--*--*

NOTAS iniciales DE la AUTORA: ¡Hola a todos!, este capítulo es el más reciente que he hecho, iba a ser el número 14, pero decidí cambiar la forma del fic y ponerlo en el #13; está corto, a mí me parece que tiene mucha información y está interesante (aunque quizás le faltó algo). Muchas gracias por seguir atentos a mi fic. En este episodio retomo la trama de "El mar de la oscuridad", como resumen les recordaré que Zetaro Ichijouji había sido invadido (por culpa de Arukerimon y Mummymon) por una semilla de la oscuridad, entonces su forma de ser cambió en tan sólo unas horas y lo único que hizo fue dibujar, dibujar y dibujar hasta que la oscuridad lo absorbió a otra dimensión que Ken y Kari recuerdan. Ahora los esposos Ichijouji y Takaishi se han introducido en ese sitio para salvarlo ¿Lo lograrán?

Esta sinopsis es para que recuerden, como han pasado tantas cosas a lo mejor se les había olvidado. Espero que el fic no les esté aburriendo.

Bueno, sin más los dejo con la lectura.

*--*--

MEMORIAS borradas

Por CieloCriss

Capítulo 13 **Mala hierba nunca muere**

El frío y las sombras parecían un collage de desencanto. La soledad en el niño iba en aumento, la sentía en cada célula, y ésta seguía creciendo, como río negro, como esencia perdida en el ocaso... y es que, si la soledad aumenta, el ser pierde la armonía, se niega a sí mismo.

Zetaro Ichijouji tenía frío.

El viento entraba por cada uno de sus poros, y su cuerpo pálido se movía como gelatina ambulante. Apeaba desesperado, perdido, pero sobre todo irritado. Eran tanta su rabia y enojo que no podía expresarlos. No le gustaba sentir esas ñáñaras de  incomodidad, en esos momentos, hubiera querido destrozar algún ente cercano para calmarse.

Sobre su sombra imaginaria, una bola brillante y formada por muchos trozos de papel volaba y lo seguía, pero Zet no caía en cuenta de eso, carecía de importancia.

"¿Qué hago aquí?" pudo decirse, mientras se dejaba caer con fuerza en el suelo, para raspar sus rodillas. Todo el sufrimiento que lo enfrascaba era muy irreal, y por eso quería sentir dolor físico, sería hasta cierto punto más agradable que seguirle la corriente a su corazón acelerado y tenebroso.

Cada vez le dolía más la cabeza; estaba desolado, no entendía nada, absolutamente nada.

-¿Dónde...? - comenzó, pero se calló rápidamente, estaba ronco. "¿Dónde están mis dibujos?"

Sus dibujos... justamente estaban adjuntados sobre su cabeza en forma de luna llena.

Alguien lo observaba sigilosamente, era un humano de piel blanca, estatura media y ropaje negro. Su rostro era tapado por una capucha de tergal , y sus ojos enmarcados por lentes oscuros.

-Ha llegado la hora... por fin, y gracias a este mocoso, volveremos a estar juntos.

-¡¿Quién está ahí?! – exclamó Zet, escuchando al extraño como si las palabras de éste fueran un susurro otoñal disperso entre hojas y viento - ¡Quien quiera que seas: lárgate!, no mereces siquiera verme... ¡nadie lo merece!, mis padres me subestimaron, mi hermana se burló de mí, mis amigos me humillaron, la que creí que era mi niña, me ignoró... Pero todos ellos pueden irse a refundir a un hoyo negro, no valen la pena... simplemente, no tienen idea de mi grandeza, de mi poderío, ¡de mi obra!

Trastornado por sus frases, el niño de cabello morado comenzó a reír de forma maniática, poseído por un sueño entre tinieblas, una escalofriante pesadilla que por la oscuridad no podía distinguir.

No escuchó respuesta alguna, se llenó de ira. Creyó que el extraño le había robado lo único que realmente valía la pena en su existir.

-¡Tú fuiste! ¡Tú fuiste!, robaste mis dibujos, ¡da la cara, escoria bastarda!... te voy a hacer mil pedazos, ¡regrésame mis creaciones! – le subía el coraje hasta las cejas, el colorado que dominaba su piel parecía tensar sus gestos, daba la impresión de que Zetaro volaría en trozos por la presión. Su mentalidad estaba invadida por la semilla de la oscuridad, esa semilla estaba enloqueciendo su personalidad bondadosa y tierna, su sentido de justicia y su falta de egocentrismo, ¿por qué reaccionaba así la semilla?

El atacante salió de entre los árboles y miró a su pequeña víctima con una sonrisa llena de felicidad, era una especie de alegría frenética que termina irritando a cualquiera.

            -Será mejor que te calmes, o no podrás construir tu imperio. Si buscas tus dibujos, mira hacia arriba.

Zet obedeció, vio la luminosa masa redonda con escepticismo.

            -La luna llena...

            -Fíjate bien, eres muy inteligente – hasta cierto punto el encapuchado parecía amable, anhelante, esperaba una reacción por parte del niño.

            -¿Mis... dibujos?

            -Están ahí, ¿ya puedes verlos?; date cuenta, tus creaciones te son fieles, quieren estar contigo, por siempre, se unieron para formar una luna que te alumbra.

            -¡Ya tengo a mis dibujos conmigo! – chilló de la emoción Zetaro, alzando las manos para tocarlos - ¡Ellos quieren estar conmigo!... será mejor que te marches, en este lugar estaremos nosotros, nunca volveré adonde me esperan, no... nadie me espera, nadie me busca, nadie me quiere; y está mejor así porque yo no quiero a nadie, no merecen mi afecto... sólo mis dibujos, ellos son míos, yo los hice...

El hombre se acercó, debido a su estatura de adulto tomó la bola de dibujos y se la entregó al mediano Ichijouji.

            -Son papeles, se destruirán, a lo mejor tu hermanito los rompe.

            -Satoru y yo no volveremos a vernos.

            -El tiempo los marchitará, se destruirán tus obras – insistió el hombre al ver que Zet se aferraba a los papeles -. A menos que me ayudes, que te unas a mí... todo puede ser real si te empeñas, serás el emperador de un mundo maravilloso y podrás jugar cuanto quieras.

            -¿Emperador? – indagó Zet, mirando al sujeto sin rostro (bueno, sí tenía, pero no se veía, Zetaro sólo apreciaba esa tez igual de blanca que la suya, si acaso un poco más rosada).

            -Las personas no se dan cuenta de tu grandeza, creen que eres insignificante, por eso debes convertirte en emperador, hacer un imperio propio.

            -Lo deseo... – susurró Zet -. Y tengo el poder, pero...

El hombre le tocó los hombros a Zetaro, analizó al morado y le susurró al oído.

            -Regenera, vibra, aclama, revive y da vida a estos dibujos, ellos esperan por ti, ¡tienes el poder dentro de ti!

El niño de 10 años repasó los dibujos uno por uno. Él no lo sabía, pero Devimon, Malommyotismon, Metal Etemon y más villanos estaban trazados en esas hojas de papel que brillaban al estar cerca de su dueño. Sin embargo, Zet no estaba a gusto con la propuesta, quería eliminar a ese tipo que lo enfadaba, quería que se fuera.

            -¡Vete!, hace frío y es tu culpa.

            -Revívelos... haz que vuelvan, tú los esperas tanto como yo, ¡los deseas!, quieres que te sirvan y yo te ayudaré a crear tu imperio.

            -Yo crearé mi reino si quiero hacerlo, ahora sólo anhelo que te marches; atraes el frío.

            -¿Cómo? ¿No vas a cooperar? – preguntó enojado el extraño, mirando fijamente a Zet "Este niño no accede de ningún modo, se resistió cuando mis súbditos le pusieron la semilla, ahora se abstiene de ayudar porque el efecto de la semilla crece de forma asombrosa... su mente es fuerte, me dicen que así era su padre, el llamado Ken"-. Mocoso, haremos las cosas a mí manera... llevo un año esperando, todos fueron muy débiles al olvidar, pero yo no... yo vivía para eso, para ellos... ¡Vas a dar vida a tus mugres dibujos!

--

Justo así. Ahora lo recordaba. Estaba oscuro y había un aire helado que la obligaba a abrazarse a sí misma. No estaba sola, a ese lugar nada más una vez había ido sin compañía, pero no remembraba bien, era confuso, tenía miedo  cuando veía el mar. Kari sabía que estar ahí no era tan penoso para ella ni TK, Yolei y Ken se veían desesperados porque no sabía qué había sido de Zet, y el cariño pesa más que los difusos recuerdos.

            -Takeru... – susurró Hikari, al oído de su esposo - ¿Podremos regresar?

            -Claro que sí – respondió el antiguo portador de la Esperanza – una vez oí a una voz decir algo que ha retumbado en mis oídos: "El amor une dos mundos"

Kari sonrió, asintiendo y pegándose a su marido mientras intentaba entender.

            -Eso te lo dijo Gatomon. – atinó a decir, con sospecha.

            -¿Gatomon?

            -Sí, Gatomon... Toshi me rogó que me acordara de Gatomon, Gatomon es mi ángel de luz; hoy soñé con mi ángel de luz, está conmigo, dentro de mí... cuando dijiste esa hermosa frase, mi ser volcó inesperadamente, a Gatomon le dio gusto escucharte.

            -¿Ehh? – se extrañó Tk ante las reflexiones de Kari. Sin bien sentía lo que oía no terminaba de comprender, ¿dentro de su mujer estaba Gatomon?, entonces... – Tú sientes a alguien, yo también, supones entonces que lo que yo siento está dentro de mí y tiene un nombre.

            -Sí – respondió Kari, señalando a los Ichijouji -. Debemos apresurarnos, ellos van muy al frente, a Ken le cuesta mucho trabajo estar aquí, Miyako siente demasiado dolor y no puede apoyarlo. Hay que encontrar a Zetty.

Luz y Esperanza corrieron para alcanzar a los preocupados padres.

Ken analizaba cada cosa que veía y trataba de asociar hechos, de verse fuerte, la verdad era que estaba destrozado por la incertidumbre. No era que recordara exactamente su época de maldad y los destrozos que había ocasionado, eso le hubiera dado pánico; lo que traía en la mente era la sensación de haber tenido una experiencia terrible y traumática causada por esa semilla, por la oscuridad encarnada en su ser. No era para menos su sentir, ya que después de haber muerto Osamu él había caído en depresión y había terminado en ese sitio.

            -Mi pobre Zetty... ¿qué le han hecho? – musitaba Yolei, de forma incontrolable – No lo hagan sufrir, no lo merece... mi hijito...

Un resplandor sobrenatural, cegador como el brillo de un incendio explotó en un haz de luz grueso e intenso, después oyeron un gemido ahogado, como el de la víctima de un asesino.

            -¡ZETARO! – chilló Miyako, comiéndose las uñas - ¡Me lo van a matar! ¡NOOO!, fue él, Ken, ¿lo oíste?.

            -Nadie va a matar a mi hijo sin haberme matado cien veces a mí – repitió Ken, después salió corriendo hacia la luz.

            -¡No estás solo! – apoyó TK, uniéndose a la carrera, seguido por Kari y Yolei, quien apenas podía movilizarse del susto y el dolor.

La niebla cada vez se hacía más densa "Igual que el día en que ese anciano me atacó" pensó Takeru ". La niebla apareció y poseyó a la persona que casi me mata... espero no lleguemos demasiado tarde". Sin embargo la niebla se quedaba corta en comparación a los rugidos de los relámpagos y al rocío inesperado.

Los cuatro atravesaron una barrera de pinos largos y poblados de ramas que tapaban la poca luz invasora, para ese entonces el rayo potente había desparecido, justo como el gemido. A lo lejos percibieron unas hondas en el aire, la sombra de un adulto alzaba las manos agradeciendo algo, y la figura de un niño estaba hincada ante el opaco pasto.

            -¡Zetty! – lloró Miyako al distinguir al niño.

Ken guardó silencio y se apresuró más, al llegar al desconocido le estampó un puñetazo, el hombre cayó al suelo, Ken pudo ver que tenía los ojos claros.

            -¡Contesta canalla! ¡¿Qué demonios le hiciste a Zetaro?!

El hombre comenzó a reír, con voz sorda, repleta de hipocresía, le contestó al detective:

            -Velo por ti mismo, puede que les parezca familiar la escena.

Ken miró horrorizado cómo la lividez se apropiaba de la piel de Zet, algo salía de él, ¡era una semilla! ¡La semilla de la oscuridad!... esa semilla se convirtió en capullo y comenzó a florecer de manera desenfrenada hasta convertirse en un arbusto flotante de dimensiones considerables. Kari se tapó la boca y un sorprendido Tk quedó atónito. Miyako se llevó las manos a su cabello y lo jaló con desesperación.

            -Mi niñito... ¡¿qué tienes?! – se acercó presurosa a su vástago, pero algo le impedía tocarlo.

            -Esa es la Semilla de la Oscuridad que plantaste en Zet – reflexionó Ken, en voz alta -. Pero, no es posible que creciera así, así no pasó...

            -¿Contigo?... mmmh, tienes razón, tu crecimiento fue lento. La que tiene el mocoso es una copia defectuosa; el arbusto ha robado su esencia, el niño ya no tiene alma, se va a morir para que nuestra obra germine, debo decir que no lo hizo de buena gana, lo tuve qué obligar.

            -Nooo ¡Noooo!, se lo ruego, haga que vuelva – chilló Yolei.

El cuerpo inerte de Zetaro cayó al suelo, Miyako lo acomodó en su regazo sin importarle el arbusto que se había creado con la energía que la semilla de la oscuridad le había robado de su hijo.

Ken ahogó su grito y el enemigo aprovechó para golpearlo y tratar de huir.

            -Esta vez han perdido... ustedes tuvieron la culpa, OLVIDARON lo que yo nunca OLVIDÉ.

Comenzó a alejarse, Takeru no perdió tiempo y le siguió.

            -¡Esto no se queda así! ¡No lo perdono, no lo perdono!– gritó el hermano de Matt sin pensar en lo familiar que le parecía esa frase.

            -¡YOLEI! – gritó Ken, poniéndose de pie – Te dije que antes de que mataran a Zet estaría yo de por medio, ¡no te fallaré!

Siguió a su amigo rubio para destrozar al rufián.

Miyako Ichijouji asintió temblorosa, Kari se hincó junto a ella.

            -Tenemos qué revisarlo – pidió tratando de sonar reconfortante.

            -Está frío... helado como un cubo de hielo – murmuró Yolei, arrullándolo en su regazo.

Hikari notó que el niño se había encogido ligeramente, el cabello sedoso y liso le resbalaba por la frente, parecía una fina figurita de porcelana, bella y sin vida. La mujer de la Luz negó entonces, tomó la muñeca del niño y trató de tomar su pulso.

            -Yo sé que no hay respuesta – lamentó Miyako -. Se me está muriendo, le absorbieron la vida... está demasiado frió – miró a Zet y lo besó -. No temas hijito, yo te voy a calentar, como cuando estabas chico ¿Recuerdas?, te leeré tu cuento favorito cerca de la chimenea, ¡y te pondrás tus guantes grises!, estaremos siempre juntos... papá llegará para la cena, Kurumi y tú no volverán a pelear, porque estarás chiquito, esperaremos a que nazca Satoru, y estaremos finalmente los 5.

Kari se dio cuenta del trance de su amiga, se compadeció y se alejó un poco, ella no había olvidado el poder de la semilla que flotaba sobre ellos (o sea, el arbusto). ¿Qué hubiera pasado si ese niño fuera Toshiro y no Zet? ¡Se habría vuelto loca!, el dolor de madre era más grande que cualquier otro sufrimiento, por eso entendía a Yolei, quería ayudarla, ¡era su mejor amiga!.

De nuevo notó que a su alrededor había hojas de cuaderno tiradas por el bosque del Mar de la Oscuridad, eran las mismas creaciones antiguamente observadas en casa de Ken, mismas que de nueva cuenta brillaron y comenzaron a flotar, desafiando a la gravedad.

            -¿Qué rayos pasa aquí? – se cuestionó Kari.

Los dibujos flotaron en el aire, el arbusto que había salido de la semilla de Zet se deshizo, y toda la energía poseyó a los dibujos. En ese instante la niebla se intensificó, y chispas multicolores comenzaron a juntarse, salían de la nada. Hikari oía risas malévolas en el ambiente, los polvos se unían formando mariposas, las mariposas eran miles de datos, esos datos se unían al dibujo y el poder de la semilla de la oscuridad los envolvía, parecía como si se formara un cascarón protector, un... ¿digihuevo?

Cada dibujo, en efecto, se había convertido en un huevo gracias a la semilla de la oscuridad. Kari temblaba al sentir la mala vibra, suspiraba de miedo y en silencio llamaba a Tk. No sabía qué hacer, su amiga estaba enloqueciendo al ver morir a su hijo, y ella estaba siendo espectadora de algo insólito, surrealista, horripilante y al mismo tiempo maravilloso.

            -Yolei, reacciona... algo sucede.

            -Zetty, te estás poniendo más helado... no temas, no te morirás, necesitamos una chamarra. Mamá te cuidará – lloró la esposa de Ken. Hikari le movió los hombros, Miyako no reaccionaba.

A pesar de todo, Yolei tenía razón en algo: Zetaro se estaba poniendo más helado.

            -¡Despierta Miyako! ¡Ayuda a tu hijo, no lo abandones! – rogó Kari, abofeteando a la congojada madre.

            -¡Oh Kari! – reaccionó Miyako - ¿Qué voy a decirle a Ken cuando regrese?, ¿que lo he perdido?

La forma de los huevos flotantes se delimitaba mejor a cada instante, Kari observaba horrorizada, pero poco a poco iba comprendiendo.

"Las formas de esos dibujos... La Semilla de la Oscuridad que creció, ese crecimiento se dio por la energía de Zetaro, los polvos se unieron a los dibujos, el poder de la semilla los nutre y los une, se forma un ser... un huevo. Pero eso se forma porque..."

Se agachó, entre las hierbas mohosas levantó una rama larga, fuerte pero no muy ancha. Kari asintió decidida, iba a experimentar.

            -Yolei, estas cosas están robándole la vida a tu hijo – avisó antes de golpear, con el palo, al primer digihuevo que alcanzó.

El impacto destrozó el cascarón. Kari sintió que algo chocaba contra ella de forma brusca, cayó al suelo. El cascarón roto se deshizo, la energía volvió a Zetaro, quien respiró desesperado, como si hubiera estado a punto de ahogarse.

            -¡Respiró! ¡Kari, le has salvado! – Yolei miró que Hikari yacía en el suelo y respiraba apresuradamente mientras trataba de ponerse en pie, su amiga se tocaba el pecho, le salía sangre.

            -Era muy poderoso...

            -¿Quién?

            -¡El ser que salió del huevo! – las mujeres miraron hacia arriba, habían muchos huevos más formándose - ¡Debemos apresurarnos!, debemos romperlos para que Zet vuelva en sí.

            -Pe..pero ¿Y la cosa que salió?

            -No sé donde está. Me atacó, pero ya no la siento cerca.

Kari intentó pararse, no pudo hacerlo, tenía una herida.

Miyako dejó a Zetaro recostado en la tierra, tenía una misión qué cumplir.

--

El hombre de la capucha corría,  su gasolina parecía esa risa macabra, aceleraba cada vez que rugía dos nombres que Takeru y Ken no terminaron de entender, a excepción de la inconfundible terminación en "mon".

El antiguo basquetbolista  se apresuró y dio un salto que lo puso en ventaja, quedó frente al agresor y le puso un alto con un empujón. Ken rodeó al sujeto por atrás y lo miró de forma suspicaz.

            -No me parece una manera sutil de detenerme, caballeros – dijo mirando fijamente a Takeru con esa sonrisa clásica de demencia.

            -Un momento... yo a ti, ¡te conozco! – le gritó Takeru.

            -A lo mejor sí, aunque quizás no... ustedes olvidan todo, desde quienes fueron hasta a sus mejores amigos. Yo no olvidé porque eran lo único que tenía, aunque muy pronto tendré todo lo que mi quitaron.

Ken lo amenazó por la camisa.

            -No harás nada que le cueste la vida a MI hijo.

            -Unas cosas por otras, Ken – dijo el encapuchado de sonrisa perversa y vista sin brillo -. Ustedes acompañarán al niño muy pronto... mis amigos quieren venganza.

            -¡Este sujeto está loco! –afirmó Tk, tirando de la capucha que lo cubría.

Su melena amarilla pálida quedó al descubierto, de repente Tk sintió un malestar estomacal... sí, él conocía a ese tipejo, a esta abominación de hombre que había causado el desvanecimiento de Zetaro.

            -No pueden impedir que llegue el renacimiento, ¡se huele en el aire!... hay que sacrificar para ganar, por eso se tendrán que morir, no es justo que todo un mundo se muera por humanos imbéciles.

Ken y Tk estaban confundidos entre esas palabras y el ambiente tétrico, la situación no permitía que los pensamientos fueran lógicos o por lo menos sensitivos. El enemigo tronó los dedos sin razón aparente, más o menos al minuto oyeron los gritos de Yolei y Kari, así que los preocupados esposos regresaron con ellas arrastrando consigo al hombre misterioso.

            -Ni creas que te saldrás con la tuya – le había dicho Ken -, sé que Zet no está muerto, harás que se recupere aún así tenga que aniquilarte.

--

El cometido de Yolei, que era el de romper los cascarones de huevos, se había interrumpido por causas mayores, el movimiento de tronido de dedos del desconocido había provocado que una muralla apareciera y comenzara a abrirse un portal de donde salieron dos digimons: Arukerimon y Mummymon. Kari y Miyako habían gritado de la impresión, asombro, sorpresa, todo eso mezclado con recuerdos.

            -¿Te das cuenta Arukerimon?, el amo nos mandó directo con estas chiquillas molestas.

            -¡No seas bobo Mummymon!, ahora no importa si nos recuerdan, tenemos el premio por insertar la semilla en el mocoso. Agarra los digihuevos, nos vamos.

            -¡Ustedes dos! – chilló Miyako - ¡Por nada del mundo se atrevan a llevarse esos huevos, son la energía de Zetty!... en el fondo no son malos, yo lo sé, los recuerdo.

            -Es verdad, ya nos conocíamos... – opinó Kari.

Los tres hombres aparecieron, el misterioso gritó molesto al ver un digihuevo roto, se llevó a la cabeza sus manos.

            -¡¿Cómo se atrevieron?! ¡Pudo ser uno de ELLOS!, me las pagarán, juro que me vengaré... si destruyeron a Terriermon o Lopmon, los despellejaré.

Las antiguas elegidas miraron al trastornado, les pareció familiar, el tipo ordenó a los digimons:

            -Agarren los digihuevos, abriré el portal...

Los Digimons obedecieron y el misterioso, gracias a unas extrañas cartas que acomodó de manera extraña en una piedra dividida en nueve partes que tenían, de acuerdo al nivel, una, dos y tres estrellas. Abrió una ventana a otra dimensión después de acomodar una carta con la figura indescifrable, escaparon sin decir más.

            -¡Lo tengo!, él... es de Norteamérica, ¿recuerdas Kari? Lo conocimos cuando fuimos a Nueva York y... – Takeru guardó silencio al ver herida a su esposa, sobra decir que como una centalla llegó para prestarle su ayuda, lo mismo que Ken a Yolei.

            -¿Qué te pasó, mi Kari? – preguntó desesperado, mientras analizaba el estado de su mujer.

            -No... no es nada, puedo caminar – dijo cuando vio que TK tenía intenciones de cargarla en sus brazos -. Me atacaron los datos que salieron de un huevo.

            -¿Huevo?, Ahhhh, ¿los que flotaban? – siguió cuestionando, Hikari asintió.

En tanto, Inoue le mostró a Ken que Zetaro seguía con vida.

            -Ken, él se estaba quedando tan helado y sin vida... pero Kari lo ha salvado con su gran amor y valentía, si no fuera por ella...

            -No Miyako, a Zet lo salvó tu amor de madre, yo nada más ayudé un poco pensando en qué era lo que le estaba robando la vida – admitió Hikari, algo intimidada -. La energía de Zetaro estaba siendo robada por esos huevos, que se formaron por los dibujos y los datos que han atacado con anterioridad.

            -Tengo qué admitir que estoy severamente confundido – murmuró Takeru. Después se quitó su chaqueta y se la lanzó a Ken, quien cubrió a Zetaro con ella -.Hay que salir de aquí.

            -¿Cómo? – preguntó Yolei -.Tengo miedo de que mi niño no resista, sigue muy débil, de tantos huevos nada más rompimos uno.

            -Con esa esencia será suficiente, ahora Zetty está siendo cubierto de todo el amor que le tienen sus padres – les tranquilizó Kari.

"Kari... para mi hijo este es el comienzo de muchas pesadillas... cuando despierte llorará por las noches al recordar esto, se culpará y toda la confianza que una vez tuvo se hará cenizas. ¡Juro que me las pagará ese sujeto!, Zet no tenía la culpa de nada, Zet es una víctima, un inocente, y ahora justamente atacaron su inocencia" asimiló Ken, arropando al niño, mirándole la cara perdida en la inconsciencia.

Kari pudo andar gracias al apoyo de su amiga y esposo, ella se recargaba en ellos; más adelante caminaba Ken, abrazaba a su vástago con mucho cuidado, a cada momento le veía la cara, notaba su respiración, él también sentía al niño extremadamente débil y helado.

"Sí... yo he visto a ese hombre, no ahora, hace mucho, cuando era un niño. Recuerdo que me pareció solitario, su nombre ¿Cuál era?" (Tk)

"Gatomon... ¿cómo podremos volver?, Zetty necesita reposar y recuperar su vida, Miyako y Ken están cansados, yo también. Tú te pusiste feliz cuando Takeru dijo que el amor unía dos mundos, entonces, de ser posible ¿Podrías hacernos volver?... tú y yo somos las mejores amigas, sé que nos veremos pronto, pero quiero que me hagas ese favor. Háblale a Toshi, él me espera y tiene mucho amor en su corazón, si le haces ver su luz, sé que nos hará regresar" rogó Kari en su mente.

--

Fin del capítulo 13

--

*--*--

NOTAS finales DE la AUTORA: ¿Qué les pareció?, ojalá al menos les haya parecido decente. Pero... ¿se imaginaban que ese "amo" o "desconocido" sería quien resultó?, tengo una explicación del porqué es justamente Wallace (Willis) quien está en el puesto de villanos (por cierto que ignoro el nombre del otro digimon de Wallace, así que si lo escribí mal, háganmelo saber para corregir mi error). Pobrecito de Zetty ¿No?, me cae muy bien y lo hago sufrir... aunque al menos se recuperará. ¿Cómo saldrán de ese feo sitio? ¿Confiando en la frase "El amor une dos mundos"?... ¿Y qué tal la regeneración de los digihuevos? (espero esa parte se haya entendido).

Como ven, este capítulo, aunque estuvo corto, tiene mucho de qué comentar (al menos para mí, mi propia trama me enreda).

¡Gracias por leer!

Este capítulo está dedicado especialmente a todas aquellas personas que creen que el amor atraviesa fronteras.

¡No se pierdan el próximo episodio!, ya lo tengo escrito, es largo y explico cómo siguen las cosas en el mundo real, se titula: **¡Bienvenido al Mundo!**.

Hasta pronto.

P.D. ¡Agradezco mucho sus comentarios!, a Tai le quiero decir que no me molesta su comentario, al contrario, me da gusto que me hagan ver mis errores, siempre suelo olvidar los detallitos (como en ese caso, ¿verdad?), así que trataré de explicar esa pequeña duda luego, en los siguientes capítulos.

--*--*