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NOTAS iniciales DE la AUTORA.- (04 de noviembre de 2003)… y, después de años, lustros, décadas, siglos y milenios, les traigo el capítulo 22 de la saga de Memorias borradas. Me disculpo por la tardanza, pero de verdad que no había tenido ni inspiración ni tiempo… de hecho, creo que este episodio me quedó fatal, pero tengo la intención de escribir este fic lo más pronto que pueda. Una vez más gracias por estar atentos a esta secuela, y espero que siga siendo del agrado de la mayoría. ¡Bien, empecemos entonces!, como recuerdo les diré que en el capítulo anterior los hijos de los elegidos se fueron al Digimundo a tratar de restaurarlo, pero en realidad llegaron al mar oscuro, el cual en verdad es el centro del digimundo; al mismo tiempo los adultos descubrieron la huída de sus niños, y por supuesto que ellos y Hidemi no se quedarán atrás ¿no creen?...

En este capítulo hay mucha acción (por lo pronto no es dark, sino 'movido', Iori_Jestez); espero que tantos personajes no los revuelvan, y también ojalá y les divierta el episodio, que está narrado en primera persona.

¡En fin!, mejor me dejo de preámbulos y los dejo con la lectura.

Nota extra: me disculpo si hay fallas en los nombres de algunos digimons y fallas de redacción… ya saben, la falta de tiempo me limita.

Por cierto, gracias a todos sus reviews!, prometo mejorar el fic ^^

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MEMORIAS borradas

Por CieloCriss

Capítulo 22 **Esgrimiendo el destino**

POV Hidemi

El ambiente es triste… los ojos de ellos me lo dicen, o al menos eso creo. Se ven unos a otros buscando respuestas diferentes, pero llegan a lo mismo, porque tal vez sólo hay una  solución. Los miro, tengo ganas de llorar pero sé que no sería lo correcto, debo ser fuerte, mi papá necesita que yo sea fuerte.

El silencio hace que me acuerde de cómo empezó todo, pareciera ser que ha pasado mucho tiempo desde que mi hermano se fue al Digimundo, pero acaba de ocurrir.

No puedo olvidar la calidez que sentí en mi pecho cuando la puerta a ese raro mundo se abrió, sentí como si mi pecho se hubiera inflado, como si… no sólo mis pulmones, sino mi corazón fuera un globo; no sé que quiera decir, a la mente me vienen las palabras de la pequeña Osen Izumi, quien ayer me dijo que yo no tardaría en ir tras ellos hacia el Mundo Digital, ¿querría decir que soy una niña elegida, como mi hermano?

Cuando Taiki y los demás desparecieron llegaron mi padre, el señor Ishida, y otro señor pelirrojo que supuse sería el papá de Osen; los tres se veían tan angustiados, al parecer sus sospechas los habían llevado ahí, pero era tarde, y no podrían alcanzar a los niños… me sentí muy mal en ese momento, fuera de lugar, papá me abrazó con fuerza, y entonces escuché que su corazón estaba latiendo muy rápido, seguro por la preocupación… la verdad es que hubiera querido ir con esos chicos…

No sé si en realidad sea una niña elegida, o si mi presencia pudiera ser útil… ¡pero cómo hubiera querido ir!, me maldije por no poder andar bien, porque después de todo si iba sólo resultaría ser un estorbo.

—Regresemos inmediatamente, no tenemos mucho tiempo antes de que todo inicie. — dijo mi papá, mientras yo le daba el video que Seiyuro-san me había encargado.

—¡Lo siento!

—Hide, no es tu culpa— me animó papá, y yo volví a abrazarle.

—Yo quería ir a ese lugar… quería ir con mi hermano…

—Avisaré a todos para que se adelante el plan, esto no se puede postergar—habló el señor pelirrojo mientras recogía la computadora y las cartas que estaban en el suelo.

—… Nosotros, hubiéramos hecho lo mismo si tuviéramos 11 años de nuevo, ¿no lo crees, Taichi?

—Eso es seguro, Matt—respondió mi papá, me alzó hasta acomodarme en sus brazos… se sentía tan bien que él estuviera conmigo, y que me diera su cariño… siempre me lamentaré por no haber conocido antes a mi padre.

—Sí, eso hubiéramos hecho—replicó el otro señor, papá me había mencionado el nombre de todos sus amigos una y otra vez, pero a veces me confundía. — Tai, tú estarías animando a todos, convenciendo a Joe y a Mimi. Matt, tú estarías preocupado por Takeru, ¿cierto?, Sora y Kari permanecerían calladas, esperando el resultado…

—El resultado de tu investigación. — sonrió papá, mientras le hablaba al papá de Osen—, sí Izzy, porque con tu curiosidad me atrevo a asegurar que estarías como loco, buscando la manera de abrir la puerta al Digimundo.

—Desgraciadamente ya no tenemos 11 años— volvió a decir el señor Ishida—. Ahora nuestros hijos son los aventureros.

—Ya mandé el e-mail, lo mejor será irnos al sitio seleccionado.

—De acuerdo, en marcha—dijo papá—. Trae a Min, Matt.

—¿Pues qué te creías, que la iba a dejar sola?

—Por supuesto que no, jeje, lo siento…

—¡¡¡Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!, Quieddooo a mi Tet y a mi K'Dumi—dijo Satoru con decisión. A pesar de estar tan chiquito parecía que estaba enterado de que sus hermanos corrían peligro.

—Vale Satoru-kun, pronto los verás, pero antes tienes que ir con tu mamá, ¿de acuerdo?

El nene asintió, le cogió la mano al señor Izzy. Inmediatamente después nos fuimos de esa colina, que papá me dijo que se llamaba Colina de la Luz.

El sitio seleccionado no era ninguna casa, como yo pensé, era un estadio de fútbol para niños. El lugar estaba genial, yo nunca antes había estado en un estadio, no había visto en vivo el pasto del campo y las porterías de fútbol. Las gradas eran grises,  enfrente había butacas con asientos cómodos. Mientras caminábamos a los vestidores, papá me iba diciendo que en ese lugar mi hermano Taik jugaba soccer con sus amigos, y que el señor Motomiya (¡Cielos!, el dueño de los restaurantes Motomiya) era amigo suyo y el entrenador del equipo.

—Yo también  jugaba soccer cuando era niño, ¿recuerdas Izzy?

—Sí. Eras el capitán del equipo… un excelente jugador.

—Nah, era bueno, pero no tanto como Sora, la tendrías que haber visto Hide, Sora era increíble. Seguro que si tú practicas serás igual de talentosa que Taiki.

Yo, aunque quisiera, nunca podría llegar a jugar fútbol como mi hermano, mi pierna… no sirve.

Mi papá y sus amigos se veían nostálgicos, como si se fueran a poner a llorar… me dio la impresión de que papá comentaba todo eso para olvidarse de que Taiki estaba en otro mundo.

—Ya llegamos—dijo el señor Ishida.

Momentos anteriores habíamos entrado a las instalaciones, ahora estábamos frente a una enorme puerta de hierro color plata, muy gruesa. Satoru se soltó de la mano del señor Izumi. Papá me dejó en el suelo puesto que todavía antes me estaba cargando, se acercó a la puerta y dio tres toquidos, luego pasaron varios segundos y volvió a tocar; la puerta se abrió, habían usado una especie de clave.

—Ven Satoru—aconsejé—vamos a que veas a tu mamita.

Satoru se aferró a mí, seguía tan asustado, me hubiera gustado buscar la manera de tranquilizarlo, pero la verdad es que no tenía manera de hacerlo, me sentía de la patada.

El interior del lugar era menos frío que la puerta, había bancas de madera, las regaderas estaban a la derecha, también había casilleros para que los deportistas dejaran sus cosas. El piso estaba en franjas horizontales, era oscuro, casi negro.

—¿A dónde vamos? —le pregunté al señor Ishida.

—A una reunión que tuvimos que adelantar— me respondió, muy serio—. No podíamos hacerla en ninguna casa, no hay suficiente espacio.

—¿No hay espacio? —pregunté, Satoru parecía prestar más atención a la conversación ahora.

—Me temo que no—dijo papá—. Las peleas deben ser en espacios amplios y despejados. Nuestras casas hubieran quedado en ruinas.

—¡Pe-pe-pe-perooo!, ¡¿habrá una pelea?!

—Muchas—musitó papá, tuve que leerle los labios.

No entendía lo que pasaba, no comprendía, ¿por qué iba a haber una pelea o muchas peleas?, ¿cómo lo sabían ellos?... volví a sentirme fuera de lugar, como si no perteneciera a nada… no podía pedir que ellos me contaran todo, eran personas mayores, al parecer muy bien organizadas. De todos ellos nada más conocía a papá, a Sora Takenouchi, al señor Ishida, y a mis tíos Takeru y Hikari. Yo era como un estorbo, sentí que hablaban en claves. Me puse más triste, pensé en Taiki.

Sí, me habían explicado muchas cosas sobre los digimons, pero muy pocas entendía. No había nada claro además del ardor que había sentido conmigo cuando mi hermano y los demás se fueron al Digimundo.

—Descuida Hidemi—dijo de repente el señor pelirrojo—, no pensamos ocultarte nada, nosotros haremos una junta de la que formarás parte.

—Gracias.

—No tienes nada que agradecer, eres parte del equipo. Si eres hija de Tai, eres una niña elegida.

—Koushiro tiene razón, Hide. Tú también formas parte de esta aventura… como tu padre me siento infeliz de que estés en la boca del lobo… pero como elegido sé que cada quien tiene un papel que cumplir.

Asentí dudosa y los seguí lo más rápido que pude, me dolía la cabeza. Satoru me jalaba de la manga para que me apresurara, pero me ardía la rodilla.

Entramos a una habitación en donde había un escritorio pequeño, atrás había muchos libreros llenos de libros sobre deportes. Más de 15 sillas estaban acomodadas en círculo, como si fuera haber una junta. La mayoría de esas sillas estaban ocupadas.

—¡¡Mamita!! —gritó Satoru, corriendo hacia su mamá, una señora de lentes y hermoso cabello largo, de color violeta, ella era muy parecida a Kurumi, una de las chicas que había conocido ayer… era su madre.

—¡Oh, Sato, me tenías tan preocupada!, ¡no vuelvas a irte si el permiso de papá y mamá!

Satoru giró hacia un señor de expresión muy calmada que estaba junto a la señora de lentes.

—¡Papá! ¡Tet y Kudumi, she fellon!, ve pod elloz—rogó, y el señor le sobó la cabeza, tenían el mismo tono de cabello.

—Te prometo que iré por ellos, hijo. Ahora, tienes que ser valiente, mamá y yo no permitiremos que te pase nada malo.

Satoru pareció reconfortarse, como si las palabras de sus papás fueran sagradas; me pareció muy lindo ver esa escena.

—Pequeña Hidemi—me dijo la señora de lentes—.No nos hemos presentado apropiadamente, soy Yolei Ichijouji… mi esposo Ken y yo queremos darte las gracias por cuidar de Satoru y traerlo de regreso a casa. ¿Cómo se dice, Sato?

Gachiasss—dijo Satoru vigorosamente, sonriéndome, como si fuera un nene nuevo.

No tengo idea de cómo perciban el mundo los pequeñitos, pero para Satoru todo estaba resuelto ahora que estaba con sus papás; confiaba ciegamente en que ellos le traerían de vuelva a sus hermanos; yo no lo veía tan sencillo.

Cada una de las personas que estaban en el cuarto lucía acongojada. Algunos, como la señora Mimi, habían llorado… aún así se presentaron ante mí un vez más, como si fuera en realidad una niña importante.

Nos sentamos. Estaba junto a los doce niños elegidos originales, de los que hablaba el libro del papá de Seiyuro-san. No pasó mucho tiempo y la puerta se abrió de nueva cuenta, entraron dos mujeres que nunca en mi vida había visto.

—Davis, cariño… aquí traje la videodigital y el televisor, disculpa la tardanza.

—Makoto, gracias—respondió el señor Motomiya… la verdad es que él me recordaba mucho a mi papá, no sé porqué.

—¡¡Mi pobre Solecito en medio de la nada corriendo peligros!!, Ay Joe, ¿qué haremos?, ¡con todos esos peligros ¿qué hará mi Doguencito?! —lloriqueó la otra señora que había entrado, que tenía los cabellos de color café, y se tallaba la cara con una toallita.

—Doguen lo hará bien Jun. Muy bien.

El señor Izumi, quien parecía ser el encargado de las cuestiones técnicas como su hija Osen, enchufó los aparatos, entonces papá habló.

—¿Ya está listo, Izzy?

—Listo Tai.

—Bueno, no hemos intercambiado muchas palabras, sólo saben lo que el mail de Koushiro decía… cada quien está pensando en sus hijos, pero bueno… la junta la empezaremos después de que veamos este video, ustedes no lo saben, pero son las despedidas que nuestros niños nos dejaron ahora que se han ido a… a lo que creemos que es el Digimundo, si es que existe todavía.

—¡Tai! —renegó la señora Mimi—¡Debiste decir antes que mi Benji y Osen-chan habían dejado despedida— ella traía abrazado al bebito que apenas hacía unos días había nacido.

—Hide—me mandó papá—pon el video, por favor.

—¿Yoooo? —pregunté dudosa.

—Sí, hija, tú. A ti te dejaron el video los chicos.

La imagen de Seiyuro vino hacia mí porque recordé cuando él me dejó el encargo… yo, no sé porqué siento mis mejillas tibias. Los adultos me dieron el video, lo puse en el aparato y en breve comenzó la grabación.

Comencé a conocerlos.

Sí, comencé a conocer a todos aquellos chicos que me habían presentado, y sonreí porque de alguna manera ya les tenía aprecio, a cada uno. Me grabé todos los nombres, las mamás de los chicos soltaban el llanto con las despedidas, los papás miraban la pantalla con un entusiasmo raro, como si a ratitos se sintieran orgullosos y otras veces tristes.

Me di cuenta que la alegría que veía en Seiyuro Takaishi era optimismo puro, esperanza, era de los pocos a los cuales les noté un ánimo muy positivo… y supe que Sei-sama era en verdad un niño muy valioso, ¡y además un héroe!, porque, él me salvó, él me ha dado flores para que me sienta mejor. Mi primo Toshiro en cambio se veía más preocupado, pero decidido, aún opino que es muy maduro para su edad… mi hermano, pues, la verdad, al verlo sentí una gran tristeza, porque comprendí que sentía mucho dolor en su interior… todos comentaban lo alegre que era, yo sentía que su alegría se estaba nublando. Mayumi Ishida se veía tan valiente, Osen, tan curiosa, y le pedía perdón a sus padres, por algo de una enfermedad. La despedida del hermano de Kurumi y Satoru, llamado Zetaro, me confundió un poco, él parecía sentirse culpable, hablaba sobre una semilla de la oscuridad, sin embargo se le veía el mismo empeño que al hijo del señor Motomiya, llamado Kyosuke (el cuál traía unos googles en la cabeza que me gustaron mucho). El Superior Doguen, el pequeño Kotaro, Benjamín, Kurumi Ichijouji y Yuri… todos en realidad eran dignos de admiración, si yo estuviera frente a una cámara dando una despedida que podría ser para siempre, quizá ni siquiera pudiera hablar. El video se acabó después de que oímos a doce niños decir adiós, cada uno a su manera… y cuando terminó me pareció escuchar un suspiro universal, como si todos los presentes hubieran soltado aire impregnado de angustias.

—¿Viste, querido Sato-chan?, tus hermanos estaban en la tele, ¿ves que están bien? —mencionó la señora Ichijouji.

Satoru no respondió, se veía agotado, sólo se abrazó más a su mamita. El señor Izumi sacó el video del aparato y me lo dio.

—Gracias por mostrarnos esto—dijo con actitud extraña.

—Seiyuro-san me pidió que se los diera, ellos trabajaron mucho en la despedida—susurré, sin alzar la cabeza.

—¿Tú sabías todo lo que ellos planeaban, verdad Hidemi-chan?

—Sí—le respondí a la señora Takenouchi... por un momento quise comentarle lo mucho que me había gustado el vestido que me había regalado, ahora mismo lo traía puesto, pero desistí de hacerlo, era algo verdaderamente tonto y no importaba. Lo único que realmente quería, era dejar esa actitud nerviosa, ¡había tanta seriedad en el ambiente!,  todos ellos eran demasiado misteriosos, todos.

—En fin… sabía que Kyo se nos adelantaría—dijo con una sonrisa el señor Motomiya—¡Ese bribón no iba a quedarse con los brazos cruzados!

—Sí, tienes razón—dijo su esposa Makoto—.  Después de todo esa es parte de la personalidad de nuestro hijo.

—¡¡Pero cuñada, date cuenta!! —gritó la señora que se tallaba la cara con la toallita—¡¡Nuestros hijos pueden morir!!, Mi pobre Doguencito está ahí, en algún lugar de la nada. ¡Oh, Joe, tenemos que hacerlo volver!

—Tranquila Jun, de verdad, nuestro hijo está bien. Doguen necesita de estas cosas para demostrar cuán valiente puede ser.

—¿Eso quiere decir que piensas abandonarlo a su suerte en ese irracional mundo de las bestias esas que se llaman digimons?!

—Por supuesto que no Jun, Joe sería incapaz— dijo la señora Mimi, su bebito estaba llorando ruidosamente.

—Desgraciadamente nosotros todavía no podemos ir tras nuestros hijos—dijo Takeru Takaishi —. Tenemos un asunto pendiente, una batalla. Como hombres y mujeres de honor no podemos faltar a esa cita,

—¿Cuál cita? —me atreví a preguntar.

Takeru miró a mi padre y éste le asintió.

—Ayer recibimos un correo electrónico. El correo era una advertencia, y fue enviado por los digimons oscuros, llamados Darkmasters. Esos digimons son parte de la serie de seres malignos que piensan acabar con la paz de nuestra dimensión y la del Digimundo, ¿me sigues, Hidemi-chan?

—¿Los darkmaster los han retado a una pelea? —pregunté después de entenderlo.

—Así es. Nos han retado a una pelea el día de hoy, y nosotros señalamos el lugar. Por eso nos reunimos ayer en la red para ponernos de acuerdo. Sabemos que es una trampa, pero aceptamos la batalla porque no vale la pena postergar el asunto, tarde o temprano tenemos que enfrentarlos.

—¡Eso es terrible! ¡Y además todos los niños se han ido al Digimundo! —opiné, con el estómago engarrotado, comprendí porqué todos tenían la cara de funeral, estaban a punto de pelearse con los darkmasters, los cuales, según me había enterado, eran muy malos y poderosos.

—El que nuestros niños se hayan ido al Digimundo a tratar de resolver el problema es en cierta manera una ventaja—dijo el señor Ken Ichijouji—, nuestros hijos estarán fuera de esta batalla y tendrán más posibilidades de hacer algo si los darkmasters se enfrentan a nosotros; además, también tienen a sus digimons dentro de sí mismos, y estoy seguro de que ellos los protegerán.

—¡Sí, yo también así lo creo! —opiné, con determinación. De nuevo me ardió el pecho—. Mi hermano y sus amigos están organizados, lo harán bien… pronto todo esto será sólo un vago recuerdo… bueno, la verdad, yo no puedo ser de mucha utilidad, pero si algo pudiera hacer, lo haría con gusto… me avergüenza ser una carga para todos ustedes.

—¡Kawaaiiii! —dijo la señora Mimi—¡Tienes una niña tan adorable, Taichi!

—Por supuesto—respondió papá, con orgullo, yo me intimidé.

—Hidemi, una niña como tú jamás será una carga para nosotros; al contrario, eres de gran ayuda, necesitamos de ti en esta batalla. — dijo mi tía Kari, quien junto con el señor de ojos verdes había sido la más silenciosa —. Cada persona tiene una luz interna que ilumina ya sea de una manera o de otra; a todos nosotros nos da gusto que sea tu luz la que esté ahora aquí. Con sólo verte el rostro me atrevo a opinar que querías acompañar a Taik y a Toshi en esa aventura, pero desististe, no porque fueras a resultar inútil, en el fondo tú sabías que algo te estaba preparado en estos rumbos, con nosotros.

—Hide, escucha a mi hermana—sonrió papá.

—Te vamos a encomendar una misión que sólo tú podrás hacer—dijo la señora Yolei.

—¡Claro!, y lo harás muy bien.

—Pero, ¿qué podría hacer yo? —pregunté dudando, tal vez ellos sólo querían hacerme sentir mejor.

—Mira, la situación será difícil, los darkmasters son muy peligrosos—dijo el doctor Kido—. La mayoría de los niños se fue al Digimundo (ignoro como) y hemos quedado en parte a salvo de que los tomen de carnada como lo hicieron con Mayumi.

—El enemigo considera que el chantaje con nuestros hijos es eficaz tanto para manipularnos como para robarles energía pura—dijo el señor Motomiya—, pero nuestros chicos están lejos para ser capturados… a excepción de…

—De Satoru, Tulo, Minagawa y tú—complementó el señor Ichijouji.

—Queremos que nos hagas el favor de poner a salvo a nuestros bebitos—rogó la señora Mimi—No pueden quedarse en Odaiba, tarde o temprano el enemigo los encontraría, y no queremos involucrar a nuestros demás familiares…

—¡Pe-pe-pero, yo… ¿a dónde iré?!

—Al Digimundo—respondió el señor Izumi—. Irás al Digimundo y encontrarás a los demás chicos.

—¡Yo nunca he ido al Digimundo!

—Ken y yo estuvimos trabajando toda la noche y preparamos un portal para transportar a los chicos al Digimundo antes de que los Darkmasters nos atacaran. Al parecer los niños nos ahorraron el trabajo, a excepción de los nenes y de ti. Una vez en el Digimundo nuestros emblemas y los digimons los protegerán, de eso todos los elegidos estamos seguros.

—¿Comprendes Hidemi-chan?, te encargaré a Min con todo mi corazón y la confiaré  a tus cuidados, sé que lo harás muy bien.

—¿Y qué debo de hacer? ¡No sé cómo irme!

—Hay una computadora portátil de color negro en el vestidor de las niñas, el portal está abierto por ahí, y me atrevo a asegurar que si llevas contigo a Satoru y Min se abrirá la puerta, tú sólo debes desear ir.

—Sí, pequeña, ¡hazlo!, a mí me encantaría poder hacerlo por ti… verás, yo no soy una niña elegida original, pero como esposa de Davis también sé luchar, también tengo a un digimon que vela por mí, así que mi marido y yo llegamos a la conclusión de que debemos de dar lo mejor por nuestro hijo Kyo.

—Es… una gran responsabilidad… no puedo caminar bien, ¿cómo dirigiré a tres nenes por el Digimundo?

—Con empeño hija, con valor.

—¡Entonces daré lo mejor de mí!, ¿y cuándo llegan esos maestros oscuros?, ¡me encantaría luchar contra ellos y vencerlos!, pero les echaré porras a todos desde mi mente.

—¡Eso Hide!, no esperaba menos de mi princesa.

Me dieron ganas de sonreír, ¡yo no era un estorbo!, ¡no lo era!, ellos me confiaban a niños más pequeños que yo, no iba a fallarles en esta tarea, tenía que olvidarme de mis limitaciones, después de todo un amigo me dijo una vez que el único límite verdadero de la persona era pensar que no tenías corazón, y ¡definitivamente yo sí tengo corazón!, y con ese corazón con el que luchan tantas personas maravillosas pelearé por ellos con todas mis fuerzas.

A continuación los adultos se pusieron a planificar el ataque. Ellos estaban haciendo una estrategia impresionante, decían que podrían traer de vuelta a los digimons usando las energías de sus cuerpos –o algo así-; lo más extraño fue cuando comenzaron a hablar de digievoluciones  de ADN, fusiones, y ataques de sus camaradas… cómo me gustaría tener un digimon.

Cuando todo parecía en calma mientras almorzábamos, se oyó un estruendo intenso y agudo, como de un relámpago centelleando. Y después todo sereno nuevamente.

—¿Qué está pasando? ¡Son los monstruos!

—¡Shhh! —silenció el hombre de ojos verdes, que se llamaba Hida Iori.

—¿Falsa alarma? —preguntó la señora Ichijouji.

Pero nadie le contestó, porque el señor Ishida desapareció súbitamente en un dos por tres.

—¡Matt! —gritó su hermano Takeru—¡Maldición!

—¿Recuerdas esto, Sora?

—Puppetmon…—le respondió ella a mi papá, y luego desapareció.

—Esta vez no le será tan sencillo—comentó el papá de Sei, al tiempo en que sus ojos se ponían alertas y de su cuerpo salía un brillo extraño —Esta vez, no seremos tus juguetes.

El señor Izumi desapareció y de repente el señor Ishida reapareció, no entendía que estaba pasando, los adultos parecían cambiar de lugar constantemente, como si fueran mágicos.

—Tenemos qué salir de aquí—dijo la señora Yolei, asustada—¡La pelea ha iniciado!

—¡Papá! —grité cuando mi papá desapareció —¿En dónde estás?, ¡papá!

—Puppetmon está usando una especie de teletransportación con muñecos —dijo el señor Hida—. A su antojo puede desaparecer y reaparecer a los primeros 8 niños elegidos por los diferentes lugares de este estadio, que es nuestro campo de batalla.

—¿A los primeros ocho elegidos? —pregunté extrañada.

—Tiene sus muñecos, puede jugar con ellos. A nosotros, los de la segunda generación, no nos conoce tan bien.

—¡Puppetmon es lo de menos! —mencionó asustado el señor Kido—Tenemos que salir al campo para enfrentarnos al resto.

Comenzamos entonces a correr por los pasillos, directo a la salida, casi no podía correr pensando en que mi papá no estaba conmigo, por eso me ayudaba el señor Motomiya. Mi tía Kari, la Señora Mimi y los de la primera generación habían desaparecido, o intercambiado lugares; afuera del edificio se oían explosiones, gritos, y el edificio temblaba.

Mimi Tachikawa apareció en el pasillo, traía los ojos húmedos y en sus brazos a su bebito; cuando tocó el piso de madera estuvo a punto de desmayarse, por eso nos detuvimos, el señor Ichijouji le ayudó a sostenerse.

—¿Estás bien, Mimi?

—Lilymon está luchando—respondió ella, abrazando al nene. —Pero no yo puedo seguir en esto si mi hijito corre peligro… ¡quisiera ponerlo a salvo!, y sé que aunque  lo lleve con mis papás puede ser raptado o usado como carnada o como fuente de energía por ser mi hijo y el de Izzy…

—¡Yo cuidaré de él, señora Mimi! —no sé porqué le dije eso, si bien mi misión era irme al Digimundo con los pequeños y tenía miedo, haría mi mejor esfuerzo por el cariño que los papás le tenían a sus hijos.

—Hidemi-chan, ¿llevarás a Tulo con Osen-chan y mi Benji?

—Sí señora, lo llevaré con sus hermanos aunque sea lo último que haga.

Ella me sonrió, corrió hacia mí y me abrazó, instantes después de su brazalete digital pulsó los dígitos de la base de datos de una carriola y depositó ahí a su pequeñito.

—Tulo, hijito… qué cosas te ha tocado vivir siendo un angelito que acaba de ver el mundo… pero papá y mamá no permitirán que te pase nada malo, te protegeremos a ti y a tus hermanos.

Las manos de ella, eran rosadas y emitían una luz verdosa, como mágica. Pensé que era porque según había entendido, los digimons salían de los humanos al no tener cuerpo propio; las manos níveas de Mimi, acariciaron a Tulo;  para mí fue como si ella le hubiera regalado al chiquito un manto protector. Me aferré a la carriola  y miré al niño, era dulce y pequeño, rojizo, arrugado y precioso. Como cabello tenía una fina seda entre castaña y rojiza, sus ojos cerrados, y sus manitas aferradas en puños.

—Gracias, te lo encargo mucho… la carriola trae en su base de datos una pañalera, en donde  hay comida también…—musitó la señora castaña, sonriéndome. Lucía intranquila, estaba llorando, pero aún así no titubeó, supongo que sabía porqué hacía las cosas. —Me voy adelantando.

—Satoru, escucha bien hijito… mamá tiene que irse… a pelear, y tú tienes que buscar a Kurumi y a Zetty con Hidemi.

—¡Mami, no te vayaaas! —gritó Sato-kun, entendiendo a lo que se refería la madre. El señor Ichijouji separó al nene de su mamá, por un momento ellos se miraron, y se asintieron.

Ahora, la señora Yolei comenzó a desprender de su cuerpo una áurea rojiza, estiró los brazos, y comenzó a formarse un digimon. Osen me lo había explicado, pero sólo  viéndolo finalmente podía entenderlo. Los digimons, o monstruos digitales, habían perdido sus cuerpos físicos; lo que estaban haciendo los malos era utilizar a los humanos para reconstruir a los digimons malignos y así dominar el mundo, o algo así… lo importante entonces es, que aunque no tengan cuerpo físico, los digimons pueden aparecerse gracias a los niños elegidos y a los emblemas… el enemigo quería los emblemas de mi papá y los demás porque estos eran fabulosos.

El emblema de la señora Yolei hizo que en sus brazos apareciera un águila, con una pluma en la cabeza y un chaleco de apache, los digimons me parecen curiosos… ella besó a Satoru y salió del lugar retornando la carrera, el señor Hida la siguió,  sólo quedaron el señor Ichijouji y el señor Motomiya.

—Ichijouji y yo te guiaremos a la puerta dimensional, nena— me dijo el dueño de los restaurantes Motomiya, quien a mi juicio era una persona muy simpática. —Makoto, no corras mucho peligro, ¿de acuerdo?, escóndete en las gradas si la cosa se pone fea.

—¡Haré que Gotsumon aparezca, Davis! —dijo Makoto, con ánimos—¡Gotsumon es el nombre de mi amigo digimon!, como lo dije, tal vez no soy una niña elegida, pero haré todo lo posible por ayudar.

—Sí, por supuesto Makoto—respondió él—. Cuando llegues al campo del estadio, envía a Kari y Takeru con la niña, la puerta se abrirá pronto y nos hace falta Min.

—¡Vamos, Jun!

La otra señora asintió y ambas siguieron el camino  de los demás.

—No perdamos tiempo, Daisuke—dijo el papá de Satoru, él cargó con Sato-kun y nos guió al señor Motomiya, Tulo y a mí por el sitio de los vestidores. Entramos adonde estaban las regaderas, entonces el señor Ken, dejó a su hijo en pie y comenzó a revisar cada uno de los casilleros.

—¡No está la computadora! — expresó preocupado.

—Pero Ichijouji, ¿por qué no la guardaste en tu brazalete digital?

—Se desvanecería la puerta que tanto trabajo nos costó abrir a Izzy y a mí—respondió con seguridad.

Me puse nerviosa cuando oí una extraña risa, casi juguetona, pero malévola, también se oían ruidos anormales, como de engranes girando. De tener una vida algo tranquila ahora estaba al borde del colapso por todas estas aventuras que estaba viviendo.

—¡Papito! —gritó Satoru, aferrándose a su papá.

—¿Qué sucede, señor Motomiya? —pregunté sujetando la carriola en donde estaba Tulo.

—¿Buscabas esto, emperador de los digimons? —preguntó la voz burlona, que ya no reía y que de pronto aparecía ante nosotros.

Era un títere, un títere de expresión maniática, con un mazo y armas bélicas como fuente de poder, en uno de sus brazos traía agarrada una computadora negra, una laptop marca pineapple como la del señor Koushiro Izumi.

—¡Te prohíbo que le digas así a Ichijouji, Puppetmon!

—Yo le digo como se me dé la gana—rió Puppetmon, saltando de un lado a otro.

—¿Cómo es posible que tenga la computadora? — preguntó Ken, más para sí mismo que para los demás.

Un brillo azuloso comenzó a salir del señor Motomiya, y de ese raro cosmos, de manera increíble, empezó a formarse un ser con aspecto de dragón azul, de ojos cafés, tenía dos simpáticas orejas puntiagudas y la sonrisa amplia, como si estuviera lleno de entusiasmo.

—Vamos, V-mon, destruyamos a ese payaso fracasado, ¡Digievoluciona!

—Increíble—musité mientras sostenía la carriola con Tulo Izumi adentro de la misma. ¡Los digimons eran verdaderamente fantásticos!, aún sin cuerpo, aún con las memorias de los humanos borradas, aún sin su mundo, ellos estaban con sus amigos, defendiéndolos, y seguro que esa defensa era un éxito en los elegidos por el poder que debían tener los emblemas de los que todos hablaban.

V-mon se cubrió de otra luz mágica y cambió, creció al triple y le salieron alas, en el pecho tenía una enorme X grisácea, también la mirada era diferente, más desafiante… era la primera vez que veía una digievolución en primer plano.

—V-mon digivols a… ¡XV-mon!

Daisuke Motomiya traía un brazo enyesado, pero eso no le impidió aplaudir, el señor Ichijouji se acercó a mí,  me susurró de manera lenta:

—¿Puedo dejarte a Satoru, verdad pequeña? —preguntó cordialmente.

—Claro que sí—respondí mientras el señor Ken colocaba a su hijo adentro de la carriola. Satoru tenía los ojos bien abiertos, estaba sorprendido y ni siquiera podía decir palabra alguna.

—En breve tendrás la computadora—me explicó con serenidad, sin perder de vista la pelea que estaba frente a nosotros—La puerta está preparada y abierta, pero no abras la laptop hasta que Takeru llegue con su hija, no podemos arriesgarnos a que Minagawa se quede en este mundo, nadie podría protegerla.

—Sí…

—Cuando se abra la dimensión y vayas al Digimundo, asegúrate de pensar en algo que siempre has deseado, si lo haces es posible que tengas más facilidades allá, porque el Digimundo es un lugar mágico en donde la voluntad puede más que todo.

—¿Y si la puerta no se abre?

—Se abrirá si lo deseas… además, Satoru y Minagawa pueden ayudar en eso gracias al brillo de sus emblemas.

El señor Ichijouji no me dijo nada más, miró a su hijo de reojo y corrió para reunirse con el señor Motomiya, quien junto a su XV-mon luchaba contra Puppetmon; del señor Ichijouji también salió un brillo, esta vez algo gris, y luego, como yo lo esperaba, comenzó a formarse su digimon.

—¡Oh, Ken, qué bueno que me has llamado! —dijo la vocecita del gusanito digimon, que tenía muchas patas y era de color verde.

—Wormmon…—dijo el señor Ken, sonriendo.

—¡Ichijouji, no es tiempo para sentimentalismos!, hagamos la digievolución DNA, sólo así acabaremos con este fantoche.

—Pero Daisuke, ¿qué sucederá con las instalaciones de tu estadio infantil?

— ¬¬ Yo debería ser el preocupado por la pérdida de mi economía, Ichijouji.

—No lo digo por la economía— admitió Ken Ichijouji, con calma— Davis, si Paildramon aparece podría destruir las instalaciones y esa destrucción podría matarnos por los derrumbes.

Mientras ellos hablaban XV-mon peleaba con valentía, pero era claro que su poder era menor que el del títere maligno. El gusanito llamado Wormmon también estaba digievolucionando en un ser llamado Stigmon.

—¡¡Nadie me está prestando atención!! —gritó Puppetmon, iracundo, al tiempo en que con mucha furia lanzaba la laptop hacia cualquier lugar, para que se destruyera.

—¡Maldito bicho de madera! —gritó el señor Motomiya —¡Si le pasa algo a esa máquina te convertiré en astillas!

Vi que la computadora volaba, ascendía y más tarde descendía como si fuera en cámara lenta, o tal vez lo veía así porque estaba nerviosa. El señor Ken, Stigmon y el señor Davis se lanzaron para cogerla mientras que XV-mon trataba de entretener al villano; pero parecía ser tarde… la computadora estaba a punto de estrellarse, pero alguien hizo una barrida espectacular y la atrapó, como si estuviera salvándose de un out en un juego de béisbol, aunque agregándole la atrapada, que bien podría ser del fútbol americano.

—Lo tengo—dijo el salvador de la computadora.

—¡Cody! —gritó con alegría el señor Motomiya —Hacía tiempo que no me daba tanto gusto verte.

El señor Hida, que momentos anteriores se había marchado al campo de batalla, se puso de pie y le asintió a su amigo.

—Espero que no sólo te dé gusto ver a Cody, Davis —dijo el papá de Seiyuro, quien entró también a los vestidores cargando a su hijita en brazos.

—¡Por fin llegas, Takeru! —reclamó el señor Motomiya.

—Lamento la tardanza.

Takeru entró con calma, tras él, ¡Vaya!, tras él venía un ángel, un ángel muy bien diseñado, ¡ah!, y también un animal amarillo, con rostro bonachón, me dio la idea de que se trataba de un armadillo enorme.

—Ankilomon no cabe por la entrada de los vestidores—dijo Takeru, entrecerrando los ojos. —¿Podemos destruir la entrada de tus vestidores, Davis?

—¡Dejen de decir estupideces, eso es lo de menos, TK!

—¿La puerta está lista, Ken? —el señor Hida se había acercado al señor Ichijouji y le había entregado la computadora. El hermoso ángel se unió a la lucha que a mi juicio tomaban de manera secundaria, y según veía la cara del Puppetmon, a él no parecía gustarle nada que no le prestaran la atención debida.

—¡Acabaré con ustedes, niños elegidos! —gritó fuera de sí, mientras con sus poderes dejaba heridos a los pobres digimons de los amigos de mi papá.

—Te aconsejo que retires lo de 'niños'—dijo el señor Takaishi —. ¿No me digas que aún buscas jugar con nosotros?, no creo que te haya gustado nuestro último juego.

—¡Tú fuiste el maldito que me engañó!

—Así es—dijo el papá de Sei-san—. Y esta vez, voy a eliminarte.

—¡Ichijouji, necesitamos a Paildramon!

—¡Sí! —respondió el señor Ken.

Puppetmon se movilizó de manera muy audaz, ni siquiera me di cuenta de cuándo fue que llegó hasta donde yo estaba con Satoru y Tulo.

—¿Y tú quien eres? —me preguntó con su rostro feo.

—¡Golpe de fe! —dijo el ángel, y le dio en la cara al títere.

—Buen trabajo, Angemon.

—Tk, debemos confiar en Davis y Ken, sería un desastre si fusionáramos a nuestros digimons porque Shakkoumon es enorme.

—Tienes razón Cody. ¡Ken, Davis, rápido, que afuera nos necesitan!

El señor Hida se puso frente a nosotros, nos dio la laptop que segundos anteriores había revisado el señor Ichijouji, luego se volteó a  la batalla y nos dio la espalda como si nos protegiera. Takeru Takaishi sacó de la carriola al atónito Satoru y acomodó a Minagawa junto a Tulo, quien ajeno a todo estaba dormidito. Satoru se inclinó hacia la carriola para ver a los bebitos, el señor Takaishi lo imitó.

—Adiós mi preciosa—le dijo a mi pequeña primita —Te juro Min, que aunque estés lejos te cuidaré, y pensaré en que estás bien al lado de Seiyuro y Toshi… hijita, mi preciosa niña… recuerda que la esperanza siempre estará en tu pecho, junto con la luz de tu mamá… nos duele dejarte sola, pero sabemos que tu prima Hidemi te pondrá a salvo.

Levantó la cabeza hacia mí, me sonrió de una manera reconfortante, por breves momentos me olvidé de que iba a un mundo desconocido junto a tres bebés que debía proteger.

—Satoru-kun, sé buen chico y ayuda a Hidemi a cuidar de los bebés—le dijo a Satoru, quien me pidió que lo tomara de la mano.

—¡TÍ! —dijo Satoru, lleno de miedo pero con valentía, o al menos esa impresión medio a mí.

XVmon…

Stigmon…

DNA digivolvs a… ¡Paildramon!

El sitio resonó como si temblara cuando se realizó esa fusión de digimons, yo estaba azorada, con la boca bien abierta. Esa transformación había cambiado el rumbo de la pelea, y ahora el títere parecía aterrorizado por tal demostración de poder.

—¡Voy a acabar con ustedes niños elegidos, y me darán sus emblemas! —dijo mientras comenzaba a huir como loquito.

—Tras él, Paildramon—mandó el señor Motomiya, luego nos miró, y cerró un ojo con energía —¡Hasta pronto, Hidemi, dale mis saludos a mi hijo, el de los googles en la cabeza!

Corrió tras Paildramon, y el señor Ichijouji le siguió después de mirar otra vez de reojo a su hijo menor… creo que no quería despedirse.

—¡¡Papito!! —gritó Satoru. Dejó de estar estático e intentó correr tras su papá.

—No, Satoru, no puedes ir con él—dijo el señor Hida.

—Debes hacerlo ahora, Hidemi-chan, antes de que Satoru sufra más por no estar con sus papás.

—¿Pe-pe-perooo qué haré en el Digimundo? ¡Tengo miedo! ¡No quiero que por mi culpa mi primita Min y estos nenes corran peligro!

—Ellos llevan la protección de sus padres, si eso te sirve de consuelo—dijo el padre de Sei—. Nosotros así lo decidimos, el brillo más especial de nuestros emblemas está con ellos, o al menos así lo queremos creer nosotros. Hidemi-chan, cuando estés en el Digimundo habrá un camino que tú sabrás seguir, eso lo sé con firmeza.

—¡¿Y si aparecen más enemigos?!

—Alguien está dentro de ti y te protege… de cualquier manera el Digimundo no puede ser peligroso porque no hay digimons en él, todos están fragmentados… los chicos, es decir, tus nuevos amigos, se han ido a crear ese digimundo que tanto queremos, y por eso lo más probable es que aparezcas en un lugar tranquilo.

—Eso espero…

—Y si pasa lo contrario, es decir, si apareces en medio del peligro, hazme un favor, Hidemi-chan.

—¡El que sea!

—Nunca pierdas la fe.

—¿La fe?

—Se dice que la fe mueve montañas, no lo olvides.

—Señor Takaishi…

—Dime tío Takeru, por favor.

—Tío Takeru… ¿podría despedirme de papá?

—¡Por supuesto! —dijo animosamente mi… tío Tk. —Él es de los más fuertes de nuestro equipo, está en la cancha del estadio, peleando contra Piedmon, uno de los digimons más fuertes que hay, aún así Tai confía en que te reunirás con tu hermano.

—Sí, gracias. Entonces… ¿Qué debo hacer?, ¿tiene usted algún celular, tío Tk?

—Toma el mío—dijo el señor Hida.

Miré el teléfono, y tragué saliva. Con una mano sostuve la carriola, con la otra apreté el celular.

—Sato-kun, agárrate fuerte de mí y no te sueltes—le pedí—Si eres buen niño, prometo llevarte con tus hermanos.

—¿Me llevas con ellos?

—Hai—le afirmé, y sentí que cogía con fuerza la enagua de mi vestido.

—Takeru abrirá la laptop, ¿estás lista, pequeña?

—¡Sí!

—Recuerda pensar en algo que te anime, eso dará mejor resultado—dijo con tristeza el señor Hida, como si muy dentro de él no sintiera ganas de luchar. —¡Hazlo ahora, Takeru!

Tío Tk abrió la computadora… alcé mi brazo con el celular hacia el monitor, dentro de la computadora había una aurora boreal, y al ver esos colores sentí calor en mi pecho, y escuché cada latido que retumbaba no sólo dentro de mí, sino dentro de los nenes.

Sentí que me hacía pequeña, por un momento vi que de la carriola salían luces, Satoru también brillaba… y no sólo ellos… yo también tenía mi propia luz, esa luz me llevaría al Digimundo.

Desaparecimos.

Fin POV Hidemi

--

POV Cody.

Vi que Hidemi y los bebés fueron jalados por el monitor justo como había ocurrido tantas veces cuando yo era niño. En ese momento me hubiera querido olvidar de todo e irme también al Digimundo. Me hubiera gustado despertar en un campo verde con  flores silvestres y pájaros piando… estar ahí, tranquilo, tener a Hiromi y a mi hija a mi lado. Pero eso no iba a ocurrir, era imposible. Mi esposa estaba en el hospital, conectada a una máquina que la mantenía con vida, mi única hija estaba en una aventura peligrosa, lejos de mí… y yo, estaba simplemente ahí, en los vestidores del estadio de los dragones azules, cuyo dueño era mi amigo Daisuke.

—Es hora de irnos, Takeru—le susurré a Tk con tacto, desde hacía unos segundos estaba callado, y miraba constantemente el monitor. —Estoy seguro que Minagawa estará bien.

—Sí, eso espero—me dijo, cerrando la computadora—, pero siéndote honesto, Cody, tengo un mal presentimiento.

—Yo también—repliqué, apretando los puños—Por eso necesitamos acabar con los darkmaster lo más pronto que podamos.

—Eso lo sé…—se quedó serio, estático, temí que perdiera la cordura como cuando joven, pero en estos momentos Takeru sólo estaba triste, no molesto.

Ciertamente Takeru era todo un personaje, nunca podía adivinarse su reacción, pero quizá todos seamos un poco como él. Yo en estos momentos quisiera explotar y despedazar a los culpables del coma de mi esposa… sin embargo no exploto, me contengo porque no sé explotar, porque muy dentro de mí comprendo que la venganza no va a saciarme. En el fondo mi corazón me grita que he perdido a Hiromi, y eso lo sé, aunque no quiero aceptarlo… por eso estoy aquí, en esta batalla, dispuesto a buscar un milagro que me devuelva a mi mujer y que traiga sana y salva a Yuri de vuelta.

—Vámonos Cody—mencionó Tk, reaccionando. —Vayamos al exterior para traer a Shakkoumon.

—¿A quién atacaremos?

—No importa, a quien sea—respondió, echando a correr por la salida. —Vamos, Angemon.

—Sí Takeru.

En aproximados dos minutos salimos al 'campo de juego', en donde se estaba 'celebrando' una batalla realmente estremecedora. Me di cuenta de que al no ser niños éramos más rudos en nuestras estrategias… sabíamos los trucos del enemigo, habíamos perdido la inocencia.

Takeru y yo alzamos nuestros digivices para la digievolución DNA, la cual comenzó a efectuarse de inmediato.

Me parecía inverosímil estar en esta guerra al lado de Armadillomon, mi fiel amigo. Era sencillamente maravilloso que un digimon pudiera guardar su alma en nuestro corazón, como lo creíamos nosotros… era sensacional poder materializarlo con el poder de nuestros emblemas.

Yo no recordaba a los darkmasters, para mí prácticamente eran enemigos nuevos, nunca antes vistos; mis compañeros de la primera generación en cambio parecían incluso saber zafarse de las trampas de esos digimons.

—Los más peligrosos son Piedmon y Machinedramon—mencionó Takeru, meditando—En estos momentos mi hermano y Tai están con Piedmon… si ellos fusionan a Wargreymon y Metalgarudamon le harán un buen frente, más si les ayuda Imperialdramon… con Machinedramon están Koushiro y Sora, es ahí adonde tenemos que ir.

—Entendido—le dije a mi camarada de DNA, y luego volteé a nuestro digimon gigante, Shakkoumon—¡Contra Machinedramon!

—Sí Cody.

—¡Takeru! —gritó Hikari, se acercó junto a Yolei mientras su digimon DNA luchaba contra Metalseadramon al lado de Zudomon y Lilymon.

—Mi Kari, ¿estás bien?

—Estaba preocupada—musitó Kari, con voz triste—¿Los niños, se han ido?

—Sí…

—Ay, Takeru, tengo tanto miedo…

—Debemos confiar en la fortaleza de los chicos Kari, sólo nos queda eso. Sabes que si se hubieran quedado con nosotros hubiera sido peor… es muy posible que nos atrapen y nos hagan prisioneros, y en esas condiciones no podríamos cuidar de nuestros niños… también sería terrible si los usaran para chantajearnos justo quisieron hacerlo con May.

—Lo sé.

—Por eso debemos dar nuestro mejor esfuerzo para acabar con esta basura e ir por ellos—dijo Yolei, mi mejor amiga… a pesar de los años ella siempre, con su sonrisa y sus anteojos, sabía como animarnos a todos.

—¡Vayamos a luchar, Takeru! —dije lo más animado que pude y tomé la iniciativa, corrí hasta alcanzar el sitio en donde nuestro digimon se enfrentaba—¡Va por ti, Hiromi!

Sentí que mi sangre hervía de la necesidad de erradicar a esos seres llenos de odio, rencor y maldad, cuando veía esas caras sádicas, sedientas de sufrimientos, entendía que en nuestro mundo realmente existía el mal y no era relativo.

El mal y el bien existen, se contraponen y luchan, lo que no existen son el bien y el mal absolutos. Takeru y yo nos concentramos en la batalla, con nuestra ayuda Sora y Koushiro se nivelaron. Ellos volaban junto a sus digimons asechando a Machinedramon mientras Tk y yo le ordenábamos a nuestro Shakkoumon que lanzara sus discos; tuve la impresión de que algo andaba mal pero no supe que era.

—El metal de Machinedramon es el mismo que tiene Wargreymon, por tanto—explicó Izzy a gritos—Necesitamos que Tai venga a ayudarnos, Sora y yo por mientras podemos ir a ayudar con Piedmon

—No permitiré que eso se repita—dijo Machinedramon, era la primera vez que hablaba desde que luchábamos contra él. —Prometimos eliminarlos para ganar así nuestro antiguo poderío, ¿acaso crees que nos dejaremos vencer por ustedes, escoria?

Lanzó su intenso poder hacia Koushiro, quien intentó desviar el poder, pero no pudo. Megakabuterimon salió volando, Izzy se soltó de su camarada y comenzó a caer libremente hacia el suelo.

—¡Cuerno mortal! —gritó Megakabuterimon, haciendo un esfuerzo por reponerse del ataque, que Machinedramon repitió.

—¡Alas espada! — dijo Garudamon, interceptando el ataque.

—¡¡Izzy!! —gritó Mimi, desde el otro lado del campo —¡Alguien ayúdelo!

Garudamon voló en picada y logró rescatar a Koushiro de su casi inevitable caída libre. Vi que Sora revisaba al pelirrojo y con pesadumbre nos gritaba.

—¡Está inconsciente!

—¡Sora, cuidado! —gritó Takeru, previniéndola de otro ataque de Machinedramon, que desgraciadamente alcanzó a Garudamon.

—¡Sora! ¡Izzy!, ve por ellos Shakkoumon—mandó Takeru, al ver que Garudamon salía disparado hacia la misma dirección que Megakabuterimon, quien había regresado a su forma Motimon.

Corrimos hacia nuestro digimon, que acababa de dejar a Sora e Izzy en el suelo, desmayados.

—Están vivos—susurré al revisarlos—. Al parecer el poder no les dio de frente.

Izzy abrió los ojos lentamente, estaba macilento, sin su clásica chispa al mirar.

—¿Y Sora? —preguntó con voz a penas audible. Mimi y Matt llegaron hasta nosotros y casi nos empujaron para ver a sus respectivas parejas.

—Ella está inconsciente, pero viva—dijo Tk en voz baja.

—Sí… pero deberá recuperar la conciencia—murmuró Izzy, sentándose.

—¡Acuéstate! —le pidió Mimi—Acuéstate mi amor, estás herido, ¡por Dios!, te sale sangre del oído.

—Mimi, regresa  luchar junto a Lilymon, yo no puedo reposar ahora, si no nos damos prisa no podremos ir tras los niños, y Tulo es demasiado pequeño como para estar sin su madre… ¡Ve, Mimi!

Mimi asintió, tembló, y  tambaleando se retiró con los ojos llenos de lágrimas. Me pareció que Koushiro fue algo rudo con su esposa, pero yo no era nadie para juzgar a otros matrimonios… si tan sólo pudiera ver una vez más a Hiromi…

—¡Sora! —murmurró Matt, junto a ella, sosteniéndole la mano. Mi amiga diseñadora volvió en sí justo al tiempo en que Matt la llamaba.

—Izzy…—murmuró Sora, para sorpresa de los presentes.

—¿Pudiste verlo, Sora?

—Sí, fue un breve instante, pero lo vi.

—¡Entonces hagámoslo! —dijo Koushiro, poniéndose de pie.

—¿Qué demonios pasa aquí? —preguntó Yamato, intrigado.

Sora se paró con ayuda de su marido, se jaló los cabellos naranjas para estabilizar su aturdimiento y entonces miró a su esposo.

—Regresa a luchar, Matt… si este Machinedramon va a acabar conmigo, al menos le daré lucha.

—Sora…

—¡Ahora! —dijo Izzy. Tk, Matt y yo mirábamos intrigados lo que los dos pelirrojos pretendían—Un último esfuerzo, Megakabuterimon…

—¡Garudamon!

Y vi que sus pechos brillaron, e hicieron que Pyokomon y Motimon se levantaran y comenzaran a digievolucionar hasta sus etapas avanzadas.

—¡Digievolucionen!—gritaron en coro los primeros portadores del conocimiento y el amor.

"Garudamon"….

"Megakabuterimon"…

"DNA digivolvs a… ¡Hipogriffmon! (*)"

—Woooooooow, no sabía que ustedes podían hacer eso—admitió Takeru, boquiabierto. Frente a nosotros estaba una bestia enorme, con cabeza y alas de águila, pero cuerpo de caballo, tenía tres ojos en vez de dos, y también seis patas, como si al mismo tiempo tuviera algo de insecto. A pesar de lo grotesca que podría considerarse la descripción, el digimon llamado Hippogriffmon no era desagradable, y también parecía muy poderoso.

—Nosotros tampoco lo sabíamos hasta hace unos minutos, cuando alguien se lo dijo a nuestras mentes—contestó Sora.

—¿Cómo?

—Es probable que si Tentomon y Piyomon tuvieran cuerpo propio no pudieran hacer esta fusión, pero como sus espíritus se materializan gracias a los emblemas que habitan en nosotros, lo único que tuvimos que hacer Sora  y yo fue desear hacer esta digievolución, y por suerte lo pensamos en el momento indicado.

—Pero Sora, ¿con Izzy?

—Bueno, nunca me he quejado de que hagas la digievolución DNA con Taichi.

—Vale vale, querida, no me mires con esos ojos—Matt besó a Sora y retornó adonde Tai y los digimons luchaban.

La lucha se niveló mucho más gracias a la intervención del Hipogriffmon, él y Shakkoumon parecían poder acabar con el enemigo. Takeru estaba a mi lado, lucía intranquilo.

—Debemos darnos prisa  en exterminar a Machinedramon, Cody—murmuró mi amigo—. Sólo observa a Sora y a Izzy, se ven agotados, están heridos. Nosotros alimentamos a nuestros digimons con los emblemas, pero si el portador del emblema sucumbe, así lo hará también el digimon.

—Eso lo sé Tk, pero no podemos contra el darkmaster.

En ese momento nuestra plática fue interrumpida porque la tierra comenzó a temblar, el pasto fue destruido; bajo el suelo hubo un estallido, y tras la explosión, Imperialdramon en su modo de guerrero salió de la tierra, persiguiendo a Puppetmon, quien había evacuado el agujero antes.

—Esa sí que es una manera innovadora de luchar—exclamó Yolei, acomodándose los lentes.

—¡Miyako, quítate de ahí! — le grité cuando vi que Metalseadramon se lanzaba hacia ella con enjundia.

Corrí lo más que pude para tratar de protegerla, Sylphymon también voló hacia ella, pero ambos, llenos de terror, vimos cuando Metalseadramon se estrelló en Yolei, provocando un ruido que opacó el grito de mi amiga. Una luz rojiza nos cegó por unos instantes, cuando recuperé la vista no había rastro de Miyako.

—¡¡YOLEEEIII!! —gritó Ken mientras salía al campo de batalla delante de Daisuke.

Quedé estático. Eso no podía estar pasando. Yolei no podía quedar así, ¡no podía ser posible! Sylphymon y Shakkoumon se abalanzaron contra Metalseadramon  y comenzaron a atacarlo. Vi que Ken caía de rodillas, ido, sin vida.

Miyako Inoue no estaba en el estadio, no la veíamos… no sólo había muerto de forma imprevista, sino que había desaparecido.

—¡Oh, Dios! —chilló Mimi—¡Amiga!

Hikari corrió hacia Metalseadramon, y le gritó al Sylphymon:

—¡Acábalo!, no podemos permitir que Yolei nos deje, ¡debemos recuperarla!.

Lo que estaba pasando era tan inverosímil. Mi mejor amiga muerta, no, no, no, no, no, no, ¡Nooooo!

Sylphymon con un empeño admirable destruyó la cola del digimon, Imperialdramon dejó noqueado un rato a Puppetmon y cortó en dos a Metalseadramon para ver si había rastro de Miyako, el darkmaster murió tras ese ataque, vimos que se desfragmentaba en unas mariposas y se  esfumaba. No sabía si el no ver el cuerpo de Yolei fuera una esperanza, ya no sabía qué pensar. Ken buscó alguna pista de su esposa, ¡sus lentes al menos!, pero no había nada; yo seguía sin poder moverme.

—Miyako… ¡Voy a encontrarte! —gritó Ken, se le quebró la voz tras su grito desesperado, en verdad quería ayudarlo pero el shock también me poseía.

—Ella no está muerta, Ken— dijo Hikari con determinación—¡Nos quieren capturar, no nos quieren matar!

—Tengo que hallarla, Kari…

—Seguramente es la manera que tienen de atraparnos—musitó Joe, atónico.

—¡Muévanse o los atraparán también! —gritó Tai—. Todavía nos quedan tres.

Mientras estuvo ocurriendo lo de Yolei, las otras batallas no habían cesado. Hipogriffmon seguía enfrentándose a Machinedramon, Wargreymon y Metalgarurumon luchaban todavía contra Piedmon.

—Sea lo que haya pasado con Miyako, —dijo de repente Daisuke, con seriedad— no podemos quedarnos sin seguir combatiendo, ¡nuestros hijos nos esperan!... ¡Ichijouji, tú sabes que así lo hubiera querido Yolei!

Ken asintió con el rostro sombrío, frío, sin vida. Sabía que su obligación era seguir luchando, yo también lo sabía.

—¡Ahhhh! —gritó de repente Hikari—¡Sylphymon!

El digimon DNA de Yolei y Kari inesperadamente se partió en dos, un remolino rojo, repleto de datos digitales, se perdió en el cielo, mientras que una gata blanca quedaba suspendida en el aire.

—Lógicamente si Miyako no está… su digimon tampoco—musitó Takeru, al tiempo en que Kari corría para atrapar a Gatomon quien por las leyes de la gravedad estaba cayendo.

—Shakkoumon, regresa a luchar contra Machinedramon—le ordené a mi camarada, mientras volteaba a esa pelea, que de nuevo estaban perdiendo Sora e Izzy por la ausencia de Shakkoumon.

Francamente no sabía hacia donde mirar, la tensión era grandísima, no podía controlarme. A todos lados podía oír gritos de dolor, casi de muerte; me sentí dentro de una ratonera, de una trampa.

Machinedramon desvió el ataque de Hipogriffmon, y se desvió de curso apuntando hacia Sora e Izzy, ¿acaso pensaba hacer lo mismo que Metalseadramon con Miyako?

—¡Chicos, cuidado! —les previne; Koushiro jaló a Sora hacia el piso y lograron zafarse del ataque.

—Maldición, ¡no te será tan fácil! —gritó Sora—¡Contraataca, Hipogriffmon!

Hipogriffmon lanzó una extraña llamarada idéntica a su forma, Koushiro le hizo una seña a Tai, quien le ordenó a Wargreymon atacar a Machinedramon.

—¡Hazlo como aquella vez! —pidió Taichi con una energías envidiables.

Pero Machinedramon no era estúpido y se había dado cuenta de la jugada. No esquivó el ataque de Hipogriffmon como todos esperábamos, sino que recibió el ataque y lanzó su poder directo a mis amigos de cabello rojizo; Wargreymon desvió su trayectoria y tardó más llegar hasta Machinedramon, pero con su ataque en forma de tornado lo atravesó poniendo fin a la vida de ese digimon-máquina.

—Reafirma, Shakkoumon—pidió Tk, Shakkoumon lanzó su técnica, y acto seguido hubo una explosión enorme, los presentes tuvimos que lanzarnos al suelo para evitar herirnos.

—¡Lo hicimos! —gritó Taichi, contento.

—¿¡En dónde está?! ¿En dónde está Sora? —balbució Yamato.

—¡Tampoco está Koushiro! —agregó Mimi —¡Pero él estaba ahí! ¡Ay no!

Recordé entonces que Machinedramon los había atacado de imprevisto y me estremecí, porque la destrucción del digimon me atrajo más que el imprevisto ataque a mis compañeros. En lo alto del estadio, cerca de las gradas, todos los presentes vimos cómo el magnífico Hipogriffmon se partía en dos y desaparecía… Koushiro y Sora habían tenido el mismo fin que Miyako y nadie había reaccionado a tiempo para ayudarlos.

—No puedo permitir que me quiten a Sora—había rugido Matt antes de atacar sin raciocinio a Piedmon junto con su mejor amigo Tai, quien seguramente estaba igual de dolido.

—¡No, no puede ser, no lo perdono, no lo tolero! —chilló Mimi, dejándose caer en el suelo—¿Por qué siempre tenemos qué luchar?, ¡No quiero!, ¡quiero estar con mis hijos, con mi bebito hermoso! ¡¡La pagarán caro!! ¡Ay, Izzy!... ya no tengo fuerzas…

—Mimi, levántate.

—No Joe, así no puedo… no puedo luchar.

—¡Ustedes dos, cuidado! —gritó de repente Makoto Motomiya, la esposa de Davis. Ella y Jun estaban escondidas en las gradas; Makoto traía en sus brazos a un digimon de piedra y ojos amarillos, Jun no tenía junto a ella a ningún digimon, y lloraba desconsolada.

—¡Makoto, escóndete! —gritó Davis

—Dije que iba a ayudar y eso haré—respondió Makoto—. Aquí tengo a Gotsumon, pero aún no puedo digievolucionar, lo menos que puedo hacer es advertir si alguien corre el riesgo de morir… ¡Daisuke, da lo mejor de ti!

Davis asintió y junto con Ken siguieron luchando contra el escurridizo de Puppetmon, que por su tamaño se escondía constantemente de Imperialdramon.

—Cody… tú sabes que nos atraparán a todos ¿verdad?

—Sí.

—Esta no es una pelea común. Los Darkmaster están hablando demasiado poco para ser ellos.

—¿Qué quieres decir, Takeru?

—Que no son ellos mismos, alguien los controla. —Tk lo dijo con un odio bastante profundo, me hizo una seña y nos acercamos a la pelea contra Piedmon para ayudarle a su hermano y a Taichi. —. Hey Tai, no te lo había dicho, pero tu hija te ha mandado su despedida.

—Gracias Tk, lo tomaré en cuenta— susurró Tai, de manera veloz.

—En breve estarán en nuestro poder, niños elegidos—dijo Piedmon con risa sádica, mientras de la nada sacaba unas pañoletas blancas de su vestuario y las lanzaba hacia nosotros.

—¡Aún lado Cody! —me gritó Takeru—No dejes que te toquen.

Vi hacia arriba, una sábana estaba por caerme. Sentí que unos brazos me empujaban  y cuando me di la vuelta vi que la sábana estaba sobre un bulto.

—¡No, Joe! — dijo Mimi, entonces supe que había sido Joe quien me había salvado. —¡Ahora lo convertirán en muñeco!

Kari y Takeru se apresuraron a quitarle la sábana blanca de encima. Joe no estaba, y Zudomon acababa de desaparecer.

—¡Dios mío, ¿hasta dónde irá a parar esto?!

La risa de Piedmon resonaba por todo el estadio, hasta se oía su eco. De nuevo comenzó a lanzar pañuelos que se volvían sábanas y nos perseguían. Todos estábamos huyendo, yo corría sin saber nada más, a veces oía gritos, explosiones, pero en esos momentos sólo tenía capacidad para huir de la trampa.

Llegué a la barda que separaba el campo de las gradas, miré hacia arriba y no vi rastro de pañuelos, entonces me di la vuelta, pero no vi a todos mis amigos. No estaba Daisuke, ni Kari, ni Yamato. Ken estaba de pie, cojeando, y Stigmon volaba cerca de él. Takeru y Taichi estaban juntos; Mimi estaba desmayada, pero Lilymon parecía vigilarla.

—¿Qué fue lo que pasó? —les grité, pero ninguno de ellos parecía oírme.

—¡Cody! —me dijo de repente Jun Kido—Ven, escóndete con nosotras… no quiero que nadie más sufra… ¡No puedo más con esto Cody, han desaparecido a mi Joe!

—Jun, cuñada, deja de llorar, no es el… mo-momento—dijo Makoto, tartamudeando, su rostro era el dolor personificado—Yo sé que Davis volverá sano y salvo, ¡confío en él!

—Por favor Makoto, dime qué ha pasado.

—¿Acaso no has visto?, ese digimon dejó caer pañuelos que desparecieron a Kari y a Matt… y Davis… bueno, él y Ken combatían al digimon más pequeño, pero por entretenerse en destruirlo, a Davis también lo alcanzó esa sábana.

—¿Y Puppetmon?

—Imperialdramon lo destruyó, ¡sólo queda ese payaso! —susurró Makoto—Cody, acaben con ese sujeto para que Davis vuelva de regreso, sé que sólo así volverá… te lo ruego.

—Haré lo que pueda—mencioné, alejándome de la bardita y regresando adonde estaban mis amigos.

Traté de levantar a Mimi cuando la vi recostada en el pasto, pero su inconsciencia era notable, quizá se debía a su cercana cesárea, o a lo mejor había sido herida; le indiqué a Lilymon que no se alejara de ella y corrí hacia mis amigos.

—Cody… gusto en verte—jadeó Ken.

—¿Cómo acabaremos con él?

—Magna Angemon puede hacerlo—dijo Tk—permíteme deshacer la digievolución DNA, para que Magna Angemon encierre a Piedmon en la puerta del destino.

—Sí, por supuesto—respondí.

Mimi apareció tras nosotros, temblaba. Tai la sujetó para que no cayera.

—Lilymon y yo también vamos a ayudarles.

—Sí Mimi, como digas—dijo Tai con dulzura.

¡Cañón de flor! dijo Lilymon y lanzó su colorido ataque.

Terra Force agregó Wargreymon.

Shakkoumon perdió la digievolución DNA, Ankilomon reapareció entonces, y él y Stigmon atacaron también al digimon.

A continuación no supe qué pasó. La destreza de Piedmon era increíble y parecía tener controlada la situación. Todo se nublaba, pero yo no lo entendía. Un brillo cerca de mí hizo que me percatara de que Angemon había digievolucionado, la sombra me perseguía, la imagen de Hiromi me sonreía de repente. Vi que Ken y Mimi caían al suelo cerca de mí, los habían atacado. No puede ayudarles. Algo blanco me comenzaba a cubrir la cara, ¿cuándo me había lanzado Piedmon un pañuelo?… se acercaba el final de algo… pero sabía que en ese estadio de fútbol, pasara lo que pasara, alguien de mis amigos, los niños elegidos, le pondría fin a la pelea y nos daría un triunfo.

Todo se puso oscuro.

Fin de POV Cody.

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POV Hidemi.

Sentía como si acabara de despertar de un sueño. Un sueño en el que mi padre aparecía en mi vida y además tenía un hermano… fue algo bonito.

Desperté en un sitio negro. El viento era frío, muy fuerte, hacía que las copas de los árboles se movieran sin ritmo. Era un lugar escalofriante, pero muchas veces así creía yo que era mi realidad.

Hacía unos momentos que me había sentado, me ardían los ojos y no podía enfocar nada a mi alrededor, estaba confundida. ¿En dónde estaba?, ¿esto era un sueño, o antes fue un sueño?

Me puse de pie e intenté caminar. A lo lejos escuché un llanto suavecito, tierno.

—Debo estar soñando, la pierna no me duele…

No me dolía, no estaba cojeando…  el llanto seguía escuchándose. El aire removía mi vestido, el que me regaló la diseñadora Takenouchi.

—¡¡OHHH!! —grité, recordando—¡El vestido me lo dio Sora, la amiga de papá!... Mi papá y Taiki no son un sueño, ¡yo tenía que ir al Digimundo!... pero ¿En dónde estoy?, esto no puede ser el Digimundo del que tanto me hablaron.

Traté de pensar en algo ameno, pero el estómago se me revolvía al recordar que yo debía ser responsable de mi prima Min y los otros pequeños.

—¡Dios mío! —susurré horrorizada, este lugar era horrible, ¡nunca me perdonaría si a mis amiguitos les pasara algo! —¡Satoru!, ¡Min!, ¡Tulo!... ayyy, ellos ni siquiera hablan, ¡tengo que hallarlos!, ¡Sato-kun!

No sabía en qué lugar estaba, pero recordé que mi tío Takeru me había dicho que siempre se me mostraría un camino, ¡yo le creía!... a lo lejos el llanto volvió a oírse, y corrí hacia donde escuchaba el sonido, seguro debía ser uno de ellos.

… Pero quedé estática. ¡Podía correr sin ningún problema!, mi pierna estaba sana, no tenía cicatrices; me sentía ligera, ¡estaba sana!

—Entonces… el Digimundo sí es un lugar mágico.

Al avanzar vi la carriola del bebé Izumi a lo lejos, me apresuré y al asomarme vi que el pequeño Tulo era quien había estado llorando.

—Estás bien nene, no te preocupes, Hide te cuidará…—le dije, porque el verlo ahí, solito, recién nacido y sin su mamá, me llenó de tristeza. —Ahora, sólo tenemos que encontrar a Sato-kun y a Min, pequeño, juro que los hallaré y entonces seguiremos un camino y encontraremos a tus hermanos… y al mío.

—¡Hidemi! ¡Hidemi! —me llamó una voz infantil que me parecía vagamente conocida, al menos en su timbre.

—¿Quién está ahí?

—¡Hidemi! ¡Min y yo estamos aquí!

Unos arbustos se movieron, y una figura salió de ellos; era la silueta de un niño.

—¿Sa..Sato..Satoru? —musité, extrañada.

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Fin del capítulo 18

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NOTAS finales DE la AUTORA.- ¡Gracias por leer!, ojalá les haya gustado, pero al menos sé que no me dirán que ha quedado lento… @_@ pasan bastantes cosas. ¿Qué realmente habrá sucedido con los elegidos que desaparecieron?, ¿alguien venció a Piedmon?, jeje, como Cody fue privado de seguir narrando, no sabemos si Tai y Tk lograron ganar (eran los únicos que quedaban), tampoco sabemos qué ha sido de los hijos de los elegidos, ni sabemos el porvenir de Hidemi, Satoru y los bebitos… en pocas palabras, las dudas seguirán fluyendo al menos hasta el próximo capítulo, que se titula "Googles". También les pido que me tengan paciencia, poco a poco trataré de ir resolviendo el centenar de dudas que seguro tienen, yo tengo la culpa por complicar este fic.

¡Por cierto!, seguimos en la cuenta regresiva del fic, se acerca el final.

No se olviden del review, sé que este capítulo quedó horrible, pero prometo que esto mejorará mucho en los siguientes episodios (los cuales espero que no tarde mucho en redactar). Gracias una vez más, saludos a todas las personas que me hicieron el favor de dejarme comentario y mail.

Aclaración especial: (*) Me tomé la libertad de inventar que Kou y Sora hacían una digievolución DNA porque me parece justo que puedan hacerla, y bueno, debido a que considero que esos personajes tienen un rol de importancia paralela, supuse que se verían bien juntos haciendo esa evolución (quizá más adelante Mimi y Joe hagan una n_n)… y sobre el digimon resultante, o sea "Hipogriffmon", pues, jeje, debo admitir que fue lo único que se me ocurrió (y admito que saqué la idea de los hipogrifos de Harry Potter). Ojalá eso no haya quedado muy incoherente ^^U

¡Hasta pronto!

MB está dedicado los lectores de FP

Atte. CieloCriss

P.D. Espero que los narradores Hidemi y Cody no hayan quedado tan inverosímiles, los usé para variarle a la narración, ojalá no hayan quedado tan mal. También me disculpo si el fic tiene errores, ya saben que soy descuidada.

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