Chapter three.
Lily.
Rika se marchó ese día sin decirnos ni media palabra de lo ocurrido. Estaba tan molesta que todo su turno se la pasó refunfuñando frases y palabras en japonés. No sabíamos lo que decía, obviamente, pero era bastante obvio que no eran palabras buenas...
Al día siguiente, lunes, ya el resto del personal del hospital que faltaba se enteró de lo sucedido. Angélica, la jefa de enfermeras, le puso una buena regañiza a Rika por haber creado tanto escándalo en el hospital, aunque Argénida la salvó de algo peor al decirle a la jefa que la culpa había sido de Misaki, puesto que llegó en estado de ebriedad (nomás espérense a que éste se entere...).
- Maldita vieja, me dan ganas de ahorcarla.- Rika se quejó después de hablar con la jefa.- Aunque me lo tengo bien merecido, ya debería de haberme imaginado que algo así pasaría.
- Eso es cierto.- dije yo.- Pero de cualquier manera la jefa Angélica es una desgraciada infeliz. La otra vez me dijo que la productividad de un Médico Interno se basa en la cantidad de estudios tomados que anotamos en la mugrosa libretita de registros y no sé cuantas babosadas más, como si nosotros no atendiéramos partos, no recibiéramos bebés, no ayudáramos en las cirugías... A esa babosa nomás le importan los numeritos.
- Igual que a cualquier burócrata.- suspiró Lety.- No se molesten, chicas, la jefa Angélica es así, por algo todo el mundo la odia.
En ese momento entró Federico, el conserje que aseaba diariamente el servicio de Urgencias.
- Buenos días.- nos saludó.- ¿Cómo está su novio, señorita Rika?
- Ah... Pues... Está... .- tartamudeó Rika, muy sorprendida.
- ¿Ya no la va a volver a perseguir por el hospital?
- Eh...
- Fede, el área de paro está muy sucia. ¿Podrías limpiarla?.- pidió Lety, sacando al conserje casi a patadas del área de curaciones.
- ¿Cómo es que él ya se enteró de lo ocurrido?.- preguntó, asombradísima, Rika.- ¡Si apenas pasó ayer!
- Querida Rika.- contesté yo.- Esto es Guanajuato, aquí todos se enteran de todo en un tris. Es una ciudad tan pequeña que si estornudas en la Presa te dicen "¡Salud!" en el Pípila.
- O sea que: "Hospital chico, infierno grande".
- Exactamente.
- ¡Qué fastidio!
- Bienvenida a México...
No sé por qué, pero justo en esos momentos me vino a la mente el recuerdo de la mirada de Genzo Wakabayashi... ¿Qué estaría él haciendo en esos momentos? Suspiré. Qué más daba, igual y nunca más lo volvería a ver en mi vida...
Genzo.
A pesar del rechazo evidente que Rika mostró, Misaki no estaba desanimado en lo más mínimo. Pensé que por lo menos se deprimiría un poco, pero me equivoqué, tal pareciera que el desprecio de Rika avivó en él una terquedad que no le conocía. "Mejor para mí", pensé, "Eso significa que pronto regresaremos al hospital...".
- Y bien, Misaki.- pregunté.- ¿Ya estás listo para volver a Japón?.- esperaba que me contestara que no.
- Para nada.- respondió el aludido.- Ahora menos que nunca me marcharé.
- ¿Aun después de la manera en como Rika te trató ayer?
- Mira, es normal que esté enojada, pero no me voy a dar por vencido a la primera. Ya verás que luego la convenzo de que me perdone.
- Ajá... Ya quisiera ver cómo le haces. Rika es muy testaruda y lo sabes.
- ¿Y qué? De alguna manera me ganaré su perdón. Aunque, si lo deseas, ya puedes regresarte. Después de todo, solo te he ocasionado problemas.- y señaló el vendaje que tenía en el pie.
- Prefiero quedarme aquí. No voy a dejar solo a un amigo cuando necesita de mi ayuda.- respondí, tratando de fingir inocencia.
- Uhm... .- Misaki me miró de manera escrutadora.- ¿Qué me estás ocultando?
- No sé de que hablas...
- No te hagas, bien que sabes. ¿Desde cuando eres tan buen amigo?
- Me ofendes. ¿Dudas de mi buena voluntad?
- Ajá, lo sabía, me escondes algo... ¿Qué pasó ayer mientras perseguía a la princesa Fiona por el hospital?
- Pues... .- sonreí.- Conocí a una chica preciosa ayer...
- ¡Lo sabía! ¿Quién es?
- La doctora que me vendó el pie.
- ¡Mira nada más! Tú nunca pierdes el tiempo, cualquier lugar es bueno para ofrecértele a una chica.
- Cállate. Y mira quien habla, yo no fui el que decidió venir hasta acá solo para tratar de conseguir que mi ex me perdone.
- Bueno, como sea. ¿La invitaste a salir o algo así?
- Aun no.
- O sea que sí piensas hacerlo.
- Es muy probable que sí, pero antes quisiera conocerla mejor. No quiero precipitar las cosas.
- Estás muy seguro de que ella aceptará salir contigo...
- Siempre consigo lo que quiero.
Y esto es verdad. Lily Del Valle sería mía si así lo quería.
Lily.
Estaba por finalizar mi turno. Y estaba plenamente agradecida por ello, porque a decir verdad, estaba molida. Tuve un día espantoso en Urgencias, había tanta gente que ya estábamos pensando en sentarla en el suelo... En fin, por fin dieron las 3 de la tarde, mi hora de salida, y me dirigí feliz y agradecida hacia la "mipera", el cuarto en donde descansábamos los Médicos Internos (o sea, lo que yo soy).
En el camino, me topé con Rika, quien me preguntó que si no deseaba compartir un taxi, ya que vivíamos por la misma zona. Acepté y ella me acompañó a la mipera a recoger mis cosas. Ya en el cuarto, ella comenzó a hablarme de trivialidades.
- Deberías de darte prisa.- señaló.- Hay muchas cirugías programadas en la tarde y muy pocos médicos. Si te ven, tal vez te pidan que te quedes tiempo extra.
- Ni loca. Antes que eso me tiro por la ventana.- respondí.- Estoy cansadísima.
- Uhm, pues date prisa entonces, si el doctor Mancera te ve estoy segura de que te pedirá su ayuda.
Respingué para mis adentros cuando Rika mencionó al doctor Mancera. Si supiera...
- Está bien, vámonos ya.
Desgraciadamente, para salir del hospital desde la mipera debíamos recorrer todo el mugroso edificio, y nos topamos con el Dr. Mancera justo en la entrada, a unos cuantos metros de la libertad.
- Hola, Rika.- saludó.- Hola, Lily. ¿Ya se van a descansar?
- Buenas tardes, doctor.- saludó Rika.
- Sí, doctor, ya es hora.- sentí como me ruborizaba. Yo solo esperaba que nadie lo notara...
- ¿No te quedas de guardia hoy, Lily?.- preguntó el doctor.
- No, estuve ayer.- contesté, un tanto nerviosa.
- ¡Ah, qué lástima! Es que quería pedirte un favor.
Me carga la cachetada. Iba a pedirme que me quedara a la cirugía y yo sabía que no iba a poder decirle que no... Pero en ese entonces, la salvación llegó de donde menos me la esperaba...
- ¡Rika!.- gritó una voz masculina.
- Doctora Del Valle.- dijo otra conocida voz masculina.
Rika y yo volteamos, sorprendidas. En la entrada del hospital estaban esperándonos Taro Misaki y Genzo Wakabayashi.
Genzo.
Si ustedes creen que yo soy terco, es porque no conocen bien a Misaki. De repente, le entró la ventolera de ir nuevamente al hospital, a disculparse con Rika por su comportamiento del día anterior. Yo le advertí que eso no sería prudente, dado que el asunto aun estaba muy fresco en la mente de los vigilantes del hospital y era muy probable que nos sacaran de ahí con una patada en el trasero si íbamos de nuevo, pero Misaki no me escuchó. Dijo que de cualquier manera iría, ya fuera solo o acompañado. Y yo, por supuesto, no iba a dejar pasar la oportunidad que se me estaba presentando... Aun así tuviera que ir con muletas.
Ni siquiera sabíamos qué turnos tenían esas dos. Y con esas dos me refiero, obviamente, a Rika y a Lily. Pero la suerte nos sonrió, al menos por ese día, puesto que no bien pusimos un pie en el edificio cuando las vimos a pocos metros de la puerta, charlando con el que parecía ser un médico muy joven. Ambas voltearon muy sorprendidas cuando las llamamos, era obvio que no nos esperaban...
- Hola, ¿ya salieron?.- dijo Misaki, como si nada.- Vinimos por ustedes.
- No me digas... .- Rika miró a Taro como con ganas de colgarlo desde lo más alto del cerro.
- Sí, tenemos el coche estacionado muy cerca.
- ¿Cuál coche?
- Pues el que rentamos, ¿cuál otro?
Misaki y Rika charlaban como si nada, aunque era evidente que Rika se estaba controlando para no gritar enfrente del doctor. Lily me sonrió a manera de disculpa, aunque detecté algo raro en su mirada...
- ¡Ah! ¿Ya tenías planes, Lily?.- dijo el médico.- Y yo que quería pedirte que entraras a ayudarme a la cirugía de la tarde.
- Pues... .- Lily miró nerviosamente hacia el piso.
Aquí ocurría algo extraño...
- Sí, doctor.- intervino Rika, de pronto.- Ya teníamos planes de salir con nuestros novios.
Lily volteó a ver a Rika como si se hubiera vuelto loca.
- Pues en ese caso... .- el doctor miró a Lily con desencanto.- Aprovecha tu tarde libre, y que descanses.
- Si lo desea puedo quedarme, doctor Mancera.- susurró Lily.
- No, no es necesario, le pediré a otro de tus compañeros que me ayude.- respondió el hombre.- Diviértete y nos vemos mañana.
El doctor se despidió de todos y se marchó. Y me di cuenta de algo...
Lily.
No sé que demonios le pasó a Rika. ¿Por qué le dijo al doctor Mancera que Wakabayashi era mi novio? Era una completa mentira. Estaba muy molesta y no era por el hecho de que Rika hubiese mentido sino por otra cosa... Ahora el doctor pensaría que yo ya tenía novio. Y eso, eso sí que me preocupaba...
Sin querer, mis ojos siguieron la espalda del doctor hasta que se perdió entre la muchedumbre que en ese momento llegaba para las consultas de la tarde. Reprimí un suspiro, esperando que nadie hubiese notado mi mirada. Pero no fue así...
Genzo.
Uno reconoce esa mirada cuando la ve. Es la mirada que alguien muestra cuando se obsesiona con la persona equivocada. La he visto varias veces, en ojos de amigos o compañeros. La he visto incluso en los ojos de chicas que se han enamorado de mí y que no son correspondidas. Pero me sorprendió verla en los ojos de Lily. No, no fue sorpresa. Fueron celos lo que sentí...
Era obvio que Lily sentía algo por el doctor que acababa de marcharse.
Jazmín.
Papá no se desanimó plenamente por el hecho de descubrir que a mamá le gustaba otro hombre. Y no lo hizo porque en el fondo él estaba seguro de que la conquistaría a como diera lugar. Además, había otro pequeño detalle que papá aun no sabía pero del que pronto se enteraría: el doctor Mancera era un hombre casado...
Notas:
- Ahí les va: la Presa y el Pípila son lugares muy conocidos, y muy distantes uno del otro, de la ciudad en donde vivo ahora, Guanajuato.
- La "Mipera", es el pequeño cuartito que se nos asignó a mis compañeros y a mí para poder descansar en nuestros ratos libres de trabajo. La bautizamos así porque nosotros somos "Médicos Internos de Pregrado", abreviado MIP, y pues ya de ahí se derivó a "mipera", lugar en donde descansan los MIP´s. También conocida como el Cubil Felino.
