Capitulo 28

Rapha había apagado su teléfono, pues apenas una hora después de lo ocurrido, los mensajes y las llamadas por parte de Saki y Midori no paraban de llegar:

Rapha, tenemos que hablar.

¿Qué demonios acaba de pasar?.

Rapha contestame.

Rapha cariño, ya vi el video en YouTube, Saki está más allá del enojo.

Rapha sino contestas en este instante juro que voy a…

Cariño, ¿te gustaría viajar a México?

Debían darle el premio por ser el mayor Imbécil de los imbéciles, de hecho su cara debería aparecer como ilustración del diccionario junto a esa palabra. Sabía perfectamente que había metido la pata al pelear con Mako de esa forma, durante toda la semana se había resistido a darle una paliza y al hacerlo por fin esa noche, no iba a negar que se había sentido tan bien de ponerlo en su lugar. Sin embargo, mientras golpeaba al hombre, como en muchas ocasiones Rapha se había abstraído de la realidad, todo a su alrededor dejó de importarle, y guiado únicamente por su ira, se enfocó en su objetivo.

Sino fuera por la intervención de Kameko, la ex-tortuga estaba más que segura de que pudo haber cruzado la línea que juró no volver a cruzar. A pesar de todos sus esfuerzos, de los ejercicios de meditación que Saki le había enseñado, de los consejos de Midori, a esas alturas, empezaba a creer que nada lo ayudaría a controlar su ira, era un caso perdido. Quizá era mejor tanto para él como para los demás ser internado en un loquero.

Ahora mismo se encontraba en una habitación de servicio, esperando a que dieran las 5 am para ser trasladado a la estación de trenes más cercana. El cuarto solo tenía una pequeña ventana, un lavabo, una mesita y una silla. A fuera de ésta, se hallaban dos hombres haciendo guardia, los cuales estaban comentando abiertamente sobre el espectáculo que había hecho él durante la fiesta.

Cada minuto que pasaba esperando a que fueran las 5 am era una terrible tortura para él. Si el objetivo de la emperatriz era hacerlo esperar en una habitación pequeña que le provocaba una ligera sensación de claustrofobia, sumándole a que cuando llegara el momento de ver a Saki cara a cara, este se transformaría en Destructor sin pensárselo, sin duda lo había conseguido. Pero el enfrentarse a Saki no era lo que más le preocupaba en ese instante, sino que había arruinado la oportunidad que tenía de hablar con Kameko, de disculparse, de…ya no importaba. Kameko se casaría pronto con Mako y jamás la volvería a ver por el resto de su vida.

Aquel pensamiento le hacía infeliz, no podía soportar la idea de ver a Kameko en los brazos de otro hombre, de un hombre que solo la usaba para conseguir un poder y que no la amaba. Ni a su peor enemigo le deseaba semejante destino, pero las cosas son así, como lo dicta la tradición, ¿verdad? Pues que se fuera al cuerno la tradición.

No podía quedarse por más tiempo lamentándose en esa habitación, tenía que hablar con Kameko, verla, por lo menos una última vez. Esta era su última oportunidad y no pensaba desperdiciarla.

Rapha se levantó de su asiento y analizó todos los rincones del cuarto en el que se encontraba, no había cámaras de seguridad y la única entrada o salida, era por la puerta. ¿O acaso había otra?

"Un ninja debe crear sus entradas y salidas" les había dicho Splinter a él y a sus hermanos, hacía mucho tiempo. "Solo así, en caso de emergencias podrán salir con vida". Y claramente esa era una emergencia. La puerta quedaba completamente descartada, por lo que la ventana era su único medio de escape, solo que había un pequeño problema, esta era una de esas ventanas tipo persiana, además de que se encontraba en lo más alto del cuarto, casi pegada al techo, y que tenía una forma rectangular horizontal.

Todo un reto.

Rapha sin tener otra opción, usó la mesa como apoyó para alcanzar la ventana y la abrió ejerciendo presión sobre ella, el mecanismo de la ventana rechinó con fuerza, provocando que la ex-tortuga se encogiera de hombros y pusiera una oreja sobre la puerta para saber si los guardias habían escuchado algo, por suerte, ninguno de ellos entró a la habitación, permitiéndole a la ex-tortuga salir de la ventana de un salto, pero no contaba con estrellarse con el pasto una vez estando fuera de la habitación de servicio.

-¿Quién anda ahí?

Rapha hizo acopio de toda su agilidad para ocultarse detrás de un arbusto cercano. Un guardia de seguridad que estaba pasando por el lugar, llevó la luz de su linterna hacía la zona en la que estaba oculta la ex-tortuga, iluminó los arbustos y las macetas enormes con árboles que estaban colocados a modo de decoración en el camino hacía el hotel, pero terminó por apagar su linterna al no ver señales de algo.

-Quizá era un ratón. -dijo el guardia despreocupandose al mismo tiempo que caminaba lejos de ahí.

Rapha volvió a respirar, estuvo a casi nada de ser descubierto, y si era sincero, aquello hubiera sido imperdonable, era un ninja y la misión que estaba realizando requería de sus mejores dotes.

Así que con eso en mente, se escabulló por todo el camino hacía la entrada del hotel sin que nadie se percatara de su presencia, aprovechó el movimiento y la distracción de las personas para hacerse paso por el lobby del hotel, incluso había utilizado el carrito de las maletas para llegar hasta el ascensor, siempre había considerado esa táctica muy cliché, pero ahora se daba cuenta que era útil. Apartando el rostro de las cámaras de seguridad del hotel, Rapha consiguió llegar al último piso. Caminó por el pasillo empujando el carrito de maletas hasta llegar a la puerta de la suite de lujo en la que se estaba hospedando la princesa, ya casi estaba cerca, y al doblar una esquina….

-¡Demonios! - maldijo Rapha por lo bajo.

En la entrada de la habitación, había un hombre del servicio de seguridad montando guardia. ¿Cómo se desharía de él? O mejor dicho, ¿cómo le habrían hecho sus hermanos para deshacerse de él?

Leo hubiera creado una distracción pasiva para alejarlo de la puerta, Donnie hubiera usado uno de sus inventos raros para echarle gas del sueño o algo similar, y Mikey… Mikey quizá hubiera amarrado un hilo a un dólar y hacer que el hombre lo siguiera lejos de la puerta.

-¡Eso es! - exclamó Rapha encontrando la solución perfecta.

El hombre de seguridad que estaba de espaldas hacía la puerta, bostezó por quinta vez consecutiva, llevaba más de 12 horas en servicio, y cuando creyó que por fin iba a descansar, su superior lo había hecho estar de guardia a la puerta de la princesa de Japón. Entendía que era un honor y una gran responsabilidad el estar ahí, pero eran las 11:30 de la noche y con lo ocurrido en el salón de fiestas dudaba que alguien viniera a molestarla o que ella saliera. De hecho, a esas alturas ya estaba considerando cerrar los ojos por unos minutos, nadie se iba a dar cuenta.

Y justo cuando se disponía cerrar los ojos, vio en el suelo, a unos cuantos pasos de él, un billete arrugado de 10 mil yenes. El sueño casi se le fue del asombro, no recordaba haberlos visto con anterioridad, ni mucho menos el que un huésped del hotel hubiese pasado por ahí. Así que considerando que aquel dinero era una recompensa de los dioses por su excelente trabajo, se dispuso a recogerlos, solo que al momento de agacharse escuchó que alguien gritaba:

-¡Cuidado, carrito suelto!

Lo último que vio el guardia, fue un carrito repleto de maletas ir hacía él antes de golpearlo con mucha fuerza y dejarlo inconsciente en el suelo. Puede que suene cruel, pero al final, el guardia tuvo su merecido descanso.

Para hacer creer que todo estaba en orden, Rapha recargó al hombre sobre el carrito de maletas, dándole una apariencia de que estaba dormido, y tomando la tarjeta de seguridad de entre sus ropas, se dispuso a entrar a la habitación de la princesa.

Una vez adentro, Rapha frunció el ceño al ver que la habitación estaba completamente oscura y se dio un zape mental al no haber considerado con anterioridad la posibilidad de que la chica estuviera dormida, pero no tenía tiempo para esperar a que se despertara, hablaría con ella en este instante y daría fin con su meta, aunque por la dudas, estaría preparado por si la princesa no reaccionaba bien con su intrusión.

"De seguro se alegrará de verte" su consciencia trató de animarlo.

-Estoy allanando su habitación, si yo fuera ella no estaría contento. Mikey lo sabe perfectamente – se dijo así mismo recordando a la vez, todas en esas ocasiones en las que su hermano había entrado a su habitación sin permiso y en las distintas formas en que había hecho que se fuera, muchas de ellas, de forma violenta.

En un abrir y cerrar de ojos, Rapha llegó a la puerta que daba a la recamara de Kameko, esta se encontraba cerrada y considerando que era lo mejor, la tocó mientras la llamaba por su nombre. Esperó unos segundos y no obtuvo respuesta. "Quizá está dormida" pensó la ex-tortuga y volvió a tocar un poco más fuerte. Espero y nuevamente nada.

Ligeramente nervioso y preocupado, Rapha puso la mano en la perilla y la giró. Dio un par de pasos dentro del cuarto y para su sorpresa, también la oscuridad le recibió ahí. Sin embargo, no tardó en dar con la cama de la princesa.

A pesar de la oscuridad,Rapha podía ver un bulto entre las cobijas. Kameko se encontraba durmiendo plácidamente, y por unos segundos la ex-tortuga dudó en despertarla. ¿Cómo reaccionaría? ¿Se alegraría de verle? ¿Se enojaría? ¿Gritaría? Quizá un poco de todo, pero había realizado un enorme esfuerzo para llegar hasta ahí y no iba a echarse atrás en el momento. No, lo que haría en ese instante sería despertarla y decirle lo que había venido a hacer. Aunque por si las dudas, se prepararía para actuar en el caso de que la chica se despertara con un grito.

Con su mano derecha sacudió suavemente el hombro de la chica, pero ésta no se movió. Ahora si que Rapha estaba más que seguro que podría haber un terremoto en ese instante y la chica no se percataría gracias a su sueño pesado. Una vez más la sacudió, ahora con un poco más de fuerza y al hacerlo se percató de algo extraño.

El hombro de Kameko estaba muy suave.

Rapha frunció el ceño extrañado y sin pensarlo dos veces, retiró de un tirón las cobijas, provocando que abriera los ojos como platos de la sorpresa.

Kameko no estaba durmiendo en la cama, todo lo contrario, en su lugar había una pila de almohadas que se hacían pasar por la silueta de una persona durmiendo.

-¡Pero que caparazones! - exclamó Rapha sorprendido a la vez que llevaba su vista hacía el balcón, cuya puerta de acceso se encontraba ligeramente abierta. -¡No se atrevería!

La ex-tortuga, aterrado, soltó la sábana y corrió hacía el balcón rezando a Kami el que la princesa no hubiera cometido el acto que su mente había hecho creer. No obstante, cuando llegó al balcón dejó escapar una exhalación de alivio al no encontrar su cuerpo hecho trizas en la planta baja. Aunque si lo pensaba con más calma, si Kameko hubiera cometido sempukku, medio mundo estaría alterado y no tranquilo como ahora. Lo que le dejaba con la duda de su paradero. Era obvio que no se encontraba en la habitación, lo había comprobado él mismo, por lo que la última opción era que ella se había escapado de alguna forma.

Lo que le faltaba.

¿Cómo lo había hecho? Esa era una excelente pregunta, pues si no mal recordaba, la única entrada y salida de su habitación era la puerta que estaba vigilando el guardia.

Se llevó ambas manos detrás de la cabeza y caminó por el balcón hasta llegar a un extremo de este, no se le ocurría la forma en la que ella hubiese conseguido salir sin ser vista, y pese a ello lo había conseguido, eso era lo que más le atraía de ella, que conseguía hacer lo que se proponía.

En eso, su vista se fijó en una ventana que daba a otra habitación del hotel y que convenientemente se encontraba abierta. Y eso no era todo, debajo de esa ventana, había una pequeña cornisa decorativa, lo bastante ancha para que alguien de la complexión de Kameko pudiera pasar sin problemas.

-A ella le encanta el parkour – dijo Rapha con una sonrisa, pero cuando se dispuso a cruzar la cornisa él también, escuchó una voz proveniente del interior de la suite.

-¡Kameko!

Silenciosamente, Rapha regresó a la habitación para saber quién era la persona que buscaba a la princesa y para su desagrado era más ni menos que la emperatriz y antes de pudiera hacer un movimiento, la mujer se encontraba a escasos pasos de la puerta. La ex-tortuga consideró la posibilidad de retirarse por el mismo camino que tomó Kameko, pero cayó en cuenta de que si la emperatriz se enteraba de que su nieta no estaba en el hotel, daría la alarma y todo el mundo se pondría a buscarla, quitándole su oportunidad de hablar con ella.

¿Qué podría hacer?

No podía hacerse pasar por Kameko….¿O si podía?

Rápidamente, Rapha cogió la sábana que había retirado previamente de la cama, apartó las almohadas y se acostó en la cama cubriéndose por completo con la cobija. Esperaba que la emperatriz lo confundiera con su nieta durmiendo y optará por regresar en otra ocasión, lamentablemente no fue así.

-Kameko tenemos que hablar – dijo la emperatriz entrando a su habitación, la cual, ahora estaba ligeramente iluminada por la luz que la mujer encendió en el pasillo.

Rapha, quién estaba en posición fetal dándole la espalda a la mujer, trató de calmar su corazón, que estaba palpitando agitadamente a punto de sentir que le podía dar infarto.

-Sé que estos últimos años han sido difíciles – dijo la emperatriz, su voz sonaba severa, pero con un toque maternal. - Y he de reconocer que todo este tiempo has sido fuerte, no has dejado que tus sentimientos te desequilibren a la hora de realizar tu deber.

"Has hecho lo que te he pedido que hicieras, y nunca mostraste señales de desacuerdo. Tú único deber siempre ha sido cumplir con tu papel como futura gobernante, es por eso que me encargue de educarte de la mejor forma que pude, pero esta noche, me di cuenta de algo que nunca hice...preguntarte que es lo que quieres.

"He de admitir que si no fuera por lo que dijo el hijo de Oroku, jamás me habría percatado de lo que realmente has deseado. Y es por eso que estoy aquí, quiero que me digas honestamente que es lo que quieres en verdad, prometo no juzgarte y hacer lo que esta a mi disposición para ayudarte".

Rapha no podía creer lo que estaba presenciando, la emperatriz estaba mostrándole una faseta nunca antes vista, amable y comprensiva, que lo hacía reflexionar sobre su papel. La mujer todo el tiempo debía mostrarse fuerte, ya que si se veía débil, el país se vería así, ella debía aguantar con sentimientos de hierro, todas las adversidades que se le impusieran, y aunque todo el tiempo pareciese una mujer cruel y son sentimiento, en el fondo, era una abuela que se preocupaba por su nieta.

-¿Kameko? - dijo la emperatriz.

La ex-tortuga, temiendo a que la mujer se atreviera a quitarle la cobija, optó por encogerse un poco para dar señales de estar escuchándola.

-Entiendo – dijo la mujer – Te dejaré sola, hablaremos en la mañana.

La emperatriz salió de la habitación y hasta que Rapha hubo escuchado que la puerta principal se hubiese cerrado, seguido de un reclamo por parte de ella acerca del guardia de seguridad que estaba dormido, se retiró la cobija de encima dejando escapar un suspiro de alivio.

Si que las cosas se habían puesto interesantes esa noche, pero no podía darse el lujo de quedarse ahí acostado. Debía encontrar a la princesa de Japón.