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NOTAS iniciales DE la AUTORA: ¡Hola!, por fin me puse a transcribir este capítulo, en realidad la idea de tratar el tema de Taichi, Taiki y su madre lo traía desde hace mucho /la historia original cuenta de 3 episodios que aquí resumí en uno, por fin he iniciado mis planes, que estarán dentro de Memorias borradas/ (esta fue una de las dos ideas que me impulsaron a escribir este fic, así que espero haber podido plasmar lo deseado)... esto podría ser un paréntesis de la historia, pero no tanto, ya que la trama sigue rodando aún ahora.
¡Ojalá les guste!
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MEMORIAS borradas.
Por CieloCriss
Capítulo 9 **Conociendo a su madre**
Como un imbécil. Justamente así se sentía Taichi. Eran sentimientos de culpa junto con ansiedad sedienta... no lo entendía ¡No era verdad!, todo lo que había soñado era un puñado de mentiras que querían lograrle remordimientos.
Pero se engañaba, Yagami sabía perfectamente que no sólo había sido un sueño... había sido un llamado del pasado, y aunque quisiera, sencillamente no podría olvidar lo sucedido.
Durante todo este año, Tai había experimentado dificultades al tratar ciertos temas con su hijo; el pequeño insistía en que él le había contado la verdad sobre su madre, y por supuesto que el padre lo negaba, pues no recordaba. Eso había provocado conflictos de identidad en el chico. Ahora la perspectiva era totalmente diferente, y la voz amiga le seguía susurrando en su inconsciente: ¡Tai, demuestra ese valor!.
¿Cómo demostrarlo? ¿¡Cómo?!... le había mentido a Taiki y había negado la verdad, se había engañado a sí mismo, pero no a su vástago.
Los sentimientos encontrados se intensificaron, provocando varias cosas: Su respiración agitada y anormal, su huída temporal de casa y su culpabilidad, por supuesto. Se sentía infeliz, muy infeliz... casi como el día en que perdió a su amor de siempre, quizás más.
Abandonó el departamento sin saber porqué, estaba demasiado ansioso como para permanecer en la cama... y así, sin pensar que eran más de las dos de la mañana, salió como alma que lleva el diablo, derrumbando cualquier cosa con la que chocaba en la penumbra de la noche.
Taichi no sabía qué pasaba... era verdad, estaba decepcionado de él, de su vida y de la mayoría de sus acciones, pero esas no eran razones suficientes para enloquecer de tal manera. Su razón estaba en auge de indisciplina, y todo aquello que había guardado para su corazón, le rugía, provocándole dolor en su ser... quería desahogarse.
Por un momento había querido despertar a Taiki y llorar con él un rato. Quería decirle que lamentaba mucho la situación y que todo era culpa suya... por su culpa el niño no tenía madre... ¡Maldición!, ¿por qué tenía que recordar a esa endemoniada mujer?
La imagen de la susodicha apareció en sus recuerdos... eran las 5 de la tarde cuando tocó a su puerta, y Tai recordaba perfectamente su primera reacción al verla: ¿Sorpresa?... NO, ¡espanto!, porque la tipa traía un bebé en sus brazos, y lo primero que hizo fue depositarlo en él... ese día le dieron a Taiki.
La despreciaba mucho, y a la vez la alababa en silencio. Gracias a esa mujer tenía a alguien por quien vivir, pues, ¿qué habría hecho sin ese pequeñín?... Taichi no podía imaginárselo. Sin embargo también la odiaba, por infame, por regalar al niño con esa desfachatez, por olvidarse de un premio tan grande, como Taiki.
En la calle la noche era tranquila a más no poder. Lo escueto no era para nada tenebroso, había un ligero grito de aire, que movía las hojas veraniegas y las hacía volar... tanta paz afuera, tanta pesadumbre adentro.
Y el llanto que no fluía, y las estrellas brillando como si estuvieran ebrias. En ese instante, era tal el descontrol, que todo lo parecido a sangre fría se había evaporado por ebullición temprana.
Se sentía muy solo, como si algo le hiciera falta. Y no se refería con eso a su amor frustrado, ya que en ocasiones dudaba realmente de dicho sentimiento. Es que Sora era, fue y seguiría siendo Sora: su mejor amiga; de joven ansiaba besarla, pero tal vez no era eso en verdad lo que deseaba, sino verla feliz, y... ¿Acaso no lo era con Yamato? ¿Acaso sólo había sido obsesión?. No sabía, y pensar en ello siempre le causaba dolor de cabeza. Sabía muy bien que él tenía la culpa por no ser feliz, nadie más debía intervenir en eso, y se decepcionaba de sí mismo por haber sido incapaz de estar contento verdaderamente.
Inundado en sus pensares, no se dio cuenta de que llegó a un lugar que le parecía vagamente familiar.
-¿Qué demonios hago aquí? - dijo al desconocer la zona de la ciudad, estaba en las afueras. - ¿Cómo fue que llegué aquí?, estoy lejos de... ¡un momento!... ¡Fue aquí!
E inesperadamente, sonrió con tristeza, afirmando en silencio. No había duda, el destino lo había arrastrado como hoja al viento hasta ese sitio, hasta ese patético sitio.
Lo reconoció por el nombre del edificio, porque definitivamente la estructura había cambiado, ¿cómo no si ya habían pasado más de diez años?... el maldito tiempo volaba, y no como canario enjaulado, sino como un voraz halcón. Qué patético estar ahí, qué horrible dejarse llevar por el destino.
Nuevamente la frase de su sueño se repitió en voz de Agumon, directo al corazón de Taichi: ¡Tai, demuestra ese valor!.
-¿Ese valor? ¿Será que tú me has traído aquí, amigo mío? - le dijo a la simpática voz - Está bien, así lo creo. Aunque si quieres que demuestre coraje, no me dejes solo...
No podía precisar con quien hablaba, pero la ronca y aniñada voz de ese dinosaurio naranja que no rememoraba le daba fuerzas.
Estaba frente al Burdel/Bar/Cabaret/Taberna donde había conocido a la madre de Taiki. Aquella noche había estado rondando igual de desorientado que ahora, muerto de envidia porque Yamato tenía a Sora y él no. Posiblemente no había sido envidia de la mala, sino de la buena... era algo lejano, pero se le incendiaba la boca al recordar ese momento de pasión.
No sabía el nombre de esa mujer, pero no podía ser una total basura, pues Taiki era un encanto y había cosas que el niño no había heredado de él. Quiso verla, aunque se molestó por su anhelo. ¿Por qué verla?... ¿Curiosidad acaso?. No, no era eso. Nada más quería hablarle del niño, tenía derecho a saber lo que Taik sentía hacia ella. Lo que Tai deseaba era que su hijo dejara de poner en evidencia que odiaba a su madre por abandonarlo y ser ramera; muy dentro de él sabía que Taiki no sabía odiar, pero sí estaba algo resentido... con él, y con ella: con sus padres. Y no quería que su chico se atormentara, a lo mejor esa mujer había cambiado de vida, ¡nunca se sabe!.
Se abalanzó hasta la entrada, el lugar tenía el siguiente nombre: **La Adivinadora**.
-Pues entonces, "adivinemos" dónde está su mamá- se dijo Yagami, pagando la entrada al burdel.
Se sentía muy extraño ahí, como si estuviera fuera de lugar, ya que la mayoría de los que estaban ahí eran más jóvenes. Pero Tai no tenía ni una cana de vejez y eran figuraciones suyas. Se acordó de Kaoru Takashima, la terapeuta de Taiki, con quien había charlado días anteriores: "Quizá deba usted buscar a la madre de Taiki, él desea conocerla, aunque lo niegue... mucho ganaríamos sabiendo qué fue de ella, ¿no cree?... la franqueza ente todo, Señor Yagami".
Un olor penetrante entró por sus poros nasales. Era alcohol, y lo llamaba. Hacía mucho que no disfrutaba de un buen sake, normalmente cuando bebía siempre se censuraba. Ahí podía tomar a sus anchas todo lo que quisiese sin poner mal ejemplo, y se desahogaría de tanta presión, después regresaría a su casa como si nada y trataría de calmarse. Nada ganaba buscando ahí en medio de la noche a una mujer que había perdido el girasol de la juventud.
Fue directo a la barra principal y pidió una bebida. No lo malinterpreten, no quería emborracharse, sólo ponerse un poco feliz. Bebió varias copas con rapidez, el "cantinero" ni siquiera tenía tiempo de irse, ya que Taichi no tardaba en pedirle más.
-Hacía tiempo que no me sentía tan desdichado y feliz al mismo tiempo. - le decía al sujeto, como si fuera su amigo del alma - Mala combinación, ¿verdad?.
-Me parece que usted necesita una mujer, señor. Ellas deshacen la desdicha. - decía el pícaro cantinero, pensando que Taichi regaría su dinero por sus terrenos.
-Muy cierto, muy cierto... ¡Es usted un hombre sabio!. Ande, sírvame otra copa con esa sabiduría suya- pidió algo sonrosado, estaba atarantado porque había tomado muy aprisa, y entonces el alcohol entraba de una a sus venas.
-El espectáculo de las muchachas empezará muy pronto. Este es un lugar honorable, señor, y si desea los servicios de ellas, tendrá que apartarlas.
-Me temo que no lo haré. - aseguró el canelo Embajador - No cometeré el mismo error de nuevo, ¿se entera?. No cualquier mujer vale la pena, eso se aprende... y el hecho de apartarlas es repugnante, ¿no cree?, eso le quita a su lugar el poco honor que le quedaba, las geishas ya están extintas. Mejor llámelo: sitio caro para cosas vulgares.
Ahora el cantinero frunció el ceño y miró con insolencia a Tai. Lanzó una injuria y comenzó a retirarse.
-Si va a irse al menos déjeme la botella, que eso sí se aparta porque no tiene vida.
El hombre dejó la botella, y Taichi la aprisionó como si fuera la salvación de su momento. Qué triste es beber para estar alegre y terminar llorando. "¿Por qué hago esto, si es denigrante?, ¡y Taiki!, él se decepcionaría si me viera... mi pobre niño" a pesar de sus lamentos internos, seguía chupando la botella y pidiendo más. No podía parar, mucho menos obedecer lo que Agumon le repetía a cada rato... ¿Demostrar el valor?, más bien incrementaba su cobardía.
Entonces la vio, ¡la vio!, después de once años la volvía a ver. Se puso de pie instantáneamente, quizá era una ilusión causada por su prematura embriaguez, ¡pero tal vez no!. Se golpeó la cara, como quien no cree la cosa, y vio cómo esa mujer, con ropa algo tosca y de mal gusto, se metía a un sitio que decía "Sólo empleados"
-¡Cantinero! - gritó, y el fulano lo miró con desprecio.
-¿Otra botella, señor?
Taichi lo tomó por la ropa y lo zangoloteó.
-Quiero saber sobre aquella mujer, ¿la ve? ¡¿Quién es ella?!.
El cantinero sonrió triunfante, creyendo que la dignidad en su cliente Yagami era pura fanfarronería o blasfemia.
-¿Acaso le interesa? Le advierto que ha visto usted muy en alto, esa mujer es de las que tiene más experiencia, le llaman: La Esmeralda, y es todo una joya, si se me permite agregar.
-¿Esmeralda?, me sirve más su nombre de pila, cantinero.
-Akane Fujiyama, pero dudo que ella tenga tiempo para usted, ya no se dedica a este empleo como antes, ahora ella es la matrona de nuestras chicas.
-En pocas palabras ella se encarga de instruir a otras jóvenes para perderlas. Qué denigrante.
Taichi soltó al hombre y escupió internamente, sintiendo repulsión inmediata para con la madre de su hijo. Pobre Taiki, él no tenía la culpa y era injusto que sufriera por esa zorra. ¡Qué asco!, tanto tiempo y no había cambiado de vida... ¿Cómo pudo siquiera pensar en darle una oportunidad?.
La ira se le subió al cerebro junto con la borrachera. Abandonó la barra y se tambaleó un poco; no imaginaba encontrarse tan ebrio /aunque, por supuesto, negó la posibilidad de estar influenciado por el sake/. Llegó hasta la puerta que ella había cruzado y tocó la perilla.
-Usted no puede entrar a los camerinos de las chicas. - lo regañó un guardia.
Taichi no hizo caso, soltó unos puñetazos, y sin el menor remordimiento se adentró a la zona prohibida. Iba recorriendo los cuartos, abría la puerta y veía si estaba la mujer. Comenzaba a exasperarse, y veía la posibilidad de que a lo mejor todo había sido una ilusión suya.
Sólo quedaban dos entradas, tras él venían guaruras con intenciones de detenerlo.
Se jugó esos instantes a la suerte y en la penúltima habitación halló a "La Esmeralda" sentada frente a un espejo, cepillando su oscuro cabello. La analizó unos instantes y esos segundos bastaron para reconocerla, a pesar de que había pasado mucho tiempo. Ella lucía igual de sexy que el día en que la conoció y tuvieron el encuentro íntimo.
-¡¡TÚ!! - le gritó, para llamar su atención. Con su dedo índice la apuntaba como si fuera una asesina o algo así.
Akane lo vio gracias al espejo, y volteó rápidamente, algo aturdida. Estaba casi idéntico, con los mismos cabellos castaños y la piel morena, era el hombre al que le había dado su hijo. Tartamudeó frases ininteligibles y se tocó el pecho con las manos, Taichi se acercó entonces al darse cuenta de que había sido reconocido, su cara expresaba ebriedad.
-Usted... ¿Aquí? - pudo decir la madre de Taiki, muy nerviosa.
En ese momento entraron los guaruras.
-Lo sacaremos en un instante, Esmeralda, se infiltró por bribón - avisaron los gorilas, corriendo hacia Taichi, que mostró sus puños.
-No. Déjenlo. - ordenó, como si fuera una especie de diosa o reina - Este hombre desea hablar conmigo, le conozco y quiero cumplirle su deseo.
Hablaba con propiedad y serenidad asombrosa, Yagami se admiró mucho, pues la recordaba como una mujer apasionada de pocas palabras. Los sujetos salieron sin cuestionar la decisión de la Matrona de "La Adivinadora".
Estaban frente a frente. Los unía un niño pero eran dos completos desconocidos.
Pero no lo olvidemos, Tai estaba ebrio y actuaba como tal. Cuando estuvo muy cerca de ella la tomó bruscamente de los hombros y la aplastó con furia, con muchos resentimientos.
-¡Akane Fujiyama! - exclamó sarcásticamente -, pero te haces llamar "Esmeralda", te va muy bien el nombre, ¿sabes?, tus ojos pueden verse verdes cuando estoy borracho.
-¿A qué ha venido usted ahora?, ¿no le parece que es muy tarde?.
-¿Por qué habría de parecerme tarde?, no sé a qué te refieres con eso. La fiesta aquí no para hasta que el sol está pegándonos en la nuca, ¿verdad?. O quizá te refieres a que no te he "apartado" para otra noche apasionada...
La mujer le soltó una cachetada después de librarse de las manos inquisitorias de él. Taichi Yagami era su nombre, un nombre que ella siempre tenía presente, aunque lo negara.
Tai dejó fluir el ligero dolor de ese manotazo y puso rostro serio.
-¿Y todavía me pegas? - le dijo, muy cortante. - No sé a qué he venido aquí, pero puedo sacar muchas hipótesis. No quiero reclamarte, aunque quizás a eso vine.
-Si es por él, yo... no tenía opción, pudo darlo en adopción si le estorbaba, yo...
-¡¿Estás loca?! ¿¡Cómo te atreves?!... ¡Estamos hablando de Taiki!, ¿tienes idea de lo que él significa para mí?... ¿Cómo podría yo ponerlo en adopción? ¡¿Cómo!? - renegó muy exaltado - ¡Lo que pasa es que no tienes corazón!, por eso me lo diste.
-Cálmese... está usted muy ebrio. Justo como la primera vez que nos vimos.
-¿No me digas?... pues también estás igualita, ojalá eso te diera vergüenza, como a Taiki.
-Taiki... - susurró Akane, melancólica de nueva cuenta, pensando en el nombre de su bebé.
-Él te odia ¿Sabes?, o cree odiarte. Yo vine a buscarte para comprobar que tu error de habérmelo regalado te había hecho una mujer de bien, pero me equivoqué.
-No tiene derecho a venir a injuriar, no tiene idea de lo que he sufrido.
-¡JA!, sufrido... oh, sí, muy triste. - chilló con voz dolida - No pareces muy infeliz, al lado de tantos hombres y noches ardientes...
-¡Será mejor que se calle! - rugió ella, tratando de golpearlo de nueva cuenta, Tai paró su golpe. - Yo sufrí mucho al darle al niño.
Tai dulcificó la mirada al notar que el gesto que manifestaba la mujer se parecía a uno de Taiki. Bajó la vista al suelo y murmuró.
-No sabes nada. Yo hubiera contraído matrimonio contigo de haber sido necesario, te hubiera sacado de esa vida y ahora mi hijo tendría madre. Te busqué muchos meses, pero habías huido... no querías saber nada del niño.
-Huí porque pensé que me lo devolvería, y yo no podía mantener al pequeño.
-No tuviste fe en mí, pero le sigues teniéndole fe a las camas y a los amantes. - concluyó, dándole la espalda - Estoy ebrio.
Todo estaba oscuro para la visión Yagami, un fuerte malestar lo invadía. Ni siquiera podía mantenerse en pie y estaba por vomitar debido a las constantes exaltaciones que lo acogían.
-Ya se lo había hecho notar - dijo Akane, tartamudeando.
-Taiki... si me viera así, se decepcionaría. -siguió, con voz tenue - Sin embargo, ahora que te hallé, me niego a cesar nuestra conversación, quiero hablar contigo mañana a las 8 de la mañana... no acepto negaciones.
Akane asintió muy confundida por el cambio tan repentino de humor del caballero, sacó de su traje rojo una tarjeta, y se la dio.
-Mi teléfono está ahí.
-Nos vemos entonces. - dijo Tai - Seguro tienes muchas cosas qué hacer.
Se alejó del sitio, estaba convencido de que esa mujer no valía nada, y la encontraba inhumana, aún así debían charlar. Inesperadamente Esmeralda gimoteó y le dijo:
-El niño... ¿A quién se parece?
-A mí, - respondió secamente - pero no sólo a mí.
El Yagami salió de la alcoba. Akane sintió desfallecer todo su espíritu vigoroso. Las manos le sudaban, y la mente se le nublaba. Se sentó frente a su tocador y comenzó a llorar desconsoladamente: "Se parece a él... pero no sólo a él".
El cuarto se infestó de puntos multicolores que entraron por la abierta ventana, "Esmeralda" lo notó y por un momento los vio gracias al espejo.
-¿Qué es...? - se dijo, pero no tuvo tiempo de continuar, ya que los datos digitales se metieron en ella y la poseyeron.
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El viento se había intensificado y la madrugada era violenta, nada se parecía a la noche calmada que anteriormente Tai había apreciado. Caminaba muy lento, queriendo parar el tiempo para pensar con más serenidad y raciocinio. No podía creer lo que había pasado, y de vez en cuando le echaba una mirada a la tarjeta de papel que le había dado Fujiyama, pero no la enfocaba bien por la oscuridad.
Suspiró intranquilo al recordar, y luego sonrió, se sintió valiente... y lo había demostrado, como se lo aconsejó la voz.
Una sombra se interpuso en su camino y lo jaló con brusquedad. Tai miró hacia atrás y su espalda fue atacada por un escalofrío, Akane Fujiyama estaba tras él.
-¿Ehh? - alcanzó a decir, como incrédulo.
-Al fin te encuentro, Taichi Yagami - rugió la mujer, totalmente trastornada por algo inexplicable.
-¿Qué dices?, ¡si nos acabamos de ver!
-¡Imbécil!... - ella le atascó sus garras en el hombro, Tai se quejó del dolor en silencio, y angustiado siguió mirando el semblante de su fugaz amante. - Las tinieblas se acercan a tu alma, yo sí las haré brillar, y te acabaré... así como acabé con tu valiente dinosaurio naranja...
Tai no respondió a esa amenaza, sólo retrocedió un poco, comprendiendo que esa mujer no era la anterior. Sentía maldad pura y no humana. Tropezó con una alcantarilla y estrelló sus rodillas en el piso.
-¡Auch! - dijo, antes de ver que de nuevo se acercaba Akane, con su cara maniaca. - ¡Aléjate de mí!.
**Tai, demuestra ese valor** **DEMUÉSTRALO**. Se levantó con mucho esfuerzo, y por un instante se fijó en que sus pantalones desgarrados se habían manchado de sangre. Le estaba pasando lo mismo que a sus amigos y eso lo aterrorizaba, ya que no sabía qué hacer, estaba abandonado en esa lucha.
Akane sacó de su bolso una delgada y pequeña Daga, y como fiera felina salvaje, se echó a correr en dirección a su presa.
-¡Muérete, Taichi Yagami!
Tai ya no podía huir, simplemente no podía correr a gran velocidad porque estaba atontado por el sake. Se inclinó hacia ella y trató de detenerla. Le metió el pie y la hizo caer. Ella lo arrastró otra vez al suelo y se le encimó, clavándole los tacones de las zapatillas en el vientre y amenazándolo con el cuchillo. Yagami perdía fuerzas, se le nublaba la vista, tanta caídas lo tenían convaleciente.
-¡Detente antes de que te arrepientas! - suplicó, con actitud valerosa.
Empezó a marearse ante la presión que sentía y fue perdiendo color por el temor. Su vista le dio la espalda y fue perdiendo al destino.
-¡Excelente! - gimió la poseída, muy feliz de poder matar.
Acercó la daga al corazón, sacó la lengua y se recorrió los carnosos labios, como si la sangre de Tai excitara su apetito.
Pero Taichi no estaba solo.
-**DEJA A TAI: ¡Flama bebé!**
Los datos de Agumon salieron de Yagami, parecía un fino rocío color melón, pero de la nada, esos polvos se juntaron y formaron una llama potente. Tai había recuperado unos segundos la conciencia al oír a su defensor, y frente a él se creó la flama.
-¡A-gu-mon! - tartamudeó contrariado y sorprendido.
La **Flama bebé*** de su compañero Digital se estrelló en la figura poseída y femenina, la mujer gritó de dolor y perdió el conocimiento al tiempo en que los datos salían y se alejaban.
Taichi intentó incorporarse, estaba aturdido y la reciente manifestación de su mejor amigo lo tenía más que sorprendido. Gateando se acercó a la víctima, quien era la madre de su hijito. Agumon la había herido porque había sido absolutamente necesario, pero aún así estaba agobiado.
-¿Dónde estás Agumon? ¡No te vayas! - Tenía la imagen del digimon en su mente, pero distorsionada y no dejaba de confundirlo la aparición del mismo.
Llegó hasta Akane, estaba tirada en el cemento, parecía sin vida. La revisó pausadamente, tenía en los brazos severas quemaduras, o al menos se veían terroríficas. No podía dejarla ahí: abandonada a mitad de la madrugada.
Se puso de pie, la trató de cargar... estaba débil y ella tenía peso considerable para su estado.
-No te preocupes, Taiki. Voy a llevar a tu madre a donde sea necesario... esto no fue culpa de ella, mucho menos la de Agumon. Fueron las tinieblas, esas que no comprendo.
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Por suerte Yagami, mientras arrastraba a Fujiyama, llamó a un Taxi que navegaba en las orillas abandonadas de Odaiba.
-Lléveme al Hospital de Odaiba. - había ordenado, introduciendo a la mujer en el carro amarillo.
-Como deseé, usted manda.
Al Embajador se le había volado el alcohol, sólo restaba un malestar ligero que torturaba a la cabeza /cruda pos-embriaguez/. No estuvieron mucho tiempo en Urgencias gracias a que las quemaduras eran leves, y pasaron a la mujer a un cuarto provisional.
Tai estuvo viendo calmadamente cómo la curaban, Akane estaba inconsciente y se veía tan pacífica así, incluso, como le recordaba a Taiki, le pareció agradable. Tenía un mar de lágrimas por derramar, hubiera querido sacarlas en ese instante para liberarse, pero no se podía derrumbar ahora que sabía que Agumon existía, de alguna manera no se permitiría flaquear.
-Tendrá que permanecer en observación. - había dicho el médico, que según Tai recordaba, era colega de Jyou Kido - Pero no se alarme, su esposa se repondrá muy pronto.
-NO ES MI ESPOSA. - aclaró con una rapidez asombrosa.
-Ya veo. - replicó el doctor con incomodidad - ¿Gusta pasar a verla?, ya ha despertado.
Taichi asintió sintiendo renacer sus nervios, tenía que volver a afrontar a la mamá de su Taik. Minutos después entró, la vio ahí, convaleciente, raro fue que le inspirara lástima. Akane le desvió la mirada y tosió con timidez.
-¿Te sorprende verme aquí? - inquirió Yagami, acarreando una silla para sentarse junto a ella. - No te preocupes, no estoy ebrio y podremos tener una plática decente. Puedo controlarme cuando es necesario.
Inesperadamente ella lo asió del brazo y le miró suplicante.
-¡Le juro... le juro que no fui yo!
-¿De qué hablas?
-Intenté... intenté matarlo, pero...
-Pero no fuiste tú, ¿no es así? - A Tai se le despertó la curiosidad - ¿Por qué no me hablas de lo que recuerdas?, prometo no hacer nada en tu contra, ya que, como lo has dicho anteriormente: no eras tú.
-¿Qué hora es?
-En breve serán las cinco de la mañana, ha sido una larga noche. - opinó Yagami, cruzando los brazos. Era muy extraño que la ira se estuviera escondiendo de nueva cuenta, jamás había experimentado tal sentimiento de paz.
-A lo mejor... ella debe estarme esperando, ¿cuándo saldré de aquí?.
-Por el momento estás en observación. - entonces el hombre del Valor cambió de tema - Disculpa que insista, pero quiero que me cuentes todo lo que recuerdes acerca del ataque que hiciste.
-No sé... no puedo explicarlo, no era yo, dejé de ser yo y me sentí manejada. Era alguien que quería matarle.
-¿Eso es todo? - ante la lágrima de su interlocutora, suspiró - Bueno, no necesito más, después de todo, recordé lo que quería. Pasemos entonces ha hablar de Taiki... o más bien, de ti.
-No entiendo su repentino interés en mí.
-Me preocupa la felicidad de Taiki, y quiera o no eres parte de ella. Al principio quise decirle que estabas muerta, pero me abstuve, ya que no tenía derecho de mentirle...
-Debió hacerlo.
-Hace tiempo que mi hijo sabe cómo se dieron las cosas, desde entonces se han despertado en él sentimientos que antes no poseía, desprecio quizá, pero se ha empeñado en sentir odio.
-Me odia.
-¿Nunca te has preguntado cómo es él?
-No quiero saber de él. - aclaró la mujer, temblando - No nací para criar niños y sé que está haciendo un papel ejemplar con él.
Cuando Taichi creía comprender a la tipa, ésta le salía con incoherencias que cambiaban su diagnóstico de piedad a enojo.
-Lo repito, no tienes corazón... -dijo muy seguro, poniéndose de pie - Aún así es posible que Taik quiera conocerte.
-No sería apropiado conocer a alguien que me odia, ¿no lo cree?
Tai sacudió la cabeza y volvió a sentirse tenso, ¡Maldita musaraña!
-Taiki no sabe odiar. - dijo decidido, molesto pero sereno - Tampoco puedo obligarte a que lo quieras. A mi hijo no le falta amor, sino conocer su pasado.
-A ella sí.
-¿De qué hablas?, van dos veces que mencionas a alguien.
-...Debe estar esperándome en casa, la pobrecita. - Akane miró a Taichi a los ojos por primera vez - Si estaré aquí mucho tiempo, ¿podría ir a mi casa y recogerla?, le prometo que luego hablaremos con más calma.
-No sé de qué me hablas...
-Tiene mi dirección en la tarjeta que le di ayer, vaya por ella, por favor - imploró con voz imperativa, aún así, con ese tono, no dejaba de ser una súplica.
Taichi asintió algo descontrolado, lo único que realmente deseaba era irse a su casa, dormir veinte horas y abrazar a su hijo...
Salió del cuarto, por segunda ocasión Akane Fujiyama le habló estando él de espaldas, esta vez le dio las gracias:
-Gracias, Taichi Yagami... quizá usted sea un ángel que Dios decidió mandarme.
Tai aceptó el agradecimiento de mala gana, sintiendo hipocresía en la última frase.
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El sol empezaba a salir tras la polvorienta noche airosa, Tai estuvo unos minutos en la cafetería y aprovechó para lavarse la cara, luego había salido rumbo a la casa de esa mujer. Había tomado otro taxi y mientras éste lo llevaba a su destino Taichi iba regañándose a sí mismo por hacerle "favores" a la mujer que lo había abandonado, resultaba irónico, ya que nunca imaginó volver a cruzar palabra con ella.
Llegando al desgastado y antiguo edificio volvió a sentir remordimientos de sus juicios, pero sólo unos instantes. Akane le daba lástima y coraje al mismo tiempo. Subió al piso 16 y fue al departamento 16-09-C.
No era un lugar digno, era humilde, pero de alguna manera también despreciable. Tuvo ganas de retroceder el tiempo y obligar a esa mujer a cambiar de vida.
Alzó la mano y tocó levemente, ni siquiera se había puesto a pensar quién estaría tras la puerta, así que cuando la puerta se abrió, se sorprendió mucho al ver a una niña pequeña.
Retrocedió dos pasos al enfocarla, y su cabeza rebotó intensificándose la migraña que lo azotaba. La niña vestía un kimono viejo y deslavado, Tai sabía que debía ser de la línea infantil que diseñaba Sora. Por un minuto la miró con escrutinio impropio del mismo, estaba azorado. La pequeña lo miró al principio asustada, y se intimidó mucho, tanto que quiso cerrar la puerta.
-¡Espera! - pidió Yagami.
-No está mi mamá - avisó la pequeña, temblando del miedo.
Taichi le vio los ojos atemorizados y se sintió culpable. El corazón le daba saltos y no sabía si eran de alegría o sorpresa. Los ojos de la niña eran canelos, bellos, pero tristes, y trataba de ocultar su melancolía tras unos lentes delgados y sin aros. El cabello desordenado estaba mal peinado en dos coletas, se parecía tanto al de Tai. La piel era apiñonada, pero poco quemada, así que tenía una vaga palidez.
-¿Quién es tu madre, pequeña? - indagó rápidamente, muy ansioso.
La chica se asustó aún más y quiso volver a cerrar la puerta, Tai lo impidió con brusquedad.
-¿Akane Fujiyama?, dilo, por favor, no te haré daño.
Entonces ella asintió intranquila, se dispuso a hablar, con su vocecita tenue y discreta (o censurada).
-¿Es usted un amigo de mi mamá?, ¿dónde está ella?
-No, no soy su amigo, pero sí, la conozco y sé dónde está - a Tai le temblaba la voz, ¡esa niña era hermana de su hijo!, ¡esa niña!, ¡esa niña!... Sin duda alguna Akane Fujiyama había planeado todo esto para hacerlo caer en descontrol, o para... para mostrarle otra verdad que él desconocía.
-¿Cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes, preciosa?
-Me pone usted nerviosa... ¿Le debe dinero mi mamá?, ¡le juro que le pagaremos en cuanto podamos!
-Ya, tranquila -dijo inclinándose ante ella, le tomó las manos y siguió apreciándola. Esa niña era tremendamente parecida a Taiki, no quiso pensar en más posibilidades -Tu madre no me debe nada, pero me ha mandado por ti, está un poco lastimada en el hospital.
Los ojitos castaños brillaron con intensidad y le temblaron las manos, entonces perdió el equilibrio y cayó al suelo. Taichi no comprendió la caída, hasta que se dio cuenta de que la niña traía un aparato en la pierna izquierda.
"¡Dios! ¡Está enferma!... ¿Qué tendrá?" pensó el ex líder del valor.
-¿Y se va a morir, como abuelita? - preguntó como si una guerra empezara a estallar - ¡Usted está mintiendo!... Juro que le pagaremos pronto, ¡salga de mi casa!
Sintió un golpe en el pecho y acarició la faz de la niña, volvió a preguntarle, con voz cálida:
-¿Cómo te llamas?
-Hidemi... Fujiyama Hidemi - dijo entre lágrimas.
-Bien, Hidemi, comprendo que estés asustada, pero tu mamita no tiene nada grave, ligeras quemaduras, eso es todo.
-¿Usted quien es?
-Dime Taichi, mi apellido es Yagami. Tu madre me mandó por ti, pero parece que me tienes desconfianza, ¿no es así?, ¿qué puedo hacer para que me creas?
-Nada, le creo. Usted no es de los amigos que siempre trae mi mamá.
-Entonces déjame guiarte, Hidemi - se sentía tan bien conocer a esa criatura - ¿Quieres que te lleve?
-Puedo andar sola - dijo cortante - Sólo necesito mis muletas, no soy una inválida.
-Claro que no... - se maravilló de la determinación de la pequeña - Hidemi, ¿Cuántos años tienes?
-A Mamá no le gusta que diga mi edad.
Y las lágrimas lo traicionaron en la última oración de Hidemi, estaba confundido... ¿Quién era esa niña?, podía ser su hija en el caso remoto de que ella y Taiki fueran cuates o gemelos (lo cual era muy improbable), pero aunque no fuera su vástaga, no dejaría de ser media hermana de su hijo. "¿Tú que crees, Agumon?"
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Fin del capítulo 9
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NOTAS finales DE la AUTORA: ¡Hey!, no se lo esperaban ¿A qué no?, creo que ni yo misma (bueno, sí lo esperaba, pero aún no me convence lo que hice), aún así estoy conforme, ya que la introducción de Hidemi y Akane le dan fuerza al escrito... Aunque quizá me salga el tiro por la culata, ya que puede ser muy clásico o novelesco eso de la separación de hermanos (Si este capítulo me salió así es culpa de un libro llamado "La novia de Pendorric")... todavía no decido si la niña será hija de Taichi, puede que sea gemela no idéntica de Taiki, o puede que no, denme su opinión, por favor... Hasta ahora lo más probable es que sea media hermana, pero no estoy segura /Además, todavía falta ver qué opina Taiki de todo esto, ¿verdad?/.
Este capítulo fue exclusivamente dedicado a Taichi, a su pasado y a su hijo... por supuesto que las cosas no han quedado muy claras, pero ya se irán disipando sus dudas en los siguientes episodios.
¡Gracias, muchas gracias por leer!, en verdad me animan mucho, así que no se olviden del comentario, la trama se pondrá interesante en el siguiente capítulo, titulado: "El Renacimiento de los libros de Takeru", ¡no se lo pierdan!
**Mb está dedicado a todas las personas que leyeron Fp**
Escrito en Junio del 2002 y publicado en Noviembre del 2002.
¡Hasta pronto!
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NOTAS iniciales DE la AUTORA: ¡Hola!, por fin me puse a transcribir este capítulo, en realidad la idea de tratar el tema de Taichi, Taiki y su madre lo traía desde hace mucho /la historia original cuenta de 3 episodios que aquí resumí en uno, por fin he iniciado mis planes, que estarán dentro de Memorias borradas/ (esta fue una de las dos ideas que me impulsaron a escribir este fic, así que espero haber podido plasmar lo deseado)... esto podría ser un paréntesis de la historia, pero no tanto, ya que la trama sigue rodando aún ahora.
¡Ojalá les guste!
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MEMORIAS borradas.
Por CieloCriss
Capítulo 9 **Conociendo a su madre**
Como un imbécil. Justamente así se sentía Taichi. Eran sentimientos de culpa junto con ansiedad sedienta... no lo entendía ¡No era verdad!, todo lo que había soñado era un puñado de mentiras que querían lograrle remordimientos.
Pero se engañaba, Yagami sabía perfectamente que no sólo había sido un sueño... había sido un llamado del pasado, y aunque quisiera, sencillamente no podría olvidar lo sucedido.
Durante todo este año, Tai había experimentado dificultades al tratar ciertos temas con su hijo; el pequeño insistía en que él le había contado la verdad sobre su madre, y por supuesto que el padre lo negaba, pues no recordaba. Eso había provocado conflictos de identidad en el chico. Ahora la perspectiva era totalmente diferente, y la voz amiga le seguía susurrando en su inconsciente: ¡Tai, demuestra ese valor!.
¿Cómo demostrarlo? ¿¡Cómo?!... le había mentido a Taiki y había negado la verdad, se había engañado a sí mismo, pero no a su vástago.
Los sentimientos encontrados se intensificaron, provocando varias cosas: Su respiración agitada y anormal, su huída temporal de casa y su culpabilidad, por supuesto. Se sentía infeliz, muy infeliz... casi como el día en que perdió a su amor de siempre, quizás más.
Abandonó el departamento sin saber porqué, estaba demasiado ansioso como para permanecer en la cama... y así, sin pensar que eran más de las dos de la mañana, salió como alma que lleva el diablo, derrumbando cualquier cosa con la que chocaba en la penumbra de la noche.
Taichi no sabía qué pasaba... era verdad, estaba decepcionado de él, de su vida y de la mayoría de sus acciones, pero esas no eran razones suficientes para enloquecer de tal manera. Su razón estaba en auge de indisciplina, y todo aquello que había guardado para su corazón, le rugía, provocándole dolor en su ser... quería desahogarse.
Por un momento había querido despertar a Taiki y llorar con él un rato. Quería decirle que lamentaba mucho la situación y que todo era culpa suya... por su culpa el niño no tenía madre... ¡Maldición!, ¿por qué tenía que recordar a esa endemoniada mujer?
La imagen de la susodicha apareció en sus recuerdos... eran las 5 de la tarde cuando tocó a su puerta, y Tai recordaba perfectamente su primera reacción al verla: ¿Sorpresa?... NO, ¡espanto!, porque la tipa traía un bebé en sus brazos, y lo primero que hizo fue depositarlo en él... ese día le dieron a Taiki.
La despreciaba mucho, y a la vez la alababa en silencio. Gracias a esa mujer tenía a alguien por quien vivir, pues, ¿qué habría hecho sin ese pequeñín?... Taichi no podía imaginárselo. Sin embargo también la odiaba, por infame, por regalar al niño con esa desfachatez, por olvidarse de un premio tan grande, como Taiki.
En la calle la noche era tranquila a más no poder. Lo escueto no era para nada tenebroso, había un ligero grito de aire, que movía las hojas veraniegas y las hacía volar... tanta paz afuera, tanta pesadumbre adentro.
Y el llanto que no fluía, y las estrellas brillando como si estuvieran ebrias. En ese instante, era tal el descontrol, que todo lo parecido a sangre fría se había evaporado por ebullición temprana.
Se sentía muy solo, como si algo le hiciera falta. Y no se refería con eso a su amor frustrado, ya que en ocasiones dudaba realmente de dicho sentimiento. Es que Sora era, fue y seguiría siendo Sora: su mejor amiga; de joven ansiaba besarla, pero tal vez no era eso en verdad lo que deseaba, sino verla feliz, y... ¿Acaso no lo era con Yamato? ¿Acaso sólo había sido obsesión?. No sabía, y pensar en ello siempre le causaba dolor de cabeza. Sabía muy bien que él tenía la culpa por no ser feliz, nadie más debía intervenir en eso, y se decepcionaba de sí mismo por haber sido incapaz de estar contento verdaderamente.
Inundado en sus pensares, no se dio cuenta de que llegó a un lugar que le parecía vagamente familiar.
-¿Qué demonios hago aquí? - dijo al desconocer la zona de la ciudad, estaba en las afueras. - ¿Cómo fue que llegué aquí?, estoy lejos de... ¡un momento!... ¡Fue aquí!
E inesperadamente, sonrió con tristeza, afirmando en silencio. No había duda, el destino lo había arrastrado como hoja al viento hasta ese sitio, hasta ese patético sitio.
Lo reconoció por el nombre del edificio, porque definitivamente la estructura había cambiado, ¿cómo no si ya habían pasado más de diez años?... el maldito tiempo volaba, y no como canario enjaulado, sino como un voraz halcón. Qué patético estar ahí, qué horrible dejarse llevar por el destino.
Nuevamente la frase de su sueño se repitió en voz de Agumon, directo al corazón de Taichi: ¡Tai, demuestra ese valor!.
-¿Ese valor? ¿Será que tú me has traído aquí, amigo mío? - le dijo a la simpática voz - Está bien, así lo creo. Aunque si quieres que demuestre coraje, no me dejes solo...
No podía precisar con quien hablaba, pero la ronca y aniñada voz de ese dinosaurio naranja que no rememoraba le daba fuerzas.
Estaba frente al Burdel/Bar/Cabaret/Taberna donde había conocido a la madre de Taiki. Aquella noche había estado rondando igual de desorientado que ahora, muerto de envidia porque Yamato tenía a Sora y él no. Posiblemente no había sido envidia de la mala, sino de la buena... era algo lejano, pero se le incendiaba la boca al recordar ese momento de pasión.
No sabía el nombre de esa mujer, pero no podía ser una total basura, pues Taiki era un encanto y había cosas que el niño no había heredado de él. Quiso verla, aunque se molestó por su anhelo. ¿Por qué verla?... ¿Curiosidad acaso?. No, no era eso. Nada más quería hablarle del niño, tenía derecho a saber lo que Taik sentía hacia ella. Lo que Tai deseaba era que su hijo dejara de poner en evidencia que odiaba a su madre por abandonarlo y ser ramera; muy dentro de él sabía que Taiki no sabía odiar, pero sí estaba algo resentido... con él, y con ella: con sus padres. Y no quería que su chico se atormentara, a lo mejor esa mujer había cambiado de vida, ¡nunca se sabe!.
Se abalanzó hasta la entrada, el lugar tenía el siguiente nombre: **La Adivinadora**.
-Pues entonces, "adivinemos" dónde está su mamá- se dijo Yagami, pagando la entrada al burdel.
Se sentía muy extraño ahí, como si estuviera fuera de lugar, ya que la mayoría de los que estaban ahí eran más jóvenes. Pero Tai no tenía ni una cana de vejez y eran figuraciones suyas. Se acordó de Kaoru Takashima, la terapeuta de Taiki, con quien había charlado días anteriores: "Quizá deba usted buscar a la madre de Taiki, él desea conocerla, aunque lo niegue... mucho ganaríamos sabiendo qué fue de ella, ¿no cree?... la franqueza ente todo, Señor Yagami".
Un olor penetrante entró por sus poros nasales. Era alcohol, y lo llamaba. Hacía mucho que no disfrutaba de un buen sake, normalmente cuando bebía siempre se censuraba. Ahí podía tomar a sus anchas todo lo que quisiese sin poner mal ejemplo, y se desahogaría de tanta presión, después regresaría a su casa como si nada y trataría de calmarse. Nada ganaba buscando ahí en medio de la noche a una mujer que había perdido el girasol de la juventud.
Fue directo a la barra principal y pidió una bebida. No lo malinterpreten, no quería emborracharse, sólo ponerse un poco feliz. Bebió varias copas con rapidez, el "cantinero" ni siquiera tenía tiempo de irse, ya que Taichi no tardaba en pedirle más.
-Hacía tiempo que no me sentía tan desdichado y feliz al mismo tiempo. - le decía al sujeto, como si fuera su amigo del alma - Mala combinación, ¿verdad?.
-Me parece que usted necesita una mujer, señor. Ellas deshacen la desdicha. - decía el pícaro cantinero, pensando que Taichi regaría su dinero por sus terrenos.
-Muy cierto, muy cierto... ¡Es usted un hombre sabio!. Ande, sírvame otra copa con esa sabiduría suya- pidió algo sonrosado, estaba atarantado porque había tomado muy aprisa, y entonces el alcohol entraba de una a sus venas.
-El espectáculo de las muchachas empezará muy pronto. Este es un lugar honorable, señor, y si desea los servicios de ellas, tendrá que apartarlas.
-Me temo que no lo haré. - aseguró el canelo Embajador - No cometeré el mismo error de nuevo, ¿se entera?. No cualquier mujer vale la pena, eso se aprende... y el hecho de apartarlas es repugnante, ¿no cree?, eso le quita a su lugar el poco honor que le quedaba, las geishas ya están extintas. Mejor llámelo: sitio caro para cosas vulgares.
Ahora el cantinero frunció el ceño y miró con insolencia a Tai. Lanzó una injuria y comenzó a retirarse.
-Si va a irse al menos déjeme la botella, que eso sí se aparta porque no tiene vida.
El hombre dejó la botella, y Taichi la aprisionó como si fuera la salvación de su momento. Qué triste es beber para estar alegre y terminar llorando. "¿Por qué hago esto, si es denigrante?, ¡y Taiki!, él se decepcionaría si me viera... mi pobre niño" a pesar de sus lamentos internos, seguía chupando la botella y pidiendo más. No podía parar, mucho menos obedecer lo que Agumon le repetía a cada rato... ¿Demostrar el valor?, más bien incrementaba su cobardía.
Entonces la vio, ¡la vio!, después de once años la volvía a ver. Se puso de pie instantáneamente, quizá era una ilusión causada por su prematura embriaguez, ¡pero tal vez no!. Se golpeó la cara, como quien no cree la cosa, y vio cómo esa mujer, con ropa algo tosca y de mal gusto, se metía a un sitio que decía "Sólo empleados"
-¡Cantinero! - gritó, y el fulano lo miró con desprecio.
-¿Otra botella, señor?
Taichi lo tomó por la ropa y lo zangoloteó.
-Quiero saber sobre aquella mujer, ¿la ve? ¡¿Quién es ella?!.
El cantinero sonrió triunfante, creyendo que la dignidad en su cliente Yagami era pura fanfarronería o blasfemia.
-¿Acaso le interesa? Le advierto que ha visto usted muy en alto, esa mujer es de las que tiene más experiencia, le llaman: La Esmeralda, y es todo una joya, si se me permite agregar.
-¿Esmeralda?, me sirve más su nombre de pila, cantinero.
-Akane Fujiyama, pero dudo que ella tenga tiempo para usted, ya no se dedica a este empleo como antes, ahora ella es la matrona de nuestras chicas.
-En pocas palabras ella se encarga de instruir a otras jóvenes para perderlas. Qué denigrante.
Taichi soltó al hombre y escupió internamente, sintiendo repulsión inmediata para con la madre de su hijo. Pobre Taiki, él no tenía la culpa y era injusto que sufriera por esa zorra. ¡Qué asco!, tanto tiempo y no había cambiado de vida... ¿Cómo pudo siquiera pensar en darle una oportunidad?.
La ira se le subió al cerebro junto con la borrachera. Abandonó la barra y se tambaleó un poco; no imaginaba encontrarse tan ebrio /aunque, por supuesto, negó la posibilidad de estar influenciado por el sake/. Llegó hasta la puerta que ella había cruzado y tocó la perilla.
-Usted no puede entrar a los camerinos de las chicas. - lo regañó un guardia.
Taichi no hizo caso, soltó unos puñetazos, y sin el menor remordimiento se adentró a la zona prohibida. Iba recorriendo los cuartos, abría la puerta y veía si estaba la mujer. Comenzaba a exasperarse, y veía la posibilidad de que a lo mejor todo había sido una ilusión suya.
Sólo quedaban dos entradas, tras él venían guaruras con intenciones de detenerlo.
Se jugó esos instantes a la suerte y en la penúltima habitación halló a "La Esmeralda" sentada frente a un espejo, cepillando su oscuro cabello. La analizó unos instantes y esos segundos bastaron para reconocerla, a pesar de que había pasado mucho tiempo. Ella lucía igual de sexy que el día en que la conoció y tuvieron el encuentro íntimo.
-¡¡TÚ!! - le gritó, para llamar su atención. Con su dedo índice la apuntaba como si fuera una asesina o algo así.
Akane lo vio gracias al espejo, y volteó rápidamente, algo aturdida. Estaba casi idéntico, con los mismos cabellos castaños y la piel morena, era el hombre al que le había dado su hijo. Tartamudeó frases ininteligibles y se tocó el pecho con las manos, Taichi se acercó entonces al darse cuenta de que había sido reconocido, su cara expresaba ebriedad.
-Usted... ¿Aquí? - pudo decir la madre de Taiki, muy nerviosa.
En ese momento entraron los guaruras.
-Lo sacaremos en un instante, Esmeralda, se infiltró por bribón - avisaron los gorilas, corriendo hacia Taichi, que mostró sus puños.
-No. Déjenlo. - ordenó, como si fuera una especie de diosa o reina - Este hombre desea hablar conmigo, le conozco y quiero cumplirle su deseo.
Hablaba con propiedad y serenidad asombrosa, Yagami se admiró mucho, pues la recordaba como una mujer apasionada de pocas palabras. Los sujetos salieron sin cuestionar la decisión de la Matrona de "La Adivinadora".
Estaban frente a frente. Los unía un niño pero eran dos completos desconocidos.
Pero no lo olvidemos, Tai estaba ebrio y actuaba como tal. Cuando estuvo muy cerca de ella la tomó bruscamente de los hombros y la aplastó con furia, con muchos resentimientos.
-¡Akane Fujiyama! - exclamó sarcásticamente -, pero te haces llamar "Esmeralda", te va muy bien el nombre, ¿sabes?, tus ojos pueden verse verdes cuando estoy borracho.
-¿A qué ha venido usted ahora?, ¿no le parece que es muy tarde?.
-¿Por qué habría de parecerme tarde?, no sé a qué te refieres con eso. La fiesta aquí no para hasta que el sol está pegándonos en la nuca, ¿verdad?. O quizá te refieres a que no te he "apartado" para otra noche apasionada...
La mujer le soltó una cachetada después de librarse de las manos inquisitorias de él. Taichi Yagami era su nombre, un nombre que ella siempre tenía presente, aunque lo negara.
Tai dejó fluir el ligero dolor de ese manotazo y puso rostro serio.
-¿Y todavía me pegas? - le dijo, muy cortante. - No sé a qué he venido aquí, pero puedo sacar muchas hipótesis. No quiero reclamarte, aunque quizás a eso vine.
-Si es por él, yo... no tenía opción, pudo darlo en adopción si le estorbaba, yo...
-¡¿Estás loca?! ¿¡Cómo te atreves?!... ¡Estamos hablando de Taiki!, ¿tienes idea de lo que él significa para mí?... ¿Cómo podría yo ponerlo en adopción? ¡¿Cómo!? - renegó muy exaltado - ¡Lo que pasa es que no tienes corazón!, por eso me lo diste.
-Cálmese... está usted muy ebrio. Justo como la primera vez que nos vimos.
-¿No me digas?... pues también estás igualita, ojalá eso te diera vergüenza, como a Taiki.
-Taiki... - susurró Akane, melancólica de nueva cuenta, pensando en el nombre de su bebé.
-Él te odia ¿Sabes?, o cree odiarte. Yo vine a buscarte para comprobar que tu error de habérmelo regalado te había hecho una mujer de bien, pero me equivoqué.
-No tiene derecho a venir a injuriar, no tiene idea de lo que he sufrido.
-¡JA!, sufrido... oh, sí, muy triste. - chilló con voz dolida - No pareces muy infeliz, al lado de tantos hombres y noches ardientes...
-¡Será mejor que se calle! - rugió ella, tratando de golpearlo de nueva cuenta, Tai paró su golpe. - Yo sufrí mucho al darle al niño.
Tai dulcificó la mirada al notar que el gesto que manifestaba la mujer se parecía a uno de Taiki. Bajó la vista al suelo y murmuró.
-No sabes nada. Yo hubiera contraído matrimonio contigo de haber sido necesario, te hubiera sacado de esa vida y ahora mi hijo tendría madre. Te busqué muchos meses, pero habías huido... no querías saber nada del niño.
-Huí porque pensé que me lo devolvería, y yo no podía mantener al pequeño.
-No tuviste fe en mí, pero le sigues teniéndole fe a las camas y a los amantes. - concluyó, dándole la espalda - Estoy ebrio.
Todo estaba oscuro para la visión Yagami, un fuerte malestar lo invadía. Ni siquiera podía mantenerse en pie y estaba por vomitar debido a las constantes exaltaciones que lo acogían.
-Ya se lo había hecho notar - dijo Akane, tartamudeando.
-Taiki... si me viera así, se decepcionaría. -siguió, con voz tenue - Sin embargo, ahora que te hallé, me niego a cesar nuestra conversación, quiero hablar contigo mañana a las 8 de la mañana... no acepto negaciones.
Akane asintió muy confundida por el cambio tan repentino de humor del caballero, sacó de su traje rojo una tarjeta, y se la dio.
-Mi teléfono está ahí.
-Nos vemos entonces. - dijo Tai - Seguro tienes muchas cosas qué hacer.
Se alejó del sitio, estaba convencido de que esa mujer no valía nada, y la encontraba inhumana, aún así debían charlar. Inesperadamente Esmeralda gimoteó y le dijo:
-El niño... ¿A quién se parece?
-A mí, - respondió secamente - pero no sólo a mí.
El Yagami salió de la alcoba. Akane sintió desfallecer todo su espíritu vigoroso. Las manos le sudaban, y la mente se le nublaba. Se sentó frente a su tocador y comenzó a llorar desconsoladamente: "Se parece a él... pero no sólo a él".
El cuarto se infestó de puntos multicolores que entraron por la abierta ventana, "Esmeralda" lo notó y por un momento los vio gracias al espejo.
-¿Qué es...? - se dijo, pero no tuvo tiempo de continuar, ya que los datos digitales se metieron en ella y la poseyeron.
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El viento se había intensificado y la madrugada era violenta, nada se parecía a la noche calmada que anteriormente Tai había apreciado. Caminaba muy lento, queriendo parar el tiempo para pensar con más serenidad y raciocinio. No podía creer lo que había pasado, y de vez en cuando le echaba una mirada a la tarjeta de papel que le había dado Fujiyama, pero no la enfocaba bien por la oscuridad.
Suspiró intranquilo al recordar, y luego sonrió, se sintió valiente... y lo había demostrado, como se lo aconsejó la voz.
Una sombra se interpuso en su camino y lo jaló con brusquedad. Tai miró hacia atrás y su espalda fue atacada por un escalofrío, Akane Fujiyama estaba tras él.
-¿Ehh? - alcanzó a decir, como incrédulo.
-Al fin te encuentro, Taichi Yagami - rugió la mujer, totalmente trastornada por algo inexplicable.
-¿Qué dices?, ¡si nos acabamos de ver!
-¡Imbécil!... - ella le atascó sus garras en el hombro, Tai se quejó del dolor en silencio, y angustiado siguió mirando el semblante de su fugaz amante. - Las tinieblas se acercan a tu alma, yo sí las haré brillar, y te acabaré... así como acabé con tu valiente dinosaurio naranja...
Tai no respondió a esa amenaza, sólo retrocedió un poco, comprendiendo que esa mujer no era la anterior. Sentía maldad pura y no humana. Tropezó con una alcantarilla y estrelló sus rodillas en el piso.
-¡Auch! - dijo, antes de ver que de nuevo se acercaba Akane, con su cara maniaca. - ¡Aléjate de mí!.
**Tai, demuestra ese valor** **DEMUÉSTRALO**. Se levantó con mucho esfuerzo, y por un instante se fijó en que sus pantalones desgarrados se habían manchado de sangre. Le estaba pasando lo mismo que a sus amigos y eso lo aterrorizaba, ya que no sabía qué hacer, estaba abandonado en esa lucha.
Akane sacó de su bolso una delgada y pequeña Daga, y como fiera felina salvaje, se echó a correr en dirección a su presa.
-¡Muérete, Taichi Yagami!
Tai ya no podía huir, simplemente no podía correr a gran velocidad porque estaba atontado por el sake. Se inclinó hacia ella y trató de detenerla. Le metió el pie y la hizo caer. Ella lo arrastró otra vez al suelo y se le encimó, clavándole los tacones de las zapatillas en el vientre y amenazándolo con el cuchillo. Yagami perdía fuerzas, se le nublaba la vista, tanta caídas lo tenían convaleciente.
-¡Detente antes de que te arrepientas! - suplicó, con actitud valerosa.
Empezó a marearse ante la presión que sentía y fue perdiendo color por el temor. Su vista le dio la espalda y fue perdiendo al destino.
-¡Excelente! - gimió la poseída, muy feliz de poder matar.
Acercó la daga al corazón, sacó la lengua y se recorrió los carnosos labios, como si la sangre de Tai excitara su apetito.
Pero Taichi no estaba solo.
-**DEJA A TAI: ¡Flama bebé!**
Los datos de Agumon salieron de Yagami, parecía un fino rocío color melón, pero de la nada, esos polvos se juntaron y formaron una llama potente. Tai había recuperado unos segundos la conciencia al oír a su defensor, y frente a él se creó la flama.
-¡A-gu-mon! - tartamudeó contrariado y sorprendido.
La **Flama bebé*** de su compañero Digital se estrelló en la figura poseída y femenina, la mujer gritó de dolor y perdió el conocimiento al tiempo en que los datos salían y se alejaban.
Taichi intentó incorporarse, estaba aturdido y la reciente manifestación de su mejor amigo lo tenía más que sorprendido. Gateando se acercó a la víctima, quien era la madre de su hijito. Agumon la había herido porque había sido absolutamente necesario, pero aún así estaba agobiado.
-¿Dónde estás Agumon? ¡No te vayas! - Tenía la imagen del digimon en su mente, pero distorsionada y no dejaba de confundirlo la aparición del mismo.
Llegó hasta Akane, estaba tirada en el cemento, parecía sin vida. La revisó pausadamente, tenía en los brazos severas quemaduras, o al menos se veían terroríficas. No podía dejarla ahí: abandonada a mitad de la madrugada.
Se puso de pie, la trató de cargar... estaba débil y ella tenía peso considerable para su estado.
-No te preocupes, Taiki. Voy a llevar a tu madre a donde sea necesario... esto no fue culpa de ella, mucho menos la de Agumon. Fueron las tinieblas, esas que no comprendo.
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Por suerte Yagami, mientras arrastraba a Fujiyama, llamó a un Taxi que navegaba en las orillas abandonadas de Odaiba.
-Lléveme al Hospital de Odaiba. - había ordenado, introduciendo a la mujer en el carro amarillo.
-Como deseé, usted manda.
Al Embajador se le había volado el alcohol, sólo restaba un malestar ligero que torturaba a la cabeza /cruda pos-embriaguez/. No estuvieron mucho tiempo en Urgencias gracias a que las quemaduras eran leves, y pasaron a la mujer a un cuarto provisional.
Tai estuvo viendo calmadamente cómo la curaban, Akane estaba inconsciente y se veía tan pacífica así, incluso, como le recordaba a Taiki, le pareció agradable. Tenía un mar de lágrimas por derramar, hubiera querido sacarlas en ese instante para liberarse, pero no se podía derrumbar ahora que sabía que Agumon existía, de alguna manera no se permitiría flaquear.
-Tendrá que permanecer en observación. - había dicho el médico, que según Tai recordaba, era colega de Jyou Kido - Pero no se alarme, su esposa se repondrá muy pronto.
-NO ES MI ESPOSA. - aclaró con una rapidez asombrosa.
-Ya veo. - replicó el doctor con incomodidad - ¿Gusta pasar a verla?, ya ha despertado.
Taichi asintió sintiendo renacer sus nervios, tenía que volver a afrontar a la mamá de su Taik. Minutos después entró, la vio ahí, convaleciente, raro fue que le inspirara lástima. Akane le desvió la mirada y tosió con timidez.
-¿Te sorprende verme aquí? - inquirió Yagami, acarreando una silla para sentarse junto a ella. - No te preocupes, no estoy ebrio y podremos tener una plática decente. Puedo controlarme cuando es necesario.
Inesperadamente ella lo asió del brazo y le miró suplicante.
-¡Le juro... le juro que no fui yo!
-¿De qué hablas?
-Intenté... intenté matarlo, pero...
-Pero no fuiste tú, ¿no es así? - A Tai se le despertó la curiosidad - ¿Por qué no me hablas de lo que recuerdas?, prometo no hacer nada en tu contra, ya que, como lo has dicho anteriormente: no eras tú.
-¿Qué hora es?
-En breve serán las cinco de la mañana, ha sido una larga noche. - opinó Yagami, cruzando los brazos. Era muy extraño que la ira se estuviera escondiendo de nueva cuenta, jamás había experimentado tal sentimiento de paz.
-A lo mejor... ella debe estarme esperando, ¿cuándo saldré de aquí?.
-Por el momento estás en observación. - entonces el hombre del Valor cambió de tema - Disculpa que insista, pero quiero que me cuentes todo lo que recuerdes acerca del ataque que hiciste.
-No sé... no puedo explicarlo, no era yo, dejé de ser yo y me sentí manejada. Era alguien que quería matarle.
-¿Eso es todo? - ante la lágrima de su interlocutora, suspiró - Bueno, no necesito más, después de todo, recordé lo que quería. Pasemos entonces ha hablar de Taiki... o más bien, de ti.
-No entiendo su repentino interés en mí.
-Me preocupa la felicidad de Taiki, y quiera o no eres parte de ella. Al principio quise decirle que estabas muerta, pero me abstuve, ya que no tenía derecho de mentirle...
-Debió hacerlo.
-Hace tiempo que mi hijo sabe cómo se dieron las cosas, desde entonces se han despertado en él sentimientos que antes no poseía, desprecio quizá, pero se ha empeñado en sentir odio.
-Me odia.
-¿Nunca te has preguntado cómo es él?
-No quiero saber de él. - aclaró la mujer, temblando - No nací para criar niños y sé que está haciendo un papel ejemplar con él.
Cuando Taichi creía comprender a la tipa, ésta le salía con incoherencias que cambiaban su diagnóstico de piedad a enojo.
-Lo repito, no tienes corazón... -dijo muy seguro, poniéndose de pie - Aún así es posible que Taik quiera conocerte.
-No sería apropiado conocer a alguien que me odia, ¿no lo cree?
Tai sacudió la cabeza y volvió a sentirse tenso, ¡Maldita musaraña!
-Taiki no sabe odiar. - dijo decidido, molesto pero sereno - Tampoco puedo obligarte a que lo quieras. A mi hijo no le falta amor, sino conocer su pasado.
-A ella sí.
-¿De qué hablas?, van dos veces que mencionas a alguien.
-...Debe estar esperándome en casa, la pobrecita. - Akane miró a Taichi a los ojos por primera vez - Si estaré aquí mucho tiempo, ¿podría ir a mi casa y recogerla?, le prometo que luego hablaremos con más calma.
-No sé de qué me hablas...
-Tiene mi dirección en la tarjeta que le di ayer, vaya por ella, por favor - imploró con voz imperativa, aún así, con ese tono, no dejaba de ser una súplica.
Taichi asintió algo descontrolado, lo único que realmente deseaba era irse a su casa, dormir veinte horas y abrazar a su hijo...
Salió del cuarto, por segunda ocasión Akane Fujiyama le habló estando él de espaldas, esta vez le dio las gracias:
-Gracias, Taichi Yagami... quizá usted sea un ángel que Dios decidió mandarme.
Tai aceptó el agradecimiento de mala gana, sintiendo hipocresía en la última frase.
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El sol empezaba a salir tras la polvorienta noche airosa, Tai estuvo unos minutos en la cafetería y aprovechó para lavarse la cara, luego había salido rumbo a la casa de esa mujer. Había tomado otro taxi y mientras éste lo llevaba a su destino Taichi iba regañándose a sí mismo por hacerle "favores" a la mujer que lo había abandonado, resultaba irónico, ya que nunca imaginó volver a cruzar palabra con ella.
Llegando al desgastado y antiguo edificio volvió a sentir remordimientos de sus juicios, pero sólo unos instantes. Akane le daba lástima y coraje al mismo tiempo. Subió al piso 16 y fue al departamento 16-09-C.
No era un lugar digno, era humilde, pero de alguna manera también despreciable. Tuvo ganas de retroceder el tiempo y obligar a esa mujer a cambiar de vida.
Alzó la mano y tocó levemente, ni siquiera se había puesto a pensar quién estaría tras la puerta, así que cuando la puerta se abrió, se sorprendió mucho al ver a una niña pequeña.
Retrocedió dos pasos al enfocarla, y su cabeza rebotó intensificándose la migraña que lo azotaba. La niña vestía un kimono viejo y deslavado, Tai sabía que debía ser de la línea infantil que diseñaba Sora. Por un minuto la miró con escrutinio impropio del mismo, estaba azorado. La pequeña lo miró al principio asustada, y se intimidó mucho, tanto que quiso cerrar la puerta.
-¡Espera! - pidió Yagami.
-No está mi mamá - avisó la pequeña, temblando del miedo.
Taichi le vio los ojos atemorizados y se sintió culpable. El corazón le daba saltos y no sabía si eran de alegría o sorpresa. Los ojos de la niña eran canelos, bellos, pero tristes, y trataba de ocultar su melancolía tras unos lentes delgados y sin aros. El cabello desordenado estaba mal peinado en dos coletas, se parecía tanto al de Tai. La piel era apiñonada, pero poco quemada, así que tenía una vaga palidez.
-¿Quién es tu madre, pequeña? - indagó rápidamente, muy ansioso.
La chica se asustó aún más y quiso volver a cerrar la puerta, Tai lo impidió con brusquedad.
-¿Akane Fujiyama?, dilo, por favor, no te haré daño.
Entonces ella asintió intranquila, se dispuso a hablar, con su vocecita tenue y discreta (o censurada).
-¿Es usted un amigo de mi mamá?, ¿dónde está ella?
-No, no soy su amigo, pero sí, la conozco y sé dónde está - a Tai le temblaba la voz, ¡esa niña era hermana de su hijo!, ¡esa niña!, ¡esa niña!... Sin duda alguna Akane Fujiyama había planeado todo esto para hacerlo caer en descontrol, o para... para mostrarle otra verdad que él desconocía.
-¿Cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes, preciosa?
-Me pone usted nerviosa... ¿Le debe dinero mi mamá?, ¡le juro que le pagaremos en cuanto podamos!
-Ya, tranquila -dijo inclinándose ante ella, le tomó las manos y siguió apreciándola. Esa niña era tremendamente parecida a Taiki, no quiso pensar en más posibilidades -Tu madre no me debe nada, pero me ha mandado por ti, está un poco lastimada en el hospital.
Los ojitos castaños brillaron con intensidad y le temblaron las manos, entonces perdió el equilibrio y cayó al suelo. Taichi no comprendió la caída, hasta que se dio cuenta de que la niña traía un aparato en la pierna izquierda.
"¡Dios! ¡Está enferma!... ¿Qué tendrá?" pensó el ex líder del valor.
-¿Y se va a morir, como abuelita? - preguntó como si una guerra empezara a estallar - ¡Usted está mintiendo!... Juro que le pagaremos pronto, ¡salga de mi casa!
Sintió un golpe en el pecho y acarició la faz de la niña, volvió a preguntarle, con voz cálida:
-¿Cómo te llamas?
-Hidemi... Fujiyama Hidemi - dijo entre lágrimas.
-Bien, Hidemi, comprendo que estés asustada, pero tu mamita no tiene nada grave, ligeras quemaduras, eso es todo.
-¿Usted quien es?
-Dime Taichi, mi apellido es Yagami. Tu madre me mandó por ti, pero parece que me tienes desconfianza, ¿no es así?, ¿qué puedo hacer para que me creas?
-Nada, le creo. Usted no es de los amigos que siempre trae mi mamá.
-Entonces déjame guiarte, Hidemi - se sentía tan bien conocer a esa criatura - ¿Quieres que te lleve?
-Puedo andar sola - dijo cortante - Sólo necesito mis muletas, no soy una inválida.
-Claro que no... - se maravilló de la determinación de la pequeña - Hidemi, ¿Cuántos años tienes?
-A Mamá no le gusta que diga mi edad.
Y las lágrimas lo traicionaron en la última oración de Hidemi, estaba confundido... ¿Quién era esa niña?, podía ser su hija en el caso remoto de que ella y Taiki fueran cuates o gemelos (lo cual era muy improbable), pero aunque no fuera su vástaga, no dejaría de ser media hermana de su hijo. "¿Tú que crees, Agumon?"
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Fin del capítulo 9
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NOTAS finales DE la AUTORA: ¡Hey!, no se lo esperaban ¿A qué no?, creo que ni yo misma (bueno, sí lo esperaba, pero aún no me convence lo que hice), aún así estoy conforme, ya que la introducción de Hidemi y Akane le dan fuerza al escrito... Aunque quizá me salga el tiro por la culata, ya que puede ser muy clásico o novelesco eso de la separación de hermanos (Si este capítulo me salió así es culpa de un libro llamado "La novia de Pendorric")... todavía no decido si la niña será hija de Taichi, puede que sea gemela no idéntica de Taiki, o puede que no, denme su opinión, por favor... Hasta ahora lo más probable es que sea media hermana, pero no estoy segura /Además, todavía falta ver qué opina Taiki de todo esto, ¿verdad?/.
Este capítulo fue exclusivamente dedicado a Taichi, a su pasado y a su hijo... por supuesto que las cosas no han quedado muy claras, pero ya se irán disipando sus dudas en los siguientes episodios.
¡Gracias, muchas gracias por leer!, en verdad me animan mucho, así que no se olviden del comentario, la trama se pondrá interesante en el siguiente capítulo, titulado: "El Renacimiento de los libros de Takeru", ¡no se lo pierdan!
**Mb está dedicado a todas las personas que leyeron Fp**
Escrito en Junio del 2002 y publicado en Noviembre del 2002.
¡Hasta pronto!
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