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Notas Iniciales: ¡Hola!, pues este capítulo lo escribí hace varios días, exactamente el 17 de junio, pero con la rebeldía de Fanfiction.net no había podido publicarlo. Espero les guste, aquí las cosas se pondrán interesantes, porque poco a poco estoy desarrollando la complicada trama.
Bueno, sin más los dejo con este episodio. PUBLICADO EN AGOSTO DEL 2002.
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MEMORIAS borradas.
Capítulo 6 **Mundo que ya no es **
Y entre el ir y venir de un lado para otro, las ojeras se hicieron presentes en su exhausto rostro.
Cody no vio a Yuriko en la habitación del hospital. Se había cancelado la junta donde hablarían de esos raros sucesos que estaban aconteciendo; y entonces él, sin poder evitarlo, fue caminando, como imán, hacia el sanatorio... pero su hija no estaba y su esposa jamás volvería a escucharlo. Vio a Hiromi a través del cristal, respiró sobre el vidrio y materializó su dióxido de carbono, alzó su dedo hacia donde se había opacado la transparente pared, y dibujó, aunque no supo qué.
Era una zona privada del hospital, en ella yacían todos aquellos pacientes con futuro incierto. La mujer que amaba no reaccionaba, parecía un vegetal, y él no podía ayudarla. Hida no se podía quitar de la mente dos pensamientos: Uno era que amaba a su esposa y otro que vengaría a quien se había atrevido a poseerla.
Escuchó pasos, ¿Quién podría ser?, ¿Joe Kido?, si era así, le rogaría que lo dejara estar más tiempo ahí, para verla, como si fuera un maniquí de escaparate. El caminar del extraño cesó, Iori volteó por educación. Fue una sorpresa hallar a Yuri.
- Papá... - susurró la niña, como si fuera un milagro. Sonrió con tristeza y corrió hacia aquellos brazos que la protegerían.
El abogado la vio venir y abrió no sólo sus extremidades, sino su corazón. Lamentó haber dejado a su pequeña sola y se espantó de verla tan diferente; Yuri no era la misma niña, en primer lugar su larga melena café oscuro se había reducido a la mitad. ¿Cómo era que se había cortado el cabello?. Las puntas le rozaban los hombros, era como si por cada trozo de pelo perdido, hubiera corrido una lágrima de angustia. Debió estar al borde de un colapso como para decidir acabar con su peluca natural, pero el padre se censuró y decidió no preguntar... no ahora.
- No te preocupes, Yuri. Estoy aquí, no me volveré a ir.
La chica lo apretó más fuerte, hasta asfixiarlo un poco, pedía amor en silencio. Ella sola sacó a relucir el corte de cabellera.
- Me lo corté - dijo tocándose los restos del lacio cabello - ¿No te enojas?... pensé que quizá, si me desprendía de él y lo sacrificaba, sucedería algo bueno. ¿Has escuchado que si te deshaces de lo que más te gusta de tu persona y lo ofreces, se te cumple un deseo?
- Sí.
- Pues a mí me ha resultado... me han devuelto a mi padre.
Ya no volvieron ha hablar. La niña se puso a llorar como nunca antes, oyéndose sus sollozos en el eco de la clínica.
No pudieron mencionar a Hiromi, ella estaba frente a ellos, y lo reitero: aún así no los sentía.
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La reunión entre antiguos elegidos se había cancelado por una llamada telefónica que recibió Ken. Doguen Kido le avisaba que el pequeño Zetaro Ichijouji, su hijo intermedio, había sido golpeado por el demente novio de Kurumi. Lógicamente el ambiente se tensó, y los Ichijouji salieron disparados a prestarle ayuda a sus vástagos. Miyako partió al hospital, seguido por algunos. Ken pretendió ir a buscar a su hija mayor, no permitiría que ese vándalo le hiciera algo, también lo acompañaron otros tantos.
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- Gracias, gracias Jyou, ¿qué haría yo sin ti? - exclamó Miyako, moviéndole en señal de agradecimiento, las manos al doctor de arriba hacia abajo con mucha energía.
- Tranquila, para eso estamos los amigos. Además, me especializo en el cuidado infantil, ya lo sabes.
- ¿Cómo está?. ¿Es grave?. ¡Oh, Dios!, ¿Puedo verlo?, ¡Mi pobrecito Zet!... pero en cuanto Ken halle a ese delincuente juvenil lo hará pagar caro, ¡Lo meterá tras las rejas!
- ... - Jyou se quedó sin palabras al ver a la madre tan "maniática", ¡Bah!, era comprensible, él y Jun harían lo mismo por Doguen. Aprovechó la pausa que hizo la mujer para pensar en lo que diría: - Zetaro está bien. Ningún hueso roto y...
- ¡Faltaba nomás que ese tal Matsuo le hubiera roto alguno! - renegó interrumpiendo, Joe sonrió y prosiguió:
- Nada más tiene unas marcas en el cuello, con las manos le hicieron un poco de presión y le atascaron las uñas. Pero cálmate, no pongas esa cara, ya te dije que está bien, sólo son arañazos.
- ¿Arañazos?, ¡Ese bestia!, usó una táctica de chicas... ni pelear sabe el inepto.
- Eh... Miyako, ¿Me dejas terminar?
- Ah, claro, nada más opinaba.
- Como te iba diciendo, está en excelentes condiciones; lo único que me preocupa es una fiebre que no tiene razón de ser, por ello le he mandado ha hacer unos análisis.
- ¿No es de alarmarse?
- No creo, el niño está muy fuerte, ¿Por qué no pasas a verlo?, seguro que no tardará en despertar.
- Bueno, entonces no te quito más tiempo. Sé que hoy tenías el día libre de trabajo... y yo que te hice laborar con mis histerias.
- Pues ya sabes que se dice que el trabajo de un médico nunca acaba, además, fue un placer - se calló un momento, el hombre Kido se enrojeció un poco - ; pasa a ver a Zetaro, mientras iré a calmar a los chicos y de paso a sacarlos del hospital, o me meterán en problemas.
- Hai
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Yolei entró al cuarto. Una cortina separaba a Zet de una niña que dormía tranquila, pero sola. Por un momento la señora Ichijouji se preguntó porqué aquella criatura estaba tan abandonada pero esa cuestión se disolvió al llegar a su hijo.
Lo miró con preocupación, estaba algo pálido y todo el cuerpo le sudaba. La boca era lo único reseco y se veía azulosa. En el cuello tenía esas pequeñas heridas provocadas por uñas feroces que no han sido cortadas en mucho tiempo. Ella estaba orgullosa de Zetaro; era el niño ideal a sus ojos y jamás le había dado problemas, siempre era obediente, juicioso e inocente; aún expedía ternura como si fuera luz solar... lo amaba mucho.
Acarició la melena violeta, y súbitamente Zetaro abrió los ojos, como si fuera un robot. Lucía diferente, quizá hasta desafiante. Lo que sí notó la madre es que la miró con furia y algo de recelo.
- NO ME TOQUES - ordenó con una sequedad impresionante, hasta su voz sonó ronca.
Miyako alejó la mano muy consternada, muy confundida y muy dolida.
- ¿Zetty?, ¿Te sientes mal?
Su vástago ya no tenía esa chispa de carisma en sus ojos color zafiro, y su amena sonrisa ahora era una mueca chueca y de disgusto.
- Estábamos preocupados, tus amigos quieren verte.
- Yo no tengo amigos - corrigió Zetaro.
- No digas eso, Zetty, todos te queremos mucho; ¿Sabes?, Osen estaba muy angustiada.
- No me importa, no quiero ver a nadie... Ni siquiera a ti, ¿Qué esperas para marcharte? .
- Zetaro, entiendo que te sientas mal y estés deprimido, pero eso no te da derecho a hablarme así, ¿Comprendes?. No sé que te pasa, sólo te digo que no es momento para comenzar a ser grosero - reprendió Yolei, lo más firme que pudo, la verdad era que le temblaba la voz.
Zet la ignoró, algo nuevo y macabro crecía dentro de él, en su nuca estaba tatuado un código de barras que haría germinar la semilla de la oscuridad.
Entonces, miles de ideas lo empezaron a invadir. Se desesperó, debía plasmar esas imágenes que corrían por su mente como caballos desbocados.
- Papel. - dijo de pronto, en tono imperioso - Tráeme papel y un grafito, ¡O lo que sea!.
Se oía angustiadísimo, exasperado.
- ¡Tráelo inmediatamente, madre!
La esposa de Ken frunció el entrecejo, no entendía qué rayos pasaba. Al no ver respuesta por parte de su mamá, Zet trató de levantarse, con brusquedad jaló el suero y se sacó la senda.
- ¿Adónde crees que vas?
- Quiero papel - insistió, había palidecido más, a excepción de sus mejillas que brillaban al rojo carmesí.
Miyako lo presionó e intentó acostarlo.
- ¡Cálmate Zet! - regañó - Te traeré papel, pero quédate quieto, ¿Entiendes?, ¡quieto!, estás mal, ha de ser la fiebre. "¿Estará así por la influencia de algún medicamento?"
Totalmente temerosa y sin fuerzas para llorar, la mujer salió a buscar lo que su hijo le pedía.
- No quiero que me vuelva a tocar - susurró Zet, poseído por la maldad; su sonrisa era de hielo.
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- Entonces se encuentra bien, ¡Qué bueno!, ¿No te da gusto, Osen?
- Claro que sí, Taik - dijo la pelirroja Izumi, más tranquila - Gracias por la noticia, tío Jyou.
- Por nada, niños. - agregó el médico - Por cierto, Doguen, ya es hora de irnos a casa, mamá nos espera para cenar.
- ¿No vamos a poder ver a Zetaro?
- Mejor lo visitas en su casa, ¿Ok?, el hospital no es un lugar para que los niños estén, aparte, Zetaro saldrá hoy mismo.
"Es irónico oír eso" pensó Osen "Lo que quieren es tenerme encerrada aquí por los dichosos estudios médicos".
Los Kido se despidieron.
- Nosotros también nos vamos, May y Kotty.
- Pero mami, ¿Tenemos qué irnos tan rápido?
- Kotaro, debes obedecer a nuestra madre sin cuestionar, tus quejas enfadan, y mucho - dijo Mayumi Ishida - ¿Qué pasó con papá?
- Yamato fue a buscar a Kurumi junto con Taichi, Davis, Tk y Ken; es necesario que la encuentren, ya saben porqué - habló Izzy, que venía junto a Hikari. Ambos le hicieron una seña a Osen y la niña se acercó a ellos, sabía lo que pretendían, así que suspiró con resignación.
Kari tomó la mano de su sobrinita y comenzaron a caminar, Koushiro las siguió un poco más atrás.
- Me enteré de que suspendieron los exámenes - dijo la esposa de Tk, ella conocía y quería a Osen como si fuera su hija, no en vano había ayudado en la crianza. También le desconcertaba la actitud inmadura de la pequeña.
- Lo siento, tía Kari. - se adelantó Osen.
- ¿Qué sientes?
- Bueno, sé que todos saben que se suspendieron los estudios por mi culpa, porque me dieron miedo.
- A todos nos dan miedo ese tipo de cosas - trató de animar.
- Pero todos me juzgan, creen que porque ya lo he vivido antes es sencillo... la verdad es que no sentiré dolor provocado por causas artificiales y ajenas a mí, ¡no es justo!
- El dolor lo fabricamos nosotros mismos, nunca es ajeno, Osen-chan.
- No lo había visto de ese modo, sólo tomaba en cuenta que si me atosigaban con aparatos o medicinas causarían sufrimiento, aunque es cierto, yo lo crearé... si no tuviera sentimientos o fuera insensible al dolor, no crearía nada ¿verdad?
- Escucha, te queremos y por eso estamos tan preocupados.
- Lo sé, y entiendo que no puedo desviar mis responsabilidades eternamente, pero ¿tiene qué ser hoy?
- Mimi tiene que venir al ginecólogo esta semana, te haré la cita para ese día, ¿te parece?
La pelirroja asintió "Tendré que obedecer, aunque yo creo que no necesito más de cuidados médicos, ¡En serio!, me siento bien, ¿Por qué me tienen que causar dolor?"
Los chicos y adultos se alejaron del Hospital, consideraron que era mejor ver a Zet en casa de los Ichijouji, claro que no se imaginaban que el heredero de la bondad no quería verlos.
Osen sonrió, mientras subían a la auto-nave, le dijo a Taik.
- Qué bueno que Zet está bien, ha sido muy valiente al defender a su hermana.
- mmmm, te ves contenta... pero eso sí, ¡no te sonrojes!, o pensaré que te gusta Zetaro.
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Kurumi Ichijouji iba retrasada a su cita. Era muy común que su novio Matsuo llegara tarde, pero ella siempre era puntual.
Casi se había olvidado del extraño comportamiento de su hermano Zet, y trataba de sonreír mientras trotaba para estar a tiempo.
Su experiencia en romances era casi nula, y quizá por eso estaba muy ilusionada, e imaginaba en su mente imágenes de amor y besos; quería que su noviazgo fuera perfecto, y estaba cegada por la apariencia... lo veía guapo y creía que era bueno.
La ciudad no estaba alegre, y nubes grises amenazaban con llanto ácido; ese clima hacía resaltar más a la hermosa niña.
Su vestuario consistía en un overol corto y de falda color azul plomizo y una delgada blusa blanca. Su larga cabellera era adornada por un paliacate (como los que usaba Yolei en sus tiempos de infancia). Con leve maquillaje y ojos protegidos por antiparras iba la linda y coqueta Kurumi ha encontrarse con su patán de novio convenenciero que quería inducirla al mal (por así decirlo).
- ¡Ay, no!, por culpa de las infamias de Zet no llegaré a tiempo, ¿Por qué se comportaría así?, ¡Debió enloquecer!
Cruzó una avenida, faltaba poco para arribar al lugar acordado. Y cuando iba a mitad del cruce, una joven y masculina figura la rebasó corriendo a toda velocidad, Kurumi lo reconoció, era "su" Matsuo.
Le gritó, pero el susodicho la ignoró.
"¿Será que no me oyó?, ¡Tal vez lleva prisa porque cree que ya he llegado a la cita!.... UY, tengo que alcanzarlo" .
Fue tras él, gracias al cielo su novio iba perdiendo condición y disminuía el ritmo, seguía sin percatarse de que Kurumi lo seguía, en lo único en que pensaba era en huir de aquellos odiosos chiquillos y del demente hermano de "su chica". Se introdujo en un callejón sin salida que parecía ser su escondite, el lugar tenía forma de nido de ratas. Se recargó en la cochambrosa pared, y sonrió satisfecho, pues ahí nadie lo hallaría.
- ¡Matsuo! - exclamó Kurmi, entrando al oscuro lugar - ¿Qué sucede?, Este no es el lugar donde acordamos vernos.
El muchacho se exaltó de tal modo, que pareció dar un brinco al cielo.
- ¿Qué haces aquí, Kurumi?
- Pues te seguí, tenemos una cita, ¿recuerdas? - dijo algo molesta.
M. Minomoto la miró, era obvio que la pobre no sabía nada de lo acontecido con Zetaro, sonrió, se vengaría de ese odioso chamaco y además realizaría su plan inicial. De algún modo tenía que sacar su ira.
- Tienes razón, preciosa.
- Claro que tengo razón - reafirmó Kurumi, acercándose con una ingenua mirada. Lo jaló del brazo, con insistencia de chica dulce - ¡Anda!, iniciemos el paseo, ¿Qué te parece si rentamos un bote y remamos en el lago?, ¡Sería romántico a más no poder!, aunque mejor nada más remas tú, ¿no crees?.
Su pareja estaba lejos de escuchar esos planes. La atrajo hacia él y la aferró en su brazos con mucha fuerza, en seguida acercó su boca a la de ella, quería hechizarla y encantarla con ese falso beso para luego invitarla a drogarse.
La chica que heredó la Pureza de Yolei lo vio venir con temor, estaba muy cerca, demasiado. Tuvo miedo y desvió el toque de labios volteando la cara.
- No - dijo con voz cortada - Aquí no, no es apropiado, Matsuo-chan... sólo tengo 14 años y ¡NO!.
- ¡Pensé que harías cualquier cosa por mí!, pero mentiste, ni siquiera "puedes" besarme, ¿Es que eres infantil y te da miedo?, ¿No te atreves, bebita? - ofendió, sujetándola bruscamente de los hombros; el joven actuaba como si estuviera influenciado por algún alucinógeno.
- ¡Suéltame, me lastimas! - chilló una asustada Kurumi.
- ¿Y no me lastimó el mocoso de tu hermano?. Si él no me las pudo pagar, lo harás tú.
- ¿Hablas de Zetaro?, ¿Qué te pasa?, ¡Espero no te hayas atrevido a hacerle daño! - gritó, entre temor e iracundia.
El enfermo de Matsuo (porque no estaba muy bien de la cabeza, ne?) sacó de su pantalón polvos blancos y cigarros, Kurumi agrandó sus ojos color miel, era una sustancia tóxica, y lógico fue pensar que su novio estaba enrolado en cosas malas.
Miró atemorizada, no pudo ni hablar.
- Si me amas tanto, tendrás el "privilegio" de probarla gratis, ¿No te parece generoso de mi parte?
- ¡Estás loco! - repuso recuperando algo de valor - ¡No puedes obligarme!
Soltó el llanto, lo insultó, trató de zafarse, pero no pudo. En tanto, Matsuo acercó el papel con droga, su acción se suspendió.
- ¡Ya oíste, no puedes obligarla! - aseguró un recién llegado, lanzándole un puñetazo en la cara al adicto.
La droga destructiva cayó al suelo y fue pisoteada por Kyouske Motomiya, el "golpeador".
- ¡Niñito, no te metas en lo que no te importa! - renegó Minomoto, tocándose la mejilla.
- Resulta que me importa mucho, imbécil.
- ¡Kyo! - dijo Kurumi, muy agradecida. Corrió hacia su salvador, y lo abrazó, por suerte no vio que las mejillas del hijo de Davis se encendían.
- ¡Hey!, también estamos nosotros, **Los grandiosos tres Pardaillan**.
- Seiyuro, son "Los tres mosqueteros" .
- Toshiro, ya sabes que prefiero la novela de "Los Pardaillan" a "Los tres mosqueteros"
- _... como quieras.
Y para admiración de Kurumi, Toshi se lanzó hacia Matsuo y comenzó a pegarle con bastante enojo (acto impropio de un ser taciturno e impávido). Sei Takaishi hizo una reverencia graciosa ante Kurumi, y murmuró.
- Que luego Toshi no se queje de que no le dejamos tomar la iniciativa, ¿verdad, Kurumi-chan? - el rubio se unió a la acción - ¡Esto es por el pequeño Zet! - rugió, comenzando pegar duro.
- ¿A Zet?, ¿Qué fue lo que Matsuo le hizo a mi hermano?, por favor, Kyo, ¡Dime! - exigió la damisela en antiguos apuros, combinando su histeria con lágrimas que caían en el hombro de Kyosuke. - ¡Esto debe ser una pesadilla! .
La sombra de un adulto fornido y alto se vio en la entrada a la semi-callejuela, era Ken Ichijouji. Caminó hasta su hija y la observó un momento.
- ¿Estás bien? - cuestionó con preocupación notable, mientras le acariciaba las húmedas mejillas.
La niña asintió temblando y Ken le secó las lágrimas. El detective puso atención a la lucha, y con voz seria e imperiosa, ordenó:
- ¡Basta de peleas, Seiyuro y Toshiro!.
El canelo y el rubio cesaron la golpiza inmediatamente /eran menores que el contrincante, pero más numerosos y listos n_n/. Alzaron la vista, estaban algo golpeados.
- ¡Ah, tío Ken! - dijo Sei, sintiéndose héroe remplazado: - Es todo tuyo.
Matsuo Minomoto se acorraló en una esquina al ver a su "suegro" tan molesto, sintió un miedo supremo y las piernas le fallaron. Ichijouji se acercó lo suficiente y lo alzó de la ropa, se veía amenazante.
No sabía si golpearlo, escamarlo o insultarlo, al final se serenó un poco, no debía perder los estribos por un mocoso.
- Iremos a la Correccional de menores, ahí me comunicaré con tus padres - amenazó.
Tanteó la ropa del joven y halló droga, negó con más decepción todavía.
- ¡No ha sido culpa mía!, ¡Fue su hijo quien me provocó! - se defendió el cobarde, Ken nada más siguió mirándolo, como un juez parcial y seguro del veredicto.
Y mientras eso sucedía, la atmósfera se volvió inestable, hasta neblinosa. Sei, Kyo y Kurumi sintieron un vuelco en todo el cuerpo que les causó malestar, Toshiro agudizó sus sentidos, lo presentía, eran datos digitales.
- Creo... creo que se acercan.
- Yo también los siento, Toshi - afirmó Seiyuro.
Ambos comenzaron a ver con rapidez hacia todos lados, buscando esa esencia maligna.
- ¿Qué sucede, Kyo?, ¿Qué le sucede a esos dos?, ¿Por qué siento que todo pasa en cámara lenta? - interrogó Kurumi, aplastándose los cachetes.
- Eso es lo que quisiera saber.
El callejón se nubló, y chispas mágicas lo cubrieron, esos puntos multicolores que parecían mariposas, entraron al lúgubre sitio como ráfaga de viento. Con rapidez asombrosa viajaron hasta el cuerpo de Minamoto, y comenzaron a rotar, como si el joven fuera una estrella.
- ¡Ahí están! - dijo el heredero de la luz - ¡Sr. Ichijouji aléjese de ahí!
El bolsillo del pantalón de Seiyuro comenzó a brillar, esa luz la emitía era Aro Mágico de Gatomon; nadie notó ese raro fenómeno pues la escena al frente era más impactante.
El resplandor dorado alumbró a Matsuo, ahora todos pudieron ver cómo esas mariposas virtuales se metían en el adolescente, poseyéndolo. Ken lo soltó al sentirlo hervir, también había visto la acción de los polvos y estaba descontrolado.
El aspecto de Matsuo empeoró. Parecía un monstruo, no quedaba nada de su apuesto y arrogante rostro.
- ¡Niños, salgan de aquí! - mandó Ken, corriendo hacia la salida, sorpresa fue ver que la salida estaba bloqueada por una telaraña plateada aparecida de la nada.
- ¿Qué demonios es eso y quien tapó la salida? - preguntó Kyo.
- No sé, pero no la toques - dijo Ken - ¿Entendido?, no sabemos lo que puede ser.
- ¡Vamos a morir!, no creo que esto sea una broma de mal gusto.
- Hija, mantén la calma - rogó el papá.
"¿De dónde salió esa telaraña?... y esa niebla, ¡y más aún! ¿De dónde salieron esas luces que se metieron en el "mocoso"?". Escondió a Kurumi y Toshiro tras su cuerpo para protegerlos, Seiyuro y Kyosuke estaban a su lado, pretendiendo ser valientes.
- ¡Ken Ichijouji! - rugió el poseído - ¡He venido a matarte!
- ¿Quééé? - interrumpió la única chica presente - ¡Matsuo, entra en razón!
- No creo que en estos momentos sea Minomoto, Kurumi - dijo Sei.
- ¿Qué es lo que buscas?
- Te aniquilaré, así como apachurré a tu gusano verde y bondadoso, ¡Yo sí haré brillar las tinieblas!
- ¡Es como lo que dijo el árbitro a mi papá! - recordó Kyosuke - ¡Tenemos qué salir de aquí o cumplirá su amenaza!.
Ken estaba asustado, pero no se permitiría crear pánico, sólo se complicarían las cosas y ante todo, debía proteger a los niños.
- Cálmense, chicos.
- Papá, ¿Cómo quieres que me tranquilice? - lloró Kurumi - ¡Mi exnovio está poseído y nos quiere matar!... ¡¡Auxilio!!, ¡¡Necesitamos Ayuda!!.
Siguió gritando, corriendo hacia la telaraña.
- ¡Que no la toques! - ordenaron sus amigos, deteniéndola.
Matsuo se lanzó de un salto hacia Ken y lo tumbó bestialmente, luego comenzó a atacarle sin un ritmo aparente y con bastante enjundia.
- La única solución es ahuyentar a las mariposas malignas - dijo Toshiro, con los pelos de punta por los nervios.
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Taichi vio a Daisuke y lo saludó, ambos se acercaron al otro.
- Y bien, Tai, ¿Hallaste a alguien?
- Negativo, Davis.
- Yamato y Takeru siguen dando vueltas en el auto para ver si los ven, quizá Ken está exagerando, ¿No crees?
- Bueno, eso lo ignoro. Lo mejor será ayudarlo, Ichijouji cree que algo malo le puede pasar a su hija.
- Tienes razón, la solidaridad antes que nada, ¿verdad?
Yagami alzó la vista y bostezó, inesperadamente la imagen de una mujer pasó fugazmente por su pensamiento y provocó que se sonrojara. Luego bajó la cabeza para despistar y olvidarse de esa ilusión tan linda (aunque de todas formas el despistado de Daisuke no se dio cuenta de nada). Frente a él vio dos figuras, no eran humanas.
- ¿Qué demonios es eso?, mira, Daisuke.
Davis fijó su vista adonde Taichi apuntaba, abrió la boca de admiración y un revoltijo de nauseas lo atarantó.
Uno de los seres parecía una mezcla de araña con mujer, prevalecía en su cuerpo el color rojo y tenía ojos desorbitados y greñas blancas. El otro parecía un zombi-momia salido de ultratumba. Tras ellos había una telaraña color plata, y de ella resplandecían rayos y salía humo; era como si con esa "red" hubieran atrapado algo.
El asombro los confundió, dentro de sus mentes se prendía y apagaba un foco anteriormente fundido, ¡Era una bruma de incoherencias!, lo que sí es que Motomiya creyó haberlos visto antes.
Un grito agudo y femenino cesó sus "pensares", era una llamada de auxilio, y desgraciadamente conocían muy bien esa vocecita.
- ¡Es Kurumi, Taichi! - avisó Daisuke, moviendo su brazo enyesado.
Sin pensarlo mucho (más bien, sin pensarlo), corrió para ayudar, Taichi lo siguió igual de consternado.
La mujer araña se percató de la presencia de los dos antiguos líderes elegidos, le hizo una seña a su compañero.
- Mummymon, vienen Davis y los demás, es hora de irnos, ya hemos cumplido con el plan del amo.
- ¡Alto, cosas! - exigió Davis - ¿¡Cómo es que saben mi nombre!?
Taichi no perdió tiempo y se acercó a la telaraña que Arukerimon había tejido, vio entre un orificio la futura tragedia que se intentaba formar.
- Olvida eso, Daisuke - ordenó - Aquí adentro están todos, y peligran, ¡Debemos sacarlos!
-/Y dentro del callejón/-
- ¿Oyeron eso?, Es mi tío Tai - dijo Toshi.
- ¡Y mi papá!... Por favor, sáquennos de aquí, quieren matar al papá de Kurumi.
- Tranquilos, los rescataremos.
A Matsuo le salieron garras y desgarró la espalda de Ken, éste quiso contraatacar con un garrote de policía, pero el objeto salió volando... ya no traía más armas, pues estaban prohibidas en horas de descanso.
"No podemos esperar a que nos salven, al paso que va el ataque no tardarán en matar al tío Ken... quizá deba lanzarme a la espalda del poseído, como lo hice con papá... sí, eso haré" pensó Sei.
- Hay que noquearlo - dijo Toshiro - o descontrolarlo.
- ¡Ya sé!, ¡Ya sé cómo!- gritó Kurumi.
Se agachó al suelo y comenzó a recoger la blanca dorga.
- Entiendo, pero ¿cómo se la daremos?
- No se la daremos, Toshi-kun, se la echaré a los ojos y seguro le arderá.
- ¿Tú?, puede ser peligroso, ¡Eso lo haré yo! - se ofreció Kyo.
- Ustedes, que son tan buenos, lo sostendrán un momento, entonces yo le arrojaré la droga.
- De acuerdo - asintió Sei - me impresiona tu ingenio.
- Se trata de mi papá, Seiyuro - agregó ella, muy segura y orgullosa.
A la cuenta de tres los hombrecitos corrieron hacia Matsuo, trataron de sostenerlo, el poseído estaba más fiera que nunca.
- ¡Niños, aléjense! - rogó Ken.
Finalmente, y sin obedecer, lo atraparon, aunque era un esfuerzo enorme.
- ¡Ahora, Kurumi-chan! - mandó Toshiro.
La hija de Miyako y Ken se acercó presurosa y lanzó la droga hacia los ojos. Matsuo Minomoto gimió de dolor y con sus manos se protegió la cara.
Los chicos aún lo sostenían, Ken captó que era su momento de actuar y dejar inconsciente a la bestia humana.
Extrañamente el anillo mágico volvió a irradiar luz, esta vez Sei lo notó y lo sacó de su pantalón. Observó que el rayo iluminaba el sitio y cegaba a todos. Cuando eso sucedió, Toshiro sintió que algo salía de él, y tragó saliva esperando con duda lo que pasaría.
Hubo más gritos y el entorno se fue opacando. Matsuo estaba desmayado en el suelo, el aro ya no brillaba y el sitio había dejado la niebla atrás.
Kurumi se aferró a su papá. El trío de amigos miraron el Aro con admiración.
- La esencia maligna se fue - dijo el hijo de Kari - ¡El Aro nos salvó!.
La telaraña había perdido color y en seguida se partió en dos, para dar cabida a los antiguos portadores de valor.
- ¡Papá! - gritó Kyo.
- Quiten esas caras, estamos bien - animó Sei, al ver que Toshi corría a la protección del hermano de su madre.
Taichi se horrorizó.
- Esto es totalmente irreal, no puede estar pasando.
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- ¿Me estás diciendo la verdad, Izzy?
- Mimi, no tengo porqué mentirte, ya oíste a Hikari antes de que se llevara a Minagawa y Satoru
- Sí, ya lo sé... ¡Pobre Miyako!, ¿Seguro que Zetarito ya está mejor?
- Jyou dice que sí - dijo el esposo, mientras bebía café y comía galletas - Mañana llevaré a los niños a visitarlo, me daré un tiempo libre en el trabajo aprovechando que el proyecto está "estancado".
- Yo también iré, ya me cansé de estar en reposo.
- No. Recuerda que hace poco te llevé al partido de fútbol.
- No seas exagerado, a Billy no le pasará nada.
- ¿Billy?, Mimí, termina de una buena vez con este ridículo juego, no puedes cambiarle el nombre a Kosuke cada 10 minutos.
- ¿Kosuke?, mmm, prefiero Billy.
- No discutamos ahora - dijo el esposo.
El teléfono sonó y Mimi levantó el aparato.
- ¿Hola?, habla a casa de la familia Izumi (...) ¡Ah!, Hello Michael - saludó la mujer - (...) Sí, he estado muy bien, ¿Ben?, pues cada día más grande, deja y te comunico con él, ¿Se lo dirás hoy, verdad? (...), Entonces te deseo mucha, pero mucha suerte.
Mimi Tachikawa /apellido de soltera/ tapó la bocina y llamó a su primogénito.
- ¡Ben, llamada de papá!
Como un veloz antílope apareció el principito y contestó la llamada con ternura anormal. Koushiro miraba azorado, Ben nunca se mostraba dulce, pero cuando llamaba su padre natural, se le transformaba el carácter.
- Ohhh, Hi Daddy! (...) yes, I´m fine (...) I miss you (...) -sin poder evitarlo, el pelirrojo Izumi oía, en esa ocasión Benji le pareció un clon masculino de Mimi.
Inesperadamente las cejas de Ben se molestaron, cambiaron su expresión y nació la ira, ¿Qué cosa pudo haberle dicho Michael?
- What did you say? - interrogó incrédulo - Are you going to get married?, but, WHY? - exclamó preguntando, angustiado de pies a cabeza. Luego sonrió amargamente, buscando una salida - I Know, I know, this is a joke, isn´t it?
Pero no era una broma, Michael se iba a casar y se lo estaba diciendo a su hijo. Lo siguiente escuchado fueron injurias, gritos y maldiciones. A Ben le salieron las lágrimas y fuera de sí lanzó el teléfono hacia el infinito (que resultó ser un lugar finito: el sofá).
- ¡¿Cómo se atreve a llamarme para decirme eso?! - reclamó enojado.
- Benji, cálmate.
- ¡Uyyy, no me calles, mamá!, ¡tú sabías de la "dichosa" boda y no me dijiste!
- Era deber de tu padre; ¿Por qué te pones así?, él tiene derecho a rehacer su vida, así como yo lo he hecho.
- ¡Es muy diferente!, yo a ti te estoy vigilando... y además, te casaste con Koushiro... pero mi papá.... ¡JA!, debería no importarme - juzgó calmándose instantáneamente - Después de todo da lo mismo, ni papá ni tú se quisieron y no me crearon con amor.
Se retiró con indignación notable y se encerró en su habitación.
- Mi pobre Benji... - se lamentó Mimi, acariciando a su otro hijito a través de su piel.
Izzy besó a su esposa.
- No te preocupes, ya se le pasará.
- No es tan fácil; quizá deba hablar con él.
- Cuando se calme, ahora no es conveniente.
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Se abrió la puerta, al otro lado estaba Ken, se tambaleaba, pero Daisuke y Yamato lo ayudaron a estar de pie. Miyako esperaba a su esposo para buscar algo de consuelo, sin embargo, le había salido el tiro por la culata. Hacía apenas unas horas que había llegado del Hospital, y Zetaro se comportaba de manera inesperada (o la ignoraba o la agredía). El niño de 10 años no había dejado de siluetear y dibujar, estaba demasiado absorto en su misión como para hacer caso del mundo real.
Yolei creyó que la vista le fallaba. Davis y Matt sentaron a su herido marido en un sillón y le comentaron unas cosas que la mujer no entendió porque sentía que le faltaban fuerzas. Su hija se mantenía callada, censurando algo.
Los amigos se despidieron, Miyako agradeció la ayuda, aunque seguía sin comprender.
- ¿Qué pasó? - preguntó a Ken.
- ¿Cómo está Zet? - dijo sin responder.
- ¡No sé! - respondió la esposa.
La habitación de Zetaro estaba rodeada de dibujos con formas espeluznantes, eran fusiones de vampiros, animales, payasos, demonios, humanos, robots, y un sin número de seres. Dibujaba digimons con su lápiz, talvez no sabía que eran digital monsters, pero en su memoria pasaban imágenes tétricas que lo obligaban a recrear, diseñar y revivir a aquellos villanos de años atrás.
Era un génesis, la creación de un MUNDO QUE YA NO ES.
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Fin del capítulo.
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Notas Finales: Y bien, ¿Les entretuvo?, ¡Ojalá que sí!... al menos creo que fue emocionante el rescate de Kurumi ¿no?, ahora le tocó sufrir a los Ichijouji. Como sea espero que no los haya decepcionado, lo único que quiero es que esta secuela les guste tanto como el antecesor.
Sobre lo que dice Seiyuro de "Los tres grandiosos Pardaillan", lo puse para recordar a una de mis novelas favoritas ("Los Pardaillan" de Miguel Zévaco).
Puse unos diálogos en inglés porque Michael es de por allá, y Benji tiene raíces Americanas, aunque honestamente no me quebré mucho la cabeza (son frases muy sencillas, jeje).
Ya tengo escrito el siguiente episodio, estará muy interesante y quizá más cómico, se titula: **Cuatro aventureros y los Digital Monster**, después de ese capítulo las cosas se pondrán más "dark".
Por favor, no se olviden del comentario, con eso me ayudan mucho, no sólo me animan, sino que incitan a que mejore. Acepto quejas, sugerencias, críticas constructivas y claro que felicitaciones.
Y por supuesto: Este fic está dedicado con cariño a todas aquellas personas que leyeron Fusión Prohibida.
¡Hasta pronto y GRACIAS!
Notas Iniciales: ¡Hola!, pues este capítulo lo escribí hace varios días, exactamente el 17 de junio, pero con la rebeldía de Fanfiction.net no había podido publicarlo. Espero les guste, aquí las cosas se pondrán interesantes, porque poco a poco estoy desarrollando la complicada trama.
Bueno, sin más los dejo con este episodio. PUBLICADO EN AGOSTO DEL 2002.
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MEMORIAS borradas.
Capítulo 6 **Mundo que ya no es **
Y entre el ir y venir de un lado para otro, las ojeras se hicieron presentes en su exhausto rostro.
Cody no vio a Yuriko en la habitación del hospital. Se había cancelado la junta donde hablarían de esos raros sucesos que estaban aconteciendo; y entonces él, sin poder evitarlo, fue caminando, como imán, hacia el sanatorio... pero su hija no estaba y su esposa jamás volvería a escucharlo. Vio a Hiromi a través del cristal, respiró sobre el vidrio y materializó su dióxido de carbono, alzó su dedo hacia donde se había opacado la transparente pared, y dibujó, aunque no supo qué.
Era una zona privada del hospital, en ella yacían todos aquellos pacientes con futuro incierto. La mujer que amaba no reaccionaba, parecía un vegetal, y él no podía ayudarla. Hida no se podía quitar de la mente dos pensamientos: Uno era que amaba a su esposa y otro que vengaría a quien se había atrevido a poseerla.
Escuchó pasos, ¿Quién podría ser?, ¿Joe Kido?, si era así, le rogaría que lo dejara estar más tiempo ahí, para verla, como si fuera un maniquí de escaparate. El caminar del extraño cesó, Iori volteó por educación. Fue una sorpresa hallar a Yuri.
- Papá... - susurró la niña, como si fuera un milagro. Sonrió con tristeza y corrió hacia aquellos brazos que la protegerían.
El abogado la vio venir y abrió no sólo sus extremidades, sino su corazón. Lamentó haber dejado a su pequeña sola y se espantó de verla tan diferente; Yuri no era la misma niña, en primer lugar su larga melena café oscuro se había reducido a la mitad. ¿Cómo era que se había cortado el cabello?. Las puntas le rozaban los hombros, era como si por cada trozo de pelo perdido, hubiera corrido una lágrima de angustia. Debió estar al borde de un colapso como para decidir acabar con su peluca natural, pero el padre se censuró y decidió no preguntar... no ahora.
- No te preocupes, Yuri. Estoy aquí, no me volveré a ir.
La chica lo apretó más fuerte, hasta asfixiarlo un poco, pedía amor en silencio. Ella sola sacó a relucir el corte de cabellera.
- Me lo corté - dijo tocándose los restos del lacio cabello - ¿No te enojas?... pensé que quizá, si me desprendía de él y lo sacrificaba, sucedería algo bueno. ¿Has escuchado que si te deshaces de lo que más te gusta de tu persona y lo ofreces, se te cumple un deseo?
- Sí.
- Pues a mí me ha resultado... me han devuelto a mi padre.
Ya no volvieron ha hablar. La niña se puso a llorar como nunca antes, oyéndose sus sollozos en el eco de la clínica.
No pudieron mencionar a Hiromi, ella estaba frente a ellos, y lo reitero: aún así no los sentía.
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La reunión entre antiguos elegidos se había cancelado por una llamada telefónica que recibió Ken. Doguen Kido le avisaba que el pequeño Zetaro Ichijouji, su hijo intermedio, había sido golpeado por el demente novio de Kurumi. Lógicamente el ambiente se tensó, y los Ichijouji salieron disparados a prestarle ayuda a sus vástagos. Miyako partió al hospital, seguido por algunos. Ken pretendió ir a buscar a su hija mayor, no permitiría que ese vándalo le hiciera algo, también lo acompañaron otros tantos.
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- Gracias, gracias Jyou, ¿qué haría yo sin ti? - exclamó Miyako, moviéndole en señal de agradecimiento, las manos al doctor de arriba hacia abajo con mucha energía.
- Tranquila, para eso estamos los amigos. Además, me especializo en el cuidado infantil, ya lo sabes.
- ¿Cómo está?. ¿Es grave?. ¡Oh, Dios!, ¿Puedo verlo?, ¡Mi pobrecito Zet!... pero en cuanto Ken halle a ese delincuente juvenil lo hará pagar caro, ¡Lo meterá tras las rejas!
- ... - Jyou se quedó sin palabras al ver a la madre tan "maniática", ¡Bah!, era comprensible, él y Jun harían lo mismo por Doguen. Aprovechó la pausa que hizo la mujer para pensar en lo que diría: - Zetaro está bien. Ningún hueso roto y...
- ¡Faltaba nomás que ese tal Matsuo le hubiera roto alguno! - renegó interrumpiendo, Joe sonrió y prosiguió:
- Nada más tiene unas marcas en el cuello, con las manos le hicieron un poco de presión y le atascaron las uñas. Pero cálmate, no pongas esa cara, ya te dije que está bien, sólo son arañazos.
- ¿Arañazos?, ¡Ese bestia!, usó una táctica de chicas... ni pelear sabe el inepto.
- Eh... Miyako, ¿Me dejas terminar?
- Ah, claro, nada más opinaba.
- Como te iba diciendo, está en excelentes condiciones; lo único que me preocupa es una fiebre que no tiene razón de ser, por ello le he mandado ha hacer unos análisis.
- ¿No es de alarmarse?
- No creo, el niño está muy fuerte, ¿Por qué no pasas a verlo?, seguro que no tardará en despertar.
- Bueno, entonces no te quito más tiempo. Sé que hoy tenías el día libre de trabajo... y yo que te hice laborar con mis histerias.
- Pues ya sabes que se dice que el trabajo de un médico nunca acaba, además, fue un placer - se calló un momento, el hombre Kido se enrojeció un poco - ; pasa a ver a Zetaro, mientras iré a calmar a los chicos y de paso a sacarlos del hospital, o me meterán en problemas.
- Hai
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Yolei entró al cuarto. Una cortina separaba a Zet de una niña que dormía tranquila, pero sola. Por un momento la señora Ichijouji se preguntó porqué aquella criatura estaba tan abandonada pero esa cuestión se disolvió al llegar a su hijo.
Lo miró con preocupación, estaba algo pálido y todo el cuerpo le sudaba. La boca era lo único reseco y se veía azulosa. En el cuello tenía esas pequeñas heridas provocadas por uñas feroces que no han sido cortadas en mucho tiempo. Ella estaba orgullosa de Zetaro; era el niño ideal a sus ojos y jamás le había dado problemas, siempre era obediente, juicioso e inocente; aún expedía ternura como si fuera luz solar... lo amaba mucho.
Acarició la melena violeta, y súbitamente Zetaro abrió los ojos, como si fuera un robot. Lucía diferente, quizá hasta desafiante. Lo que sí notó la madre es que la miró con furia y algo de recelo.
- NO ME TOQUES - ordenó con una sequedad impresionante, hasta su voz sonó ronca.
Miyako alejó la mano muy consternada, muy confundida y muy dolida.
- ¿Zetty?, ¿Te sientes mal?
Su vástago ya no tenía esa chispa de carisma en sus ojos color zafiro, y su amena sonrisa ahora era una mueca chueca y de disgusto.
- Estábamos preocupados, tus amigos quieren verte.
- Yo no tengo amigos - corrigió Zetaro.
- No digas eso, Zetty, todos te queremos mucho; ¿Sabes?, Osen estaba muy angustiada.
- No me importa, no quiero ver a nadie... Ni siquiera a ti, ¿Qué esperas para marcharte? .
- Zetaro, entiendo que te sientas mal y estés deprimido, pero eso no te da derecho a hablarme así, ¿Comprendes?. No sé que te pasa, sólo te digo que no es momento para comenzar a ser grosero - reprendió Yolei, lo más firme que pudo, la verdad era que le temblaba la voz.
Zet la ignoró, algo nuevo y macabro crecía dentro de él, en su nuca estaba tatuado un código de barras que haría germinar la semilla de la oscuridad.
Entonces, miles de ideas lo empezaron a invadir. Se desesperó, debía plasmar esas imágenes que corrían por su mente como caballos desbocados.
- Papel. - dijo de pronto, en tono imperioso - Tráeme papel y un grafito, ¡O lo que sea!.
Se oía angustiadísimo, exasperado.
- ¡Tráelo inmediatamente, madre!
La esposa de Ken frunció el entrecejo, no entendía qué rayos pasaba. Al no ver respuesta por parte de su mamá, Zet trató de levantarse, con brusquedad jaló el suero y se sacó la senda.
- ¿Adónde crees que vas?
- Quiero papel - insistió, había palidecido más, a excepción de sus mejillas que brillaban al rojo carmesí.
Miyako lo presionó e intentó acostarlo.
- ¡Cálmate Zet! - regañó - Te traeré papel, pero quédate quieto, ¿Entiendes?, ¡quieto!, estás mal, ha de ser la fiebre. "¿Estará así por la influencia de algún medicamento?"
Totalmente temerosa y sin fuerzas para llorar, la mujer salió a buscar lo que su hijo le pedía.
- No quiero que me vuelva a tocar - susurró Zet, poseído por la maldad; su sonrisa era de hielo.
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- Entonces se encuentra bien, ¡Qué bueno!, ¿No te da gusto, Osen?
- Claro que sí, Taik - dijo la pelirroja Izumi, más tranquila - Gracias por la noticia, tío Jyou.
- Por nada, niños. - agregó el médico - Por cierto, Doguen, ya es hora de irnos a casa, mamá nos espera para cenar.
- ¿No vamos a poder ver a Zetaro?
- Mejor lo visitas en su casa, ¿Ok?, el hospital no es un lugar para que los niños estén, aparte, Zetaro saldrá hoy mismo.
"Es irónico oír eso" pensó Osen "Lo que quieren es tenerme encerrada aquí por los dichosos estudios médicos".
Los Kido se despidieron.
- Nosotros también nos vamos, May y Kotty.
- Pero mami, ¿Tenemos qué irnos tan rápido?
- Kotaro, debes obedecer a nuestra madre sin cuestionar, tus quejas enfadan, y mucho - dijo Mayumi Ishida - ¿Qué pasó con papá?
- Yamato fue a buscar a Kurumi junto con Taichi, Davis, Tk y Ken; es necesario que la encuentren, ya saben porqué - habló Izzy, que venía junto a Hikari. Ambos le hicieron una seña a Osen y la niña se acercó a ellos, sabía lo que pretendían, así que suspiró con resignación.
Kari tomó la mano de su sobrinita y comenzaron a caminar, Koushiro las siguió un poco más atrás.
- Me enteré de que suspendieron los exámenes - dijo la esposa de Tk, ella conocía y quería a Osen como si fuera su hija, no en vano había ayudado en la crianza. También le desconcertaba la actitud inmadura de la pequeña.
- Lo siento, tía Kari. - se adelantó Osen.
- ¿Qué sientes?
- Bueno, sé que todos saben que se suspendieron los estudios por mi culpa, porque me dieron miedo.
- A todos nos dan miedo ese tipo de cosas - trató de animar.
- Pero todos me juzgan, creen que porque ya lo he vivido antes es sencillo... la verdad es que no sentiré dolor provocado por causas artificiales y ajenas a mí, ¡no es justo!
- El dolor lo fabricamos nosotros mismos, nunca es ajeno, Osen-chan.
- No lo había visto de ese modo, sólo tomaba en cuenta que si me atosigaban con aparatos o medicinas causarían sufrimiento, aunque es cierto, yo lo crearé... si no tuviera sentimientos o fuera insensible al dolor, no crearía nada ¿verdad?
- Escucha, te queremos y por eso estamos tan preocupados.
- Lo sé, y entiendo que no puedo desviar mis responsabilidades eternamente, pero ¿tiene qué ser hoy?
- Mimi tiene que venir al ginecólogo esta semana, te haré la cita para ese día, ¿te parece?
La pelirroja asintió "Tendré que obedecer, aunque yo creo que no necesito más de cuidados médicos, ¡En serio!, me siento bien, ¿Por qué me tienen que causar dolor?"
Los chicos y adultos se alejaron del Hospital, consideraron que era mejor ver a Zet en casa de los Ichijouji, claro que no se imaginaban que el heredero de la bondad no quería verlos.
Osen sonrió, mientras subían a la auto-nave, le dijo a Taik.
- Qué bueno que Zet está bien, ha sido muy valiente al defender a su hermana.
- mmmm, te ves contenta... pero eso sí, ¡no te sonrojes!, o pensaré que te gusta Zetaro.
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Kurumi Ichijouji iba retrasada a su cita. Era muy común que su novio Matsuo llegara tarde, pero ella siempre era puntual.
Casi se había olvidado del extraño comportamiento de su hermano Zet, y trataba de sonreír mientras trotaba para estar a tiempo.
Su experiencia en romances era casi nula, y quizá por eso estaba muy ilusionada, e imaginaba en su mente imágenes de amor y besos; quería que su noviazgo fuera perfecto, y estaba cegada por la apariencia... lo veía guapo y creía que era bueno.
La ciudad no estaba alegre, y nubes grises amenazaban con llanto ácido; ese clima hacía resaltar más a la hermosa niña.
Su vestuario consistía en un overol corto y de falda color azul plomizo y una delgada blusa blanca. Su larga cabellera era adornada por un paliacate (como los que usaba Yolei en sus tiempos de infancia). Con leve maquillaje y ojos protegidos por antiparras iba la linda y coqueta Kurumi ha encontrarse con su patán de novio convenenciero que quería inducirla al mal (por así decirlo).
- ¡Ay, no!, por culpa de las infamias de Zet no llegaré a tiempo, ¿Por qué se comportaría así?, ¡Debió enloquecer!
Cruzó una avenida, faltaba poco para arribar al lugar acordado. Y cuando iba a mitad del cruce, una joven y masculina figura la rebasó corriendo a toda velocidad, Kurumi lo reconoció, era "su" Matsuo.
Le gritó, pero el susodicho la ignoró.
"¿Será que no me oyó?, ¡Tal vez lleva prisa porque cree que ya he llegado a la cita!.... UY, tengo que alcanzarlo" .
Fue tras él, gracias al cielo su novio iba perdiendo condición y disminuía el ritmo, seguía sin percatarse de que Kurumi lo seguía, en lo único en que pensaba era en huir de aquellos odiosos chiquillos y del demente hermano de "su chica". Se introdujo en un callejón sin salida que parecía ser su escondite, el lugar tenía forma de nido de ratas. Se recargó en la cochambrosa pared, y sonrió satisfecho, pues ahí nadie lo hallaría.
- ¡Matsuo! - exclamó Kurmi, entrando al oscuro lugar - ¿Qué sucede?, Este no es el lugar donde acordamos vernos.
El muchacho se exaltó de tal modo, que pareció dar un brinco al cielo.
- ¿Qué haces aquí, Kurumi?
- Pues te seguí, tenemos una cita, ¿recuerdas? - dijo algo molesta.
M. Minomoto la miró, era obvio que la pobre no sabía nada de lo acontecido con Zetaro, sonrió, se vengaría de ese odioso chamaco y además realizaría su plan inicial. De algún modo tenía que sacar su ira.
- Tienes razón, preciosa.
- Claro que tengo razón - reafirmó Kurumi, acercándose con una ingenua mirada. Lo jaló del brazo, con insistencia de chica dulce - ¡Anda!, iniciemos el paseo, ¿Qué te parece si rentamos un bote y remamos en el lago?, ¡Sería romántico a más no poder!, aunque mejor nada más remas tú, ¿no crees?.
Su pareja estaba lejos de escuchar esos planes. La atrajo hacia él y la aferró en su brazos con mucha fuerza, en seguida acercó su boca a la de ella, quería hechizarla y encantarla con ese falso beso para luego invitarla a drogarse.
La chica que heredó la Pureza de Yolei lo vio venir con temor, estaba muy cerca, demasiado. Tuvo miedo y desvió el toque de labios volteando la cara.
- No - dijo con voz cortada - Aquí no, no es apropiado, Matsuo-chan... sólo tengo 14 años y ¡NO!.
- ¡Pensé que harías cualquier cosa por mí!, pero mentiste, ni siquiera "puedes" besarme, ¿Es que eres infantil y te da miedo?, ¿No te atreves, bebita? - ofendió, sujetándola bruscamente de los hombros; el joven actuaba como si estuviera influenciado por algún alucinógeno.
- ¡Suéltame, me lastimas! - chilló una asustada Kurumi.
- ¿Y no me lastimó el mocoso de tu hermano?. Si él no me las pudo pagar, lo harás tú.
- ¿Hablas de Zetaro?, ¿Qué te pasa?, ¡Espero no te hayas atrevido a hacerle daño! - gritó, entre temor e iracundia.
El enfermo de Matsuo (porque no estaba muy bien de la cabeza, ne?) sacó de su pantalón polvos blancos y cigarros, Kurumi agrandó sus ojos color miel, era una sustancia tóxica, y lógico fue pensar que su novio estaba enrolado en cosas malas.
Miró atemorizada, no pudo ni hablar.
- Si me amas tanto, tendrás el "privilegio" de probarla gratis, ¿No te parece generoso de mi parte?
- ¡Estás loco! - repuso recuperando algo de valor - ¡No puedes obligarme!
Soltó el llanto, lo insultó, trató de zafarse, pero no pudo. En tanto, Matsuo acercó el papel con droga, su acción se suspendió.
- ¡Ya oíste, no puedes obligarla! - aseguró un recién llegado, lanzándole un puñetazo en la cara al adicto.
La droga destructiva cayó al suelo y fue pisoteada por Kyouske Motomiya, el "golpeador".
- ¡Niñito, no te metas en lo que no te importa! - renegó Minomoto, tocándose la mejilla.
- Resulta que me importa mucho, imbécil.
- ¡Kyo! - dijo Kurumi, muy agradecida. Corrió hacia su salvador, y lo abrazó, por suerte no vio que las mejillas del hijo de Davis se encendían.
- ¡Hey!, también estamos nosotros, **Los grandiosos tres Pardaillan**.
- Seiyuro, son "Los tres mosqueteros" .
- Toshiro, ya sabes que prefiero la novela de "Los Pardaillan" a "Los tres mosqueteros"
- _... como quieras.
Y para admiración de Kurumi, Toshi se lanzó hacia Matsuo y comenzó a pegarle con bastante enojo (acto impropio de un ser taciturno e impávido). Sei Takaishi hizo una reverencia graciosa ante Kurumi, y murmuró.
- Que luego Toshi no se queje de que no le dejamos tomar la iniciativa, ¿verdad, Kurumi-chan? - el rubio se unió a la acción - ¡Esto es por el pequeño Zet! - rugió, comenzando pegar duro.
- ¿A Zet?, ¿Qué fue lo que Matsuo le hizo a mi hermano?, por favor, Kyo, ¡Dime! - exigió la damisela en antiguos apuros, combinando su histeria con lágrimas que caían en el hombro de Kyosuke. - ¡Esto debe ser una pesadilla! .
La sombra de un adulto fornido y alto se vio en la entrada a la semi-callejuela, era Ken Ichijouji. Caminó hasta su hija y la observó un momento.
- ¿Estás bien? - cuestionó con preocupación notable, mientras le acariciaba las húmedas mejillas.
La niña asintió temblando y Ken le secó las lágrimas. El detective puso atención a la lucha, y con voz seria e imperiosa, ordenó:
- ¡Basta de peleas, Seiyuro y Toshiro!.
El canelo y el rubio cesaron la golpiza inmediatamente /eran menores que el contrincante, pero más numerosos y listos n_n/. Alzaron la vista, estaban algo golpeados.
- ¡Ah, tío Ken! - dijo Sei, sintiéndose héroe remplazado: - Es todo tuyo.
Matsuo Minomoto se acorraló en una esquina al ver a su "suegro" tan molesto, sintió un miedo supremo y las piernas le fallaron. Ichijouji se acercó lo suficiente y lo alzó de la ropa, se veía amenazante.
No sabía si golpearlo, escamarlo o insultarlo, al final se serenó un poco, no debía perder los estribos por un mocoso.
- Iremos a la Correccional de menores, ahí me comunicaré con tus padres - amenazó.
Tanteó la ropa del joven y halló droga, negó con más decepción todavía.
- ¡No ha sido culpa mía!, ¡Fue su hijo quien me provocó! - se defendió el cobarde, Ken nada más siguió mirándolo, como un juez parcial y seguro del veredicto.
Y mientras eso sucedía, la atmósfera se volvió inestable, hasta neblinosa. Sei, Kyo y Kurumi sintieron un vuelco en todo el cuerpo que les causó malestar, Toshiro agudizó sus sentidos, lo presentía, eran datos digitales.
- Creo... creo que se acercan.
- Yo también los siento, Toshi - afirmó Seiyuro.
Ambos comenzaron a ver con rapidez hacia todos lados, buscando esa esencia maligna.
- ¿Qué sucede, Kyo?, ¿Qué le sucede a esos dos?, ¿Por qué siento que todo pasa en cámara lenta? - interrogó Kurumi, aplastándose los cachetes.
- Eso es lo que quisiera saber.
El callejón se nubló, y chispas mágicas lo cubrieron, esos puntos multicolores que parecían mariposas, entraron al lúgubre sitio como ráfaga de viento. Con rapidez asombrosa viajaron hasta el cuerpo de Minamoto, y comenzaron a rotar, como si el joven fuera una estrella.
- ¡Ahí están! - dijo el heredero de la luz - ¡Sr. Ichijouji aléjese de ahí!
El bolsillo del pantalón de Seiyuro comenzó a brillar, esa luz la emitía era Aro Mágico de Gatomon; nadie notó ese raro fenómeno pues la escena al frente era más impactante.
El resplandor dorado alumbró a Matsuo, ahora todos pudieron ver cómo esas mariposas virtuales se metían en el adolescente, poseyéndolo. Ken lo soltó al sentirlo hervir, también había visto la acción de los polvos y estaba descontrolado.
El aspecto de Matsuo empeoró. Parecía un monstruo, no quedaba nada de su apuesto y arrogante rostro.
- ¡Niños, salgan de aquí! - mandó Ken, corriendo hacia la salida, sorpresa fue ver que la salida estaba bloqueada por una telaraña plateada aparecida de la nada.
- ¿Qué demonios es eso y quien tapó la salida? - preguntó Kyo.
- No sé, pero no la toques - dijo Ken - ¿Entendido?, no sabemos lo que puede ser.
- ¡Vamos a morir!, no creo que esto sea una broma de mal gusto.
- Hija, mantén la calma - rogó el papá.
"¿De dónde salió esa telaraña?... y esa niebla, ¡y más aún! ¿De dónde salieron esas luces que se metieron en el "mocoso"?". Escondió a Kurumi y Toshiro tras su cuerpo para protegerlos, Seiyuro y Kyosuke estaban a su lado, pretendiendo ser valientes.
- ¡Ken Ichijouji! - rugió el poseído - ¡He venido a matarte!
- ¿Quééé? - interrumpió la única chica presente - ¡Matsuo, entra en razón!
- No creo que en estos momentos sea Minomoto, Kurumi - dijo Sei.
- ¿Qué es lo que buscas?
- Te aniquilaré, así como apachurré a tu gusano verde y bondadoso, ¡Yo sí haré brillar las tinieblas!
- ¡Es como lo que dijo el árbitro a mi papá! - recordó Kyosuke - ¡Tenemos qué salir de aquí o cumplirá su amenaza!.
Ken estaba asustado, pero no se permitiría crear pánico, sólo se complicarían las cosas y ante todo, debía proteger a los niños.
- Cálmense, chicos.
- Papá, ¿Cómo quieres que me tranquilice? - lloró Kurumi - ¡Mi exnovio está poseído y nos quiere matar!... ¡¡Auxilio!!, ¡¡Necesitamos Ayuda!!.
Siguió gritando, corriendo hacia la telaraña.
- ¡Que no la toques! - ordenaron sus amigos, deteniéndola.
Matsuo se lanzó de un salto hacia Ken y lo tumbó bestialmente, luego comenzó a atacarle sin un ritmo aparente y con bastante enjundia.
- La única solución es ahuyentar a las mariposas malignas - dijo Toshiro, con los pelos de punta por los nervios.
--
Taichi vio a Daisuke y lo saludó, ambos se acercaron al otro.
- Y bien, Tai, ¿Hallaste a alguien?
- Negativo, Davis.
- Yamato y Takeru siguen dando vueltas en el auto para ver si los ven, quizá Ken está exagerando, ¿No crees?
- Bueno, eso lo ignoro. Lo mejor será ayudarlo, Ichijouji cree que algo malo le puede pasar a su hija.
- Tienes razón, la solidaridad antes que nada, ¿verdad?
Yagami alzó la vista y bostezó, inesperadamente la imagen de una mujer pasó fugazmente por su pensamiento y provocó que se sonrojara. Luego bajó la cabeza para despistar y olvidarse de esa ilusión tan linda (aunque de todas formas el despistado de Daisuke no se dio cuenta de nada). Frente a él vio dos figuras, no eran humanas.
- ¿Qué demonios es eso?, mira, Daisuke.
Davis fijó su vista adonde Taichi apuntaba, abrió la boca de admiración y un revoltijo de nauseas lo atarantó.
Uno de los seres parecía una mezcla de araña con mujer, prevalecía en su cuerpo el color rojo y tenía ojos desorbitados y greñas blancas. El otro parecía un zombi-momia salido de ultratumba. Tras ellos había una telaraña color plata, y de ella resplandecían rayos y salía humo; era como si con esa "red" hubieran atrapado algo.
El asombro los confundió, dentro de sus mentes se prendía y apagaba un foco anteriormente fundido, ¡Era una bruma de incoherencias!, lo que sí es que Motomiya creyó haberlos visto antes.
Un grito agudo y femenino cesó sus "pensares", era una llamada de auxilio, y desgraciadamente conocían muy bien esa vocecita.
- ¡Es Kurumi, Taichi! - avisó Daisuke, moviendo su brazo enyesado.
Sin pensarlo mucho (más bien, sin pensarlo), corrió para ayudar, Taichi lo siguió igual de consternado.
La mujer araña se percató de la presencia de los dos antiguos líderes elegidos, le hizo una seña a su compañero.
- Mummymon, vienen Davis y los demás, es hora de irnos, ya hemos cumplido con el plan del amo.
- ¡Alto, cosas! - exigió Davis - ¿¡Cómo es que saben mi nombre!?
Taichi no perdió tiempo y se acercó a la telaraña que Arukerimon había tejido, vio entre un orificio la futura tragedia que se intentaba formar.
- Olvida eso, Daisuke - ordenó - Aquí adentro están todos, y peligran, ¡Debemos sacarlos!
-/Y dentro del callejón/-
- ¿Oyeron eso?, Es mi tío Tai - dijo Toshi.
- ¡Y mi papá!... Por favor, sáquennos de aquí, quieren matar al papá de Kurumi.
- Tranquilos, los rescataremos.
A Matsuo le salieron garras y desgarró la espalda de Ken, éste quiso contraatacar con un garrote de policía, pero el objeto salió volando... ya no traía más armas, pues estaban prohibidas en horas de descanso.
"No podemos esperar a que nos salven, al paso que va el ataque no tardarán en matar al tío Ken... quizá deba lanzarme a la espalda del poseído, como lo hice con papá... sí, eso haré" pensó Sei.
- Hay que noquearlo - dijo Toshiro - o descontrolarlo.
- ¡Ya sé!, ¡Ya sé cómo!- gritó Kurumi.
Se agachó al suelo y comenzó a recoger la blanca dorga.
- Entiendo, pero ¿cómo se la daremos?
- No se la daremos, Toshi-kun, se la echaré a los ojos y seguro le arderá.
- ¿Tú?, puede ser peligroso, ¡Eso lo haré yo! - se ofreció Kyo.
- Ustedes, que son tan buenos, lo sostendrán un momento, entonces yo le arrojaré la droga.
- De acuerdo - asintió Sei - me impresiona tu ingenio.
- Se trata de mi papá, Seiyuro - agregó ella, muy segura y orgullosa.
A la cuenta de tres los hombrecitos corrieron hacia Matsuo, trataron de sostenerlo, el poseído estaba más fiera que nunca.
- ¡Niños, aléjense! - rogó Ken.
Finalmente, y sin obedecer, lo atraparon, aunque era un esfuerzo enorme.
- ¡Ahora, Kurumi-chan! - mandó Toshiro.
La hija de Miyako y Ken se acercó presurosa y lanzó la droga hacia los ojos. Matsuo Minomoto gimió de dolor y con sus manos se protegió la cara.
Los chicos aún lo sostenían, Ken captó que era su momento de actuar y dejar inconsciente a la bestia humana.
Extrañamente el anillo mágico volvió a irradiar luz, esta vez Sei lo notó y lo sacó de su pantalón. Observó que el rayo iluminaba el sitio y cegaba a todos. Cuando eso sucedió, Toshiro sintió que algo salía de él, y tragó saliva esperando con duda lo que pasaría.
Hubo más gritos y el entorno se fue opacando. Matsuo estaba desmayado en el suelo, el aro ya no brillaba y el sitio había dejado la niebla atrás.
Kurumi se aferró a su papá. El trío de amigos miraron el Aro con admiración.
- La esencia maligna se fue - dijo el hijo de Kari - ¡El Aro nos salvó!.
La telaraña había perdido color y en seguida se partió en dos, para dar cabida a los antiguos portadores de valor.
- ¡Papá! - gritó Kyo.
- Quiten esas caras, estamos bien - animó Sei, al ver que Toshi corría a la protección del hermano de su madre.
Taichi se horrorizó.
- Esto es totalmente irreal, no puede estar pasando.
--
- ¿Me estás diciendo la verdad, Izzy?
- Mimi, no tengo porqué mentirte, ya oíste a Hikari antes de que se llevara a Minagawa y Satoru
- Sí, ya lo sé... ¡Pobre Miyako!, ¿Seguro que Zetarito ya está mejor?
- Jyou dice que sí - dijo el esposo, mientras bebía café y comía galletas - Mañana llevaré a los niños a visitarlo, me daré un tiempo libre en el trabajo aprovechando que el proyecto está "estancado".
- Yo también iré, ya me cansé de estar en reposo.
- No. Recuerda que hace poco te llevé al partido de fútbol.
- No seas exagerado, a Billy no le pasará nada.
- ¿Billy?, Mimí, termina de una buena vez con este ridículo juego, no puedes cambiarle el nombre a Kosuke cada 10 minutos.
- ¿Kosuke?, mmm, prefiero Billy.
- No discutamos ahora - dijo el esposo.
El teléfono sonó y Mimi levantó el aparato.
- ¿Hola?, habla a casa de la familia Izumi (...) ¡Ah!, Hello Michael - saludó la mujer - (...) Sí, he estado muy bien, ¿Ben?, pues cada día más grande, deja y te comunico con él, ¿Se lo dirás hoy, verdad? (...), Entonces te deseo mucha, pero mucha suerte.
Mimi Tachikawa /apellido de soltera/ tapó la bocina y llamó a su primogénito.
- ¡Ben, llamada de papá!
Como un veloz antílope apareció el principito y contestó la llamada con ternura anormal. Koushiro miraba azorado, Ben nunca se mostraba dulce, pero cuando llamaba su padre natural, se le transformaba el carácter.
- Ohhh, Hi Daddy! (...) yes, I´m fine (...) I miss you (...) -sin poder evitarlo, el pelirrojo Izumi oía, en esa ocasión Benji le pareció un clon masculino de Mimi.
Inesperadamente las cejas de Ben se molestaron, cambiaron su expresión y nació la ira, ¿Qué cosa pudo haberle dicho Michael?
- What did you say? - interrogó incrédulo - Are you going to get married?, but, WHY? - exclamó preguntando, angustiado de pies a cabeza. Luego sonrió amargamente, buscando una salida - I Know, I know, this is a joke, isn´t it?
Pero no era una broma, Michael se iba a casar y se lo estaba diciendo a su hijo. Lo siguiente escuchado fueron injurias, gritos y maldiciones. A Ben le salieron las lágrimas y fuera de sí lanzó el teléfono hacia el infinito (que resultó ser un lugar finito: el sofá).
- ¡¿Cómo se atreve a llamarme para decirme eso?! - reclamó enojado.
- Benji, cálmate.
- ¡Uyyy, no me calles, mamá!, ¡tú sabías de la "dichosa" boda y no me dijiste!
- Era deber de tu padre; ¿Por qué te pones así?, él tiene derecho a rehacer su vida, así como yo lo he hecho.
- ¡Es muy diferente!, yo a ti te estoy vigilando... y además, te casaste con Koushiro... pero mi papá.... ¡JA!, debería no importarme - juzgó calmándose instantáneamente - Después de todo da lo mismo, ni papá ni tú se quisieron y no me crearon con amor.
Se retiró con indignación notable y se encerró en su habitación.
- Mi pobre Benji... - se lamentó Mimi, acariciando a su otro hijito a través de su piel.
Izzy besó a su esposa.
- No te preocupes, ya se le pasará.
- No es tan fácil; quizá deba hablar con él.
- Cuando se calme, ahora no es conveniente.
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Se abrió la puerta, al otro lado estaba Ken, se tambaleaba, pero Daisuke y Yamato lo ayudaron a estar de pie. Miyako esperaba a su esposo para buscar algo de consuelo, sin embargo, le había salido el tiro por la culata. Hacía apenas unas horas que había llegado del Hospital, y Zetaro se comportaba de manera inesperada (o la ignoraba o la agredía). El niño de 10 años no había dejado de siluetear y dibujar, estaba demasiado absorto en su misión como para hacer caso del mundo real.
Yolei creyó que la vista le fallaba. Davis y Matt sentaron a su herido marido en un sillón y le comentaron unas cosas que la mujer no entendió porque sentía que le faltaban fuerzas. Su hija se mantenía callada, censurando algo.
Los amigos se despidieron, Miyako agradeció la ayuda, aunque seguía sin comprender.
- ¿Qué pasó? - preguntó a Ken.
- ¿Cómo está Zet? - dijo sin responder.
- ¡No sé! - respondió la esposa.
La habitación de Zetaro estaba rodeada de dibujos con formas espeluznantes, eran fusiones de vampiros, animales, payasos, demonios, humanos, robots, y un sin número de seres. Dibujaba digimons con su lápiz, talvez no sabía que eran digital monsters, pero en su memoria pasaban imágenes tétricas que lo obligaban a recrear, diseñar y revivir a aquellos villanos de años atrás.
Era un génesis, la creación de un MUNDO QUE YA NO ES.
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Fin del capítulo.
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Notas Finales: Y bien, ¿Les entretuvo?, ¡Ojalá que sí!... al menos creo que fue emocionante el rescate de Kurumi ¿no?, ahora le tocó sufrir a los Ichijouji. Como sea espero que no los haya decepcionado, lo único que quiero es que esta secuela les guste tanto como el antecesor.
Sobre lo que dice Seiyuro de "Los tres grandiosos Pardaillan", lo puse para recordar a una de mis novelas favoritas ("Los Pardaillan" de Miguel Zévaco).
Puse unos diálogos en inglés porque Michael es de por allá, y Benji tiene raíces Americanas, aunque honestamente no me quebré mucho la cabeza (son frases muy sencillas, jeje).
Ya tengo escrito el siguiente episodio, estará muy interesante y quizá más cómico, se titula: **Cuatro aventureros y los Digital Monster**, después de ese capítulo las cosas se pondrán más "dark".
Por favor, no se olviden del comentario, con eso me ayudan mucho, no sólo me animan, sino que incitan a que mejore. Acepto quejas, sugerencias, críticas constructivas y claro que felicitaciones.
Y por supuesto: Este fic está dedicado con cariño a todas aquellas personas que leyeron Fusión Prohibida.
¡Hasta pronto y GRACIAS!
