Chapter six.
Lily.
A partir de aquella vez, el Dr. Mancera no volvió a insinuarme nada. Me siguió tratando igual que antes, de buena manera y siempre estaba dispuesto a enseñarme lo que sabía, pero nunca volvió a ir más allá de la relación profesor-alumna que deberíamos llevar. Y creo que fue lo mejor. La noche en la que él me besó, me di cuenta de que lo único que yo ansiaba era sentirme viva, y creo que mi manera de hacerlo era obsesionándome con un hombre que no podía ser mío. Pero en definitiva, yo no lo amaba.
Estaba por acercarse el Día de las Flores, una festividad que se celebra en Guanajuato el día anterior al Viernes de Dolores, toda la noche del jueves hay fiesta en todos los centros de baile de la ciudad. Al terminarse el baile, la fiesta continúa en el centro de la ciudad, en donde los jóvenes solteros, hombres y mujeres, inician la Guerra de las Rosas, la cual consiste en regalarle una rosa a toda aquella persona que te resulte agradable a simple vista. Y como es costumbre, todas las enfermeras del hospital estaban más que vueltas locas por esta festividad.
- ¿Van a ir al baile, chicas?.- preguntó Aurora, una estudiante.- ¡Muero de ganas de ir!
- Vamos todas juntas.- dijo Lety.- Sin esposos, novios o perros. Solo mujeres.
- Uhm, no sé.- respondió Rika.- No sé mucho acerca de esta extraña costumbre que tienen ustedes…
- ¡Bah! Tú no quieres ir porque no quieres dejar a tu recién perdonado novio.- se burló Lety.
- Y no me sorprende.- intervino Claudia, una de mis compañeras doctoras del hospital.- Con semejante caramelo…
- ¡Oye!.- protestó Rika.
Todas soltamos la carcajada.
- Lily, ¿vas a ir?.- me preguntó Claudia.
- Uh, no he pensado en eso.- contesté.- ¿Y tú?
- No puedo, tengo guardia ese día.
- ¡Ah, es cierto! Lo había olvidado…
- Tú deberías ir, ya que puedes.
La verdad, sí se me antojaba pero algo estaba empañando mi ánimo y no sabía qué era…
Genzo.
¿Qué rayos seguía haciendo yo en México? No tenía ni idea…
Misaki no quería marcharse sin Rika, y ésta no podía irse hasta que no terminara su curso en el hospital, así que aquel ya había decidido instalarse en un hotel localizado a tan solo unos cuantos metros del hospital. ¿Y yo? Pues yo me había ido con él, pero no entendía qué rayos seguía haciendo en este país, en donde no tenía ningún asunto qué arreglar. No sé a quien trato de engañar, sé perfectamente bien que no deseo irme porque es aquí en donde vive Lily…
Aquella vez que la vi besándose con su doctor, me sentí muy decepcionado de ella. Pensé que era más fuerte y me dolió constatar que no era así. Pero sobre todo, lo que más me dolía era el hecho de que prácticamente ella me había rechazado… En fin, ella se lo pierde.
- Oye, Wakabayashi.- me dijo Misaki, un día de éstos.- Voy a llevar a Rika al Baile de las Flores. ¿Quieres venir con nosotros?
- ¿A dónde?
- Al Baile de las Flores. ¿Qué no has escuchado hablar del Día de las Flores, la Guerra de las Rosas y demás?.- me preguntó Misaki, poniendo los ojos en blanco.
- No.
- Ya bájate de la nube de en donde andas. Es una costumbre que se tiene aquí en Guanajuato y Rika quiere que la lleve.- me explicó Taro, con paciencia.- Vamos, te hará bien salir.
- No, gracias.
- No seas tan aguado. Sirve que quizás olvides a Lily por unas cuantas horas.
De verdad que me molestaba que Misaki fuera tan directo.
Lily.
Otro día como otros en este hospital como cualquier otro… Tenía ya unos cuantos días de no ver a Wakabayashi y pensé que todo su rollo de hacerme feliz había sido una elaborada patraña… La verdad, ciertamente que eso me dolía, pero en el fondo me sentía sumamente aliviada…
- Oye, Lily.- Rika me abordó en uno de mis descansos.- Voy a ir con Tarito al Baile de las Flores. ¿Quieres venir con nosotros?
- Uhm, no sé, no me gusta hacer mal tercio…
- ¡No seas mensa! Nunca haces mal tercio.- Rika me miró con cara de: Hello con tu hello…
- Pero de seguro han de querer estar solos…
- Si quisiéramos estar solos no te estaría invitando… A menos que ya tengas planeado salir con alguien más…
- Para nada. Claudia no va a ir porque tiene guardia ese día y pues Edna se va a quedar en su casa cuidando a su bebé…
- No hablo de tus amigas doctoras. ¡Hablo de algún hombre!
- Uhhh, para nada… No tengo ni perro que me ladre…
- Porque no quieres… .- Rika me lanzó una mirada de… ¿Complicidad? ¿Desdén? ¿Compasión? Quizás todo a la vez…
Yo nunca le había contado a nadie lo que Wakabayashi me dijo en el Jardín del Cantador. Edna y Claudia eran mis compañeras de Internado pero no éramos amigas íntimas y, la verdad, no tenía ninguna amiga íntima en el hospital. O sea, tenía compañeras, camaradas, pero aun no intimaba con nadie. Quizás, si no se hubiese tratado de Wakabayashi, se lo habría contado a Rika, pero… Bueno, él es uno de sus mejores amigos, no podía decirle lo que había pasado…
¡Qué más daba! No me haría daño salir por lo menos alguna vez. Quizás me topara con el amor de mi vida en ese baile… Aunque, para ser sincera, a mí no me gusta mucho bailar…
Genzo.
No sé cómo le hizo Misaki para convencerme, pero ahí estaba yo, arreglándome para asistir a un baile en honor a una tradición extranjera de un país muy lejano. Yo no tenía ni idea que el destino había preparado el escenario esa noche…
Misaki había quedado con Rika de verse en el Centro de Convenciones de la ciudad, uno de los lugares en donde se llevaría a cabo el tan mencionado baile. Misaki se arregló con mucho esmero, era obvio que iba a ver a la mujer que amaba. Yo, si bien no le puse tanto empeño a mi arreglo, no iba tan mal que digamos.
Le pedí a Misaki que me dejara conducir, ya que él estaba tan nervioso que corríamos el riesgo de arrojarnos por alguno de los tantos barrancos que hay en la ciudad. Llegamos al Centro de Convenciones y ya la gente lo abarrotaba por montones. Miles de chicas jóvenes, vestidas con sus mejores galas, nos sonreían al pasar, pero ninguno de los dos le hicimos caso a ninguna.
Rika nos estaba esperando muy cerca de la entrada del edificio, con un vestido verde que hacía juego con sus ojos y que la hacían verse de verdad muy linda. Pero no estaba sola. Yo me quedé con la boca abierta al ver quién era su acompañante…
Lily.
¿Destino? ¿Se le puede llamar así? Quien sabe, lo que sí es que fue algo inesperado…
Después de mucho insistir, Rika logró convencerme de que la acompañara al dichoso baile. Yo no tenía ni qué ponerme, y ésa era mi excusa perfecta para no ir, pero ella dio al traste con mis planes al enseñarme un lindo vestido azul escotado, abierto hasta el muslo.
- Este vestido me queda algo estrecho de la cintura.- me dijo, al tiempo que hacía un mohín.- Pero me parece que a ti te quedará muy bien. Ahora no tienes pretexto.
Así que allá voy, toda emperifollada, tratando de convencerme de que me hará bien salir un rato. Si hubiera sabido lo que me esperaba…
Llegamos al Centro de Convenciones y nos ubicamos estratégicamente cerca de la entrada principal. Desde ahí podríamos ver quién llegaba. Miles de muchachos pasaban a mi lado y me lanzaban miradas insinuantes, o al menos eso me decía Rika, pues yo, tan despistada como soy, ni cuenta me daba.
- ¡Lily, ya despierta!.- me regañaba.- Ya van cuatro muchachos guapísimos que te ven con ojos de admiración y tú ni por enterada te das.
Yo me encogía de hombros. Me daba lo mismo…
Al poco rato, Misaki llegó, pero no llegó solo. Mi corazón comenzó a latir a mil por hora al ver al hombre que lo acompañaba. Genzo Wakabayashi iba a su lado, vestido de negro de la cabeza a los pies. Se veía guapísimo, tuve que hacer un esfuerzo para no quedarme con la boca abierta…
Genzo.
Lily. Rika estaba acompañada por Lily. Válgame, se veía hermosa. Ese vestido azul que llevaba se ajustaba a la perfección a su bien formado cuerpo y me quedé impactado ante su belleza. La verdad es que el uniforme de doctor puede ocultar muy bien las curvas de una muchacha…
- ¡Hola!.- nos saludó Rika.- Veo que trajiste compañía.
- Lo mismo digo.- respondió Misaki.
- No me dijiste que Wakabayashi iba a venir con nosotros… .- susurró Lily.
- No me dijiste que Lily iba a acompañarnos.- murmuré yo.
- ¡Ups!.- dijeron Rika y Misaki, al unísono.
Estoy seguro de que en ese momento Lily y yo tuvimos el mismo deseo de arrojarlos a un pozo a los dos.
- Bueno, pues en vista de que ya están aquí, no estaría mal que bailaran juntos.- sugirió Rika.- Sirve que así ninguno hace mal tercio.
- Pero dijiste que… .- comenzó a protestar Lily.
- Sí, sí, ya sé que fue lo que dije, pero si Wakabayashi está aquí bien podrías estar con él para no dejarlo solo.- contestó Rika, al tiempo que tomaba a Misaki del brazo y nos hacía señas para que los siguiéramos.
Pues ya qué. Le ofrecí el brazo a la bella dama que estaba parada enfrente de mí, tan perpleja como yo. Lily titubeó al principio, pero después aceptó mi brazo para entrar juntos al Centro de Convenciones.
Lily.
Música, colores, flores, alegría, fiesta. Así estaba la cosa cuando entramos. Sin embargo, yo no era partícipe de esa algarabía. Estaba más que nerviosa por tener que compartir la mesa con Wakabayashi. Rika y Misaki salieron a bailar casi inmediatamente, ambos se movían muy bien al compás de la música. Hacían una muy linda pareja y realmente los envidié. Quisiera yo tener algo similar…
Al poco rato, un muchacho me sacó a bailar. Yo, muy nerviosa, le dije que no podía dejar solo a mi acompañante. Para mi desgracia, Wakabayashi dijo que por él no había problema, así que no me quedó más remedio que aceptar bailar con el muchacho…
Genzo.
Yo no sé si soy un idiota o solo finjo serlo. Un sujeto llegó para llevarse a Lily y yo no hice nada por impedirlo. Y sin embargo, sí me invadió la rabia cuando vi como el tipejo en cuestión le ponía una mano en la cintura a mi chica. ¡Ja! Ya hablo como un hombre celoso…
Conforme el tiempo pasaba, el tipo pegaba cada vez más su cuerpo al de Lily. Yo me percaté de que ella no se la estaba pasando del todo bien. De pronto, el sujeto llegó al extremo y deslizó su mano más debajo de la espalda de Lily… Fue suficiente, no iba a dejar que nadie le pusiera la mano encima…
Me paré de mi asiento, empujé al tipejo para separarlo de Lily y la tomé a ella del brazo. No tenía deseos de bailar, así que la saqué del edificio y la llevé al mirador que estaba localizado cerca de ahí. Pero no sabía ni qué decirle. Lily ya sabía que estaba más que loco por ella, así que no había nada más que agregar.
Amanecía. A través de las montañas se comenzaban a perfilar las primeras luces del sol.
Lily.
La verdad, le agradecí a Wakabayashi, muy en el fondo, que me hubiese sacado de ahí. El tipo con el que bailaba estaba pasándose de listo y no hallaba ni cómo separarme de él. Pero, pensándolo bien, la culpa había sido de Wakabayashi por no oponerse cuando el sujeto me sacó a bailar.
- ¿Quieres que vayamos a bailar?.- me preguntó Wakabayashi, después de un rato.
- La verdad es que no me gusta mucho bailar.- contesté.
- Tampoco a mí.
- ¿Entonces por qué estamos aquí?
- Buena pregunta.
Me dediqué a contemplar el paisaje. Hacía frío.
- Perdóname por haberte dicho lo que te dije el otro día.- comentó Wakabayashi.- Sobre aquello de que no te respetas a ti misma.
- No te preocupes.- murmuré.- Tenías razón.
- ¿La tenía?.- él se sorprendió.
- Sí. No estaba enamorada del doctor, era solo una obsesión.- suspiré.- Rechacé su propuesta de engañar a su mujer conmigo.
- ¿En verdad? Pero… Yo te vi besándolo…
- Él me besó. Y fue solo el adiós de algo que nunca comenzó.- di punto final a la discusión.
Me sujeté los brazos con fuerza. Me moría de frío.
Genzo.
Me sentí gratamente sorprendido al escuchar la confesión de Lily. Y aliviado. Nuevamente, me dieron deseos de no dejarla irse de mi lado… Vi como ella comenzó a tiritar por el frío. Me quité el saco y se lo puse sobre los hombros.
- Gra… Gracias.- murmuró, algo avergonzada. Se arrebujó en la prenda y se topó con algo que se encontraba en un bolsillo interior.- ¿Qué es esto?
Y sacó una bella rosa roja que yo llevaba guardada ahí.
- Es para ti.- le contesté.- Es la tradición, ¿no?
- ¿Pero cómo sabías que yo vendría? ¿O es que no era para mí?
- Esa rosa siempre tuvo tu nombre.
- ¿Entonces?
- Fue una corazonada que tuve. Algo me dijo que te encontraría esta noche…
Ella me miró con sus profundos y hermosos ojos negros. Yo tuve deseos de perderme en ellos. La tomé suavemente entre mis brazos, le acaricié el rostro y la besé con todo el deseo que había guardado en mi interior desde el día en que la conocí. Sentí como ella temblaba entre mis brazos, y supe que no me costaría ningún trabajo el llegar a enamorarme…
Jazmín.
Y así fue como papá y mamá se hicieron novios. Alguien podría pensar que las cosas eran algo precipitadas, pero a ninguno de los dos le importaba, puesto que sabían que había sido el destino quien los había unido esa noche.
