Chapter eight.

Genzo.

¿Era esto una especie de broma?

Lily llegó acompañada por su doctor, con cara de disculpa. En ese momento, a pesar del intensísimo dolor que sentía, juré que no la perdonaría por la burla ni aunque me pusiera su carita de niña inocente...

- Genzo.- susurró ella.- Él es el cirujano que va a valorarte.

- No me digas... .- miré al sujeto, quien se había quedado unos pasos atrás, mirándome con tanta antipatía como yo lo miraba a él.- ¿Es esto una broma de mal gusto o qué?

- No, no lo es.- respondió Lily.- Él es el doctor que está de guardia...

- Pues no dejaré que me revise.- sentencié.- Mejor me largo de aquí.

- Por favor.- suplicó Lily.- Puede que lo que tengas sea algo muy grave, deja que al menos te valore y ya tú sabrás si te marchas o no.

Y me convenció. No sé cómo le hizo, pero me convenció... Ya debería de saber que ella siempre logra conmigo lo que quiere...

Después de una larga exploración y de revisar las radiografías que Lily había solicitado anteriormente, el médico hizo su diagnóstico:

- Pues no creo que sea una apendicitis.- dijo.- Voy a pedirle un ultrasonido de riñones para descartar algún problema de litiasis.

- Háblenme en un idioma que entienda, por favor.- gruñí.- Yo no soy médico.

- Lo que el doctor quiere decir es que te vamos a hacer otro estudio para descartar que el dolor sea ocasionado por alguna piedra en el riñón.- aclaró Lily.

- ¿Entonces no me van a operar?

- No es necesario.-contestó el médico, fríamente.

Acto seguido, el galeno se marchó. Lily lo miró irse unos segundos antes de ir tras él. Yo tenía el horrible presentimiento de que quizás el médico estaba mintiendo en mi diagnóstico porque no quería atenderme. Y, por la mirada que vi en sus ojos, me di cuenta de que Lily pensaba lo mismo que yo.

Lily.

Algo me decía que el Dr. Mancera estaba demorando deliberadamente la cirugía de Genzo. Él decía que no tenía apendicitis, pero los signos estaban presentes, dudosos pero presentes, pero el doctor decía que no. Una espantosa sensación en mi interior me decía que quizás el doctor estaba mintiendo en el diagnóstico para no operar a Genzo...

- Dr. Mancera, ¿está usted seguro de que Genzo no padece apendicitis?.- lo abordé.

- Aun no queda descartado del todo, pero es poco probable.- me respondió.- Sus signos y síntomas también podrían corresponder a los de un cólico renoureteral.

- Pero...

- Por eso le pedí el ultrasonido de riñones...

- ... Si de verdad tiene una apendicitis, mientras más tiempo pase más graves serán las consecuencias...

- Las radiografías y los exámenes de laboratorio no son contundentes. Ahora, si me disculpas, voy a ver a mis pacientes de piso.

El Dr. Mancera se marchó, dejándome con mis dudas a medio pasillo. ¿Debía hacerle yo caso a mi corazonada y decirle a Genzo que fuera inmediatamente a operarse a otro hospital? Pero, si me equivocaba, lo intervendrían quirúrgicamente de manera innecesaria, y toda cirugía tiene su riesgo. ¿Qué hacer?

Genzo.

Lily regresó con aire contrito. Pude notar que se debatía entre decirme lo que pensaba.

- ¿Qué ocurre, preciosa?.- la animé.- Dime lo que pasa, sea lo que sea sabré como afrontarlo.

- Pues... .- ella aun titubeaba.- Verás, yo creo que tienes una enfermedad que amerita cirugía inmediata, pero el Dr. Mancera opina que tienes otra cosa...

- Ajá...

- El caso es que, si tienes el problema que yo creo que tienes, mientras más te tardes en operar más graves serán las secuelas...

- Pero tú doctor dice que no necesito operarme...

- No le digas así.- ella frunció el ceño.- Solo trato de ayudarte pero si te vas a portar de esa manera...

- Perdóname, puedo comportarme como un verdadero idiota cuando quiero...

- Y que lo digas... En fin.- Lily suspiró.- No sé que hacer contigo...

- Sé sincera. Dime lo que piensas.- la animé.

- Creo que debes operarte cuanto antes, pero el cirujano en este hospital es el Dr. Mancera y no hay otro. Tal vez deberías irte a otro lado...

- ¿Eso crees?

- Sí.

Le agradecí su sinceridad. Sabía que ella estaba preocupada por mí y que por eso me estaba expresando su opinión.

- Confío plenamente en ti.- le dije, mirándola a los ojos.- Si me dices que debo irme a otro hospital a que me atiendan, me iré.

- Dame unos minutos más.- contestó ella.- Deja que hable de nuevo con el médico. Quizás logre convencerlo.

Lily se marchó, en un revuelo de su bata blanca y de su largo cabello castaño oscuro.

Lily.

¿Qué hacer, qué hacer? Era desesperante el no poder pasar yo misma a mi Genzo a quirófano. Yo lo atendería sin dudarlo pero definitivamente no estaba capacitada para quitarle el apéndice a alguien. Además de que tampoco estaba autorizada a hacerlo, dicho sea de paso. Fui a buscar una vez más al doctor, quizás lograría convencerlo de que no debía mezclar sus sentimientos con el trabajo... Lo encontré, como siempre, en el cuarto de médicos, tomándose tranquilamente un vaso de refresco.

- Doctor, ¿puedo hablar con usted?.- pregunté.

- Claro, Lily.- contestó él.- ¿Qué ocurre?

- Es sobre Genzo...

- ¿Sobre quién?

- Eh... Mi novio...

- Ahh...

- Verá, yo no creo que él tenga un cólico renoureteral, los síntomas no coinciden del todo...

- Tampoco coinciden con los de una apendicitis...

- Pero aún así...

- Lily.- me cortó el doctor, de pronto.- ¿Crees acaso que soy tan poco profesional como para negarme a operar a un paciente que lo requiere solo porque no me agrada del todo?

- Eh... No... No creo eso... Es que... .- tartamudeé.

- Mira, mis pacientes están antes que cualquier otra cosa. Tienes que confiar en mí, tengo más experiencia que tú y si te digo que tu novio no tiene apendicitis, es porque no la tiene. Si no confías en mí, ve y dile entonces que se vaya a otra parte a operarse, pero te aseguro que esa cirugía será en vano.

Miré unos segundos al doctor a los ojos. Pensé que, si no se hubiese tratado de Genzo, no habría dudado ni por un instante de su diagnóstico. Entonces, ¿por qué había dudado? Porque el paciente era mi novio, o bueno, el que el doctor cree que es mi novio. Pero aun así, ese no era motivo suficiente para desconfiar... No sé en qué había estado pensando, por supuesto que el Dr. Mancera no le haría daño a nadie.

- Confío en usted, doctor.- dije.- Voy a pedir que lleven a Genzo a la sala de ultrasonidos.

El médico me sonrió, antes de que yo saliera mucho más tranquila de la habitación.

Genzo.

Lily no tardó en volver. No supe, ni sabré jamás, qué fue lo que ella y su médico se dijeron a mis espaldas, pero sea lo que haya sido, a ella le cambió el semblante.

- Genzo, voy a llevarte a que te hagan el ultrasonido.- me informó.

- ¿Entonces tu médico ya te convenció de que no necesito operarme?.- pregunté, a quemarropa.

- Te pedí que dejaras de llamarlo así.- me contestó ella, con firmeza.- Mira, sea lo que sea que tengas, seguro que no es apendicitis.

- Porque tu doctor lo dice, ¿no?

- Porque el cirujano lo dice, y punto.

Nunca nadie me había callado antes en una discusión. Me di cuenta de que Lily estaba más que dispuesta a enfrentarse conmigo en un duelo de palabras. Y también supe que, de ocurrir algo así, ninguno de los dos ganaría nada más que susceptibilidades heridas.

- Por favor, te lo pido.- suplicó ella.- Confía en el Dr. Mancera tanto como confías en mí.

Nos miramos por unos instantes. Me quedé pensando que eran los celos los que me impedían confiar plenamente en el diagnóstico del cirujano. Incluso Lily había desconfiado por un momento tanto como yo. Pero ahora ella apoyaba al cien por ciento la decisión del doctor y se mantenía firme a pesar de mis reclamos y de mis celos tontos e injustificados. Pensé también que, para variar, me estaba comportando de una manera terca y testaruda. Creo que por una vez estaría bien claudicar, después de todo, Lily conoce al médico mejor que yo...

- Muy bien.- contesté.- Si tú dices que me quede aquí, aquí me quedaré.

- Serás atendido por los mejores médicos, incluyéndome.- ella me regaló una de sus sonrisas.- Nadie tratará mejor que yo.

Y fue cuando supe que mejor decisión no podía haber tomado...

Lily.

Y resultó que, después de todo, Genzo sí tenía un cólico renoureteral. Dicho en lenguaje cristiano, una piedra se atoró en sus riñones y le estaba provocando una obstrucción. Obviamente, era esto lo que le producía el dolor. Afortunadamente, el riñón eliminó solo la piedra, así que no hubo mayores complicaciones. Genzo se recuperó a pasos agigantados y pronto pudimos pasarlo a una habitación privada del hospital.

Rika se ofreció a ser su enfermera y Misaki su acompañante de turno. Cada vez que pasaba por la habitación los escuchaba a los tres riendo y cuchicheando en japonés. Me daba envidia verlos tan unidos, me gustaría muchísimo poder formar parte de tan alegre unión... Y tal vez me hubiera agregado a la charla, incluso en una oportunidad Rika me llevó con ella para anunciarle a los muchachos que las dos éramos primas, pero desgraciadamente mi trabajo en la sala de Urgencias no me permitió quedarme por mucho tiempo.

Sin embargo, ya en la madrugada, el médico de turno me mandó a descansar. Pasé por la central de enfermeras y vi que Rika y Taro echaban reja aprovechando que la situación estaba tranquila. Supuse entonces que Genzo estaría solo, así que aproveché para pasar un momento a su cuarto. Él dormía. Se veía extremadamente atractivo, con ese aire de niño que en ocasiones suele tener. Me acerqué a su cama, conteniendo los deseos de acariciar ese cabello negro encrespado que relucía a la luz de las lámparas... Qué más daba, después de todo nadie me vería...

Me acerqué a él y le acaricié el cabello, después mis manos bajaron hasta su pecho y sus brazos musculosos, los cuales parecían querer romper la bata en cualquier instante. Tomé sus manos entre las mías y me imaginé lo que sería ser acariciada por ellas. Me estremecí. Bien me dijo una amiga que cuando una se desvela las hormonas se alborotan...

Genzo.

Desperté al sentir unas manos suaves deslizarse sobre mi pecho. Pero no abrí los ojos, pues algo me dijo que se trataba de Lily. Quería ver cómo se comportaba ella cuando yo fingía estar dormido...

Tomó mis manos y las besó con suavidad, después me acarició el mentón y la barbilla y apoyó su cabeza contra mi pecho. Deseé abrazarla, pero aun quería saber qué otra cosa haría.

- Gen... .- susurró.- ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?

Acercó sus labios a los míos y los rozó. Yo no aguanté más, cuando ella se quiso alejar yo la estreché entre mis brazos.

- ¿Q... Qué?.- Lily tartamudeó por la sorpresa.

- Shhh, no hables.- murmuré.- Sólo déjate llevar...

La besé nuevamente en la boca. Al principio ella se resistió pero después se dejó llevar. Las camas de hospital pueden ser realmente incómodas, pero eso puede no importar cuando tienes entre tus brazos a la mujer de la que te estás enamorando...

- Quédate conmigo.- le pedí, al tiempo que la apoyaba contra mi cuerpo.

Ella no me respondió. Solo sentí contra mi pecho su respiración.

Jazmín.

Contrario a lo que se puede pensar, papá y mamá no hicieron nada esa noche. Simplemente se quedaron dormidos, aunque después del lío que se armó en la mañana cuando la jefa de enfermeras los encontró, ambos desearon haber hecho algo más, por lo menos para desquitar la buena regañiza que les dieron a ambos. Lo que salvó a mamá de que la corrieran del hospital, fue la tonta, pero creíble excusa que dio mi tía Rika acerca de que ella había tenido la culpa por dejar abierto el gas de anestesia, lo que causó que mi mamá se adormeciera cuando fue a revisar a su paciente. Sin embargo, a partir de ese día decidieron que sería Edna, la compañera de guardia de mamá, quien atendería a Genzo durante su estancia en el hospital. Mi tío Taro no dejaba de burlarse de mamá y papá, pues Edna es casada y mi tío decía que ahora sería papá quien engañaría a mamá con alguien casado.

Las semanas pasaron, y papá y mamá se fueron enamorando poco a poco. Lo único que les importaba era estar juntos, aunque el destino una vez más los pondría en una encrucijada que terminaría por separarlos...

Notas:

- Bueno, pues echar reja significa estar de novio, o sea, pasar tiempo con tu pareja.

- Espero haber explicado lo mejor posible los términos médicos.