Capitulo 27

Durante toda la noche, Rapha no paró de fruncir el ceño molesto, y ni siquiera el recordatorio de Midori acerca de que era malo para su bello rostro, lo hizo dejarlo.

El motivo de su molestia… el idiota de Mako.

Eran las diez de la noche, y Rapha estaba cenando en el vagón comedor, apartado de las demás personas del servicio de seguridad, que en ese momento, se encontraban de igual forma cenando, platicando y jugando cartas con ánimo.

-Oye muchacho, ¿por qué no comes? - preguntó el jefe de los guardias acercándose a Rapha al mismo tiempo que encendía un cigarro. -Tienes suerte, hay ocasiones que la comida del tren es mala, está es pasable.

-No tengo hambre – contestó Rapha cruzándose de brazos.

-¿Entonces que tienes?...¡Ah ya sé! No querías estar aquí, ¿cierto? Ya te habías zafado de trabajar como el guardaespaldas de la princesa y te obligaron a hacer este viaje. - el jefe dejó escapar una bocanada de humo de cigarro. - Te entiendo, créeme, los otros chicos también terminaron odiando ese trabajo, llegaron a un punto que no podían aguantar más tiempo a la princesa, con sus aires de superioridad, su modo de ser presumida, lo engreída y grosera que llegaba a ser, simplemente terminaron hartándose de esa hija de pe…

-¡Cállate! - gritó Rapha golpeando la mensa con ambas manos y levantándose de su lugar al momento. - ¡No te atrevas a decir esas terribles cosas de Kameko! ¡Ella para nada es presumida, engreída, ni mucho menos grosera! ¡Ella es la mujer más amable, respetuosa y atenta, que he conocido en toda mi vida! ¡Si vuelvo a escuchar que le faltas el respeto a su persona, me encargaré de meterte ese cigarro que traes en el agujero más oscuro de todo tu cuerpo.!

Con eso último, Rapha salió del vagón comedor a paso rápido, mientras que los demás hombres del servicio de seguridad, se habían quedado callados ante el arrebato de ira del heredero del Clan del Pie.

-Si que es un Oroku – dijo el jefe de los guardaespaldas negando con la cabeza y regresando con sus compañeros. - ¿Ya subieron las apuestas?


Sin tener un destino fijo, Rapha terminó llegando al último vagón del tren, el cual tenía un pequeño espacio al aire libre. El viento helado, típico de la época de fin de año, fue lo primero que lo recibió, seguido del sonido de las ruedas pasar a toda velocidad por las vías. Se recargó sobre el barandal y se quedó observando el paisaje pasar rápidamente a su alrededor, siendo iluminado por una luna llena, realmente brillante. Al ver la luna, no pudo evitar preguntarse cuando había sido la última vez que la vio tranquilamente sin preocuparse por algo. Y cómo una daga que atravesara algo con fuerza, el recuerdo de estar junto con sus hermanos en Nueva York, en una noche igual a esa, le atravesó el corazón.

Lo recordaba perfectamente, era la noche que habían vencido a Destructor y al Kraang y salvado a la ciudad de esa bomba mutagena. Después de la batalla, él junto con sus hermanos, más Casey y Abril, se habían reunido en su tejado favorito en Chinatown, a comer fideos de Murakami y pizza. Era la primera vez en años que por fin podían disfrutar de una noche tranquila, sin problemas asechando por ahí.

¿Qué estarían haciendo ahora?

¿Seguirían buscándolo?

¿Habrían seguido con su vida?

El tono de espera de una llamada lo hizo salir de sus pensamientos, y sin darse cuenta había marcado un número…

-Hola, está hablando a la Cocina de Mikey, ¿en qué puedo ayudarle?

Rapha se petrificó al escuchar la voz de su hermano.

-¿Hola?

"¡Vamos! Dile algo" su consciencia insistió, pero Rapha ni se atrevió a emitir un ruido.

-¿Me escucha? ¿Quiere ordenar algo?

"No te quedes congelado, dile que te alegra escucharlo"

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Rapha seguía sin decir una palabra.

-Rapha...¿Eres tú hermano?

Al escuchar su nombre, la ex-tortuga reaccionó y colgó de inmediato la llamada. No se había atrevido a contestarle esa pregunta, y se descubrió deseando que su hermano pensara que aquella llamada era un error por parte de algún sujeto despistado.

No se había atrevido a hablar, a pesar de que le alegraba escuchar la voz de Mikey después de tanto tiempo, y es que después de todo, ¿qué le diría?. "Hola hermano, soy yo, Rapha, no me lo vas a creer pero después del incidente en la guarida, el Kraang me secuestró, experimentó conmigo y ahora soy un humano, ¡ah! Y ahora me encuentro en Japón viviendo con nuestro peor enemigo." Si él estuviera en el lugar de su hermano, de seguro le habría explotado la cabeza al escuchar semejante historia.

Había pasado poco más de medio año desde la última vez que vio a sus hermanos, y a estas alturas los extrañaba terriblemente, pero tenía miedo, tenía miedo de enfrentarse a ellos, de enfrentar las consecuencias de sus actos. No podía volver aunque quisiera, no podría ni siquiera volver en el tiempo y evitar todo lo ocurrido. No, Saki se lo había dicho durante una sesión de meditación, "Hay que vivir con nuestros errores, aprender de ellos y...con el tiempo, podrás forjar un nuevo camino."

Un nuevo camino.

Es lo que había tratado de hacer todo este tiempo, pero le parecía difícil a pesar de la ayuda de Midori y Saki, sentía que algo faltaba, sin embargo, no sabía que.

"Claro que lo sabes"


El tren llegó a su destino a la mañana del siguiente día. Al arribar a la estación, Rapha, sin dirigirle la palabra a Kameko y al Imbécil, los escoltó hacía la salida de la estación de trenes. Aquel trabajo, no había sido fácil, pues apenas la princesa había colocado un pie fuera del tren, una multitud de reporteros se abalanzaron hacía ella, tomando fotos y haciendo diversas preguntas.

-Por aquí Caramelo – dijo Mako rodeando la cintura de la princesa con su brazo izquierdo y abriéndose paso entre los reporteros.

Por suerte, el servicio de seguridad había logrado crear un camino seguro para la princesa y su acompañante. No tardaron más de dos minutos llegar a la limusina que los llevaría al hotel donde se hospedarían. Y de igual forma que en la estación de trenes, la entrada del Hotel estaba repleta de reporteros y uno que otro curioso, esperando obtener una buena foto de la princesa de Japón. Nuevamente, se abrió un camino entre las personas y cuando Kameko hubo entrado a la recepción del hotel, todos pudieron respirar.

Pero para la mala suerte de Rapha, en la recepción del hotel se encontraba la Emperatriz, vistiendo un vestido color crema de señora rica de los 80. La mujer, al ver a Rapha le lanzó una mirada severa que le transmitió la advertencia de que si no se comportaba como es debido, le iría muy mal.

-¡Abuela! - exclamó Mako para sorpresa de todos. - Me alegra volverla a ver, hoy se ve estupenda.

La Emperatriz, arrugó la nariz con disgusto ante la forma en que Mako se había dirigido a ella, pero lo dejó pasar por alto. Rapha pensó que si él hubiera sido quien la hubiera llamado abuela, de seguro estaría tomando un barco fuera del país.

-¿El viaje estuvo bien? - preguntó la Emperatriz dirigiéndose a la princesa.

-Si, no hubo problemas. -contestó Kameko.

-En ese caso, ve a arreglarte, porque falta poco para el desayunó con el primer ministro.

Segundos más tarde, Rapha se encontraba escoltando a la princesa a la habitación de hotel que le habían proporcionado, el cual, sin dudas era una suit presidencial. Sin dirigirle una palabra a su guardaespaldas, Kameko cruzó a zancadas la enorme habitación y se encerró en el baño. Necesitaba unos minutos para pensar, en todo lo que pasaría a continuación, por supuesto ya conocía por el derecho y el revés el itinerario que tendría que cumplir esa semana, pero no estaba del todo segura de hacerlo como era debido.

El motivo...Ryu.

Apenas lo vio llegar a la estación de tren, Kameko deseó con todas sus fuerzas correr hacía él, abrazarlo y decirle que estaba muy arrepentida de lo que pasó la última vez que se vieron. Quería decirle, que tenía razón, que todo era su culpa, que había sido una entrometida y que debió escucharlo.

Pero, gracias a la presencia de Mako, sabía que no podía hacerlo en ese momento. ¡Cómo odiaba a ese hombre! Desde que su abuela le dijo que lo acompañaría en las fiestas de fin de año, Kameko supo que no podría quitárselo de encima y que esa semana sería la peor de toda su vida. Tal vez, sonaba un poco infantil, pero anhelaba que un caballero de armadura brillante apareciera en ese instante para sacarla de su agonía, y en lo profundo, esperaba que ese caballero, fuera Ryu. Y cuando lo vio entrar en su vagón del tren, sintió esperanzas, pero la mirada estoica al igual que sus palabras frías, le hicieron entender que aún no la perdonaban por lo ocurrido.

Sabía que su abuela había arreglado que esta semana era la última en la que vería a Ryu como su guardaespaldas, por lo debía disculparse con él, antes de que se fuera. No quería que el chico se marchara y se quedarán las cosas sin resolver. Sin embargo, también era consciente de que le sería difícil reunirse a solas con Ryu, en especial con la presencia de Mako, quien era como una abeja que encontró una buena flor. Costase lo que costase, conseguiría disculparse, y aunque temía la respuesta del chico, reconocía que no había otra opción.

Ahora solo tenía que estar atenta a un momento en que los dos estuvieran solos.

-Ryu está justo ahora esperándome en la habitación – dijo Kameko abriendo los ojos de golpe. -¡Que idiota soy!

En un abrir y cerrar de ojos, Kameko, salió disparada del baño y recorrió la enorme habitación en busca de su guardaespaldas.

-¡Ryu! - lo llamó.

-Caramelo, ¿ocurre algo? - la voz de Mako la hizo quedarse quieta en su sitio. Y para cuando pudo reaccionar, ya se encontraba frente a ella. ¿Qué estaba haciendo él en su habitación? ¿Cómo es que entró en un primer lugar?

-Yo...estaba buscando a Ryu – dijo Kameko tratando de ocultar la decepción en su voz.

-¿El guardaespaldas? - Mako enarcó una ceja sin comprender por qué la princesa se preocupaba por ese chico. - Fue llamado a la recepción y yo vine por ti para llevarte al desayuno. ¿Necesitas algo?

-Me gustaría que me trajeran té de jazmín - dijo la princesa pensando en alguna forma de deshacerse de él. ¿podrías decirle a un empleado? Tú sabes como me gusta.

-Claro que si Caramelito.

Mako salió de su habitación en busca de un empleado del hotel, y Kameko aprovechó para ponerle seguro a la puerta, no quería que volviera a entrar. Estaba molesta al ver que su primera oportunidad de disculpa había fallado, pero no podía rendirse, todavía le quedaba una semana para conseguirlo y no iba a desperdiciarlo.


Durante toda la semana, Rapha no había podido conseguir una oportunidad para acercarse a la princesa, cada vez que veía el camino libre, algo o más bien dicho alguien se interponía. A veces era un hombre o mujer de algún puesto importante en el gobierno, o el dueño de una empresa reconocida, pero la mayoría de las veces era Mako quien le arrebataba las oportunidades. El hombre no podía estar ni un minuto lejos de Kameko, todo el tiempo estaba a su lado, sujetando su cintura y acompañándola a cualquier lugar al que ella fuera, solo la dejaba sola cuando ésta iba al baño, pero Rapha sabía que no podía repetir lo mismo de la otra vez, debido a que en la entrada de los baños había alguien de seguridad.

Por el lado de Kameko era lo mismo, ella no podía conseguir ninguna oportunidad para acercarse a su guardaespaldas, en cada reunión a la que asistía, Mako todo el tiempo estaba a su lado, pegado a ella como un chicle, solo podía estar un minuto a solas cuando entraba al baño, ¡Como agradecía a Kami la barrera invisible que le impedía al hombre acceder al tocador de mujeres! Pero cuando salía de éste, Mako se encontraba esperándola.

Tuvo que aguantar en varias ocasiones la ganas de propinarle un puñetazo en la cara a Mako, pero su abuela le había advertido que debía comportarse, pues la noche de año nuevo se haría publico lo que ella menos deseaba. Y para su mala suerte, la noche de año nuevo llegó más rápido de lo que esperaba.

Antes de bajar al salón de fiestas del hotel, Kameko se puso el vestido rojo con mangas que su abuela le había mandado a hacer especialmente para el evento de esa noche. No era la gran cosa, pues si ignoraba la marca de éste, el vestido era como cualquier otro. Así que cerciorarse de que estuviera presentable, salió de su habitación y...se encontró con Mako esperándola en el corredor.

-Caramelo, esta noche luces de maravilla – Mako ofreció su brazo para escoltarla.

-Gracias – dijo Kameko fingiendo una sonrisa y enganchado su brazo al de Mako.

La fiesta de fin de año fue como todas las anteriores, gente rica en una habitación enorme, yendo de un lado al otro con copas de vino en mano, hablando de temas que no le interesaban en absoluto.

En repetidas ocasiones, dejó de prestarle atención a las personas que trataban de conversar con ella, y discretamente buscaba a su guardaespaldas por el lugar, para su decepción, este había desaparecido entre el centenar de personas. Todavía no se rendía con su meta de hablar con él, pero con cada minuto que pasaba, sentía que sus intentos por escabullirse del sitio, eran inútiles, hasta que en un inesperado momento, Mako desapareció de su lado.

Sin perder el tiempo, Kameko comenzó a caminar por todo el salón en busca de Ryu, maldijo un par de veces al confundir a dos guardias de seguridad que se parecían de espaldas. ¿A dónde se había metido? No estaba en ninguna de las entradas del salón, no estaba en la terraza, no estaba en el pasillo y mucho menos en el baño, éste último se lo dijo el guardia que estaba saliendo de los baños.

Kameko, sin rendirse todavía, siguió buscando a su guardaespaldas, no podía haberse esfumado de la nada, ¿O sí? Él era un ninja después de todo, y era más que obvio que era experto en el arte de la desaparición, pero, ¿acaso era capaz de abandonar su puesto de trabajo? Recordaba vagamente que una vez le confesó que no era de los chicos que solía ir a fiestas concurridas, a lo mucho, que llegó asistir a una pequeña reunión de no más de 10 personas, y que había admitió haberse sentido engentado. Así que considerando eso último, lo más probable es que se hubiera retirado fuera del salón. Sin embargo, cuando estaba dando los primeros pasos hacía la salida, terminó chocando con un hombre que tenía un vaso en su mano, provocando que se derramara el contenido en su traje.

-¡Qué acaso estás ciego idio...¿Kameko?

-¡Ryu! - exclamó Kameko al descubrir que la persona con la que se había estrellado era su guardaespaldas. No era la forma en la que esperaba encontrárselo, pero no veía otra oportunidad a la vista. -No digas nada – dijo al momento de ver como el chico abría la boca para hablar. -Yo…

En eso, el sonido de una copa siendo golpeada con un cubierto resonó en el salón, los músicos que estaban tocando se detuvieron, las personas que platicaban animadamente callaron y todos centraron su vista en la persona que estaba parado sobre el escenario. Esa persona era Mako y junto a él, estaba la emperatriz de Japón.

-Queridos invitados – empezó a decir Mako con una sonrisa – No saben lo feliz que me pone el verlos todos reunidos aquí para festejar la última noche del año. Este año hicimos muchas cosas de las cuales, puede que alguno de ustedes se esté arrepintiendo – un pequeño coro de risas se hizo escuchar entre los invitados -Pero apuesto que la mayoría ha de haber echo cosas de las cuales está orgulloso, y yo, sumándole una cosa más a mi lista, y con el permiso total de nuestra amada emperatriz, he de informar oficialmente que, después de tantos años de espera por fin la bella princesa Kameko y yo contraeremos nupcias de manera formal.

Mientras la gente aplaudía, Mako se hizo pasó entre las personas y en menos de lo que canta un gallo, ya se encontraba frente a Kameko.

-Caramelo, no he olvidado la mejor parte – De un bolsillo interior de su saco, Mako extrajo una pequeña caja negra aterciopelada. La abrió y de su interior apareció un anillo dorado con un enorme diamante. -Solo lo mejor para ti.

Mako sacó el anillo de su caja y se lo colocó a Kameko en el dedo anular de la mano derecha, y una vez puesto le besó la mano y con su brazo derecho, rodeó su cintura pegándola hacía él. La música volvió a sonar y los invitados empezaron a felicitar a la futura pareja.

Justo en ese instante, Mako se percató de que el guardaespaldas de Kameko se encontraba justo a lado de ellos.

-Oroku, ¿nos permites? - le dijo Mako – Van a tomarnos una foto y estas estorbando.

Rapha, frunciendo el ceño, se apartó de la pareja un par de pasos, dando oportunidad de que el fotógrafo tomara las fotos necesarias de la futura pareja. Sabiendo que no tenía caso de que estuviera ahí presente, procedió a darse media vuelta y regresar con los demás hombres de seguridad, aunque quizá primero iría al sanitario a limpiarse el refresco que la princesa previamente le hizo derramar.

-¡Ryu espera!

La ex-tortuga se detuvo su andar al sentir como su brazo izquierdo era sujetado por la princesa de Japón.

-Tengo que hablar contigo – dijo ella en tono de suplica.

Rapha la observó por unos segundos, viendo como la chica le aplicaba la técnica de los ojos tiernos para convencerlo. Éste maldijo por lo bajo, pues Kameko sabía perfectamente que él no podía resistirse a esa mirada.

Kameko, al ver que su guardaespaldas le prestaba atención, tomó una bocanada de aire y trató de mover los labios para hablar, pero ningún sonido de ella salió, pues nuevamente Mako se había acercado a ella como un chicle.

-Caramelo, vamos, aún tenemos que hablar con el primer ministro – dijo Mako.

-Aguarda un segundo – dijo Rapha en un tono firme. - Kameko está hablando conmigo, tendrás que esperar al igual que el primer ministro.

-Lo siento, pero esto es más importante que su charla – insistió Mako sintiéndose ofendido por la insubordinación del guardaespaldas de la princesa, por lo que sin importar lo que le dijeran, tomó a Kameko del brazo derecho con la intensión de llevársela, pero no contaba con que Rapha, de igual forma sujetara a la chica del brazo izquierdo.

-Ella no quiere ir contigo, suéltala – dijo Rapha molesto.

-Claro que si quiere ir conmigo – respondió Mako al mismo tiempo que tiraba del brazo de la princesa.

Al sentir como la princesa era jalada hacía el lado de Mako, Rapha aplicó resistencia, a la vez que tiraba inconscientemente a la princesa hacía él. De ese modo, ambos hombre comenzaron a tirar de la chica, como si fuera una competencia de ver quien jalaba más fuerte la cuerda.

-¡Me están lastimando! - exclamó Kameko arrebatando sus extremidades superiores de ambos muchachos, acción que provocó que perdiera el quilibrio y cayera de sentón.

-¿Ves lo que causaste? - cuestionó molestó Mako señalando a Kameko en el suelo, pero no mostrando las intenciones de ayudarla.

-¿Lo que yo causé? - le respondió Rapha al mismo tiempo que socorría a su amiga. -¡El único responsable eres tú! ¡No dejas a la Kameko ni un minuto sola! ¿Qué no ves que no quiere estar contigo?

-Te equivocas, la princesa ama mi compañía. Cada vez que me ve, los ojos le brillan de felicidad.

-Yo diría que le brillan de odio – aseguró la ex-tortuga. -Créeme, Kameko preferiría estar con un vagabundo todo el año que pasar el resto de su vida contigo. Crees que la haces feliz pero yo he visto lo suficiente para darme cuenta de que no le agradas para nada. Todo el tiempo te las haz pasando pavoneandote, sin detenerte a preguntar que es lo que quiere Kameko.

-¡Mientes! La princesa me importa mucho, tú solo estas buscando levantarme falsos.

-Si es que en verdad te importa, porque no dices en frente de todas estas personas, qué es lo que más le gusta a ella, cuál es su comida favorita, su color preferido, la materia que más odia, el deporte que le gusta, lo que más le teme, sus sueños…

-¡Puff! Eso es simple, a mi princesa le encanta el Escargot…

-Error -lo interrumpió Rapha -Le fascina el helado de yogurt de taro, con chispas de chocolate y arándanos.

-A ella le encanta en rosa...

-No tiene un color favorito en especifico, prefiere los tonos pasteles.

-Mi princesa no odia ninguna materia...

-Le aburre la poesía, pero es excelente escribiéndola.

-La equitación es el deporte que ella ama…

-Es el parkour el deporte que le gusta y en el que es magnifica.

-La princesa no le teme a nada…

-No le gustan los viajes en carretera niño ignorante y para ahorrarte más la vergüenza de no saber nada sobre tú "futura esposa" te diré que ella sueña con dirigir este país justamente y ayudar a quien más lo necesite.

Las personas que estaban cerca de los hombres, empezaron a murmurar sorprendidos ante lo que estaban viendo, algunos reprobaban por completo el comportamiento de Rapha, otros el de Mako y por supuesto, había quienes se divertían con el salseo que se estaba llevando a cabo.

-¡Ella no merece a alguien como tú! - espetó Rapha cruzándose de brazos y sonriendo con satisfacción de haber podido decir todo lo que había guardado ese tiempo.

-¿Y eso que importa? - exclamó Mako más rojo que un tomate. -La princesa se casará conmigo, seré el nuevo emperador de este asqueroso país y deberás darme respeto.

Al pronunciar esas palabras, Mako tomó bruscamente a Kameko del brazo y se dispuso a largarse de ahí, pero no contó con que Rapha lo tacleara como un jugador de football americano y que terminaran estrellándose contra la mesa de bocadillos, partiéndola en dos en el proceso.

Todos los invitados dejaron de lado sus asuntos y se enfocaron en los dos hombres que forcejeaban sobre los restos de comida. Kameko sorprendida vio desde su lugar, como su guardaespaldas trataba de acertarle un puñetazo a Mako justo en la cara, pero para su mala suerte, éste último consiguió embarrarle a su oponente un trozo de pastel en los ojos, y aprovechando la ceguera temporal del guardaespaldas, lo apartó de él de un empujón.

No obstante, Rapha no se iba a rendir fácilmente, limpiándose el merengue con una de sus mangas, se incorporó del suelo y se colocó en posición de ataque, invitando a Mako a dar el primer golpe.

-¡Esto es muy bajo! - dijo Mako de igual forma incorporándose, pero al mismo tiempo que se quitaba su saco para dar más movilidad a sus brazos. - Pero al parecer debo enseñarte una lección.

-¡El que te enseñará una lección seré yo! - le respondió Rapha con los ojos en llamas.

Mako se acercó a Rapha dispuesto a dar el primer golpe, pero la ex-tortuga sin dificultad pudo leer sus intenciones y esquivó el ataque sin problemas. De ese modo continuaron los siguientes intentos de Mako, hasta que Rapha decidió que era suficiente y respondió con un puñetazo que dio justo a la nariz de su oponente. Mako retrocedió dos pasos, y se llevó una mano a la nariz, la cual había comenzado a sangrar.

-Si gustas puedo rompértela – le ofreció Rapha.

Mako se dispuso a dar otro golpe, pero nuevamente, Rapha fue más rápido, lo esquivó y sin darle oportunidad a su oponente de reaccionar, inmovilizó su brazo a través de la muñeca y con tan solo girarlo ligeramente, se pudo escuchar como el brazo de Mako se dislocaba. Para Rapha no fue suficiente, al ver que Mako se encogía de dolor, aprovechó para darle una doble patada en la cara, que hizo que Mako cayera al suelo gimiendo de dolor. Y el que Mako estuviera en el suelo, no era pretexto para la ex-tortuga para dejar de golpearlo.

Lo único que lo hizo detenerse y darse cuenta de lo que estaba haciendo fue Kameko.

-¡Ryu detente! - Kameko corrió hacía él y le sujeto el brazo derecho, impidiéndole que lo usara para golpear nuevamente a Mako.

-¡ES SUFICIENTE!

La voz de la emperatriz resonó por el lugar, los invitados, que para esas alturas habían formado un circulo alrededor de Rapha y Mako, se apartaron de un brinco al ver a la mujer acercarse para poner fin a la pelea.

-¡No toleraré esta clase de comportamiento en mi presencia! - dijo la mujer enfadada.

-Abuela, he de informarte que solo estaba dándole una lección al bastardo de Oroku – dijo Mako en su defensa a la vez que se tambaleaba al incorporarse del suelo. - Tiene que aprender su lugar en…

-¡No me interesa saber el motivo de esta pelea! - lo interrumpió la mujer. -Lo único que me importa es que me han faltado el respeto y es algo que no estoy dispuesta a tolerar.

Kameko se aferró al brazo de Rapha al escuchar a su abuela hablar de ese modo, no era difícil saber, que le aterraba cuando la señora se ponía se esa forma. Era la señal de que varias cabezas iban a rodar por el suelo.

-¡Mako! Como futuro gobernante de este país, esperaba que supieras la forma de lidiar conflictos de manera pacífica, no que te rebajaras al nivel del contacto físico.

-Pero Abuela….

-¡No me llames abuela! Soy tu emperatriz, y me encargaré de tu castigo más tarde. ¡Llevenlo fuera de mi vista!

Dos hombres del servicio de seguridad se aproximaron a Mako, y lo sujetaron de los brazos para escoltarlo fuera del salón. Una vez con el hombre lejos, La emperatriz, se dio media vuelta y fulminó con la mirada a Rapha.

Rapha no sintió miedo alguno ante la mirada asesina de la mujer, era más que obvio que se había enfrentado a cosas más peligrosas que la emperatriz de Japón, siendo la cucaracha mutante la que encabezaba su lista, seguido de Destructor en segundo lugar.

-Oroku Ryu – empezó a decir la mujer en un tono de voz tranquilo pero amenazador. - Desde el primer día que te conocí, supe de inmediato que eras un chico muy distinto a los demás, y me lo comprobaste durante tu cuestionable desempeño como el guardaespaldas de mi nieta. En vez cumplir con tu deber de mantener a la princesa a salvo de todo problema, terminaste convirtiéndote en el responsable de todo los incidentes de los últimos meses.

"Tú padre me insistió en repetidas ocasiones que tu comportamiento se podía corregir, pero ahora veo que nunca tendrás reparo, eres una mala semilla, y en mi país no tolero a las personas de ese tipo.

"Haz deshonrado a tú casa, a tú clan, a tú familia. A partir de ahora la familia real de Japón no tendrá lazos con el Clan del Pie y tú Oroku Ryu, por el resto de tu vida llevarás la deshonra en tu consciencia."

Rapha sintió como el aire no le llegaba a sus pulmones. Tenía que ser una broma cruel lo que acababa de escuchar, pero la seriedad con la que la emperatriz lo había dejado en claro y la varias exclamaciones de asombro y terror por parte de los invitados, le confirmaban que no era para nada una broma.

-¡Abuela, por favor, espera! - dijo Kameko soltando el brazo de Rapha, y aproximándose a su abuela. -No puedes hacer esto, él no tiene la culpa, él solo…

-¡Guardias, escolten a la princesa a su alcoba! - la interrumpió la emperatriz. - Y vigilen que no salga de ahí, hasta que yo diga lo contrario.

-¡Abuela tienes que escucharme! - exclamó molesta Kameko impidiendo que los de seguridad la escoltasen fuera del salón. -¡Ryu no se merece lo que le estas haciendo! Si alguien se merece la deshora es Satoshi Mako, él es el causante de todo esto.

-¡No quiero oír más!

-¡No me casaré con Satoshi, primero cometería Sempukku antes de pisar el altar junto a él! ¡Y no me harás cambiar de opinión!

Sin poder resistirse más, Kameko fue llevaba afuera del salón de fiestas. Rapha aún seguía de pie en medio de las miradas de todo el mundo, y la emperatriz no tardó en volver a hablar:

-A primera hora de la mañana serás escoltado a un tren que te llevara de vuelta a la capital. Tienes suerte de que no te expulse del país, podrás vivir en Japón, pero te advierto que si te atreves a pisar la residencia imperial, me encargaré personalmente de hacértelo lamentar. ¡Llevenselo fuera de aquí!