Bueno aquí les traigo mi nueva creación, al fin conseguí algo de tiempo e inspiración para escribir y decidí adaptar un viejo escrito mío a Miraculous Ladybug, a partir de este inicio esta historia se actualizará cada 8 a 10 días. La mayoría será contada desde la perspectiva de Adrien. Espero de todo corazón que disfruten la lectura ^^
Disclaimer: Miraculous: Las Aventuras de Ladybug y Chat Noir no me pertenecen, porque si así fuera Loveater no hubiera roto sus corazones.
PRÓLOGO
Adrien.
Nadie dijo que sería sencillo empezar una nueva vida en otro lugar, en especial si tu millonario padre te retira toda tu ayuda de la noche a la mañana. No importa, no lo necesito, podré parecer un hijo de papi pero soy perfectamente capaz de cuidarme solo.
Afortunadamente los idiomas y la estilo de vida de otros países han sido parte de mi formación desde que era niño, pues dejar Francia y arribar en Canadá es un gran paso. Aquí el nombre de Gabriel Agreste es poco conocido, en esta tierra soy nadie.
Desde el primer momento quedé impresionado con los parajes de Québec, pero más con la grácil belleza que apareció cuando fui a solicitar trabajo a una de las familias más reconocidas del lugar.
Kagami Tsurugi era imposible de evitar, su encanto podía derretir hasta el corazón más frío y hacerte sentir la persona más maravillosa del mundo, desde el primer momento en que vi sus delicadas facciones y su sonrisa inocente supe que había quedado atrapado bajo su hechizo. Me enamoré a primera vista de la heredera de un imperio joyero que venía de Japón. Pero era obvio que jamás se fijaría en mí, y eso me lo dejaron claro cuando apareció ese sujeto: el primogénito de la familia Couffaine, Luka.
Me daban ganas de vomitar cada que mi preciosa musa suspiraba y decía su nombre con tanto cariño y devoción ¡Maldito bastardo con suerte! Lo odiaba con todas mis fuerzas, pero a la vez no podía encontrar ni un defecto que cambiara la opinión de Kagami, era demasiado perfecto para mi gusto, todas las mujeres le iban detrás e incluso no era hijo de puta, sino bastante amable y educado.
Si alguna vez yo tuviera esa suerte.
Yo sólo era un simple chofer mensajero, que todos lo los días transportaba a Madame Tsurugi, que por algún motivo que nadie me había querido decir declinaron que yo llevara a mi musa. Ni que fuera a hacerle algo malo, primero me suicidaría.
A veces extrañaba mi hogar, pero estar bajo el dominio estricto de mi padre no era una opción. Además aquella mansión me resultaba muy agradable a la vista, era de un estilo japonés clásico. Pero lo que más me gustaba y desentonaba con la arquitectura en general era el "pequeño" castillo blanco que se levantaba al final del jardín principal, según Lisbeth, la ama de llaves, allí es donde Kagami pasaba horas y horas jugando de pequeña.
Siempre sonreía al imaginarme en ese lugar a mi niña vestida de princesa. Incluso a veces he querido acercarme para llenarme de su magia, no obstante está prohibido que los empleados nos acerquemos a reliquias familiares tan importantes. Algo lógico, aunque tampoco iba a creerme que ellos mancharan sus adineradas manos limpiando el interior. Bien, también es verdad que no es de mi incumbencia.
Y pensar que yo pude ser así. Era en esos donde me arrepentía de ser Adrien Lémaire y no Adrien Agreste.
Adoptar el apellido de soltera de mi madre fue más sencillo de lo que pensé, le tenía tanto rencor a aquel que puso su semilla para engendrarme que no me dolía llevar su apellido, al menos la mayor parte del tiempo.
En fin...
Ya casi acababa mi día y se me hizo muy raro que no me llamaran para nada, por lo regular debía recibir a los proveedores para ayudar a descargar más de 50 millones de dólares en joyas, era muy tentador tener tantas piedras preciosas en las manos, pero soy completamente incapaz de robar algo. Soy un hombre de principios y no un vulgar ladrón.
La noche llegó pronto y estaba muy impresionado ¿No hubo nada de nada?¿Ni siquiera un encarguito? Bien pudieron darme mi día libre hoy, no el sábado, ahora supongo que deberé trabajar ese día ¡Y yo que ya tenía todo planeado! Nino, mi mejor amigo y yo iríamos a una fiesta, él es un DJ aún desconocido que poco a poco se había hecho un lugar entre los jóvenes caprichosos y altaneros de sociedad. Era perfecto, pues bebíamos gratis, ganábamos -sí,Nino me compartía de su fortuna por acompañarlo- y conocíamos gente muy interesante, borracho ni te das cuenta si el de a lado tiene 30 yates o no, en especial las mujeres.
Mi burbuja se rompió de la nada cuando veo llegar a mi dulce niña con la respiración entrecortada, y sumamente alterada, me preocupé inmediatamente por ella, incluso parecía que iba a desmayarse. Sin dudar me acerqué para sostenerla por los hombros, quizá no era lo mejor pero si alguno de los otros me veía cargarla o tocarla más de lo debido aunque sea por ayuda, me iba a ir muy mal.
—Mademoiselle Tsurugi ¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llame a su madre?
Ella miraba a todas partes como sopesando si decirmelo o no ¿Que podría ocultar? ¿Un negocio fallido? ¿Un amante prohibido? ¿Un embarazo? Sentí tanto asco al pensar de manera tan horrenda de mi niña que bajé la cabeza. Soy tan idiota.
Sin embargo todo tomó un curso diferente cuando sus dulces labios pronunciaron con un tono lugúbre una frase que la sobrepasó.
—Dile que venga lo más pronto posible, Ladybug está de vuelta.
Y bueno es todo, esta historia le llevo trabajando un buen tiempo en adaptarla a Miraculous. Quizás resulte ver un poco chocante ver a algunos personajes fuera del contexto que por lo regular se les da, pero es necesario para la obra. Este es apenas el inicio, ojalá le den una oportunidad.
Sin nada más que decir me despido
Xoxo, Maretta.
