Prólogo a la segunda edición:
Bueno, esta es la versión corregida de "El amor es Esperanza" la cual me vi obligada a hacer porque a una semana de haberlo puesto en me lo borraron por mi INVOLUNTARIA violación de las reglas sobre formatos. Ahora, y esperando no violar ninguna otra regla (y no es chiste) pondré esta nueva versión corregida. Pero como en ese ínterin pasaron muchas cosas y se habló mucho de este fic, no suelo tomarme tanto espacio para saludar gente, pero de verdad se lo merecen así que gracias muy especiales a:
Tomoyo, mi beta-reader y amiga que me tradujo las reglas de que yo le pedí desesperadamente que lo hiciera. Tomoyo, gracias totales! Nunca creí que iba a decir esto pero... ¡no cambiés nunca! Yo te quiero como sos
A la gente que me dejó sus mensajes en el mismo sitio; lamentablemente ya no existen pero los recuerdo a todos (afortunadamente guarde los mensajes mandados por mail). Gracias a ustedes, ya que de no haber sido por su apoyo creo que no volvería a rescribir el fic, pero creo que sería traicionarlos si me dejara vencer. Gracias a todos, de verdad. También a quienes lo pidieron por correo, perdonen si no los menciono a todos pero sepan que son ustedes.
A la Princesa Atena que fue la primera en publicar mi fic sin ninguna objeción. Amiga, eres una verdadera webmistress y tienes la mejor page de Saori-Seiya de la web!
A mis amigas del foro de Captain Tsubasa; Lily, Alisse, Anilú, mi abogada de causas perdidas (o sea yo) Berthis, etc que me bancaron toda una noche por msn en un día que me sentí muy incomprendida). También a aquellos que leyendo las notas de mi fic "Diario para Tino" siguieron paso a paso el problema y me mandaron su apoyo aunque ni sabían de lo que estaba hablando.
A Misao, que encontré el otro día en el msn con ¡el título de mi fic en su nick! Creo que eso no le pasa a todos los fanfickers así que, Misao, me hiciste sentir especial. Gracias.
Y para terminar, a todos los que leen este fic, gracias por leer este fic y animarme a continuar, gracias, gracias, gracias!
Vicky
Rosario, Abril del 2005
Antes de empezar me gustaría aclarar a todos los fans de Saint Seiya que mi intención con este fic no es contar una historia de amor, sino una historia sobre lo que el AMOR (en todas sus formas) produce en los seres humanos y lo que ocurre cuando éste les falta. Así que no lo tomen como un fic de romance, ¿eh? Me vi obligada a cortarlo en tres partes para facilitar su lectura, pero es uno solo. De ahí los títulos de "hajime, tsuzuku y owari", o sea "principio, continuación y fin".
Nos vemos al final del fic con las notas de siempre.
El amor es Esperanza (Hajime)
Grecia- Septiembre de 1979
¡Tonta! ¿Crees que tu sacrificio valdrá de algo?
¡Tal vez no sea más que una simple mujer, que no puede hacer mucho por ella! ¡Pero no dejaré que nadie le haga daño porque ella es la paz para el mundo!
El cuerpo sin vida de una mujer yace en el peñasco que está detrás del Salón de Atena, al final de las Doce Casas. No demasiado lejos de allí se oye a un guardia gritar:
¡Trataron de matar a Atena! ¡Hay un traidor en el Santuario!
Aioros, Caballero de Sagitario, recorre las calles de un pequeño pueblo que se sitúa en las afueras del Santuario. Camina preocupado: el maestro le ha encomendado una importante misión.
Flashback Aiorios.
Santuario- Salón del trono. El maestro Shion está de espaldas al trono; el murmura...
Aiorios...
Aquí estoy –se inclina el Caballero de Sagitario- ¿Para qué me necesita, su santidad?
Cómo sabes Aiorios, he estado estos días en Star Hill consultando a las estrellas sobre los futuros acontecimientos que se avecinan sobre la Tierra –comienza a caminar.-Como ya sabíamos lamentablemente grandes catástrofes se aproximan sobre nuestro amado mundo pero, eso no es lo más importante...
Pero Su Santidad... ¿Qué puede ser más importante que los peligros que acechan a la humanidad? Si es así, todos los Caballeros del Santuario debemos prepararnos para...
Déjame terminar. El mundo se enfrentará a diversos males, pero no debemos temer, porque Atena ya está entre nosotros.
El rostro de Aiorios no puede disimular su sorpresa al escuchar las palabras del patriarca.
¿Atena? ¿Quiere decir que la reencarnación de la diosa que aparece cada 250 años se hizo presente por fin?
Así es. –asiente el Patriarca. -Cómo bien has dicho, toda la orden de la caballería debe prepararse para su llegada. Pero para eso, antes tienes una misión por cumplir.
¿Una misión? ¿Cuál?
Debes encontrar a la "Divina Doncella"
¿A la Divina Doncella ? No entiendo...
El patriarca deja de caminar y mira a Aiorios. Con la voz calma pero firme comienza su relato.
Cuando un dios se hace presente en la Tierra, no lo hace directamente sino a través de un cuerpo mortal. A lo largo de los siglos los dioses eligen a seres humanos que los traerán a la vida en cada era. Es cierto que esas familias no son escogidas al azar, pero más allá de eso no existe ninguna diferencia entre el nacimiento de un dios y el de un humano. Sin embargo, en el caso de Atena es diferente...
...Según el mito, Atena ha nacido directamente de la cabeza de Zeus, sin necesidad de una madre. Por supuesto eso sólo era posible en los tiempos mitológicos, ahora Atena nacerá de las entrañas de una mujer mortal que será su madre, pero concebida por la gracia de Zeus.
Pero eso quiere decir que...
Sí, Aiorios. En el primer segundo de este año una doncella ha sido designada para llevar dentro suyo a la futura Atena. Cómo te dije, debes encontrarla y traerla al Santuario.
¿Pero por qué yo Su Santidad? No creo estar lo suficientemente capacitado como otros caballeros para llevar a cabo tan importante misión. Quizás debió enviarme a mí a avisar del nacimiento de Atena a los caballeros que se encuentran alrededor del mundo y dejarle a Shura que encuentre a la Divina Doncella, ya que él es el Caballero más fiel y...
No. Las estrellas te han señalado como el elegido para cuidar de Atena y de su madre. No será algo fácil, se te presentarán muchos inconvenientes en el camino ahora y en el futuro. Comenzarás de inmediato con tu búsqueda.
¿Y cómo la reconoceré Su Santidad? ¿Lleva alguna marca o ella misma se presentará ante mí?
No, no lleva ninguna marca. Deberás confiar en tu buen criterio, en tu cosmos y en tu fe. Pero sí tendrás una señal cuando la hayas encontrado, aunque yo sé que no te equivocarás.
Fin del flashback.
Desde ese entonces Aioros ha salido del Santuario buscando a la futura madre de la diosa y si bien han surgido posibles candidatas, por diversos motivos han quedado descartadas y, por sobre todas las cosas, en ningún caso había recibido la señal tan esperada.
"Su Santidad me aseguró que puedo hacerlo, pero lo cierto es que han pasado dos meses aún no he dado con su paradero. ¿Es acaso fracasaré en tan importante mandato?"
Aiorios mira al cielo. La noche ya había caído, pero el cielo se presenta sin estrellas. Los vendedores ya han levantado sus cosas y no hay transeúntes en el poblado, excepto él...
... o al menos así lo cree...
Se escucha un lamento al fondo de una callejuela. Aiorios se sobresalta; será algún animal herido? No, es un llanto humano, cargado de una insondable pena. Luego ve algo que parece, no; ES una silueta femenina que oculta su rostro entre sus rodillas y se tapa la cabeza con los brazos. El caballero observa que lleva unas ropas algo pasadas de moda: un poncho largo y grande, que le tapa casi todo el vestido de bambúla. El Caballero de Sagitario se acerca hasta ella.
Señorita, señorita. ¿Está usted... bien?
Aioros ahora puede apreciar que se trata de una mujer muy joven (sobre todo por el detalle de la cinta roja, típica de los hipíes, que trae en la frente) probablemente de su misma edad. La muchacha no le contesta y sigue llorando.
¿Puedo... ayudarla en algo? –pregunta el caballero.
A morirme, tal vez...
El caballero se queda estupefacto ante esa respuesta. Más intrigado, se inclina junto a la chica y aparta los brazos de su cabeza.
Tranquila, no voy a hacerle daño...
Da igual...
¿Porqué dice eso?
La muchacha alza la vista tímidamente, cómo un pajarillo asustado, pero no dice nada. Entonces Aioros vuelve a hablar.
Con todo respeto, no creo que una señorita tan joven y bonita no tenga una buena razón para vivir... ¿Cómo se llama?
Esperanza...
¿Sabe Esperanza? No creo que con ese nombre no exista una esperanza para usted...
¡Es que si supiera lo que me pasa! No, no me creería... para que me creyera tendría que creer en los milagros, o estar completamente loco...
He visto... –hace una pausa- He visto cosas que otros ni siquiera saben que existen y tampoco estoy loco, o al menos eso creo.
Esperanza suelta una risita y sonríe por primera vez.
Por lo menos pude hacerla reír... no ha comido nada, ¿verdad? –pregunta el joven. -¿Se ofendería si la invito a cenar ahora?
Acepto la cena si usted me dice su nombre. –responde la muchacha.
Yo soy Aiorios... Vamos, o se hará tarde.
Ya en una posada, ubicada en el corazón del pueblo, ambos jóvenes comparten una sustanciosa cena. Ahora, mientras Esperanza come como desesperada, Aiorios puede observar más detenidamente su rostro: la piel blanca, el cabello lacio y largo, castaño muy claro igual que los grandes ojos, los labios finitos pero carnosos... y una expresión de desamparo total.
Perdóneme, no suelo tener estos modales cuando estoy comiendo... –explica Esperanza. -Lamento mucho las molestias que le estoy causando... pero es que no como hace días... nunca me imaginé que me pudiera llegar a gustar tanto el guisado de lentejas...
Espero que con el estómago lleno reconsidere su idea de suicidarse...
La muchacha palidece; con un gesto de pena baja la mirada.
Supongo que le debo una explicación, pero cómo le dije no me creería...
Haga la prueba... –insiste Aioros.
De acuerdo: estoy embarazada.. estoy embarazada de un niño que no tiene padre, y no me refiero a que tiene y se fue, sino que sencillamente no existe, mejor dicho nunca existió. Yo sé que es un delirio pero ¡estoy completamente segura!
Aiorios abre los ojos sorprendido; ¿será Esperanza la Divina Doncella? Ella sigue hablando:
Fue la noche del año nuevo. Yo había ido a ver los fuegos artificiales que se arrojan todos los años a las doce...
Flashback Esperanza.
Esperanza camina por una colina. Gracias a las luces brillantes de las estrellas y el clima agradable es fácil olvidar que se trata de una noche de invierno. La muchacha se sienta en el pasto, dispuesta a ver el espectáculo. A las doce, las campanas de las iglesias anuncian la llegada del nuevo año. En ese momento, junto con los fuegos artificiales, se aparece una estrella fugaz. Un impulso inexplicable se apodera de la joven, que comienza a correr detrás de ella, como si pudiera alcanzarla. De ese modo, llega hasta lo más alto de la colina.
De pronto volví a ver la estrella, esta vez acercándose a mí. Fue tan extraño... es como si hubiera podido verla en cámara lenta aproximándose cada vez más hasta que entró en mi cuerpo...
En ese momento todo se detuvo... los animales no se movían, la arena había quedado suspendida en el aire, tampoco se movían las plantas con el viento... ¡pero yo podía verlo! Y luego de eso caí desmayada...
Fin del flashback.
Me desperté a la mañana siguiente y todo había vuelto a la normalidad, o al menos eso creía. Pensé que había sido un sueño, pero después comprobé que no...
¿Hace cuanto que sabe su estado?
Unas dos semanas mas o menos... –la joven comienza a llorar- ¿¡Oh, qué voy a hacer? No tengo familia ni amigos, pero tampoco podía quedarme en mi pueblo... ¿¿¿Quién me va a creer semejante historia? ¡Pero es cierto yo se lo juro! ¡No sé que voy a hacer!
No tiene que preocuparse por nada... –la tranquiliza el caballero. -Sé que no miente. No sabe cuánto la hemos estado buscando Divina Doncella...
Esperanza mira sorprendida al joven caballero; él tiene unos ojos tan sinceros, tan llenos de paz... algo dentro suyo le indica que confíe en él...
¿Eh? Pero...
Lo que le pasó está escrito desde los tiempos inmemoriales. Tengo muchas cosas que explicarle, pero primero debe acompañarme a un lugar...
¿Un lugar? ¿Adónde?
Al Santuario de Atena
¿Santuario? Pero... –pregunta sorprendida.
Confíe en mí, por favor... Acompáñeme, si nos vamos ahora tal vez a la mañana ya podamos ver al Gran Maestro.
Aioros se dirige hasta la puerta del salón del trono. De allí sale Arles, o al menos eso cree el caballero, ya que en verdad se trata de Saga de Géminis que ha tomado su identidad después de haber asesinado al verdadero Arles.
Arles, dile al Maestro que me urge verlo por favor.
Sin decir palabra, el asistente del Patriarca entra en la recámara antecediendo a Aiorios. Susurra unas palabras al oído del Maestro, que con un gesto le indica al Caballero de Sagitario (quien ahora luce su espléndida armadura dorada) que pase. Aiorios hace una reverencia
Su Santidad. –dice Aioros. -Encontré a la Divina Doncella y ha venido conmigo.
Detrás suyo entra Esperanza, cubriendo su cabeza con una mantilla como era la costumbre para todas las mujeres que entran al santuario siendo ajenas a él.
El falso Arles se sobresalta, pero la máscara que lo cubre no deja ver su sorpresa, en cambio el Maestro Shion apenas hace un gesto y dice:
Arles, puedes retirarte.
Saga se va, molesto; es evidente que la delicadeza del asunto es tan grande que ni él puede participar de la conversación, pero hubiera deseado quedarse para ver que podía averiguar que le sirviese a sus planes, que, como sabemos son hacerse cargo del Santuario y así dominar el mundo. Pero la figura de la madre de Atena es algo que va más allá de su incumbencia, aunque finja ser la mano derecha del Patriarca. Hace una reverencia y antes de marcharse dirige una disimulada mirada a la joven, pero el pañuelo no lo deja ver su cara. Él dice titubeando...
Creo... que ya puede quitarse la mantilla.
Temblorosa, Esperanza se corre el velo y deja en descubierto su rostro, un rostro idéntico al que sería luego el de Atena.
Haciendo un verdadero esfuerzo, el maestro Shion se incorpora y se dirige hacia la muchacha diciendo...
Bienvenida a su casa, Divina Doncella.
El maestro se arrodilla ante ella. Esperanza se asusta por la sorpresiva reacción.-¡Oh, no, no, no es necesario! –Ella toma las ancianas manos del Patriarca- ¡No por mí, por favor!
El Maestro se incorpora:
Su noble corazón es la prueba fidedigna de que es la madre de nuestra diosa. Yo soy Shion, el patriarca de este santuario y estoy para cumplir su voluntad, al igual que todos los caballeros de la Orden. ¿El caballero Aioros ha sido amable con usted?
¿Eh? ¡Oh, sí, sí! Maestro, me siento profundamente honrada y les agradezco todas sus atenciones, pero... hay algo que me preocupa
¿Qué es Divina Doncella?
¿Y si hubiera un error y yo no fuera la elegida para dar a luz a Atena? ¿Cómo pueden estar seguros?
Porque puedo leerlo en su cosmos.
¿En el cosmos Su Santidad? –pregunta Aioros.
Así es. Su cosmos está mezclado con el de Atena, porque aún ella no ha nacido. Pero si tiene dudas puede comprobarlo usted mismo. Acompáñeme por favor, vos también Aioros.
Los tres se dirigen hacia la estatua de Atena que se encuentra detrás del salón del trono. Allí se encuentran las armas de la diosa: el escudo y el cetro. Las armas, no, la estatua completa reacciona al contacto con el cosmos de Esperanza y emana de ambas un cosmos brillante y dorado.
Aioros observa emocionado hasta las lágrimas, también el Maestro –aunque más serio- se siente conmovido ante la sublime escena.
"¡Su cosmos está lleno de amor y bondad! ¡No hay duda, es ella, la Divina Doncella!"
El cosmos de Esperanza recibe un mensaje de los dioses, probablemente de la propia Atena, imposible de explicar o entender con palabras; únicamente con el cosmos.
Un poco después todo vuelve a la normalidad y Shion vuelve a hablar:
Divina Doncella, espero que con esto haya podido comprender la importante misión que los dioses le han encomendado.
Sí Maestro; pondré todo mi esfuerzo para ser cumplirla dignamente. Velaré por Atena con el mismo empeño que lo hacen sus Caballeros. Se lo juro.
Aioros ronda el coliseo, cerciorándose de que todo marche normalmente. En estos momentos el Santuario se encuentra un tanto desprotegido, ya que existen sólo cinco de los doce caballeros: Shura de Capricornio, Saga de Géminis, Dohko de Libra y él, el caballero de Sagitario. A su vez están el Maestro Shion y Arles, un caballero de plata que es tan fuerte como un dorado. Pero Shura está viajando por el mundo dando la noticia de la llegada de Atena a todos los caballeros y Dohko está vigilando a Hades en Cinco Picos, y lo mismo hace Saga con Poseidón (o así lo creen en el Santuario). Por otro lado el Maestro y Caballero de Aries, Shion, está muy enfermo y es Arles quién maneja la mayor parte del funcionamiento del Santuario.
De todos modos, el Patriarca le había encargado vigilar el Santuario de posibles enemigos, sobre todo en este momento que la Doncella está allí. Aioros está por entrar en su templo cuando salen a recibirlo.
¡Hermano, hermano! –exclama el pequeño Aioria.
¡Aioria! ¿Qué haces aquí? ¡Sabes bien que la Casa de Sagitario tiene muchas trampas peligrosas y no tienes que andar cuando no estoy yo!
Es que te estaba buscando. ¡Qué bueno que ya has vuelto! ¡Te extrañé mucho!
Yo también hermanito –lo abraza.
¿Entonces por qué no me buscaste apenas volviste?
Es que tuve asuntos muy importantes de los que ocuparme. Ya encontré a la futura madre de Atena.
¿De verdad? ¡Genial! ¡Cuéntame todo de tu viaje!
Está bien –Aioros conduce a su hermano al interior de la novena casa- Te contaré mientras comemos y luego retomaremos tu entrenamiento.
¿Tan pronto? ¡Ufa! –se cruza de brazos.
Pues sí. ¿O no te quieres convertir en uno de los caballeros más poderosos de todos? –sonríe.
¡Sí! ¡Yo quiero ser tan fuerte como tú hermano!
Entonces tienes que entrenar. Ven, vamos a comer...
Saga mira sentado en su habitación (contigua a la del Maestro Shion) la estatua de Atena, mientras elabora sus planes.
"La mejor forma de tomar el poder será esperar a la muerte de Shion y que me nombre su sucesor. Después de todo es sólo cuestión de tiempo, no podrá resistir más de seis meses. Además... -mira la botella que contiene el veneno que hábilmente le ha estado suministrando al Patriarca en las comidas desde que tomó el lugar de Arles- "El viejo no es un problema. Ahora tengo que centrar mi atención en el nacimiento de Atena. Tenía esperanzas de que Aioros no encontrara a tiempo a la Divina Doncella, pero ahora que apareció debo deshacerme de ella antes de que dé a luz..."
Ahora, el falso Arles se levanta y dirige sus pasos hacia la recámara de Esperanza. Al ver que la puerta de la habitación se encuentra ligeramente abierta, entra. En este instante, la Doncella sale de la tina en la que se ha estado dando su baño y se dispone a cambiarse. El caballero se oculta detrás de las cortinas, Esperanza se para frente al espejo (por delante de dónde está escondido Saga) y se quita la túnica que la cubre.
Saga empalidece al contemplar la silueta de la Doncella. Ella comienza a secar su cabello que cae como una lluvia sobre su espalda. El Caballero de Géminis hace un esfuerzo para desviar su mirada del cuerpo de la mujer a la que ha venido a matar. Tanto a favor como en contra de su voluntad consigue hacerlo y se da vuelta, moviendo accidentalmente las cortinas.
¿Quién anda ahí? Pregunta Esperanza mirando el reflejo del espejo.
Saga sale rápidamente de la habitación. Él trata de alejarse rápidamente por los pasillos del Santuario pero una voz reclama su presencia.
¿Señor Arles?
Un sudor frío corre por la espalda del Caballero; ¿lo habrá descubierto su fallida víctima?
Tratando de manejar sus nervios voltea, para quedar de frente a la Doncella, pero con la mirada clavada en el suelo.
¿Sí, Divina Doncella?
Es que... estaba cambiándome y me pareció que había alguien en mi cuarto... pero ya revisé todo y no encontré a nadie... ¿usted vio algo por casualidad?
Saga se desconcierta; ¿Acaso aquella endemoniada mujer lo estará poniendo a prueba? ¿O ya ha descubierto sus planes y está tratando que se incriminara? Ya obligado por las circunstancias decide mirar a los ojos a aquella mujer y averiguarlo. Alza la vista y se encuentra con la imagen de Esperanza, ya vestida, lo que le hace dirigir su atención al rostro. Allí está, con sus ojos grandes y luminosos como estrellas, la nariz pequeña y los labios carnosos que sirven de sostén a una sonrisa limpia y pura. El Caballero de Géminis siente nuevamente desarmarse; había conocido muchas mujeres en su vida, pero ninguna como aquella, tan sensual y tan inocente al mismo tiempo, ignorante de que su sola imagen tiene la capacidad de enfrentar ejércitos dispuestos a morir por ella.
No, Divina Doncella, no he notado nada extraño. Pero le prometo que voy a investigar.
Oh, bueno... no se preocupe. Probablemente fui solamente yo imaginando cosas. Es que aún no me acostumbro a la vida en este Santuario, sabe? –sonríe
De todos modos revisaré –Saga se da vuelta para marcharse.
Señor Arles, ¿se siente bien? Es que lo noto un poco nervioso... –dice sujetándolo del brazo.
Saga lucha para no sentirse paralizado nuevamente y retira bruscamente su brazo.
¡NO! Quiero decir, sí, estoy bien Doncella. Daré una vuelta y si encuentro algo se lo comunico. Con su permiso.
El falso Arles se retira a toda velocidad mientras Esperanza lo mira extrañada, sin sospechar lo sucedido; y mucho menos lo que pudo suceder.
Esperanza recorre las escaleras de las Doce Casas, cuesta abajo. Al llegar al Templo de Sagitario se encuentra con el caballero de este signo.
¡Aiorios, Aiorios! –grita al ver al caballero dorado.
¿Divina Doncella? ¿Qué hace por acá?
Hum... andaba dando una vuelta por el lugar. –dice ella con un gesto de impaciencia algo infantil- Es que... ¡ya estoy harta de estar encerrada todo el día!
No debería andar sola. –le reprocha Aioros. -Si no conoce los caminos del Santuario puede perderse.
Es verdad... –Piensa Esperanza unos instantes- ¡Ya sé! ¿Porqué no me acompaña? ¡Venga! –y agrega en tono de broma- Mire que si me dice que no, iré sola y si me pasa algo será su culpa...
De acuerdo. ¿Qué quiere ver?
Bueno, yo oí algo sobre un reloj... eso estoy buscando. ¿Sabe dónde está?
Por supuesto. Yo la llevo.
Ya en la Torre, Aioros hace de improvisado guía turístico de la Doncella.
Esta es la Torre del Reloj de fuego. Se enciende cada vez que ocurre un hecho importante. Mas allá están las Doce Casas, dónde me encontró, destinadas a los Caballeros Dorados.
Los caballeros como usted, ¿verdad?
Sí... aún somos pocos, pero pronto estarán todos...
Aioros, hay algo que quiero preguntarle. He visto que en el Santuario hay bastantes mujeres, pero todas llevan una máscara. ¿Por qué lo hacen?
Es parte de las reglas. Si una mujer es vista sin su máscara por un hombre, queda obligada a amarlo o a matarlo. De no hacerlo queda inmediatamente deshonrada.
Pero... yo soy mujer y no uso máscara...
Solamente Atena puede mostrarse con el rostro descubierto, y usted también porque es su madre, tan pura como la misma Atena.
Igual me parece injusto... yo creía que la liberación femenina había sido mundial...
Aiorios se ríe, pero Esperanza se enoja.
¿Qué, acaso le causa gracia lo que digo?
No, no, Divina Doncella, yo nunca quise faltarle al respeto... es solo... que me pareció un poco ingenuo su comentario. Perdóneme, por favor...
Esperanza finge enojo y contesta:
-¿O sea que quiere decirme que soy ingenua, eh? –suelta una dulce risita- ¡Usted también es ingenuo! Todo el tiempo andarme diciendo "Divina Doncella, discúlpeme por esto" "Divina Doncella perdóneme por lo otro" y así permanentemente. ¿Cree que realmente me puedo llegar a ofender por algo que me diga?
Es que usted...
Y aparte eso: todo el tiempo "Divina Doncella, usted... bla, bla, bla..." ¿Porqué no me trata de tú y listo? ¡Me hace sentir una vieja! ¡Además, así no LE puedo tutear, y realmente es demasiado joven para que le diga de "usted"!
Usted puede llamarme como quiera, pero yo... no puedo. Compréndame, por favor.
Bueno, no TE voy a obligar, pero al menos dime Esperanza. El día que nos conocimos me insististe para que te dijera mi nombre, y te lo dije! Así que úsalo, no me hagas que te lo ordene, eh? –sonríe.
Está bien... Esperanza... –sonríe tímidamente.
En ese caso te voy a regalar algo que te traje. –Esperanza saca de entre sus ropas una cinta color rojo.- Me di cuenta que se te viene el flequillo a la cara. Si te pones esta cinta no te va a molestar más.
Yo... me siento muy halagado pero... no entiendo porqué... –dice sorprendido.
¿No? ¿No te parece suficiente haber salvado mi vida y la de mi hija?
Ese es mi deber...
Aún así. Es roja, para la suerte. A mí me la trajo cuando te encontré a vos. Prometéme que la vas a usar..
Está bien.. se lo prometo.
Esperaría que no te asuste, este instante de sinceridad;
mi corazón vomita su verdad.
Es que hay una guerra entre dos por ocupar el mismo lugar;
la urgencia o la soledad.
Saga bebe con lentitud su vaso de licor. Todo este asunto del nacimiento de Atena lo tiene a mal traer. Ha perdido el impulso inicial de deshacerse del problema antes de que comenzase, y todo por su propia culpa. Bebe otro trago; a su mente viene la imagen de la Doncella cambiándose. Aquella vista lo había descolocado, y el recordarla le provoca el mismo efecto. Pero no sólo eso, además lo... ¿provoca? Saga reacciona al tomar conciencia de aquel terrible pensamiento y lo desecha violentamente; no puede darse el lujo de pensar así por dos razones. Por un lado, su objetivo es eliminar a la madre de la diosa, tal vez por un tiempo no sea peligrosa, pero finalmente se convertirá en un obstáculo y deberá matarla de todos modos. Por el otro, traición y lujuria son dos pecados muy distintos; un caballero no puede permitirse pensar así de alguien sagrado como lo es la Divina Doncella, por muy enemiga que pueda llegar a ser. Pero, claro, ¿que le hace un crimen más a alguien que pronto dominará el mundo sino el universo?
"Cuando yo lo gobierne todo, no habrá nadie que pueda juzgar si he quebrantado la ley, porque yo seré la ley, seré omnipotente! ¡Controlaré a Atena, a la Doncella y al universo entero!
Esperanza recoge flores del peñón, debajo de los pasillos dónde se ubica su recámara en el ala principal. Ella respira hondo para inhalar el aire puro de la mañana. Luego, observa los pájaros que ya se desplazan por el cielo y también, una pequeña roca que vuela al ras de su cabeza.
La muchacha se cubre con los brazos.
Ups! –exclama Aioria sabiendo que se mandó una macana.
Esperanza ve al niño y exclama
¡Ey, espera!
¡Oh, no!
Aioria se mira y suelta la gomera responsable de la piedra. Luego trata de echarse a correr, pero se cae y es rápidamente alcanzado por la Doncella.
¿Ey, que haces?
¡Ay, lo siento mucho, señorita!
Yo estoy bien, pero te pregunto por eso –señala la gomera –¿Por qué le tirabas piedras a los pájaros?
Aioria responde con expresión afligida:
Bueno... yo sólo quería ver si los alcanzaba... Estaba jugando...
Pues no creo que esas aves piensen de igual manera. ¿A ti te gustaría que alguien te tirara piedras sólo porque piensa que es divertido?
No...
No está mal jugar, pero si no lastimamos a nadie, y menos a un ser más débil que nosotros. ¿Comprendes?
Ssss... sí. –responde Aioria apenado. -Lo siento...
Bueno, no hay problema, mientras no lo vuelvas a hacer...
Llega Aioros. Al ver a su hermano exclama:
¡Aioria! ¡¿Pero qué estabas haciendo! ¡¿Dónde te habías metido!
¡Hermano!
¡Oh, no lo retes, por favor! Sólo es un niño...
¡Esperanza! –se sorprende al verla allí- ¿¡Aioria, estabas molestando a la Doncella?
No, no. Él está hablando conmigo, yo fui la que lo llamó. Tienes un hermano muy pícaro, ¿eh? –opina la Doncella.
Esperanza, aún no ha amanecido del todo y en su estado el rocío la puede enfermar.
Es que me desperté temprano, y cómo no podía volver a dormirme, decidí levantarme y dar una vuelta.
De todos modos no debió hacerlo. –le reprocha Aioros. -Aún está muy frío...
Y oscuro... –agrega el niño.
Y oscuro. Podría tener un accidente.
Ay, exageras Aioros. –dice Esperanza minimizando el asunto. -Además me aburro sin hacer nada.
¡Es que no debe exponerse así! –El joven hace un gesto de tierno reproche- La mayoría de los lugares del Santuario son bastante inhóspitos...
Y peligrosos... –acorta Aioria.
Y peligrosos. No son para que una mujer cómo usted ande sola...
Agradezco tu preocupación Aioros, pero ¿no fue acaso que me trajiste al Santuario justamente para que no corra peligro?
Pues sí, pero de los peligros del mundo exterior, no todos los peligros del planeta. En su condición actual usted es muy frágil...
Y linda...
Y linda. Por eso es que no tiene que... ¡Aioria! ¿Qué me hiciste decir? ¡Ya vas a ver!
Aioros persigue a su hermano menor que finalmente se esconde detrás de la Doncella. Ella se ríe a carcajadas, pero el caballero está molesto con su hermano.
¡Aioria! ¡Discúlpate con...! ¿Esperanza, está usted bien?
Esperanza: -¡Sí, sí! ¡Ja, ja, ja! Perdóname, es que hace mucho que no me reía así... ¡Jo, jo, jo! ¡Ay, ay... ¡Me duele la panza de tanta risa!
No debe esforzarse, Esperanza. ¡Y tú Aioria, ya vamos a hablar, no pienses que vas a salir tan bien de esto! Esperanza, ¿porqué no vamos a un lugar dónde pueda sentarse?
Ya en la arena de los duelos, Aioria corre por toda la pista como castigo por su conducta, mientras refunfuña por las indicaciones de su hermano mayor, que lo observa desde las gradas acompañado de la Doncella.
¿Así que Aioria es tu único hermano? –le pregunta Esperanza al caballero.
Sí. Nuestros padres eran campesinos. Murieron en un terremoto. Desde ese entonces yo lo cuido.
¿Y cómo decidieron convertirse en caballeros?
Bueno... no es algo que decidimos... sino que se decide. Existe la creencia de que todos los caballeros son reencarnaciones de anteriores caballeros así que... es difícil de explicar...
Como todo acá, el maestro ya me estuvo contando unas cosas de unas guerras sagradas y todo eso. Pero no te preocupes, ya me estoy acostumbrando...
¿No extraña su pueblo, la vida en el "mundo exterior"?
En realidad no... –ella baja la mirada- No tengo nada ni nadie que me ate a alguna parte. Si me hubiera matado aquel día que me encontraste, nadie me hubiera llorado. Pero estoy feliz de no haberlo hecho...
Ahora Esperanza levanta sus luminosos ojos, que chocan con la claridad de los de Aioros. Ella sigue hablando:
He estado pensando mucho durante este mes y medio sobre todo lo pasado y me alegro de cómo salió todo. Me gusta estar acá, me siento segura, aunque haya cosas que nunca vaya a entender y además voy a tener esta hija que será lo más importante para mí.
Esperanza, escúcheme...
Sí, ya sé lo que me vas a decir: que no me pertenece, que le pertenece a la humanidad y que yo no puedo interferir en ese plan, ni tampoco es mi intención hacerlo pero... ¿Quién se va a encargar de educarla?
La educación de Atena está en manos del Patriarca.
Sí, de enseñarle sus deberes como diosa pero... ¿Quién se va ocupar de enseñarle a hablar o de explicarle porqué se pone el sol? ¿O de contarle cuentos para dormir o desvelarse cuando tenga fiebre? ¿Quién se va a encargar de calmarla cuándo tenga pesadillas o le tenga miedo a las sombras en la ventana? El maestro es muy bueno, pero ya es un anciano. Además, aquí hay cientos de personas dispuestas a morir por ella pero, y de vivir para ella?
Aioros escucha en silencio, pensando en que toda la belleza de la Doncella se iguala a la hermosura de su corazón.
Mi hija.. por más que hago un esfuerzo no puedo decirle Atena... es lo más importante que tengo, y me necesita, sabes? ¿Tú crees que si le pido al Patriarca que me deje hacerme cargo de ella me dará permiso?
Supongo... que si se lo explica de esa manera no habrá ningún problema.
Eso espero porque... ay, me volvieron los dolores de panza –apoya su mano sobre su estómago.
¿Se siente bien Esperanza? ¿No quiere que...?
¡Shhh! Espere –hace un gesto de pausa- ahí está! ¡Me patea! Fíjate –toma la mano de Aioros y la apoya contra su vientre.
Pero... –murmura Aioros sorprendido.
A ver si pasa de nuevo... –dice ella susurrando. -ahí, ¡late! ¿Lo escuchas Aioros?
Sí... es hermoso...
¿Verdad que si? Oh, parece que se detuvo. ¡Qué lastima!
Aioros trata de soltar su mano, y al hacerlo queda sujeto a la de Esperanza. Ellos se miran sorprendidos, sin saber que hacer. Ella se sonroja y él desvía la mirada. Su hermano interrumpe la escena.
Hermano, ya hice las quinientas vueltas ¿Qué hago ahora?
¿Eh? ¿Tan rápido?
Pero hermano, si empezamos a la mañana, y ya es el mediodía.
¿Ya? Bueno... entonces...
Quizás deban irse a almorzar. –sugiere Esperanza. -Yo también debo ir a ver al Maestro. Estoy ayudando un poco a Lilly, la enfermera así que...
Sí, lo mejor es que nos vayamos. –asiente el caballero. -Despídete de Esperanza...
Adiós Esperanza...
¡No, tienes que decirle Divina Doncella!
Pero tú le dices Esperanza...
¡Pero es que yo... oh, no importa! Mejor vayamos a comer...
Los hermanos saludan a la Doncella y luego se va mientras ella comienza a reírse pícaramente como en un principio...
