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NOTAS iniciales DE la AUTORA: ¡Hola de nuevo!, bienvenidos a la parte décima de este fanfic. Sólo quiero aclarar que el capítulo anterior y este tienen similitud con el tiempo /es decir, pasan a un tiempo "semejante" o parecido... se parte de la noche después del sueño, pero con otros personajes/ , así que espero no se confundan. Otra cosa que quiero resaltar es que de aquí en adelante /hasta los otros dos capítulos que ya tengo elaborados/ habrá mucha acción, muchos personajes, y también suspenso y misterio.
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MEMORIAS borradas
Por CieloCriss.
Capítulo 10 **El Renacimiento de los libros de Takeru**
Takeru no podía dejar de ver sus libros vacíos... había perdido una gran parte de sí mismo cuando habían sido borrados, y quizá, aún siendo adulto, no podía superarlo. Después de ese extraño sueño el insomnio lo había acogido y lo único que parecía calmarlo era seguir hojeando maniáticamente las hojas que una vez tuvieron impresos. Hikari estaba junto a él; también se notaba rara, como si estuviera a punto de caer en un abismo sin final.
Revoltijos internos los invadían, y los revoltijos se externaron cuando, siendo las 4:30 de la mañana, sonó el teléfono. Se exaltaron al oírlo. Kari se levantó del suelo y se apresuró a contestar. El corazón le latía a fuego lento, le carcomía las entrañas por los nervios.
- Moshi moshi... - dijo de forma temblorosa, imaginando tragedias, nadie hablaría a esas horas de no ser estrictamente necesario.
Al otro lado del teléfono se oyó Miyako, su mejor amiga de la infancia. La voz le temblaba, ¡todo su ser sufría un estremecimiento de desesperación!
- ¡Hikari! - sollozó desesperada - Perdón, perdón por hablarte a esta hora...
La mujer de la luz sintió toda esa tensión que se trasmitía del corazón a la línea telefónica, atemorizó su mirada, luego tartamudeó:
- Yolei, es... estaba despierta, no hay problema... ¿Qué sucede?
- ¡Oh! - comenzó la señora Ichijouji, mas no pudo seguir, era demasiado pedir que dijera que Zetaro, su hijo intermedio, había sido absorbido por la oscuridad.
Ken le quitó el teléfono a su mujer en vista de que ésta no podía seguir dialogando. Habló débilmente hacia Hikari, quien no terminaba de entender qué había pasado.
- Kari... El mar oscuro, se lo ha llevado.
Yagami perdió fuerzas y se recargó en la pared, Takeru lo notó y la miró fijamente.
- ¿El mar oscuro?...
- Mi hijo, Kari... se trata de Zet - Hikari podía jurar que Ken había estado llorando, esos suspiros no mentían. ¿Oscuridad? ¿Mar? ¿Zet?
- ¿Se puso mal Zetaro? - alcanzó a decir, aunque tenía bien claro que no tenía que ver directamente con la salud del pequeño.
- Es, muy confuso - dijo Ichijouji mientras se acomodaba el teléfono en la oreja... trataba de explicar algo que no entendía - pero se lo han llevado, Kari... así como nos llevaron cuando éramos niños. Zetaro desapareció, justo como desaparecí cuando murió mi hermano, justo como desapareciste cuando te llamaba la oscuridad.
Y Hikari, muy a su pesar, recordó a la oscuridad que la llamaba un día en la escuela... había caminado hacia el mar, y así, de pronto, había dejado el mundo con la mochila tirada en la tierra. Se había borrado del mapa, había ido sola a un sitio muy macabro, donde le pedían ayuda falsa... Sí, allá había pura oscuridad.
Era como si todo rotara a su alrededor, y mareaba tener tan mal ordenadas esas remembranzas que la invadían como si fueran extraterrestres. Sentía todo natural y familiar, luego se volvía ajeno y tenebroso.
- ¡¿Qué sucede?! - indagó Takeru, viendo en Kari cambios bruscos de expresión.
Ella le encogió los hombros a su esposo y siguió atendiendo la llamada telefónica.
- Comprendo...
- Kari, tengo que sacar a mi hijo de ese lugar... - agregó Ken, rogando ayuda en silencio - pero no sé como... no recuerdo cuál es el camino para ir ahí; ¿te das cuenta? ¡Es otro mundo!, y no tengo presente nada de ese lugar, sólo sé que fui, sólo sé que ahí me corrompieron y... no quiero que le hagan eso a Zet, no puedo permitirlo.
Hikari tampoco podía precisar cómo había ido... posiblemente Zetaro había sido llamado por la oscuridad. Entre toda aquella bruma rememoró a Takeru Takaishi, que la había rescatado de aquel mundo. Si el amor que Tk le tenía cuando eran niños la había salvado, todo el cariño de los Ichijouji hacia Zetaro sería suficiente; podrían entrar ahí, tenía que haber una esperanza.
- Descuida Ken, debe haber una manera ¡Sacaremos a Zetty de ahí! - aseguró, animando al afligido padre - Takeru y yo vamos para allá, no tardaremos.
Sin esperar respuesta colgó, su semblante contrariado comenzó a lagrimar, Takaishi se acercó para reconfortarla.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó, mientras la sujetaba de los hombros.
- La oscuridad está acabando con la luz ¿Recuerdas a la oscuridad?
- Sí.
- Se llevó a Zetaro a un mundo horrible.
Takeru puso rostro de no entender.
- Quizá suene incoherente todo esto, pero sólo yo puedo ayudarle a Ken a rescatarlo, debemos ir a casa de los Ichijouji.
- De acuerdo - apoyó el esposo, comprendiendo un poco, sintiendo muy dentro de él, un deseo enorme de saber.
Los Takaishi salieron de la biblioteca, habían acordado levantar a Taichi y encargarle a los chicos. Para sorpresa de los mismos, Taichi no estaba en su alcoba, y la puerta principal del departamento estaba abierta de par en par. Había objetos en el suelo por toda la casa, desde jarrones hasta prendas del vestir, ¡y Tai no estaba!, ¿qué demonios sucedía?.
- ¡Los niños! - chilló Hikari, histérica de sólo pensar que los pequeños no estuvieran.
Corrió a la habitación de su bebé, quien dormía plácidamente, luego se dirigió al cuarto de su sobrino Taiki, que también estaba en los brazos de Morfeo, replicando incoherencias ininteligibles.
Después entró Tk a la alcoba, y avisó:
- Sei y Toshi están bien.
- Min y Taik también, - agregó la señora - aunque... mi hermano no está, ¡no entiendo!, él nunca sale sin avisar a mitad de la madrugada, ¡y esos sueños!, no dudo que él los haya tenido, esas visiones fueron una cadena y nos afectaron de manera diferente.
- ¿Una cadena, Kari?
- Sí, una cadena, casi puedo precisar los miembros de ella, es como una conexión mágica entre varios...
- Ya veo.
- ¿Qué haremos con los niños? - desvió Kari, olvidando la antigua plática - No podemos dejarlos solos aquí, están pasando cosas que no permiten que tengamos un descuido, ¿te das cuenta?
- Los llevaremos con nosotros. - concluyó Takeru, levantando de la cama a su sobrino político y acomodándolo en sus varoniles brazos (era mejor no levantarlo).
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Minagawa había despertado al entrar a la autonave de los Takaishi, Hikari la llevaba en brazos para que no llorara, sólo en el regazo materno la pequeñita era capaz de frenar su llanto. Era como si la nena presintiera algo.
Takeru manejaba algo tenso, los niños iban atrás, adormilados y silenciosos.
Taiki roncaba, de vez en cuando abría sus canelos ojos para tratar de decir algo, casi siempre se le oía llamar a su padre, sin embargo estaba muy agotado como para lograr ligar hechos. Seiyuro creía que todo era un sueño, cada vez que cuestionaba a su padre sobre el lugar adonde iban, terminaba diciendo que era imposible que le permitieran salir en pijamas de su casa, y aseguraba entonces su teoría de estar dormido y en el mundo de los sueños. Toshiro, en cambio, iba silencioso, con los ojos muy abiertos. Su respiración era exaltada y había palidecido mucho al ver nerviosa a su madre. Quería preguntar, pero se censuraba por un temor sobrenatural. Finalmente dijo:
- ¿Por qué vamos a casa de los Ichijouji a esta hora?
Su madre volteó desde el asiento del copiloto y lo miró fijamente. Toshiro se aplastó más en su sitio y no dejó de verla. Sospechaba algo siniestro.
- No tiene caso mentir - aseguró la mamá de Min y Toshi, pensando que sería un error muy grande no poner al tanto a sus niños.
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El timbre no terminó de sonar, una vez pulsado por la mano de Takeru, y antes de que se acabara el sonido, la puerta fue abierta.
Kurumi Ichijouji vestía un camisón plomizo con estrellas amarillas pintadas. Sus ojos estaban hinchados, llenos de pequeños hilos capilares rojos que le daban un aspecto nervioso a su mirada. Apenas los vio rompió en sollozos nada serios y bastante aturdidores.
De la mano de la chica se sujetaba Satoru, éste miraba a los recién llegados como si fueran los héroes del siglo.
- Gracias... gracias por venir... - decía Kurumi, tratando de calmarse. Los chicos dejaron atrás el sueño por el susto; enfocaban a su amiga de manera tan desesperada, que querían consolarla.
Kari se inclinó junto con Min hasta la chica y le prodigó un abrazo. Kurumi se dejó llevar por ese cariñoso gesto, hasta dejó de berrear. La desesperación era la misma, pero ya no lloraba a viva voz, el acto de la amiga de su madre había sido un tranquilizador. Takeru le acarició el cabello a la joven, y alzó al pequeño Satoru para acomodarlo en sus brazos.
- ¡TET! - dijo de pronto el bebito, mientras lo cargaba TK - Se fue, Tet... mi hedmano.
- Papá y sus amigos lo traeremos de vuelta, Satoru.
Kurumi se separó de Kari, en voz queda y baja, casi cortada, dijo:
- Mamá y papá están en el cuarto de mis hermanos, - explicó - fue ahí donde desapareció. Al principio mi madre pensó que se lo había tragado la computadora, pero ¿Cómo puede una computadora llevarse a un niño?... apenas que fuera posible que Zetaro pudiera convertirse en datos, lo cual no sé si se pueda... aunque papá afirma que por la forma en la que se fue... pues, no sé, habló de la oscuridad... ¡No entiendo!
- Tienes que tranquilizante, en un momento se arreglarán las cosas.
Caminaron hasta llegar a la alcoba. Todo se mantuvo en silencio hasta entonces. Hikari y Takeru iban al frente, seguidos por Toshiro, que miraba asustado todo a su alrededor; Sei rodeaba con su brazo a Kurumi mientras caminaban, y Taiki seguía preguntándose dónde demonios podría estar Tai.
Adentro, en el cuarto de Zetaro, la escena era impresionante.
Muchísimas hojas blancas y rayadas volaban por toda la habitación, el piso mismo estaba tapizado por dibujos raros, con auge tenebroso. Yolei estaba frente a la computadora y le gritaba constantemente al monitor: ¡Ábrete, puerta!. Pero nada sucedía. Ken en cambio estaba tirado en la cama, analizando con una lupa una de las ilustraciones. Ambos rostros no tenían definición clara, expresaban demasiados sentimientos, era imposible precisarlos.
- ¡Oh, Dios! - exclamó Kari, al ver tal espectáculo frente a ella. - ¿Qué son...?
- Son dibujos de Zetaro, los hizo esta noche - aclaró Kurumi, sin acercarse mucho al cuarto por temor /además, dicha pieza no era muy grande, no cabían todos/.
Miyako dejó de gritarle a la máquina, corrió hacia sus amigos.
- ¿Ustedes sí recuerdan?... ¿Recuerdan cuando le gritaba a la computadora y se abría una puerta?, entonces viajábamos a un lugar, y me veía con un amigo inseparable. Esta noche mi Zetty debió haber ido ahí.
Takeru sonrió desganado, en lo más profundo de su alma logró ver por unos instantes a Miyako Inoue de 12 años portar un traje raro, y en efecto, creía verla gritando y ordenando que se abriera una puerta, con la mano estirada hacia el monitor mientras cargaba un artefacto.
- ¡No está ahí! - dijo Ken, poniéndose de pie - ¡No está!, y lo sabes Miyako, lo sabes muy bien porque lo viste desparecer. En ningún momento Zet se metió a la computadora.
- ¿Y eso puede ser posible?... es decir, entrar a la computadora - interrumpió Seiyuro, muy confundido.
- Sí - respondió secamente Takeru.
"Todo esto... tanta niebla..." pensó Toshiro "Los sucesos extraños que han acontecido se han juntado, de modo que ahora, debe empezar a despejarse todo aquello. ¡Y ese aro!, debí decirle a mi madre lo del Aro mágico... si tan sólo entendiera, ¡no es justo!".
- Ken, la verdad es que... hoy he soñado algo que me hace confiar que todo es posible. De alguna manera creo lo que me dices, y no me cabe duda, se llevaron a Zetaro a ese lugar. Cuando niños fuimos, ¿no?, pero era por una razón, ¿cuál será el porqué de Zet?
- Ha sido esa semilla, Kari - respondió Ichijouji - Le plantaron la misma semilla que a mí.
- ¿Cuál semilla? - preguntó Kurumi - ¿Por qué tienen que hablar en claves? ¡No comprendo nada! ¡¿Adónde se fue Zetaro!?
- ¡Silencio! - regañó Ken - Será mejor que salgan de la habitación, no quiero que escuchen, esto no es para niños, ¡ni siquiera lo entendemos nosotros!
- ¡Se trata de mi hermano y también quiero ayudarlo! - retó la niña con desesperación, volviendo a soltar el llanto de histeria.
- Con gritos no se soluciona nada - replicó Takeru - , comprendo muy bien la frustración y el dolor que deben sentir. Sin embargo así no llegaremos a ningún lugar, debemos buscar con la mayor claridad posible.
El escritor comenzó a recoger dibujos, los miraba con mucha atención.
- Esta es la clave.
- Ya lo sé - dijo Ken, mostrándole uno de ellos, era un Kimeramon - Estos monstruos... los he visto en mis sueños.
Hikari sacó de su bolso el dibujo del ángel que Satoru le había dado la tarde anterior, lo vio detenidamente, y dedujo, aunque no recordaba muy bien, que era su ángel de luz.
- Yo también los he visto.
- La incógnita es, ¿por qué los ha dibujado Zetaro? Si se fijan apenas son bocetos, los hizo estando muy apurado, ¡Ahh!, y casi todos son tenebrosos. - dijo Seiyuro - Zet, O-chan y yo hacemos comics juntos, y Zet jamás había dibujado a bestias tan terribles... él siempre, o casi siempre, hacía monos extraños, pero malos no. Y estas expresiones que vemos aquí - dijo mirando a un Devimon - son de seres malos, no es la figura, sino la cara de maldad que tienen.
- Tienes razón - apoyó Toshiro - No es el estilo de Zet.
- Mi hermano... estaba muy raro, no era el mismo de siempre. Parecía estar manipulado por algo - agregó Kurumi.
- Es ahí donde entra esa semilla - aseguró Ken - Quisieron hacer lo mismo que conmigo.
Inesperadamente los dibujos comenzaron a brillar, y se fueron uniendo hasta formar una bola gigante de papel.
- ¡Ahhh! - gritó Sato-kun, escondiéndose en el regazo del hombre que lo cargaba.
- ¿Qué es eso? - cuestionó Yolei.
La bola de papel, a excepción del trozo de Hikari, comenzó a desaparecer del mismo modo que Zet. Fue ahí cuando la dueña de la luz comprendió el lugar a donde había ido su sobrinito postizo.
- ¡El papel desapareció! - dijo Sei.
- ¡Igual que Zetaro! - agregó Kurumi - ¡Vayámonos de aquí o también nos iremos!... y ¡No quiero morir!
La luz que habitaba en Kari comenzó a brillar muy dentro. Tal vez era un llamado del más allá, o una necesidad que ella misma había creado para poder ir. Miró otra vez el dibujo, "Mi ángel de luz" aseguró con dulzura, mientras se sentaba en la cama con lágrimas en las mejillas.
- ¡Zet, te voy a sacar de ahí! ¡Nadie va a corromperte! - gritó Ken, bastante exasperado.
Min miró la mejilla húmeda de su madre, y con sus pequeños deditos limpió esa humedad.
Los milagros son eternos y existen, nada más es cuestión de creer. En esa habitación todos creían: Ken, Yolei, Tk, Kari, los chicos... y Satoru, él también sabía que el destino estaba dentro de él y podría mezclarse con el milagro que rogaban sus padres.
La frente de él brillo, marcándose en su piel un símbolo que por un momento Takeru pudo visualizar. Al mismo tiempo en Min sucedió lo mismo, aunque la luz en ella era de otro color y el símbolo no tenía la misma figura. El Destino y los Milagros viven en todos los corazones, pero ahora, dos pequeños que apenas saben que existen, los hacían brillar a todo esplendor.
Las luces se unieron, o fusionaron, y un portal se abrió: era la entrada a ese mundo negro donde debían rescatar a un alma atormentada. Con eso se renovaba la esperanza y se veía una luz. Con eso podíamos creer en la magia y en que el destino se puede cambiar.
Los adultos comprendieron eso a la primera.
- Zetaro está ahí.- dijo Miyako, comenzando a avanzar - Mi pequeño no debe permanecer en ese lugar tan feo.
Takeru dejó a Satoru en el suelo, había dejado de brillar. El escritor sentía que la entrada a ese mundo lo llamaba. Hikari dejó a Min en brazos de Toshiro, quien entendió lo que se proponían.
- ¡No, tía Kari!, es muy peligroso que entren - juzgó Taik, al ver el portal.
- No vayas ahí, mamá - rogó Toshi, temblando - No nos dejen solos...
- Tengo qué ir, pero no temas, regresaremos, hay que confiar en los milagros.
- ¡Entonces permíteme ir!
- No, Toshi. Debes quedarte y cuidar a los demás ¿De acuerdo?
- Tengo miedo, madre...
- Hijo, la luz que vive en ti te dará fortaleza.
- ¡Pues no basta con eso! - renegó Kurumi - ¡Es que no hay concordancia con lo que está pasando! ¡Zet no puede estar ahí dentro!, ¡es irreal!
Ken besó a su hija y le dijo un escueto "cuídate", le tomó la mano a su mujer y se acercaron a la rara entrada.
- "La luz despide resplandores multicolores, que deberán hacerlos recordar, para poder nuestro mundo renovar, aunque yo ya no vaya ha estar..." - recordó Seiyuro - ¡Eso nos dijo Wizardmon!
Hikari miró atentamente al hijo de su esposo. La palabra "Wizardmon" retumbó como eco. Taiki sintió un escalofrío al recordar que apenas unas horas atrás había intentado llamar a ese sujeto.
- Wizardmon apareció en la Televisora hace unos días... y nos dijo que con nuestro olvido desaparecimos un mundo... el mundo virtual, o algo así. También habló de la venganza, ¡y las tinieblas!. Si van a ir a ese mundo, tengan muy presente su mensaje... y vuelvan, vuelvan pronto para que no crezcan las tinieblas.
- Wizardmon... - susurró Kari, parpadeando sin cesar - ¡Wizardmon! ¿Te das cuenta, Takeru?
El cuestionado asintió, caminó a la puerta dimensional, y gritó:
- Estaré de vuelta muy pronto y traeremos a Zetaro.
Se internó, despareciendo. Los Ichijoujis hicieron lo mismo. Kari se dispuso a seguirlos, y antes de entrar...
- ¡Mamá! ¡Acuérdate de Gatomon! - exclamó Toshiro.
Hikari vio a su blanca gata digital en su mente, gimió asustada y sorprendida; acto seguido siguió a los adultos.
"Gatomon... mi ángel de luz" recordó.
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- ¡Se fueron! - chilló Kurumi, golpeando a las paredes - ¡Se van a morir, se van a morir como Zetaro!
- Si Zet estuviera muerto lo hubieran sabido tus papás - calmó Toshiro, de forma fría - Date cuenta, están pasando puras cosas místicas.
- Y las luces que desprendieron Satoru y Minawaga son las que dijo Wizardmon. ¡Lo tengo, Toshi! ¡El Aro!, ese anillo es la clave, si lo desciframos seguro podremos ayudar con mucho en estos instantes de incertidumbre.
- Sí, es lo único que podemos hacer, Sei - opinó Toshiro - ¿Lo traes contigo?
- ¡NO!, es que... estaba muy adormilado cuando me levantaron y lo olvidé.
- Ya veo...
- ¡Es que no entiendo! ¿Quién rayos es Wizardnom?
- Wi-zard-mon, Kurumi, no Wizardnom
- Es un... Monstruo digita. - dijo Taiki, mirando fijamente el suelo.
Sei, Toshi y Kurumi miraron con mucha curiosidad al pequeño de 11.
- ¿Quééé? - dijo la Damita.
- Es un Digimon. Osen dice que eso quiere decir: monstruo digital, aunque no está muy segura.
- ¿Osen? ¿Digimon?, ¡explícate! - ordenó Seiyuro.
- Perdón, pero... los oí cuando hablaron de las tinieblas y de Wizardmon... entonces "tomé prestado" el aro y fui con Osen a...
- ¡TAIKI! - rugieron los mayores, muy enojados - ¿Por qué no nos lo dijiste?
- Eso mismo me pregunté yo, ¿por qué no confiaron en mí?
- Porque no queríamos poner a más personas en peligro, no se trata de un juego, ¿te enteras? - regañó su primo.
- Ya lo sé.
- Además, involucraste a O-chan y... ¿qué más pasó?
- A eso iba, Sei - dijo Taiki, muy nostálgico - Sé que no es un juego, y estoy arrepentido porque, esta noche, casi morimos. Osen vio el aro y se puso a investigarlo, entonces yo le propuse ir a la Televisora para tratar de llamar a Wizardmon del mundo de los muertos...
- ¡Que idea más estúpida! - dijo Kurumi.
- Es verdad - apoyó Sei.
- ¡Pero si fue tu idea, Seiyuro!, yo nada más te copié.
- Er....
- El caso es que Osen, Ben, Doguen y yo fuimos, y al llamar al fantasma aparecieron dos monstruos que querían el Aro mágico. ¡Fue horrible!, capturaron a Ben, luego a Osen, ¡casi nos quitan el anillo!... y entonces, investigamos cosas, y supimos sobre los digimons. Osen dice que son criaturas creadas a partir del lenguaje digital que se perdió en el 2027.
- @_@ Y yo que creía estar bien informado... - opinó Sei, con un toque de ironía.
- ¿Qué pasó con el Aro?, ¿O-chan y los demás están bien?
- Sí, estamos bien. Arukerimon y Mummymon se marcharon cuando vieron al tío Joe llegar. El Anillo lo dejé donde lo tenían, en su habitación.
- Me duele la cabeza - dijo Kurumi, mientras acostaba a Satoru en la cama y le acariciaba la carita.
- Lamento no haberlo dicho antes, pero no reaccionaba, aún sigo preocupado porque no me supieron decir donde estaba mi papá.
- No hay problema, Taik - dijo Toshiro -, comprendemos tu posición. Ahora lo importante es ir por ese Aro mágico, o esos monstruos lo tomarán antes que nosotros.
- Yo iré - dijo Sei - ustedes quédense. No tiene caso que todos vayan, podrían necesitarlos aquí, ¿ok?
Kurumi y Taiki asintieron. Toshi dudó un poco, al final accedió.
- No vayas a meterte en problemas. Mientras, intentaré comunicarme con algún adulto... quizá ellos sepan o entiendan lo que está aconteciendo.
- Bien... suerte con eso - Sei se retiró corriendo, hubiera querido infringir la ley y robarle el auto a su padre, pero Tk se había llevado al mundo oscuro las llaves y tenía que conformarse con caminar - ¡Regreso pronto!
- ¡Te estaremos esperando! - se despidió Kurumi.
Hubo un silencio mediano en el que los tres niños comenzaron a pensar por su lado; el ruido apareció gracias a los intestinos de Taiki.
- Kurumi, ¿te parece si preparo algo de comer?
- Como quieras.
También se retiró, quedando los dos mayores con sus pequeños hermanos, que acababan de dormirse. La Ichijouji se puso a llorar levemente, Toshiro trató de animarla e hizo que la cabeza de su amiga chocara en su hombro.
- Yo tengo la culpa - sinceró la anteojuda - Nunca debí pensar que Matsuo me quería... por eso pasó todo esto, seguro era un demonio y le hizo algo malo a Zet... debí hacerle caso a mi papá, pero no lo hice. Creí ser digna de que un chico de preparatoria me quisiera, me sentía importante, la verdad es que fui una boba.
- Claro que no, Kurumi-chan... no eres una boba. Estabas cegada, fue un error, ¡y eso no tiene que ver con lo que está pasando!; Minomoto, o Matsuo, estaba siendo controlado por las tinieblas. Aunque... eso no le quita que haya sido un imbécil al tomarte como juego.
- Debí darme cuenta de que no todos los chicos son igual de buenos que Sei, Kyo y tú.
- Hablando de eso - animó, separándose de ella y viéndole de frente - Hay alguien que siempre está pensando en ti, alguien muy bueno que te quiere mucho y desea que le abras el corazón. Eres muy lista, pero en este tipo de cosas te muestras despistada. Aprende a ver a tu alrededor, porque te estás perdiendo de varias cosas - "En pocas palabras, Kurumi-chan, ¡Hazle caso a Kyo!" pensó el hijo de Kari.
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Los Izumi madrugaron. Era muy temprano pero el deber los llamaba. Mimi tenía una cita esa mañana con el ginecólogo e Izzy se disponía a llevar a Osen a los estudios. Nadie hablaba. Las voces sólo eran usadas para frases clásicas del desayuno: ¿me pasas la sal?, ¿cómo amaneciste?.
La noche anterior había sido muy dura para todos los miembros de la familia compuesta. Osen había tenido fiebre hasta las 5 de la mañana y Ben tenía un ligero catarro. Mimi no entendía, ¿qué hacían los niños a esa hora de la noche en la Televisora del Sr. Ishida?
Por otra parte los adultos habían tenido visiones en sueños que no los dejaban en paz.
Koushiro tecleaba en su computadora moderna y analizaba los datos que había escrito. Cada tanto tiempo los niños le oían decir: ¡no puede ser!, ¿apoco?, ¡suena incoherente!; pero no entendían qué diantres estaba haciendo, y no cuestionaban, porque Izumi era misterioso y enredoso.
- Me veré con Sora en la plaza cercana al hospital, ella se irá antes porque le prometió a Kotty que lo llevaría a la tienda de mascotas, entonces va aprovechar que estará cerrada para que el niño no pida nada.
- Si gustas te llevo a la plaza.
- Ya mandé pedir un taxi, mi amor. Tú tienes que prepararte para llevar a Osen al Hospital dentro de un rato.
- Pensé que la cita era el viernes, papá - dijo la niña pelirroja.
- Hubo cambio de planes. Además, estuviste toda la noche enferma por andar haciendo travesuras y te tienen que revisar - su voz sonaba imperativa a más no poder.
- Iré contigo, madre. - avisó Ben - Así que yo la cuidaré, Izzy.
- Gracias Ben, me quitas un peso de encima - admitió el padrastro.
Mimi salió del apartamento tiempo después, cargando con su barriga y Ben. Tomó un taxi para reunirse con su mejor amiga. En tanto, Izzy dejó de teclear.
- Osen, nos iremos dentro de una hora ¿De acuerdo?
- ¿Tiene que ser hoy? ¡Es que tengo algo qué hacer!
- La salud es lo primero, hijita - dijo el padre - No quiero que discutamos.
Osen inclinó la cabeza muy contrariada, asintió con desgane. Su padre desvió la mirada y avisó:
- Iré a tomar un baño, ve alistándote.
La vástaga Izumi lo vio desaparecer de su vista y suspiró, no quería ir al doctor. Se vistió con prisa mientras maquinaba pensamientos.
"No quiero ir al hospital, sería pérdida de tiempo" se dijo "Con todo lo que pasó ayer no puedo quedarme con los brazos cruzados. ¿Qué son los Digimons? ¿Por qué desaparecieron?... por otra parte me siento mal por no informarle a May y los demás de nuestra odisea de ayer. Tengo que ir a decirle todo a ella y a Toshi, esto no debe ser un secreto".
Terminó de abrocharse su vestido verde menta y sacó de su armario una computadora vieja y portátil "pineapple". Le picaba la curiosidad por seguir investigando sobre el Aro y el lenguaje digital, y no se quedaría con las ganas de hacerlo.
Sentía hacer eso, pero desobedecería a su papá.
Arrancó una hoja y escribió:
**REGRESO EN UN MOMENTO, LO QUE TENGO QUÉ HACER ES DEMASIADO IMPORTANTE Y NO PUEDE ESPERAR. SE TRATA DE LOS DIGIMONS.
ATTE. Osen Izumi**
Después salió sigilosamente de su casa, adentrándose en el elevador que la llevaría a casa de los Ishida.
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- ¡Mayumi!
- ¿Qué sucede papá?
- ¡Un sacrilegio! - bromeó el progenitor, un poco desvelado - Tu madre olvidó comprar mayonesa.
- ¿Cómo? ¿Se acabó? - preguntó la rubia, entrando a la cocina.
- Eso creo - Yamato buscaba por todos los estantes de la cocina - ¡Rayos!, tendré que ir a comprarla.
- Podemos comer huevos con otra cosa, no a fuerzas tienen que tener mayonesa.
- No saben igual de bien sin mayonesa - aseguró Matt, poniéndose una ligera chaqueta - En unos momentos vengo, iré a comprarla.
- Como gustes, lo bueno de todo esto es que cocinas mejor que mamá.
Yamato Ishida abandonó el recinto. A él le gustaban los huevos con mayonesa y no dejaría de engullirlos por falta de la misma. Mayumi suspiró resignada y se dispuso a esperar el regreso de su padre. Se sentía muy cansada y no sabía porqué, al menos estaba de vacaciones y podía flojear todo el día. Hoy su único pendiente era visitar a Zetaro y seguir las investigaciones con sus amigos sobre el mentado anillo que un fantasma les había entregado.
Prendió la televisión, pero como casi siempre, no había nada bueno qué ver. Entonces se puso a rondar por toda la casa con los ojos entreabiertos.
"Odio que me levanten temprano en vacaciones... odio que me levanten temprano en vacaciones..." se decía, recordando que su madre le había encargado que estuviera junto a su padre mientras ella y Kotaro salían al hospital para acompañar a tía Mimi por lo del bebé.
Su cacofónico pensar se vio interrumpido por un toquido de puerta que conocía muy bien. Se apresuró a abrir, ¿qué hacía Osen tocando a tan temprana hora?
- Buenos días, May... - Osen vio que su mejor amiga aún vestía la pijama de ositos que tía Kari le había regalado hacía dos cumpleaños.
La rubia cayó en cuenta de que no se había vestido y se sonrojó levemente. La timidez se voló con rapidez y le permitió el pase a la pelirroja.
- He venido a... contarte que lo sé todo.
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Toshiro había intentado comunicarse con los amigos de su madre. En su casa el tío Tai no contestaba. Tampoco en el hogar de los Kido, Izumi e Ishida. Estaba comenzando a desesperarse, ya no sabía a quien hablar.
- ¡A casa de Kyo!, el señor Motomiya es el mejor amigo de papá, seguro no se molestará si le llamas - dijo Kurumi.
- Ya sé que no se enojará - replicó el canelo - ¡¿Cómo no se me ocurrió antes?!
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Davis estaba ocupado aquella mañana. Mientras su hijo y esposa dormían, se había dedicado a rayar su yeso para no olvidar. La noche anterior había soñado a V-mon y no quería que ese nombre tan simpático saliera de su mente. Así que alrededor de esa dura estructura color marfil que le protegía el hueso roto, escribía muchas palabras idénticas de color azul: V-mon, V-mon y V-mon.
Contestó el teléfono móvil al primer **ring**.
- ¿Aló?
- Ha-ha-habla Toshiro, Toshiro Sugiya-ma Ya-Yagami
- Y por este lado habla tu tío Daisuke ¿Sucede algo, muchacho?
- En realidad, suceden muchas cosas.
Kyo se había despertado minutos antes, y cuando sonó el teléfono, había descolgado el aparato de su cuarto al mismo tiempo que su padre. La voz de Toshiro había sonado temerosa y él se había mantenido callado, no pudiendo colgar por lo que oía... estaba espiando.
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- ¡Ese Taik es muy ingenioso! - opinó May, cuando Osen hubo acabado de contarle su aventura del día anterior.
- Pero sirvió de mucho todo lo vivido, así les podremos ayudar.
- Yo no dije nada porque no quería involucrarlos, Osen.
- Lo sé.
- ¿Qué haremos ahora? Creo que lo mejor es informar a Toshi y Sei, ¿no?
- Sí, además, les quiero pedir ese Aro.
- ¿Por el lenguaje que tiene plasmado?
- Sí - respondió la niña de ojos negros - ¿No estás molesta?
- ¡Nah!, contigo no. Tal vez un poquito con Taiki, pero ya se me pasará. A decir verdad me siento más liberada, no me gusta guardar secretos tan drásticos - admitió May - Incluso, más que enojada, estoy preocupada por lo de ayer... te ves pálida.
- Estoy bien.
- Entonces... Vamos a casa de mi tío Takeru.
- El problema es que nadie me abre, estuve tocando hace rato, ya que quería que Taiki se disculpara contigo; posiblemente están dormidos.
- No te preocupes. Aquí tenemos una llave de emergencia, podemos entrar por la puerta interna que conecta nuestras casas.
- Menos mal.
Las dos lindas niñas tomaron la llave, y olvidando que Matt no tardaba en regresar con la mayonesa, se infiltraron al apartamento de los Takaishi.
Adentro no había ni un ser vivo, en cambio, había mucho desorden. Lo primero que hicieron las chicas fue apoderarse del Aro de Gatomon, en segunda comenzaron a buscar indicios de vida.
"Qué raro que Toshi no haya tendido su cama..." pensó Osen.
"Seiyuro está mal influenciando a Toshiro, ahora ni siquiera tiende la cama" reflexionó May.
Cuando entraron a la biblioteca, observaron los libros vacíos de Takeru en el suelo, y para sorpresa de las descendientes de Izumi e Ishida, esas hojas comenzaron a brillar.
- ¡Vaya! ¿Qué sucede?
- No tengo la menor idea, May.
- ¡Yo sí! ¡El Aro!, ¡está brillando, Osen!
- Qué raro... a lo mejor... quizá...
- ¿Qué?
- Quizás debo acercar el anillo al libro, parece que se llaman.
Mayumi corrió hacia los libros, tomó uno al azar y lo acercó a donde su mejor amiga sostenía el aro. La luz creció y como haz terco se estrelló en las páginas. El papel perdía blancura, letras negras y japonesas aparecían en el escrito. ¡Las historias de Takeru estaba reviviendo gracias a la magia!, de eso no había duda.
- ¡Impresionante! - opinó Osen.
Mayumi leyó las primeras líneas renacidas:
- **... Y entonces, ese primero de agosto del 1999, fueron transportados siete niños, al maravilloso Mundo Digital...**
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Fin del capítulo 10.
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--*--*
NOTAS finales DE la AUTORA: ¡Los misterios están saliendo al aire!... bueno, antes que nada, gracias por seguir leyendo, espero este capítulo les haya gustado y ojalá no se hayan enredado con tantos laberintos que hay en la trama. Como ya se imaginarán, las cosas se van a poner mucho mejor de aquí en adelante, ya que el misterio está siendo destapado.
¿Por qué el brillo del Destino y los Milagros que habitan en Satoru y Min abrieron una puerta?, ¿lograrán rescatar a Zet?, ¿qué significan los dibujos del chico?, ¿por qué el Aro hizo aparecer las letras de los cuentos de TK? Hay mucho por saber, así que sigan leyendo.
Honestamente creo que a esta parte le faltó algo, quizás la corté muy rápidamente, aún así espero haya cumplido las expectativas formuladas... ¡Ah!, y también quise poner detalles cómicos, como la obsesión de Matt por los huevos con mayonesa (jeje, es que el otro día vi el capítulo de 01 donde hablan de sus gustos en comidas).
A las personas que me preguntaron sobre porqué Zetaro fue el elegido para ser el portador de la semilla, quiero contestar que se sabrá más adelante, pero como adelanto diré que tiene que ver con la gran imaginación que éste posee para dibujar (en realidad es habilidad, pero su imaginación también cuenta).
Y recuerden: Memorias borradas está dedicado con mucho cariño a todas las personas que leyeron Fusión Prohibida.
¡Hasta pronto!
El próximo capítulo de Mb será: **Todo esto, una mañana, en el mismo hospital**... no se lo pierdan n_n
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Nota extra: disculpen los posibles errores que pueda tener el texto.
NOTAS iniciales DE la AUTORA: ¡Hola de nuevo!, bienvenidos a la parte décima de este fanfic. Sólo quiero aclarar que el capítulo anterior y este tienen similitud con el tiempo /es decir, pasan a un tiempo "semejante" o parecido... se parte de la noche después del sueño, pero con otros personajes/ , así que espero no se confundan. Otra cosa que quiero resaltar es que de aquí en adelante /hasta los otros dos capítulos que ya tengo elaborados/ habrá mucha acción, muchos personajes, y también suspenso y misterio.
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MEMORIAS borradas
Por CieloCriss.
Capítulo 10 **El Renacimiento de los libros de Takeru**
Takeru no podía dejar de ver sus libros vacíos... había perdido una gran parte de sí mismo cuando habían sido borrados, y quizá, aún siendo adulto, no podía superarlo. Después de ese extraño sueño el insomnio lo había acogido y lo único que parecía calmarlo era seguir hojeando maniáticamente las hojas que una vez tuvieron impresos. Hikari estaba junto a él; también se notaba rara, como si estuviera a punto de caer en un abismo sin final.
Revoltijos internos los invadían, y los revoltijos se externaron cuando, siendo las 4:30 de la mañana, sonó el teléfono. Se exaltaron al oírlo. Kari se levantó del suelo y se apresuró a contestar. El corazón le latía a fuego lento, le carcomía las entrañas por los nervios.
- Moshi moshi... - dijo de forma temblorosa, imaginando tragedias, nadie hablaría a esas horas de no ser estrictamente necesario.
Al otro lado del teléfono se oyó Miyako, su mejor amiga de la infancia. La voz le temblaba, ¡todo su ser sufría un estremecimiento de desesperación!
- ¡Hikari! - sollozó desesperada - Perdón, perdón por hablarte a esta hora...
La mujer de la luz sintió toda esa tensión que se trasmitía del corazón a la línea telefónica, atemorizó su mirada, luego tartamudeó:
- Yolei, es... estaba despierta, no hay problema... ¿Qué sucede?
- ¡Oh! - comenzó la señora Ichijouji, mas no pudo seguir, era demasiado pedir que dijera que Zetaro, su hijo intermedio, había sido absorbido por la oscuridad.
Ken le quitó el teléfono a su mujer en vista de que ésta no podía seguir dialogando. Habló débilmente hacia Hikari, quien no terminaba de entender qué había pasado.
- Kari... El mar oscuro, se lo ha llevado.
Yagami perdió fuerzas y se recargó en la pared, Takeru lo notó y la miró fijamente.
- ¿El mar oscuro?...
- Mi hijo, Kari... se trata de Zet - Hikari podía jurar que Ken había estado llorando, esos suspiros no mentían. ¿Oscuridad? ¿Mar? ¿Zet?
- ¿Se puso mal Zetaro? - alcanzó a decir, aunque tenía bien claro que no tenía que ver directamente con la salud del pequeño.
- Es, muy confuso - dijo Ichijouji mientras se acomodaba el teléfono en la oreja... trataba de explicar algo que no entendía - pero se lo han llevado, Kari... así como nos llevaron cuando éramos niños. Zetaro desapareció, justo como desaparecí cuando murió mi hermano, justo como desapareciste cuando te llamaba la oscuridad.
Y Hikari, muy a su pesar, recordó a la oscuridad que la llamaba un día en la escuela... había caminado hacia el mar, y así, de pronto, había dejado el mundo con la mochila tirada en la tierra. Se había borrado del mapa, había ido sola a un sitio muy macabro, donde le pedían ayuda falsa... Sí, allá había pura oscuridad.
Era como si todo rotara a su alrededor, y mareaba tener tan mal ordenadas esas remembranzas que la invadían como si fueran extraterrestres. Sentía todo natural y familiar, luego se volvía ajeno y tenebroso.
- ¡¿Qué sucede?! - indagó Takeru, viendo en Kari cambios bruscos de expresión.
Ella le encogió los hombros a su esposo y siguió atendiendo la llamada telefónica.
- Comprendo...
- Kari, tengo que sacar a mi hijo de ese lugar... - agregó Ken, rogando ayuda en silencio - pero no sé como... no recuerdo cuál es el camino para ir ahí; ¿te das cuenta? ¡Es otro mundo!, y no tengo presente nada de ese lugar, sólo sé que fui, sólo sé que ahí me corrompieron y... no quiero que le hagan eso a Zet, no puedo permitirlo.
Hikari tampoco podía precisar cómo había ido... posiblemente Zetaro había sido llamado por la oscuridad. Entre toda aquella bruma rememoró a Takeru Takaishi, que la había rescatado de aquel mundo. Si el amor que Tk le tenía cuando eran niños la había salvado, todo el cariño de los Ichijouji hacia Zetaro sería suficiente; podrían entrar ahí, tenía que haber una esperanza.
- Descuida Ken, debe haber una manera ¡Sacaremos a Zetty de ahí! - aseguró, animando al afligido padre - Takeru y yo vamos para allá, no tardaremos.
Sin esperar respuesta colgó, su semblante contrariado comenzó a lagrimar, Takaishi se acercó para reconfortarla.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó, mientras la sujetaba de los hombros.
- La oscuridad está acabando con la luz ¿Recuerdas a la oscuridad?
- Sí.
- Se llevó a Zetaro a un mundo horrible.
Takeru puso rostro de no entender.
- Quizá suene incoherente todo esto, pero sólo yo puedo ayudarle a Ken a rescatarlo, debemos ir a casa de los Ichijouji.
- De acuerdo - apoyó el esposo, comprendiendo un poco, sintiendo muy dentro de él, un deseo enorme de saber.
Los Takaishi salieron de la biblioteca, habían acordado levantar a Taichi y encargarle a los chicos. Para sorpresa de los mismos, Taichi no estaba en su alcoba, y la puerta principal del departamento estaba abierta de par en par. Había objetos en el suelo por toda la casa, desde jarrones hasta prendas del vestir, ¡y Tai no estaba!, ¿qué demonios sucedía?.
- ¡Los niños! - chilló Hikari, histérica de sólo pensar que los pequeños no estuvieran.
Corrió a la habitación de su bebé, quien dormía plácidamente, luego se dirigió al cuarto de su sobrino Taiki, que también estaba en los brazos de Morfeo, replicando incoherencias ininteligibles.
Después entró Tk a la alcoba, y avisó:
- Sei y Toshi están bien.
- Min y Taik también, - agregó la señora - aunque... mi hermano no está, ¡no entiendo!, él nunca sale sin avisar a mitad de la madrugada, ¡y esos sueños!, no dudo que él los haya tenido, esas visiones fueron una cadena y nos afectaron de manera diferente.
- ¿Una cadena, Kari?
- Sí, una cadena, casi puedo precisar los miembros de ella, es como una conexión mágica entre varios...
- Ya veo.
- ¿Qué haremos con los niños? - desvió Kari, olvidando la antigua plática - No podemos dejarlos solos aquí, están pasando cosas que no permiten que tengamos un descuido, ¿te das cuenta?
- Los llevaremos con nosotros. - concluyó Takeru, levantando de la cama a su sobrino político y acomodándolo en sus varoniles brazos (era mejor no levantarlo).
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Minagawa había despertado al entrar a la autonave de los Takaishi, Hikari la llevaba en brazos para que no llorara, sólo en el regazo materno la pequeñita era capaz de frenar su llanto. Era como si la nena presintiera algo.
Takeru manejaba algo tenso, los niños iban atrás, adormilados y silenciosos.
Taiki roncaba, de vez en cuando abría sus canelos ojos para tratar de decir algo, casi siempre se le oía llamar a su padre, sin embargo estaba muy agotado como para lograr ligar hechos. Seiyuro creía que todo era un sueño, cada vez que cuestionaba a su padre sobre el lugar adonde iban, terminaba diciendo que era imposible que le permitieran salir en pijamas de su casa, y aseguraba entonces su teoría de estar dormido y en el mundo de los sueños. Toshiro, en cambio, iba silencioso, con los ojos muy abiertos. Su respiración era exaltada y había palidecido mucho al ver nerviosa a su madre. Quería preguntar, pero se censuraba por un temor sobrenatural. Finalmente dijo:
- ¿Por qué vamos a casa de los Ichijouji a esta hora?
Su madre volteó desde el asiento del copiloto y lo miró fijamente. Toshiro se aplastó más en su sitio y no dejó de verla. Sospechaba algo siniestro.
- No tiene caso mentir - aseguró la mamá de Min y Toshi, pensando que sería un error muy grande no poner al tanto a sus niños.
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El timbre no terminó de sonar, una vez pulsado por la mano de Takeru, y antes de que se acabara el sonido, la puerta fue abierta.
Kurumi Ichijouji vestía un camisón plomizo con estrellas amarillas pintadas. Sus ojos estaban hinchados, llenos de pequeños hilos capilares rojos que le daban un aspecto nervioso a su mirada. Apenas los vio rompió en sollozos nada serios y bastante aturdidores.
De la mano de la chica se sujetaba Satoru, éste miraba a los recién llegados como si fueran los héroes del siglo.
- Gracias... gracias por venir... - decía Kurumi, tratando de calmarse. Los chicos dejaron atrás el sueño por el susto; enfocaban a su amiga de manera tan desesperada, que querían consolarla.
Kari se inclinó junto con Min hasta la chica y le prodigó un abrazo. Kurumi se dejó llevar por ese cariñoso gesto, hasta dejó de berrear. La desesperación era la misma, pero ya no lloraba a viva voz, el acto de la amiga de su madre había sido un tranquilizador. Takeru le acarició el cabello a la joven, y alzó al pequeño Satoru para acomodarlo en sus brazos.
- ¡TET! - dijo de pronto el bebito, mientras lo cargaba TK - Se fue, Tet... mi hedmano.
- Papá y sus amigos lo traeremos de vuelta, Satoru.
Kurumi se separó de Kari, en voz queda y baja, casi cortada, dijo:
- Mamá y papá están en el cuarto de mis hermanos, - explicó - fue ahí donde desapareció. Al principio mi madre pensó que se lo había tragado la computadora, pero ¿Cómo puede una computadora llevarse a un niño?... apenas que fuera posible que Zetaro pudiera convertirse en datos, lo cual no sé si se pueda... aunque papá afirma que por la forma en la que se fue... pues, no sé, habló de la oscuridad... ¡No entiendo!
- Tienes que tranquilizante, en un momento se arreglarán las cosas.
Caminaron hasta llegar a la alcoba. Todo se mantuvo en silencio hasta entonces. Hikari y Takeru iban al frente, seguidos por Toshiro, que miraba asustado todo a su alrededor; Sei rodeaba con su brazo a Kurumi mientras caminaban, y Taiki seguía preguntándose dónde demonios podría estar Tai.
Adentro, en el cuarto de Zetaro, la escena era impresionante.
Muchísimas hojas blancas y rayadas volaban por toda la habitación, el piso mismo estaba tapizado por dibujos raros, con auge tenebroso. Yolei estaba frente a la computadora y le gritaba constantemente al monitor: ¡Ábrete, puerta!. Pero nada sucedía. Ken en cambio estaba tirado en la cama, analizando con una lupa una de las ilustraciones. Ambos rostros no tenían definición clara, expresaban demasiados sentimientos, era imposible precisarlos.
- ¡Oh, Dios! - exclamó Kari, al ver tal espectáculo frente a ella. - ¿Qué son...?
- Son dibujos de Zetaro, los hizo esta noche - aclaró Kurumi, sin acercarse mucho al cuarto por temor /además, dicha pieza no era muy grande, no cabían todos/.
Miyako dejó de gritarle a la máquina, corrió hacia sus amigos.
- ¿Ustedes sí recuerdan?... ¿Recuerdan cuando le gritaba a la computadora y se abría una puerta?, entonces viajábamos a un lugar, y me veía con un amigo inseparable. Esta noche mi Zetty debió haber ido ahí.
Takeru sonrió desganado, en lo más profundo de su alma logró ver por unos instantes a Miyako Inoue de 12 años portar un traje raro, y en efecto, creía verla gritando y ordenando que se abriera una puerta, con la mano estirada hacia el monitor mientras cargaba un artefacto.
- ¡No está ahí! - dijo Ken, poniéndose de pie - ¡No está!, y lo sabes Miyako, lo sabes muy bien porque lo viste desparecer. En ningún momento Zet se metió a la computadora.
- ¿Y eso puede ser posible?... es decir, entrar a la computadora - interrumpió Seiyuro, muy confundido.
- Sí - respondió secamente Takeru.
"Todo esto... tanta niebla..." pensó Toshiro "Los sucesos extraños que han acontecido se han juntado, de modo que ahora, debe empezar a despejarse todo aquello. ¡Y ese aro!, debí decirle a mi madre lo del Aro mágico... si tan sólo entendiera, ¡no es justo!".
- Ken, la verdad es que... hoy he soñado algo que me hace confiar que todo es posible. De alguna manera creo lo que me dices, y no me cabe duda, se llevaron a Zetaro a ese lugar. Cuando niños fuimos, ¿no?, pero era por una razón, ¿cuál será el porqué de Zet?
- Ha sido esa semilla, Kari - respondió Ichijouji - Le plantaron la misma semilla que a mí.
- ¿Cuál semilla? - preguntó Kurumi - ¿Por qué tienen que hablar en claves? ¡No comprendo nada! ¡¿Adónde se fue Zetaro!?
- ¡Silencio! - regañó Ken - Será mejor que salgan de la habitación, no quiero que escuchen, esto no es para niños, ¡ni siquiera lo entendemos nosotros!
- ¡Se trata de mi hermano y también quiero ayudarlo! - retó la niña con desesperación, volviendo a soltar el llanto de histeria.
- Con gritos no se soluciona nada - replicó Takeru - , comprendo muy bien la frustración y el dolor que deben sentir. Sin embargo así no llegaremos a ningún lugar, debemos buscar con la mayor claridad posible.
El escritor comenzó a recoger dibujos, los miraba con mucha atención.
- Esta es la clave.
- Ya lo sé - dijo Ken, mostrándole uno de ellos, era un Kimeramon - Estos monstruos... los he visto en mis sueños.
Hikari sacó de su bolso el dibujo del ángel que Satoru le había dado la tarde anterior, lo vio detenidamente, y dedujo, aunque no recordaba muy bien, que era su ángel de luz.
- Yo también los he visto.
- La incógnita es, ¿por qué los ha dibujado Zetaro? Si se fijan apenas son bocetos, los hizo estando muy apurado, ¡Ahh!, y casi todos son tenebrosos. - dijo Seiyuro - Zet, O-chan y yo hacemos comics juntos, y Zet jamás había dibujado a bestias tan terribles... él siempre, o casi siempre, hacía monos extraños, pero malos no. Y estas expresiones que vemos aquí - dijo mirando a un Devimon - son de seres malos, no es la figura, sino la cara de maldad que tienen.
- Tienes razón - apoyó Toshiro - No es el estilo de Zet.
- Mi hermano... estaba muy raro, no era el mismo de siempre. Parecía estar manipulado por algo - agregó Kurumi.
- Es ahí donde entra esa semilla - aseguró Ken - Quisieron hacer lo mismo que conmigo.
Inesperadamente los dibujos comenzaron a brillar, y se fueron uniendo hasta formar una bola gigante de papel.
- ¡Ahhh! - gritó Sato-kun, escondiéndose en el regazo del hombre que lo cargaba.
- ¿Qué es eso? - cuestionó Yolei.
La bola de papel, a excepción del trozo de Hikari, comenzó a desaparecer del mismo modo que Zet. Fue ahí cuando la dueña de la luz comprendió el lugar a donde había ido su sobrinito postizo.
- ¡El papel desapareció! - dijo Sei.
- ¡Igual que Zetaro! - agregó Kurumi - ¡Vayámonos de aquí o también nos iremos!... y ¡No quiero morir!
La luz que habitaba en Kari comenzó a brillar muy dentro. Tal vez era un llamado del más allá, o una necesidad que ella misma había creado para poder ir. Miró otra vez el dibujo, "Mi ángel de luz" aseguró con dulzura, mientras se sentaba en la cama con lágrimas en las mejillas.
- ¡Zet, te voy a sacar de ahí! ¡Nadie va a corromperte! - gritó Ken, bastante exasperado.
Min miró la mejilla húmeda de su madre, y con sus pequeños deditos limpió esa humedad.
Los milagros son eternos y existen, nada más es cuestión de creer. En esa habitación todos creían: Ken, Yolei, Tk, Kari, los chicos... y Satoru, él también sabía que el destino estaba dentro de él y podría mezclarse con el milagro que rogaban sus padres.
La frente de él brillo, marcándose en su piel un símbolo que por un momento Takeru pudo visualizar. Al mismo tiempo en Min sucedió lo mismo, aunque la luz en ella era de otro color y el símbolo no tenía la misma figura. El Destino y los Milagros viven en todos los corazones, pero ahora, dos pequeños que apenas saben que existen, los hacían brillar a todo esplendor.
Las luces se unieron, o fusionaron, y un portal se abrió: era la entrada a ese mundo negro donde debían rescatar a un alma atormentada. Con eso se renovaba la esperanza y se veía una luz. Con eso podíamos creer en la magia y en que el destino se puede cambiar.
Los adultos comprendieron eso a la primera.
- Zetaro está ahí.- dijo Miyako, comenzando a avanzar - Mi pequeño no debe permanecer en ese lugar tan feo.
Takeru dejó a Satoru en el suelo, había dejado de brillar. El escritor sentía que la entrada a ese mundo lo llamaba. Hikari dejó a Min en brazos de Toshiro, quien entendió lo que se proponían.
- ¡No, tía Kari!, es muy peligroso que entren - juzgó Taik, al ver el portal.
- No vayas ahí, mamá - rogó Toshi, temblando - No nos dejen solos...
- Tengo qué ir, pero no temas, regresaremos, hay que confiar en los milagros.
- ¡Entonces permíteme ir!
- No, Toshi. Debes quedarte y cuidar a los demás ¿De acuerdo?
- Tengo miedo, madre...
- Hijo, la luz que vive en ti te dará fortaleza.
- ¡Pues no basta con eso! - renegó Kurumi - ¡Es que no hay concordancia con lo que está pasando! ¡Zet no puede estar ahí dentro!, ¡es irreal!
Ken besó a su hija y le dijo un escueto "cuídate", le tomó la mano a su mujer y se acercaron a la rara entrada.
- "La luz despide resplandores multicolores, que deberán hacerlos recordar, para poder nuestro mundo renovar, aunque yo ya no vaya ha estar..." - recordó Seiyuro - ¡Eso nos dijo Wizardmon!
Hikari miró atentamente al hijo de su esposo. La palabra "Wizardmon" retumbó como eco. Taiki sintió un escalofrío al recordar que apenas unas horas atrás había intentado llamar a ese sujeto.
- Wizardmon apareció en la Televisora hace unos días... y nos dijo que con nuestro olvido desaparecimos un mundo... el mundo virtual, o algo así. También habló de la venganza, ¡y las tinieblas!. Si van a ir a ese mundo, tengan muy presente su mensaje... y vuelvan, vuelvan pronto para que no crezcan las tinieblas.
- Wizardmon... - susurró Kari, parpadeando sin cesar - ¡Wizardmon! ¿Te das cuenta, Takeru?
El cuestionado asintió, caminó a la puerta dimensional, y gritó:
- Estaré de vuelta muy pronto y traeremos a Zetaro.
Se internó, despareciendo. Los Ichijoujis hicieron lo mismo. Kari se dispuso a seguirlos, y antes de entrar...
- ¡Mamá! ¡Acuérdate de Gatomon! - exclamó Toshiro.
Hikari vio a su blanca gata digital en su mente, gimió asustada y sorprendida; acto seguido siguió a los adultos.
"Gatomon... mi ángel de luz" recordó.
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- ¡Se fueron! - chilló Kurumi, golpeando a las paredes - ¡Se van a morir, se van a morir como Zetaro!
- Si Zet estuviera muerto lo hubieran sabido tus papás - calmó Toshiro, de forma fría - Date cuenta, están pasando puras cosas místicas.
- Y las luces que desprendieron Satoru y Minawaga son las que dijo Wizardmon. ¡Lo tengo, Toshi! ¡El Aro!, ese anillo es la clave, si lo desciframos seguro podremos ayudar con mucho en estos instantes de incertidumbre.
- Sí, es lo único que podemos hacer, Sei - opinó Toshiro - ¿Lo traes contigo?
- ¡NO!, es que... estaba muy adormilado cuando me levantaron y lo olvidé.
- Ya veo...
- ¡Es que no entiendo! ¿Quién rayos es Wizardnom?
- Wi-zard-mon, Kurumi, no Wizardnom
- Es un... Monstruo digita. - dijo Taiki, mirando fijamente el suelo.
Sei, Toshi y Kurumi miraron con mucha curiosidad al pequeño de 11.
- ¿Quééé? - dijo la Damita.
- Es un Digimon. Osen dice que eso quiere decir: monstruo digital, aunque no está muy segura.
- ¿Osen? ¿Digimon?, ¡explícate! - ordenó Seiyuro.
- Perdón, pero... los oí cuando hablaron de las tinieblas y de Wizardmon... entonces "tomé prestado" el aro y fui con Osen a...
- ¡TAIKI! - rugieron los mayores, muy enojados - ¿Por qué no nos lo dijiste?
- Eso mismo me pregunté yo, ¿por qué no confiaron en mí?
- Porque no queríamos poner a más personas en peligro, no se trata de un juego, ¿te enteras? - regañó su primo.
- Ya lo sé.
- Además, involucraste a O-chan y... ¿qué más pasó?
- A eso iba, Sei - dijo Taiki, muy nostálgico - Sé que no es un juego, y estoy arrepentido porque, esta noche, casi morimos. Osen vio el aro y se puso a investigarlo, entonces yo le propuse ir a la Televisora para tratar de llamar a Wizardmon del mundo de los muertos...
- ¡Que idea más estúpida! - dijo Kurumi.
- Es verdad - apoyó Sei.
- ¡Pero si fue tu idea, Seiyuro!, yo nada más te copié.
- Er....
- El caso es que Osen, Ben, Doguen y yo fuimos, y al llamar al fantasma aparecieron dos monstruos que querían el Aro mágico. ¡Fue horrible!, capturaron a Ben, luego a Osen, ¡casi nos quitan el anillo!... y entonces, investigamos cosas, y supimos sobre los digimons. Osen dice que son criaturas creadas a partir del lenguaje digital que se perdió en el 2027.
- @_@ Y yo que creía estar bien informado... - opinó Sei, con un toque de ironía.
- ¿Qué pasó con el Aro?, ¿O-chan y los demás están bien?
- Sí, estamos bien. Arukerimon y Mummymon se marcharon cuando vieron al tío Joe llegar. El Anillo lo dejé donde lo tenían, en su habitación.
- Me duele la cabeza - dijo Kurumi, mientras acostaba a Satoru en la cama y le acariciaba la carita.
- Lamento no haberlo dicho antes, pero no reaccionaba, aún sigo preocupado porque no me supieron decir donde estaba mi papá.
- No hay problema, Taik - dijo Toshiro -, comprendemos tu posición. Ahora lo importante es ir por ese Aro mágico, o esos monstruos lo tomarán antes que nosotros.
- Yo iré - dijo Sei - ustedes quédense. No tiene caso que todos vayan, podrían necesitarlos aquí, ¿ok?
Kurumi y Taiki asintieron. Toshi dudó un poco, al final accedió.
- No vayas a meterte en problemas. Mientras, intentaré comunicarme con algún adulto... quizá ellos sepan o entiendan lo que está aconteciendo.
- Bien... suerte con eso - Sei se retiró corriendo, hubiera querido infringir la ley y robarle el auto a su padre, pero Tk se había llevado al mundo oscuro las llaves y tenía que conformarse con caminar - ¡Regreso pronto!
- ¡Te estaremos esperando! - se despidió Kurumi.
Hubo un silencio mediano en el que los tres niños comenzaron a pensar por su lado; el ruido apareció gracias a los intestinos de Taiki.
- Kurumi, ¿te parece si preparo algo de comer?
- Como quieras.
También se retiró, quedando los dos mayores con sus pequeños hermanos, que acababan de dormirse. La Ichijouji se puso a llorar levemente, Toshiro trató de animarla e hizo que la cabeza de su amiga chocara en su hombro.
- Yo tengo la culpa - sinceró la anteojuda - Nunca debí pensar que Matsuo me quería... por eso pasó todo esto, seguro era un demonio y le hizo algo malo a Zet... debí hacerle caso a mi papá, pero no lo hice. Creí ser digna de que un chico de preparatoria me quisiera, me sentía importante, la verdad es que fui una boba.
- Claro que no, Kurumi-chan... no eres una boba. Estabas cegada, fue un error, ¡y eso no tiene que ver con lo que está pasando!; Minomoto, o Matsuo, estaba siendo controlado por las tinieblas. Aunque... eso no le quita que haya sido un imbécil al tomarte como juego.
- Debí darme cuenta de que no todos los chicos son igual de buenos que Sei, Kyo y tú.
- Hablando de eso - animó, separándose de ella y viéndole de frente - Hay alguien que siempre está pensando en ti, alguien muy bueno que te quiere mucho y desea que le abras el corazón. Eres muy lista, pero en este tipo de cosas te muestras despistada. Aprende a ver a tu alrededor, porque te estás perdiendo de varias cosas - "En pocas palabras, Kurumi-chan, ¡Hazle caso a Kyo!" pensó el hijo de Kari.
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Los Izumi madrugaron. Era muy temprano pero el deber los llamaba. Mimi tenía una cita esa mañana con el ginecólogo e Izzy se disponía a llevar a Osen a los estudios. Nadie hablaba. Las voces sólo eran usadas para frases clásicas del desayuno: ¿me pasas la sal?, ¿cómo amaneciste?.
La noche anterior había sido muy dura para todos los miembros de la familia compuesta. Osen había tenido fiebre hasta las 5 de la mañana y Ben tenía un ligero catarro. Mimi no entendía, ¿qué hacían los niños a esa hora de la noche en la Televisora del Sr. Ishida?
Por otra parte los adultos habían tenido visiones en sueños que no los dejaban en paz.
Koushiro tecleaba en su computadora moderna y analizaba los datos que había escrito. Cada tanto tiempo los niños le oían decir: ¡no puede ser!, ¿apoco?, ¡suena incoherente!; pero no entendían qué diantres estaba haciendo, y no cuestionaban, porque Izumi era misterioso y enredoso.
- Me veré con Sora en la plaza cercana al hospital, ella se irá antes porque le prometió a Kotty que lo llevaría a la tienda de mascotas, entonces va aprovechar que estará cerrada para que el niño no pida nada.
- Si gustas te llevo a la plaza.
- Ya mandé pedir un taxi, mi amor. Tú tienes que prepararte para llevar a Osen al Hospital dentro de un rato.
- Pensé que la cita era el viernes, papá - dijo la niña pelirroja.
- Hubo cambio de planes. Además, estuviste toda la noche enferma por andar haciendo travesuras y te tienen que revisar - su voz sonaba imperativa a más no poder.
- Iré contigo, madre. - avisó Ben - Así que yo la cuidaré, Izzy.
- Gracias Ben, me quitas un peso de encima - admitió el padrastro.
Mimi salió del apartamento tiempo después, cargando con su barriga y Ben. Tomó un taxi para reunirse con su mejor amiga. En tanto, Izzy dejó de teclear.
- Osen, nos iremos dentro de una hora ¿De acuerdo?
- ¿Tiene que ser hoy? ¡Es que tengo algo qué hacer!
- La salud es lo primero, hijita - dijo el padre - No quiero que discutamos.
Osen inclinó la cabeza muy contrariada, asintió con desgane. Su padre desvió la mirada y avisó:
- Iré a tomar un baño, ve alistándote.
La vástaga Izumi lo vio desaparecer de su vista y suspiró, no quería ir al doctor. Se vistió con prisa mientras maquinaba pensamientos.
"No quiero ir al hospital, sería pérdida de tiempo" se dijo "Con todo lo que pasó ayer no puedo quedarme con los brazos cruzados. ¿Qué son los Digimons? ¿Por qué desaparecieron?... por otra parte me siento mal por no informarle a May y los demás de nuestra odisea de ayer. Tengo que ir a decirle todo a ella y a Toshi, esto no debe ser un secreto".
Terminó de abrocharse su vestido verde menta y sacó de su armario una computadora vieja y portátil "pineapple". Le picaba la curiosidad por seguir investigando sobre el Aro y el lenguaje digital, y no se quedaría con las ganas de hacerlo.
Sentía hacer eso, pero desobedecería a su papá.
Arrancó una hoja y escribió:
**REGRESO EN UN MOMENTO, LO QUE TENGO QUÉ HACER ES DEMASIADO IMPORTANTE Y NO PUEDE ESPERAR. SE TRATA DE LOS DIGIMONS.
ATTE. Osen Izumi**
Después salió sigilosamente de su casa, adentrándose en el elevador que la llevaría a casa de los Ishida.
--
- ¡Mayumi!
- ¿Qué sucede papá?
- ¡Un sacrilegio! - bromeó el progenitor, un poco desvelado - Tu madre olvidó comprar mayonesa.
- ¿Cómo? ¿Se acabó? - preguntó la rubia, entrando a la cocina.
- Eso creo - Yamato buscaba por todos los estantes de la cocina - ¡Rayos!, tendré que ir a comprarla.
- Podemos comer huevos con otra cosa, no a fuerzas tienen que tener mayonesa.
- No saben igual de bien sin mayonesa - aseguró Matt, poniéndose una ligera chaqueta - En unos momentos vengo, iré a comprarla.
- Como gustes, lo bueno de todo esto es que cocinas mejor que mamá.
Yamato Ishida abandonó el recinto. A él le gustaban los huevos con mayonesa y no dejaría de engullirlos por falta de la misma. Mayumi suspiró resignada y se dispuso a esperar el regreso de su padre. Se sentía muy cansada y no sabía porqué, al menos estaba de vacaciones y podía flojear todo el día. Hoy su único pendiente era visitar a Zetaro y seguir las investigaciones con sus amigos sobre el mentado anillo que un fantasma les había entregado.
Prendió la televisión, pero como casi siempre, no había nada bueno qué ver. Entonces se puso a rondar por toda la casa con los ojos entreabiertos.
"Odio que me levanten temprano en vacaciones... odio que me levanten temprano en vacaciones..." se decía, recordando que su madre le había encargado que estuviera junto a su padre mientras ella y Kotaro salían al hospital para acompañar a tía Mimi por lo del bebé.
Su cacofónico pensar se vio interrumpido por un toquido de puerta que conocía muy bien. Se apresuró a abrir, ¿qué hacía Osen tocando a tan temprana hora?
- Buenos días, May... - Osen vio que su mejor amiga aún vestía la pijama de ositos que tía Kari le había regalado hacía dos cumpleaños.
La rubia cayó en cuenta de que no se había vestido y se sonrojó levemente. La timidez se voló con rapidez y le permitió el pase a la pelirroja.
- He venido a... contarte que lo sé todo.
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Toshiro había intentado comunicarse con los amigos de su madre. En su casa el tío Tai no contestaba. Tampoco en el hogar de los Kido, Izumi e Ishida. Estaba comenzando a desesperarse, ya no sabía a quien hablar.
- ¡A casa de Kyo!, el señor Motomiya es el mejor amigo de papá, seguro no se molestará si le llamas - dijo Kurumi.
- Ya sé que no se enojará - replicó el canelo - ¡¿Cómo no se me ocurrió antes?!
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Davis estaba ocupado aquella mañana. Mientras su hijo y esposa dormían, se había dedicado a rayar su yeso para no olvidar. La noche anterior había soñado a V-mon y no quería que ese nombre tan simpático saliera de su mente. Así que alrededor de esa dura estructura color marfil que le protegía el hueso roto, escribía muchas palabras idénticas de color azul: V-mon, V-mon y V-mon.
Contestó el teléfono móvil al primer **ring**.
- ¿Aló?
- Ha-ha-habla Toshiro, Toshiro Sugiya-ma Ya-Yagami
- Y por este lado habla tu tío Daisuke ¿Sucede algo, muchacho?
- En realidad, suceden muchas cosas.
Kyo se había despertado minutos antes, y cuando sonó el teléfono, había descolgado el aparato de su cuarto al mismo tiempo que su padre. La voz de Toshiro había sonado temerosa y él se había mantenido callado, no pudiendo colgar por lo que oía... estaba espiando.
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- ¡Ese Taik es muy ingenioso! - opinó May, cuando Osen hubo acabado de contarle su aventura del día anterior.
- Pero sirvió de mucho todo lo vivido, así les podremos ayudar.
- Yo no dije nada porque no quería involucrarlos, Osen.
- Lo sé.
- ¿Qué haremos ahora? Creo que lo mejor es informar a Toshi y Sei, ¿no?
- Sí, además, les quiero pedir ese Aro.
- ¿Por el lenguaje que tiene plasmado?
- Sí - respondió la niña de ojos negros - ¿No estás molesta?
- ¡Nah!, contigo no. Tal vez un poquito con Taiki, pero ya se me pasará. A decir verdad me siento más liberada, no me gusta guardar secretos tan drásticos - admitió May - Incluso, más que enojada, estoy preocupada por lo de ayer... te ves pálida.
- Estoy bien.
- Entonces... Vamos a casa de mi tío Takeru.
- El problema es que nadie me abre, estuve tocando hace rato, ya que quería que Taiki se disculpara contigo; posiblemente están dormidos.
- No te preocupes. Aquí tenemos una llave de emergencia, podemos entrar por la puerta interna que conecta nuestras casas.
- Menos mal.
Las dos lindas niñas tomaron la llave, y olvidando que Matt no tardaba en regresar con la mayonesa, se infiltraron al apartamento de los Takaishi.
Adentro no había ni un ser vivo, en cambio, había mucho desorden. Lo primero que hicieron las chicas fue apoderarse del Aro de Gatomon, en segunda comenzaron a buscar indicios de vida.
"Qué raro que Toshi no haya tendido su cama..." pensó Osen.
"Seiyuro está mal influenciando a Toshiro, ahora ni siquiera tiende la cama" reflexionó May.
Cuando entraron a la biblioteca, observaron los libros vacíos de Takeru en el suelo, y para sorpresa de las descendientes de Izumi e Ishida, esas hojas comenzaron a brillar.
- ¡Vaya! ¿Qué sucede?
- No tengo la menor idea, May.
- ¡Yo sí! ¡El Aro!, ¡está brillando, Osen!
- Qué raro... a lo mejor... quizá...
- ¿Qué?
- Quizás debo acercar el anillo al libro, parece que se llaman.
Mayumi corrió hacia los libros, tomó uno al azar y lo acercó a donde su mejor amiga sostenía el aro. La luz creció y como haz terco se estrelló en las páginas. El papel perdía blancura, letras negras y japonesas aparecían en el escrito. ¡Las historias de Takeru estaba reviviendo gracias a la magia!, de eso no había duda.
- ¡Impresionante! - opinó Osen.
Mayumi leyó las primeras líneas renacidas:
- **... Y entonces, ese primero de agosto del 1999, fueron transportados siete niños, al maravilloso Mundo Digital...**
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Fin del capítulo 10.
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NOTAS finales DE la AUTORA: ¡Los misterios están saliendo al aire!... bueno, antes que nada, gracias por seguir leyendo, espero este capítulo les haya gustado y ojalá no se hayan enredado con tantos laberintos que hay en la trama. Como ya se imaginarán, las cosas se van a poner mucho mejor de aquí en adelante, ya que el misterio está siendo destapado.
¿Por qué el brillo del Destino y los Milagros que habitan en Satoru y Min abrieron una puerta?, ¿lograrán rescatar a Zet?, ¿qué significan los dibujos del chico?, ¿por qué el Aro hizo aparecer las letras de los cuentos de TK? Hay mucho por saber, así que sigan leyendo.
Honestamente creo que a esta parte le faltó algo, quizás la corté muy rápidamente, aún así espero haya cumplido las expectativas formuladas... ¡Ah!, y también quise poner detalles cómicos, como la obsesión de Matt por los huevos con mayonesa (jeje, es que el otro día vi el capítulo de 01 donde hablan de sus gustos en comidas).
A las personas que me preguntaron sobre porqué Zetaro fue el elegido para ser el portador de la semilla, quiero contestar que se sabrá más adelante, pero como adelanto diré que tiene que ver con la gran imaginación que éste posee para dibujar (en realidad es habilidad, pero su imaginación también cuenta).
Y recuerden: Memorias borradas está dedicado con mucho cariño a todas las personas que leyeron Fusión Prohibida.
¡Hasta pronto!
El próximo capítulo de Mb será: **Todo esto, una mañana, en el mismo hospital**... no se lo pierdan n_n
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Nota extra: disculpen los posibles errores que pueda tener el texto.
