3.-Secretos...
Las paredes del salón estaban tapizadas de color ocre rústico y el suelo forrado con una moqueta del mismo ocre. Tenía dos sofás blancos triplaza. Sirius y Bellatrix coincidieron en uno, sentándose cada uno en un extremo. Abigail, consciente de que Sirius podría dejar de contenerse, hizo de barrera entre los dos. Margaret se colocó en el otro y Snape se sentó junto a ella . Para su desgracia, Arthur se colocó en el otro extremo del mismo sofá, quedando los dos rodeándola. El señor Byrnison se sentó en un butacón rojo que encontró junto a la puerta. En una de las paredes se mostraba colgado un retrato muggle de un hombre a caballo de dimensiones exorbitantes, que ocupaba casi por completo la pared.
Rogers se acercó a un escritorio color caoba, junto a una gran chimenea dorada, y abrió un sobre que había sobre él y que ponía su nombre. Tras leer su contenido, se dirigió al grupo:
-Señoras, caballeros...Se me ha ordenado revelar ciertos detalles sobre sus vidas que, deduzco, no están abiertas al público.
Sirius bajó la vista al suelo. Abigail sacó su pitillera del bolsillo y empezó a fumar con fingida indiferencia. Bellatrix tamborileó sus dedos en el brazo del sofá. En el extremo opuesto de la sala, Margaret sonrió con resignación. Arthur temblaba provocando que las diminutas plumas rosas de su sombrero salieran despedidas en todas direcciones. Algunas cayeron sobre el pelo de Snape, quien se las quitó despacio, aún aturdido por el anuncio.
-¿No podría ahorrarnos esta humillación?-preguntó Bellatrix.
-No-respondió Rogers.
Empezó a pasear por la sala, ante un público que le miraba como a un ilusionista de feria, sin saber cuál sería su próximo truco. Abigail fumaba compulsivamente. De repente, saltó.
-Bueno, no sé porqué tendría que preocuparme. Mi vida es un libro abierto, yo jamás he hecho nada malo...-dio otra calada a la boquilla de su cigarro.
Rogers giró la cabeza hacia ella.
-¿No, señora Campbert?
La aludida abrió mucho los ojos.
-¿Y qué me dice de todos los secretos que consiguió vender acerca del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería durante más de un año?
Abigail se levantó de un salto.
-¡Eso es mentira!-gritó- ¡Sólo estuve allí dos meses como profesora de transformaciones mientras la profesora estaba en una convención!
-Ya lo sé-respondió Rogers-¿pero va usted a negarme que su apellido de soltera es...señorita Pomfrey?
Abigail temblaba de furia.
-Es usted un...
-¿Hermana pequeña de la enfermera titular del colegio?-acabó Rogers.
"Ya decía yo que a alguien me sonaba..." pensó Sirius.
La señora Campbert se volvió a sentar con cara de resignación.
-Si, es cierto-dijo-. Pero ya bastante estoy pagando a un mal nacido que se enteró antes que usted y que me está chantajeando. Se hace llamar...
-¿El mago invisible, tal vez?-dijo el mayordomo.
Abigail abrió los ojos como platos.
-Eso es-consiguió articular-. ¿Cómo lo sabe?
Rogers sonrió.
-Porque no es usted la única. ¿Me equivoco, señor Black?
Sirius se puso amarillo.
-Creí que todo estaba olvidado, pero no... ese asqueroso lleva haciéndome chantaje más de dos años.
-¿Puedes ser más explícito?-preguntó Bellatrix con una curiosidad cruel.
Sirius tragó saliva.
-Yo me fui de casa muy joven. Odiaba a mi familia –miró con ojos duros a su prima-. Unas vacaciones me instalé en un pequeño piso de estudiantes de séptimo curso de Hogwarts. Allí conocí a un chico con el que mantuve una gran amistad (Nota: ni es Remus, ni es Peter ni nadie a quien conozcáis) aunque a quien mejor llegué a conocer fue a su madre, quien desde entonces ha sido como una madre para mi.
-¿Y donde empieza el chantaje?- inquirió Abigail.
-Él estaba prometido con una chica exuberante –respondió.
-¡Ahá!-saltó Margaret-. Ya lo pillo...Y tú te liaste con ella a sus espaldas, ¿verdad?
Sirius asintió con la cabeza.
-¿Y él se enteró?
Su rostro se puso sombrío.
-Se suicidó a la mañana siguiente.
Todos los presentes bajaron la mirada.
-Yo no podría haberlo hecho mejor, primito –dijo Bellatrix entre dientes con una risita.
-Lo que no entiendo -murmuró Snape- es porqué te hace chantaje cuando el... interesado está muerto.
-Su madre-dijo Sirius- no sabe nada y está muy débil del corazón. Si se enterara...
Al levantar la cabeza, sus ojos se habían puesto ligeramente vidriosos.
-Esto es una tontería- farfulló Bellatrix.
-¿De verdad, señorita?-el tono de Rogers crecía según se animaba-. ¿Me va a negar que usted también está siendo víctima de un chantaje?
-No, no se lo voy a negar-contestó muy tranquila-. Pero a mi me lo están haciendo por algo que yo no hice.
-Su marido apareció muerto tres días después de la boda.
Margaret se empezó a reír fuertemente y cada ver más alto.
Rogers se giró bruscamente del susto.
-¿Qué le parece tan gracioso?-preguntó Snape.
Margaret paró de reírse para explicar:
-¡Ahora comprendo porqué se pasa el día boca arriba!¡En su ataúd!
-Un incidente lamentable-dijo Bellatrix impasible-. La gente sospecha de mí porque tuvimos una discusión el día de su muerte.¡Se volvió loco!-hizo señas con un dedo-. Decía que yo no le amaba... lo suficiente –rompió en una carcajada.
Los presentes miraron atónitos cómo se reía.
-Perdónenme... La verdad es que no iba muy desencaminado.
-¿Cómo de loco se volvió? –dijo Margaret interesada.
-Hasta me amenazó con matarme en público...
-¿Para qué querría matarla en público?-preguntó Gioio.
Snape entornó los ojos, en un máximo esfuerzo por contenerse. Por suerte, Rogers se le adelantó.
-La amenazó en público con matarla-respondió pacientemente.
-Aaaaa... claro. Ya lo entiendo-Gioio se arregló el tocado para disimular la vergüenza -. Por favor, siga- dijo.
Bellatrix siguió con su relato.
-El caso es que se lo encontraron muerto en casa, antes de que yo volviera del trabajo. Le habían cortado la cabeza y la... la...-señaló hacia el interior de sus piernas-. Ya saben.
Por reflejo todo el público masculino se apresuró a cruzar las piernas.
-Pero ese era su último marido, el anterior también falleció- dijo el mayordomo.
Los finos labios de Bellatrix se tornaron en una sonrisa maliciosa.
-Pero eso fue debido a su trabajo- replicó-. Trabajaba como enviado en las misiones secretas para el Ministerio de magia. Aparecía y desaparecía.
-Pero nunca jamás se le ha vuelto a ver...
-La verdad es que no era muy bueno reapareciendo...-dijo soltando una afilada carcajada.(Os podéis imaginar qué hace Bellatrix casada con un miembro del ministerio...)
Miró a Rogers a los ojos.
-Pero si le interesa -dijo- pago el chantaje porque no me gustaría que la gente pensara que soy algo así como una Viuda Negra, ya me entienden.
-Pues no lo has conseguido... –murmuró Sirius entre dientes.
A Gioio se le formó una bola en el estómago.
Rogers se aclaró la garganta y volvió a consultar sus apuntes.
-Bien, bien... queda aún bastante. El siguiente en mi lista de instrucciones es el señor Severus Snape.
Todos se giraron hacia el aludido, cuya impenetrable expresión se iba poniendo sudorosa y del mismo color ocre de las paredes.
-No sé a qué se refiere –dijo secamente.
-¿No sabe a qué me refiero con el incidente del lago? –preguntó Rogers.
-Todo estaba oscuro... muy oscuro, nunca antes... –Snape se revolvió incómodo en el sofá.
-¿Le da miedo el agua, profesor?-preguntó Bellatrix juguetona.
El profesor se tapó la cara con las palmas de sus manos.
-Le pago... sólo por dignidad-dijo-. No puedo soportar que nadie más lo sepa. Y ahora ustedes...
-No se preocupe. A todos les pasa, ya lo ve...
-Habla en tercera persona -dijo el mayordomo-, ¿a usted no le pasa, señorita Shannon?
-Oh!, claro que a mí también –respondió resuelta-. Pero tienen motivos para hacerlo...
-¿Cuáles?-preguntó Arthur.
-Bueno...Dirijo un hotelito en las afueras y un servicio telefónico para magos adultos que quieran disfrutar de la compañía de una señorita... durante un rato...
-¿Y cuál es el número?
Todos se volvieron hacia Sirius, quien había formulado la pregunta.
-¿Qué? –dijo- Todo el mundo ha preguntado, ¿no?
Margaret continuó ignorando el comentario.
-El caso es que ese tipo de locales no están muy bien vistos legalmente hablando... ¿Se acuerdan del escándalo de Mibrak? Pues fue porque a dos idiotas demasiado frescos se les ocurrió la feliz idea de convertir a los paseantes en animales. No se hizo mucha publicidad y de mí no se habló para nada; pero, ¿se imaginan lo que un mago borracho y salido puede llegar a hacer delante de cualquier muggle? Ese mago invisible se enteró de mi garito no sé cómo y desde hace tiempo me hace chantaje. ¡Pero no me avergüenzo!
Se hizo un breve silencio, durante el cual se pudo ver a Rogers con cara de satisfacción y ojos brillantes de la emoción jugueteando con el contenido del sobre.
-¡Ejem!
Gioio carraspeó para reclamar la atención mientras se ponía en pie.
-No pienso permitir que Rogers me descubra- dijo-. Mi gran secreto es que soy homosexual. No puede saberse porque perdería mi empleo. Ése canalla se enteró poco después de la muerte de mis padres y se aprovechó de mi frágil estado para hacerme objeto de un vil chantaje. Es todo.
Abigail dejó resbalar sus gafas hasta la misma punta de su nariz. Sirius disimuló una sonrisa al pensar con ironía "lo tenía muy oculto". Severus se deslizó con cuidado poniendo una prudencial distancia entre sí y su compañero rosa. Rogers tenía la mandíbula desencajada y los ojos abiertos de par en par, estos últimos recorriendo frenéticamente la información recién revelada entre las páginas del sobre. Casi se desmaya al comprobar su contenido.
-Perdone, señor Gioio. No me refería a eso.
El aludido empalideció de golpe.
-Usted lleva traficando ilegalmente con pociones de alto secreto durante más de seis años. ¿Creía poder tapar ese pequeño detalle con una confesión?
La nuez del aludido resbaló por su garganta. Finalmente se volvió a sentar, esta vez con el rostro teñido del fucsia de su túnica.
-¡Ey!-saltó Sirius- ¿Qué pasa con el señor Byrnison?
El aludido seguía fijo en su butacón, posando su mirada tranquilamente en todos los presentes.
-Eso-se giró Margaret-. ¿No va a contarnos su pequeño secretito?
Rogers sonrió.
-¿No lo han adivinado?
Todos se miraron extrañados.
-¿Qué hay que adivinar? –preguntó Bellatrix
-¡Él es el Mago Invisible!
Todos se levantaron bruscamente contra el señor Byrnison. Éste se levantó despreocupado, justo a tiempo para esquivar un puñetazo de Sirius que venía directo hacia su cara. Le devolvió otro golpe y se enzarzaron en una breve pelea, de la cual salió Sirius con la nariz sangrando.
-¡Señores!¡Por favor!¡Esto no está bien! - pidió el mayordomo.
Sirius, agotado, se sentó de nuevo en el sofá y aceptó el pañuelo de Margaret para cortar la hemorragia. El señor Byrnison se levantó del suelo.
-¡Yo le diré lo que "está bien"!-dijo y luego salió por el vestíbulo.
Cuando volvió, sostenía la maleta que había traído consigo. La abrió encima de la mesa y de ella empezó a sacar paquetes negros adornados con lazos violetas. Luego los repartió entre los invitados.
-Yo sabía que ustedes estarían aquí para arreglar nuestros... asuntillos financieros. Por ello he venido convenientemente preparado.
Cuando acabó se sentó en el borde del escritorio.
-Señoras, caballeros, ábranlos –dijo.
Margaret miró el suyo con curiosidad.
-¡Y por qué no! –dijo al final-. Me gusta recibir regalos de tipos extraños.
Y dicho esto se sentó al lado opuesto del escritorio y empezó a desempaquetarlo.
Todos la imitaron. Margaret soltó un gritito al ver el suyo.
-¿Un candelabro? –miró con cuidado el macizo adorno de bronce-. ¿Y por qué?
Abigail y Arthur sacaron de su envoltorio una daga afilada y una varita azul respectivamente. Gioio sabía muy bien lo que ésta significaba: una varita de un único uso, capaz de disparar fuertes explosiones concentradas en un solo punto dejando un profundo agujero. Lo más parecido a un revólver muggle. Bellatrix por su parte sacó una soga ya anudada, que se movió siseando como una serpiente cuando ella la acarició. "Una estranguladora" pensó. "Perfecto".
Snape sacó por su parte una jeringuilla llena de un líquido espeso verduzco, que juzgó acertadamente de arsénico concentrado.
Los cinco visitantes estaban pendientes de Sirius, quien desempaquetó con rapidez una pesada tubería de plomo. "¡Oh, vaya!" pensó mientras miraba con tristeza la reluciente varita de Arthur.
El señor Byrnison disfrutaba cada segundo del asombro de los presentes.
-Señores, –dijo al final con una sonrisa- cada uno de ustedes sujeta una posible arma mortal. Todos sabemos que las cosas que aquí se han dicho no serían agradables si se descubrieran. Estoy absolutamente seguro de que ninguno de los aquí presentes dirá nada por puro interés. Pero...¿Y Rogers?
El mayordomo, de no estar sujeto por su impecable traje almidonado, se habría derrumbado en el suelo de la habitación. El hablante se situó a su lado y le cogió amistosamente por el hombro.
-Además, tiene la llave de la puerta de entrada...No me pregunten porqué pero el caso es que en este maldito sitio no hay magia. Y él dijo que para salir habría que pasar sobre su cadáver...
Unos inmensos goterones de sudor resbalaban por la frente de Rogers. Byrnison se acercó al interruptor de la luz y cerró la puerta mientras los demás se ponían en pie.
-Si alguien mata al mayordomo –continuó- nadie lo sabrá, excepto nosotros seis. Y ni siquiera nosotros mismos nos enteraremos...
Rozó el interruptor de la luz.
-El único modo de salir de este lugar es matando a Rogers... Ahora.
Apagó la luz. Varios gritos, un golpe seco y, finalmente, una explosión sorda procedente de la verita. Luego, silencio...
-¡Que alguien encienda la luz! -gritó Abigail.
Como nadie contestaba, ella misma se acercó arrastrándose pegada a la pared, hasta que rozó algo de plástico y lo pulsó.
¡AAAAAAAHHHHH!
No pudo reprimir el grito. Los cinco invitados fijos en sus sitios aún con el arma en la mano, Rogers de pie sudoroso y con los ojos fuertemente apretados, y en el centro de la sala el cadáver del señor Byrnison tendido boca abajo en el suelo.
N/A: Ey! ¿Que tal? Aquí es donde empieza, pero no os preocupéis que en seguida pondré el capítulo 4 y el 5. dejarme reviews, porfa.
Ahora es cuando se supone que hago publicidad.... No, en serio. El personaje de Bellatrix, ¿os mola? Es muy difícil, pero cuento con la ayuda de Joanne Distte (Seduciendo a la crueldad) para ilustrarme el personaje. Además, mi buena amiga Kristen Black me ha ayudado mucho con todos los detalles, y ella también escribe, solo que en inglés. Yo leí "Till we meet again" y sta mu bien.
