¡HOLA A TODOS! Podría decirse que esto pasa en forma paralela a la semana previa al nacimiento del bebé. Cuenta como un fic aparte, si se quiere decir de algún modo. Las cosas son simples. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. Les ruego que se den una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.
¡MUCHAS GRACIAS A MIS LECTORAS DE PRUEBA! Kala–neechan por reírse de mis locuras y a Yukime–chan por leer mis barrabasadas.
Un especial agradecimiento a Ekléctica, quien se dio el enorme trabajo de corregir el fic.
Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, y en este caso se recomienda mucho, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D
Una velita para que el Concilio actualice los spin offs…
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!
ADVERTENCIA.
Principio 110 para ver y entender Manga: La gente más inteligente nunca va a las convenciones de Anime, por esto, el Coeficiente Intelectual de las conferencias es por lo general bajo.
Se requiere criterio al leer. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"IV. Divina Calamita"
(Divina Calamidad)
Epílogo: Dos pequeñas recién nacidas.
Giudecca. Palacio de Hades.
Meses más tarde. Finales de Junio.
Pandora se sujetó del brazo de Aiacos luego que hubo abandonado la sala. Tenía varios colores en el rostro, menos los que debería tener; sus ojos estaban desorbitados y las rodillas no le estaban respondiendo bien. Radamanthys la miró aburrido, aunque su compañero la miraba condolido. ¿Qué era lo que tenía a Pandora tan descompuesta? Pues la reunión de dioses en el Inframundo, con motivo de la presentación de las hijitas recién nacidas de Hades… Reunión de la cuál Pandora estaba a cargo y por la cual había sufrido uno de los más severos casos de pánico escénico que se han visto y registrado, una media hora antes que los dioses arribasen.
Las réplicas de este ataque se hacían presentes con fuerza cada vez que la chica abandonaba el salón en el que los dioses se habían reunido y tenía este tipo de reacciones. Si no hubiera sido porque Aiacos la había sujetado, se hubiera desmayado o retraído a una posición fetal. Pandora, en las reuniones, tocaba el arpa: nunca antes se había hecho cargo de una reunión de este tipo, ni en sus peores pesadillas.
No se recordaba en el Inframundo una celebración tal desde… ¡Era la primera vez que ocurría algo así! Tal había sido la algarabía generada por este acontecimiento, que hasta le habían perdonado los castigos a los distintos condenados del tártaro sólo por ese día (Tántalo comió y bebió con voracidad y Sísifo al fin pudo llegar con la piedra hasta la bendita cima). En el mundo humano nadie falleció en dos días, pues Thanatos tuvo un bonito latido de corazón y no quiso visitar a nadie, lo que causó el desconcierto de algunos asesinos.
Hacía tan solo dos días que Perséfone había dado a luz a un par de saludables y encantadoras gemelas, tomando por sorpresa a todos en el Olimpo, pues creían que vendría un bebé y no dos, como en verdad pasó. El que nacieran gemelas fue toda una sorpresa. Hades se colgaba de las paredes de contento: hasta se le había visto haciendo pucheros de felicidad (pero a mí no me consta). Si ya con el embarazo de la diosa las cosas habían dado un giro radical en el Inframundo, imaginen no más como estaba ahora todo.
Los jueces y los espectros ya habían baboseado hasta la inconciencia y deshidratación con las nenitas los dos días previos, y ahora tocaba el turno a los dioses. Hades lo había querido de esta manera. Todo el Olimpo estaba invitado a la celebración (exceptuando a Eris y a Ate, quienes, por sospecha, fueron encerradas por Hefestos en una jaula especialmente diseñada para ellas), y como hacía más de tres milenios que no ocurría el nacimiento de una nueva divinidad ¡más encima habían nacido dos!… pues vaya que había quedado la grande: nadie, ni el mismísimo Ares en persona, se quiso perder este evento social.
Los dioses, para muchos la primera vez que iban al Inframundo, se hallaba reunidos en el amplio salón de recepciones del Castillo. Pandora, que iba y venía hacia la cocina y el lugar de la reunión como abeja nerviosa, sentía que sus nervios la traicionaban por las razones que ya comenté, tomó algunas bocanadas de aire y se compuso.
"Gracias Aiacos. ¿Todo va bien con las escoltas de los dioses? Por favor. Vigila que no haya problemas." Le suplicó Pandora. "No quisiera que los espectros armaran pelea con los santos o los generales." Aiacos asintió con la cabeza.
"A eso venía: todo está sin novedad y marchando sobre ruedas." Le dijo Aiacos. "Mi ala derecha los vigila para que se porten bien: le dije que podía machacarlos si causaban estragos."
"¡No tienes idea como agradezco eso! Violate se está ganando mi aprecio." Suspiró la arpista en verdad aliviada. Pandora se volvió hacia el otro juez.
"Por favor Radamanthys… ve y dile a mi señor Hades que los dioses ya están nerviosos y quieren conocer a las bebitas. Yo tengo que ir a la cocina."
Radamanthys, sin decir nada, excepto esbozar una sonrisa, asintió y se dio la vuelta, para desaparecer en un pasillo. Aiacos hizo lo mismo, aunque tomó una dirección diferente. Pandora se dirigió a la cocina. Habían contratado un servicio externo de banquetería, que ante el pánico que les infundía el Inframundo, no sólo estaba haciendo las cosas con obsesiva perfección, sino que además no había querido cobrar el servicio (Thanatos resultó ser un buen negociador de precios… aunque… ¿Quién en su sano juicio le discute al dios de la muerte?), por lo que Pandora no tenía que preocuparse mucho: otra cosa con guitarra. Si no hubieran hecho esta contratación, créanme que la pobrecita ya se habría arrancado todos y cada uno de sus cabellos y estaría presa en una camisa de fuerza.
Dentro del salón, los dioses discutían un muy serio asunto, que debía ser zanjado cuanto antes. ¿Qué títulos tendrían las pequeñas, aparte de princesitas del Inframundo? Casi todos los rubros parecían estar ocupados, y no podían apropiarse o quitarles las atribuciones a otros dioses. Además como este suceso era tan inesperado, querían que las atribuciones de las pequeñas diosas fueran inéditas. Algo difícil.
"¡YA SÉ!" Exclamó Ares rompiendo el silencio. "¡DIOSAS DE LA BOMBA NUCLEAR!"
"¡Eso es tan guerra fría!" Se burló Saori. Ares la miró serio.
"¿Se te ocurre alguna mejor idea?"
"Pues yo estoy dispuesta a abandonar mi título de diosa de las artes manuales por ellas." Respondió Saori con alegría. "Pero como ya dijeron que querían algo original…"
"O sea, no se te ocurre nada."
"Se me ocurren mejores ideas que a ti."
"¿Cómo cuáles? No te oigo sugiriendo nada."
"No me molestes, Ritanil." Se burló Saori, sacándole la lengua.
"¡Mi nombre es ARES! No me digas Ritanil." Ares, tan maduro él, también le sacó la lengua.
"Ares, Athena… basta los dos: no me hagan ir hasta allá a zanjar eso." Advirtió Zeus, muy pensativo. Era obvio que su divina mente craneaba un divino título para sus nietecitas.
"¡DIOSAS DEL INVIERNO NUCLEAR!"Gritó Ares de pronto.
"¿Y Si les damos el título de diosas de lo inesperado?" Sugirió Hera. "Porque ellas mismas fueron inesperadas."
"O de la Calamidad." Sugirió Apolo. "¡Porque Vaya Que Tuvieron Una Buena Entrada!"
"¡DIOSAS DE LAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA!"
"Mejor que sea de la investigación científica y de los medios de comunicación." Sugirieron Hermes y Fama al mismo tiempo.
"O de los juegos de rol y las cartas de estrategia." Sugirió Saori.
"¡DIOSAS DEL TERRORISMO GLOBAL!"
"Sugeriría que fueran las diosas de los tsunamis, pero eso me lo reservo por si vuelvo a tener hijos." Rió Julián nervioso.
"Hermanito, si haces eso, entonces tendrás un pequeño azote con el que tratar." Se burló Zeus divertido.
"Sin mencionar que te tienes que reconciliar primero con Anfitrite." Le recordó Hera.
"Ya dejen de Recordarme a Antitrite que NO SÉ dónde está" Julián se cruzó de brazos y frunció el ceño.
"¡DIOSAS DEL GENOCIDIO!"
"¿Si le ponemos de los metales?" Preguntó Hefestos. "Yo les puedo enseñar muchas cosas sobre ellos y la forja de los mismos. Como viven bajo tierra… podrían ser también las diosas de los mineros."
"¿Para qué quieres meter a esas niñas a una forja o a una mina?" Le reprochó Afrodita (la diosa, no el santo). "Si son bonitas, pueden ser las diosas de las top models."
"No queremos anoréxicas en la familia, tía Afrodita." Gruñó Artemisa.
"¿Y si le ponemos diosas de los deportes extremos o de las parrandas sin fin?" Preguntó Dionisos.
"¡DIOSAS DE LA GUERRA FRÍA!"
Todos los presentes se quedaron mirando a un sobre entusiasmado Ares, que seguía haciendo sugerencias bastante… extrañas. El dios de la guerra brutal puso cara de inocente cuando vio que todos sus pares lo miraban aburridos: debían impedirle que siguiera tomando café y red bulls.
"¡Al menos hago más sugerencias que la mayoría!" Exclamó indignado cruzándose de brazos. Todos suspiraron, tanto porque no sabían qué más sugerir como por aburridos de las sugerencias de Ares.
Fuera de la habitación, una figura se detuvo por algunos minutos y miró con ojos lánguidos la cerrada puerta. Irguió la espalda y siguió su camino, apurando el paso al presentir la cercanía de Pandora, quien regresaba a ver si los dioses estaban bien atendidos o no.
Estancias Principales de Hades y Perséfone.
Radamanthys hizo una seña con la cabeza y se retiró, tras comunicarle a su señor las noticias que Pandora le había trasmitido. Cerró la puerta con cuidado tras de sí, cuidando de no golpearla mucho, no fuera a ser que despertase a las pequeñas.
Demasiado tiempo había pasado, más del necesario había esperado por esta oportunidad: por fin, ¡Por fin sostenía una hija suya y de la mujer que amaba! Por fin era papá, después de cientos y cientos de años de espera. Hades miraba con una adoración completa a su pequeña hija, que dormía en sus brazos. Eurídice ya había se había alimentado y pasado por los trámites posteriores por los que un bebé debe pasar luego que come. Estaba lista para ser presentada ante sus familiares, pero eso se tardaría un poco. Por ahora dormía y se dedicaba a ser un bebé normal, pese a ser una pequeña diosa. Hades miró hacia su esposa.
Perséfone estaba sentada sobre una preciosa mecedora de ébano, finamente labrada, regalos de Zeus y Hera, mientras amamantaba a una muy despierta Alcistes, aunque ésta se resistía. Las pequeñas eran gemelas idénticas: tenían el cabello color magenta y todo parecía indicar que conservarían los ojos de color gris, igual que los de Hades. Una característica muy peculiar de las niñas era que ambas compartían curiosas marcas de nacimiento: tres pequeñas y finas marcas en sus dos antebrazos, tal como si les hubieran tatuado el arañazo de un gato o el roce de espigas. Perséfone sonrió mientras le topaba la mejilla a su hijita, para así incentivarla a que siguiera amamantando.
"Estamos en muchos líos, Hades." Le dijo Perséfone con una sonrisa. "Tenemos gemelas."
"No lo veo como problema." Le dijo el dios, embobado por su beba que sostenía en brazos. "No he pasado ni dos días con ellas y ya podría diferenciarlas a ojos cerrados." Rió el dios, meciendo amorosamente a su hijita. "¿Has pensado en lo que te dije?"
"Sí… y no me gusta." Confesó Perséfone. "Inesperado e Inédito no me gusta como atribuciones para las niñas." Hades suspiró de alivio.
"¡Qué Bueno que no te gusta!" Le dijo como quien se saca un peso de encima. "¿Y si no les damos una atribución? Elegimos los nombres sin mayor cuidado."
"Estaba pensando en lo mismo." Perséfone observó a Alcistes con ternura. "Quizás más adelante sabremos mejor qué atribución darles, a medida que las conozcamos mejor."
"¡Ya sabemos que Eurídice es la más malhumorada de las dos!" Rió Hades travieso: en los dos días que habían pasado, la pequeña que dormía en sus brazos había demostrado ser quien llevaba la batuta en cuanto a llantos se refiere, y lo hacía por casi cualquier cosa. Alcistes, pese a ser más despierta y activa que su hermana, era quien seguía al sentir llorar a su hermana.
Lo que era muy bueno y que habían descubierto por accidente, era que las niñas parecían tener una especial predilección por las Hadas de Myu, ya que se las quedaban mirando largo rato y en silencio, lo cual las tranquilizaba. Quizás aún eran muy pequeñas para ver bien, pero no me vean para que les explique: yo no más narro lo que vi. El espectro, una vez que descubrieron esto, no se tardó ni dos estornudos en construirles un móvil, atando algunas de sus Hadas con hilos…
… Las manualidades no es algo en lo que Myu destaque, pero como la intención es lo que cuenta… ¡VAYA que había sido buena su intención!
Aunque había comido muy poco, Alcistes decidió que ya no quería comer más y se negó a seguir amamantando. Perséfone frunció el ceño: era la primera vez que cuidaba de un hijo propio, pero eso no quería decir que no hubiera cuidado antes de un bebé. Sabía que Alcistes debía comer más… pero la pequeña diosa se resistía con tenacidad, lo cual no era bueno. ¿Es que acaso estaba enferma que no comía?
"¿Sucede algo?" Preguntó Hades intrigado.
"Alcistes se niega a amamantar… de nuevo." Le dijo muy seria. Hades abrió la boca para responder.
"Quizás no está cómoda." Dijo una tercera voz, interrumpiendo al dios.
Perséfone levantó la mirada y si no hubiera sido porque tenía a su hijita en los brazos, se habría puesto de pie. Hades tensó los músculos, apretó los dientes y frunció el ceño. Démeter estaba en la puerta, aunque no dentro de la habitación. Su larga y dorada trenza le llegaba hasta el suelo. Vestía una larga túnica de seda con su peplo, de sencillo diseño, de color verde oscuro y lucía un fino chal de cintas de seda en color verde claro. La diosa no se atrevió a entrar.
"… Tú… tú no amamantabas si no estabas cómoda, Core." Le dijo Démeter. "… Quizás si le cambias de posición…"
"Mamá. ¡Viniste!" Exclamó Perséfone con una sonrisa. No había visto a su madre desde aquél agitado día en el Santuario de Athena… de hecho, ningún dios la había visto, ni en el Olimpo ni en su templo en Eleusis. "¿Dónde te metiste?"
Hades observó a su hermana y a su esposa. Estaba nervioso: todavía no olvidaba que Démeter había atacado a su hija aquella vez que descubrió que sería abuela. Bueno, era difícil que él olvidase algo, era una de sus características, pero en ese caso eso le traía sin cuidado. ¿Acaso la diosa le haría algo a sus preciosas niñas? Por otro lado… Perséfone había echado muchísimo de menos a su madre. No se explicaba la razón de esto… y aunque le costaba a rabiar, respetaba esa decisión. Eso no quería decir que no se sintiera aprehensivo y muy a la defensiva. No sabía cómo proceder o qué decir.
Démeter parecía estar pasando por algo similar. Con los ojos, le hizo saber a su hermano que no venía con malas intenciones. La diosa apretó los labios: se veía cambiada y muy cansada y envejecida. Perséfone, olvidando de momento que su hija no quería comer, miró a su madre expectante y por largo rato, hasta que al fin decidió cubrirse. Quiso ponerse de pie, pero se contuvo. Alcistes protestó.
"¿Mamá?"
"¿Qué quieres, Démeter?" Preguntó Hades autoritario.
La diosa miró hacia el suelo, siempre desde la puerta. Miró a Hades y a su hija. Había algo de orgullo en su mirada, o al menos sus restos. Démeter tragó saliva.
"No vengo a hacer nada malo." Les dijo en voz baja. "Yo… vengo… a otra cosa." Tragó saliva, como si lo que fuera a decir le costase mucho. "Me porté muy mal con ustedes y… venía a pedirles perdón por haber reaccionado como lo hice."
Hades y Perséfone enarcaron ambas cejas al mismo tiempo. No todos los días un dios o diosa se disculpaba, así como no todos los días alguien venía a pedirle disculpas a Hades. Perséfone observó a su esposo, a su mamá y a sus bebitas. Cruzó miradas con su mamá…
… Está bien. Lo que le había hecho Démeter había estado muy mal, pero… sin querer justificarla, ella era su madre, y había creído que estaba en peligro. Además, como no se llevaba bien con Hades, se explicaba su reacción. Sin mencionar que la había echado mucho de menos. Hades por otro lado, endureció su rostro y le dio la espalda, con los ojos cerrados, muy severo. No en balde los antiguos griegos se referían a él como el implacable.
"Lamento haber interferido entre ambos. No debí hacerlo."
"¿Eso es todo lo que tienes que decir, Démeter?" Preguntó Hades, siempre a la defensiva.
La diosa de la agricultura asintió y procedió a retirarse, tan silenciosamente como había llegado. Hades suspiró profundo: por alguna razón sentía que había hecho algo mal. Sin darse cuenta, este suspiro despertó a Eurídice, quien abrió los ojos muy grandes sin que su papá se percatase. Hades cruzó miradas con Perséfone, quien tenía los ojos grandes y llenos de lágrimas. Quería decirle algo, pero no encontraba las palabras correctas.
"¡Hmpf!"
"¡Armph!"
Cada una de las niñas, pese a tan corta edad, bufó de disgusto, llamando la atención de sus padres. Alcistes, al ver a su mamá, gimoteó de hambre e incomodidad; Eurídice, quien miraba fijo a su papá, arrugó la nariz y con sus descoordinados bracitos, los estiró hacia arriba, haciendo un puchero, como amenazando con llorar si no la tomaban en cuenta.
Entonces pasó algo inédito. El rostro de Hades se suavizó como nunca antes y miró a su esposa con ternura. Démeter debía de haber hecho un tremendo esfuerzo para ir hasta allí a darles excusas… ¿por qué no podía hacer él lo mismo?
"Hades… Alcistes sigue sin querer amamantar… y sabes que ha comido muy poquito." Le dijo Perséfone, con el rostro muy suave, pero los ojos muy vidriosos. "Mi mamá… ella… puede saber qué hacer…"
El dios del Inframundo asintió, pero no dijo nada. Siempre con Eurídice en brazos, dio largas zancadas hasta la puerta, por la cual salió. Miró hacia su derecha… al fondo pudo distinguir la figura de Démeter, que se alejaba arrastrando los pies.
"¡Démeter!" Exclamó Hades en voz alta. La diosa se detuvo, y con lentitud se giró hacia su hermano. "¿Te vas sin conocer a tus nietas?"
La diosa de la agricultura abrió los ojos sorprendida, sin poder creer lo que había escuchado. Hades caminó hasta ella hasta acortar por completo la brecha entre ambos, en vista que Démeter parecía estar congelada. Eurídice agitó sus manitos.
"He estado sosteniendo a Eurídice los últimos tres cuartos de hora. Tengo los brazos acalambrados. ¿Me ayudas?" Le dijo muy serio. Algunas lágrimas rodaron por las mejillas de Démeter. "¿Me ayudarás sí o no?"
"Claro." Le dijo asintiendo con la cabeza y estirando las manos. Hades depositó a su hijita en los brazos de su abuela (no sin celo de papá aprehensivo), quien la acunó con ternura. "Gracias Hades."
"…"
"En serio significa mucho para mí."
"… Siee, lo que digas." Respondió Hades con seriedad: lo suyo no era demostrar afecto. El dios miró hacia la habitación de la cual había recién salido. "Vamos. Perséfone tiene ganas de conversar contigo… A propósito, ¿sabes cómo hacer que un bebé coma?" Preguntó casualmente. Démeter sonrió.
Ambos dioses caminaron con lentitud de regreso a la habitación. Entraron justo en el momento en que Perséfone ya salía a buscarles. Esta se puso muy feliz de ver a su madre con su hijita en los brazos. Se habrían abrazado si ambas hubieran tenido los brazos libres.
"Mamá, ¡Me Alegro Tanto Que Hayas Venido!"
"… Creo que… yo también."
Se quedaron en silencio un buen rato, hasta que Alcistes, llorando de hambre y por atención, agitó sus brazos en señal de disgusto. Eurídice gimoteó un poco y amenazó con llorar. Hades sonrió: se le había ocurrido una idea.
"Ya sé. ¿Qué tal les parece que Eurídice sea la diosa de la Aceptación y Alcistes sea de la Reconciliación?"
"¡Me parece genial!" Exclamó Perséfone. "Pero ¿No hay ya diosas que se encarguen de eso?" Hades se encogió de hombros: si había tales diosas, él no tenía ni la más remota idea. Démeter sonrió.
"Si las hay, no han hecho un buen trabajo: seguro Zeus no tendrá problemas en acceder a esta petición." Aseguró.
"Entonces todo está dicho." Dijo Hades. "Solo falta que las presentemos a los demás… que seguro ya han de estar impacientes."
Los dioses allí presentes sonrieron de gusto y se concentraron en las pequeñas, que despiertas, gimoteaban por la atención que debían darle los adultos. Y que recibieron sin perder ni un solo segundo más.
¡Vaya que serían mimadas estas niñas!
Fin del Fic
IV. Divina Calamitas
Por
Misao-CG
PS: No hay mal que cien años dure ni persona que lo soporte. Este fic ha finalizado. Espero que este pequeño monstruo les haya gustado y que el final haya sido de su agrado. De momento dejo a mi Musa descansar, ya que la tuve todo el verano trabajando en nuevas ideas, así que por un tiempo no verán fics míos, a menos que me borren, claro, que no tendría otro remedio más que repostearlo todas las veces que sean necesarias. Un último datito de mitología griega (pues vaya que los he dado en este fic), el templo principal de Démeter, y en donde se llevaban a cabo la mayoría de los cultos de las divinidades agrícolas (como Dionisos y Perséfone, entre otras), se encontraba en la región de Eleusis. ¡GRACIAS POR LEER Y EL APOYO A LO LARGO DE ESTAS SEMANAS! Este Fic comenzó a ser escrito el 26 de Febrero de 2005 y se terminó el 8 de Marzo de 2005 (fue escrito en tiempo récord). Sufrió las debidas modificaciones del caso.
¡NINGÚN ANIMAL RESULTÓ HERIDO DURANTE LA PRODUCCIÓN DE ESTE FIC!
Al menos los animales, pues algunos extras recibieron cortadas menores, pero no entablaron demandas legales.
Los empleados de la Domino's Pizza visitados por Hades sufrieron de un colapso nervioso y tuvieron que ser reemplazados por empleados con nervios de acero, pues no sólo tuvieron que enfrentarse a la ira del dios, sino que además a las constantes peticiones de pizza pedidas al Inframundo, debido a los antojos de Perséfone, quien cambió las ostras con limón por las pizzas de pepperoni, doble queso y tomate.
Todos recibieron el debido tratamiento psiquiátrico.
Cerberos, en un principio se puso celoso por la llegada de las niñas, pero lo superó luego que Hades y Perséfone le aseguraran que era irreemplazable. Pese a que ya no es el chiche oficial de la casa, sigue siendo un mimado de primera línea y logró asumir con gusto su nueva realidad. Se convirtió en el celoso guardián no oficial de las pequeñas.
¡AY del que se acerque sin permiso!
… Y no…
Hades no logró su objetivo respecto de Pandora y Radamanthys. Es más… creo que ahora estos dos ya no se caen tan bien como antes. Como celestina, Hades es un desastre.
