"Bien, Lily. Vamos a hacerte algunas pruebas m"
"¡¿Cómo! ¿Más pruebas aún? ¡Si apenas debe quedarme sangre en las venas!"
"Es necesario, Lily. En tus papeles de ingreso dice que tienes un bebé de apenas un mes, luego tu estado aún es"
"Mi estado no es nada. Estoy perfectamente."
"Pero... ¿no es tuyo el bebé?"
Lily dudó si darle o no esa información pero una oportuna interrupción le ahorró el problema. Concretamente, la interrupción provenía de dos agentes del Ministerio debidamente uniformados que entraron en ese momento por la puerta. Mientras uno de ellos discutía con los sanadores enseñando algún tipo de identificación o permiso (Lily no lo podía distinguir desde la cama), el otro se acercó a ella con gesto serio y decidido.
"¿Srta. Evans? Necesitamos algunas respuestas."
¿Respuestas? No. Aquí nadie obtendría respuestas hasta que no las obtuviera ella.
"Pues me temo, Sr. Agente-maleducado-que-no-respeta-a-los-convalecientes, que no estoy en condiciones de dárselas. Los sanadores me tienen prohibida toda actividad estresante. Someterme a un interrogatorio sería según ellos... contraproducente."
"Veo que no está dispuesta a colaborar. Muy bien. Tenemos otros métodos. Y respecto a los sanadores –se apartó para que viera cómo abandonaban la habitación-, no tienen autoridad para impedirnos hacer nuestro trabajo."
"¡¡Un momento!"
Cualquiera diría que el tiempo se había detenido. Los sanadores se giraron junto a la puerta, el agente que había discutido con ellos se detuvo a medio camino hacia la ventana y el "poli malo" que hablaba con ella la miraba expectante.
"Conozco mis derechos y no me intimidan sus amenazas. No obstante, como buena ciudadana que soy, hablaré con ustedes. Claro está que no pienso dejarme interrogar atada a una cama para que puedan hacer uso de esos otros métodos que ha mencionado. Exijo que me quiten las correas."
Inmediatamente un sanador se adelantó a quitárselas pero nuestro agente favorito le cortó el paso.
"Si están ahí, será por algo, Srta. Evans. Nosotros somos respetados agentes del Ministerio; no le haremos daño. Tal vez sea usted quien consista un peligro para nosotros."
"Como bien ha dicho, ustedes son agentes del Ministerio y estoy segura de que el dudoso entrenamiento que recibieron para llegar aquí les garantiza que podrán reducirme si me pongo violenta... ¿no?"
"La señorita no es peligrosa, agente", intervino el sanador a quien entorpecía el paso aquel aspirante a matón de discoteca. "Las correas eran para su propia seguridad. Ya le hemos explicado a su compañero que la paciente sufrió un shock traumático grave recientemente y temíamos que quisiera..."
Lily sospechaba que el sanador no quería hablar de suicidio en su presencia; para no darla ideas, tal vez. Era un poco tarde para eso. Aquella idea la invadió la noche anterior pero, tan pronto como llegó, se fue. Iba decir esto mismo pero otro sanador se le adelantó.
"Sin embargo, ya estamos más tranquilos. Íbamos a quitarle las correas justo cuando han entrado."
El agente no parecía muy convencido. De nuevo el sanador hizo ademán de quitarle las correas a Lily pero él no se quitaba de en medio.
"Rookwood...", su compañero le miraba fijamente y parecían comunicarse sin palabras.
Sorprendentemente, el tal Rookwood se hizo a un lado. Sin perder un segundo, el sanador comenzó a desatar a Lily y, mientras estaba en ello, le susurró:
"Cuidado con estos dos. Si necesitas ayuda, tira del cordón."
Terminó el trabajo y le acercó un cordón dorado que colgaba del cabecero de la cama. Los otros sanadores ya habían salido de la habitación y el otro agente sostenía la puerta para que él también se fuera. Cuando llegó al pasillo, cerró la puerta y se dirigió de nuevo a la ventana. Bajó las persianas y las graduó para que no pasara luz. Se ve que querían un ambiente íntimo.
ooooooo
No podía seguir escondiéndose. Dos semanas sin ver el sol, sin respirar aire fresco, sin mirar a otra persona que a sí misma en el espejo y sin escuchar otra voz que la de sus pensamientos. Bueno, en realidad, no era tan dramático. Lo cierto es que desayunaba, comía y cenaba con el Profesor Russel, digo, Robert. Joder, nunca se acostumbraría a llamarle así.
En fin, hacía dos semanas que se fue de Hogwarts. Se suponía que si se iba antes de acabar el curso, era porque nada podía retrasarse. Se había perdido la Ceremonia de Despedida para nada. Tenía pensado ir con Jam
"¡¡¡No!"
No sigas por ahí. Dos semanas de tortura psicológica eran más que suficientes pero si se quedaba un segundo más en esa habitación serían tres, cuatro, cinco... las suficientes para volverse loca del todo. Se lavó la cara con agua helada, cogió la llave de la habitación y bajó en busca de Tom, el dueño del Caldero Chorreante. Le encontró en la barra, cómo no, secando vasos con un trapo asqueroso.
"Tom, te dejó mi llave. Voy a salir a tomar el aire."
"Muy bien, bonita. El profesor me encargó que te dijera que empezaras a recoger. Parece que ya obtuvo los permisos pero que aún tenía que arreglar un asuntillo por lo que no podrá acompañarte en la comida."
A Lily se le iluminó el rostro al oír esto. Por fin se ponían en marcha. No veía el momento de empezar a trabajar en... bueno, en lo que fuera que iban trabajar. Investigar... aún no sabía qué exactamente pero de repente se sentía como una afamada arqueóloga frente a una "nueva" pirámide a explorar. El que el profesor la dejase otra vez tirada no podía compararse a esta sensación, así que se dirigió al Callejón Diagon flotando un palmo sobre el suelo sin siquiera despedirse de Tom.
Cuando bajó de su habitación, no era su intención entrar en el Londres mágico sino en el muggle. Podría encontrarse con alguien que la conociera y tendría que pasar por el horrible trance de explicar por qué no estaba dando la vuelta al mundo con el profesor. Después esa persona le contaría al resto que todavía no se había ido y, entonces, todos querrían verla antes de que se fuera de verdad. No es que no quisiera verlos una vez más. Lo que no quería por nada del mundo era volver a despedirse. En Hogwarts se había pasado una semana despidiéndose de gente y no había cosa que odiara más; no había cosa que le doliera más. No quería imaginarse qué pasaría si tuviera que despedirse otra vez de James. Puede que esta vez no lo consiguiera y entonces arruinaría las vidas de ambos.
Plof. Cayó de golpe al suelo y, aunque sólo fuera un palmo lo que distaba de él, a Lily le pareció una caída de cien metros. Al hacer contacto con el suelo perdió el equilibrio y tuvo que apoyarse en el arco que daba paso al callejón para no caerse. Se dio cuenta al fin de a dónde se dirigía y le entró el pánico. Había estado tan inmersa en sus fantasías que sin quererlo había abierto el pasadizo. Había estado a punto de cometer un gravísimo error.
¿A punto?
Ya estaba dando media vuelta para volver por donde había venido cuando le vio. Salía de una tienda cercana cargado de paquetes. Su madre iba delante de él, según parece, echándole la bronca por encima del hombro. Se giró para mirar a la cara a su hijo o, más bien, al paquete que cubría la cara de su hijo y con un sutil movimiento de varita las cajas desaparecieron. Le dijo un par de cosas más. Por la cara que James estaba poniendo, no debían ser palabras amables. Tomó, entonces, los paquetes reducidos de las manos de James y se marchó calle abajo.
Todo este tiempo Lily había estado paralizada mirando la escena y no reaccionó hasta que vio a James venir hacia ella. ¡¡Luz roja, luz roja! Comenzó a golpear los ladrillos para abrir otra vez el pasadizo pero descubrió que su puntería era pésima en momentos de crisis. James se acercaba y no le quedaba otra salida que... esconderse detrás de los cubos de basura. ¡Puaj!
Lo bueno de la situación era que James no la había visto y lo malo, que él también quería entrar en el pub. Abrió el pasadizo sin dificultad alguna y se perdió de vista cuando el muro se cerró tras de él. No hay de qué preocuparse, pensó, seguramente no vaya a quedarse en el bar; usará la chimenea y se irá a casa. Lily contó lentamente hasta treinta y abrió el pasadizo de nuevo.
No hay moros en la costa. Satisfecha de su certera predicción, puso rumbo a donde pretendía ir desde un principio, Londres muggle. Definitivamente el destino no estaba de su parte aquel día porque otra vez encontraron sus ojos al objeto de su desesperación. James no había vuelto a casa, qué va. Se paseaba por la calle infestada de muggles que pasaban de largo el pub sin recaer en su existencia.
Un poltergueist debió poseer a Lily mientras estudiaba su forma de andar (sí, sí, le miraba el culo) porque comenzó a seguir sus pasos y a esquivar gente. De vez en cuando él se paraba a mirar algún escaparate y Lily se escondía detrás de la farola o árbol más cercano para que no la descubriera. Hay que admitir que Lily era delgada... pero no tanto. Era una escena bastante ridícula y cualquiera que la viera pensaría que estaba bajo tratamiento psiquiátrico, pero nadie se percató de ello; ni siquiera James.
Después de varios minutos andando, se decidió a entrar a una cafetería. Lily se las arregló para observarle desde fuera a través de la ventana, oculta tras un seto con forma de polo que crecía en un tiesto enorme. Sirius le estaba esperando sentado a una mesa y enseguida empezaron a hablar animadamente.
Aquellas semanas le habían parecido años y le sorprendió descubrir que no había olvidado ninguno de sus gestos. ¡Qué tonta eres, Lily! ¡No han sido más que dos semanas! ¡Ni siquiera tú puedes olvidar tan rápido! Lily era la personificación del despiste. Un momento tenía algo en la mano y al siguiente no sabía dónde lo había dejado. Por eso era tan estricta respecto al orden. Cualquier cosa fuera de su sitio habitual podía darla por perdida; al menos, durante un mes o dos. Y, sin embargo, allí estaba, recordando cada mueca, cada sonrisa, cada tick, cada mirada... Él era el único tesoro perdido conscientemente y el único que no dejaba de encontrar.
Una lágrima.
Se restregó el ojo con el puño pero tan pronto se secó una, brotó una nueva del otro. Se tapó la cara con ambas manos. Le ardía la piel y las lágrimas eran su único refresco. Con el primer sollozo se tapó la boca, mordiéndose con rabia la palma de la mano. Podía notar como se calmaba y como las lágrimas brotaban a intervalos cada vez más largos. La última cayó al suelo pintando un pequeño lunar. Fijó la mirada en la aquella mancha y en pocos segundos otra tomó su lugar. La nueva tenía un color más oscuro. Rojo como la sangre.
¿Sangre? ¿Estoy llorando sangre? Se tocó las mejillas pero ya no seguía llorando. Entonces se miró las manos. Se había mordido tan fuerte que se había arrancado un trozo importante de piel y del corte salía ahora sangre a borbotones. Hay gente que se marea al ver sangre, Lily, en cambio, se quedó quieta, mirando fijamente mientras se desangraba. En esto, alguien la agarró con fuerza del hombro y le dio la vuelta.
"¡¿Qué haces aquí! ¿No has hecho ya bastante daño?"
Remus seguía agarrándola del hombro y si Lily no estuviera en su mundo la estaría haciendo mucho daño. Daba igual porque Lily ni sentía ni decía nada. Simplemente se cogía la mano y miraba su palma abierta. Esto hizo que Remus bajara la mirada y lo viera también.
"¡Por Merlín, Lily, ¿qué te has hecho! Ven aquí."
La agarró otra vez, ahora con más delicadeza, y la guió hasta un callejón desierto. Comprobó que nadie los había seguido y sacó su varita. Después recitó un encantamiento raro que Lily no hubiera reconocido aún estando en condiciones normales. La piel se unió al instante y Lily salió de su trance.
"Gracias."
"No me las des. Tampoco me digas cómo te has hecho eso. Ahórrate las explicaciones para James."
Diciendo esto, la arrastró hasta la calle haciendo caso omiso de sus súplicas. La gente que pasaba por su lado se les quedaba mirando y Remus comenzó a sentirse incómodo. ¡Cómo si no tuviera bastante con que le miraran raro en el mundo mágico! Se paró en seco justo en el mismo lugar donde la había encontrado.
"Deja de dar el espectáculo, ¿quieres? No me voy a tragar tu numerito de niña buena, Evans. Lo que le hiciste a James no tiene nombre. No hay insulto que pueda hacerte justicia ahora. Bueno, sí, puta."
Y para hacerle justicia a él, un tortazo en la mejilla izquierda con la palma abierta. El sonido hizo que varios transeúntes se volvieran pero ninguno tenía tiempo para detenerse. Empezó a llorar de nuevo pero esta vez del dolor de la mano porque le había golpeado con la del corte y todavía estaba reciente. Por suerte la herida no se abrió.
"Perdón", dijeron los dos al mismo tiempo y, después,... sólo silencio...
Lily esperaba que se fuera. Deseaba que se fuera. En lo que él entraba al café ella podría echar a correr antes de que James saliera a buscarla. Pero el único movimiento que hizo fue el de asomarse a la ventana tal y como lo había hecho ella antes de que él llegara. Algo había en la forma que miraba a sus amigos que la hizo hablar.
"Si de algo soy culpable, es de mentir... pero no mentí en lo que tú piensas... ni por lo que tu piensas"
Remus se dio la vuelta pero aún la miraba enfadado.
"Bien. Soy todo oídos."
"¿Ahora? ¿No has quedado con James?"
"Sirius está con él. Los demás ya no hacemos falta."
El tono con que lo dijo confirmó una sospecha que Lily tenía ya desde hace mucho tiempo. Iba a materializarla en palabras pero Remus la cogió de nuevo, esta vez de la mano, y la llevó calle abajo.
"¿Adónde vamos?"
"No, Evans. Aquí las preguntas las hago yo."
Al final de la calle giraron a la derecha y entraron en un parque. Pasaron la zona donde jugaban los niños con la arena y los bancos desde donde sus madres les vigilaban y hablaban entre ellas, el campo de fútbol donde jugaba un grupo de adolescentes y las mesas donde los abuelos jugaban a las cartas. Cuando Remus creyó que ya estaban lo suficientemente aislados, aminoró la marcha y sentó a Lily en un banco. Mientras, él seguía de pie, andando de un lado a otro como un lobo evaluando su presa.
"Dices que mentiste. Eso no es nuevo. También dices que estoy equivocado, que no mentiste en lo que yo creo. Bien ¿y qué es lo que yo creo?"
"Crees que mentí todo el tiempo que estuve con James, que sólo quería vivir una aventura y que cuando esa aventura amenazó con cambiar mi vida no me costó nada acabar con ella. En resumen, crees que entre James y mi futuro elegí mi futuro porque James nunca significó nada para mí."
"Qué lista", dijo sin admiración alguna. "Un análisis demasiado acertado para ser sólo una suposición. Yo opino que si te lo sabes tan bien no es por tu capacidad de observación sino porque es lo que realmente ha ocurrido, pero voy a seguirte el juego. Sí, creo que mentiste cada vez que le dijiste a James que le querías pero se te olvida otra mentirijilla."
Lily respondió alzando las cejas. No tenía ni idea de a dónde quería llegar ahora.
"Es evidente, Lily. Estás aquí cuando todos te creíamos perdida por ahí con tu profesor. Dijiste que te ibas y no te has ido. ¿Te inventaste todo aquello para librarte antes de James y así, poder espiarle libremente todo este tiempo? ¿Ha sido tan divertido como esperabas verle sufrir por ti?"
"¡Por Merlín, Remus! ¡Qué mente más retorcida! El viaje se ha retrasado porque el Profesor Russel, no mi profesor, necesitaba unos permisos antes de salir. Si no he vuelto a Hogwarts entretanto es porque no sabíamos cuándo estaría todo listo. No merecía la pena regresar para estar sólo un par de días y después tener que volver a despedirme de todos."
"Créeme que después de como dejaste a James, hubieras tenido que despedirte de mucha menos gente."
Lily suspiró frustrada. Remus no se lo estaba poniendo nada fácil pero qué se suponía que iba a hacer uno de los mejores amigos de James.
"Tampoco he estado espiando a James. De hecho, llevo todo este tiempo encerrada en mi habitación del Caldero Chorreante por miedo a que alguien me reconociera y os dijera que sigo aquí."
"¿Miedo a enfrentarte a tus víctimas?"
"No. Miedo a no poder decir adiós."
"Conmovedor... pero no para mí. ¿Y que te ha hecho salir de tu madriguera?"
"Remus, te estás pasando."
"Yo decidiré cuando me paso. Contesta."
"Dos semanas contienen demasiadas horas para darle vueltas a la cabeza. No podía aguantar un minuto más."
"La culpa, es lo que tiene."
"¡No tienes ni idea, Remus!", gritó enfurecida. "James os ha tenido a vosotros pero yo he estado sola en mi habitación, sin nadie que me dijera que no es el fin del mundo."
"No me hagas reír", contestó Remus pero su tono le traicionaba. Comenzaba a dudar. Se había equivocado tantas veces ya...
"¿Quieres reírte? Bien. Voy a decirte algo que te hará feliz. ¿Te acuerdas de Leslie McKinnons? Cuando volvimos de vacaciones en sexto año y todos creían que James y yo estábamos juntos, ella se encerró conmigo en el baño del 2º piso. No me dejó salir hasta que dijo todo lo que pensaba de mí. Entre muchas otras cosas, dijo que era imposible que yo quisiera a James porque sólo era un lastre para él, que si de verdad lo quisiera le dejaría cuanto antes porque sin mí iba a estar mejor. Por aquel entonces, no le di importancia a sus palabras porque aquello era sólo un rumor y ella una estúpida celosa. Ni estaba con James, ni quería."
"En 7º todo cambió y no hace falta que te dé detalles. No me acordé de Leslie hasta justo después de los EXTASIS. Estaba acompañando a James a la lechucería para que enviara algo. Le pregunté qué era y comenzó a hablarme muy excitado de su futuro como auror. Íbamos a enviar su solicitud de ingreso a la Academia de Aurores. Me dijo que no me preocupara por estar separados, que si era necesario se escaparía por las noches para verme. Entonces comencé a oír a Leslie una y otra vez en mi cabeza. No podía dormir pensando que James estaba dispuesto a jugarse lo que más ilusión le hacía en este mundo sólo por pasar tiempo conmigo. No era justo."
"Comencé a plantearme el hacerme a un lado. Fue entonces cuando dejé de comer. Todos creíais que era por el estrés que me provocaba no tener aún los resultados de los exámenes pero, lo cierto, es que me sentía tremendamente culpable por no decidirme a dejarle, por ser egoísta y anteponer mi felicidad a la suya. Después pasamos nuestra primera noche juntos y no lo pude soportar más tiempo. Tomé mi decisión pero no sabía cómo... cortar. Cuando llegaron los resultados, el Profesor Russel me cogió aparte y me ofreció un empleo, un empleo que solucionaba muchos problemas. Sólo hacía falta que James fuera razonable y entendiera la situación. Los dos conocemos a James. Ser razonable no es una de sus virtudes."
"No sé cómo lo habrá pasado él desde entonces aunque me hago una idea viendo como lo he pasado yo. Y eso sólo hace que me sienta peor. Aún así, vosotros habéis estado a su lado. Seguramente le obligasteis a ir a la Ceremonia de Despedida e incluso le conseguiríais una pareja. Me juego el cuello a que habéis salido a celebrar el fin de curso y mientras vosotros comenzabais a disfrutar de las vacaciones yo he estado encerrada a cal y canto en una oscura habitación del Caldero. Sola. No te cortes. Puedes decir que yo me lo he buscado pero no harás que me sienta peor. Peor imposible."
"En realidad...", Remus se había quedado sin palabras. Se sentó junto a ella y dijo "No... (suspiro) no sé qué decir, Lily. Todo este asunto ha abierto más heridas de las que puedes imaginar. Digamos que ha sido el detonante definitivo y han salido a flote... cosas que todos habíamos estado ignorando desde hace mucho tiempo. Creo que te culpaba a ti de todo. Siento haberte tratado así. Tú no tienes culpa de nada. Todo lo contrario."
"No, Remus. No me quites responsabilidad en todo esto. Yo ya lo he intentado. He repasado cien veces cada cosa que hice... y aunque no me arrepiento de nada... no puedo culparte por verme como la mala del cuento porque yo misma me siento así."
Otro silencio amenazaba con adueñarse de la conversación pero Remus fue más rápido.
"¿Sabes? Los Merodeadores tenemos un método infalible para acallar la culpa. ¿Tienes planes para comer?", dijo poniéndose en pie y ofreciéndole un brazo como invitación.
"Pues...", respondió entrelazando su brazo con el de él, " lo cierto es que me había hecho a la idea de comer sola hoy."
"Pues... me temo que, por mucho que disfrutes de esos momentos de intimidad, este amigo va a ocupar cada uno de ellos hasta que un océano se interponga en su camino."
"Pues... yo me temo que, entonces, gozaré poco de su compañía porque el Profesor Russel me ha mandado que recoja mis bártulos y nos marcharemos mañana por la mañana a más tardar."
Remus dejó inmediatamente de andar y se giró hacia ella.
"Entonces tenemos poco tiempo para enmendar las últimas semanas. Corramos."
Y corrieron hasta el restaurante más cercano donde llamaron a gritos al camarero. Éste, muy molesto, les tomó nota y se apresuró a la cocina para quejarse sin disimulo de los clientes recién llegados. No podían parar de reír y eso les dificultaba más aún la necesidad de recuperar aire. Otro camarero les trajo el agua que habían pedido y, tras vaciar dos vasos, Remus al fin pudo hablar.
"¿Y en qué consisten esas misteriosas investigaciones?"
ooooooo
"¿En qué consisten esas misteriosas investigaciones?"
"..."
"Señorita. Señorita, ¿en qué consisten...? ¿Srta. Evans? ¡Señori!"
"Aún no lo sé."
"¿Cómo que no lo sabe? ¡Eso es¡"
"¿Qué? Perdone. No le estaba escuchando. ¿Puede repetirme la última pregunta?"
"¡¿Será posi!"
"Cálmate, Rookwood. Le estábamos preguntando que en qué consistían exactamente sus investigaciones, Srta. Evans."
"Lo siento pero no puedo darles esa información."
"¡¡¿Cómo!". Rookwood estaba rojo de ira y su compañero parecía tener problemas para contenerle. Las persianas de la habitación seguían bajadas y la única luz provenía de un conjuro Lumus dirigido a los ojos de Lily.
"Les recuerdo, caballeros, que no soy sospechosa de ningún delito y no tengo porqué contestar a sus preguntas. Estoy colaborando de buena voluntad pero mi paciencia no es infinita. Doy por concluida esta entrevista."
Rookwood apretó los puños y resopló un par de veces. Finalmente, se giró a su compañero y dijo:
"¿Qué tenemos hasta ahora?"
Su compañero estaba sentado en el sillón para las visitas y sostenía un mini-rollo de pergamino donde escribía con una pluma diminuta.
"La noche de los hechos la Srta. Evans se encontraba acostando al bebé cuando unos intrusos irrumpieron en el salón donde se encontraba su pareja, el Profesor... ¿Russel? Sí. Éste la avisó de que huyera con el bebé. Usted rompió la ventana con una... silla y se descolgó hasta la calle. Se apareció en la casa donde trabajaba su tía y se desmayó debido a un corte que se hizo con el vidrio roto. Tan pronto se enteró de que su tía podía estar en su casa, dejó a la niña y salió en su busca. La encontró muerta en el descansillo y perdió el conocimiento. Hemos comprobado que hubo allanamiento pero no parece que robaran nada. También hemos buscado al profesor pero no ha dejado rastro alguno. El motivo del ataque parece ser espionaje. Desconocemos quienes fueron los intrusos pero sabemos que no es la primera vez que atacan. No se hizo denuncia pero ya habían intentado robar en su... ¿laboratorio? ¿despacho? bueno, el lugar donde llevan a cabo sus investigaciones que son... Hasta ahí. No hay más."
"Con eso no llegamos a ninguna parte", Rookwood hablaba para sí y decidió emprender otra táctica. "No sé si entiende que esta información es esencial para nuestra investigación. Cualquier dato que usted omita podría ser la pista que necesitamos para encontrar a sus atacantes."
"A quien tienen que encontrar es a Robert."
"Que si no la ha engañado y se escapado con la patente de lo que quiera que estuvieran desarrollando, seguramente esté muerto o en manos de los intrusos."
"Robert jamás haría eso y, desde luego, que no esta... (gulp) Esta vivo. Estoy segura."
"Entonces, está secuestrado y la única manera de llegar hasta él, señorita, es encontrando a sus raptores.
"..."
"¿Me va a decir ahora en qué consiste su dichoso proyecto?"
"..."
"Srta. Evans..."
"No, no puedo."
"¡¡Ya basta!", Rookwood la zarandeaba cogiéndola de los hombros y su compañero no se movió un centímetro para retenerle. "¡Me vas a decir ahora mismo todo lo que sabes o¡"
"¡Expelliarmus!"
Rookwood salió despedido tirando a Lily de la cama. Elizabeth Potter permanecía en la puerta, una mano en la varita y la otra todavía en el pomo. El agente que tomaba notas se puso en pie y sacó su varita diciendo:
"¡¿Cómo se atreve a arremeter contra un agente del Ministerio!"
"¿Y cómo se atreve un agente del Ministerio a intimidar así a un testigo? Informaré a sus superiores."
"Sus amenazas no hacen más que empeorar su situación, señora. Le ordeno que baje su varita. Está arrestada."
"Me temo que no sabe con quién está hablando, agente. Soy Elizabeth Potter, Jefe del Departamento de Seguridad y Auror honorífico. Miembro de la Confederación Internacional de Magos y, lo más importante, la persona que va a hacer que pierdan sus puestos de trabajo si no se marchan inmediatamente de esta habitación."
No hizo falta más persuasión. Sólo con oír el nombre de la madre de James se dieron cuenta del lío en el que se habían metido y no dudaron en salir corriendo cuando se les dio la oportunidad. Una vez solas, Elizabeth corrió a levantar a Lily.
"Vamos, cariño. Haz un esfuerzo. Ya está. ¿Te has hecho daño? No pensé que tiraría de ti."
"No, no te preocupes. Estoy bien, sólo un poco mareada."
"¿Quieres que llame a los sanadores?"
"No, no. Si los llamas seguirán donde lo dejaron y no tengo ganas de que me saquen más sangre."
"¿Pero cómo pudieron dejarte sola con esos matones?"
"Traían un permiso o algo. No lo vi bien. Escucha, Liz. Estoy agotada. ¿Podrías mantener a los sanadores lejos de mí un par de horas? Quisiera dormir un poco."
"No hay problema, cariño, pero tendríamos que empezar a preparar el funeral de Maguie..."
Seguramente la Sra. Potter no quería entristecer a Lily pero lo había conseguido. Sólo de pensar en lo que le quedaba por hacer... Cerró los ojos y respiró profundamente.
"Mira. Olvida lo que acabo de decir, ¿vale? Siento haberlo mencionado. Si quieres, Harold y yo nos ocupamos de todo. ¿Te parece bien?"
"Sí, mejor."
Elizabeth le dio un beso en la frente y comenzó andar hacia la puerta.
"Elizabeth, yo... os estoy muy agradecida."
"Y nosotros de que tú estés bien. Ahora descansa."
Cerró la puerta y la habitación quedó de nuevo en penumbra.
oooooooooooooooooooooooo
N.A.: ¿Y bien? Sé que me he retrasado. Lo siento. Intentaré que no vuelva a ocurrir. Espero haber aclarado algunas de vuestras dudas pero no me gustaría quitar toda la emoción ahora... así que confío en haber dejado algunos misterios sin resolver. Además he añadido un par de incógnitas más y un par de "guiños" a tramas futuras. También hay "premio" para quien me diga dónde habla Rowling de Rookwood y qué dice de él. Ah, y he cambiado el estilo porque parece que esta maravillosa página no acepta más que el formato inglés. Besitos y no seáis malos, dejadme reviews que no se tarda tanto.
