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NOTAS iniciales DE la AUTORA: (21 de agosto del 2002). Gracias por seguir leyendo mi fic, es un honor tenerlos de vuelta. Como ya se dieron cuenta, esto lo escribí en agosto, y hasta hoy me puse a corregirlo un poco (aunque tal vez quedaron errores por ahí). A lo mejor en este capítulo hay algunas coincidencias clásicas pero necesarias.
Bueno, pues... este capítulo está algo largo pero tiene mucha acción, espero no se vayan a enredar por todas las cosas que pasan, ya que son más o menos al mismo tiempo pero con diferentes escenas... ojalá les guste, las situaciones se están complicando y el misterio se está revelando, ¡estoy segura de que los elegidos muy pronto recordarán!...
Sin más que agregar, los dejo con la lectura.
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MEMORIAS borradas
Por CieloCriss
Capítulo 11 **Todo esto, una mañana, en este Hospital**
Doguen Kido, con sus 12 años cumplidos y su sonrisa temerosa, se introdujo en la pulcra y silenciosa habitación. Ahí dentro todo era temblorosos suspiros y lamentaciones mentales, no había gritos ni histerias, sólo una tranquilidad eterna que resultaba más desgarradora que cualquier cosa.
El niño hizo desaparecer cualquier gesto de alegría, quería verse triste para apoyar a su mejor amiga. Él sabía que Yuri Hida estaba ahí, posiblemente viendo a su madre-vegetal a través del cristal, o tal vez se hallaba dormida, teniendo una de esas atemorizantes pesadillas.
Entró teniendo mucho cuidado, pero Yuriko instantáneamente abrió los ojos y se levantó del sillón donde yacía en el cuarto de Hospital.
-Yuri... B-Buenos días.
-Bueno días, Doguen-kun – dijo cariñosamente, formando con sus labios una expresión de alivio.
El nuevo dueño de la Sinceridad se sorprendió un poco al ver a su amiga, estaba muy pálida, con los ojos cansados e irritados, llenos de ojeras grises. Incluso, notó que estaba algo delgada, pero lo que lo azoró todavía más, fue ver que su amiga traía el cabello corto, hasta los hombros.
-¡Por Dios, es muy temprano! – opinó la hija de Cody - ¿Por qué te levantaste tan temprano, Doguen?, ¡no son ni las ocho de la mañana!
-Oh, por varias cosas – sinceró el anteojudo, mientras se acercaba al sillón de su amiga para sentarse –. Primero que nada no pude dormir en toda la noche... así que si no pude cerrar los ojos en lo oscuro, menos lo haré en el sol – dijo con una extraña calma, impropia del paranoico vástago de Jyou –. Además, papá me dijo que podía visitarte, y que era más sencillo que me dejaran pasar viniendo más temprano.
-Qué lindo tu papá, gracias a él tengo compañía.
-Papá está orgulloso de mi última hazaña, eso creo.
-¿Tu última hazaña? – preguntó Yuri, tratando de olvidar que estaba en el Hospital cuidando de su mamá - ¿Qué hiciste?
Pero Doguen no contestó inmediatamente, se quedó mirando con horror a la mujer que estaba alfrente suyo... Se lamentó estar contando disparates, Yuriko estaba sufriendo mucho y él era un egoísta al sacar a relucir su aventura de la noche anterior.
-¡Perdón! – dijo rápidamente, con expresión de pánico, como si hubiese dicho la peor imprudencia de su vida – No debo estar contándote estas cosas... en verdad lo siento... ¿cómo está tu mamá?; ¡no te preocupes!, luego se pondrá muy bien.
Yuri volvió a apaciguar su curiosidad y entristeció todo su cuerpo, odiaba que le recordaran que en su realidad todo se estaba haciendo trizas. Caminó mecánicamente hacia el cristal y se apoyó en él, pegó su vista y observó por un largo minuto el cuerpo de Hiromi... tantos aparatos colgaban de ella, tantas agujas, y para el colmo, el sonido del maldito aparato que medía el pulso cardiaco, ¡era patético!, o por lo menos, demasiado doloroso.
-No quiero pensar en eso, Doguen – admitió mientras su voz se quebraba al ritmo de las sílabas –. En estos casos, es mejor no pensar en nada, porque las demás opciones son totalmente antagónicas – se talló la cara, Doguen se sintió como un imbécil, trató de arreglar la situación, pero las palabras no salieron a tiempo y Yuri continuó –. Si creo que mamá se pondrá bien, terminaría ilusionándome y me haría creer que existen los milagros, pero, ¿y si muere?, ¡nunca me lo perdonaría!, todo el tiempo me habría creado falsas esperanzas y terminaría muy deprimida y decepcionada de la fe, de Dios, y de todos... en cambio, si creyera en lo contrario, es decir, en su muerte, jamás me perdonaría si sanara /aunque me pondría muy feliz/ por no haber creído en el poder de mi madre y de Dios para que se curara... yo no quiero quedar traumatizada por alguna de las dos cosas, no lo soportaría.
-Comprendo...
-Tal vez... pero realmente carece de importancia si me comprendes – ella regresó hacia su amigo y le tomó la mano, Doguen se sonrojó un poco, Yuri palideció más - ... de todas formas, gracias por estar aquí.
-Todos estamos muy al pendiente de ti, te queremos mucho... si los chicos no han venido es porque no tienen la suerte de su lado, papá no quería dejarme entrar, pero cambió de parecer.
-¿Has visto a mi papá, Doguen?
-El señor Hida está en la Cafetería, me lo encontré cuando llegué... ¿Quieres ir a comer algo?, estás muy pálida.
-Sí, es lo mejor, tengo que alejarme un rato de aquí. A mamá no le gustaría saber que me estoy mal pasando.
Los niños evacuaron del sitio, cruzaron el orifico donde estaba la puerta; se sintieron, de cierto modo, aliviados. Yuri tenía una actitud fría, se sentía contrariada por agradecer y lamentar la compañía de su amigo al mismo tiempo, no quería causar lástima, pero mucho menos deseaba seguir sola. Lo mejor era desviar su atención de todos esos pensamientos perturbadores.
-¿Y tu hazaña?, cuéntame por favor, me intriga – mintió, soltando una sonrisa forzada que Doguen jamás interpretaría como una súplica.
-Ahh, eso... pues, no es algo de lo que estaba muy orgulloso, hice una travesura que salió mal.
-¿Una travesura?
-Más bien una locura, Yuri.
-No te imagino haciendo locuras, alguien debió obligarte ha hacer lo que sea que hiciste. Posiblemente Sei te retó, o le seguiste la corriente a Kyo o Taik.
-Bueno, tienes razón, me conoces muy bien – dijo Doguen, mientras veía con curiosidad a todos los enfermeros, pacientes y demás personas –. Taiki, Osen y Ben me acompañaron. Fuimos a la televisora del abuelo Ishida a llamar a un fantasma... yo iba a invocarlo, papá me había hablado de unas cintas para ahuyentar espectros, pero las usamos para fines contrarios... había un misterio, y Taik estaba terco en resolverlo. Cuando estábamos en el "rito" sucedió algo inesperado, dos monstruos nos atacaron y tuvimos que ingeniárnoslas para sobrevivir; al final mi papá nos rescató y para sorpresa nuestra no nos regañó. Fue en la noche cuando me dijo que estaba orgulloso de mí, porque intenté cuidar a los menores, él dijo que cuidar no es igual que proteger, pero que se asemejan, y que hice muy bien en ayudar a mis amigos y no dejarlos solos... no entendí su reacción, aunque me puse contento, y aproveché su buen humor para que me trajera a visitarte.
-Ahh... eso.
Yuriko frunció el rostro de manera instantánea, tragándose con escepticismo todas aquellas palabras, ¿cómo se atrevía Doguen a inventar todas esas patrañas?, no le gustaba que el miope se viera tan complacido, como si el peligro fuese un juego, ¡por supuesto que él no sabía lo que era el dolor, la desesperación y la angustia!; estuvo a punto de refunfuñar o vituperar, pero se censuró, simplemente no debía darle importancia a esas mentiras que había diseñado su amigo con fines raros.
Entraron al restaurante del Hospital, los niños vieron a Iori Hida permanecer sentado en una mesa próxima. Lucía desvelado y leía sin ánimo el periódico mientras bebía café. Su rostro expresaba serenidad, calma, cansancio... quizás también dolor, pero nadie lo distinguía debido a que era un ser humano muy complejo.
Doguen alzó la mano y Cody vio a los pequeños, les hizo una seña para que se le acercaran.
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En la sección de **Urgencias** del mismo sanatorio estaba internada Akane Fujiyama, la madre de Taiki Yagami. Ella tenía una expresión extraña, y leves quejidos salían de su boca por las quemaduras que tenía. Desde que Taichi había desparecido de su vista se dedicaba a imaginar... imaginaba la impresión que le causaría a ese hombre el conocer a Hidemi, pensaba y analizaba en la reacción del mismo y aseguraba que Yagami creería en una posibilidad, en la posibilidad de que esa pequeña fuera su hija. Se sentía satisfecha de haberle causado esa duda y tormento, no era que quisiera que su antiguo fugaz amante sufriera, lo único que la "Esmeralda" buscaba, era un ángel que apareciera de donde sea y resolviera todos sus problemas.
Después de un tiempo, a lo mínimo media hora, Taichi regresó junto con su hija, la pequeña Hidemi Fujiyama. El dueño del valor se quedó estático en la entrada de la puerta y dijo, con voz muy firme:
-Aquí esta tu madre, Hidemi – La niña entró apoyándose de las muletas, no era nada torpe, estaba impuesta a ellas - ¿Ves que está muy bien?, sólo tiene ligeras quemaduras, pero la darán de alta muy pronto.
Hidemi asintió agradecida y se acercó a Akane, quien no le había dirigido siquiera una mirada, toda la atención de la madre estaba estancada en Yagami, y sus oscuros ojos expresaban: ¿Ves? ¡Por eso no podía quedarme con Taiki! De algún modo no sólo quería decir eso, porque Taichi seguía sintiendo malicia en ella.
La niña hizo desaparecer su mirada dulce y de preocupación. Ahora se mostraba lejana y aburrida, hasta un poco molesta.
-Heme aquí, madre – escuchó que le dijo a Akane, Taichi se asombró por la formalidad –. Me da gusto que se encuentre bien...
Akane entonces miró a la pequeña, y en vez de saludarla, le entregó un papel.
-Saldré de aquí muy pronto, pero no podré hacer los encargos del día de hoy, de eso te vas a encargar tú.
-¿Y no estaré aquí, contigo?
-No hace falta.
-Ah...
Taichi no podía creer lo que oía y veía, un enojo sobrenatural lo acogió al ver tanta frialdad y abuso por parte de la madre hacia la chica. ¿Qué quería mostrarle Akane?, a lo mejor buscaba decirle a Tai que si ella se hubiera quedado con Taik esa fuera la vida del niño... pero Hidemi, ¡Hidemi era hermana de su hijo!, ¡Hidemi podía ser su hija!... y aunque no lo fuera, ¿cómo la trataba tan mal?, ¿de qué estaba enferma la niña?
Apenas pudo contenerse, sabía muy bien que en esos momentos él no era nadie para opinar, la pequeña ignoraba los posibles vínculos que podía tener con él; para ella ese señor nada más era un "amigo" de su madre.
-Será mejor que te vayas, tengo qué hablar con el Señor Yagami, Hidemi.
La niña asintió y con una dignidad increíble, se dio la vuelta y comenzó a salir. Taichi la vio pasar y el corazón le bombeó más sangre, inesperadamente le sujetó el brazo, y le dijo con dulzura:
-Espera pequeña... fue-fue un placer conocerte.
Hidemi volvió a su estado dulce y le sonrió.
-Gracias por traerme.
Entonces salió del cuarto, pero para Taichi no fue suficiente despedida, dejó a Akane con la palabra en la boca y siguió a la niña.
-¡Hidemi!... – la llamó, acercándose a la mujercita - ¿Qué cosas tienes que comprar?, no me parece bien que estando enferma tengas qué hacer esos encargos, si gustas yo te ayudo...
"¿Por qué es tan amable?" pensó Hidemi, entristeciendo la mirada "¿Por qué no es como los demás amigos de mi madre?, ¿acaso no es su amante?... ¿qué puedo creer de él?, ¿por qué me mira así?, ¡me siento rara!"
-No hace falta, ya estoy impuesta; además, no estoy enferma – replicó, de forma impávida - ¿Por qué se preocupa por mí?, no hace falta, señor Yagami.
Taichi no podía permitir visualizar algo que él consideraba abuso, se acercó aún más, inclinándose ante Hidemi. Le miró de forma tan cándida que la chiquilla se sonrojó, esa niña provocaba que Tai se sintiera más completo.
-Como gustes... – dijo Taichi, sonriendo – y, por cierto, tu vestido es muy bonito.
-Está viejo, pero es mi favorito – aclaró Hidemi –. Mi abuelita me lo regaló hace mucho, ¿verdad que tiene un diseño muy lindo?, ¡es de Sora Takenouchi!
-Sí, ya lo sé. Sora es mi mejor amiga, ¿lo sabías?... me encantaría llevarte a conocerla, te elegiría el mejor vestido... ¿vendrías?
-¿Habla usted en serio? – inquirió asombrada – Soy admiradora de Sora Takenouchi, me encanta el diseño de modas.
Taichi por primera vez hablaba con el espíritu vivo de Hidemi, la niña se había entusiasmado mucho y por fin se notaba que muy al fondo se hallaba una chica con la misma vitalidad de Taiki. Sacó una foto de su cartera y se la mostró, había en ella tres niños.
-Este soy yo, de niño – aclaró, apuntando a un niño con googles y pelo loco –; este rubio es Yamato Ishida, mi mejor amigo – siguió, y entonces tocó una parte de la fotografía, una niña colorina estaba ahí – y finalmente, ella es Sora Takenouchi, mi otra mejor amiga.
-¡Vaya!, qué suerte tiene usted.
-Ya lo creo... entonces, ¿vendrás conmigo para visitar a Sora?
-¿Por qué se toma tantas atenciones para conmigo?
-Bueno... por varias razones que te diré después, ¿confías en mí?
-Sí – respondió Hidemi, con una sonrisa amplia –. Es usted muy bueno, y me sentiré feliz de salir de casa para ver a una de las personas que más admiro.
Hidemi retomó su marcha y Taichi suspiró aliviado. Él regresó adonde estaba Akane, pero la niña pensó: "No lo entiendo, ¿Por qué? ¿Por qué busca mi simpatía?". El compañero de Agumon entró al cuarto de la clínica, y Hidemi retrocedió por instinto natural hasta regresar a la habitación... algo la guiaba, posiblemente ese algo era la curiosidad, quería saber quien era en verdad Taichi Yagami.
Tai no cerró la puerta por completo, miró a Akane y se acercó a ella. La mujer emitió una sonrisa irónica y habló antes de que él llegara hasta la cama.
-Se iba a llamar Sora – admitió, con cierto toque malvado - , ¿no cree que es un lindo nombre?...
-¿Qué estás queriendo decir con eso?... y, por favor, no me hables de **usted**, estamos unidos por Taik y no caben aquí las formalidades.
-Siempre hablas de Sora – dijo Akane –. Cuando te conocí, llorabas por ella, así se llama la mujer que amas.
-¿Estás queriendo decir que le ibas a poner Sora a Hidemi porque así se llama el amor de mi vida?, ¿entonces estás admitiendo que la niña es gemela de Taiki?, ¿eso es lo que quieres que crea? ¿O eso es lo que ES? – cuestionó Tai, muy alterado – Quiero claridad, y quiero que hables YA... quizá lo que buscas es justificarte, o tal vez no, ¡habla!
-Mis padres se enteraron del embarazo; yo vivo en un pueblo lejano y me fui de casa muy joven con la esperanza de ser artista... era muy ingenua... cuando me embaracé no supe ocultarlo y mi madre me restregó en la cara que había fallado y que mi hijo se moriría de hambre. Ellos me pidieron al niño y no me pude negar, el bebé estorbaba... yo no iba a dejar que un desliz acabara con mi carrera...
-... ¿le llamas carrera a lo que haces?
-Cuando nació, sucedió una desgracia, y tuvo un accidente que la paralizó...
-¡¿Cómo es posible?!
-¡Oh, yo no sé!, sólo sabía que sus piernas nunca volverían a estar bien... mis padres aún así pidieron la custodia, la han criado, cuidado, curado y operado por mí, pero ahora los dos están muertos y Hidemi está conmigo junto con sus secuelas... ella también me odia, como dices que me odia el niño.
-Se llama Taiki.
-Sí, Taiki... el caso es que ambos me odian y no me perdonarán nunca.
-Puedes cambiar de vida, hazlo por ellos, yo puedo ayudarte – aconsejó Tai, tomándole la mano, Hidemi espiaba horrorizada.
-Y tú, ¿me perdonarías? – preguntó con sonrisa mordaz, era un gesto demasiado amargo, como si las palabras le supieran a limón - ¿Me perdonarías si Hidemi fuera hija tuya y te lo hubiera ocultado? ¿Me perdonarías por haberte dado al niño sin pedir tu opinión?... ¿perdonarías que me enamorara de ti?
-Tú jamás estuviste enamorada de mí, no blasfemes.
-¿Y qué sabes de los sentimientos de una mujer como yo?... eras el cielo y yo el infierno... te amé, aunque no lo aceptes.
-¡Sólo estuvimos una noche juntos!
-Y eso me bastó... pensabas en otra, pero estabas conmigo, eso fue suficiente, ¿cómo crees que supe que el niño era tu hijo?
-¿Cuántos años tiene Hidemi?, ¿por qué no le permites decir su edad? Quiero saber si es mi hija, ¿entiendes?, ¡mi hija!, si es así te juro que te la arrebataré de cualquier manera, no eres un ejemplo para ella, tienes qué cambiar.
-¿Y si no es tu hija? – bromeó ella, jugando con los sentimientos de Taichi.
-Es la hermana de Taiki – aclaró Tai –, y ya le tengo mucho cariño como para dejarla así de solita.
Yagami no podía más, comenzó a caminar aprisa por toda la habitación, era demasiado lo que traía dentro, estaba aturdido y cansado, ¡odiaba que jugaran con su sentir!, eso justamente estaba pasando, ¿qué pretendía esa mujer?, ¿volverlo loco?, ¡Bah!, no la necesitaba, le haría la prueba de ADN a la pequeña y se dejaría de sufrimientos.
Hidemi se dio cuenta de que Taichi no tardaba en irse, por otra parte había escuchado todo y lo único que quería era escabullirse entre la gente de la calle y no volver a ver a nadie en todo el día. Su respiración era agitada, pesada y casi forzada... sospechaba que su vida cambiaría de rumbo, aunque no sabía si para bien o mal. El simple hecho de saber que podía tener padre le provocaba palidez y no sabía qué pensar.
Se retiró con torpeza, antes de que los adultos se dieran cuenta.
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Kotaro Ishida miraba atentamente el escaparate de animales que había en la tienda de Mascotas, estaba azorado y con sus manitas se dedicaba a contar todos los periquitos que estaban en la jaula, se notaba que ansiaba tener una mascota.
-Mira mami, hay 21 pajaritos ahí.
-Sí, justo esos, ¿te gustan los periquitos, hijito?
-Me gustan más los lobos, pero papá dijo que nunca permitirías que compráramos uno. A papá le gustan los perritos grandes, ¿te lo ha dicho? ¿No sería bonito tener una mascota?
Sora sonrió "Gracias a Dios que la tienda de mascotas está cerrada".
-Podríamos tener una mascota, ciertamente. Pero sólo si es algo pequeño y fácil de cuidar... las aves son bonitas, ¿no habrá una rosa por ahí, Kotty?
-¡El rosa es de niña!, prefiero que sea azul – protestó Kotaro Ishida, cruzando los brazos.
-Lo veremos luego Kotty, parece que tía Mimi ya viene.
-También viene Ben – agregó el pelirrojín – qué bueno, vamos a jugar juntos mientras ustedes van con la doctora de los bebés.
-Buena idea, hijo.
Mimi y sus hijos (el nacido y el neonato) se acercaron. Ben Tachikawa estaba colorado y traía los ojos vidriosos, "Es que estuvo con fiebre", le dijo Mimi a Sora cuando ésta preguntó por Ben después de los saludos.
El grupo se trasladó al famoso y ya muy nombrado Hospital de Odaiba, donde trabajaba Jou.
-Pensaba dejar a Kotaro en la guardería, pero viniendo Ben me quedo más tranquila – expresó Sora.
-Sí, no te preocupes, mi Benji cuidará al tierno Kotty... así como espero que cuide a Tonny cuando nazca.
-¿Tonny?, Mimi, ¿cómo le vas a poner al pequeño?, te la pasas cambiándole el nombre – opinó Sora, media extrañada – eso le debe poner los pelos de punta a Izzy.
-Ni que lo digas Sora, se pone furioso, ¡Ah, se ve muy lindo enojado!... a veces las esposas tendemos a ser traviesas.
La amiga del Amor le sonrió a la de la Pureza, le encantaba que Mimi siguiera siendo la misma: una mujer dulce, traviesa y sensitiva.
-¿Se molestó mucho por no venir?
-No, aceptó que es un maniático. Le dije que mareaba a la pobre ginecóloga con sus cuestiones; normalmente hubiera replicado, pero decidió mejor traer a Osen a sus estudios, ya que también estuvo enfermita y está preocupado... además, ayer en la noche, pues... lo perturbó un sueño.
Sora paró en seco y volteó hacia la Sra. Izumi.
-¿Un sueño?
-Sí... – replicó con melancolía – fue muy raro, había polvos de colores, yo también soñé con alguien.
La esposa de Matt relacionó eso con su caso y el de Yamato, se perturbó, pero no replicó, no tenía fuerzas... sólo quería recordar.
-¡Hey!, apúrense – pidió Ben, algo exasperado al ver que Kotty saltaba alrededor de él –, o vas a perder la cita, madre.
"Genial..." pensó, con sarcasmo, el principito "Yo quería entrar con mamá y la tía Sora, y por culpa de Kotaro no podré... tendré qué **cuidarlo**... ¡Y con lo desentendido que es!... pobre infante inadaptado, va por el camino de la insectitud".
-¿En qué piensas, Ben?
-En nada referente a ti, Kotaro. Apúrate, ya nos quedamos atrás – ordenó el niño de 11 años, al ver que las adultas habían llegado a los jardines del hospital.
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Mientras Sora y Mimi tenían la cita, Ben y Kotty se fueron a la Cafetería, que era el único lugar donde podían permanecer –Como decía Joe, "El hospital no es un sitio para niños" -, Ben opinaba que eso era algo parecido al racismo y que era un abuso que los marginaran de esa manera.
-Algún día se hará justicia, Kotaro – rugió el principito.
-Sí, se hará justicia cuando crezcas y te dejen entrar... Mami dice que los pequeños podemos enfermar más fácilmente porque tenemos menos defensas, por eso no nos dejan pasar a otras secciones.
-Esas son falacias, Kotaro.
-¿Y si vamos a la tienda de mascotas?
-Está cerrada, además, debe ser un lugar algo apestoso. Si de mascotas se trata prefiero una planta, de esas carnívoras, ¿cómo la ves?
-¡Fascinante, Ben! – sinceró Kotaro con expresión divertida – Casi tan fascinante como Wizarddddddd.... – y se tapó la boca, un nene tan chico no es bueno para guardar secretos.
-Wizardmon, querrás decir – corrigió Ben, con una sonrisa nerviosa, recordando su odisea nocturna.
-¿Cómo lo sabes, Ben?
-Yo lo sé todo Kotty, se trata de tener sabiduría e inteligencia... – mintió el hijo de Michael y Mimi, fingiendo risa y haciendo pose de héroe.
-¡Mira Ben, allá está tío Cody!, ¡y también Yuri y Doguen!
-¡Shhhh!, no seas gritón, aquí se tiene respeto por el silencio ¿Ok?, además, ya los había visto, no estoy ciego – Ben y Kotaro se acercaron, entonces el de ojos miel le secreteó al moreno –. Cuidado con hacer sentir mal a Yuri, ¿eh?, recuerda que ella está muy triste por la enfermedad de su mamá, no salgas con imprudencias.
-¡Yo soy muy prudente! – aseguró Kotty, poniéndose seriecito.
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Mimi se recostó en la camilla y desnudó su vientre agigantado. Sora se quedó a su lado y sonrió al ver el cuadro tan maravilloso que era la maternidad... recordaba cuando había nacido May, y luego Kotty,y deseó, después de mucho tiempo, tener otro bebé... sería hermoso, aunque quizás no tan apropiado.
-Nunca pensé en llegar a tener un hijo de Izzy – dijo - ¿Me saldrá genio, como lo es Osen? ¿O será como Benji?, ¡es muy emocionante, Sora!, quiero que todo salga bien, quiero hacer feliz a mi familia... nunca pensé en pisar estos terrenos, jamás creí llegar a ser la Señora Izumi.
-Debiste ver siempre esa posibilidad, Mimi... Koushiro y tú siempre se han querido...
-Pero las cosas no se dieron en la juventud, no me conformaba con lo que él me daba porque quería que fuera como yo... ahora eso ya no importa, me gusta como es y lo que hace por complacerme, debí madurar antes, pero las cosas pasan por algo, ¿verdad?
Sora asintió y recordó que ella también había tenido épocas difíciles.
-Maduraste justo a tiempo, y sigues con esa sonrisa que irradia pureza... te tengo muy presente a ti, de pequeña, renegando por las luchas a las que nos teníamos qué afrontar, ¡odiabas la guerra y te negaste a combatirla!, siempre admiré esa determinación tuya.
-¡Bah!, era una niña llorona, sólo eso – replicó Mimi -... oye Sora, ¿a cuáles luchas nos afrontamos?
-Pues, ahora que lo dices...
Una enfermera entró al consultorio, le sonrió a las señoras y las saludó:
-Mucho gusto de verlas de nuevo, Señora Izumi y Señora Ishida, ¿les dio mis saludos la vez pasada el Dr. Kido?
-Claro que sí, Jou nunca olvida los saludos, enfermera Tendo – dijo Sora, sonriendo amistosamente. Conocía a la enfermera desde años atrás.
-En un momento viene la doctora Aino, le pondré un anestésico – agregó, dirigiéndose a Mimi.
-¿Anestésico?, no creo que sea necesario, nada más vengo a revisión; para el megasonido no se ocupa ningún anestésico – aclaró Tachikawa (apellido de soltera).
-Oh, es que es un nuevo estudio – dijo la enfermera.
-Bueno, como la doctora diga, enfermera Tendo – terminó por decir Mimi, muy extrañada.
Ninguna de las dos amigas había dormido bien, pero eso no justificaba que de repente todo se viera gris, lleno de niebla. "¿Qué sucede?... este rocío que entra a mis poros no es normal" reflexionó Sora, mirando hacia donde la enfermera preparaba la inyección. Ella sentía un malestar muy similar a cuando se encontraba en el auto de Yamato y eran perseguidos por un demente, tenía un pánico horrible.
Los datos malignos avanzaron y rondaron por toda la habitación, las antiguas elegidas no los veían por lo nublado del ambiente. Poco a poco la enfermera Tendo los fue respirando, una sonrisa diabólica la acogió, e inesperadamente cambió el líquido que aplicaría por un veneno mortífero.
La niebla desapareció, de modo que Sora y Mimi creyeron que todo había sido producto de su imaginación. La castaña volvió a prodigarle cariños a su bebito y Sora volvió a sonreír, solidarizando con ella.
La enfermera perdió voluntad propia, y ya poseía, se acercó a las mujeres, traía bien en alto la jeringa, que tenía dentro un líquido morado, muy anormal.
Mimi soltó un respingo y refunfuñó.
-Ay, no es justo que me picoteen antes de tiempo – renegó.
Tendo no respondió, se acercó con rostro de psicópata. Sora lo notó y por instinto miró hacia donde la enfermera había preparado la inyección, se acercó al ver una botella de proporciones gigantes con un dibujo de una calavera. Era veneno.
-¡¡ M I M I !! – gritó desperada, mientras se lanzaba hacia la enfermera, que ya había insertado la aguja en la rosada piel - ¡Mimi, no dejes que te inyecte!
Pero Mimi no captó a tiempo y el líquido comenzó a entrarle por vía sanguínea. Sora le arrebató la jeringa a la enfermera y vació el resto del contenido al piso, corrió hacia Mimi y trató de llamarla.
-¡Despierta! ¡Despierta!, ¡Oh, Dios ¿Qué te han hecho, amiga mía?! – miró enfurecida hacia atrás, la enfermera reía como maniática y levantaba un bisturí salido de la nada.
-¡Sora Takenouchi!, ¿has visto cómo he matado a Mimi Tachikawa?, voy a hacer triunfar el mal... y te mataré, justo como a tu cariñosa pájara rosada.
La colorina sintió que perdía fuerzas y se le bajaba la sangre de la cabeza. Aterrorizada miró cómo Tendo se le encimaba con intenciones de matarla. ¡Y Mimi! ¡No podía huir!, no la abandonaría, su amiga aún estaba viva, no le habían metido todo el líquido mortal.
Se dio cuenta que la enfermera no estaba bien de sus facultades mentales, lo que le sucedía se parecía mucho a los ataques anteriores y supuso, de inmediato, que algo místico y surrealista pasaba. Tomó la camilla de su amiga y avanzó dispuesta a huir, era una suerte que la cama tuviera ruedas. Con gran ingenio derrumbó a Tendo y salió hecha un rayo, pero la enfermera, inmune a su golpe, la siguió como centella.
Sora se sentía sola, y la congoja la estaba llenando de desesperanza. Corría por los pasillos cargando con la desmayada Mimi y no sabía a quien acudir. La enfermera los seguía de cerca e iba atacando al "público" que asustado presenciaba la escena, la pobre poseída gritaba : ¡Morirás, Sora Takenouchi, morirás junto con la pureza de Mimi Tachikawa!
-¡Auxilio! – chilló Sora, desesperada - ¡Alguien ayude a mi amiga! – pedía sin obtener respuesta, sabía que no sólo la vida de Mimi corría peligro, sino la del bebé.
"¡Dios mío!, ¿qué diablos sucede?" se dijo contrariada, sintiendo el constante acoso.
Jyou Kido salió de su consultorio, él se especializaba en Pediatría avanzada, también tenía otro doctorado, pero no lo recordaba (porque era sobre Digimons, había olvidado que había estudiado para curar a los mismos). A lo lejos vio a Sora huir con una camilla, en esa camilla estaba... ¡un momento!, era Mimi, ¡su amiga Mimi!. Tras ellas venía su compañera de trabajo, la enfermera Tendo, quien parecía perseguirlas con ansias de atacarlas.
Se talló los ojos algo sorprendido y corrió hacia ellas.
-¿Qué sucede aquí?
-¡Superior Jyou! – gritó Sora, como si fuera una chiquilla - ¡Gracias a Dios que ha venido!, ¡esta mujer está poseída y quiere matarnos!...
-¡No puede ser! – aseguró el de ojos negros con gafas.
-¡No te quedes parado!, ¡HUYE! – advirtió Sora.
Pero el médico no reaccionaba. Sora, al pasar junto a él, lo arrastró con ella, y ambos corrieron, huyendo de Tendo.
-Debe haber un error...
-¡Mimi está muy mal! ¡Le inyectó veneno!
-Pero ¿Por qué querría ella hacerle daño a Mimi?
-¡Es que está poseída!
Joe se soltó y esperó a que Tendo lo alcanzara, Sora gimió asustada y se detuvo, Kido no sabía lo que hacía.
-¿Qué significa esto, Tendo-san? – cuestionó con rudeza, no sintiendo temor de la cara enfermiza de su compañera de trabajo.
Midori Tendo sonrió y saliva salió de su boca, como si Joe fuera un panecillo de fresa, intentó penetrar el corazón del doctor, pero este esquivó el ataque.
-¡Jyou Kido!, a ti también voy a matarte, voy a matar a todos los elegidos que estén aquí hoy, ja-ja-ja-ja.
-¡Está loca!
-¡Huye, Joe! – rogó Sora, mientras Kido se daba la vuelta y comenzaba a correr, angustiadísimo.
-¡Si tu foca sincera no fue un obstáculo, tú menos! – gritó la desquiciada Midori Tendo, corriendo tras ellos.
-Escucha Sora, te irás por el lado izquierdo, yo trataré de llamar su atención y te encargarás de poner a salvo a Mimi, ¿has entendido?
-¡No puedo dejarte solo!
-Estaré bien, lo importante es atenderla a ella y al bebé antes de que sea demasiado tarde, ¡confío en ti! - gritó al alejarse de ellas, Midori lo siguió a él, y Sora logró escaparse momentáneamente.
La poseía dejó de correr, giró varios grados, y sonrió: "Allá va carne más fresca y abundante" se dijo, cambiando de rumbo volviendo a seguir a Sora y Mimi con una velocidad anormal.
Pasó tiempo antes de que Jyou se diera cuenta de que ya no lo seguían.
-¡No puede ser! – musitó consternado - ¡La he perdido de vista!, tengo que regresar, sus vidas peligran.
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Sora no dejó de correr, a pesar de que su amigo de la sinceridad le había prometido que él llamaría la atención de la poseía, sentía que la seguían, o que una sombra se acercaba a la suya para tenderle una trampa. Se había creado un desastre en todo el lugar, muchas personas huían gritando que había una asesina en el sitio.
La antigua elegida tomó un elevador y bajó al último piso, no sabía cómo ayudar a Mimi habiendo tanto escándalo en el lugar, buscaba desesperadamente a un doctor "Quizás estén desayunando, es posible que alguien me ayude ahí". Se dirigió a la cafetería, y al momento de entrar la puerta automática se abrió inmediatamente permitiéndole el pase. Tumbó algunas mesas y gritó con voz segura:
-¡Un doctor, por favor! ¡Mi amiga necesita a un médico!
Iroi Hida alzó la cabeza y vio a Takenouchi desesperada.
-¡Sora! – exclamó asustado - ¿Qué es lo que sucede?
Los niños, que acompañaban al compañero de Armadillomon, se pusieron de pie al instante y gimieron temerosos.
-¡¿Qué le pasa a mi Mamá!? – gritó Benjamín, abriéndose paso entre las mesas y las personas - ¿Está inconsciente?, dime, tía Sora.
El guardia se estaba acercando para poner orden al revuelto ocasionado por la Señora Ishida, pero antes de cumplir su cometido, las puertas cristalinas se volvieron a abrir, acababa de regresar la enfermera Tendo.
-¡Sora Takenouchi, Iori Hida, Mimi Tachikawa! ¡Todos ustedes morirán!
Hubo un grito general y las personas que desayunaban pacíficamente se llenaron de pánico al ver a la enfermera con ansias asesinas y un bisturí gigante.
-¡¿Qué fue lo que esa mujer demente le hizo a mi madre?! – chilló Ben, queriendo lanzarse hacia la poseída.
-Esa mirada... esa mirada – murmuró Cody, sosteniendo a Ben –. Es la mirada que tenía Hiromi antes de atacarme.
-¡Mi madre no pudo atacarte! – aseguró Yuri, mirando a su padre en son de reclamo.
-No era tu madre, Yuri, alguien la había poseído.
La enfermera se lanzó a Sora, pero Cody arrojó una silla y se desvió el ataque.
-¡Niños, saquen a Mimi de aquí! – rogó la esposa de Matt – Llévenla a un lugar seguro, necesita ver a un doctor.
-Entendido – obedeció Doguen, sujetando la camilla.
-¡Mami, ¿Y tú que vas ha hacer?! – preguntó Kotty Ishida.
-Ve con tus amigos, mi niño, y ayúdalos... yo detendré a esta pobre mujer que está siendo atormentada.
-¡No podemos dejarla! – dijo Yuri.
-Yo cuidaré de Sora, ustedes salven a Mimi y a su bebé – mandó Iori, muy decidido - ¡Ben, andando, ve con tu madre!
El principito corrió hacia la camilla y besó a su madre. Los labios azules de Mimi le hicieron perder el color de su rostro, pero se mantuvo firme. Agarró una silla y le dijo a sus amigos:
-Este será nuestro escudo, yo iré al frente y ustedes tres empujarán la camilla.
-De acuerdo – dijeron en coro Kotaro, Yuriko y Doguen.
-¡Y más les vale cuidar de mi madre! – exigió, para luego tomar valor de la nada y echarse a correr en dirección a la salida, portando muy en alto la silla de plástico que era el escudo protector - ¡AHORA!
Los niños se alejaron con Mimi, la zombie-humana-poseída intentó seguirles, pues sabía que Mimi era una presa fácil, pero Iori le bloqueó la salida.
-¿A dónde crees que vas?, ¡Voy a vengarme de ti por lo que le hiciste a mi esposa!
-¡Esa mujer está loca, alguien haga algo! – gritó una de las meseras - ¡Llamen a la policía!
Tendo intentó atacar varias veces a los elegidos, pero Cody y Sora estaban jugando al tiro al blanco con las sillas y tenían lastimado el cuerpo humano de Midori. En uno de esos lanzamientos la mujer perdió el sentido, pero no evacuó los polvos.
-¡Gracias al cielo! – opinó un anciano, que anteriormente tomaba café.
-Iré a llamar a un médico, ésta pobre enfermera no tuvo la culpa de lo que pasó... tampoco Hiromi tenía la culpa.
-De acuerdo, Cody... yo me quedaré aquí cuidándola.
-Qué bueno que no pasó a mayores – siguió Hida, mientras salía del restaurante médico.
Sora se puso a llorar por lo recién ocurrido, lo mejor sería avisarle a Izzy y a Matt. Se descuidó un poco y sacó su celular. Mientras hacía eso Midori Tendo, todavía trastornada por las mariposas malignas, abrió los ojos y esbozó una sonrisa, le apuntó a la pelirroja con el arma y se dispuso a herirla.
-¡Señora, cuidado, la loca despertó! – gritó otra vez la mesera parlanchina.
-¡Ahhh! – gritó Sora, retrocediendo.
-Nada podrá detenerme, voy a matar tu maldito amor.
-¡Huya, señora! ¡Yo le llamaré a la policía! – avisó la mesera.
La compañera de Piyomon se paró de un salto y comenzó la carrera, sus piernas no podían más y todo aquello le parecía la peor de las pesadillas, ¿qué haría para poder salir viva? ¡Ella no podía morir así!
Iba perdiendo fuerzas y llegaron al final de un pasillo. Tendo gimió agradecida y la acorraló. Sora se dejó caer al suelo y esperó su muerte, pero no ocurrió. Lo siguiente que presenció fue el sonido desgarrador de la enfermera, que perdía el sentido por un golpe crudo y seco.
-¡Déjala en paz! – gritó una voz varonil - ¡No te atrevas a tocar a mi mejor amiga!
Sora miró a Taichi frente a ella, suspiró aliviada y se arrojó a los brazos de su coetáneo.
-¡Tai, gracias, me salvaste la vida! ¿Cómo, cómo supiste?
-Ayer me atacaron... ¿Estás bien?
A Tendo le goteaba sangre de la cabeza, pero las mariposas aún no se iban. Aún convaleciente la poseía sacó una botella de alcohol que guardaba en su vestimenta y la vació en el suelo, luego arrojó un fósforo, ¡estaba decidida ha hacer brillar las tinieblas!
El pequeño incendio surgió y quemó parte de la enfermera, los datos salieron al sentir dolor y Tai cargó a la herida mujer para que no se quemara.
-¡Tenemos qué apagar esto! – dijo.
Las llamas estaban creciendo y los rodearon, Tai tenía que sacar a las dos mujeres de ahí.
-Huyamos por la ventana – propuso Sora.
-¡Buena idea, Sora!, no sé que haría sin ti.
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Hidemi Fujiyama temblaba por el llanto que había vaciado. Estaba sentada en una banca del jardín del hospital y su pequeña mente era perturbada por el más revelador secreto. Recordaba a su abuela hablando mal de su padre, rememoraba a su madre ignorando el tema y remembraba a Taichi Yagami, con la sonrisa de héroe… todo era demasiado confuso.
Vio la lista de cosas que debía hacer: comprar comida, pagar la renta, avisar que su mamá no iría al trabajo... eso por nombrar algunas cosas. Suspiró resignada, se sentía muy desdichada y, además, le molestaba la rodilla derecha desde su última caída.
Se levantó como sonámbula y comenzó a caminar en línea recta. Llegó hasta la vía férrea de las ambulancias (ya que en aquél entonces había trenes-ambulancia además de camionetas y helicópteros). Sabía que no debía estar ahí, tenía qué regresarse y tomar la vía de los transeúntes. Pero estaba cansada, le dolía el alma junto con el cuerpo y no tenía el tiempo qué perder.
Sin pensarlo mucho comenzó a atravesar las vías, no era una tarea sencilla, pues con las muletas y su problema físico se entorpecían sus movimientos.
-¡Arg! – se quejó, su pierna derecha se había estancado en una vía - ¿Cómo que se atascó?, tengo que sacarme la pierna.
Jaló con fuerza, pero el pie no cedió, estaba atorado. A lo lejos escuchó el sonido de una ambulancia, entonces siguió tratando de librarse del destino. No lo conseguía, y para su desgracia, el metro-ambulancia la iba a hacer pedazos.
-¡Voy a morir! – chilló con horror, al ver el tren acercarse.
Se tapó la cara con las manos y esperó el impacto, pero antes de que ocurriera, alguien la sacó de las vías con rapidez perfecta y le salvó la vida. Hidemi abrió los ojos, estaba siendo arrastrada por un niño, que la miraba fijamente.
-¡Qué bueno que estás bien! – dijo el jovencito, muy animado - ¿No sabías que es muy peligroso huir del hospital?, eso estabas haciendo ¿verdad?
Hidemi trató de ponerse de pie, pero parecía severamente lastimada. Las lágrimas la traicionaron y se abrazó del niño que la había salvado.
-¡Muchas gracias!, me salvaste la vida! – agradeció aferrándose a él, estaba muy asustada por haberse sentido tan cerca de la muerte.
-No me lo agradezcas... lo único malo es que no pude salvar a una de tus muletas, ¿ves cómo la dejó la ambulancia?
-Destrozada – opinó Hidemi.
-Sí, totalmente irreparable.
-Eso no importa, en verdad, muchas gracias, pensé que moriría.
-Olvida los agradecimientos, Pardaillan hubiera hecho lo mismo – dijo el chico, que tenía rostro de caballero soñador.
La llevó hasta una banca y sentó a la niña. El joven tenía la mirada inquieta, como preocupada por algo o con prisa; Hidemi se dio cuenta de eso y le dijo:
-¿Llevas prisa?...
-Mucha, pero no puedo dejarte aquí... ¿sabes?, un amigo de mi papá trabaja aquí, le llamaré para que te atiendan... ¡Ah, no me he presentado! ¿A que no? Soy Seiyuro Takaishi, es un placer conocerte.
-Hidemi Fujiyama.
Hidemi se sonrojó al notar lo lindo que estaba Sei, éste lo notó y sonrió triunfante, esa niña le resultaba vagamente familiar. Nuestro rubio se encontraba camino a su casa para conseguir el aro mágico de Gatomon, pero para ahorrar tiempo había tomado un atajo caminando por las vías de ambulancias, ya que el parque estaba cerrado y la vía transeúnte era larga; fue ahí donde encontró a la pequeña Hidemi y se dispuso a ayudarla.
Seiyuro se puso de pie.
-En un rato regreso – avisó, y comenzó a caminar hacia el hospital.
En ese momento Sei vio que una de las ventanas se abría y de ella salía su tía Sora, junto con Taichi y una desmayada enfermera, atrás de ellos, dentro del edifcio, las llamas comenzaron a crecer y a consumir todo a su alrededor.
-¡Tía Sora, Tío Taichi! – gritó Sei, y tanto los adultos como Hide, voltearon hacia el rubio, que miraba azorado.
-¿Seiyuro? – dijo Tai, muy extrañado de ver al niño con pijamas y pantuflas - ¿Qué haces aquí?... ¿y qué haces con Hidemi?
-Ohh, se conocen...
-Sei, trae la manguera de las plantas, tenemos que cesar el fuego.
-Sí, tía – obedeció el sobrino, trayendo el encargo.
Taichi corrió hacia Hidemi mientras Sora y Seiyuro apagaban el fuego. Midori Tendo seguía desmayada.
-¿Qué sucede, pequeña? ¿Qué te pasó?
-Tuve un accidente... pero él me ayudó – sinceró apuntando a Sei.
-¡Menos mal que Sei es muy oportuno! – suspiró Tai, cargando a la niña en brazos – Te llevaré a checar esa pierna ya que terminemos de apagar el incendio.
-G-Graci-as.
En pocos minutos lo apagaron, entonces la paz regresó al lugar y todos respiraron más serenos.
Kotaro e Iori encontraron a los "perdidos", Kotty corrió hacia Sora, estaba empapado en llanto.
-¡Mami, pensé que estabas en peligro! – lloró estando en el regazo materno.
-Tío Tai me ayudó, Kotty... no pasa nada, estoy bien.
-Yo debí cuidarte, papá se decepcionará de mí.
-Oh, claro que no, Kotty.
-Es un alivio verlos bien, nunca pensé que la enfermera siguiera poseída – habló Cody Hida - ¿Hubo un incendio?, ¡y Seiyuro! ¿Qué hace él aquí?... – el más joven de los antiguos elegidos no dejó que le respondieran, e inmediatamente añadió – Quería comunicarles que Mimi no está muy bien, al parecer se le adelantó el parto por ese veneno, casi le viene un aborto... ha entrado a cirugía.
-¡Qué horrible! – dijo Sora, tocándose el pecho - ¡Fue mi culpa!, debí darme cuenta antes...
-No fue tu culpa, Sora – se adelantó Tai, también angustiado – tenemos que hablarle a Koushiro inmediatamente... y tengo que llevarte a curar a ti, Hidemi... Err, chicos, les presento a mi amiga Hidemi.
Todos saludaron a la chica con un gesto, ésta se sonrojó al ver a su admirada diseñadora Sora Takenouchi; entonces Tai le preguntó a su sobrino postizo.
-Seiyuro, ¿Qué haces aquí en pijama y dónde están tus papás?
Sei ensombreció su rostro y con voz ronca respondió:
-Ellos... están encerrados en el Mar de la Oscuridad.
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Fin del capítulo 11
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NOTAS finales DE la AUTORA: ¿Qué les pareció?, seguro que un total enredo ^^U... Pobre Mimi, espero que no le pase nada malo, ¡y pobre Izzy!, pero no teman, no seré mala con ellos. El problema de "Hidemi" aún no sé como resolverlo, pero ya he incluido más a la niña y la adentré en la trama (Hasta la salvó mi Seiyuro de morir machucada). Han quedado demasiado cabos sin atar, y en el próximo capítulo sabremos lo que pasa con Zet y los adultos en el Mar de la Oscuridad, también nos enteraremos de lo que sucedió después de que May y Osen descubrieron los libros de TK /Ahh, es que son demasiados personajes y me tardo mucho/, ¡No se lo vayan a perder!... se titulará: Pensamientos de la Curiosidad.
¡Hasta entonces!
Agradezco de nueva cuenta que lean, no se olviden del Review, me encantaría saber qué es lo que opinan sobre esta secuela de fic.
*Dedicado a todas las personas que leyeron y me animaron a seguir con Fusión Prohibida.
Por cierto, si no publico antes de Navidad (que espero que sí), les deseo FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS.
P.D. Seiyuro otra vez mencionó el nombre de Pardaillan, no sé si les comenté que "Los Pardaillan" son mi saga de libros favoritos además de HP.
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