Julio llego mas rápido de lo que se habían imaginado. Tanto Nobara como Yūji se encontraban sumergidos en sus respectivos estudios y trabajos, pero siempre encontraban un momento para tomarse un respiro de sus obligación y charlaban sobre los que les podría preparar el futuro junto a sus hijos.

Los exámenes de fin de cuatrimestre se encontraban a la vuelta de la esquina, cosa que mantenía ocupados a ambos,pero recordar que luego tendrían sus tan merecidas vacaciones de verano era motivación sufriente para seguir esforzándose día a día.

Nobara ya tenia cinco meses y medio de embarazo, su vientre había crecido de una forma abismal en esas ultimas dos semanas, si antes era capas de sentir el como sus bebes se movían dentro suyo, ahora era aun mas notorio. Rio al recordar cuando uno de sus profesores se acerco a hablar con ella, sobre alguna alternativa para que no perdiera la cursada tras el nacimiento de sus bebes. Pues después de esto debía de realizar una cuarentena estricta. La cara del mayor no tuvo precio cuando le dijo;

- No se preocupe sensei, apenas me encuentro de cinco meses.- al ver la cara de desconcierto, del hombre, no pudo evitar soltar una risa divertida. - Es que son dos.

-¡OH!, Ya veo.- el mayor esbozo una sonrisa tranquila.- ¿Ya sabes que son?.

A la castaña le puso contenta saber que su profesor se preocupara por ella, pues hasta el momento era el único que le había brindado apoyo.

Desde que su vientre se había comenzado a notar muchos susurraban a sus espalda. Hasta sus mismo profesores le habían dicho, de forma indirecta, que no lograría graduarse, que debía de priorizar a su hijo antes que a un posible futuro. Nobara sonreía arrogantemente y les decía que ella sí lo lograría; seria difícil, de eso no tenia duda, pero no imposible.

-No le hagas caso.- Takeru, su padre, le dijo en varías ocasiones.- Si te lo propones lo lograras, yo siempre te estaré apoyando y ayudando en todo lo que este en mi alcance.

Nobara solo podía llorar en los brazos de su padre, como si de una pequeña niña se tratase.

- Al fin vacaciones.- dijo la castaña recostándose en el piso. Acababa de recibir un mail donde le informaban la nota de su ultimo parcial, el cual aprobó con una nota casi perfecta.

El castaño mayor rio al escuchar aquello, despeino los cabellos de su hija mientras la felicitaba. La castaña se reincorporo sentándose frente la computadora, cerro la casilla de mensajería para seguir buscando nombres juntos a su padre. Esa misma mañana habían ido a una consulta medica, como Yuji no podía acompañarla su padre lo hizo, quien no pudo contener su emoción al ver a sus dos pequeños nietos. Nuevamente no dejaron que sus géneros sean rebelados, cosas que frustro a la doctora.

El mayor se mantenía en constante contacto con su hija y yerno, cuando lograba hacerse un huequito de su trabajo también los visitaba, solía quedarse unos días junto a ellos. Días en los que les cocinaba y mimaba a los jóvenes. A pesar de que ambos ya contaran con casi diecinueve años, para el seguían siendo esos pequeños niños que jugaban en su patio, que se metían en constante problemas y le sacaban mas de una cana verde ante las constantes travesuras que realizaban.

Apoyado en el marco de la cocina miro a los jóvenes, la castaña se encontraba recostada en el suelo, con las piernas sobre el sillón. Según ella, esa era una posición muy cómoda, hacia que su espalda no doliera tanto y al tener las piernas en alto, evitaba la retención de líquidos y que sus piernas se hincharan. Yūji por otro lado, hablaba al vientre contándole todo lo que había hecho en su día y sonriendo cuando sentía pequeñas pataditas bajo su tacto.

Con una sonrisa, Takeru les aviso que la cena pronto estaría lista, el pelirosa no dudo en ofrecerse a poner la mesa, no sin antes dejar unos besitos en vientre de su pareja, y otro en los labios de esta. El mayor, negó divertido y volvió a la cocina, escuchando como su hija le reclamaba al peligrosa por hacer cosas vergonzosas enfrente a el.

...

Al terminar su turno en la panadería, la castaña fue a visitar a Inumaki y al pequeño Teijo, quien ya tenia tres meces de nacido. El pequeño azabache era la cosita mas tierna que Nobara había visto jamás, mas cuando apoyaba al bebe sobre su vientre y este se quedaba dormido allí, curiosamente sus bebes tampoco solían moverse demasiado cuando sentía el peso del pequeño infante.

- Creo que serán muy buenos amigos.- dijo el pelicenizo, derritiéndose ante la imagen de su hijo durmiendo sobre el vientre de su amiga, quien también se encontrada durmiendo, con sus brazos al redor del infante, para que en caso que se moviera no se cayera.

El doncel los tapo con una mantita y les saco una foto.

Yūji, sonrío cuando recibió una foto, que Inumaki le había enviado.

-¿Qué te tiene tan contento?- el pelirosa le mostro la foto, que acababa de recibir.- Se les nota muy feliz, a ambos.

- ¿Que dices Nanamin? En la foto solo aparece Nobara.

- Pero a ti se te ilumina el rostro siempre que hablas de ella o miras sus fotos.- soltó una risa al ver el sonrojo del menor.- Anda a trabajar, hoy puedes retirarte antes.

Yūji imito un saludo militar, exclamando un "A la orden".

Entro al departamento exclamando un "Estoy en casa", en su típico tono alegre. Se extraño un poco, al no recibir respuesta alguna, pues sabia que su pareja se encontraba allí, en la entrada se encontraban sus zapatillas. Ingreso al departamento buscando a su novia, en la sala no se encontraba, así que se dirigió a la cocina donde tampoco la vio. El próximo sitio fue la habitación que ambos compartían, donde finalmente encontró a la castaña. Allí la vio sentada en la cama, en una mano sostenía un libro de cuentos infantiles, mientras con la otra daba ligeras caricias en su vientre. El no dudo en sacar su celular y grabar la escena.

- Entonces el lobo soplo y soplo…- su relato se vio interrumpido por un "Click" y un flash.- ¿Qué haces Yuji?

- Creo recuerdos, anda no te detengas, sigue en lo tuyo.- la castaña rio y siguió con su relato.

Al termino la historia, Itadori se acerco a ella.

- ¿Se durmieron?- la mayor movió su cabeza de forma afirmativa. - Ahora eres toda mía.- dijo antes de rodearla en un cálido abrazo y repartir besos por el rostro de la femenina.

- Yuu-chan, detente.- masculló ella entre risas. El pelirosa no le hizo caso, esta vez ataco directamente los labios de la castaña. No era un beso demandante, solo presiono sus labios con los de la contraría, mordisqueando debes en cuanto.

- Yūji.- protesto,soltando una risita, cuando este hizo un puchero.- Te amo, ¿Lo sabes, no?

- Yo te amo, mucho más.- puso una de sus manos en el abultado vientre.- Los amo.- susurro con una ligera sonrisa, antes de volver a juntar sus bocas en otro beso.

...

-¡Un niño!

Shoko lucia realmente entusiasmada, finalmente había logrado que uno de los bebes se mostrara.

Los futuros padres compartieron una mirada entre divertida y dulce. Ambos se encontraban emocionados, al fin sus pequeños traviesos se dejaban ver.

- Bien, ahora veamos si este pequeño tendrá un hermanito o una hermanita.- movió el transmisor sobre el vientre de la castaña. Quien ya contaba con veintisiete semanas - siete meces- de embarazo.

- ¡Niña!- la ronca y potente voz de Ryomen sonó.

Shoko miro con el seño fruncido a su amigo/colega. Ella era la medico encargada, ella debería de haber dicho eso. Se contuvo de echar a patadas, al de ojos rojos, solo porque era familiar de sus pacientes.

-¿Un niño y una niña?- pregunto Yuji con emoción.- Cariño...- dirigió su mirada a su pareja, quedando cautivado ante la imagen que tenia frente suyo.

La castaña tenia su mirada fija en el monitor, contemplando a sus hijos, con una enorme sonrisa en sus labios y lagrimas silenciosas cayendo por sus hermosos ojos chocolates. Sus ojos tenían un brillo especial.

- Una niña…- repitió mirando a su pareja.- Yūji tendremos una niña…- en ese momento el nombrado se altero, supo que algo andaba mal.- Por favor, no dejes que se repita la historia, no dejes que la trate igual que mi madre me trato a mi.

Cada que a la Kugisaki le preguntaban que quería que sea, respondía con una sonrisa; que no le importaba realmente, que con que nacieran sanos, ella estaría mas que contenta. Pero internamente deceaba que fueran dos niños, confiaba plenamente en que Yūji seria un buen padre y que sabría guiar a sus hijos.

Yūji acerco su mano a la mejilla de la contraria y con su pulgar limpio las lagrimas que desprendía de los ojos de su pareja.- Tu no eres tu madre, ni yo la mía.

Nobara asintió, sonriendo ampliamente, Yūji tenia razón; ellos aprenderían de los errores ajenos y evitarían volver a cometerlos.

- Espero que el niño, cuide de su hermana.- la castaña rio, solo espera que su hijo no siguiera el camino sobreprotector de su padre.

Una vez la pareja se retiro del consultorio, Shoko soltó un suspiro y miro a su colega.

- Has hecho un buen trabajo con ese mocoso.- le dijo, dando un ligero apretón en el hombro del mas alto.

-Lo se.- respondió con una sonrisa.

...

Con un suspiro cerro los ojos y masajeo la punta de su nariz, ya era la quinta vez que releía el texto y seguía sin comprenderlo. No solo eso, sus pies y espalda le dolían y sus bebés parecían estar jugando futbol con sus órganos internos.

- Ya, tranquilos- hablo a su vientre mientras daba unas ligeras caricias. - Por favor, no se muevan tanto.- pidió en una suplica, haciendo una mueca ante el dolor.

Giro su cabeza al escuchar una sutil risa, a veces solía olvidarse que no se encontraba sola, comúnmente las personas a su alrededor soltaban risas enternecidas, otras la miraban mal y ella le devolvía la mirada levantando su dedo medio. Ella nunca planeo embarazarse a tan corta edad, pero no por eso permitiría que otras personas la vieran mal o la juzgaran, no cuando estaba dando todo de si para poder salir adelante, para poder darle una buena vida a sus hijos.

-¿Son muy inquietos?- pregunto Fushiguro.

La castaña asintió y se recostó en el suelo levantando su remera y dejando su vientre de ocho meces, al descubierto. El azabache abrió ligeramente los ojos, al ver como el estomago de la joven parecía tener vida propia. No era la primera vez que veía aquello, había acompañado a Inumaki en casi todo el embarazo, pero el estomago del mayor no era tan grande -ni siquiera en sus ultimas semanas de gestación- y Teijo no era tan inquieto. Por otro lado Junpei, guió su mano al estomago sintiendo como algo pateaba, miro entre asombrado y aterrorizado el hinchado estomago.

Los futuros padres, soltaron una risa divertida, no esperaban que ambos pelinegros reaccionaran de aquella forma.

- Son los hijos de Yūji, después de todo.- dijo el doncel, recostando su cabeza en el estomago de su amiga, dejando un beso en la zona y dando ligeras caricias.

Ninguno pudo negar aquello, le infinita resistencia de los hermanos Itadori era increíble, hasta envidiable. Nadie era capaz de llevarle el ritmo, ni siquiera Nobara y Junpei; quienes se habían criado junto al pelirosa. Nobara recordó cuando intentaron seguir la misma rutina de ejercicio que Yūji, ¡Ja! no duraron mas de dos días. Razón por la que decidieron entrenar solos, debes en cuando salían a correr los tres juntos, pero si el pelirosa de lo proponía podía sacarles ventajas por mucho, así que solo se limitaba a trotar al apar de sus amigos.

- Malditos genes Itadori's .- frunciendo el ceño, cuando su estomago sonó. Yūji por otro lado soltó un "Oye", fingiendo estar ofendido.

Claro que una resistencia infinita traía consigo un apetito insaciable, no negaría que aquello le traía un poco de envidia, ambos hermanos tragaban como si no hubiera un mañana y los desgraciado no engordaban, al contrario todo lo que ingerían parecía que se convertía en energía y músculos en lugar de grasa.

-Jun-pe-i.- llamo la castaña, el aludido miro a su amiga.- Podrías preparar ese postre, que tan rico te queda.

El azabache, sonrió y se dirijo a la cocina a preparar el Arroz con leche, que a su amiga tanto le gustaba. Se lo había ensañado un compañero en la universidad, cuando el probo aquel postre le pareció tan exquisito, que le pidió la receta.

-¿Ya pensaron nombres?- pregunto Junpei, desde la cocina.

- Todavía estamos en eso.- contesto Yuji, mientras levantaba sus apuntes y los de la castaña. Tal parece que la cesión de estudio se había dado por finalizada.

- Quizás podríamos pedirle ayudas a sus padrinos.- sugirió la castaña. Tanto ella como el pelirrosa compartieron una sonrisa cómplice.

- Hmm….- Tarareo el de ojos azules. - ¿Quienes serán?

Junpei disimuladamente se asomo por el marco de la puerta, el también quería saber. Pues no se enojaría si no lo elegían, después de todo casi no estuvo presente durante el embarazo, solo algunos fin de semanas, aun así siempre trataba de mantenerse en contacto con sus amigos de la infancia (Y con su reciente pareja).

- Ustedes, ¿quienes mas, sino?

Ambos azabaches se quedaron en shock, procesando lo dicho por la castaña. Junpei fue el primero en correr y abrazar a su amiga, sumando a Yūji también al abrazo.

Megumi solo contemplo la escena, con una pequeña sonrisa. El no era de demostrar afecto tan abiertamente, como esos tres.

- Vamos, ven aquí.- Dijo Yūji, sumándolo al abrazo grupal.

...

- Hija, Yuji-kun.- les llamo el mayor, haciendo que los nombrados le miraran.- Ya pueden pasar.

La joven pareja compartió una mirada, ambos se encontraban intrigados, pues se habían despedido de el en la mañana, para dirigirse a sus respectivos trabajos y al volver el mayor, no les permitió entrar en la habitación

- ¿Qué les parece?- pregunto cuando los tres se encontraban dentro de la habitación.

Al entrar ambos jóvenes pudieron admirar una hermosa cuna de color blanco, en la misma se encontraba tallada dos pequeños ángeles. Un cumulo de emociones recorrió a la castaña, varios recuerdos de su infancia atravesaron su mente, recuerdo donde ella contemplaba a su padre cortando, tallando y fijando piezas de madera.

"¿Quieres ayudarme?" le habia preguntado el mayor a su hija de apenas seis año

"Si quiero".- dijo acercándose a su padre. De esa forma Nobara encontró, en la carpintería, un refugio, una distracción, un mundo nuevo en el que ella podía sumergirse y crear a su antojo.

Con ocho años realizo por si sola tres banquetas, una para ella y las dos restante se las regalo a sus mejores amigos.

" El día que tengas hijos, yo mismo hare una cuna para ellos" habia dicho el mayor."Tan hermosa como la que hice para ti". Con su dedo toco la nariz de su pequeña hija, quien soltó una carcajada.

- Me encanta.- respondió la castaña contemplando la cuna, que su padre había construido para sus bebés.- Gracias papá.- abrazo a su padre, los ojos de ambos castaños se encontraban con lagrimas en la comisuras de estos.

- Le ha quedado muy bonita Takeru-san.- contestó Yuji - Gracias por este regalo.

El mayor sonrió y con su brazo seco las lagrimas que amenazaban con caer de sus ojos. Kugisaki Takeru, era uno de los mejores carpinteros en todo Japón. Construía sillas, mesas, armarios, todo lo que pidieran. Sus habilites manos podían fijar piezas tan bien que nunca encontrarías las separaciones entre ellas. Sus trabajos siempre eran elogiados y muy bien pagados. Pero al ver como los ojos de su hija brillaban con tan pura ilusión y alegría, como le agradecía con una sonrisa y tomaba su mano guiándola a su vientre, y le decía "A ellos también les gusta", supo que ni todo el dinero del mundo, le daría la felicidad que sentía en esos momentos.

...

Nobara despertó abrutadamente de su calmado sueño, mira a su al redor y vio que Yuji se encuentra profundamente dormido. Suelta un suspiro y con cuidado de no despertar a su pareja, se levanta de la cama. Acaricia su vientre y se dirige a la sala, allí se recuesta en el sofá.

- No molestemos a papá.- le habla a su vientre, dando pequeñas caricias.- Se encuentra cansado, últimamente le hemos dado muchos problemas.- suelta una pequeña carcajada al final.

Ya se encuentra de 38 semanas, sus bebes ya podrían nacer en cualquier momento, hasta le sorprende que todavía no lo hayan hecho. Hace un par de semanas que venia sufriendo de pequeñas contracciones, sabia que era normal y que a medida que la fecha de parto se acercara estas aumentarían su frecuencia. Cuando se lo comento a Yūji este se altero y desde esa vez, siempre que la veía apretando los labios, cerrando los ojos con fuerza o haciendo cualquier gesto o mueca que demostrara dolor, querían que llevarla al hospital.

-¿Que les parece si caminamos un poco?- hablo a sus bebes, quienes se removieron en su interior.

Con mucho esfuerzo se levanto del sofá, si por ella fuera se quedaría en la cama, pero en las ultimas semanas Yūji no había estado descansando correctamente, estaba tan pendiente de ella que cualquier mínimo movimiento lo exaltaba. Finalmente el pobre muchacho había logrado conciliar un profundo sueño y ella no tenia el corazón para ir a despertarlo, mucho menos cuando ella era la causante de las enormes ojeras que el pelirrosa tenia.

El segundo semestre ya había dado comienzo hace poco mas de dos meces, Nobara había decidido hacerlo de forma virtual, pues últimamente se encontraba demasiado cansada e incomoda. No era capas de encontrar una posición cómoda para dormir y cuando lo lograba nunca podía dormir mas de una hora de corrido. Yūji ,por otro lado, seguía cursando de manera presencial, a la vez que trabajaba en el café de Nanami.

Soltó un suspiro, mientras paraba su andar, debido a una ligera contracción. Por suerte no duro más de 30 segundos, cuando esta pareció disiparse siguió cambiando por la sala, tarareando una dulce canción de cuna. Su mano derecha se encontraba sosteniendo la parte baja de su vientre, mientras que con la izquierda daba pequeña caricias. Bostezo, mientras prendía el televisor, paso un par de canales hasta que… una nueva contracción la tomo desprevenida.

-Oh, créanme que cuando sean mayores les hare pasar vergüenza enfrente a sus parejas.- dijo casi en un hilo de voz. - Sera mi venganza Limoncito y Naranjita.- a pesar de que ya tenían nombres para sus pequeños, ella todavía no los había llamado por estos, quería recebárselo para cuando los tuviera en brazos.

Unos treinta minutos mas tarde, una nueva contracción le hizo fruncir el ceño, aquellas contracciones eran continuas y rítmicas y podía jurar que aquella ultima había durado un poco mas que las anteriores, quizás por tan solo unos segundo, unos valiosos segundos. Cuando al fin pudo respirar calmadamente, tomo su celular y marco a Shoko.

Cuando termino la llamada, no pudo evitar esbozar una brillante sonrisa, sin dudarlo dos veces marco a su padre y a Junpei, pues ellos eran quienes se encontraban fuera de Tokio y a quienes le tomaría mas tiempo llegar, Aun así trato de transmitirle calma, pues ambos hombres se encontraban alterados cuando recibieron la noticia. "Yo voy a ser la que va a escupir ,dos seres vivos, de tres kilos cada uno, por allí abajo, no tú" les regaño la castaña.

Se metió a la ducha se dio un baño rápido, a pesar que a mitad de este volvió a sufrir una contracción. Cuando salió de la ducha, se vistió con lo primero que encontró, se acercó a Yūji y lo despertó.

-Yuu, levántate. - el aludido abrió uno de sus ojos, se sorprendiéndose al ver a Nobara con el pelo mojado.

-¿Los niños no te dejan dormir?- pregunto bostezando. La castaña negó.

- Ellos ya vienen.- aun medio dormido tarareo un "Hmm…"- Vamos, ve a darte un baño tu también.- lo obligo a levantarse dándole ligeros empujones.

El pelirosa no protesto y se metió a la ducha. La castaña mientras tantos se aseguró de que todo estuviera en orden y de que no faltara nada en la maleta que habían preparado para llevar al hospital.

Yuji apago la ducha, ya despierto proceso las palabras de nobara; "Ellos ya vienen",

¡Oh, dios! Sus hijos, sus bebes ya estaban por nacer. A medio secar salió de la duche y fue a su habitación. Allí vio a la castaña sosteniéndose del barandal de la cuna, mientras respiraba fuertemente.

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