Bueno, esto es un one-shot de H/Hr. Espero que lo disfruten.

Y todo gracias a la P.E.D.D.O

¡Basta Harry!- Una chica de cabellos castaño muy enmarañados, de ojos de un hermoso color pardo, gritaba sujetando una caja que traqueaba.

¡Pues Hermione, entiéndelo¡A ellos les gusta trabajar!- Un ojiverde con el cabello negro y una extraña cicatriz en forma de rayo, también gritaba.

¡Les han lavado el cerebro!- La chica tenía las mejillas rojas por el calor.

¡Que no¡Y ya basta con la Peddo!-
-¡No es Peddo, Harry¡Es Pe De De O¡Plataforma Élfica de Derechos de Obrero!-

Hermione se sentó en el sillón rojo de la Sala Común de Gryffindor. Llevaba discutiendo con Harry bastante tiempo. Había intentado obligar a afiliarse a Harry, justo cuando Draco Mafloy pasaba por ahí. Luego de una acalorada discusión, en la que Harry ganó pero al que Snape castigó, le tocó pelear con Hermione. Y ahí estaban.

Harry no podía entender a su amiga. ¡Obligarlo a ponerse una estúpida insignia con la palabra "Peddo" en ella justo cuando Malfoy pasaba por ahí! Por supuesto, le dio su merecido a Malfoy, pero Snape lo vio y castigó.

Pero algo hizo cambiar a Harry de opinión. Vio a Hermione llorando en el sillón.

Oye, Hermione, yo no quería…- Harry intentó acercarse. Nunca había sido bueno en lo referente a consolación.

Olvídalo. Tienes razón. Yo no debí…yo no quise….yo lo siento Harry. Yo…- Pero Hermione no pudo terminar la frase.

Harry se había acercado lo suficiente y había callado a Hermione con un beso.

La chica apenas si tuvo tiempo de cerrar los ojos. Harry la soltó casi tan rápido como la había besado.

Yo…Hermione…disculpa….- Los colores subieron al rostro de Harry. Pero al ver que la chica sonreía, se tranquilizó un poco.

La chica castaña se acercó a él y juntaron sus labios nuevamente. Al principio fue tentador e invitante. Luego vino la pasión. Sus lenguas luchaban por el primer lugar. Sus brazos luchaban por el mejor lugar en ese abrazo donde sobraban las palabras. Y reinaba la pasión.

Cuando se separaron, un extraño brillo habitaba en los ojos y en el corazón de cada uno. Y tomados de la mano subieron las escaleras. Y sobre la mesa, quedaron las insignias de la P.E.D.D.O.