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NOTAS iniciales DE la AUTORA.- ¡Hola a todos!, estamos a 19 de septiembre de 2003 (mes patrio, si hablamos de México n_n). Y bueno, por fin he subido el cap. 21 de la Saga de Memorias Borradas, aunque creo que esta vez no tardé tanto en actualizar. Este episodio tenía ganas de escribirlo desde hace mucho tiempo, les adelanto que tendrá partes cómicas y estará mucho más fluido (creo que el pasado capítulo estuvo algo pesado, pero eran necesarias las explicaciones concernientes a la trama para comenzar a 'destrampar' el fic). Lo dedico a todas las personas que festejan algo en septiembre, ya sea su aniversario de natalicio, su aniversario en ff.net o cualquier otra fecha (¡me incluyo!, yo entré a ff.net este mes hace dos largos años).
Espero les guste este capítulo, pues después de este la cuenta regresiva del dará inicio.
¡Los dejo con la lectura!... y de antemano me disculpo por los posibles errores que pueda tener el escrito.
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MEMORIAS borradas
Por CieloCriss
Capítulo 21 **El verdadero Centro del Digimundo**
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Vemos a un adolescente de estatura media. Está sentado en un banco sin respaldo de madera clara. Se mueve constantemente, producto, según uno de sus conocidos, del 'pánico escénico'. Tiene el cabello de un marrón especial, chocolatoso, parado. Enmarañados entre sus gajos de pelo se encuentran aposentados unos simpáticos googles. Ése chico se llama Kyosuke, tiene 13 años, es el único hijo de Daisuke Motomiya, uno de los antiguos niños elegidos. Kyo se sonroja ligeramente cuando el foco rojo de la cámara se prende y marca el 'rec'.
Guarda silencio un momento, pero luego, con gran valor, muestra una sonrisa muy amena.
—'Este es un discurso de despedida… y no soy bueno en discursos, pero de cualquier manera, creo que no sería correcto estar triste, o pedir perdón… tampoco podría pedirles comprensión'—la sonrisa volvió a aflorar—. 'Mamá… estaré bien, no te preocupes, me has cuidado tanto que prometeré ser un chico fuerte, ¡y estarás orgullosa de mí!, te dirás "Makoto, tu hijo es un chico valiente", ¿verdad que sí pensarás eso, mamá?... Sé que no está del todo bien irme al Digimundo sin autorización, pero es algo que en verdad deseo. Y… papá, ¿qué puedo decirte a ti?, trato de imaginar tu reacción ante mi imprudencia y no logro saber cómo será… me pregunto si te dará envidia, o si te molestarás… sólo puedo decir, papá, que en mi lugar, hubieras hecho lo mismo, ¡no te defraudaré!, te devolveré a V-mon aunque sea lo último que haga, jeje, demostraré tu casta… Y bueno, no me despido con la promesa de que regresaré; nada más busco el orgullo de mis padres'.
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Kyosuke tocó con suavidad el timbre del apartamento de los Takaishi, inmediatamente después le abrió Seiyuro. "Pásale" sugirió, pero al ver que a lado de Kyo estaba un delgado chico miope, sonrió.
—Hola Llorón, ¿qué me cuentas de la vida?, me alegra que hayas venido a la reunión, la vamos a pasar bien, y así debe de ser, debemos tener una buena despedida antes de…
—¡Guarda silencio, Seiyuro!, alguien podría oírnos—regañó Doguen, viendo hacia todos los lugares posibles.
—Bueno, tomando en cuenta los elegantes que son mis susurros, creo que al que oirán es a ti. Como sea Doguen, dime el password para dejarte pasar.
—¿Que necesito contraseña para entrar a tu hogar?
—Por supuesto, la necesitas. Ya sabes, por precaución.
—¡No estés molestando! ¡Yo jamás te he pedido identificación para entrar a MI casa, y eso que tú sí que haces destrozos con mis cosas!
—Ya, calmado, era una broma—sonrieron tanto Seiyuro como Kyosuke.
—Primo Doguen, te tomas todo muy en serio.
—Son unos malvados, eso es lo que son.
—Pásenle, bienvenidos al humilde hogar de los Takaishi. ¡La pasaremos genial!, Mamá-Kari nos compró varios litros de helado de fresa.
—Ahhh, pero soy alérgico a las fresas…—lamentó Doguen.
—Sí, recordé que me lo dijiste, por eso le insistí a mi mamá que nos comprara puro helado de FRESA, para que te salgan ronchas y…
—Sei, déjalo en paz—reprendió Toshiro, el canelo hijo de Kari. —No le hagas caso a Seiyuro, sabes que le gusta jugar… y la verdad es que su humor ha vuelto a sufrir euforia. Lo mejor será que se vayan a nuestra habitación; nuestros padres, según sospecho, harán otra reunión 'privada', pero esta vez en la red para que no espiemos con micrófonos… O-chan puede conseguir los datos, pero no los necesitamos, nosotros tenemos nuestras propias acciones… por cierto, ¿ya tienen todo lo que les tocó preparar?
—Tengo el botiquín de primeros auxilios por si pasa algo… y todo lo que decía mi lista—informó Doguen.
—Muy bien, Doguen, eres un chico muy confiable.
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Ahora el banquito lo ocupa un muchacho pálido y serio. Su mirada es profunda y rojiza, sus cabellos lacios están bien peinados, son castaños, del tono de la canela. Este chico es Toshiro S. Yagami, también luce tenso ante el lente de la cámara, pero él no mira directamente al foco, sino que reflexiona mirando hacia la nada mientras se rasca el cráneo.
—'Supongo que, este video es una buena manera de despedirme de mis seres queridos… no tengo idea de cuando vaya a regresar, o de si pueda hacerlo; pero ninguno de los niños de 1999 sabían cómo hacerlo al inicio de su aventura. Mamá… quiero irme al mismo mundo que tú exploraste con Gatomon cuando eras una niña, quiero ir para que tu inconsciente te deje recordar todos aquellos bellos momentos, también voy porque tengo un digimon que vive en mis memorias y no quiero que sea borrado… debe ser parte del destino, y este destino lo elegimos todos nosotros, porque así lo sentimos, porque a pesar de los peligros tenemos fe en nuestra misión, (la cual, por cierto, aún no es muy clara). Me gustaría ir al Digimundo para traerlo de vuelta, para que mi mamá vuelva a tener la luz de siempre, y para que mi hermanita Min pueda conocerlo. Por eso lo hago mamá, perdóname por ser tan egoísta, por no pensar en lo que vas a sufrir… pero estaré bien, no te perturbes. Mamá… sabes lo que siento por ti, sé que estarás bien, te casaste con un hombre grandioso que te cuidará por mí… Mamá, nos vemos'.
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Kyosuke y Doguen dejaron sus cosas en el cuarto de Sei y Toshi, ambos giraron su vista hacia los videojuegos, se dispusieron a jugar. Toshiro sonrió al ver retarse a Kyo y Sei, los miró un buen rato antes de dedicarse a acomodar sus cosas en una maleta amarilla que su madre le había comprado meses atrás para que la usara en los entrenamientos de Ping Pong. Toshi la llenó con su ropa, con latas de comida, con un extraño brazalete digital y una buena dotación de fritangas; añadió luego varios cepillos, desodorantes y demás cosas necesarias para la higiene personal… sentía melancolía, después de todo estaba a punto de hacer un gran viaje a un lugar desconocido.
—Ohh, pero si ya están todos aquí—interrumpió Kari, asomando su cabeza al cuarto. Toshiro pateó su maleta despistadamente hacia el fondo de su cama y miró con inocencia a su progenitora.
—Sí, disculpa por no haberte avisado, mamá.
—Toshi, no tienes porqué disculparte—creyó Kari—. Más bien, yo debí disculparme porque olvidé tocar a la puerta. ¿Pero qué creen?, les traje panecillos y helado, para que cenen… generalmente prefiero que merienden cosas sanas, pero no pasará nada malo si hoy nos rebelamos un poco.
—¡Excelente: comida! —grito Sei.
—Me enteré por Sora y Mimi que hay varias fiestas en pijamas, las chicas harán una en casa de May, y Taiki fue a dormir con Ben, ¿a qué se debe tanta festividad?
—Bueno… los otros grupos nos robaron la idea—mintió Kyosuke.
—Ya veo. Sólo espero que no estén tramando algo.
—Descuida mamá, nosotros no podemos tramar algo más radical de lo que ustedes seguro planean—creyó Toshiro—. Sé que las cosas no están para fiestas en pijamas, pero realmente necesitamos… reflexionar sobre los digimons; no te niego que queremos hablar de ellos, pero sé que no te enfadarás, ya que ustedes también lo hacen.
—Aquí está la cena—susurró Kari, nostálgica—. Y chicos… comprendo; sólo les ruego que no se metan en líos.
—Descuida, estamos bien, no podemos incendiar la casa, sólo vamos a divertirnos— dijo Seiyuro.
—Eso espero. Si necesitan algo, estaremos en el estudio, Takeru quiere mostrarme los avances de su nuevo proyecto. — "Más bien" pensó Toshiro "Se van a conectar para chatear sobre sus futuros planes… ustedes no dejarán el asunto así, estarán preparados para cuando los digimons malignos regresen".
—Gracias señora Kari—dijo Doguen—. Ehh… sobre el helado, yo… preferiría no comerlo, es que la fresa me causa alergias y…
—Ah, no te preocupes Doguen, Sei me lo dijo y me insistió que comprara tu ración de helado de vainilla, ¿también eres alérgico a la vainilla?
—¿En serio Seiyuro hizo eso?, pero si el me dijo que…
—Llorón, yo jamás dejaría que te enronches por comer helado de fresa, nunca me lo perdonaría—rió Seiyuro, con una sonrisa demente.
—Hasta pronto chicos, pórtense bien.
Hikari cerró la puerta de la habitación, los cuatro chicos suspiraron.
—Ella sospecha…—opinó Kyosuke.
—Claro que sospecha, es la del emblema de la Luz—agregó Seiyuro.
—Pero aunque mi madre sospeche, ella no podrá impedir nada.
—Supongo…
—Ahora lo mejor será ponernos a comer esta cena. ¿Qué pasa, Llorón?, ¿no quieres tu ración de helado?
—Me diste un buen susto, pensé que me obligarías a tomar nieve de fresa.
—Aunque no lo creas, Doguen, yo soy un buen amigo—sonrió Sei.
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—'Bien… entonces empezaré: la razón por la que hacemos esto, es porque es nuestro deber. Ustedes se preguntarán, ¿por qué es nuestro deber?... nosotros somos una nueva generación de niños, nuestros padres son los fabulosos niños elegidos de antaño, los que tuvieron tantas aventuras ejemplares para nosotros, los "novatos"… pero es nuestro deber porque cierto día, en una televisora, un digimon llamado Wizardmon se nos apareció para entregarnos un Aro Mágico, una de las claves más maravillosas para triunfar en la batalla… Wizardmon nos dio la esperanza a nosotros y nos pidió que cumpliéramos esta misión… si lo pensamos detalladamente, Wizardmon puede ser una especie de profeta y puso su confianza en nosotros, ¡esa es la razón!; y si soy sincero, tengo un enorme deseo de ir hacia esa aventura, no me importa que sea macabra, todos los héroes legendarios han ido en contra corriente, se han arriesgado, y eso pretendo hacer yo, claro… junto con mis amigos. Cuando surgió la Fusión Prohibida y todo ese rollo de enredos, estuvimos en la lucha, ¡ahora también me arriesgo!... Papá, estoy seguro de que todo saldrá bien, me llevaré un cuaderno para escribir de mis aventuras y luego tú podrás hacer un libro, estaré bien, extrañándote mucho, mandándote mis saludos y deseando tu bienestar desde el Digimundo, ¡haremos un génesis!, te devolveré a Patamon. Mamá-Kari, ¡tú también no te preocupes!, te extrañaré, has sabido ser una verdadera mamá--- y Min, ¡nos vemos pronto!, ensaya para que tu primera palabra sea "Sei" ¿Me lo prometes preciosa?... eso es todo, supongo. ¿Saben?, creo que la idea de una despedida en video fue genial'.
El chico rubio le sonríe a la cámara. Su sonrisa está llena de esperanza, da ánimos. Se levanta del pequeño banquito, saluda al lente y se aleja para ponerle "pause" a la grabación.
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Dejaron atrás los juegos de video al ver el banquete que Kari les habría traído. Kyosuke y Seiyuro se peleaban con chispeantes miradas por la adquisición de más panecillos.
—Será mejor que comas, Doguen—sugirió Toshiro—. Para lo que vamos a hacer no es recomendable tener el estómago vacío.
—¿Qué cosa vamos a hacer?
Toshiro no respondió, estaba muy entretenido con su helado de fresa, se tragaba grandes cantidades de nieve y esperaba a que se le congelara el cerebro, o al menos eso pensó Doguen al ver los gestos de su amigo canelo. "Tanto tiempo con Seiyuro, pobre Toshiro" pensó mientras cautelosamente, y sin mucho apetito, se comía su cena. Él estaba nervioso, no sabía por qué se había metido en un lío tan grande… él quería ver de nuevo a su digimon – si es que tenía uno – pero no deseaba correr riesgos, pensaba en lo mucho que sufrirían sus padres, y en el miedo tan grande que tendría… aún así, Doguen sabía que no podía quedarse atrás.
—¿Ya están listos?, yo ya terminé la cena—dijo Sei Takaishi.
—Traigan los encargos, Toshiro y Seiyuro. —mandó Kyo.
Doguen frunció el ceño, ¿pues qué planeaban esos locos?... Seiyuro sacó de un baúl un enorme envase de refresco. Doguen sabía que el refresco era de limón, pero extrañamente el contenido del envase no era amarillo-verde, sino tinto.
—Aquí está mi parte, me costó mucho conseguirlo, ¡a la salud de ustedes, camaradas!
Toshiro suspiró, sacó de sus bolsillos dos cajitas.
—No mientas Seiyuro, a ti te fue sencillo conseguir tu parte, ¡yo en cambio casi no lo logro! — el hijo de Kari abrió una cajita y sacó una baraja.
—¿Una baraja? —preguntó Doguen—¿Vamos a jugar con cartas?, esos son juegos de mayores.
—No te preocupes Doguen, ya estamos en proceso de hacernos adultos—dijo Toshi con mucha tranquilidad, luego abrió la otra cajita y sacó una cajetilla de cigarros.
—¡¡TOSHIRO!! ¿De dónde conseguiste eso? ¡¿No pensarás en fumar, verdad?!, ¿quién te obligó a hacer eso, ¿fuiste tú Seiyuro?
Nadie le respondió a Doguen.
—¿Qué me dices de tu parte, Kyo? —preguntó Sei.
—A…aquí la traigo— Kyosuke se sonrojó, sacó de su mochila unas revistas—. ¡PERO YO SÍ QUE BATALLÉ PARA CONSEGUIR ESTAS!
Seiyuro inspeccionó las revistas, y con actitud reprobatoria regañó.
—¡No son las de **Play boy**!, sólo son chicas en bikini, ni siquiera salen esas que se visten de conejitas ¬¬.
—¡Oye!, puede que sea el más grande de los tres, pero no por eso parezco de 18 años… esto es lo mejor que pude conseguir.
—Bueno bueno, las chicas están muy lindas, se te perdona.
—¡Son unos pervertidos! ¿¡Cómo se atreven a traer revistas para adultos de chicas CASI desnudas!?
—Ya primito, no armes tanto escándalo, o vendrán los grandes—regañó Kyo. — ¿Qué sucede contigo Doguen?, ya tienes 12 años, debes portarte como tal.
—Sí Doguen, las chicas de estas revistas son preciosas—Seiyuro le embarró la revista a vástago Kido en la cara para enrojecerlo—. No tiene nada de malo que las observes, es natural.
—¡Pero son imágenes obscenas!, además, ¡trajeron cigarros!... son unos delincuentes juveniles… lo creo de ti primo, y más de Sei, pero ¿Toshiro?
—Mira Doguen, yo lo veo como una nueva experiencia. —dijo Toshi, con serenidad—. Mañana nos iremos al Digimundo, no sabemos si en ese viaje vamos a morir, o si podremos regresar… como Seiyuro dice, es natural que queramos ver chicas en revistas, todos los adolescentes lo hacen, y fumar, bueno, son nuevas experiencias, tenemos curiosidad, no por un tonto cigarro vamos a enviciarnos… piensa que nos iremos por mucho tiempo, allá no podremos conocer estas cosas, y estamos creciendo, es mejor saciar la curiosidad que irnos con el morbo.
—¡Pero está mal!
—Ya sabía yo, eres muy Llorón como para seguir a nuestro ritmo.
—¡Eso no es verdad Seiyuro!
—Entonces, juguemos a las cartas… el que gane se queda con las revistas, el que pierda se fumará un cigarro.
"¿Por qué me tienen que pasar a mí estas cosas?... estos dementes son todo, menos unos chicos juiciosos…" pensó Doguen.
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El niño se acomoda las gafas una y otra vez. Tiene un sudor en su rostro, sus ojos negros lucen un poco temerosos. Se sienta en el banquito y cierra los ojos, busca concentrarse, o al menos eso parece. Con un movimiento nervioso se quita el azuloso cabello de la frente, respira hondo y profundo… por fin Doguen va a comenzar su despedida, parte del video que todos los chicos les darán a sus padres.
—'Papá… yo… tengo que irme al Digimundo con mis amigos… no me siento muy seguro, no sé si sea lo correcto, pero en el fondo quiero ir. Mamita, disculpa por ponerme en peligro, vas a ver que todo sale bien, seré juicioso y trataré de cuidar de los demás. Siempre habrá algo en lo que pueda ayudar, pero no por eso dejo de tener miedo y dudas, pero sé que sólo así, siendo honesto, podré en verdad lograr hacer algo por los demás, como lo hace papá todos los días. Tú me dijiste papá, que Gomamon te ayudó a crecer como persona, yo no quiero seguir siendo tan débil, o tal vez no soy débil y creo serlo, eso voy a descubrirlo… ya de-de-debo irme, los quiero, no sé si vuelva, pero les prometo ser tan valiente como ustedes… y gracias, por ser los mejores papás'.
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Zetaro fue el último en entrar al cuarto de Ben. Con extraña calma acomodó sus cosas dentro del closet electrónico, al lado de las de Taiki, después pulsó un botón que cerró las puertas y se dio la vuelta para observar a los demás invitados. Kotaro estaba arrinconado en una de las esquinas de la cama de Ben, traía fruncido el ceño y entre sus manitas sostenía la vieja armónica de Yamato Ishida; la miraba de forma enfermiza. Zet giró su vista hacia el anfitrión, que estaba tirado en el suelo, con los brazos cruzados y sus ondulados cabellos ahora desordenados… Ben veía con atención a Taiki, quien lucía ido, justo como Kotaro.
El hijo mediano de Ken respiró ruidosamente y se echó en el piso, al lado de Taiki, por un momento fijó su atención en él, pero no pudo comprender lo que le pasaba a su amigo. Zetaro ya no estaba seguro de tener claridad al leer el rostro de las personas porque sentía que había perdido algo suyo, desde el centro de su ser. El abanico de techo giraba constantemente y traicionaba el silencio con su tedioso ciclo de ruido, una ligera corriente de aire se distribuía entre las narices de los niños.
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La cámara está grabando nuevamente. En el sitio señalado, otra vez en el banquito de madera, descansa la figura infantil de este delgado muchacho. Sus lacios cabellos son del tono de las violetas, y su mirada azul parece tierna, profunda. Su nombre es Zetaro Ichijouji y está a unos segundos de dar su despedida…
—'Soy… un chico afortunado al tener la oportunidad de viajar el mundo Digimon; eso me servirá mucho, quizá en ese lugar esté lo que estoy buscando desde hace varios días… tal vez ahí pueda dejar de sentirme culpable por lo que hice… sé que no todo fue mi culpa, pero fui yo quien dibujó esos digimons… con mis energías y las de May se materializaron. Quiero ir para arreglar ese problema, necesito que eso quede resuelto. Sé que no soy el más valiente, ni el más fuerte, aún así todos estaremos juntos y seremos un equipo tan bueno como el de todos ustedes, ¿verdad que sí mamá?, yo sé que sí, y sé que tal vez no me comprendas, aunque estoy seguro de que papá sí lo hace… él dejó atrás todo ese dolor que le causó la semilla de la oscuridad, eso al menos dicen los libros… ahora yo trataré de seguir su ejemplo aplicándolo a mí mismo… entiendo que soy chico, que hay cosas que no comprendo, pero quiero intentarlo, siento que a lo mejor ya estoy creciendo, o quizás sólo quiero conocer a mi digimon'.
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—Si así nos quedaremos toda la noche, lo mejor hubiera sido no haber hecho pijamada—optó por decir Ben, con gesto molesto—. No me parece justo, me hacen quedar como mal anfitrión.
—Sí, ya lo sé, ¿algún problema con ello? —retó Taiki, sin quitarle los ojos de encima.
—Por supuesto que hay problema con ello. No soy tan desgraciado como para desear que se la pasen así de mal en mi casa, van a creer que soy aburrido.
—¿Y ese es tu problema? — siguió diciendo Taik, con voz cansada.
—¡Sí, mi problema!, mi problema es que estén de parásitos en mi casa, dizque en una pijamada feliz y aparezcan con esas caras de mustios desconsiderados… si no querían venir, lo hubieran dicho, nos hubiéramos arreglado de otra manera. A mí no me importa si no están de humor, pero es de pésima educación este comportamiento.
—Ben, mejor cállate—dijo Taiki.
Se pusieron los dos al mismo tiempo de pie y se agarraron de las ropas, trataron de tumbarse el uno al otro, pero como tenía casi la misma fuerza los dos rodaron por la alfombra.
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Es el turno ahora de Benjamín Tachikawa. Ve directo al lente de la cámara y muestra un porte muy recto frente al grabador de cintas. Él no reposa su trasero en el banquito usual, lo ha cambiado por una cómoda silla de cedro, acolchonada con un cojín floreado y de buen gusto. Alza su cara hacia la cámara, se está preparando para aportar su despedida antes de partir a su aventura al Digimundo.
—'¡Ejemph! Este mensaje es casi exclusivo para mi bella madre, aunque claro, es posible que 'otros' lo vean, pero ya qué… y pues, la cosa está así Mommy… me he ido al Digimundo con los insectos, todos vamos a tener una aventura verdaderamente peligrosa, eso no nos preocupa, tenemos objetivos claros y estoy seguro de que les devolveremos a los digimons, o algo haremos para mejorar el asunto. Sé que vas a preocuparte, está bien porque es tu deber de madre, pero no excedas en angustiarte, eso te hará mal. Me la he pasado bien este último año, digo, desde que te casaste con Izzy… es una buena persona y sé que te sientes muy feliz; comprendo que no por tener un nuevo hijo no me ames a mí, ya estoy grandecito para entender esas cosas, pero a veces, bueno… a veces… ¡bah!, sabes a lo que me refiero. Si mi padre algún día ve esto, dile que lo quiero… digo, en caso de que no vuelva pronto. ¡Ejemph! ¡Y por cierto papá-Koushiro!, cuida de mi bella madre y de Tulo, es tu deber, y no te preocupes, a cambio te cuido a Osen… hasta pronto'.
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—¡Se están peleando! —dijo Kotty, regresando a la realidad, con rapidez guardó su armónica y miró interesado la pelea.
—Basta los dos—sentenció Zetaro, pero no le obedecieron.
—¡Ben, ya estoy harto de que te hagas la víctima!, como si tú fueras el ofendido si no nos divertimos en esta asquerosa fiesta en pijamas—jadeó Taik—¡Si todo fuera tan sencillo como eso!
—¡Yo sé que no es sencillo, insecto! ¡Lo sé al igual que tú!.... estás así porque dejas a tu padre y a tu hermana para irte al Digimundo, ¡yo también los dejo!, la acabas de conocer, y yo también acabo de conocer a Tulo, ¿entiendes que yo también lo comprendo?... ¡Y sé que esta pijamada es una estupidez, mañana nos largamos, aunque toma en cuenta que es nuestra última noche en Odaiba! — Taiki soltó súbitamente a Ben al oír la última frase, se dieron la espalda. Zey y Kotty miraron apenados la escena, Kotaro retrocedió tras Zet, quien, por el contrario, avanzó hasta la cama de Ben y se sentó, sin importarle la 'pelea' entre sus dos amigos.
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—'Yo no quería ir al Digimundo… pero mi hermana y mi primo Sei creen que les haré falta, dijeron que mi ayuda puede ser necesaria porque los niños pequeños también podemos ser valientes… No sé si soy valiente, ojalá pudiera quedarme contigo mamá, pero May no debe ir sola a ese Digimundo, quiero acompañarla. Y también, quiero ser valiente, pero un valiente de verdad, como mis papitos, no como he tratado de serlo… aún no aprendo a tocar la armónica, estoy ensayando mucho para que algún día pueda proteger a mi hermana… Adiós mamita, adiós papito… los voy a extrañar… Sei dice que lograremos traer la paz, que los digimons serán nuevamente nuestros amigos. ¡Y otra cosa!, ayer volví a soñar… era más pequeño que ahora, pero tenía a Tsunomon. Quiero ir al Digimundo para volverlo a ver, no quiero que crea que me olvidé de él'.
Kotaro Ishida mostró el instrumento que Matt le había dado, le sonrió a la cámara, y sopló con fuerza de la armónica, para darles confianza a sus papás, y para ganar más fuerza para sí mismo.
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—Hey, ustedes dos—volvió a llamarles Zetaro. Ben y Taik voltearon a verlo, Zet sonrió mientras les lanzaba almohadazos al rostro. —¡Les declaro la guerra de almohadas!
Ben saltó del suelo iracundo y tomó el cojín con el que había sido 'noqueado', lo lanzó hacia Zetaro, quien se agachó para desviar el proyectil que se estrelló en la mollera pelirroja de Kotaro.
—¡Eso no es justo Ben, yo no te pegué! — mencionó Kotty, alzando su arma para atacar a su contrincante. Benjamín rió de forma clara y triunfal, pero el gusto le duró poco, porque otra almohada chocó contra él.
—¡¡Insecto!! —gritó, apuntando a Taiki, a quien ya se le veía un mejor rostro.
—¿Qué te parece Kotty?, ¡te he vengado!
—¡Gracias Taik! —dijo Kotaro.
Y entonces la guerra cobró más sentido, los chicos se partieron en dos equipos para atacarse mutuamente, Ben y Zet contra Taik y Kotty. En uno de esos pachoncitos combates, mientras Zetaro y Taiki se atacaban, el de cabello morado susurró lentamente.
—¿Mejor así, verdad Taiki?
—Sí Zet… después de todo, sería malo que no nos divirtiéramos hoy, es la última noche.
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Vemos a Taik Yagami, con su alborotada cabellera marrón, sentarse en el banco de madera. Parece molesto al verse grabado por la cámara, pero hace un esfuerzo notable y regala una sonrisa forzada que poco a poco se va relajando.
—'No hay mucho que decir. Y lo que podría mencionar te lo puede decir Hidemi. Me voy al Digimundo a resolver lo de la fusión prohibida. Estoy seguro de que voy a regresar pronto, recuperaré a Agumon y a todos los demás. Sé que he actuado de forma impulsiva estos días, supongo que así es mi verdadero carácter. Sólo aclaro que no te tengo rencor, al contrario, te quiero mucho. Salúdame a mi tía Kari… cuida a mi hermana, papá, y acuérdate de mí siempre, sé que eres el único que nunca me abandonaría'.
Taiki luce incómodo, apaga la cámara. Se siente aliviado, sin embargo no sabe porqué.
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Taichi Yagami se dirigía al departamento de los Ishida. Él y su pequeña hija abordaron el elevador y pulsaron un botón para viajar a un piso inferior, pues ahí se ubicaba la casa de Matt y Sora. Hidemi iba de la mano de su padre, quien constantemente le sonreía para reconfortarla, Hidemi respondía al gesto con asentimientos, a cada momento acomodaba sus muletas para cambiar a una posición más relajante.
—Me alegra verte más animada, Hide—dijo Tai. Cargaba en sus espaldas una mochila rosa con figuras algo cursis que consistían en corazones y estrellas.
—Gracias—susurró la chica, hubiera querido decir 'papá', pero a veces se le trababa el habla. — Estoy más tranquila, después de todo no gano nada estando triste… Toshiro-san, él dijo, que quizá lo que pasó fue lo mejor para mamá y para mí… es como otra oportunidad, y estoy contigo, y con mi hermano…
—Ahhh, tu primo Toshiro es gentil y sabio en estos temas. Es el que nos mete la lógica a todos en casa porque se parece a mi Kari.
—Aún así, todo ha pasado con mucha rapidez…—agregó Hidemi.
El ascensor abrió la puerta, Tai y Hidemi avanzaron en línea recta hasta la puerta cobriza que tenía un recuadro de madera fina que indicaba el apellido de los habitantes: "Ishida" decía con letras occidentales. Taichi suspiró y desacomodó la cabellera de su hija con su brusco pero bienintencionado cariño.
—Muy rápido, ciertamente. Pero también te recuperas a gran velocidad. —Hidemi se sonrojó, Tai siguió hablando—. Es parte del encanto de las niñas… ¡ya hasta te han invitado a una pijamada!, me sorprendes hijita.
—Las niñas han sido amables conmigo… todos son amables conmigo, me hacen sentir de una manera especial.
—Harás buenas amigas, y todos seguiremos siendo amables contigo.
—Sí…
—¿Pasa algo?
—No, nada… —mintió Hidemi.
—Hide, prometo buscar a tu madre, ya abrí la investigación con mi amigo Ichijouji, es bastante hábil en lo que hace, la encontraremos. Sólo que esas cosas llevan tiempo, y también si a eso le anexamos el problema en torno a los digimons…
—Me preocupa mi hermano—optó por desviar Hidemi. No quería saber por ahora nada de su madre, ella estaba segura de que su progenitora estaba bien, reformándose. Por otra parte el tema de los digimons la deprimía mucho porque sabía que su hermano y los demás niños iban a ir a un mentado Digimundo, Hidemi se sentía una verdadera inútil, pero no había pedido ir porque con su problema en las piernas ella sólo iba a ser un estorbo… y no quería ser un estorbo nunca más.
—A mí también. Taiki está actuando de manera huraña, todo es culpa mía por como pasaron las cosas, debí tener más tacto con él—Tai volvió a desparramar la cabellera de Hidemi, sus dos colitas se estaban desintegrando por esas demostraciones de afecto.
—¿Él es un chico muy alegre?
—Alegre y glotón—definió Tai—. Irá recuperándose hasta volver a ser así, todo eso toma su tiempo… tú también tienes que acostumbrarte a nosotros, y llegará el día en que de verdad estemos todos juntos muy felices, para ese entonces te presentaré a Agumon, estaremos completos. Por ahora hijita, intenta experimentar todas estas cosas, hazte de buenos amigos, acostúmbrate a que vas a ser mi princesa. ¡Y bueno!, hemos llegado a casa de Matt, ¿lista para tu primera pijamada con May y las chicas?
—Lista papá.
—Así me gusta. Como dice TK, es rarísimo que de repente hagan pijamadas, tal vez planeen algo, pero yo creo que está bien que se diviertan, si haces alguna travesura simpática, hazme el favor de avisar antes, para acompañarte.
—¿Qué?
Tai ni se fijó en el rostro atónito de su hija por sus últimas recomendaciones, se acomodó la corbata y tranquilamente tocó el timbre.
El que abrió fue Yamato Ishida. Traía una vestimenta muy a la moda –según Hidemi- de color azabache, saludó a Tai con los ojos y bajó la mirada hacia Hidemi.
—Hola Hidemi.
—Hola señor Ishida.
Matt les dio el pase. Tai se echó con rapidez en la sala, tomó unas botanas que reposaban en la mesita de estar y comenzó a comer; Hidemi se internó con más sigilo.
—¡Hey, May! —habló Matt, con su voz varonil de timbre único.
Mayumi asomó el rostro desde otra habitación, alzó la mano en señal de enterada, sin embargo no sonrió ni nada por el estilo, siguió mostrando un rostro indiferente.
—En un momento viene mi hija.
—Gracias señor Ishida.
—De nada—respondió Matt, caminando hacia el refrigerador —¿Quieren algo de tomar?
—Sí, tráeme leche con chocolate—pidió Tai.
—Tai, tú y tus gustos excéntricos—se quejó Yamato—¿No puedes pedir algo más normal?
—¿Qué quieres que haga?, me gusta como sabe la leche saborizada en tu casa.
—Ya cariño, tráele a Tai lo que pidió, es una orden—habló una voz femenina. Hidemi visualizó que la diseñadora Sora y su nueva amiga May habían llegado a la sala de estar.
—Cielos Sora, ¿Cómo es que Matt sigue siendo tan cascarrabias? —bromeó Tai, saludando amigablemente a su mejor amiga.
—Supongo que lo 'toreas'—sonrió Sora.
—¿Tú crees?
—Tai, no empecemos—la pelirroja giró su vista hacia Hide, quien se sonrojó ante la atención que le prestaba su heroína —. Hola Hidemi-chan, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien…—murmuró tímidamente, como si sus pulmones no le dieran para más potencia.
Mayumi avanzó hasta Hide y la saludó con un gesto, a Hidemi le pareció que era una chica con mucho estilo y poco cursi. Se inclinó, recogió la mochila de Hidemi.
—Ven, vamos a mi habitación, los adultos se ponen extraños cuando empiezan a recordar su infancia—mencionó con mucha seriedad.
—Antes de que se vayan, ¿por qué no le das a Hidemi el obsequio que le escogimos, hija?
—¿Tiene que ser en estos momentos y enfrente de ustedes? —renegó May, y ante el 'Sí' de Sora bufó—Ok, Ok— de su brazalete pulsó unos dígitos. Una envoltura roja se formó en las manos de May. La rubia con velocidad se deshizo del paquete, lo colocó en los brazos de Hide—. No sabemos tus gustos, pero mamá dijo que te agradaría.
A Hidemi le brillaron los ojos. Le gustaba recibir obsequios. Sin acordarse de agradecer abrió el regalo y sacó un hermoso vestido de la caja.
—¡Oh, es precioso! —sinceró—¡Y de mi color favorito!
—Qué bueno que te gustó. Es un regalo de parte de los Ishida, pues a nuestra familia le alegra mucho que estés aquí, con tu padre y todos nosotros —dijo Sora, la niña casi soltó las lágrimas.
—No tengo palabras para agradecerle a usted y a todos… son muy buenos conmigo… y este vestido ¡es tan hermoso!, siempre soñé con tener uno así.
May estaba algo enternecida sin embargo no lo dejó notar. Reacomodó la mochila de Hidemi en sus hombros, Tai lo notó.
—Será mejor que dejemos a nuestras hijas, Sora. Ellas tienen una fiesta que gozar y no debemos interrumpirlas. Mejor vayámonos al bar que sugirieron. ¡Matt, date prisa con mi chocomilk!
Las niñas se alejaron oyendo paso a paso los simpáticos gruñidos de Yamato que provenían de la cocina "No van a ese bar a divertirse, según me dijo Sei, los adultos harán una reunión vía Internet, el dichoso bar es un pretexto" pensó rápidamente May.
—Me alegra que vinieras Hidemi—dijo May—. No nos conoces muy bien, ni nosotras a ti, pero en lo personal me eres muy simpática… yo no soy muy expresiva, así que no te tomes a mal mis reacciones.
—Pude notarlo, me gusta tu comportamiento, creo que tienes estilo.
--*--
La rubia finge no tomarle atención e importancia a la cámara de video. Se hace el cabello para atrás, y sus ojos marinos relampaguean de vida. Su figura luce débil, cansada, como si todavía no se recuperara de una terrible enfermedad. Mas sin embargo, el espíritu de esa chica es fuerte, o al menos eso quiere mostrar frente al 'rec' que la graba para el video de despedida que le dará a sus padres.
—'No tienen idea de las cosas que me han enseñado los libros de mi tío Takeru. Son libros divinos sobre el Digimundo y su magia; el tenerlos a la mano me ha hecho comprender muchas cosas sobre ustedes, papás… y sobre mí. Realmente muchas veces los he juzgado mal, pero al repasar ese pasado tan especial que tuvieron comprendo porqué se comportan así conmigo y aunque no lo crean, aprecio más el esfuerzo que hacen por educarme. Me gusta que Sora Takenochi haya sido una chica tan responsable, y Yamato Ishida un chico con gran capacidad de madurar. Los digimons los cambiaron… y quiero que esas aventuras me cambien a mí, y a Kotaron. Lo que me pasó el otro día seguro los tiene asustados. Que les quede claro: soy fuerte, soy perseverante, ¡no me rendiré ni me quedaré atrás! Así que iré al Centro del Digimundo con mis amigos para recuperar a los digimons. Los tendré en mi mente y seguiré el ejemplo de todos ustedes. Cuídense'.
--*--
Mayumi abrió la puerta de su cuarto, le dio el pase a Hidemi, quien tardó un poco en hacer reaccionar sus muletas. La habitación de Mayumi estaba algo 'dark' por así decirlo.
Las pareces estaban pintadas de azul oscuro, había posters de arte-abstracto, trofeos de deporte. Las sábanas de la cama eran opacas, y unos futones estaban tendidos en la alfombra. La luz era azulosa y había estrellas negras pintadas en partes estratégicas. No había peluches, ni muñecas. Sólo un estante con televisión, computadora y libros.
—Está un poco desordenada. —excusó May, cerrando la puerta tras Hide.
—¡¡Ahhh!! —escuchó de pronto Hidemi—¡Pero si se trata de ti, Hidemi-chan!
Hidemi se topó cara a cara con una niña varios años mayor que ella. Era bonita, alta, delgada, con el cabello del mismo tono que las paredes, lacio, firme, con los ojos castaños y unos circulares lentes.
—Por Dios Kurumi, casi le causas un infarto—regañó Mayumi.
—Ni que fuera monstruo para asustarla—se defendió Kurumi, agitando la mano de Hidemi a gran velocidad, de arriba hacia abajo. — ¿Verdad Hidemi-chan?
—¡No la conoces y ya usas el '–chan'! —opinó May, algo exasperada.
Kurumi rió ampliamente, dejó su apariencia demente y se presentó con más decencia.
—Hidemi, tenía muchas ganas de conocerte, soy Kurumi Ichijouji. No hemos tenido la oportunidad de conocernos antes, pero estoy segura de que seremos las mejores amigas. —Kurumi se dio la vuelta, con su brazo jaló a otra jovencita, esta tenía el cabello marrón, y unos enormes y tristes ojos verdes—. Ella es Yuriko Hida.
Yuri hizo una reverencia al estilo Cody.
—Encantada de conocerte.
—Igualmente—respondió Hidemi.
Ni Mayumi ni las otras chicas hicieron comentario alguno sobre sus muletas y su problema de la pierna, Hidemi se sintió normal, satisfecha. Aceptó de buena gana las galletas de sus anfitrionas, se sentó a platicar con ellas sobre la moda que se usaba y la que no. Kurumi parecía la más entusiasmada, Mayumi lucía irritada porque esos temas no le interesaban, Yuri aún seguía con la mirada llena de pesar.
—¡Qué divino vestido te regalaron!, eso digo yo, que la tía Sora es una artista, no estoy aquí para contarlo ni tu para saberlo Hidemi-chan, pero a May no le hacen emoción los vestidos de su madre.
—¿Que no me hacen emoción?, una cosa es que no me ponga como tú. Sí me gusta lo que hace mi madre.
—Por supuesto—mencionó Yuri con seriedad—Una hija jamás despreciaría las cosas de su madre.
Hidemi bajó la mirada, ella sí despreciaba lo que hacía su madre. Yuriko lo notó, se acomodó el cabello tras su oreja de manera nerviosa, ahora se sentía incómoda por su comentario.
—No quiso decir nada en especial—dijo Kurumi.
—No hay problema—respondió Hidemi—… yo lo entiendo.
—Escucha Hidemi—habló Yuri—. No quise… bueno… lo que pasa es que mi mamá está muy enferma… me pongo sensible cuando hablan de las madres porque recuerdo cuan grande es mi amor por mamá; no quise ser imprudente.
Hidemi le sonrió, entendió que la mirada triste de Yuri tenía un aire a la suya, ¿realmente estaba muy enferma la madre esa chica?... al menos Akane estaba viva, sólo se había ido.
Inesperadamente, de abajo de la cama, se vieron una mechas de cabellos rojizos. Osen Izumi asomó su cabeza y salió del polvoriento lugar repleta de pelusas en su bata verde.
—Buenas noches, Hidemi-san.
—¿Todo bien Osen? —preguntó May.
—¿Quedó listo? —indagó ansiosa Kurumi.
—¿En verdad vamos a hacer esto? — protestó en cuestión Yuri.
—¿Qué es lo que van a hacer? —interrogó con dulzura Hidemi.
—Las respuestas enumeradas: Todo bien May. Ya está listo y sin posibilidad de fallas, Kurumi. Yuri, creo que sí vamos a hacerlo… y Hidemi-san, ¡ya lo verás!
La pelirroja avanzó hasta el mueble de la televisión y de la nada comenzó a instalarle cables en todas partes.
—Mayumi, vamos por provisiones ¡esto será muy divertido!
—Está bien Kurumi—dijo la rubia—. En un momento regresamos Hide.
—Yo iré al baño, con permiso—se disculpó Yuri.
--*--
—'Papá, sólo quiero despedirme… me marcho al Digimundo porque tengo la convicción de que algo mágico pasará allá, esa magia me va a permitir recuperar a mi madre… yo, no me conformo con la idea de perderla, entiéndeme por favor, es la única manera que encontré… también quisiera volver a ver a mi Upamon, ese pequeño amigo mío me animaba siempre y estaba conmigo, lo estoy recordando poco a poco, así como tú estás recordando a Armadillomon… al principio los Digimons me irritaban, pensé que por culpa de ellos mi mamá había caído en el coma, pero ahora… comprendo, comprendo que en todas partes hay bondad y maldad, yo tengo que aprender a vivir con eso, y tengo que hacer mi esfuerzo para tratar de recuperar a mi madre… no te dejo solo papá, muy pronto estaré contigo'.
Yuriko Hida se levanta, se inclina haciendo una reverencia japonesa con mucha gracia. Después se retira con paso lento, pero seguro, como el de una guerrera.
--*--
Hidemi se quedó sola con Osen, la pequeña pelirroja a la que tanto cariño le tenía su hermano Taik. Miró extrañada la intensa concentración que la niña tenía para lo que hacía, nada parecía ser capaz de perturbarla. Pasaron un par de minutos en los que Osen no estuvo consciente de nada, cuando terminó su encomienda aplaudió satisfecha y se dispuso a comentarle su logro a las chicas.
—¿Adónde fueron las demás? —preguntó a Hide con amabilidad.
—Ehh, salieron al baño y a la cocina.
—¡Vaya!, no me di cuenta—dijo Osen, dándose un golpecito en la frente—. Cuando me pongo a trabajar se me olvida todo.
—Te concentras mucho, yo no podría hacer eso.
—Oh, pero al menos no te despistas de lo demás. —lamentó Osen.
—¿Y ya está… listo… todo lo referente al viaje?
—En su mayoría, sólo falta que funcione el portal al Digimundo. Yo puedo explicarte todo, podrías acompañarnos.
—No… sería un estorbo.
—Yo no lo creo así, pero es tu decisión, Taiki prefiere que te quedes para que no haya peligro.
—No puedo caminar como lo hacen todos, ni siquiera sé si tengo digimon, y además, aún no entiendo todas esas cosas.
—Estoy segura de que tienes un digimon—dijo Osen, de su mochila sacó un librito y se lo dio a Hidemi—. Mira Hidemi-san, aquí recopilé información sobre el Digimundo para que la leyeras y entendieras más.
—Te lo agradezco, Osen-san.
—Y luego, cuando estés lista, te esperemos en el Digimundo. — Osen se desentendió de la plática y encendió el televisor, la imagen se partió en dos.
--*--
La pelirroja luce incómoda frente a la cámara. Parece de esas personas que están detrás de los escenarios, pero en esta ocasión debe estar de frente, sentada en ese banquito de madera que ha sido testigo de varias despedidas. Osen Izumi frunce ligeramente el ceño y cierra un momento los ojos como si buscara concentración.
—'Bueno, esto es una idea de Sei, me parece creativa: es una despedida. En ella sólo quiero recordarles a mis papás que los echaré de menos y los tendré presentes. Papá: gracias a ti puedo comprender cuán grande es tu deseo de saber, a mí me gustaría ser como tú, por eso estoy en esta aventura, me voy al Digimundo con mucho entusiasmo para descubrir todo aquello que se nos presentó el día en que logramos descifrar toda la profecía de la fusión prohibida. Ya he hecho los cálculos para partir al centro del Digimundo, creo que lo que necesitamos hacer es liberar a todos los datos ocultos para conseguir una restauración… y sé que puede parecer una idea muy irreal y absurda, pero en estas cosas no entra la lógica, nos dejamos llevar por el anhelo y la confianza que nos da el aro mágico de Gatomon. ¿Sabes?, sé que no he sido una buena niña últimamente, no he querido que me hagas los estudios y te he decepcionado… estoy consciente, pero la culpa la tiene esa voz, la tengo que erradicar de mi mente para que ya no me cause dolor. Estaré bien, así que Mamá-Mimi y tú pueden estar tranquilos, me llevaré el inhalador y seré cuidadosa; espero Tulo se halle a salvo, y espero volver para verlo pronto. Adiós'.
Sus negros ojos se inflaman, una gota amenaza con salir del párpado.
--*--
—¿Qué estás haciendo Osen-san? Mi hermano dijo que los adultos planeaban una reunión, y también me dijo que eras muy hábil para…
—¿Espiar? —Osen pareció apenarse—. Taik tiene razón, me gusta saber de todo y a veces escucho cosas que no debería… pero en esta ocasión de nada nos valdría escuchar a nuestros padres, la decisión está tomada: mañana a primera hora nos iremos al Digimundo.
—Ya veo.
En ese momento entraron las tres chicas restantes y se acomodaron frente al televisor, con bolsas de maíz inflado, golosinas, fritangas y envases de jugo de uva.
—Toma lo que gustes Hidemi-chan, estás a punto de ver algo mejor que el último estreno de cine.
—Primero mostraré la zona B—avisó Osen. Con el control remoto dio algunas instrucciones y de la nada la negra pantalla fue pintando una escena muy graciosa.
El escenario que las chicas veían era una alcoba de tamaño mediano, de color verde claro y blanca. Quizá ordinariamente estaba ordenada, pero en esos momentos era un desastre sin remedio. Plumas de ave volaban por todo el lugar, lo mismo que muñecos deformes y pedazos de algodón. Cuatro niños se perseguían los unos a los otros con cojines, almohadas y demás implementos pachoncitos.
—¡Qué infantiles! —dijo Kurumi—¡Están jugando a los almohadazos!
—Pero si ahí está mi hermano—dijo Hidemi.
—También el mío y el de Kurumi—respondió May, comiendo con serenidad rosetas de maíz—. El pelirrojo y chiquito es Kotaro, el que está al fondo, de ojos azules, es Zet, el hermano de Kurumi.
—¿Los estamos espiando? —preguntó Hide, sonriendo de manera traviesa.
—Bueno, no es muy ético, pero sí, al menos un rato—murmuró Yuri.
—Kurumi dice que es una manera divertida de pasar esta noche—optó por agregar Osen, encogiendo los hombros. —Por eso conecté el equipo.
—¡No me lo nieguen, es divertidísimo!, ¿no opinas lo mismo, Hidemi-chan?
—Sí, es una idea genial.
Vieron la batalla salvaje entre los niños. Uno de ellos, enajenado con papel de guerrillero intrépido, se puso la sábana de capa y subió a la cama abriéndose paso entre los demás combatientes. "¡YO SOY EL REY DE LOS ALMOHADAZOS!" gritó a todo pulmón el llamado Benjamín, mientras se acomodaba su capa real y se ponía como corona una de las diademitas de su 'hermana' Osen.
Las niñas al ver eso soltaron la carcajada sin poder evitarlo, y dentro de la pantalla se oyó el grito de Taiki Yagami "¡Derroquemos a este rey presumido!, ¡a la lucha, caballeros!". El resto de los niños tumbó a Ben de la cama y siguieron ametrallándolo con balas de peluche, algodón y felpa.
—¡Qué graciosos son los niños! —soltó Kurumi—. Y Ben se la gana entre todos.
—Pobre chicos, ni se imaginan que los grabamos—dijo Hidemi—. Mi hermano es muy rudo con las almohadas.
—Es el más fuerte, pero también el más obvio—dijo Mayumi, analizando los movimientos de los niños como si fuera lucha libre.
—Ayyy, espero que Ben no rompa mi diadema favorita.—lamentó Osen, levemente preocupada.
—Chicas, deberíamos cambiar de escena—replicó Yuri.
—Sí, veamos que hacen Kyo y los demás—agregó Kurumi.
Osen cambió la configuración con el control, la imagen cambió de un segundo a otro, y esto fue lo que vieron las niñas:
Los cuatro chicos espiados formaban un círculo, estaban sentados uno al lado del otro. Las bebidas estaban servidas en torno a ellos, y también había unos libros o revistas que las chicas no alcanzaron a distinguir. En el centro la mitad de una baraja reposaba mientras las inhábiles manos de Kyosuke Motomiya mezclaban el resto de las cartas y las repartía a sus compañeros.
—¿Y ahora que haremos? ¿Alguien sabe como se juega al Pocker?
—Eso no me dijeron que averiguara—dijo Toshiro—. ¿A qué jugamos entonces?
—Yo me sé el juego del Siete Loco (*), no debe de ser tan diferente al Pocker— dijo Sei, con una sonrisa demente—. Y ya tenemos las apuestas, quien gane se lleva las revistas de las hermosas chicas en bikini, quien pierda…
—¡Ya, no lo repitas delincuente! — se sonrojó Doguen Kido.
—Jeje, lo que pasa es que quieres ganar, Llorón—sonrió Sei.
—¡Bien, pues yo propongo un brindis! —sugirió Kyo.
—Buena idea camarada—agregó Sei, —, alcemos las copas.
—Qué ridículo me veré haciendo un brindis en un vaso de plástico y con soda.
—Este… Doguen…—trató de decir Toshi, pero Sei le tapó la boca.
—Será un brindis especial… si te lo tomas todo de una, cumpliré el castigo por ti, si es que pierdes la primera vez, Llorón— propuso Seiyuro con malicia, soltó a Toshi quien puso los ojos en blanco.
—El brindis es por el éxito de nuestra misión. A la cuenta de tres… 1, 2, ¡TRES! —dijo Kyo.
Kyo y Toshi le dieron un sorbo a la bebida. Sei tragó un poco más, pero sus gestos se distorsionaron y dejó de beber. Con sus cristalinos ojos azules observó que Doguen se empinaba el vaso repleto con la bebida.
Doguen casi soltó el vaso cuando el sabor amargo del sake se intensificó en su garganta, palideció, sacudió la cabeza y casi estuvo a punto de vomitar.
—¡¡ESTO ES ALCOHOL!!
—¡JA!, pues claro, ¿qué creías? ¿Por qué no te diste cuenta antes?, el envase de refresco fue sólo para despistar a los adultos — rió Sei— ¿Y qué tal, te gustó?, a mí nada de nada.
—¡Me las vas a pagar!
—Ya Doguen, cálmate. Sólo ha sido una broma de Seiyuro, de mal gusto, claro… lo lamento—dijo Kyo.
—¡¡Me voy de aquí!!, primero sacan esas revistas obscenas de mujeres en ropa interior, luego traen esa cajetilla de cigarrillos y ahora me ponen una trampa para beberme esto que es para adultos y… ¡hip! ¡hip! Y ahora me da ¡hip! ¡¡Hipo!!
Doguen se puso de pie, al instante se mareó y mejor decidió sentarse. Toshiro por su parte encendió un cigarrillo.
—Fúmale un poco, he oído que el efecto del cigarro ayuda a que se quite lo mareado.
—Pero si yo no estoy ebrio—renegó Doguen.
Toshiro aspiró el cigarrillo por encimita y arrojó el humo.
—No sabe tan mal, está peor el sake.
—Dame un poco a mí—pidió Sei, aspiró y tosió, Kyosuke lo imitó.
—Está AS-QUE-RO-SO— dijo Kyo; Toshiro encogió los hombros.
En esos momentos la puerta del cuarto de Sei y Toshi se abrió de par en par, los chicos se asustaron y retrocedieron.
Con extraña lentitud las siluetas de Yuriko Hida y Kurumi Ichijouji se fueron dibujando en la vista de los niños, comenzaron a sudar frío.
—¡AJÁ! — gritó Kurumi, eufórica—¡No puedo creer lo que veo! ¡Fumando, bebiendo y viendo pornografía!
—¡Ay no! —se quejó Kyo, sonrojándose—¡Kurumi, no es lo que tú piensas!
—¿Cómo pardiez sabían lo que estábamos haciendo? —preguntó Sei, frunciendo el entrecejo.
—¿Que no es lo que yo PIENSO?, ¿y qué es lo que estoy viendo, Kyosuke?, ¡Qué barbaridad!, Yuri y yo estamos muy decepcionadas, sólo veníamos a invitarlos un rato a tomar el té, pero ustedes… ¡AH! Qué decepción—fingió como toda una actriz, al parecer se habían cansando de espiar y habían decidido entrar en acción.
—Ustedes nos estaban espiando—mencionó Toshiro, evitando ver a Yuri a los ojos.
—¡¡Qué decepción me das Toshi-kun!!, la pobre Yuri está triste y ve como le pagas.
—No le he hecho nada a Yuri.
Kurumi avanzó y recogió las revistas.
—¡Ay Kyo!, ¿por qué quieres ver estas revistas hentai?, qué inmaduro eres, la verdad… pensé que estabas creciendo.
—Por favor Kurumi, no te lo tomes a pecho, no estábamos haciendo nada del otro mundo, ¿por qué no se van de una buena vez y dejas de dramatizar?, sé que no te gustaría que espiáramos su pijamada, así que respeten la nuestra. — dijo Sei
—¡¡Nosotras no somos unas degeneradas que se ponen a beber y a fumar nada más por curiosidad!! ¿Cierto Yuriko?
—Es verdad—reafirmó Yuri, entre molesta e indiferente, ella realmente no quería ir a reclamar, Kurumi la había obligado, le daba vergüenza ver a Toshiro a los ojos, aunque de cualquier manera, el que debería sentirse incómodo debía ser él y no ella.
—No me incluyan entre ellos, yo no estoy de acuerdo con esas cosas- exclamó Doguen
—Pobre Doguen, intentaron pervertirte—rió Kurumi—. Vente con nosotras, a nuestra pijamada.
—¿Cómo, se lo llevan?, mejor llévenme a mí—renegó Seiyuro.
—Buenas noches—cortó Toshi, con expresión desesperada de incomodidad.
—Kurumi… escucha, ¡lo lamento!, no te enojes… yo, bueno, tu… ¡Ay!
—Adiós trío de delincuentes. —Sin prestar atención al rostro mortificado de Kyo, Kurumi salió de la alcoba con expresión divertida seguida de Yuriko y Doguen.
—Ella me detesta—creyó Kyo ;__;
—Nah, sólo quería divertirse, y lo logró a costa nuestra… y bueno ¿Le seguimos?
Toshiro se subió a la cama pues segundos anteriores había visto la cámara que los grababa. Se puso frente al aparato.
—Buenas noches a ustedes también, niñas. Y no te preocupes O-chan, no estoy enojado contigo.
Desconectó la cámara.
—Sigamos jugando.
--*--
La adolescente luce una larga cabellera azul marino, se cubre parte de la cabeza con una pañoleta, sonríe coqueta a la cámara, pestañea sus simpáticos ojos ámbar, buscando la mejor manera de iniciar y el ángulo adecuado. Cuando se sienta en el banquito otras veces descrito, cruza las piernas, acomoda sus manos de manera femenina y empieza a hablar.
—'Mi nombre es Kurumi Ichijouji y estoy grabando este soleado día de agosto, del año 2028. No tienen sentido mis palabras anteriores, pero tampoco salen sobrando. Yo… realmente, no creo que podamos irnos al Digimundo, pero de cualquier manera he decidido que si se puede, iré. Necesito estar con mis amigos, quiero evitar que mi familia sufra. Es posible que no sea la mujer más fuerte del mundo, pero sé que con esfuerzo podemos lograr tantas cosas. Quiero volver a creer en lo que no creo, me hace falta reconciliarme con esa parte de mí misma… no quiero que cuando piensen en Kurumi piensen en una muchacha superflua y llorona, deseo que mis padres y todos los que me conocen piensen en mí como alguien que merece la pena y es inteligente. Saludos papás, los amo. Sato-chan, pórtate bien. Besos y abrazos, que sepan que estaré pendiente de Zet como toda una hermana responsable. ¡Chao!'.
--*--
Doguen se sentía fascinado, ¡tenía la oportunidad de pasar la fiesta en pijamas con las niñas!... bien, él no se sentía muy cómodo, pero era mejor que estar con el demente de Sei que siempre lo estaba molestando. Muy conforme siguió a sus amigas que se adentraron al apartamento Ishida por la entrada interna, pronto llegaron al cuarto de May, caminando a oscuras.
—Hey chicas, traemos visitas—dijo Kurumi con voz misteriosa.
—Pasen—respondió Mayumi.
Doguen sintió que el sitio no estaba muy femenino, pero se rescataba porque parecía que sus amigas estaban viendo una caricatura inofensiva de unos ositos ñoños que repartían amor en sus carritos de nube. "Por fin mentes sanas" pensó el hijo de Jun y Joe.
—Mira Hidemi, él es el Superior Doguen—presentó Osen.
—Mucho gusto, Superior Doguen.
El miope se sonrojó.
—El placer de conocerte es mío, Yagami-san.
—No seas así, dile Hidemi—regañó Kurumi.
—Oigan, Doguen se quedará con nosotras porque tuvo… errr—Yuri rió, las otras niñas casi le hicieron coro, pero se contuvieron—tuvo conflictos con Sei…
—Bienvenido a mi casa, Doguen.
—¡Les propongo jugar a la gallina ciega!, el juego consiste en vendar a una persona, que tendrá que buscar a las demás. — habló Kurumi.
—¡Parece interesante! —opinó Hidemi.
—Y como Doguen es el caballero, él primero será el vendado que nos buscará.
—¡Esperen, yo no sé si quiera jugar a eso!
—Claro que quieres. —Kurumi sacó su pañuelo, tapó los ojos de Doguen y le dio doce vueltas que terminaron por marearlo…
Cinco minutos después, Doguen lamentaba haberse cambiado de pijamada… era el prisionero.
--
Seiyuro se levantó de un solo movimiento por una pesadilla. Soñó que le atravesaban el pecho en una lúgubre torre en la que él tenía que jalar una palanca. Se secó el sudor de la frente y trató de despejarse. Observó que Toshi y Kyo dormía plácidamente y notó molesto que el cuarto hedía a cigarro.
Se levantó, abrió la ventana para que se saliera el aire y caminó al baño de su casa. Por un momento creyó escuchar ruidos extraños, pero los atribuyó a su desconcierto causado por la pesadilla.
En el baño se cepilló los dientes y se lavó la cara varias veces hasta sentirse mejor. Lo chicos y él prácticamente no habían tomado nada, no les había gustado, y de los cigarros sólo se habían acabado dos, ¿cómo era que le gustaban esas cosas a los adultos?, en cuanto a las revistas, habían desaparecido, por lo que era posible que Kurumi las hubiera confiscado para tirarlas sin que ellos se hubieran dado cuenta.
**MHHHKJJJ**
—¿Qué es eso que oigo?, definitivamente no son las secuelas de mi sueño.
**MMEEIJUJOOO MHHJJJ**
Seiyuro distinguió que el sonido venía de la tina. Descorrió la cortina… y lo que vio lo dejó paralizado.
Doguen estaba amordazado y yacía en una improvisada cama hecha de cojines que habían lanzado a la tina /que estaba seca/. Las manos y los pies de Doguen estaban firmemente amarrados, lo mismo que su boca para que no pudiera hablar. Eso, sin embargo, no era lo gracioso: Doguen estaba pintarrajeado a manera de payaso y traía tubos enredados en sus lacios cabellos azules.
A Sei se le olvidó su pasado sueño, una amplia sonrisa se dibujó en su varonil rostro.
—No me lo puedo creer, ¡ve lo que te hicieron las chicas! JAJAJAJAJAJAJAJAJA—la risa le siguió varios minutos antes de lograr desatar a Doguen.
—¿Por qué estas cosas me pasan a mí?
—JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA….
—¿Por qué las mujeres son tan salvajes y me hacen esto?
—JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…
—¡Ah, ya cállate!, vámonos a dormir.
Doguen arrastró a Sei para salir del baño.
—¿Y no te vas a despintar, Llorón?
—¡Casi lo olvido!
—JAJAJAJAJAJAJA… ¡Espectacular!
--
El sol estaba saliendo, se formaba un hermoso amanecer. El cielo nunca había estado tan azul, el tono celeste iba creciendo mientras que el negruzco desaparecía. Cada niño respiró lentamente y con profundidad mientras los nervios los acogían de manera única.
Ahí estaban todos, con sus rostros a la expectativa del mañana… listos para comenzar el viaje al Digimundo, listos para desafiar a las leyes de la física y para montar en la más fantástica aventura. El equipaje era poco, estaba bien distribuido, las maletas eran livianas aunque bastas, de eso se habían encargado las niñas. Cada quien tenía en sus manos un celular al que se aferraban con fuerza.
—Bien, estamos todos… me da gusto que hayan podido traer a Satoru— dijo Osen—. Pensé que podría ser difícil.
—Sato-kun sabía que tenía que venir al menos un ratito—dijo Zetaro—. Sólo le explicamos y nos ayudó. Además Osen, tú dijiste que su presencia era importante.
El pequeño Satoru, más soñoliento que despierto, levantó la carita y le asintió a su hermano mayor.
—Pues yo estoy pensando en devolverme a casa—renegó Doguen notablemente resentido—. Si se la pasan jugando como ayer ¿De qué sirve alucinar que salvaremos al Digimundo?
—Ya Doguen, lo sentimos, ¿cuántas veces tenemos que disculparnos?, realmente sabemos que no estuvo bien jugar así anoche, pero es que…—Yuri fue interrumpida por Kurumi.
—¡Es que fue irresistible!, no pudimos dejar de hacerte esa bromita —rió la azulada —¿Verdad que sí nos perdonas, Doguen querido?
—Ush, está bien.
—Ayyy, gracias, por eso eres tan adorable, jiji.
Tras el comentario de Kurumi la tensión volvió, el tiempo se agotaba.
—Bien… supongo que esto es el adiós…—Sei avanzó hasta la carriola en la que su hermanita descansaba, Osen también hacía sugerido que la trajeran, seguro que la pelirroja consideraba que Min y Satoru eran importantes para lograr abrir la puerta. Hidemi estaba justo al lado de donde reposaba la beba, se fijó en cómo Sei la besaba y luego se dirigía a ella.
—Toma nuestro video de despedida, bella dama Hidemi—dijo, algo melancólico—. Se lo debes dar a nuestros padres… gracias por todo. —Sei sacó de la nada otro clavel y se lo regaló—¡Mira lo que te traje!
—¡GR.a..aaacc.ias.s.s! —susurró con las mejillas encendidas a fuego lento.
—¿Qué se supone que haces, Seiyuro?
—Le regalo una flor, no te encelas por eso ¿Verdad Taik?
— ¬___¬… interpreta mi silencio—Taiki olvidó sus celos y le dio un largo abrazo a su hermana gemela—¡Volveremos pronto, Hide!
—Cuídate Taiki, por favor… quisiera ir contigo, pero sé que sólo sería una carga, ¡prométeme que estarás bien!
—¡Estaré bien!, regresaré para que vivamos como una familia, ¡ya lo verás!, esto lo tengo que hacer por nuestro papá y por el bien de todos… ojalá pudieras venir, pero a decir verdad, no quiero que corras peligro.
—Es hora de irnos. —avisó Osen, con un ligero temblor. Le dieron ganas de despedirse del pequeño Tulo, pero el nene no estaba entre los presentes.
"Bien, a fuerzas tengo que regresar" pensó Sei, al tiempo en que se incorporaba y miraba que todos se despedían de Hidemi, Min y Satoru "Dejé entre mis cosas el videocasete que el tal Toriyama me dio sobre mi madre, ¡al llegar lo veré e investigaré porqué ese cerdo lo tenía!... no lo hice antes para no desviar mi atención de esta misión".
Osen colocó el anillo mágico en el centro, los chicos se tomaron de la mano y comenzaron a rogar con todas su fuerzas que se abriera la puerta.
Lo pidieron con fervor, con valor y amor, con curiosidad y un sincero deseo de llegar al Centro del Digimundo.
Min y Satoru comenzaron a brillar, los bellos y mágicos emblemas de los milagros y el destino se dibujaron en sus pequeñas frentes, Hidemi se sorprendió, pues ella notó una calidez extraña en su pecho.
Los celulares de los chicos comenzaron a cambiar, a realizar una extraña metamorfosis.
—¡Llévamos al Digimundo! —gritó Kyo.
Osen se soltó las manos y se inclinó para acomodar varias cartas con dibujos de digimons, esos dibujos eran de Zet y se asemejaban a digimons de tipo vacuna, virus y neutros. Al final la chica sonrió "No podíamos entrar al Digimundo con un método, ¿pero qué tal con varios a la vez?". Dejó la laptop pinneapple en el suelo y regresó a su sitio.
—¡Ahora!
—¡¡Puerta al Digimundo, ábrete!! — gritaron los doce viajeros. Hidemi vio que las siluetas se llenaban de luz y desaparecían, no se las tragó la computadora ni viajaron a través de un arco iris aéreo. Una dimensión se abrió, ellos entraron uno por uno, hasta que la puerta se cerró. El aro mágico también desapareció, pero la pineapple siguió sobre la colina, amarilla como el girasol.
—¡TET! ¡KUDUMI! ¡NO SHE VAIAAN! —gritó Satoru, consciente por primera vez de lo que había hecho. Sus hermanos habían desaparecido porque él había brillado.
—Ellos van a volver, pequeño, ya lo verás
Hidemi suspiró, observó a la pequeña Min que jugueteaba con sus manitas. Tenía miedo e incertidumbre… se dio la vuelta, pero quedó estupefacta al ver a su padre cara a cara, al lado de Yamato Ishida y un señor pelirrojo.
—¡HIDE! —gritó Tai, y abrazó con fuerza a su hija—¡Gracias a Dios que estás bien!, ¿En dónde está tu hermano?
—Él…
—Ellos se han ido al Digimundo—dijo Koushiro Izumi, al ver su vieja computadora tirada en el suelo al lado de unas improvisadas cartas que tenían, entre varios digimons, a un Gomamon y a un Agumon.
—¡¡Demonios, no llegamos a tiempo!! —lamentó Yamato. —¡Debimos darnos cuenta antes! ¡Debimos saber que ellos no se quedarían calmados ante todo esto!... Espero que May no recaiga… ¡y Kotty!, Sora va a enloquecer.
—Lo lamento, no pude detenerlos. Papá, yo quería ir…
Tai negó, volvió a abrazarla.
—Ellos dejaron este video, tiene sus despedidas.
Taichi recibió el paquete.
—Regresemos inmediatamente, el tiempo se agota y todo está por iniciar.
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No tenían conciencia de cuánto había podido durar el viaje. Sus cuerpos estaban agotados, sus mentes temblaban de confusión. Les fue difícil incorporarse, sus párpados no recibieron luz para acoplarse al entorno de día, sólo recibieron penumbras y oscuridad… todo era tan oscuro ahí.
Aparecieron entre el bosque y el mar, en medio de la arena. Las olas se movían de manera continua, pero dolía ese ruido, o al menos molestaba. Uno por uno fue recuperando el ser, se sentaban, seguían mirando aterrorizados ese espantoso lugar… negro y frío como un hoyo negro.
—Tengo f-rrr-íooo—se quejó Kotty. May corrió hacia su hermano y le puso una chamarra encima, fue la primera en levantarse, sus huellas quedaron marcadas en esa arena grisácea y sin vida.
—Esto no puede ser el Digimundo—se quejó Ben—¡No era así!
—Pero se supone que viajamos al centro del Digimundo, no al Digimundo que una vez conocimos—dijo Kyo, sin saber qué opinar, ¿era ese lugar en donde se escondían los digimons malignos que intentaban hacer la fusión prohibida?, ¿dónde estaban y cómo llegarían a ellos?
—¡Qué horrible sitio! —expresó Kurumi.
—Es el mar oscuro…—avisó Zet, angustiado, temblaba en recuerdos funestos— ¡Todo parece indicar que el Mar Oscuro es el Centro del Digimundo!
—Por eso la maldad nunca se va, sino que vuelve a este lugar cuando escapa del Mundo Digital—susurró Sei.
—Estamos, en el verdadero centro del Digimundo—dijo Toshiro, con frialdad. Se paró, miró a todos—Es hora de comenzar nuestra misión; andando.
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Fin del capítulo 21
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NOTAS finales DE la AUTORA.-
¡Hoooola de nuevo!, espero les haya gustado la lectura; yo me divertí escribiendo las infamias que le pasaron a Doguen… digo, primero el pobre se enfrenta a los delincuentes de Sei y compañía, luego las niñas abusan de su 'amabilidad', jeje… no vayan a pensar que el trío de Sei-Kyo-Toshi es un trío de pervertidos, los niños de esas edades tienen ocurrencias por el estilo (y si no me creen lean 'Hombrecitos', de ahí saqué la idea), de cualquier manera ese pequeño trozo /en el que según ellos prueban el cigarro y el alcohol/ me servirá en el futuro. También las niñas fueron unas… 'malvadas' por andar espiando fiestas en pijamas ajenas, no creo que a Ben le guste saber que lo vieron gritando que era el rey de los almohadazos XDDD.
Espero no se les olvide el comentario, dejen Review para alimentar mi ánimo. Les adelantos que los siguientes capítulos van a estar más dark y no tardarán mucho en ser subidos a Internet; explicaré lo que quedó en duda, y poco a poco se irá conociendo el fin que tendrá este largo escrito.
Gracias por la paciencia, y por seguir leyendo.
¡Hasta pronto y cuídense!
Atte. CieloCriss
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