¡HOLA A TODOS! Podría decirse que esto pasa en forma paralela a la semana previa al nacimiento del bebé. Cuenta como un fic aparte, si se quiere decir de algún modo. Las cosas son simples. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 21 para ver y entender Manga: El héroe nunca se enoja de veras sino hasta que le lastiman a su novia o a la chica que ama.
Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 3: Escapada de Medianoche.
Santuario de Athena.
10 de Noviembre. 23:55 pm.
La lluvia que había comenzado esa tarde en forma suave, se dejaba caer constante en el Santuario. Saori todavía seguía despierta y con la luz encendida. La diosa tejía con calma y en silencio, muy concentrada en su tarea. Se detuvo unos instantes y observó bien su obra: era un pequeño gorrito de duende, de color azul para el bebé de Milo y Alisa. Ya estaba por terminarlo. Saori sonrió orgullosa de sí misma ante su logro. Había intentado tejer un ajuar para el bebé, pero luego de cuatro pares de palillos doblados más allá de toda reparación, mucha lana desperdiciada y reciclada, puntos corridos, errores de cálculo y colores equivocados, por fin había terminado algo que le había quedado medio decente y presentable.
Hay que reconocer lo bueno y lo malo: el gorrito era muy lindo y adorable.
"¡Estupendo!" Exclamó Saori para sí, mientras se disponía a cerrarlo. "Ahora faltan un par de detallitos."
Athena siguió entusiasmada con su tejido. Afuera la lluvia caía constante y calma. Por fin cerró el tejido y procedió a darle las terminaciones finales. No iba a terminarlo esa noche, ya era muy tarde, pero lo primero que haría a la mañana siguiente, en cuanto Shion la dejara salir a recreo después de sus lecciones, sería terminar este pequeño regalo para el pequeño Kyrus.
¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIING!
Saori se quedó mirando su celular con calma, que estaba en su mesita de noche. Dejó el tejido a un lado y se asomó a ver qué decía la pantalla. Número desconocido… Athena frunció el ceño.
¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIING!
No, no era un número desconocido: el que no lo tuviera grabado en la memoria de su celular no lo hacía desconocido. Los últimos dos días, el mismo número la había estado llamando, pero ni bien contestaba, se quedaba en silencio y sólo escuchaba estática, viento, estática y lluvia. ¡BAH! Sabía que se trataba de un dios, sólo los dioses tenían el número de este celular, pero no tenía idea de quién podría ser el condenado ocioso que…
¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIING!
Saori tomó el celular molesta. No sabía ni para qué iba a contestar si nadie le iba a hablar. Pero si al menos servía para gastarle los minutos al tipo que la llamaba, entonces bienvenido sea. Ah no si no. Esta vez no iba a ser tan cortés como otros días.
"¡Dionisos! ¡Pan!" Bramó Saori al celular, muy molesta y segura de la supuesta identidad de quién la llamaba. "¡Si esta es otra de sus bromas, No es divertido! ¡YA DEJEN SU…!"
"¿Prima?" Dijo la voz al otro lado de la línea. Saori se tragó la lengua: esa voz… como que la reconocía. "Por favor, no me cuelgues, necesito ayuda." Athena separó el celular de su oreja unos instantes y observó la pantalla.
"¿Quién es?"
"…"
"¿Con quién hablo?" Saori puso más atención, incluso a través de la estática que podía escuchar.
"… No te enojes conmigo, por favor…"
Saori abrió los ojos. ¡Creyó reconocer la voz! Era ella, no había duda… ¿o no? Mejor se aseguraba.
"¿Perséfone?" Tentó la diosa con temor y curiosidad. "¿Eres tú?" Saori esperó unos segundos en silencio y muy seria. Creyó oír unos sollozos.
"Siee… soy yo…" Sollozó acongojada.
Saori puso la espalda rígida al escuchar esta identificación. Miró a su alrededor nerviosa. ¿Por qué Perséfone la llamaba a estas horas de la noche? O una pregunta mejor…
"¿Dónde estás? Te escuchas muy cerca." Le dijo Athena con suavidad.
"… Estoy Afuera… cerca de tu Santuario, pero no dentro. ¡Llueve mucho y estoy muy asustada!" Exclamó Perséfone entre sollozos, temerosa. "Nunca había estado sola en el mundo humano… Hace cuatro días que no me muevo de aquí… me fui de casa." Reconoció segundos antes de largarse a llorar.
"¿QUÉ?" Si Saori hubiera estado comiendo o bebiendo, habría tenido un serio problema de salud. De un salto, se puso de pie sobre su cama, con los ojos abiertos como platos, atenta a lo que su prima (o hermana) al otro lado de la línea, podría decirle.
"Este… Me fui de casa…" Repitió Perséfone, lloriqueando sin control. "No sé a donde más ir, porque no quiero volver al Olimpo o que se enteren que me fui del Inframundo… Ya sé que no corresponde, sé que Hades te cae mal, pero… pero…" la diosa pareció tomar aliento. "¿Quisieras prestarme un cuarto y poco ropa seca? Juro que sólo será por esta noche. No te molesto más…"
"¡¿ESTÁS SOLA, A LA INTERMPERIE, CON ESTA LLUVIA, DESDE HACE CUATRO DÍAS?!" Athena se mordió el labio. Perséfone sonaba bastante complicada y desvalida. No pudo evitar sentir compasión por su prima y hermana. Además, Perséfone nunca le había hecho nada malo a ella. "Quédate donde estás." Le dijo con calma. "Estaré allí en unos minutos."
Sin darle tiempo a contestar, Saori colgó el celular. Rápidamente, bajó de su cama y corrió hacia su armario. Se vistió con lo primero que encontró: calcetines, unos jeans azul oscuro y un grueso sweater con cuello de tortuga de color púrpura, por encima de su pijama. Se puso botas de agua y un impermeable. Tomó otro de sus abrigos y una linterna. Rápidamente, se acercó en punta de pies hacia un panel de su cuarto que ocultaba un pasaje secreto que la llevaría hasta los pies de la casa de Aries. Si todo salía bien, estaría abajo en unos quince minutos.
Con pies veloces, y un par de tropiezos, Saori atravesó el complicado pasadizo en la oscuridad de la noche, cuidándose de no alertar a los santos dorados de que ella estaba haciendo uso de él a escondidas. Si la descubrían, seguramente la ayudarían si ella les explicaba el motivo de esta escapada nocturna, pero algo le decía que mejor iba a sola a ver qué le pasaba a Perséfone. Athena sacudió la cabeza. ¿Por qué se habría ido del Inframundo? ¿Por qué no había regresado con la tía Démeter? ¿Por qué se había quedado vagando en la tierra, y no había regresado al menos al Olimpo? Tantas dudas.
Unos veinte minutos después (no quince como en el plan original) Saori por fin llegó al final del pasadizo. Se deslizó por la puerta que daba al exterior, justo a los pies de la escalera de Aries, y mirando para todos lados, corrió hacia la salida de su Santuario, cuidando de no llamar la atención de los guardias.
Una vez fuera del Santuario, se detuvo a escuchar. La constante y calmada lluvia parecía ahogar cualquier sonido extra y al estar tan oscuro, no alcanzaba a distinguir nada. Si elevaba su cosmo, alertaría a los demás de su presencia, y aunque Perséfone la detectase de esta manera, no creía muy conveniente que todos se enteraran de la presencia de la diosa del Inframundo así tan de golpe. Saori tomó su celular y llamó al número desde el cual su prima le había llamado.
¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING, RIIIIIIIIIIIIIIIIIING!
No lejos, a su derecha, sonó un celular. Saori anuló la llamada y corrió hacia donde creía haber oído el ringtone. No se tardó mucho en encontrar a Perséfone, calada hasta la mismísima médula, sentada tras una columna y desvalida. Sin perder más tiempo, la cubrió con el abrigo extra.
"¡Por todos nosotros, Perséfone! ¿Qué haces aquí sola?"
"… Me fui de casa." La pobrecita se veía hasta más pequeña de lo desolada que se sentía.
"Eso veo, pero ¿por qué te pasaste tanto tiempo sola? ¡Pudiste haber llamado antes!"
"Sí lo hice…"
"¿Eras tú?" Preguntó Saori sorprendida. "¿Por qué no contestabas cuando te hablaba?"
"No sé… creí que no querrías ayudarme por todo lo que Hades te hizo…"
"¡No seas ridícula! Zeus nos obligó a hacer las paces y hemos respetado muy bien los tratados que firmamos." Afirmó Saori, sentándose junto a su prima. "¿Por qué esperaste hasta ahora? Por último hubieras ido a un refugio: hay montones en Atenas."
"… No me siento bien… Disculpa la hora, pero ya no aguantaba. Yo… no sabía que hubiera refugios… tenía miedo que me reconociera alguien."
"¿Y eso por?"
"… no quiero volver al Olimpo y estoy enojada con Hades." Perséfone frunció el ceño y se cruzó brazos. "Pero no quiero generarle un problema con mi mamá. Si voy al Olimpo en estas fechas, no quiero ni pensar la que se armaría: mi mamá asumiría cosas antes de que pudiera explicarle nada y no la quieres ver molesta."
"¿Eso quiere decir…?" Comenzó Athena. Perséfone descruzó los brazos y se puso a jugar con los dedos.
"Nadie me echó del Inframundo: me vine yo sola sin decirle a nadie."
"¡¿Tío Hades No Sabe Donde Estás?!"
"Nooo…" Suspiró remolona, pero pronto apretó los puños muy molesta. "¡TAMPOCO CREO QUE LE IMPORTE!"
"¿¡La Tía Démeter No Sabe Donde Estas!?"
"Tampoco Zeus." Perséfone miró a Saori con ojos grandes. "Por favor, no le digas nada a nadie… Solo quiero un poco de ropa refugio para esta noche, ¡Me iré a la mañana!"
Saori abrió la boca lo más que pudo, tratando de procesar la información. Perséfone se fue del inframundo sin decirle a nadie donde iba. Hades, por lo tanto, debía estar bastante preocupado (aunque no lo reconociese) y taimado. Démeter no sabía que su hija no estaba en el inframundo y que había pasado cuatro días SOLA en el mundo humano. Si bien el que no estuviese con Hades podría ser un atenuante, seguro pensaría que el dios la habría echado a patadas y quizás que otras cosas con la imaginación que tenía. Por lo tanto, le caería encima a Hades con la caballería pesada y conociendo que este par de hermanos se llevaba como perros y gatos… ¡SOBERANO AUCH DE QUIEN SE INTERPUSIESE! Saori tragó saliva.
"¿Hades no te echó? ¿No te hizo nada?" Le preguntó con cautela.
"¡BAH! ¡Aparte de Ignorarme Todo El Tiempo, NO Me Hizo Nada!" Gruño Perséfone. "Ya no me quiere como antes, me ignora todo el tiempo y no aprecia todo lo que hago por él. Siempre hay algo más importante que yo… No me necesita, así que me fui." Añadió entre sollozos.
"¡Hablas como si en verdad estuvieras enamorada de él desde el principio!" Exclamó Saori incrédula. Perséfone la miró con una cara tal, que no fue necesario que le explicaran a Athena que había metido las patas. "¿O sea sí estás enamorada de él?"
"¿Por qué nadie me cree cuando digo eso? FEH. Hades no es tan malo luego que lo conoces." Perséfone suspiró de pena y fastidio. "… En fin. Fue lindo mientras duró…"
"¿Qué No Piensas Regresar Con Él?"
"¿Para qué? No estoy dispuesta a seguir siendo su muñeca."
"Pero, Pero, ¡Pero!, ¡PERO!…" Saori se abstuvo de hacer la pregunta que quería hacer, por temor a meter nuevamente las patas. En su lugar, hizo otra. "¿Cómo le harás? Tienes que pasar una temporada en el Inframundo… O te puede pasar algo malo."
"¿Saori…? ¿Me ayudarás?" La interrumpió Perséfone con ojos grandes y suplicantes.
Athena se calló y le sonrió. Abrazó a su prima en un gesto de apoyo y decidió no hacerle más preguntas. Ambas se pusieron de pie… Perséfone se llevó la mano a la cabeza y volvió a sentarse.
"… No tan rápido… no me siento bien."
"Tranquila… Con calma…"
Saori esperó a que su prima se recuperase. Al parecer se había mareado, lo cuál no dejó de preocuparla. Seguro se debía a que Perséfone había abandonado el Inframundo antes de cumplirse el tiempo necesario. Como había comido aquella granada que Hades le había dado luego de su secuestro, la diosa estaba obligada a pasar una temporada en el mundo de los muertos. Perséfone tomó aire y tembló de frío. Saori le puso una mano en el hombro en señal de apoyo.
Entonces, sorpresivamente, la lluvia que caía sobre ellas cesó de pronto, debido a un oportuno paraguas. Ambas alzaron la mirada, pero fue Saori la única que reconoció al dueño del útil objeto. Allí estaba Camus, muy serio y grave, sosteniendo el paraguas que Alsacia le había regalado (y dicho sea de paso, la razón del porqué lo usaba)
"¡Hola Camus! ¡Linda noche! ¿No?" Dijo con algo de nerviosismo.
Saori tenía motivos para sentirse aprensiva. Si bien era la diosa del Santuario, a quien sus santos protegían con celo y ahínco, aún era una menor de edad, y por lo tanto, estaba sujeta a las explicaciones que cualquier adolescente que ha salido sin permiso a mitad de la noche debe a sus padres o tutores. Zeus se había encargado de dar esta orden, aunque no sólo la afectaba a ella, sino a cualquier dios que reencarnase en un cuerpo humano (por este motivo, difícilmente Zeus se encarnaba en un ser humano). Camus la miró muy serio, para suspirar profundamente luego.
"¿Se puede saber por qué la princesa Athena está fuera de sus estancias tan tarde en la noche, y sin la escolta apropiada por si fuera poco?" Le preguntó.
"Este… yo… "
"Fue mi culpa… yo la llamé… no la regañes, por favor." Le pidió Perséfone. Aunque si bien no la reconoció de inmediato, el santo de Acuario supo en seguida que se trataba de una diosa. Hizo un ademán con la cabeza en señal de respeto.
"Camus, ella es Perséfone." Explicó Saori.
"¿La Reina del Inframundo?" Preguntó muy sorprendido. Ambas mujeres asintieron.
"Necesita ayuda y me llamó. Vine a hacer lo que podía y…"
"No vengo a hacerle daño, y nadie me envía, te lo aseguro: Sólo vine a pedir prestado un poco de ropa seca y me marcho enseguida." Interrumpió Perséfone temerosa. Camus la quedó observando, pese a la poca luz, con cuidado.
"No se siente bien, Madame. ¿Me equivoco?"
"¿Eh…? No… estoy algo descompuesta, pero no es nada serio," Balbuceó Perséfone en voz baja.
"Camus, Perséfone es mi invitada por algunos días."
"¡Pero no quiero ser una molestia!"
"¡No eres una molestia!" Gruñó Saori, quien se volvió hacia Camus y prosiguió. "Ya sé que debí haber avisado al menos que salía sola, pero…"
"¿Su Excelencia Shion no sabe que salió?"
"No, no lo sabe… ¡Es que me pareció prudente no decirle a nadie!" Se defendió la diosa, pero lejos de encontrarse con un regaño del guardián de la Undécima Casa, lo que vio fue una sonrisa cómplice.
"Yo no la he visto sola. Además Ud. no salió sin escolta: como iba llegando, me pidió que la acompañara a ver cómo estaba Madame Perséfone." Le dijo Camus, guiñándole el ojo a su diosa. Saori le sonrió.
"Gracias Camus. Te lo agradezco en serio." Le dijo Saori. Luego la diosa se volvió hacia su prima. "Llueve demasiado y necesitas cambiarte esa ropa, Perséfone. ¿Nos acompañas? Creo que puedo improvisar un chocolate calientito."
"Pero…"
"Venga, vamos adentro Perséfone: este lugar no es seguro y tu ropa está toda mojada." Insistió Saori con entusiasmo. La chiquilla se iba a encargar de levantarle el ánimo a su prima.
"Además esta lluvia no deja ni pensar." Apoyó Camus, mientras le ofrecía el brazo a la atribulada diosa del inframundo.
"Lo agradezco." Dijo Perséfone poniéndose de pie, tras aceptar el brazo de Camus. "Lamento haber causar molestias… Yo… la verdad…"
Perséfone nunca terminó la frase, sino que se desplomó ni bien se puso de pie. Una súbita oleada de vértigo nubló sus sentidos y aunque en la oscuridad de la noche y con esa lluvia ninguno de los dos se diera cuenta, su rostro se había puesto algo verde. Camus logró sujetarla a tiempo y evitar que se diera un golpe contra el suelo. Tanto Saori como el Santo de Acuario observaron perplejos a la desmayada diosa.
"¿Errr?"
"¿Primis?" La llamó Saori perpleja, mientras le tomaba la mano, como chequeando su pulso.
Continuará.
Por
Misao–CG
Próximo Capítulo.
"… estaba vacío. Lo acarició… se sentía frío y vacío. ¿Por qué se había marchado sin decirle nada? ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? ¿Estaría asustada? ¿Necesitaría ayuda? Hades suspiró largamente… rodó hasta el lugar que Perséfone ocupaba en la cama, sacó el pijama de su esposa que aún estaba bajo su almohada, respiró su aroma, lo abrazó y cerró los ojos…"
PS: ¿Qué tal me queda esto? Espero no haberlos aburrido con este cortito capítulo. ¡GRACIAS POR LEER!
