¡HOLA A TODOS! Podría decirse que esto pasa en forma paralela a la semana previa al nacimiento del bebé. Cuenta como un fic aparte, si se quiere decir de algún modo. Las cosas son simples. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.

¡MUCHAS GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA! Kala–neechan por reírse de mis locuras y a Yukime–chan por leer mis barrabasadas.

Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!


ADVERTENCIA.

Principio 104 para ver y entender Manga: Los martillos pueden ser guardados en cualquier parte.

Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


Capítulo 11: Zeus pone Orden… ¡YA ERA HORA!

Templo Principal. Corredores.

Todos los guerreros allí presentes, a una distancia más que prudente de donde se estaban desarrollando las divinas discusiones, abrieron los ojos a más no poder cuando sintieron el cosmo de Hades literalmente congelarse y desaparecer, siendo quienes más se inquietaron sus propios tres jueces.

Radamanthys y Minos dieron algunos pasos adelante, pero Aiacos los detuvo con los ojos. Los santos dorados, recelosos, les clavaron heladas miradas que advertían dolor si le hacían algo a Athena. Aunque cuidaban que su diosa estuviese segura, en el fondo comprendían a los jueces: Si hubiera sido Saori, quizás ellos estarían más inquietos y hasta habrían corrido hasta ella sin pensarlo dos veces. Shion aclaró la garganta.

"No hay que entrometerse en este tipo de asuntos divinos." Dijo el Patriarca con gravedad. Radamanthys le echó una furibunda mirada, lo mismo que Minos, pero Aiacos los contuvo. Los santos dorados se tensaron.

"Eso es verdad: Sea lo que sea que está ocurriendo allí, es asunto de los dioses y no nuestro." Advirtió Aiacos a sus colegas. "No nos queda otra que vigilar." Añadió con pesadez. El Juez de Wyvern frunció el ceño y se cruzó de brazos.

Gustoso habría pateado una piedra, pero como no había, bufó desconsolado.

"¡Ratas!"


Habitación de Perséfone.

¡CLAAAAAAAAAAAAAANG!

En el último momento, Hera abrazó a Perséfone y Saori las alcanzó a cubrir con el escudo, siendo el contacto de la guadaña de Démeter con este lo que había producido aquél metálico sonido. La diosa de la agricultura, quien en su fuero interno se sentía muy, muy dolida, quiso dar un segundo golpe, pero Apolo volvió a quitarle la guadaña de súbito y Julián la apartó a un lado, arrinconándola con su tridente contra la pared, que sacó quién sabe de dónde. Hermes y Apolo le apoyaron de cerca. Zeus, ignorando la enérgica discusión que Démeter sostenía con sus hijos y con su hermano, se acercó a Perséfone a quién abrazó con cariño de padre, luego que Hera le cediese el lugar. Saori se quedó con ellos, siempre vigilante.

"¿Perséfone? Ya pasó mi niña, ya pasó…" La consoló Zeus, acariciando sus cabellos. Su hija estaba muy nerviosa y se aferró a su papá con fuerza. "Ya pasó, pequeña, ya pasó."

"Todo va a salir bien, Perséfone, ya lo verás." La animó Saori con cariño y voz suave.

Por otro lado, Hestia y Artemisa intentaban reanimar a Hades, quien seguía cuan largo era en el suelo, absolutamente noqueado de la impresión. Hera se acercó al grupo para ver en qué podía ayudar. La vista de su taciturno hermano yaciendo en el suelo, totalmente vulnerable, la hacía sentir aprensiva.

"¡Tío Hades! No es para tanto, despierta, por favor, ¡Reacciona!" Le pidió Artemisa mientras le sostenía una mano y le daba palmaditas en esta con su otra mano. "¡Estás Quedado En Vergüenza!" La diosa buscó a su mellizo con la mirada. Apolo giró la cabeza cuando sintió los ojos de Artemisa clavándosele en la nuca. "¡Febo! Eres dios de la medicina: ven y ayúdanos con el tío." Pero Apolo estaba más ocupado ayudando a Julián y Hermes a controlar a Démeter.

"¿Hermanito?" Le llamó Hestia, dándole suaves palmaditas en las mejillas. "¡Reacciona Por Favor O Te Quemaré Los Pies!" Le amenazó con gravedad.

ME LLEVA, HADES!" Ladró Hera, mientras le daba un fuerte puntapié a su hermano en las costillas. No malinterpreten: la diosa estaba preocupada por él, pero como no se le ocurrió otra forma más sutil de reanimarlo… "No Es Momento Para Tonterías. ¡Tu ESPOSA Te Necesita!" Le regañó.

En sueños, Hades arrugó la cara y poco a poco comenzó a reaccionar. Sus hermanas y sobrina continuaron animándolo a que volviera a este plano de la conciencia. Zeus soltó a Perséfone cuando esta se hubo tranquilizado lo suficiente, dejándola con Saori, quien continuó con la tarea de animarla. El padre de los dioses tomó aire y miró a su alrededor. Meneó la cabeza. Hades lentamente comenzaba a recuperarse y Démeter le estaba dando un buen tenis verbal a Poseidón: la diosa seguía engrifada y no dejaba de llamar a su guadaña con su cosmo, que Hermes tenía bien sujeta para evitar accidentes… aunque forcejeaba con la herramienta con dificultad.

"Sal de mi Camino, Julián. ¡TE RECUERDO que Aunque Eres Un dios Estás En Un Cuerpo Humano y BIEN TE PUEDO Matar Si Sigues…!"

"Démeter, ¡Cállate que me Tienes Harto! Te ves RIDÍCULA Gritando Así como Una Loca." La regañó Julián enojado. Hacía un rato que ya no la amenazaba con su tridente, pero tentado estaba de usarlo.

"Tía, le va a subir la presión si sigue gritando."

CÁLLATE APOLO!"

"Tía Démeter, por favor, solo está agravando su situación." Le dijo Hermes con tino. Sin dejar de forcejear con la leal guadaña. "Podemos arreglar este asunto de otro modo, pero nada va a lograr si sigue con estos arrebatos."

"¿Más Grave? MI HIJA Se Embarazó De UN MALDITO VIOLADOR. ¿Qué Más Grave Se Puede Poner?"

"Démeter, SILENCIO." Advirtió Zeus con voz grave. Todos los dioses se quedaron callados, mientras el dios avanzaba hacia su hermana. Poseidón hizo una mueca divertida de complicidad y se hizo a un lado. "Creo que Perséfone te dejó bien en claro que ella y su esposo no han hecho nada que el otro no haya permitido."

"¡PERO…!"

"SILENCIO."

"¡Hmpf!"

Hades gruñó a medida que recuperaba la conciencia. Ayudado por su hermana Hestia y por Artemisa, logró incorporarse. Tenía una fuerte jaqueca, derivada de la tremenda e inesperada impresión que se había llevado. Perséfone le buscó con la mirada hasta que lo encontró. El dios del Inframundo y su esposa se miraron algunos momentos, diciéndose millones de cosas con la mirada. Hades se puso de pie y avanzó hacia Perséfone.

"¡No QUIERO Que Te Acerques A Mi HIJA!" Gruñó Démeter, abriéndose paso entre Julián y Apolo, con toda la intención de impedirle a Hades que se acercara a su hija, pero esta vez Zeus le bloqueó el paso, con el ceño muy fruncido y los brazos cruzados. Hades le dedicó la mirada más fría y furibunda que pudo componer.

"Tú no harás nada Démeter. Te quedas tranquila o me conocerás enojado." Le advirtió Zeus. Hera se acercó a su hermana, con las manos apretadas.

"Y también me conocerás a mí." Le advirtió muy altiva. Hera estaba decidida a hacer valer su título.

"Todos fuera de aquí." Ordenó Zeus de pronto. "Excepto Hades y Perséfone, que tienen algunas cosas que hablar."

"Bien." Dijo Saori suspirando nerviosa. "Vamos a la salita de estar: allí podremos estar más cómodos. Pediré que nos traigan refrescos."

"¿Qué? Zeus. ¿Cómo permites que tu hija…?" Comenzó Démeter.

"Porque son matrimonio hecho y derecho, por eso." Dijeron Zeus y Hera a coro.

Zeus, arrastrando a una muy poco feliz Démeter del brazo, se dirigió a la salida, seguido de los demás dioses, excepto Hades y Perséfone. Una vez que estuvieron fuera, guiados por Saori, se dirigieron a la pequeña salita de estar que no estaba muy lejos de allí.

Perséfone bajó la mirada unos segundos, para mirar a su marido a los ojos, con el rostro neutro. Hades le sostuvo esta mirada y dio unos pasos hacia ella antes de detenerse. Su esposa miraba hacia otro lado, con tristeza y orgullo. Hades se pasó la mano por el cuello: su estómago se sentía extraño. Más que nunca, tenía que medir sus palabras y no meter las patas en la medida de lo posible.

¿Sería capaz de no meter las patas?

"Estás más delgado." Le dijo Perséfone, caminando hacia la cama que había ocupado esos días. Se sentó en una esquina. Hades la siguió y se sentó en la esquina contraria, dándole la espalda.

"Siee… es que descubrí que estaba pasado de peso." Inventó Hades, pues no quería decirle que había pasado hambre. "… yo… te echo de menos."

Minuto de silencio.

"Yo también…"

Más minutos de silencio.

"¿Te han tratado bien?"

"Sí. Athena es muy amable."

"Bien. Más le vale." Hades miró al techo y suspiró profundo. Dejó pasar unos minutos antes de hablar de nuevo. "Yo… entiendo que estés enojada conmigo." Perséfone irguió la espalda. "… No he sido buen marido… y… debí prestarte más… atención. Yo…"

"¿El castillo se cae a pedazos, verdad?"

"…"

"Lo supuse." Perséfone jugó con sus dedos, suspirando. "Hades, mira. Yo…"

"Te amo." Hades bajó la mirada. "Desde que te vi… y… te he echado muchísimo de menos. Sin ti me desquicio… lamento no haberte tratado como merecías y que te hayas expuesto de esta manera… en verdad te amo, Perséfone… va en serio." Añadió, girando levemente la cabeza en dirección de su esposa, encontrándose con los grandes ojos de esta. "¿Qué puedo hacer para que regreses conmigo?" Le preguntó con ojos grandes. Hades sintió un vuelco en el corazón cuando le vio esbozar una sonrisa.

"Discúlpame… yo estaba muy enojada y no pensaba claro… pero no me dejaste otra opción: Sentía que me tenías botada." Perséfone volvió a mirarse las manos y se encogió de hombros. "Además me sentía muy sola y triste. No me hacías caso y me sentía como un florero… no me tomaste en cuenta sino hasta que te grité."

Hades se puso de pie y rodeando la cama, caminó hasta ella y se arrodilló justo frente suyo. Le cubrió las manos con las suyas y la miró a los ojos.

"¿Me darías la oportunidad de remediar todo eso?" Le preguntó en susurros. "Te doy mi palabra que seré mejor y más digno de ti." Perséfone sintió como sus ojos se le llenaban de lágrimas.

"… aunque quisiera, no podría negarte eso." La diosa tragó saliva y respiró profundo. "… Temo que me vuelvas a ignorar." Hades negó con la cabeza y le acarició la mejilla.

"Ya aprendí mi lección."

Ambos se pusieron de pie al mismo tiempo y se fundieron en un fuerte abrazo. No querían soltarse y bien habrían pasado la eternidad de este modo. Perséfone derramó incluso algunas lágrimas. Se separaron, lo suficiente como para verse a la cara. La diosa tuvo que alzar su cabeza un poco, pues su marido era más alto. Compartieron un tierno beso… al romperlo, Hades, sin soltarla de su abrazo, le acarició una mejilla.

"Ojos claros, serenos, Si de un dulce mirar sois alabados, ¿Por qué si me miráis, miráis airados? Si cuando más piadosos, Más bellos parecéis a aquél que os mira, No me miréis con ira, Porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay Tormentos Rabiosos! Ojos Claros, serenos, Ya que así me miráis, miradme al menos." (1)

"Hace poco más de 1562 años que no me recitabas ningún poema." Comentó la diosa con una sutil sonrisa.

"Sabes que soy malo componiendo. No había encontrado uno adecuado y la ocasión justa para declamarte." Respondió Hades con astucia. Suavizó el rostro. "Gracias por regresar conmigo…" Perséfone se mordió el labio y bajó la cabeza, como avergonzada.

"…"

"¿Perséfone?"

"Es que yo… Yo… no… no regreso sola." Le dijo con cuidado, llevándose la mano al vientre casi por inercia. La expresión que puso Hades fue de aquellas que pone la gente que está por estallar en llanto. El dios del Inframundo volvió a fundir a su esposa en un tiernísimo abrazo.

No se dijeron nada, sino que se quedaron en esa posición por lo que pareció una eternidad.


Templo Principal. Salita de Estar.

Apolo, Hermes, Saori y Artemisa estaban a un extremo de la sala de estar, como niños castigados o relegados de un asunto del cual solo los mayores podían encargarse. Zeus, Julián, Hera y Hestia le reprochaban a Démeter su exagerado comportamiento. El padre de los dioses no estaba nada feliz.

"Estoy esperando, Démeter." Zeus frunció el ceño y los brazos cruzados. "Entiendo que no te llevas bien con Hades, pero eso no es motivo para atacar a tu hija, sólo porque está encinta de un hijo suyo. Explícame." Démeter permaneció en silencio.

"Deberías haberte puesto feliz por tu hija. Si Hades te cae mal, es tu problema, pero deja a Perséfone fuera de eso." Reprochó Hera. "Hasta perdí la cuenta de todas las veces que me ha pedido que la bendiga con la maternidad ¡Deberías Estar feliz por Ella!"

"¡Serás abuela! Puedes malcriar a tu nieto e incentivarlo a que le juegue travesuras a Hades si no le aguantas." Julián tomó aire. "Perséfone es tu hija ¿Acaso eso no cuenta?"

"Se llama Core."

Démeter se puso de pie. La diosa se veía incómoda y demacrada. Lo que recién había pasado la tenía muy descompuesta. Como había tenido tiempo para pensar las cosas en forma más fría, se avergonzaba de su proceder. Además tenía ganas de llorar desconsoladamente.

"No quiero que mi hija tenga hijos con Hades." Démeter le clavó los ojos a Hestia. Ambas recordaban su breve encuentro del último día del verano. Prudentemente, Hestia se quedó en silencio: en ese minuto, su sospecha que aquél jugo que había bebido aquél día contenía un anticonceptivo se confirmó. A la diosa de la agricultura le tembló el labio. "No me arrepiento de haber reaccionado como lo hice cuando creí que mi hija sufría… y aunque no debí atacarla, no aceptaré por ningún motivo al engendro ese que concibió de Hades como nieto." Declaró mientras se acomodaba el chal.

"Que pena por ti, Démeter." Dijo Zeus, compadeciéndola.

En ese momento se abrió la puerta. Hades y Perséfone entraron abrazados. Saori y Artemisa sonrieron gustosas, al igual que sus tías, excepto claro, Démeter. Hades endureció su expresión al ver la severa mirada que la diosa de la agricultura le dedicaba y aferró a Perséfone contra sí. La pareja llegó hasta el grupo.

"Yo me marcho. No soporto esta situación ni un momento más." Démeter le hizo una seña a Zeus y a los demás dioses, tomó su guadaña y fingiendo profunda ofensa, se retiró.

"¡Mamá, espera!" La llamó Perséfone en vano.

Al ver que su madre no le haría caso, hizo un puchero y se aferró del brazo de su marido, quien la consoló con su cosmo. Saori y los demás se acercaron al grupo en el momento en que Zeus tomaba a Perséfone del mentón.

"Déjala y no llores por ella. Ya regresará cuando lo desee." Le aseguró. Zeus miró a los ojos a Hades. "Asumo que ustedes dos ya se reconciliaron…"

"Sí…" Afirmó Hades tras mirar a su esposa unos momentos. "Todo está bien."

Hestia aplaudió de gusto. Hera, junto con las demás diosas, exclamó con alegría y entre todas, separando a Perséfone de Hades, comenzaron a felicitarla, no solo por su nuevo estado, sino por haber hecho las paces con su marido. Los dioses en cambio fueron algo más bestias e hicieron gala de mucha divina testosterona: Julián le dio a Hades un alegre golpe en la espalda que casi le hizo escupir los pulmones, Zeus lo agarró por la cabeza y le llenó el cabello de estática, Apolo y Hermes le dieron golpes en los brazos, justo antes que los cuatro juntos decidieran darle una fuerte paliza de machos contentos. Luego que lo hubieran golpeado lo suficiente, lo dejaron ir. Zeus se volvió hacia Perséfone.

"Perséfone, reina de la humanidad difunta, diosa de la primavera y protectora de los cultivos." Le dijo con pompa. "Yo, Zeus, te felicito porque serás por fin madre, así como felicité a mi hermano Hades, dios del Inframundo." El dios tomó aire. "Escúchame bien, que a partir de hora, puedes vivir en el lugar de tu elección, sin necesidad de regresar con tu madre. Siempre serás bienvenida al Olimpo… a donde espero que lleves a mi futuro nieto o nieta a compartir la Ambrosía. He dicho." Sentenció, sorprendiendo a todos los dioses.

"¿Eso quiere decir que Perséfone se puede quedar conmigo durante la primavera y verano?" Preguntó Hades esperanzado, sacudiéndose la ropa.

"Pero mi mamá… ¿Dices eso en serio, Papá?" Quiso saber Perséfone, quien al mismo tiempo que estaba apenada por su madre, no cabía en sí de gusto. Zeus asintió.

"Perséfone, por Todos Nosotros." Bufó Hera. "Zeus lo acaba de decir,¿no? Ya deja de preocuparte tanto por Démeter: no se va a morir y no le queda otra que aguantarse."

Los esposos se abrazaron. Hestia y Artemisa enjugaron una lágrima al verles. Apolo y Hermes observaban divertidos. Julián infló el pecho con alegría. Saori se adelantó al grupo y abrazó a Perséfone, una vez que Hades la hubo soltado.

"Te deseo lo mejor de todo. ¡Si Necesitas Algo No Dudes en Llamarme!" Athena sonrió con picardía. "Pero que no sea de madrugada ni en medio de la lluvia." Saori se volvió a Hades, y para sorpresa de todos, le abrazó. "Te felicito, tío."

"Gracias." Le dijo este. "Sobre todo por cuidar de mi Perséfone."

"Mejor nos vamos." Dijo Hera, tras sujetarse del brazo de Zeus. "Hay un montón de santos, ángeles, jueces y generales a medio morir de la curiosidad." Afirmó divertida. "¿Vamos, amor?"

"Además ya los pusimos demasiado nerviosos." Rió Zeus nervioso.

"Yo todavía tengo que estudiar para mi examen de Cálculo." Recordó Julián con algo de desolación. Aunque de pronto le dio una suplicante mirada a Apolo. "¿Me consigues un certificado médico que me excuse para mañana?"

JAJAJA! Eso, tío Julián, no es para nada ético, pero lo haré."

"Irse es buena idea. Yo dejé el horno encendido y tengo un pastel adentro." Dijo Hestia con una sonrisa. "Seguramente ya se convirtió en carbón, así que tengo que ver que limpien todo."

"Lástima por eso, con lo rico que cocinas." Le dijo Zeus. Se volvió hacia Hermes. "Necesito que vayas al Olimpo ahora: tengo trabajo para ti e Iris."

"De acuerdo, viejo. De allá soy."

Estos dioses se retiraron de la salita de estar y del Santuario con relativa rapidez. Hades y Perséfone se quedaron unos momentos más, con Saori, quien sentía un fuerte cansancio.

"Gracias Athena, por haberme cuidado y aguantado." Le dijo Perséfone. "Espero poder devolverte el favor algún día."

"No es nada, yo gustosa." Aseguró Saori con una sonrisa. "Espero no más que me presentes a mi futuro sobrino o sobrina. ¿Tío Hades? Tendrás que cuidar mucho de Perséfone."

"Eso haré. Gracias por todo, Athena Parthenos. Nos retiramos."

La pareja se retiró con elegancia, tras intercambiar algunas señas y reverencias. Apolo suspiró profundo.

"¡Que Fiesta! La familia debería reunirse más a menudo. ¿No lo creen, hermanitas?" Rió Apolo con alegría. Tanto Artemisa como Athena le sonrieron. El dios se volvió hacia Saori. "Oye, hermanita… ¿Cuándo me invitas de nuevo? Tienes unas amazonas que están de rechupe…" En ese momento, Artemisalo pescó de una oreja. "AYAYAYAYAY. ¡Artemisa, Eso Duele!"

"¡Tú Las Dejas A Ellas En Paz, Hermanito!" Le advirtió Artemisa sin soltarle la oreja. "Recuerda lo que le prometiste a la Mamá. No es el momento y debes recordar lo que le pasó a Dafne."

"¡No dejas que me divierta!" Se lamentó el dios. Athena ahogó una risita.

"Mientras no amenacen a la humanidad, ustedes son bienvenidos cuando quieran a mi Santuario." Les dijo Saori con una traviesa sonrisa. "Y Artemisa tiene toda la razón: deja a mis amazonas en paz, Febito."

"Bueno, Saori. Nosotros nos vamos." Le dijo Artemisa. "Te prometo que vigilaré a Apolo muy de cerca para que no se pase de listo con tus amazonas." La diosa tomó a su mellizo del brazo y a jalones lo llevó hasta la salida. "Nos estamos viendo."

"Adiós Artemisa y Apolo."

Saori se despidió de sus hermanos y se quedó quieta, observando la puerta por la que desaparecieron. Analizó con su cosmo su Santuario al cabo de unos minutos: todos sus parientes habían abandonado el recinto sin problemas y de pronto el lugar estaba sumido en silencio, como si nunca hubiera pasado nada. Al fin los dioses se hubieron marchado, tan de súbito como habían llegado, y sin ayudar siquiera a ordenar los muebles que se había desordenado con tanta disputa. Sus doce santos dorados, eso sí, esperaban fuera del lugar, prestos a entrar. Athena entonces exhaló todo el aire que había estado conteniendo y del cual no se había dado cuenta. Algunos de sus cabellos se erizaron de cansancio y bajó la cabeza. Saori se dejó caer en un sofá. Shion entonces se teletransportó dentro y apareció junto a ella.

"¿Princesa Athena? Me preguntaba si estaba bien…"

"¡Siento como si me hubieran caído a palos!" Confesó con cansancio, sobándose las sienes. "¡Y conste que apenas sí hice algo!"

"Entonces mejor se va a descansar." Le dijo el Patriarca con una sonrisa. "Le comunicaré a los santos vuestros deseos."

"Gracias."

Shion le sonrió y se retiró. Saori se quedó observando el techo algunos momentos y sonrió con alegría. Se puso de pie y salió de la salita de estar en dirección a su cuarto.

"Hoy Fue un BUEN Día." Se dijo a sí misma. "Muy Movido, pero BUENO al fin y al cabo."

Y estirando los brazos, la diosa entró a su cuarto, decidida a pasar allí, con sus telenovelas, mangas y revistas, lo que quedaba del día.

Continuará…

Por
Misao–CG


¡No hay adelanto, ya que el próximo es el último!


PS: Ya… no es uno de mis mejores finales, porque no es el final de la historia. Tendrán que esperarse hasta el próximo capítulo para eso. (1) Respecto del poema que Hades le recita a Perséfone, este es el Madrigal de Gutierre de Cetina, NO ES, bajo ningún caso, ni en ninguna dimensión paralela, mi creación. En mitología griega, la ambrosía es el alimento de los dioses. Febo es uno de los nombres de Apolo, lo mismo que Parthenos (sin parto) lo es para Athena… otra de las denominaciones de Athena es Pallas (que alude a su condición guerrera y que adopta luego de derrotar a un titán (o gigante, no recuerdo bien) del mismo nombre (y que intentó violarla) en combate singular. Por último, Dafne era una ninfa que tenía un voto de castidad dedicado a Artemisa… pero Apolo se enamoró de ella y la quiso para sí. Dafne se resistió con todo lo que pudo, pero Apolo era demasiado insistente. Como Dafne no quería romper su voto y no quería entregarse al dios, se echó a correr, siempre perseguida por el dios. Mientras huía, les pidió socorro a los dioses, quienes la convirtieron en el árbol del Laurel. Apolo, al ver esto, se arrepintió de sus acciones y se apenó tanto, que para arreglar un poco las cosas, consagró el árbol e hizo de sus hojas una corona, símbolo de los victoriosos. ¡GRACIAS POR LEER!


Mini Omake:
La venganza de Hades.

Los tres jueces seguían a Hades y a Perséfone por las calles de Atenas, aún estupefactos con la noticia de que pronto habría mini pasitos por el castillo del Inframundo. Tanto Radamanthys, Aiacos como Minos, sufrieron una severa subida de lealtad a su señor y no esperaron ni medio hipo en felicitarlo y en jurar que protegerían al pequeño o pequeña con sus vidas. Ahora trataban de procesar la información con más calma, pero al menos se sentían felices por sus señores.

Hades llevaba del brazo a Perséfone por las calles de Atenas, sintiéndose especialmente celoso, aprensivo, protector y contento por tenerla de regreso. Había tomado la decisión de contratar un ama de llaves, un mayordomo y sirvientes profesionales para que atendieran su castillo y así librar del peso a su esposa y a sus espectros. Sin mencionar que ya tenía planes para su futuro hijito o hijita.

¡Vaya! Ahora que se fijaba bien, por donde veía, miraba parejas con niños pequeños, bebés, o mujeres encinta. Hades suspiró decidido: tendría que leer un par de libros para informarse muy bien al respecto. Quería estar a la altura de su nueva responsabilidad. No es por nada, pero el dios estaba muy entusiasmado. Quizás le preguntaría a Hypnos o a Pasitea: tenían como mil hijos, seguro conocían un par de trucos.

Err… bueno, mejor solo le preguntaba a Pasitea: recordaba haber oído de Thanatos que Hypnos jamás en su divina vida había cambiado lo que era un pañal.

"Hades, ¿Dónde vamos? La entrada al Inframundo es por allá…" Comentó de pronto Perséfone, al ver que pasaban de largo una de las entradas al mundo de lo invisible.

"Err… ¿Quieres pasar la noche en el Ritz?" Le preguntó con una amplia sonrisa. Hades no quería que Perséfone viera el castillo hasta al menos asegurarse que éste estaba presentable.

"¿Tan mal están las cosas en el castillo?"

"…"

"No quiero saber." Dijo Perséfone, arrugando la frente ante la sola imagen del pobre castillo que con tanto esmero mantenía en pie. Decidió que no quería pensar en eso o le daría jaqueca. "¡Pero Si Me Llevas Al Ritz, Que Sea a la Suite Presidencial!"

"¡Eso está más que claro! Solo calidad para mi linda esposa."

"Y que me tengan muchas ostras con limón."

"Hecho."

Los dioses continuaron con su caminata por las calles, llamando un poco la atención de los demás transeúntes… o más bien sus jueces, quienes con su actitud al caminar y sus armaduras, parecían guardaespaldas mafiosos detrás de sus señores: su mera presencia les habría paso. Hades aferró a su esposa contra sí, sintiendo un bonito latido de corazón en su pecho. ¡Estaba Tan Alegre que Hasta Podría Saltar!

En eso… vio un local de la Domino's Pizza cruzando la calle… entrecerró los ojos al reconocer el número de teléfono que allí se exhibía. Conocía ese número demasiado bien. Era un tipo de número que no olvidaría en al menos un par de centurias. ¡Con que Habían Sido Estos Los Que Le Habían Colgado el Teléfono y Dejado Con Hambre, eh!

"¿A qué huele? Hmm… Me dio hambre." Dijo de pronto Perséfone, cuyo olfato estaba bastante agudo. A Hades se le dibujó una sádica sonrisa en su rostro y de reojo miró a sus jueces, quienes se estaban tronando los nudillos. ¡Música para sus oídos!

"Huele a pizza. ¿Quieres una?"

"Nunca he probado pizzas. ¿Qué tal son?"

"Deliciosas." Hades le sonrió y guió a su esposa hasta el pequeño local. "Aquí las podemos conseguir: ya verás que te gustarán mucho. Es divertido comerlas y saben delicioso." No se demoraron ni medio suspiro en cruzar la calle. Una vez en la puerta, Hades retomó la palabra. "Espérame aquí y enseguida volvemos. Minos ¿Serías tan amable de…?"

"Por supuesto, Mi Señor. Yo cuidaré a la señora Perséfone con mi vida." Dijo el juez con entusiasmo. "Le pido humildemente y por favor, que les dé saludos a los repartidores de mi parte."

"Así se hará."

Hades, Aiacos y Radamanthys entraron de golpe en la pizzería. Perséfone se quedó con Minos afuera, quien rápidamente le encontró una silla a su señora.

Dentro del local, el operador recibía un nuevo llamado y se disponía a enviar la orden del pedido. Hades y dos de sus jueces se acercaron a él.

"… Muchas gracias por llamar a Domino's Pizza. ¡Que tenga un buen día!" El operador colgó y miró a sus taciturnos clientes. "¡Bienvenidos a Domino's Pizza! Soy Jesé ¿En qué puedo servirlos?"

"Yo, Soy Hades, dios del Inframundo, Rey de la humanidad difunta, el implacable, señor de lo Invisible, Juez Supremo de las Almas Que Pasan a Mejor Vida." Se presentó el dios con toda la pompa del caso, elevando un poquito su cosmo. Jesé apretó los dientes para no reírse a carcajadas en la cara del dios y se giró sobre sí mismo.

"OYE MIKE. ¡VEN A MIRAR ESTO! EL Chiflado del otro día está aquí." Gritó llamando a su compañero, para luego volverse hacia Hades, quien tenía una gruesa y palpitante vena en la cabeza. "Lo que tú digas, ¡Oh, Gran Y Poderoso Señor De Lo Invisi…!" Comenzó a decir en un tono más que burlón, pero Radamanthys lo sujetó del cuello, cortándole el fuelle y levantándolo en el aire, lo cual obviamente lo asustó.

"Empieza a rezar, mortal. Nadie se burla de mí y NADIE me deja pasar hambre." Le dijo Hades, luciendo amenazador, encendiendo su cosmo con enojo. Algunos efectos especiales surgieron en el fondo. Los gritos y gemidos que venían desde el fondo del local eran una buena prueba que Aiacos había entrado a las cocinas y que a estas alturas estaba efectivamente sembrando el pánico entre los cocineros. "Empieza a rezar… y a tomar mi pedido."

Tembloroso, el operador tragó saliva. Aun no estaba convencido que este sujeto fuera en verdad Hades, pero como era evidente que no estaba de broma… Jesé, con lágrimas en los ojos, comenzó a tomar la orden.

20 minutos después.

Hades, Perséfone y los jueces disfrutaban de una de las tres gigantescas pizzas de pepperoni y champiñones, con doble ración de queso, y los aderezos del caso. Contaban con toda la atención del local en exclusiva para ellos. Incluso habían dejado de contestar el teléfono y de atender a otros clientes. Hasta el supervisor, que nada había tenido que ver con el incidente original, les atendía a cuerpo de rey… o de dioses mejor dicho.

QUE DELICIA! Nunca había probado algo así: me encanta. Me las imaginaba de otro modo." Dijo Perséfone muy alegre. "¡Tengo que conseguirme la receta!" La diosa, inocente, miró a Hades. "¿Entonces usaste el descuento para dioses que encendiste tu cosmo de ese modo?"

"Siee…" Respondió Hades mientras comía. "Había que encenderlo y fingir que estaba furioso, o si no, no me lo daban: a los humanos le gustan los efectos especiales."

"Creí que en este tipo de locales no había una atención tan personalizada." Comentó Perséfone, quien observaba con interés el pequeño local, y a los temerosos dependientes.

"El servicio es parte de la atención. Viene incluido con el descuento para dioses." Añadió Radamanthys muy convencido, cruzando cómplices miradas con su señor y compañeros.

"¡Qué bien! Deberíamos venir más a menudo. ¡O pedir las Pizzas para el castillo! Creo que tienen reparto a domicilio."

Hades y los jueces sonrieron con complicidad y tras echarle una ojeada a los aterrorizados empleados asintieron con la cabeza. Jesé, quién tenía los ojos morados, claras marcas de dedos en su cuello y varios raspones, tragó saliva: ahora si estaba convencido de que Hades era el mismísimo Hades.

"Eso me parece una idea genial, querida Perséfone." Comentó finalmente Hades.

Fin del Mini Omake.