-Capitulo 3-

Han pasado cinco años, cinco años desde aquel accidente, cinco años desde aquella última vez que la vi, cinco años desde que no la siento, cinco años desde que.. Dios, la extraño mucho. Cinco años se me hace suficiente castigo... ¿Qué habré hecho para merecer este dolor? Fui una buena persona, pues no recuerdo haber herido a alguien. He cambiado totalmente mi ritmo de vida en esta búsqueda. Ahora ya no soy arquitecto, soy doctor. Ahora ya no soy padre sino que madre y padre a la vez. Ahora ya no es ella la que cuenta los cuentos en las noches, ahora ya no es ella la que se encarga de curar dolores y tristezas. Me siento triste pues ella no ha visto lo hermosas que se han puesto nuestras hijas en el transcurso de los años, se ha perdido la primera canción de Rinoa, la primera cita de Maaya, el primer diez de Sayo, la primera vez que Yingfa y Yelan salieron en la obra de tercer grado... mientras tanto yo me he perdido sus sonrisas matutinas, su rostro tan suave, la he perdido a ella... y también conocer a mi bebé... No puedo evitar sentir este dolor... Sakura... ¿Dónde estas? ¡Te extraño!

-Sakura-

-Yo también te extraño- dije sin pensar mientras una lagrima mía resbalaba por mi mejilla.

-¿Eh? ¿Por que de repente...sentí muchas ganas de llorar?- me pregunté sintiendo que más y más lagrimas salían de mis ojos.

-¿Por qué lloras mamita?- oí preguntar a Xiaolan desde lejos.

-Oh, Xiao-kun, ya despertaste...-comenté limpiándome las lagrimas.

Oí los pasos de mi hijo acercándose lentamente a mi.

-Mamita... te quiero mucho- dijo mientras me abrazaba.

Al sentir su abrazo yo le abrasé también pero después busque con mi mano su rostro y lo hallé empapado.

-¿Por qué lloras? Los niños grandes no lloran.- le dije dulcemente.

Pero él me abrazó más fuerte, al parecer no me lo quería decir y lo respeté por ello.

Nos abrazamos por un rato después nos soltamos lentamente.

Odio estar ciega, ¿qué daría yo por ver el rostro de mi chiquito? Quisiera verlo, quisiera ver a lo que se le llama colores. Si, yo no he sido ciega de toda la vida, por lo menos eso se yo. Pero, el destino jugó muy cruel conmigo y me ha dejado ciega y sin recordar nada. Cada vez que lo pienso siento un dolor muy fuerte en el pecho. Como si algo me quisiera decir que he dejado a algo o alguien muy importante atrás. Tengo muchas dudas sobre mi pasado... por ejemplo ¿Quien fui? ¿Quiénes eran mi familia? ¿Por qué nadie me ha buscado? ¿Quién es ese hombre que muy constantemente aparece en mis sueños? Me siento tan vacía... Pero tengo que ser fuerte, por Xiaolan, mi pequeñín.

-¿Qué te parece si vamos a cambiar las flores de la tumba de Suzuki?- le pregunté sonriéndole.

-Si, por unas begonias muy grandes y bonitas.- me contestó el alegremente.

¿Qué quién es Suzuki? Ella es la joven que cuido de mi desde el accidente pero desgraciadamente murió el verano pasado de un ataque al corazón, ella era para mi como una hermana y es por eso que la quiero mucho.

-Bien., ponte tu abrigo y vamos a la florería.- le ordené al pequeño.

-Esta bien.- contestó de mala gana.

-Punto de vista normal-

Sakura era considerada una persona de admirar ya que cualquiera que la conociera se sorprendía pues ella tenía el sentido del tacto y de orientación muy desarrollado, era muy difícil para ella perderse. Muchos jurarían que no esta ciega. Pero aun así la discriminaban en los trabajos que había tenido y era frecuentemente despedida por cualquier insignificante error. Sakura y su pequeño, Xiaolan, vivían en una casita muy pequeña y muy humilde y apenas tenían dinero para comer y mantenerse. Pero Sakura sentía que algo muy pronto sucedería y que su vida cambiaría, es por eso que mantenía la esperanza en alto, siempre sonriente y alegre.

-Shaoran-

-¡Papi! ¡Papito!- escuche llamar a Rinoa.

-¿Qué sucede?- pregunté saliendo de mi habitación y hallándola sentada en la mesa comedor con un libro y una libreta en sus manos.

-Papá, ¿me podrías ayudar con matemáticas?- me preguntó sonriéndome.

-Si, ¿En que necesitas que te ayude?- le pregunté sentándome a su lado.

-¡Todo! Es que no comprendo nada.- dijo mostrando desesperación.

-Hum, a ver..- comencé tomando su libro y ojeando los problemas que mostraba.

-Mira, es muy fácil... solo tienes que dividir esto y ver si lo puedes simplificar.- le contesté no apartando mi dedo del libro donde estaba el problema.

-¿Cómo? ¿Por qué todas las matemáticas tienen que ser tan complicadas?- me reprochó trayéndome ciertos recuerdos de Sakura diciendo cosas similares respecto a las matemáticas.

Reí un poco al recordarlo.

-¿De que te ríes papito?- me preguntó sacándome de mis pensamientos.

-No, es solo que me recuerdas tanto a tu madre...- le confesé.

-¿A mi mamita? ¿De veras?- me preguntó contenta.

-Si, y no solo eso sino también tienes su misma mirada.- le contesté acariciando su mejilla.

Ella se sonrojó mi me miro contenta. En ese momento entráron Yingfa y Yelan a la habitación.

-Detesto a esta Kelly, papá, se la pasa fastidiándome con mi forma de vestir, dice que me visto como hombre...- reprochó malhumorada Yingfa.

-¿Y quien se cree esa tal Kelly para andar criticándote?- le dije yo mientras ella se acercaba a mi.

-No lo se... ¿La niña más popular de el sexto grado?- me contestó Yelan cruzando sus brazos muy enfadada.

-Para nada, ustedes son muy bonitas...- les contesté sonriendo.

-Sea lo que sea ya no quiero volver a la escuela papá, detesto "Los Angeles", todo era mucho mejor allá en Japón. Quiero volver, ¡Quiero volver a Japón!- me contestó molesta.

-Si papá, todo era mejor en Japón. ¡Vámonos de aquí!- me reprocho Yelan.

-No- le dije en voz baja levantándome del asiento.

-Regresaré...en un rato- dije cabizbajo mientras tomaba la chamarra y la bufanda y salía de la casa.

-Xiaolan-

No me gusta ver a mi mami triste, siento feo al verla llorar. No me gusta verla así. ¿Cómo puedo hacerle para que se sienta mejor? ¡Ya sé! Un regalo, ¡si! Un regalo. Lo más seguro es que cuando le de mi regalito se ponga muy feliz. Aun que esté cieguita, yo se lo puedo describir mientras ella lo palpa con sus manitas.

-¿Pero que le puedo regalar?- pensé en voz baja mientras me separaba lentamente de mi mamá y miraba al cielo.

De pronto vi a un par de pajaritos color verde con azul volando por el cielo.

-¡Si! ¡Esos pajaritos!- dije mientras empezaba a correr hacia donde ellos iban.

-Cuando se los de a mi mamá se pondrá bien contenta y hasta a lo mejor se le quita lo cieguita- dije mientras corría rapidísimo.

Pero luego me cansé, había corrido bien rápido y pues me detuve.

-Mejor le busco algo que pueda conseguirse más fácil.- me dije a mi mientras me limpiaba el sudor de mi frente con la chaqueta.

Volteé atrás y de pronto ya no supe donde andaba.

-¿Ma...mami? ¿Dónde estas?- pregunté asustado.

Me había perdido y me dominó el miedo... no tuve remedio que llorar.

-¿¡Mamita?!- grite llorando.

-Sakura-

-¡Xiaolan!¡Xiaolan! ¿¡Donde estas?!- comencé a gritar asustada no percibiendo su presencia cerca.

Mi pequeño, mi pequeño había desaparecido. Mi bebé, lo único que me queda en esta vida.

-¡¡¡¡XIAOLAAAN!!!-grité llorando cayendo de rodillas.

-Shaoran-

-No podemos abandonar esta ciudad. Se lo prometí a Sakura: No irme hasta encontrarla. Es por eso que...- dije en voz muy baja mientras caminaba sin rumbo pero el llanto de un niño me interrumpió los pensamientos.

"¿Un niño? ¿Qué hace un niño solo en esta zona de la ciudad?" pensé mientras me le acercaba.

Me le acerqué y al parecer se dio cuenta pues se levantó asustado y se alejó de mi.

-No te asustes, no te haré daño.- le dije mientras me le acercaba lentamente.

-¡No se acerque! ¡Mi mamá me dice que no hable con extraños!- me contestó asustado.

-¿Estas perdido?- le pregunté sentándome a pocos centímetros de el en el suelo y mostrándole un rostro de preocupación.

Su mirada de temor se cambio a una triste y se empaño de lagrimas.

-Si...- contestó mientras se limpiaba sus lagrimas.

-Ya, ya... no llores- le dije mientras con mi dedo le limpiaba las lagrimas y dándole una barra de chocolate que tenía guardada para mi.

Él sonrió al recibirla pero después se entristeció de nuevo.

Lo miré fijamente... ese rostro del pequeño... ese niño tenía una aura mágica, débil pero la tenía.

"Lo más seguro es que sus padres sean magos..."pensé mientras miraba con detenimiento su rostro.

Tenía el cabello castaño, se podría decir que así o más claro qué el mío. Sus ojos eran verdes muy intensos y sus ojos eran rasgados como los de china.

"Este niño no era Americano, más bien era de padres orientales." Pensé mientras llevaba mi mano a su cabello y se lo acariciaba.

-No te preocupes, todo estará bien.- le dije cortando su pequeño y silencioso llanto.

-Quiero a mi mamá- me dijo en voz baja.

-¿Dónde la viste por última vez?- le pregunté levantándole el rostro.

-En una... florería- me contestó.

"Aquí en los Ángeles hay muchas florerías..." pensé confuso.

-¿No recuerdas el nombre o algo así?- le pregunté mientras lo miraba fijamente.

-No lo se... tenía una flor muy requete grandota en la puerta.- me dijo haciendo alemanes con sus manos.

-Ven, te llevaré a una que creo que es esa que tú me describes.- dije tomándolo en brazos y colocándolo en mis hombros.

-¿Cómo te llamas?- le pregunté mientras corría.

-Xiaolan- me contestó.

Reí en voz baja.

-Mira que coincidencia, yo también me llamo Shaoran.- le contesté divertido.

-¡Sugoi!- contestó maravillado el chico.

-Tomoyo-

-¿Entonces tu papá salió hace rato?- le preguntaba a la pequeña Sayo por teléfono.

-Está bien, yo le hablo en la noche, adiós.- dije colgando el teléfono.

Suspiré y me senté en la silla a un lado del teléfono.

-¿Ha salido de nuevo verdad?- escuche preguntarme Eriol.

-Si, eso me preocupa... ya han pasado 5 años, y cada vez esta peor.- dije en tono de tristeza.

-Li es terco, el jamás detendré su búsqueda hasta que halle a una respuesta que le diga lo contrario.- me dijo Eriol quien leía el periódico en un sillón frente al mío.

-Lo se pero lo que más me preocupa son las niñas, ellas no se han acostumbrado a la vida agitada de USA...-le comenté triste.

-¿Las quieres mucho verdad?- me preguntó Eriol.

-No las he visto desde aquel día que Li me contó lo de Sakura. Esas niñas para mi significan mucho. Significan mi recuerdo de Sakura.- contesté empezando a llorar.

Eriol se acercó a mi y me abrazo.

-Shh shh... si así lo deseas en esta navidad te puedo llevar a allá para que las visites.- me reconfortó Eriol.

-Pero no puedo dejar las boutiques, y mucho menos cuando las ventas están en su máximo nivel.- le aclaré algo resignada.

-Le podemos pedir a Li que nos las envié unas semanas de viaje.- me aconsejó.

-Si, me encantaría.- expuse feliz.

-Shaoran-

-¿Es por aquí, verdad?.- le pregunté al pequeño.

Él sonrió y asintió. Al igual, yo le devolví la sonrisa.

-Estoy seguro que tu madre se pondrá feliz al verte.- le comenté mientras cruzábamos la calle.

Él niño se hundió en hombros y mostró tristeza. Yo le miré confundido.

-No te preocupes, yo me encargaré que ella no se te regañe.- le dije guiñándole el ojo pero al parecer no le levanté los ánimos.

Me detuve y le miré a los ojos.

-¿Qué sucede?- le pregunté.

-Mi mami..- comenzó.

-Mi mami está enfermita de los ojos y no puede ver... ella no puede ver desde que tengo memoria... y eso no es todo... mi mamita ha perdido la mem...- comenzó a decir el pequeño pero fue interrumpido por los gritos de alguien.

-¡Por favor ayúdenme! ¡Xiaolan! ¿¡Donde estás?!- gritaba una mujer a lo lejos.

-¡Mami!- grito el pequeño corriendo hacia ella.

El pequeño llego con su madre y le abrazó por las piernas, la mujer sonrió al percatarse de ello y se hinco y le abrazó con fuerza.

Yo sonreí, perder a alguien, aunque sea por unos minutos, es muy doloroso. Pero al percatarse de que ese ser está bien el mundo se vuelve a pintar.

Me comencé a acercar al pequeño y su madre para despedirme del chico pues tenia que volver a casa a darles de comer a mis hijas.

-Xiao-kun, por favor no vuelvas a asustarme así.- le advirtió la mujer mientras le abrazaba y besaba sus mejillas.

-Mamita- comentó el pequeño mientras recibía los besos de su madre.

"¿Xiao-kun? Ese apodo me... me... Sakura me lo decía." Medité sintiendo un dolor en el pecho y una tristeza enorme al recordar mi sufrimiento.

El pequeño abrió sus ojos y me vio, luego me sonrió.

-¡Mami! ¡mami! Este señor fue el que me ayudo a encontrarte.- comentó el pequeño tornando el rostro de su madre hacia mi.

Ella se torno hacia mi y me sonrió.

No podía creer lo que estaba mirando. No, pero si.. pero si esta mujer es... es...

-Muchas gracias- dijo ella haciendo referencia.

-Mi nombre es...- comenzó ella estrechando su mano hacia mi.

-...S-Sakura...- le interrumpí yo confundido.

-Esto...Si- contestó ella confundida.

Mi corazón comenzó a latir a un son muy fuerte. Era Sakura, ¡Yo lo sabía! Su aura me lo decía. No había cambiado nada durante este tiempo... su voz, su cabello, su rostro... Pero lo más extraño eran sus ojos los cuales no eran verdes sino rojos.

-¡Sakura! ¡Estás bien!- le dije muy contento tomando sus manos con ternura.

Su rostro se veía asustado y me arrebató sus manos rápidamente.

-Disculpe pero no se de que me habla..- comentó ella dando pasos para atrás con su rostro en temor y buscando la mano de su hijo.

Ella y el pequeño Xiaolan tomaron manos.

-¡Sakura! Soy yo... Shaoran Li, tu marido.- le dije acercándomele.

-Lo lamento señor pero yo no... yo....-me contestó nerviosa.

Y en un abrir y cerrar de ojos ella comenzó a marcharse rápidamente.

-¡E-espera!- grité mientras la seguía.

Pero ella no paraba.

-¡Por favor espera! ¡Sakura por favor!- le suplicaba.

-Sakura-

¿Qué está pasando? ¿Por qué mi corazón me pide que pare y que regrese con él? No, no debo, lo más seguro es que sea un engaño. Un engaño como los muchos que he tenido.

-Mami...- comenzó mi pequeño.

-Mami detente, ese hombre es bueno- me sugirió mi niño.

De repente sentí una ventisca que me impidió seguir corriendo. ¿Acaso esto es magia? Me pregunté antes de caer al suelo.

Había tropezado y eso me dio desventaja pues el hombre me había alcanzado.

-¡Sakura!- escuché decir al hombre. Traté de levantarme pero un dolor en mi tobillo me lo impidió. El hombre me tomo por los hombros.

-¡Suélteme! ¡Suélteme por favor!- comencé a gritar muy aterrada de lo que este hombre me pudiera hacer.

-Calma, por favor calma. ¡No te haré daño!- me dijo pero no le creí.

Xiaolan comenzó a llorar.

-Punto de vista normal-

Sakura seguía moviéndose histéricamente para que Shaoran la soltara.

"¿Cómo hacerle para que me crea?" se preguntó a si mismo Shaoran mientras trataba de calmar a Sakura.

De pronto miró su cuello y vio una cadena de oro colgándole de allí. Él la reconoció, era aquella cadena.

-Esa cadena.- comenzó Shaoran.

Sakura seguía histérica y lágrimas empezaron a salir de sus ojos.

-¡La promesa! ¿No la recuerdas, aquella promesa? ¿Aquella promesa que te hice frente a esta cadena?- comentó Shaoran tomando la cadena del cuello de Sakura.

-¿Eh?- fue lo único que dijo Sakura antes de comenzar a sentir un gran dolor en la cabeza.

Una imagen borrosa se manifestó en sus recuerdos.

Ella, la puesta del sol, la cadenita de oro y un hombres aparecieron. De repente un grito de dolor salió de los labios de Sakura y cayó desmayada en los brazos de Shaoran.

-¡Sakura!- Shaoran gritó.

Notas de la autora: perdón por tardar en actualizar, es que mis exámenes de la escuela más los de japonés se juntaron y me dejaron sin tiempo n,nU pero aquí está... ¿Les gustó como estuvo el encuentro? Espero que si... Ah! Y espero reviews eh? Para que le siga debo recibir por lo menos 7 reviews ok?? Muahaha

Nos vemos en el siguiente capítulo

S.L.

Pd- aclaración: "Sugoi"- en japonés significa "Fantastico".