero lo que mas le había angustiado es que el solo parecía tener oídos para ella, pero nunca para el.

No sabía su nombre, no sabia si era real, no sabia por que estaba en su sueño.

Entonces, aquella noche que había vuelto a soñar con el, decidió llevar acabo su plan y había descubierto su verdadera identidad.

El corazón de Yuzuriha se había llenado de tristeza y a pesar de las suplicas del hombre de que se quedara con el, ella decidió despertar.

Cuando abrió sus ojos, vio que era muy temprano por la madrugada.

Yuzuriha había descubierto que aquel hombre, al que había considerado por un momento su amigo, era Kyaku, dragón de la tierra.

Y que su sueño, no era realmente su sueño, si no el ensueño de Kyaku, quien le había permitido entrar a el, cada que ella dormía.

La revelación había afectado gravemente los sentimientos de la joven.

No sabia que pensar. Por un lado, aun había en ella aquella vieja rivalidad entre dragones de la tierra y del cielo, y eso le decía que debía permanecer alejada de el.

Pero algo muy dentro de ella le decía que eso era estupido, ella quería… quería estar con el…

"Yuzuriha…", la voz de Hinoto resonó en la cabeza de la muchacha.

La dragón abrió los ojos y se enderezó.

"No te hará daño, no te preocupes", dijo la voz de Hinoto.

- ¿Pero que? – Yuzuriha parpadeo, perpleja - ¿Dónde estas Hinoto?

"En Céfiro", le contesto.

- ¿Pero como sabes sobre…?

"Solo lo se", contesto la dream-watcher.

Debió de haberlo imaginado, después de todo Hinoto era una vidente. Yuzuriha se entristeció.

"Si el echo de que el sea un dragón de la tierra es lo que te preocupa, no debería. Les debería de quedar claro que la pelea ya termino hace mucho, con el sello de Victoria de Kamui"

- No lo se Hokuto… - Suspiro Yuzuriha – No se que pensar… Yo creí que era mi amigo, pero el nunca me habla sobre el, es como si no confiara en mi.

"No deberías esperar tanto de la gente, al contrario, deberías estar agradecida por lo que ya has  recibido de ellos.",  le decía Hinoto, "Kyaku es un hombre muy misterioso"

- ¿Quién es exactamente Kyaku? – Pregunto Yuzuriha, tratando de entender la naturaleza del dragón de la tierra.

Hinoto Sonrió.

"Tal vez eso se lo deberías preguntar a un dragón de la tierra"

Yuzuriha permaneció en silencio.

Mientras tanto, no muy lejos de ella. Sorata bostezaba perezosamente.

- ¡Que horror! – exclamó, con pereza – Me a tocado viajar con el grupo mas aburrido de todos.

Sorata volteo a ver a Subaru, que se hallaba sentado y con los ojos cerrado, ignorando a todo mundo.

Luego miro a Sakurazukamori, en pie y con su malévola sonrisa en aquel rostro de porcelana.

A Satsuki – no muy lejos del acecino – que miraba el cielo sin nubes.

Y bueno ni hablar del resto, el espadachín llamado Latiz y el hechicero llamado Shaoran Li, apenas parecían parpadear de tan inmóviles que se encontraban.

- ¡Dímelo a mi! – Las protestas de Caldina se unieron a la del dragón – No conozco a nadie a parte de Guru Clef y Latiz y realmente todos parecen estar en estado vegetal.

- ¡Vaya que tenemos suerte! – Continuo Sorata, con sarcasmo – de todos los guerreros nos ha tocado ir con todos aquellos con parentesco a las piedras.

Caldina rió.

- ¿Y que pasa con tu amiguita? - Pregunto la bailarina – Pensé que ella era muy alegre.

- No se que pulga le pico – Contesto el dragón – Note que ha estado despierta desde la madrugada… pero aun así pretende estar dormida. Supongo  que no quiere que la molestemos.

- Y ustedes dos deberían dejar de quejarse – rió una voz amable.

Sorata y Caldina voltearon al mismo tiempo y vieron a Kaoh con aquel semblante gentil y eternamente tranquilo.

- Tu nombre es Kaoh, ¿no es así? – Pregunto Caldina, arrastrándose hacia ella.

- A si es – Sonrió Kaoh – Y ustedes Caldina y Sorata Arisogawa

- ¿Qué otra cosa podemos hacer si no es quejarnos? – pregunto Sorata.

- ¿Té? – Preguntó la amable mujer ofreciéndoles una taza.

Caldina acepto encantada, pero a Sorata no le pareció la idea.

- ¡EHY Latiz! – Le llamo la bailarina - ¿No quieres Té? Te haría bien.

- No gracias – Contesto el espadachín.

Caldina suspiro, Sorata tenía razón, hubiera preferido ir con las guerreras mágicas o con Paris, ya que aquí parecían hacer competencias para ver quien estaba mas serio.

Eran las 12:00pm cuando Guru Clef  y Hokuto se pusieron de pie y se acercaron a los demás.

- Escúchenme bien – Comenzó a decir Guru Clef – En unos momentos descenderemos a tierra firme, Providence ya no se encuentra muy lejos de aquí y es mas seguro llegar a pie que por aire.

Todo mundo desvió su atención hacia el mago.

- Ahora les recuerdo nuestro objetivo –continuo el Mago – entraremos al laboratorio de este hombre, cuyo nombre es Joseph Curwen y tenemos que encontrar el Necronomicon.

- Y ambos debes de ser destruidos – Dijo Hokuto.

- Ahora, no se confíen – Siguió el mago – Curwen no es un hombre común y corriente, tiene conocimientos muy peligrosos así que ahí que irse con cuidado… además tienen que saber que  Curwen es mas viejo de lo que aparenta…

-  … A simple vista parecería que esta en sus treinta – le continuo Hokuto -  pero en realidad es mucho mas viejo… mucho mas viejo que ningún mortal de la tierra.

- ¿Qué tan viejo es? – pregunto Yuzuriha.

- Se lo podrán imaginar con tan solo decirles que el era un hombre ya maduro cuando estuvo en Salem en la época en que se quemaban a mujeres vivas, acusadas por brujería – Dijo Hokuto.

Todos la miraron sin poder creerlo, eso era imposible. No podía  ser, ningún terrestre podría ser tan increíblemente longevo.

La plataforma de piedra defendió hasta tocar suelo, ahora estarían aproximadamente a 20 kilómetros de la ciudad, sino es que mas.

Todos se preparaban para encaminarse a la ciudad, cuando la figura de Hinoto apareció e la mente de todos

- Tened cuidado – les anuncio la Dream-watcher – ahí algo en esa ciudad que  les consumirá si sus mentes no son lo suficientemente fuertes.

Todos observaron los ojos ciegos como un mar de sangre de Hinoto, demasiado atontados con su repentina advertencia.

- ¿Qué es lo que has visto? – le exigió el asesino del Sakurazukamori - ¿Qué nos espera ahí?

Pero sin embargo Hinoto ya había desaparecido, dejándolos a todos con una vaga sensación de peligro.

- Será mejor que nos pongamos en marcha – sugirió Li.

Y así todos caminaron por la carretera desierta.

Todos en silencio, todos demasiado perturbados por la advertencia de la Dream-Watcher.

¿Qué tipo de mal les esperaba en aquella ciudad?

¿Acaso Curwen había finalmente convocado algo demasiado poderoso que se había salido de sus manos completamente?

Bien, eso lo sabrían en poco tiempo, y fuera lo que fuera no intervendría con su misión; el Necronomicon tenía que ser destruido.

Después de un buen rato, el grupo llego ante la enorme ciudad.

Providence era majestuosa, con secretos de edificios y mansiones modernas, resultado de la expansión de la ciudad. Mientras que los orígenes de la ciudad eran viejos y  completamente hermosos, con un estilo obviamente georgiano.

A pesar que era la una de la tarde, el cielo que cubría aquella ciudad era gris y poblado por una plaga de nubes negras y gordas que explotarían en cualquier momento para dejar caer sus lágrimas plateadas.

La ciudad estaba completamente desierta, o por lo menos eso parecía.

- Bien, yo no veo nada – Comento Sorata, viendo hacia todos lados – y tampoco percibo ninguna energía.

- Si yo fuera tu, no me andaría pavoneando por ahí – dijo el Sakurazuka, seriamente – Ahí algo muy extraño en esta ciudad.

- Lo mejor seria no detenernos a averiguarlo – Shaoran se cruzo de brazos.

Hokuto asintió, de acuerdo con el hechicero oriental, eh inmediatamente les pidió a todos que la siguieran, adentrándolos a la misteriosa ciudad, en camino a la casa de Curwen.

La sensación de que algo no andaba bien, les acompaño todo el camino.

No había realmente una explicación lógica para lo que sentían, pero de alguna manera – y aunque se lo trataran de negar – sabían que no estaban solos en aquella ciudad.

Había pasado aproximadamente hora y media cuando Hokuto se detuvo finalmente.

- ¿Bien? ¿Hemos llegado? – Pregunto Satsuki, analizando las casas a su alrededor.

Sin embargo Hokuto no le respondió, permaneció en medio de la calle, dándoles la espalda.

Subaru iba a tomar a su hermana del hombro, pero esta contesto inesperadamente, haciéndolo retroceder.

- No – contesto aun dándoles la espalda.

- ¿Por qué nos detenemos? – Cuestiono Shaoran - ¿Qué sucede?

- Es que… - la voz de la médium se quebró, Hokuto había empezado a temblar.

- ¿Qué pasa niña? – Exigió Latiz, al percibir el miedo de la muchacha.

Hokuto se dio la vuelta y les miro  a todos con los ojos brillantes y mojados… a punto del colapso.

- ¿Hokuto? – murmuro Subaru, preocupado.

- Es que… - Hokuto trago saliva, no sabia como explicarse - … No se donde estamos.

Todos la miraron incrédulos, sin poder creer lo que habían escuchado. Y alguno de ellos se llenaron de ira.

Principalmente el Sakurazukamori, cuyo perfecto rostro se había roto en una expresión de furia muy mal contenida.

Y agitando a la muchacha con violencia el asesino del Sakura le demando una explicación.

-  ¡¿Acaso nos has tenido caminado una hora y media sin saber donde rayos esta el laboratorio secreto de Curwen?! – Seishirôu le apretó los hombros fuertemente, mientras la pobre muchacha lloriqueaba.

- ¡NO LA TOQUES! – Subaru arrojo a Seishirôu lejos de su hermana, quien se había refugiado en sus brazos, llorando silenciosamente.

- ¡Contesta! – Siguió gritando el asesino - ¿O es acaso que nos guías a alguna trampa?

- ¡¿Cómo te atreves?! – Demando Subaru, indignado – ella nunca…

- Pues yo creo que es muy sospechoso – Satsuki miro a los gemelos, con desprecio – No se ustedes, pero a mi me parece muy extraño que esta niña apareciera de la nada, cuando se supone debería estar muerta.

- ¿Y eso que tiene de raro? – Subaru continuo defendiendo a su hermana – La mayoría de nosotros también hemos sido resucitados.

- Oh pero eso es muy diferente, señor Sumeragi – Intervino Kaoh, sin tomar bando – Las personas que han sido resucitadas son elegidos de los guardianes de la tierra, todos lo somos. Y tu señor Sumeragi, al igual que el resto de los dragones de la tierra y guerreros hace tiempo muertos, tienen una nueva vida, no es ninguna ilusión… - Kaoh se detuvo unos instantes en los que miro a Hokuto intensamente – ella… ella es una ilusión.

Hokuto dejo de llorar ante la revelación de Kaoh, en cambio se lleno de enorme tristeza, por que ella mas que nadie, sabia que era verdad.

- ¿Qué es lo que dices? – pregunto Subaru, sin aliento y con los ojos vidriosos.

- ¿Qué acaso no lo puedes ver? – Le pregunto Kaoh, tristemente.

- Claro que no – Respondió el Sakurazukamori – El es ciego ante el amor que siente hacia su hermana – sonrió cruelmente – ese siempre a sido su perdición.

Subaru le envió una mirada fría.

- Hokuto, dinos, tu fuiste uno de los experimentos de Curwen – Pregunto Kaoh – experimentos para traer a la vida seres ya hace mucho tiempo muertos… traídos a la vida en base de sus cenizas…

- Si… - contesto la muchacha, cabizbaja.

- Y me doy el atrevimiento de decir  que tú no fuiste uno de mucho éxito que digamos – Continúo Kaoh.

Todo mundo escuchaba atentamente.

Hokuto volvió a asentir.

- Tal y como lo sospechaba, eres un muerto viviente…

- Más razón para sospechar de ella – agrego el Sakurazuka - ¿Cómo están seguros que esta niña no esta bajo el poder de Curwen?

- ¡Yo no estoy bajo el poder de nadie! – Exclamo Hokuto, indignada.

- ¿Entonces por que nos has perdido? – Pregunto Shaoran, comenzando  a sospechar de la muchacha - ¿No deberías saber el camino?

- ¡Lo se! – se enfado la muchacha.

- ¿Entonces a que rayos estas jugando? – Pregunto indignado, el hechicero chino - ¿Cómo quieres que confiemos en ti?

- Yo se el camino – volvió a repetir Hokuto – pero esta ciudad no es ya la misma desde que escape de ella… Algo raro esta sucediendo.  Cuando tomo una calle que se que me llevara  por el camino correcto, de la nada aparece otra completamente desconocida… es como un laberinto en el que las paredes aparecen y desaparecen en distintos sitios.

- Mmm… Creo que yo también empiezo a sospechar de esta niña – dijo Caldina, al escuchar la histeria de Hokuto.

- Y como no vamos a desconfiar de ella – espeto Satsuki – Con los disparates que dice…

- No – la voz grave y seria del mago de Céfiro interrumpió al dragón de la tierra.

Todos dirigieron su atención hacia Guru Clef, que hasta aquel momento había permanecido fuera de la discusión.

- Ella tiene razón, esta ciudad no es normal – El mago les miro fríamente – Puedo sentir algo en esta ciudad, lo ciento en mi piel… No estamos solos.

- ¡Usted esta loco! ¡igual que esos estupidos médiums! – Exploto Satsuki – Yo no veo ni ciento nada raro en esta ciudad… es exactamente igual que el resto del mundo… cubierto de tinieblas.

- ¡Cállate! – le grito una voz profunda.

El grupo observo con asombro al espadachín mágico de Céfiro, cuyo rostro y facciones casi tan perfectas e inmóviles como las de la de una muñeca.

Satsuki no supo que responder, estaba demasiado sorprendida con el efecto de la voz de Latiz, que había resonado como un trueno en el silencio.

- No te atrevas a cuestionar las palabras de Guru Clef – La personalidad imponente del espadachín sorprendió a los dragones – A comparación de de sus años y sabiduría, tu no eres mas que una niña insolente.

Ante el insulto, la dragón de la tierra se preparaba para contestarle,  pero Guru Clef la interrumpió.

- Gracias Latiz, pero es mejor no crear mas discordia en el grupo – Remarco el mago como si estuviera hablando con niños pequeños – Le recuerdo Srta. Satsuki y a todos ustedes, que esto no es un juego y que no tendrán la mas mínima posibilidad de sobrevivir si intentan pelear por su cuenta. Estas son las reglas: trabajan como equipo y se ayudan unos a otos, o mueren… simple y sencillo.

Todos permanecieron en silencio, obviamente el mago de Céfiro tenia mucha razón.

Yuzuriha, quien se encontraba detrás de todos ellos, no había estado poniendo atención, se movía inquietamente de un lado a otro. Hace media hora que había notado que Innuki se había separado de su lado, y además por alguna razón desconocida tenía mucho frió y sentía que 'algo' pasaba muy rápido a su lado, rozándole los brazos  y las piernas.

En una situación normal, hubiera pensado que solo era el viento, pero para su horro, había notado que no había  viento, pues nada perturbaba la tranquilidad de los cabellos de los guerreros.

Cerro sus ojos, tratando de tranquilizar sus nervios, pero esto solo empeoro su situación, puesto que al momento en que cerro sus ojos comenzó a escuchar una serie de murmullo. Rápidos, suaves y sin significado.

Pronto los murmullos se aglomeraron en la cabeza de la dragón, quien con desesperación  sostuvo su cabeza con ambas manos, tratando de detener aquel ruido infernal.

Caldina noto la perturbación de la joven y acercándose a ella le pregunto si se encontraba bien.

Yuzuriha abrió sus ojos llenos de lágrimas y observo a la bailarina que la miraba con preocupación.

La observo así por unos momentos, sin contestarle y finalmente, como si algo o alguien se lo ordenase, subió su mirada hacia el cielo.

Por unos instantes sintió que su corazón podría detenerse en cualquier momento, mientras que la sangre de le congelaba en las venas.

El  shock había sido demasiado fuerte para el delgado cuerpo de la muchacha quien sentía que podría colapsar en cualquier instante, sin embargo permanecido ahí, congelada mientras observaba aquel espectáculo con sus ojos dilatados por el terror.

Cuando por fin pudo salir del encanto que le había provocado aquella escena de lo inimaginable, Yuzuriha grito con horro, llamando la atención de los demás, quienes alarmados trataron de contemplar que era aquello que aterrorizaba tanto a la dragón del cielo.

- ¡¡¡Corran!!! ¡Huyan! – había gritado  Yuzuriha en su locura - ¡Antes que les atrapen! ¡Corran!

- ¡Yuzuriha! – Sorata, preocupado por el estado desquiciado de su amiga, trato de detenerla, puesto que esta ya había emprendido la huida - ¡Espera!

- ¡Están en todos lados! – gritaba, mientras corría - ¡Ayúdame Sora! ¡No dejes que me atrapen!

- ¡por dios santo! – exclamo Satsuki, irritada – Lo que nos faltaba, un loco más en el grupo. ¿Qué piensa ahora gran Guru…? – Satsuki iba a reclamarle a Clef, pero este ya había emprendido la huida como Yuzuriha, y con el iba Hokuto - ¡peor donde crees que vas! – Le grito.

Guru Clef le miro fríamente, mas no le contesto.

"Latiz… Caldina", Les llamo el mago a través de su mente, "Tienen que salir de esta ciudad inmediatamente, saquen a todos, ¡Rápido!"

"¿Qué es esto?", le pregunto Latiz.

"No puedo explicarlo ahora",  le urgió Guru Clef, "Lo único que puedo decir es que Yuzuriha les ha visto y que Hokuto y yo les hemos sentido. Tiene que salir de la ciudad antes que les atrapen".

"¿Y que ahí de ti y Hokuto?", se preocupo Caldina.

"Nosotros tenemos que terminar con la misión, tengo el suficiente poder para mantener a estos seres lejos de nosotros dos"

"Déjanos ayudarte", le pidió Latiz.

"Ayúdenme sacando a todos de la ciudad"

- ¡Escúchenme todos! – Les llamo Latiz – Hagan lo que esa niña a dicho… Tenemos que salir de esta ciudad.

Sin embargo nadie se movió, a excepción de Subaru quien se preparaba para darle alcance a Clef y a su hermana, pero Latiz le bloqueo el paso.

- ¡Fuera de mi camino! – Exploto el Médium.

- ¿Acaso no has escuchado lo que eh dicho? – Dijo Latiz, con voz tranquila – tenemos que salir de esta ciudad.

- Tengo que ir a lado de mi hermana – Suplico Subaru, sutilmente, de tal manera que solo Latiz lo noto – Por favor…

Latiz le miro en silencio por un minuto, observando aquel rostro que días antes había sido tan inexpresivo y frío, pero aquellos últimos días empezaba a cobrar vida… vida…

Latiz se hizo a un lado, haciéndole entender que podía irse, pero antes le susurro: ten cuidad, ahí cosas ahí que no podemos ver Con esas palabras Subaru corrió en persecución de su gemela.

- ¿Qué es lo que sucede? – Pregunto Shaoran, inquieto.

- Tenemos que salir de la ciudad – Repitió Latiz – Ahí cosas en esta ciudad que no podemos ver… recuerden la advertencia de la Dreamwatcher….

- ¿pero que ahí de los demás? – Pregunto Kaoh – la Srta. Nekoi salio corriendo en desesperación y Sorata ha ido tras ella, y el mago también se  ah ido con los mediums.

- Guru Clef y los mediums se encargaran de finalizar con la misión – Les informo el espadachín – en cuanto a los dos dragones del cielo, me temo que ellos tendrán que encontrar la salida por su cuenta.

- Pero basta de tanto hablar – urgió Caldina – tenemos que irnos.

- ¿Y por que tenemos que hacer lo que ustedes dicen? – Se resistió el asesino del Sakura.

Latiz lo miro sin expresión alguna en el rostro.

- Has lo que quieras – dijo.

Y dándole la espalda comenzó a alejarse seguido por Caldina, Shaoran y Kaoh.

Los 2 dragones de la tierra, sin embargo, permanecieron estáticos.

Peor antes que el grupo se pudiera alejarse mas de 4 metros, se vieron forzados a detenerse, puesto que el suelo que pisaban comenzó a desaparecer en una negrura exquisitamente pura que comenzaba a borrar todos los edificios a su alrededor… poco a poco devorándolos en silencio.

- ¿Qué sucede? – Exclamo Satsuki, alarmada.

- Demasiado tarde – Dijo Latiz, tristemente – Nos han atrapado…

No había terminado de decir esto cuando la oscuridad lo desapareció de la vista de todos.

- ¡No Latiz! – Grito Caldina, mientras observaba con angustia como cada uno de ellos desaparecía en aquel manto negro, hasta que ella fue la única en aquel vacío sobre natural.

Caldina permaneció completamente inmóvil por largos minutos observando la nada que se extendía frente a ella.

Su mente se había vaciado, no sabia que hacer… no sabia donde se encontraba. Pero justo cuando lo pensaba todo perdido vio un punto luminoso justo frente a ella, y sin siquiera detenerse a pensar por un momento, levanto su brazo y lo toco.

El punto luminoso se abrió abruptamente, y aquella oscuridad se vio teñida por blancura que se extendía rápidamente, revelando un jardín exótico con edificaciones de estilo arábigo.

Caldina no podía creerlo… ese jardín lo conocía… estaba… ¡estaba en Ciseta!

Yuzuriha continuaba corriendo histéricamente, no podía controlarse, su mente estaba demasiado perturbada. Aquellas cosas le perseguían y tenia miedo, mucho miedo.

Entonces sintió una mano tibia que se cerraba en su muñeca y le obligaba a detenerse.

- ¡Yuzuriha! ¡Yuzuriha! – Le llamaba la voz del dragón del cielo, Sorata.

La muchacha se volteo y descubrió a Sorata con rostro preocupado.

- ¡Oh Sorata! – La dragón del cielo abrazo a Sorata, mientras rompía a llorar - ¡nos van a atrapar… esas… esas sombras!

- No te preocupes mi niña, yo te voy a proteger, pero debes tranquilizarte – El rostro del joven sacerdote estaba extrañamente serio – Cuando  gritaste por ayuda, me hiciste darme cuenta… de que estamos siendo cazados… fui un estupido al no darme cuenta antes… pero ahora los puedo sentir.

- ¿Qué vamos a hacer? – Pregunto Yuzuriha, respirando agitadamente – Están en  todas partes…

- Voy a crear un Kekaii, hace mucho que no hago uno y no estoy seguro que sirva en contra de estas… de estas sombras como tú las llamas – explico rápidamente – pero eso es mejor que nada.

Yuzuriha asintió y se separo del dragón para que este pudiera crear su 'spiritual shield'.

Cerro sus ojos… prefería no ver, además aun tenia mucho frío, sentía como sus huesos se congelaban, sentía le dolor, la desesperación, el miedo…

Por unos segundos se pregunto, por que ella, por que había sido escogida para participar en esta guerra, ¿Por qué?

¿Qué no había sido suficiente con su participación en la guerra de los dragones?

¿Por qué no dejaban su alma descansar en paz?

Eso era lo que quería, paz, tranquilidad, amor…

- ¡Lo eh logrado! – escucho a  Sorata decir. 

Yuzuriha abrió sus ojos y miro a su alrededor, las entidades rondaban fuera del Kekaii, no podían entrar y estaban enfurecidos, pero eso no era importante aortita, lo único importante era que estaban a salvo.

Sonrió. El frío comenzó a abandonar su cuerpo poco a poco.

- Lo lograste – le felicito Yuzuriha.

- Si, pero témenos que averiguar como salir de aquí – Contesto Sorata, tratando de pensar en como podrían salir de la ciudad.

- ¿Alguna idea? – pregunto Yuzuriha.

- Eh… emmmm… tal ves… mmmm… no… espera!... no eso tampoco… y si… no… mmmm…. – Sorata se rasco la cabeza -  tengo hambre…!

Yuzuriha rió ligeramente, el nunca cambiaria, ni siquiera en las situaciones más peligrosas, Sorata seguirá siendo Sorata.

Pasaron unos minutos sin que ninguno de los dos dijera nada, ambos concentrando toda su atención en idear un plan para poder salir de aquella maldita ciudad.

Sorata comenzaba a desesperarse, no podía ordenar sus pensamientos, todo dentro de su cabeza era caos. Y era tanto su esfuerzo por conseguir algo de orden en su mente, que no se había percatado de la oscura mancha que se formaba bajo sus pies. 

- ¡SORATA! – Yuzuriha Grito, mientras veía sus pies - ¡Bajo de ti!

Con desconcierto, Sorata miro hacia abajo pero no vio nada, pero no era necesario que lo viera podía sentirlo, un frió mortal que se extendía de sus pies, a sus piernas y de sus piernas a su torso. Lentamente, dolorosamente.

Mientras, Yuzuriha veía unos como filamentos oscuros que salían del suelo y cubrían el  cuerpo del dragón.

¡No podía soportarlo! ¡No podía ver que tomaran a Sorata! ¡NO!             

Yuzuriha intento ir en ayuda de Sorata, pero este se lo impidió.

- ¡Corre Yuzuriha! – Gimió el dragón, cuyo cuerpo estaba ya cubierto hasta su cuello por aquella oscuridad.

- NO – grito Yuzuriha, tratando de darle alcance a Sorata - ¡No te abandonare!

Pero los esfuerzos de la muchacha fueron inútiles y casi imposibles de lograr, cuando un cuerpo plateado emergió del suelo y tomo a Yuzuriha lejos de Sorata.

- ¡Innuki! – Yuzuriha miro al espíritu plateado de un lobo que la llevaba cargando en su lomo - ¡por favor! ¡Ayúdalo!

Pero el perro-espíritu continuo corriendo, cada vez mas lejos del prisionero dragón, esquivando las sombras que emergían del suelo.

- Eso es Innuki – susurro Sorata, sin fuerzas – llevala lejos de aquí.

- ¡¡Sorata!! – Lloro Yuzuriha, mientras observaba con horro como el cuerpo del dragón era tragado por aquella oscura sombra - ¡NOOO!

El Kekaii había desaparecido al igual que su creador, y ella se había quedado sola.

- … Kyaku… ayúdame… - Las lagrimas plateadas de Yuzuriha resbalaron por sus mejillas… se había quedado sola… tan sola.    

Caldina estaba paralizada, no entendía, no podía ser posible, no podía… no podía!

Pero sin embargo todo estaba ahí, tal y como lo recordaba.

El pasto verde estaba cortado al ras, y los grandes y robustos árboles estaban llenos de frutas gordas y jugosas.

¡Y las flores! Tan hermosas y aromáticas, Olores dulces, olores frescos, y colores: verdes, violetas, amarillos, rojos y rosas.

Y la fuente hecha de oro, arrojaba chorros de agua cristalina que brillaban con los rayos solares como un diamante de mil ojos.

Y ahí, en hermosas vestimentas, estaba una mujer de piel dorada como la misma fuente y sus ojos oscuros que brillaban como las estrellas, le miraban con amor, mientras que su larga melena de color rosa oscuro danzaba en el aire.

Y a sus pies yacían dos tigres de Bengala.

-  Caldina… querida, bienvenida a casa – le dijo la mujer con una sonrisa. - ¿Ma…madre? – Caldina la observo con asombro.

- Pero vamos, no te quedes ahí – sonrió la mujer – dale un abrazo a tu madre.

Caldina le abrazo fuertemente.

- OH querida, que felicidad me da tenerte a mi lado nuevamente, quiero que te quedes en cizeta, este es tu hogar, no céfiro…

La emocionad voz de la madre de Caldina murió en un quejido.

Un cuerpo cayo al suelo y sangre se extendió por el verde pasto, creando una mancha oscura sobre los pies de la bailarina, quien sostenía una daga en su mano, cubierta en la sangre de su progenitora.

Una sonrisa se dibujo en el dorado rostro de la bailarina mientras que observaba la mancha oscura extenderse mas y mas.

Los dos tigres de bengala se pusieron en pie y le mostraron los filosos dientes, mientras se le acercaban amenazadoramente.

Caldina les miro aun con la sonrisa, y sacando dos cuchillas que tenia sujetas en su entrepierna y  las arrojo a ambos tigres, matándolos al instante.

Les había matado a los 3 sin misericordia y ahora tomaba la sangre de su madre con un dedo que lamió como si de miel se tratase…

The blood is the life

- ¡OH yo también te amo, madre!  - dijo la bailarina, mientras se alejaba de los tres cuerpos.

Su gema había comenzado a brillar, mientras que su cuerpo radiaba con puntos luminosos.

- ¡El juego se ha terminado!

Todo el jardín a su alrededor comenzó a marchitarse, muriéndose a su alrededor, desvaneciéndose en cenizas, colores a sombras grises, luz  a oscuridad… todo desapareciendo.

- ¡Nadie puede engañar a la maestra de Ilusiones! – Exclamo Caldina, rompiendo en carcajadas.

La gema rosa de Caldina brillo y el escenario triste y melancólico de la ciudad de Providence apareció ante sus ojos.

Ella estaba en el suelo y a su alrededor estaban los cuerpos inconscientes del resto del grupo.

Caldina sonrió.

Ahora lo entendía, ahora lo veía, esos entes… esas sombras.

Flotando sobre los cuerpos de los guerreros, había unas como sombras que envolvían la cabeza de estos. Incitándolos a dormir en una macabra ilusión que ellos manejaban en la mente de sus victimas.

- Así que eres una maestra de ilusiones – dijo una voz súbitamente – Es por eso que te has liberado de mi ilusión tan fácilmente.

Caldina, estremecida por la voz, miro sobre su propia cabeza y ahí vio una gran sombra voladora, que tenía la extraña forma de un gran pez gordo, negro, aun más negro que la noche.

- ¿Creíste que tu ilusión me iba a atrapar? – Dijo burlonamente la morena – te has metido con la bailarina equivocada.

Caldina se dirigió a Latiz, dispuesta a librarlo del ser sombra, pero en aquel momento unos filamentos oscuros le tomaron de las manos.

- ¡Oh no…! – Dijo nuevamente la voz – No dejare que los liberes… ellos formaron parte de nuestro mundo y serán nuestros esclavos y ellos no lo sabrán por que  ellos solo verán su felicidad o sus tragedias… serán nuestras marionetas y nos alimentaran, con su energía.

- ¿Y como es que piensas detenerme? – se enfado Caldina – Estas loco si piensas que les voy a abandonar.

El ser sombra bajo al nivel del suelo y junto  a el vinieron otros 4 mas que rodearon a Caldina.

¡Genial! Y ahora como rayos pensaba deshacerse de aquellas 5 sombras, ni siquiera tenían cuerpos físicos a los que pudiera lastimar.

Después de todo Latiz y los demás estaban solos en esto, solo esperaba que fueran lo suficientemente fuertes para salir de sus ilusiones, sin volverse locos en el intento.

Kamui se encontraba muy débil, pálido como un fantasma y aun con el tremendo shock que le había ocasionado ver como Ranshuu sacaba su corazón de su cuerpo… había sido tan real.

- Bien, creo que es el turno de Fuuma – sonrió extrañamente el arcángel.

Fuuma dio unos pasos hacia atrás, con nerviosismo,  pero entonces sintió la débil mano de Kamui contra la suya.

Lo miro a los ojos que le hablaron sin palabras.

"Estarás… estarás bien, no te preocupes"

Fuuma sonrió ligeramente.

Kamui se recargo contra la mesa de piedra, tratando de recuperar sus fuerzas. Cerro sus ojos, prefería no ver la escena, peor repentinamente tubo un presentimiento; algo no andaba bien… ¿Pero que?

Escucho un llanto… el llanto de una mujer… era…era…

- ¡OH NO! – Kamui exclamo repentinamente, llamando la atención de los dos dragones y del arcángel - ¡Yuzuriha! Tengo que ir a ayudarla…

- ¿Qué dices? ¿Yuzuriha? – Fuuma no lograba entender - ¿De que hablas?

- Puedo sentir su dolor, puedo escuchar su llanto – Kamui intento caminar hacia la salida, pero era inútil, estaba demasiado débil – Tengo que protegerla.

- Basta – Ranshuu detuvo a Kamui – Tu  deber es permanecer aquí, además estas muy débil por el momento.

- Pero… - Kamui no estaba muy convencido.

- Kamui, no te preocupes – Fuuma trato de reconfortarlo – Yuzuriha estará bien, no esta sola.

Kamui dejo de alegar, tenían razón, ahora no tenia las fuerzas para ir en su ayuda, solo esperaba que alguien mas estuviera ahí para protegerla… no podía soportar escuchar su llanto.

Céfiro se encontraba en un  estado de tensión increíble.

Los restantes habitantes de céfiro eran custodiados con mucho cuidad, a todas horas puesto que era importante que el enemigo no encontrara sus victimas para el sacrificio.

Paris, Ascot y Ráfaga se habían marchando al bosque del silencio junto con sus tropas abriendo el camino hacia la piedra negra.

Mientras que Eriol había permanecido toda la noche encerrado en la biblioteca de Guru Clef, buscando desesperadamente información sobre la piedra negra… sabia que si la piedra era activa, un mal terrible se desparramaría en céfiro, ¿Pero que era exactamente lo que liberaba?... no podía recordarlo.

O era acaso que le daba miedo recordarlo.

Los demás, trataban de relajarse por el momento.

Esmeralda, Kotori y Kyaku estaban en el jardín del palacio mientras que los 3 dragones del cielo: Karen, Aoki y Arashi; cuidaban de Hinoto, quien unas horas atrás había entrado en trance y no había despertado desde entonces.

Karen se había parado para llenar una jarra de porcelana con té de fresas, cuando súbitamente sintió una extraña angustia que le había hecho soltar la jarra.

Pequeños pedazos de porcelana volaron por el suelo mientras que el líquido era absorbido por la alfombra.

Aoki y Arashi se habían puesto en pie abruptamente.

Los tres se habían dado cuenta.

Yuzuriha estaba en terrible angustia, y eso era algo que ellos no podían tolerar, especialmente Aoki.

Todos eran especialmente protectivos de Yuzuriha, puesto que de los 7 dragones ella era la más joven eh inocente.

Con excepción de Kamui, ahora de 18 años, todos tenían la misma edad en la que habían muerto.

Yuzuriha seguía siendo la dulce y alegre adolescente que todos adoraban.

Los tres habían entrado en un estado de desesperación, querían ayudar a Yuzuriha pero no sabían como, no sabían como regresar a la tierra.

Justo en ese momento, Hinoto abrió sus ojos y les hablo con su mente.

"Tranquilícense, por favor", les pidió delicadamente.

- ¡Princesa Hinoto! – Exclamo Arashi – Yuzuriha…

"Lo se", le interrumpió Hinoto, "Todos los que fueron  con Hokuto se encuentran atrapados en providence"

- ¡Tenemos que hacer algo! – Se alarmo Aoki.

"No, eso es algo que ellos deben hacer por su cuenta", le indico la dream watcher, "Además Eriol les necesitara a todos ustedes mañana por la mañana.

- Pero… - Aoki aun no podía resignarse a dejar a Yuzuriha desprotegida.

"… Pero se de alguien que podrá ir a providence y ayudarla", le tranquilizo la Dream watcher con una sonrisa.

- ¿y quien es esa persona? – se asombro Karen.

Con una sonrisa aun más amplia Hinoto les contesto:

"Kyaku"

Los tres no pudieron evitar mostrar su gran asombro.

Yuzuriha había bajado del lomo de Innuki, los seres sombra aun les perseguían pero ella ya no quería huir. No tenía la menor intención de abandonar providence sin Sorata.

No podía explicar realmente como se sentía en aquel momento, era una combinación de melancolía, miedo y furia.

Lo único que sabía es que no se detendría hasta destruir cada uno de aquellos seres, les aplastaría, les eliminaría y no le importaba que muriera en el acto. Ya nada importaba.

Estaba sola después de todo.

Y entonces los vio acercándose, como gusanos arrastrándose por el cielo.

Uno especialmente grande se dirigió directamente a la cabeza de la dragón.

Pero esta le detuvo con un gesto de su mano, el ser forcejeo para liberarse de la invisible fuerza que le sostenía, pero esta ya lo había aventado lejos de ella.

Más de estos seres la abrocharon, pero un brillo comenzó a brotar alrededor de  la dragón, asustándolos y haciéndolos vacilar en el ataque.

Del suelo comenzaron a surgir figuras luminosas, la figura de lobos plateados.

Eran por lo menos una docena de perros-espíritus, encabezados por Innuki.

A un gesto de Yuzuriha, los perros-espíritu se abalanzaron en manada hacia las sombras.

La colisión entre estos seres y los espíritus era indescriptible.

Los mas pequeños de los seres sombra caían rápidamente ante la fiereza de los espíritus, peor aquellos mas grandes y gordos en oscuridad no eran tan fáciles de derrocar, y con sus extrañas artimañas hicieron retroceder a los lobos.

Yuzuriha que había observado la confrontación con detalle, llamo a los espíritus:

- ¡Por el poder que llevo en mi sangre, yo les llamo guardianes del templo Mitsumine,  Ilumínenme con sus fuerzas!

Liberándose de las sombras, los lobos obedecieron y avanzaron hacia su maestra en una ola de blancura como la espuma del mar.

Aullidos se alzaron en el viento como la delicada música del océano que limpia el alma del mundo.

La dragón del cielo los recibió con los brazos abiertos mientras cada uno de los espíritus desaparecía dentro del cuerpo de esta y al mismo tiempo un fulgor plateado surgió como llamas blancas de la piel de la muchacha quien sostenía en sus manos una espada… Innuki.

- ¿Y que es lo que tienes planeado hacer con esa espada? – Cuestiono con sorna, el mas grande de los seres sombra - ¿Cortar los cuerpos físicos que no tenemos? ¿Derramar la sangre que no poseemos?

- ¡OH! Pero yo te puedo ver – dijo Yuzuriha, tranquilamente – yo te puedo ver como pocos te pueden ver… y se que eres y se como destruirte,

- Ciertamente – replico el ser – son pocos los que nos pueden ver, generalmente solo los brujos pueden… pero ¿Por qué destruirnos? Nosotros no significamos ningún peligro.

Yuzuriha le miro escéptica.

- Si es verdad lo que dices, ¿Qué has hecho con mi amigo y el resto de los guerreros?

- No les hemos hecho nada – contesto.

- No mientas – enfureció Yuzuriha.

- ¿Y por que hacerlo?

- ¿Entonces que has hecho con ellos?

- ¡OH nada! Nosotros simplemente les enseñamos todo lo que podrían tener y aprender si se quedaron con nosotros en nuestro mundo. Sus cuerpos energéticos están en nuestro mundo y es decisión de ellos si desean quedarse.

A Yuzuriha le dio muy mala espina, había algo en estos seres…

- Regrésalos…

- Cuando ellos lo deseen.

- ¡pero si te los has llevado a la fuerza!

- Claro que no, ellos nos llamaron al igual que tu nos llamaste.

Los ojos de Yuzuriha se abrieron de asombro…

Pero si ella no había echo tal cosa… nunca les llamo, ¿o si?

Entonces un viejo dicho llego a la mente de Yuzuriha.

"ten cuidado con, lo que deseas…"

- ¿Qué es lo que quieres de nosotros?

- …Alianza…

Había algo  que le despertaba desconfianza en aquellos seres, de alguna forma, sabia que decían parcialmente la verdad, pero había mucho mas en juego y su deber era averiguar que. Tenia que arriesgarse, si quería ayudar a Sorata, tenía que ser desde el mundo de estos seres.

Shaoran sentía su cuerpo tibio y algo muy suave sosteniéndole, algo que olía a las flores de cerezo.

Sus parpados le pesaban enormemente, no podía abrir sus ojos.

¿Dónde estaba?

Lo último que recordaba era observar  como Latiz había sido tragado por una extraña sombra, recordaba  haber visto a todos desaparecer en la oscuridad.

El se había quedado solo en la nada, sintiendo como dedos que le cubrían la cabeza, después una sacudida como eléctrica y finalmente había escuchado una voz, una voz que le había preguntado algo.

Después de la voz, no tenia conciencia de lo que había sucedido.

Lo único que sabía es que aquellas manos suaves que le sostenían habían comenzado a acariciarle el rostro.

Tanto amor, tanto calor en aquellas manos.

Comenzó a abrir los ojos, una imagen borrosa se formaba frente a el, una imagen que poco a poco se fue haciendo mas nítida, hasta que pudo distinguir aquella persona por completo.

Su corazón dio un giro, mientras que su cerebro buscaba una explicación desesperadamente, una explicación… que le dijera que no era realmente ella la que le sostenía.

- ¡Shaoran! Has despertado – dijo con entusiasmo la persona que le sostenía – me había preocupado.

Shaoran intento averiguar donde estaba, pero su mirada no podía ser removida de aquellos ojos esmeralda que le miraban con tanto amor.

- ¿Cómo puede ser esto posible? – Tartamudeo el muchacho.

La muchacha sonrió.

- ¡Claro que es posible!

Shaoran parecía en trance admirando la belleza de la muchacha.

Levanto su mano temblorosa, y con suma delicadeza toco la mejilla de la muchacha, como temiendo que pudiera desaparecer en cualquier momento.

- Pensé… pensé que estabas en la torre de los ángeles – logro decir el joven hechicero, aun con estupor – Y  yo… yo… yo estaba en providence…y… esa oscuridad… que paso con…

- Shhhh…

La muchacha sonrió, colocando un dedo en los labios del atontado joven.

Sonrió.

- No ahí nada de que preocuparse – le dijo – todos se encuentran bien… y tu y yo estaremos juntos para siempre.

- Sakura… - una repentina oleada de  felicidad invadió su corazón.

No podía creerlo, después de tanto tiempo por fin la tenia en sus brazos, por fin podía ver su hermosa sonrisa. Quería explicarle todo, quería disculparse, quería decirle que estupido había sido, quería decirle que nunca la había olvidado.

- Sakura… perdóname… aquel día no pude explicarte, todo fue tan rápido… y Goldmoon y mi madre, perdóname Sakura… perdóname, tengo tanto que explicarte.

- Shhh no ahí nada que explicar – rió juguetonamente la maestra de cartas – el pasado ya no tiene importancia…

Li silencio, asombrado, estaba feliz, si pero… era extraña la reacción de Sakura

El no podía olvidar aquel desgraciado día en que Sakura le había hecho una visita sorpresa a china… no podía olvidar su mirada llena de dolor… Y como olvidar el día en que se despidieron en Tokio cuando ella partía a la torre de los ángeles y el a nueva Inglaterra, cuando había intentado disculparse sin mucho éxito… recordaba su mirada llena de dudas y preguntas.

Y ahora… súbitamente ella decía que nada de eso importaba.

- Shaoran, hoy es un hermoso día – dijo Sakura, alegremente – vamos a dar un paseo en los jardines.

Shaoran asintió con la cabeza;  aun confundido. Se dejo guiar por la hermosa chica que había robado su corazón.

Caminaron por hermosos caminos llenos de árboles de cerezo, que ella tanto amaba.

Todo era tan pacifico y hermoso, que despertó en el preocupación.

Se detuvo y con voz perturbada, le pregunto a Sakura:

- ¿Dónde estamos?

- Estamos en casa.

- Pero, ¿Cómo llegamos aquí?... ¿Casa?... No, no, tenemos que regresar a providence, todos están en peligro, tenemos que ir en su ayuda… Además, todavía tengo que encontrar a Melin… Ayúdame Sakura.

Sakura miro al joven con preocupación.

- Shaoran…. – Sakura se veía triste - ¿Qué te sucede?

- ¿Qué me sucede? – El hechicero se asombro ante la pregunta de la muchacha - ¡no ahí tiempo que perder!

- Shaoran – La maestra de cartas le sacudió por los hombros – Estas confundido, nadie esta en peligro, todos se encuentran en sus hogares.

- ¿Pero que cosas dices? – Exclamo Li - ¡Los primordiales…!

- Shaoran… todo se a acabado… no ahí nada de que preocuparse.

Shaoran Li, tembló. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué era esto? ¿Acaso estaba soñando?

- No pasa nada, yo estoy aquí – la muchacha agarro su mano – Solo tienes que DECIR que te quieres quedar AQUÍ con migo y seremos felices para siempre, solo DILO.

Por un momento, Shaoran no supo que hacer. Esto era con lo que había soñado toda su vida: poder estar con Sakura, sin ninguna preocupación, sin ninguna responsabilidad.

Pero por otro lado… ¿Realmente todo había acabado?

Algo muy en el fondo le decía que no, pero también había algo que le decía que ese no era su problema.

Shaoran volvió a mirar a su alrededor, habían cruzado el jardín y ahora estaban frente a un pequeño templo donde había un gran espejo de pared.

El joven chino se acerco a el y cual fue su sorpresa al descubrir que este no le regresaba su reflejo, sino una oscuridad.

Del otro lado del espejo, la figura de un apersona se acercaba corriendo y cuando estuvo lo suficiente mente cerca de  el se detuvo.
Shaoran le observo asombrado, era una muchacha joven de cabello negro y corto… era aquella dragón… ¡Era Yuzuriha Nekoi!

Yuzuriha le miraba del otro lado del espejo haciéndole señas desesperadamente, tratando de decirle algo desesperadamente. Pero el hechicero no podía escucharle.

¿Qué esta sucediendo?

De repente la Dragón del cielo ceso sus intentos inútiles de comunicarse con el. Algo le había detenido, una fuerza invisible.

Y antes de que estas extrañas fuerzas la tomaran lejos del espejo, la voz de Yuzuriha logro traspasar aquel vacío que les separaba, y como un susurro débil, unas palabras llegaron a la mente  del joven:

- ¡SE LIBRE!

Inmediatamente, Yuzuriha fue tragada por la oscuridad y desapareció de la vista de Li, quien había quedado más confundido que antes.

Era de noche y el viento soplaba fuertemente, meciendo las ramas de los árboles con violencia.

La luna llena brillaba opacamente en el cielo y las aguas del estanque brillaban como un espejo oscuro.

Era una noche de demonios.

El guardián del árbol del cerezo se hallaba de frente a la puerta de una gran  casa. Su larga gabardina negra revoloteaba en la oscuridad de la noche.

Su ojo blancuzco brillaba con la luz de la luna.

Una sonrisa se dibujo en su rostro de porcelana.

Que pérdida de tiempo, pensaba, que era exactamente lo que pensaban estos seres llevándolo a una ilusión, A él, el maestro de Ilusiones… acecino del Sakura.

Simplemente era inútil. Por más real y fuerte que fuera esta  ilusión, no podría detenerle. El la aplastaría como si se tratase de una delicada flor.

Además, ¿cual era la ironía de llevarlo a aquella casa?

El Sakurazukamori le dio la espalada a la casa y comenzó a alejarse, no perdería ni un momento más en aquel lugar.

Justo cuando se preparaba para destruir aquella ilusión, un llanto salio de la casa… el lloriqueo de un niño.

Seichirôu se detuvo abruptamente.

El llanto continuaba.

Ese llanto… ¿Por qué le perturbaba? ¿Por qué le parecía familiar?

Cambiando de idea, el dragón se dirigió hacia la puerta de la casa.

El llanto aumentaba en volumen.

Corrió la puerta lentamente…

La casa estaba a oscuras, iluminada únicamente por la luz de la luna que entraba por las ventanas y por la puerta abierta.

Arrodillado en el suelo estaba un niño, sus ojos bañados en lágrimas de plata y sus manos bañadas en sangre.

Seichirôu observo en shock. El niño sostenía el cadáver de una mujer envuelta en sangre, con los ojos abiertos y cristalinos como una botella vacía. En su pecho había una gran herida de donde provenía toda la sangre y en su pálida mano sin vida, yacía su corazón.

El niño giro su cabeza en dirección al Sakurazuka hasta que sus miradas chocaron.

El dragón vacilo por un momento. No entendía por que aquella escena le afectaba de aquella manera, el que tenia el corazón hecho de hielo, el, que había matado a miles de inocentes ¿Por que?

- ¿Quieres saber por que? – le dijo una voz.

El dragón de la tierra se puso en guardia… ¿De donde había llegado aquella voz?

El pequeño niño seguía llorando dolorosamente y nadie más se encontraba en la casa.

- ¿Quieres saber? – volvió a preguntar la voz?

- …Si… - Contesto el asesino.

- ¡Ese niño eres tú! – Exclamo la voz.

El rostro del Sakurazukamori se  retorció en asombro.

- ¡Eres tu Seichirôu Sakurazuka! – le decía la voz

- ¡NO! ¡NO! Esto no es más que una ilusión – grito enfadado el dragón.

- ¿Una ilusión para quien? ¿Para Seichirôu? o ¿Para el asesino del Sakurazukamori?

- Tus palabras no tienen sentido.

- Si quieres saber mas, solo tienes que QUEDARTE con nosotros – le ofreció la voz - ¿Quieres saber quien es esa mujer?

- ¡Vasta! ¡Vasta! – Grito Seichirôu - ¡EH DICHO VASTA!

El Sakurazuka alzo sus manos y el lugar se rompió como un espejo en pedazos.

Mientras la oscuridad se hacia mas espesa, mientras todo a su alrededor desaparecía en la nada.

Latiz despertó en una casa; la casa de su niñez.

Era pequeña pero humilde, como muchas de las casas en céfiro.

¿Cómo había llegado ahí? No lo sabía.

Todo parecía exactamente igual, ni un objeto  había sido movido de su lugar, pero… se sentía diferente…

Quedarse ahí haciéndose miles de preguntas no resolvería nada, así que decidió dirigirse  hacia el jardín. En su camino, Latiz vio la puerta abierta de la habitación que había sido de su madre.

Las ventanas estaban abiertas y el viento entraba suavemente, meciendo las cortinas de seda.

La habitación lucia como si el tiempo nunca la hubiera tocado. Era increíble, incluso olía al perfume que su madre solía ponerse cada mañana, aquel dulce olor.

Latiz se acerco hacia el tocador, quería ver los objetos de su madre con mas detalle, pero al ver su reflejo en aquel espejo ovalado, entendió que nada de aquello era real, no podía serlo!

Su reflejo era el de un niño pequeño, no más de 6-7 años de edad.

Se toco el rostro, era real. Toco el espejo, era real.

Con mente aun confundida, le dio la espalda al espejo y salio de la casa. Lo que encontró ahí fue incluso más extraordinario, no sabia como sentirse ¿Feliz? ¿Desesperado? ¿Triste?

Lo único que sabia es que frente a sus pequeños ojos se hallaba una mujer con largo cabello del color del ébano y un niño un par de años mayor que el con cabello igual que el de la mujer.

Cuando los dos personajes se percataron de su presencia le sonrieron y le invitaron a sentarse con ellos.

Latiz titubeó, su corazón aun latía fuertemente dentro de su pequeño y frágil pecho. Frente a el estaban dos de las personas que mas amaba en todo el mundo, y en vez de felicidad sintió una inmensa tristeza, esas personas había murto hace ya mucho tiempo… ¿Qué tipo de alucinación era aquella? ¿Qué tipo de tormento?

- ¿Latiz? – Le llamo el niño de cabello largo, al notar la angustia de Latiz  - ¿Hay algo que te preocupe?

Latiz lo miro aun mas consternado.

- De seguro son sus nervios – contesto la mujer con una risita – después de todo manan será el gran día.

- ¿Gran día? – logro articular Latiz, con la garganta reseca.

- Claro ¿Qué no lo recuerdas? – Se burlo el niño - ¡Mañana iremos al castillo de céfiro! – dijo con gran emoción – Recuerda que hemos sido elegidos para servir y proteger a nuestro futuro Pilar, y tendremos el gran honor de ser discípulos del Guru de Céfiro.

- ¿Zagato? – Latiz se acerco hacia el niño - ¿eres realmente tu?

- ¡Claro! ¿Quién mas seria? – Sonrió este.

- ¿Madre? – Latiz miro a la mujer - ¿eres tu?

- Por su puesto ¿Qué te ocurre querido? – dijo con preocupación.

Latiz se dejo caer en el pasto, cerro sus ojos y suspiro.

No entendía que había sucedido, pero por alguna extraña razón, había retrocedido en el tiempo, era un niño y tenia a su familia junto a el. Nada terrible había sucedido aun.

- No debemos ir al castillo mañana – dijo abruptamente.

- ¿Estas bromeando? – se asombro Zagato – Hemos esperado por esto tanto tiempo y ahora dices que no quieres ir.

- Confía en mi – repitió Latiz – no debemos ir.

- ¿Pero que te hace decir eso? – cuestionó su madre seriamente.

- Algo malo sucederá si vamos, algo muy malo…

Zagato y su madre le miraron atónitos.

Ahora que tenía a su familia de vuelta no dejaría que nada malo les pasara, no dejaría a su hermano morir.

Su madre y hermano aceptaron no ir al castillo, puesto que Latiz nunca pedía nada si no era realmente importante.

Todos juntos pasaron un magnifico día, era increíble, pero había algo que no le permitía disfrutar de aquello enteramente. Cuando la noche llego, Latiz comenzó a dudar  sobre su decisión de no ir al castillo, tal vez estaba salvando la vida de su hermano, pero también le estaba quitando la experiencia mas importante de su vida, amar.

¿Acaso estaba interfiriendo en la felicidad de Zagato? Esmeralda seria su más grande amor, el amor por el que daría la vida.

Si, tal vez, si Zagato fuera al castillo moriría seguramente, a manos de las guerreras mágicas… pero moriría feliz, con paz.

No podía soportar pensar que le estaba arrebatando algo tan importante a su hermano y solo por deseo de quererlo tener a su lado. Pero además había otra razón, si ellos  nunca iban al castillo, entonces eso significaría que las guerreras mágicas nunca serian convocadas y por lo tanto nunca conocería Hikaru.

¿Qué era lo correcto? ¿Qué era lo que se suponía debía hacer?

Su mente se partía en dos, al igual que su corazón.

Amaba a su hermano, y hubiera deseado que la tragedia del pilar nunca hubiera sucedido, pero también amaba a la Guerrera del Fuego, y si el decidía prevenir la muerte de su hermano, entonces... entonces las guerreras mágicas nunca existirían.

Latiz de levanto de su cama, no podía ni pensar en dormir, su mente se encontraba demasiado perturbada ante el solo hecho de pensar en tener que  escoger entre dos de sus seres queridos.

Miro por la ventana, el cielo oscuro estaba iluminado por una luna llena y el viento soplaba fuerte entre las copas de los árboles.

Latiz se disponía a dar le la espalda al hermoso escenario cuando escucho una voz, una hermosa voz, como ángeles cantando en sus oídos.

Esa voz… no era la primera vez que la escuchaba… esa canción… esa canción era la de Esmeralda.

Y ahí, en medio del bosque, como una aparición fantasmal, estaba ella mirándolo con amor y tristeza al mismo tiempo.

Sus ojos verdes que destellaban como un par de estrellas fugases en el cielo oscuro, le llamaron silenciosamente.

- Princesa Esmeralda… - Latiz la observo con asombro.

Una fugaz sonrisa se dibujo en los labios de la princesa, y desde la distancia en que se encontraba, su voz le llego ocmo un susurro llevado por el viento:

- Abre tus ojos y se libre.

Y con esas palabras desapareció en la neblina del amanecer.

El shock fue demasiado grande al principio, no sabia que había sucedido, pero al cabo de unos segundos decidió salir de la caza en busca de la princesa.

- No salgas – Una voz masculina, le detuvo bruscamente.

El pequeño cuerpo de Latiz de volteo bruscamente en dirección a la voz. Y sentado en su cama estaba un hombre con cabello lila y ojos azules.

- ¡Guru! – Latiz se asombro intensamente - ¿Qué esta sucediendo?

Chef miro a su discípulo con tristeza – Escúchame bien Latiz, esta vez no te puedo ayudar – Clef se acerco al pequeño Latiz – En estos momentos todas mis fuerzas están concentradas en proteger a Hokuto hasta que lleguemos al laboratorio de Curwen; pero no podía dejarte aquí, tenia que advertirte… No dejes que tus deseos te arrastren.

- ¿Qué quieres decir Guru? – El pequeño Latiz se agarro de la capa de Clef.

- Es hora de que despiertes Latiz – Clef le dio unas palmadas en la cabeza mientras sonreía.

- ¡Guru! – Grito Latiz, mientras Clef se desvanecía frente a sus ojos.

Dos avisos habían llegado aquella noche.

Era hora de regresar a casa.

Esmeralda suspiro y sonrió tristemente.

- Latiz se encuentra bien – dijo – su corazón es fuerte.

- Me alegro – sonrió Kotori - ¿Y que ahí de aquella niña?

- Yuzuriha… - interrumpió Kyaku – sentí su llamada

- Kyaku quiero que vallas al mundo místico y ayudes a Yuzuriha Nekoi – Dijo repentinamente Esmeralda.

- Pero me deber es estar a su lado – se sorprendió Kyaku.

- Antes que nada debes preocuparte por tu corazón, y en estos momentos tu corazón desea ayudar con desesperación  Yuzuriha. -  Esmeralda le sonrió –Además, ahí alguien más en tu corazón que te necesita.

- Hokuto – a completo Kyaku con inmensa tristeza.

- Ve Kyaku… - Kotori  le sonrió – Ve y cumple tu deseo…

Kyaku sonrió ligeramente y  cerro sus ojos, resplandor envolvió su cuerpo y en un parpadear de ojos, había desaparecido.

Yuzuriha se hallaba suspendida en aquel extraño mundo de los seres sombra.

Con su corazón pendido de un hilo.

Había pensado, había mantenido la pequeña esperanza de que tal vez desde este lugar podría liberarlos a todos, pero las cosas no eran así, no podía ayudar a Sorata, no podía ayudar a ninguno de ellos, solo se podía ayudar así misma.

Y esa era la terrible realidad.

Pero lo que le deprimía aun mas era verlos atrapados en aquellos túneles oscuros y no ser capaz de acercarse a ellos.

Lo había intentado con el hechicero del oriente, el joven de los ojos castaños llamado Shaoran Li.

Y la única manera en que le había podido ayudar fue a través de unas fugaces palabras, que esperanzadamente le hubiera hecho ver la ilusión en la que estaba atrapado.

Los seres sombra no le permitieron acercarse mas y después de eso desaparecieron dejándola atrapada en aquel mundo.

Pues bien, si ese era el caso entonces usaría todas sus fuerzas para destruir aquel lugar, lo destruiría y lo haría explotar junto con ella.

Su existencia no tenia mucha relevancia, moriría nuevamente.

Destruiría todo… absolutamente todo.

Los ojos de Yuzuriha brillaron intensamente  mientras Innuki y los demás perros espirituales le rodeaban.

Alzo sus manos  hacia el cielo oscuro y de sus dedos surgió un dragón verde que se deslizo por los túneles envolviendo todo con su colosal cuerpo de jade. Pronto lo destruiría todo.

Caldina había tomado control de todos los seres sombra, le había costado mucho trabajo, controlar a seres inorgánicos era mucho mas complicado que controlar a seres orgánicos, pero en ese tipo de artes ella era una maestra y fuera lo que fuera ella lo dominaría.

Con el control de estos seres había logrado hacer retroceder al resto de las entidades mientras ella movía el cuerpo de sus compañeros fuera de la ciudad.

Caldina se acerco al cuerpo del Sakurazuka y justo cuando había hechizado su cuerpo para que se elevara en los aires este abrió los ojos súbitamente causándole a Caldina el susto de su vida.

- ¡AHHHH! – Había gritado la bailarina, alejándose del Sakurazukamori.

- ¿Qué crees que estas haciendo? – Pregunto indignado el asesino.

- ¿Y que crees?  ¿Qué estoy bailando macarena? – contesto indignada – estoy tratando de sacarlos de aquí, eso es lo que estoy haciendo.

Seichirô volteo a ver el cuerpo del resto de los guerreros.

- Así que tú fuiste la primera en despertar – El guardián del árbol del cerezo observo a Caldina con curiosidad.

- Soy una ilusionista, nací una maestra de encantos, un truco como el de los seres sombra no me iba a engañar – Dijo la mujer seriamente – Por otro lado todos nuestros compañeros se encuentran atrapados en el mundo de los seres inorgánicos. Eh percibido que alguno de ellos ya están concientes de que se trata de una ilusión… pero los seres sombra han reinformado sus trampas y no pueden salir… Tengo que ir por ellos… y para eso necesito tu ayuda.

El Sakurazukamori la observo por unos momentos, esta mujer era impresionante. Nunca le había  puesto mucha atención, pero ahora que lo hacia se daba cuenta del enorme poder que poseía.

Ella era realmente una maestra de ilusiones, tal como el.

- De acuerdo… me haré cargo de los seres sombra.

Justo en aquel momento los seres sombra desaparecieron dejando a Caldina y Seichirô atónitos.

- ¿Pero que…? – el dragón miro hacia el cielo – Y ano puedo sentir sus presencias.

- Se han ido – Dijo Caldina, preocupada  - ¿Qué es ese poder que emana del cielo?

El guardián del Sakura cerro sus ojos y se concentro – Es el poder de un dragón del cielo… de Yuzuriha Nekoi para ser mas exactos.

- No se por que, pero esto no me da buena espina – Comento Caldina, mordiendo su labio inferior

- A mi tampoco y lo mejor es que saquemos a estos inútiles lo antes posible.

- En ese caso yo me encargo de Li y de Latiz y tu de Satsuki y Kaoh – Sonrió la bailarina.

- Como sea.

Guru Clef se detuvo súbitamente.

- No se da por vencido, ¿Verdad? – Sonrió Hokuto – Nos ha estado siguiendo todo este tiempo.

Guru Clef sin embargo no respondió.

- ¿Qué sucede? -  Se preocupo Hokuto

- No es tu hermano el que me preocupa – contesto el Mago, tratando de ablandar su rostro – Es mas, a estas alturas el también se ha dado cuenta.

- Así es – Subaru emergió detrás de una esquina de la calle.

- No entiendo, ¿De que hablan? – Hokuto volteo a mirar a su hermano y al mago, ambos con señas de preocupación.

- Hokuto concentra tus poderes y dime que es lo que vez.

Algo indecisa, Hokuto hizo lo que se le dijo eh inmediatamente una imagen vino a su mente.

Un dragón verde… un dragón del cielo.

No se de quien se trataba, tenia que ser Sorata Arisagawa o Yuzuriha Nekoi.

Pero eso no era todo… había otra presencia ahí, apenas y la podía sentir: una presencia blanca, blanca como la nieve.

- ¡Oh no! – exclamo súbitamente.

- Así es, es la presencia de un dragón del cielo – Le dijo Subaru.

- Para ser mas exactos, de Yuzuriha – Dijo Clef – Y no me agrada nada lo que estoy sintiendo.

- Sus poderes están incrementando ilimitadamente, ¿Qué estará pensando en hacer?

- Un ataque suicida – Contesto Clef, amargamente.

- ¡No puede ser! – Exclamo Subaru – Entonces fue ella… el llanto que escuche era ella. Tengo que ir en su ayuda.

- ¡NO! Iré yo, es demasiado peligroso para ti – Le dijo Guru Clef – Los seres sombra están enloquecidos.

- No hay necesidad de que ninguno de ustedes vaya – Dijo súbitamente Hokuto, mientras suna lagrima resbalaba por su mejilla – Un dragón de la tierra esta con ella, el la salvara.

- ¿Qué dices? – Exclamaron Subaru y Clef al unísono.

- Kyaku… - Hokuto abrazo a su hermano mientras lagrimas silenciosas se perdían en sus pestañas.

- No lo hagas Yuzu – Dijo Sorata con inmensa tristeza en su voz.

Sorata se había librado de los seres sombras cuando voltearon su atención hacia Yuzuriha.

- No te preocupes Sora, yo estaré bien – Le respondió la chica, a través de su mente.

- ¡Estas loca! – gimió el dragón – es suicidio lo que estas haciendo.

- Es la única forma…

- ¡No, debe de haber otra forma!

- Adiós mi querido amigo...

La comunicación se rompió.

Sorata golpeo el suelo con fuerza, ¿Por qué? ¿Por qué estaba sucediendo esto?

"I hear your breath so far from here

I feel your touch so close and real.

And I know my church is not of silver and gold"

Shaoran le dio la espalda al espejo negro.

Sakura estaba a su lado con su hermoso rostro lleno de preocupación ¿Qué sucede?, pregunto ella alarmada.

El no respondió, su mirada fija al suelo.

Este gesto incremento la preocupación de la muchacha, pero Shaoran, inmutado ante la preocupación de Sakura, invoco a su espada. ¿Qué haces? lloraba Sakura.

El viento soplo y Sangre baño la tierra.

- Tu no eres Sakura – murmuro Shaoran sin subir la mirada.

Lagrimas rosearon el pasto, las  hojas de los árboles cayeron y todo a su alrededor comenzó a decaer.

Por fin era libre. 

"The glory lies beyond judgement of souls

the commandments are of consolation and warmth.

You know our sacred dream wont fall."

 

Shaoran despertó abruptamente y lo primero que vio fueron los ojos rosas de Caldina.

- Valla, saliste por ti mismo – comento con una sonrisa.

- ¿Qué sucede? – Pregunto Li, algo desconcertado.

- Sucede que tenemos que salir de aquí y rápido – le contesto la bailarina – uno de los dragones del cielo esta en una misión suicida…

- ¡Nekoi! – exclamo Li, entendiendo todo súbitamente.

- No pierdan más tiempo – les advirtió el asesino del Sakura – Vayámonos de aquí.

- Pero… - Li trato de objetar.

- No podemos ayudarla – Dijo el Sakurazukamori, dándole la espalda.

"the sanctuary tender and so frail

The sacrament of love

The sacrament of warmth is true

The sacrament is you"

Yuzuriha se hallaba en la oscuridad del mundo de las sombras; el dragón verde brillaba intensamente y todos los seres sombra se reunión a su alrededor.

Era demasiado tarde, su poder se había expandido demasiado, dejándola sin una gota de energía.

Moriría, moriría con todos ellos.

Ya era solamente cuestión de minutos y la eterna oscuridad vendría por ella, tal  y como la primera vez.

"I hear you weep so far from here

I taste your tears like you're next to me"

Unas últimas lagrimas recorrieron sus mejillas al mismo tiempo que la tristeza invadía su corazón.

Y cuando pensó que todos sus sentido le había abandonado, sintió el suave roce de una mano contra su piel y una hermosa y suave voz llego a sus oídos, si aquella voz que ella amaba tanto.

"And I know my weak prayers are not enough to heal

heal the ancient wounds, so deep and so dear

The revelation is of hatred and fear"

CONTINUARA…

 

 NOTAS DE LA AUTORA:

 AHHH! YA SE, YA SE, A ESTA ALTURA TODOS USTEDES ME HAN DE ODIAR!!!  (ESO SI ES QUE TODAVÍA ESTÁN LEYENDO ESTO JEJEJEJE) PERO MI A2-LEVELS FUERON DE LAS COSAS MAS DIFÍCILES QUE HECHO EN MI VIDA, NO SOLAMENTE ES UN SISTEMA EDUCATIVO MUY DIFERENTE DEL DE MI PAÍS (MÉXICO) PERO ENZIMA  TENGO QUE HACERLOS EN INGLES Y SIN FALLAS, ASÍ QUE TODO EL AÑO ESCOLAR ME LA PASE TRABAJANDO COMO BURRO DE CARGA, Y LOS DÍAS QUE TENIA LIBRE SINCERAMENTE LOS QUERÍA PARA IRME A CORPORATION ( ALTERNATIVE NIGHTCLUB) Y BAILAR Y  VIVIR LA VIDA LOCA HASTA MUY TARDE EN LA MADRUGADA JAJAJAJJA.

PERO YA POR FIN TERMINE LA ESCUELA Y LOS EXÁMENES.

ASÍ QUE ESTARÉ LIBRE DE AQUÍ AH NOVIEMBRE QUE ES CUANDO TENGO QUE MUDARME DE REGRESO A MÉXICO Y ARREGLAR TODO MI PAPELEO DE REVALIDACI"N DE ESTUDIO. PERO POR EL MOMENTO PROMETO UPDATE MI FANFIC CON MAS FRECUENCIA (PUESTO QUE NO TENGO NADA QUE HACER JIJIJI)

ESPERO QUE POR LO MENOS LE HAYA GUSTADO EL CAPITULO Y PIDO MIL DISCULPAS POR CUALQUIER INCOHERENCIA.

 

CUALQUIER COMENTARIO O QUEJA FAVOR DE ESCRIBIRME A: