9.- Deshaciendo la trama.

La biblioteca seguía prácticamente como al principio de la noche, cuando los seis invitados se habían reunido por primera vez. La tormenta continuaba, y con ella los incesantes rayos que iluminaban la casa, o los incesantes truenos que la hacían temblar.

La situación, en cambio, distaba mucho de la de entonces. Se encontraban exhaustos, al máximo de sus nervios y siempre alerta. Esa noche habían muerto seis personas, nadie sabía qué iba a pasar… salvo, bueno... tal vez Rogers.

El mayordomo les había anunciado que había dado con la resolución del caso y, después, les había pedido a todos que le siguieran de nuevo a la biblioteca.

Una vez allí, se apoyó contra la mesa sobre la que se encontraba el cadáver del policía y empezó a hablar:

Para que entiendan todo lo que aquí ha pasado, he de reconstruir los hechos uno por uno. Al comienzo de la noche Valerie se encontraba aquí, sola, -levantó suavemente una botella vacía- esperando para servirles una copa de licor. Le pregunté si conocía bien sus instrucciones acerca de la velada a la cual estaban invitados, ella asintió y me dirigí a la cocina.

Cuando hubo dicho esto último, desapareció velozmente por el pasillo de camino al vestíbulo. Los invitados, aturdidos e intrigados, lo siguieron a buen paso. Cuando llegaron a la cocina, él ya los estaba esperando.

La cocinera estaba aquí, VIVA, afilando un enorme cuchillo –hizo el gesto con la mano-. Me informó de la hora de la cena y de otras trivialidades que no vienen al caso…

¿Quiere hacer el favor de ir al grano? –lo interrumpió Abigail, incómoda ante el derroche teatral del mayordomo.

Sí, sí…ya voy –contestó respirando profundamente-. Entonces sonó el timbre en el vestíbulo…

Esta vez, la precipitada huída del mayordomo no les había pillado por sorpresa a los invitados, los cuales estaban ya preparados para, ante la sola mención de cualquier sala de la casa, seguir apresuradamente a Rogers, quien corría a gran velocidad a pesar de su almidonado esmoquin.

Era la señorita Black –continuó-. Rebosando ambiente tétrico, me siguió a la biblioteca, donde la presenté a Valerie… -le dirigió una mirada mordaz a la aludida-. Tuve, de todas formas, la sensación de que sus caracteres chocaban.

Bellatrix sostuvo la mirada del mayordomo con una cara indiferente, a la vez que cruel. El mayordomo se dio por satisfecho y volvió a colocarse junto a la puerta de entrada.

Después vino el señor Gioio, al cual encontré ligeramente intimidado por las gárgolas de la entrada.

"Intimidado" es un eufemismo demasiado suave¿no cree? – Inquirió Severus, sacando una pequeña pelusa fucsia de su bolsillo-. Yo diría que perdió más de la mitad de sus plumas ahí fuera…

¿Y usted de dónde ha sacado eso? –farfulló el aludido, rojo por el ridículo que estaba pasando.

La recogí al entrar… De ahí supe su presencia en esta casa, señor Gioio… Pregunte a Rogers…

La cuestión es que después entró…

¡Todos los demás! –acabó Margaret con tono cansino-. ¿Quiere hacer el favor de abreviar?

¡ESTÁ BIEN!-gritó el mayordomo-. Lo haré si dejan de interrumpirme –tras asegurarse de la atención de su público, continuó-. Fueron llegando de uno en uno. Luego sonó el gong y nos dirigimos a cenar.

Dicho y hecho: Rogers tardó menos de cuatro segundos en plantarse en el centro del comedor. Al resto, les costó un poco más. Una vez lo hubieron conseguido, el mayordomo empezó a sentarse en todos y cada uno de los asientos que habían ocupado durante la cena.

... la señorita Shannon, aquí, la señorita Black aquí, el señor Snape, la señora Campbert...

Tan exhaustiva era su descripción que no omitía el más mínimo detalle (incluyendo los desagradables ruidos de sorber sopa por parte de algunos de ellos).

Luego –añadió- el señor Byrnnison llamó a la puerta, entró y dejó su maleta en el vestíbulo. Poco después hablamos sobre la misteriosa carta. Yo había recibido una, él había recibido una, todos ustedes habían recibido una...

¡VAYA AL GRANO! –gritaron todos al unísono.

¡Ya voy al grano! -jadeó Rogers, molesto por la interrupción-. Eso prácticamente acabó con la cena, después vino el asunto del chantaje...

Discutimos lo del chantaje en el salón después de la cena –comentó Sirius.

¡EXACTO! –exclamó la bala humana con esmoquin, materializándose aún más deprisa en el salón, siendo seguido por una desfile de zapatos y tacones hacia el salón.

Una vez allí, volvió a repetir la operación del comedor, explicando a todos y cada uno sus posiciones en los respectivos asientos, así como su postura.

Una vez aquí, discutimos acerca de nuestros respetivos secretos, el señor Byrnnison se descubrió y ustedes le gritaron; luego salió al vestíbulo para buscar su maleta...

Todo lo había dicho sin pararse a respirar, y se abalanzó hacia el vestíbulo. Esta vez no se molestaron en seguirlo, ya que el hiperactivo mayordomo regresó al instante portando una maleta invisible.

Luego ustedes repartieron sus regalos, él les propuso matarme y apagó las luces...

Al volver a sentir la oscuridad, la mayoría de los invitados ahogaron un grito. Pasados algunos segundos, Abigail volvió a accionar el interruptor de la luz. No pudo ahogar el grito al ver a Rogers tumbado en el suelo como hacía unas horas estaba el señor Byrnnison, pero su desconcierto y el del resto de los invitados se esfumó cuando el "cadáver" se puso a hablar:

El señor Byrnnison yacía en el suelo aparentemente muerto.

¿Podemos dejar el temita? –inquirió Gioio alzando las cejas-. Lo estaba, o yo creí que lo estaba...

¿Entonces porqué le golpearon luego con el candelabro en la cabeza?

¡YA LO HE DICHO, ME EQUIVOQUÉ¡NO SOY MÉDICO FORENSE!

Gioio volvía a alcanzar esa tonalidad púrpura en su rostro, tan común en él aquella noche.

La cuestión es –continuó el mayordomo-¿por qué quería el señor Byrnnison hacerse el muerto? Tal vez porque se había dado cuenta de que su plan había fallado y que el disparo iba dirigido a él en vez de a mí. -se acercó al cadáver y le irguió la cabeza-. Miren, la bala le rozó la oreja.

Todos los invitados contemplaron asombrados una manchita roja cerca del lóbulo de la oreja del cuerpo.

No hay duda de que su esperanza de evitar la muerte era fingir que ya estaba muerto.

Así que el que me quitó la varita quería matarlo–añadió Gioio pensativo.

Recuerden lo que pasó después –continuó Rogers ignorando su comentario-. La señora Campbert bebió una copa de ron, y eso nos mantuvo ocupados unos minutos intentando disuadirla de la idea de que estaba envenenada y, de paso, también de que dejase de gritar...

Asunto que usted solucionó con increíble... soltura –añadió Bellatrix.

Rogers le dedicó una sonrisa de suficiencia antes de continuas hablando.

Y luego, más gritos¡Valerie¡La sala de Billar!

Cuando creían que ya se habían acabado los vaivenes por la casa, Rogers salió en dirección a la susodicha sala, a la ya temida velocidad de siempre e imitando los gritos de Valerie.

Pero uno de nosotros no estaba aquí –sentenció una vez hubieron llegado. Ante la mirada interrogante de su público, añadió-. No. Quizá estaba ocupado matando a la cocinera. ¿Quién no estaba con nosotros?

¿Lo sabe usted? –preguntó Snape con incredulidad.

Lo sé.

Pero antes de que pudiesen pedir alguna explicación, Rogers había vuelto a desaparecer, esta vez en dirección al vestíbulo.

Mientras nosotros estábamos ocupados calmando a Valerie, alguno de nosotros pudo quedarse en el salón –retrocedió allí para buscar algo-, coger la daga, cruzar el vestíbulo –escena que representó a grandes zancadas con el arma sobre su cabeza- y asesinar a la cocinera.

Toda esta escena había sido contemplada por los demás desde la puerta de la Sala de Billar, y sólo se movieron cuando el mayordomo se desplazó a la cocina, clavando la daga en un jamón de la despensa.

¿Cómo pudo atreverse? Pudimos haberlo visto –añadió con desconsuelo Abigail.

No necesariamente –Rogers movió uno de los clavos de la pared y ésta desapareció, dejando a la vista un túnel-. No si utilizaba este pasadizo secreto. Y después el asesino regresó corriendo al despacho.

¿Es ahí donde se termina el pasadizo? –preguntó Sirius, siguiendo con dificultades la acelerada marcha de vuelta hacia el salón.

Como respuesta, Rogers giró el inmenso cuadro que ocupaba la pared de dicho cuarto, dejando ver como éste se podía girar con relativa facilidad y daba paso a otro túnel.

Lo que no entiendo –dijo enfadada Abigail- es por qué mataron a la cocinera, no tenía nada que ver con el señor Byrnnison.

Pues claro que sí –espetó el mayordomo-. Yo los invité porque todos estaban implicados en el chantaje del mago invisible. A ninguno de vosotros se le ocurrió que los otros también lo estaban.

¿Qué otros? –preguntó Sirius frunciendo el ceño.

La cocinera y Valerie.

El silencio fue sepulcral. De haber estado atento a ello, Rogers hubiese podido oír el sonido de los engranajes del conjunto cerebros en funcionamiento que masticaba lo que había dicho.

Y así es como logró toda su información –concluyó sacándoles de sus cavilaciones-. Para poder chantajearles, el mago invisible tenía que conocer todos sus más íntimos secretos, las cosas que ustedes no dirían a nadie en este mundo. La cocinera y Valerie eran sus cómplices.

Ya entiendo –dijo Gioio con una sonrisa-. O sea, que el que sabía... que la cocinera lo sabía... la mató.

Exacto.

Gioio se permitió otra sonrisa, esta vez de orgullo por su descubrimiento.

Como fui el mayordomo del señor Byrnnison, sabía que la cocinera estaba trabajando para uno de ustedes, y por tanto pasándole información al chantajista acerca de para quién trabajaba. Al igual que Valerie, ella también tenía un método para obtener información.

¿Para quién trabajaban? –preguntaron todos casi a la vez. Rogers, en cambio, fijó su atención en Bellatrix.

Usted reconoció a Valerie en un principio... no me lo niegue.

Yo no estoy negando nada –dijo ésta secamente.

Está negando que niega.

Bellatrix puso los ojos en blanco.

La conocía. Mi marido tuvo un lío con ella. Pero no me importa –rompió en una carcajada-. Nunca he sido celosa...

Y usted también la conocía¿no?

Esta vez la pregunta iba dirigida a Margaret, quien no mostró la más mínima incomodidad.

Si... Trabajaba para mí.

Y usted también, señor Snape –el aludido tragó saliva-. Está confirmado que era usted uno de los clientes de la señorita Shannon. Por eso quería desesperadamente los negativos... Fotografías de Valerie y usted en flagrante delito, no?

Severus permaneció callado, bajando la mirada, o más bien intentando esconderla.

O sea, que él también tenía motivos –sentenció Gioio.

Todos tenían motivos –volvió a interferir el mayordomo.

Una cosa... –preguntó Sirius extrañado-. ¿Dónde y cuándo mataron al señor Byrnnison?

Rogers puso cara de paciencia.

¿No lo ve usted claro?

Como respuesta, Sirius se vio lanzado contra el suelo por el furioso mayordomo, quien parecía dispuesto a escenificar los acontecimientos usándolo a él como cadáver.

Cuando volvimos al salón, el señor Byrnnison se encontraba en el suelo fingiendo estar muerto-el "muerto" volvió a ser brutalmente alzado por el narrador, que continuó ajeno al sufrimiento de Sirius-. Pero uno de nosotros sabía que no estaba muerto. Entonces fue cuando les conté que había sido yo el que les había invitado, y se nos ocurrió que había otra persona en la casa...

¡LA COCINERA! –gritaron todos al unísono dirigiéndose a la cocina, quedando Rogers rezagado.

Una vez allí, Sirius se colocó frente a la despensa cerrada, y no pudo ahogar una expresión de duda al darse cuenta de la falta del mayordomo.

Pero no pasó mucho hasta que la puerta de la despensa se volvió a abrir, dejando salir de él el cuerpo rígido de Rogers.

Sirius hizo un ademán de sostenerle en sus brazos, pero al final le dejó caer estrepitosamente contra el suelo de la cocina. Nuevamente, el cadáver-Rogers se puso a hablar.

La cocinera ya estaba muerta. Nos dimos cuenta de que uno de nosotros la había matado. Todos estábamos de espaldas a la nevera –se incorporó con esfuerzo-. Alguien pudo volver por el mismo pasadizo secreto, de vuelta al despacho.

Una vez consiguieron encontrarse de nuevo, Rogers se metió en el pasadizo del interior del cuadro. Después se dispuso a representar teatralmente (tomando al desafortunado Sirius cono rehén) la escena que viene a continuación:

Cuando el asesino regresó por el cuadro vio al señor Byrnnison, lo levantó y lo amenazó con el candelabro por el vestíbulo mientras su víctima intentaba huir –Sirius también huía, acorralado por un mayordomo con un candelabro invisible que gritaba-.Terminó matándolo, y metiéndolo en el lavabo.

Después se reunió con nosotros junto al cadáver de la cocinera. En hacer todo esto tardó menos de un minuto.

¿Quién de nosotros no estaba cuando encontramos a la cocinera? –peguntó Gioio.

¡Quien quiera que fuese, es el asesino! –gritó eufórico Rogers, trotando de nuevo al salón.

Esta pausa le permitió a Sirius salir del lavabo al cual había sido brutalmente arrojado momentos antes en calidad de "cadáver", y del cual hizo uso (por el ruido de la cisterna).

Guardamos las armas –siguió el orador ante los que pudieron seguirle- y corrimos a tirar la llave...

Rogers se situó en menos de tres segundos frente a la puerta, la abrió e hizo ademán de tirar algo.

¡El hombre del coche averiado! –gritó-. No tiré la llave (aunque casi se la tiro a la cara), la guardé en mi bolsillo y cualquiera de ustedes pudo sacarla de mi bolsillo y cambiarla por otra.

Todos estábamos juntos –comentó Snape-. Cualquiera pudo hacerlo.

Exacto –musitó el mayordomo mientras cerraba la puerta.

¡Un momento! –gritó Sirius-. El marido de Bellatrix trabajaba en el Ministerio de Magia, el profesor Snape hacía trabajos de importancia para Dumbledore y... –corrió hasta la sala de billar-...y Valerie es el lazo que los une.

¿A qué se dedica usted en Hogwarts, Señor Snape? Es decir, aparte de la enseñanza...-inquirió Abigail.

¡Yo lo sé!

Todos se volvieron hacia Rogers, quien había formulado la afirmación.

Se dedicaba a labores de espionaje dentro del Lado Oscuro.

�¿C...cómo lo sabe! –tartamudeó Severus abriendo mucho los ojos.

Rogers se acercó discretamente a su oído, procurando que ninguno de los invitados le viera. Su semblante se volvió muy serio y su voz ronca cuando murmuró: "Yo también".

Bueno, sigamos con los asesinatos...

Si...-dijo Arthur-. Qué casualidad la llegada de ese hombre...

No fue casualidad –aclaró Rogers-. Yo le llamé.

�¿USTED!

Ya no era Snape el único con los ojos como platos.

Claro, por descontado –dijo con una sonrisa-. Todos los de esta noche eran víctimas o cómplices del Mago Invisible. Todos los que han muerto esta noche le dieron información acerca de ustedes. Les hice venir porque tenían pruebas para forzarle a confesar.

¿Ah, si? –preguntó Margaret, escéptica-. ¿Y qué me dice del hombre del coche averiado, qué información tenía?.

Ejem, ejem.

Gioio había dado un paso al frente. Parecía estar sometiéndose a un debate interno, y cuando habló, escogió muy bien sus palabras.

Era... un amigo... Bueno, ustedes ya lo han visto. No es necesario que diga qué clase de pruebas tenía contra mí. Además, me ayudaba con lo de la venta de pociones. Era un squib, pero muy útil.

Margaret rompió en sonoras carcajadas.

¡Pues claro! –dijo en cuanto pudo contenerse-. ¡Era el hombre del látigo, de la foto del sobre de pruebas! No le había reconocido.

Arthur se puso gradualmente rojo y a pesar de lo angustiosa de la situación, Sirius no pudo disimular una sonrisa maliciosa.

No sólo eso –admitió Severus a su pesar-. Era el alumno que casi se ahoga en el lago, por mi culpa. Nunca pensé que mi miedo al agua interfiriera para nada en mi trabajo hasta ese día. Le creía muerto hacía tiempo, de un accidente.

Sirius observó cuidadosamente el pelo grasiento de Snivellius, comprobando a en qué proporciones le tenía miedo al agua

El resto se dio por enterado.

¿Trabajaba también el policía para el señor Byrnnison? –preguntó Abigail.

El poli era mío –soltó Margaret cuando consiguió recobrar la compostura-.Estaba en mi nómina. Yo le sobornaba y así podía seguir con mi negocio. El Mago Invisible lo averiguó no sé como.

Dios santo –exclamó la señora Campbert con una mueca de asco.

¡No se ponga trágica! –respondió la aludida con una burla.

¿Y la chica de la propaganda? –preguntó Snape.

Sirius ahogó un puchero.

Era la mejor amiga de la chica por la que peleé. Por la que mi amigo se suicidó... El Señor Byrnnison lo averiguó...

¿Tu "novia" y su amiga eran muggles? –preguntó Bellatrix con la boca entreabierta por el asombro.

No exactamente –sonrió para sus adentros-. Pero a Ella le encantaban ese tipo de cosas...

La cara de asco de su prima daba a entender que el asunto estaba a punto de producirle arcadas.

Bueno –hablé Rogers por fin-. Llevémosla al despacho con los otros.

En un momento que tuvo, se dirigió al oído de Sirius.

Esa chica, la protagonista de su historia, era Valerie¿verdad?

A Sirius se le heló la sangre. No la había reconocido hasta hace escasos instantes. No con el pelo teñido, no con un acento francés. Sólo un ligero aroma familiar cuando se le acercó en la oscuridad.

Cuando hubieron metido dentro el cadáver y se reunieron de nuevo en el salón, el mayordomo continuó hablando:

Bien. Ya saben por qué han matado al señor Byrnnison. Quién le haya matado también quería que sus cómplices murieran.

Pero¿cómo se enteró? –inquirió Snape-. Ya sé que el hombre del coche averiado (se quedó con ese mote) informó al chantajista sobre mí, pero yo no sabía nada de sus problemas hasta esta noche...

El asesino necesitaba hacerse con las armas –continuó Rogers ignorando el comentario- así que las robó de mi bolsillo. Luego seguimos la propuesta del señor Snape de dividirnos para registrar la casa...

Un silencio espectral se apropió del ambiente.

...y uno de nosotros –siguió el mayordomo, tras la pausa para el "suspense"- se separó de su pareja y bajó aquí, al despacho. Sobre la mesa se encontraba el sobre con las fotos y negativos... El complejo de su red de informadores... de donde el asesino obtuvo toda su información.

¿Dónde está ahora ese sobre? –preguntó Bellatrix.

Eliminado, por el propio asesino. Tal vez quemado, junto con los rollos del megáfono de la sala de Billar...

Los invitados miraron a la chimenea encendida, cubierta por un cristal. A través de él se podían distinguir lo que parecían ser trozos de plástico. Recordaron el grito de Valerie, provocado por el miedo al posible asesino del salón, escuchando desde el megáfono.

Entonces, averiguada la historia completa, el asesino abrió el armario de las armas, cogió la jeringuilla...

¡Y descubrimos el pasadizo del invernadero al salón donde encontramos al hombre muerto! –exclamó Margaret, corriendo hacia el centro del vestíbulo.

¡Exacto! -Rogers la siguió-. Y no podíamos abrir. Valerie cogió la varita, disparó, y entonces sonó el timbre...!

DING, DONG

Rogers se quedó quieto. Tampoco esperaba lograr tanto realismo y, desde luego, eso no estaba planeado...

Abigail se acercó a la puerta.

¡Quien quiera que sea será mejor que se largue, porque se lo van a cargar! -exclamó, y fue a abrir.

Tras la puerta apareció un hombre de pelo canoso y de traje color gris, que llevaba unos folletos en la mano.

Buenas noches –dijo-. ¿Han pensado en el Reino de los Cielos?

¿QUÉ? –soltó Bellatrix.

Arrepiéntanse –continuó-. El reino de los cielos está a su alcance.

¿Y se puede pagar con tarjeta? –bromeó Margaret.

El día Final puede estar muy cerca...

Usted lo tiene ya casi encima –dijo Snape.

¡LÁRGUESE! –chilló Abigail.

¡Vuestras almas están en peligro!

NUESTRAS VIDAS ESTÁN EN PELIGRO, IMBÉCIL.

Fue la única respuesta que obtuvo de Abigail antes de que le diera con la puerta en las narices.

Bien –prosiguió Rogers-. Después llegó el policía, lo encerramos en la biblioteca, se nos olvidó que el armario estaba abierto y nos volvimos a separar –corrió a la escalera-. El asesino cortó la corriente...

�¡AAAAAAAHHHHH!

En su esfuerzo por conseguir realismo, Rogers había cortado la corriente, sembrando el pánico.

O0o0o0o0o0o0o0o0o0o (N/A: Desde aquí empiezan los capítulos 10 y 11) 0o0o0o0o00o0o0oo

Lo siento –se disculpó-. No quería que se asustaran...

Sirius se puso rojo de rabia.

�¡Es un poco tarde para eso!

Y entonces había tres muertos más...

¿Quién lo hizo? –preguntó Bellatrix, exasperada.

Ninguno de ustedes mató al señor Byrnnison ni a la cocinera.

¿Y entonces? –murmuró Snape.

La única persona que no estaba con nosotros cuando encontramos a la cocinera.

Los invitados se lanzaron miradas acusadoras, preparados para saltar contra el culpable.

Valerie.

�¿VALERIE!

Sí. Ella estaba escuchando en la sala de Billar, oyó el disparo, pensó que el señor Byrnnison estaba muerto y se acercó al despacho. Con mucho cuidado aprovechó la confusión para hacerse con la daga (arrojada al suelo por la señora Campbert) corrió a la cocina y asesinó a la cocinera.

Hizo una pausa para comprobar el efecto de sus palabras.

No oímos gritar a la cocinera porque la señora Campbert gritaba por lo del ron envenenado. Después Valerie regresó a la sala de billar, gritó y todos acudimos en su "ayuda".

Claro- musitó Sirius.

Cuando corrimos a ver a la cocinera, se escondió en el despacho para comprobar que el señor Byrnnison estaba vivo, le vio levantarse y acudió tras él, para matarlo y encerrarlo en el lavabo.

¿Para qué? –preguntó Margaret.

Para crear confusión.

Lo consiguió –murmuró cansada Abigail.

Tal vez, porque recibía órdenes de la persona que después la mató a ella.

¿Quién? –preguntaron todos.

Rogers se puso a pasear entre los presentes. Se dirigió a Snape.

¿Fue uno de sus ... clientes?

Luego a Bellatrix.

¿O una esposa celosa?

Después le llegó el turno a Sirius.

¿O un escamante furioso?

Negó varias veces la cabeza.

No. Fue su jefa¡LA SEÑORITA SHANNON!

¡ESO ES MENTIRA! –gritó la acusada.

¿En serio? Usted la utilizó como había hecho siempre, y mató al hombre del teléfono cuando registrábamos la casa.

¿Y cómo iba a saber lo del pasadizo secreto?

Fácil. Valerie se lo dijo. Y cuando nos volvimos a separar usted cortó la corriente, lo que le era fácil estando en el piso de abajo. Cogió la cuerda y el tubo de plomo y estranguló a Valerie y mató de un golpe al policía. Cogió la varita de donde Valerie la había tirado (bajo la lámpara), abrió la puerta, reconoció a la chica por la foto del sobre y la mató.

Margaret mantenía su semblante inusualmente serio, hasta que una discreta sonrisa se formó en sus labios.

No tiene pruebas –dijo.

La varita ha desaparecido –continuó Rogers-. Señores, vacíen sus bolsillos. Señoras, abran sus bolsos... ¡Quien tenga la varita, es el asesino!

Pero antes de que pudiesen reaccionar, Margaret empuñaba su varita amenazadoramente.

Muy bien Rogers.

No lo entiendo –preguntó Sirius con los brazos en alto-. No comprendo porqué los mató a todos. Su negocio no corría un verdadero peligro.

Señor Black –dijo con extraña suavidad- Dudo que sepa de mi verdadero negocio: los secretos, que Valerie averiguaba para mi (las actividades irregulares del señor Gioio, información acerca del trabajo del marido de la señora Black). Todo eso que tan bien se vende al mejor postor. Pero tranquilos, no voy a mataros...

Para poder seguir chantajeándonos –acabó Severus-. Y de paso, coger información de primera mano.

Perfecto-añadió Margaret con una amplia sonrisa-. Y si se niegan, se pueden añadir los seis asesinatos... Todos ustedes están relacionados.

Miro de reojo a Rogers y se encaminó hacia él.

En cambio, usted... Me temo que no puede serme útil. Como simple mayordomo no tiene acceso a información que pueda interesarme. Así que, –alzó un poco más su varita-. despídase del mundo.

No tan rápido –la interrumpió el mayordomo, impasible-. Tengo un secreto más.

¿Cuál?

Se acabó el juego. La varita sólo tiene seis disparos.

No ha habido seis disparos...

Uno al señor Byrnnison, dos a la lámpara, dos a la puerta de la sala de estar y otro a la chica de la propaganda...

No suman seis.

1 + 2 + 2 + 1.

No, no...solo hubo un disparo a la lámpara. 1 + 2 + 1 + 1.

Aún así serían 1 + 1 + 2 + 1, no 1 + 2 + 1 + 1.

Bueno... 1 + 2 +.. ¡Cállese! Lo importante es que aquí me queda un disparo y adivine para quien va...

DING, DONG

Ese momento fue el perfecto para que Rogers se apoderase de la varita y lanzase su última explosión hacia la puerta, haciendo que ésta se abriera de par en par. Al instante, por ella aparecía el ya conocido hombre canoso del traje gris.

Muy buen trabajo, Rogers. Sabíamos que nos necesitarías.

En ese momento, un grupo de aurores armados entraron en la casa habiendo, aparentemente, roto la maldición anti-magia de la casa, y se llevaron con ellos a Margaret. El hombre de pelo gris desapareció con un gesto después que ellos.

Pensé que lo necesitaríamos –se disculpó Rogers-. Además, sabe disfrazarse muy bien...

Los demás invitados, boquiabiertos por la aparición de el mejor auror en la historia de la Magia, casi ni se habían dado cuenta de que sus varitas, una vez rota la maldición, habían vuelto a sus bolsillos.

Fiiiiiin! Jo, bato mi propio récord en longitud. Bueno, he tardado 2 meses... no está mal (si, Joanne, no está mal). Siempre se me olvida, pero que sepáis que los personajes acerca de los que escribo en este fic no son míos, exceptuando tal vez a Gioio (mi genial creación), Margaret, Valerie, Abigail y Rogers (y algún otro por ahí que no recuerdo. Los demás son de JK, que es asquerosamente rica y no creo que la importe si tomamos prestado su mundo.

Ah! El auror que sale al final, no es nadie en concreto (me devané los sesos y no encontré a nadie que encajase con esa descripción), así que no os sorprenda si no lo reconocéis.

Contestaciones a los reviews:

Kaicu-Dumb: No pasa nada, léetelo cuando puedas. Pero para entender este capítulo, es importante tener el resto fresco, así que no me importa si tardas si te lo lees de golpe.

Dimebonitareina: me encanta que te guste. Que sepas que soy muy tardona, así que no te extrañe si escribo cada dos meses. El mapa no lo tengo ahora (se me borró el ordenador hace tiempo) y voy a tener que pedírselo a una amiga, pero cuando lo tenga te lo paso. ¡Sigue leyendo!

Marth Mt: Cassiiiiii! Jejeje... Aún hay más posibilidades... Me quedan dos finales alternativos. ¡Inténtalo de nuevo!

Ana tb¿Qué te parecen estos pasados secretos? Jeje. Aunque me ha quedado un poco lioso.

Talhos: Acertaste? A ver si para el próximo capítulo lo sacas (o encuentras la peli XP). Que sepas que ya me he leído tus dos nuevos proyectos y que me encantan.

Joanne Distte¿Cómo sabías que serían tres meses justos? XP. Eres vidente. En fin, continua leyendo. Lo he aclarado un poco más. ¿Qué te parece?

Atención: CAP. 10: ASÍ ES COMO PUDO HABER PASADO. PERO¿Y DE ESTE OTRO MODO? Aún me quedan dos capítulos: dos desenlaces diferentes. En realidad, el comienzo del desenlace es igual que en este capítulo, HASTA LA LÍNEA DE PUNTOS (cuando Rogers apaga la corriente eléctrica), y desde ahí comienza el nuevo final.

¡Espero reviews y mails con las posibles soluciones alternativas!