--*--*
NOTAS iniciales DE la AUTORA.- (03/03/04), ¡Hola a todos!, aquí les traigo una vez más otro capítulo de esta saga de Memorias borradas. Este capítulo lo quiero dedicar a tres personas muy especiales: a Dikana por su pasado cumpleaños en febrero, ¡Muchas felicidades Kar-Pil!, he aquí un pequeño regalito que espero que te guste; también le dedico el capítulo a Hikari Takaishi Yagami (hey!, espero que este cap te anime un poco, ya despejé un poquito los sufrimientos de Sei-chan ^^), y por último, se lo dedico a mi socia Lara Luna, (Espero te recuperes amiga, ¡sana pronto!, cuídate n_n). A todos los demás de verdad les doy las gracias por seguir atentos a mi fic –aunque tarde siglos en actualizar-, ¡arigatooo!... y bien, pasando a datos referenciales, les aviso que este es oficialmente el antepenúltimo capítulo de Memorias Borradas, dentro de dos episodios este fanfic llegará a su fin!...
Ojalá les guste, en este cap quizá pasan demasiadas cosas y haya mucha información, pero espero que ustedes no se confundan n__n… bueno, sin más los dejo con la lectura, ¡feliz día a todos!
(Resumiendo: Tras haberse dividido en dos equipos, la mayoría de los niños que entraron en el castillo de Lucemon fueron capturados, Zetaro Ichijouji fue poseído… aún no se sabe qué ha sido de los adultos elegidos. Mientras tanto, los niños que siguen dispersos en el mar de la oscuridad intentarán reorganizarse para un contraataque).
*--*--
--
Elévate al cielo y traspasa fronteras, has llover esencias prohibidas e inúndalas de magia gris... Aterriza en el Mundo Real, introdúcete en él, domínale el alma y hazme volver... pues mientras siga olvidando, lo haré perecer.
--
MEMORIAS borradas
Capítulo 25 **¿Bingo? **
Por CieloCriss
—Hey, es por aquí.
—¿Cómo puedes saberlo?, en este lugar no hay caminos.
—Pero de alguna manera él me dice por dónde ir.
—De acuerdo amigo, voy a confiar en ti, no queda otro remedio, ¡tenemos que salir cuanto antes!
—Es un lugar extraño, pero no nos acoge porque sabe que nuestro destino no es el estar aquí, saldremos, créeme, él nos escuchará.
—¿Y Piedmon?
—Piedmon… su destino siempre ha sido permanecer aquí para siempre.
—¿Por dónde ahora?
—No lo sé, creo que…
—¿Crees?, esto ya no es divertido como antes.
—Saldremos de aquí, hay un vínculo entre este espacio y el nuestro, ¡nos tiene que sacar de este lugar o no habrá esperanza!
—¿Quién?, hablas de él pero no dices su nombre.
—Mi hijo.
--
— "Satoru y yo nos internamos en el bosque, traté de que siguiéramos el rumbo que mi primo Doguen y Kurumi habían tomado en la misión… ¿Sabes en dónde están los tres caminos, Hidemi?... pues ellos habían tomado el camino de la izquierda, Kotaro y Seiyuro el de la derecha y Yuri y yo el del centro. Dudé un momento porque a lo mejor lo más acertado era buscar de nueva cuenta a Kotty por el sendero de la derecha, pero pensé que si ya habíamos estado ahí y no lo habíamos hallado iba a ser una movida en vano, y bueno, en realidad Satoru, aunque haya crecido, sigue siendo un niño pequeño que en esos momentos era mi responsabilidad.
"Ese camino estaba más largo que el del centro, rodeamos el castillo por una dizque vereda chueca en donde había muchos matorrales, parecía que ahí cerca había una especie de acantilado que mostraba el mar, pero no estaba seguro; de cualquier forma avancé despacio y la mayoría del camino cargué a Satoru para que no se cansara… ese tiempo ayudó a que se me enfriara la cabeza, porque con todo lo que había pasado con Seiyuro me encontraba bastante confundido. No sé, supongo que tenía miedo, eso debe de ser normal, pero resulta perturbador si no puedes enfrentar lo que te causa temor… de cualquier manera me serené un poco, pensé en las posibilidades y en las movidas… tenía que pensar yo solo en esos momentos y olvidarme de que tengo el apoyo de mis dos mejores camaradas conmigo. Es muy curioso, porque yo antes no me llevaba tan bien con ellos… Toshiro era muy serio y Seiyuro demasiado buscapleitos, con Toshi casi no hablaba, siempre terminaba cambiando el tema si no le gustaba lo que charlábamos, y con Sei acababa peleando porque nos gustaba la misma niña.
"Siento como si hubiera pasado mucho tiempo desde aquel entonces, pero nada más ha pasado un año; el hecho de haber borrado a los digimons de nuestra cabeza hizo que mis relaciones con ellos mejoraran, siempre han sido mis mejores amigos pero ahora eso lo tengo más claro… por lo mismo que sé que son mis camaradas, debo dar lo mejor de mí para ayudarlos… sé que adentro de ese Castillo Toshi debe estar enfrentando cosas terribles con valor, sé que aunque está herido, Sei debe estar luchando, por eso yo no puedo quedarme atrás, y por eso no quise dejarme llevar por ese sentimiento de pánico que sentía, tenía que enfriar mi cabeza.
"Cuando ya se me hacía mucho tiempo de camino, Satoru y yo escuchamos una explosión cercana, fue ahí cuando supe que no tardaríamos en llegar al campo de batalla; lamenté no recordar exactamente qué digimons podrían estar atacando a mi primo Doguen y a Kurumi, sólo deseé que no fuera demasiado tarde… desde ese momento le rogué a Satoru que se mantuviera callado, seguro ya lo sabes Hidemi, pero a ese niño no le para la boca con preguntas sobre sus hermanos. Caminamos casi de puntitas, a lo lejos pude ver uno de los laterales de castillo, pero curiosamente la batalla parecía más lejana a eso Voy a llamar a Demiveemon, Satoru le avisé "Quédate quieto y no te muevas; Satoru me obedeció tras asentir, y yo pude sacar el alma de mi digimon de mi cuerpo… me concentré en eso, y cuando volví a voltear con Satoru, me encontré con bicho verde en sus manos…
"¿Qué es eso, Satoru?
"Es mi digimon, porque yo también tengo uno me respondió con actitud misteriosa, demasiado misteriosa para mi gusto.
"Mi digimon digievolucionó hasta llegar a su estado de XV-mon, entonces Satoru, su digimon Minomon (creo) y yo lo trepamos para acercarnos a la pelea…
"Nos acercamos por medio del vuelo, Satoru iba encantado viendo todo desde arriba, por un momento se olvidó de su misión, pero hay veces en las que crecemos y ya no podemos despreocuparnos de los problemas, como sucede en mi caso. Le tuve envidia a Satoru por su infancia recién estrenada, y, jeje, también me dieron ganas de tener un hermano, aunque fue absurdo pensar eso en vez de concentrarme.
"Me pareció extraño mirar el castillo desde arriba, me causó incluso mareo ver que sus torres temblaban ligeramente y cada vez se volvían más oscuras, ¿qué clase de sitio será? ¿Qué hubiera pasado si me hubiera tocado entrar junto a los demás?; tras el castillo iniciaba la playa negra, y era ahí donde se estaba realizando la batalla, que parecía más bien un torbellino de arena que no nos dejaba ver nada. Me puse los lentes de sol y le tapé la cara a Satoru porque la odiosa arena estaba molestando, después le ordené a XV-mon que bajara, pero él me respondió que era mejor esperar a que desapareciera el remolino de arena porque íbamos a tener mejor vista…
"Y sí que la tuvimos, pasaron algunos segundos, o tal vez fueron minutos, el caso es que cuando el ambiente se despejó tuvimos una visión clara de lo que estaba pasando.
"Mi primo Doguen y su enorme digimon estaban siendo rodeados por un escorpión digital horripilante y un mono de metal bastante ridículo… bueno, aparte de feos parecían ser muy fuertes y se veía que Doguen no tenía forma de aventajar la pelea… por otra parte no había rastros de Kurumi, tampoco de Kotaro, eso resultó preocupante.
"¡Tú dijiste que iba a estar mi hermanita ahí! renegó Satoru, olvidándose de que debía ser discreto.
"Hey, silencio niño, te prometo que la buscaremos. Pero desgraciadamente nuestra corta plática llamó la atención del enemigo.
"¡¡Asssh, no puede ser que hayan aparecido más mocosos impertinentes!! gritó el simio que se llamaba Metal Etemon Todo es tu culpa Scorpiomon, dejaste escapar a esa mocosa que seguro les avisó a estos odiosos.
"Cuando escuché eso me animé mucho, porque eso quería decir que Kurumi estaba viva… nunca pensé en que le hubiera pasado algo, pero sentí mucho vacío cuando llegué y solo vi a Doguen.
"Eso quiere decir que Kurumi está con bien, ¿oíste Satoru?.
"¡Viva!, muchas gracias señor Kyo, sí vamos a poder rescatarla ¿Verdad?
"Le asentí inmediatamente, volteé hacia abajo y noté que Doguen nos estaba mirando con cara de asombro, pero curiosamente no dijo nada. Doguen estaba bañado de arena, tenía sangre en sus brazos pero en sus ojos se le veía una determinación increíble que me causó admiración; seguro que si tía Jun o tío Joe lo hubieran visto hubieran pensado lo mismo que yo.
"¡Por supuesto que no es mi culpa, Metal Etemon, yo sólo sigo las órdenes de la señorita Lady Devimon respondió el repugnante escorpión mientras bajábamos para auxiliar a mi primo en el campo de batalla.
"¡Hey Doguen! ¿Estás bien? ¿En dónde está Kurumi? le pregunté, mi primo no dejaba de tocarse la herida que tenía en el hombro, hacía presión con su brazo sano para que no estuviera sangrando.
"No s respondió Doguen Cuando apareció Kotaro, se fue tras él para detenerlo.
"Di otro salto de alegría, porque no sólo Kurumi parecía estar sana, sino que el pequeño Kotty estaba con bien. Doguen dio un paso al frente, no dejaba de ver a los digimons enemigos.
"¿Cómo que no sabes en dónde está mi hermanita? interrumpió Satoru, todavía traía a Minomon en sus manos.
"Esos dos van a empezar a pelear entre ellos otra vez, eso significa que podemos planear una estrategia murmuró mi primo¿Qué crees que podamos hacer, Zudomon?.
"En esos instantes se me figuró que Doguen me estaba ignorando, pero después descubrí sus verdaderos sentimientos. Tú no lo conoces Hidemi, pero Doguen tiene fama de cobarde… sin embargo en esos momentos era un valiente y quería que yo me diera cuenta.
"Efectivamente los digimons comenzaron a pelear entre ellos, eran casi puras agresiones de palabra, pero como Doguen dijo, eso daba tiempo para crear una estrategia.
"Zudomon debe ser un digimon de agua opiné Tal vez tendremos ventaja si hay una pelea en el agua.
"No sé si eso sea lo mejor, Metal Etemon es de metal y controla el sonido, el sonido se transmite por el agua y eso puede perjudicar a mi Zudomon mencionó Doguen.
"Entonces primo, yo me hago cargo del simio y tú del alacrán, ¿te parece?.
"Una luz verde interrumpió nuestra plática, mi primo y yo volteamos hacia atrás y nos encontramos con que el digimon de Satoru había digievolucionado hasta…
"Él es Stigmon sonrió Satoru.
"¿Y quién eres tú? indagó Doguen, acomodándose los lentes como si analizara al pequeño.
"Es Satoru Ichijouji crecido, Doguen respondí con una sonrisa.
"Ah caray, qué raro…
"Cuando vengo al Digimundo, crezco dijo Satoru, mirando embelesado a su digimon, que tenía pinta de un insecto-humanoide.
"Hagamos ese plan Doguen, tomemos ventaja mientras están peleando entre ellos… trata de llamar la atención del escorpión y llévalo al agua, Satoru va a cubrirte y yo me haré cargo del simio.
"Doguen asintió, apretó más su brazo herido.
"Me da gusto que hayas venido a rescatarme, Kyo me dijo, sonó menos tétrico que antes.
"Yo subí a los hombros de XV-mon, nos elevamos un poco y nos acercamos a los enemigos…
"Te digo que es tu culpa, pedazo de alimaña, si esa mocosa cuatro-ojos no se hubiera escapado, habríamos terminado antes con el odioso de Zudomon y el irritante llorón que tiene como camarada… me vale un comino que Lady Devimon haya dicho que los capturáramos y los lleváramos con el amo, yo hago lo que se me pega la gana.
"¡Oigan ustedes, digimons de baja calidad! dije, y les saqué la lengua para que se enojaran más ¿A que no adivinan?, ¿no, verdad?, jeje, pues la verdad es que Lady Devimon ha sido destruida por mi equipo de amigos… y eso mismo haremos con ustedes dos.
"XV-mon lanzó su poder, de su estómago salió un cruz de luz que se estampó en Metal Etemon, Zudomon usó un taladro gigante y le pegó al escorpión, y Satoru y Stigmon se elevaron por los aires.
"Stigmon, mantén a Satoru-kun alejado del peligro pidió mi primo Doguen.
"¡Nosotros vamos a ayudar también! renegó Satoru y se acercó a mí.
"La pelea entonces comenzó a desarrollarse, fue una pelea increíble, Hidemi, muy intensa. Lo mejor fue cuando Satoru me mostró que podíamos incrementar nuestros poderes si nos acordábamos de la unión tan grande que hay entre mi papá y el señor Ichijouji… bien, tú no lo sabes claro está, pero mi padre Daisuke Motomiya es el mejor amigo de Ken Ichijouji y juntos hacen el equipo más espectacular de todos. Satoru no me lo dijo así, yo lo pienso así, lo que él me infundió fue la confianza que me hacía falta.
"Señor Kyo, Stigmon quiere ser más fuerte como mi pap fue lo que me mencionó, entonces yo de ahí me puse a recordar algunas cosas que mi papá siempre me había dicho sobre la amistad y sus privilegios **Escucha Kyo** solía decirme cada vez que peleaba con Seiyuro **, cuando aprendas a tener amigos, te olvidarás de las diferencias y confiarás más en las personas… cuando Ichijouji y yo nos hicimos amigos, lo primero que quise fue tenerle confianza a él, a sus cambios y a mí mismo, todo eso provocó que nos uniéramos hasta formar a Paildramon…**
"¡XV-mon también quiere ser más fuerte! recordé entusiasmado ¡Por eso él y tu Stigmon van a convertirse en Paildramon!.
"No tuve que decir más, Hidemi, todo sucedió demasiado rápido.
"Pisé el suelo y encantado vi que mi digimon se fusionaba con el Satoru y se convertía en un digimon casi legendario, en un buen momento me acordé de lo que decía mi papá y creo que también conté con su apoyo todo este tiempo, gracias a él y al señor Ichijouji pudimos lograr esa digievolución tan magnífica, porque seguro ellos nos prestaron sus energías, ¿no crees?.
"Como podrás imaginarte, acabamos con Metal Etemon, y además mi primo Doguen destruyó al Scorpiomon con sus propias tácticas y con su digimon Mega… me sentí feliz conmigo mismo, recuperé la confianza y la fe… también me sentí orgulloso de todos los niños elegidos.
"Fue lo único que ha sucedido. Cuando ya estuvimos de regreso, Doguen me contó con más claridad que Kotty Ishida apareció en el campo de batalla, iba montado en su digimon lobo con las intenciones de entrar al castillo de Lucemon para salvar a Mayumi, entonces Doguen le pidió a Kurumi que fuera tras él y lo detuviera…"
—Pero entonces ¿por qué Kurumi-san y el pequeño Kotty no han regresado?—preguntó Hidemi Yagami, atenta a la plática.
—Doguen y yo creemos que Kurumi decidió ir con Kotty en vez de detenerlo… —Kyo suspiró y se puso de pie, ambos niños estaban afuera de la guarida, dialogando sobre la odisea que había vivido Kyosuke. —… y aunque actuar así no es cosa de Kurumi, me parece comprensible… ella estaba muy preocupada por Zetaro.
—Entonces ellos están adentro del castillo, ¿qué debemos hacer nosotros, Kyo?
—Debemos seguirlos… sólo necesitamos que Sei recobre la conciencia.
--
Estaba en una celda de color blanca. De un blanco nacarado tan intenso que terminaba perturbando los ojos, y si se quedaba viendo una parte de la pared, se encandilaba.
No había rastro de otro color en la decoración, por primera vez pensó que el blanco no era un color tranquilizante.
Le dolía la cabeza, no llevaba esposas ni nada por el estilo. No había rejas, todo era paredes blancas y enfrente había un vidrio transparente que mostraba un pasillo angosto, con piso pulido y brillante.
Taiki se movilizó lentamente, primero probó las articulaciones de sus dedos, los tronó; pataleó las piernas para dejar de estar entumido y se sentó. A su lado derecho estaba su primo Toshiro totalmente desvanecido. Taiki lo zarandeó un momento pero no hubo reacción. Frente a él estaba Osen, con su vestidito verde casi destruido, la piel pálida y la constante tos que no paraba ni siquiera cuando la niña estaba desmayada.
—¿Osen? —llamó en susurro al tiempo en que se hincaba para checar el estado de salud de su hermanita postiza.
—Ella está inconsciente.
Taiki se dio cuenta de que a su izquierda estaba Kurumi Ichijouji. La chica de catorce años estaba acurrucada en una esquina, con la cara oculta entre sus piernas y el cabello chorreado por todo su cuerpo.
—Kurumi… —saludó Taiki, desviando su mirada—, me da gusto que estés bien.
—¿Estar bien?, Oh, claro que no, esto es horrible—se quejó Kurumi, estallando en llanto—, estoy encerrada aquí y parece que he firmado mi sentencia de muerte, ¡y Zetaro!, Ay no, a mi hermano lo han poseído, y él será el que me dé muerte y me ponga como carnada… ¡yo debí evitarlo, Taiki!, debí evitar esta locura… todos aquí todavía son unos niños que pensaban ingenuamente que íbamos a resolver este estúpido lío con los digimons, ¡incluso yo misma por un momento lo creí!, pero al final de cuenta somos unos bobos, ¡no debí hacerles caso! ¡No debí permitir que Zetaro volviera a pisar el suelo de este mundo podrido!... pero soy una inservible, ni siquiera puedo ayudar a mi hermano.
Taiki no asimiló las palabras que corrieron por despecho de la boca de Kurumi, sólo abrió más los ojos y se mordió los labios... no sabía como sentirse, no sabía como reaccionar ante la problemática. ¿Era prudente decir que se habían equivocado al entrar a ese mundo, como Kurumi decía?
—No te morirás si encontramos la manera de salir de aquí— trató de animar Taiki, volviéndose hacia Osen.
—¡Todos ustedes tienen un optimismo enfermo! —Chilló Kurumi, levantando la cara—¿Cómo demonios crees que vamos a salir de aquí, Taiki? ¿Acaso tú lo sabes?, y además este castillo está lleno de ondas de oscuridad, no tenemos posibilidad.
—Eso ya lo sé, —expresó el gemelo Yagami, un poco molesto— pero si pudimos entrar, podremos salir… los demás nos ayudarán, también estoy seguro de que mi papá vendrá por nosotros.
—¿Es que no escuchaste que dijeron que tenían a nuestros padres capturados?, ¡eso lo dijo esa miserable Voz en boca de mi hermanito!… todo está perdido… es totalmente injusto que una muchacha joven como yo vaya a terminar así, ¡No quiero morir!, ¡no quiero que sigan traumatizando a Zetaro!
Taiki tuvo ganas de cachetear la histeria de Kurumi pero se abstuvo. Con la mayor fuerza que tuvo arrastró a Osen hacia donde estaba Toshi y se quedó observando a los dos.
—Parece que Osen no tiene un ataque asmático fuerte… deben ser las secuelas que esa Voz usó en ella para controlar su salud… lo más seguro es que ya no puede controlarla porque en vez de poseer a mi primo, poseyó a Zet— musitó el muchacho, sentándose en su lugar. "¿Qué voy a hacer aquí encerrado?, ¡algo tengo que hacer!, debo resolver todo esto para regresar a mi mundo… quiero volver a ver a Hidemi… no quiero separarme de ella" pensó segundos antes de seguir mirando fijamente las paredes blancas que expresaban miedo.
--
Seiyuro tenía entrecerrados los ojos, parecía que sus párpados cada vez estaban más cerrados. Estaba sentado entre sus cobijas y en sus brazos tenía sujeta a Min. Cuando Doguen se había acercado para revisarlo, Seiyuro había respondido con un manotazo; cuando Yuri quiso quitarle a Min, Sei había abrazado todavía más a su hermana y casi la había escondido en su regazo.
El sólo verlo era desesperante, Doguen no le perdía la vista de encima mientras Yuriko le vendaba la herida que se había hecho en la batalla contra Scorpiomon.
—Nunca pensé que fuera tan doloroso ver a Seiyuro tan mal—expresó el miope, analizando las ojeras azules del rubio, la boca herida y la piel pálida—. Ojalá en verdad pudiera ayudarlo y pudiera acercarme… pero es normal que me rechace, él y yo no nos llevamos muy bien.
—Eso no es verdad, Doguen-kun— dijo Yuri—. Aunque tú y Seiyuro siempre andan de pleito, sé que en el fondo se quieren mucho y son buenos compañeros… en estos momentos Sei no quiere que nadie se acerque… el verlo así nos causa dolor a todos porque sabemos que está sufriendo.
—Quizá si le damos un calmante se quede dormido, creo que no es sano que sostenga así a Min-chan—propuso Doguen al tiempo en que Yuriko terminaba de vendar su herida.
—Listo, ya quedó, ¿te duele mucho la cortada? ¿Cómo te la hiciste?
—Me resbalé con una roca y me corté con algo parecido a un coral mientras estaba en la batalla… la verdad es que si Kyo no hubiera llegado yo estuviera hecho añicos, porque Kurumi se fue tras Kotty y no regresó.
En ese momento los chicos interrumpieron su plática al notar que Hidemi y Kyosuke entraba de vuelta a la cueva.
—Ya le expliqué todo lo que pasó a Hidemi, Doguen—dijo Kyo, agachando la vista para no ver a Sei—¿Satoru sigue dormido?
—Sí, luce muy agotado—respondió Yuri.
—Es posible que la energía que gastan los digimons de alguna manera nos afecte a nosotros después de una batalla—analizó el Motomiya, Hidemi asintió.
—¿Y qué vamos a hacer de ahora en adelante? —preguntó Yuri—¡No podemos dejar a Seiyuro y a los bebés para ir a pelear!, además, todos nosotros estamos heridos…
—Pero mi hermano y los demás pueden estar en serios problemas—dijo Hidemi, con los ojos llorosos.
—Eso ya lo sé…—respondió Yuri, al tiempo en que Sei seguía susurrando frases ininteligibles con Min en brazos.
—¡Rayos!, ¿qué vamos a hacer? — volvió a lamentarse Doguen, gruñendo.
—Por lo pronto les sugiero que me ayuden, insectos—dijo una sombra que se formó por la fogata que aún brillaba adentro de la caverna.
"Insectos…" pensó Kyosuke "Esa palabra sólo puede venir de la boca del principito".
—¡Benji! —gritó Yuriko, al ver que a la entrada de la cueva la figura de un chico de piel clara y cabello miel se iba delimitando poco a poco.
—¡Despistados!, pude ser el enemigo acorralándolos y ustedes ni en cuenta, qué infamia—opinó el muchacho.
Yuri y Doguen suspiraron llenos de alegría, Hidemi miró a Benjamín con mucha esperanza y Kyo corrió al encuentro del muchacho.
Le pegó un coscorrón cariñoso.
—Qué gusto me da verte, Ben— admitió el hijo de Davis y Makoto—. ¿Están todos bien? ¿Lograron salir del castillo?
—Pues… verán—el rostro de Ben se mostró funesto, pero con determinación—. Primero que nada necesito ayuda, al Metalgarurumon de Kotty se le acabó la energía y May no está en condiciones de caminar hasta acá… dejé que Kotaro la cuidara, pero necesito que me acompañen a ir por ellos.
—De acuerdo, andando— agregó Kyo.
—Ben, ¿cuántas veces te he prohibido que me subestimes? — interrumpió Mayumi Ishida, quien había aparecido de pie tras Ben. Jadeaba constantemente, cojeaba al caminar, pero sus ojos azules brillaban más que el cielo en verano, y en su rosada piel se reventaba la determinación de todo Ishida.
—Mi hermana insistió en caminar—dijo Kotty—. Dice que ella no es ninguna inútil a la que tengan que cargar.
—Exacto—aclaró May, mostrando orgullo.
—¡¡Ahhh, qué bueno que estás a salvo, 'Yumi!! —gritó Kyo, con ganas de abrazar a los hermanos Ishida —¡y tú también, Kotty!
—¿Cuántas veces te he dicho que no me digas 'Yumi, 'Suke? —renegó la rubia, entonces Kyosuke sonrió con más libertad y miró atentamente a los recién llegados.
—Eso quiere decir que no estás tan mal, tu malhumor sigue intacto.
—¿No viene nadie más? —preguntó Yuriko, quien se había acercado a la entrada de la cueva junto con Doguen y Hidemi.
Kotaro, Mayumi y Ben negaron con pesadumbre, el principito Tachikawa fue el único que pudo contestar.
—No, no viene nadie más— dijo, y se le rompió la voz, pues comenzó a lagrimar sin poder detenerse—. Las cosas se pusieron difíciles, creo que a todos nos hubieran capturado si Kotaro y Kurumi no hubieran aparecido…
—¿Qué fue lo que pasó? —interrogó angustiado Doguen.
—El enemigo de la fusión prohibida nos atacó, ¿ustedes recuerdan a esa asquerosa Voz?... seguro y sí, aunque el caso de esto es que ésa cosa terminó poseyendo a Zetaro, apareció un tal Myotismon y tomaron como rehenes a todos los demás…. Sólo pudimos escapar nosotros.
—¿Eso quiere decir que mi hermano y los demás son prisioneros? —preguntó Hidemi de repente.
May y Ben voltearon a verla admirados, se tallaron los ojos al mismo tiempo.
—¡Pero si es la hermanita de Taiki! —dijo Kotaro, asombrado.
—¡Hidemi! —expresó May—¿Cómo es que tú estás aquí?
—Vaya…—dijo Ben—, es como la Cerebrito dijo, que Hidemi también debía venir con nosotros… ya ni siquiera traes las muletas, ¿qué ha pasado aquí?
Ben iba a seguir preguntando de manera inquisitoria, pero sus ojos castaños cambiaron el enfoque y a lo lejos vieron la carriola de su hermano recién nacido.
—Mínimo estoy cansado… hasta estoy viendo la carriola de Tulo… deben ser como alucinaciones….
—No Benji, no son alucinaciones— dijo Yuri—. Al igual que Hidemi… Satoru, Min y Tulo también están aquí, en el Digimundo. Nuestros padres le pidieron a Hide que los trajera a este mundo.
—¡Eso es una estupidez! —gritó Ben, como si estuviera desquiciado. Pasó a los demás sin saludarlos, llegó a la carriola en donde Tulo estaba dormido.
Lo vio y cayó de rodillas, una cosa era rescatar a la Cerebrito y tener miedo, otra cosa era sumarle a sus problemas la inesperada estancia de Tulo en ese mundo oscuro.
—¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¿Qué voy a hacer ahora con mi hermano aquí? — se puso de pie e intentó cargarlo, pero lo vio frágil, rompible, como si fuera un muñeco de papel. Se llenó de terror con sólo pensar en que no podía protegerlo.
—Es imposible que mi bella madre e Izzy le hayan pedido a la hermana de Taiki que trajera a Tulo a este mundo de oscuridad, ¡ellos no son tan malos padres!
—Ellos no sabían que apareceríamos en el mundo oscuro—susurró Hidemi, apenada—… no sabían que el mar de la oscuridad es ahora el centro del Digimundo… ellos sólo querían protegerlos, no querían que en la batalla de los darkmasters los bebitos corrieran peligro.
Ben bajó los brazos, respiró profunda y lentamente, como si con eso fuera a recuperar la calma. Miró a su pequeño hermanito… su hermanito de verdad, con el cabello sedoso, la carita rosada, los puños bien apretados; a Ben se le salieron las lágrimas.
—Sí… ellos no sabían…—susurró Ben sin poder controlarse—, ¡pero ahora yo no sé qué hacer con el niño! ¡La Cerebrito necesita mi ayuda y los demás también! ¡Y no sé en dónde están mis padres!...
—Le prometí a tu mamá que traería a tu hermanito sano y salvo hasta ti— dijo Hidemi, con una ligera inclinación—. A ella le daría gusto enterarse de que Tulo está contigo y que he cumplido ese encargo…
Los dos chicos se quedaron en silencio, sin quitarse la vista de encima, los otros chicos también los miraban con interés. Finalmente Ben volvió a suspirar, le dijo a Hidemi en un extraño bufido:
—Gracias por cumplir el encargo de mi madre— la vista de Ben de nuevo se estancó en la pequeña cunita, Hidemi se sintió aliviada al oír el escueto agradecimiento, intuyó que así debía ser la personalidad de ese niño.
—¡Primo Sei! — gritó de repente Kotaro, tras la carriola vio que su primo estaba sentado con expresión zombi, como si estuviera muerto.
—Esta será una larga noche…—susurró Kyo, para sus adentros.
--
Taiki se abrazó a sí mismo un momento y escondió la cabeza. En esa blanca habitación los sollozos de Kurumi eran un eco muy molesto para su oído, para su mente. Taiki comprendía que las cosas se habían complicado, pero muy dentro de sí no quería perder la esperanza, a lo mejor alguien vendría a ayudarlos, o talvez él encontraría la manera de salir. Si Toshi había sido capaz de rechazar la posesión de la Voz misteriosa, Taik quería ser capaz de escapar de ese encierro. Hundió lo más que pudo su cara entre sus dos piernas, tenía que pensar en una solución él solo… Osen y Toshi seguían inconscientes, Kurumi no hacía otra cosa mas que llorar.
Su mente, al igual que la celda, estaba en blanco. Quería pensar, pero se le nublaba la razón y ni siquiera podía preguntarse con claridad las dudas que traía atoradas en la garganta… definitivamente hubiera sido más sencillo conversar con alguien.
Negó molesto, se hundió más, apretó sus ojos cerrados. Su deber era encontrarle solución al problema, si no lo hacía, tal vez nunca más vería a Hidemi.
—Argg, eso no—renegó en bajito, tratando de dejar la blancura de la nada a un lado, tenía que poner a funcionar su masa gris.
Taik bufó, poco a poco se fue relajando en sus pensamientos blancos, sus ojos dejaron de tensarse, sus manos cayeron libremente por sus costados, estaba volviendo a él una extraña calma...
—Taik, ¿estás despierto? —escuchó el hijo de Tai, quien volteó de inmediato hacia quien le llamaba.
—¡Osen, estás consciente!
—Estás rojo Taik, ¿acaso tienes fiebre? —preguntó Osen, incorporándose para recargarse en la pared.
—No es nada Osen, sólo pensaba. Mejor cuéntame como te sientes, ¿cuándo despertaste?
—Hace unos segundo, no hablé porque pensé que estabas dormido…
—Algo así, me supongo, trataba de buscar la manera de salir de aquí—dijo Taiki, se puso de pie y comenzó a caminar de un lado al otro—, Kurumi también está despierta, pero lo único que hace es llorar; ¿qué me dices tú?, ¿cómo te sientes?
—Bien… sólo estoy un poco resfriada.
—Menos mal… ¿no tienes algún ataque de asma?
—No, no tengo— mencionó Osen, tocándose la barbilla—. Ahora comprendo porqué no había tenido ataques este año… no era que estuviera sana, lo que pasó fue que aún tenía el virus que me controlaba, los datos de esa Voz tienen manera de afectarme y durante un año me han mantenido sana…— "Todo este tiempo no quise que me hicieran análisis, debió ser porque no quería recordar lo que era el dolor que me causaba la maligna Voz…".
—¿Aún podrá controlarte el enemigo?
—No lo sé Taik, supongo que sí— Osen tosió un par de veces y estiró el brazo izquierdo; con su mano derecha trató de activar su brazalete digital, pero no pudo.
—No puedo usar mi brazalete digital… eso significa que no puedo sacar la computadora.
—Ya veo…
—El cuarto blanco nos impide pensar en soluciones, debe tener algún poder oscuro o algo así—interrumpió Kurumi, secándose las lágrimas—, ¿cómo te encuentras, Osen-chan?
Osen le asintió a Kurumi, indicándole que se sentía mejor.
—¿Y Toshi-kun?
—Él sigue desmayado, Osen—respondió Kurumi.
—Mi primo es increíble, ¡ha logrado vencer a la voz esa! —expresó Taiki, orgulloso.
—¡Uyyyy, Taiki, guarda silencio!, ¡no tienes por qué humillarme diciendo eso!, siento como si quisieras gritar que Toshi logró vencer a la oscuridad y mi hermano Zet no, ¡mejor cállate!
—Kurumi-san, no creo que esa sea la intención de Taiki.
Kurumi Ichijouji les volteó la cara y no respondió.
—O-chan tiene razón, mi primo Taik no quiso decir eso. Si Zetaro no pudo contra la oscuridad, no se debe a que tenga menos fuerza de voluntad que nosotros, lo que pasa es que él tiene esa semilla de la oscuridad que lo condena y lo hace susceptible.
—¡Toshi! —gritaron en coro los niños, contentos de ver que todo el grupo de capturados estaba a salvo.
—¿En dónde estamos?
—La voz tomó posesión de Zetaro y nos encarceló… bueno, supongo que esta es nuestra prisión, ¿ne?
—¡Pero tenemos que escapar!
—… nos van a usar de carnada.
—… y no podemos usar la computadora.
—Amigos, pero ustedes olvidan que tenemos lo más importante y el enemigo no lo ha tomado en cuenta— replicó Toshiro, con una sonrisa cansada pero llena de esperanza—: El aro mágico de Gatomon está de nuestro lado.
Por un instante Taiki y los demás estuvieron a punto de reír, pero unas pisadas nada alentadoras, algo bruscas y arrastradas se escucharon por el pasillo por donde desembocaba la celda blanca, con vidrio como barrotes.
El gemelo corrió hacia la entrada de la jaula, embarró su rostro en el cristal que los aprisionaba y vio que dos digimons se acercaban a ellos.
—Por el pasillo vienen Arukerimon y Mummymon, los odiosos que estuvieron en la televisora donde trabaja el abuelo Ishida.
—¿Qué dices?! — se exaltó Kurumi, agarrando los hombros de Toshiro para esconderse tras él.
Los muchachos guardaron silencio de manera instintiva cuando las pisadas se volvieron patas de araña y piernas vendadas. Las pisadas se volvieron voces, las voces se volvieron seres… en efecto, Arukerimon y su fiel secuaz aparecieron frente a los chicos.
—Aquí estamos finalmente Arukerimon, con los mocosos que nos engañaron la otra vez, ¿recuerdas? — Dijo Mummymon, con mirada demente y dientes de serrucho—, ¡Anda, Arukerimon, ¿de verdad no recuerdas?!, nos hicieron creer que el anillo que buscaba el amo era una rosquilla de piña.
A Taiki lo traicionó una risita de victoria pasada, el niño miró a sus enemigos con suspicaz valentía, como si en ese momento él tuviera las de ganar "Parte de tener la sangre de un Yagami" pensó Osen al verlo "Papá me dijo que los Yagami eran muy valientes, ¡justo como Taik!".
—¡Cállate Mummymon! — Recordó Arukerimon—. Sólo venimos por el encargo del amo, no tienes por qué recordar fastidiosos episodios con *estos* buenos para nada.
—¿¡A qué han venido?! —rugió Taiki, se asombró al darse cuenta de que en el fondo estaba temblando.
—¿Y a quien debemos llevar, Arukerimon?
—¿No recuerdas que dijo que a la más pequeña? — reprendió en cuestión la mujer araña, tirándole una mirada asesina a Osen, quien se quedó estática.
—¡Contéstenme, ¿a qué han venido?! — volvió a indagar Taiki, molesto ante el hecho de que lo ignoraran.
—Mocosos estúpidos… abre la celda, Mummymon, y saca a la más chica—exigió Arukerimon—, trae a la pelirroja, que no hay tiempo que perder.
"Es curioso que me quieran a mí y no al aro mágico, ¿de verdad ellos ignoran que el aro está en nuestro poder?... lo mejor sería que Toshi-kun escondiera muy bien ese anillo y lo usara en el momento adecuado".
—¡Tonterías, ustedes no van a llevársela! — gritó Taiki, se movió hasta quedar frente a Osen, estiró los brazos en señal de protección—. ¡Antes de tocarla pasan por encima de nosotros! ¿Verdad, Toshiro?
—¡Por supuesto! — exclamó Toshiro, poniéndose al lado de su primo menor. Le dolía la cabeza, se sentía aturdido, pero aún con sus dolencias no iba a permitir que le arrebataran a su hermanita y la usaran como carnada.
—… Chicos… alguien tiene que… ser el primero…—susurró la pelirroja, estremeciéndose—…
—¿Acaso mi hermano Zetaro mandó llamar a Osen? —interrogó Kurumi.
—Nosotros no conocemos a ningún Zetaro, ¿verdad Arukerimon?
—Nosotros sólo conocemos al Emperador de los digimons, nuestro nuevo amo. — Dijo la digital creada por las agujas de control—. Ahora, háganse a un lado, que necesitamos solamente a esta niñita, nuestro señor nos la pidió.
Mummymon abrió la celda, lanzó su rayo láser hacia el techo, del techo blanco y suave rebotó una luz azulosa que rozó la cadera de Kurumi, la mejilla de Taiki y el cabello de Toshiro, esa distracción hizo que el hilo de araña de Arukerimon atrapara a Osen y la jalara hacia fuera de la celda.
—¡Maldita sea!, ¡Osen! —gritó Taiki, golpeando el cristal por donde habían sacado a su amiga—, ¡déjenla en paz! ¡Osen!
—¡¡Pobrecita Osen!! —berreó Kurumi, tapándose la cara para sollozar nuevamente.
Toshiro bajó la mirada mientras Arukerimon y Mummymon reían con sorna y se alejaban llevando a Osen junto a ellos.
—¡¡Oseeeennn!!
--
Kotaro Ishida veía con nostalgia a su primo mayor, quien estaba acostado, tiritando por la fiebre y el frío. La piel de Seiyuro seguía azulosa, la boca no paraba de sangrar. Después de haberse puesto al corriente de todas las situaciones, los chicos se habían calmado un poco, en silencio parecían pensar en la solución a sus múltiples problemas.
Ben ya sabía cargar a Tulo en su regazo, le había enseñado Hidemi Se siente muy raro cargar a bebés había opinado Ben , no es lo mismo que cargar muñecas, ¿verdad?, esto es muy real, pero se siente bien… gracias por enseñarme, Hidemi. Kyo, Yuri y May platicaban los futuros planes mientras Doguen revisaba los medicamentos que debía darle a Sei.
Seiyuro se mostraba intranquilo desde que le habían quitado a Min de sus brazos; Kotty estaba a su lado, le tomaba la mano con mucho cariño, todo esto le parecía mentira… ver así a su primo Sei parecía cosa de otro mundo.
—Vamos primo, no te pongas enfermito, estamos preocupados… ¡Oye Sei, te voy a contar una historia!, siempre que estoy triste tú me animas, yo también quiero ayudarte… ahí va mi cuento: *Una vez en un tiempo, mamá me contó una historia sobre las mariposas. Las mariposas son primero pequeñas orugas que van por el mundo buscando un sitio bonito para convertirse en mariposas. Las orugas tejen su nido con un tela especial que sacan de sus sueños… entonces las orugas tejen y siguen tejiendo sus sueños para formarse un capullo. El capullo está hecho de las ilusiones de las orugas, quienes se meten en él y duermen largo rato como la bella durmiente de los cuentos. ¡Y luego despiertan!, al despertar ya no son orugas, son mariposas con grandes alas de colores y pequeñas antenas en sus cabezas. Las mariposas van por el mundo y beben de las rosas, cumplen su sueño… Mamá me dijo que el sueño de toda oruga, es volar*.
Al no ver respuesta por parte de Sei, Kotaro humedeció sus ojitos rojizos, apretó más la mano.
—Despierta, primo… May, dile a Seiyuro que despierte…
Mayumi se acercó lentamente y se inclinó cerca de Seiyuro.
—Él debe sentirse muy mal, Kotaro— opinó la rubia, suspirando—. Primero se le tiene que bajar la fiebre, necesita descansar.
—Me siento tan triste… yo no le hice caso a Sei cuando me pidió que me esperara— admitió Kotaro—. Cuando Metalgarurumon derrotó a ese árbol mentiroso me sentí muy poderoso y no obedecí a mi primo… tal vez si me hubiera quedado con él las cosas serían menos feas.
—Y sin embargo el pasado no se puede cambiar, hermano— mencionó May—, así que no te lamentes ahora, eso no le gustaría al Seiyuro normal, ¿acaso a él le gusta verte desanimado?
El pelirrojo negó.
—Entonces muéstrale tu mejor cara para que mejore.
—¡Sí, May! — Dijo con energía el hijo menor de Sora y Matt—, le ayudaré a Sei a cuidar de Min-chan.
—… no quiero… ¿en dónde está? —Susurró Seiyuro, moviéndose de un lado al otro—… Min…
Los hermanos Ishida miraron hacia Sei, éste nuevamente tenía los ojos abiertos. El sleeping parecía haber sido azotado por un huracán debido a los movimientos de Sei, la frente de éste estaba empapada en sudor.
—¡Primo Sei! —Chilló Kotaro, preocupado—, volviste a despertar ¿Cómo te sientes?
El pequeñuelo no esperó respuesta, antes de que Sei tocara nuevamente su herida se lanzó a los brazos de rubio sin pensarla dos veces—. ¡Primo, soy yo, Kotty!, ¡quiero cuidarte!
Kotaro abrazó con fuerza al rubio, con sus manitas rodeó el cuerpo pálido, apretó sus ojitos y comenzó a llorar. Seiyuro no reaccionó inmediatamente, sin embargo sus movimientos oculares fueron tomando más fuerza. Visualizó la cueva con más claridad, las tinieblas de sangre se fueron diluyendo poco a poco, como si el amor de Kotaro estuviera curándolo. Seiyuro miró al frente, justo ahí estaba Mayumi Ishida, sonriéndole.
—¿May? —indagó Seiyuro, por primera vez se oía coherente.
Como respuesta Mayumi, olvidándose de los estatutos que le exigía su carácter, se hizo campo entre Kotaro y Seiyuro para abrazarlos a ambos. Fue entonces cuando Sei miró que Kotty estaba también junto a él, y él… él no estaba con ninguna arpía, sino en la cueva-guarida de los elegidos.
—Kotaro, ¿estás a salvo? — preguntó Sei, sin dejar de abrazar a sus primos.
—¡Sí primo, yo estoy muy bien! —Kotty se separó al igual que Mayumi, los hermanos se le quedaron viendo fijamente al Takaishi.
—¿En dónde estoy?... y si estás a salvo tú, Kotty, ¿cómo es que yo estoy aquí?...
—¡¡Kyo, mi primo Sei ha vuelto a ser como antes!! — gritó Kotaro mientras se ponía de pie y comenzaba a saltar de gusto por toda la caverna.
—¡Seiyuro! — exclamó Kyosuke, de inmediato el rubio se vio rodeado por todos los presentes camaradas.
—¿Estás bien, Sei?
—¿Cómo te sientes?
—¿Ahora sí vas a dejar que te demos la medicina?
—¡Habla, Sei!
—Pardiez… es curioso, pero presiento que en estos momentos soy el centro de atención—dijo el rubio analizando los rostros de sus amigos—, estoy bien… pero por favor, ¿podrían informarme qué está pasando aquí?, me siento extraño, no recuerdo mucho, y lo que sé sinceramente no quiero traerlo a mi mente.
—¿Cómo que estás bien?, ¡estás ardiendo en fiebre, casi tienes 40 grados de temperatura!
—Bah, no exageres, Llorón. — agregó Sei, suspirando—… en fin, tengo que preguntarlo, ¿en dónde está la digimon que me atacó?
—Ella está muerta, no te preocupes—respondió Kyo, mirando a Hidemi.
—Muerta… ¿de verdad lo está? —al ver que su amigo Motomiya le asentía, Seiyuro trató de ponerse de pie, pero Yuri y Doguen lo jalaron de nuevo hasta el suelo y le negaron, Sei murmuró—… entonces ustedes me salvaron la vida… gracias… esa cosa… iba a matarme… me hubiera gustado que hubiera sido un sueño… pero no lo fue ¿no es así?... además, hubo un momento en el que había perdido la esperanza, pero ustedes amigos, me la devolvieron…
El joven hablaba de manera entrecortada, como si cada palabra lo debilitara más, por un momento todos quedaron en silencio.
—¿Minagawa está aquí?... soñé que la encontraba, pero como veo que Ben tiene en sus brazos a su hermano, estoy empezando a creer que mi encuentro con Min-chan no fue un sueño.
—Ella está dormidita en la cunita— avisó May—¿Quieres que la traiga?
Seiyuro negó, escondió un momento su rostro, pero luego lo alzó con una sonrisa de gratitud.
—Kyo, ¿y tus googles?
—Los trae la niña que te salvó— dijo Kyo, señalando a Hide—. Hey, camarada, si a alguien debes agradecerle la vida, es a Hidemi Yagami.
Sei enfocó a Hide con asombro, de haber sido el de siempre le hubiera regalado una sonrisa coqueta, en esos momentos no podía, todo era confuso, todo olía a perdición y a sangre.
En su mente el eco de Lady Devimon se estrellaba como olas de mar en su cabeza. Las risas de burla, el beso de muerte, la sangre fluyendo… y él, Seiyuro Takaishi, sin esperanza. Sei aún no sabía como se había recuperado del estado en el que estaba. A lo mejor habían sido las palabras, los cuidados y el cariño que sus amigos habían tenido para con él. Se sacudió la cabeza. En estos momentos debía olvidar.
—Dama Hidemi…—susurró, mirando largamente a la gemela de Taiki—, ¿cómo podría yo agradecerte?
De casi un brinco Seiyuro se puso de pie y se acercó a Hide. Al caminar se tambaleaba como si estuviera ebrio, o como si en su sangre hubiera veneno. Casi al llegar hasta Hidemi se desplomó, perdió el equilibrio y comenzó a jadear de rodillas.
—Pardiez… no tengo fuerza…
Hidemi se hincó a su lado.
—Estamos a mano—dijo en tono dulce— tú también me salvaste.
Sei se incorporó con brusquedad.
—No, Hidemi, en realidad no hay punto de comparación… gracias. Te juro que encontraré la manera de agradecértelo.
Hidemi se sonrojó se manera alarmante, Sei acarició la mejilla de la niña, se alejó hasta su tendido y se dejó caer abruptamente al suelo lanudo de sus cobijas, estaba cansado.
—May, ¿podrías acercar la cunita en donde está Min? — Preguntó a su prima, —… Kyo, ¿me puedes contar qué es lo que ha pasado?, ¿en dónde están Toshi y los demás?
--
¿Qué era el mar de la oscuridad? ¿Cómo salir de él si el laberinto lo tenía perdido? ¿Era bonito ver el mar?, sí, disfrutaba mucho el mar aunque fuera oscuro, el mar quería que alguien lo gobernara; el Digimundo no tenía que volver a ser lo de antes, era mejor que por siempre siguiera siendo el mar oscuro.
El salón estaba en silencio, en el trono del sitio había una sombra.
**Debes estar contento, juntos crearemos tu imperio** dijo la Voz, resonando en el salón de manera tétrica. **Ahora estás en tu silla real, y tú y yo somos uno solo**
—Tú eres sólo mi súbdito.
**Tu súbdito… claro… pero aunque no te has dado cuenta, tú yo somos iguales, a ambos nos han ignorado los insignificantes. A ti y a mí nos conviene la fusión prohibida, pues eliminará toda la escoria y reinaremos en paz… y claro, tendrás a tus dibujos, emperador**.
El emperador sonrió. Sus ojos de hielo se achicaron más mientras su cabello violeta se agitaba aún sin viento.
—Entonces—comentó el emperador, acariciando la velluda cabeza de un digimon—¿Qué estamos esperando?
**Nada en realidad** dijo la Voz **esperaremos a que los datos regresen, todo depende de las batallas que hayan tenido nuestros siervos con las basuras de niños elegidos**
—Esos datos debe estar de vuelta. Sólo así podremos comenzar la fusión prohibida.
**Iré por ellos. Es posible que hayan matado a esos odiosos niñitos y no quieran regresar con nosotros por las buenas. No comprenden que los digimon deben ser uno solo**
—Ve, y date prisa, pedazo de datos.
**Sí, mi señor** respondió la Voz en forma burlesca, como si el emperador no pudiera identificar el sarcasmo traicionero **¡Demidevimon, andando!**
—Ve, Demidevimon—ordenó el emperador, dejando de acariciar a esa bola azul con alas de murciélago.
—Como ustedes ordenen, ¿tengo que avisarle al señor Myotismon?
La Voz gruñó por lo alto, Demidevimon se escandalizó y salió volando del tétrico lugar.
—Escoria…—susurró el nuevo emperador, una risita extraña se oyó por parte de la Voz sin cuerpo.
** ¿Escoria, dices, niño estúpido?, tú no sabes lo que te espera a ti con esa semilla, tu alma irá muriendo hasta que me des tu cuerpo… a ti no puedo poseerte como al elegido de la Luz, pero entre tanta maldad la bondad sucumbirá, y entonces yo podré tenerte como mi cuerpo… ahora sólo me queda ser paciente y soportarte, muy pronto todo será demasiado tarde para tu intento de imperio, te perderás** pensó el enemigo, retirándose.
Cuando Zetaro corroboró que todo estaba en silencio se puso de pie. De manera mecánica caminó hasta una pequeña mesita en donde había varias hojas en blanco. De su bolsillo sacó un lápiz y comenzó a dibujar.
—Mis dibujos… sólo ellos son parte de mí. Los demás no son nada, porque no provienen de mí—murmuró por lo bajo, mientras con asombrosa habilidad hacía trazos en las hojas.
—¡Amo, amito bonito! —Saludó Mummymon, con sonrisa demente—, hemos llegado con su encargo.
—¿Encargo? —cuestionó Zetaro, sonriendo con malicia—, ¿cómo puedes en primer lugar hablarme sin tener el permiso?, yo puedo destruirte en cualquier momento y aún así osas en llamarme como si estuviera a tu nivel?, eres basura, un pequeño ser insignificante.
—Amo, señor emperador, Mummymon lo lamenta—suplicó la mujer araña en su forma de digimon. Traía a Osen de la mano, la apretaba con fuerza mientras los ojos de la araña giraban de un lado al otro como si estuviera perdida.
—Deja a la humana y salgan del salón. Hagan guardia y avísenle a Myotismon que la escoria de elegidos no tardan en atacar.
—¡Sí, amo, y gracias! —chilló Arukerimon, soltando a Osen, quien cayó al suelo sin poder evitarlo.
—¡¡Lárguense!! —exigió Zetaro, guardando sus instrumentos de trabajo.
Arukerimon y Mummymon desaparecieron despavoridos ante la orden imperiosa de Zet, el nuevo emperador digital.
El mediano Ichijouji lucía irreconocible, especialmente por su porte frío y sus palabras hirientes. A Osen le parecía que no era su Zet el que estaba frente a ella.
Zetaro bajó calmadamente los escalones que llevaban al trono. Osen no retrocedió, sólo agarró con fuerza su vestido, como si eso le diera apoyo. Entre más nerviosa se ponía su respiración se iba acelerando, su piel se ponía lívida y sus ojos no encontraban sostén alguno en los de Zetaro.
—Idiota, ¿ahora retrocedes por el temor?, ¿temes que vaya a matarte? —preguntó Zetaro.
—Zet…
—Cállate, no he ordenado que me nombres—mandó Zet, soltándole una cachetada leve—, ¿Acaso crees que me ha dado gusto llamarte?, me causa repugnancia verte a ti y a todos los demás.
—Dios mío, ¿qué te han hecho, Zet? — Osen se cubrió la boca. Le dolía ver a su amigo así, Zetaro era dulce y bondadoso, ¿en qué lo había convertido esa semilla?
—Ese ya no será mi nombre. El Zet débil no existe. Ahora son el rey de estas tierras.
—¡Por supuesto que no, te están engañando!
—Eso ya lo sé—respondió Zetaro con calma—, y al mismo tiempo, yo los engaño a ellos. El mundo es un engaño mismo. Las mentiras las inventan los débiles, pero las aprovechan los fuertes.
—Zet, si sabes que te están engañando, ¿qué harás?
—No te importa. Eres una estúpida, ¿acaso crees que te lo contaría?
—Sí, vas a contármelo, por eso me mandaste llamar, ¿verdad?... Zet, por favor recapacita, Kurumi y los demás están muy preocupados por ti… yo también.
—La preocupación no existe—rió Zet—. Es de débiles.
El muchacho levantó el brazo y señaló el fondo del salón, en donde había un árbol seco con esferas de gemas rojas en él, las gemas eran del tamaño de un balón de fútbol americano. Más atrás había unos pozos gigantes que tenían varios metros de diámetro.
—¿Qué es eso?
—Son los preparativos para la fusión prohibida. La fusión prohibida hará que un nuevo génesis me haga emperador de este lugar… aquí reinará mi superioridad.
—¡La fusión prohibida destruirá todo! ¡Además no podrán hacerla sin la presencia de nuestros papás, porque ellos tienen los emblemas verdaderos!
—¿Y qué crees que contienen esas esferas de amatista que cuelgan del árbol, idiota?, adentro de esas esferas están los niños elegidos con sus respectivas "virtudes".
—¡Es no es posible!
—Los elegidos fueron capturados por los Darkmasters—rió Zetaro—, y ahora están muertos en vida, esperando a ser parte de la Fusión divina… si no puedes sacar el agua del pozo, ¿por qué no traer al pozo junto con el agua?, alguien como tú no lo comprendería.
Osen avanzó hacia el árbol, pero una pared transparente le impidió el paso. ¿Realmente su papá y los otros adultos estarían dentro de esas piedras?, la chica dio una rápida ojeada al árbol seco, pero entonces Zetaro la jaló del brazo para que volteara a verlo.
—¿Lloras por tus padres, escoria?
Osen cerró los ojos, no contestó.
—Seres como tú y los demás humanos no deberían de existir, apestan— observó Zetaro, limpiándose la mano en sus ropas—. Yo jamás fui como ustedes… sólo tengo un defecto: soy un mortal.
—¡Tú eres igual a nosotros! —chilló Osen—, ¡Por favor, Zetaro, vuelve a ser tú!
—¿A ser yo? ¿Acaso te importa?, muy pronto todos perecerán y no podrán acordarse de nadie porque se harán polvo. En cambio, tú estás destinada a sufrir por el resto de tu vida, a ti te necesito para que continúe mi imperio.
—¿De qué hablas?
—De que gracias a ti, mi clan seguirá creciendo y se reproducirá. Me rebajaré a tenerte entre mis pertenencias para poder tener familia.
—¿QUÉ?, ¡Pero Zet!, ¿qué estás diciendo? — Osen palideció más. Definitivamente esos pensamientos no eran propios de una persona de tan sólo diez años.
—Tendrás que vivir, para que algún día yo pueda reproducirme. Cuando eso pase te matará esa Voz, si no es que te mueres antes. Vivirás como mi esclava, serás lo único insignificante en mi reino y verás morir a todos los tuyos.
—¡Antes me moriría con ellos! —lloró Osen, sin comprender bien las intenciones de Zetaro.
—¡Estúpida! —Zetaro rugió, agarró a Osen del cabello y la estrelló en la pared invisible—, ¡No tienes derecho de alzarme la voz, escoria! ¡¡CÁLLATE!!
Zetaro arrastró por el suelo a Osen sosteniéndola de los cabellos, para la chica Izumi todo había sido tan imprevisto que ni había gritado, las lágrimas eran la única señal del sufrimiento que en esos momentos vivía. Entonces, y sin esperárselo, sintió que además de acorralarla Zet le abrió el puño de la mano y le dio algo, parecían un papel arrugado, "guárdalo" le musitó en bajito. En cuanto Osen sostuvo el papel de Zet, lo escondió en su vestido, Zetaro la soltó de improviso.
—Prefiero que mi imperio sucumba antes de mezclar mi sangre con la tuya—dijo despectivamente—. Myotismon, aparece.
El vampiro digimon de cabello rubio, de ademanes amanerados y temibles, apareció frente al nuevo emperador.
—Dime, Myotismon, ¿has oído a esta escoria?
—He visto todo, señor.
—Es una basura. Lo mejor será regresarla a la celda y sacrificarla con los demás. Lo único que tenemos que esperar para comenzar el ritual es el regreso de la Voz y los datos restantes de digimons…. Cuando la fusión prohibida inicie, sin duda alguna esta misma llamará al resto de los datos perdidos, como aquellos que habitan en los corazones de los seres humanos y se refugian ahí o en la tierra… nada nos detendrá.
—Sí, señor emperador.
—Es necesario que empiecen los preparativos de la fusión prohibida desde ahora… traspasa a los prisioneros al salón principal, pronto comenzaremos.
--
—¿Entonces van a dejarme atrás?
—No quisiera, ¿pero ves alguna otra opción? — preguntó Kyosuke, suspirando con desgane—. Estás enfermo, no sabemos que tienes… y los bebés, ¿acaso podrían quedarse solos?
—Pero no quiero quedarme.
—¿Quién cuidaría de tu hermanita y del pequeño Izumi?
—No sé—renegó el muchacho—, entiéndeme Kyo, no soporto la idea de quedarme atrás de ustedes sin hacer nada… todos estamos heridos, no sólo yo.
—Sé que es duro, y te comprendo Sei… sin embargo sabes que no podemos dejar de ir a ayudar a los chicos.
—… y yo sería una carga—mencionó con amargura Seiyuro—, así que como no sirvo me dejan de niñero.
—Lo lamento.
—Yo no, sólo que no lo admito. Por dejarme atrás la vez pasada me pasó lo de Lady Devimon, al parecer en esta ocasión quedé inhabilitado para seguir a mis amigos…
—Prometo rescatarlos…
—Ya, no digas nada…—renegó Seiyuro, cubriéndose con las cobijas por el coraje.
—Tampoco tienes contigo a tu digimon—susurró Kyo—, él aún no ha regresado de la lucha contra Devimon, según me contaste.
—Estoy preocupado por él—replicó Sei, más para él mismo que para Kyosuke—, ¡diantre!, detesto ser una carga…
El chico no se quitó las cobijas. Toda esa maldita aventura estaba resultando horrible, y él sin poder hacer nada, sólo sentía que a cada momento la amargura se apoderaba de su sangre.
—Sei… ¿qué puedo hacer entonces, camarada?
—Kyo, haz lo que tengas que hacer aunque yo no comprenda. —Gruñó Sei—. Si tienen que irse, váyanse… mira, no es que no confíe en ti, lo que pasa es que detesto ver todo desde lejos… y sí, comprendo que estoy herido y que debo quedarme, ¡así que váyanse ya!...
Kyo se puso de pie sin decirle a Sei nada más, volteó hacia sus amigos, que lo miraban con inquietud. El fuego de la cueva era exiguo, pero Hidemi y Ben habían acarreado leña.
—Ya oyeron a Sei, él se quedará. —empaquen sus cosas, dentro de un rato nos iremos.
—¿Y no es mejor descansar antes?
—¡Por supuesto que no, Doguen-san! — Opinó Hidemi— Todos están en peligro, y aunque estemos cansados no debemos tardarnos.
—Sí, pero cansados no lo haremos bien.
—Aquí no hay opciones—mencionó May— O lo hacemos bien, o lo hacemos bien.
Los niños empezaron con los preparativos. Ben de nueva cuenta hizo que las llamas de la fogata renacieran; también se acercó a Tulo, lo observó mientras dormía y con un abanico fue alejando el humo que se creaba por el fuego para que no lo aspirara el bebé.
—Ea, Tulo, te voy a dejar con Seiyuro. Quisiera llevarte conmigo, pero es peligroso, así que yo sólo iré por la Cerebrito y luego saldremos de aquí, lo prometo.
—Pareces todo un hermano mayor— dijo Mayumi.
—Pues es que lo soy, soy el hermano mayor de este niño.
—Sí, lo sé. Está muy tierno el nene, ¿no crees que se parece a su papá?
—Poquito. Se parece más a mí.
Kotaro se metió en las cobijas de Sei y le habló.
—Psst, primo Sei, ya nos vamos.
—Sí.
—¿Estás triste?
—No.
—Primo Sei, ¿confías en mí?
—Claro, Kotty.
—Yo voy a traer de vuelta a tu hermanito Toshiro.
—Haz lo mejor que puedas, Kotty.
Kotaro Ishida salió de las cobijas muy contento.
Kyosuke Motomiya empacó su mochila y se acercó a Satoru Ichijouji, con mano lo zarandeó lentamente.
—Hey, Satoru…
—¡Señor Kyo!, ¿ya amaneció? —preguntó Satoru, bostezando.
—No, aquí no amanece… mira Satoru, quiero saber si vendrás conmigo, voy a rescatar a tus hermanos.
—¡¡¡Yo quiero ir!!!
—Shhh, no grites niño. Mira, creo que debes tener en estos momentos la edad de Kotaro, así que puedo llevarte. Tú y yo podemos mandar llamar a Paildramon, así que te necesito… es hora de irnos.
En pocos minutos estuvieron listos para la partida imprevista, los chicos se enfilaron tras Kyo y miraron que Sei aún no salía de sus cobijas. May gruñó y jaló las sábanas que descubrieron a Sei acostado y con los ojos abiertos.
—Sal de esas cobijas o no podrás cuidar de Min y Tulo, Seiyuro—regañó Mayumi.
—May, cuídate mucho—respondió Sei, sentándose.
De nueva cuenta tenía el semblante serio, dolido, enfermo.
—Y tú te tomas la medicina, Seiyuro.
—Como diga usted, curandero Doguen.
Doguen puso los ojos en blanco.
—Bien Sei, entonces nos vamos. Iremos por los demás y nos reuniremos contigo.
—¿Están las tres lunas esta noche? —preguntó Seiyuro, poniéndose de pie con misteriosa actitud—, creo que me gustaría verlas.
El adolescente se paró y arrastró la carriola al final de la caverna. Sí, a lo lejos había tres lunas llenas en el firmamento.
—Se ven hermosas…—concluyó el hijo de Takeru, luego volteó hacia sus amigos—. Que tengan buen viaje y triunfen.
Los chicos asintieron y uno a uno fueron desapareciendo.
—Oye, Hidemi…— llamó Seiyuro.
—Seiyuro. — Hide miró hacia Sei, se acercó un poco, Sei se abalanzó hacia ella y le tomó las manos.
—Regresa a salvo… si no regresas no podré buscar la manera de compensarte.
La chica se sonrojó, de manera torpe deshizo el abrazo y corrió para alcanzar a sus amigos.
—Bien, se han ido, ¿qué puedo hacer ahora yo si no tengo a Tokomon conmigo?, ¿qué me habrá hecho esa digimon?, me siento de la patada, qué pardiez…. Miren el cielo, Tulo y Min, en la tierra sólo hay una luna.
Entre las llamas ardientes que iluminaban la cueva y la oscuridad de la misma, comenzó a formarse una sombra, y en los arbustos cercanos se escucharon ruidos.
Tres lunas eran las que se miraban en el cielo. ¿Por qué le llamaban tanto la atención a Seiyuro?, quizá porque eran la única fuente de luz en ese mundo. El joven quedó largo rato así, sólo viendo hacia arriba mientras sostenía la carriola con los pequeñuelos. No podía pensar en esos momentos, todo era confuso. La sombra que estaba entre los arbustos fue creciendo hasta convertirse en una bola que flotaba, Seiyuro entonces escuchó un leve aleteo, pero no miró hacia atrás, siguió percibiendo el sonido supuestamente indistinguible.
"Algo está a punto de atacar" pensó. No sabía si mirar hacia atrás para ver qué era o correr para no poner en riesgo las vidas de los bebés. "Maldición, ¡si tan sólo Tokomon estuviera conmigo!... no me lo explico, papá me contó que cuando era chico su Angemon terminó con ese demonio, mi Tokomon en cambio había digievolucionado a Holy Angemon, ¿por qué no ha derrotado a Devimon? ¿Por qué no regresa?... creo que la opción más obvia es correr de esa sombra, sólo así podré protegerlos".
Estaba tan débil que cuando intentó correr se le doblaron las piernas y cayó al suelo de boca, soltando en el acto a la carriola, que salió disparada hasta chocar contra unos árboles cercanos.
—¡Pardiez! —dijo Sei, abriendo los ojos del susto. El llanto de Tulo se había activado por el golpe que por suerte no había volcado la cunita móvil.
—Jijijiji, esta puede ser mi oportunidad—susurró la sombra, que había salido de su escondite.
—¡Es ese murciélago! —mencionó Sei, tratando de incorporarse.
Demidevimon voló sobre Seiyuro rápidamente, se dirigía a la carriola. Sei se dio cuenta de que el pequeño pero perverso digimon traía una bolsita entre sus garras, se mordió los labios, cogió fuerza de la nada y se puso de pie.
—¡No te atrevas a tocarlos! —ordenó desesperado, lanzando una roca que había recogido del suelo.
A Demidevimon se le estampó la piedra en la cabeza, sin embargo eso no fue suficiente para detenerlo; el bicho aterrizó en la agarradera de la carriola, volteó con torpeza la bolsita que traía en sus patas y dejó caer un polvo negro adentro del carrito. El llanto de Tulo se intensificó, Min también comenzó a llorar y a estornudar al por mayor a causa de esos polvos.
—¡¡Déjalos!! – gritó Seiyuro, con una furia descontrolada se abalanzó hacia el digimon, y con sus últimas energías dio un salto y atrapó a la bola azulosa que se revolcaba como gusano para tratar de escapar —¡¿Qué les hiciste, alimaña?!, ¿Qué demonios les echaste?!
—¡Ayayayayayyyyy, suéltame, yo no sé que es eso, el señor Myotismon me lo dio! —se excusó Demidevimon, pero Seiyuro lo apachurró lo más que pudo.
—¡No te perdono! — gritó el muchacho, impotente a más no poder. No sabía que hacer, ni como proteger a su hermanita, le dio un pánico enorme con sólo imaginar que ese polvo resultara veneno.
Estaba tan enojado como la vez en que el viejo Toriyama fue poseído y quería matar a su padre, en aquellos momentos la furia podía dar resultados porque tenía en su poder un láser… pero ahora estaba demasiado débil, le sangraba la boca, tenía fiebre muy alta.
Seiyuro, sin soltar a Demidevimon vio que de la carriola comenzó a salir una bruma muy espesa, abrió más los ojos, asustado.
—¡Minagawa! —Gritó—, ¡hermanita!... ¡Tulo!
Sei soltó a Demidevimon, Demidevimon cayó al suelo y comenzó a jadear porque el hijo del elegido de la esperanza casi lo había ahogado. La bruma se volvió gris, gruesa, Seiyuro no veía ni sus propios pasos.
A lo lejos, como si fuera un eco, oía la risa de Demidevimon, Sei no comprendía, sólo sabía que si a su Min le pasaba algo nunca podría perdonárselo… ni a él ni a esa terrible aventura.
—¡No lo perdono! — dijo de nueva cuenta, llevándose las manos a la sien.
Entre la bruma dos resplandores de colores comenzaron a iluminar el lugar. Seiyuro vio de nuevo una bola con alas, pero por la niebla no la distinguió bien.
—¡No te acerques a ellos! —rogó.
—No te preocupes, pi, yo no les haré daño, pi… iré por ese mañoso, pi.
—¿Pi?
Una ráfaga de viento diluyó la pesadez del ambiente, la carriola estaba volcada. Seiyuro entonces cojeó hacia el sitio, se agachó, para buscar a los bebés, pero no estaban.
—¡¡No están!! ¡¡Me los robaron!!, ¡Mi hermana! ¡El pequeñito! —lamentó desesperado… Seiyuro estaba comenzando a perderle fe a la esperanza. —Papá… ¿qué voy a hacer ahora?
Sei ni siquiera podía llorar, no tenía fuerzas para eso. Sólo quería dormir para siempre…. Olvidar, olvidar, olvidar todo. Por inercia vio hacia arriba, el animalito rosa –un digimon seguramente- había acorralado a Demidevimon.
—Voy a acabar contigo, pi. No debiste hacerle eso a él, pi.
Tras una luz que cegó momentáneamente a Sei, Demidevimon desapareció, entonces la bola rosada bajó hasta el hijo mayor de Takeru.
—¿Estás bien, pi?, ya castigué a Demidevimon por lo que hizo, pi, aunque nada será suficiente.
—¡Contesta, ¿en dónde están los bebés?! ¿En dónde dejaste a Min! —exigió Seiyuro, los ojos los traía rojos.
—Yo no los tengo, pi. —dijo el digimon—Yo soy Piximon, pi; conozco a los niños elegidos.
—Sí… y en otras épocas trataste de matarlos… ¡Escucha!, trae de vuelta a mi hermana y…
—Te equivocas, pi; yo morí ayudando a los niños elegidos.
—Min-chan… ¿qué haré ahora? — se dijo Sei, devastado.
—Morí pero ahora pude ayudarte pi… seguro que él cuidó de ellos para que Demidevimon no se los llevara, pi.
—¡¿Quién?!, ¡¡HABLA!!
—Wizardmon.
Cuando escuchó el nombre del brujo digital, Sei suspiró agradecido, como si la carga ya no fuera tan pesada, ¡Wizardmon era un sujeto bueno!, ¡era quien les había dado el aro mágico!, ¿en dónde estaba y quién era ese tal Piximon?
—¿Quién eres tú y qué haces aquí?, ¿En dónde está Wizardmon?, ¡dímelo!
—No lo sé, pi, Wizardmon debe estar por aquí.
—Y si moriste ayudando a mi papá y a sus amigos, ¿qué haces aquí?
—Lo mismo que Wizardmon, pi, ambos encontramos la manera de renacer…
—¿Qué dices?
Seiyuro puso los ojos en blanco por el cansancio, sentía que iba perder el conocimiento, aunque eso jamás se lo perdonaría. Mientras él recuperaba fuerzas, el pequeño Piximon husmeaba el lugar para buscar a los bebés.
—¡Tulo, pi, ¿en dónde estás?, pi!
—¿Tulo?, ¿hasta sabes su nombre?
—Tulo es mi camarada.
—¡No bromees, Tulo no tiene ni diez días de nacido!
—Cuando los niños nacen, los digimons sabemos quienes son nuestros camaradas, y entonces siempre los esperamos.
—Entonces… tú saliste del cuerpecito de Tulo, y te materializaste con su energía.
—Sí… algo me obligó a salir mi amigo Tulo, pi, una energía, unos polvos… pi.
—¿Eso quiere decir que Wizardmon es el digimon de Minagawa?
—Así es—respondió una voz con eco, pero simpática.
Seiyuro entonces miró a Wizardmon, pero en esta ocasión materializado. Era un sujeto de piel color cian, ojos verdes, cabellos naranjas, vestimenta excéntrica, llevaba puesto un gorro de hechicero y unas botas de duende. El Wizardmon materializado traía en sus brazos a un Tokomon.
—Wizardm… ¡TOKOMON! —gritó Seiyuro, al ver a Tokomon en brazos del digimon de su hermana. —¿Estás a salvo?, ¿Cómo es que estás con Wizardmon?
—Seiyuro… estoy bien, derroté a Devimon pero me perdí—respondió Tokomon, saltando a los brazos de Sei—. Wizardmon se dio cuenta de donde estaba y fue por mí.
—Sentí su presencia muy cerca de este lugar, así que cuando salí del alma inconsciente de Min decidí ir por él… Piximon se podía hacer cargo de Demidevimon.
—¡Pero, ¿y mi hermana? ¿Y Tulo Izumi?!
Wizardmon abrió los ojos al doble.
—Ellos estaban bien, en la carriola—excusó.
El poco color que había tomado Sei se volvió de nuevo transparente ante la idea de perder a su hermanita. Tokomon se acurrucó en Sei para darle ánimo, pero el rubio estaba demasiado ido hasta que…
—… Aquí estabas, hermano, te estuve buscando—la voz, aunque sonaba cariñosa, se oía lejana y ligeramente ronca.
Sei casi se cae del impacto al ver que de la nada había aparecido frente a él una niña rubia.
—¿Min? ¿Eres tú?
—¿No me reconoces, hermano? —preguntó la niña, que tenía cabellos rubios oscuros, ojos rojizos, tez pálida.
"Esos polvos… ¿han provocado que mi hermana crezca?, ¡no quiero ni pensarlo!" reflexionó Sei, incorporándose.
La niña se acercó a Sei, lo encerró en un abrazo. Sei sintió una calidez única que le quemaba la frialdad que tenía.
—No te preocupes hermano, seré buena para que veas que soy yo.
—Min… ¿cómo es posible?... Satoru también creció, pero tú estás ¡enorme!
Min sonrió con dulzura, tenía la apariencia de una chica de ocho años. Después de reconfortar a su hermano mayor, volteó hacia Wizardmon.
—¿Me has venido a visitar, Wizardmon?
Wizardmon asintió, Min volvió a sonreír.
—Mina, esto es increíble, ¡es sorprendente!... tu presencia hace que me sienta mejor, ¿por qué has crecido tanto?
—Es por el deseo de los digimons, pi. Ellos seguramente hicieron que el deseo se hiciera realidad, pi.
—¡Pero y esos polvos!
—¿Cuáles polvos, hermano?
Sei negó, se estaba comportando como un paranoico.
—Ahora lo importante es hallar a Tulo Izumi.
—¿Es él?—preguntó Min, apuntando hacia arriba de un árbol, donde un chico que parecía de la misma edad que ella estaba trepado.
—¡Woooo!
—Oye, baja de ahí—pidió educadamente Minagawa, sonriendo.
"Me pregunto si esto no es un sueño bizarro" pensó Sei "Y a todo esto, ¿Min tiene sus recuerdos de bebé o viene del futuro?, ¡no entiendo!, será… como diría yo mismo, ¿parte de la magia?"
El niño obedeció, de un salto mal dado (que terminó haciéndolo caer) pisó tierra firme.
—¿Tulo? —preguntó Seiyuro—. ¿Eres Tulo?
Era enormemente parecido a Izzy Izumi. Tenía la piel rosada como Mimi Tachikawa, los ojos eran grandes, de un café casi tan oscuro como el negro. El cabello era rebelde y rojizo naranja, como si el color miel de Ben se hubiera mezclado con el rojo de Osen. Era bajito, tenía las cejas gruesas, las pestañas largas y la nariz respingada.
Tulo no respondió, miró fijamente a Seiyuro.
—¿Estás perdido? —preguntó Min.
Tulo asintió.
—Sí nos entiende, pero quizá no puede hablar… y es comprensible, porque él ha vivido muy poco tiempo al lado de su familia, por eso no le parecemos familiares; él es tu amigo, Min, se llama Tulo.
Piximon se acercó a Tulo, quien lo miró con curiosidad.
—…Tulo… ¿soy yo?... ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién te lo dijo? —susurró la vocecita de Tulo, que sonaba algo traviesa, también lejana.
—Entonces sí puedes hablar…
—Claro que puede, pi, los digimons legendarios cumplen bien los deseos, pi… lo que a Tulo le faltan son vivencias de este mundo, pi. —dijo Piximon—. Hola Tulo, pi, yo soy Piximon, y siempre he estado esperando por ti desde que volví a nacer.
Tulo sonrió, pero rápidamente volteó hacia Seiyuro y Min.
—¿Y Mamá?
Sei entonces suspiró. Lo más probable era que Tulo sólo recordara a su mamá, que era con quien más había convivido. El niño se veía retraído, muy diferente a Min, quien parecía que no perdía detalle de la escena.
—Hermano, ¿tú sabes a lo que hemos venido él y yo?, hemos venido a ayudarte, ¿verdad, Tulo?... —sin esperar respuesta Min apresó las manos de su hermano—Porque existen los milagros… hermano, ¿verdad que a ti te gustan las tres lunas que hay en el cielo esta noche?
--
—¿Cuándo podremos salir de aquí, Takeru?
—Cuando nos escuchen… están a punto de escucharnos.
—Sí, lo sé, pero estoy preocupado por ellos…
—Saldremos de aquí, Taichi, porque el amor une los mundos.
--
Los pilares del salón eran muy anchos, altos, imponentes, parecían rugir cuando sonaba un eco. El piso estaba pulido, era negro con blanco. En el centro de la habitación había una jardinera en donde estaba sembrado un árbol seco, con abundantes ramas espinosas. En las ramas más grandes había diez piedras rojas, que colgaban como adornos de árbol navideño, más atrás había varias fosas sobre el piso que tenían pinta de ser muy profundas.
Zetaro había ordenado que Mummymon y Arukerimon movieran su trono al lugar más privilegiado, ahí el honorable emperador esperaba con rostro aburrido la llegada de la Voz.
Tantos ellos, como Myotismon, estaban inclinados cerca del chico, quien no les prestaba atención.
—Traigan a los prisioneros, el ritual de la fusión prohibida debe iniciar ya—mandó el morado hijo de Miyako y Ken, moviendo su dedo índice con superioridad.
Arukerimon y Mummymon asintieron y salieron de la habitación.
**Así que vas a iniciar la fusión prohibida sin tu más grande aliado** dijo de repente la Voz, fingiendo un grande dolor.
—Mi imperio no puede esperar a que te decidas. Los datos de los digimons que están fuera de este castillo serán llamados por la misma fusión prohibida, y se convertirán en uno solo. — dijo Zet, de manera calculadora—. Lo único que necesitamos es completar los doce emblemas, y eso lo haremos usando de carnada a esos chiquillos.
**Así es… los darkmasters sólo fueron capaces de capturar a diez elegidos, dos de ellos se escaparon, pero la sangre de sus hijos los llamará. Darán su vida a cambio** rió la Voz **… De cualquier manera, honorable emperador, los digimons que salieron del castillo para combatir a los niños elegidos han muerto, sus datos han regresado adonde debieron estar siempre… la fusión prohibida debe comenzar ahora mismo**.
Zetaro Ichijouji, segundo Emperador del Digimundo, sonrió con malicia mientras veía que Arukerimon y Mummymon entraban de nuevo al salón principal con sus antiguos amigos, con los que un día lo humillaron y lo dejaron solo… solo con sus dibujos.
Kurumi traía la cara llena de lágrimas, en cuanto vio a Zetaro quiso hacerlo reflexionar por lo que hacía. Ella se movilizaba de manera escandalosa, al igual que Taiki, Osen y Toshiro permanecían más calmados.
**Preparen al primero, encierren a los demás** ordenó la Voz.
—El único emperador de este lugar soy yo, ¡yo soy el que da las órdenes!, tú eres sólo parte de los datos, de la fusión prohibida, por eso no tienes cuerpo.
**Lo olvidaba, amo** dijo la Voz, otra vez con sarcasmo.
—Usaremos primero a Taiki Yagami— avisó Zetaro, viéndose la mugre de las uñas.
—¡Taik! —gritó Osen, con la carita angustiada.
A los tres restantes los encerraron en una caja transparente, a Taiki lo amarraron del cuerpo y lo colgaron cerca de las fosas. Zetaro sonrió victorioso, muy pronto su más anhelado deseo se haría realidad. Se puso de pie, caminó lentamente hacia Taiki.
—En este árbol seco que está tu derecha, se encuentran congelados diez elegidos con sus respectivos emblemas, están adentro de esas gemas— dijo, con calma—. Los darkmasters los encerraron en esa dimensión, y no saldrán de ella nunca si son absorbidos por la fusión prohibida… sin embargo tu odioso padre Taichi Yagami y su amigo Takaishi lograron escapar, y tú serás la carnada que los llamará para que decidan entregarse… En esta fosa que está bajo tu cuerpo se hallan todos los datos que habrán de unirse para ser uno solo… cuando eso ocurra habrá un nuevo génesis, y yo lo gobernaré.
—¡Eso si lo permitimos nosotros!
—Serás la carnada para que los dos emblemas que falten se aparezcan. —mencionó Zet, mientras regresaba a su trono—. ¡Que dé comienzo la fusión prohibida!
La Voz rió de manera escandalosa, Zetaro metió la mano a su túnica y esperó.
—¡¡Es ahora o nunca!! — gritó de repente Taiki.
En la jaula de vidrio transparente ocurrió una explosión que descontroló a todos los presentes, los cristales salieron volando por todo el salón.
**¿Qué rayos pasa aquí?** exclamó la Voz.
Toshiro traía en alto el Aro mágico de Gatomon, Osen traía en sus manos una arrugada hoja de papel que lanzó al aire.
—¡¡Aparezcan!! — gritó Kurumi, mientras el brillo del Aro se internaba en el papel y de este se iban desprendiendo datos que estaban tomando forma.
Zetaro entonces sacó de su traje otra hoja, y la lanzó al aire, la luz de aro también iluminó ese papel, que segundos posteriores había tomado la forma de un pequeño gusanito verde.
—Te hemos engañado, voz— dijo Taiki, todavía colgado—, ¡jamás podrás derrotarnos si no tienes cuerpo ni aliado a quien poseer!
—¡Pero no lo entiendo! — interrumpió Myotismon—, en este castillo no se puede digievolucionar.
—No se puede, sin embargo nosotros tenemos el aro mágico, y Zetaro nos hizo los dibujos de nuestros digimons para ayudarnos. — dijo Osen.
**¡¡MISERABLE, ME HAS ENGAÑADO, MOCOSO DE LA BONDAD!!** gritó la Voz **Pensé que la semilla te controlaría por completo y serías mi aliado, ¡TRAIDOR!, ¡debí darme cuenta de tu farsa cuando me dijiste que los adultos elegidos tenían el aro de Tailmon!**.
Zetaro no sonrió.
—Digievoluciona…—le dijo a su Minomon.
—¡No acabarás con nosotros tan fácilmente!, jamás subestimes el poder que tenemos los niños elegidos—dijo Toshiro, orgulloso de esa farsa.
**Myotismon… te daré el poder que desees, pero detenlos hasta que recuperemos los emblemas que hagan falta, muy pronto podremos recuperar el control** la Voz había recuperado la calma, a lo mejor tenía un haz bajo la manga.
"Sí… fui capaz de traicionar a esa voz… pero fue muy doloroso hacerlo… maltraté a Osen para darle el papel con los dibujos, ¡le dije cosas horribles cuando estaba actuando!, mis amigos dudaron de mí, pero al final comprendieron mi plan, ojalá algún día pueda superar y olvidar todo esto" Un Stigmon reluciente había aparecido delante de Zetaro, el chico trepó en él y voló hacia sus amigos, que había conseguido aparecer a sus digimons y digievolucionarlos.
Myotismon rió y del fondo de las fosas comenzó a emerger mucha energía. La energía se fue posesionando en el cuerpo del vampiro digital, la Voz ya no se oía.
—¡Gracias a ti estamos con vida, Zetaro! — le Osen, sonrojada. Osen Izumi montaba un insecto rojizo gigante llamado Megakabuterimon—¡Vamos por nuestros padres, Zet!
La chica se fue volando hacia el árbol seco con las esferas. Toshiro esta estático, con los cachetes rosados al ver a su digimon, un ángel femenino, con figura de escultura.
—Vamos a rescatar a mi primo Taik…—susurró Toshiro, embelesado por su princesa digital.
Angewomon asintió y tomó a Toshiro en sus brazos para volar hacia el árbol.
Fue entonces cuando los hermanos Ichijouji se miraron con intensidad. Kurumi había subido a un águila gigante llamada Aquilomon.
—¡Bingo, Zetty! — le dijo la hermana mayor— ¡Lo que hiciste me hace sentir tan orgullosa!
—… ¿bingo?
—Zetty, ayudemos a nuestros amigos… rescataremos a nuestros papás y los demás chicos vendrán a auxiliarnos cuanto antes, todo va a salir bien gracias a tu espectacular plan de engañar a esa voz, ¡A la carga, hermanito, tú me has devuelto la fe!
Zetaro entonces mostró una tímida sonrisa… "Sí, en estos caso hay que decir bingo".
--
Fin del capítulo 25
--
*--*--
NOTAS finales DE la AUTORA.- n__nU, pues este fue el capítulo 25 de MB, espero les haya gustado… admito que estuvo algo confuso, pero en el próximo capítulo les explicaré qué rollo con esas piedras rojas en donde supuestamente están los elegidos… también sabrán en dónde están Takeru y Taichi… y, pues ¿qué les pareció?, quise hacer que Zetaro estuviera fingiendo maldad para engañar a la Voz y que empezara la batalla, así que al final de cuentas el niño tenía un plan maestro para ayudar a sus amigos; también hice crecer a Min y a Tulo (la explicación a eso se dará en el próximo capítulo, o sea que sabrán qué eran esos polvos que Demidevimon les echó)… decidí hacerlos grandecitos porque no me quería quedar con las ganas de usarlos n_n, quise desligarlos de la fastidiosa carriola (y sobre los digimons que les di… eehh, la verdad es que siempre estuvo planeado que Wizardmon fuera el digimon de Min –por eso Wizardmon les dio el aro a los chicos-, y a Tulo Izumi le di a Piximon porque me pareció curioso usar a ese simpático digimon).
De cualquier manera en el próximo capítulo las cosas se explicarán y los dejaré con menos dudas, ¡gracias por leer y por favor no se olviden del comentario!
¡Hasta pronto!
Atte. CieloCriss
(Amigas, espero a ustedes les haya gustado el cap!, espero estén bien).
--*--*
