--*--*
NOTAS iniciales DE la AUTORA.- (31 de diciembre de 2003). Antes que nada: ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!, hoy es el último día del año y he terminado el capítulo 24 de Memorias Borradas, u_uU no cumplí con mi objetivo de terminar el fic antes de que acabara el año por factores externos, pero al menos me alegra saber que ya estoy cerca del final. Espero que todos ustedes estén teniendo unas felices vacaciones como yo…
Finalmente se me despejó la mente y terminé este capítulo, me costó bastante escribirlo por mis clásicos bloqueos, pero espero que a ustedes les guste. En el capítulo anterior dejé las cosas muy subidas de tono con lo que le pasó a Seiyuro (ahh, les juro que no era mi intención hacerlo sufrir tanto!); en este capítulo sigo con la misma fórmula, porque hay mucha acción y el escrito va muy rápido (y no está tan largo como otros caps). Yo sólo espero que les guste y no les decepcione, ¡pero bueno!, ya me lo dirán en un comentario…
Sabremos qué pasó con Sei, con su rescatadora, con los demás niños…
Dedico este fic a todos los amigos que he hecho gracias a los fics. A todos ustedes les deseo lo mejor hoy y siempre =)
*--*--
MEMORIAS borradas
Por CieloCriss
Capítulo 24 **Googles**
—¡¡DÉJALO EN PAZ, ARPÍA!! —gritó la voz de una niña, que inesperadamente corría como vorágine hacia la vampiresa digital. Era Hidemi Yagami.
Cuando había visto a su amigo rubio en peligro, la hija de Tai se había llenado de un coraje inexplicable, lleno de miedo. Con decisión había mandado a Satoru Ichijouji a que se escondiera tras los arbustos cercanos junto con Min y Tulo, el nene le había obedecido inmediatamente por el tono de voz de la niña y por lo terrible que resultaba para él ver a un demonio volador con Seiyuro apresado. ¡No salgas por ningún motivo! había ordenado la Yagami antes de correr hacia el sitio en donde el Takaishi se encontraba secuestrado.
Hidemi paró en seco, sus ojos canelas visualizaron su alrededor con pánico. Frente ella, flotando en el aire, estaba un monstruo, una arpía. Lady Devimon tenía entre sus garras a un muchacho de cabello dorado, le perforaba con sus colmillos, ultrajaba su boca. La niña había gritado con furia al notar que la digital sujetaba por la fuerza al chico, sin embargo ahora el terror se había apoderado de ella porque se había dado cuenta de que las cosas eran más graves de lo que imaginaba.
—Oh, Seiyuro-san—gimió descontrolada, pues el cuadro que veía era horrible. Apretó los puños con ira, le brillaron los ojos— ¿Qué le hiciste?, ¡¡Suéltalo!!, ¿No oyes?, ¡lo pagarás!
La chica trató de mover sus piernas para seguir corriendo, pero el que Lady se separara del rostro de Seiyuro la detuvo. La paralizó…
El demonio femenino sonrió con sarcasmo al verla y se chupó con la lengua los residuos de sangre que había en sus mortíferos labios.
—¿Y tú quien eres para quitarme esta bebida paradisíaca?
Hidemi no contestó, seguía paralizada. Por un momento, que desgraciadamente a ella le parecieron lustros, pudo ver el sombrío semblante de su amigo Seiyuro Takaishi. Los cabellos amarillos se movían con el viento, estaban más despeinados que nunca, las delgadas cejas lucían fruncidas, los enormes ojos normalmente azules estaban vacíos, como si Sei estuviera muerto, y bajo esos ojos en vez de párpados había hoyos de ojeras negras que resaltaban los pómulos del niño, haciéndolo parecer un cadáver… más abajo Hidemi pudo notar que tras la cascada de sangre que emanaba de la boca de Seiyuro, había unos labios tiesos y azules, congelados.
—¡¡Seiyuro!! —apenas pudo gritar, horrorizada.
Lady Devimon frunció el ceño, y sin ninguna consideración soltó el cuerpo del niño, que fue a estrellarse en unos matorrales secos. Hidemi emitió otro grito, esta vez sus piernas reaccionaron para ir en ayuda del niño, pero la digital se interpuso.
—¿A dónde vas, mocosa?, déjalo ahí, es mío. Y tú también caerás en mi poder… aunque, por supuesto, de ti no voy a beber, debes saber horrible… me irritan las otras mujeres.
—¡Me das náuseas, arpía!, ¿Cómo te atreviste a hacerle eso a Seiyuro-san?, ¡¡No se queda así!! —Hidemi, desde hacía unos segundos, estaba sintiendo unas ganas enormes de destrozar a la digimon, algo latía con fuerza en su interior.
—No te tengo en mi lista de entrometidos, aún así acabaré contigo.
—¡Para que lo sepas, YO SOY UNA NIÑA ELEGIDA!, ¡¡No me derrotarás y vengaré lo que le hiciste a mi amigo!!
Lo único que Hidemi quería en esos momentos era aprender a proteger, quería demostrar que podía hacerlo, que era digna hija de Taichi Yagami.
Su pecho brilló vigorosamente, justo como la niña había visto que brillaban los antiguos elegidos antes de hacer aparecer a los digimons. ¿En verdad era ella una niña elegida?; la chica dio un paso al frente y sintió que de su ser se expulsaba algo que antes estaba pegado a su piel. Vio que de ella se habían desprendido luces cobrizas, intensas, mágicas; esa energía se fue transformando, hasta que una extraña bola cobró vida, pues de esas "partículas" se había formado un ser único, que Hidemi no recordaba que vivía adentro de ella y se nutría de su cariño.
A los brazos de Hide aterrizó un Koromon-gris que dejó a la niña con los ojos cuadrados. ¿Ese era su digimon?
—¡Hidemi, Hidemi, por fin nos volvemos a ver! — a pesar de su confusión la chica sonrió y abrazó con fuerza a la pequeña bola con largas orejas de conejo; las lágrimas salieron a flote y recorrieron sus apiñonadas mejillas
—Tienes razón, nos volvemos a ver—Se separó del Koromon gris de manera presta, y volvió a sonreír… aunque ella no pudiera explicarlo ese pequeño ser había estado con ella, era su amigo. Un fugaz recuerdo pasó por su mente como una sombra en mediodía… Ese digimon había sido quien le había ayudado aquel día, cuando tuvo el accidente que había provocado que hiriera su pierna… sin la ayuda de esa sombra que apareció en sus memorias borradas ella hubiera muerto. "Desde ese día, este pequeño y yo hemos sido amigos; de alguna manera nos conocimos, aunque no sé cómo, no lo recuerdo. Mi abuelita no me dejaba verlo, decía que era una criatura diabólica… es que ella no sabía sobre los digimons, ¡yo sí lo sé, mi papá es Taichi Yagami!... estoy recordando, ¡voy a ayudar a Seiyuro-sama!" pensó en un dos por tres antes de ponerse en pose de lucha, mientras su dulce mirada se volvía ruda para mirar a la terrible Lady Devimon que se preparaba para atacarla.
—¡Por favor, pequeño, digievoluciona!
—¡Claro Hidemi! ¡¿Me has recordado?! —La chica le asintió, entonces el pequeño Koromon oscuro se separó de los brazos de la castaña y dijo: —Siento una energía diferente en mí; no lo entiendo, nunca fui fuerte… ni siquiera sabía en dónde estaba mi corazón.
—Descuida, es el poder de mi papá y del aro mágico.
El pequeño Koromon creció de manera instantánea y se convirtió en un Agumon plateado, que inmediatamente hizo una "warp-digivols" impresionante, de donde pasó a ser BlackWargreymon.
—¡Oh, fantástico! —gritó Hidemi, aplaudiendo—¡Es increíble! ¿BlackWargreymon?, ¡Acaba con esa bruja, dale duro!
Lady Devimon retrocedió en el aire, sus ojillos rojos se encolerizaron, y sus colmillos, bañados de la sangre de Seiyuro, salieron amenazantes junto con un gemido de horror y desencanto.
—¡No me importa quien quiera que seas, mocosa! ¡Vas a morir! — chilló la digital, tratando de embestir a Hidemi.
La castaña entonces, en vez de retroceder, dio un paso al frente, apuntó a Lady Devimon y mandó con firmeza.
—¡Al ataque!
BlackWargreymon se interpuso entre Hidemi y Lady Devimon, golpeó a la vampiresa, comenzó a acorralarla, Hidemi suspiró con satisfacción; vio con interés entero la pelea que se tejía entre su digimon y la arpía.
"Él y yo siempre hemos sido amigos, ¡y no lo recordaba!... él y yo casi no nos veíamos, pero me ha apoyado, ha estado siempre conmigo… un día me dijo que yo le enseñé en dónde estaba su corazón… hoy él escucha los latidos del mío" pensó la gemela, con una tímida sonrisa, sonrisa que desapareció al instante, cuando recordó el rostro de muerto que minutos anteriores había visto en Seiyuro Takaishi.
Volteó a los matorrales, trató de fijar su vista en ellos pero los ojos se le nublaron y al no conseguir nada corrió a toda prisa hacia donde sabía que se hallaba el cuerpo del niño. Comenzó a buscar entre las hierbas, su nerviosismo le impedía ver al chico.
—Seiyuro…— susurró temblando, le estaba dejando la batalla a BlackWargreymon, para ella ahora sólo existía el rubio y su convalecencia. Tenía miedo de que fuera tarde y su amigo estuviera muerto.
En el aire en cambio se estaba realizando una pelea; era notable la superioridad de BlackWargreymon, pero la astucia de la vampiresa impedía que la batalla terminara.
—¡No permitiré que me arrebaten mi bebida! ¡El niño es mío! ¡Mío!... El amo acabará con todos ustedes y nunca sabrá que lo desobedecí, acabaré contigo nefasto digimon… tú eres oscuro, como nosotros… no deberías estar con ella.
—¡Cállate, Hidemi es la única que me ha sabido decir quien soy y en donde estaba mi corazón!, yo siempre estuve esperándola, desde que existo estaba buscándola. No soy un digimon de las agujas de control: ¡Existo!
BlackWargreymon comenzó a hacer su Terra Nova –negro- , se concentró en su labor. Lady Devimon en cambio buscó huir, escapar de tan enorme poder. Miró hacia abajo, para tratar de usar a Hidemi de carnada, la vio entre los arbustos buscando a su presa, al niño que le pertenecía.
—¡¡Maldita, te dije que no lo tocaras!! —chilló, como si le estuvieran quitando un tesoro—¡Es mío!
Parecía desquiciada, como si la estuvieran desgarrando y vomitara la sangre que acababa de beber.
Hidemi abrió más sus ojos al ver que Lady Devimon venía hacia ella, se cubrió la cara al ver todo demasiado cerca, sólo alcanzó a escuchar una voz lejana y angustiante.
—¡¡¡Alguien ayúdela!!! — gritó una delgada vocecita desesperada.
"Satoru", pensó Hidemi, con pavor de sólo pensar que el pequeño Ichijouji le desobedeciera y saliera del escondite.
Se tapó los ojos con desesperación, en su pensamiento tuvo en la mente a su amigo herido y a los bebitos que dependían de ella. Veía la muerte demasiado cerca en esos segundos, Lady Devimon demasiado cerca, BlackWargreymon ocupado… Blackwargreymon…
—¡Atácala, BlackWargreymon! —gritó la chica, sin saber qué pasaría con ella.
Entonces presintió un brillo sobrenatural a sus espaldas, sintió que alguien o algo la agarraba de los brazos y la alzaba con presteza, abrió los ojos un segundo, miró que unos musculosos brazos azules la sostenían en el aire. Se asustó, ¿unos brazos azules y musculosos?, recordó que anteriormente había visto algo similar… ¿un digimon?
—¿Estás bien? —preguntó un muchacho, que era sostenido por los mismos brazos que ella. —¿No te lastimó esa cosa?
Hidemi subió su avellana mirada hacia quien le había hablado. Vio en ese rostro moreno una sonrisa sincera. Era un chico que tenía unos cabellos cafés y parados, sobre ellos había un par de googles.
—¿Motomiya-san? — preguntó ansiosa, emitiendo una débil risa de satisfacción.
El muchacho le asintió.
—Ya estás a salvo. —le dijo firmemente.
—¡Kyosuke, va hacia ustedes! — gritó Yuriko Hida, quien estaba en el suelo, al lado de Satoru y los bebés —¡Ataquen a la derecha!, ¡ve con ellos Ankylomon!
Ankylomon comenzó a tratar de distraer a Lady, pero ésta seguía terca en alcanzar a Hidemi, tenía la mirada llena de odio, ya que aborrecía todo lo femenino además de ella.
—BlackWargreymon, dirige tu ataque hacia acá.
BlackWargreymon, quien estaba a punto de lanzar su poderosísima bola de energía, cambió de dirección. Hidemi miró el rostro de Kyo, ambos asintieron al mismo tiempo. XVmon, al ver venir a Lady Devimon hacia a él no se movió, pero al escuchar el tronido que provocaba BlackWargreymon con el estallido de su poder escapó en picada para engañar a la digimon, quien se estampó contra una enorme pared rocosa que estaba atrás. La velocidad misma, el impacto, su incapacidad de raciocinio (pues su único pensamiento era destruir a Hidemi para alimentarse de Sei) la llevaron a una prematura tumba. El poder negro de BlackWargreymon la alcanzó casi inmediatamente después, causando una explosión grisácea y humeante.
—¡Mi bebida… ¡¡NOOO!!, no podrán con mi amo, él me restaurará después, y entonces... — y entonces su voz cesó, su cuerpo se achicharró, toda ella se volvió mariposas digitales que se fueron volando hacia el castillo de Lucemon.
XVmon pisó tierra, soltó a los muchachos. Hidemi comenzó a respirar aprisa, aún no asimilaba lo que había pasado, cayó hincada en el suelo, suspiró hondamente. Kyosuke se hincó a su lado y la sostuvo de los hombros.
—Debes estar agotada por tanta carga para ti… pero nunca más estarás sola— murmuró con empatía. XVmon permaneció al lado de su camarada, Yuri y los demás comenzaron a acercarse. —Tranquila Yagami, esa tipa se ha hecho añicos… más bien, se hizo polvo digital, de ese que crea a los digimons.
Hidemi se puso de pie entonces, temblorosa; BlackWargreymon bajó hasta Hidemi, y se inclinó ante la niña.
—No, no te inclines—dijo la gemela—. Somos amigos, y nos ayudamos; ahora lo mejor será que vayas a descansar.
BlackWargreymon asintió y se fue desvaneciendo. Las partículas del antiguo digimon de las agujas de control se internaron en la niña, pues de ahí justamente habían salido.
—XVmon, tú también— dijo Kyo.
Ankylomon y XVmon perdieron la digievolución y se adhirieron a sus amigos humanos.
Hidemi parecía tratar de decir algo, pero se le iban las fuerzas, miró hacia los matorrales y trató de correr hacia ellos, pero Kyo la detuvo.
—Algo te pasa— dijo, sosteniéndola cuidadosamente del brazo—. Dinos, te ayudaremos, tú eres parte de nuestro equipo.
—No… pude… salvarlo— susurró Hide, sus ojos se habían llenado de cortinas de llanto.
—¿A quién? —indagó Kyo, preocupado.
—Kyo, no seas tan brusco… por favor Hide-san, continua…
—Cuando íbamos caminando, lo vimos… vimos a esa arpía lastimándolo… pero no pude hacer nada, ¡no puedo hallarlo!
—¡Vi cuando se cayó del cielo! — dijo Satoru, asustado, se agarró del vestido de Yuri, quien sostenía la carriola con Tulo y Min. —Por eso fui a pedir ayuda.
—Pues yo no entiendo nada.
—Satoru habla de Seiyuro Takaishi—dijo Hidemi con frialdad; se soltó de Kyosuke para dirigirse a los matorrales.
—¿Tú eres Satoru Ichijouji? — preguntó Kyo, dándose un golpe en la cabeza—. Por eso cuando nos hallaste nos hablaste con tanta familiaridad… y ahora que te veo bien, ¿de casualidad no habías crecido antes?
—Sí, señor Kyo.
—Un momento… ¿hablaste de Seiyuro?, ¿Qué le pasó a Sei?
Un gemido intenso y lleno de dolor distrajo al hijo de Daisuke. Kyo corrió adonde estaban Yuri y Hidemi, sacando de los matorrales el cuerpo inerte de Sei.
Satoru se puso pálido, Yuri se levantó y se alejó unos pasos, llevándose la mano a la boca para ahogar sus gritos de susto, la carriola seguía en silencio… y todo, todo era confusión en el ambiente.
Kyosuke Motomiya llegó hasta donde Hide sostenía el cuerpo azuloso de Seiyuro, los ojos tintos del Motomiya se desorbitaron como si estuviera más extraviado que un náufrago en medio de la mar; Hide soltó a Sei, entonces Kyo tomó en los brazos a Seiyuro y con gran fortaleza terminó de sacarlo de los espinosos arbustos.
El hijo de Takeru lucía un aspecto de muerto. Tenía rasguños en sus desnudos brazos a causa de las espinas, en el cuello estaban pintadas las garras de Lady Devimon, la ropa estaba entre morada y roja, porque todavía había sangre saliendo de la boca del rubio. Los ojos del chico estaban blancos, parecían dos enormes canicas blancas sin adorno. En las mejillas había surcos imprecisos de llanto. La boca era azul, estaba hinchada. Kyosuke se llenó de horror.
—Sei…— susurró lentamente, sin creérselo—. Dime que esto es mentira… ¡háblame, camarada!
Pero el silencio sólo roto por los sollozos de Yuri, y los gemidos de Satoru, persistió. Hidemi se hincó al lado de Kyo, quien sostenía a su camarada en sus brazos y lo movía constantemente para obligarlo a despertar.
—Sei, no me hagas esto, despierta… ¡¡SEI!! —Kyo comenzó a llorar abiertamente. Con torpeza trató de escuchar el corazón de su amigo, pero entre su desesperación y tristeza no podía precisar si lo que oía era el corazón de Sei o el suyo propio, que latía como parvada asustada. —¿Qué te han hecho, mi camarada?, Sei… no, no… no puedes estar muerto, te lo prohíbo… ¡No podría soportarlo, amigo!… ¡Sei, levántate, no estés bromeando!
Kyo no soportaba ver a Seiyuro así. Siempre había considerado que su amigo era el más entusiasta, el más alegre y optimista… verlo así, casi como muerto, lo tenía desconcertado. Sin pensársela dos veces cerró los ojos sin vida de Sei, lo zarandeó un par de veces más, pero no obtuvo respuesta. Yuriko venció el miedo, sacó de su bolsillo un virginal trapo blanco y con un temblor inevitable empezó a limpiar el río de sangre que corría de la boca perforada de su amigo.
—Lo hi-hi-hirieeeron de sus labios…—musitó entre lágrimas, tratando de ser fuerte.
Sei tenía dos agujeros enormes que perforaban sus labios inferiores.
—Pero no puede estar muerto— dijo Hidemi, mientras veía acongojada que el estado de Sei tenía al borde del colapso a los niños—. ¡Esa bruja quería seguir abusando de él!, ¡debe estar vivo, porque no creo que le guste beber la sangre de un muerto!
Habló con la mayor sensibilidad posible, pero rompió en llanto después de decirlo y comenzó a lamentarse por no haber llegado a tiempo. Kyo trató de recuperar la compostura, se quitó los googles que adornaban su rebelde melena; acomodó sus lentes bajo la nariz de Sei, para su gozo observó vio que los plásticos transparentes de sus visores se empañaban por la leve respiración del rubio. Su camarada estaba vivo.
—SEI, sabía que no podías dejarnos—gritó con euforia, luego abrazó con cariño a su amigo. Yuri sonrió de manera nerviosa, aliviada.
—Tenemos que poner a Sei a salvo, tenemos que tratar de curarlo Kyo… hay que regresar a la guarida.
—Pero no está Kotaro. Seiyuro no me perdonaría si dejara a su primo abandonado.
—¡Oh, qué haremos!, ¿en dónde estará Kotty?... Qué horrible es todo esto.
Kyo recostó a su mejor amigo en el suelo azabache, se quitó la chamarra y la usó como almohadón para Sei, luego se puso de pie.
—Hidemi Yagami… perdona por no darme cuenta—comenzó a decir, Hide se limpió las lágrimas y miró que Kyosuke caminaba de un lado al otro—. No nos dimos cuenta porque cuando vimos a Seiyuro herido nos pusimos como bobos, creímos que habíamos perdido la esperanza… pero no fue así, Sei sigue con nosotros… verás, Seiyuro es uno de los pilares de nuestro equipo, siempre que estamos desanimados, él dice o hace algo, ¡y nos ayuda!, el verlo tirado como si estuviera muerto me hizo sentir una impotencia enorme, pensé que lo habíamos perdido. — Kyo sonrió abiertamente—. Gracias a ti he recuperado mi esperanza, ¡porque tú salvaste a mi amigo!, ¡arriesgaste tu vida para ayudarlo!... ¡Eres una Yagami sin duda alguna!, tu hermano Taiki hubiera hecho lo mismo, porque así como tú, es un valiente. A nombre de todos nosotros, te doy las gracias por ayudar a mi camarada
La niña bajó la mirada entre apenada y contenta.
—Seiyuro-san también es mi amigo, Motomiya-san.
—Para ti soy Kyo, ¿de acuerdo?, ¡y también somos amigos!
—Yo también te doy las gracias Hidemi-san, no sé que hubiéramos hecho sin ti… Osen tenía razón, ella aseguró que tú nos alcanzarías. — dijo Yuri—… Ehh, no quiero ser desconsiderada, pero a Kyo y a mí nos gustaría saber como fue que llegaste aquí, nos preocupa ver que Satoru, la pequeña Min y el hijito de los Izumi están aquí.
—No hay problema… yo llegué aquí porque mi papá y los demás abrieron un portal para este mundo, ellos querían ocultarnos aquí, porque ellos no saben en lo que se ha convertido el Mundo Digital, ¿verdad?, si no ellos no me hubieran mandando… cuando llegamos a este lugar, en el mundo real se estaba iniciando una batalla con unos amos oscuros o algo así; el señor Davis, el señor Iori, tío Takeru y los demás quisieron ponernos a salvo… yo tenía que llevar a estos nenes por el Digimundo con sus hermanos mayores, pero estaba tan oscuro y no sabía por donde ir… Cuando aparecimos en este lugar, Sato-kun creció inexplicablemente y yo sané de mi pierna, ahora ya puedo caminar con libertad.
—Siempre que vengo al Digimundo, crezco—dijo Satoru— Hide, ¿el señor Seiyuro está bien?
—¡Se pondrá bien! — exclamó Kyosuke—. Lo vamos a curar… si Sei no se pone bien, no se lo perdonaré nunca.
—¿Qué haremos ahora, Kyo?
—Como dijiste Yuri, en la caverna tenemos el botiquín de mi primo Doguen, trataremos de ayudarlo y pondremos a salvo a estos nenes… luego vendré buscar a Kotaro, a Doguen y a Kurumi.
—¡A mi hermana! — dijo Satoru.
—Si pequeño, a ella—Kyo se llevó las manos a la cabeza, estaba preocupado—. Espero a ellos les haya ido mejor que a nosotros; Yuri y yo peleábamos contra un poderoso sujeto llamado Myotismon, casi no vivimos para contarlo.
—¿Lo han derrotado? —preguntó Hidemi.
—No, claro que no, no teníamos el poder suficiente—lamentó el moreno hijo de Daisuke —. Myotismon desapareció solo, como si alguien le hubiera llamado… Yuri y yo creemos que regresó al castillo, ¡pero bueno!, ya te contaré con detalles.
Kyo miró por varios segundos a Sei, apretó los puños en donde tenía los googles, y entonces miró hacia Hidemi.
—Antes de irnos quiero darte esto— el muchacho estiró la mano, le ofreció los googles a Hide—. Nunca antes había visto tal muestra de amistad y de valor… apenas nos conoces Hidemi, pero eres capaz de darlo todo por nosotros, eso lo sé… Errr bueno, acepta estos lentes como muestra de mi amistad.
—¡Es que… yo no puedo aceptarlos!
—¿Se te hacen feos? —preguntó Kyo.
—No Kyo, claro que le gustan, son unos lentes muy lindos, pero Hidemi-san sabe que significan mucho para ti. —opinó Yuri.
—Claro que significan mucho para mí, estos googles son símbolo de valentía, son importantes para mi familia… para los Motomiya, pero también para los Yagami. ¿Saben?, en muchas ocasiones he querido darle los lentes a Taiki, sin duda alguna se los merece, pero me ha ganado la codicia… esta vez necesito regalárselos a la niña más valiente que conozco para sentirme bien.
—Pe-pe-pero…
—Estos lentes son viejos. Tu padre fue el primer dueño de ellos, sólo que un día él se los dio a mi papá porque demostró ser valiente. Por eso quiero que los tengas, ¡y por favor!, compártelos con tu hermano.
Sin esperar respuesta, Kyo se los acomodó entre las dos colitas, a Hidemi le quedaban muy bien los lentes, se veía curiosa, y se parecía más todavía a su papá.
—Taiki y tú cuidarán bien estos lentes, ¿verdad que sí?
—Sí, gracias Kyo.
El chico suspiró agradecido, de su bolsillo sacó unos lentes oscuros, se los acomodó en la cabeza.
—¿Y esos lentes de sol?
—Mamá me los dio la Navidad pasada, ¿me sientan bien, verdad?
—Te ves muy guapo— admitió Hide.
—Igualmente… ¡bueno, andando!, a Sei se le ve mejor pinta— sin pensar siquiera en que Sei pesaba quizá hasta más que él, Kyo se echó a los hombros el cuerpo pesado de su amigo y se tambaleó, luego trató de caminar.
—Oye, Kyosuke.
—¿Mmmh, Yuri?
—Has madurado.
Kyo se sonrojó levemente.
—¿Tú crees?
—Kyosuke, ¿no sería mejor pedir ayuda a los digimons?
—jeje… sí.
--
La caverna era la guarida perfecta. Húmeda, pero al mismo tiempo cálida por la llameante fogata que Kyosuke había encendido minutos anteriores. A la débil luz del fuego se notaban algunos detalles de la cueva, había moho embarrado por las rocosas paredes que parecía dibujos rupestres, el suelo era áspero, frío, totalmente irregular. Yuriko Hida se hallaba cerca del único lecho del sitio; con el mayor cuidado posible la niña trataba de desempeñar el papel de enfermera pero por sus gestos y escalofríos se notaba lo nerviosa e incapaz que se sentía para ello. Hidemi escuchó que la silenciosa carriola se llenaba ahora de llantos porque los bebés acaban de despertar, se inclinó para ver a los nenes y cogió al más pequeño.
—¡Maldición! El niño no tiene ni una semana de nacido, es un abuso que esté metido en este problema. —dijo Kyosuke, quien estaba junto a su amigo Seiyuro—Tener a los bebés aquí complica la situación todavía más… Min y…
—Se llama Tulo.
—Bien, Min y Tulo necesitan a sus madres para sobrevivir, especialmente él. Yo no sé nada de niños.
—Todo esto terminará pronto, yo lo sé—opinó Hide—, pero por mientras podemos tratar de hacer lo mejor con estos pequeñitos.
—Sí, por supuesto, ¿cierto Yuri?
—Ay Kyo, no sé que darle a Seiyuro—dijo la niña desviando la conversación a lo que le acongojaba—. Aunque Doguen dejó indicaciones sobre los medicamentos, no tengo idea de que darle, ¿y si le cae mal?, ¡es que ni siquiera sé que es lo que Seiyuro tiene!
—Por lo pronto… hay que bajarle la fiebre—opinó Kyo, cambiando el pañuelo de la frente de su amigo.
—Seiyuro-san debe estar sintiéndose muy mal, ¿no sería bueno darle algo para el dolor?, a mí me da la impresión de que esa arpía inútil le envenenó— dijo la hija de Tai bastante indignada.
—Aquí dice que es para el dolor—Yuriko mostró el bote de un medicamento—, y al mismo tiempo ayuda a que se baje la temératura… eso, y curarle la herida es lo único que podemos hacer hasta que venga Doguen-kun.
—Iré a buscarlos entonces—Kyosuke se puso de pie, se sacudió la ropa, miró hacia la salida del escondite—. Tengo que buscar a los demás, no sabemos qué fue de ellos en la pelea. Ojalá se encuentren bien. Quizá nos apresuramos demasiado en nuestro ataque, lo malo es que ya no hay marcha atrás.
—Tranquilo, creo que lo hicimos bien, sólo necesitamos una reorganización—dijo Yuriko.
—Kyo, yo voy contigo—pidió Hide, sin quitarle la vista a Sei.
—No Hidemi, por favor quédate. Yuri necesita de ti porque sería mucha carga atender a Sei y a los niños.
La Yagami asintió, sacó de la carriola un biberón que calentó con un botón, luego comenzó a alimentar a su protegido.
—Kyosuke, no te arriesgues—rogó Yuri.
—¡¡Yo quiero ir a buscar a mis hermanitos!! — interrumpió súbitamente Satoru, todos los presentes pensaban antes que estaba dormidito. —¡Ya estoy grande, no me digan que no!, por favor, por favor, por favor, Si no me llevan me escaparé… Hide me prometió que me llevaría con ellos, ¡yo quiero ayudar!.
Kyo Motomiya miró con interés al pequeño, le sonrió abiertamente para luego ponerle la señal de victoria.
—Tienes razón, en estos momentos ya eres grande, si yo fuera tú también me escaparía. Mejor vente conmigo, te cuidaré bien y traeremos de vuelta a tu hermosísima hermana.
Satoru corrió a la espalda de Kyo, la trepó con presteza. El Motomiya se lo acomodó y se despidió de las chicas una vez más.
—¿Será pertinente que lo lleves? —indagó angustiada Yuri.
—Es mejor a que luego se les escape, tienen mucho trabajo, además, él también tiene un digimon y no le pasará nada. Si Satoru creció debe ser por algo.
La última mirada de Kyo fue dirigida para Seiyuro, luego abandonó la cueva con el pequeño Ichijouji.
Las niñas suspiraron, Tulo no dejaba de llorar, Min estaba moviéndose mucho en la carriola, Seiyuro temblaba y no dejaba de sangrar, su cuerpo temblaba sin control por el veneno.
—Ay no, creo que Tulo necesita un cambio de pañal—suspiró Hidemi con resignación—. Eso no se me facilita mucho que digamos…
—Te ayudo con gusto, aunque tampoco sé de esas cosas—replicó Yuri—. Ya le di el medicamento a Seiyuro, le curé más o menos su herida con alcohol, ¡pero de verdad que no sé de estas cosas!, sólo espero no haberlo empeorado. Me siento tan desanimada, todo es tan complejo… ojalá Sei despertara y dijera algo.
La castaña de ojos verdes arrastró sus pies hasta la cunita móvil y sacó a Min, luego las chicas comenzaron a atender las necesidades de los bebés, estaban cansadas, pero sabían que de ellas dependían esas inocentes criaturas.
No tenían noción del tiempo, en la cueva todo era oscuridad. Después de bastante trabajo Mina y Tulo se habían dormidos, ellas se habían recostado cerca del fuego que a cada momento se escaseaba más, platicaban en murmullos.
Yuriko le contaba a Hide cosas de sus amigos y de sus aventuras Todos somos muy diferentes, pero siempre podemos organizarnos… esta vez seis de nosotros nos fuimos a pelear contra los enemigos, eso lo hicimos para que otros pudieran entrar al castillo del enemigo; tu hermano Taiki va con ellos, espero les haya ido mejor que a nosotros (…) Hace un año fuimos a un parque de diversiones, tu hermano y los más chicos hicieron trampa para subirse a un juego, luego todos nos mareamos (…) Mi mamá nos hacía panecillos, a Toshi le encantaban (…) Vine a luchar para recuperar a mi madre, ahora sólo quiero que no sucedan cosas peores; no me gusta que las cosas pasen así, no me gusta sentir esta inseguridad (…) No te preocupes Hidemi-san, Seiyuro se recuperará, ya verás que abrirá sus ojos y nos dirá algún piropo… eso anhelo al menos.
Los ojos casi se les cerraban del agotamiento, la leve luz iba descendiendo, quería desaparecer. La caverna estaba aún más helada que antes, a lo mejor la noche había caído; todavía no tenían noticias de Kyosuke y Satoru.
El rubio Takaishi aún era custodiado por las chicas, quienes no le quitaban la vista de encima. El muchacho de la Esperanza se movía constantemente, se retorcía y gemía en sueños. Tenía la frente bañada en sudor, la sangre atravesaba las vendas y fluía por la boca del joven.
Las tres lunas que aparecían en el Mar oscuro salieron, en ese momento Seiyuro abrió los ojos. Fue tan repentino que las niñas apenas se habían percatado y ahora se hallaban estupefactas por el suceso, Seiyuro había abierto los ojos como si fuera un robot obedeciendo órdenes, los ojos nuevamente eran del color celeste, estaban irritados por pequeños hilos de sangre en su globo ocular, el rostro seguía demacrado, parecía un zombi al borde del ataque.
—Sei…—habló Yuri de manera modosa —¿Cómo te sientes?
Seiyuro no contestó al instante, siguió tieso, con los ojos abiertos sin pestañear. Sus movimientos motrices no funcionaban correctamente, porque se le veía empeño por llevarse la mano a la cara sin tener éxito.
Hidemi se acercó con lentitud seguida de Yuriko, pero antes de llegar, Sei se sentó en la colchoneta con esfuerzo, tosió un par de veces; escupió sangre que cayó en las cobijas que lo cubrían, el chico se quedó mirando la sangre por un tiempo, y luego, lentamente fue llevándose la mano a sus labios. Los palpó, sintió la venda, la sangre, la herida. Seiyuro cerró los ojos.
—Fue la realidad…—su voz sonaba áspera, sin vida—… se rompió… una ilusión…
—Seiyuro, contesta, sólo queremos saber qué necesitas…
Sei Takaishi miró hacia Yuri, tenía el cuerpo entumido, le vibraban los ojos, le salía sangre.
—Necesito dejar de verla…
—Sei, estamos contigo, soy yo Sei, Yuri. Y aquí está Hidemi Yagami.
—¡Quiero que desaparezca la sangre! ¡Y su rostro, no lo quiero ver! —dijo de manera histérica, tosiendo, cubriéndose la cara. —Aléjate de mí...
Yuriko sintió que se le partía el alma, a Hidemi le regresaron las lágrimas ante tal reacción. No se atrevieron a tocar a Sei, quien se acurrucó en su colchoneta y se escondió en sus cobijas. Se oían sus lamentos, su frustración, su confusión, y bajo las cobijas temblaba, luchaba, reñía… recordaba, pero por primera vez quería olvidar.
—¿En dónde está? —se decía constantemente. Las niñas creían que a lo mejor el rubio buscaba a su digimon o a Kotaro Ishida.
Como respuesta Seiyuro sólo escuchó un sonido dulce, algo diferente y leve… se desprendió de las sábanas gruesas, su rostro frío y vacío, escaso de inocencia, quedó al descubierto… siguió prestando oído, tratando de que sus sentidos no desaparecieran.
—Sei, escucha…—trató de negociar Yuri.
—Min.—dijo Sei, cuando escuchó los ruiditos de su hermanita provenientes de la carriola— ¡Minagawa!
—Ella está aquí—dijo Yuriko, Hidemi se levantó para sacar de la cunita a la pequeña rubia, la llevó con su hermano mayor, quien al verla casi sufrió un colapso de horror y alegría al mismo tiempo.
—¡Min-chan! —gritó de manera desquiciada al verla, la arrebató de los brazos de su amiga para cargarla, la nena abrió más sus enormes ojos rojizos—¿Qué hace mi hermana aquí?... Argg, esto deber ser un mal sueño. Ella no puede estar aquí, todo es muerte, nada funciona, te lo quitan todo…
Un par de lágrimas salieron de los ojos azules, Min se las tocó a Sei, quien besó la frente de ella y miró por primera vez a su alrededor. Estaba en una cueva, era Seiyuro Takaishi; Yuriko Hida y la hermana de Taiki estaban cerca de él, había una carriola, él era Seiyuro Takaishi; Tenía el cuerpo entumido, le dolía la cabeza, quería vomitar, no entendía… era Seiyuro Takaishi.
—Estoy… confundido.
--
—Tranquilo, falta poco. ¿Ves que ahí está la cueva?, ahí nos esperan nuestros amigos. Eso sí, necesitaré de tu ayuda, lo sabes ¿Verdad?
—Me duele mucho el brazo.
—Sí, lo sé, ese tipo de heridas son muy escandalosas, al menos eso dice mi padre; pero te dejará de doler pronto.
—¿Qué vamos a hacer luego?
—Yo tengo que ir a ese castillo. Que no se te olvide que has sido un héroe, vendrás conmigo, ¿cierto primo?
—Si eso es heroísmo, prefiero seguir siendo un Llorón— suspiró Doguen Kido mientras se acomodaba las gafas. Traía una gruesa herida en el brazo derecho que no dejaba de sangrar, cojeaba levemente y estaba pálido. Un poco más al frente iba Kyo Motomiya con Satoru dormido en sus brazos; ambos se dirigían al refugio.
Cuando Kyo regresó al escondite se encontró a Hidemi acarreando leña, a Yuriko moviendo la carriola y a su amigo Seiyuro consciente, con su hermanita al lado, pero metido en un estado de shock preocupante.
—Chicas, estoy de vuelta— dijo el muchacho con los ojos fijos en el Seiyuro, que estaba viendo la pared al tiempo en que mecía su cuerpo de arriba a abajo con Min en su regazo.
—¡Kyo! — expresó Hidemi, con una sonrisa. La niña dejó la leña un lado, tanto ella como su amiga Yuri se acercaron al Motomiya—¿Cómo te encuentras?
—¡Doguen-kun! — gritó Yuri con alegría mientras se lanzaba a su mejor amigo en un abrazo tierno—¡Estás con bien!
—Ay Yuri, ¿apoco te figuraste que estaba muerto o algo así? — dijo Doguen, enrojeciendo ante la preocupación de la castaña.
—Es que todo es posible— la hija de Cody miró hacia donde estaba su rubio amigo y suspiró, Doguen observó al Takaishi y volvió a acomodarse los lentes. No dijo nada.
Kyo, mientras Yuri y Doguen intercambiaban información, aprovechó el tiempo para acostar a Satoru en un sleeping.
—¿Sólo viene él? —susurró Hidemi a sus espaldas.
—Sí, sólo encontré a Doguen.
Yuri y Doguen se habían acercado a Sei para tratar de hacerlo entrar en razón, Kyosuke lo notó, sin embargo no los imitó, siguió hablando de manera queda.
—Me duele mucho ver a mi camarada así… parece que no fuera él. Es que Sei es tan… ¡Sei!
—Desde que despertó y notó la presencia de Min no nos ha permitido acercarnos, Yuri-san dice que todavía tiene fiebre—Hide se talló los ojos, despistando su sentimientos, en voz baja masculló para sí misma—… todo por culpa de esa arpía…
—Hidemi, escucha… primero que nada te contaré lo que pasó.
--
Taiki vio a sus amigos al fondo. Con la lupa de su binocular los miró cerca, como si pudiera alcanzarlos con unos pasos siendo que en realidad, tanto Kyo como Kurumi o Sei, estaban inalcanzables en esos momentos… de alguna manera el castaño hijo de Tai sabía que todo camino tenía divisiones que separaban a las personas físicamente, pero al final permanecían unidos, eso quería creer.
—Nuestros amigos comenzaron sus peleas, es hora de entrar al castillo.—mencionó Taiki al tiempo en que comenzaba a deslizarse hábilmente entre los arbustos oscuros para atravesar los lindes del bosque y esconderse en los pilares barrocos del castillo de Lucemon.
El chico tomó ventaja con rapidez, su astucia, agilidad e instinto lo guiaban entre los improvisados senderos, dejó de pensar en que tras él venían sus amigos, su equipo, sólo se concentró en su misión, en la causa de su lucha y en el entero deseo de volver a ver a su familia.
Taiki sintió que lo sujetaban del brazo de manera inesperada, al voltear se encontró con su primo Toshiro, quien también iba casi al mismo ritmo que él.
—Esperemos a los demás aquí, antes de que crucemos los lindes del bosque—pidió Toshi, de manera sombría—. May no puede ir a nuestro ritmo por su cansancio, O-chan se ve enferma… Y Ben y Zet… bueno, no hay que ir tan rápido.
Taik vio algo extraño en los ojos infrarrojos de su primo, estaban expectantes, como si Toshiro estuviera a punto de revelar un secreto prohibido. Parecía acalorado a pesar del frío, su sonrisa nerviosa era exigua y sus movimientos algo torpes.
—Escucha…—susurró el canelo en voz queda, temblando—Taik, prométeme algo…
—¿Qué cosa? ¿Qué tienes primo?
—Prométeme Taik, que pondrás a salvo a los demás si algo me pasa… especialmente a O-chan—Toshi se tapó el rostro con una mano, luego miró hacia atrás, cerca se escuchaban las pisadas de sus acompañantes, entonces volvió a murmurar, rogando…
—¡Prométemelo Taik!
—No te entiendo Toshi; nosotros no permitiremos que te pase nada.
—Es algo que no depende de ustedes, adentro de ese castillo hay demasiada oscuridad… la luz no puede defenderse, es prisionera— el chico nuevamente miró que sus compañeros de equipo casi los alcanzaban—. Puedo llegar a ser peor de lo que te imaginas, soy… un peligro… soy, un asesino… por eso deberás poner a salvo a los demás, a Osen… llévatela.
—¡Tonterías, Toshiro! —Taik Yagami casi nunca solía decir el nombre completo del hijo de Kari, sin embargo las palabras de su pariente le enchinaron la piel, ¿cómo decía Toshi que era un asesino?, ¡era imposible!, Toshi era un muchacho amable y bondadoso, no era un criminal. Taiki no logró definir su postura, quedó en silencio y no le respondió a Toshiro, quien quedó estático en cuanto llegaron los demás; apretó los dientes, de manera lenta visualizó la estructura del castillo. Era arcaico, con pilares que seguro topaban con un techo tan azabache como el cielo, alrededor no había árboles, sólo un breve monte repleto de matas espinosas y zacate seco, marrón.
—¿Por qué se adelantaron, insectos?, tenemos que ir despacio, ¿no se acuerdan?
—El sigilo importa de aquí en adelante—excusó Toshiro, de nuevo con su mirada de mal presentimiento—Anteriormente los arbustos, los troncos y el bosque mismo nos protegían, ahora tendremos qué correr de manera silenciosa, o en su defecto arrastrarnos entre la maleza.
—Arrastrarnos es lo más viable—opinó Mayumi, estaba algo pálida, con los ojos desorbitados.
Osen hizo aparecer su computadora de su brazalete digital, con un programa abrió un mapa del castillo en el monitor.
—No es un castillo similar al Castillo Legendario que visitamos hace un año, aunque sí hay pasadizos secretos. Es una suerte que el Mar Oscuro sea el Centro del Digimundo porque podemos usar tecnología por estos rumbos.
—Pero la tecnología puede ser manipulada por el enemigo— replicó Zetaro, en voz bajita.
—¿Qué quieres decir, Zet? —indagó la pelirroja, mirando al morado.
—En el mar de la oscuridad no existe el libre albedrío… cuando entremos al castillo, él sabrá que estaremos ahí…
—¿Quién? —preguntó Taiki, inquieto.
Zet encogió los hombros pues no sabía la respuesta, los demás se quedaron con la duda, aunque no lo quisieron obligar a hablar. Ninguno de ellos sabía realmente por lo que había tenido que pasar Zetaro para librarse de la semilla de la oscuridad, nadie sabía lo que el mediano Ichijouji había hecho en el mar oscuro.
—Démonos prisa—dijo entonces Toshi—, o el esfuerzo de nuestros amigos será en vano, ¿nos guías a la entrada, O-chan?
—Claro Toshi-kun.
Taiki se lanzó a la hierba, gateando comenzó a recorrer la maleza y las ramas espinosas, volteó hacia atrás, vio que Ben y Osen lo seguían, el primero con rostro de asco y la segunda tosiendo constantemente. A Taiki se le engarrotó el estómago, recordó las palabras que había dicho Toshi… "Mi primo… es un chico excepcional… no es un asesino… no pudo haber sido él". Taiki estaba recordando el eclipse que había sufrido Toshi en la Fusión Prohibida: a su primo lo habían poseído.
—Hey… Toshi.
—¡SHHH!, cállate—regañó Benjamín, que venía tras él.
—Te lo prometo primo—dijo Taiki, imaginó que su primo lo había escuchado.
La noche se cundía cada vez de más oscuridad, las sombras estaban muertas, no se percibían. Los corazones de esos seis niños estaban forrados de pánico, de vértigos intensos; cualquier sonido los hacía temblar, los ponía alerta, aún así levantaban la cabeza y seguían las instrucciones de la pequeña Osen, quien con la mayor calma posible susurraba entre tartamudeos el camino que debían seguir para llegar al atajo del castillo que estaba en la puerta trasera.
Hicieron un rodeo de 270 grados gateando hasta llegar a un túnel muy angosto, el cual era la entrada trasera que tanto habían buscado. La pelirroja suspiró al ver el túnel, levantó la cabeza, sintió el aire helado que quemaba.
—Es aquí, por aquí tenemos que entrar— avisó, temerosa.
—Entonces no perdamos tiempo— dijo Taiki, trató de ponerse de pie, pero en ese instante Ben lo jaló de la camiseta hasta el suelo.
—Espérate un momento irracional, es una estupidez haber llegado tan lejos como para que por una idiotez nos descubran.
Taiki le sacó la lengua a Ben y cruzó los brazos, May miró hacia el cielo, Zetaro y Osen simplemente los vieron sin expresar descontento pero Toshi les pidió silencio de manera atenta.
—Debemos entrar cuanto antes—dijo, sin quitarle la vista al túnel—, aunque tengan presente que allá adentro no debemos confiar en nada, ni siquiera en nosotros mismos.
—No seas ridículo, Toshiro— dijo Ben—, si no confiamos en nosotros, ¿en quién demonios confiaremos?
—Zet, ¿tú nos guiarás? —preguntó Osen, con sus ojos negros agrandados—. No podré guiarlos si manipulan la tecnología, nos llevarían directo a una trampa, y eso no tiene caso—la niña se sonrojó entonces, pero no dejó de ver a su amigo—; en cambio yo confío plenamente en ti.
—Lo intentaré—murmuró Zetaro, pestañeando ante el sonrojo de Osen que apenas se notaba por la oscuridad en la que se hallaban.
—Ya, déjense de preámbulos y vayamos de una buena vez—cortó Mayumi.
Los chicos asintieron, se pusieron de pie al mismo tiempo, corrieron al túnel; se adentraron en él sin pensar mucho en las consecuencias. La lentitud en esos momentos era símbolo de desesperanza, por ello se daban prisa.
El interior de túnel era un cilindro negro, en donde se respiraba un aire metálico bastante desagradable, en todo el transcurso los niños habían caminado con las manos tapándose la boca por la asfixia, daba la impresión de que iban a perder el conocimiento por el tambaleo que los dominaba.
—¿Y si es un gas venenoso? —había comentado Benjamín.
Nadie le había contestado porque sonaba tenebroso pensar en las consecuencias; si tenían que morir adentro de ese castillo todos rogaban que no ocurriera a causa del veneno.
Taiki fue el primero en salir del túnel, la oscuridad cilíndrica se había convertido en una habitación gris de dimensiones extrañas y pisos pulidos a cuadros, olía a polvo y poco a poco el gas venenoso se iba esfumando, como si se hubieran abierto las ventanas. No era un lugar agradable, era helado, de esa compleja frialdad que hiela el alma de sentimientos de soledad.
—Qué lugar tan…—susurró May, arropándose con sus propias manos para darse calor.
—La temperatura está muy baja, hace más frío que afuera—afirmó Osen, ella no había dejado de taparse la boca, y aprovechando que estaba cubierta, comenzó a toser por las fuertes ráfagas de aire que viajaban en las entrañas del castillo de Lucemon. —… Este lugar deber ser parecido al sitio que llaman el Lucero de la Rosa, que hace mucho tiempo, y según la leyenda de la fusión prohibida, fue un sitio que fue corrompido.
—Cerebrito, no hay tiempo para mitos, hay que darnos prisa, este lugar me da náuseas.
—El viento lleva tristeza consigo—susurró Zetaro, los amigos se quedaron viendo al morado, quien apuntó un camino—, hay que ir por ahí, llegaremos al salón principal si vamos derecho… aún así, él sabe que estamos aquí, no nos dejará llegar.
—¡Llegaremos! —afirmó Taiki.
—Por supuesto, llegaremos —dijo Mayumi, con decisión—No permitiremos que el esfuerzo que hicieron nuestros amigos por dejarnos entrar aquí sea en vano, ¡va por ellos!
La chica tomó la delantera junto con Taiki, Toshiro suspiró y los siguió. Ben y Osen se habían quedado mirando a Zet, quien negó pero terminó avanzando.
—Maldita sea—mugió Benjamín, le tomó la mano a su hermanastra antes de continuar su camino.
Las habitaciones iban dejando a un lado la oscuridad, el ambiente tétrico se iba despejando, una luz fría y azulosa iluminaba los pasillos; por primera vez los chicos hubieran deseado seguir en penumbra, puesto que con la luz tan clara se incrementaba más la sensación de que eran espiados.
—¡Vean eso! —dijo Ben, aumentando el ritmo de su andar hasta llegar hasta un salón amplio, en donde había unas elegantes escaleras—. Este sitio está bonito, ¿cómo puede seguir siendo tan frío?... un lugar así no puede ser tan maligno, vean esa pintura, es de un ángel.
—El digimon de mi madre es un ángel—dijo Toshi, acercándose al cuadro que Ben veía con mucha admiración.
—Pero no todos los ángeles son buenos—interrumpió Zetaro, mirando con frialdad el salón y la pintura—. Algunos son como lucifer.
—Como sea, ¿ahora por donde?
—Estamos cerca, supongo. Él nos está guiando a una trampa segura, pero sólo podemos ir para allá.
Zetaro Ichijouji cruzó el salón y comenzó a subir las escaleras sin decir una palabra más, los demás lo siguieron porque no tenía idea de qué hacer.
—Debería ser más amable—se quejó Ben—, ¿qué se hace con explicarnos el asunto?
—Cuando Zetaro se pone así, no me siento tranquilo—gruñó Taiki.
"Zetaro también debe estar luchando con la oscuridad, ¿qué clase de recuerdos le traerá este lugar?, cada uno de nosotros lo percibe de manera diferente, pero a nadie le queda la duda de que quedan pocas esperanzas de lograr nuestra misión… May está tan pálida… a ella también le afectan las tinieblas" Toshiro seguía a sus amigos por inercia, sólo iba sumido en pensamientos tristes acerca de la luz y la oscuridad. Cada escalón era un acercamiento a la gran masa oscura, esa oscuridad quería penetrarlo… él era nada más un muchacho que no podría aguantar mucho tiempo.
En el último peldaño Toshi Sugiyama vio una enorme puerta de hierro, se le enchinó la piel, Osen comenzó a toser de nuevo, Zetaro comenzó a temblar, May retrocedió un momento, sólo Ben y Taiki permanecieron tranquilos, como si ellos fueran inmunes a esas sensaciones putrefactas.
—Cuando abramos esa puerta entraremos al salón principal del castillo. Ahí hay un trono que espera a ser ocupado, ahí, en unas bodegas, deben estar los datos del Digimundo que la maldad ha estado robando este último año… yo lo sé porque estuve ahí, yo abrí esas bodegas y le di vida a los datos de los digimons malignos para que tomaran forma.
—¡Abramos esta puerta! — gritó Taiki. Él y Ben jalaron la perilla con todas sus fuerzas, no pudieron abrirla.
—Ustedes nunca han sido tocados por la oscuridad—dijo Zet, bajando la mirada— al menos no directamente, déjenme hacerlo.
—No, lo haré yo, tú has hecho demasiado.
—¡Pero May! —dijo Zet.
—Yo también fui tocada por las tinieblas, puedo hacerlo, quiero hacer mi parte.
La rubia Ishida tocó la perilla, sintió vibraciones llenas de vacío y maldad, tragó saliva, giró el picaporte, jaló la puerta, con mucho esfuerzo pudo abrirla.
La niña entonces empujó la puerta totalmente, se adentró al sitio sin pensarlo dos veces.
—¡No, Mayumi, no entres! —dijo Toshiro inesperadamente, yendo tras ella—, ¡Debemos marcharnos!
En cuanto Toshiro pisó el piso cuadrado, parecido a un tablero de ajedrez, perdió fuerzas y cayó hincado, con los puños apretados. Comenzó a oír, a oír y recordar con mayor intensidad. Se había dado cuenta tarde de que no había marcha atrás.
Pensé que nunca llegarías Elegido de la Luz, pero tú y yo siempre nos volvemos a ver, estaremos juntos porque nuestro eclipse será eterno
Toshi se jaló los cabellos marrones, se le irritaron los ojos del pavor.
Los estaba esperando, varios sabían que estaría aquí… Ahh, me siento renovado, ahora no tendré que ir a buscarlos. Si ya tengo en mi poder a los padres, ¿qué podrán hacer los hijos?, sin embargo tú y yo podemos hacer tantas cosas, ay Toshiro, ay Toshiro, pobrecito de ti… estás destinado a ser mío
—¡¡Cállate!! —gritó el niño, aplastándose la cabeza. —¿Por qué sólo yo tengo que oírte?, ¡¡Cállate!!
—No, primo… nosotros también podemos escuchar—murmuró Taiki— ¿Quién nos está hablando?
—Es la voz de la Fusión Prohibida—chilló Osen, agarrando la ropa de Ben.
—También es el que poseyó a Wallace, usa el mismo sarcasmo inconfundible—agregó May, frunciendo el rostro.
Habían entrado al salón más elegante, había cuadros de ángeles, de conejos gigantes, las paredes tenían una arquitectura barroca, y en el centro había una pirámide que llevaba directo a un trono.
—Ahí estuve sentado—musitó Zetaro, apuntando el trono—. En ese lugar me hice creer que yo podría conquistar el mundo… pero luego perdí el conocimiento, y cuando desperté estaba perdido.
Ahora nadie volverá a perderse, jajajaja, todos ustedes son míos ahora, ¿cierto, Toshiro?, en cuanto seamos uno solo de nuevo, tú y yo vamos a divertirnos
—¡Nunca! —aseguró el canelo, con decisión.
¿Es que no nos extrañas?... eso está mal, ¿no extrañas los gritos de Osen Izumi cuando la maltratabas?, podemos hacerle lo mismo, ¡y a Genai, Toshi!, ¿recuerdas cuando le diste muerte?.... tú eres como yo, eres un asesino.
Toshiro se retorció más en el piso, "¡Yo no quería!" gritó arrepentido "Yo no quería… yo no soy así… ¡eras tú!".
Éramos los dos, saboreábamos la sangre y estuvimos a punto de triunfar… Nuevamente serás mío, asesino.
—¡Nooooo! — gritó Taiki, May se llevó las manos a la boca mientras horrorizada veía que de las pinturas de ángeles estaban saliendo millones de datos que se estampaban y metían en el cuerpo de Toshiro como si este fuera una aspiradora.
Ben buscó la manera de escapar para poner a salvo a Osen, pero la puerta estaba cerrada, Osen se abrazó más de Benjamín, quien ante tal espectáculo sólo pudo acariciar el cabello de su hermana.
—¡Hay que hacer algo! ¡Tenemos que ayudar a Toshi-kun! — chilló la pelirroja, pero sus fuerzas estaban escasas por el terror.
El cuerpo de Toshiro se convulsionó después de que esas mariposas digitales entraron en él, Zet vio que las pinturas de los ángeles ya no existían y eran ahora sólo vacíos negros.
—¡Primo! ¡Toshi! —Taiki zarandeó al hijo de Kari con desesperación. Toshiro tenía los ojos abiertos, más rojos que nunca. —¡Despierta!
—Taik… tu promesa…
Taiki Yagami siguió estático; sí, él había prometido desconfiar de su primo y poner a salvo a los demás, ¡pero no podía dejar ahí a Toshi!.
—No… no puedo dejarte, primo.
—Toshi-kun, ¿qué te hicieron? —Osen se soltó de Ben y se tiró al lado de Toshi, tomándole la mano.
—O-chan… vete, vete…
La pelirroja negó con pesadumbre, Toshiro cerró los ojos por unos momentos, pero cuando los abrió nuevamente, tenía una mirada diferente.
Toshiro apretó la mano de Osen, se levantó, le dio una patada a Taiki y se acercó al trono que alguien como él, el del eclipse eterno, debería de ocupar.
—¡De nuevo estoy renovado!, de nuevo las esperanzas de ser un Dios se renuevan… el sabor de la sangre; y ella será nuestra primera víctima, oh sí, nuestra O-chan… la guía del conocimiento.
—¡Deja a Toshi-kun en paz! —exigió la niña.
—¡¡Yo soy Toshiro!!, entiéndelo estúpida… mmmh, quizá quieres una probada de mí, de nuevo. ¿Has olvidado el sabor del dolor? Yo no he dormido en paz desde que no he podido oír tus gemidos de sufrimiento, ¿te acuerdas de mí, de cómo se siente?... lo estaba reservando para un día como este, por eso te has sentido tan bien, yo quería que hoy te sintieras mal.
Antes de llegar al trono Toshiro-Voz aventó a Osen al suelo, la niña se encogió; entonces Toshiro rió porque le estaba mandado el dolor del virus que había instalado en Osen un año atrás, en la Fusión Prohibida.
—Por favor, ¡déjame, me duele!
—¡Cerebrito!
—¡Osen!
—Maldita oscuridad, ¡maldita! —gritó May, de repente ella también se sentía débil, parecía que a cada risa de Toshiro le robaran la energía.
—No… No… otra vez no… no me lo perdonaría…. ¡Tú no conoces la fortaleza de los Yagami! — exclamó de repente el mismo Toshiro, con su voz de siempre, el niño en su interior luchaba contra la oscuridad, él sabía que si dejaba que la luz nuevamente se desvaneciera su madre se sentiría sumamente decepcionada… necesitaba regresar a casa, besar a Min y abrazar a sus padres; Toshiro lo necesitaba, por eso en esos momentos debía ser fuerte… él no debía caer de nuevo en lo mismo.
Toshiro gritó, en su lucha contra sí mismo logró deslindarse del control externo y pudo moverse, se alejó del trono.
—¡Yo no me sentaré en ese lugar! —aseguró.
Guarda silencio, somos uno solo, no puedes rechazarme, somos un solo!
—¡¡MENTIRA!!, jamás podrás ser como Toshi—dijo Taiki. El niño por un presentimiento corrió hacia su primo y lo sujetó de cuello, ahorcándolo.
—¿Qué demonios le haces, insecto?
—Intento ayudar a mi primo en esta lucha que tiene.
—Toshi ya había sido poseído, por eso él sabe cuál es la manera de salvarse de la posesión… la única forma es perdiendo el conocimiento, por eso Taiki quiere ayudarle. —explicó Zetaro, con lágrimas en los ojos—, ¡Taiki, llévalo hacia la pared!
Ben se mordió los labios, junto con Zetaro alcanzaron a Taiki y Toshi. Al niño de 13 años lo sujetaron de los brazos, lo acorralaron a la pared. Taiki miró fijamente el semblante de odio que le daba su primo.
¿Y creen que será suficiente con eso?, él y yo somos uno, la oscuridad y la luz vienen de lo mismo.
—Tú no eres oscuridad, eres tinieblas—dijo May entre jadeos.
Taiki cerró los ojos, apretó el puño. Con fuerza lanzó un puñetazo hacia el vientre de Toshi y repitió los puñetazos hasta que el canelo poco a poco se fue desvaneciendo.
—Muchas… gracias… soy libre…—Toshi cerró los ojos, se desmayó. En ese momento los datos abandonaron el cuerpo del chico, los cuales empezaron a girar por toda la habitación.
La madre de este mocoso nos ha quitado nuestro cuerpo al romper nuestro digihuevo, pero no por él ni por ella nos quedaremos sin cuerpo. Vamos a triunfar… la fusión prohibida nos hará triunfar
—¿Qué cosa eres, infamia? —indagó Ben—¡¡Vas a pagarla!!
El ser comenzó a reír ante la inconsciencia de Toshiro.
Admito que me sorprendió que él se haya atrevido a rechazar mi regazo, él me necesita… sin embargo en esta vida nadie es indispensable, ¿no lo crees, Zetaro Ichijouji?.
Zetaro no respondió.
Sabías que si no era él serías tú… tú no puedes rechazarme, tienes un sembradío de mí que no ha desaparecido… eres mío. Volverás a ser el emperador que tanto soñaste.
—Váyanse de aquí Taiki, yo no podré luchar contra él…
—¡No, Zet! —gritó Ben.
Las mariposas digitales volaron alrededor de Zet de manera amenazante.
—¿Por qué no podemos llamar a nuestros digimons? —renegó Taiki—¡Koromon, por favor, ayúdame!
—Es inútil— dijo Zet—, en este castillo no se puede digievolucionar, por eso no pueden aparecer los digimons… es territorio del enemigo.
—Puras infamias—susurró Ben.
Los datos digitales llegaron hasta Zet como abejas a un panal, parecieron alimentarse de él, nutrirse de él hasta quedar en sus entrañas, en su alma. Zetaro cerró los ojos un momento, asimilando lo que estaba pasando, más tarde sus ojos de nuevo adquirieron vida, pero una vida fría. Zetaro nuevamente parecía más alto, tenía la mirada fría y tranquila.
—Soy el emperador de este castillo. Ustedes van a convertirse en mis rehenes —dijo con una serenidad sorprendente, como si su verdadera personalidad nunca hubiera existido—. Escoria barata… basura tocando el piso sagrado de mi salón.
Zetaro escupió el cuerpo desmayado de Toshiro, sonrió de manera despectiva, se miró las uñas e ignoró a los demás.
—¡Miserable! —rugió Taiki al verlo.
—¡No Zet, no te sientes en ese trono! —rogó Osen, al ver que el morado se acercaba al asiento del soberano. De alguna manera la niña sabía que si su amigo se sentaba ahí las cosas se pondrían peor.
—Eres tan insignificante, estúpida— mencionó el Zet influenciado por la semilla de la oscuridad, no estaba exaltado, todo lo contrario, estaba calmado—. No quiero ver tu rostro horrible nunca más.
—¡Imbécil, a ella no te atrevas a ofenderla, me vale un comino que seas en el fondo Zetaro, no dejaré que le faltes al respeto!
Taiki, dominado por la furia, se abalanzó hacia Zetaro, quien sonrió con sorna. Osen corrió hacia Taiki y lo sujetó, para detenerlo.
—No Taik, ¡no lo tientes!
—Escoria…—repitió Zet—, es hora de callarles la boca… ven a mí, Myotismon, tu señor te llama.
De uno de los cuadros en donde anteriormente había pinturas de ángeles, apareció Myotismon, un digimon rubio de labios morados y ropa excéntrica. De su boca salían unos afilados colmillos grises, era un vampiro como Lady Devimon.
—Mi señor, me alegra que el rey del Digimundo esté otra vez con nosotros— dijo Myotismon, postrado ante Zet, su voz aún con la reverencia sonaba irónica—. Me alegra que haya conseguido cuerpo.
—Myotismon, atrapa a esos mocosos podridos y enciérralos. Ya tenemos en nuestro poder a la mayoría de los portadores de los emblemas, estas basuras serán la carnada.
—¡Alto! —gritó May, desafiante—. ¡No entiendo cómo es que los digimons como Myotismon te obedecen si lo que quieres es hacer la fusión prohibida!
—Es verdad—ayudó Osen—. Cuando se realice la fusión prohibida los digimon perderán la individualidad, ya no tendrán libertad ni serán nada porque serán uno solo.
—Eso es lo que tú crees… cuando la fusión prohibida se realice, nuestro amo ha prometido separarnos de esa masa de insignificantes.
—Entonces la Fusión prohibida está alterada, y es por eso que ha habido tantos problemas… qué asco—pensó Ben en voz alta.
—¡Basta de palabrería, acaba con ellos!... yo, Zetaro Ichijouji impondré mi poderío, y tendré a mi mundo… MI MUNDO… mis dibujos.
Myotismon se acercó a los chicos, quienes retrocedieron inmediatamente. Taiki intentó por todos los medios levantar a Toshiro, pero Myotismon se lo arrebató de las manos y lo tomó en su poder.
—¿Lo mato?
—No, ellos son el ingrediente de la tortura psicológica, del asqueroso e inexistente amor fraternal que todos dicen tenerse. —dijo Zet.
—¡Toshi-kun! —gritó la pequeña Izumi, el gemelo Yagami le dio la mano a la niña, siguió corriendo hasta la salida en donde May y Ben intentaban salir.
—¡Es imposible, está atorada! ¡No podemos salir sin ayuda!
—¿¡Pero quién podría ayudar, todos tienen problemas!!!
**Aullido de lobo metálico** se escuchó de pronto. La puerta de hierro comenzó a calentarse y luego a fundirse de manera mágica. Los chicos retrocedieron asustados, el corazón de Mayumi palpitó más fuerte.
—¡Hermana, yo he venido a ayudarte!
—¡Kotaro! —gritó Mayumi al ver a su hermano menor sobre un lobo azul y de metal.
No sólo había aparecido Kotty Ishida, tras él venía Kurumi Ichijouji, volando en un ave gigante y con plumas.
—Ayuda fresca para ustedes—dijo Kurumi, tirando un beso al azar mientras aterrizaba en donde estaba MetalGarurumon con Kotaro.
—¿Cómo es que ellos sí pueden digievolucionar?, ¡no es justo! — se quejó Ben.
—Ellos digievolucionaron afuera de este castillo, por tanto, entraron con los digimons ya con ellos y por eso pueden usarlos— analizó Osen.
—¡Eso es lo de menos, debemos huir! —opinó Mayumi, viendo que la sonrisa de Zet y la de Myotismon no habían desparecido.
—¿Creen que esos digimons acabarán con Myotismon tan fácilmente? Están perdidos, aquí no hay esperanza.
—¡Silencio, que yo derrotaré a ese Motiasmon o como se llame! —dijo Kotty con mucha seguridad—. Si pude acabar con ese árbol tonto, también puedo contigo.
—No. Mayumi tiene razón, vayámonos—dijo Taiki.
—¿Qué sucede contigo, Zet? —chilló Kurumi al ver y oír a su hermano—, ¡no puedes ponerte de parte del enemigo!
—¡Es que ha sido atacado por al semilla, Kurumi-san! —explicó Osen.
Los ojos mieles de Kurumi se llenaron de terror, y expresaron un claro "¡Oh, no otra vez!". Le salieron las lágrimas, montó a su Aquilomon y le pidió que se acercara a Zetaro.
—¡No me iré sin recuperarte, hermano!
—Myotismon, encárgate de ella; a ella no me importa si la matas, la detesto.
Myotismon entonces soltó de su manto un millar de murciélagos que acorralaron a Kurumi y la hicieron caer de su digimon volador.
La chica cayó al suelo, sin embargo se levantó casi al instante, adolorida, pero segura de querer recuperar a Zetaro.
—¡No Zetty, a ti no te puede pasar esto!, ¡yo sabía que no debías venir, lo sabía!, ¡Hermanito, reacciona!
—¡Ben, ayúdala! — pidió Taiki.
Ben corrió hacia May, quien no podía moverse de manera veloz por su debilidad, la sujetó de la cintura y le chifló a Kotaro, quien por instinto se acercó a los niños.
—¡Tenemos que irnos! —le dijo, ayudó a que se subiera May, luego él trepó en el lobo metálico.
—Kurumi, ¿estás bien? — Osen se inclinó hacia Kurumi. —, Espero que te queden fuerzas para llamar a tu digimon y así podamos huir en él.
—Aquilomon…—susurró Kurumi.
Taiki y Osen ayudaron a sujetarla, pero entonces otra bola de murciélagos los atrapó, Kurumi y Osen perdieron el conocimiento, Taiki siguió de pie, vio como el digimon de Kurumi desaparecía dejando solo una gorra azul en el suelo.
Estaban perdidos, eso Taiki lo sabía. Sin Aquilomon ellos no podrían salir del castillo, al menos no todos…
—¡Ben, deben irse! —gritó Taiki—¡Busca ayuda, nosotros estaremos bien!
—¡Con un demonio, insecto! ¡No se me pega la gana dejarlos!
—¡NO ES UNA SUGERENCIA Y LO SABES!
Ben se llevó la mano a la boca, lleno de miedo… no podía dejar a sus amigos ahí, a su hermana, pero MetalGarurumon no podía llevarlos a todos, no había tiempo y según había entendido, la energía negra de ese castillo impedía que el digimon de Kotaro peleara bien. En esta ocasión Ben sabía que tenía que tener confianza en Taiki y los demás…él debía tratar de buscar la manera de rescatarlos. Era ahora o nunca.
—De acuerdo—tartamudeó. —Salgamos de aquí Kotaro, o también nos atrapará.
MetalGarurumon corrió ágilmente y desvió los ataques de Myotismon con la destreza de un digimon mega, desapareció tras la puerta metálica, Myotismon rugió.
—No importa, tenemos suficiente carnada—dijo Zet, dándoles la espalda.
Lo último que vio Taiki antes de perder el conocimiento, fue que Zetaro Ichijouji se sentaba en el trono maldito que estaba en el centro del salón.
--
Fin del capítulo 24
--
*--*--
NOTAS finales DE la AUTORA.- (31 de diciembre de 2003).- ¡Bien!, por fin, después de bastante tiempo, he terminado el capítulo 24. Es posible que este sea el antepenúltimo capítulo de esta saga (o el cuarto de los últimos, todo depende); por eso me da mucha alegría haber publicado, y me da gusto que el fic, a pesar de las infamias, aún no se me haya salido de control.
¿Qué les pareció el capítulo?, traté de que la trama siguiera dinámica y fluida. De nuevo pasaron muchas cosas: Hide consiguió su digimon y ayudó a Sei (aunque el pobre rubio todavía la está pasando mal, ¿ne? ^^U); supimos que pasó con los seis que entraron al castillo, entre otras cosas… todavía falta saber que pasó con los adultos y también habrá que ver como Kyo y compañía ayudan a Taiki y los demás rehenes. ¿Quién diablos es esa VOZ?, jeje, eso lo sabrán pronto… a este fic todavía le queda ratito y espero darles sorpresas con él… ¿Qué pasará con Zet? ¿Y los prisioneros? ¿Y los adultos? ¿Y los demás?, parece que todo está hecho un enredo, pero ya para él próximo episodio comenzaré a desenmarañar todas mis tragedias. ¡No se lo pierdan!
Por cierto, espero las fans de Sei me perdonen por hacerlo sufrir, prometo mejorar la salud física y mental de mi adorado rubio Sei-kun.
¡No se olviden del review!, prometo no tardar tanto en actualizar.
Atte. CieloCriss
MB está dedicado a los lectores de FP. Les deseo a todos los lectores un próspero y feliz Año Nuevo. (Y espero hayan tenido una muy feliz Navidad el pasado 25 de diciembre).
--*--*
