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NOTAS iniciales DE la AUTORA.- ¡Hola a todos!, hoy, 14 de noviembre, he terminado el #23 de MB… se preguntarán ustedes, ¿cómo es que esta autora, que ordinariamente tarda siglos en publicar, ha traído tan rápido un nuevo capítulo?, bueno, la respuesta se traduce en inspiración y algo de tiempo en la semana… y le sumo los muchos ánimos que me dieron sus comentarios: gracias Hikari TY (amiga, este cap. te lo dedico, ya que hago sufrir a quien te prometí), Lara-Luna (socia, al contrario, es un placer trabajar en el proyecto con una de mis mejores amigas y por supuesto, con una de las mejores escritoras), Dik-chan (hermana!, qué gusto me da que sigas pendiente de MB, yo también recuerdo los viejos tiempos, cuando nos conocimos gracias a FP, gracias por estar pendiente, cuídate por favor y síguele a R), Iori_Jestez (gracias por seguir pendiente, siempre espero los comentarios tuyos, y qué bueno que volviste a actualizar tu fic!!), Layla (Muchas gracias por tu apoyo, esta vez no me tardé, pero ahora prometo trabajar en girahistoria para actualizar pronto), C-Erika (Le atinaste, Satoru se hizo 'grande', n__n, gracias por tu review!), Asumi (Muchas gracias por leer mis fics y tenerme paciencia, espero MB te siga gustado), Dojiz (Hola Melissa, gracias por seguirle a mis fics, hace mucho que no nos escribimos, gracias por tu nuevo mail), Zero-Evil (Zero, me da mucho gusto que sigas mi fic aunque tarde en publicarlo, ¡es verdad!, pude haber digievolucionado a los digimons a etapas mega, pero eso ya lo había puesto en otro fic, y por eso le cambié, espero este cap te guste).

Y siguiendo con la descripción del fic: En el capítulo pasado los elegidos adultos pelearon contra los darkmaster, quienes los 'desparecieron' (a la mayoría), Hidemi por su parte, (junto a Satoru, Min y Tulo) viajó al Centro del Digimundo (o sea al Mar Oscuro). En este episodio sabremos qué fue de los otros niños, es un capítulo también "movido" (o de acción), y ya al final se vuelve algo oscuro (no sé como lo consideren ustedes)… en un principio se iba a llamar "Googles", pero la idea no me cupo en este capítulo. ¡En fin!, espero les guste… y ya sin más preámbulos los dejo con la lectura.

Nota extra: En el capítulo hay peleas entre digimons, a veces no me acuerdo bien de los ataques /y no hallé la gran cosa en el Internet/, así que si tengo algún error en el nombre de un digital o su ataque, díganme para luego cambiarle.

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MEMORIAS borradas

Por CieloCriss

Capítulo 23 **Vorágine**

Se detuvieron cuando el camino se bifurcó en tres y no había manera de precisar la dirección correcta. Kyo meditó unos  momentos, y sin previo aviso comenzó a avanzar en línea recta, entre el bosque negro, sin seguir ningún camino. Taiki Yagami lo siguió inmediatamente sin protestar; el resto de los niños que andaban en la odisea sólo miraron consternados la acción del hijo de Daisuke.

—Espera, Kyo, deberíamos deliberar por donde es mejor irnos—dijo Toshiro S. Yagami—. Esto debe ser una labor de equipo.

Kyosuke paró en seco, y se dio la vuelta, lucía bastante apenado.

—¡Lo lamento! —gritó mientras se rascaba la ceja—. Pensé que todos estarían de acuerdo… bueno, lo esencial es dejar a un lado el acantilado que está a nuestra izquierda, y si nos internamos en el bosque podremos buscar un lugar más acogedor que esto.

—¿Acogedor? —protestó Kurumi—¿Acaso hay un lugar acogedor en este horrible sitio escalofriante?, ¡es una estupidez pensar que sí!

—¿Y no sería mejor seguir algún camino? —preguntó Doguen, con la mirada temerosa al ver la entrada al inmenso y poblado bosque repleto de copas azabaches y raíces sin vida.

—No, por supuesto que no—replicó Taiki—. Kyo hizo bien al meterse en el bosque, ahí nadie nos encontrará, y si nos vamos por el camino es posible que los digimons malignos nos hallen.

—Qué asco… no entiendo cómo esto puede ser el centro del Digimundo, te da a entender que los digimons han nacido sólo de lo malo… sí, qué asco—se quejó Ben, cruzando los brazos con arrogancia—¿Qué quiere decir este lugar?, llevamos siglos caminando como estúpidos sin saber siquiera qué haremos y adonde vamos.

—¿Qué?, ¿insinúas que este viaje es en vano? — preguntó Taik, desafiante.

—Creo en el propósito, pero hasta ahora estamos haciéndonos tontos, ¡JA!, porque en cuanto llegamos sólo nos echamos a andar y no hemos hablado de lo que haremos desde entonces. La verdad es que estamos perdidos.

—¡Ben!, no empieces—rogó Osen, temiendo que Ben y Taiki se pelearan de un momento a otro—Sí, tienes razón al decir que no estamos llegando a nada—Osen tosió un par de veces, pero siguió hablando, modosa y seria a la vez—, pero no tenemos muchas opciones, ¿no lo crees?

—Sigamos—propuso Kyo, ignorando a sus amigos.

Sei, sin embargo, dijo con voz firme.

—No. Hay que descansar.

La mirada del niño rubio era dura, extraña, él llevaba horas observando a sus amigos. Mientras que Kyo y Taiki iban al frente, Seiyuro caminaba de un lado a otro, a veces al frente, en ocasiones atrás, como si estuviera pendiente de todos. Durante el transcurso había visto los desolados rostros de sus compañeros. Había visto una sombra en los párpados de Zetaro, y notó que la oscuridad estaba aposentada sobre la luz de Toshiro; Osen había palidecido por el frío, y por más que Ben la obligaba a ponerse chamarras y suéteres encima de la ropa, la desagradable tos no se le había quitado; pero aunque esos detalles para Sei no estuvieron desapercibidos, lo que más lo mortificó fue el ver el desgaste de su prima Mayumi.

May estaba totalmente decaída, cansada, sin energías. A pesar de que la chica era intrépida y valiente desde que habían llegado al mar oscuro había caminado a mero atrás, tambaleándose, negando socorro y balbuceando onomatopeyas. Seiyuro sabía que Mayumi no se quejaría y se entercaría en seguir adelante, pero el de la esperanza comprendía que los seres humanos tenían límites, y el límite de algo fatal se tejía en torno a su prima.

—No podemos detenernos, Sei, y lo sabes—dijo Kyo, con calma, quizá también se había dado cuenta de la situación, sin embargo creía que todos debían hacer un esfuerzo más para llegar a un sitio menos tétrico.

—Eso dilo por ti, Kyo—mencionó Seiyuro—. El que todavía tengas energías, no significa que los demás estemos en tus zapatos.

—¡Pero no podemos quedarnos aquí!

—¡Sólo velos, Kyosuke!, no podemos continuar, no así… May necesita un descanso urgente, aún no se ha recuperado del robo de energías de los digimons oscuros.

—¡Estoy bien! —interrumpió May, casi jadeando, con las pupilas vagas y lejanas.

Seiyuro entonces frunció el ceño como nadie lo había visto nunca, se dirigió a May, la sostuvo de los hombros, y le habló con voz dura, muy dura.

—Entiende que hay veces en las que NO se trata de querer seguir, Mayumi. Si sigues a ese ritmo, tus piernas dejarán de responderte y vas a desmayarte, o te pasarán cosas peores porque no te cuidas. Yo no pienso permitírtelo por más terca que seas, ¡NO! así que siéntate y obedece sin querer hacerte la fuerte una vez en tu vida.

May sintió un extraño nerviosismo. Ver a Seiyuro Takaishi tan alterado, tan severo, la afectó a tal punto que obedeció. Sei volteó entonces hacia Kyo, esperando respuesta.

—Bien Sei, comprendo que yo no soy nadie para ordenar si nos quedamos o no, pero date cuenta, no podemos acampar aquí, el sitio está desierto, lo mejor será buscar un escondite en el bosque.

—¿A costa de la salud de nuestros amigos?

—Sei, Kyo, por favor, silencio—mandó Toshiro, molesto—. Sólo están asustando a los demás… lo que necesitamos hacer es buscar un punto en común. —Toshi entonces agregó: —Lo que dice Sei es verdad, necesitamos un descanso. Pero lo que Kyo argumenta también es razonable. ¿No les parece bien descansar un rato y luego seguir?, en este sitio no sabemos si es de día o de noche, ya han pasado más de 12 horas desde que llegamos y creo que deberíamos dormir…

—Entonces Toshi, tengo una idea—dijo Yuri—Hay que descansar aquí, y mientras, algunos de nosotros, los que estemos menos agotados, podemos introducirnos al bosque para buscar refugio. Cuando lo hallemos regresaremos y llevaremos a todos.

—Buena idea, Yuri—dijo Kyo— ¿Te parece, Seiyuro?

—Sí. —respondió Sei, sin quitar la vista de su prima May.

—Iré yo, si están de acuerdo—mencionó Kyosuke.

—Yo también te acompaño, todavía tengo muchas energías—agregó Taiki, sin expresión clara en su rostro.

—Me uno a ustedes—dijo Yuriko.

—De acuerdo, pero tengan cuidado, llévense los comunicadores que trajo O-chan—recomendó Toshi, mientras Osen Izumi sacaba de su maleta un par de baby-comunicadores.

Cerebrito, ¿esas cosas no son las que le compraron a Tulo?

—Sí Ben, pero las tomé prestadas porque nos serían de mucha utilidad en este lugar. —Osen le dio un aparato a Yuri—. Estos comunicadores no son tan avanzados, por eso pueden funcionar aquí.

Hubo un "Ohhh" generalizado.

—A fe mía O-chan, que eres una chica-cerebrito, como dice Ben… pero claro, en el buen sentido de la palabra, ¿verdad?

La pelirroja se sonrojó a tal punto que escondió la cabeza. El aire negro la hizo toser nuevamente, sus amigos la miraron preocupados.

—Partimos entonces—dijo Kyo, sonriendo, con valentía única—, y no se preocupen, que no iremos muy lejos.

—Esperen…—musitó entonces la voz de Zetaro Ichijouji.

—¿Qué pasó Zet? —preguntó su hermana.

—Yo… debo ir con ustedes—volvió a decir Zet, como si estuviera a punto de llorar.

—Descuida Zet, te ves agotado, ¡nosotros iremos y encontraremos un refugio!, luego haremos un plan para ver qué hacer—animó Taik.

—Es que no lo entienden—mencionó Zetaro, temblando—… debo ir…

—¡No digas tonterías! —regañó Kurumi.

—¿Por qué tienes que ir con ellos? —preguntaron Kotaro y Doguen al unísono.

—Porque yo sé por donde hay que ir—murmuró en voz queda.

—Zet…

—No lo han dicho en voz alta, pero sé que sí lo han pensando. Sé que la mayoría de ustedes se han puesto a pensar en si yo estuve aquí antes, cuando estuve influenciado por la semilla de la oscuridad. —todos fijaron su vista en el morado, quien con amargura anexó: —Sí, tienen razón: yo estuve aquí. Y lo que es peor, yo le di vida a este mundo porque desfragmenté los datos malignos que me hizo crear la Semilla de la Oscuridad…

—¿Y qué quieres decir con eso, Zetaro?—preguntó Kurumi, a punto de estallar en histeria.

—No sé si sea mi culpa que hayamos aparecido aquí, hermana… pero sí sabría cómo guiarlos… al menos, sé donde está la fortaleza del enemigo de la que habló Osen, que es donde están los datos que debemos liberar para el regreso de los digimons.

—No Zet, claro que no es tu culpa el que estemos aquí—dijo Osen, muy segura.

—Ven con nosotros entonces, camarada—replicó Kyo, amable y reconfortante.

—Claro Zet, ve con ellos mientras nosotros nos hacemos cargo de lo demás—agregó Sei.

—…—Kurumi no respondió, sólo le asintió a su pequeño hermano sin estar completamente segura.

Zetaro agradeció el permiso de su hermana con un gesto y se apresuró a alcanzar a Taiki, Yuri y Kyo, quienes ya habían comenzado a avanzar por los laberintos boscosos del mar oscuro.

"El mar oscuro es el centro del Digimundo" pensó Osen, consternada ". Este lugar es el punto de la destrucción y de la oscuridad,  todo lo que debería ser luz está fragmentado en ese castillo, o al menos en la leyenda de los primeros niños que salvaron al Digimundo pasó así. Es un sitio horrible...l".

—Hey, Cerebrito, tómate la medicina—Ben prácticamente le atascó el inhalador en la boca a su hermanastra, quien aspiró desesperada y mejoró su respiración al sentir el medicamento en ella.

—Gracias Ben.

—Ni creas que me tienes muy contento con tus payasadas. Me he dado cuenta de que no te has tomado bien la medicina, a veces finges que te la tomas. Espero que con esta recaída aprendas a no ser tan boba.

El muchacho le dio la espalda y se retiró varios metros de los demás, se sentó sobre una roca y se entretuvo sacándose la mugre de sus uñas.

—Anda May, recuéstate—ordenó Sei, acomodando una colchoneta.

—No nos quedaremos aquí—susurró May.

Sei no respondió y acostó a su prima, Kotaro miraba azorado las atenciones de Seiyuro para con su hermana.

Todo era tétrico ahí. Era negro, tan negro como el espacio en donde su papá viajaba cuando era astronauta. Tan negro como las noches en que sus padres se peleaban y amenazaban con separarse para siempre. Kotty se sentía un fantasma: invisible e inservible, chiquito e insignificante, perdido, solo, torpe. En cambio Sei parecía ser un chico responsable, siempre pendiente de la familia. Kotaro Ishida sentía que no podía competir con ello, con la imagen perfecta de su primo.

—Primo Sei, ¿puedo ayudarte en algo?— indagó en bajito.

—Oh sí, Kotty, claro— respondió Sei—. El otro día te enseñé una canción, ¿recuerdas? En estos momentos podríamos cantarla.

—Primo Sei, pero aquí está feo y no me acuerdo de las canciones…

—Entonces estaría bien platicar de algo, ¿no crees primito?, jeje, ¡por ejemplo!, tengo una cuestión—Era claro que Seiyuro hacía todo eso para entretener a su primo y no angustiarlo, los demás miraban la escena conmovidos, pero a la vez llenos de tristeza. Era penoso que un chico tan pequeño como Kotty estuviera inmerso en ese lugar sin futuro, en donde casi estaba perdida toda esperanza.

—¿Cuál?

—¿Qué quieres ser cuando crezcas?

—Mhh, astronauta como papá.

—¿Y tu, May? — interrogó Sei, sonriendo.

—Seré todo, menos astronauta y diseñadora de modas—ironizó la rubia, aún con su desgaste físico y mental.

—Yo seré cineasta… me casaré, claro,  y tendré trillizos, que se llamarán  Seiji, Seiya y Seichirou, los 'tres Sei'.

— …

—Yo seré locutora de radio—agregó Kurumi.

—¡JAJAJAJAJA!, ¿tú?, ¡Caramba!, la insecta mayor reventándole el tímpano a su auditorio—rió Ben, Doguen no pudo evitar seguirlo, pero de manera discreta.

—Al menos sé lo que deseo ser.

—Yo seré rico, eso es lo único que sé. —respondió Ben, haciéndose el digno.

—¿Qué me dices tú, Llorón?

—Quizá biología, o algo parecido—contestó Doguen, sonrojándose—¡Y no me digas Llorón, Seiyuro!

Toshiro oía los comentarios y asomaba en su tranquilo rostro una sonrisa tenue, perdida en sí mismo; le daba gusto ver más animados a sus amigos, aunque sentía que él no podía ser como ellos. Para sus amigos no era tan difícil estar aquí. El mar oscuro era para Toshiro una sentencia de culpabilidad inevitable. Estar encerrado entre tanta negrura parecía refutarle a cada momento: eres un asesino, eres lo mismo que yo… recuerda, recuerda…

Y los recuerdos llegaban poco a poco de su inconsciente y no se iban. Toshi odiaba eso. Detestaba ser diferente a los demás en ese aspecto. Si por él fuera, hubiera preferido no ser esa luz que su madre siempre le admiraba. "Porque la luz quiere eclipsarse" se dijo lentamente, analizando sus palabras "Esa voz hizo que la luz que debía habitar en mí ya no estuviera… y todos mis amigos lo desconocen, no saben lo que yo hice, cómo quisiera nunca haberlo recordado… por eso entiendo cómo se debe de sentir Zetaro, lo entiendo perfectamente, pero él es más valiente y les ha dicho a todos lo que hizo, en cambio, yo soy un cobarde".

—Toshi-kun, ¿pasa algo?, ¿piensas en lo que vamos a hacer?

—No O-chan, sé que para cuando Kyo y los demás regresen ya tendremos una solución. Lo que me preocupa un poco es el no estar seguro de que nuestros digimons podrán ayudarnos y materializarse como los de nuestros padres.

—Oh, ya verás que sí podremos, nosotros también tenemos el brillo de los emblemas porque nuestros papás nos los han brindado desde la fusión prohibida, mi papá me lo explicó, esta vez tenemos defensas.

—Pero no sé si podamos hacer aparecer a esos seres en este lugar tan oscuro.

—Toshi, me da la impresión de que algo te preocupa.

—¿Te sientes muy mal? —preguntó de improviso Toshiro. Él, en la Fusión Prohibida, había sido el culpable de los dolores de Osen, esa odiosa voz lo había poseído y había provocado que le hiciera daño a su querida hermanita postiza.

—Sólo tengo un poco de gripa.

—Ya veo—cortó súbitamente Toshi— Lo mejor será que almorcemos.

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A lo lejos, en un firmamento sin estrellas, se veían tres satélites pálidos, redondos, hasta frágiles, pues tenían la pinta de ser sólo nubes estáticas y algo transparentes. Seiyuro Takaishi las observaba sin perder detalle alguno, como si esas lunas viejas y lejanas tuvieran un significado en su aventura. A su lado, sentado en una fría colina de piedras grises, adornada por una fogata, estaba Toshiro, y ambos con los ojos bien abiertos, esperaban noticias.

Habían pasado varias horas desde que la comisión de Kyo, que buscaba refugio, se había internado en el bosque; ahora ya era de noche, pues aunque no hubiera aparecido el crepúsculo hacía más frío y se veían las lunas; los chicos no hablaban entre ellos, sólo de vez en cuando se lanzaban esporádicas miradas de preocupación. Temían decir en voz alta el miedo que les daba que sus amigos no regresaran, pero muy dentro de ellos, sabían que cabía esa posibilidad en la realidad.

Atrás de ellos había colchonetas instaladas lo más alejadas posibles del acantilado, en las bolsas de dormir descansaban algunos chicos, otros pocos dormían. May Ishida estaba reposando en su sleeping con los ojos abiertos, su hermano Kotaro parecía dormir plácidamente cerca de ella. Ben, Osen y Doguen estaban recostados en los primeros troncos del bosque y se cubrían con una gruesa cobija magenta, los tres tenían los ojos cerrados, aunque no se sabía si dormían. Kurumi en cambio estaba de pie, caminando de un lado al otro con desesperación, lloriqueaba como si todo estuviera perdido.

—Le debí haber dicho que no fuera, ¡debí haberle exigido!... Si a Zetty le pasa algo…

—Kurumi-chan, siéntate—mandó Toshiro, algo exasperado por el comportamiento de su amiga.

—¡Es que no llegan! ¡Tenemos que buscarles!, ¿y si intentas de nuevo con ese comunicador de tercera?

—Los chicos lo traen apagado, es inútil—expresó Sei.

—¡Entonces no me pidas que me calme mientras que mi hermano, Kyo y los demás pueden estar muertos!

—No me parece justo que los des por muertos  si no estás segura—dijo Seiyuro, revolviéndose el cabello—Ya verás que llegarán… de un momento a otro, y cuando lleguen podrás reclamarles.

—Eso no me sirve de consuelo—Kurumi se dejó caer al piso de forma imprevista, Toshi y Sei no le quitaban la vista de encima—. Si a Zetaro le pasa algo, y no puedo disculparme por ser mala hermana, no podré vivir en paz nunca más.

—Zet no es un niño débil, Kurumi-chan— mencionó Toshiro—. Sé que eso te parece, pero mientras que no te des cuenta de la fortaleza de Zetaro, no podrás disculparte por según tú ser mala hermana.

—Toshi tiene razón— anexó Sei, con su vista azul ahora directa al satélite más grande—. Por cierto y cambiando de tema, ¿no les parece raro que haya tres lunas en el centro del Digimundo?, se ven bonitas, son como un adorno en medio de la nada.

Unas pisadas impidieron que  alguien le respondiera a Sei, los chicos al oír ruido se pusieron de pie al instante, y los que tenían armas del dojo Hida, las sacaron.

El baby-comunicador comenzó a sonar, entonces Toshiro lo encendió.

—¿Kyosuke?, si eres tú contesta—exigió un tanto paranoico.

—Jeje, quería ver si esto servía— contestó Kyo, pero entonces Toshi notó que oía la voz de su amigo por dos distintas fuentes.

De la ramada del bosque, que estaba a la derecha apareció la figura de Kyo, quien llevaba el comunicador entre sus manos y su oreja. Tras Kyo se dibujaron las sombras de varios niños más.

—¡Kyo! —gritó Sei, formando una sonrisa—. Me da tanto gusto verlos con bien que no los regañaré por la tardanza.

Kurumi Ichijouji estaba estática, mirando perpleja a los recién llegados.

—Debieron haberse comunicado—reprendió Toshiro.

—Olvidamos que llevábamos el aparato—admitió Kyo—. Estuvimos muy ocupados.

Pero Kurumi entonces se lanzó hasta Kyo y le soltó una cachetada.

—¡¿Cómo te atreves?!, ¡casi me muero de la preocupación y tú sólo dices que se olvidaron del aparato!

Kyo Motomiya palideció atemorizado, se llevó la mano a la mejilla. Kurumi vislumbró la figura de su hermano menor, lo jaló y observó durante unos segundos. La mirada de Zet era seria, cansada, todavía lúgubre.

—¡No ha sido culpa de Kyo! —excusó Zetaro. —Ni de Yuri, ni de Taiki, ¡ha sido mi culpa el que nos tardáramos!

—Pero casi me muero de la preocupación… ¿no lo entiendes Zetaro?, pudiste morir…

—Yo no lo hubiera permitido, Kurumi—susurró levemente Kyosuke, dándole la espalda a los hermanos Ichijouji.

Las frases de Kyo parecieron ser sellador para la boca de la hija de Ken, quien al no hallar argumento que decir, se echó a llorar mientras abrazaba a Zetaro. El resto de los chicos que descansaba se levantó inmediatamente para ir a preguntar qué cosas habían vivido los recién llegados.

Yuri pidió de favor una bebida, Kyo y Taiki se echaron cerca de la fogata y se sacudieron las manos. Los cuatro viajeros se veían ojerosos, hablaban poco, los demás esperaban expectantes, ¿qué habrían visto?, ¿realmente habrían llegado a la fortaleza esa?

May se sentó junto a su amigo Taiki, quien se sonrojó al verla y perdió su mirada en otra parte, Mayumi suspiró, luego con voz grave preguntó:

—¿Qué fue lo que vieron?, ¿no piensan decírnoslo?

—Sería lo más razonable que nos tomaran en cuenta—renegó Doguen—, Vamos, primo Kyo, dígannoslo.

—Sí, nadie piensa ocultárselos. —dijo Kyo—. Sólo queríamos estar un rato en silencio, para olvidarnos de lo que vimos.

—Taik, ¿realmente llegaron hasta el castillo de Lucemon? — Osen se sentó junto a Taiki, quien le asintió.

—¿Castillo de Lucemon? —indagó Kotty.

—Oh, es el nombre real del que llamamos en la tarde fortaleza del enemigo; es ahí en donde la leyenda dice que habitaba el digimon Lucemon, quien estaba comiéndose los datos de los digimons para luego destruir el Digimundo; es ahí en donde seguramente están los datos que necesitamos restaurar para impedir la fusión prohibida.

—Zetaro nos guió hasta él—informó Taiki—, pero fue muy difícil llegar, y lo hicimos a escondidas, casi nos descubren.

—¿Cómo, hay insectos malignos por ahí?

—El sitio de Lucemon, como le dice Osen, está muy bien resguardado por digimons malignos, y según recuerdo, esos digimons son los mismos que vimos en la bodega donde tuvieron secuestrada a May. Son los digimons de los que hablan los libros de Takeru, son los antiguos enemigos y están protegiendo la fortaleza maligna.

—¿Y cómo le hicieron para que no los vieran? —preguntó Kotaro, interesadísimo.

—Eh, bueno, estábamos escondidos entre los arbustos, fuimos discretos. — agregó Yuri, sorbiendo su té verde.

—Descubrimos varias cosas—empezó a decir Kyo. —¿Por qué no les cuentas, Taiki?

Taiki asintió, luego su voz, ligeramente ronca, comenzó a escucharse, y nunca antes los niños le pusieron tanta atención al Yagami como en esos momentos, incluso Kurumi dejó de llorar y soltó a Zetaro.

—Comenzamos a caminar por el bosque a como Zet nos fue diciendo, y la verdad es que fue un excelente guía, porque sus decisiones nos ayudaron a llegar adonde debíamos… a mí no me importa lo que haya hecho antes, me refiero a que, no creo que eso de la semilla oscura deba mortificarle tanto, porque después de todo él es nuestro amigo y nos ha sido de mucha más utilidad que nadie, en fin, me desvío… a las pocas horas, dos más o menos, hallamos una cueva muy bien resguardada; Yuriko piensa que sería un escondite perfecto.

—¿Y cómo llegaron al castillo, primo?

—A eso iba, Toshi—agregó Taiki, con voz en susurro—. Bueno, revisamos la cueva, pero decidimos ir más al este porque Zet dijo que recordaba algo… caminamos mucho tiempo más, a veces parecíamos dar vueltas en círculos. Finalmente, cuando ya íbamos a regresar, pudimos ver que el bosque se acababa, y que al fondo se veía una construcción enorme, un castillo medieval de color negro, impresionante, y yo con el binocular de papá vi que lo rodeaban digimons enormes y muy fuertes. Estuvimos un rato viendo el sitio con la intención  de espiar, pero mientras estábamos ahí sentíamos que alguien nos veía y por eso mejor nos regresamos… ahh, también descubrimos que los tres caminos que hicieron que nos detuviéramos aquí se dirigen al Castillo de Lucemon.

—¿Cómo?

—El castillo de Lucemon tiene tres puertas, dos a los costados y una al frente, así que cualquiera de las tres veredas nos hubiera llevado allá… Zet también dijo que había un pasadizo secreto, en la parte trasera… eso es todo, luego regresamos.

—Se tardaron siglos—opinó Ben—. ¿Y qué haremos entonces? ¿Ir al Castillo del tal "lucecita"?

—De regreso Kyo y Yuri pensaron en un plan—murmuró Zet.

—Así es, pensamos en una posibilidad, pero antes deberíamos trasladarnos a la cueva—propuso Yuri.

—No, mejor digan de una vez el plan y luego nos marchamos—pidió Seiyuro.

—Pues… la verdad camarada, nosotros creemos que lo mejor será atacar directamente al enemigo.

—¡DEMENCIA TOTAL! —gritó Kurumi—. Se nota que todavía son unos críos, ¡esto que estamos viviendo es real, no una digiaventura!

Kyo volvió a ponerse lívido, porque las palabras de Kurumi lo ponían nervioso en vez de sonrosarlo.

—Se dividiría en dos al equipo. 6 atacarían directamente a los digimons enemigos, esa sería una carnada temporal para despistar al enemigo…

—Entonces los otros seis entrarían por el pasadizo que conoce Zet, ¿cierto? — interrumpió Osen.

—Sí… ya una vez adentro, los seis espías tratarían de llegar adonde están resguardados los datos.

—¿Y si descubren a esos seis? —preguntó Doguen.

—No lo sé, empezaría la lucha, supongo—dijo Kyosuke, todavía con la cabeza gacha— y el resto de los niños, es decir, los que actuarían como carnada, luego entrarían al lugar del enemigo para ayudar…

—Pero ¿quién nos asegura que no moriremos en el intento?

—Eso nadie te lo asegura, corremos el riesgo de fracasar— respondió Sei, mirando fijamente el fuego—. Pero cierto día leí que una vez muertas las posibilidades, aparece a menudo la esperanza. Aún así, los digimons no nos matarán, antes  nos capturarán para chantajear a nuestros padres.

—En eso tienes razón—mencionó May, con amargura.

—¡Manos a la obra entonces! —volvió a decir Sei, poniéndose de pie—. Primero que nada tenemos que trasladarnos a la cueva, ahí dividiremos los equipos…

—¡¡Yo quiero que me toque entrar al castillo de Lucemon!! —dijeron varios chicos a la vez.

—Ese es otro problema, todos querrán ser espías, pero no se puede—dijo Toshi—. Mejor hay que hacer un sorteo… aunque en el caso de Osen y de Zet, es primordial que ellos sí sean de los que entren al castillo, eso porque Zet conoce el pasadizo y O-chan puede ayudarnos con la computadora del brazalete digital.

—Maldición… estúpidas rifas—gruñó Ben, levantando su equipaje.

Los demás niños lo imitaron y le asintieron a Toshi sin pensarlo mucho, les quedaba el resto de la noche para organizarse.

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—¿Sa… Sato… Satoru? —exclamó Hidemi Yagami, con sus ojos canela bien asombrados y sus pestañas volando por el bravoso aire del mar oscuro.

Ella y tres pequeños más habían aparecido en el Mar de la Oscuridad por medio de un portal que Ken e Izzy habían preparado para sus vástagos. Si Hidemi hubiera sabido la clase de lugar que era el Digimundo probablemente se hubiera negado a traer con ella a los nenes, a los cuales consideraba que no podría proteger.

Una vez despierta en esa pesadilla había hallado a Tulo Izumi, y ahora estaba atónita, pues frente a ella estaba un niño de posibles seis años que le parecía el vivo retrato agrandado del pequeño Satoru Ichijouji, de dos años y medio.

—¡Hidemi, me has reconocido! —entonó la vocecita alegre, saliendo de las ramas y llevando en sus brazos a una beba de meses—, Mira Min-chan, ahí está Hidemi, no nos hemos quedado solos en este feo mar.

Tras ellos el paisaje era acuático, pero asimismo pálido, grisáceo, aterciopelado en nada bello, sólo en el frío y en el negro, lo único con vida eran las olas, que iban y venían sin descanso, provocando un sonido cacofónico, uniforme, chirriante.

—¿Pero?, ¿cómo es posible? —Hide corrió hacia Satoru arrastrando al mismo tiempo la carriola en donde yacía Tulo; miró azorada al niño.

Sí, era tremendamente parecido a bebé Satoru, por algo ella lo había reconocido. El chico que estaba frente a ella debía tener cercana la edad de Kotaro Ishida, tenía el cabello azuloso y lacio, sus ojos eran grises y llevaba anteojos. Era delgado, llevaba ropas plateadas.

—Cuando vengo al Digimundo, crezco—respondió Satoru, con una fina sonrisa—. Porque es el deseo de los digimons…

—No lo comprendo, ¿estás bien?, ¿vienes del futuro?

—No recuerdo nada del futuro, pero sé que tú eres mi amiga Hidemi, y me dijiste que me llevarías con mis hermanos, ¿verdad que sí me llevas con ellos?

Hide asintió aún sin tener claro lo que sucedía, tomó a Minagawa en sus brazos y la colocó en la carriola junto a Tulo.

—Parece que sí creciste, pero aunque piensas como un niño más grande, tienes tus recuerdos de cuando eras bebito, ¡eso es impresionante!, pero no me extraña, porque en este mundo hay magia aunque esté tan feo y oscuro, por algo yo puedo caminar bien. Tu papá, el señor Ken, y también los señores Hida, Motomiya y mi tío Takeru, me dijeron que debía pensar en algo que me animara… y al llegar aquí, mi pierna ya no está enferma, ¡y tú creciste!

—Pero Min-chan y el otro nene no—dijo Satoru—. Ojalá lo hubieran hecho, así tendríamos más amigos.

—Ellos son nuestros amigos a pesar de que son tan chiquitos, y por eso debemos cuidarlos, ¿no lo crees Sato-kun?

—¡Sí!

—Ahora, antes de irnos a buscar a tus hermanos y a Taik, hay que cobijar a los nenes, porque Tulo estaba llorando por el frío, y no quiero que ni él, ni Min pesquen un resfriado.

—¿En dónde están mis hermanos? ¿Adónde iremos?

—Hay un camino que encontraremos, eso al menos me dijo tío Takeru, que el camino aparecería de momento a otro.

—No me gusta este mar, ni la tierra, está muy negra… ¿no podemos volver con mamita?

—No Sato-kun, debemos ser niños fuertes, así como lo son Taik y tus hermanitos, a ellos tampoco les gusta este lugar, pero están aquí, porque quieren ayudar a rescatar a los digimons.

El niño bajó el rostro sin comprender, era muy pequeño y de repente se había estirado. Lo único que hizo Satoru fue coger la mano de Hidemi con ternura, como diciéndole 'No entiendo lo que pasa, pero quiero ir contigo, no me dejes solito'. Hide se enterneció, con maternal cariño le sobó la cabellera y arropó a los pequeñitos que estaban a su cuidado.

Ella hallaría el camino y volvería a ver a Taiki.

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El plan estaba hecho. Bajo la oscuridad de la cueva habían encendido otra fogata, esta vez más grande, y alrededor de ella, el fuego podía ver los rostros de los doce niños, que hablaban lentamente, en susurros.

Momentos anteriores habían hecho un sorteo que prácticamente les obligaba  a seguir un destino que ellos no estaban seguros de si era el correcto. Y por eso sus miradas, en partes llenas de miedo, en parte llenas de inconformidad, traspasaban el fuego.

—Los resultados quedaron así—murmuró Toshiro S. Yagami, revisando los datos que había escrito en el cuaderno de dibujo de Zetaro—. Los que despistarán al enemigo para que los otros entren al castillo de Lucemon, son Kyo, Kotaro, Kurumi, Yuriko, Doguen y Seiyuro.

—¡Protesto! —Seiyuro alzó la voz—; yo necesito ir a ese castillo.

—Yo también lo quería, camarada, pero así nos tocó, esa fue nuestra suerte y si salieron así las cosas debió ser por algo—mencionó Kyosuke, sosteniendo del hombro al inconforme de Sei.

—Esta bien… pero me parece que el equipo está desnivelado…

—Los que entraremos al castillo somos Mayumi, Ben, Zetaro, Taiki, O-chan y yo—replicó Toshi, con calma siniestra.

—Yo no creo que el equipo esté desnivelado—opinó Yuri, muy seria—Los chicos que entrarán al castillo, todos ellos, son muy fuertes y perseverantes.

—Sí, mi primo Sei lo sabe—dijo Kotaro—, pero él está preocupado por mi hermana.

—Yo puedo hacerlo bien, no se metan en mis asuntos, no soy una debilucha.

—No sabemos si realmente vamos a triunfar, pero así quedaron las cosas, Sei—agregó Toshi—Confía en nosotros así como nosotros confiamos en ustedes.

—…Yo tampoco estoy conforme en que Zet se meta a esa casa de horror.

—La verdad chicos, el trabajo de los que se quedan afuera es más complicado y riesgoso —opinó Osen, de su brazalete digital comenzó a buscar unos datos, sus amigos esperaron hasta que la pelirroja accesó a un programa y abrió un mapa—. Yo ya conseguí el mapa de ese castillo… ya que no me pude traer al pinneaple de papá, me aseguré de pasar todos los datos de la fusión prohibida a este computador, y en la profecía está el mapa de este sitio; por eso correremos menos peligro que los que desafiarán a los digimons para que el resto entremos. Considero que el trabajo es en equipo y cada parte es importante.

—O-chan, tienes toda la razón—sonrió Sei—, lamento mi comportamiento, todos lo haremos bien, ¡y como siempre, la esperanza nunca morirá!... Es nostálgico, así que aprovechemos esta noche, quien sabe cuando nos volveremos a ver, vean hacia el cielo, las tres lunas que se ven desde aquí están desapareciendo, y cuando amanezca, cada equipo entrará en acción.

—Err… Seiyuro, ¿cómo quieres que veamos el cielo si estamos adentro de una cueva?

—Ay, Llorón, ¡no comprendiste mi metáfora!

—Sí, como no.

—Mejor durmamos un rato…—se quejó Ben, tallándose los ojos.

—Sí, hay que descansar—creyó Taik, recargándose en la pared húmeda y mohosa de la cueva.

—La sesión de organización se cierra entonces—dijo el metódico de Toshiro—. A las siete de la mañana los dos equipos saldremos en busca de la misión. El equipo uno se irá por los tres caminos que llevan al castillo de Lucemon y lo atacará de frente, el equipo dos se internará en el bosque y cuando se despiste el enemigo entrará al castillo para impedir la fusión prohibida.

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El amanecer no se hizo presente, porque en el mar oscuro no había luz solar. Los hijos de los elegidos supieron que era de día gracias a que las lunas habían desaparecido, y a que el frío era menos intenso; Sei también aseguró que el cielo estaba menos opaco, más gris que negro.

El reloj que reposaba en la muñeca de Taiki vibró, la alarma se activó siendo las siete de la mañana.

—Es hora…

Entonces los chicos se separaron. Toshiro, Mayumi, Ben, Taik, Osen y Zet, entraron con presteza en el bosque, mientras se adentraban y pisaban la hojarasca, Zet los guiaba de manera rápida; la obligación del morado era llevar a sus amigos al Castillo de Lucemon por el camino oculto, mientras los otros seis compañeros entretenían al enemigo.

Doguen y Kurumi tomaron uno de los tres caminos en donde se bifurcaba el destino, se dirigieron por el lado izquierdo directo a una parte lateral del castillo. Seiyuro y Kotaro avanzaron por el lado contrario, mientras que Kyosuke y Yuriko tomaron el camino del medio, siendo éste el más complicado porque llegaba a la puerta principal del sitio de Lucemon; Kyo y Sei habían decido esa repartición por considerarla apropiada, pues así podrían hacer frente al enemigo de manera más nivelada.

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Estaba cansada, su único deseo en ese momento era dejarse caer en el suelo y dormir muchas horas seguidas, pero no lo hacía, caminaba sin descanso empujando una carriola por una cuesta. A su lado deambulaba un pequeño niño, cuyas energías estaban casi barriendo el suelo.

—Hidemi, me duelen los zapatos, ¿cuándo veré a Zet y a Kurumi? —preguntó con inocencia Satoru, sin analizar que le dolían los pies, no lo zapatos.

—Sólo un poco más, Sato-kun—rogó Hidemi—Sé que no dormiste bien, pero a fuerzas necesitamos subir esta colina, ¿ves que abajo hay un bosque?, y es posible que los demás niños estén ahí.

—¿En el bosque?

—Sí, es un lugar más seguro, eso pienso yo. ¿Quieres que te cargue, Satoru?

—No, yo puedo solito, voy a ser bueno y a ser valiente como mi hermanito Zet. Además tu y yo debemos cuidar de ellos—el pequeño apuntó a los nenes que dormían en la cunita móvil.  Hide asintió y siguió caminado, el aire la asfixia de manera terrible, nunca pensó que el día en que tuviera bien su pierna caminaría tanto. Toda la noche la había pasado en vela mientras Min y Satoru dormían después de haber cenado, Tulo tampoco había dormido puesto que se despertaba a cada momento, y Hide lo atendía con cariño, pero se desesperaba al sentirse sola y torpe en ese mundo. No sabía qué hacer, y no estaba segura de estar siguiendo lo que le dictaba el corazón, o tal vez era que no sabía interpretar lo que le decía su corazón, tenía miedo de fallar… al menos lo intentaría. Al lado izquierdo había un acantilado profundo, y desde entonces Satoru no se había soltado de ella, por el temor de caerse. Minutos posteriores comenzaron a bajar la colina, y entonces, en la entrada de ese horrible bosque muerto, vieron tres caminos.

—Hide, ¿por dónde están mis hermanitos?

La hija de Taichi no contestó inmediatamente… trató de leer su pensamiento, y entonces le respondió a Satoru.

—Vamos por el del lado derecho.

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—Así que ese es el mentado castillo de Lucemon… es horrendo—admitió Ben, con una cara de disgusto parecida a las que plasmaba Mimi de niña—¿Por dónde está el pasadizo secreto, Cerebrito?

—En la parte trasera—respondió Osen, revisando su computadora.

El equipo de 'espías' acababa de llegar al linde del bosque, y escondidos entre los arbustos veían con desagrado y temor el Castillo de Lucemon, al cuál debían adentrarse cuando sus otros amigos entraran en acción. Los seis pares de ojos miraban con atención el paisaje, a todos se les estremecían los vellos y les botaba el estómago de los nervios, estaban a punto de firmar sentencias de muerte segura.

Mayumi estaba viendo a través del binocular de Taiki, todavía tenía pinta de enferma, pero se había recuperado notablemente, al menos en ánimos.

—Se ven bastantes monstruos a todos lados— reportó la rubia Ishida con sangre fría— . Será una misión bastante complicada para Kotty y los demás.

—¿Y cuándo entraremos en el pasadizo? —indagó Zet.

—Cuando se lleven a los digimons fuera de nuestra vista y podamos deslizarnos sin que nos vean. ¿Qué digimons hay ahí, May? ¿Los distingues?

—Alcanzo a ver a un simio metálico, creo que se llama Metal Etemon… en el fondo está un escorpión gigante, al centro, un digimon con forma de humano que parece un vampiro.

—Déjame ver, May—pidió Taik, mientras Mayumi le daba el binocular.

Taiki hizo un paneo moviendo su cabeza, luego enfocó su objetivo y sonrió de forma nerviosa.

—¡Allá vienen los muchachos!—expresó con rapidez, como si su lengua no pudiera parar.

Los chicos no necesitaron seguir dependiendo del binocular de Taiki, la escena fue demasiado clara. Desde el recóndito escondite visualizaron que Kyo y Yuri salían del camino del centro; Kurumi y Doguen del lado izquierdo; y Sei y Kotaro del lado derecho. Vieron cuando los digimons se abalanzaban hacia los niños, persiguiéndolos, los espectadores se llenaron de pánico, pero al ver desierto el castillo suspiraron temerosos y salieron del escondite, ahora era el turno de ellos, y harían su mejor esfuerzo por el empeño que había demostrado sus camaradas.

"Kotaro, cuídate" pensó May mientras apretaba sus agujetas de manera enfermiza.

—¡Andando! —gritó Taiki, tomando la delantera.

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Durante todo el camino Yuri y Kyo habían estado hablando bastante, más de lo que Kyo recordaba que acostumbraba hablar con su amiga de ojos verdes. Yuriko había sido para el hijo de Davis una niña importante en su vida sentimental, pero para consuelo del chico, ahora esos sentimientos eran pasados y se habían transformado en cariño de amigos, ahora Kyo sabía lo que realmente era sentir aprecio por una chica, aunque no lo quería admitir abiertamente.

—¿Por qué luchas, Kyo? —le había preguntado Yuri, con su sonrisa amable, pero lejana.

—Porque así lo quiero, porque quiero ver a mi digimon…

—¿Crees que estén adentro de nosotros?

—Sí, lo creo. ¿Y tú por qué vas a pelear, Yuri?

—Porque es la única manera de pensar que volveré a ver sana a mi madre—respondió sin voltear a ver a su amigo de googles.

La plática entonces se había desviado en otras cosas relacionadas con las armas del dojo de Cody y el comunicador que traía Kyo en su bolsillo, y el tiempo se había ido consumiendo para los niños, a tal punto que en menos de lo que pensaron, vieron ante ellos, justo al frente, la entrada principal del Castillo de Lucemon. A Kyo le entró un extraño abatimiento, pero entonces rugió de manera soberbia y se echó a correr al sitio, sacando la espada de madera del kendo y seguido por una decidida Yuri.

Avanzaron hasta la puerta principal.

—¡Venimos a acabar con los digimons desgraciados que quieren hacer la fusión prohibida!

—¡Así es! —complementó Yuri, gritando en el mismo tono amenazante que Kyo. El valor les caminaba por las venas opacando al miedo.

Entonces, en el cielo sin vida apareció una carroza antigua, la puertecita se abrió y de ella salió una sombra que poco a poco se fue poniendo nítida.

Era un vampiro, pues sus colmillos le adornaban la boca. Tenía los labios pintados de violeta, los ojos azules, espeluznantes, su cabello era rubio, y su vestuario un estuche de rarezas.

—Es… Myotis…mon—tartamudeó Yuri, poniéndose lívida. May le había hablado de los principales enemigos digimons, y por ello sabía perfectamente que el tal Myotismon era muy poderoso.

—Así que los rumores de Lady Devimon eran ciertos… hay mocosos merodeando el castillo de nuestro salvador.

—¿Salvador, dices?, ¡JA!, ¿Cómo, sabías acaso que te atacaríamos?

Myotismon sonrió, y con un movimiento brusco, hizo salir de su ser millones de murciélagos.

—Pagarán este ataque, niñitos, y lamentarán estar aquí porque perecerán junto a sus padres.

Yuri y Kyosuke, al verse amenazados por tantos murciélagos comenzaron a huir del castillo, no tanto por cobardes, sino para retirar al enemigo de la entrada principal del castillo. Myotismon los siguió con actitud burlona, caminando de manera mecánica hasta adentrarse al camino principal por el que los niños momentos antes habían arribado.

"¿Qué puedo hacer, para que aparezca mi digimon?" pensó Kyosuke, recordó que el aro mágico lo traían Toshiro y los demás, pero negó con pesadumbre, ya que el de googles sabía que no podía depender de ese poder "Los emblemas viven en nuestro corazón, eso hubiera dicho papá" mientras corría colocó su mano en el pecho, y comenzó a sentir los latidos de su corazón… "Mi papá tiene a V-mon a su lado, cada vez que lo necesita V-mon aparece; yo también siento que junto a mis latidos… aunque suene cursi… está mi amigo" su silueta comenzó a desprender una luz azulosa, entonces a la mente de Kyo llegaron varias imágenes y el chico sonrió para luego decir, en voz alta: —"¡Demiveemon!, ése es tu nombre".

Kyo entonces supo qué hacer, extendió sus brazos y dejó que el brillo que lo rodeaba, tomara forma. El joven de 13 años veía el suceso maravillado, puesto que de él se estaba formando temporalmente un pequeño mono azul, tiernísimo y de mirada café.

—¡Míralo Yuri! —Kyosuke se detuvo y al mirar atrás vio que Yuri estaba atónita mirando a una bola color marfil con alitas alrededor y ojos negros, traviesos.

—¡Yo también lo logré!, ¡tengo un digimon, a Upamon!, y gracias a mi papá está aquí, porque mi papá hizo que me protegiera su emblema.

—Kyo, Kyo, yo siempre estaré para protegerte…

—Amigo mío—replicó Kyo, y abrazó a su pequeño digital.

—Muy conmovedor el reencuentro, niño elegido—dijo Myotismon, acercándose a ellos con su paso siniestro—. Cuando acabe contigo escanearé los datos de tu digimon para que el amo esté conforme, y a ti te tomaré como rehén, porque me has demostrado que los niños tienen energías tan poderosas que hacen que de sus espíritus crezcan digimons.

—¡Primero pasas por nuestro cadáver! —dijo bruscamente Kyo, dejando a Demiveemon en su cabeza y alzando la espada de madera. —No permitiré que nos separen Demiveemon.

—Déjame ayudarte, Kyo.

—¿Y Cómo?

—¡Hazme digievolucionar!

Kyo no sabía como hacer digievolucionar a su camarada, pero asintió, y de improviso sintió un extraño gozo adentro que le recordó a su padre… a la confianza y valentía que este siempre había depositado en él. ¡Kyo debía ser capaz de hacerlo! Entonces el moreno miró a Yuriko, la chica suspiró con nervios pero con sus hermosos ojos verdes pareció decirle algo a su compañero.

—¡Digievoluciona!

—¡Digievoluciona, Upamon!

*Demiveemon digivolvs a-----V-mon... V-mon digivolvs a------ ¡XVmon!

*Upamon digivolvs a… Armadillomon… Armadillomon digivolvs a---- ¡Ankylomon!

—¡Wooooow, acabaremos contigo, asqueroso digimon!

—¡Sí! —le siguió Yuri, viendo que su frágil Upamon era ahora un enorme animal amarillo —Esto es gracias a nuestros papás, que nos dieron sus emblemas.

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Más o menos a un tiempo proporcional a la aparición de Kyo y Yuri frente al castillo de Lucemon, Doguen Kido y Kurumi Ichijouji llegaron a una de las entradas laterales de la fortaleza del enemigo. La puerta que se alzaba enfrente de ellos estaba hecha de hierro, y alrededor había gárgolas granulosas y grotescas. Los anteojudos pararon en seco cuando llegaron a su objetivo, no vieron a ningún enemigo esperándolos.

—Aquí debe ser—tartamudeó Doguen, mirando de un lado a otro exaltando su carácter paranoico—, pero nadie nos espera… o… o sea que… debemos llamarlos… ¿o no?

—Yo que sé… hubiera preferido que me tocara venir con Sei o Yuri, son más valientes que tú—sinceró Kurumi, con crueldad.

—Eso ya lo sé…

—Realmente no debería estar aquí, ni en este mundo horrible, ojalá estuviera con mis amigas, o en la secundaria tomando clases, ojalá no existieran los digimons.

—No digas eso, Kurumi, yo sé que crees en ellos. —musitó Doguen, frenando su temblar—. Sólo necesitamos buscar a los enemigos y desafiarlos, ese es nuestro deber, porque debemos ser dignos de nuestros papás.

Kurumi suspiró, no le gustaba actuar de manera tan inmadura, aunque en esos momentos se sentía incomprendida. Era una joven de 14 años y sentía que ya no creía en lo fantástico, incluso le irritaba. ¿Quién iba a imaginar que terminaría su verano sin novio enfrente de un castillo del mal y a punto de luchar contra bestias digitales?; sacudió la cabeza y dio un paso al frente. A pesar de lo inverosímil que era todo aquello que estaba viviendo, Kurumi era demasiado lista como para quedarse atrás, sabía que su ayuda podía ser de utilidad a sus padres, sabía que no podía abandonar a su hermano Zetaro. Por eso estaba decida y lucharía.

—¡Debemos hacerlo!

—Sí, mira allá, en la puerta principal que apenas vemos están Yuri y Kyo, luchando contra un vampiro, ¡debemos seguir ese ejemplo!

—¿Y quién dice que no, papanatas?, ¡Uyyy, los niños son tan inmaduros! —gritó Kurumi, y azotó de improviso el pie en la tierra gris del mar oscuro—. ¡Exijo que se me atienda, digimons perversos, que he venido a desafiarlos para salvar a mis papás!

A Doguen le salió una gota de sudor frío y se mordió los labios, su amiga sí que había sido muy directa. Entonces algo comenzó a oírse a los lejos un ruido espantoso que parecía tener la intención de ser música.

—¿Qué es eso que suena? — Doguen se tapó los oídos con ambas manos y agachó la cabeza.

—¿Algo parecido a música?

—¡Eso no puede ser música!, ¡música es Vivaldi, Mozart, Bethoveen, Debussy, Bach, Chopin o algo por el estilo!

—Ay Doguen, qué anticuado…

—¡Miraaaa! —gimió Doguen, al ver que un androide plateado, con apariencia de simio de metal, salía de quien sabía donde con un micrófono en mano. —Eso... ¿es un digimon?

—JAJAJAJAJA, ¿a que los he impresionado con mi apariencia? — rió de repente el digital con actitud fanfarrona—¡Soy espectacular!

—¿Qué carajos se cree este sujeto?, ¡es irritante! —opinó Kurumi, al ver de frente al mono plateado con asco—¿En verdad tenemos que pelear con esta bestia?

—Pues no se ve tan temible—observó Doguen arreglándose los lentes— ¿No es un muñeco lo que trae colgado de la cintura?

—¡AAAhhh, pero qué odiosos son estos mocosos! —gritó el digimon—, por si no lo sabían yo soy el 'genialérrimo', único, y brillante… ¡METAL ETEMON!

—¿Cómo voy a saber quién diablos eres si me borraron la memoria, inútil! —renegó Kurumi, extrañamente trastornada por una energía rara. Doguen no comprendía a las mujeres, hacía unos momentos Kurumi estaba acongojada y sin ánimos, pero en estos instantes parecía todo, menos una chica débil y quejona.—Y si pudiera recordar a un digimon, recordaría a Poromon, por supuesto… ¡AAYYY!, ¿Oíste, Doguen-kun?, ¡He dicho el nombre de mi digimon!

—¡Ush, cierra la boca mocosa descarriada! —bramó Metal Etemon, molesto por la ignorancia de esos chiquillos—¡Acabaré con ustedes que son tan desagradables!... Uyyy, y a ti sí que te recuerdo mocoso…—el metálico apuntó con demencia a Doguen—, ¿dónde está la chica del sombrerito?, ¡esta vez no se saldrán con la suya!, jua jua jua…

—Ese sujeto está loco, seguro que me confunde con mi padre…—dijo Doguen— y a decir verdad, creo que este tipo de enemigos me quitan el miedo por esas apariencias y actitudes tan…

—Mediocres—complementó Kurumi—. Por eso, mi buen amigo Doguen-kun, ¡ve y acaba con él!

—¿YOOO?, ¿no se supone que ambos deberíamos?

—Oh, qué poco caballeroso eres, ¡yo soy una dama!

—pe-pe-peeeeroooo

—Desenvaina la espada que nos dio Yuri y ataca como un tigre… n__n

—¿Sabes Kurumi-san?, eres muy abusiva ¬___¬

Doguen sacó de su brazalete digital los datos de la espada, la cual apareció en sus manos como un pequeño puñal de madera, el chico pulsó unos botones y la espada creció, entonces dio un paso al frente y el temor volvió a él "Debo ser valiente, debo ser valiente… hasta el más valiente tiene miedo, porque el miedo nunca desaparece, sólo hay que saber neutralizarlo".

—¿Tanta orden de Lady Devimon para pelear con este chiquillo de cuarta? —renegó Metal Etemon— Ay, qué aburrido, me choca luchar con insignificantes.

—¡Doguen-kun no es ningún insignificante!, ¿escuchaste?, ¡Vamos Doguen, dale su merecido!

—¡¿Estás loca o qué?!, ¡¡Es un digimon de nivel superior, Kurumi!! —gritó Doguen exasperado mientras el digital simio se reía de ellos. —… esto es humillante.

—Deja de estar jugando, Metal Etemon, la señorita Lady Devimon nos dio órdenes de acabar con los hijos de los elegidos originales que llegaran a la fortaleza del amo, en ningún momento dijo que te divirtieras con ellos.

—¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! — el grito de Kurumi fue fortísimo, y de la impresión, tomó a Doguen y lo usó como su escudo— ¡Un alacrán! ¡Un asqueroso escorpión!

Doguen se puso verde. Ciertamente no le gustaban los insectos, pero su color clorofila era porque Kurumi lo esta asfixiando.

—Ay mamita…—dijo el miope, atónico, ¿acaso era cruel el destino al hacer que él y Kurumi se enfrentaran a esas bestias?... al menos deseaba con todo su corazón que sus amigos espías pudieran entrar al castillo de Lucemon y evitar la Fusión Prohibida.

—Ay Scorpiomon, no te metas en mis asuntos, yo sé lo que hago—renegó Metal Etemon, totalmente inspirado en la locura y egocentrismo que lo habían acompañado en toda su larga vida digimon. Era el mismo Etemon que muchos años antes los siete niños elegidos de 1999 habían derrotado.

—A mí también se me ha asignado esta zona—rugió Scorpiomon, con algo de enojo.

—¡Uy sí!, mira que obediente, no puedes estar en mi concierto, ¡¡No puedes!!, ¡yo soy la estrella!

—Errr… Kurumi, estos sujetos aparte de horrorosos están dañados, ¿no lo crees?

—¡Sí!, y ese es un punto a nuestro favor—sonrió Kurumi, y se aclaró la garganta para luego exclamar: — ¡Ejemph!, disculpen señores villanos, les tengo una preguntita… ¿quién de ustedes dos es más fuerte?, digo, porque ambos se ven tan poderosos… uno de metal, otro con aguijón, poderes encontrados, ¡fuerza única!, ¿quién gana?

Acto seguido tanto Metal Etemon como Scorpiomon soltaron miles de palabras para argumentar sus inigualables fuerzas, claro estaba que entre ellos surgió, por la intriga de Kurumi, una rivalidad que hacía saltar chispas, empezaron a gruñirse y a retarse sin parar, a Doguen se le resbalaron los lentes por su afilada nariz, Kurumi se tapó la boca para no reírse en público.

—Jeje, buena jugada… ¿a que sí?, soy creativa, Doguen, en vez de pelearse con nosotros se pelearán entre ellos… así que, ¡Huyamos!

—¿Estás segura?, ¿qué no deberíamos luchar?

—Claro bobo, pero necesitamos engañarlos para que luego nos busquen, hay que alejarlos lo posible de este castillo, para que Zetty y los demás puedan cumplir su misión.

Los de lentes dieron media vuelta y comenzaron a correr por el mismo camino por el que habían desembocado, segundos después de eso…

—… ¡Te digo que yo soy mejor!,¡tú sólo eres un instrumento de los odiosos Amos oscuros!, un vil criado— gritó Metal Etemon.

—¡Espera!, ¡No están lo niños, no están!

—Arrggg, maldición, se ha escapado, ¿ves?, todo por tu culpa Scorpiomon, vamos a buscarles…

Mientras Kurumi y Doguen corrían, la chica alta de cabello azul marino, vio que entre sus manos apareció de repente una boina oscura, eso le detuvo la respiración y los pasos.

—¡Kurumi, ¿qué pasa?!

—¡Mi digimon…! Oh, Doguen, a mi digimon yo le di este gorro hace un año, ¡Poromon quiere verme!, tengo que hallarlo.

Doguen no consiguió hacer que Kurumi se moviera, parecía que la muchacha estaba en shock porque la magia sí existía, el niño miró hacia atrás, las sombras de los enemigos se veían… un enorme escorpión, un androide-simio,  el niño Kido sonrió tenuemente, porque sabía que aunque no podía huir, tenía a Pukamon con él, su digimon.

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En el camino derecho, que terminaba en una de las puertas laterales del castillo de Lucemon, aparecieron Kotaro Ishida y Seiyuro Takaishi en acción. El mayor había llevado de la mano todo el tiempo a su primito, y le había reconfortado para que Kotty recuperara la confianza en él mismo.

—He notado que sientes que eres un estorbo, Kotaro— le había dicho, con seriedad—, y eso no está bien, eso hace que no confíes en ti mismo y no crezcas.

—... a veces a los que somos chiquitos no nos hacen caso, y como somos chicos no podemos hacer las cosas de los grandes.

—Los niños se hacen grandes y pequeños según lo consideran. Tú eres un niño grande si te comparamos con Satoru Ichijouji, pero chiquito si ves a tu hermana; y la cosa no está en eso de comparaciones, son malas. Y si hemos de hacerlas te diré Kotty, que cuando tú naciste yo tenía tu edad, y en aquél entonces jamás hubiera sido capaz de ser un chico tan centrado si estuviera en un lugar como este, ¿sí me entiendes?

—No primo, no entiendo…

—Cuando tenía siete años sólo me la pasaba haciendo travesuras con Kyosuke y Toshiro… y supongo que no hubiera sido tan valiente como tú si estuviera aquí, más bien, hubiera sido imprudente y llorón.

—¿En verdad?, ¡pero si eres muy valiente, Sei!

—Nah, lo ordinario, además a mí no me gustan las comparaciones, pero te diré Kotty que sí me molesta tu actitud, mi primito favorito siempre debe mostrarse vigoroso, con ganas de intentar cumplir su misión… ahhh, que inspirado estoy n__n

—Te prometo ser valiente si tú ya no regañas a May.

—¿Regañé a mi prima favorita, cuándo?

—Si te pones serio das miedo, primo Sei.

Para sorpresa de Kotaro, Seiyuro se puso serio y dejó de hablarle, el pelirrojito no entendió qué sucedió, hasta que su primo lo jaló con fuerza para tumbarlo al suelo.

—¡Pardiez!, ¡esas cosas son fantasmas! — Seiyuro y Kotaro habían llegado al castillo por el lado derecho, a su izquierda de reojo se veían a sus otros 4 camaradas de equipo enfrentándose a villanos en lejanía, pues el castillo era muy grande.

Alrededor de los niños volaban unos extraños seres escalofriantes diciendo unos Buuuuuuuuuuu monótonos y tétricos. Kotaro se "enganchó" de su primo con fuerza y miró atemorizado, Sei vio que delante de él había una puerta protegida por pilares de hierro y espinas de piedra; le dieron ganas de entrar.

—¡Odio a los fantasmas!

—Los fantasmas que traen sábanas como cuerpos no son temibles Kotty, vamos a enfrentarlos. — Sei sacó la espada que guardaba en uno de los bolsillos de su pantalón, la iba a hacer crecer, pero entonces sintió un extraño temblor en su vientre.

"Rayos… ¿qué pardiez es esto que siento?, pareciera que rebotara" se dijo, bajando la guardia mientras de nuevo huía de los fantasmas. Seiyuro, aún con esos extraños piquetes que sentía no le soltó la mano a Kotaro, sino que lo hizo correr tras él a una velocidad casi imposible para el pequeño. Paró en seco, y de pronto un extraña visión le vino a la cabeza… había espadas que atravesaban su vientre sin piedad, pero al mirarse en vivo y en directo su cuerpo estaba intacto, sólo se retorcía por dentro… una voz en su cerebro, que era la de él mismo, habló: ¡Bonita forma de darle muerte al hijo de un escritor! ¡Qué legendario!

—Deben ser de nuevo mis recuerdos de la Fusión Prohibida…—musitó Sei, mientras Kotty jadeaba y se exaltaba al ver a los bakemons acercarse a paso volador y lento.

—Wizardmon me daba menos miedo…

—Es que no son fantasmas, sino digimons—avisó el rubio.

Seiyuro finalmente entendió que si los recuerdos estaban volviendo significaba que su amigo digital también podría venir a él… justo así como los temblores en su vientre y las imágenes sangrientas, la dentadura de Tokomon lo hizo sonreír.

—Primo Sei... alguien me llama... y siento algo adentro…

—¡Tokomon, ven amigo! — gritó Sei, sin pensar que podía decírselo a  él mismo sin tanta exclamación.

—¿Tokomon?... ¡ah, entonces el mío es!...

De manera inesperada los bakemons se desvanecieron, Seiyuro creía haber escuchado algo parecido a "garra mortal" en la lejanía, pero no podía asegurarlo. De entre el mundo de los espectros escondidos, abajo del suelo, emergió la sombra más terrorífica de todas: alas de murciélago, dos cuernos, figura desproporcionada y cruda… y la risa, nuevamente la risa… sarcástica, maligna. Seiyuro se irguió lo más que pudo con orgullo, levantó sus manos y observó con frialdad que una bolita blanca se formaba entre sus brazos gracias al poder de su energía, de su emblema.

—¡Hola Sei, te estaba esperando!

—Tokomon... te vuelvo a ver cuando se presenta este terrible ser... Devimon— reconoció con pesadumbre el muchacho, porque ahora gracias a los recuerdos que volvían con más claridad a su memoria Sei sabía que ese sujeto había sido el causante de la muerte de Angemon, del Angemon de su papá… pero no pasaría lo mismo ahora, él no permitiría que a Tokomon le pasara lo mismo.

—¿Qué es eso? —gritó Kotty, atemorizado por la sombra azabache y sonriente, sobre la cabeza de Kotaro estaba una bola naranja con un cuerno liso y negro.

—¡Kotty, ese es tu digimon!

—Tsunomon regresó primo Sei, ya me siento más contento. Ni siquiera me di cuenta, sólo lo recordé y algo pasó, entonces lo vi, estaba conmigo.

—Tokomon también. Pero ahora, y muy pronto, esa sombra tomará forma y la enfrentaremos. NO, la enfrentaré yo, porque esto es personal.

—¡Yo quiero ayudarte!

—No, te irás a esconder— mandó Sei—. Ese asqueroso digimon mató al Patamon de mi padre y es mi deber vengarlo; además, es posible que vengan otros enemigos y debes estar listo para entrar en acción… y si yo terminara herido, entonces sí deberás ayudarme.

—¡Pero dijiste que debía ser vigoroso!

—¡Kotaro, obedece! —ordenó Sei, otra vez molesto por algo fuera de su alcance. De repente sentía una furia parecida a cuando había amenazado al Señor Toriyama, Sei quizá no se ponía a pensar en que esa era la manera en que lo afectaban la tinieblas del mar oscuro. A Kotty se le remojaron los ojos y se alejó del camino entrando al bosque, corrió y corrió varios metros hasta echarse en el tronco de un gran árbol.

—¡Es mentira lo que dijo Sei! —lloró desconsolado, mientras abrazaba a Tsunomon— Yo creía que era valiente Tsunomon, pero no es verdad…

—Kotty, tú eres muy valiente, ¡hacía mucho que quería verte para jugar!, ¿recuerdas?, jugábamos a los astronautas.

—Pero mi papá ya no está en el espacio—musitó Kotty, —entonces ya no sueño con eso… me da gusto que tú sí creas que soy fuerte Tsunomon, y que juegues conmigo.

"Lo que pasa… es que no ha despertado tu verdadero potencial…" se escuchó de pronto "Porque eres tan cobarde que ya lo has perdido".

—¿¡Quién me habla!?, ¡no es verdad, no es verdad, yo no soy cobarde!

—¡Deja a Kotty en paz o te las verás conmigo! —gritó el pequeño Tsunomon.

"El digimon que hay en tus brazos no existe, lo inventaste porque  quieres dejar de pensar en que no juegas un papel importante entre los niños elegidos, la realidad es que no eres nadie".

—¡Cállate! —rugió Kotaro, tapándose los ojos y soltando a Tsunomon.

—¡No creas en lo que te dicen Kotty, yo siempre he estado contigo!

"Eres una basura que no puede cuidar de su hermana. Todo es tu culpa, y te quieres disculpar por ser débil y pequeño, pero en verdad eres un cobarde".

—¡Cállate!, no es cierto, mi primo Sei dijo que no era cierto, que soy vigoroso y bueno, ¡eso dijo!

Tsunomon se estaba desvaneciendo porque Kotty estaba perdiendo la fe en él mismo. El pequeño digimon, cuyo cuerpo no era sólido, miró que el árbol en donde Kotaro estaba sentado se movía, y con susto se dio cuenta de que el árbol tenía cara.

—No le digas esas cosas a Kotty, Cherriemon, ¡mira Kotaro, es un digimon mentiroso el que te habla!

Kotaro dio un salto y vio que el enorme árbol era un digimon bastante raro, el chico apretó los puños y retrocedió más.

—¡Eres malo! —le gritó.

—"Y tú eres tonto, como otro niño llamado Matt que creyó todo lo que le dije. Pero esta vez sólo hubo verdades.

—¡Me hiciste enojar, no hables mal de mi papito!... ¡Tsunomon, crece!, no me importa que sea cobarde o bobo, yo quiero ayudar.

—Es digievoluciona, Kotty—sonrió Tsunomon.

—¡Eso, pues!

Pero Tsunomon no se limitó a  llegar a su siguiente etapa, sino que con una fuerza descontrolada, o tal vez derivada de la experiencia que los Ishida tenían en los emblemas que compartían, Tsunomon pasó a ser un Metalgarurumon.

—¡Increíble! ¡Qué WUUAAAU!

—¡Nosotros lucharemos juntos siempre Kotaro!

—Acaba con ese árbol mentiroso que me quiso hacer trampa—, Kotty subió encantado al lomo de su lobo de metal, Metalgarurumon saltó hacia el enemigo que intentó defenderse, pero toda esa defensa fue en vano por el poderoso ataque de "aullido de lobo metálico" que lanzó el digimon del hijo de Sora y Matt.

En otra parte cercana, mientras Seiyuro peleaba contra Devimon con su recién creado Angemon, escuchó una explosión y los pelos se le pusieron de punta al pensar en que su primo corría peligro.

—¡KOTARO! —gritó asustado al tiempo en que se encaminaba adonde el pelirrojo Ishida había corrido —. Angemon, debo ir por mi primo.

Sin embargo Kotty se le había adelantado. Kotaro salió del bosque trepado en su poderoso digimon con una sonrisa de triunfo inigualable, Seiyuro abrió sus ojos al doble mientras que la figura de un lobo atlético casi volaba sobre su cabeza por su salto.

—Vaya…—susurró.

—¡Mírame primo Sei! ¡Tenías razón, soy valiente, ya acabamos con el Cherriemon malo!

—¿Ehhh?

—Me dijo cobarde, aunque yo sabía que no era verdad—gritó Kotty—, ¡y como quiero demostrarle a todos que soy valiente, voy a ir a salvar a mi hermana a ese castillo!, ¡Tsunomon grande es muy fuerte!

—¿Que quéee?, ¡no no, espérate! —advirtió Sei, pero Kotaro lo ignoró por la felicidad que lo acogía, y sin pensar en los riesgos se abalanzó hacia el castillo sin ningún indicio de miedo. — ¡Maldita sea, Kotaro!, ¡no puedo permitir que te pase algo!

Seiyuro miró hacia Devimon, con quien sólo había cruzado unas pocas frases amenazantes. Sei se había  presentado como el hijo del niño que lo había derrotado, y Devimon habían sonreído, y le había respondido que no habría una segunda derrota.  Sei entonces había hecho crecer a Tokomon a un Angemon, pero ahora sentía que eso no era suficiente, llevaba prisa porque debía ir tras el imprudente de Kotty.

—¡Angemon, llevamos prisa! —rogó preocupado—Kotaro corre peligro… ¡Digievoluciona por favor!

Seiyuro estaba desesperado sin embargo sabía que no era tarde, él no era de ese tipo de chicos que perdían la fe en sus amigos, en la esperanza… a pesar de la decisión incorrecta de su primo sabía que él podría ayudarlo si se daba prisa, si confiaba en él mismo y en el pequeño "Después de todo Kotty es un digno Ishida, un digno Takaishi, y por si fuera poco un digno Takenouchi @_@ mezcla loca" se dijo fugazmente, para animarse.

A Angemon le salieron más alas, y su traje se volvió más barroco y de otro color. Seiyuro vio que sobre él, y cerca de Devimon, su pequeño Tokomon, con la ayuda de la experiencia del emblema de la esperanza de Takeru, era capaz de digievolucionar en un ser mágico y mitológico de grandes poderes: Holy Angemon. Probablemente si su digimon tuviera el cuerpo sólido y correspondiente no podría hacer eso, pero como ahora había sido materializado gracias a su espíritu y al emblema… todo era posible.

—Estás muerto, Devimon, ¡muerto! —advirtió Seiyuro —¡Acaba con él! Kotaro nos necesita.

—Como digas, Sei—dijo el ángel con la voz imponente resonando como eco en los cuernos de Devimon, quien de repente, ante el brillo del ángel se sentía empequeñecido.

Magna Angemon voló hacia Devimon, quien emprendió la huída de manera inmediata. Él no tenía los poderes para acabar con ese digimon, porque si le temía a Angemon, lógicamente ahora era peor.

Sei vio que su camarada digital –con quien no había tenido ni la oportunidad de hablar- y el enemigo se elevan a una velocidad en la que apenas los distinguía, sobrevolaban el bosque y pronto fueron puntos en el horizonte.

—No te tardes… no te tardes, regresa— susurró preocupado, mirando hacia el cielo opaco del mar de la oscuridad.

El chico no tuvo tiempo de seguir susurrando porque sintió que una garra le apresaba el cuello sin piedad alguna. Sei perdió la respiración pero se agudizaron sus sentidos.

—Cuando él regrese—le dijo una tétrica voz femenina— tú ya no estarás aquí, precioso.

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Hidemi sentía que su corazón cada vez palpitaba con más fuerza, presentía que se acercaba a algo, o a alguien. A lo lejos podía escuchar explosiones, ecos de voces, y de pronto otra vez silencio, como si estuviera imaginando antes.  Hide no podía ir muy aprisa porque Satoru estaba tan agotado que apenas caminaba, los nenes que arrastraba en la carriola se le estaban haciendo pesados… y la cabeza, la cabeza casi le estallaba por respirar ese aire tan oscuro.

—Hide… me duele…—dijo Satoru— Me duele cuando corremos en este camino.

—No debemos correr con la boca abierta— sugirió Hidemi, mirando a Satoru.

—¡Pero es que me da miedo! —admitió Satoru— Porque se oyen ruidos feos y quiero que venga mi papá.

—Oh, Sato-kun, no te preocupes, estaremos a salvo.

La gemela Yagami, quien había elegido la vereda del lado derecho, esta vez se percató de que una gran explosión estalló de manera brutal. No sólo la oyó, sino que ella y Satoru la vieron. Satoru gritó asustado y comenzó a llorar, apretando con más fuerza la mano de Hide. Tulo y Min despertaron en unísono asustados, y se contagiaron del llanto del Ichijouji. Hidemi sintió que su cuerpo se tambaleó, pero se mantuvo firme. El corazón volvió a causarle taquicardia, y fue ahí cuando supo que debía apresurarse porque una batalla se tejía frente a ella.

—¡Puede que ahí estén Taik y los demás! —gritó decidida. De un movimiento levantó a Satoru y lo puso de pie, el niño la miró acongojado pero le asintió, entonces Hide, con fuerzas sacadas de la nada, se apresuró a encontrar el sitio en donde había ocurrido el estallido que en verdad había sido el que Metagarurumon había causado al matar a Cherriemon.

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Seiyuro sentía opresión en su cuello, tras él alguien con una fuerza terrible intentaba matarlo. Con un temblor causado por su imposibilidad de moverse y el repentino miedo, el chico movió su mano directa al bolsillo en donde cargaba la daga del dojo Hida. Estaba confundido, la vista se le estaba nublando por la falta de aire, tampoco podía hablar. Con torpeza tocó la daga, la sacó, comenzó a tocarla por todas partes para accionarla y que creciera.

—… desde que te vi, supe que serías apetitoso—le dijo esa voz, que no resonaba en su oído, sino en su alma.

Sei logró accionar la espada, con un último esfuerzo la alzó para lanzar una estocada al azar; el golpe pegó en el largo brazo que lo sostenía, entonces Seiyuro sintió que lo soltaban y cayó al suelo jadeando.

—¿Quién… eres… tú? —preguntó el muchacho, tocándose frenéticamente el cuello, en donde las marcas de unas garras lo 'adornaban'.

El niño se dio la vuelta y vio ante él a un digimon.

Era un digimon femenino muy parecido a Devimon, con una especie de capucha-gorro se cubría la mitad de la cara, los ojos eran rojos, las garras amenazantes mientras que la figura era humana, con curvas muy marcadas. Si Sei hubiera tenido su humor de siempre hubiera pensado que se trataba de una prometida de Devimon, pero por ahora su cerebro no le permitía hacer ese tipo de deducciones.

—Lady Devimon— siseó el digimon, acercándose al rubio, quien inmediatamente se puso de pie y amenazó con la espada.

—¡Detente! —advirtió Sei.

—¿Crees que le tengo miedo a un simple humano?, no, por supuesto que no. Deberías tener miedo tú, porque esta será tu tumba, al igual que la de tu digimon.

—¡No digas tonterías!, en cuanto Holy Angemon acabe con Devimon vendrá por mí— aseguró Sei, temblando.

—Estás temblando… —rió Lady Devimon—, pero nadie vendrá a ayudarte, de eso me aseguré yo. No hay nadie cerca, y Devimon, si logra sobrevivir, me permitirá divertirme contigo. —Seiyuro no retrocedía ante cada paso que la vampiresa daba para alcanzarlo, se mantenía tieso, con la espada en pose de ataque. —Ni a él ni a mí nos gusta obedecer las órdenes del amo cuando no nos conviene… yo los espié ayer cerca del castillo y supe que vendrían. Y entonces me di cuenta de que podría divertirme con un varón…

—Tú no me harás nada. Necesitas tenerme de carnada.

—Hay tanto material para carnada, pero hace mucho tiempo que no bebo la sangre fresca de un niño. No me interesa nada más, y lo mejor de todo es que no hay ninguna mujer por aquí… me irritan.

Sei ya no pudo esperar a que el digimon siguiera caminando, él se lanzó al ataque, no podía seguir perdiendo el tiempo, Kotaro podía correr peligro, Holy Angemon también lo estaría esperando. No le tuvo el suficiente miedo a la vampiresa, por eso se echó a correr con la intención de derrotarla. Seiyuro comprendía ahora porqué Taiki el día de ayer había dicho que sentían que alguien los veía, Lady Devimon los había descubierto y era debido a eso que los digimons hasta habían organizado el ataque contra ellos. El chico Takaishi lamentó con todo el corazón aquello, y deseó con todas sus fuerzas superar ese obstáculo para advertir a sus amigos. Por otra parte le daba temor la mirada enferma de la vampiresa, parecía que esa maldad estaba poseía todavía más por una demencia malévola.

A la primera estocada que el rubio trató de dar su espada se partió en dos, convirtiéndose en astillas y trozos de madera sin gracia; Sei no retrocedió, ni avanzó, quedó inmóvil.

—Ahora tengo una fuerza mayor por ser la consentida del amo—dijo Lady Devimon—. Ven a mí, muchacho valeroso y fuerte, rubio y rosa.

—¡Aléjate! —rogó Sei, sintiendo que la sombra de la digital lo asfixiaba. La amenazante sonrisa estaba ahí, y Seiyuro no podía pensar en nada.

—Myotismon me dijo que los humanos saben deliciosos. Él los probó hace mucho tiempo…

—¡No te saldrás con la tuya, Magna Angemon vendrá a salvarme! —gritó Sei, desesperado. "La esperanza es lo último que muere, algo me ayudará" pensó.

Lady Devimon pareció cansarse de charlar con su víctima. El muchacho era suyo, todo él, era SUYO. Sería su juguete, su comida, su todo; no había nadie que se lo impidiera, ella necesitaba un consuelo… sí, un consuelo, porque habiendo vuelto a la vida ella tenía sed de venganza contra los antiguos niños elegidos que la habían derrotado, y sabía que ese chico rubio debía ser parte de esa descendencia…

Con su garra más grande golpeó al niño en la cabeza, Sei cayó al suelo, pero no perdió el conocimiento. Trató de ponerse de pie, pero Lady Devimon lo sostuvo de la cabeza y comenzó a apretarlo, luego lo acercó a ella y le mostró sus colmillos.

Sei pateó con todas sus fuerzas a la digital-demonio, pero no consiguió nada, ¿era acaso que la esperanza estaba acabándose?, el chico una vez más se retorció, para librarse del ataque, pero no pudo, ¡era incapaz de soltarse!, aunque él no admitía quedarse así, porque alguno de sus amigos podría estar sufriendo algo parecido, y él quería ayudar… pero también deseaba que alguien lo ayudara ahora.

Nuevamente Lady Devimon lo azotó contra el suelo, de la  agitación y la debilidad Sei ya no pudo levantarse con presteza, el niño ni siquiera pudo rezongar cuando la vampiresa lo volvió a sujetar para alzarlo, otra vez le apresaban el cuello.

"Un último esfuerzo… debo esperar a que llegue Tokomon" pensó el muchacho ante nublados presentimientos. Seiyuro se movilizó de forma escandalosa, esas garras le impedían respirar. Quiso gritar ayuda, pero el terror ya tenía paralizado a su ser… él sólo quería despertar, aunque sabía que no estaba en una pesadilla.

Su cara enrojecía más a cada instante, como si Lady estuviera juntando la sangre en su cabeza. Los ecos de la risa diabólica de la digital no dejaban de retumbar en su pecho. Era imposible zafarse, se le resbalaban las manos cuando intentaba defenderse.

—¿Qué ha pasado con tu valentía, niño? —preguntó la grotesca fémina al tiempo en que acercaba su rostro grisáceo y descosido hacia el chico.

Seiyuro comenzó a sudar frío… Lady Devimon estaba tan cerca, era tan horrible… ¿acaso moriría y no volvería ver a sus seres queridos?

El pulso bombeaba por todo su torrente sanguíneo, aún así Sei hubiera preferido palidecer. Miró los largos colmillos de la digital, y los ojos rojos de ésta lo llenaron de náuseas… quería que su camarada lo socorriera, quería suplicarle a la vampiresa que lo dejara, sin embargo su orgullo no le permitía flaquear… si iba a morir, lo haría como todo un Takaishi.

Lady Devimon sacó su lengua de serpiente y tocó deleitada la piel rosada del chico.

—¡Suéltame! —exigió Seiyuro, con su voz quebrada.

—Tienes una piel rosada tentativa, niño— le dijo Lady D., ahorcándolo—. A mí no me gusta obedecer enteramente a mis señores… yo prefiero disfrutarte antes de llevarte conmigo, o matarte, según sea tu comportamiento.

La digital sostuvo a Sei de la ropa con la otra garra y dejó respirar al chico, quien aspiró desesperado y una vez más trató de liberarse sin éxito. Lady Devimon se elevó por los aires llevando a Sei con ella, danzaba entre las nubes oscuras, torturando al rubio.

—Eres delicioso— entonces con inesperado antojo lamió el cuello del vástago Takaishi, quien se estremeció en el acto, sin poder defenderse.

—No… me… toques—ordenó, temblando. El sudor frío le recorría, y de nuevo Sei vio los largos colmillos de su secuestradora, eran amenazantes, filosos. Sintió que de un momento a otro su virginal cuello iba a ser penetrado…

Negó iracundo, trató de librarse de su verdugo, Lady D. volvió a reír, mientras con afán recorría el cuello del muchacho rubio con su lengua.

—… A..yu-daaa—rogó Sei con desesperación, moviéndose como loco para salvarse.

Lady Devimon dejó la dulzura atrás y le jaló los cabellos. Sei sintió que los colmillos rozaban su piel y caminaban por ella, ascendían por el cuello hasta rajar sus mejillas.

—Los varones como tú, son hermosos, ricos…

La oscuridad quería carcomer al hijo de Tk. Su esperanzada personalidad se estaba ensombreciendo, le destruían el ánimo y la lividez se aposentaba en su corazón… el frío, el horror, el crimen. Sus pupilas empequeñecidas  estaban llenas de histeria.

—¡Aléjate… no, por favor, no lo hagas!

Seiyuro entreabrió  los labios sin darse cuenta, estaba cansado de luchar contra lo imposible. Esa 'cosa' iba a morderlo, chuparía su sangre. Sei no quería convertirse en vampiro, aunque no sabía si eso era posible.

Lady Devimon sonrió, su boca fue delineada por su propia lengua. La excitación se le veía en sus ojos escarlatas.

Y pasó…

La digital dejó atrás el cuello de Seiyuro Takaishi, subió hasta la boca y ultrajó los labios del rubio en un impulso. Sei abrió sus ojos celestes al triple, dejó de resistirse, perdió la fuerza pues sintió que un veneno mortífero lo invadía.

El beso era la oscuridad, era amargo.

En ves de probar los labios de su víctima, Lady Devimon los atravesó con sus colmillos, le agujereó la carne y lo hizo sangrar mientras ella absorbía emocionada su deleitante bebida.

Seiyuro perdió el conocimiento. Sus ojos quedaron en blanco.

—Tu sangre es única… hacía tanto que no me daba un festín—gimió eufórica, mientras se alimentaba del beso sangriento, con los débiles labios perforados del niño.

Ella sentía que había hecho bien en desobedecer al amo, él no necesitaba de ese niño habiendo tantos. Estaba sola, en medio del bosque disfrutando su bebida… o al menos eso era lo que ella creía.

¡¡DÉJALO EN PAZ, ARPÍA!! —gritó la voz de una niña, que inesperadamente corría como vorágine hacia la vampiresa digital. Era Hidemi Yagami.

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Fin del capítulo 23

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NOTAS finales DE la AUTORA.- ¿Qué les pareció?, espero que al menos se hayan quedado expectantes por ese final. Este capítulo quedó algo largo, espero que no les haya aburrido, considero que al final (en la parte en que torturo a Sei) el escrito dio un giro algo inesperado, ¡pero juro que no pude contenerme!, me cae tan bien Seiyuro que ya tenía ganas de hacerlo sufrir… bueno, ¿Podrá Hidemi salvar a Seiyuro? ¿Qué le habrá pasado al pobre rubio?, ¿Qué habrá sido de los 'espías' que entraron al castillo de Lucemon?, ¿Qué habrá pasado con las peleas de Kyo y Yuri  contra Myotismon y Kurumi y Doguen con Metal Etemon y Scorppiomon?, ¿Qué será de los adultos elegidos?, ¿Estarán a salvo los pequeños Min y Tulo en ese mundo oscuro?, ¿Qué pasará con la imprudencia de Kotaro?,¿Quién es el famoso amo de los Digimons?, ¿Por qué creció Satoru?, ¿Por qué Lady Devimon es tan maniática?... estas y otras cuestiones las sabrán pronto, eso espero n__n

Gracias por seguir leyendo, por favor no se olviden del comentario, eso me anima mucho, también pueden escribirme a: cielocriss@graffiti.net

--Hasta pronto entonces--

*MB está dedicado a los lectores de FP

Atte. CieloCriss

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