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NOTAS iniciales DE la AUTORA.- (Primero de abril de 2004). Antes que nada, quiero dedicar este capítulo a mi amigo Iori_Jeztez por su aniversario –espero que te guste, y también ojalá que tengas un genial día ¡Felicidades!-.
Este es el penúltimo capítulo de Memorias borradas, es un capítulo muy movido, con acción al por mayor y con varias voces narrativas… quizá está un poco enredoso, pero ya en el capítulo final habrá una explicación más comprensible de lo que pasó durante toda esta aventura. Muchas gracias a todos por seguir leyendo esta larga Saga, espero les siga gustando, ¡y bueno!, sin más los dejo con la lectura.
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MEMORIAS borradas
Por CieloCriss
Capítulo 26 **La Fusión Prohibida**
No… no sabía por qué mi hermana y el pequeño Tulo habían crecido, no tenía idea de lo que ellos pretendían o pensaban, no tenía idea de nada.
En estos momentos, cuando la desolación está tan cerca de la euforia, en lo último que pensamos es en los porqué de las cosas… sólo nos quedamos viendo el vacío, tratamos de observar, pero el entendimiento se nos agota.
Min, mi preciosa hermanita, era ahora una niña grande, posiblemente de la edad de Kotaro, yo aún no podía asimilar lo que ocurría, no le tomaba importancia al nacarado brillo blanco que se aposentaba en ella.
Mis ojos se desviaban de la cálida figura de Min y veían al cielo, de nuevo estaban esas tres lunas, emitían una luz suave, melancólica, fría… tenía ganas de dormirme ahí mismo, no tenía fuerzas para nada, el aire estaba helado y mis ánimos estaban perdidos en no sé dónde.
Las tres lunas… no eran iguales entre ellas, al verlas con mucha atención me di cuenta de eso. Había una grande, con manchas verdes, parecía la Tierra… tal vez era la Tierra; las otras lunas eran espectros de la primera, emitían otras luces, unas luces alucinantes, pues si te les quedabas viendo perdías la noción de todo.
—Seiyuro, ¿estás bien? —me preguntó Tokomon; yo lo traía cargando, él me daba calor.
—Min —le respondí a mi hermana, con voz cansada, aún tenía mi vista en el firmamento, perdida—me gustan las lunas que se ven hoy en el cielo…
—¡Oye! — Sentí que me jalaban el pantalón, volteé hacia abajo y me topé con Tulo Izumi—¡Mira, ella está brillando!
Apuntó hacia Min, yo casi suelto a Tokomon de la impresión.
Minagawa estaba hecha un fantasma, aún con los ojos cansados no podía quitarle la vista de encima. Sus cabellos dorados, estaban pálidos, su cuerpo blanco y delineado por una línea dorada… y sus ojos, siempre rojizos y potentes, tenían una mirada tan distinta a la de ella… me atemoricé.
—¡Min! — me hinqué cerca de ella, la sostuve de los hombros pero no me respondió, ni siquiera me miró a los ojos —, ¡Wizardmon, has algo! ¿Qué es lo que le pasa?
Tulo se cubrió la carita del susto, le estaba infundiendo pánico, pero no podía evitarlo, ¡no estaba dispuesto a perder a mi hermana!
Wizardmon se acercó a Min, Piximon nos sobrevoló lentamente.
—Una vez le dije a los niños que la Bondad despide una luz dorada… —mencionó el antiguo espíritu, el que nos había dado el aro mágico—, a ti puedo decirte, que la Luz es dorada y hace Milagros.
Su frase, aunque había sonado muy bonita, no me decía nada. Tenía miedo de que Min siguiera brillando, tenía miedo…
—No debes preocuparte—dijo Min, cuando la luz se había estacionado en ella—. A tu hermana no va a pasarle nada, ella es mi mensajera, por medio de ella puedo hablarte.
—¿Quién eres tú? ¡¿Qué hiciste con mi hermana?! — A Min la había poseído un espíritu, eso… de alguna manera me pareció familiar; quizá si Toshiro estuviera aquí lo hubiera entendido mejor que yo… yo no podía pensar, había tanta niebla que sólo me dedicaba a tratar de sobrevivir para cuidar de Min.
—No debes temer, ¿por qué temes si tú eres la Esperanza?
—Devuélveme a mi hermana…
—Ábreme tu corazón, yo soy la respuesta a todas tus preguntas—dijo ese espíritu que dominaba el cuerpo de mi hermanita.
Me dieron ganas de llorar, no podía soportar tener lágrimas adentro de mis párpados, pero de alguna manera, en ese momento pensé que la fuerza eran las lágrimas, y que si las dejaba correr, me iba a debilitar.
Hacía frío, Tulo se fue quitando las manos de la cara, se veía más tranquilo, más apacible.
—Mira… tienes una luz aquí—susurró mientras apuntaba mi frente. Él también tenía una frente brillante, un símbolo morado se había marcado en él.
—Soy la energía que protege mi mundo desde el 2002. Yo soy el Digimundo, el Digimundo soy yo—dijo el espíritu en Min
—El Digimundo, no puede ser un ser vivo— repliqué, asustado.
Piximon y Wizardmon estaban estáticos, levemente inclinados ante el espíritu, yo sólo quería volver a ver a la verdadera Min.
—Yo soy todo lo que representa el Digimundo, estoy vivo porque todavía hay personas que son como tú y creen en este mundo, y en mis digimons; siempre soñé con llegar al Digimundo, y un día me convertí en parte del mismo. Vivo en las memorias que me recuerdan y en las que me han olvidado, vivo en las escrituras y en la fe que tiene cada uno de ustedes.
—Increíble… —musité, tratando de entender lo que pasaba.
—El Digimundo existe porque hay personas que creen en él, el Digimundo se ha debilitado porque muchos lo han olvidado. Si todos olvidan ya no habrá Digimundo y la Fusión prohibida lo desaparecerá —resumió Wizardmon, se dirigió a mí—. El Digimundo te habla por medio de los espíritus que le han dado energía, como Genai, Oikawa y Willis. El Digimundo son pensamientos, esos pensamientos quieren que tú les abras tu corazón.
De alguna manera, aunque no tuve tiempo de procesar los datos, le creí a Wizardmon; tenía fe, quería abrirle el corazón a ese Digimundo que se había convertido en un mar oscuro por falta de fe.
—¿Sabes algo? —me dijo Tulo Izumi—, yo también creo…
Habló con un toque de sabiduría, como si fuera un niño grande, como si fuera su hermana Osen. Yo me puse de pie, la frente de Tulo y probablemente la mía, seguían brillando. Me sentí más fuerte, con más confianza; por unos momentos no le tomé importancia a la herida que tenía en la boca, me olvidé de LadyDevimon, del castillo del enemigo, de todo. Miré las tres lunas y lo comprendí todo.
Yo tenía la voluntad ahora, Tulo y Min me dieron la fuerza.
—Seiyuro, ¿Qué sucede?
—Tokomon, ¡tienes que digievolucionar! —le rogué, decidido—, ¡he comprendido lo que tengo que hacer!
—Pero Sei, estás herido—me dijo Tokomon. Para quitarle la preocupación lo abracé con fuerza, para que viera que me estaba recuperando.
Los emblemas son mágicos… recuerdo que hace tiempo lo supe, mis amigos y yo nos nutrimos con los emblemas de los demás… los emblemas tienen luces que se extienden, y en esos momentos yo creí que Tulo y Min, con sus virtudes, me habían reanimado.
—¿Ves?, estoy fuerte, ¡sólo hazlo!
Tokomon saltó de mi regazo y la digievolución empezó. A pesar de que ahora estaba más fuerte, sentí que una ráfaga del viento se llevaba mi energía con una potencia avasalladora. De pronto dejé de ver bien, los oídos me bloquearon el paso del sonido… sentí que mi boca sangraba, se me entumieron los pies, la luz salía de mi cuerpo y entraba en Tokomon, lo iba cambiando a Patamon, a Angemon, hasta finalmente llegar a Magna Angemon.
—¿Qué debo hacer? —le pregunté al espíritu del Digimundo.
—Las tres lunas son hermosas. Una es la Tierra desde lejos, pero brilla porque tiene su propia luz. La luna es su primera sombra, tiene sus cráteres de siempre… y la tercera luna es lo que fue mi casa, el Digimundo. Abre la puerta del destino para que vuelva ver a mi casa como era antes.
Todo se estaba volviendo negro… se me cerraban los párpados… Kyosuke me lo había dicho, que debíamos ser fuertes porque los digimons no tenían cuerpo propio y se materializaban con nuestras energías.
Me sentí débil, pero feliz… entre las tinieblas del mareo alcancé a oír la voz de Magna Angemon que me decía: "Sei, no te voy a fallar".
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Los ojos de Seiyuro se fueron cerrando poco a poco en tanto Magna Angemon hacía una figura en el aire y aparecía una puerta dorada redonda. La puerta comenzó a girar una y otra vez, se fue abriendo.
—¡La puerta del Destino!
Tulo se abrazó al casi desvanecido Seiyuro y observó que Min miraba impávida el acontecimiento. La puerta se abrió y comenzó a aspirar todo a su alrededor, como si fuera un hoyo sin fondo.
—La puerta del Destino hoy es nuestra esperanza—dijo el espectro del digimundo que habitaba en Minagawa—Mi destino y el destino de todos los digimons no es la fusión prohibida, sólo queremos vivir en armonía en nuestro hermoso mundo. La puerta es la esperanza, los niños elegidos son el milagro que restaurará las memorias.
Min dejó de brillar y cayó al suelo, desvanecida y agotada por la pérdida de energías; Tulo se llevó las manos a la boca y miró aterrado la situación.
El hoyo negro de la puerta del destino levantaba piedras y se las tragaba, desgarraba ramas y las absorbía. Tulo miró con horror que el cuerpo de Min se levantaba del suelo y casi volaba hacia el terrible agujero.
—¡Esto está muy raro, pi! —opinó Piximon, creando una burbuja para proteger a Tulo y a Sei—Esta puerta no tiene por qué tragarnos, pi.
Wizardmon estaba inmóvil, Tulo salió de la burbuja mágica de Piximon y saltó para agarrar a Min de una pierna.
—¡No te la lleves, viento! —dijo el pequeñito, con lágrimas en los ojos—, ¡yo no quiero que esto pase! ¡No quiero!
La frente de Tulo se volvió un torbellino de luz, el viento cambió de dirección y comenzó a devolver todo lo que había tragado, como si fuera un abanico.
Tulo y Min cayeron al suelo y Piximon agrandó su burbuja para proteger a los niños, Wizardmon abrió más sus ojos, los llenó de esperanza.
De la puerta del destino comenzaron a esparcirse luces, escombros. Cuando el torbellino calmó su furia, se fueron formando dos figuras humanas y adultas, que descendieron del agujero negro de forma lenta e impactante.
La puerta se cerró al instante, Magna Angemon perdió la digievolución y se metió adentro de Seiyuro, quien todavía estaba parado, ido y sombrío dentro de la esfera mágica de Piximon.
Tulo abrió sus ojos nuevamente, frente a él había dos personas, dos señores. El niño se levantó azorado y se talló los ojitos, Min seguía inconsciente en el suelo.
—¡Hemos salido!
—Seiyuro—dijo uno de los hombres, cuando tocó tierra firme—sabía que me sacarías de aquí.
—…papá…—susurró Seiyuro, más como un zombi que como un hombrecito. Dichas estas palabras se derrumbó sobre la maleza del mar oscuro y perdió el conocimiento.
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Vi que mi hijo se desvanecía entre las hierbas después de decirme papá, quedé mudo. Ese momento jamás lo olvidaré. No olvidaré el rostro de Seiyuro, lleno de oscuridad… no lograré sacar de mi mente la sangre en su boca y sus ojeras grises, su ropa bañada de rojo, su mirada sombría. No olvidaré el tono de sus palabras, sus cabellos sucios, su desesperación y abandono.
Corrí hacia Seiyuro sin importarme nada, lo tomé en mis brazos, lo llamé. Debieron pasar unos segundos, pero ¡Parecieron tan agonizantes!; lo primero que hice fue buscar el latir de su corazón, eso me dio fuerzas, porque a lo lejos, dentro de su pecho, su corazón seguía latiendo y así seguiría.
Agradecía enormemente el sacrificio de Sei; sabía que él nos iba a ayudar, que él nos iba a sacar de la puerta del destino.
En aquellas horas en las que había estado adentro del poder mágico de mi Holy Angemon, había pensando siempre en que si Sei tenía un Tokomon, él nos sacaría… yo tenía que creer en los milagros, por eso le dije a Taichi que confiara en mí.
Me di cuenta de que nuestros hijos tenían una lucha igual de cruenta que la de nosotros, sus padres. Nosotros nos habíamos enfrentado cara a cara, y por segunda ocasión, a los amos oscuros. Les habíamos hecho frente con el valor y el coraje que sólo un niño es capaz de dar.
Nuestra pelea había sido en la Tierra, en el estadio de fútbol de Daisuke, y fue en ese lugar en donde uno a uno vi desaparecer a mis amigos, a mi hermano, a mi Kari; sólo habíamos quedado Taichi y yo, pero por otra parte nada más nos quedaba derrotar a Piedmon, el jefe de los darkmaster. Sin embargo entonces lo supe, lo supe desde que miré por largo rato a mi digimon y a Piedmon: la solución era la puerta del destino; lo que nunca imaginé fue que Taichi y yo terminaríamos adentro de la puerta mágica junto con Piedmon…
La Puerta del Destino sólo acoge a quien se lo merece: Piedmon se volvió polvos y descendió por el mundo del destino, Taichi y yo deambulamos y esperamos con fe a que la puerta se volviera abrir. Seiyuro lo había logrado, de alguna manera, alguien le había dicho que lo necesitábamos.
—Takeru, ¿qué es este lugar? —preguntó Taichi, estático.
No le respondí inmediatamente, seguí con Seiyuro en mis brazos.
—Es el mar de la oscuridad… es el mismo lugar en el que días pasados rescatamos a Zetaro.
—¡Maldición! —rugió Taichi, él también se inclinó hacia Seiyuro, para acompañarme.
—Él está bien, pi—dijo alguien, miré hacia arriba y vi que nos cubría una esfera; adentro de la misma había un Piximon que descendió hasta quedar frente a nosotros—, es que, pi, ha gastado mucha energía al abrir esa puerta, pi.
—¿Un Piximon? —Tai abrió más los ojos, el recuerdo de Piximon lo debía tener tan claro como yo. Hacía muchísimos años que habíamos tomado un entrenamiento en la casa de un Piximon, durante toda esa tarde mis amigos y yo nos la habíamos pasado limpiando una mansión, ése había nuestro entrenamiento.
—Así es, Tai, soy un Piximon, pi, pero soy el mismo Piximon que tú conoces.
—…caramba…
Volví a mirar a Sei, mi hijo ardía en fiebre, a mí no me parecía que estuviera bien. Sentí que alguien me miraba con intensidad, alcé el cuello, y de nuevo quedé mudo, porque ante mí estaba algo que yo pensaba que era un espectro: Wizardmon.
Wizardmon estaba materializado. Sus ojos verdes y enormes brillaban, su cabello zanahoria se movía, su sombrero le daba personalidad: estaba vivo. En sus brazos traía un pequeño bulto de rizos dorados que hizo que se me helara el corazón.
—Hola…—nos dijo a Taichi y a mí—, extiende los brazos…
Dejé la cabeza de Sei sobre mis piernas, extendí mis brazos, Wizardmon estiró los suyos y depositó entre mis manos, a una pequeñita rubia… a…
Sentí una calidez anormal, la sostuve. Seguía con el corazón helado, la cabeza la tenía caliente. Esa niña era Min, mi hijita, mi princesita…
Tenía la piel suave, un poco sucia, como si hubiera jugado con la tierra, sus manitas habían crecido, pero aún eran chicas, sus ojitos cerrados tenían unas largas y encantadoras pestañas.
Me sentí desolado. No entendí porqué Min tenía ese aspecto, me atormenté pensando en consecuencias terribles… mis dos hijos inconscientes, en mi regazo, el estómago me ardía.
—Oye… ¿eres su papá? —preguntó de repente otra persona. Era la voz de un niño.
Tai y yo, todavía confundidos, miramos hacia atrás y lo vimos. Tendría a lo mucho la edad de Min, era de figura regordeta y tenía ojos grandes y atemorizados.
—Sí—respondí con curiosidad.
—Qué bueno…—el niño se acercó a nosotros con más confianza.
—¿Estás bien, Tulo, pi? —preguntó el Piximon, fue ahí cuando me di cuenta de que el chico era el bebito de Izzy y Mimi crecido.
—¡¿Tulo?! —preguntó Taichi, azorado.
—S
El pequeño Tulo se sentó en el suelo y se tapó la cara. Taichi debió darse cuenta de que el nene estaba confundido y lloroso, por eso se acercó con ternura y lo tomó en sus brazos.
—¡Qué niño tan grandote eres, Tulo!, dicen que los padres son los primeros en ver crecer a los hijos, pero en esta ocasión yo puedo presumirle a Kou que te vi crecer antes que él.
Tulo regaló una sonrisa tímida.
—Vamos Tulo, arriba esos ánimos, pronto verás a papá y mamá.
—Quiero ir con mamá… aquí está feo… no sé… no sé…. Hay muchas cosas… está feo—el niño no pudo palabrear más. Posiblemente podía hablar, pero estaba en un mundo desconocido, ni siquiera tenía conocimientos suficientes para saber quien era. Tulo se acurrucó en Taichi y comenzó a sollozar como un niño horrorizado que ve tragedias frente a sus ojos; Tai se compadeció, le dio palmaditas en la espalda.
Recosté a Min y a Sei en el suelo, los revisé varias veces. Ellos parecían estar bien. Minutos después Min abrió sus ojos lentamente, me pareció a mí que se abría una ventana de esperanza. Ella lucía divina, como una joya brillando, como su madre, pero más dulce y suave.
—Papito… estás aquí—Min levantó sus manitas, me tocó la cara. Yo se las besé con dulzura, me llenó de gozo saber que tenía la oportunidad de ver crecida a mi hija antes de tiempo, ¡y ella me reconocía!, agradecí más de diez veces el que tuviera los suficientes recuerdos como para saber quien era.
Minagawa se veía sana, en poco tiempo se levantó, me abrazó, saludó a Taichi y se sentó preocupada junto a Sei, quien no parecía tener mejoría.
—¿Por qué no despierta? —me preguntó, como si yo tuviera respuesta a todo… recordé que de pequeño así había sido mi Sei de indagador.
—No sé, hijita… —susurré, lo más calmado que pude.
—A Seiyuro alguien lo atacó— dijo de repente Taichi, con voz firme.
—No… es… nada—dijo Sei, incorporándose de repente.
Mi hijo jadeaba, tenía los ojos cerrados, la frente estaba empapada en sudor.
—¡Seiyuro! —llamé, y lo abracé con fuerza del gusto de verlo despierto. Estaba ardiendo.
—Papá… estás aquí—Sentí un vuelco extraño dentro de mí. Esas mismas palabras me había dicho Min al despertar… por algo eran hermanos.
—Mi Seiyuro, ¿qué te han hecho?, ¿Qué hacen aquí? —le pregunté. —Wizardmon y Piximon no me han sabido decir que pasa.
—¿En dónde están los demás niños, Sei?... ¿Quién te atacó?
Sei se llevó la mano a su bolsillo y sacó unas píldoras; se la echó a la boca y comenzó a masticarlas.
—Estoy bien… si me tomo la medicina que me dio Doguen se me quitará la fiebre— Sei se tragó las pastillas, tosió un par de veces, le di unos golpes en el pecho para que no tuviera problemas al pasárselas por la garganta. —… Papá… tío Taichi… no sé si pueda explicar lo que ha pasado… sólo sé que si están aquí, yo no debo quedarme con los… brazos cruzados… Este es el Centro del Digimundo y…Debemos ir a pelear con los demás… ellos… están en el castillo… de Lucemon…
—¿Hidemi y Taiki están en ese lugar?
—Sí… Hidemi… ella fue con Kyo a rescatar a los demás… nosotros también debemos ir.
—Takeru, iré a buscar el dichoso castillo, tú debes quedarte con Seiyuro y los pequeños.
—¡No! —reclamó Sei, poniéndose de pie. —¡No voy a quedarme solo esta vez!... ¡Ya tengo a Tokomon conmigo, la puerta… del destino está abierta!... papá… tengo que ir.
—Él es el único que sabe en dónde está el castillo—dijo Wizardmon.
Me gustaba la determinación de mi niño, se parecía a mi hermano, a Tai, a Davis, y también a mí y a Kari. Él tenía el espíritu de la esperanza, y no iba ser yo quien le impidiera estar ahí, sólo me aseguraría de velar por Min, Sei y Toshi, porque eran mis hijos.
—Iremos entonces, Sei.
Lo sostuve un momento para que no perdiera el equilibrio, estaba débil, pero admiraba su esfuerzo.
—Yo también quiero ir, papito.
Le asentí a Min, volteé hacia Tai y repetí mi gesto.
—¿Por dónde hay que ir para llegar a ese castillo, Sei? —preguntó Tai, con su otro brazo levantó a Min y la acomodó en su regazo.
—Yo los llevaré, pi—dijo Piximon—, así ahorraremos tiempo.
La esfera que nos cubría comenzó a elevarse, como en los viejos tiempos, cuando Piximon nos había rescatado de la muerte cuando nos atacaron los darkmasters.
—¡Mira qué bonito, volamos! —dijo Min, alzando las manos.
—Así es, ¿y no le tiene miedo a las alturas mi sobrina favorita?
Min negó con una sonrisa. Tulo se atrevió a abrir los ojos, ya no lloraba.
—Oye. — le dijo a Tai—¿Sabes qué?... ya me acordé de Hidemi, ella es buena.
—¿Qué dices Tulo?
—Hidemi, ¿la conoces? —se entercó Tulo, volviéndose a acurrucar en Taichi—, ella es buena.
—¡Sí, muy buena! —agregó Min.
Taichi asintió. Yo comprendí que el pequeño nombraba a Hidemi porque la chica lo había cuidado desde su llegada al mar oscuro, quizás en algún lugar de la mente de Tulo y de Min estaba escondida la caricia maternal que Hidemi les había regalado.
—Se ven tres caminos…—dijo Sei, con vista aérea. Mi hijo se estaba recuperando poco a poco, yo tenía la sensación de que le estaba compartiendo energía—… si seguimos derecho llegaremos.
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—¡¡BINGOOOO!! —gritó Zetaro con toda la potencia posible, le ardió la garganta, pero no le importó, siguió volando en su Stigmon para ir en busca del rescate de sus padres, junto a sus amigos. Él era uno del grupo, era un niño elegido y tenía que olvidarse de la semilla y todas sus consecuencias, por lo menos ahora.
Toshiro lo siguió, Angewomon lo traía en los brazos.
—Dirígete al sitio en donde tienen apresado a Taiki, amiga mía —pidió Toshiro, en los brazos estaba cargando al Koromon que era el compañero digital de su primo menor. Angewomon asintió y siguió a Stigmon.
Sin embargo, ambos digimons se detuvieron cuando vieron surgir una sombra asombrosa delante ellos que les tapaba la meta.
Kurumi, que alcanzó a sus amigos, se quedó con la boca muy abierta.
—¿Qué rayos es esta cosa?
—Es un digimon—respondió Osen, quien estaba un poco más alejada de los demás, a ella no se le facilitaba transitar por el salón debido al gigantesco tamaño de Megakatuterimon. —¡Myotismon ha digievolucionado!
Un enorme digimon se alzó ante los niños, era una mezcla grotesca entre un androide, un humano y un monstruo. Una mata de cabello de escoba le salía de la cabeza, los dientes era filosos y múltiples. Tenía cuerpo de androide desproporcionado y una risa sádica que se nutría de sangre.
—Si no me equivoco, ese fue el enemigo que vencieron nuestros padres en el 2002, es Malommyotismon —gritó Osen.
—¡Maldito monstruo, quítate del medio que quiero ver a mi Koromon! —pataleó Taiki, todavía amarrado.
**Niños elegidos** se escuchó que decía la Voz **Ustedes no saben con quien se enfrentan. Yo soy el Digimundo, soy todo lo que quiero ser, y ustedes no lograrán destruirme… Malommyotismon, ¡atácalos!**
Una chispa negra rebotó de algún lado y se metió adentro de las fosas en donde estaban guardados los datos para la realización de la fusión prohibida.
Esa chispa negra pareció hacer hervir a los datos, pues casi inmediatamente después explotaron como si se tratara de un volcán, esos datos se volvieron mariposas de colores que comenzaron a rodear todo el salón, Malommyotismon levantó los brazos, y entonces las mariposas comenzaron a volar hacia él, se metían en su cuerpo.
—¡Qué rayos es esto! —gimió Kurumi, al ver que el enemigo crecía mientras las mariposas se le introducían.
—¡Hay que acabar con esa energía! — Osen se agarró de su insecto volador—¡Ve, Megakabuterimon, no importa si causamos desastres!, será peor si dejamos que ese monstruo se vuelva más poderoso.
—Sí, pequeña—dijo el digimon, y se dejó ir como embestida hacia Malommyotismon.
—¡Cuidado, O-chan!
—"¡Cuerno Mortal!" —gritó Megakabuterimon.
—¡Todos hay que atacar! —mandó Toshiro —¡Angewomon!
—"¡Flecha celestial!"
Seguido del ataque del ángel digital, los digimons de los Ichijouji también habían lanzado golpes precisos hacia la bestia que se formaba en torno a ellos.
No pasó nada.
La energía de los digimons fue absorbida por Malommyotismon.
—Necesitamos una táctica—dijo Zetaro, con seriedad—, es como si se estuviera adelantando la fusión prohibida, ¿se dan cuenta?, Myotismon está siendo alimentado por todos los datos que la Voz tenía guardados. A falta de un cuerpo físico se está aprovechando del mismo Myotismon.
—¡No puede ser! —gritó Taiki—, Tengo que salir de aquí para ayudar a mis amigos.
El castaño comenzó a retorcerse, pero aún así no pudo librarse de las cuerdas.
—Nosotros te liberaremos, pero guarda silencio—susurró de repente Arukerimon, Taiki frunció las cejas.
—Parece que este chiquillo no confía en nosotros, Arukerimon—dijo Mummymon.
—Eso no importa, libéralo, Mummymon.
—¡JA!, ¿y para qué querrían liberarme? —preguntó Taiki, con incredibilidad.
—Porque no queremos ser marionetas nunca más, ¡date prisa, Mummymon!
Mummymon rompió las cuerdas con sus filosos dientes, Taiki comenzó a caer hacia las fosas, pero el hilo de araña de Arukerimon lo puso a salvo.
El chico se rascó la cabeza, luego extendió su mano hacia los digimons creados a base de las agujas de control.
—¿Tu mano, niño?
—Sí.
Arukerimon le dio una de sus patas, Mummymon escondió un momento su metralleta, y con lágrimas curiosas, respondió al saludo del pequeño.
—Esto se siente bonito, ¿cierto Arukerimon?
—¡Guarda silencio Mummymon!
—¡Hey!, ahora somos amigos, ¡vamos a luchar por la recuperación de este mundo y la libertad de todos los digimons! —Taiki corrió hacia los niños elegidos, comenzó a rodear la habitación para evitar a Malommyotismon; sintió una brisa helada en la nuca, al voltear vio de frente la cara de Malommyotismon, su aliento era un viento frío y putrefacto, el chico palideció.
—¡Deja en paz a nuestro amigo! —rugieron Arukerimon y Mummymon en coro. Por primera vez se habían sentido felices cuando Taiki les había dado la mano, por primera vez se habían sentido reales.
Malommyotismon desvió su ataque, agarró a Arukerimon y a Mummymon con sus manos y los lanzó sin piedad a la fosas de los datos de los digimons.
—¡¡¡Maldito, ¿cómo te has atrevido?!!! —rugió Taiki, con lágrimas en los ojos—, ¡ellos sólo querían ser libres! ¡La pagarás!
—No Taiki, no les provoques—pidió Toshiro, con Koromon en brazos—, Angewomon, tenemos que proteger a mi primo, hay que llevar a Koromon para que con el aro pueda digievolucionar.
Pero a Taiki no le importaba el peligro en esos instantes. La ira lo cegaba.
—¡Ya me tiene harto todo esto! ¡Con mis propias manos voy a destruirte!, ¡No te perdonaré y vengaré todo lo que has hecho! ¡Lo que le hiciste a Zetaro, a Osen, a Toshiro, a mi Mayumi!, sé que en el fondo eres esa ridícula Voz que ha estado tratando de matar a medio mundo, ¡a mi papá! ¡A sus amigos!, ¡ya me harté de seres como tú, me recuerdas tanto a mi madre! ¡Los que son como tú sólo quieren hacer lo que les pegue la gana y nunca piensan en los demás! ¡TE ODIO!
El niño se dejó ir al cuerpo de maldad, Malommyotismon respiró de felicidad al ver que el aura de Taiki era negra y lo alimentaba.
—¡TAIK! — chilló Osen —¡Espera, no estás solo! ¡Somos un equipo!
Taiki no respondió al ruego, Malommyotismon dejó ir un manotazo para aplastar al pequeño, que echaba chispas del enojo.
Cuando Osen voló hacia Taiki provocó un derrumbe que destruyó el poco techo que quedaba. Afuera estaba oscuro. Después de sobrevivir a los escombros, los chicos vieron a los lejos manchas de luces, ellos también tenían un brillo extraño en la frente.
—¡Son Kyo y los demás! —aplaudió Kurumi.
Las manchas se fueron convirtiendo en digimons voladores. Malommyotismon se entretuvo mirándolos, Taiki no dejó de correr hacia el enemigo, no tenía ojos para nada más.
Una enorme ave de fuego volaba los cielos, Garudamon dejaba una estela de fuego tras él; Mayumi, Ben, Doguen y Kotaro, junto con varios digimons sin digievolucionar lo trepaban como si fuera transporte. Un poco más atrás volaban a la par BlackWargreymon, quien cargaba con Yuri y Hidemi, Leadramon volaba con Kyosuke y Satoru.
—Han llegado más moscas… más datos para mi alimentación—rió Malommyotismon, mientras con su enorme cuerpo lanzaba un ataque del que los niños apenas pudieron escapar.
Malommyotismon sintió un cosquilleo molesto, al voltear hacia abajo se dio cuenta de que Taiki lo estaba goleando con todas sus fuerzas.
—Pequeña mosca… vas a morir—estiró su dedo y se acercó a Taiki, el chico vio venir el dedo con terror.
—¡Deja a mi hermano!¡Hazlo ahora Blackwargreymon!
—"¡Terra force!"
—¿Qué? — Taiki quedó paralizado, entonces sintió que unas manos lo jalaban para que no sufriera el ataque del Blackwargreymon.
—Ya estás bien, ¿cierto? —dijo May, quien le tenía la mano atrapada y acababa de salvarlo con su digimon de fuego.
—¡Mayumi! —gritó Taiki, trepando bien a Garudamon.
Mayumi asintió, no le soltó la mano a su amigo, sólo le sonrió de manera dulce.
—¡Mira bien quién más está contigo! —le susurró al oído, Taiki alzó la mirada y vio a su hermana gemela arriba de un oscuro digimon; casi se cae del monstruo digital de su coetánea por la impresión que eso le causó.
—¡Vamos a luchar juntos, Taiki! —le gritó Hidemi.
En breves minutos todos los digimons dejaron a la mayoría de los chicos en tierra firme y comenzaron a luchar arduamente con el impenetrable de Malommyotismon.
Toshiro llegó corriendo y alzó el aro mágico, los digimons que no habían evolucionado entonces brillaron y cambiaron de forma.
Koromon se convirtió en Wargreymon, Tanemon en Lilymon, Tsunomon en Metalgarurumon, Bukamon en Zudomon y Upamon en Ankilomon.
—¡Ése aro mágico es la bendición del universo! — opinó Doguen, con un leve aplauso. —¡Taiki, ¿no es genial?! —dijo Hidemi, mirando fijamente a su hermano—, ¡Hasta tenemos un digimon parecido!, a lo mejor tu Wargreymon es gemelo de mi BlackWargreymon.
—¡Tienes razón, Hide! —respondió Taiki.
Ambos niños alzaron el pulgar en señal de aprobación, y luego, de manera idéntica gritaron con ánimo: ¡A luchar!
Mayumi se les quedó mirando con una media sonrisa, "por algo deben de ser gemelos, ¿ne?".
La multitud de digimons se lanzó a atacar a Malommyotismon, quien todavía estaba recibiendo la energía de los datos. De alguna manera a Osen le parecía que el obeso ser cada vez perdía más su forma de monstruo y se convertía en un digihuevo gigante, pero no quiso adelantar hechos.
Paildramon aterrizó cerca de donde estaban Kurumi y Zetaro, Kyo tomó a Satoru en brazos y saltó de su amigo digital hacia el suelo.
—¡Hola amigos! —saludó, emocionado.
Kurumi y Zetaro fruncieron las cejas extrañados por el saludo de Kyo, pero inmediatamente después fijaron sus miradas en el pequeño chico que cargaba Kyosuke.
—Kurumi, Zet… les hago entrega de su hermanito—dijo sonriente, mientras soltaba a Satoru y lo acomodaba justo en medio de los dos mayores consanguíneos.
—¡Sí! ¡Muchas gracias señor Kyo! —se alegró Satoru.
—¿Sato-chan? ¿Eres tú?
Satoru abrazó fuertemente a Kurumi y asintió violentamente, Kurumi palideció ligeramente, Zetaro observaba sin perder detalle.
—¿Pero… cómo?
—Cuando vengo al Digimundo crezco ^^—dijo el chiquito, era su costumbre dar esa respuesta: corta y sencilla, para desarmar la curiosidad de los demás en cuanto a su estado.
—¡Maravilloso!
Satoru saltó de Kurumi y miró a su hermano mayor. Ambos hermanos se pusieron serios, Kurumi y Kyo se tocaron la nuca.
—Sato…
—Hermano… yo quería decírtelo, pero no podía—dijo Satoru, inclinando la cabeza apenado—… no sabía que te pondrías triste si rompía tus dibujos… me siento mal porque estás enojado.
—Satoru: ningún dibujo es más importante que mi hermanito, ¡ya no estoy enojado! —el mediano Ichijouji alzó al crecido niño y lo estrechó con fuerza; el símbolo de la bondad que brillaba en la frente de Zet resplandeció todavía más.
El Stigmon de Zetaro se deshizo en datos, las mariposas digitales del insecto digimon viajaron por ante de magia hasta el Paildramon que la digievolución DNA de Kyo y Sato había creado. Entonces el digimon cambió de forma, y de manera sorprendente digievolucionó a Imperialdramon (modo de luchador).
—¡Wooowww, increíble! — dijeron Zetaro y Satoru.
—No hay duda de que hago buen equipo con los Ichijouji—opinó Kyo, azorado.
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Lilymon parecía ser un hada digital agradable; la saludé y le pedí que se fuera a luchar con los demás digimons de los insectos… en esos momentos extrañé todavía más a mi mamá, Lilymon hacía que yo recordara a mi bella madre. Tenía que acabarse todo esto rápido, estaba cansado… mi deber, como hermano mayor, era sacar a la Cerebrito de aquí y cuidar de Tulo, así funciona esto de los hermanos, o al menos me lo suponía. En verdad le tengo cariño a mis hermanos, y me siento conforme de tener esta familia. Sí… soy terco, a veces la gente cree que soy insensible, pero eso me vale, al final de cuentas ellos no saben nada de nada, ni de mí y de los afectos que yo pueda tener.
Este lugar estaba hecho ruinas, muchos escombros seguían cayendo a causa de los ataques que lanzábamos a lo loco contra esa horrenda cosa que se estaba poniendo cada vez más gorda. Por un momento me pregunté si eso era un digimon o una bola de cebo, qué asco.
Yo no era tan tonto como para no darme cuenta de que no estábamos haciendo nada, todos los ataques y poderes que nuestros amigos lanzaban eran en vano, y hasta parecían nutrir a esa cosa nefasta. Tenía que hacer algo, al menos eso creí de repente, aunque no sé porqué… generalmente me gusta que los demás hagan las cosas por mí… aunque hay veces en que no puedes esperar a que te den todas las facilidades del mundo. Podía ser el niño mimado que todos creían, sin embargo eso no quitaba que pudiera ser verdaderamente algo útil y decente.
El punto era saber qué tenía que hacer.
La Cerebrito estaba dándole órdenes a su digimon insecto (y ése sí que era un insecto), me di cuenta de que ella lo que quería era mover al malo de sitio.
—¡Megakabuterimon, tenemos que tumbarlo al menos para rescatar las piedras! —ordenó, como si fuera una estratega… con razón la ingrata siempre ganaba en los juegos de video, ella sabe dirigir muy bien sus acciones (lo que sea de cada quien).
¿La piedras? ¿Qué había querido decir con eso?, quise preguntarle pero la verdad era que en medio de una batalla nunca hay tiempo de mucha plática, ella y yo sólo nos habíamos saludado con un gesto y habíamos seguido la lucha por nuestra parte, supongo que así funcionaba el asunto de las peleas y todo eso.
No me gustan este tipo de cosas, me asquean; si bien soy algo buscapleitos de vez en cuando, creo que tengo mis límites… pero aquí de nada sirve quejarse, de todas maneras no soy tan cobarde como para largarme y abandonar a los insectos, prefiero estar aquí, haciendo algo bueno…
—Todo sea por mi bella madre—dije, y traté de sonreír como si no le tuviera miedo a nada. —y todo sea también por mi papá que está en Nueva York, por mi papá Koushiro, por Osen, por mis amigos y por Tulo.
Lilymon podía ser el digimon más pequeño de los que estaban luchando, pero esa era una ventaja; si la Cerebrito quería rescatar a unas piedras, yo le daría esas piedras.
Lo curioso del digimon malo, era que estaba creciendo cada vez más, pero no hacía intento por defenderse, al contrario, se comía nuestros ataques como si fueran su alimento… me pregunté entonces si eso era la famosa fusión prohibida, ¡pero no tenía idea!, así que mejor dejé de pensar en eso y me dediqué a ver si podía engañar al malo para rescatar esas piedras mentadas.
—Lilymon, ¡¡VEN ACÁ!! —le pedí de favor, y ella me obedeció después de lanzar un poder bien potente llamado… canasta, ¡digo!, cañón de flores.
—¿Qué pasa, Benji? ¿Me veo bien?
—Muy verde y bonita—le dije, y le indiqué que me cargara.
—¡Pero pesas mucho! — me dijo, cuando me agarró de los brazos.
—Calla y no te quejes… mira, vuela lo más silenciosa que puedas, tenemos que buscar la manera de pasar al monstruo sin que nos vea; la Cerebrito dice que atrás de él hay unas piedras que tenemos que rescatar—mencioné, con seriedad—A lo mejor ahí está la clave para impedir que ese bicho se siga alimentando de las mariposas digitales.
—¡Pero Benji, es muy difícil, no somos transparentes!, y no hay hueco por el que podamos pasar, ¿ves algo?
—Mira, ya sé… entonces bájame—pedí, Lilymon me obedeció—… Tú le vas a lanzar un ataque y lo vas a distraer…. Como si fueras un mosquito enfadoso vas a volar alrededor de él, y mientras yo me voy a infiltrar por ahí.
—¡Pero Benji, es peligroso!
—Mira, eso es lo de menos. Ya se me puso que tengo que hacer eso y lo haré, ¡así que hazme caso!... además no va a pasarme nada, y punto.
Lilymon se veía preocupada, aunque me obedeció, voló hacia el monstruo y dijo "collar de flor", entonces le colocó un collar tipo hawaiano alrededor del cuello al mentado digimon. A diferencia de los otros ataques no se absorbió el poder, sino que el malo se tambaleó como si el collar de Lilymon fuera un veneno benigno, todos mis amigos y yo nos quedamos con la boca bien abierta. Yo no perdí tiempo y comencé a correr por donde estaba el monstruo… vi a lo lejos un huequito por el que cabía, y poco a poco pude mirar un extraño árbol seco del que colgaban unas esferas rojas, seguro que eran las piedras que había mencionado Osen.
Me barrí cuando estuve cerca, el digimon gigante se estaba revolcando con desesperación por el collar de mi Lilymon.
—El collar de Lilymon debe servir para ahuyentar las malas vibras o algo así, ¿no creen muchachos? —oí que dijo Doguen.
—Seguro que sí—le gritó Yuri.
Me sentí sumamente satisfecho por ese comentario, luego me concentré de lleno en mi barrida espectacular. El piso estaba resbaloso porque parte del techo se había caído y todo el lugar estaba lleno de polvo y de piedritas; me deslicé hasta atravesar el hueco y llegar a la parte trasera del monstruo.
Me paré lo más rápido que pude. En ese lugar había todavía más tiradero, aunque el árbol de la esferas estaba intacto, y también unos extraños pozos de los que salían millones de datos digitales; ése lugar debió ser en donde guardaban los datos de los digimons y del Digimundo para la realización de la fusión prohibida… recordé que algo así había comentado Zetaro antes de ser poseído… aunque, lo raro del asunto era que Zet ya había recobrado el sentido común… menos mal.
Sentí mi frente muy pesada conforme avanzada entre los escombros, me ardía y como que una fuerte luz verde no me dejaba ver. Conforme me acercaba noté que las piedras reaccionaban conmigo, o algo así.
Entonces me detuve, porque había una pared transparente antes de llegar a mi destino. Gruñí por dentro, maldije por fuera. El monstruo se había quitado el collar de Lilymon, pero del esfuerzo se había derrumbado, los datos seguían entrando en él, mi digimon sólo lo había debilitado.
—¡Ben! —gritó la Cerebrito al verme, pues como el monstruo se había caído, yo ya era visible para los demás y se habían dado cuenta de mi plan. —¡Eres genial, ¿cómo pudiste llegar hasta allá tú solito?
—Rápido, aprovechemos esta oportunidad—dijo Kyo—. Malommyotismon no tardará en levantarse.
—¡Pero hay un cristal que no me deja agarrar esas piedras! —avisé a Motomiya y a los demás.
—¡Hay que lanzar nuestros ataques contra ese cristal para derrumbarlo y así rescatar a nuestros padres! —dijo Toshiro… y después sentí que la sangre se me bajaba de la cabeza, ¿qué tenían que ver esas piedras con mi mamá y los demás?
—¡Benji , agáchate! —Avisó Yuriko… en ese momento todos los digimons de los insectos comenzaron a lanzar sus ataques en uno solo, yo me agaché y me escondí bajo una roca a buen tiempo, ¡¡aunque los inconscientes debieron avisarme antes!!, cuando me agaché me tapé los oídos, pero seguí escuchando los ataques y sobre mí podía sentir las luces y los poderes: "Flecha celestial" "Terra Force" "cuerno mortal" "cañón de flor", bla bla bla, muchos ataques se unieron en uno y se estrellaron contra la pared transparente. El cristal se quebró en muchos pedazos, me tapé la cara, algunos vidrios me cortaron la espalda o al menos eso me imaginé al sentir esa picazón tan incómoda y ese ardor caliente e insoportable, comenzó a dolerme mucho, me mordí los labios y no dije nada.
Cuando sentí que los vidrios habían dejado de llover me puse de pie, con mi mano comencé a tocarme la espalda y descubrí que estaba sangrando un poco.
—¡Estúpidos, casi me matan! —dije, aunque no vi a mis amigos, no veía nada muy bien, había mucho polvo o niebla o algo, y no podía respirar a gusto. Para acabarla de amolar el suelo comenzó a moverse como si temblara… lo que estaba pasando era que el malo-Myotismon se estaba poniendo de pie.
Me tallé la cara, y entonces pude ver el árbol. Me dirigí hasta él lo más rápido que pude pero en esos momentos era la torpeza en persona, y parecía que a cada paso me iba a tropezar. Cuando llegué hasta las esferas, las vi más grandes y opacas. Sin pensar mucho en las consecuencias comencé a quitarlas del árbol. Mi misión se vio interrumpida cuando el monstruo se dio la vuelta y me miró.
—**Morirás por tocar mis emblemas**—me dijo el muy bestia, yo no supe qué hacer.
—¡Deja a Ben en paz! —oí que gritaba Taiki —¡Demonios hay que ayudarlo!
Y yo pensé que eso de la ayuda era buena idea, porque la verdad era que de pronto sentí que me iba a morir.
Los datos de mariposas seguían fluyendo directo hacia él, ya había más huecos por donde escapar, sin embargo no tenía tiempo. Mis amigos se fueron infiltrando al igual que yo, corrieron hacia mí.
—¡Ben, en esas esferas están nuestros padres! —me dijo Kurumi, desde lejos.
Vi que Hidemi, Osen, Zet y Taiki se acercaban por un lado, Doguen, May, Kotty y Yuri por el otro, Toshiro volaba junto a su ángel digital y tiraba muchas flechas, Kurumi seguía gritando, traía a Satoru, Kyosuke también volaba con un robot que supuse que era su compañero digital.
Nuestros padres… ¿en esas amatistas? , sin pensarla dos veces aventé la esfera al suelo y se quebró de una parte, no toda, estaban duras, así lo hice con la segunda y la tercera… no se rompían completamente, sólo se quebraban fracciones y hasta seguían teniendo una forma casi redonda, pero con hoyos… sentí que las fuerzas se me agotaban y unas manos gordas y filosas me agarraban con fuerza y me apretaban sin piedad… me dolía la espalda, de repente ya no pude respirar.
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Malommyotismon agarró a Ben entre sus garras y lo comenzó a asfixiar, yo simplemente me detuve horrorizado, ¡lo iba a matar!, ¿qué podíamos hacer?, ¡teníamos qué evitarlo!, la idea de que alguien muriera era algo que nadie tomaba en cuenta como posibilidad, pero en realidad era muy probable.
No podía moverme.
—¡¡¡Ayúdalo, Megakabuterimon!!! —gritó Osen, ella no se detuvo, siguió corriendo hacia el árbol seco con lágrimas en los ojos.
—¡Imperialdramon, a la carga! —ordenó mi primo Kyo.
—¡Vamos con todo! —le dijeron Hidemi y Taiki a sus digitales.
—¡Garudamon, atácalo en los ojos! —Mayumi corrió junto con Osen hacia el árbol
Todos los digimons de mis amigos se aventaron hacia Malommyotismon para atacarlo.
—¡Zudomon, tú también! —pude decir, y entonces tuve otra idea—¡Que Lilymon le lance otro collar de flor!
Pero como Ben estaba inconsciente y sin fuerzas, su Lilymon se había convertido en polvos digitales. Vi que Kyo saltaba al monstruo de su Imperialdramon y trataba de liberar a Ben… sus esfuerzos habían sido en vano, Malommyotismon lo echó a volar de un manotazo, por suerte Toshiro y su bonito ángel lo rescataron.
Miré hacia mi derecha, las esferas rotas estaban desprendiendo humos de colores. Fue entonces cuando pude moverme y alcancé a mis amigos.
—¡¡No voy a permitir que los esfuerzos de Ben hayan sido en vano!! —gritó Mayumi, y como loca comenzó a trepar el árbol y a quebrar parcialmente las esferas.
—¡Es verdad, Ben es un valiente y vamos a salvarlo! —agregó Taiki, y luego todos arrancaron las piedras y las rompieron sin pensar en las consecuencias.
—¡Esperen! —Les dije —¡Nosotros no sabemos si tenemos que romperlas! ¡A lo mejor todo se ha perdido ahora, a lo mejor por haberlas roto nunca más veremos a nuestros padres!
—¡Pues que así sea! —agregó Osen, rompiendo la última esfera, tenía abundantes lágrimas en sus ojos negros —¡Si Ben pensó que debía de romperlas, entonces yo confío en él!
Malommyotismon rugió de la furia y soltó el cuerpo de Ben, que comenzó a caer directo al techo.
—¡Alguien ayúdelo! —pedí.
Imperialdramon logró sostener a Benjamín, yo respiré aliviado.
—¡Cuidado Doguen-kun!, tenemos qué huir—me visó Yuriko de repente, con gesticulación exagerada.
Malommyotismon ahora quería vengarse de nosotros por haber roto los emblemas, ¡nos iba a asfixiar como a Ben!, por su enorme tamaño cada vez más deforme el digimon maligno era cada vez más lento, le costaba trabajo inclinarse hacia nosotros para atraparnos.
Yo no sé como le hice, pero comencé a huir sin importarme nada, seguí a Yuri. Sentí que una sombra enorme nos cubría, no quise mirar hacia arriba para ver el horripilante rostro del enemigo.
—**Han roto mis emblemas, han roto su esperanza de quedar con vida**
Osen no se movía, a lo mejor ella no tenía fuerzas, de lejos vi que se inclinaba en una de las esferas rotas y se ponía a llorar.
—¡Osen, muévete! —le gritó Mayumi, ella y Kotty la jalaron de los brazos, pero la pelirroja no hacía intento por salvarse.
—¡Es que algo tiene que pasar! —dijo Osen—¡Papá tiene que salir de esta esfera, los hemos liberado! ¡Ben lo hizo!
—Sí, algo va a pasar, pero tal vez más al rato, ¡muévete Osen, o nos va a matar! —eso lo dijo Taiki, quien de manera desesperada hizo a un lado a Kotty y también jaló a Osen para que se parara.
—Es que… ¡no es justo! —Osen estaba pasando por esas etapas de angustia que nublan la razón.
Hidemi tomó de la mano a Kotaro.
—Vamos, Osen, ten fe en que tu hermano estará bien—dijo con una rapidez impresionante—, ¡él se lo prometió a Tulo, quien también te espera!
Osen no contestó, pero respondió al jaloneo de sus amigos poniéndose de pie. Zetaro sonrió y me hizo una seña.
—¡Miren hacia arriba!
Apenas y pude ver una burbuja gigante que parecía un globo aerostático que traía pasajeros.
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La esfera de Piximon aterrizó en el antiguo salón del Castillo de Lucemon. La burbuja perdió volumen y se fue desvaneciendo. Malommyotismon, al sentir la esencia de los dos emblemas que faltaban (Valor y Esperanza), comenzó a reír de manera maniática y dejó de atacar a los niños. Se irguió en su enorme figura y cambió de posición hasta quedar de frente a Takeru y Taichi.
—**Los emblemas del Valor y la Esperanza han venido a unirse a la fusión prohibida de mi amo, justo como él lo pensaba** —dijo, todavía riendo.
—¡Papá Takeru! —gritó Toshiro, desde arriba, pues volaba con Angewomon.
—Toshiro, ven aquí—pidió Takeru, con voz firme.
La acción descabellada se había calmado un poco. El monstruo se había detenido, sólo reía mientras los datos seguían metiéndose en él, parecía estar pensando en una nueva estrategia.
Toshi saltó de Angewomon.
—¡Amiga mía, trae a Ben para acá, necesitamos revisarlo! —mandó, entonces el joven canelo miró hacia su padrastro y sonrió con mucha energía, esa sonrisa se le desvaneció cuando tras Takeru vio que Seiyuro apenas se podía sostener en pie.
—Tranquilo Toshi, estamos bien—dijo Takeru—, pero necesitamos de tu ayuda.
El hijo de Hikari asintió, miró nostálgico a Sei, no dijo nada.
—Estamos en grave peligro, atrás de Malommyotismon están atrapados la mayoría de nuestros amigos, hace un momento los iba a atacar, la llegada de ustedes lo distrajo… aún así los chicos no puede salir de ese lugar tan fácilmente porque es peligroso… y además tenemos muy herido a Ben, Malommyotismon lo atacó de frente.
—Entiendo…—dijo Takeru—, hijo, ¿traes el aro mágico de Gatomon contigo?
—Sí, por supuesto— Toshiro sacó el aro de su bolsillo. —¡Ya sé!, haremos digievolucionar al digimon de mi tío Tai y al tuvo, ¿verdad?
—Así es.
Toshir alzó el brazo junto con el aro, Takeru lo detuvo.
—Hijo, iremos por los niños y estarán a salvo, te lo prometo. Sin embargo quiero pedirte de favor que cuides a tus hermanos y al pequeño Tulo, ¿de acuerdo?, Piximon y Wizardmon te ayudarán.
Toshiro asintió, por primera vez dirigió su mirada a Taichi y vio que éste estaba cargando a dos niños pequeños.
—¡Hermano! —saludó Min, con alegría, como si no le afectara tanto la oscuridad del sitio y la terrible batalla.
—¿Min?
La niña dejó los brazos de Taichi y abrazó a Toshiro, Seiyuro sonrió conforme, Tulo simplemente se les quedó mirando.
—Hazlo ahora, sobrino—pidió Taichi.
Toshiro asintió, alzó el aro.
Taichi y Takeru se concentraron y lograron sacar a sus digimon de sus cuerpos, los materializaron sin la necesidad de hacer dibujos. Seiyuro también cerró los ojos y logró formar a su Tokomon.
Los adultos, junto con Wargreymon y Magna Agemon, se alejaron para seguir la lucha, Toshiro abrazó más a Min y miró hacia Seiyuro.
—No la has pasado bien, ¿verdad Sei?…
—Tú tampoco, Toshi…—Seiyuro sonrió un momento—. Pero ambos estamos vivos, y en un rato más, mi Tokomon podrá tener las energías necesarias para digievolucionar.
Kurumi y Satoru se acercaron a los chicos al ver lo de la burbuja, Kyo aterrizó junto con su Imperialdramon, traía a Ben cargando.
—No sé de estas cosas, pero yo veo bastante decaído a nuestro Benjamín—avisó atemorizado.
La mayor parte de los niños había quedado encerrada tras el monstruo, que les bloqueaba la salida. Taiki, Yuri, Doguen y Zetaro buscaban incansablemente un recoveco por el cual escapar.
—¡Maldición, seguro y Malommyotismon sabe que nos tiene en sus garras y por eso no nos deja salir! —renegó el pequeño Kotty, cruzando los brazos. —Está muy oscuro, ¿y si nos quedamos sin aire, hermana?
—Eso no va a pasar, Kotty—calmó May, bufando.
—Nos van a rescatar, ¿ustedes no vieron esa enorme burbuja que entró al salón? —preguntó Hidemi, con entusiasmo.
—Yo sí la vi—agregó Doguen—¿Quién podría ser?
—No lo sé—agregó Yuriko.
—Esas fosas… si tan sólo pudiéramos impedir que de ellas siguieran saliendo datos—dijo Zetaro, con melancolía—… los datos de los digimons está adhiriéndose a Malommyotismon en contra de su voluntad; los digimons quieren materializarse para siempre en lo que eran, ellos no quieren la fusión prohibida, pero la influencia de la Voz hace que los datos no tengan voluntad propia… eso debe de ser parte de la profecía.
—Sí… probablemente—dijo Osen, todavía llorando—. En un solo año dejamos de tener presentes a los digimons… la Voz se aprovechó de las memorias borradas y comenzó a scannear datos para realizar la fusión prohibida… a los datos malignos les prometió que les daría cuerpo, y por eso usaron a Zet y a las semilla de la oscuridad, pero eso era sólo una falsa… también atacaron a nuestros papás para quitarles los emblemas y así usarlos en la fusión prohibida.
—¡Esto es el fin del mundo entonces!
—¡No! ¡No puede serlo!, Ben hizo un gran esfuerzo por liberar a nuestros papás, y eso nos da una esperanza—aseguró Osen.
—¿Entonces porqué no pasa nada con nuestros padres?
—¡Yo lo sé! —dijo de repente Kotty—, es porque no los hemos llamado con fuerza, a lo mejor, si estaban adentro de esas esferas, no nos escuchan porque adentro está muy hondo.
—Lo que dice Kotaro tiene algo de lógica—dijo Yuri.
—Cierto, ¡nosotros somos los hijos de los elegidos! —dijo Taiki.
—Y también tenemos emblemas—agregó May.
—Entonces tenemos que usar los emblemas para rescatar a nuestros papás.
Los niños asintieron con mucho ímpetu, todos agacharon la cabeza para concentrarse, para acordarse de sus propias virtudes, y para descubrirlas.
—¡Seguro que si gritamos mamá y papá nos escucharán, May!
—¡¡AMISTAD!! —gritó Mayumi, de repente—, ¡ése es mi emblema y también el de mi padre! ¡Amistad!
—¡Amor! —dijo Kotaro.
—¡Conocimiento!
—¡Bondad!
—¡Sinceridad!
—… el mío es… ¡Equidad! —recordó Yuriko, secándose las lágrimas.
Taiki miró a su hermana gemela.
—Hide, tú también tienes un emblema… sólo que no sabría decirte cuál es.
—Descuida hermano, cuando menos lo esperes, una palabra me vendrá a la boca y ese será mi emblema. —aseguró Hidemi—. Este lugar puede que esté oscuro, pero en realidad está lleno de magia… cuando llegué por primera vez, pude caminar con libertad, y Satoru-kun creció… yo tengo mucha fe en el Digimundo.
Taiki asintió, justo como había dicho su hermana, una palabra subió por todo su cuerpo y la aventó por la boca:
—¡Unión!
—¡Libertad! —gritó Hidemi dos segundos después.
—¡Excelente emblema, Hide! —Mencionó el hermano, luego se aclaró la garganta —¡¡Hey amigos, allá afuera: griten su emblema, tenemos que llamar a los adultos!!
Una tremenda explosión sucedió entonces, Taiki sólo vio que Malommyotismon se tambaleaba y caía directo al suelo. El polvo se alzó en forma de nubes, Taiki jaló a su hermana, la escondió tras él.
—¿Y eso qué ha sido?
Los chicos comenzaron a despejar el polvo con sus manos, en breve tiempo la tierra volvió a caer al suelo y los niños vieron frente a ellos a Takeru Takaishi y a Taichi Yagami.
—¡Rápido chicos, salgan de ahí! —Pidió Takeru—, el enemigo no tardará en ponerse en pie de nuevo.
—¡Muchachos, hay que salir, pero debemos llevarnos las esferas! —mandó Osen, ella se inclinó y juntó dos amatistas semi-rotas, eran ligeras, con entusiasmo la pequeña Izumi observó que brillaban en varios colores, como si su papá y los demás elegidos estuvieran a punto de salir.
—¡Papá! —gritó Taiki, lanzándose a hacia su padre.
—Mi Taik, ¡qué bien te ves!, ¿has cuidado de Hide, ne?
—No papá, ella ha cuidado de mí.
Hidemi sonrió ampliamente y besó a su padre, Tai alzó a sus gemelos, sin embargo inmediatamente los bajó.
—Vamos niños, junten esas esferas que dice Osen, hay que salir.
Los hermanos obedecieron inmediatamente, Tai se sobó la espalda.
—O uno envejece rápido o estos hijos míos están pasados de peso.
—¡Dense prisa, el monstruo se levanta! —avisó Kyosuke, quien en esos momentos era el que dirigía las movidas de todos los digimons.
Takeru, Taichi y los niños salieron del escondrijo, las esferas que llevaban los pequeños brillaban con toda potencia. Los elegidos se reunieron en donde estaban Kurumi, Toshi y compañía.
—¿Cómo está Ben? —preguntó Osen, hincándose al lado de su hermanastro.
—Kyo le dio un masaje que le enseñó Doguen, y ahora se encuentra mejor… —dijo Seiyuro.
—¡Sei! ¿Qué es lo que tienes tú? —preguntó Taiki.
—¿En la boca?, una pequeña herida… y me faltan energías pero estoy bien.
—Eah, Osen-chan, mira a quien tenemos aquí. —dijo Taichi, apuntando a Tulo—, ahí tienes a tu hermanito agrandado por la magia del Digimundo.
—¿Mi hermano? —susurró Osen a modo de cuestión; le sudaron las manos, Tulo se escondió tras los pantalones de Taichi.
—¡Vaya! No seas tímido pequeño, saluda a tu hermana.
Taichi le dio un empujoncito a Tulo, quien dirigió su oscura mirada a su hermana mayor.
—Hola… hermana…
—Hola Tulo—Osen extendió sus brazos, Tulo se dejó rodear por su hermana mayor.
—¿Él también es mi hermano? —preguntó el pequeño, mirando a Ben. —… creo que es muy grande…
—Sí.
—Oye, ¿y se va poner bien?
—Claro que sí, Tulo.
—Bien bien, como diría el mismo Ben, no creo que sea hora de reencuentros familiares o cosas así—dijo Kyo—, tenemos que hacer algo para destruir a ese monstruo.
—Ya no se trata del Malommyotismon con el que luchamos, este digimon es el cuerpo que está usando el enemigo para realizar la fusión prohibida. —explicó Taichi.
—¡Tío Takeru, mi papi y mi mami están adentro de estas cosas y no podemos sacarlos!—renegó el pequeño Kotty.
—Tal vez no gritamos con fuerza y no hicimos brillar a los emblemas.
—¡Hagámoslo otra vez!
—¡Esperen, miren esto! — Mayumi metió la mano a la esfera semi-rota, y sacó de ella un muñeco con la forma de Cody Hida— ¡Es un muñeco que representa al papá de Yuri!
—¡Y aquí está el de mi tía Hikari! —mostró Kotaro.
—Ahora comprendo… nuestros amigos desaparecieron cuando peleábamos con los darkmaster… seguramente los convirtieron en muñecos para encerrarlos en estas amatistas.
—¿Y podrán volver a ser grandes?
—¡Por supuesto!, Yamato y los demás no se dejarán vencer, están esperando que les ayudemos a salir de esa dimensión.
— A la carga entonces—propuso la linda Kurumi. —Que nuestros digimons se encarguen de cubrirnos.
Los digimons compañeros crearon una barrera entre el monstruo portador de la fusión prohibida y los elegidos. Malommyotismon había perdido su forma por completo, ahora parecía un huevo gigante que absorbía datos y estaba ajeno a la lucha que anteriormente enfrentaba.
—¡Ahora, niños! —ordenó Takeru, mirando que los chicos se habían intercambiado los muñecos que habían encontrado adentro de los residuos de las amatistas.
Kyosuke tenía entre sus manos el muñeco que representaba a Daisuke, el joven de 13 años cerró los ojos.
—¡Valor! —mencionó decidido y concentrado.
—¡Amor! —dijo Kotaro, con la muñequita de Sora acomodada en uno de los bolsillos de su overol verde.
—¡Amistad! —agregó Mayumi.
—Sinceridad… —dijo Doguen, sin quitarle la vista al Joe Kido inanimado en un juguete.
—¡Pureza! —gritó Kurumi.
—Conocimiento—mencionó Osen, trayendo consigo al muñeco-Izzy.
—¡Esperanza! —esta vez el que habló fue Seiyuro, le sonrió momentáneamente a su padre, quien le asintió.
Satoru y Zetaro tenían sujeto el muñeco que representaba a Ken, el mayor de los hermanos miró hacia los digimons (que habían formado una barrera protectora), luego a Satoru, ambos asintieron.
—Bondad.
—¡Destino! —agregó Satoru, muy contento de saber cuál era su cualidad, era bonito sentir la magia, porque la magia le permitía saber qué cosas responder en su estado crecido.
—¡Equidad! —dijo Yuriko, pensando no sólo en Cody, sino también en su madre.
—¡Unión!
—¡Libertad!
Hidemi y Taiki sonrieron y chocaron las palmas, Taichi les desacomodó las rebeldes cabelleras.
—Luz—mencionó Toshiro, traía en sus brazos a la pequeña Min, quien a su vez cargaba con la muñeca de Hikari.
—¿Min? —habló Sei, acariciando la mejilla de su hermanita. —Yo sé cuál es tu emblema, tú eres una niña mágica… ¿también lo sabes?
Minagawa asintió, se aferró a la muñeca, susurró con gracia y encanto.
—¡Milagro!
—Sí hermanita, el emblema del Milagro te queda muy bien—aseguró Seiyuro.
Osen volteó hacia donde estaba Ben, se inclinó hacia su hermanastro junto con Tulo, que traía abrazada la muñeca con forma de Mimi.
—Ben… si pudieras escucharnos… necesitamos de ti—dijo Osen—. Yo recuerdo el nombre de tu emblema, pero eres tú quien lo representa… despierta Ben, yo sé que puedes hacerlo.
—Despierta…—repitió Tulo, observando a su hermano.
La respiración de Benjamín estaba algo acelerada, las ropas tenían untadas manchas de sangre porque el niño se había cortado. Como si estuviera escuchando a Osen, Ben recuperó la conciencia. Le dolía el vientre, se lo palpó con ambas manos y de pronto se dio cuenta de que una veintena de personas lo observaba como si fuera un bicho raro.
—¿Estás bien? —preguntó Yuri.
—¿Te duele algo?
—¡Eso puede esperar, ahora necesitamos de tu emblema, Ben! —exigió Mayumi.
Ben parpadeó un par de veces.
—Me están aturdiendo, ¿qué está pasando, insectos?
—Vamos, chicos, háganse a un lado—mandó Taichi, agachándose junto a Ben.
—Ben, necesitamos un favor, ¿ves esta muñeca? —Tai le arrebató la muñeca de Mimi a Tulo y se la mostró al principito—. Es tu madre que está encerrada en esta muñequita. Necesitamos de tu emblema para liberarla.
Ben estuvo a punto de rezongar por la tremenda estupidez que le planteaba el padre de Taiki, sin embargo se abstuvo. De alguna manera le creyó.
—Mi emblema…—susurró el muchacho, recordando— ¡Ya sé!, ¡Perseverancia!
Un resplandor verde claro se unió a las virtudes de los otros niños, una nube enorme se comenzó a formar.
—Faltas tú, hermanito—le dijo Osen a Tulo, de manera cariñosa. Ben frunció las cejas al mirar a Tulo.
El nene se llevó las manos a la boca y miró el lugar con mucha confusión.
—No entiendo… sólo quiero ver a mamá.
—Concéntrate Tulo, tú puedes hacerlo—dijo Takeru, entrecerrándole el ojo al pequeño.
Tulo dejó de chuparse los dedos y acomodó su manita en la barbilla, Taichi sonrió porque recordó a Koushiro, tenían ademanes idénticos.
—… ¿Creatividad?…—dijo Tulo, casi de manera inconsciente.
Un rayo color violeta voló hacia los demás, Min y Satoru le aplaudieron a Tulo, quien emitió una sonrisa de orgullo muy curiosa y sorprendida.
La nube de colores comenzó a llover sobre los niños, quienes alzaron los muñecos que representaban a sus progenitores.
—Si cae mucha de esta lluvia mágica, nuestros papás volverán—le aseguró Kotaro a los niños más pequeños. Tulo, Min y Satoru imitaron a Kotty y alzaron lo más que pudieron a sus "padres".
—No te pares, Ben, posiblemente te quebraste algunas costillas, por eso te sientes un poco mal—dijo Takeru, al ver que el hijo mayor de Mimi tenía la intención de ponerse de pie.
—¡Pero es que ese niño! — renegó Benji, sin quitarle la vista a Tulo.
—Es nuestro hermanito, Ben—avisó Osen—Está muy lindo, ¿verdad?
Ben no respondió, sólo abrió más la boca.
La lluvia de los emblemas terminó, los elegidos vieron que los muñecos se llenaban de brillo y comenzaban a flotar en el aire.
"Vamos mi Kari, hermano, regresen" pensó Takeru.
Un tronido interrumpió sus reflexiones. Fue un estallido extraño, que no levantó escombros ni luces. Takeru y Taichi se pusieron alertas, aunque no pareció pasar algo espectacular.
"Vamos… regresen pronto, amigos… no sé que va a ocurrir con ese monstruo".
Los muñecos se fueron agrandando hasta convertirse en sábanas blancas, las sábanas se desvanecieron y de ellas surgieron los antiguos elegidos.
El enorme y destruido salón se llenó de gritos de alegría que llamaban a sus padres.
Kotaro se abrazó de Yamato, May besó a su madre. Doguen se abalanzó a Joe, y así sucesivamente sucedió con cada uno de los chicos.
—¡Mamita! —gritó Tulo, aferrándose a Mimi.
La castaña pestañeó un par de veces, vio que frente a ella había una barrera de digimons, y a los lados estaban todos los niños y los adultos.
—Mamita, ¡soy yo! —Mimi observó que un pequeño niño se abrazaba de sus piernas.
—¡Oh, Dios mío! —Dijo con lágrimas en los ojos—¡Mi bebé!
Koushiro, quien saludaba a Osen, se acercó a su esposa.
—Me acaba de contar Osen que Tulo creció unos cuantos años—sonrió el adulto.
—¡Papito! —reconoció Tulo, y saltó de las piernas de Mimi a las de Izzy.
Otro estallido interrumpió los alegres saludos e hizo que todos recordaran que estaban en medio de la peor de las guerras, en donde luchaban por recuperar a los digimons y al Digimundo.
La barrera que habían hecho los digimons se rompió en mil datos que se volvieron mariposas digitales, tras otros estallidos, los digimons que estaban en los cuerpos de los elegidos recién aparecidos salieron de los espíritus de sus camaradas. Todos los datos de digimon fueron absorbidos por un huevo gigante, tan grande, como el mismo castillo. Ahora los datos ya no salían de las fosas, venían del cielo, del infierno, de la tierra.
Los datos de digimons perdidos eran llamados por ese enorme huevo.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó asustado Iori Hida.
—¡Está ocurriendo la fusión prohibida, papá!
—¡La Voz ha regresado! —agregó Kyosuke.
El mar oscuro se estaba volviendo un lugar irreal. El espacio y el tiempo desaparecieron, los elegidos miraron con horror que el tenebroso escenario desaparecía y ellos estaban parados en un hoyo negro que era la nada, como habían estado en 1999 la primera generación de niños elegidos.
—**La fusión prohibida está llevándose a cabo, y ustedes, emblemas sagrados, no tendrán más remedio que morir con todos los datos de digimon… ustedes serán llamados justo como sus digimons compañeros**— rió la Voz. Un humo negro comenzó a salir del enorme huevo dorado que era la fusión prohibida —**Pero yo no pereceré en la fusión prohibida, yo la reinaré**.
De nuevo se escuchó una detonación. Tulo dejó de aferrarse a Koushiro y cayó al suelo, desmayado. Min cerró los ojos, le susurró adiós a su mamá y también quedó inconsciente.
Las pupilas de Seiyuro se dilataron al máximo al ver que los cuerpos de Min y Tulo volaban hacia el humo negro que salía del huevo de la fusión prohibida, ese humo era el alma de la Voz.
—¡Es por los polvos! —gritó el joven Takaishi—¡Tú fuiste quien mandó que Demidevimon le aventara esos polvos negros a los bebés!
Los esfuerzos de Takeru y Koushiro por sostener a sus vástagos fueron inútiles. Los pequeños Min y Tulo llegaron hasta la niebla negra y se perdieron de vista.
—¡¡Tulo!! —gritó Mimi, corriendo hacia su hijo.
—¡Min! —le siguió Hikari, igual de dolida y confundida.
La niebla espesa desapareció. Entre los escombros y la fuga de datos apareció la imagen de un ángel rubio y hermoso. No había rastro de los niños.
—**Me privaron de tener un cuerpo**—dijo la misma Voz de siempre, pero ahora el que hablaba era un ángel—**sin embargo ahora tengo las energías de dos cuerpos jóvenes y sanos… Yo soy Lucemon, el ángel más hermoso del Digimundo… los voy a matar, y por fin me vengaré de ustedes, que impidieron la fusión prohibida desde el año pasado**.
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Fin del penúltimo capítulo.
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NOTAS finales DE la AUTORA.- ¡Hola de nuevo!, gracias por leer, espero no se hayan decepcionado con mis múltiples enredos… no me gustaría arruinar el fic a estas alturas… pero bueno, son tantos personajes que tengo que admitir que me hice loca en este capítulo, aunque lo disfruté bastante ^^ (aunque no haya quedado muy bien =P), pasaron muchas cosas. La fusión prohibida dio inicio, y con ella la batalla final, le di emblemas a Hidemi, Satoru, Min y Tulo, ¿qué les parecieron?, ojalá que les haya gustado… ahh, y también mostré el verdadero rostro del "malo", que es el enemigo de 04, Lucemon. Bien, creo entonces que me despido… ¡no se vayan a perder el capítulo final y el epílogo de mi historia!, (para las vacaciones creo que terminaré este fic de una buena vez por todas).
¡Gracias por todo!
--Espero que este capítulo te haya gustado Iori, de nuevo te deseo un feliz día.
Atte. CieloCriss
¡Hasta pronto!
Por favor, no se olviden del Review, con su comentario retroalimentan mi trabajo y me dan muchos ánimos.¨
Mi correo para dudas y comentarios: cielocriss@graffiti.net
Bye bye
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