Chapter five.
Lily.
¿Qué rayos estaba pasando con Wakabayashi?
Justo cuando por fin estaba por tener algo con el Dr. Mancera, él viene y detiene todo. ¿Por qué me abrazaba? ¿Por qué me dijo "mi amor"? No entendía nada, y en cambio, sí tenía muchos deseos de golpearlo...
- Perdóname por haberme tardado tanto.- dijo.- Pero no tienes ni una idea de lo difícil y complicado que es moverse por esta ciudad.
- Ahh, está bien.- dije yo.- ¿Qué haces aquí?
- ¿Cómo que qué? Vine a visitar a mi novia, ¿qué más?
El Dr. Mancera nos miraba con sorpresa y desencanto. Yo tenía muchos deseos de decirle que todo era mentira.
- Bueno, Lily.- dijo el doctor.- Te espero en quirófano, no te tardes por favor.
- En seguida voy, doctor.- dije, al tiempo que me zafaba del abrazo de Wakabayashi.- Él ya casi se va.
- No, no, quédate con tu novio, no te preocupes.- el doctor se dispuso a salir de la habitación.- No tenemos prisa, allá te espero.
Él salió, dejándonos a Wakabayashi y a mi solos. Inmediatamente me dispuse a gritarle al portero japonés.
- ¿Qué rayos crees que haces?.- le recriminé.- ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me llamaste "mi amor" y actuaste toda esta payasada?
- Porque lo que estás haciendo está mal.- respondió Genzo, con calma.- ¿A qué le tiras al ir detrás de un hombre casado?
- No te importa.- dije yo.- Lo que haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.
Salí del cuarto a toda velocidad, crucé el hospital y salí hacia el Jardín del Cantador, ubicado enfrente de mi hospital. Tenía muchísimas ganas de golpear a Wakabayashi...
Genzo.
Sabía que Lily se iba a molestar pero aun así no pude evitar hacer lo que hice. No iba a permitir que cayera en un abismo sin fondo.
Vi su mirada al zafarse de mi abrazo, en sus ojos brillaba la ira y el deseo de decirle a su doctor que todo era una mentira. Pero por alguna razón, no dijo nada. Simplemente se dedicó a reclamarme por mi actitud una vez que el doctor abandonó la habitación. Y ella no tardó mucho en hacer lo mismo. Yo la seguí, después de todo tenía que aceptar las consecuencias de mis actos.
Lily salió del hospital y cruzó la calle para llegar al jardín que estaba enfrente del edificio. Una tenue pero pertinaz lluvia había comenzado a caer.
- Te vas a resfriar si te quedas aquí.- señalé.- No llevas puesta más que la bata.
- ¿Y a ti que te importa?.- me miró con furia, apretando los puños.- ¿No crees que ya te has metido demasiado en donde no te llaman?
- ¿¡Pero es que no te has dado cuenta de que haces mal!?.- grité, exasperado.- ¡Él es un hombre casado!
- ¿Y?
- ¿Acaso no te respetas a ti misma? ¿Te importa tan poco tu autoestima que estás dispuesta a ser simplemente la amante?
Lily me abofeteó con fuerza. Ni modo, yo me lo busqué...
- ¡No sabes de lo que hablas!.- gritó, al tiempo que las lágrimas corrían por su rostro.- No sabes lo que es estar enamorada de un hombre que nunca te va a poder corresponder...
- No, te equivocas, esto no es amor.- dije.- Lo que tú sientes se llama obsesión.
- ¿Tú que sabes? Ni siquiera me conoces bien, no te atrevas a hacer juicios precipitados sobre mí.
- Está bien, como quieras.- exclamé.- Es tu asunto, pero eres muy tonta al querer entrar a un callejón sin salida habiendo tantas calles abiertas.
- No te entiendo.- rezongó.- Háblame claro.
- Quiero decir que hay muchísimos hombres solteros en este planeta que estarían más que dispuestos a hacerte feliz.
- ¿Ah, sí? ¿En dónde?
- Enfrente de ti hay uno.- dije, mirándola a los ojos.
- ¿C... cómo?.- ella tartamudeó, muy sorprendida. No se esperaba esto.
- Lo que oyes.- la tomé por los hombros con suavidad y la hice mirarme a los ojos.- Tú me gustas y yo estoy más que dispuesto a hacerte olvidar esa obsesión malsana que tienes.
Lily cerró sus ojos. Yo tenía muchísimos deseos de besarla pero mi orgullo de hombre me lo impidió. No quería que ella pensara en su médico mientras me besaba.
Lily.
¡Qué tontería! ¡Qué locura! No podía creerlo. Wakabayashi acababa de confesarme que yo le gustaba. Sentía como sus gentiles manos me sostenían suavemente por los hombros. Cerré mis ojos y agaché mi cabeza, al tiempo que sentía como la lluvia escurría por mi cara. Pero dejé de sentirla poco después, porque Wakabayashi me abrazó y me protegió con su cuerpo. Sentí la calidez de ese pecho y me pregunté por qué rayos estaba yo llorando. Lo abracé y me perdí entre sus brazos, y dejé que todas mis lágrimas salieran de una buena vez.
- Sé que es difícil y doloroso.- susurró.- Pero si tú me dejaras... Yo haría que olvidaras todo. Yo te daría tanto amor que no tendrás la necesidad de llorar de nuevo...
- Es una locura.- murmuré.- Apenas me conoces...
- ¿Y eso qué importa? Sé que me gustas y punto. Lo demás está de sobra...
- Wakabayashi...
- Yo te haré feliz, si tan solo me lo permitieras...
Lo miré a los ojos y vi la sinceridad reflejada en ellos. Algo dentro de mí saltó, una felicidad que amenazaba con volverse inmensa. Pero, muy pronto, un nuevo sentimiento comenzó a invadirme... Y no era precisamente amor. Me solté de sus brazos y regresé corriendo al hospital, sin decirle ni media palabra.
¿Y saben por qué lo hice? Porque ese sentimiento que experimenté se llamaba miedo.
Genzo.
Tal vez precipité las cosas. Tal vez debí de haberme esperado un poco. Pero no iba a poder seguir callando por más tiempo. Yo quería que Lily fuese mía, me costara lo que me costara, aun así tuviese que soportar desplantes y bofetadas, no me importaba. Pero en verdad que no preví su reacción... En cuanto la miré a los ojos, por un segundo estuve convencido de que Lily me aceptaría. Vi un destello de emoción en su mirada, así que, por un instante, canté victoria. Pero me precipité, porque momentos después se zafó de mis brazos y regresó corriendo al hospital, murmurando una y otra vez: "No puede ser, no puede ser...".
Me quedé en medio del Jardín, viendo como su delgada figura se alejaba de mí. Pensé que iba a los brazos del médico que ella tanto quería y me sentí algo solo. Y decepcionado. ¿Acaso yo, que siempre consigo lo que quiero, tendría que reconocer mi derrota por primera vez?
Pero esos pensamientos me duraron solo unos segundos. Porque al recordar la suavidad de sus manos, la magia de su sonrisa, la calidez de su mirada, me regresó la decisión de hacerla mía, a como diera lugar.
Lily.
Esa tarde, no pude concentrarme bien en mi trabajo. Una y otra vez me venían a la mente las palabras de Wakabayashi. No sabía por qué, pero dejaron en mí una huella muy profunda. Pero no entendía nada. Acababa de conocerlo, era un extranjero que había venido apenas por unos días de visita y sin embargo él tenía planes evidentes de querer entrar en mi vida.
El doctor Mancera no dejó de observarme durante toda la cirugía. Días atrás, esto me habría puesto sumamente nerviosa, pero ahora ni me importaba. Lo único que deseaba en esos momentos era sacarme a Genzo Wakabayashi de la cabeza...
Por la noche, al irme a la mipera a descansar, me preguntaba una y otra vez por qué huí de los brazos de Wakabayashi. Era evidente que me había gustado sobremanera sentirme entre ellos...
Tocaron a la puerta de la mipera. La abrí y me topé con el Dr. Mancera.
- Lily, quiero hablar contigo.- me dijo.
- Claro, doctor.- dije.- ¿Qué se le ofrece?
- Pues, sobre lo que pasó hace rato.- el hombre me miró con cierta duda.- Yo... Yo no sabía que tuvieras novio. De haberlo sabido no te habría dicho lo que te dije...
- Ahhh...
- Pero la verdad pensé que tú... Bueno, que tú sentías algo por mí... Y pues tú siempre me has gustado mucho, Lily.
- Doctor...
- No, deja que termine.- susurró él.- A mí no me importaría engañar a mi esposa si tú estás más que dispuesta a engañar a tu novio.
Me cayó de sorpresa la propuesta del doctor. Eso no me lo esperaba... Me vinieron a la mente las palabras de Wakabayashi: "¿Acaso no te respetas a ti misma?", y supe cuál sería mi respuesta...
- Perdóneme, doctor Mancera, pero no creo que sea lo correcto.- respondí.- No llegaríamos a nada...
- ¿Estás segura?
- Completamente.
Él asintió con la cabeza. Se acercó a mí y me besó con suavidad en la boca. Yo cerré los ojos y me di cuenta de que no sentí lo que esperaba sentir. Tal vez Wakabayashi tenía razón: lo que sentía bien podía ser solo una obsesión...
Genzo.
Yo seguía sin entender qué estaba haciendo a esas horas ahí. Y tampoco entendía por qué tenía que estar en ese preciso lugar en ese preciso instante. Pero ahí estaba. El doctor de Lily se acercó a ella y la besó. Ella no lo empujó, ni lo abofeteó. Solo se separó de él, movió la cabeza de un lado a otro y después entró en su cuarto de descanso, dejando al médico un tanto decaído. Quizás eso era buena señal, tal vez ella lo habría rechazado. Pero mi mente no pensaba en eso. Solo sentía como me invadían la rabia y los celos...
Jazmín.
Y fue ésta una de las tantas veces en donde corrí peligro serio de no nacer en un futuro lejano, puesto que los celos hicieron que papá estuviera a punto de darse por vencido. Esa noche decidió que dejaría en paz a mamá y que se marcharía de México lo antes posible.
Y mamá tampoco facilitó las cosas, pues el enorme miedo que ella sentía en su interior la hizo tomar la decisión de alejarse de mi papá para siempre...
