Hooolas! Acá les traigo el tercer chap de esta historia! Espero que lo disfruten tanto como yo disfruto escribiéndolo!
En fin...Si quieren, dejen algún review :P
3.Multijugos...
-Tú estás muerto.
-¿En serio? Yo diría que estoy frente a ti, Draco.
El rubio de Slytherin se encontraba tirado en el suelo, respirando agitadamente. Se sentía débil, y le costaba mucho contener los gemidos de dolor que luchaban por salir de su boca. Además el frío estaba entumeciendo cada uno de sus músculos...Pero no podía flaquear. No frente a él. Haciendo acopio de todas sus fuerzas se puso lentamente de pie.
-Eres fuerte, ¿verdad, Draco? –siseó una voz colérica.
-Más de lo que tú crees –respondió el Slytherin apretando los dientes. Sentía un fuerte dolor en las costillas a causa de los constantes golpes que había recibido.
El encapuchado rió, y al hacerlo logró que un escalofrío recorriera de pies a cabeza al rubio. Éste retrocedió y se apoyó contra el tronco del árbol, en donde había estado hasta que el otro llegó. Apenas podía sostenerse en pie.
-Dime –dijo débilmente- ¿Para qué has venido? ¿Vas a matarme?
-Oh, claro que no –dijo el otro, moviendo la mano como si quisiera alejar esa idea-. Por ahora –añadió luego con una carcajada-. ¿Tú sabes lo que hacían en la antigüedad con los traidores, Draco? –preguntó al tiempo que, con un movimiento de la varita, hacía aparecer unas cuerdas que atraparon al chico, atándolo al árbol-. No los mataban así como así...eso no tendría gracia.
Por toda respuesta, Malfoy escupió a la cara del encapuchado. Éste habló mientras se secaba el rostro con la manga de su túnica.
-No exactamente –dijo con una risa falsa-. No los escupían...Lo que hacían, mi querido Draco, era utilizar el maleficio Crucicatus con los infelices, hasta que sus cuerpos quedaran reducidos a despojos rastreros e inmundos. Y luego los arrojaban a un foso lleno de serpientes furiosas, cuyo veneno era lento y doloroso...¿Qué te parece tu destino, hijo?
-Me parece mejor destino que servirte a ti, padre –replicó Draco con sorna-. Lo único que te digo es que si vas a torturarme empieces ya...mañana tengo clases, ¿sabes? –susurró, respirando con dificultad.
-Me enorgullece ver cómo para hacer bromas idiotas eres mejor que para obedecer a tus mayores, Draco. Dime una cosa...¿realmente crees que vas a llegar a ver un mañana?
-¿Realmente...crees...que...no? –contestó Draco, a quien decir cada palabra le costaba un gran esfuerzo-. Fuiste tú el que me enseñó a domar a las serpientes, padre. No me atacarán.
-Después de unos cuantos Crucicatus, hijo mío, dudo mucho que seas capaz de controlar hasta tus propios movimientos...
El Slytherin rió, provocando que el dolor de sus costillas se volviera más agudo y devastador.
-Este castillo está bien protegido. Dudo mucho que se pueda realizar un Crucicatus en sus terrenos –dijo, rogando que el otro le creyera. Él sabía que sí era posible, pero...
-¿Ah, sí? –replicó el encapuchado con un deje de ironía en la voz-. Eso ya lo veremos...¡Crucio!
Los gritos de dolor de Draco sacaron a Harry de su ensimismamiento. Oculto por su capa invisible, había escuchado toda aquella conversación...Había algo allí que no cerraba. No podía ser. Él...él estaba muerto, no podía estar...
El griterío cesó. Ahora sólo se oía la risa fría, distante, de Lucius Malfoy. Harry sintió cómo una repentina ira invadía todo su ser. Quería matarlo con sus propias manos, quería verlo morir, se lo merecía. Sin pensar en lo que hacía, salió de los matorrales que le habían servido como refugio y se abalanzó sobre el encapuchado, que en ese momento estaba atormentando nuevamente al Slytherin con otra ráfaga de incontrolable dolor.
La capa invisible se deslizó de los hombros del moreno, dejándolo al descubierto, mientras caía al suelo junto con el encapuchado; la figura, desprevenida, había dejado caer su varita. Los gritos de Draco cesaron; lentamente, sin fuerzas, el rubio realizó un último intento de levantar su cabeza, y lo consiguió. Sorprendido, vio cómo Harry le pegaba un puñetazo al hombre de negro, y acto seguido, ciego de furia, le arrancaba la máscara, dejando al descubierto los finos rasgos de Lucius, su padre.
-¡No puede ser! –gritó Harry, pálido como si hubiera visto un fantasma...en el fondo, lo había visto...o no? Aprovechando el momento en el que el asombro inmovilizó al moreno, el otro se lo quitó de encima ayudándose de brazos y piernas.
Harry cayó de espaldas, y desesperadamente se puso de pie. Instintivamente, buscó la varita de Lucius con la vista, y con horror comprobó que su dueño, que ahora se encontraba erguido, ya la había recuperado.
-¿Qué haces aquí, Potter? -preguntó con el rostro desencajado- No entiendo tu manía de meterte constantemente en mis asuntos...
-Lo mismo pregunto yo –replicó Harry, ahora rojo de ira-. Se suponía que usted estaba más que muerto, Señor Malfoy.
-Ni tú ni nadie tiene idea de cómo son las cosas, Potter -dijo, temblando levemente. Harry observó que la sola mención de su supuesta muerte había puesto a Lucius algo...nervioso. Demasiados cabos sin atar....
-Expellarimus! –gritó Harry repentinamente, consciente de que no era el mejor momento para desentrañar enigmas. Lucius salió volando unos metros. Lentamente se puso de pie.
-Desmaius! –volvió a gritar el moreno, antes de que el otro pudiera hacer algo; sin embargo, ante la incrédula mirada del ojiverde, Lucius esquivó hábilmente el haz de luz roja, y gritó "Accio varita!"
Harry vio con horror cómo su único arma salía volando de sus manos, directa a las de su enemigo.
-Potter... –se oyó de repente un débil susurro, proveniente de Draco. Harry lo miró: ahí estaba su única esperanza...la varita del rubio se encontraba tirada a los pies de su dueño. Si pudiera alcanzarla...
-Crucio! –gritó Lucius, sabiendo que el Gryffindor estaba indefenso. Harry saltó hábilmente hacia el árbol donde estaba Draco, tomando su varita con la punta de los dedos y esquivando por milímetros el terrible maleficio.
-Expellarimus! –dijo Harry por segunda vez, con la esperanza de recuperar su varita. Efectivamente, ésta y la de Lucius salieron volando de sus manos, pero lejos de donde estaba el moreno.
De repente, algo que ninguno de los dos chicos esperaba –Draco había estado observando atentamente desde la aparición de Harry- sucedió; Malfoy miró brevemente su reloj y a una velocidad increíble se transformó en un cuervo enorme, más grande de lo normal. Luego, soltando un espeluznante graznido, tomó su varita con el pico y salió volando en dirección al bosque prohibido. Una ráfaga de aire helado obligó a Harry a parpadear varias veces seguidas...cuando pudo fijar su vista nuevamente, la sombra delave había desaparecido. Sólo se veían las estrellas, titilando débilmente.
-¿Pero qué...? –susurró Harry, sin poder creerlo. Todo aquello era peor que sus más negras pesadillas. Malfoy reaparecía,se transformaba ante sus ojos...
-Maldita sea, Potter –se oyó de repente la torturada voz de Draco-. Sácame de aquí.
Dumbledore lo miraba fijamente, como si intentara encontrar la clave de aquel misterio en sus ojos. Harry esperó, impaciente, a que el director hablara.
-Así que Lucius ha aparecido –dijo finalmente. Harry asintió.
-¡Pero Albus, usted sabe tan bien como yo que eso no es posible! –exclamó McGonagall, que también había oído toda la historia. Snape escuchaba en silencio desde un rincón del despacho de Dumbledore.
-Lo único que sabemos, Minerva, es que aquel día, del sótano de la Mansión Malfoy sacamos diez cadáveres, uno de los cuales tenía el aspecto de Lucius Malfoy...nada más.
-Con el debido respeto, Profesor...–habló por primera vez Snape-...la única manera conocida en el mundo mágico de transformarse en otra persona, si es eso lo que está sugiriendo, es la Poción Multijugos. Y el efecto de dicha Poción dura, como máximo, dos horas, si se toma en grandes cantidades. Con lo cual, las posibilidades de que el cadáver no fuera de Malfoy son... mínimas –dijo, enfatizando mucho esta última palabra y mirando directamente a Harry- teniendo en cuenta que usted llegó al sótano cuatro horas después de que los Mortífagos fueran aniquilados. Para ese entonces, el cuerpo del supuesto Lucius tendría que haber recuperado su forma original...algo que no sucedió.
-Tienes razón, Severus –asintió Dumbledore, pensativo.
En ese momento, alguien llamó suavemente a la puerta. El director dijo "Pase", y unos instantes después Madame Pompfrey se encontraba en frente de su escritorio.
-¿Cómo está? -preguntó McGonagall.
-Se recuperará -afirmó la enfermera-. Ha sido tratado bastante mal, tiene golpes por todo el cuerpo...pero con suerte en unos cinco días podrá marcharse de la enfermería.
-Bien. Muchas gracias, Poppy.
La mujer asintió, miró durante un momento a Harry y salió.
-Aunque...-dijo de repente Dumbledore, que no había levantado la vista en ningún momento-. Tal vez...el cadáver, como dice Severus, sí fuera Malfoy...y el falso fuera el que apareció hoy aquí.
-Pero Dumbledore...-comenzó la profesora de Transformaciones-. ¿Quién haría una cosa así? Después de todo, se supone que ya no quedan mortífagos...
-Mortífagos no -corroboró el director-. Pero...no todos los partidarios de Voldemort eran Mortífagos, Minerva. Ni tampoco todos los amigos de Lucius...Amigos que no deben estar muy contentos con el hecho de que gracias a Draco los siervos del Señor Oscuro hayan sido cazados como ratones.
McGonagall se tapó la boca con las manos, angustiada.
-Lo que debemos hacer ahora -prosiguió el director- Es estar con los ojos muy abiertos. Tenemos que descubrir quién ha irrumpido en los terrenos del Castillo. Sin embargo, no podemos ir por ahí interrogando a todos los amigos de Lucius. Debemos esperar.
-No a todos, Profesor -dijo entonces la voz de Snape, quien sin que nadie se diera cuenta había sacado un libro de una de las estanterías del despacho, y observaba atentamente sus páginas-. Pero tal vez a este sí.
Lentamente se acercó con el libro hasta donde se encontraba el director, y lo depositó frente a éste. Harry lo observó con detenimiento: en la parte superior se podía leer: "RMPE: Registro de Magos con Propiedades Especiales. Sección Decimoséptima: Animagos". Abajo estaba la ficha de un hombre llamado Allan Blackwood. El moreno se sobresaltó al observar la foto que acompañaba aquel nombre; se trataba de un hombre pálido, de pelo negro y largo, y cuyos ojos verdes eran aún más brillantes que los del propio Harry. Tenía un perfil impecable: nariz fina y algo puntiaguda, un mentón marcado que nodesentonaba para nada con la armonía de sus rasgos...
-Descripción del animal: -leyó Dumbledore en voz baja- cuervo negro, cuarenta centímetros, ojos negros... -dijo, y luego terminó de leer en silencio.
-Yo lo conozco -aseguró Snape-. Por eso lo busqué en el Registro...recuerdo que durante muchos años estuvo haciendo el examen, hasta que finalmente consiguó registrarse como Animago. Siempre se llevó bien con Malfoy; él mismo me lo presentó hace tiempo -Harry se sorprendió; nunca había oido a Snape hablar tan abiertamente de su pasada relación con los mortífagos.
-¿Sabes dónde se conocieron? -inquirió Dumbledore-. Por lo que sé, no ha habido ningún alumno llamado Allan Blackwood aquí en Hogwarts.
-No sé dónde -respondió Snape, siseante-. Pero sí sé que ese tal Blackwood estudió magia en un colegio ruso. Sus padres, ingleses, estuvieron allí muchos años; él mismopasó su juventud en aquel país. Luego, por razones que desconozco, se trasladó aquí.
-¿En qué lugar vive exactamente?
-No lo sé, Profesor. Perdimos el contacto hace ya muchos años.
-De acuerdo. Tendrás que averiguarlo, lo más pronto posible. Debemos hacerle una visita -dijo el director, pensativo, mientras seguía observando la foto del libro.
-Así será -asintió Snape, y salió del despacho.
-Harry -dijo suavemente Dumbledore-. Ya no puedes hacer nada más aquí, así que te recomiendo que vayas a dormir. Al menos inténtalo....mañana hay clases.
El moreno asintió y se dirgió arrastrando los pies hacia su habitación. Demasiadas preguntas rondaban su cabeza. Demasiados miedos, demasiada angustia. Y desolación. Mientras apoyaba su cabeza en la almohada,la impotencia lo invadió, golpeándolo en toda su magnitud. ¿Por qué le pasaba esto? ¿Por qué siempre pasaba algo que arruinaba su tranquilidad? ¿Qué era eso que se empeñaba en que nunca pudiera llevar una vida normal? No lo sabía. Tal vez no quería saberlo. Sólo quería acabar con todos sus problemas, sentirse despreocupado por una vez....Mientras sufría en silencio, la imagen del cuervo de fríos ojos negros volvió a aparecer en su mente, amenazante. La mirada asesina de Lucius...o no? ¿Quién era ese tal Allan Blackwood? Pero...
Harry se sentó de golpe en su cama, sudando. Una pregunta tomaba ahora fuerza, más que todas las otras.¿Qué estaba haciendo Draco, a esas horas, en los terrenos del castillo? Nadie, ni siquiera Dumbledore, se había molestado en responder a esa pregunta. La atención de todos había sido captada por el hecho de que "Lucius Malfoy" había irrumpido en Hogwarts. Pero...¿Y si Draco lo estaba esperando? ¿Y si no era más que una farsa?
Harry se agarró la cabeza con las manos. Si seguía así se iba a volver loco...
Bueno, ¿Qué tal? Espero que les haya gustado!!! Lo siento mucho, pero no voy a poder contestar rr porque me tengo que ir yaa!!! juro para el proximo chap que contesto a todos!!!
Las/os quiero mucho!!! Sean felices,
LuCkY
