¡HOLA A TODOS! Podría decirse que esto pasa en forma paralela a la semana previa al nacimiento del bebé. Cuenta como un fic aparte, si se quiere decir de algún modo. Las cosas son simples. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 31 para ver y entender Manga: NUNCA te enamores de un psíquico o de algo que tenga alas.
Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 4: Una Desastrosa Cena
Inframundo.
Esa misma noche. 01:36 am.
Hades abrió los ojos y se quedó mirando al techo. Neutro, silencioso. Estaba cansado: hacía cuatro días que no sabía nada de Perséfone y estaba realmente preocupado, pese a que se había cuidado mucho de no demostrar nada. ¿Dónde estaría Perséfone? ¿Estaría bien? ¿Necesitaría algo?
Feh.
Se giró sobre su costado y se cubrió más con las cobijas. No tendría por qué estar preocupándose, si había sido ella misma quien no lo quería más en su vida. Le importaba un rábano lo que pudiera pasarle. Suspiró. ¡Era Extraño! Le extrañaba sobremanera la razón del porqué Démeter todavía no le caía encima con su guadaña favorita. ¿Acaso Perséfone no había ido al Olimpo? Y si era así… ¿A dónde había ido? No estaba en el Inframundo, el que había hecho peinar en su busca.
Gruñó de disgusto. Se tendió sobre su espalda y volvió a mirar el techo. Instintivamente estiró la mano izquierda hacia el lugar que Perséfone ocupaba en la cama… para encontrarlo frío. No. No estaba acostumbrado a tal cosa durante el invierno. Suspiró: como que necesitaba aquél calorcito a su lado durante la temporada fría. Lo extrañaba tanto durante el verano que creía que se volvía loco de noche. De hecho Hades era conocido por sufrir insomnio de verano. Pero en invierno… no… ¡Se sentía tan raro!
Se recostó de lado. Mirando hacia su izquierda, hacia donde dormía Perséfone. Su espacio estaba vacío. Lo acarició… se sentía frío y vacío. ¿Por qué se había marchado sin decirle nada? ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? ¿Estaría asustada? ¿Necesitaría ayuda? Hades suspiró largamente… rodó hasta el lugar que Perséfone ocupaba en la cama, sacó el pijama de su esposa que aún estaba bajo su almohada, respiró su aroma, lo abrazó y cerró los ojos.
Santuario de Athena. Templo Principal. Habitaciones de Invitados
01:40 am.
"¡QUE DESGRACIA! ¡Que Desgracia! ¡QUÉ DESGRACIA! ¡Si Algo le pasa el tío me va a reducir a paté! ¡Qué NO Le Pase Nada! ¡Por favor que no le pase nada! ¡QUE ATROZ! ¡QUÉ TRAGEDIA! ¡QUE DESGRACIA!"
Shion y Camus suspiraron resignados. Saori parecía estar con un ataque de histeria adolescente. Desde que habían traído a Perséfone hasta la Estancia Principal, trayendo a la rastra a Mu a quién despertaron para que ayudara, y a Astrea, a quien Athena mandó llamar desde la enfermería. La diosa del inframundo se había despertado y desmayado un par de veces más. Ahora estaba tendida sobre la cama de una de las habitaciones de invitados, mientras Astrea terminaba de acomodarla para que descansara. La vieja enfermera la había ayudado en uno de sus episodios de conciencia a cambiarse de ropa y además le había secado el cabello.
"Princesa Athena, por favor, compórtese como la diosa que es." Le pidió Shion severo. "No ayuda a nadie con sus gritos."
"¡Shion, no me molestes! ¿Cómo esperas que esté tranquila, si Perséfone se está muriendo justo en mi Santuario?"
"La Señora Perséfone se encuentra bien." Dijo Mu muy tranquilo. "Ya verá que mañana lo confirma el médico."
"Tiene la presión un poco baja y mucho frío, pero eso bien se puede deber a los cuatro días que pasó en la calle." Añadió Astrea severo respeto.
"¿Lo dices en serio?"
"Así es. Sólo está muy fatigada… al menos por lo que puedo ver: se recuperará mejor cuando coma algo." Añadió la amazona con calma. Saori se pasó la mano por la frente y cayó rendida en una silla que Mu puso detrás de ella justo a tiempo y que pareció aparecer de la nada.
"¡Me Lleva! ¡Que Susto!"
Shion observó preocupado a la diosa Perséfone, que yacía inconsciente en aquella cama. Luego intercambió una mirada con Mu y con Camus, quien había permanecido tan callado que por momentos habían dudado que se encontraba allí.
"Camus, Mu, ya pueden retirarse. Yo me encargo a partir de aquí. Pasen una buena noche." Les despidió con tranquilidad. Ambos santos dorados hicieron una reverencia y tras despedirse de la diosa, se retiraron.
Saori se puso de pie y se sentó junto a Perséfone, que parecía dormir tranquila. El Patriarca le puso la mano sobre su hombro. Athena hizo un puchero.
"No me regañes Shion: sonaba tan angustiada que no me dio tiempo de pensar."
"No la iba a regañar, Princesa." Shion sonrió levemente. "No soy el ogro que usted piensa que soy: tengo el evidente problema que me preocupo mucho por usted." Añadió con una paternal sonrisa. Saori se puso roja y se calló.
"Lo lamento."
"No es nada." Shion suspiró. "¿Cuándo pretende comunicarle a Hades el que su…?"
"Perséfone no quiere saber nada de él de momento." Saori se dio prisa en decir. "Por lo tanto no le diré nada a nadie, a menos que ella así lo decida. Quizás mañana esté de mejor humor."
"…"
"Aunque creo que tendré que mover algunos hilos para suavizar el impacto." Añadió apesadumbrada. "La Tía Démeter no se puede enterar."
"Esperemos que la Señora Perséfone recupere la salud." Shion observó a la diosa en cuestión largo rato. "Me preocupa lo que pueda pasar."
Ambos se imaginaron la posibilidad de que a Perséfone le ocurriese algo malo. Aquél terrible escenario mostraba al Santuario reducido a más astillas de lo que había quedado cuando tuvieron el último enfrentamiento con Hades. Como sincronizados, Shion y Athena se pasaron las manos por sus rostros y menearon la cabeza, rogando para que nada de eso ocurriese.
"¿Astrea?" Dijo de pronto el Patriarca.
La mujer, al escuchar su nombre, se acercó a Shion y se hincó en el suelo. Era ella una amazona plateada, pronta a cumplir tres décadas al servicio de la diosa. Era además enfermera universitaria, la primera que había completado la carrera y en obtener el título legal. Había sido quien había organizado la enfermería del Santuario y quien se encargaba de administrar los primeros auxilios cuando éstos eran requeridos. Trataba de mantener a todos los santos al día con sus chequeos médicos al día.
Trataba. Palabra clave.
"Envía por tus aprendices, por favor." Le pidió Shion.
"¿Mis aprendices?" Preguntó intrigada. "¿A Cuáles?"
"Me sentiría más cómodo si la señora Perséfone es cuidada por tus aprendices. Sé que un par ya tiene armadura y que todos están muy avanzados en sus estudios.
"¿Cuántos aprendices tienes, Astrea?" Le preguntó Saori.
"Tengo cuatro. Nathan, Pólux, Electra y Mario. Todos están estudiando enfermería, aunque los más avanzados son Nathan y Pólux. Electra está a medio camino y Mario apenas comienza."
"Son buenos chicos, los cuatro." Aseguró Shion. "¿Puedes pedirle a Nathan y a Pólux que vengan a cuidar de nuestra invitada?"
"Tendrán que ser Pólux y Electra. Nathan está en el hospital de Atenas en un curso especial." Explicó la amazona. Shion asintió con la cabeza y Athena sonrió.
"Que ellos cuiden de Perséfone entonces. Te lo dejo a tu criterio, Astrea."
La amazona asintió con la cabeza y pidió en silencio permiso para partir en busca de sus aprendices. Una vez que hubo salido de aquella habitación, Shion sugirió esperar fuera, dejando a Perséfone sola en su cuarto. Ambos comenzaron a caminar por el pasillo y de pronto, aunque con suavidad, la voz del Patriarca llamó a Saori.
"Princesa Athena: ya es tarde." Le dijo Shion con calma. "Esperaré a Astrea y a sus aprendices hasta que lleguen, pero usted vaya a dormir."
Athena asintió con la cabeza y se dejó guiar por Shion por el corredor. Se detuvo unos instantes y miró por encima del hombro, hacia la habitación en donde habían dejado a Perséfone, sintiéndose algo aprensiva. Suspiró y relajó los hombros.
"Tienes razón, Shion. Ya nada más puedo hacer esta noche."
Se dejó guiar por su Patriarca a paso moderado de regreso a su cuarto, para que pudiera dormir.
En la habitación que acababan de dejar, Perséfone parecía estar soñando.
Flashback (sueño de Perséfone).
Era un buen día en el Olimpo. La tarde estaba tranquila y la temperatura estaba en su medida justa. Algunos pajarillos volaban y se oían no lejos, el sonido de una pequeña cascada de agua y algunas ninfas jugando. Hades estaba tendido cuán largo era en el suelo, con los brazos detrás de la cabeza, con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro. Disfrutaba de la plácida tarde… y las suaves caricias que Perséfone le brindaba.
La joven diosa estaba sentada a su lado, en silencio, pero sonriente. Peinaba los cabellos del dios con sus dedos, al tiempo que le ponía pequeñas florecillas en su extraño peinado. No se decían nada… de cuando en cuando intercambiaban una tierna mirada o una sonrisa.
Una ninfa llegó hasta ambos dioses y se arrodilló junto a ellos tras esparcir flores en el suelo, sin esperar una autorización. Era una de las amigas de la diosa.
"¡Señorita Core, Señor Hades! La señora Démeter viene en camino con la señora Hestia y se están acercando." Les dijo con prisa, mientras le entregaba una corona de flores a medio terminar a Perséfone y esparcía más flores sueltas en el suelo, como para fingir que habían estado ocupadas ambas en eso.
Hades se incorporó somnoliento, pero alerta. Se volvió hacia Perséfone, le acarició la mejilla y antes que se diera cuenta le robó un beso. La ninfa soltó una risilla ante la incomodidad de Perséfone, que se encendió hasta las orejas. El dios se puso su casco de invisibilidad, y se alejó con sigilo.
Fin de Flashback.
Inframundo.
Día siguiente.
El dios del Inframundo se encontraba ante un pequeño detalle, que bien podría transformarse en una gran calamidad si se le daba la oportunidad. Miró incrédulo como el espectro encargado de la cocina lo miraba con ojos de perro. Hades observó la mesa del comedor, la cual estaba vacía y sin disponer, pese a que era la hora del desayuno.
"A ver si lo entendí." Dijo Hades sobándose las sienes. "No prepararon el desayuno, porque ¿nadie les dijo que debían hacerlo?"
"No, señor. Nadie nos dijo que debíamos." El pobre espectro estaba compungido.
"No prepararon el desayuno porque nadie les dijo. ¿Se puede saber entonces POR QUÉ SÍ lo prepararon los cinco días previos a hoy?"
"Es que… verá… nosotros… err…" El espectro miró a su señor derrotado. "Es que la señora Perséfone nos dejó el plan de la semana. Pero no dijo nada por el día de hoy."
"¿Cómo que no les dijeron nada por hoy?" Si Hades estaba incrédulo, con un severo tic en el ojo, lo que se debía a que no le cuadraba lo que su espectro le estaba diciendo.
"Que no nos dieron instrucciones para el día de hoy… o para los que siguen." El espectro tragó saliva. "Hasta anoche esperamos la llamada de la señora Perséfone, pero como no llamó, no hicimos nada."
"¿Es que acaso Perséfone tiene que DECIRLES todo?" Preguntó Hades entre dientes, tratando de contener las ganas de sofocar a su espectro.
"…"
El que calla, otorga.
"¡NO PUEDO CREER Que Sean tan Inútiles!"
"Lo lamentamos, señor. No volverá a pasar, lo prometo." Gimió el pobrecito espectro, lleno de miseria.
"Bah. Más te vale o le harás compañía a Tántalo." Hades frunció el ceño. "Llévame un café al menos a mi estudio."
"Sí señor."
Hades salió con el malhumor estampado en el rostro del comedor, con el espectro a la siga, que estuvo tras de él por al menos tres cuartos del inmenso corredor. Casi se cae al suelo de la impresión cuando el dios se detuvo de improviso.
"¿Qué pasa, por qué me sigues?"
"Disculpe, mi señor, Quería saber cuáles eran sus órdenes, mi señor."
"¿Órdenes?"
"Ya sabe… qué es lo que debemos hacer."
"¿Sus tareas diarias, quizás?" Hades levantó la nariz, lleno de sarcasmo. "¿Por qué la pregunta?"
"Es que…" El espectro comenzó a juguetear con sus dedos. Esto le dio mala espina al dios. "La señora Perséfone siempre nos dice lo que debemos hacer a diario en la casa." Dijo el espectro. "Y… el plan semanal duró hasta el día de ayer." Hades bufó de disgusto y le dio la espalda.
"No tengo tiempo para ocuparme en esas cosas: Pregúntale a Pandora. Ella te dirá lo que debes hacer."
"¡Pero!"
"Ya basta. No me molestes más y llévame mi café a mi estudio, que tengo que estar en La Puerta del Inframundo a las 9:30 y ya estoy retrasado."
Sin decir nada más, Hades se alejó a zancadas, dejando al espectro desolado a mitad del pasillo. Este, una vez que su señor se hubo alejado, suspiró derrotado.
"Pero es que la señorita Pandora me envió a preguntarle a usted…" Se lamentó entre gimoteos.
El café de Hades llegó frío a su estudio, pues como no especificó que quería que hirvieran el agua, los espectros asumieron que lo quería así no más. Tras contar hasta setecientos cincuenta, el dios regresó el café a la cocina disgustado y sin esperar por un segundo café, se fue sin desayunar, tras ordenar con tono severo que limpiasen un poco el castillo (que hacía cinco días que no limpiaban). Tan malhumorado quedó, que hasta Cerberos se contuvo incluso de moverle la cola cuando le vio pasar, cosa que era per se bastante extraña.
A la hora del almuerzo volvió a pasar la rabia de su vida, al descubrir que, como los espectros encargados de la casa no habían podido ponerse de acuerdo en qué debían cocinar, le habían calentado el resumen de las sobras de la semana, aún sabiendo que Hades detestaba comer sobras. Como tenía hambre, no chistó, pero le hizo saber a Pandora, afligido, que su elección gastronómica del día dejaba mucho que desear… comentario que por cierto, sólo intrigó a la chica, pues ella no había tenido nada que ver al respecto.
Como Hades se consideraba muy bueno con sus espectros, decidió (bastante molesto) decirle al espectro–mayordomo qué era lo que quería comer en la cena y así facilitarle las cosas al pobre tipo, que estaba sometido a un fuerte estrés desde aquella mañana: spaghetti con salsa marinera, y que no se olvidase que cenaría con Pandora y los jueces.
Llegada la hora de la cena, y debido a un golpe de suerte para los pobres espectros de la cocina, Pandora se alcanzó a dar cuenta que nadie había dispuesto la mesa, porque nadie se los había especificado (siie…estos son unos brutos), por lo que rápidamente ordenó que la preparasen, antes que Hades se diera cuenta y se arruinase aún más su humor. Por fortuna, el dios nunca se enteró de esto y pasó como si nada. Él, sus jueces y Pandora se sentaron a cenar, aunque algo más callados que lo normal.
Hades no había sido señor simpatía aquél día precisamente y tenía muchísima hambre por si fuera poco.
"¿Bien? ¿Alguna novedad que reportar?" Preguntó Hades muy serio. Se volvió hacia el juez de Griffin. "¿Solucionaste aquél problema que tenías en casa, Minos?"
"Eso creo. Al menos no ha habido problemas estos días y todo ha estado tranquilo, mi señor." Confirmó el juez, mientras servían los platos. "Le agradezco su preocupación." Le dijo con la voz perdida mientras miraba extrañado el plato que tenía delante de sí.
"No es nada, Minos." Aseguró Hades. Se quedó mirando su plato de spaghetti. Enarcó una ceja. "¿Qué es esto?"
"Spaghetti a la marinera, señor." Dijo el espectro que había servido los platos. "Tal como pidió."
"¿Están seguros?"
"Sí… hicimos nuestro mejor esfuerzo, pese a que no teníamos la guía de la señora Perséfone." Dijo con especial orgullo. "Fue difícil, pero lo logramos."
Hades tragó saliva y no emitió ningún otro comentario porque no tenía corazón para pincharle la burbuja de ilusión al espectro. Centró su mirada en lo que había frente suyo. Enarcó ambas cejas e hizo una mueca de disgusto. Aquél plato tenía el aspecto de ser trozos de lechuga con tentáculos de pulpo dentro de una salsa gris. Profundizó la mueca y topó su comida disimuladamente con la punta del dedo… estaba fría. Tragó saliva. Levantó la mirada para ver la reacción de los demás comensales.
Aiacos miraba desconfiado su plato, pero imperturbable y digno, al igual que Minos y Radamanthys. Pandora sometía el suyo a un concienzudo escrutinio, y su rostro evidenciaba el asco que su estómago sentía: ya en su fuero interno decidió que no quería comer. Hades respiró profundo y tomó su tenedor.
"Mi señor tendrá que disculpar mis malos modos." Dijo de pronto Radamanthys, quien pinchaba su comida con el cuchillo. "¿Seguro esto es comestible?"
"Al menos no tiene olor." Suspiró Minos resignado.
"¡¿Quién cocinó esto?!" Le preguntó Hades al espectro.
"Entre todos señor."
"¡¿Están seguros que son spaghetti a la marinera?!"
"Sí."
De pronto, Aiacos se levantó de súbito y, tomando la silla en sus manos, como para defenderse del plato, retrocedió unos cuantos pasos.
"¡SE MOVIÓ! Juro que lo vi moverse." Dijo con los ojos muy abiertos. Su comida, como oyéndole, se movió un poco. "¡SÍ, SE MUEVE, MIREN! ¡ESTÁ VIVO!"
Hades frunció el ceño, al igual que Radamanthys. Ninguno de los dos había visto a la comida de Aiacos moverse, tal como él afirmaba, aunque Minos se había puesto de pie como medida de precaución. Estaban por regañar al pobre de Aiacos, cuando otro estridente sonido, que no habían oído en mucho tiempo, resonó por todo el comedor.
"¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!" Pandora chilló a todo lo que le daban lo pulmones. Un enorme tentáculo, salido desde las profundidades de su plato y cuyo dueño parecía ser más grande que el recipiente en cuestión, la había sujetado por la cintura y la levantó en el aire. "¡ME ATACA, AUXILIO! ¡AYUDEN Y NO SE QUEDEN MIRANDO!" Gritó mientras pinchaba el tentáculo con su tenedor.
Se armó la gorda.
La comida de los demás platos pareció cobrar vida de pronto y atacó a los comensales, a quienes no les quedó otra más que defenderse. Mientras Hades reducía a la salsa marinera de sus spaghetti, Pandora logró zafarse del tentáculo luego que Radamanthys le diera una mano. Aiacos, antes que su plato lo atacase, le dio con la silla y al ver que lo había atontado, lanzó el plato por la ventana, lo que le dio la oportunidad de ayudar a Minos, quien estaba siendo sofocado por su comida. Cuando Radamanthys se deshizo de su problema, ayudó a Hades y entre los dos rescataron a Pandora, quien había comenzado a golpear su comida con un pesado candelabro de bronce que sujetó quizás de dónde. Cuando la liberaron, Radamanthys se la echó al hombro, cuál saco de papas, y a instancias de Hades, salió del comedor, seguido de Minos y Aiacos. El dios del Inframundo se les unió segundos más tarde. Pandora fue dejada en el suelo y los tres jueces más el dios se agolparon contra la puerta para evitar que su comida les persiguiese.
Se oyeron chillidos, rugidos, golpes, azotes y estallidos tanto de sonido como de luz. La puerta se azotó con violencia y se oyó una desagradable explosión. Entonces todo se sumió en tétrico silencio. Los cinco se quedaron mirando a la cara sin decir palabra y se alejaron de la puerta, que ya no se azotaba. Aiacos, con cautela se asomó dentro del comedor… para luego abrir la puerta de par en par.
El comedor estaba cubierto por completo en una suerte de lodo color gris oscuro, gelatinoso y viscoso en ciertas partes, y que por fortuna no tenía olor. Trozos de tentáculo había en el suelo, las cortinas estaban rasgadas y los cristales hechos añicos. Del techo y los candelabros goteaba esta sustancia producto de la gravedad. El pobre espectro que les había servido la comida estaba agachado en el suelo, temblando de miedo y cubriéndose con la bandeja: por fortuna estaba ileso. Los quedó mirando con ojos de borrego.
Sí. En el jaleo, le habían olvidado dentro y el pobre estaba lívido del espanto (y eso que vivía en el inframundo).
"Este… ¿Alguien quiere comer pizza?" Preguntó de pronto Pandora.
Continuará.
Por
Misao–CG.
Próximo Capítulo
"… se quería morir de la pena. ¡Tenía el rostro todo azul! ¡ENCIMA CON TRENZAS! ¿En qué estaba pensando cuando fue a abrir la puerta en esas fachas? ¡Para Colmo Era…!"
PS: Debo admitir que hacía mucho que no disfrutaba tanto al escribir un fic. Le guardo un cariño especial a este capítulo, que espero disfruten como se merece. ¡GRACIAS POR LEER!
Mini Omake: Pizza.
Hades estaba en su estudio, sujetando en auricular del teléfono en su oreja. Estaba acompañado de sus tres jueces y Pandora. Todo el grupo había ido a darse una ducha luego de la inusual guerra contra la comida y ahora esperaban el pedido de la pizza al Domino's más cercano al Inframundo. Minos había donado unos cupones de descuento y Pandora ya había traído al estudio algunos platos, vasos y servilletas.
"Si… sí, muy bien." Dijo Hades al teléfono. "Una Pizza Dominator con doble ración de queso, pepperoni, champiñones y tomate. Tengo un cupón de 2x1." Continuó el dios. "¿Una Gaseosa de dos litros? No tengo problemas… Ya… Muy bien… ¿Dije que tenía cupón?" Hades se relamió mentalmente: ya casi podía saborear la pizza. "¿Necesitas mi dirección? Perfecto. Mira, escúchame bien, que es complicado llegar. Busca el agujero más cercano que tenga fama de llevar al Inframundo, llega hasta el fondo y pregunta por el río Estigia… Caronte los va a estar esperando… ¿Qué? ¡No para nada! Cerberos ya comió, no les hará… ¡NO ESTOY LOCO! Claro que estoy hablando en serio… ¿QUÉ? Te aguantas cinco minutos que no voy a permitir que… ¿Diga?" Hades miró el teléfono perplejo.
"¿Señor Hades? ¿Ocurrió algo?" Preguntó Pandora.
"¿Tengo cara de estar loco?"
"No." Dijeron a coro todos los presentes.
"Me colgaron…" Gimoteó Hades perplejo. "Me dijeron que estaba loco." Añadió con suma tristeza.
Los cinco suspiraron resignados y bajaron las cabezas. Uno que otro estómago rugió de hambre. ¡Ese día no era su día!
Fin del Mini–Omake.
Por
Misao –CG
