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Un chico de trece años, con elegante traje y lentes de sol en la cabeza se acerca al micrófono que está en medio del escenario, se afina la garganta, revisa sus notas y levanta la vista al público lector.

—… —mira al público con nervios, cierra los ojos para concentrarse—… Ehhh, buenos días o noches o tardes tengan ustedes, queridos lectores. Yo soy Kyosuke Motomiya y he sido… he sido elegido para… pues para… para presentar estas notas que dan inicio al final de la saga Memorias Borradas— Kyosuke espera a que el público aplauda y luego reinicia su presentación con más ánimo—. Es un placer ser el presentador, mis compañeros y yo estamos muy contentos de que ustedes siguieran nuestras aventuras desde Fusión Prohibida, por eso quisimos pedirle a CieloCriss que nos dejara presentar las notas iniciales… en fin, quiero preguntarles algo, ¿qué tal les ha parecido este fic?, a la autora le interesa saber sus opiniones, ¡por cierto!, ella me dijo que les diera las gracias, y que les pidiera paciencia con este último capítulo… no sé, pero dice que aunque está muy contenta, tiene miedo de que el episodio no les guste. Ella espera que no se confundan con tantos personajes… y como recordatorio les dice que en cap anterior el malo maloso de la Voz se convirtió en Lucemon tras absorber la energía de Tulo y Min… ¡ZaZ!, ¿qué cosas fumará esta CC?, ¡ups!, yo no dije nada!

Kyosuke se limpia el sudor, se hace el desentendido y cambia de papel para seguir leyendo las indicaciones.

CieloCriss dice que además de este final hay un epílogo muy importante, así que espérenlo… y bueno, yo me voy despidiendo, espero les guste saber qué va a ser de nosotros, espero que la autora se compadezca y nos haga un poquito felices, ¿Verdad?, bueno, como se dice por ahí, los dejo con la lectura, creo que ya me alargué mucho.

Kyo se despide, suspira, espera con mucho interés que el fic le guste a los lectores.

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MEMORIAS borradas

Por CieloCriss

Capítulo 27 **Digimundo**

La niebla se acentuaba en sus corazones, no había rastro de los cuerpecitos de Min y Tulo, que habían desaparecido súbitamente y habían alimentado a la Voz para que esta consiguiera un nuevo cuerpo, el de Lucemon.

Lucemon era un ángel con muchas alas. Era pequeño, pero irradiaba una energía impresionante llena de negrura y luz al mismo tiempo.

—Es… un eclipse eterno—susurró Toshiro, con debilidad—… es la misma energía que me poseyó hace un año… había mucha luz, pero la oscuridad era tan fuerte que podía opacarla.

—¡Toshiro, abre los ojos! ¡Ésa cosa acaba de desaparecer a nuestra hermana!, ¡no digas cosas sin sentido! —gritó Seiyuro, horrorizado, no podía dejar de lamentarse lo que ocurría, él había estado presente cuando esos polvos oscuros habían caído sobre los pequeños, no había hecho nada para impedirlo... no había podido proteger a Min.

—No son cosas sin sentido, al menos para mí…—replicó Toshi, con la vista perdida.

Mimi se dejó caer al suelo, sus rodillas tronaron con levedad, ella se aferró el vientre, comenzó a llorar.

—Acaba de nacer… por favor, devuélvemelo… ¡Koushiro, se han llevado a nuestro bebé!

Lucemon miró a Mimi con indiferencia, tras él estaba el enorme huevo de la Fusión Prohibida.

—¡Yo tampoco voy a permitir que uses a mi hija! —exclamó Hikari, con voz potente, apretó la mano de su marido, luego la soltó y se echó a correr hacia Lucemon, Takeru fue tras ella.

—¡Hikari, espera!

—¡Tiene que devolvernos a Minagawa, Takeru!

—¡La recuperaremos, te lo juro!, pero no corras hacia la muerte, le estarías regalando tu emblema, y entonces… y entonces yo, sin ti, no…

—¡Pero papá! —Interrumpió Seiyuro— ¿Cómo salvaremos a mi hermana? ¿Qué podemos hacer?

Takeru rodeó a su esposa con sus varoniles brazos, Hikari se hundió en el pecho de su esposo y dejó que sus lágrimas corrieran. Sei agachó la mirada, su padre no contestó. A veces los padres no tenían las soluciones que buscaban los hijos.

—… Esto no puede terminar así—dijo Koushiro, con los ojos brillantes.

—Esto es el inicio de una nueva era—dijo Lucemon, casi con ternura.

—Lo que es tu principio, puede ser nuestro final—refunfuñó Daisuke, molesto—, ¡y resulta ser que a nosotros nos gustan los finales felices!

—¿Existen los finales felices? —preguntó Zetaro—. Los finales felices se ven siempre tan lejanos… todo esto parece un juego para poseer personas, se aprovechan de los que creen débiles…

—Posiblemente los finales no existan, Zetaro—dijo Ken— porque son siempre nuevos principios, y sí, pueden ser felices si así lo queremos.

—Hijo, Zetty, hagamos de este nuestro final feliz—agregó Miyako, quien traía de la mano a su crecido hijo Satoru.

Zetaro asintió. Miró hacia los demás elegidos. Tanto los padres como los niños veían atemorizados al enemigo cara a cara. Lucemon estaba como ausente, sólo hablaba de vez en cuando.

—Papá, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Taiki.

—Hay que atacarlo —opinó Hidemi.

—¿Cómo es posible que un digimon tan bonito sea malo? —dijo Kurumi, comiéndose las uñas.

—Eso es porque cada quien elige lo que quiere ser, Kurumi—respondió Kyosuke—, ¿verdad que sí, tío Jyou?

—Así es, sobrino.

—Lucemon decidió ser malo, así como Arukerimon y Mummymon decidieron ser buenos en sus últimos momentos — argumentó Taiki.

—¡Mientras ustedes están dialogando, ese bicho se alimenta de la energía de mi hermanito!, maldita sabandija de mierda —se quejó Ben, y se puso de pie con mucho esfuerzo. Traía el pecho engarrotado, casi entumido, al Principito no le importó la posibilidad de traer huesos rotos.

—Mami…

—Kotty, este no es un buen momento para…

—¡Es que recordé algo!, algo sobre la Fusión Prohibida y nuestra aventura —el pelirrojito se talló los ojos—¿Te acuerdas de Genai, mami?, yo sí. El señor Genai murió salvándome, pero la Voz, también era parte del señor Genai… pero no sé si había dos señor Genai o solo era uno.

—¡El señor Genai, por supuesto! – recordó Koushiro – La Voz de la Fusión Prohibida era la parte negativa de Genai en busca de un cuerpo para materializarse… el señor Genai, nuestro viejo amigo, fue un ser humano que se convirtió en energía— el pelirrojo temblaba al hablar. — Genai una vez fue como nosotros, él desde pequeño siempre quiso venir al Digimundo, me lo dijo… Yo n-no recordaba al señor Genai, pero la verdad es que él fue nuestro aliado… y si nos ponemos a hacer memoria, se darán cuenta de que el caso de Genai, es como el de Oikawa.

—¡Entiendo! —dijo Iori—… el señor Oikawa también siempre quiso venir al Digimundo desde pequeño… él y mi padre creían en los digimons. Hace muchos años los deseos de Oikawa se volvieron una obsesión;  la oscuridad se aprovechó de esas ansias y usó al mejor amigo de mi padre para sus propósitos malignos.

—… y al final Oikawa se convirtió en la energía del Digimundo—complementó Daisuke.

"Maldición" pensó Sora, mientras los demás dialogaban en voz queda "¿Por qué Lucemon no nos ataca?, no me da buena espina esa mirada".

—Papá—dijo Mayumi Ishida—, entonces eso quiere decir que lo que pasó al señor Willis es algo similar a lo del señor Oikawa y Genai ¿No?... él sólo quería volver a ver a sus digimons, pero las tinieblas lo absorbieron.

—Así es, hija—respondió Yamato—, y la verdad es que son casos muy penosos, porque Willis, Oikawa y Genai eran muy buenas personas.

—Pero tenían dos caras —interrumpió Osen, algo exaltada—. Tenían dos personalidades, una era la de ellos mismos y otra era la de la oscuridad… la personalidad de ellos se convirtió en la energía benéfica del Mundo Digital, pero posiblemente…

—La otra personalidad, la poseída, se convirtió en energía maléfica— agregó Koushiro—, ¡Osen, eres muy lista!, lo que has dicho tiene sentido. Nuestro enemigo no es el Lucemon que vemos como estatua frente a nosotros, nuestro enemigo es la energía negativa de los humanos que se han vuelto uno solo con este hermoso mundo.

Lucemon sonrió, y comenzó a gritar con gran potencia, hasta que la habitación volvió a cubrirse de niebla.

—¡No veo nada! —se quejó Satoru. —¡Mamita, tengo miedo!

—Tranquilo, hijo, mamá y papá te están cuidando.

—Takeru, ¿qué vamos a hacer?, ¡no podemos permitir que Min…!—Hikari se aplastó más a su marido— ¡Ay Dios mío, que mi hija esté bien, te doy todo, pero que mi chiquita esté bien!

—Tulo…—susurró Mimi, totalmente en shock, Koushiro hubiera querido inclinarse hasta ella para consolarla, pero no podía, tampoco tenía fuerzas.

La niebla volvió a despejarse, el huevo de la Fusión Prohibida lucía todavía más grande. Lucemon había cambiado de forma.

Ahora era un ser mitad ángel y mitad vampiro. Era una criatura grotesca que hablaba y reía mucho. Tenía múltiples alas de vampiro de una parte, al otro lado todavía lo cubrían plumas blandas de ángel.

—Basta de palabrerías, no importa quien  era o quien fui, sólo importa quien seré —rió la criatura—. Ustedes nunca se han detenido a pensar en seres como nosotros. Desde pequeños sólo creen en la justicia de los fuertes y se olvidan de los desperdicios. Yo soy el desperdicio acumulado. Soy el Digimundo, me nutro de todas las energías que se desprecian, de los digimons que no se regeneran ni vuelven a nacer.

—¡Si eres resultado de desperdicios, eso significa que no sirves! —Gritó Benjamín, iracundo— ¡regrésame a mi hermano, horrible cosa!

—¿Que no sirvo? — preguntó el extraño ser, con ironía—. No, no sirvo. No vivo para servir de algo, ni para servirle a nadie que no sea yo. Pero tú, pequeña escoria, sirves para alimentar a mi hijo.

El tenebroso digimon lanzó una ráfaga oscura que se convirtió en remolino y levantó a Ben del suelo. El chico gimió asustado, Doguen  saltó para bajarlo, pero sólo alcanzó a sujetarle una pierna, sin poder evitarlo, se fue volando junto a su amigo Ben.

—¡Mi Benji! —chilló Mimi. Se puso de pie desesperadamente al ver que su vástago y el hijo de Jyou estaban suspendidos en el aire.

—¡Doguen! — exclamó Jyou.

—¡Te doy mi emblema, pero regrésame a mis hijos! — pidió Mimi. 

—Estos chiquillos también huelen a emblemas, hasta aquí me llega la peste— con sus manos toscas y enormes, Lucemon FM agarró de los pies a cada niño y los olió con desprecio—, ellos también deben ir adentro de mi hijo.

Sin piedad ni reflexión, lanzó a Doguen y a Ben hacia el huevo de la Fusión Prohibida, que los absorbió de inmediato. Ben y Doguen desaparecieron, la Fusión Prohibida resplandeció en brillos grises, verdes.

—¡¡¡MI HIJO!!! —Mimi estuvo a punto de perder el conocimiento por el pánico y el dolor que sentía, pero algo la hizo permanecer en pie, al lado de su esposo.

Osen retrocedió asustada, se talló los ojos, quiso mirar a todas partes pero sólo pudo inclinar la vista hacia el suelo al sentir que bajo la tierra nacía otra ráfaga de viento que la levantaba como momentos anteriores había ocurrido con su hermanastro.

—A…auxi…auxilio. — gimió con una vocecita apenas perceptible.

—¡Tenemos que bajar de aquí o ese digihuevo nos va a comer! —gritó Kotaro, pues no sólo Osen estaba suspendida en la nada, todos los hijo de los elegidos habían sido atraídos por Lucemon FM para que los absorbiera la Fusión Prohibida.

Kyosuke se movilizó con rapidez para tratar de zafarse del ventarrón oscuro, no logró nada, sólo tuvo tiempo para lamentarse el no tener a su Demiveemon con él, pues minutos anteriores todos los digimons habían desaparecido para unirse a la miseriosa Fusión Prohibida, "Ahora yo también seré parte de esa maldición de fusión, ¡no puedo permitirlo!".

Los padres desesperados no podían alcanzar a sus hijos, los veían volar sobre ellos, los oían gritar, y no podían hacer nada, no tenían la capacidad de saltar diez metros, no sentían el brillo de los emblemas. Había alrededor de ellos un sufrimiento que los llevaba a agonizar todos los deseos que una vez habían tenido.

Sora se cubrió los ojos, se hincó y se hizo ovillo en el piso. Daisuke y Taichi trataron de atacar a Lucemon FM con escombros. Miyako se abrazó de Satoru, quien era el único niño que no había flotado hacia el poderío del enemigo. La madre no pensó en el porqué, lo que hizo fue apretar al niño contra su pecho, cerró los ojos, rezó por Kurumi y Zetaro. Ken se mordió los labios, él y otros elegidos ni siquiera se podían mover.

—¡Escucha papá! —gritó Seiyuro, tras él estaba el huevo de la destrucción, era amarillo y brillaba cada vez más, la frente de todos los chicos tenía pintado el emblema que los caracterizaba—¡No te voy a perdonar si…!

Lucemon FM aventó a Seiyuro hacia la Fusión Prohibida, de modo que el chico no pudo terminar su frase. El enemigo repitió su "encomienda", a Seiyuro le siguieron Kotaro, Kurumi, Mayumi, Zetaro, Kyosuke, Osen, los gemelos y Toshiro. Cuando Yuriko se dio cuenta de que le tocaba ser lanzada a la Fusión Prohibida,  gritó con fuerza el complemento de la frase de su amigo Takaishi:

—¡Él dijo que no los perdonaremos si no destruyen la Fusión Prohibida!—Yuri se cubrió la cara, Lucemon FM la agarró de las piernas y la estrelló en el huevo, que la desapareció.

La Fusión Prohibida se llenó de luces, creció todavía más, era tan grande que los elegidos no podían ver el final del cascarón.

—Yuriko… no puedo perderte hija, no lo soportaría—Iori cayó al suelo, sintió el fin: no sólo el suyo y el de su hija, sino el de su esposa, que en la Tierra estaba conectada a un sinnúmero de aparatos para poder seguir viva.

—Arriba Iori, tienes que cumplir el deseo de tu hija—le dijo Daisuke, tocándole el hombro. — Yo también tengo que regresar a la Tierra cuanto antes, mi mujer me espera.

Iori Hida se sintió nuevamente el más chico de todos, se puso de pie, por un extraño milagro encontró dentro de él una sonrisa que creía perdida para regalársela a sus amigos.

—¡No te saldrás con la tuya!

Los elegidos se sintieron jóvenes. No era la primera vez que estaban en una situación penosa y complicada, quizá ahora todo era peor porque sus pequeños hijos estaban de por medio, pero eso no los detuvo.

—Ni Taiki ni Hidemi me lo perdonarían—rugió Taichi—. Por eso tiene que haber una manera de salvarlos.

Lucemon FM rió con más ganas, abrió sus brazos y respiró con fuerza.

—Ahhhh—gritó, eufórico de alegría— El poder de los desperdicios fluye por todo mi ser, ¡qué buen cuerpo me ha dado la energía virgen! ¡Tengo hambre!

Satoru, al oír eso, se acurrucó más en Miyako.

—Es monstruo me quiere comer— lloró, abrazándose de su madre.

Ken entonces comprendió por qué su hijo no había sido tragado por la Fusión Prohibida como los demás. Satoru iba a tener el mismo fin que Tulo y Minagawa, claro, eso si él lo permitía.

—Koushiro, ayúdame —rogó en voz queda—. Si este bicho absorbe a mi hijo se hará más poderoso.

—Comprendo… Satoru creció, pero aún sigue siendo un bebé, está lleno de la energía virginal que Lucemon FM necesita para perfeccionarse.

—Ayúdame a abrir un portal para salvarlo.

—Ken… no puedo hacerlo, no en estos momentos…—lamentó Koushiro—No puedo abrir un portal en este mundo, no tenemos los elementos.

—¡Tengo que salvar a Satoru!

—Lo sé Ken, pero…—Koushiro intentó pensar en algo coherente qué argumentar, miró hacia todas partes buscando respuestas a preguntas ni siquiera planteadas.

El sitio era negro, estaba lleno de escombros que a cada momento se diluían en un espacio negro muy similar al de cuando habían luchado con Aphocalymon, de alguna manera, Koushiro sabía que estaban en una situación parecida. Lo único que tenía color, además de los elegidos y el enemigo, era el inmenso digihuevo que resplandecía como el sol en medio de las tinieblas. Ya no existía el Digimundo, ni los digimons… ya no había nada.

Satoru vio que entorno a él había unos polvos negros que ni su madre ni los demás podían ver, se cubrió la carita con los brazos, pero aún así los respiró.

—Que no me coman, que no me coman, que no me coman —dijo, sospechando de todo a su alrededor. Satoru Ichijouji no sabía por qué entendía lo que iba a pasar: no sabía la razón de su crecimiento… él sólo quería que no lo comieran.

El ambiente se volvió pesado, sus ojitos grises se fueron cerrando, y los lentes plateados resbalaron de su nariz.

—¡Sato-chan, despierta! —chilló Miyako—¡Ah, Ken, se ha desmayado! ¿Qué vamos a hacer?

—El único portal al que tenemos acceso es al huevo de la Fusión Prohibida—dijo Izzy—No sé que clase de lugar resulte.

—Koushiro, si entramos a ese lugar, ¿tú crees que podríamos salir? —preguntó Yamato.

—No puedo asegurarlo, pero yo creo que sí, ya que la Fusión Prohibida no es permanente hasta que dentro de ella estén todos los emblemas originales.

—Entonces…—sonrió Taichi—, yo mismo sacaré a mis hijos de ese lugar, tengan por seguro que encontraré la manera de salir.

El cuerpo de Satoru dejo el regazo de Miyako a la fuerza y voló hacia Lucemon FM, quien estaba rodeado por humos negros. Ken volvió a morderse los puños.

—Por nada del mundo intentes seguirme, Miyako. Si me sigues mis esfuerzos serán en vano—la señora Ichijouji abrió más los ojos, su esposo, el detective más renombrado de Japón, dio un salto verdaderamente increíble, sujetó a Satoru y lo atrajo hacia él con gran esfuerzo, ya que los polvos que había aspirado el menor de los Ichijouji hacían que el niño fuera un imán hacia Lucemon FM. Ken cubrió a Satoru con su chaqueta y al instante se echó a correr hacia el huevo de la Fusión Prohibida.

—¡Ken, regresa! —pidió Miyako—¡Te estás entregando al enemigo!

—No si luego sabe como salir—dijo Sora, incorporándose.

—Sora, iré por May y Kotty, tú espera aquí, si puedo encontrarte y verte desde adentro de ese huevo de datos, ten por seguro que regresaré.

—Yamato,  regresa a salvo con nuestros hijos—Sora besó a su marido, lo vio irse.

Ni Mimi ni Hikari detuvieron a Koushiro y  Takeru cuando siguieron al rubio Ishida.

—Chicas, les prometo que regresaremos—dijo Taichi, guiñando el ojo.

—Hermano, ten mucho cuidado.

—Ustedes… aguanten un poco—rogó Taichi.

Todos los varones elegidos saltaron de manera casi suicida al enorme digihuevo, Lucemon FM se extrañó por la acción, a pesar de que no le parecía gracioso haber perdido la oportunidad de absorber a Satoru, rió de buena gana por la estupidez de los elegidos.

—Me siento como una inútil estando aquí afuera… no tengo nada con qué defenderme.

—Y sin embargo Mimi, tenemos que esperar a que ellos lleguen con los niños, sé que regresarán.

—Pero Sora, ¿cómo puedo ayudar?, Palmon no está conmigo, ni mis hijos, ni mi esposo… estoy tan cansada.

—Nuestra misión es más complicada—dijo Hikari—, pero nosotras no nos dejaremos vencer.

La hermana de Taichi avispó la mirada rojiza hacia Lucemon FM, Miyako se puso en guardia, Mimi bajó la mirada, frunció las cejas y levantó los hombros. Sora dio un paso al frente.

—Elegidas, ellos se han rendido y han entrado por voluntad propia a la Fusión Prohibida, ustedes también nutrirán a mi hijo, quieran o no.

Cuatro torbellinos negros levantaron los cuerpos de las elegidas, Miyako pegó un grito tan agudo que se oyó hasta en la Tierra.

Fue en esos momentos cuando el corazón de Hikari brincó de susto y gozo, al recordar que entre sus manos estaba el rayo de esperanza que momentos atrás le había dado Toshiro.

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Ser parte de la nada…

Ser parte del olvido…

Que te corten el pecho y no te dejen respirar,

Que te maten y sigas estando vivo…

Que te vibre el corazón.

Cada uno de los elegidos se sintió así al entrar en el huevo de la Fusión Prohibida; al principio sólo se habían llenado de un líquido amarillo y viscoso, en donde congeladas al estilo gelatina, flotaban todas las mariposas digitales, todos los datos de digimons. Ken apachurró a Satoru entre sus brazos al entrar al líquido gelatinoso, sólo le quedaban fuerzas para sostener a su niño, la visión no le alcanzaba para nada más.

Estando ahí, siendo parte de la nada, comenzó a sentir una calidez anormal que le llenaba de paz… a lo lejos podía escuchar su corazón, que apacible vibraba como si estuviera conforme con el pseudo-latido… y la muerte parecía amiga de su cuerpo, de un descanso que añoraba.

Estaba empezando a tener mucho sueño, los párpados se abrían y cerraban uno a uno, ya no había porqué seguir en una lucha llena de exaltaciones… ahí, dentro del digihuevo, se percibía una serenidad innegable… quizá su esposa y sus tres hijos estarían mejor dentro del génesis desmesurado que lo mataría todo para volver a crearlo.

A pesar de que se sentía tranquilo, la respiración se le cortaba cada vez más, pues era difícil aspirar aire en ese sitio gelatinoso.  Ken se dejó llevar, sus brazos se estaban entumiendo con suavidad, casi no podía moverse… era como si estuviera suspendido entre una marea pacífica, viscosa, aunque en realidad estaba pegado a una telaraña.

—Papá… papito… no puedo respirar—Ken escuchó esa vocecita dentro de su corazón, con gran esfuerzo, y antes de que se le cerraran los ojos, miró hacia su regazo, en donde yacía Satoru.

Satoru movía sus brazos y piernas como si quisiera nadar, se notaba que el pequeño no sentía la serenidad del padre, al contrario, Ken nunca lo había visto tan exaltado antes.

Ken se dio cuenta de que si cerraba los ojos, no tendría la oportunidad de ver crecer a su hijo menor. Le dieron ganas de llorar, ¿cuántas veces no lo había hecho por temor de verse vencido?, no lo sabía, en sus remotos pensamientos vio un vaso lleno de jabón resbaloso, como el que le preparaba Osamu cuando estaba pequeño para que hiciera burbujas. Y Ken soplaba, soplaba con suavidad, las pompas crecían hermosas… ¿Había algo que su hermano Osamu no supiera hacer bien?

"Él me dijo que yo… que yo soplaba despacito y hacía las mejores burbujas" se dijo Ken "¿Quién me llama?... No es Osamu. Me llama Satoru, mi hijito. Osamu murió".

Ken entendió que estaba cerca de la muerte, no le gustó sentir esa paz, era una mentira. En su regazo estaba Satoru, llamándolo. El Ichijouji sabía que debía salvar a sus hijos, a los tres.

"Satoru es un bebé. No ha tenido su primer día de escuela, no ha mudado su primer diente… Zetaro no le ha preparado jabón para que haga burbujas… Tengo que salir de aquí para salvar a mis niños".

—Papito, quiero salir de aquí… quiero ir a casa.

—Satoru, hijo—respondió Ken, después de haber terminado sus reflexiones. La realidad le había caído de pronto; le habían reventado su burbuja.

Ahora el huevo de la Fusión Prohibida dolía, lo tenía entumido, no podía respirar a gusto. Lo estaban matando.

—No puedo… no puedo respirar papito.

Satoru se revolcó hasta soltarse de Ken. Ken comenzó a moverse para volver a abrazar a su hijo.

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Jyou abrió los ojos un poco, los párpados no cedían. Sus lentes estaban retirados de su cara, flotaban en el líquido viscoso pero el doctor Kido no podía verlos.

Se sentía sereno, como si no estuviera en una situación drástica. Estaba ahí, suspendido en la nada. Poco a poco se quedaba sin aire, pero eso no le preocupaba, no sentía.

Pero no sentir dolor no estaba bien, Jyou se dio cuenta de eso.

Estar tranquilo sin pensar no era lo que él estaba buscando.

El estar feliz sin Jun y Doguen no era algo correcto, ¡no era verdadero!

Si él se dejaba llevar por esa corriente de tranquilidad, la niebla le privaría de la vida y el moriría con una sonrisa falsa en su cara.

Por eso Jyou trataba de abrir los ojos.

"No veo nada" susurró para sí mismo "He perdido mis lentes… no, he perdido mucho más que mis lentes, necesito hallar a Doguen… debe estar asustado… no, no está asustado, debe estar como yo, muy tranquilo, ¿por qué no me molesta estar atrapado?, no sé, estoy cómodo, pero esto no debe ser real. Si no encuentro a mi hijo van a engañarnos a los dos… tengo que encontrar a Doguen".

Jyou, con los ojos cerrados, trató de bracear para moverse. Sus movimientos eran torpes, tras varios intentos Jyou sintió que palpaba algo: sus anteojos.

Los tomó con el puño, los atrajo hasta su cara. Con gran esfuerzo los colocó frente a sus ojos, y fue como si Dios le dijera ¡Hágase la luz!

Vio con más claridad el líquido amarillento que estaba lleno de mariposas digitales, miró con atención esas chispas de datos, y tras ellos vio la figura de un ser humano.

"Es alguien, alguno de mis amigos" Jyou Kido, el mayor de los elegidos, comenzó a tratar de nadar por esa gelatina amniótica para alcanzar a esa figura que estaba sobre él.

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El jugo viscoso de la Fusión Prohibida era repugnante, Daisuke lo notó al sentirse embarrado; entre tanta gelatina no podía respirar, su cuerpo estaba lleno de hormigueos por el efecto de esa baba repleta de mariposas digitales. Daisuke no estaba en paz ni totalmente entumido, el yeso de su brazo roto de alguna manera lo protegía. Se sentía vivo todavía de esa parte de su cuerpo que no estaba influenciada por la gelatina.

"Seguramente la Fusión Prohibida tiene algún efecto paralizador o algo así, el líquido viscoso está en todo mi cuerpo, excepto en mi brazo roto… siento como si no necesitara respirar, pero mi brazo tiembla de miedo, tengo frío… eso significa que estoy en una trampa, si no me muevo o hago algo voy a morir paralizado en este maldito huevo". Daisuke movió con facilidad su brazo roto, a pesar de que el yeso lo hacía torpe, en esos momentos sentía su mano ligera a comparación del resto de su cuerpo. Por breves instantes pensó en desparecer para siempre las gelatinas del menú de postre de sus restaurantes.

"Maldición, Kyo es un chico valiente, pero debe estar asustado, no le gustan los sitios cerrados… tengo que encontrarlo".

Daisuke siguió explorando con su mano enyesada. Realmente resultaba espeluznante estar en un sitio lleno de mariposas digitales, de antiguos digimons. El Motomiya se preguntó por V-mon, suspiró desesperado, ¡tenía que salir de ahí!

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La respiración de Kurumi había sido amordazada. Con lentitud sus poros aspiraban cada vez menos oxígeno: en la Fusión Prohibida casi no había oxígeno. Kurumi pensó que a lo mejor era como estar en el espacio.

No podía moverse con libertad, había perdido la cuenta de los minutos que llevaba ahí. Le gustaba estar ahí, en donde los pensamientos se van reduciendo a cero. Sus sensaciones eran parecidas a las de los bebés cuando estaban en el útero, y de alguna manera la fusión prohibida era un embarazo gigante.

La adolescente parpadeaba constantemente, sus ojos color miel estaban protegidos por los cristales de sus enormes anteojos, de modo que el líquido gelatinoso no le impedía ver.

Veía cosas muy bonitas, ponía especial atención en las mariposas digitales, que parecían fósiles cristalizados. Era agradable estar ahí, con el cuerpo entumido, la respiración sin aire. Ella ni siquiera estaba consciente de su conformismo, ni de la situación. La muerte venía acercándose como ola inevitable. Kurumi hubiera querido sonreír.

Las sensaciones en ella fueron cambiando poco a poco; su paz se vio interrumpida por la ondulación de la gelatina en donde estaba incrustada. Alguien o algo parecía moverse cerca de ella.

La chica hizo esfuerzo por inclinar la cabeza. Su cuerpo no le respondía y el hechizo de tranquilidad se rompió al darse cuenta de que se estaba ahogando. "Y no me duele, pero me estoy muriendo" se dijo, era lo primero que procesaba desde que había caído en el huevo pegajoso lleno de datos.

Al bajar la mirada vio unos brazos que navegaban hacia ella. ¿Quién era?, ¿qué era?, Kurumi forzó su vista, miró con interés a través de sus antiparras.

El que venía hacia ella era el papá de Doguen, Jyou Kido. Kurumi quiso saltar del gusto, hasta entonces se había enterado de que estaba sola.

"Es que tengo que salir de aquí" dijo la muchacha, esperando a Jyou.

Jyou vio que la niña era la hija mayor de Ken, Kurumi. Con sus últimas fuerzas llegó hasta la nena e intentó tocarle el cabello.

Kurumi se estremeció. Cuando Jyou Kido agarró su cabellera le entró un apuro por querer evacuar ese lugar. Miró bien al hombre, quien con la mirada le indicó que empezara a nadar en esa gelatina. Había que encontrar la salida.

Kurumi hizo varios esfuerzos por moverse. Al principio no podía porque estaba entumida, pero después pudo desplazarse.

Continuaron moviéndose. Los dos pares de anteojos vislumbraron otra figura. Era la de Daisuke, y más a la izquierda había otros dos cuerpos.

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El tic tac del reloj hubiera sido un buen entretenimiento para esas mujeres. Nada podía despejarles la preocupación

Makoto sabía que las cosas no iban bien con su marido y su hijo, no sólo lo había presentido, sino que lo había vivido minutos anteriores: su digimon, un Gotsumon al cual acababa de recordar, había desaparecido.

Las cosas no iban bien en el Digimundo, o en donde sea que estuviera la batalla.

-Jun, querida, ¿has encontrado el teléfono que te pedí? – preguntó la señora Motomiya, arrugando su mandil.

-¡Ay Makoto!, ¿y eso de qué servirá?, ese hombre no puede salvar a mi Jyou ni a mi Solecito.

-No puede, cierto, pero debe estar enterado – opinó la esposa de Daisuke, casi indignada. No le gustaba el pesimismo de su cuñada, en estos momentos ellas tenían que tener fe y ayudar -. Además, la unión hace la fuerza, ¡cómo quisiera estar allá!

Makoto le arrebató la agenda electrónica a Jun, tecleó un nombre.

-Ya lo tengo – dijo, luego, tras un suspiro, descolgó el auricular del celudigital -, voy a marcarle a Michael…

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Daisuke sintió que le agarraban el pie. Quiso saber quien lo sostenía, pero no veía más allá de cinco centímetros. Trató de hablar, la voz no le salía de la garganta.

"Es uno de mis amigos" supo de inmediato, al sentir atrapada su pierna, después lo soltaron y esa persona siguió subiendo, hasta quedar frente a él.

"Es Jyou" se dijo Daisuke, pues al tocar el rostro ya maduro, palmó unos lentes. "Él me debe estar viendo".

Daisuke deseó tener sus googles, como en los viejos tiempos,  al sentir que Joe se seguía moviendo lo siguió con mucha más facilidad que Kurumi, quien había nadado en el líquido viscoso hacia donde estaba las otras dos figuras.

"Daisuke puedes moverse con tanta facilidad" observó Jyou tras sus gafas "Él tiene más oportunidad de encontrar la salida de este lugar… pero él no puede ver bien".

El Kido supo lo que tenía que hacer.

Se detuvo para darse la vuelta, agarró a Daisuke del hombro, se quitó los lentes y los embarró en la cara del Motomiya, "De algo van a servirte, Daisuke" pensó el Kido "al menos verás mejor que antes".

"Jyou…" reflexionó Davis, comprendiendo "No voy a fallarte".

Jyou Kido se hizo a un lado, Daisuke comenzó a nadar por la Fusión Prohibida, gracias a los lentes que Joe le había prestado, su vista, aunque borrosa, tenía más alcance.

Daisuke vislumbró tres manchas de seres humanos, era el sitio en donde estaba Kurumi.

En pocos segundos les dio alcance. Kurumi parecía muy contenta, porque se había topado con su padre y hermanito.

Daisuke les miró con atención, pero no vio sus gestos. Se acercó a ellos,  cuando iba a dar otra pataleada, movió su brazo y lo sacó del huevo.

Su brazo enyesado  había perforado la Fusión Prohibida de manera milagrosa.

Inesperadamente, el ex líder de los elegidos había encontrado la salida.

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Hikari sabía que el Aro Mágico de Gatompn era un arma. Lo sabía, lo entendía, lo comprendía, lo auguraba, lo pensaba, lo ansiaba, pero no sabía cómo usar el arma, y el tiempo se agotaba.

—¡Si nos absorben, todo estará perdido! — dijo Miyako, revolcándose en el remolino;  la risa de Lucemon FM le hacían coro.

Mimi cerró los ojos, hubiera querido gritar como su amiga morada. No podía, le ardía la cicatriz de la cesárea, no podía dejar de pensar en su familia.

—¡No lo vas a conseguir! —dijo Sora, con un valor que las otras tres elegidas no dudaron en admirar. Sora era la mayor, la que más respetaban, era quizá la más valiente—No sé como vamos a hacerle, pero no vas a hacer la Fusión Prohibida.

Lucemon FM no paraba de reír, Sora notó que cada vez brillaba más. Era un brillo leve, pero perceptible para la antigua elegida del Amor. Ese digimon iba a digievolucionar,  entonces sí que estarían perdidas.

"No nos ataca con sus poderes, sólo con estas ráfagas… algo no me cuadra todavía" siguió pensando la pelirroja, quien era la más tranquila en esos momentos.

Hikari envidió la serenidad de su amiga, quiso imitarla, pero el temor se apoderó de ella cuando Lucemon FM cambió de forma repentinamente. Se había convertido en la criatura más horrorosa jamás vista. Era una bestia lila, con dientes más filosos que Kabuterimon, con alas espeluznantes, con garras doradas, rígidas. Y la sonrisa radiante de maldad, de farsa, burla.

Mimi cerró los ojos, se cubrió el rostro, el vientre le ardió por dentro debido al nerviosismo, Miyako gritó del susto, aunque con rapidez argumentó que no le temía al digimon, que lo vencerían.

—Ahora son Lucemon Satan, la criatura más hermosa de este mundo—Mimi entendió más que nunca que la belleza era relativa, no dijo nada, su rostro, lleno de terror, tuvo un leve gesto de indignación —, Pero como dijo uno de los mocosos, sigo siendo el desperdicio. ¿No es irónico que lo que no sirve destruya a lo que sirve?... la Fusión Prohibida es mi hija, es la destrucción y mi alimento.

—Tú no eres sólo desperdicio — susurró Sora, Hikari fue la única que la escuchó -, tú no eres un digimon, LucemonSatan es sólo una máscara.

El cuerpo de Hikari tembló, recordó que días atrás, en el mar de la oscuridad, ella había roto el cascarón de un digihuevo; cuando el cascarón se había echo trizas, una energía poderosísima se había escapado y se había quedado sin cuerpo.

La esposa de Takeru apretó el aro mágico. ¿Por qué Lucemon Satan no les quitaba el aro?, Hikari creía que hasta los grandes villanos olvidaban cosas.

Vio con desesperación el colosal huevo de la Fusión Prohibida. Deseó ser una giganta para destruir el cascarón, que lucía unas diez veces más alto que la torre de Tokio. Era una enormidad. ¿Qué podía hacer ella?, Lucemon Satan no tardaría en lanzarlas al digihuevo.

Mientras Miyako y Sora tenían una lucha verbal con el enemigo para ganar tiempo (lucha que consistía en refutar una y otra vez las afirmaciones de Lucemon Satan), Hikari observaba con escrutinio el cascarón. A lo mejor la Fusión Prohibida tenía un punto débil, pero tal vez estaba verdaderamente alterada por la oscuridad.

¿Qué podía hacer ella?, en sus manos tenía el Aro, ¡tenía que hacer algo!

—¡Hikari! — gimió Mimi, desesperadamente, como si un alacrán le acabara de picar. No hablaba con fuerza, su voz era un gemido sin par, como para indicarle algo sin que nadie más se diera cuanta -¡Mira ahí, Hikari! ¡Una mano! ¡Una mano!

Mimi apuntó el cascarón. Hikari agudizó sus sentidos.

—La mano de Daisuke…—dijo azorada.

El brazo enyesado de Daisuke había perforado las fronteras de la Fusión Prohibida, ¡eso era increíble!, Hikari abrió más sus ojos rojizos, pero no pudo ver más allá de la mano… no había nadie más.

Y aunque ya no tuvo una visión más amplia del panorama, supo lo que debía hacer.

Volvió a apretar el puño, encerrando en su palma el Aro de Gatomon. Alzó el brazo lo más que pudo, trató de enfocar bien el objetivo.

—Hay veces en que las cosas tienen que arreglarse desde adentro — le escuchó decir Mimi, quien asintió con nervios mientras notaba que Sora y Miyako ya habían hartado a Lucemon Satan.

Hikari sabía que era arriesgado, pero no la pensó dos veces. No supo si usó la fuerza de sus entrañas, de sus deseos o de su emblema. Con todo lo que tenía, con el brazo estirado y la esperanza en sus pensamientos, la mujer lanzó con fuerza el Anillo mágico hacia la mano de Daisuke.

Sabía que era muy poco probable que al Aro lo atrapara Daisuke, sin embargo era lo único que se le había ocurrido.

Sora miró el lanzamiento y sonrió. Ahora todo dependía de los milagros.

El Aro mágico de Gatomon hizo una parábola en el aire. Se elevó, después comenzó a descender en una curva casi perfecta.

Los elegidos necesitaban de magia. Había veces en que era una exigencia creer en lo fantástico.

Miyako frunció el ceño con actitud ansiosa, se mordió los labios con énfasis al ver volar el pequeño Anillo dorado, Lucemon Satan lo notó, también vio la trayectoria, su actitud burlona despareció, alzó una de sus garras. Del demonio salió una ventisca negra que detuvo el aro mágico.

—¡No puede ser! — se quejó Hikari, con histeria — Nopuedesernopuedesernopuedeser

—¡Nuestra última esperanza! — gimió Miyako.

—¡Ya estoy harta de todo esto! — chilló Mimi— Harta de estar en estas peleas sin fin, ¡detesto tener un emblema!... si los emblemas sólo sirven para invocar al mal, que siempre quiere apoderarse de ellos, entonces yo no quiero tener que ver con ellos.

—Las virtudes no pueden robarse… — susurró Sora, con firmeza.

El Aro mágico flotó entre el aire de tinieblas y comenzó a brillar con fuerza, las ráfagas se hicieron más negras. Parecía que la oscuridad del viento quería fundirse con el Aro y este no se dejaba.

—Sora lo dijo, las virtudes no se pueden robar, Mimi — dijo Miyako —, pero parece que hemos perdido las fuerzas para luchar.

Hikari ya no decía nada, trataba de liberarse. Sus ojos no dejaban de mirar la mano de Daisuke. Ella tenía que soltarse de las ráfagas y ayudar.

"En el 2002 Gatomon perdió su Aro mágico… ese Anillo fue la clave de nuestra aventura" se decía, mientras se movilizaba para liberarse "Gatomon… ahora ella está dentro de ese huevo, con Takeru y los niños".  Hikari notó que el Anillo mágico era luz, y que esa luz brillaba tanto como las tinieblas "Toshiro lo dijo, esto que estoy viendo quiere convertirse en un eclipse".

—¡Vamos, Luz!, no permitas que el Aro se oscurezca… la luz habita en todos los que quieren vivir, ¡hay más luz que oscuridad!

De Hikari salió un espectro de luz muy parecido a ella. Era como un fantasma rosado, frágil y fresco. Las elegidas abrieron más los ojos al ver que el espectro de luz se adhería al aro mágico.

—Si Hikari tiene un espectro de Luz… a lo mejor yo… — susurró Mimi, pensando en si ella tendría un fantasma de pureza. No pudo terminar su frase, porque vio que Sora desprendía la misma esencia que Hikari. De Sora salió un espectro rojizo.

—Mimi, no podemos quedarnos atrás — dijo Miyako… para Mimi la voz de su amiga sonó como cuando era chica.

Ambas asintieron, cerraron los ojos, pensaron en que sus virtudes, sus emblemas, tenían que apoyar al Aro mágico.

Los cuatro espectros de las elegidas se desprendieron de ellas y se fusionaron en el Anillo dorado, que resplandeció con tal intensidad, que Lucemon Satan quedó ciego por unos instantes, del cuerpo del digimon asomó la cabeza una repugnante criatura, que volvió a meterse en su refugio en unos segundos.

El poder el Aro era asombroso, de cierto modo atrayente. Miyako notó que el aire negro que la tenía suspendida en el cielo disminuía potencia; ella y las demás perdían altura.

El cuerpo de Lucemon Satan se retorcía una y otra vez, su cuerpo estaba invadido de remolinos internos, esos remolinos tenían el impulso de ser chupados por el Aro.

—Parece que hemos creado nuestra propia fusión — opinó Sora, atónita. Tenía la atención puesta en varias partes a la vez.

El corazón de Hikari dio otro salto al ver que los remolinos internos del cuerpo de Lucemon Satan se desprendían de él, y dos espectros de emblemas se unían al aro.

—¡Es el espectro de Min! — dijo Hikari, al ver el resplandor dorado que tenía forma de Minagawa crecida. Mimi creyó entonces que el resplandor morado era el de Tulo.

—¡Ahí están! — indicó Sora, apuntando el piso—, el cuerpo de Lucemon Satan no sólo liberó los espectros de los pequeños, también expulsó a Min y a Tulo.

Mimi abrió la boca al triple. No vio a un recién nacido en el suelo, no vio a un niño pequeño, lo que vio fue a un adolescente que se parecía horrores a Koushiro de joven.

—¡¡Maldición!! ¡¡Debí recordar a ese Aro!!

Lucemon Satan perdió fuerzas. Los torbellinos que sostenían en el aire a las elegidas desparecieron y ellas empezaron a caer.

Sora supo pisar el suelo, respiró aliviada de seguir viva. A pesar de que los años no pasaban en balde, la señora Ishida sabía que su buena condición había ayudado a que pisara tierra firme sin problemas mayores.

Sin embargo las demás mujeres no tenían la misma agilidad que ella, por ello la Takenouchi miró angustiada a sus amigas.

Hikari se había incorporado recientemente, jadeaba, se sostenía el hombro con valentía; Miyako estaba en el suelo, parecía más golpeada, pero se apresuró a tranquilizar a las demás con un "estoy bien, no se preocupen".

—¡Oh no, Mimi! —recordó Sora, mirando hacia atrás.

Mimi no estaba en el suelo, sino en brazos de un chico de aproximados 16 años. El chico no estaba de pie, para nada, estaba en el piso.

—¡Dios mío, me salvaste! — dijo Mimi, quitándose de encima del muchacho, que tenía los ojos hechos arrobas por el impacto —, pudiste haberte lastimado, ¡pero permitiste que cayera sobre ti, Koushiro!

—Te equivocas — dijo el muchacho, aún en el suelo. Se le había salido el aire y su respiración era entrecortada —, yo no soy Koushiro.

—Lo sé, pero te le pareces tanto...

—Él es Tulo, aunque posiblemente no esté seguro de eso porque no lo ha vivido — dijo una voz femenina.

—¡Min! — dijo Hikari, al ver a su bebita convertida en una señorita de la edad de Tulo. Los dos chicos vestían de negro y lucían misteriosos.

—Mamita — dijo Min, con actitud mimada y misteriosa. La chica apuntó a Lucemon Satan, que seguía perdiendo poder y no podía moverse —, nosotros estábamos adentro de él, él nos hizo grandes para ser más fuerte… pero luego sentí que alguien nos llamaba, y fue así como pudimos salir…

Lucemon Satan ya no tuvo energía, perdió dos digievoluciones. Volvió a ser Lucemon. La ráfaga negra perdió potencia, el Aro siguió brillando, comenzando a caer.

Hikari vio la mano enyesada de Daisuke, todavía afuera de la Fusión Prohibida. Daisuke buscaba ayuda.

—¡Sora! — gritó Hikari. La antigua elegida del Amor asintió, empezó a correr en dirección al Aro mágico para cacharlo. Lucemon lo notó y emprendió un vuelo debilitado para impedir que la pelirroja se apropiara del arma mágica.

—¡El Aro no es sólo luz! — dijo Lucemon —¡El Aro también es la oscuridad!

—Estoy cansado de que estén jugando con mis etapas de crecimiento — refunfuñó Tulo, poniéndose de pie. —¡No sé ni quien soy!, ya me cansé.

Mimi se sonrojó al ver y oír a su hijo. Le encontró parecido con todos los miembros de su familia.

—¡Hay que ayudar! — dijo Min, volteando hacia Tulo.

Los dos chicos corrieron tras Sora, Mimi y Hikari ayudaron a que Miyako se levantara.

—¿¡Cómo es posible?! — Se dijo Mimi —, él acaba de nacer, no es posible que sea un muchacho de esa edad…

—La Voz explotó sus energías —opinó Miyako —, no sé como sea eso, es parte de la magia. Pero al aprovecharse de las energías vírgenes de los niños, debió acelerar el crecimiento de los mismos.

—Es increíble…

Sora sintió que Lucemon la alcanzaba y le jalaba los cabellos. Miró hacia atrás,  sintió alivio al notar que Min y Tulo saltaban sobre el ángel digital y lo atrapaban.

—¡Suelta a mi tía Sora! —ordenó Min.

—¿Ella es tu tía? — preguntó Tulo, siempre confuso, en otra dimensión.

—Ya la conocerás, te lo prometo — Min le pegó un manotazo a Lucemon, éste soltó a Sora.

La esposa de Yamato no perdió tiempo, brincó hacia el Aro, lo sacó del remolino negro. Entonces volteó hacia el huevo, vio el brazo enyesado de Daisuke y lanzó el Aro con fuerza hacia su moreno amigo, el segundo heredero de los googles.

—¡DAISUKE! ¡DAISUKE, TIENES QUE ATRAPARLO!—exclamó Hikari.

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Daisuke escuchó su nombre. Era lo primero que podía oír en ese huevo. Había escuchado la voz de Hikari, que estaba afuera, esperándolos. A lo mejor Hikari había visto su mano… sin tan sólo pudiera salir de ahí.

En su pensamiento vio la imagen Hikari…  con una rapidez asombrosa captó el mensaje: "Daisuke, tienes que atraparlo".

El Motomiya abrió lo más que pudo su mano. Afuera de la Fusión Prohibida hacía frío, las articulaciones de los dedos le dolían.

No sólo le dolían, sino que de manera fortuita le tronaron los huesos de la mano al atrapar algo. De haber tenido más sentido del humor hubiera pensado en que ahora le enyesarían los dedos.

Dai hizo fuerza. Comenzó a meter su brazo de nuevo en la Fusión Prohibida.

"Me han dado el Aro" dijo "Seguro y servirá para sacarnos de aquí, ¡gracias Hikari!".

Poco a poco fue introduciendo su brazo. Le ardía la piel, la parte su cuerpo se resistía a regresar adonde mismo.

"Vamos, un poco más".

Y entonces… Daisuke logró meter el Aro en la Fusión Prohibida.

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En cuando el brazo de Daisuke despareció hundiéndose en la gelatina de datos, el pequeño Lucemon que sostenían Tulo y Min desapareció, se hizo trizas. No salieron de él datos digitales.

—¡Desapareció!

Lo único que quedó fueron los gases negros que se elevaron y comenzaron a gemir más fuerte que La Llorona (*).

—Como lo pensaba — dijo Sora —, no era un digimon, era una máscara.

—Ya veo — agregó Yolei — se materializó en Lucemon con la energía de Min y Tulo, pero no pudo convertirse en un digimon.

**¡¡MALDITOS ELEGIDOS, HAN DESTRUIDO MI CUERPO!! ¡¡TAMBIÉN ROMPIERON MI CASCAR"N!!** dijo la Voz, de nuevo resonando **PERO A MI HIJO NO LE HICERON DAÑO, A MI HIJO LE HAN DADO TODOS LOS EMBLEMAS, WJUAJAJAJAJAJA**

Tulo frunció las pobladas cejas zanahoria.

—Déjame adivinar — mencionó, confundido —, ¿esa cosa (apuntó al digihuevo gigante) es el hijo de esa voz que se escucha?

—Sí hijo, eso creo, ¡pero no es momento para esos comentarios! — regañó Mimi.

El muchacho se encogió de hombros.

—Yo no entiendo nada—se dispensó.

—¡Es verdad!, el Aro mágico tenía los espectros de nuestros emblemas!— recordó Yolei. —¡la Fusión Prohibida va a realizarse!

—Es tarde para arrepentirnos — juzgó Sora — sólo nos queda esperar.

La Voz volvió a reír.

**USTEDES VAN A MORIR CUANDO LA FUSI"N COMIENCE** dijo; Min se tapó los oídos **LA FUSI"N EXPLOTARÁ Y SE CREARÁ MI UNIVERSO DEL DIGIMUNDO!... NO IMPORTA QUE NO TENGA CUERPO, YO SIGO PRESENTE, SIEMPRE PRESENTE, Y UN DÍA…**

—Que se calle, que se calle esa voz — rogó Min, cubriéndose los oídos con más fuerza.

—No creo que haga caso si se lo pedimos — juzgó Tulo, con inocencia.

—No pierdan la fe — dijo Hikari —Es verdad que los emblemas están adentro de la Fusión Prohibida, sin embargo ¡No se olviden del Aro!

Fueron sus palabras las que parecieron ser el punto de partida de una explosión tan inmensa, que ni siquiera tuvieron tiempo de asimilarla.

Era como una bomba atómica, que sin embargo no destruía nada. Era como entrar en un sueño inacabable.

Era entrar en la nada.

El fondo negro quedó opacado por la luz, se volvió blanco. Los escombros del castillo de Lucemon se volvieron arena transparente que entró en los oídos del mañana.

No hubo ruidos por la explosión. El único sonido eran los chillidos de angustia de un ser que lloraba.

A lo mejor había dado inicio la Fusión Prohibida.

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Kotaro se talló la carita. Trató de incorporarse, no pudo.

Abrió los ojos, tenía las pestañas embarradas de un líquido viscoso. Por un momento sólo vio una hoja blanca tan gigante como el mundo. Kotaro volvió a intentar levantarse, pero un robusto brazo se lo impidió.

—Espera un poco, no sabemos lo que va a ocurrir—escuchó que le decía su papá.

—Papi, ¿no estamos muertos?

—No lo sé — respondió Yamato, viendo a su alrededor.

La explosión lo había tomado por sorpresa como a todos los habitantes del huevo de la Fusión Prohibida. Sólo había tenido tiempo para percatarse de que un espectro azul con su misma imagen había salido de él. Cuando eso había ocurrido, Yamato había encontrado a Kotaro y lo había sujetado del zapato.

Después el cascarón del huevo se había reventado y todo había salido volando.

¿Era esa la Fusión Prohibida?

Yamato buscaba con su celeste mirada los paraderos de Mayumi y de Sora. No sabía en donde estaba, ni lo que tenía que hacer.

El silencio se rompió, a lo lejos, como un eco malformado, se oyeron unos lamentos que tenían más pinta de aullidos que de llanto.

—¿Qué demonios… — empezó a decir el rubio, pero su hijo lo interrumpió.

—¡Mira papá, hay dos mariposas!

Yamato Ishida se incorporó al instante, cargando a Kotaro en su regazo. El pequeño levantó los bracitos.

—Vengan, maripositas—dijo, con los ojos brillantes.

Yamato notó que tanto él como su hijo estaban cubiertos del una sustancia gelatinosa.

—Las mariposas nos están llamando, papi — aseguró Kotaro.

—Gabumon — susurró Yamato, mirando a una de las mariposas —, amigo mío, eres libre.

Las mariposas volaron alrededor de Yamato y Kotty, luego se elevaron en el cielo blanco, que se iba desvaneciendo para dar cabida a la realidad.

—Papi, ¿en verdad estamos muertos?

—No, no lo estamos, salimos de la Fusión Prohibida.

Cuando Yamato dijo eso, el paisaje cambió súbitamente.

No era negro, ni blanco. Estaban de nuevo en el mar oscuro, en las ruinas del castillo de Lucemon, que era donde había iniciado la batalla.

La luz había sido tan potente que los había cegado en un blanco nacarado fugaz, pero ahora todo había vuelto a la normalidad.

O casi todo.

El cielo estaba cubierto de mariposas digitales que huían de la Fusión Prohibida, las ruinas estaban embarradas de líquido amarillo y trozos de cascarón gelatinoso.

—¡La Fusión Prohibida explotó! — mencionó Kotaro, con un gran aplauso.

—¡Se ha suspendido! — dijo Kyosuke, incorporándose.

Yamato asintió conforme, a su alrededor comenzó a ver rostros familiares. Todos sus amigos y los hijos de estos estaban "regados" por todo el lugar.

—¡¡Mamitaaaaa!! — gritó Kotaro, al ver a su madre a lo lejos.

Yamato no perdió tiempo y corrió hacia su esposa. Kyosuke sonrió, buscó a Daisuke con la mirada.

—Pap

Cada uno de los niños comenzó a buscar a sus familiares. Tenían los rostros cansados y las respiraciones agitadas, como si estuvieran recuperando aire robado.

—¡Mi Kari! —saludó Takeru, abrazando a su mujer, la notó un poco pálida, pero la emoción de volverla a ver hizo que esos detalles no tuvieran tanta importancia.

—¡Mamá! — dijo Toshiro, Sei estaba con ellos, pero lucía preocupado, le temblaban los ojos.

—¡Tenemos que buscar a Min! — rogó el rubio, con histeria, todavía se sentía culpable por no haber evitado que a Minagawa la utilizara el enemigo.

—Tranquilo, mi artista — dijo Hikari —, nuestra Min está sana y salva.

—¡Hermanos! — oyeron de pronto Toshi y Sei, al voltear las mejillas se les enrojecieron casi como el cabello de Osen; retrocedieron instintivamente por el susto.

—¿Min-chan? —tartamudeó Toshiro.

—Están un poco pequeños, ¿no creen? — dijo Min, con gracia encantadora.

—Pardiez… yo diría que tú eres la grande— respondió Sei, viendo que su hermana se había convertido en una joven varios años más grande que él, tenía incluso unas curvas delicadas y la mirada dulce de una adolescente en busca de novio (o al menos eso le pareció a Seiyuro, y lo dejó alarmado).

Takeru abrazó a su princesita sintiendo una oleada de confusión.

—Hijita, cómo me das sorpresas.

Así como Min le estaba dando un asombro a Takeru, con los Izumi estaba pasando algo similar.

—¿Que qué? — dijo Ben —¿Cómo quieres que te crea que este grandulón es mi hermano?

—Es tu hermano y punto, Benji — regañó Mimi, con dulzura.

Ben seguía herido, las costillas le seguían crujiendo, no había dejado de sujetárselas… pero al ver a Tulo, las manos le habían caído en los costados, inertes.

Koushiro estaba sereno, tenía una orgullosa sonrisa estancada en el rostro; parecía analizar el porqué su hijo había crecido y la relación que esto tenía con la Fusión Prohibida.

—Tulo, ¡estás enorme!—dijo Osen, entusiasmada.

—Y muy guapo ¿Verdad Osen-chan?— preguntó Mimi.

—Sí— respondió Osen.

—Mira mi amor, se parece a ti, y a ti también Benji.

Fatalidad — rezongó Ben —Un bebé recién nacido está más alto que yo.

Tulo bufó al sentirse el centro de atención, pero en breves segundos se acostumbró a eso y sonrió muy conforme.

—Eres mi hermano mayor, según sé, y estoy más grande que tú. Tienes que comer mejor, ¿ne? — A Tulo le brillaron los ojos. Los tenía café oscuro, casi negros. Era la primera vez desde su crecimiento acelerado que se veía seguro y alegre.

—Genial, el chico ya no me tiene respeto— refunfuñó el principito, indignado.

—¿Papá? — preguntó Tulo, ignorando el comentario del hermano mayor -¿Qué es todo esto?...

—Es la fusión prohibida, Tulo— respondió Osen.

—O lo que quedó de ella — agregó Kou.

—Ah, sí, claro, quedo en cero de todas maneras — suspiró Tulo, luego miró hacia arriba - ¿y esos bichos qué son?

Osen y Koushiro voltearon hacia arriba, vieron a millones de mariposas digitales perdidas en el firmamento del mar oscuro.

—Son los digimons, Tulo — explicó la hermana mayor — o lo serán.

Tulo decidió dejar de cuestionar. Todo era más confuso si intentaba entenderlo, así que sólo seguiría al margen. La conversación cesó cuando los Ichijouji alcanzaron a los Izumi.

—Koushiro — dijo Miyako —, tenemos que buscar la manera de salir del mar oscuro.

—Si la Fusión Prohibida se ha suspendido, ¿este es un final o un inicio?— preguntó Zetaro.

—La Voz no ha sido destruida — interrumpió Taichi —, me lo acaba de decir Hikari, que la Voz estaba usando una máscara de Lucemon.

—La Voz es energía, pero no es sólo energía de un tipo — comentó Koushiro.

—¿En dónde está? — preguntó Ken —¿Qué haremos con los datos de los digimons?

—Se deberían reestructurar… — mencionó Taiki —, nosotros queríamos ir al Digimundo a eso.

Los elegidos poco a poco se iban reuniendo.

—¡Madre mía, qué chico tan guapo! — dijo Kurumi al ver a Tulo.

Err… Kurumi, si te refieres a mi hermano crecido… creo que, no te gustaría saber que es un recién nacido — dijo Ben.

—Ay Dios, qué cosas, está más grande que Satoru.

—Muy grande, más que yo — lamentó Satoru, con su apariencia de niño de cinco años.

—Tenemos que salir cuanto antes de aquí —habló Iori— la Fusión Prohibida podría volver a regenerarse.

—Nunca logrará nada esa estúpida Voz— gritó Daisuke, quitándose los lentes para regresarlos a Joe.

Él y Kyo se habían unido a los demás.

Daisuke Motomiya abrió el puño de su mano para mostrar el Aro mágico. Ya no era un anillo dorado, era un objeto cristalino por donde los colores fluían como agua en arroyo.

—¡Qué bonito! —Los ojos esmeralda de Yuri se llenaron de alegría - ¿Son los emblemas, verdad?

—Sí, Yuri. Los emblemas están adentro del aro mágico, ¿no es increíble?

Hubo un breve silencio, los 28 humanos estaban reunidos y formaban un semicírculo, no había señales de la Voz, las mariposas seguían volando alrededor.

—Yo leí en el libro de tío Takeru que una vez se sacrificaron los emblemas para salvar al Digimundo, fue después de las aventuras de 1999. — recordó Mayumi Ishida —, ¿no se podría hacer lo mismo?

—Es probable, May-chan… — opinó Takeru —, en esa ocasión el Digimundo se regeneró con la energía de nuestros emblemas… los emblemas físicos desparecieron ese día, más tarde seguramente se regeneraron.

—Tal vez el Mundo Digital necesite regenerarse con los emblemas de vez en cuando. Aunque eso suena tonto.

—No Llorón, yo creo que es una buena idea — apoyó Sei.

Arg!, por si no te has dado cuenta Seiyuro, ¡tengo nombre!

Daisuke miró el Aro mágico con interés.

—Hay que intentarlo — dijo Tai —. Durante un año hemos olvidado a los digimons, es hora de ayudar a este maravilloso mundo… necesito volver a ver a Agumon para darle las gracias por su gran amistad.

Hay veces en que las reglas dejan de existir. Muchas cosas se hacen con guión, pero los guiones pueden perderse, entonces la incertidumbre retumbaba y tiene que trascenderse.

Los elegidos asintieron.

Los aullidos de la voz resurgieron de la nada, fueron tan agudos que los niños más pequeños se sujetaron de la ropa de sus padres.

—¡Qué horror! — gritó Mimi.

Los chillidos se incrementaron y se fueron mezclando con risas insanas. El Oleaje del Mar Oscuro parecía el propio de un huracán.

—Estamos en el centro del Digimundo — dijo Hidemi —, pero parece que el enemigo es el dueño de este lugar, o al menos tiene dominada la oscuridad.

—¡Que se atreva a venir, y ya verás como lo hacemos pedazos, hijita!

—¡Cierto, Taichi! — apoyó Sora

**ESTÁN EN MIS DOMINIOS. NO SÉ COMO PUDIERON DESTRUIR A MI HIJO, PERO NADIE NUNCA JAMÁS SALDRÁ DE ESTE MAR OSCURO… ¡YO LOS MATARÉ!**

—Esta vez no podrás usarnos a nosotros como señuelos — retó Zetaro —,¡porque te volveremos a engañar!

**ESTÁN EN MI MUNDO Y VAN A MORIR**

Los aullidos, graznidos y gritos volvieron a oírse. La mezcla de sonidos era impresionante. Las olas del mar oscuro crecieron más que un tsunami.

—¡Nos vamos a ahogar! — dijo Kotaro.

Nah, mira esto — tranquilizó Yamato —, ¡Daisuke!

Daisuke alzó el aro mágico.

—¿Y qué se supone que debes hacer ahora, papá?

—Yo que sé, Kyo, sólo concéntrate.

—¡Sacrifiquemos los emblemas!

Casi todos los elegidos cerraron los ojos con nerviosismo, Tulo miró a los demás.

—… no entiendo nada— murmuró asustado, pero no cerró los ojos, volteó hacia Min, quien tampoco tenía los ojos cerrados y brillaba intensamente. —¡Otra vez estás brillando!

Min asintió.

—Esta niña nuevamente me ha prestado su cuerpo para que hable con ustedes.

Los elegidos abrieron los ojos al instante.

—¡Minagawa!— llamó Takeru, asustado.

—Ella puede albergar espíritus porque es hija de mamá-Kari — replicó Seiyuro.

—Asombroso…

—Elegidos, ábranme su corazón,  encontrarán lo que buscan — dijo el espíritu en Min, Sei se dio cuenta de que era el mismo que horas anteriores había poseído a su hermanita. —Yo soy el Digimundo y les agradezco mucho esta lucha. Si ustedes me abren el corazón, les aseguro que todo se arreglará.

—El Digimundo… tú eres la energía que nutre este mundo — dijo Koushiro.

—Exacto, eres la energía de los deseos, de la gente que cree en el Mundo Digital— argumentó Jyou.

—¡Es usted, señor Oikawa! — exclamó Ioir de repente, los ojos se le humedecieron.

El espíritu sonrió, Iori hubiera querido que además de sonreír le hubiera asentido.

—Ábranme su corazón. Las memorias borradas de la escritura han hecho mucho mal, pero la fusión ha sido detenida por segunda vez

**¿ABRIR EL CORAZ"N, DICES?... ¡YO TAMBIÉN SOY EL DIGIMUNDO! ¡Y LES ORDENO QUE SE PUDRAAAAAAAN!**

Las olas comenzaron a arrasar con todo. Era el lado tenebroso del Digimundo el que hablaba.

—¡Tengo miedo! — admitió Doguen. Tulo se agarró al regazo de su madre sin importarle su apariencia.

—¡Es que no entiendo nada!

Min siguió serena, volteó hacia el cielo.

—Tú no puedes impedir que ellos me abran el corazón. Aunque seas parte de mí, tú no puedes impedirlo.

**PERO PUEDO ENCERRARLOS AQUÍ, NADIE PUEDE SACARLOS**

—Si me abren su corazón, ellos descubrirán que no están solos.

—¡Así es, como en los viejos tiempos!— interrumpió Miyako.

"Quizá esto tenga sentido... La energía de los deseos de las personas ha hecho que el Digimundo siga vivo, la energía negativa de la oscuridad quiere tomar el control, y estuvo a punto de hacerlo… pero ahora que impedimos la Fusión Prohibida, estamos a un paso de la restauración. Si abrimos el corazón, como dice el espíritu del Digimundo, estoy seguro de que podremos usar los emblemas para cuidar de este segundo hogar" reflexionó Koushiro.

—¡Yo te quiero abrir mi corazón! — dijo Hidemi, — pero no sé como.

—Tu luz te guiará.

Hidemi lo comprendió. Su luz era su emblema, La Libertad. Ella quería ser libre.

—Ya veo…

No hay llave para abrir corazones. Los corazones se abren con deseos muy fuertes que hierven día y noche en el interior. Los elegidos eran capaces de abrirse, si ellos lo deseaban.

No necesitaban estar en contra de la oscuridad, porque este es hermana de la luz, lo que necesitaban era creer, tener fe.

No tenían que alzar la espada para una lucha, o invocar una pelea entre digimons.

Sólo tenían que desear con fuerza. Así funcionaba la magia maravillosa del Mundo Digital.

—Ábranme su corazón

**Ellos están solos**

—Eso es, sigan así, ustedes pueden.

**Ellos están solos**

**Van a perecer porque están solos**

**Solos, solos, solos**

—¡Mientes!, ¡ELLOS NO ESTÁN SOLOS! — el grito se oyó desde lejos.

Hey, Daddy! — reconoció Ben —, Escucha eso Cerebrito, es mi papá.

—¿Michael? — se cuestionó Mimi.

Pero Michael no parecía hacer acto de presencia. Su voz se había oído lejana.

—¡Es verdad, no están solos! — dijo otra voz, la de Jun Motomiya.

—Porque aquí en la tierra, hay miles de elegidos que esperan a sus camaradas.

—¡Es Makoto!, ¡muy bien querida! — dijo Daisuke, alzando más el aro cristalino.

Más personas comenzaron a oírse y a opacar los aullidos de la Voz maligna. Después de esas palabras de apoyo, miles de luces  comenzaron a invadir el mar oscuro.

—¡Justo como en el año del 2002! — recordó Sora — Nuestros digivices nos llevaron a donde estaban luchando Daisuke y los demás.

—Yo recuerdo que muchas luces aparecieron y nos ayudaron a vencer a Malommyotismon — rememoró Ken.

—¡Ya has oído, no estamos solos! — se entusiasmó Taichi, abriendo su corazón con valentía.

Por todas partes se veían luces que mandaban los humanos que habían recordado a sus digimon. Las tres lunas del mar de la oscuridad resplandecieron una y otra vez. Seiyuro pudo ver con claridad que el apoyo de los otros elegidos venía desde la tierra.

"Podemos hacerlo, ¡podemos hacerlo!"

—Como ya se ha dicho, ¡La esperanza es lo último que morirá!

Del anillo mágico salieron chispas. Las mariposas revolotearon una y otra vez, comenzaron a unirse.

Las olas del mar oscuro desparecieron. La arena se comenzó a hacer pasto, los chillidos de burla de la Voz comenzaron a escasear.

Los datos de digimon se unieron en huevos, Zetaro presenció con admiración el suceso. Los digimons se estaban materializando por los deseos y recuerdos de las personas,  no por la energía negativa.

—¡Estás acabado, tienes que rendirte! — dijo el espíritu en Min, elevándose por los aires —. Tú no puedes eclipsarme, el Digimundo existe porque los humanos nos crearon.

**LOS HUMANOS DEBEN MORIR, ¡TÚ DEBES MORIR!**

La Voz reapareció como humo negro, el espectro que poseyó a Min se acercó a esa oscuridad.

—¡Espera! — gritó Hikari —, ¡es que Min!

—Tienes razón, a ella no le corresponde — dijo el espectro con dulzura.

Una espuma blanca abandonó el cuerpo de Min, quien comenzó a caer con lentitud, hasta que Takeru la tomó en sus brazos.

Las energías chocaron entre ellas, provocando una gran explosión.

De las energías no quedó nada, parecían haberse neutralizado.

El mar oscuro no estaba.

Ahora se hallaban en un bosque tupido de flores exóticas. La brisa tenía un fino rocío. El cielo mostraba tonalidades rosadas y azulosas; ya no había mariposas digitales, sino muchos huevos, tirados al azar por todo el Digimundo.

—¡Este sí que debe ser el Digimundo! — creyó Hidemi.

—¿Y qué pasó con el malo? — preguntó Kotaro

—Se ha ido, hijo — respondió Sora.

—¿Y puede regresar?

—No lo sé Kotty, la oscuridad nunca se agota — explicó el tío Takeru — pero tampoco la luz. Si la luz y la oscuridad están equilibradas, no habrá nada qué temer.

—Y si algo malo sucede, estarás presto a luchar, ¿verdad Kotty?

—¡Claro papá!

Seiyuro dio un paso al frente, aspiró el fresco aire.

—No puedo creer que esto se haya acabado… hacía sólo unos instantes estábamos adentro de la Fusión Prohibida,  ahora… estamos en un génesis fenomenal.

—Parece irreal — comentó Toshiro, con voz desganada —, se siente un gran vacío en el pecho.

Hikari miró atentamente a su primogénito.

—Toshi, todo ha terminado. Me sentiré muy triste si no dejas de culparte.

—El señor Genai murió por mi culpa, madre —susurró Toshiro.

—No. — interrumpió Zetaro —. ¡No te culpes, porque entonces yo tendría que culparme de muchas cosas que hice cuando la semilla me controlaba!

—Entiendo. — dijo Toshiro, levantando el rostro.

—Yo sigo sin entender qué sucede, y así será, supongo — expresó Tulo, cruzando los brazos al estilo Ben. Había demasiada gente, la escenografía cambiaba una y otra vez, había malos que querían aniquilarlos y ahora todo estaba bien, porque la llamada Min habían brillado, algo la había poseído y los elegidos habían abierto el corazón.

—No te preocupes Tulo, te lo explicaré todo.

—Gracias, hermana mayor… Oye, ¿y qué es eso que se ve en el cielo?

Cuatro digiehuevos estaban colocados como puntos cardinales sobre los elegidos.

—Deben ser los dioses digimons.

Minagawa abrió los ojos rojizos, se talló la cara.

—¿Qué ha pasado? — preguntó aturdida, Takeru la puso en pie,  Seiyuro saltó hacia su hermana y le besó la mejilla.

—Pasa que nos ayudaste mucho, Min-chan.

—¡Es verdad, los dioses digimons!— dijo Satoru, apuntando a los huevos, que desparecieron casi al instante.

—Oigan, miren eso, es mi computadora — mencionó Koushiro, viendo que su máquina vieja estaba sobre el pasto.

La arcaica pineapple marcaba que tenía un e-mail.

—Ábrelo, Koushiro.

El Ingeniero Izumi asintió, le dio clic al correo.

"Gracias a los elegidos que le han devuelto la vida a nuestro Digimundo. Las memorias borradas, que habían eclipsado nuestra existencia, han vuelto a los hombres y a las mujeres de la Tierra que de verdad aman este mundo tanto como el suyo.

El Mundo Digital ha vuelto a nacer, los digihuevos van a abrirse, como hace un año, pero nadie los olvidará.

El deseo de los digimons perdurará en sus corazones aunque la puerta se cierre".

—¿Quién lo manda, Kou?

—No lo sé Tai… llegó por la dirección del señor Genai. Probablemente las energías positivas de este mundo han sido las agradecidas, ¿cómo saberlo?

—Debe ser así — opinó Doguen Kido —. Papá, ¿y cómo vamos a irnos a casa?, mamá debe estar esperándonos.

—¡Pero Llorón!, ¿nos iremos sin nuestros digimons?

—La puerta va a volver a cerrarse — dijo Ken, cerrando los ojos —, pasará lo mismo que el año pasado. No podemos llevarnos los digihuevos a la Tierra, no sobrevivirían.

—¿Y vamos a poder volver?

—Espero que sí, Kurumi.

—Antes de irme, quisiera despedirme de V-mon – lamentó Daisuke —. Aunque, ¡sé que mi amigo y yo volveremos a vernos!

Los niños no dijeron nada, en sus mentes pensaron mucho pero estaban mudos. El cansancio era notable en sus caritas sucias, tenían un aspecto terrible.

—Hay que abrir la puerta para irnos a casa — pidió Mimi.

Miyako asintió. Sabía que sin digivice era complicado regresar, sin embargo seguramente entre ella, Ken y Koushiro podrían hallar una puerta.

Los pensamientos de la mujer fueron interrumpidos por una locomotora que se acercó a ellos por unas vías que salieron de la tierra de manera mágica.

—¡Hola! — saludó el tren —, soy Trainmon, ¿ustedes son los llamados niños elegidos?

—¡Caramba, un digimon-tren!— exclamó May.

—Oh sí, gracias a la reestructuración del Digimundo fuimos renovados; por culpa de unas aventuras antiguas había terminado en un cementerio de Trainmons. Bueno bueno, ¿son ustedes los elegidos?, porque tienen boletos de pasaje para la Tierra gratis. Es el último viaje que un Trainmon hará a ese lugar.

—Somos nosotros — informó Jyou —, será un placer que nos lleves.

—¡No, yo no quiero irme!- renegó Taik —No podemos irnos papá, ¡mejor hay que quedarnos a vivir aquí!

—Suban rápido — dijo el Trainmon —, ustedes deben volver a su casa, aquí harían mucho destrozo y volvería a quedarme en el cementerio de colegas.

—¡Es que no es justo!

—Taiki, no hay discusión sobre el tema. Tenemos que irnos, el Digimundo necesita renovarse poco a poco y por sí mismo. Cuando llegue el momento, el Mundo Digital abrirá sus puertas a nosotros.

—¡Koromon y yo acabábamos de reencontrarnos!

Taichi Yagami intensificó la mirada. Por dentro sentía lo mismo que su hijo, pero no podía dejarse guiar por esas emociones, ya era un adulto. Taiki bajó la mirada, contuvo su malestar y obedeció… habían estado luchando tanto que era injusto irse tan pronto.

—Arriba el ánimo, Taik — le dijo Hidemi —, estoy segura de que cuando nuestros digimons nazcan, lo primero que harán será darnos las gracias desde aquí, nosotros los escucharemos y vendremos de nuevo.

—Ojalá Hide, ojalá — Taiki siguió frenándose las lágrimas mientras se encaramaba al Trainmon detrás de su gemela. Hide sintió que el dolor regresaba a su pierna, pero no se quejó y le sonrió a su hermano.

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—Subámonos de una vez, hay que marcharnos… si nos ponemos a pensar, luego las cosas serán más difíciles. — opinó la linda Kurumi con nostalgia.

—Esperen un momento los tres — dijo Ken, Miyako les sonrió a sus hijos —Aprovechando que esta es nuestra primera visita al Digimundo en mucho tiempo, Miyako y yo queremos decirles que estamos muy orgullosos de ustedes.

—¿En verdad? — preguntó Satoru

—Claro que sí, mi precioso — aseguró Miyako.

—Estamos orgullosos de ti, Kurumi, por saber sobrellevar tan bien la situación, por ayudar a tu hermano y por sacarnos de apuro en la Fusión Prohibida.

Kurumi abrazó con emoción a sus padres, dio unos saltos exagerados de alegría.

—Satoru, tú también has sido un buen chico, ¡pudiste hacer la digievolución DNA con Kyosuke!, hace unos segundos hablé con él y me dijo que eres el niño más valiente que ha conocido.

Satoru asintió varias veces, Kurumi le agarró los cachetes y le llamó "kawai" varias veces.

—Y Zet, ¿a ti qué puedo decirte, hijo?, estamos asombrados de tu maravillosa capacidad de amar, pudiste trascender la semilla para ayudar a tus amigos. Tú llevaste a cuestas una cruz muy pesada, y has sabido superarlo.

Zetaro bajó la cabeza.

—Gracias…

—¡Hermano, subamos al tren! — Satoru jaló a Zet, el morado asintió.

Cuando Satoru puso un pie el vagón del Trainmon, perdió peso, estatura y edad. En breves segundos volvió a ser el bebé de dos años y medio que era antes de llegar al Digimundo.

—¿¡Sato-kun!?— se extrañó Zetaro.

—¡Tet!, ¿y mamá?

—Ven acá, mi chiquito, ¡has vuelto a ser mi bebé!

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Ben observó lo que le sucedió a Satoru. Suspiró un par de veces y le habló a Tulo.

—Súbete al tren, ¿quieres?, es menester que vuelvas a ser el bebé que eras.

Tulo se rascó la cabeza.

—¿Tú crees, hermano mayor?

—¿Qué?, ¿acaso te gusta estar así, todo confundido?

—Es divertido en el fondo — mintió Tulo, sonriendo —, pero ya quiero conocerlos de verdad.

—¡Oigan! — Tulo llamó a sus padres y hermanos —, hasta luego.

Sin pensársela dos veces y con una sonrisa parecida a la de Mimi, Tulo entró al Trainmon, Ben se lanzó tras Tulo, quien empezó a transformarme.

—¡Espera, despídete más lentamente!— tras el brillo de la transformación, Tulo era de nuevo en bebé rosado, con los puños apretados y los ojitos cerrados.

—Mi Tulo — susurró Mimi, tomándolo en sus brazos —, ¡va a ser verdaderamente encantador!, ¿verdad, Osen-chan?

—Claro que sí, es más, ya lo es ^^

—Tenemos que abordar, familia — pidió Koushiro, con la mirada fija en su hijo menor.

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Mayumi y Kotaron subieron sin que sus padres ordenaran. No se veían tristes, sólo resignados.

—May, ¿recuerdas el cuento que me contaste del niño que sacaba la mano de la ventanilla del coche y luego se la machacaban las auto-naves?

—Sí, lo recuerdo.

—¿Puedo sacar la mano?, no hay muchos carros

—Pregúntale a papá o a mamá, ¿quieres?

Kotty volteó hacia sus padres, quienes le asintieron.

—May, sí me dieron permiso.

—Qué bien Kotty, yo también sacaré la mano para sentir el aire del Digimundo.

—May…

—¿Mmh?

—El año pasado nuestros papás se iban a divorciar, qué bueno que todo cambió.

—Sí, tienes razón. ¡Por cierto, Kotaro!, tengo que felicitarte, eres extraordinario cuando luchas con Metalgarurumon!

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—¡Yuri-chan!, ¿qué haces?, es hora de subirnos —Kyo y Doguen se acercaron a la hija de Cody, quien estaba hincada cerca de unas flores.

—Miren que bonitas flores, se las llevaré a mamá.

—Buena idea, pero date prisa, que nos dejan

—Ya voy chicos, sean pacientes.

Kyo y Doguen se inclinaron, le tomaron la mano a Yuri y la arrastraron hasta el transporte.

—Qué triste que nos vayamos — dijo Doguen.

—¡Bah!, yo sé que volveré — dijo Kyo.

Cuando Daisuke vio que su hijo subía al transporte-digital, se dio cuenta de que en su Kyo había algo diferente: no traía sus googles.

—Hey, Kyo, ¿no te falta algo en la cabeza?

—Claro que no papá — rió Kyo, señalando los lentes oscuros que traía entre sus cabellos oscuros —, aunque si buscas los googles, mira a tu derecha.

Dai obedeció a su hijo y sonrió de buena gana al ver que Hidemi, la hija de Tai, los traía en la cabeza.

—¡Oye, Taichi! — gritó —¿Ya viste lo que te he devuelto?

Taichi se rascó la cabeza, pero tras mirar las señas que le hacía Daisuke, levantó el pulgar y entrecerró el ojo.

—Ya me los debías, Motomiya. — Taichi sonrió de manera amplia, enmarañando todavía más los cabellos de su hijita.

Doguen suspiró ante tal cuadro y subió tras Kyo, a ellos les siguió Yuriko, quien fue directo hacia su padre para sentarse junto a él.

—Le he cortado estas flores a mamá.

—A Hiromi le encantarán, Yuri — aseguró Iori.

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Minagawa abrazó a sus padres por largo rato, cuando deshizo el cariño, sonrió con una dulzura fresca. Sei nunca iba a olvidar el rostro rosado, los ojos grandes y rojizos, el cabello rubio en bucles y la sonrisa de media luna romántica.

—Esta ha sido una experiencia muy linda — dijo la joven, sonrojada —, no sé si vaya a recordarla, pero ha sido hermoso.

Se inclinó hacia sus hermanos, Sei volvió a abrazarla, Toshi sonrió apenado e imitó a su hermano del alma.

—Min-chan, si vuelves a crecer tan rápido, voy a celarte mucho.

—¡Yo también! — dijo Toshiro inesperadamente.

—Mi Sei, estás tan amarillo, ¿qué te ha sucedido en el rostro, hijito? —Hikari sujetó a Seiyuro de la quijada, el chico cerró los ojos y sintió la calidez de su nueva mamá, luego sonrió.

—No es nada, mamá, me di unos arañazos por despistado durante la aventura.

—¿Estás seguro, Seiyuro? — Cuestionó Takeru — cuando te encontré estabas ardiendo en fiebre.

—Todavía está tibio — reafirmó Hikari, angustiada.

—Estoy bien, ¿cierto, Toshi?— Seiyuro sólo quería olvidar cualquier vínculo que le hiciera recordar su ataque, así que forzó aún más su sonrisa.

—Sei… no podría afirmarlo — sinceró el canelo, también preocupado.

—¿Estás enfermito, hermano? — preguntó Min.

—¡Estoy bien!, no se preocupen… será mejor subir al tren, desde el vagón le diré hasta pronto a mi encantador Tokomon.

La familia Takaishi fue la última en abordar el Trainmon.

"Estos han tardado horas en subirse, y son una carga muy pesada para mí" se quejó el Trainmon.

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A través de las vías el Digimundo iba quedando atrás. Las tierras repletas de digihuevos se volvieron un recuerdo por siempre imborrable. Ninguno de ellos, ni chicos ni grandes, iban a sufrir la desgracia de volver a olvidar.

Las memorias borradas y la fusión prohibida, más que amenazas, se diluyeron nuevamente en las leyendas…  Los elegidos seguirían viendo a sus camaradas digitales en la imaginación,  los digimons algún día volverían.

—Bien dicen que no existen los finales — recordó una personita, que dentro del Trainmon acababa de ver que habían llegado a una escondida y provisional estación de trenes en Odaiba —, no existen los finales, sólo hay nuevos principios.

FIN

*--*--

Seiyuro se levanta de su asiento aplaudiendo, se sube al escenario y corre al micrófono. También está vestido con un traje elegante (su corbata está mal hecha, eso sí). Trae consigo unas notas algo arrugadas porque ha aplaudido sin soltarlas.

—¡Muchas, pero muchas gracias por haber leído hasta el final!, estoy contentísimo por el fin, ¿no ha estado genial?, bueno, la autora ansía que le respondan, ella sigue con sus dudas acerca de su trabajo, pero yo creo que está bien. Ustedes ya me conocen, queridos lectores, soy Sei Takaishi, hijo de Takeru, y la autora me eligió para cerrar este fic, ¿verdad que eso es tener buena suerte?, ¡ya lo creo! — Sei suspira agradecido, luego se concentra en las notas—. Primero que nada CieloCriss me pidió que les diera las gracias: ella agradece a todos los lectores que se tomaron la molestia de leer hasta aquí, ella está agradecida con todos los e-mails, reviews, comentarios, dibujos, críticas y dudas que ha recibido por su trabajo… especialmente agradece a todas aquellas personas que la animaron a no dejar este proyecto, ¡dice que son varias!, y que las nombra en plural por miedo de olvidar a alguien (la autora me dijo que es muy despistada, y se lo creo, se le olvidó escribir que me hacía novio de la dama Hidemi ^^… ¡jeje!, es broma Taiki, no me mires así!).

Seiyuro lanzó las notas al aire, pero no dejó de hablar.

—Aparte de los agradecimientos, CieloCriss espera que no les hayan quedado muchas dudas, ella piensa que se complicó la vida con este fic hasta en el último instante… digo yo, en el último cap hasta hizo crecer a Min-chan y a Tulo todavía más!, pero ella piensa que en Digimon puede pasar cualquier cosa si tenemos imaginación, también me dijo que les dijera que no explicó demasiado el rollo que había pasado para no enredarlos, porque de cualquier manera en la serie real nunca se explican bien las cosas… el caso es que yo sí comprendí, según esto el malo era la energía negativa, ¿no?, pero bueno, al final todo se neutralizó en una balanza equilibrada.

Sei nota que aunque su voz es acogedora, el público lector se está aburriendo de tanta palabrería.

—Ya casi acabo, no se duerman… Ahora sólo quiero mandar un mensaje a mis admiradoras! ^^

—¡Ya basta primo Sei! —Interrumpe una rubia vestida con un fino vestido azul que está sentada junto a los demás protagonistas de la historia—, ¡no hay tiempo, termina tu presentación!

Sei suspira.

—Ok, ok May, no te enojes— Sei levanta el dedo pulgar y grita—, La autora les anuncia que aunque este es el final, todavía falta  UN EPÍLOGO!, no se lo vayan a perder, ese epílogo explica muchas cosas y es la clave para el futuro. (Será publicado dentro de unos días porque CieloCriss pensó que con este último capítulo los colapsó por la extensión =). Sayonara!

Seiyuro Takaishi lanza un beso al aire y baja del escenario muy complacido.

--*--*

¡Muchas gracias a Todos!, no se pierdan el epílogo (CC)

Terminado el 20 de abril de 2004