El orgullo de un shaman.

Cáp.27: Tu identidad.

La conversación se interrumpió de inmediato por un fuerte ruido o mas bien un fuerte grito por parte de alguien que obviamente residía dentro de aquella casa.

Ambos chicos decidieron bajar para ver quien era la responsable de esto.

Pero algo detuvo violentamente a Ren. Giró sobre sus talones y lentamente caminó hacia la ventana.

Tamao lo miró con cierta preocupación al notar en el rostro de este una seriedad bastante suspicaz.

El joven miró hacia ambos lados en el exterior, detenidamente el patio y tratar de encontrar aquello que causo que un escalofrió recorriera su espalda.

Un dolor punzante en su cabeza lo atacó de improvisto, este solo hizo una pequeña expresión de dolor al presionar sus dientes unos contra los otros y llevo su mano a la cabeza.

¿Qué es esto? –Susurro Ren Mientras el dolor desaparecía lentamente.

Joven Ren...

El chico había sentido una presencia extraña pero al girar y encontrarse a la joven de cabellos rosas, solo pudo notar en el rostro de esta una gran preocupación, la miró seriamente y luego suspiro, le dio dos palmadas en el hombro para después dirigirse a la puerta de la habitación.

Tamao quedó un poco extrañada por aquella reacción, sin embargo comprendió que él solo trataba de tranquilizarla. Sonrió luego de pensar esto y se dispuso a seguirlo.

Caminando por los pasillos y Ren sin dejar de observar ningún detalle en cada pieza en la que pasaban, realmente estaba bastante intrigado con todo lo que sintió en aquella habitación, Tamao pudo notar eso en el chico pero aun así guardó silencio.

Llegaron al final del pasillo para encontrarse en el recibidor y ahí ver a Yuko con la puerta principal abierta y en su rostro una expresión de temor.

Señorita Yuko ¿esta usted bien? –Preguntó la pelirosada.

La chica de cabellos castaños giró para mirar a los jóvenes, cuando lo hizo se mostró una figura que estaba al otro lado de la puerta.

Tamao lo reconoció de inmediato y llevó sus manos al pecho, de verdad que ese sujeto le causaba mucho temor. En cambio para Ren simplemente ese hombre era insoportable.

¿Qué es lo que miran? –Preguntó desafiante.

¿Qué es lo que quiere-Preguntó Yuko molesta.

Déjame entrar.

�¿Qué!

¡Ya me escuchaste!

¿Qué es todo ese escándalo? –Dijo colocando una mano en su cabeza y caminando adormilada.

Se-señorita Miya...-Susurró Tamao al ver a la mujer entrar a la conversación.

Miya él...

¿Qué es lo que haces aquí? –Preguntó al ver al sujeto.

Estoy buscando algo en especial.

¿De que estas hablando?

Alguien casi incendia el templo Ebisu

�¿Qué!

Ren se cruzó de brazos y miró de reojo toda la escena.

El...templo Ebisu... –Susurro por lo bajo Tamao.

¿Quien se atrevería hacer eso?

El que sea que haya sido, vimos que se escapó por estos lados.

¿Vimos?

Por si no te has dado cuenta varias personas estamos afuera desde hace horas tratando de encontrarlo.

El joven de ojos dorados se sorprendió por lo mencionado, talvez esa presencia...pero era imposible ya que la presencia que anteriormente había sentido, fue la de un espíritu y este hombre afirmaba haberlo visto, y de seguro que ninguno de ellos pueden ver fantasmas... o talvez... entonces la única explicación era...

¡Exijo que me dejen pasar!

¡Por supuesto que no!

¿Por qué te interpones? –Preguntó exaltado.

Ya la escuchaste, no quiere que entres.-Dijo Ren fastidiado por la terquedad del sujeto.

¡Tu! Chiquillo, ten mas respeto.

¿Respeto? –Rió por lo bajo con cierta superioridad ¿Se puede saber a quien?

Por si no lo sabes soy...

Shogo... Líder de la aldea –Dijo Tamao sin pensar.

Todos la miraron con extrañeza, Tamao no midió las consecuencias al decir aquello.

Shogo la miró con los ojos entreabiertos, tratando de encontrar algo familiar en ella. Dio unos pasos hacia la chica mientras esta los daba hacia atrás completamente asustada, pero pronto detuvo su camino al toparse con la pared.

En un movimiento en su camisa, el pendiente que Tamao siempre andaba consigo salir a la luz.

El hombre al mirar eso, abrió los ojos completamente sorprendido para luego fruncir el ceño.

�¿Quién eres chiquilla! –Gritó Shogo.

Yo...yo... –Exclamó intimidada.

¿Qué es lo que te pasa Shogo-Preguntó confundida Miya.

¡Responde-Dijo el sujeto perdiendo toda la paciencia.

El hombre enfureció e intentó acercar su mano rápidamente a la joven, esta cerró fuertemente sus ojos, en ese momento pensó lo peor sin embargo al notar que nada pasaba los abrió lentamente y pude ver frente a ella a Ren quien había desplegado su cuchilla y con ella apuntando la cabeza del sujeto.

Shogo había retrocedido bastante, ante aquella arma que casi lo roza.

No te atrevas –Dijo secamente, con una mirada bastante molesta.

Al no ver otra opción, el hombre bajó su puño pero aun así lo presionaba con fuerza, como si de verdad detestara al joven de cabellos violáceos.

Joven Ren... –Sonrió con alivio Mirándolo de espaldas.

De nuevo tu... –Exclamó con rencor – Pensé que me había desecho de ti hace cuatro años.

Todos se sorprendieron por las palabras que lógicamente iban dirigidas a Tamao, esta en cambio miró al sujeto con un temor mucho mayor...él la había reconocido.

¿De-de que estas hablando? –Preguntó Yuko confundida.

¡De seguro tu estabas detrás de todo!

�¿De que hablas-Preguntó Miya.

¡Ella no tiene nada que ver! –Gritó haciendo que todos la observaran, también Ren quien la miraba por la altura del hombro y esperaba que hablase.

Yo... –Inclinó la cabeza – Yo...pude sobrevivir...ya que alguien me rescató después que caí de aquella catarata.

Yuko no comprendía mucho lo que estaba sucediendo pero Miya miró incrédula a la joven de cabellos rosas.

¡Pensé que habías comprendido que nadie quería que vivieras!

Tamao inclinó su cabeza, era muy doloroso recordar todo aquello.

¡Tu la intentaste matar-Intervino Miya.

¿Qué tu... –Susurró sorprendido para luego mirar a la pelirrosa por la altura del hombro.

Esta estaba cabizbaja, mientras giraba completamente y salía corriendo por los pasillos.

¡Tamao! –Gritó Miya para luego mirar a Shogo.

Vete de este lugar –Dijo Ren serenamente pero al mismo tiempo con cierta furia en su tono de voz.

Vaya , vaya , parece que albergas asesinos por acá –Exclamó burlonamente.

¿Asesinos? –Preguntó Ren sin bajar su arma.

¡cállate¡Ella no es una asesina!

Ren y Yuko no entendieron mucho esa ultima frase por parte de shogo, pero parecía que Miya si.

Ya me estoy cansando de esto... –Dijo Ren acercándose un poco mas al sujeto. ¡Dije que te largaras!

Solo daré un cierto tiempo para que abandonen este lugar, a menos que pase lo de la ultima vez –Exclamó Shogo mientras se retiraba y cerraba la puerta con fuerza, detrás de sí.

Miya... ¿Qué es lo que ocurre? –Preguntó Yuko.

La joven no la escuchó mas bien se dirigía rápidamente hacia donde se había marchado la pelirrosa, pero algo obstruyó su camino.

Si vas, empeoraras las cosas –Exclamó con seriedad y colocando su cuchilla frente a la mujer.

�¿De que estas hablando¡Necesito hablar con ella!

No lo permitiré.

�¿Qué!

El chico no dejaba de observarla con bastante decisión.

Tu...no comprendes...lo que sucede...

Eso lo sé perfectamente, pero ahora no es el momento para que hables con ella.

Entonces...¿Iras tu?.

Supongo que ella desea estar sola –Bajando el arma y doblándola.

¡Hey¿Qué ocurre¿Cómo es que un niño tiene un arma? –Preguntó Yuko.

Por lo menos debo saber... –Exclamó Miya sin hacer caso a las preguntas de Yuko.

No es necesario –Interrumpió, mientras comenzaba a retirarse.

¿a dónde te diriges?

Quiero saber...como está –Exclamó Ren de espaldas.

(Sonriendo) Esta bien...hablaré con ella en la mañana.

¿Qué pasa aquí? –Dijo molesta Yuko.

Te lo explicaré mañana con mas calma...por ahora...solo me alegra verla a salvo... – Dirigiéndose a Yuko.

Miya...


La joven de cabellos rosas, se encontraba sentada sobre su futón, abrazando sus piernas que estaban juntas mientras ocultaba su rostro.

Sintió de pronto como alguien abría la puerta, haciendo que entrecerrara mas sus ojos, de seguro aquella persona venía a pedir alguna explicación.

Entrando a la habitación, sus ojos se acostumbraban a la semi oscuridad, pudo ver a la chica en el futón, suspiró y cerrando la puerta detrás de sí, se apoyó en ella, se cruzó de brazos y cerró sus ojos.

Tamao levantó un poco la cabeza, sorprendiéndose por la silueta que estaba ahí, de todas las personas que no deseaba ver, él era uno de ellos.

El chico quedó en silencio parecía meditar, Tamao al notar lo incomodo que era, decidió hablar.

Yo... –Levantando un poco la cabeza y mirando hacia el piso con sus ojos entrecerrados.

No he venido a pedirte explicaciones –Interrumpió bruscamente.

La pelirrosa se puso de pie, sin dejar de mirar el piso.

Yo quiero...estar sola... –Exclamó con tristeza y timidez.

Lo se –Respondió como si nada.

Es que yo... –Levantando su rostro lleno de confusión.

En algunas ocasiones es bueno estar en compañía –Dijo con cierta ironía al decir lo mismo que la pelirrosa mencionaba cuando él deseaba estar a solas.

Tamao sonrió aunque su rostro no dejaba de mostrar tristeza.

Pero...es que...

Si lo se, es molesto tener a alguien que no puede dejarte solo –Exclamó sarcásticamente, haciendo que la chica comprendiera que hablaba de ella.

El joven se acercó a ella y la miró seriamente.

Así que ese sujeto intentó matarte

Tamao asintió con la cabeza.

El chico se cruzó de brazos esperando que Tamao hablase, pero en vez de eso la chica comenzó a sollozar.

No se lo que ha pasado, pero con llorar no solucionaras nada –Exclamó molesto, no soportaba oír a alguien llorar.

La chica limpió un poco sus lagrimas y lo miró.

Por eso...le pedí...que me dejara sola...-Dijo entre lagrimas.

Ahora sabes lo molesto que puede ser... que alguien no obedezca esa petición.

Sonriendo como respuesta, la pelirrosa se acercó a él y coloco sus manos en el pecho del joven para luego hundir su rostro en él, aunque sorprendió un poco al chico, este quedó firme mientras la chica lloraba.

En ese momento comprendió que esa era la razón por la cual ella sufría desde que la conoció, algo sucedió y nunca pudo liberar todo aquel dolor.

Ren colocó las manos en la espalda de la joven , así rodeándola con sus brazos. Tamao abrió sus ojos de par en par, para luego ablandar su mirada y acercarse mas a él.

Aun seguía derramando lagrimas. Sin embargo podía comprender que él solo trataba de consolarla.

El chico suspiró con un leve sonrojo en sus mejillas ¿Qué era lo que estaba haciendo? Pero al notar que la chica dejaba de sollozar, un sentimiento de alivio lo invadió pero llegó a la conclusión que eso solo se daba porque el odiaba ver a alguien llorar o...Talvez...

Percatándose de algo mas, separó lentamente a la chica de él y se acercó nuevamente a la ventana.

Otra vez... –Susurró Ren con el ceño fruncido.

Joven Ren... –Exclamó con preocupación mientras limpiaba sus mejillas.

No es nada –Dijo secamente, mientras giraba hacia ella.

Tamao lo miró con duda y al mismo tiempo con temor, inclinando su cabeza.

¡He dicho que no es nada! –Dijo molesto ¡Además, no dejaría que algo te lastimara!

Calló de pronto al haber dicho algo tan tonto como eso, sonrojado, el chico se cruzó de brazos y miró hacia otra dirección, por otra parte Tamao estaba mas que feliz al escuchar tales palabras.

Esta bien –Sonrió con dulzura.

Lo mejor es que duermas -Desvió

Si

La pelirrosa entró al futón, mientras el chico tomaba asiento en el suyo, ella se cubrió con la sabana pero él solo estaba sentado mirando hacia la ventana; Ella se puso de lado para poder mirarlo y sonrió.

Joven Ren... –Llamó

El chico giró un poco para mirarla de reojo.

Creí que ya te habías dormido.

Usted cree...que todo esto...

Descansa –Interrumpió volviendo a mirar hacia la ventana – Se supone que mañana tendrás problemas ya que ella querrá hablar contigo.

¿Ella¿se refiere a Miya?

Ren Asintió con la cabeza.

Si...tiene razón...que descanse – Dijo tímidamente.

El joven no respondió pero luego de solo transcurrir 15 minutos de completo silencio este se giró para verla y ya había caído en un profundo sueño.

Al mirarla ablando su expresion, era un chica ingenua, distraída, no podía enfadarse mas sin embargo, era...una persona muy tímida que había pasado por muchas penas, aun así trataba de cargarlas.

De pronto sintió como sus mejillas estaban ardiendo, sacudió su cabeza mientras fruncía el ceño ¿Qué demonios estaba pasando? Siempre se sentía extraño estando con ella... simplemente...

Es insoportable... –Susurró para si mismo.

Dejó de pensar en tantas cosas solo para tratar de aclarar lo que mantenía incomodo ... ¿Qué había sido todo aquello que sintió?

Decidió acostarse y comenzar a dormir ya que dentro de algunas horas amanecería por lo tanto significaba un día mucho mas largo.

Continuara...