¡HOLA A TODOS! Podría decirse que esto pasa en forma paralela a la semana previa al nacimiento del bebé. Cuenta como un fic aparte, si se quiere decir de algún modo. Las cosas son simples. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 66 para ver y entender Manga: No importa todas las veces que reconstruyas, Tokio siempre será destruida por una gran bola de fuego. Y sí, los Estados Unidos ya fueron destruidos hace rato.
Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 8: Los rumores vuelan…
Estancias de Athena. Cuarto de Perséfone.
Esa tarde, ese día.
Perséfone se miró las manos y de allí no sacó la mirada. Estaba sentada en su cama, de piernas cruzadas y sentía el rostro hirviendo de la pena. Saori estaba sentada frente a ella, pero su mirada iba de su prima hacia su tía Hestia, a quien Artemisa le estaba contando las recientes noticias. La diosa del hogar estaba muda de la impresión: no sabía cómo reaccionar. ¡Demasiada información en un día! Tantas noticias juntas eran la perfecta coctelera para una divina calamidad. Hestia miró a su sobrina Perséfone, quien seguía con su concienzudo análisis de las cobijas sobre las que estaba sentada. Sin esperar ni un segundo más, se acercó a ella y la abrazó con cariño.
"Mi niña preciosa… ¡Estoy TAN FELIZ por ti! Si tan sólo los demás…"
"Gracias Tía, pero mejor ni lo menciones." La atajó Perséfone con los ojos llenos de lágrimas. "No quiero ni pensar en lo que va a pasar si mi mamá se entera…"
"No te preocupes por eso, Perséfone." Le dijo Artemisa. "Vamos a encontrar una solución, aunque tengamos que ponerle valium a la tía Démeter en el jugo de aquí hasta que el mundo acabe."
"¡Eso es Cierto Primis! Ya verás que todo va a salir muy bien." Apoyó Athena. Hestia miró a sus tres sobrinas tras soltar a Perséfone y tras mucho pensarlo, finalmente dijo:
"Volveré al Olimpo." Dijo muy seria. "Démeter ya está algo inquieta porque no ha sabido nada de Perséfone y puede enterarse por accidente: Poseidón me llamó antes de que viniera… y si los cálculos no me fallan ya debería estar en el Olimpo."
"¿Por qué Julián fue al Olimpo?" Preguntó Athena extrañada. "Creí que tenía que estudiar."
"Seguro fue a pedirle un certificado médico a Asclepios o a mi mellizo." Anunció Artemisa. "A veces lo hace para sacarse de encima algún profesor."
"Fue a hablar con Zeus."
"¿Con papá?" Preguntó Perséfone extrañada. "¿Por qué con él?"
"A conseguir su complicidad." Explicó Hestia seria. "Es mejor tenerlo de nuestra parte en esta situación ¿no lo creen, niñas?"
Artemisa, Athena y Perséfone intercambiaron una sabihonda mirada entre las tres y asintieron al mismo tiempo, para no tener que contradecir a Hestia. Las tres, hijas de Zeus, sabían que a veces cuando las cosas se ponían peliagudas, el padre de los dioses tendía a delegar a otro la responsabilidad de lidiar con una mini catástrofe, lo cual a veces tenía consecuencias peores que las causas (recuerden no más la guerra de Troya o el mismo rapto de Perséfone, o la disputa de Adonis). Hestia se puso de pie.
"Bueno niñas, me voy. Tengo que distraer a Démeter todo lo que pueda."
"¿Es necesaria la prisa, Tía Hestia?" Le preguntó Athena. La diosa asintió.
"Una nunca sabe lo que puede ocurrir." Hestia suspiró. "Tengo una mala espina…"
Y sin decir nada más, se alejó.
Olimpo. Estancias de Zeus.
"¡Tanto Tiempo, Poseidón! Entra, sé bienvenido." Le saludó Zeus con alegría. Ese día se sentía de muy buen humor. "¿Qué Te Trae Fuera De Tu Charco?"
"¡Oye! Ese CHARCO Se Llama Mediterráneo." Le saludó Julián con picardía, mientras guardaba su celular. "Vine a darle una visita a mis hermanos favoritos, eso es todo."
"Jejeje… eso no te la crees ni tú, hermanito." Dijo Hera de pronto, entrando por una puerta. "¿Cómo estás?, ¿Ya te reconciliaste con Anfitrite?" Julián puso cara de concreto.
"Eres como la tercera o cuarta persona que me menciona a Anfitrite en menos de veinticuatro horas y créeme que no es divertido." Gruñó enojado. "Vine a hablar con Zeus."
"¿Conmigo?" Preguntó Zeus intrigado, aunque luego puso una cómplice expresión: a lo mejor Julián le iba a invitar a una de sus parrandas. "¿Qué hiciste ahora?"
"Yo nada." Dijo Julián. "Pero quisiera hablarte de un asunto." Anunció muy serio. Zeus asintió con la cabeza y Hera miró a su esposo y hermano con ojos grandes. "En privado de preferencia."
"¿O sea que sobro?"
"…"
Julián se negó a responder. Zeus le tomó las manos a su esposa y se las besó.
"Linda, luego te cuento, si no me hacen prometer lo contrario." Le dijo con cariño.
"Lo que digas, cariñito." Respondió Hera con cierto dejo de sarcasmo. La diosa se fue por donde había venido. Ambos dioses esperaron a que se fuera.
"Oye Poseidón." Murmuró Zeus en voz baja. "¿Te parece si vamos a mi estudio?"
"Lo creo prudente."
En punta de pies, y como niños a punto de cometer una travesura, el Rey del Olimpo y el Rey de los Mares salieron de la gran estancia de trono y caminaron por entre los pasillos hacia el estudio de Zeus, donde tendrían más privacidad. Cuando se hubieron alejado, Hera se asomó al interior de la estancia y al no ver a nadie, entró de lleno al lugar. Se puso seria, con las manos en las caderas y frunció el ceño.
"¿En qué andan esos dos?" Dijo extrañada. "¡Feh! Seguro planean alguna juerga con mujeres: esta vez sí que no, no lo permitiré."
Hera, quien tenía sus razones para desconfiar de su marido y hermano, y al igual que ellos, en punta de pies, siguió a los dioses hasta donde fuera que fuesen a cuchichear.
Y hablando de cosas silenciosas, dentro del estudio de Zeus, dos amigas cuchicheaban alegres. Estaban ocultas dentro del armario y llevaban a cabo una de sus travesuras. Estaban comiendo un kilo de dulce de leche a cucharadas, sin compartirlo con nadie más que ellas mismas: eran Eris, la diosa de la discordia, y Ate, la diosa del error.
"… Entonces ¿Dejamos el envase vacío casualmente sobre el escritorio?" Preguntó Ate.
"Sí, de forma que Hera lo vea. Como tiene a Zeus a dieta por cusa del colesterol alto, seguro lo va a regañar y nos podremos reír mucho de él." Explicó Eris. "El puerco de Zeus ha recurrido a todo su ingenio para comer a escondidas y su esposa no le da tregua."
"¡Me Parece Genial! Aún me duele el cuero cabelludo de la vez que me arrastró fuera del Olimpo." Rezongó Ate tras comer otra cucharada. "Le Servirá de Escarmiento."
Ambas diosas rieron por lo bajo, pero se quedaron mudas de espanto cuando la puerta se abrió de pronto. Como estaban dentro del armario, nadie las vio, pero eso era cuestión de tiempo. Se pusieron pálidas cuando reconocieron no solo las voces, sino los cosmos: eran Zeus y Poseidón.
"¡SERÁ BESTIA! Pero ¿Cómo le Dice Que Hay Cosas Más Importantes Que Ella Si Ve Que Está Sensible? Ahora me explico por qué le va tan mal con las mujeres." Comentó Zeus tras cerrar la puerta, sin saber si enojarse o reírse. Poseidón se cruzó de brazos.
"Enójate y tenle lástima al mismo tiempo, porque el pobre está muy afligido." Afirmó con seguridad. "Nunca lo había visto tan descompuesto: al fin y al cabo que ama en serio a Perséfone."
"Mi pobre pequeña. ¿Sabes dónde está, si está bien o si necesita algo?" Preguntó Zeus con genuina preocupación de padre. Poseidón asintió.
"Está con Athena y a salvo." Le dijo tranquilo. "El problema no es ese. Hablé con Hestia, quien me comentó que Démeter está intranquila, porque no ha tenido noticias de Perséfone en estos días… además, estaba hablando con Saori cuando llegaste a recibirme. Me llamó de nuevo para contarme otra noticia… Y una muy gorda."
Poseidón le dijo en voz baja algo a Zeus, aunque no lo bastante bajo. Eris y Ate se quedaron ambas boquiabiertas cuando, luego de mucho concentrarse, escucharon lo que Julián acababa de decir. Zeus abrió los ojos y tuvo que sentarse de la impresión. Miró a su hermano de hito en hito y se pasó las manos por la cara.
"¿Qué voy a ser qué…?" Zeus suspiró profundo. "¡VOY A SER…!"
"Sí, lo serás." Afirmó Poseidón con una sonrisa. "Por eso Athena y yo necesitamos tu ayuda: tenemos que hacer que Hades y Perséfone hagan las paces antes que Démeter sepa que hubo problemas entre ambos o que sepa que su hija… ya sabes."
Zeus tomó una profunda bocanada de aire y se puso a meditar la situación. La verdad no cabía en sí de contento: su humor no se había alcanzado a arruinar por las noticias que Poseidón le había traído, y sin duda que lo que acababa de oír lo hacía sentirse CONTENTÍSIMO. En eso, Iris tocó la puerta y asomó la cabeza hacia el estudio.
"¿Mi Señor Zeus?" Dijo con timidez. El dios le hizo una seña. "Su hermano Hades, rey de la humanidad difunta, desea hablar con usted. Está en el salón de recepciones." Anunció. Zeus y Poseidón se miraron con temor y tragaron saliva.
"Dile que voy enseguida." Le pidió Zeus. Iris asintió y se fue. Los hermanos se quedaron 15 segundos mirando la puerta, antes de salir por ella a toda carrera.
Veinte segundos después, Eris y Ate, aun comiendo el dulce de leche, se asomaron por el armario una vez que Zeus y Poseidón se hubieron ido, con los ojos de un tamaño poco natural. ¿En serio habían escuchado lo que habían escuchado? Se miraron a la cara con una traviesa sonrisa y asintieron con la cabeza.
En el cuarto contiguo, Hera, con la más profunda y sublime expresión de sorpresa en su rostro, aún tenía la oreja apoyada en un vaso (y este en el muro). Había escuchado todo y, tal como Eris y Ate, también había oído lo que Poseidón le había dicho a Zeus en secreto. Dejó el vaso en el suelo y se pasó las manos por la cabeza.
"Démeter se va a desquiciar." Murmuró espantada. "¡Tengo que evitar que les haga algo a esos dos!" Exclamó decidida, mientras se arremangaba la blusa. "Soy la diosa protectora de los matrimonios: tengo que hacer algo o no merezco tal título."
Hera salió del cuarto con prisa. Quiso el destino que justo en el momento en que salió, se encontrase con Eris y Ate cuchicheando a la salida del estudio. Las tres diosas se encontraron frente a frente. Hera ladeó la cabeza extrañada ¿Qué hacían Ate y Eris en el Olimpo?
"¡Ustedes dos!" Llamó la diosa. Eris y Ate le sonrieron maliciosamente y salieron corriendo de allí. "¡Esperen, vuelvan aquí enseguida!"
Hera persiguió a la discordia y al error por el corredor hasta que estas lograron escaparse. La diosa del matrimonio empuñó las manos del coraje y bufó descontenta. ¡Esas dos tramaban algo! Exhaló enojada y frunció el ceño. No estaba hecha para correr, pero como era inteligente, supo de inmediato qué hacer.
"¡Tengo que Encontrar a Démeter!"
Olimpo. Estancias de Démeter.
"¡Démeter, Démeter!"
La discordia tiene pies rápidos, lo mismo que el error. Por eso Hera dejó de perseguirlas y se concentró en buscar a su hermana y así poder contener el daño de otro modo: si estaba con ella en el momento en que Eris o Ate llegasen, quizás estas dañinas diosas no se atreverían a decir nada que les acarrease la ira de Hera.
Pero Hera no estaba de suerte, pues quien llegó primero fue Eris.
"¡Démeter, es horrible, Démeter!"
Eris entró a toda velocidad a las Estancias Olímpicas de Démeter, pese a los esfuerzos de sus sirvientes por impedirle el paso. La diosa de la agricultura, tranquila como siempre, salió a su encuentro con gravedad.
"¡Eris! No puedes estar aquí. Si Zeus se entera…"
"¡Es Horrible Démeter! Se Trata de Core. ¡Ese Bestia de Hades!"
Démeter aguantó la respiración. Dicen que los instintos a veces lo ciegan a uno, más aún el maternal: tras oír las palabras de Eris, Démeter olvidó todo raciocinio para dar paso a una fuerte oleada de angustia como no la sentía desde hacía un buen par de milenios. La discordia había dado en el blanco: toda la atención de Démeter estaba enfocada en sus palabras. La diosa sujetó a Eris por los hombros.
"¿Qué Le Pasó a Mi Core?" Dijo con genuina angustia de madre. "¿Dónde está mi niña, qué le pasó?"
"Yo sé por qué no te ha llamado desde hace días… ¡Fue Hades! Fue horrible, NO; ES HORRIBLE." Dijo Eris. "Forzó a tu hija horriblemente, ella gritaba de angustia y dolor. Todavía me resuenan sus gritos en la cabeza. Te Llamaba, ¡Decía 'Mamá, Socorro'!" Démeter palideció y se llevó la mano al pecho, horrorizada. "Luego la tomó por los cabellos y la arrojó al mundo humano: allí, Athena la hizo prisionera y está en una fría celda en el…"
"¡TRIPTOLEMO, TRAE MI GUADAÑA!" Bramó la diosa de la agricultura, encendiendo su cosmo con una inusual furia y marchitando las plantas cercanas. "¿QUÉ ESPERAS? TRÁELA YA."
Ya sea porque sus sirvientes son más eficientes, o porque la susodicha guadaña estaba a la mano, que Triptolemo, uno de los sirvientes de Démeter, llegó casi en seguida con la herramienta requerida. La diosa de las rubias trenzas, sintiendo una subida de adrenalina como nunca antes se ha registrado en la historia, apretó con fuerza la guadaña y salió corriendo, sin esperar nada ni a nadie, en dirección al mundo humano. Eris se quedó atrás sonriendo con malicia… hasta que alguien la tomó de los cabellos: Hera la tenía bien sujeta y Hestia la acompañaba con una antorcha en la mano.
"¡Así Te Queríamos Descubrir!" Dijo Hera con rostro sombrío.
"¡De Esta no Te Salvas!" Le apoyó Hestia con una vena gorda en la cabeza.
Momentos Antes, en los Jardines del Olimpo.
Hera chocó contra Hestia de improviso, cuando ambas cruzaron sorpresivamente sus caminos. Ni bien cayó al suelo, Hera se puso de pie y se sacudió sus vestidos. Hestia la imitó y se dio el tiempo de regañarla, como buena hermana mayor que era.
"¡Hera, por Todos Nosotros! Si vas a correr como loca. ¡Ten Más Cuidado Al Menos!"
"Disculpa, Hestia, pero llevo una prisa que ni te imaginas." Dijo la diosa con urgencia. Hera la sujetó por los hombros. "Dime: ¿Has Visto a Démeter?"
"¿Démeter?" Hestia se puso blanca como ratón de molino. "¿Por qué buscas a…?"
"¡Porque Tengo que Detenerla! Eris y Ate Escucharon una conversación entre Poseidón y Zeus que no debieron haber oído y temo que provoquen una mayúscula CALAMIDAD." Explicó con rapidez. Hestia se puso aún más blanca: sus temores se habían hecho realidad. Tomó las manos de su hermana.
"¡Dime que no tiene nada que ver con Perséfone!" Rogó Hestia temerosa.
"¡TRIPTOLEMO, TRAE MI GUADAÑA!" Retumbó por todas partes del Olimpo. Algunos pajarillos huyeron espantados. "¿QUÉ ESPERAS? TRÁELA YA."
"Muy tarde." Susurró Hera. Ella y su hermana se miraron a la cara… y sin perder más tiempo, corrieron en dirección a las estancias de Démeter.
Olimpo. Estancias de Zeus.
Una veloz sombra pasó por el lado a Zeus y Poseidón, mientras estos iban camino a ver a Hades. Ambos hermanos, que iban urdiendo un plan para reunir al dios del Inframundo con su esposa, miraron curiosos unos segundos.
"¿Esa no era Ate?" preguntó Zeus.
"No sé." Dijo Julián. "La última vez que la vi, la estabas lanzando Olimpo abajo por los cabellos." Entonces ambos dioses intercambiaron una mirada, y en menos de lo que canta un gallo, salieron en pos de Ate.
"¡ATE, VEN AQUÍ!"
Hades esperaba aburrido en el Salón de recepciones. Iris le había llevado un cafecito con galletas para pasar el rato, que el dios tomó con gusto, pues no se tomaba un café decente desde que Perséfone se había marchado. Se sobó su depilada pierna con disimulo. Entonces oyó un gran tumulto: gritos, golpes, jarrones rotos. Hades enarcó una ceja cuando una de las puertas laterales como que explotó y de allí, rodando, aparecieron Poseidón, Zeus y Ate. La diosa era contenida con toda la fuerza de los hermanos y peleaba con dientes y uñas, luchando por su libertad.
"¡TE DIJE QUE NO QUERÍA VER MÁS POR AQUÍ!" Bramó el señor del Olimpo.
"¡SUÉLTENME, PAR DE BRAVUCONES!"
"¡SIGUE SOÑANDO ATE!" Exclamó Julián.
Los tres siguieron rodando por el piso, dando patadas, golpes y liberando cosmo, como si fuera cosa normal. Pero ser el error no es algo ventajoso, pues Ate cometió un error, que Zeus aprovechó para asirla de los cabellos.
"SUELTA, ZEUS, SUELTA."
"¡TE DIJE QUE NO TE QUERÍA MÁS AQUÍ!"
"¡POR EL CABELLO NO, NOOO!" Ate dio un par de patadas sin poder liberarse. Zeus, sin esperar más, la arrastró unos metros y la expulsó con toda su fuerza del lugar. "¡AGUAS, AGUAS, AGUAAAAAAAAAAAAAAAS!" Chilló con dolor la diosa mientras daba tumbos colina abajo, al tiempo que prometía una inminente venganza. Hades observó aburrido como Poseidón se sacudía las ropas y Zeus se palmeaba las manos.
"Y yo creí que tenía problemas." Suspiró Hades. Zeus se volvió hacia él.
"¡Hermano! Hace tiempos que no venías." Le saludó con especial alegría. "¿Cómo estás, qué te trae por el Olimpo? Hace tiempo que no salías de tu foso."
"Ese FOSO se llama Inframundo." Se apuró en decir Hades. "Y me trajo la leve esperanza de solucionar algo." Le dijo el dios sin mucho ánimo. No bastó que dijera más para que Zeus viera que Poseidón estaba en lo cierto cuando decía que Hades estaba deprimido. "No sé si Poseidón ya te lo dijo…"
"Algo le conté… estaba investigando si Zeus ha…" Julián fue interrumpido por su celular. Se excusó con una seña y tomó el aparato para contestarlo. Zeus retomó la palabra y le puso la mano sobre el hombro a su hermano en señal de apoyo.
"Poseidón me dijo que estabas algo triste. Supe que Perséfone se fue de…"
"¿QUÉ DICES? ¡ESO ES UN DESASTRE!" Exclamó Poseidón de pronto. "Yo le avisaré, pero intenten contenerla ustedes dos." El dios del mar colgó el teléfono y aguantó la respiración. No quería mirar a sus parientes. Sus hermanos le miraron curiosos. Julián tragó saliva. "Era Hestia."
"¿Sucedió algo?" Preguntó Zeus. Poseidón asintió y miró a Hades.
"Athena encontró a Perséfone en el mundo humano." Se detuvo al ver la sublime cara de esperanza que le puso Hades. "Pero… hay una mala noticia." Continuó Julián. De sublime expresión de esperanza, Hades pasó a una sublime expresión de angustia.
"¿Le pasó algo a…?"
"Perséfone está bien, pero… no por mucho tiempo. Hestia y Hera me llamaron para decirme que… bueno… Están persiguiendo a Démeter: va al Santuario con su guadaña."
"…"
"¿Qué, con la Guadaña?" Preguntó Zeus al notar que Hades era incapaz de pronunciar palabra. "¿Por qué con la Guadaña? Solo saca la guadaña cuando está enfurecida."
"Err… es que descubrieron que Eris estuvo hablando con Démeter y parece que le dijo algo que no le gustó… y ya sabes cómo se pone. Hormonal."
Hades entonces encendió su cosmo de improviso, llamó a su armadura y a grandes zancadas se dirigió a la salida sin decir ni media palabra, a medida que ésta le cubría el cuerpo. Zeus, preocupado, corrió hasta interponerse entre él y la puerta.
"¡Calma, por todos nosotros! Tranquilo ¿Dónde vas, Hades, y qué piensas…?"
"Voy a buscar a mi esposa." Anunció serio como la muerte.
"Te aseguro que Perséfone está segura con Athena." Se apuró en decir Zeus.
"De Athena no me preocupo: quien sí me preocupa es Démeter."
"Cierto: se ve tranquila, pero la chaparra es muy enojona." Dijo Julián. "¡Lo sabré Yo!"
"No le eches más ají ¿quieres?" Gruñó Zeus por lo bajo.
Hades se abrió paso y rápidamente se alejó del Olimpo en dirección al Santuario de Athena. Poseidón y Zeus se miraron y sin ponerse de acuerdo, llamaron a sus propias armaduras y salieron tras de Hades. Mientras corrían, Zeus se rezagó un poco para tomar su celular y marcó unos números.
"¿Diga?" Dijo una alegre vocecilla al otro lado de la línea.
"¿Athena, mi Ojitos Grises?" La saludó Zeus con cautela.
"¡Papá, Que Linda Sorpresa! Hace tiempo que no me llamabas…"
"Lo sé, Ojitos Grises… pero no te llamo por placer, créeme." Le dijo afligido. "Te tengo una mala noticia."
"¿Qué tan mala?"
"¿En la escala Godzilla de uno a diez? Quizás mil millones. Hera y Hestia persiguen a Démeter, quien va al Santuario con su guadaña, pues se enteró que Perséfone está allí… y no es por nada, pero se enteró por Eris, así que imagina qué es lo que le podrá haber dicho." Zeus tragó saliva. "Además… tu tío Julián y yo estamos persiguiendo a tu tío Hades, que va detrás de tu tía Démeter."
"¿QUÉ?"
Continuará.
Por
Misao–CG
Próximo capítulo…
"¡Ya déjate de bromas, Apolo! Necesito tu ayuda. ¡Ven al Santuario de Athena antes que la Tía Démeter nos corte la cabeza!" Bramó Artemisa por el teléfono. Sonaba tan urgente que Apolo ni siquiera chistó.
PS: Nada en especial que comentar. Datitos de Mitología Griega. Hera es la esposa por excelencia, quien no perdona ni las infidelidades de su esposo Zeus, a sus amantes o a los hijos de estas. Como tal, es diosa de los matrimonios, del orden familiar (tradiciones) y favorece la maternidad. No es negocio enemistarse con Hera, pues es implacable: el único que puede manejar sus malos genios es Zeus y créanme que hasta él tiene problemas y prefiere no hacerla enojar. Por eso, cada vez que Zeus suspira de amor por alguna otra mujer que no sea Hera, recurre a toda su astucia para mantenerlo en secreto, aunque tarde o temprano Hera se entera. Ya saben que Eris es diosa de la discordia. Fue quién lanzó la manzana que causó el problema que luego se convertiría en la gran jaqueca de los troyanos. Ate, en cambio, es la diosa del error, una divinidad menor y alegórica. Causó tantos problemas entre los inmortales del Olimpo, que se hizo una figura muy desagradable. Amenazada por convivencia, siguió con sus travesuras hasta que Zeus, harto ya de los problemas que causaba, y de los cuáles él mismo a veces era parte, que la tomó por los cabellos y la expulsó del Olimpo. Desde ese día, Ate causa problemas entre los mortales… son las Preces, hijas de Zeus, que están cojas, quienes la persiguen para impedir sus travesuras y aliviar las consecuencias, pero como están cojas no siempre llegan a tiempo. Triptolemo fue un héroe griego. Démeter y Core (antes de su rapto) le enseñaron el arte de la agricultura y le encargaron que trasmitiera estos conocimientos a los humanos. Cuando hubo terminado su misión, Triptolemo fue al Olimpo a anunciarle a Démeter que había terminado con su tarea… entonces Démeter y Core le invitaron a beber la ambrosia (alimento de los dioses) y Triptolemo se hizo inmortal. Sirviente de Démeter, no se queda siempre en el Olimpo, ya que cada cierto tiempo regresa a los plantíos humanos a ver como sigue todo. La razón del porqué Zeus llama a Athena 'Ojos Grises'es porque en la mitología, Zeus llamaba de esta forma a su hija predilecta, quién habría tenido los ojos de este color… aunque también uno de los nombres con el cuál los poetas se referían a Athena era 'Ojos de Lechuza.' Eso sería todo por ahora. ¡GRACIAS POR LEER!
