1 de Febrero de 2004

No pongo el disclaimer ese, porque todo el mundo sabe que CCS no es mío, sino de las Clamp, solo eso :P

- "diálogos"

·~-·~-·~-·~- Cambios de escenario

Recuerdos

- "Pensamientos"

Competición, juegos del destino

Capítulo 13: Un nuevo despertar
Tú eres tú y nadie más

By: Kassy99

Lucha con todo tu VALOR
Enfréntate a tu DESTINO
Solo juega para GANAR
Y sigue hasta alcanzar el final
En la batalla no habrá PIEDAD
Así que guíate por tu instinto
Que solo hallarás en el CORAZÓN
Porque la VERDAD la encontraras
En el JUEGO que el destino te preparó
Así que: ¡Qué gane el MEJOR!

¿Cuál es tu mayor temor? ¿Cuál es el mayor temor del ser humano? Esas son dos preguntas totalmente diferentes, dos preguntas que no tienen que ver una con la otra. Cualquier persona te podría contestar sin mayor dilación que el mayor miedo del ser humano es la muerte, ese irremediable estado que alcanzas cuando has dado todo de ti, cuando ya has aportado al mundo lo que debías aportar, cuando tu papel entre la sociedad ha llegado a su fin, cuando todo lo que queda es algo desconocido.

Ese indescifrable enigma que el ser humano no ha sabido descifrar todavía. Puedes esperarla, puedes aprender a aceptar su llegada, pero jamás evitarás el temor a no saber que es lo que realmente te espera después, que es lo que alcanzas a ver, a sentir, a escuchar, a tocar, que es lo que llegas a ser realmente después de muerto, un alma o quizá simplemente no llegues a ser nada, solo polvo. Ese es el mayor miedo de la humanidad, ese temor interno que todo humano posee, pero cuando le preguntas a alguien, que no espera morir, que aún posee un futuro por delante, te puede contestar infinidad de cosas, todas ellas lógicas, pero ninguna digna de ser tenida en cuenta. Puede tener un temor a quedarse sin dinero, a contraer una enfermedad, a verse en un estado de peligro, todas ellas cosas banales, que no merecen la pena de tenerse en cuenta.

En cambio, tú que no puedes temer a la muerte... ¿qué es lo que te infunde mayor temor?

Era un relato tan antiguo que no sabía de quién o de dónde o cuándo lo había escuchado, una pregunta más antigua que su vida misma, más lejana de lo que su mente alcanzaba a rememorar, una pregunta que arrastraba el aire hasta ella. Desconocía todo y nada podía hacer ante la ignorancia en la que se hallaba, pero de una cosa estaba absolutamente segura, esa no era la primera vez que oía esa pregunta o la primera vez que le lanzaban esa pregunta. Una cuestión que tenía la sensación de recordar, que recordaba en un tiempo lejano, tan lejano que no alcanzaba a deslumbrar si era realmente verdad o simple fantasía, discernir entre lo que uno realmente ha vivido y lo que ha sentido eran dos cosas diferentes. Quizá por todo ello había dejado esa pregunta escondida en lo más recóndito de su memoria, en un pequeño rincón oscuro el cual había sellado levantando un muro sobre ella, la cual había dejado abandonada por miedo a saber algo… quizá… posiblemente… abandonada en aquel lugar por temor a saber la respuesta a esa pregunta.

 Ahora se hallaba en un sitio desconocido, en un sitio cálido y acogedor, un lugar tranquilo donde no había perturbaciones, sin ruido, con la paz de una tranquilidad relajada, una tranquilidad agradable, una tranquilidad que le daba paz en su pesada alma y en su mente. No quería marcharse de ese lugar, era como si clamara por ella, como si clamara para que se quedara allí, como si le susurrara palabras a su oído clamando por su descanso, por la gracia de que su alma alcanzara un pleno alivio al fin, una calma total y un fin a sus tormentos.

Se sintió ligera tanto en cuerpo como en alma, sentía a su corazón volar, se sentía volar… Esa pesada carga había desaparecido como si nunca hubiera existido desde un principio, se sentía libre de dormir y descansar sin temor, pero tenía tanto miedo de que ese sentimiento fuese irreal que no podía abrir los ojos, no, sentía que no quería abrir los ojos, no podría abrir los ojos y enfrentarse a la realidad, no estaba preparada para enfrentarla otra vez, no podía ver como le arrebataban algo, como le devolvían a la oscura sombra de una esquina, sola... muy sola.

- "No temas ya más"- Dijo una voz susurrante.

- "¿Quién eres?"- Atisbó a decir aún sin querer abrir los ojos.

- "Te estaba esperando, llevaba mucho tiempo esperándote"- La voz sonaba delicada y frágil.

- "¿Esperándome? ¿A mi?"- Preguntó algo aturdida.

- "Sí, llevo esperándote desde hace muchos años. Ya es hora de que dejes de huir, ya es hora de que te enfrentes a la realidad, a la verdad, a la auténtica verdad y no a la verdad que has ido construyendo a tu alrededor, como un muro protector"- Dijo la voz con un tono triste.

- "No sé de que me hablas"- Su voz denotaba nerviosismo. No sabía la razón pero se encontró de repente sumamente intranquila.

- "No sigas mintiéndote a ti misma, deja ya de escapar de la verdad. Se fuerte y mira hacia el futuro, no dejes que el pasado te absorba, no dejes que te absorban tus propios temores, no dejes que te venzan, no escapes de la realidad de lo que realmente eres, de tu propio ser, no seas cobarde y dejes que tu propio yo te venza. No eres una chica débil, no escapes por todo lo que sufres, ten valor, da la cara y enfréntate con la cabeza alta, los ojos puestos allá donde vas y el corazón abierto, dejando libres las alas de tu alma. Deja de huir de una vez para siempre, ya lo hiciste una vez y no contenta con ello volviste a huir una vez más. Al final te encerraste en ti misma, te ocultaste en tu propia oscuridad y te negaste a ver tu verdadero yo, tus defectos y tus virtudes. No dejes que tus temores te venzan, eres más fuerte que eso. Si todos los humanos huyeran a cada paso que dan, la sociedad de ahora no sería tal como la ves. Acepta lo que eres, no seas cobarde"- Dijo con tal vehemencia, con tal convencimiento que la joven sintió miedo, era como si la fuerza de sus palabras llegarn a ella y tenía miedo, miedo… ¿pero de qué?

- "No te entiendo, no sé de que me hablas. ¡Por favor no quiero sufrir más!"- Dijo con la voz temblorosa.

- "La vida es dolor pero también es alegría, recuerda los momentos felices y guárdalos en tu corazón. No dejes que los malos recuerdos te invadan, no todo lo que has vivido en esta vida es tan difícil como realmente ves que es. No es todo lo que uno ve lo que realmente es, los ojos engañan pero la vista más. No todo lo que has vivido es lo que realmente te depara el futuro. Tú más que nadie deberías saber que prejuzgar trae sus consecuencias"- Decía la voz con suma dulzura.

- "No entiendo lo que me estás diciendo"- Intentó taparse las orejas, intentó quedar aislada de ese zumbido que era la voz de esa persona, molesta, irritante, pero a su vez tan verdadera como la vida misma. La voz entraba en su mente, invadiendo sus pensamientos sin poder evitarlo.

- "Sí, lo sabes, sabes muy bien que el dolor es profundo e intenso, pero es un dolor que puedes afrontar y superar. No debes de tenerle miedo a tu temor, no debes tener miedo al miedo"- La voz que la invadía era tranquilizadora.

- "Pero... no es fácil"- Sus barreras empezaron a bajar, pero a un paso muy lento e inseguro.

- "Nada es fácil en esta vida, ni en la siguiente ni en la anterior. Tu miedo te controla y es por eso que tu deber ha quedado anclado para poder finalizar tu tarea. No debes de temer. Libérate de esa carga que no es más que pura ilusión, una fantasía creada por ti misma, deja que el temor salga de aquí"- La joven sintió una calidez en su pecho- "Deja que ese miedo salga y encáralo con tu mejor sonrisa. Tú eres tú y nadie más. Tus lágrimas son parte de tu pena, tu sonrisa parte de tu alegría, la oscuridad parte de tus temores, pero sigues siendo tú. Tú eres tú y nadie más"- Dijo la voz empezando a marchitarse a lo lejos. Esa barrera alrededor de su corazón ya bajaba con más seguridad pero aún con cierto reparo a pisar un pie fuera de ellas. Aún había un temor que la punzaba el corazón.

- "Tengo miedo…"- Dijo ahogando un último sollozo.

- "Todos tenemos miedo, yo también tengo miedo, lo siento igual que tú. No te preocupes Hua, al final todo saldrá bien, siempre ha sido así, pese a las dudas, pese a lo difícil que era todo, siempre ha salido bien al final"- La joven sentía como la calidez que la envolvía empezaba a alejarse, como una nube que es arrastrada por el viento, lenta y suavemente, era una sensación de liberación, pero aún notaba que había una cadena que la aferraba contra el suelo, una cadena que desconocía y que aún no había visto. De momento la ignoraría, en el momento adecuado descubriría que era, aunque ahora lo desconociera, aunque ahora se olvidase de ella, ese sentimiento se alzaría finalmente y posiblemente demasiado tarde para ser resuelto adecuadamente.

- "Pero… no puedo. No quiero volver a sentir…"- Con algo de aprensión empezó a abrir los ojos lentamente, como si estuviera despertando de un sueño del cual jamás quería despertar. Y como un destello de luz vio una figura radiante flotar hacia ella, el rostro era indefinible pues era pura luz y sus cabellos, también brillantes, volaban como si fueran el mismo viento. Era un ser tan cálido…

- "No volverás a sentirlo porque has madurado, ahora puedes entenderlo ¿verdad?"

- "Creo que…"- La joven la miró confusa, se llevó la mano al pecho y cerró los ojos. No sabía que era pero la sensación que la embargaba era de nostalgia, era de un sentimiento que hacía tiempo había perdido, no recordaba cuando pero sabía que ya lo había sentido antes. Un sentimiento cálido que la impulsaba a seguir adelante, un sentimiento que le daba fuerzas.

- "Ya no estás sola. Es hora de volver, es hora de terminar con esto. Cuando despiertes volverás a tu mundo pero ya no será igual que antes, ahora estarás completa"- La voz ya era casi inaudible- "Recuérdalo bien, tú eres tú y nadie más"

- "Mis lágrimas, mi alegría, mi tristeza, mi melancolía, toda la oscuridad junto con la luz, todo eso soy yo. Todo es parte de mí ser. La soledad, la tenebrosa soledad que me ataba a mis temores no es más que una absurda pesadilla"- La joven se concentró y apretó sus manos sobre su pecho- "Solo tengo que despertar y volveré a ver el mundo como antes lo veía. Nada cambiará, todo será igual, pero yo… yo habré cambiado y aún así yo seguiré siendo yo misma"- El lugar en el que se encontraba empezaba a desaparecer para convertirse en nada y junto con esa ilusión de luz y calidez desapareció Hua.

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El asunto no podía pintar más feo. Toda la gente tumbada en el suelo, inconsciente, mientras que las tres mujeres estaban entre esa multitud desfallecida en el suelo. Sin saber por qué la gente quedó tendida allí. Cualquiera en su posición hubiera podido pensar en la posible aparición de una extraña enfermedad en un par de segundos, sin dudarlo, esa idea tan descabellada sería descartada en la primera oportunidad, no era una opción plausible. La más aceptable de todas sería que todos se habían puesto de acuerdo para una broma un tanto pesada, pero sabiendo donde estaban y siendo quienes eran, la palabra 'magia' apareció detrás de una tela con letras grandes en sus mentes.

- "¿Cards dices?"- Dijo la dueña del Sweet Spring de nuevo.

- "Sí, supongo que Liu habrá oído sobre la misión de Xiaolang cuando tenía diez años"- Dijo Meiling sin importarle en realidad si esa mujer sabía o no lo que su primo había hecho en Japón, era más, le importaba muy poco si sabía nada de su primo. Cuanto menos, mejor.

- "Sí, algo me comentó Xiaolang, pero nunca me dijo nada importante del tema, es más prefería evitar hablar conmigo de ese tema. Ya sabes como es Xiaolang, tan callado y reservado con sus cosas"- Dijo con un tono algo triste- "Me contó que le habían enviado a recolectar unas cards creadas por un poderoso hechicero, bueno, no uno cualquiera sino el hechicero Clow Reed"- Siang-Sing, dueña del Sweet Spring, quedó mirando a la joven con perplejidad.

- "¿Del hechicero Clow? Pero creí que eso eran simples leyendas, jamás nadie aseguró que el poderoso Clow dejara alguna clase de legado mágico. ¡Por dios! ¡Si ni siquiera tuvo el buen tino de casarse!"- Dijo con un resoplido, era indignante, pensar que una magia tan poderosa no hubiera sido, jamás, enseñada a nadie tras su muerte. Todos achacaron eso a su enrome excentricidad, pero en realidad nadie supo jamás lo que llevó a Clow llegar a tal decisión.

- "Pues el hombre creó unas cards mágicas que estaban bajo la protección de dos guardianes, uno bajo la mano del sol y el otro bajo la mano de la luna. No sé mucho más, pero al parecer las cards quedaron bajo la custodia de una hechicera en Japón"- Dijo con el entrecejo fruncido. Lin sabía que algo había en esa historia que le traía malas vibraciones, era muy evidente que su novio y prometido era muy reticente con el tema, siempre que le preguntaba por la hechicera y sobre Clow él no hacía más que evitar contestar o salirse por la tangente. Meiling sabía lo que rondaba por la cabeza de esa mujer, era evidente que su primo hizo todo lo que pudo para evitar mencionar el hombre de Kinomoto y estaba claro que hablar de las cards era rememorar ese nombre. La prima de Li sabía que lo más duro que tuvo que hacer Shaoran en toda su vida fue tratar de olvidar a esa mujer, pues jamás la volvería a ver y ahora la tenía que olvidar con más esfuerzo estando muerta.

- "En efecto. No sé si lo habéis sentido pero en este campus, desde que llegaron los equipos, han sucedido muchos acontecimientos fuera de lo normal"- Explicó Meiling, algo totalmente irónico teniendo en cuenta que de las tres, ella era la única que no poseía magia.

- "Yo no he notado nada"- Dijo Lin algo pensativa- "Lo único diferente ha sido el comportamiento de Xiaolang, ha estado muy ausente, también muy pensativo y lo peor es que ha abandonado el equipo a su suerte, ha estado tan ensimismado con lo que estuviera pensando que no se ha percatado que ha ido dejando tirado al equipo"- Meiling no supo llevarle la contraria pues era la verdad. Su primo era una persona muy ordenada y sabía cual eran sus prioridades y aún así podía seguir haciendo varias labores a la vez. En cambio en esta ocasión Xiaolang dejó todo de lado por esa chica japonesa de ojos verdes. Y era sorprendente teniendo en cuenta cuanto deseaba Shaoran ganar ese campeonato y que la chica de ojos verdes no fuera cierta hechicera de la cual quedó prendado a sus diez años. Sí, ciertamente sorprendente. ¿Sería que los ojos verdes eran irresistibles para su primo? Muchos llegarían a esa conclusión teniendo en cuenta que se había quedado prendado de dos mujeres con ojos verdes.

- "Yo he percibido algo, pero más me ha guiado la intuición que mis poderes mágicos. Yang-Sing me comentó los sucesos extraños dentro del campus. Mi hermana eligió muy bien el lugar donde poner el Corner, puede ver y oír todas las noticias cuando quiera, siempre caen los jugadores por su local con algún chismorreo en la boca"- A las dos chicas les cayó una gota por la frente- "Y luego dicen de las mujeres…"- Las dos propietarias de los locales más conocidos de todo el campus eran hermanas gemelas pero con unos carácteres totalmente diferentes, solo en algunas ocasiones parecían realmente hermanas, muy raramente cabía mencionar.

- "La cuestión es que lo que ahora vemos aquí es obra de unas Cards oscuras que han estado desatando el caos por todo el campus. Mi primo dice que solo los más poderosos de la Nueva Generación han podido percibir el poder"- De repente, por las espaldas de las tres mujeres se alzó una sensación de intenso frío.

- "¿Qué es esto?"- Dijo Siang-Sing mientras se llevaba las manos a los hombros, un frío congelador empezaba a envolverlas.

- "¿Por qué hace tanto frío?"- Dijo Lin mirando a su alrededor tratando de sentir de donde procedía tanto frío.

- "Esto debe ser obra de la card"- Meiling se alejó de ellas y se acercó a un termómetro que colgaba de una de las paredes del local- "Esto indica 15 grados"- Dijo Meiling mientras seguía viendo como descendía la temperatura- "12 grados"- La temperatura bajaba cada vez más. A la prima de Li no el entusiasmaba la idea de congelarse, ya tuvo suficiente una vez en primaria cuando fueron de excursión a la pista de patinaje- "¡Oh, no! ¡Eso si que no! ¡A mi no me vuelven a congelar! ¡Vamos! ¡Sobre encima de mi cadáver!"- Gritó en alto. Las dos mujeres que la acompañaban la miraron y después se miraron con una expresión en sus ojos que decía: '¿Se ha vuelto loca del frío?' Pero todo pensamiento se desvaneció cuando el suelo empezó a temblar, pero no un temblor de tierra de los que resquebrajan el suelo y luego lo abren en dos, sino un temblor que volvía el suelo de gelatina, se movía como si de un líquido se tratase, con un movimiento oscilante de arriba abajo, por este hecho pensaron al principio que se trataba de una ilusión.

- "¿Pero qué demonios pasa aquí?"- Dijo la dueña del local enfurecida.

- "¡Maldita sea! ¡Meiling! ¡Joder! ¡¿No sabes cómo terminar con esta locura?!"- Chilló Lin balanceándose de un lado a otro ya exasperada.

- "¿Te crees que si lo supiera estaría ahora haciendo el imbécil? Además… ¿desde cuando tengo yo poder para hacer algo?"- Dijo mientras se sostenía sobre una mesa, en vano.

- "¡Ya estoy harta!"- La dueña se desplazó a duras penas por el local y se dirigió detrás del mostrador. De debajo del mostrador sacó su bolso, del cual sacó unas tiras de papel de color amarillo anaranjado y un pincel.

- "¿Te pones a escribir ahora?"- Le inquirió Meiling, la mujer ignoró el comentario y se dedicó a escribir algo sobre el papel- "¿Y sin tinta?"- La mujer terminó con el último trazo y se puso de pie lo mejor que pudo, puso el papel entre sus dedos, delante de su cara y cerró los ojos. En sus labios empezaron a sonar unos cánticos y rezos, el papel cobró vida en su mano, se irguió y un extraño aura empezaba a rodearle. Después de un momento lanzó el papel con fiereza contra el suelo. En un principio nada pareció suceder, pero inmediatamente después todo volvió a quedarse quieto y pacífico, como antes estuvo.

- "¿Decías?"- Dijo la mujer a Meiling con una sonrisa satisfecha dibujada en su rostro.

- "Perdona Tiao pero sigue haciendo frío"- Puntualizó Lin, lo que hizo que se ganara una mirada furiosa de la mujer.

- "Soy hechicera, no una diosa"- Dijo con aires de soberbia. El frío que unos minutos habían sentido no podía competir con lo que ahora sentían, era una sensación de un frío absoluto que te llegaba hasta los huesos. Un frío tan penetrante que te helaba hasta la sangre, pero a su vez sentían como un gran calor empezaba a formarse en su interior, al principio comenzó por el pecho y seguidamente fue extendiéndose por todo el cuerpo, como una plaga. Era un calor intenso. Era algo contradictorio pues por un lado sentían un frío helante que les calaba hasta los huesos y por otro lado estaba ese calor intenso que les comía desde dentro. Eran dos cosas que podían surgir a la misma vez, nada tenían que ver la una con la otra excepto a que eran opuestas.

- "¿Lo sentís también?"- Preguntó Lin mientras caía sobre el suelo, sentía como las fuerzas escapan de su interior, se sentía cansada, débil, enfermiza.

- "Sí, este tiritante frío y este calor abrasador, creo que si no fuera porque desde hace años que no me pongo enferma, diría que son claros síntomas de…"- La dueña del local cayó como Lin sobre el suelo. Se sentían sumamente fatigadas, casi al estado de estar exhaustas.

- "… Un resfriado o un catarro"- Dijo Meiling mientras se unía a las otras dos.

- "O una gripe mismamente ¿no te fastidia?"- Dijo Lin cada vez más irritada de cómo se sentía. Era absurdo sentirse así cuando hace solo un par de minutos estaban totalmente sanas, las tres. Era como si en ese local hubiera saltado una epidemia.

- "Yo diría que esto es más grave que una simple epidemia de un virus. Esto es producto de un hechizo. Esto es pura y simple magia"- Las tres mujeres se sentían cada vez peor y la que peor lo estaba afrontando era Meiling pues de las tres ella era la única que carecía de fuerza mágica para afrontar ese poder.

- "¡Hey! ¡Meiling!"- La joven empezaba a cerrar los ojos del agotamiento físico que soportaba con el mero hecho de intentar quedarse despierta- "¡No te duermas!"- Lin se había acercado a la prima de Li con toda la fuerza que aún tenía y la agitó por los hombros- "No puedes dejarnos ahora, antes tienes que ver mi boda con tu primo"- Meiling entreabrió los ojos para ver el rostro de Lin y vio como esta sonreía al verla abrir los ojos.

- "Eso será en tus sueños"- Dijo Meiling intentando esbozar una sonrisa.

- "Si cierras los ojos seguro que no estarás ahí para impedirlo, no te preocupes, que será una realidad"- Dijo en un tono que intentaba ser ligero y de broma.

Meiling siempre había pensado de Lin lo peor, pues no se podía decir que fuera una chica de poca modestia. La joven se esforzaba excesivamente, según creía Meiling, para estar siempre hermosa o peor aún, para estar más hermosa que nadie. Era un tanto presumida con lo que tenía, lo que no eran muchos para gusto de Meiling, y para que mentir, podía ser una persona vanidosa y pedante. Era un ser engreído por naturaleza, era muy dura y fría con todas las mujeres y en cambio delante de Shaoran era todo cariño y mimos.

Aunque ahora que lo pensaba antes de saber que era la mujer prometida para casarse con su primo nunca se había fijado en ella. Cuando ahora lo pensaba con calma, Lin siempre había tenido fama de ser una chica bastante tranquila y callada según sus familiares, enseñada en las labores de cómo dirigir una gran casa, normas y conducta impecables, la habían enseñado todas las artes: la música, la danza, los arreglos florales, las artes marciales… de conducta calmada y cabeza fría, la tachaban sus padres de ser una niña intachable, también había hablado con sus amigas de clase una vez, solo por curiosidad. Había descubierto que era una chica callada y muy compuesta, no hubo palabras de queja ni tampoco nada que agregar sobre alguna mancha en su conducta.

Quizá el tiempo cambiaba a las personas o quizá fuera una máscara que había cubierto su rostro hasta ahora. En todo caso no podía asegurar que la joven fuera todo lo víbora y arpía que quisiera, solo podía explicar lo que había visto y para seguir siendo sinceros, la joven Lin siempre había sido coqueta solo y únicamente con Shaoran, siempre le exigía que la acompañase y que la mimara, que estuviera pendiente de ella, para nada era una descarada que flirteaba con cualquier hombre, eso era algo en lo que no se había fijado hasta ahora, pero… ¿por qué pensaba en eso ahora?

- "Incluso muerta no os dejaría casaros"- Dijo con un tono irónico.

- "Pues mejor mantente viva, no podría soportar a tu espíritu acosándome día y noche, serías un incordio mayor de lo que ya eres"- Siang-Sing las mirada con una sonrisa, desde que las conocía siempre se habían llevado como el perro y el gato pero ahora, aparentemente, habían firmado un tregua, temporal, pero aún así una tregua. Toda esta calma se disipó cuando en el centro del local, delante de las miradas asombradas de las mujeres, empezó a elevarse una montaña del suelo, como si fuera de puro plástico. Crecía, estirándose hasta subir más y más. La ofuda improvisada de Siang-Sing no había servido para nada, pues no impedía que lo que fuese que era eso creciese más y más. Cuando se hubo estirado hasta su máximo empezó a moldearse, hasta que al final tomó un aspecto, una forma que ante sus ojos era humana.

- "¿Qué es eso?"- Preguntó Lin con los ojos entrecerrados para ver si podía discernir que era ese ser que se había presentado ante ellas.

- "Algo que no nos va a gustar"- Dijo la mayor de las tres con tono desconfiado.

- "Buena pregunta…"- Murmuró Meiling para sí misma. La figura terminó de moldearse para al final adquirir color y textura. Ante ellas apareció una mujer, una mujer que tenía la piel blanca y los ropajes oscuros, tan oscuros como la noche.

- "No nos va a gustar nada"- Dijo de nuevo la dueña del local viendo que ante ellas flotaba un ser mágico.

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- "¡¿Esto es alguna clase de broma?!"- Gritó Touya enfurecido. En todos los lugares por donde su mirada alcanzaba a ver había gente tirada en el suelo, después de unos interminables minutos en los que todos parecían haber enloquecido, después agonizado, habían finalmente quedado inconscientes o quizá quedaron tan exhaustos que ya no les quedaron fuerzas para seguir gimiendo como enfermos agonizantes.

- "En mi opinión creo que estamos siendo invadidos por extraterrestres"- Dijo Andrew con su típica sonrisa de humorista que nunca tiene la más mínima gracia. Todos los presentes le lanzaron una mirada amenazadora- "Tranquis… solo quería aligerar el ambiente"- Dijo levantando las manos en gesto de que se calmaran.

- "¿Sabes lo que ayudaría para que el ambiente se aligerara?"- Preguntó Paul con un ceño.

- "¿Qué?"- Quiso saber Andrew en actitud inocentona.

- "Que te quedaras callado con tus comentarios tan poco oportunos o mejor que te unieras a ellos y te tiraras al suelo. A veces me pregunto si cuando naciste no se le olvidaron añadir un cerebro a esa cabeza"- Dijo haciendo un gesto dramático con los hombros y dejando escapar un suspiro.

- "¡Callaos los dos de una maldita vez! ¡En estos momentos no necesitamos una pelea de niños!"- Los dos miraron al entrenador y enseguida descubrieron la razón de los rumores en cuanto a ese hombre. Para nada decían que era uno de los entrenadores más estrictos y amenazadores que había en esa competición.

- "Lo que ahora necesitamos es descubrir que es lo que domina este campo"- Dijo Alex con actitud sumamente tranquila y objetiva.

- "Eso es fácil de contestar"- Dijo Touya con su tono de huraño- "Seguro que es una de esas malditas cards"- Paul volvió a mostrar su ceño, Alex por su parte entrecerró la mirada y Andrew se tornó serio.

- "Sospechaba que sucedía algo cuando Eriol mandó a Nakuru que viniera"- Dijo Paul pensativo- "Siempre que sucede algo la manda llamar, me preguntaba que era lo que sucedía esta vez"- Andrew le miró y afirmó con la cabeza a su vez.

- "Yo he sentido algo durante esta competición, pero teniendo en cuenta los registros de poderes que fluyen en Hong Kong desde eras ancestrales no le di mucha importancia"- Dijo Alex llevándose la mano a la barbilla.

- "¿Y qué son esas cards?"- Preguntó Andrew.

- "Son unos objetos mágicos que por alguna extraña razón están libres de un sello mágico que las mantenía encerradas. En realidad no entiendo como he llegado a meterme en este asunto"- Dijo esto último para sí mismo.

- "¿Y estos objetos tienen vida propia o son controlados por alguien?"- Touya levantó la cabeza ante la pregunta de Alex, en cierto modo era una pregunta que le había asombrado. Si mal no recordaba estas cards actuaban bajo el poder de alguien, pero… hasta este momento nadie se había centrado en ese asunto. Descubrir el titiritero que manejaba los hilos de este endemoniado asunto.

- "Son controlados por alguien, necesitan de alguien poderoso para poder ser controladas"- Dijo con todo ausente- "Alguien poderoso…"- No habría muchas personas que pudieran tener el poder de controlar a esas cards, alguien de fuerte poder pero de débil voluntad, alguien que se dejara sumir bajo el control de las cards y desatar el mal como era el deber de las cards.

- "Tch, esa definición no es muy concreta, mismamente uno de nosotros podría ser el que estuviera detrás de todo, en definitiva ninguno de nosotros ha sido afectado por su poder lo que demuestra nuestro nivel"- La afirmación de Andrew no pasó a la ligera para ninguno de los cuatro, era evidente que el inglés acababa de sembrar la semilla de la duda.

- "Deja de decir tonterías Andrew, no creo que ninguno de nosotros sea tan estúpido de quedarse aquí para atacar después"- Pero Paul sabía que esa penosa excusa era muy pobre.

- "En realidad no"- Dijo Alex- "¿Qué mejor coartada que estar con el resto de inafectados para que después le descarten como el culpable de todo?"- Alex, con su sonrisa petulante se cruzó de brazos.

- "Sería mejor dejar todas estas paranoias"- Dijo Paul intentando suavizar el ambiente ya de por sí tenso. Paul iba a decir algo cuando de repente sus labios no dejaron escapar ningún sonido. Touya le vio mover los labios para hablar pero no se oía nada. Paul empezó a agitarse al ver que los sonidos no salían de sus labios.

- "¿Qué pasa Paul?"- Preguntó Andrew al ver que Paul movía la boca pero no pronunciaba palabra. Alex también se percató de algo, empezó a tocarse las orejas y a golpearlas ligeramente con la palma de la mano.

- "¿Podéis hablar más alto? No os oigo"- Touya miró a los dos jóvenes y empezó a preocuparse cuando en un instante les siguió Andrew.

- "¿Por qué la luz se está apagando?"- El joven fijó la mirada en una farola de luz, entrecerrando la mirada y mirando esa luz brillante.

- "¿Qué decís?"- Dijo Alex en un tono más alto de lo normal, casi como chillando.

Touya no comprendía lo que pasaba pero en el momento que giró la cabeza y miró al inglés de pelo rubio y ojos azules supo en su rostro que algo andaba mal, el joven levantó la mano señalando su espalda pero cuando se hubo percatado de lo que señalaba ya era demasiado tarde, algo le había atacado. Touya se dio la vuelta justo en el momento en que la cosa se abalanzaba sobre él, esquivándola. Delante de los cuatro hombres había cuatro seres de piel blanca y ropajes oscuros, exceptuando a uno que era de piel enteramente oscura. Cada uno de ellos, exceptuando al de la piel oscura tenía algo extraño. Uno llevaba una venda en los ojos, otro llevaba la boca cosida y el tercero carecía de orejas, el cuarto era enteramente negro y en lugar de manos, su brazo se prolongaba hasta quedar en un afilado pico, con el cual había atacado a Touya. El entrenador y los otros tres jugadores se apiñaron contra el enemigo cuando el mayor de los Kinomoto fue advertido de algo por Alex.

- "Entrenador…"- Touya dirigió su mirada hasta donde Alex miraba y vio que en su brazo había una herida no muy profunda pero si bastante importante como para hacerle sangrar de una manera alarmante.

- "¿Pero cómo? ¿Si ni siquiera he…?"- Entonces miró a los jóvenes y los seres que tenía delante- "¿… Sentido que me cortara?"- El hombre se llevó la mano a la herida y comprobó que en efecto sus sospechas eran ciertas- "No tengo tacto"

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Tomoyo miraba a la habitación en la que ahora estaba Hua, hacía solo unos minutos el aparato que estaba conectado al cuerpo de la joven había emitido un pitido largo e interminable y que aún pitaba en su mente. El doctor y las enfermeras entraron con rapidez echando a las mujeres del cuarto sin la menor delicadeza, simplemente las indicaron que salieran con mucha urgencia mientras las empujaban al exterior del cuarto y veía como un equipo que era tirado por un celador era puesto al lado de la cama de la joven. La japonesa observó la reacción de las dos mujeres, las cuales no se mostraron ni preocupadas ni alarmadas por tal conmoción. Era más, las dos mujeres se quedaron quietas al oír el largo pitido, cualquiera que las hubiera visto habría pensado que eran unas mujeres insensibles, pero esa no era la realidad que las rodeaba a ellas. Tomoyo se acercó a las dos mujeres y finalmente las encaró con todo el valor que pudo encontrar y reunir.

- "Necesito saber que significa todo esto, ¿qué es lo que sucede?"- Feng Lian la miró con la cara contraída por un dolor que intentaba guardarse para ella misma, pero que no supo contener.

- "El día que más temía ha llegado. Finalmente la he perdido. Finalmente se ha ido de mi lado"- Dijo Feng Lian compungida- "Mi niña, la niña que he criado todos estos años ha vuelto a donde pertenecía, finalmente ha podido aceptar lo que el destino la había deparado, finalmente ha sabido afrontar a sus propios temores abandonándome"- El pesar que podía sentir en las palabras de la mujer causaban dolor en el pecho de Tomoyo. No entendía lo que quería decir la mujer pero el desgarre que llevaban las palabras que decía era devastador, era como si se hubiera rendido tras una lucha que acababa de perder, como cual soldado que pierde la batalla perdiendo la esperanza con ella.

- "Un futuro muy duro tiene por delante, tendrá que seguir con entereza, con fuerza y valor. No sé realmente cuales serán las dificultades por las que el destino le hará pasar, pero tengo fe de que al final ha hecho lo correcto. Ha aceptado enfrentarse a la verdad y enfrentarla cara a cara"- Dijo Yelan mirando al cuarto donde los médicos intentaban reanimar a la joven- "Lo que ahora temo es no saber si hemos llegado demasiado tarde"- Dijo con un todo ligeramente angustiado, pero con su rostro sereno y calmado, ahora entendía Tomoyo de donde había sacado esa aptitud tan seria. Las tres mujeres esperaron fuera del cuarto hasta que finalmente, tras lo que pareció una eterna espera de angustia, el doctor salió con una expresión entre triste e impotente con algo que parecía ser una expresión en su rostro no habitual en ese hombre pero tampoco desconocida para él. Cuando las miró a la cara no hacían falta palabras para expresar lo que venía a comunicarlas.

- "Señoras…"- Empezó a buscar las palabras adecuadas en esos casos, no era la primera vez, pero siempre hera muy difícil dar esa clase de noticias, en conclusión decidió ser directo y franco- "… Me temo que no hemos podido hacer nada por ella"- Tomoyo sintió como el pecho se le encogía absorbiendo todo el aire que había en él. Levantó la mirada hacia las dos damas y esperó alguna reacción de ellas pero estas meramente asintieron asimilando la confirmación a algo que al parecer ya temían.

- "¿Puedo entrar a verla?"- Preguntó la madre de Hua. El doctor también se sintió algo aturdido ante la escasa reacción de las mujeres pero accedió a la petición de la señora, quizá fuera de la clase de personas que no mostraban sus emociones en público.

Cuando las enfermeras hubieron salido con el equipo de reanimación marcharon lanzando una mirada lastimera a las pobres mujeres que entraban al cuarto, Tomoyo las siguió. Yelan entró la última y se quedó cerca de la puerta siendo la que la cerrara. Tomoyo observó como la señora Takano iba al otro lado del cuarto y se acercaba a las ventanas, corrió las cortinas dejando el cuarto a oscuras, pero extrañamente aún se podía ver algo entre la oscuridad. Siguió con su mirada a la señora que se volvió hacia la cama, vio que dejaba su bolso sobre la cama a los pies de ella y seguidamente observó como sacaba algo envuelto en un paño fuera del bolso. Era algo envuelto en unos paños malgastados y viejos. Lo sacó con delicadeza, pudo ver como sus manos temblaban, miró a la cara de la señora y pudo percibir cierto pesar y temor, pero ¿temor a qué?. Puso el objeto con cuidado sobre la cama, miró a su hija por un segundo, dejó escapar un suspiró y desenvolvió el paquete. Tomoyo observó con vagueza el objeto y lo siguiente que supo es que bajo los pies de la señora se formaba un círculo mágico mientras la veía mover los labios silenciosamente.

- "Ya es el momento"- Tomoyo desvió su mirada hacia la madre de Shaoran y vio que esta la estaba observando- "Pronto descubrirás el porqué de todo"- Tomoyo volvió su mirada nuevamente a la madre de Hua cuando está vez la oyó pronunciar un cántico en un idioma que desconocía. El círculo del suelo empezó a brillar con más fuerza y el objeto que había estado envuelto se elevó en el aire. Tomoyo pudo ver que se trataba de una esfera, una esfera muy extraña, de color blanco rosáceo, era una piedra, una piedra muy extraña. La esfera estalló en mil pedazos cuando la última frase fue pronunciada.

- "Despertad del letargo al que habéis sido sumidos y volved a nosotros una vez más, volved a su lado una vez más"- El círculo también se destruyó debajo de los pies de la señora Takano como trozos de cristal, esparciéndose hacia los lados, como chispas de una bengala que se extinguen al final.

- "Nuestra misión en esta historia ya ha terminado, pero nuestro papel sigue siendo indispensable hasta que el final de este cuento acabe"- Dijo Yelan. Tomoyo estaba totalmente confundida pero mayor fue su confusión cuando notó que la cama en la que yacía Sagara estaba vacía ahora.

- "¿Cómo…?"- Se acercó a la cama y palpó sobre las sábanas asegurándose que sus ojos no estaban engañándola. Miró nuevamente a las señoras, primero a la señora Li y después a la señora Takano.

- "Ha renacido una vez más"- Respondió la señora dejando caer una lágrima por su rostro- "Ha renacido para hacer lo que debe hacer y ser quien quiere ser"

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Hui Li seguía sin entender la locura que les había invadido a todos, pero lo que más le perturbaba en esos instantes era la razón por la cual el profesor de pelo grisáceo y gafas no se veía afectado.

- "Será mejor que salgamos de aquí cuanto antes"- Yukito se sentía tan impotente, en esos momentos era solo una persona normal y corriente que solo podía huir para salvar su vida, era una situación tan irritante y molesta, se sentía impotente sin él… sin su otro yo. En esos instantes el profesor no se daba cuenta del poder que escondía en su interior. No se había percatado que si no hubiera sido por ese poder que permanecía en letargo en su interior no hubiera podido escapar al hechizo que controlaba a todos los demás.

- "Al parecer es lo más conveniente en estos momentos"- Dijo el chino mirando a sus lados. Habían sido acorralados por casi toda la gente del edificio. Yukito sabía que la razón de ese comportamiento irracional eran las cards, ¿pero qué debían hacer? ¿Enfrentarse a ellas? Sin el poder de la Cazadora no se podía sellar a esas cards, por lo que… ¿qué podía hacer? Solamente huir como un cobarde.

- "Por ese lado"- Yukito empujó al chico hacia un lado y los dos corrieron a través de un pasillo atestado de locos que decían ver cosas que no había o que simplemente atentaban con matarse, el infierno temblaría ante tal espectáculo.

- "¿Cómo puede ser que todos se hallan vuelto locos?"- Dijo irritado.

- "Tú eres amigo de Li ¿verdad?"- Yukito ya le había visto alguna vez con el equipo de fútbol chino en algún entrenamiento y ahora que se fijaba tenían un temperamento bastante similar.

- "Sí, Li es mi capitán o al menos antes lo era"- Murmuró esto último. Hui y Yukito se desviaron hacia una esquina y de frente se encontraron con varios estudiantes con rostro sombrío. Se pararon y al ver ninguna escapatoria delante decidieron dar media vuelta.

- "Nos están dejando sin salidas"- Los dos hombres corrieron escaleras abajo pero vieron como por esas escaleras subían otro grupo de personas.

- "Arriba"- Dijo ya sin saber porque lado seguir. Los dos subieron escaleras arriba corriendo con toda la prisa que sus piernas podían alcanzar y en la siguiente planta miraron a ver si había alguien para escapar por uno de los pasillos, pero como si les hubieran leído la mente, aparecieron más personas.

- "Será mejor ir a la azotea"- Dijo Yukito sin más opciones que ofrecer. Los dos hombres llegaron a la puerta que daba con la azotea y la encontraron cerrada. Hui sacó rápidamente una ofuda de la ropa e invocó al viento que arrancó la puerta del marco y les dejó salir a la azotea.

- "¿No se asombra?"- Preguntó el chino al ver que el profesor no se inmutaba al ver su muestra de magia. Hui no entendía como podía ser alguien normal, debía ser un hechicero, pero no había indicios de poder en él, no había sentido nada en especial en ese hombre, jamás le había llamado la atención y si le hubieran dejado apostar hubiera dicho que carecía de cualquier poder mágico. Debía ser muy bueno ocultando su poder, pero si hubiera sido así, hubiera podido reconocerle, los grandes hechiceros siempre eran bien conocidos o al menos así había sido siempre.

- "Digamos que he tenido mis experiencias con la magia"- Fue la respuesta del profesor.

Los dos corrieron hasta llegar al final de la azotea para chocarse con la verja delante de ellos, miraron abajo y solo vieron la lejanía del suelo, retrocedieron varios pasos hasta quedar en el medio de la azotea. La gente también salió a la azotea por donde ellos salieron y empezó a esparcirse hacia los lados, hasta formar un círculo que los encerraba, que los dejaba enjaulados. Espalda con espalda, Hui y Yukito miraron a su alrededor intentando tantear la situación en la que se encontraban. En un breve instante el profesor pudo ver algo moverse hacia ellos, haciéndose paso entre la multitud hasta que ante él apareció un ser de piel blanca y ropajes negros. El ser se desdobló en dos en un abrir y cerrar de ojos. Pudo ver que uno de ellos sostenía algo en su mano, no descubrió que era hasta ver un brillo metálico que refulgió en sus ojos. Era un cuchillo. Yukito dio un paso atrás al ver que ese ser hacía gesto de acercarse, pero solo tiró el arma al suelo, cerca de los pies del profesor. Yukito miró al arma y luego al rostro de ese ser. Hui, que miraba a los que los acorralaban, miró de reojo lo que pasaba a su espalda al ver que el profesor daba un paso atrás pegándose más a él. Había oído el sonido de metal al caer y resbalar sobre el suelo. Miró hacia donde procedía el ruido y vio que el profesor avanzaba hacia el arma.

- "¿Qué hace?"- Yukito se acercó lentamente al cuchillo mientras sus ojos empezaban a nublarse, a perderse en la nada del brillo de esa arma, a perderse en la oscuridad que ese brillo metálico le engullía.

- "Debo…"- Hui miró a los dos individuos que destacaban de entre la multitud.

- "¡Deje eso! ¿Qué va a hacer?"- El joven se acercó a él dándose la vuelta, sin apartar en ningún momento la mirada sobre los dos seres.

- "No sirvo para nada, no soy más que un ser patético sin poder, que jamás podrá ayudar en esta batalla"- Cogió el cuchillo apartando la mano del chico que intentaba cogerle, cogió el arma con las dos manos y aferrándose a ella como a la vida misma se acercó el filo a su cuello.

- "¡No sea loco!"- Gritó Hui corriendo a su lado e intentando apartar el arma.

- "Debo… quitarme la vida"- Hui no iba a llegar a tiempo de evitar ese suicidio, esa locura, corrió para salvarle pero no hubo necesidad. El lugar se empapó de una luz cegadora y unas palabras resonaron en el aire.

- "Despertad del letargo al que habéis sido sumidos…"- Las manos de Yukito temblaron dejando caer el cuchillo al suelo, miró la tierra que pisaban sus pies para después cerrar los ojos y dejar que una sensación de reminiscencia le invadiera.

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El ser delante de ellas era una mujer que vestía de riguroso negro. Su rostro enmarcado en blanco como cual muñeca de porcelana. Sus labios eran pequeños y sus ojos también. Su peinado se definía en una coleta a un lado y un moño al otro. El traje que vestía era el de una enfermera, con falda hasta las rodillas, blusa y el gorrito en la cabeza, pero no en un color blanco como debía ser sino en un profundo negro.

- "¿Enfermera?"- Dijo la dueña del local levantando una ceja.

- "¿La card de la enfermedad?"- Se dijo a sí misma Meiling, pues entre la apariencia de la card y los síntomas que tenían no se le ocurrió más posibilidades.

- "Sería lo más acertado viéndola vestir así"- Las tres mujeres observaban a la card que permanecía inmóvil. Cada vez se hallaban más cansadas y fatigadas.

- "Por eso nos encontramos así, son síntomas de una gripe pero a mayor escala"- Dijo intentando que el mundo dejara de dar vueltas.

- "Me encuentro peor, necesito descansar"- Lin empezaba a cerrar los ojos, los párpados la pesaban cada vez más.

- "Aquí nadie descansa hasta que yo lo diga"- Dijo Meiling autoritaria. Las dos mujeres se sobresaltaron y miraron a Meiling.

- "Es más fácil decirlo que hacerlo"- Dijo la dueña del Sweet Spring arrastrando las palabras al hablar. La card se movió y se dirigió a Meiling.

- "Eres fuerte para carecer de poderes"- La voz de la card era tan tétrica que daba escalofríos de solo oírla.

- "¿Suerte quizá?"- Se mofó la prima de Li. La card se agachó a su lado y la cogió de la cabellera.

- "La suerte siempre termina, tarde o temprano"- La card pasó su mano por el rostro de Meiling y la agarró de la barbilla. Meiling abrió los ojos al ver que la card se disponía a bajar la cabeza. La joven intentó forcejear pero carecía de fuerza para apartarla de ella. El rostro de la card se acercaba peligrosamente hacia ella hasta que a unos meros milímetros de sus labios se oyó un estallido procedente de la puerta.

- "¡Alto!"- Shaoran entró como una exhalación y lo que vio ante él le dejó bastante sorprendido. Ante él su prima estaba en brazos de una card, pero que esta tuviera aspecto femenino le dejaba bastante descolocado. La card se apartó de la china de cabello azabache y se puso de pie, erguida.

- "Xiaolang…"- Murmuró Lin. Shaoran aún se hallaba algo trastornado por la imagen que había visto delante de él, no se veía todos los días a una chica intentando besar a otra ¿verdad? Aún así el hombre se espabiló y se centró en el tema al que le había traído a ese lugar. Después de un momento de aturdimiento caminó dentro del cuarto pero al primer paso sintió una sensación extraña invadir su cabeza, era una sensación anestésica que le hacia sentir a sus músculos cansados, también se unía una sensación de infinito cansancio con un extraño aturdimiento que hacia que su mente se sintiera pesada y también le hacía sentir una sensación de que su cabeza se comprimía por los lados. Shaoran dio un paso atrás y agitó la cabeza para intentar despejar esa sensación.

- "¿Pero que es esta sensación?"- Se preguntó cuando se volvió a sentir normal y sin ninguno de los síntomas anteriores. Levantó la cabeza y miró al ser delante de él con figura humana femenina. La card se acercó a la puerta y se mantuvo al otro lado del marco de la puerta, sin traspasarla en ningún momento. Su mirada se quedó fija en los ojos del chino y mostró una sonrisa, pero una sonrisa que carecía de maldad, una sonrisa que era más de simpatía, pero tan corta como el destello de un rayo.

- "Entra si eres capaz"- La mujer extendió su mano hacia un lado y sus dedos se alargaron hasta ser finos, tan finos y largos como las puntas de las agujas. Se dio la vuelta y volvió hacia donde se encontraban las tres mujeres.

- "Maldita sea"- Shaoran no podía entrar sin verse afectado por ese poder que envolvía el local.

- "Para ellas es más fácil soportar el dolor porque no se ven afectadas de tal manera como te ves afectado tú"- Dijo la card sin darse la vuelta.

- "¿Qué quieres decir?"- La mujer paró un momento.

- "Cuanto mayor sea tu poder, mayor será la fuerza que se necesita para contrarrestarlo, ¿no es así como funcionan las cosas en la magia? ¿o en la vida misma? Es muy sencillo, cuanto más poderoso seas más pesada será la carga que lleves, en este caso será mayor el dolor. No podrás entrar sin haber muerto antes de llegar a mi"- La mujer pareció haber movido la cabeza hacia un lado pero volvió a mirar al frente- "Solo mi señor sería capaz de soportar el dolor que el mismo soporta y solo la Cazadora sería lo suficientemente fuerte para capturarme. Tú en cambio no llegas a ser uno y jamás serás el otro. Solo eres un muñeco sin poder real"- Shaoran le miró entrecerrando los ojos.

- "No necesito a nadie para poder capturarte"- Shaoran tomó aire y sin darle tiempo a pensárselo una segunda vez entró, avanzó un pie y seguidamente el siguiente pie fue detrás, lentamente entró al lugar. El hombre no pudo dar ni cuatro pasos más hasta que cayó al suelo sobre sus rodillas. La punta de su espada se clavó en el suelo y con sus manos se sostuvo con la empuñadura.

- "¿Ya no puedes dar un paso más?"- La card ya estaba de nuevo encima de la prima de Li. Meiling la miraba con ojos preocupados.

De todos los lugares de Hong Kong ¿Por qué el campus? Y sin saber como esa pregunta la distrajo. De todo Hong Kong… ¿Por qué el campus era el lugar escogido? De todo Hong Kong porque solamente el lugar centrado era el campus… A excepción del último percance todas las cards habían atacado dentro del recinto del campus, pero… ¿por qué? Meiling volvió a la realidad cuando sintió una punzada sobre su cuello. Sus ojos volaron hacia arriba para encontrarse con la sombra de esos ojos oscuros y lentamente supo que no resistiría al encanto de esa sensación que empezaba a invadirla. En un instante su poder cedió y finalmente sucumbió bajo el hechizo de ese extraño ser.

La card se había acercado a la joven y con su mano transformada, con esos dedos convertidos en punzones extremadamente finos, empezó a introducir sus agujas en el cuello de la joven. No encontró resistencia alguna de la joven y no tuvo problemas en sumirla mientras absorbía de su cuerpo la energía que emanaba de ella.

- "¿Qué estás haciendo?"- Preguntó Lin al ver por los punzones, que eran transparentes, como absorbía algo del interior de la prima de su novio.

- "Traigo conmigo la debilidad humana, yo soy la card creada con el único propósito de darle a los humanos el sabor de la debilidad de su propia existencia. Es tan sencillo matar a un ser humano, es tan delicada su vida... No hay necesidad de un gran hechizo o molestarse si quiera en hacer aparatosos planes como soléis hacer vosotros los humanos, solo hay que darles un poco de su propia debilidad. El cuerpo humano es tan vulnerable y frágil que con un solo soplo puede ser derrotado"- Dijo mientras Meiling seguía indefensa ante la card. Poco a poco sus fuerzas empezaron a abandonarla de su cuerpo. Sentía como si no fuera capaz de afrontar nada, cansada y derrotada- "Yo soy una card que solo les da a los seres humanos un poco de sus enfermedades. Solo hago que la naturaleza se abata sobre su verdadera forma contra ellos, como vinieron al mundo, indefensos"

Shaoran levantó la cabeza y reuniendo toda la fuerza que podía se levantó de nuevo y avanzó hacia la card. Su espada parecía de un peso anormal, era como si pesara diez veces más, como si su cuerpo no fuera capaz de cargar con semejante peso. No lo dudo mucho más, ya estaba tardando demasiado y eso le estaba costando la vida de su prima. Se concentró en lo que debía hacer y alzando el arma en el aire, le lanzó la espada oblicuamente, de derecha a izquierda, de arriba abajo, de un solo, fuerte y tajante golpe, que la card supo parar con su otra mano. Entre esas agujas que tenía por dedos paró el golpe del chino, volvió ligeramente su cabeza y miró al joven de soslayo. Shaoran tenía el ceño fruncido y una mirada determinada en sus ojos.

- "Tienes voluntad…"- La card separó la aguja del cuello de Meiling y esta sintió un leve alivio sobre su cuerpo. La card se dio la vuelta sobre sus talones y miró al joven a la cara. Apartó la espada de un golpe y Shaoran se retrajo a una postura de defensa, dando un solo paso atrás. La card se fijó en el joven y sonrió repentinamente- "No podía ser de otra forma"- Shaoran se quedó mirando sin comprender que significaba eso pero no le importó. Decidido esperó a que ella atacase pero la card no se movió. Es más, no hizo ningún otro movimiento y lo más extraño aún, había apartado la mirada del chino y había levantado su rostro para mirar más allá del joven. Mirando al aire moverse fuera del local.

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Las ramas de los árboles se mecían según el sentido del viento. La vida seguía fluyendo por cada ser, las nubes seguían asolando la ciudad y en cada lugar diferente las nubes actuaban de una manera u otra, en algunos lugares llovía, en otros simplemente esperaban calmadas, el clima era inestable y el olor a miedo empezaba a subir, a hacerse presente en cada paso que se daba, en cada palabra que se decía, en cada respiración que se sostenía.

La soledad de un cuarto, la oscuridad en él, la ausencia de todo sentimiento, el frío esperar de la nada, el mortuorio silencio de los fantasmas. En una habitación abandonada de vida se podía discernir el renacer de una luz, de una luz dorada. Esa luz salía de un estante y de ese estante salió un libro, un libro que flotaba sobre el suelo, un libro de color rosáceo con unas palabras en la portada.

El libro se inclinó hasta quedar vertical, delante de él estaba el dibujo de un animal, una especie de león dorado, un león de ojos dorados, mientras que en la contraportada estaba el dibujo de una luna. Bajo el libro, en el suelo del cuarto, se formó un símbolo circular, un símbolo que brillaba en el suelo, un brillo casi cegador. Los dibujos empezaron a brillar e inmediatamente el dibujo de la contraportada desapareció. Mientras que el de la portada empezaba a brillar con más fuerza. Unas palabras que el viento había traído consigo abrieron la ventana del cuarto haciendo que todos los objetos dentro de él volaran, de un lado a otro los objetos flotaban por esa fuerza natural hasta que las palabras se dieron a sonar.

- "Despertad del letargo al que habéis sido sumidos…"

Y como una llave, el libró reaccionó y de la portada de este salió un pequeño ser amarillo, alas blancas, extremidades cortas, cabeza grande y una cola en su punta blanca y peluda. El ser tenía los ojos cerrados y lentamente los fue abriendo. Cuando hubo despertado totalmente la luz ya empezaba a apagarse y el libro se desplomó sobre el suelo pesado inmediatamente después de que todo en el cuarto volviera a la penumbra. El pequeño guardián se sobresalto por el ruido.

- "¡¿Pero qué…?!"- El legendario guardián del libro miró a sus lados y no vio nada- "¡Aquí no hay nadie!"- Chilló enfadado- "¡Y ahora quién me va a dar de comer!"- Dijo indignado. Kerberos cruzó sus patitas y fue bajando sobre el suelo para finalmente quedar sobre él. Se dirigió al libro y miró en su interior para ver que no había nada en él- "Ya me lo temía…"- Dijo seriamente de repente- "¡Maldita sea! ¡A saber cuanto tiempo llevo encerrado en el libro hasta que finalmente me han dejado salir! ¿Cómo han podido hacer esto? ¡Solo Clow sabía los hechizos necesarios para mantenernos encerrados en el libro cuando las cards no están en su interior"- Kero quedó pensativo por un momento pero una sensación que recorrió su espalda le hizo sentir que no estaba solo en el cuarto y lentamente se fue dando la vuelta. Detrás de él, como salida de la nada, estaba alguien- "¿Quién…?"- La preguntó no llegó a ser formulada pues murió en su garganta antes de ser realizada.

- "Sabes quien soy"- Dijo esa persona con una sonrisa- "Siento mucho el haberos dejado a ti y a Yue dentro del libro, pero era necesario"- Dijo con una voz suave y relajada.

- "¿Necesario? ¡¿Por qué?!"- El guardián se elevó nuevamente en el aire.

- "Para encontrar el verdadero camino"- El guardián miró a la persona con un ceño en la frente- "Miedo, soledad, debilidad, eran pruebas que había que superar y que debía hacerse sin ayuda de nadie. Pruebas en esta vida para poder al final alcanzar el camino correcto, para no tomar decisiones equivocadas cuando llegara el momento"- El guardián se acercó a esa persona y la miró con tristeza.

- "¿Y al final toda esa prueba ha servido para algo?"- La mujer delante de él extendió la mano y le sonrió.

- "Sí"- Fue la llana contestación de la dama delante de él.

- "¿Y por qué ahora?"- Preguntó el guardián aún con evidente enfado en su voz.

- "Porque es ahora el momento, porque es ahora cuando necesito de tu ayuda Kero, de tu apoyo, de tu compañía. Es ahora que necesito de toda la ayuda y apoyo que me sea posible encontrar y que sea posible que me den. ¿Me ayudarás Kero? ¿Después de todo lo que te he hecho?"- El guardián la miró por unos momentos, ceñudo y pensativo, pero su rostro cambió rápidamente y asintió con una sonrisa dibujada en su carita. A ella no sabía decirle que no, a ella no podía decirle que no.

- "Sí, te ayudaré"- La mujer sonrió con más calor en sus ojos

- "Gracias"- Murmuró.

- "No hace falta que me las des. Sabes bien que siempre estaré a tu lado cuando me necesites,"- La mujer de ojos verdes y pelo corto le sonrió- "Siempre que me necesites. Jamás dudes de eso"

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La luz fue desapareciendo lentamente, del fuerte destello de luz a las sombras de la tormenta que se cernía sobre ellos. Hui se quitó la mano con la que se había cubierto los ojos, tuvo que parpadear un par de veces para que sus ojos volvieran a acostumbrarse a la luz natural y lo que observó delante de él le dejó totalmente sorprendido. Ahora, entre ellos permanecía un ser alado de serios ojos plateados. Le miró estupefacto, jamás había tenido la oportunidad de ver un ser creado por la magia, un ser creado a partir de los poderes de un hechicero, de los propios poderes de un ser humano, alimentando a ese ser con los poderes de su propia existencia.

En los tiempos que corrían, las criaturas mágicas estaban ya casi extintas, muy pocas sobrevivían y pocos hechiceros se arriesgaban a tal punto de arriesgar su propia existencia para la creación de otra vida. La magia se estaba perdiendo en ese sentido, una magia muy poderosa en algunos aspectos, pero mucho más débil en otros. En los tiempos en los que vivía Hui, la magia antigua que era la que dominaba esta clase de hechizos empezaba a ser olvidaba, solo los grandes clanes de antigüedad muy arraigada como el de su amigo Shaoran Li, era uno de los pocos que sobrevivían a los estragos que causaba el tiempo y el cambio de la mente humana sobre la magia. Era bien sabido por todos los hechiceros, tanto los de la antigua generación como los de la nueva, que la magia estaba llegando a un punto sin retorno, a un punto donde moriría, a un punto donde sus días finales podían ser contados con los dedos de una sola mano.

Un ser como ese, como el que sus ojos veían, era la primera vez que tenía oportunidad de ver personalmente, pero ya sabía quien era, había oído hablar de él de boca de una persona, bien era verdad que esa persona no era de las más habladoras, pero la precisión de su descripción como de sus poderes y de la misión que tenía tanto como el objetivo de su creación eran detalladas. Jamás olvidaría cuando Shaoran le habló de los seres mágicos que había tenido ocasión de conocer en Japón, los guardianes que protegían de las Clow Cards ahora convertidas en Sakura Cards, los dos seres alados que estaban en la portada y contraportada del libro. Kerberos, guardián protegido por el sol y apostado en la portada del libro, el león de ojos dorados; y el guardián de la contraportada, el ser protegido bajo el poder de la luna, el ángel de ojos plateados…

Yue.

Yue abrió sus ojos del precioso color de la plata. Su expresión adusta e inexpresiva marcó su cara como siempre. Movió sus ojos de un lado a otro indiferente, recorriendo con la mirada su alrededor, analizando la situación en la que se encontraba, analizando en el lugar en el que había despertado y las personas a las que tenía delante de él. Vio a todas esas personas a su alrededor y al hombre chino de rostro sorprendido que le miraba y no se inquietó en lo más mínimo, solo permaneció quieto, observando.

Todo era diferente de lo que recordaba por última vez. Todo había cambiado y era evidente que se encontraba en una situación hostil, de peligro. Levantó una ceja y se cruzó de brazos, con su siempre expresión calmada y tranquila, de evidente indeferencia, sin inmutarse lo más mínimo.

- "Tú… tú… tú eres…"- Hui Liu no encontraba palabras a lo que quería decir, era más, no podía pensar en que decir.

Los demás a su alrededor parecieron recobrar de nuevo la noción de la situación en la que se encontraban. Yue miró al chino de soslayo, sin importarle demasiado su presencia exceptuando el hecho de ser el único de no estar bajo la influencia de ese poder desconocido, solamente se concentraba en ese poder que envolvía a los que le rodeaban y el poder que antes le rodeaba a él mismo antes de volver a su forma real. Había podido sentir la frustración de Yukito, su impotencia y su sentimiento de inutilidad, era como si su más férrea voluntad se hubiera doblegado ante un pequeño temor.

Había podido ver todo lo que ocurría durante todo el tiempo que había estado encerrado. No sabía como, pero después de que hubo sido sellado por su señora volvió a ser abierto el libro, pero por alguien que no era su ama, por alguien de aura distinta pero a la vez familiar. En el momento que fue abierto el libro los guardianes debían de haber salido del libro y por alguna extraña razón que desconocía los guardianes no pudieron salir de él, un hechizo fue lanzado y los dos seres se vieron impotentes, sin poder salir del libro, encerrados en él pero conscientes a su vez.

En el instante que eso sucedió, su conciencia sobre lo que Yukito hacía fue despierta, desde el principio pudo ver lo que había sucedido a su alrededor. Como este hombre se había convertido en profesor, su relación con los alumnos y la sensación de que un extraño poder vagaba por el mundo, que se desplazaba de un lugar a otro hasta que un día llegó alguien, una chica, un nueva alumna bajo la tutela de Yukito, una chica que le resultó extrañamente familiar e inquietantemente solitaria, de mirada perdida y sonrisa melancólica, una muchacha en la que halló una fuerza diferente a ninguna persona que hubiera conocido… o a ningún hechicero.

Mirando a sus lados tuvo pleno conocimiento que lo que Yukito había temido era ciertamente acertado pero había sido un sentimiento demasiado fuerte como para que fuera el que realmente sentía. Esto no podía ser otra cosa que el poder de las cards.

- "Aquí no podemos hacer nada"- Argumentó el ser alado. Miró al chino un tanto cauteloso- "Nos vamos"- Hui le miró con algo de sorpresa- "A no ser que desees quedarte"- Dijo sin importarle realmente la contestación del chino. A Yue solo le habían creado para preocuparse por una única persona, la persona que cuidaría de él, Kerberos y las cards y esa persona no era él.

- "¿Pero vamos a dejarlos así?"- Hui se acercó al guardián al notar que la gente a su alrededor se empezaba a agolpar sobre ellos. En sus ojos había un brillo extraño, un brillo malintencionado.

- "En mi no está el poder salvarles de la influencia de esas cards negras, solo hay una persona que pueda hacer eso y solo esa persona puede capturar las cards y sellarlas"- Dijo Yue buen sabedor de lo que decía.

- "Entonces vayámonos"- Hui sin pensárselo dos veces. Si ese ser no podía derrotar las cards era seguro que no podría. Se agarró de Yue sin dudarlo y este ni contento y descontento le agarró y desplegó sus alas, sin embargo los otros jóvenes no se abstuvieron de impedirles la salida y dejarles tan tranquilamente. Se abalanzaron sobre ellos con todo su peso y en el momento en que esto sucedía una extraña barrera se levantó verticalmente desde el suelo hasta el infinito cielo. Hui creyó que Yue fue el que efectuó esto, pero el guardián miró hacia lo alto, hacia las nubes y halló que sobre sus cabezas se hallaba alguien, la persona que realizó esta labor. Yue, con Hui en sus brazos, llegó hasta la altura del otro ser alado y se encontró cara a cara con una versión parecida a él, un austero ángel alado pero con rasgos más femeninos que los suyos.

- "Tú eres la guardiana de la Cazadora, Tiang Kong"- La guardiana deshizo el cristal que había aparecido en su mano y alzó la mirada hacia Yue, los dos tenían una expresión serena y adusta.

- "Y tú eres el guardián de las Sakura Cards, Yue"- Ninguno iba a ceder en esa batalla de quien era el ser más calmado y frío, los dos permanecieron callados hasta que Hui interrumpió el silencio acaecido solo interrumpido por las miradas de los dos guardianes.

- "Siento interrumpir, ¿pero qué haremos ahora?"- La guardiana movió la cabeza para fijarse por primera vez en el joven que llevaba Yue en sus brazos.

- "Esperar"- Dijo simplemente. Yue también estaba extrañado por la respuesta como Hui, pero a diferencia de él, supo como guardarse cualquier síntoma de asombroso o extrañeza para sí mismo.

- "¿A qué o quién?"- Preguntó Hui viendo como abajo, el ser que antes se había desdoblado en dos, volvía a juntarse para unirse en uno solo.

Era un personaje de piel blanca y ropajes tenebrosamente oscuros, de aspecto femenino cabía destacar. En un instante apareció en medio de la gente dominada un espejo, un gran espejo, un brillo bajo él, un círculo de luz bajo él. Hui no supo cuando apareció ese espejo, pero fue tan repentino que era casi increíble. Los tres en el cielo vieron como de un lado del espejo salía una mano, y como lentamente esa mano iba siendo seguida de un brazo y el resto del cuerpo. La persona iba saliendo lentamente de ahí estaba siendo seguida por un gran animal, parecido a un león pero sin su melena. Hui pudo comprobar cuando el animal alzó la cabeza que sus ojos eran dorados, estaban a una considerable altura pero pudo ver el brillo dorado como el oro en esa mirada felina. Ese no podía ser más que el otro guardián, Kerberos fue la conclusión a la que llegó Hui. Sin embargo desde la posición en que se encontraban no pudo ver bien el rostro de la persona que había salido antes que el guardián, pero podía apostar y es más, apostaba que era una mujer. La joven alzó la mano, la oyó gritar algo y en su mano empezó a flotar algo el cual fue rodeado de un fuerte viento arremolinándose a su alrededor, hasta que finalmente se formó una vara larga.

La vara era extremadamente larga, que la superaba en una longitud de medio cuerpo más, en la punta del báculo había una estrella, una estrella dorada de cinco puntas, la cual tenía a los lados un par de alas, por lo demás no pudo percibir más detalles, excepto que el color del resto de la vara era rosa. El joven levantó al cabeza para terminar con una mirada seria y curiosa.

- "¿Quién es ella?"- Los dos seres alados se miraron mutuamente y después desviaron su mirada hacia el joven. Sus rostros eran enigmas andantes.

- "La auténtica Cazadora"- Fue la respuesta llegada de Tiang Kong.

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Los chicos estaban imposibilitados, les sería imposible en esas condiciones el poder atacar a esas cards, simplemente era imposible. Paul estaba mudo, Andrew estaba ciego, Alex sordo y Touya carecía de tacto. A cada uno se le había arrebatado uno de sus sentidos, cada uno estaba indefenso y en su conjunto estaban desamparados. Aún así el mayor problema no era si podían utilizar sus poderes o no en esas condiciones, sino si podrían llegar a comunicarse para poder llegar a un acuerdo de cómo atacar.

Touya miró su herida, aparentemente no había sido excesivamente grave, al menos no sentía dolor, pues no sentía nada, pero con ello tampoco podría saber, cuando le atacaran, si sería capaz de eludir un golpe sin ser tocado, pues era claro que cuando le golpearan ni podría sentirlo y si le hicieran un golpe mortal, lo más seguro es que ni notara el soplido del aire sobre su piel herida y moriría por la gravedad de la herida. También tenía la desventaja de que cualquier cosa que tocara, le era imposible sentirla y si podía coger un arma para defenderse no sentiría si realmente la estaba cogiendo con firmeza o no.

Los otros tres jóvenes se prepararon para enfrentar a los cuatro guerreros delante de ellos, pero sin el más asomo de idea de cómo combatirles. Touya carecía de poderes de combate y no podría ser de gran ayuda en ese punto. Paul sin voz no podía conjurar sus hechizos, Andrew sin vista no sabía hacia donde lanzarlos, el único capaz de atacar realmente de los cuatro era Alex y el solo no podría acabar con esos cuatro, era imposible.

Touya miró con cautela a los cuatro delante de él, ninguno se movió de su posición, ninguno dijo palabra alguna y en ese momento fue cuando notó que no estaban solos, desde una de las puertas del estadio pudo ver como se acercaba alguien más, Touya entrecerró más la mirada, no podía quejarse, al menos era una ayuda más al enorme problema.

Eriol entró corriendo al estadio con suma prisa. Iba acercándose a la luz del túnel atravesando la oscuridad para encontrarse con un panorama nubloso, tanto por el clima como por la situación. Debajo vio a 8 personas en total de pie, había otras tantas, pero que ya yacían tumbadas en el suelo. Se centró en esas 8 personas y notó y vio que cuatro de ellas no eran personas sino esas misteriosas cards. Eriol corrió hasta saltar la valla de las gradas y saltar hasta el suelo sin problemas. Corrió hacia sus compañeros y cuando llegó hasta ellos, se percató de algo diferente en ellos.

- "¿Has venido solo crío?"- Fue el recibimiento de Touya. Eriol solo sonrió, para desgracia del entrenador.

- "Siento ser tan poco para tu gusto pero tenemos otros problemas en mano"- Contestó el joven inglés. Se acercó a sus dos compañeros- "¿Estáis todos bien?"- Preguntó con algo más de seriedad pero sin borrar la sonrisa.

- "Depende de cómo definas bien. Ese…"- Dijo Señalando a Paul- "… Está ciego, el otro…"- Dijo señalando ahora a Andrew- "… Está mudo y Alexander está sordo y no son insultos, lo están literalmente hablando"- Eriol se puso delante de Paul y le pasó la mano por delante de los ojos, vio que Andrew quería explicarle algo, pero no le salía la voz por mucho que movía los labios, finalmente Andrew lo dejó por imposible al ver que no podía hablar. Eriol se dio la vuelta hacia Touya para preguntarle.

- "¿Cómo…?"- Antes de poder terminar la frase Touya le hizo una seña con la cabeza hacia las cuatro cards- "¿Y a ti no te han hecho nada?"- Dijo viendo que había explicado la carencia de sentidos de sus amigos pero que de él mismo no había dicho nada.

- "Si ahora me atropellara un autobús créeme que no sentiría nada en absoluto. ¿Ves este corte?"- Dijo señalando la herida- "Pues no siento nada en absoluto"- Eriol asintió con la cabeza asimilando el dato.

- "Esto es un problema muy serio"- Sonrió aún a pesar de lo que dijo.

- "Pues siento informarte que aquí el único que podría ayudarte es Alexander, claro, siempre que puedas decirle lo que quieras planear"- Dijo en un tono irónico. Alex por su parte no entendía que estaban diciendo pues solo veía los labios moverse, sin saber de que hablaban.

- "Eriol siento decir que Kinomoto tiene razón, no podemos ser de gran ayuda. Deberás arreglártelas solo"- Dijo Andrew. Eriol giró la cabeza para ver a las cuatro cards y sin dudarlo mucho más invocó a su báculo. El símbolo de Clow apareció bajo sus pies y su báculo de forma de sol se formó en sus manos. No había más opción, sino luchaba ahora, quien sabría lo que sucedería después.

- "Siempre me ha gustado apostar fuerte y hoy no voy a ser menos"- Dijo con una sonrisa e inmediatamente se dispuso para el combate.

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Hui miraba con mucho interés el combate que abajo había comenzado. La joven estaba luchando contra los estudiantes que estaban siendo controlados, en un momento que la muchacha pudo deshacerse de su presión sobre ella sacó una card y había oído como gritaba 'Sleep'. Todos los jóvenes a su lado cayeron al suelo desplomados, invadiéndoles enseguida un repentino y pesado cansancio que les hizo caer en un profundo sopor. La joven se guardó la card de nuevo y levantó la cabeza hacia lo que tenía delante. El ser de piel pálida y ropajes oscuros se mantuvo exento durante todo el combate. Ahora que ya no tenía a quien dominar tenía que atacar, o eso era lo que Hui pensaba.

- "Finalmente…"- Hui levantó la cabeza hacia el ángel de especto femenino- "… Se digna a aparecer"- El chino volvió a bajar la cabeza y allí vio como detrás del león y la muchacha apareció otro ser parecido al ser de piel clara que estaban enfrentando. La vio mover la cabeza para mirar, pero no hizo ademán de que fuera demasiado importante, simplemente se volvió y la oyó murmurar algo.

- "¿Qué estará diciendo?"- Se preguntó el joven en voz alta.

- "Lo que diga no tiene importancia, lo que debe de importar es lo que haga"- Dijo el guardián de ojos plateados.

- "¿Y qué son esos seres?"- Dijo mirando a ambos ángeles.

- "Son unas cards oscuras, con casi igual o más antigüedad que la vida misma"- Dijo Tiang Kong.

- "¿Y a qué se debe su aparición?"- Yue levantó su rostro también intrigado por la respuesta.

- "La aparición de las cards en este tiempo ya estaba marcado por el destino hace mucho tiempo, pero… la verdad es que esto se debe a mi creadora"- Yue levantó las cejas algo… ¿enfadado? ¿indignación?

- "¿Y por qué hizo una cosa así?"- Preguntó ahora Hui, demostrando la ira que Yue no mostraba.

- "Mi creadora vio un futuro, un futuro en el que ella no influiría y en él vio un gran desastre, un gran desastre que se podría haber evitado, pero que por circunstancias de la vida se produjo irremediablemente. Ella deseó dar una oportunidad al futuro, cambiándolo. Por ello planeó su propia muerte, decidió cambiar algunos detalles del futuro para su propósito y creo otros para así poder moldearlo"

- "¿Y por ello las cards se liberaron? ¿Todo fue planeado de antemano por tu creadora? ¿Incluso su propia muerte?"- Dijo Yue con su siempre voz impasible.

- "No y sí. Mi creadora cambió detalles de su vida y la siguiente vida que seguía a la suya, se ocupó de sus descendientes, de los descendientes de otros seres cercanos a ella, pero no supo si eso que había planeado realmente acabaría como ella esperaba. Su propia muerte era inevitable, fuera como fuese que la cambiase siempre terminaba con el mismo final, con el fin de su propia existencia y por ello su propia muerte no fue evitada sino encauzada de una manera que pudiera cambiar el destino del futuro. Una vez mi creadora me dijo que un futuro podía ser visto, pero no el futuro que debía ocurrir era el que siempre se podía ver. El futuro varía según muchos factores, un mínimo cambio de decisión puede afectar al futuro de muchas personas y ella decidió arriesgarse para que el futuro que ella vio no se realizara jamás"- Miró abajo donde la joven luchaba contra las dos cards. Pronto atacarían con sus verdaderas fuerzas, con sus auténticos poderes- "Dejó su propia muerte zanjada, sin ningún cabo suelto. Lo dejó todo arreglado para después de su defunción y hechizó el libro en el que estábamos nosotras selladas para que cuando se abriera el sello que estaba sobre las cards oscuras se rompiera en el momento en que nosotras fuéramos despertadas"- Hui tenía una mirada muy ceñuda.

- "¿Por qué?"- Preguntó el subcapitán del equipo chino.

- "Sabía quien sería la elegida para derrotar a las cards, sabía que con nuestro apoyo sería capaz de capturar las cards, sabía que en el momento en que nosotras despertáramos su entrenamiento comenzaría, que las cards buscarían a quien dominar y que al darla la misma señal de partida las cards y la elegida, tendría una oportunidad de capturarlas, pues su poder no despertaría del todo hasta que por fin llegara el día donde las tinieblas serían eternas"- Se paró un momento y después prosiguió- "Sabía que solo ella sería capaz de abrir el libro"

- "¿Entonces ya sabía que esta lucha se efectuaría de esta manera?"

- "No. Solo lo preparó todo, para que tuvieran el mismo tiempo y las mismas oportunidades, para que en las mismas condiciones se decidiera quien sería vencedor, si ella o las cards. Pero hubo una cosa que jamás supo con absoluta certeza"

- "¿Cuál?"- Preguntó Hui.

- "Si al final, ella aceptaría"- Los dos hombres no entendieron que quiso decir con ello. Los tres miraron abajo- "Ya van a desplegar sus poderes"- Dijo mirando ambas cards- "Estas cards no fueron creadas exactamente para la lucha"

- "¿Sabes de que cards se tratan?"- Preguntó Yue.

- "Sí. 'The Pain' y 'The Fear'"- Hui comprendió el inglés sin dificultades.

- "¿El dolor? ¿y el miedo?"

- "'The Fear' es una card que te ataca utilizando tus mayores temores más intensamente en contra tuya. Además no solo ataca con tu mayor temor sino con varios a la vez, para que así no puedas recuperarte rápida o fácilmente. 'The Pain' por sí sola hace que un dolor mental o un dolor físico se agrave hasta acabar con tu existencia, eso es debido al intenso malestar que sienten como por el agotamiento que es el enfrentar un dolor tan duro. Todo ello acaba matando a la persona poseída. Sin embardo en conjunto con la card 'The Fear' hace que tu sufrimiento por ese miedo se intensifique de tal manera, que tu dolor sea insoportable hasta el punto de querer acabar con tu propia existencia, te hace sentir dolor físico del dolor mental en el que te ves visto y es tanta la presión y el dolor que es insoportable. Nadie ha podido salir vivo del sortilegio de ambas cards, es muy penetrante el dolor y el ser humano demasiado débil para enfrentarlo"- La explicación de la guardiana parecía tan simple y sin la más mera importancia que daba miedo pensar lo poco que le importaba todo aquello o al menos daba a entender que no le concernía mucho lo que ocurriera.

- "¿Y ese es el poder que tiene sumido a todos en el edificio?"- Preguntó Hui con un encogimiento de estómago, no le tenía miedo a ese ángel pero la cuestión era que las vibraciones que se sentían de ella no eran muy positivas o al menos no demasiado agradables.

- "Sí, lo cual es increíble, por lo general prefieren el ataque individual, no uno general, que hayan hecho esto no es buena señal, ninguna en absoluto"- La voz inalterada de la guardiana era alarmante, pensar que corría tanta sangre fría en un ser así era… poco consolador.

- "¿Y eso que indica?"- Preguntó Yue. Otro ser que hacía que su corazón se parara de frío.

- "Que el tiempo se agota"- Dijo levantando la cabeza y mirando al guardián de las Sakura Cards.

- "¿El tiempo? ¿Para qué?"- Preguntó el futbolista que estaba en brazos de Yue.

- "El tiempo para que el destino cierre al fin su camino. La hora en que por fin la última card aparezca. Cuando la profecía que lanzó mi creadora se cumpla al fin"- Dijo ceñuda.

- "¿Y cuál es esa profecía?"- Dijo Liu teniendo conocimiento al fin de la antigüedad del problema en el que se hallaba él y todos en ese momento.

- "Las palabras de mi creadora fueron claras"- La guardiana cerró los ojos y recitó las primeras líneas.

Noche tras noche, día tras día,
solo oscuridad verás,
solo negro algodón observarás,
lágrimas del cielo te empaparán.

12 Damas aparecerán,
7 pecados cometerás
y en la penúltima noche
de sangre a la luna teñirán
lo que dará comienzo al final.

- "¿Esa fue la profecía de tu creadora?"- Preguntó Yue con un sentimiento de un vago recuerdo, como si ya hubiera oído antes esas palabras.

- "Sí. Y ahí abajo están dos de las doce damas"- Abajo la batalla seguía siendo difícil y casi cruenta, no había piedad en las dos criaturas de la oscuridad.

- "¿Por qué damas?"- Dijo Hui curioso ante el hecho de que todas las cards fueran declaradas damas- "¿Todas esas cards son representaciones femeninas?"

- "Sí. El hecho de que todas sean representaciones femeninas no es una simple casualidad. La razón es el sentido de superioridad de los hombres en épocas pasadas e incluso hoy día. Los dioses comprobaron que se infravaloraba a las criaturas femeninas de la especie humana y utilizaron eso para la creación de la forma física de las cards. En esa época donde las mujeres estaban siempre encadenadas con un hombre. Las pocas que adquirían poder para derrotar a un varón jamás se levantaban en contra de él y si lo hacían siempre lo hacían tras las sombras, sin la cantidad necesaria de destrucción que eso conllevaría, sin un gran número de víctimas. En general, durante esa época las mujeres siempre eran leales a los suyos, calladas, dirigidas bajo las normas de la sociedad, eran seres fáciles de dominar gracias a las reglas impuestas en su contra"- Dijo mirando de soslayo a los dos que estaban a su lado- "En definitiva. Los hombres eran más fáciles de tentar, más ambiciosos y con más poder y libertad, a diferencia de las mujeres. Por ello… las figuras eran femeninas, pero eso solo se determinó unos años más adelante de la creación de las cards. Antes de ello carecían de cualquier forma física"- Su mirada siempre intransigente, de una dureza asombrosa.

- "¿Y cómo consiguieron liberar las cards?"- Preguntó indignado Hui. Toda la situación era absurda.

- "Su guardiana dejó de protegerlas"- Dijo Yue esta vez, aunque sin saber como pudo saber ese dato. Tiang Kong desvió un poco sus ojos para mirarle y una pequeña sonrisa con cierto deje de ironía marcado en sus labios se mostró en su rostro. Ella sabía algo que el guardián de la luna desconocía.

- "¡¿Y tenemos que pagar por el error de esa guardiana?!"- La voz de Hui se alzó más de lo debido y desde abajo se hizo notar. Las cards levantaron la cabeza al oír el grito, se miraron e inmediatamente dejaron a la mujer con la que estaban luchando y se elevaron al cielo.

- "¡Insensato!"- Oyó gritar desde abajo. Las dos cards volaron como rayos hacia ellos hasta llegar a la altura de los dos guardianes y el joven. Sin pensarlo un segundo se dispusieron a atacar, pero un escudo impidió que los ataques llegaran a su destino, les protegió férreamente impidiéndoles hacerles el más mínimo daño- "¡Shield!"- Fue el grito que oyeron antes de que el escudo se formara. Las dos cards quedaron en su posición después del ataque, miraron hacia abajo- "¡Fly!"- Y desde la posición en la que se hallaban vieron como desde abajo se alzaba la joven con unas alas a su espalda.

- "Yue"- El guardián de ojos plateados miró al animal que había pronunciado su nombre. El animal mágico había llegado antes que la joven y estaba ahora junto a ellos- "Tiempo sin vernos ¿verdad?"- El ángel no dijo palabra alguna- "Siempre tan sociable"- Se mofó el felino. La mujer alcanzó su altura hasta hallarse a su lado y con su vara llamó a otra card.

- "¡Firey!"- Gritó con fuerza y de su báculo salió una gran llamarada de fuego que hizo desplazar a las dos cards para no ser alcanzadas.

- "¿Estáis bien?"- Preguntó el león acercándose a los tres. Tiang Kong asintió con la cabeza, Yue no hizo ningún gesto y Hui también afirmó. Kerberos miró al chico y se puso ceñudo- "Chaval, eres muy ruidoso ¿lo sabías? Ya le estaba costando que solamente se centraran en ella y vas tú, mocoso, y la fastidias"- Dijo Kero con disgusto- "Era lo que me faltaba, otro mocoso chino"- Murmuró esto para sí mismo.

- "Kero…"- Hui levantó la cabeza y miró a la joven, aún con el ceño pronunciado ante el comentario de Kerberos. La joven que estaba ante él tenía el pelo corto, hasta los hombros, ligeramente ondulado y de un color castaño claro, a los lados de su rostro había dos mechones largos que enmarcaban su cara. Su rostro era de un color pálido, boca pequeña pero lo que más le llamó fueron sus ojos. Dos penetrantes ojos del color de las esmeraldas.

- "¿Podrás sellarlas?"- Preguntó Tiang Kong sin cambiar su pasividad.

- "¿Tengo más opciones?"- La joven giró la cabeza al ver que las dos cards avanzaban hacia ellos nuevamente- "Será mejor que os vayáis, ahora mismo hay personas que necesitan más ayuda que yo"- Kero la miró mostrando su disgusto con un ceño- "No pasará nada"- Sonrió la chica. Hui no comprendía como podía estar tan segura y además sonreír en una situación como esa. No era momentos para despedidas cariñosas o sonrisas alentadoras, solo debían luchar y lo mejor que pudieran. Las sonrisas sobraban.

- "Aunque nos vayamos no seremos de gran ayuda"- Dijo Kero un tanto cabezota.

- "No podréis sellarles, pero si ganar tiempo hasta que yo pueda llegar con vosotros. Ellos están en peligro, lo siento"- Dijo llevándose la mano al corazón. No le entusiasmaba la idea de dejarla sola pero había que ceñirse a la realidad. Y esa realidad era que allí no serían útiles y yendo hacia los otros dos lugares, quizá ganaran el tiempo suficiente hasta que ella llegara y así poder sellar las cards.

- "Nos vamos"- Dijo Yue cortando las quejas de su compañero. Había captado la idea desde el principio y aunque tal vez no le gustara tanto o más que a Kero no iba a decir nada en contra del razonamiento de la chica. No dudó y empezó a dirigirse hacia donde sentía esas otras presencias frías y oscuras.

- "Ve con cuidado"- Fueron las palabras de Tiang Kong. La guardiana se acercó a la joven y acercó sus labios a su rostro dejando un pequeño beso sobre su frente. La chica de ojos verdes sonrió. Hui se sorprendió ante el gesto de la guardiana, cuando la besó en sus ojos habían cierta calidez- "Ya falta poco"- Susurró antes de marcharse. La joven se dio la vuelta cuando les vio desaparecer en el cielo y vio a las dos cards delante de ella.

- "Ahora estamos solo nosotras"- Dijo metiendo la mano en una bolsita donde sacó una esfera, una esfera de cristal con unas nubes en su interior, era muy hermosa. Se quedó con la mirada fija en el objeto y cerró su puño sobre ella. Con un movimiento rápido metió la esfera en un hueco que había en lo alto del báculo, debajo de la estrella, donde se unía el palo con el ornamento de arriba. Una de las cards la atacó y la joven respondió ante su ataque, llamó a Sword y atravesó con el filo a la card, se quedó sorprendida ante eso. Era como si…

- "Ya falta poco"- Dijo las mismas palabras que antes había empleado Tiang Kong. Se separó de la card y miró en sus ojos, vio que la card se desvanecía para así transformarse en una card nuevamente. La joven levantó la cabeza y miró a la compañera.

- "¿Por qué…?"- No le salían las palabras, ese comportamiento no era normal en absoluto.

- "Aquí es donde nosotras terminamos y donde ella comienza"- Dijo la card. La joven no entendió el significado de esas palabras y no tuvo tiempo de pensar en nada, sin más discusión fue atacada, con saña y rapidez, pero… faltaba algo. Ahora no hallaría respuestas, debía terminar y sellarla, cogió una esfera más de la bolsita y la puso en el hueco destinado a ello en su espada.

- "¡Ahora te sellaré!"- Dijo levantándose contra la card. Alzó la espada y con toda la seguridad del mundo la ensartó en el cuerpo de la card- "Otra vez"- Pensó aturdida. Esta al igual que la anterior, tras una lucha tensa y cansada se había dejado sellar…- "¿Por qué?"- Preguntó en un murmullo.

- "Aquí es donde nosotras terminamos y donde ella empieza"- La card fue sellada, convirtiéndose en polvo y luz hasta volver a su forma original, su forma de card. La joven sostuvo en su mano las dos cards y las miró con asombro y preocupación.

- "¿Empezar el qué?"- Esa era la pregunta que quería que le respondieran. Con la simpleza de un solo estoque las había sellado, demasiado fácil, demasiado sencillo para ser real, algo había pasado pero no sabía el qué- "¿Empezar el qué?"

N. de A.: SORRY!!!!!!!!!!!!!!!! No tengo palabras para disculparme, es tal la vergüenza que tengo, es la primera vez que me tardo tantísimo, una de las razones es que cada vez me cuesta más seguir este fic, no porque no me guste o por falta de ideas, sino que no me llega a convencer la forma de seguirlo, he pensado escenas y escenas y he borrado otras tantas. De verdad, PERDÓNENME, sé que estas tardanzas hacen perder el hilo de la historia y es cansado esperar tanto tiempo, intentaré que no vuelva a suceder. Muchas gracias por vuestro apoyo, pero muchas, muchas gracias. Debo añadir que este fic lo tenía preparado desde la semana pasada pero me faltaba corregir faltas y pulir detalles y quedé sin conexión durante unos días y no pude subirlo.

Esta historia ya me está haciendo un lío, pero q es todo esto?? Kero y Yue?? Y dónde anda Nakuru y Spi?? No habían llegado?? Dios!!!! Y esas cards??? Por qué se dejaron sellar?? Q pasará con todos? A estas alturas mucha gente debe de haber descubierto algo muy importante relacionado con Hua, si lo saben no se lo digan a nadie, no estropeen la sorpresa, pero no confirmo nada, yo como los famosos y los políticos: 'Sin cometarios por favor' (Kassy se pone las gafas de sol y se esconde tras las sombras del anonimato)

Aps!!! Cierta personilla, una demonio de nombre Sakkuri, me pediste algo, que tu y yo sabemos, no te preocupes que no me he olvidado, lo pondré, pero cuando????? Jejeje… eso se verá en el futuro.

Para cualquier cosa ya saben donde localizarme, que no lo saben?????? Pues prueben con eternal_phoenix_light@yahoo.es