"Puede que hoy no sea como ayer
Que tu y yo no seamos los mismos
Puede que se pierda el rumbo
Puede que nos rete el mundo
A mi sin ti, a ti sin mi
Puede que hoy no calme el temporal
Y que se rompa el corazón del cielo
Somos luz y somos fuego
Somos dos y un aguacero
Yo sin ti, tu sin mi […]"
– Y Si Llueve (Inés Gaviria y Rosana)
Capítulo 24. Los conserjes retirados de Idaho II
A veces el amor sucede por accidente, y es maravilloso.
– Te quiero conmigo en casa – Le dijo suavemente cuando la pilló saliendo de esa sala en la que estaba con Jess.
La acercó a él inconspicuamente, el calor de su cuerpo contra el suyo haciendo que su estómago se agitara.
Lavinia llevaba esa blusa vaporosa que le había sugerido por la mañana.
No tenía tiempo de pensar en ello.
No ahora.
Stewy estuvo tentado de desabrochar un par de botones, pero detuvo su mano a medio camino. En su lugar, se conformó con dejar que sus dedos se demoraran un poco, pasando el pulgar por la tela antes de deslizarlo con un movimiento casi distraído.
Ella sonrió pensativa y se apartó un poco para no dar de que hablar al equipo de Kendall. – Stewy… – le riñó en voz baja.
Estaban solos en el corredor. Pero aun así… Había habido un hombre de seguridad en el pasillo hasta un momento atrás.
Era poco profesional que la vieran de arrumacos con él. Aquí, hoy.
Berry ya pensaba lo peor de ella.
– ¿Qué me dices? Dijiste que traerías algunas de tus cosas y apenas he visto ropa tuya en los cajones – sugirió Stewy.
Lavinia pareció confundida.
La cara le cambió, su expresión tornándose más blanda y dulce.
– Stew…
– Solo procura que siga encontrando las cosas básicas como…
Sonrió. – ¿Cómo?
– Mis maquinillas de afeitar, mi gel, mis aceites esenciales... No puedes preferir ese café de tu casa para desayunar… es horrendo.
Ella arrugó la nariz y le miró curiosa.
– He desayunado casi toda la semana en tu apartamento. Mm… hoy estábamos enganchados al móvil por trabajo pero cuando te has ido he probado el nuevo café molido. Hey, o al menos he tenido la taza en la mano varias veces—
No le había entendido del todo.
La quería con él en casa cada día.
Una pregunta, una decisión rápida y… no, no era algo impulsivo.
Stewy racionalizó que habría tiempo para explicarse.
La observó por un segundo.
Entonces pensó que había algo mal en su sonrisa. – ¿Estás bien?
– Sí – le aseguró mordiéndose el labio.
Stewy respiró hondo.
Al parecer ambos estaban preocupados por el otro. Porque en ese momento Lavinia arrugó la frente y declaró – Tienes ojeras…
Stewy chasqueó la lengua sarcástico. – Llevo dos días acabando reuniones a las cinco de la madrugada, Liv. Estaré bien cuando celebremos mi victoria esta noche.
– No pero… – pasó un instante una mano por el suéter de cuello alto de él – A menos que tengas superpoderes deberías descansar.
– En realidad… Tengo un par de ideas para los superpoderes esos...
Ella suspiró y murmuró: – Sabes que no te diré qué tienes que hacer… pero no quiero que acabes en un hospital. Tómatelo con calma, ¿hm?
Stewy se pasó la lengua por los labios con una pequeña sonrisa: – Sí, mamá.
Como buen hedonista, tenía poca tolerancia a las incomodidades innecesarias, incluso a los malditos atascos de esta ciudad. Y ciertamente apenas los había tolerado esta mañana a las 7.00 am.
La cafeína no le daría el chute de energía que necesitaba.
Ella sacudió la cabeza.
Le pinchó el brazo con un dedo, sonriendo, bajando los ojos al pase azul en el que ponía que era accionista y contemplando las letras un segundo; tomando el cartón plastificado en sus manos. – Stewy, cariño… No quiero ser tu madre…– exhaló – Solo cuídate, ¿de acuerdo?
Stewy no pudo evitar devolverle la sonrisa mientras se inclinaba hacia adelante para besarla en la comisura del labio. – Lo tengo todo bajo control.
Stewy no le había dicho que tenía una bolsita de cocaína para más tarde en el bolsillo interior del pecho.
No hacía falta.
No había tocado su contenido… todavía. Pero asumió para sí mismo que eventualmente lo haría.
No significaba que no fuera a tener cura manejándolo.
Especialmente en un día como hoy.
Coca por la mañana, lo hacía si eso a veces…, pero bueno, no estaba tan cómodo con el concepto como para que fuera una ocurrencia diaria.
Aunque ironizó: no sería un grito de ayuda tan grande como comerse la mitad de una galleta Graham insípida como la que había tomado ella esta mañana e inmediatamente irse disculpándose porque tenía que contestar el teléfono de Ken... Se mordió la lengua justo antes de soltarle la broma.
Livy había sido comprensiva con sus malos hábitos… pero era obvio que se preocupaba y no quería que pensara en él de esa manera ahora, si era posible... ¡Se aseguraría que los dos cenaran apropiadamente esta noche!
Pero hasta entonces el café o el azúcar difícilmente serían suficientes.
Tenía que navegar este día con dos horas de sueño y luego ya estaría.
Lavinia asintió presionando los labios. – Estás guapísimo incluso con ojeras.
Stewy volvió a robarle un beso en la boca poniéndose después las manos en los bolsillos de los pantalones, un poco ceñudo. – Sandi me está esperando…
– Entonces, ve. Anda – le sonrió – Vete ya. Nos vemos después.
Lavinia intentaba distraerse del caos en su cabeza. Fue obvio en la manera como se mordió el labio inferior y sacudió la cabeza.
– Livy… ¿en serio..., está todo bien?
Lavinia forzó una sonrisa, soltando su mirada inquisitiva.
No sabía por dónde empezar a explicarle la última ocurrencia de su abuelo.
Desde que había visto el estúpido intercambio con Ken en su iPad, tenía algo así como una nube de inseguridad sobre su cabeza… Alejó la burbuja de celos e irritación que surgía cada vez que lo pensaba demasiado.
Estaba celosa, no quería estar celosa.
No tenía razón para estarlo. Era algo casi mecánico, resultado de ese monstruo insaciable interior filtrándose en su pecho como alquitrán humeante.
Como si no supieras que entre los dos hay un puente construido con los años.
Y estás aquí entrando en pánico porque ¿qué? ¿Hizo una broma sobre su pene?
Pareces una cría y no una adulta que merezca el amor de este hombre desenvuelto y fantástico.
El pensamiento la hizo encogerse internamente. Odiaba eso.
¡Ella era la insensata que no media las consecuencias cuando se trataba de Stewy!
Tú sola decidiste que era buena idea estar enamorada de él.
Pero sabes que se acabara ahogando… que se aburrirá.
Él no es el tipo de hombre que se conforma.
Lavinia gimió internamente. Su cabeza latía como para recordarle que apenas había tomado nada esta mañana.
El incidente de hoy con su abuelo no la ayudaba.
Desde ese momento tenía dificultad para concentrarse y sentía que no había forma de sentirse mejor.
No entendía qué quería Ewan.
Intuía que tenía algo que ver con mantener algún tipo de tracción sobre sus nietos.
Desheredaba a Greg pero probablemente esperaba algún ruego, súplica futura.
Puede que hasta tuviera razón cuando decía que a Greg le vendría bien tomarse en serio a sí mismo…
Pero lo suyo…
Ninguno de los novios de Marianne había tenido suficiente dinero para cortar el proverbial cordón umbilical. Pero Stewy… ¿Era eso?
Qué barbaridad… ¿Tenía ella alguna idea de cómo era una relación sana?
Quizás la corriente de la inercia ya era demasiado fuerte y no podía hacer las cosas de ninguna otra manera…
Ella era también resultado de sus experiencias.
Le gustaría ser incapaz de oír sus pensamientos. No dejaba de oír el parloteo de su cerebro. Ojalá le diera una tregua.
Se dijo que por eso mismo no estaba siendo lógica con Stewy, sino que era su inseguridad boicoteándola...
¿Y si un día te vas?
Sólo porque sabes que puedes…
¿Cómo serían los créditos de esa historia suya?
Chico conoce a chica, chica conoce a chico – Él termina insatisfecho y ella con el corazón roto se da cuenta de que siempre supo que era demasiado bueno para durar.
¿Acabaría? Y ¿cómo quedaría ella si se acababa?
Sus esperanzas nunca habían sido muy grandes.
Pero últimamente eso había cambiado.
La golpeó la idea de que no había nada más bonito que su voz, sus manos, su sonrisa gamberra. Stewy podría ir y… romper su mundo. ¡Pero maldita sea!
Nadie más la hacía sentir así, como si ella fuera especial.
Tal vez no se quería mucho a sí misma, pero oh cómo lo quería a él.
Estaba aprendiendo.
Solía preguntarse por qué, por qué sus padres no habían podido ser felices mucho antes.
No juntos… sino por separado. No sabía si su madre lo había conseguido alguna vez. Pero era jodidamente difícil, ¿verdad?
Por un rato la discusión consigo misma iba y venía.
La felicidad se mide en momentos… ¿Por qué no permitirse soñar en su puñetera historia perfecta, en vez de sabotearla por miedo?
Quizás lo suyo fuera tan raro como decía Roman pero ¿y qué?
Para amar a alguien tienes que quedarte quieto; pensó fugazmente en esa niña de 14 años que había huido.
¿Y si había hecho lo mismo con demasiada facilidad después de la muerte de su padrastro?
A Stewy lo llevaba en las tripas… No se perdonaría estropear esto haciendo que acabara resentido con ella.
Primero tenía que deshacerse de esos molestos celos para que no empeoraran, eran sólo... sentimientos estúpidos, pensó.
Se había apartado del drama de la herencia podría decirse que haciéndose a un lado ella misma – dejando a su abuelo con la palabra en la boca..
Tendría que sentirse mucho más aliviada.
– ¿Cómo estamos, Lavinia? – Le interrumpió Kendall cuando consultaba unos emails en el ordenador – Mantén contacto con Flynne del Times. Nos conviene que se apoyen en nuestro relato…
– Sí, por supuesto – asintió. Su atención en la pantalla del ordenador.
Pero debió parecer distraída porque éste insistió: – ¿Me estás escuchando, verdad?
– Sí, sí. Todo controlado – puso las manos en el teclado del ordenador para minimizar un par de ventanas.
En la televisión continuaban explicando la batalla por el control accionarial.
– Tengo… tengo que hablar con tu hermano. ¿Puedes estar presente?
Alzó la vista hacia Kendall. – ¿Con Greg? ¿Por qué?
– Es… sobre la cuestión de los abogados.
– Vale.
Se llevó las manos a la frente y dejó escapar un gruñido de frustración.
¿Sabría ya algo Greg de la intención de su abuelo?
No, y no creía que su abuelo mantuviera las cosas como había dicho después de su desplante…
Ewan pronto dejaría claro lo mala nieta que era y fingiría que en primer lugar no estaba en Nueva York porque él se lo había pedido.
Si es que no le retiraba la palabra.
Mientras Stewy volvía a bajar en el ascensor, escuchó a los manifestantes afuera. Había visto algunas pancartas contra Logan dignas de Tywin Lannister.
Los dos últimos días no había dormido.
Suponía que era algo bastante estándar cuando uno tiene la posibilidad de terminar su día con una empresa de 85 billones de dólares en el bolsillo.
Pero hacía bastante que había perdido todo puro entusiasmo sobre ello... No solo porque la maldita familia Roy fuera una jaqueca continua o Kendall estuviera decidido a tomar la peor decisión posible cada vez.
Estar de pie hasta las cinco de la mañana discutiendo con la vieja guardia de Waystar, había conseguido drenarle la paciencia que le quedaba. Hasta hace unas semanas Sandy Furness habría confiado en sus instintos… pero la relación con la hija de éste tenía sus momentos. Se respetaban a regañadientes el uno al otro.
Al menos no era tan malo como unas semanas atrás…
Estaba bastante seguro de que lo único que a su viejo socio le mantenía todavía con vida era el puto ánimo de venganza contra su jodida némesis.
Como un puto último deseo.
El dedo pulgar de César y todo eso.
Pero con dos césares octogenarios enfrentados intentándose follar uno al otro con el taca taca mientras los demás se enfrontaban a los leones por ellos.
Las reuniones con Karl y Frank empeñados en fingir que no estaban lidiando con eso se habían sentido así. Las intervenciones calculadas de Gerri con gritos casuales de Logan. Una mierda deliciosa.
Sandy… bueno, nadie sabía cuál era realmente su proceso exacto de pensamiento desde el hospital.
Pero Logan no encontraba la manera de follarse salvajemente a su enemigo pese a su estado y ya había espantado a Josh Aaronson días atrás. El chiste se contaba solo.
Excepto porque había dejado de hacerle gracia.
Las ofertas de Maesbury para un pacto habían empezado siendo escandalosas porque confiaban realmente en la votación pero hoy le dijo a Joey: – Mira, pedimos más acciones, más asientos, mantenemos cierto control, dejamos que los Furness encuentren una manera de humillarle, todavía ganamos dinero.
Su posición con Sandi no podía ser más frustrante, había perdido 50 millones, su relación con su otro hora mejor amigo era un desastre, y Lavinia estaba rara por su bocota enorme, o mejor dicho su habilidad por escribir la mayor burrada que se le había ocurrido a Ken en ese mensaje.
Aun así, esto todavía era un negocio, y lo único que tenía que importarle era obtener su dinero; y luego pedirle a ella que por favor pusiera patas para arriba su apartamento como había hecho con el jodido órgano sangriento en su pecho.
Estaba bastante confiado en su respuesta.
En un mundo donde todos los adultos a su alrededor no podían salir de debajo el pulgar de sus padres, le pareció que lidiar con el abuelo de Lavinia sería un juego de niños.
Confiaba en no estar siendo demasiado optimista.
Lavinia era tozuda y él, perseverante.
Estaba bastante seguro que el viejo no podría con ninguno de los dos; fuera lo que fuera lo que había hecho para que Lavinia estuviera como estaba esa mañana…
Stewy dejó que el día, las llamadas, las reuniones se desarrollaran manteniendo de cerca su atención, funcionando por hábito y adrenalina. Pasase lo que pasara, hubiera un trato, ganaran o no, hoy se terminaba un proceso de meses.
Su vida prometía otras cosas que las que había esperado en marzo.
Estaba lo malo, la amistad arruinada, el dinero tirado, y lo malditamente bueno. Y diablos, él estaba totalmente a bordo de lo que trajera esto último.
A través de su teléfono, Stewy se dedicó a apaciguar a los principales accionistas, lidiar con Ken y Siobhan.
Pero encontró tiempo para enviar un enlace web a Lavinia sobre la obscenamente cara suite de hotel donde había pensado que podían hacer el amor esta noche.
Porque dijera lo que dijera ella de dormir, iba a celebrar el puto fin de esa pesadilla en particular con unas ganas del demonio. Dentro suyo, parecía un buen plan.
Podían dormir mañana por la mañana.
Lavinia probablemente era, a parte de Jess, y que le ahorcaran si entendía como su ex amigo había logrado ese nivel de fidelidad de una buena asistente, la única persona del equipo de Ken a la que todavía le importaba una mierda lo que se publicaba sobre él ahí fuera.
Los dos merecían olvidar el despertador por un día.
Kendall continuaba sobresimplificando su posición en esto de hoy vía telefónica.
Tu aliado más poderoso en esta empresa, blablablá.
Joder.
Cuando había mencionado el maldito y loco plan de su cumpleaños, Stewy se detuvo a segundos de preguntar: "¿qué tal si empiezas por decirme qué cojones pasó en marzo?".
Porque tenía la loca idea de que Kendall ya había querido decir algo la noche en que Lavinia estuvo perdida dos putas horas. Tal vez para brindarle una rama de olivo después de la cagada con Reece.
Pero no había estado en el estado de ánimo adecuado y mirando hoy a Ken probablemente éste no habría tenido las agallas de todos modos.
Stewy estaba convencido de que había más sobre ello.
Estaba dispuesto a mirar más allá para finiquitar este asunto y entonces centrarse en lo que esperaba enfrente de él.
Otros negocios en Maesbury, un noviazgo, que con suerte, se llevaría a cabo lo más lejos posible de este lugar.
También tendría más tiempo para mover hilos y conexiones que le permitieran encontrar un lugar donde se merecieran todo ese talento desaprovechado de Lavinia.
En un mundo ideal, Logan Roy no seguiría enganchado a su empresa catastrófica cuando el sentido común decía que a estas alturas no tendría que quedarle ni garras ni dientes con que defenderse,… y él sería el puñetero jefe de esto.
Pero pensándolo en frío, ni siquiera tendría que haber invertido… y con más sillas en el consejo podía sacar dinero de una situación que se había vuelto incomoda.
Fue un error estúpido.
Greg entró a la sala donde estaba el equipo de Kendall. – Me preguntaba si estarías por aquí – le dijo a una desinteresada Comfrey.
– Sí estoy haciendo mi trabajo…
El ambiente por aquí a estas alturas era algo lento, desapacible.
Y ¿se habían cargado un conejo?
Lavinia estaba bastante segura que el pobre bicho estaba al menos camino a urgencias.
Iba a tener que proponer a Jess ir a tomar un café un día de estos.
Era su puñetera heroína.
Porque su paciencia estaba mucho más al límite.
Kendall fue hacia Greg de aparente buen humor. – ¡Aquí está McGregor!
Cumplimentó a su hermano y entonces le hizo una señal a ella. – ¿Vienes?
Lavinia controló el instinto de rodar los ojos y les siguió.
– Ey, Greg.
– Ey, ¿has hablado con el abuelo? – Le preguntó él.
– Sí… ¿y tú? – tanteó.
– No, uh, aún no.
Fantástico.
Entonces esa era una tormenta para después.
Kendall cerró la puerta de la sala donde habían entrado. Greg titubeó.
Su hermano la miró pidiendo ayuda, pero Lavinia hizo una mueca porque tampoco sabía muy bien de qué iba esto. – Estoy… seguro que estás probablemente enfadado sobre mi yéndome con Waystar y- y… su defensa conjunta – dijo.
Ken le aseguró que lo comprendía pero después básicamente le anunció que iba a usarlo de cabeza de turco. Bueno, mucho más… amistosamente.
Dijo que iba a tener que involucrarlo y que lo avisaba como colega.
– Eso no suena bien…
– Ken… – Lavinia intentó intervenir. – Por favor…
Su primo movió la cabeza mirándose las manos. – Es que la cosa está así… Si mi padre consigue un trato hoy, refuerza su posición. Lisa dice que el Departamento de Justicia nos está dando evasivas. Así que tengo que poner toda la carne en el asador… Mi idea es darles a Greg… quizás caigan Tom, Bill… haya presión y alguien se giré contra papá.
Greg se mantenía sentado con las palmas en las rodillas. – Tío… dijiste que…
Debatieron sobre cómo habían quedado en aquel avión de vuelta de Croacia a Nueva York.
Lavinia miró al techo.
Normalmente no era partidaria de hacer el papel de au pair de su hermano pero es que… frunció el ceño.
– Perdonadme que me meta pero…
– ¿Sí…?
Le miró sin conseguir que mantuviera pleno contacto visual.
– Joder, Kendall, no tendrías nada sin los papeles que guardó Greg…
– No es mi opción preferente pero… – se excusó su primo.
– Oh, vamos… no necesitas hacerlo.
Kendall alzó la vista entonces sí, observándola.
Para su gusto demasiado sorprendido por el hecho de que estuviera participando en una conversación a la cual la había invitado él, sobre todo teniendo en cuenta que era una profesional a cuya voz debería estar acostumbrado. ¿Por qué la miraba así? ¿Tenía comida en la cara?
– Lavinia…
– Solo dilo… ¿Por qué ese cambio? – pidió cruzándose de brazos, incómoda.
– Es lo que le digo a Greg, no hace falta discutir quien dijo qué, Vi, es solo una posibilidad…, o eso o deja la defensa conjunta.
Así que era eso. Acabáramos.
Se rió apretándose el puente de la nariz. – Bien… eso es más claro.
Jess les interrumpió porque tenían la junta de accionistas que monitorear. – Deberíais venir. Kendall si puedes…
– Vinnie, no es tan terrible, lo más seguro es que… no le pase nada. Espero que esto no cambie tu compromiso con tu trabajo, estoy contento, joder no me mires así. El otro día ni siquiera me avisaste que Stewy iba con Josh y no te lo he tenido en cuenta.
¿Cómo?
Apretó los labios, y dijo. – Eso es retorcido…
– Bueno… – Ken movió las manos como para recalcar su punto; no sonreía, pero tampoco dejaba de hacerlo.
Juntando las manos tiró de una pequeña piel de su pulgar mientras murmuraba: – Primero, no es que lo supiera, porque no me puedo contar todo con mi novio gracias a este trabajo, y segundo ya eres consciente de eso… lo hablamos al día siguiente.
– Yo solo… Greg me cae bien, me caes bien tú, Vi, está guay trabajar juntos. No hagamos una montaña de esto.
Greg se pasó nervioso las manos por la cara. – Joder, joder…
Genial.
¿Y ahora era cuando Greg iba a hablar con su abuelo?
– Perdonadme – volvió a llamar su atención Jess desde la puerta.
Ella arrugó la nariz y se mordió el carrillo por dentro cuando Ken se paró en la puerta esperándola. – Sí, ¿vienes?
– Ahora…
– No tardes.
Se giró hacia su hermano mordiéndose el labio a falta de palabras. – Greg…
Le vio entrar en pánico. – ¿Qué hago ahora? Mierda…
No tenía ni idea de qué decirle.
Suspiró.
– No lo sé… pero si se complica… Greg – volvió a sentarse poniéndole una mano en el brazo – Quizás tengamos que buscar un buen abogado para ti. No sé cómo, nos lo figuraremos…
No estaba segura de que Greg la estuviera escuchando. – Joder, no… Mierda, mierda. – miró la hora en su móvil – El abuelo me está esperando yo…
Se mordió el labio. Sobre eso… era mejor avisarle.
– Tengo que contarte algo del abuelo…
Habría preferido que no fuera así.
"Porque tiene que empezar a tomarse en serio…". "Participa en una cruzada monstruosa".
– ¿Qué? – Greg alzó la cabeza, interrogándola con esos ojos enormes suyos.
Se armó de valor. – Está enfadado. Dice que va a dejar la mayor parte de su fortuna a Greenpeace.
– ¿La… mayor parte? ¿Nuestra parte?
Todas las partes. Potencialmente…
– Bueno, verás… sobre todo habló de ti, pero… es que le dejé con la palabra en la boca Greg. Joder… me largué – Lavinia se frotó las manos una con la otra para aliviar su malestar y en voz baja admitió: – Sé que no estuvo bien pero creo que era lo que tenía que hacer…
– ¿Que… qué? ¿Por qué?
– Porque intenta que parezca que va sobre Stewy… dijo que me dejaría un maldito fondo con que planea condicionar no sé muy bien qué… no importa porque yo solo… me fui. Así que… – se encogió de hombros. – Supongo que estoy tan… ahm, desheredada como el resto.
Greg entrecerró los ojos. – No lo entiendo. ¿Te deja dinero a ti… porque tu novio tiene mucho dinero?
Le miró sorprendida de que en realidad hubiera descifrado algo de su borboteo.
– Creo que sabe que sería un alivio… que me dejara fuera. De una forma limpia, sin contrapartidas. No es que quiera acabar bajo un puente. Pero… – suspiró – Escúchame, Greg…
La expresión de su hermano estuvo perdida un momento. – Te… te va a dejar dinero solo a ti y a… a Greenpeace, ¿y crees que… uh, es injusto? ¿Es… eso?
– No me estás escuchando… me fui, estoy fuera.
– Yo… de algún modo— lo dudo.
Su hermano la miró con los ojos entrecerrados, no le gustó la mirada antes de que su voz confusa la devolviera al asunto en cuestión.
Greg se pasó la mano por el cabello, levantándose. – Voy a hablar con él, mierda, Vinnie, mierda…
Stewy caminó por la habitación de hotel de Sandi para beber otro café expreso.
– ¿Cómo fue con Kendall? – preguntó la mujer rubia. La hija de Sandy, Sandi, una elección de nombre que no tenía ni el tiempo ni un título en psicología para desempacar, la verdad.
– Todo sobre lo planeado.
– ¿No trató de persuadirte del lado oscuro? ¿Cuál es el hashtag que están haciendo servir? Oh, – se contestó a sí misma – la resistencia. ¿Es una idea de Lavinia? – ahora trataba de ser cordial.
Cabeceó haciendo lo posible para no poner los ojos en blanco.
– Estoy seguro de que no…
– Todavía sigo sorprendida que no la hayas colocado en una de las agencias que hacéis trabajar para Maesbury.
Sonrió irónico y esta vez sí entornó los ojos.
Desearía que fuera tan fácil.
Ese sería un no como un piano porque Lavinia era una cabezota.
Lo que sospechaba que había heredado de ese hombre que parecía obstinado en hacer voto de pobreza a sus nietos.
Algo que por parte del anciano era una posición completamente absurda…
Su familia sabía más que un poco sobre la pérdida de riqueza generacional.
Sandi lo contempló con un gesto de negación.
– ¿Has podido hablar con Aaronson?
– Por teléfono. Aún está a bordo.
– Bien – puso una mano sobre la de su padre que apenas había movido la cabeza desde que había entrado en la habitación – ¿Layton?
– Está más dentro que fuera pero…
– ¿Pero?
– No va a cerrar su voto hasta escuchar el discurso de Logan "por cortesía" – se sentó en una butaca.
– Bien. ¿Sigues en línea con Siobhan?
– Sí, no. Escribiré a Kellman por si quieren hablar de nuevo, lo que si no se han fumado algo muy malo es obvio que sí. Tecleó un mensaje primero. Vamos a reunirnos si – miró a Sandi y luego a su socio aunque no estaba seguro de por qué – estamos todos de acuerdo.
– Sí, veamos lo que intercambiamos para anular la votación.
Eso resultaría interesante.
Mi reino por unos jets privados…
Trató de no transmitir que estaba exasperado con todos ellos.
– Sí. Tienes toneladas de tiempos, segundos, minutos enteros – ironizó.
Por alguna extraña razón, Roman encontraba de nuevo gusto en actuar como su maldito yo de 15 años; que solía odiarlo por el crimen de tener la atención de su hermano mayor o algo así…
Aunque para ser honesto entonces solía tener que ver con la impresión de Rome respecto a su influencia sobre los hábitos de Ken.
Se apretó el puente de la nariz con dos dedos, mientras Sandi junior les contaba que Sandy quería veto sobre los Roy como CEO.
Ni siquiera sabía qué palabras regurgitaba su socio a su hija y cuáles añadía ella.
Personalmente no es que no estuviera de acuerdo con esa petición en particular, pero en este punto Maesbury iba a perder dinero sobre una vendetta.
Él iba a perder dinero.
Bienvenidos al espectáculo con el vegetal con más mala hostia del mundo.
Lavinia bajó a la sala de conferencias donde se llevaba a cabo la junta de accionistas y observó toda aquella cantidad de hombres mayores blancos desde un lateral.
¿Serviría de algo volver a hablar con su abuelo o…?
Tenía algo de tiempo antes de que esto se acabara y tuviera que lidiar con los periodistas.
Kendall había desaparecido del piso donde estaba su equipo, supuestamente porque después de una de las llamadas de Stewy, éste le había avisado que Logan quería ir a votación.
Lo cual al parecer no tenía sentido.
No estaba muy segura de que acabara de entender por qué después de todo Stewy pensaba que un pacto era lo más sensible.
Tres días atrás le había dado la impresión que solo tanteaban la paciencia de Frank y Karl.
Pero… ella no habría sido una buena estudiante de económicas.
Caminó por un pasillo hasta llegar a otra sala de conferencias. Solo había unos pocos empleados de Waystar adentro, por lo que podía sentarse en una silla en una esquina y pensar, ya que habría menos gente que afuera en ese momento.
La puerta se abrió detrás de ella, pero no se dio la vuelta, sino que se concentró en sus dedos golpeando la pantalla del móvil.
Su abuelo entró en la habitación y la miró mientras se sentaba frente a ella, luego comenzó a hablar.
– Enfadada me recuerdas mucho a tu abuela, tenía su carácter pero también era demasiado permisiva con vosotros. Estoy seguro que me habría reñido por lo de hoy – Sus ojos se dispararon desde sus pies. ¡¿Estaba hablando de ella o…?!
– ¿Perdón?
– Todo ese sin sentido que Vernon está soltando en el escenario quiere decir que no tienen ni media idea si vamos a votar. Pero tú debes saberlo mejor que yo… ¿mm? Hay rumores que están negociando más poder. Supongo que… ese era el cambio que prometían al resto de accionistas – dijo cínicamente con el bastón en su mano. – Esa gente solo quiere coger el dinero del bolsillo de los demás y meterlo en el suyo. Lo peor que te puede pasar en la vida, Vinnie, es depender de alguien que no conoces suficientemente bien.
¿Entonces no iba a retirarle la palabra por el resto de su vida por ser "una maleducada" enfrente de su amigo?
– Abuelo…
– Sé que no lo entendéis pero es mi obligación ver como crecéis y os convertís en personas de bien y no me gusta lo que estoy viendo – dijo en un gruñido, mirándola – Mírate, los dos podéis hacerlo mucho mejor que tu madre. Es como si ni siquiera escucharais cuando hablo de los peligros de esta horrible empresa o en tu caso… un hombre como ese. Creo que eres una mujer que sabe salir adelante... por lo menos… para atención, no tomes decisiones con consecuencias que no puedas deshacer. – Y a continuación: – Quita, quita esa cara. Te va a quedar esa arruga si estás siempre preocupada…
Lavinia resopló con una risa baja, amarga. – No tengo dieciséis años… ¡ni veinte!
– Exactamente por eso. Eres una adulta que de niña a veces tuvo que hacer de madre a su propia madre. No destroces tu vida ahora.
– No puedo creer que me estés diciendo eso…
– Tu madre – Ewan dijo obstinadamente – No es la más lista de la clase. Pero tú… Le dijimos que si se iba con Liam, estaba fuera del testamento y nada me haría cambiar de opinión. Pero a pesar de ello, si algo pasaba podía ir a sacarla de donde fuera, pude haber detenido a tu padre en cualquier momento cuando se te llevó a Europa... Si eliges uno de la calaña de mi hermano, a éste, no voy a poder hacer eso por ti… ¿Lo entiendes?
– No soy…
– ¿Débil? No. Pero hasta el árbol más fuerte puede caer durante una tormenta. Cuando tu madre volvió llorando fue todo "eres un hipócrita, no me quieres, dejas que vista con ropa del Superstore a tu nieta mientras quemas los billetes en estiércol". Tu abuela vivía y hubo segundas y terceras oportunidades. No estoy obligado a pasar el resto de mi vida apoyando a personas adultas hechas y derechas, pero no soy un monstruo – Se levantó sin decir nada más por un momento y entonces – Ese novio tuyo te decepcionara a la primera de cambio. Conozco a los tipos con poder, dinero. Les encanta pasar por encima del resto. Pero no son precisamente de los que están a la hora de la verdad. Tengo que decir que me parece más listo que tus primos, lo cual en mi opinión es peor…
– Te equivocas con Stewy…
Su abuelo la miró.
Solo antes de marchar añadió, sin que ella dijera nada:
– Antes, lo que te decía… Son condiciones sobre el rancho… Es lo que te dejo… y una suma más. No tienes que estar allí siempre, no te asustes. Solo dejar que Finnigan tome las decisiones y tener la decencia de ir cada trimestre. También hay topes sobre cuánto dinero puedes usar al mes los primeros cinco años, quiero que tengas autonomía pero es todo. Es el único motivo por el que me dejé engañar por John y ese muchacho. Cuando se haya vendido el apartamento me gustaría que nos visitaras y lo habláramos.
Alzó la vista para verle marchar.
Él salió. Sus zapatos resonaron contra el piso de mármol mientras se dirigía a la puerta, su bastón golpeando junto con él como código Morse. La habitación estuvo en silencio por un rato.
Kendall, que no estuvo presente en ninguna de las conversaciones importantes de la mañana, decidió salir al escenario.
Era una decisión horrible.
Podía escuchar la voz de Karl desde detrás de la platea.
– Uh, estamos muy, muy contento de informar, que un acuerdo ha sido alcanzado con Maesbury Capital y Furness Media Groups que lo hará- Gracias. Estamos todos encantados. Y Logan, eh, Logan Roy solo desesperadamente quería estar aquí para dirigirse a sus accionistas en este momento tan importante. Es un hombre de detalles, mis amigos. Y ha estado trabajando muy duro con esto. Y él estará, um, conectando muy pronto con sus accionistas...
Por lo que sabía de cuando Kendall volvió de la sala ejecutiva de Waystar algo había pasado con Logan en el entretanto.
– No salgas. Puede ser malo…
Berry también intentó frenarle. – Estoy de acuerdo. Concuerdo con Lavinia.
– No… tendría que estar ahí afuera, y no aquí. Hace parecer que esté perdiendo cuando en realidad estoy ganando. Tenemos el acuerdo, así que es seguro.
– Tu misma ausencia tiene un cierto poder – le dijo Schneider
– Uh-huh. Pienso que mi ausencia me hace parecer como una pequeña perra.
Era inútil.
– ¿Qué hacemos? – preguntó Comfrey.
Lavinia las miró.
Jess se masajeaba el entrecejo con las manos mientras agachaba la cabeza.
Ella tenía cosas que hacer y Kendall iba hacer lo que le daría la gana…
Lavinia miró fijamente su mano. – Voy a monitorear la reacción de los medios con el móvil, tengo que ausentarme por un segundo.
Berry alzó la cabeza incrédula.
– ¿Cómo?
Supuso que la juzgaría por esto pero estaba claro que el papel que quería que hicieran Kendall era el de leerle los titulares favorables si los había e ignorar que le habían recomendado expresamente que no hiciera esto.
Si a él no podía importarle menos el consejo de los profesionales que tenía contratados… bueno…
– Tengo un asunto familiar. Tendrá un resumen de las principales reacciones en los periódicos y las teles en cuanto baje de allí. En el móvil.
Lavinia se encogió de hombros aceptando la suposición que hiciera Berry y simplemente se centró un segundo en las palabras que estaba diciendo Kendall en el escenario y luego en su iPhone.
– En realidad no estaba programado que hablara hoy. Me gustaría decir esto. Me gustaría preguntarles a todos por favor uniros a mí... en un momento de silencio... por todas las víctimas de delitos que tuvieron lugar bajo nuestra vigilancia…
Oh, Dios.
Luego leyó una infinita lista de nombre de mujeres.
– Alerta. ¿Qué haces aquí? – la detuvo Roman en cuanto atravesó la sala. – ¿Por qué no has parado al jodido kamikaze allí abajo?
Estaban todos.
Incluido su tío.
– Tengo que hablar con Greg – aclaró simplemente, seria.
– Se ve como un loco…
Alguien estuvo de acuerdo detrás suyo. Karolina expresó – Pero creo que esto nos beneficia.
Aunque después Lavinia dudó que apagarle los micrófonos favoreciera la imagen de nadie.
– ¿Puedo… pasar a hablar con mi hermano?
– No lo creo – Roman siguió bloqueándole el paso.
Pero el resto simplemente la ignoró.
– Ken es… muy molesto – dijo Greg acercándose. – Vamos… vamos a hablar. ¿A-ahora?
Lavinia miró a su hermano.
– Sí. ¿Sales o…?
Roman se apartó entonces, más aburrido de ellos que venenoso. – Haz lo que quieras…
Greg la siguió al fondo de la habitación donde había más sofás grises y mesas de canapés.
– ¿Has hablado con el abuelo?
– Sí… y me he informado – Greg habló como si padeciera un dolor de muelas particularmente intenso. Hizo una pausa mirándola – No puedo denunciar al… al abuelo mientras esté vivo… pero podría poner una querella contra… ahm… Greenpeace y potencialmente bueno los otros beneficiarios si puedo argüir que fue presionado indebidamente.
Frunció el ceño particularmente incomoda. – ¿Qué… estás diciendo?
– Bueno no digo que lo vaya a hacer. Si denunciamos los dos a Greenpeace, quizás de esa manera…
Miró fijamente a la pared de enfrente incrédula. – Estás de coña…
– No, de hecho, lo he consultado y…
Tom que los observaba con una copa de champagne les interrumpió: – Ya se lo he dicho, me gusta el estilo de tu hermano, Vinnie, después de esto, va a ir a por Save The Children…
Se rascó la mejilla mirándolos. – No tengo palabras…
Estaba empezando a sentirse mal, peor, enfadada.
– Vinnie – insistió Greg.
Se rió sin ganas. – He dado la cara por ti con Ken esta mañana y sabes que lo haría otra vez… pero realmente ¿has pensado en…?… bueno, tu conversación ha incluido un "como Vinnie pasaba por allí junto a Greenpeace… ¿quizás la incluimos?" ¿En serio?
– Bueno, no quise decir eso. Mi amiga solo lo ha listado como una posib…
– ¿Sabes? No quiero saberlo – le interrumpió – Además ni siquiera me gustan tanto ¡pero no puedes denunciar a una ONG global…! Te va a entrevistar News of the World pero aparte de eso…
– Las… las personas a las que he consultado después creen que… tengo posibilidades.
Se pasó la lengua por una muela sintiéndose desanimada.
Ni siquiera valía la pena pelear por esto.
– ¿Me va a contactar tu abogado? – ironizó con tono severo.
– No, no te enfades… ¡No! Solo a Greenpeace… pero puedes unirte a la querella.
Era una pena que necesitara una escalera para llegar con las manos al cuello y asfixiarle… ¡Greg! ¡Joder!
– No cuentes conmigo…
Frank interrumpió la cháchara de la sala. – Perdón, perdón, todo el mundo. Uh, Oh... creo que cada asistente de la asamblea de accionistas de hoy estará de acuerdo que se me ha escuchado más que suficiente allí fuera. Pero solo quiero decir, bien hecho a todos. Bien hecho por Logan, bien hecho a Shiv, por un Ave María del demonio. ¡Por nosotros! Entonces, felicitaciones.
Hubo aplausos y luego no supo decir qué pasó pero Logan gritó a Shiv y todo el ambiente cambió.
– ¡Deja de comerme la puta oreja!
Se largó de allí tan rápido como pudo, sintiéndose mal por su prima, aunque no sabía muy bien los detalles de la discusión.
Pero la verdad es que se sentía lo suficientemente mal por sí misma con eso de Greg.
Estaba cansada, irritada.
Le mandó a Kendall un informe rápido de los titulares que pudo pescar sobre su intervención.
Lo cierto era que no era tan malo como había previsto… puesto que éste se había sacado una fundación totalmente de la chistera.
Si hubiera planes para ello habría escuchado hablarlo estos días.
Pero era malo.
El mejor titular que había encontrado era "Sermón en el Marriott".
Estaba apoyada en una barandilla frente a unas escaleras, enviándole un segundo correo, cuando notó unas manos en la cintura y alguien que le susurró al oído: – ¿Qué haces aquí sola?
Se giró todavía desconcertada, pero segura en sus brazos.
Anhelando un poco de mimos, murmuró. – Me siento fatal, Stewy…
– ¿Quieres que yo te relaje? – Stewy sugirió, notando que ella no se había movido ni un centímetro ni le había pedido aún que quitara las manos de su cintura.
Lavinia le miró, mordiéndose el labio por dentro.
Se sentía agobiada, algo incapaz, triste.
Pensó en que debería apartarse antes de que a Kendall le llegaran un par de habladurías sobre las actividades públicas de su jefa de prensa, o acabara de hundir su reputación frente a Berry, pero en este segundo se sentía "blanda", floja, con un gran peso.
– ¿Y cómo harías eso?
– Oh, de mil maneras…, al fondo he visto que ha quedado vacío uno de los guardarropas – dijo, apretándose más contra ella, su voz baja cargada de erotismo – ¿Vamos?
Le contempló con una media sonrisa pensando en si estaba tomándole el pelo, susurró: – No te atreverías…
Él se pasó la lengua por los labios. – Ponme a prueba, preciosa.
Entonces su ceño fruncido desapareció, sonrió pensando en que podía decirle que sí y ver si realmente iría tan lejos como...
No, definitivamente lo haría.
– ¡Stewy! – lo reprendió.
Al ver su sonrisa de aceptación, la cogió del codo y tiró de ella con determinación. Ella no se resistió aunque sí se rió por un momento.
– ¿No me das un beso antes? – susurró Stewy parándose a pocos pasos.
Ella negó con la cabeza con una sonrisa. A su alrededor un montón de hombres viejos entrados en años. Solo alguno los miró. – Aquí no…
– Tendrías que saber que ya no soy el enemigo – los ojos le brillaron y le cedió la mano.
– Sí, sí, me hago a la idea – se rió, entrando en calor.
Sus piernas se movieron por voluntad propia, el corazón latiendo en sincronía a cada paso, a medio camino, Stewy se acercó a una de las mesas que los del catering habían colocado en el hall y tomó una copa de champagne.
La condujo a grandes zancadas a través del primer corredor que encontraron hasta que llegaron a una puerta a medio cerrar a mano derecha.
Stewy abrió la puerta con expresión cómplice, se metieron dentro y luego la cerró y buscó el interruptor de la luz a tientas, dejo la copa encima de una mesa. Murmuró cerca de su boca mientras ella se apoyaba contra una caja, y él se movía más cerca de ella, cara a cara: – ¿De qué estábamos hablando?
La colonia carísima de Stewy colonizó sus sentidos, al igual que el resto de él.
Lavinia cerró los ojos todavía sonriendo. – Te doy cinco minutos. Tengo que largarme… y te aviso no voy a tener sexo ah— sexo mientras están todos esos abuelos ahí fuera saliendo de la maldita asamblea. Bésame, ¿quieres?
Él posó su mano sobre la parte baja de su cadera y añadió – Sh. Estamos solos aquí…
Con lentitud, una de sus manos rozó sus pierna subiendo hacia arriba, hoy Lavinia llevaba una falda negra estrecha, de trabajo, Stewy subió las yemas de sus dedos por sus medias, dándole varios besos seguidos en los labios, una de sus manos masajeando el interior de su muslo cuando ella se sentó mejor en la caja desvencijada.
La cogió de la cintura y adoptó una mejor postura. – Quiero hacer el amor – Stewy dijo junto a la oreja de ella.
Lavinia se rió por debajo de la nariz. – No, aquí no podemos. ¡Imagínate que nos pillen!
– Nadie va a buscar en este armario.
– Discrepo – le besó en los labios. – Pero puedo ayudarte con… – Frotó la palma de la mano contra el prometedor bulto que parecía crecer más.
Stewy la besó, intensificó la presión y su lengua exploró cada rincón de su boca, la respiración entrecortada. Lavinia le devolvió el beso de la misma forma apasionada.
Stewy presionó una de sus rodillas entre sus piernas, ella acarició su erección a través de sus pantalones, sintiendo el calor que irradiaba a través del grueso material. Su mano estaba sobre la tela de su blusa, su pulgar trazando patrones sobre un pecho.
Lavinia gimió suavemente.
Cuando alcanzó su cremallera, la mano de Stewy la detuvo. Se apretó su propia erección por encima de los pantalones como si intentara bajarla.
Lavinia se sintió extática.
Luego frunció el ceño. – Pensé...
– No, tienes razón. Tengo una idea. Estaremos en un periquete – dijo.
– Pero…
– Lo prometo, tengo todo lo que necesitaba. Haré que valga la pena – él bajó la cabeza y besó suavemente su cuello, moviendo su lengua lentamente hacia su barbilla.
– Stewy – protestó de nuevo con una sonrisa.
La respiración de Lavinia se volvió inestable y cerró los ojos. Sintió sus manos en sus medias recorriendo sus piernas, haciéndose un lugar entre sus muslos. Stewy deslizó sus medias por sus piernas.
Estaba casi segura que acababa de hacerle una carrera. Dios, esperaba que fuera en un lugar poco visible.
Pero en vez de darle pausa, eso tan simple hizo que quisiera besarle más.
– Dios – gimió bajo cuando él tocó su vello púbico a través de su ropa interior calada y trazó círculos con su dedo.
Stewy se arrodilló entre las cajas de la habitación, no sin dificultad debido a la exigüidad del espacio y acercó la boca hacia su sexo. – Stew…
– Estoy aquí.
El dedo anular de Stewy se deslizó más allá de la endeble tela de sus bragas de licra, arrastrándose a través de los labios de su vulva.
Acercó su cabeza a ella con un chasquido de interés con la lengua, bajándole las braguitas hasta las rodillas en un movimiento seguro.
Entonces… con la misma lengua efectuó pequeños círculos a su alrededor, a veces se paraba y la lamía y mordisqueaba con dulzura e insistencia. Luego metió un dedo entero dentro de ella.
Ella gimió mientras él continuaba con sus cuidados, una de las manos femeninas en su bíceps sobre su americana. – ¿Te gusta? – preguntó Stewy.
Lavinia sin palabras, la cabeza hacia atrás, se removió apoyada en la pared, para que él pudiera introducir la lengua con mayor facilidad en el interior empapado, su respiración acelerada.
Podía sentir el placer creciendo dentro de su cuerpo como un reguero de pólvora.
Luego él dijo, mientras continuaba sus cuidados: – Córrete para mí, cariño.
Este hombre era tan hermoso. Tan caliente.
Lavinia se mantuvo en la posición en la que estaba, él lamiéndola con experteza, hasta que llegó a un orgasmo rápido, brutal.
Lavinia jadeó ruidosamente cuando sucedió; sus ojos se abrieron cuando el placer explotó por todo su cuerpo.
Le tomó solo unos segundos correrse, sus caderas se sacudieron salvajemente contra la caja en la que estaba sentada.
Sus manos encontraron su cabello, tirando suavemente de él.
Después abrió los ojos para encontrar a Stewy mirándola de cerca, de pie. – ¿Cómo te sientes? – Preguntó con ternura. – Mírate, empapada… y dulce.
Hizo un espectáculo de limpiarse al pasar la punta de la lengua por su labio.
La curiosidad hizo que Lavinia levantara levemente los párpados, se despegó un poco para respirar.
Stewy le rodeó el cuello con el brazo y le acarició la mejilla. – ¿Estás bien?
– Muy bien – Entonces ella sonrió. – ¿Quieres…?
Stewy se presionó contra ella y la besó apasionadamente una vez más, impávido. Su boca se sentía húmeda, con gusto a ella. – No hay prisa. Déjame finiquitar esa comida con Sandy y Sandi y tenemos toda la tarde por delante – prometió.
Hizo cara de culpabilidad. – No del todo…
Stewy frunció el ceño.
– ¿Ken quiere que envíes más notas a esos periodistas?
– No, tengo que razonar con Greg...
– Livy… déjalo correr…
Negó con la cabeza. – No, no puedo.
– Cielo…
Se limpiaron con una toallita de su bolso y ella se arregló la ropa como pudo con las mejillas aún un poco sonrojadas. – ¿Cómo estoy? Dios – miró su reflejó en una especie de espejo que había en la puerta.
En ese momento se fijó que el guardarropas no estaba vacío del todo. Aun había un par de maletas al fondo y un abrigo de entretiempo.
Stewy sonrió seductor besándola de nuevo, comprobando que ella se sintiera perfectamente aliviada. – Estás todavía más bonita que antes…
Stewy salió primero del guardarropa primero.
El plan era que ella le siguiera en un momento.
Pero le escuchó hablar al otro lado de la puerta.
Era alguien más o menos de su edad pero no conocía el timbre de voz. Dedujo que Stewy sabía al menos quién era porque el desconocido le saludó efusivamente.
Sorprendentemente su novio pareció… distante.
– ¿Cómo has estado, Hosseini?
– Bueno ya lo has visto – hubo algo rígido en su tono. Seguramente una sonrisa educada – Hemos conseguido un buen acuerdo.
El desconocido rió casi groseramente: – Sí, me he encontrado con Joey Stuhlbarg en la puerta. ¿No vas a comer con ellos? Creo que iban a algún lugar que tuviera champagne. – añadiendo – Los mini sándwiches de este lugar dejan mucho que desear.
La voz de Stewy seguía sin parecer muy entusiasmada.
¿Había una cierta animosidad, entonces? – Si me disculpas…
– Me ha llegado que tienes una novia seria. ¿Cuándo sucedió esto? ¿Cuándo te convertiste en el sr Straight Man?
– Oh, nunca has prestado mucha atención.
Entonces el desconocido se rió. – ¿No lo hacía?
Stewy decidió cortarlo, irónico – ¿No estarás preocupado por mí, Johnny?
– Nah. Eres... demasiado inteligente. Demasiado bueno para una esposa trofeo y todas esas tonterías. Un buen tipo como tú debería ser libre y hacerse la jodida vasectomía que siempre te jactabas que te harías, pero mira, puedo verlo en tu jodida cara.
– ¿El qué?
– Tu expresión, tu postura… todo dice 'no me interesa'. De ninguna manera ella quien sea vale la pena, amigo.
Esta era una conversación en la que no quería participar.
Había salido con este tipo alrededor del tiempo del divorcio de Kendall.
Un abogado de Wall Street con quien lo único que tenía en común era el sexo, el capitalismo y el consumo de drogas.
Johnny Carson siempre había sido un imbécil.
En aquel entonces era parte de su atractivo.
Stewy replicó sin compromiso: – Ni siquiera te sigo.
– Pagaría muchos dólares duramente ganados para ver tu cara de entonces mirándote ahora. Aunque con Roy siempre fuiste un blandengue…
Frunció el ceño.
El otro tipo abrió las manos.
– Hey, es agua bajo el puente.
Su móvil sonó.
Los Furness.
– Si me disculpas…
– Hasta luego, amigo – dijo Johnny y se largó.
– Sí, voy a unirme a eso. Nos vemos en ese lugar.
Cuando Lavinia pudo salir del cuarto se mordió el labio. – ¿Quién era 'genio y figura'…?
– Un imbécil con el que me solía enrollar.
– ¿Accionista?
– Abogado. Creo que estos días trabaja para los Eliott. Tienen parte de las acciones de la cadena de hoteles.
– Ahm.
Stewy aguardó un momento su expresión. – ¿Estás mejor?
– Sí… Solo voy a buscar una botella de agua, acabar mi jornada, ¿nos vemos después?
La verdad es que no podía importarle menos ese chico con el que acababa de hablar Stewy.
A diferencia de Kendall o incluso Zahra no sentía que hubiera más que un desdén y desprecio por su parte.
Stewy volvió a su boca y la besó antes de darle un pequeño mordisco en el labio. – Por supuesto – respondió. Después la miró y añadió: – Johnny Carson es un gilipollas.
– Lo parecía – dijo, parpadeando. Luego comentó con una sonrisa: – ¿Una vasectomía?
Él frunció el ceño y levantó la comisura de los labios:
– Nunca me la hice. No me gustan las agujas o cualquiera de esas cosas.
Ella soltó una carcajada casi sin querer.
Hombres…
– ¿Y si hubiera aparecido un mini-tú?
Y ella realmente estaba haciendo la pregunta, ¿lo estaba?
Le sonrió. – ¡Qué va, yo tengo una flor en el culo! Y soldaditos bien portados – se jactó.
Era una afirmación absurda.
Ella tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse a reír y Stewy les respondió con una mueca burleta.
– Qué miedo.
Tras eso hubo una nota más seria en la voz de él: – Tú…
Eligió ese momento para ser una maldita cobarde. – ¿Yo? Nunca he pensado en una vasectomía, no.
Él se lo dejo pasar con un beso.
Ella pensó en aquello más tarde.
Buscaba a Greg cuando casi choca con Tom Wambsgans en una de las terrazas del hotel.
Este arrojó un cigarrillo sin apenas haberlo fumado y tosió.
Lavinia entrecerró los ojos. – ¿Fumas?
– Estoy explorando qué vicios son fáciles de mantener o cambiar por otros en... si... – calló y la miró. – No importa.
Ella asintió.
– ¿Has visto a Greg?
– El maldito Greg… si está dentro… planeando poner en peligro a algunos pingüinos del Ártico o algo así.
– ¿Por qué no me haces un favor?
Tom alzó una ceja. – ¿El qué?
– No lo animes con eso de Greenpeace.
Le lanzó una breve mirada desde el lugar donde se encontraba y parpadeó. – Greg… Greg es un idiota con aire en la cabeza – dijo, pero fue con humor, algo de duda. Ansioso, desinflado – ¿Por qué crees… que me escucharía?
– Parecéis bastante inseparables así que… Un poco… caóticos también.
Asintió pero no prometió nada.
Cuando Lavinia se iba la detuvo llamándola con un – Hey.
– ¿Sí?
– ¿Estás realmente con – pareció buscar las palabras – Hosseini?
Le sonrió. – Sí.
Un ligero asentimiento. – Bueno, si necesitas a alguien con quien desahogarte, que no sea tan socialmente raro como Greg, o un pervertido como Roman, entonces con mucho gusto seré tu hombre.
Ella rió. – Gracias Tom. Podría tomarte la palabra.
– Me vendría bien un poco de connaissance femenina a cambio.
– ¿Shiv? – preguntó.
Él no respondió, solo negó con la cabeza como si volviera a pensárselo. – No es nada, en realidad.
Lavinia sonrió negando con la cabeza.
– Buenas tardes Tom.
Durante toda la hora siguiente esperó en vano algún indicio de que Kendall supiera que la había jodido ignorando a sus asesores de medios.
En cambio, tuvo otra reunión monosilábica sobre titulares y tuits.
Kendall era un caparazón de sí mismo y, una vez más, se debía completamente a Logan.
Su padre se había sacado de la manga otro truco, lo hizo esperar, bloqueó su número.
Lo que siguió fue un ambiente pesado, difícil.
Él estaba de mal humor. Berry finalmente canceló la reunión.
Cuando todo el mundo salió de la sala, Lavinia se distrajo un momento con su móvil para consultar la hora y cualquier señal de Greg; Kendall pensó que tenía que ver con Stewy.
– No te pago para que te… cortejen en horas de trabajo – No estuvo segura de cuán serio hablaba.
Se las arregló para no decir nada sarcástico simplemente suspiró: – Pensé que ya habíamos acabado.
– Esperaba que pudieras volver a repasar con Jess la nota a la prensa sobre la fundación – dijo.
– ¿Estás seguro? Todavía es una idea, podríamos tener reacciones adversas.
– Tengo el dinero para ello, ya es más que idea – dijo sarcástico, dándolo por hecho, supuso que era una de las ventajas de ser un Roy.
Lavinia arrugó la nariz pero tomó la orden. – Vale. Ah, por cierto… – levantó un poco el teléfono para llamar su atención.
– ¿Sí?
– No era Stewy. Está almorzando con su gente.
– ¿No lo has visto después de la asamblea?
Bueno…
– Más o menos. Tuvo una conversación en el hall con ese hombre, un tal Johnny Carson – salió del paso.
Ken emitió una risa corta y desganada, un sonido frívolo.
– Recuerdo ese imbécil. Esa es la cosa con Stewy. Se sale con la suya con cualquier cosa. Incluso andar por ahí con el puto Carson sin que media ciudad le coja manía. No te enfades conmigo pero una chica seria, amable, familiar, eso es nuevo. – sugirió.
No estaba segura de hasta qué punto amigable o solo… ácido.
Cuando acabó con Jess ese último repaso a la nota de prensa sobre la fundación ya había desaparecido todo rastro de la junta de accionistas en el edificio.
Stewy le pidió por mensaje que le esperara en una de las esquinas de Times Square donde se ubicaba el hotel.
Tardó más de lo esperado en recogerla.
– Lo siento – se disculpó con un beso rápido en los labios.
Ella bromeó. – No me molesta demasiado que me hagan esperar si es por una buena causa.
Pero estaba agotada y algo en su rostro la delató.
– ¿Te encuentras bien?
Suspiró.
– No lo sé Stewy, creo que no mucho… – confesó. – Se me está haciendo todo una bola. No quiero… pero es algo que llevo como… dentro.
Estaba… agobiada.
– ¿Todo?
– La preocupación mal dirigida de mi abuelo, Greg, – dijo, apartando la cabeza – el hecho que soy una terrible novia.
– Si es por algo que haya dicho Carson… Siempre ha sido un idiota lleno de mierda.
– No, no. Es que… estoy cansada. Quizás uno de nosotros solo es … aburrido.
– ¿Por qué dices eso?
– Porque esta noche no haría más que estar sentada en un club sin tema de conversación.
– ¿Y eso qué tiene de malo?
Lavinia se movió por la acera. Se detuvo y le miró.
Solo necesitaba un poco de aire para aclarar su mente y calmarse. – No quiero ser una carga… Mereces celebrar si te apetece. ¿Qué hora es? – preguntó – Tendría que pasar por mi piso esta noche. Dios, es tardísimo. ¿Puedo venir a buscar a Toffee mañana…? Llevamos demasiados días monopolizándote.
– Livy…
– Estoy exhausta – Ella contuvo un bostezo, la voz suave.
Le dedicó una leve sonrisa y alzó una mano para parar un taxi.
– Entonces espera, déjame llevarte a casa.
– No, no hace falta. Ve a celebrar con Joey y los otros. Estoy cansada, prefiero retirarme. Nosotros ya hemos celebrado un poco, ¿ehm? – se mordió el labio.
Estaba en un momento malo y la verdad... No era justo esperar cargarle con la responsabilidad.
– Por favor no te vayas – le pidió cogiéndole de la mano. – Puedo resolver rápido ese compromiso y nos vamos a casa.
Meneó la cabeza y se retiró un mechón de la cara.
– No, después de todo ese trabajo no voy a impedirte salir. Voy a estar bien en casa. Llamaré a Monique por la mañana y me desahogaré y todo estará bien… Solo con esto de mi abuelo, Greg… estoy agobiada y – cogió aire – Se me ha hecho una bola muy grande, es todo.
Lavinia miró a Stewy y Stewy pensó que tenía que decir algo, pero no sabía qué decir. Tal vez porque ahora estaba sosteniendo con fuerza su mano, y ella estaba temblando aunque no hacía frío.
Un coche frenó cerca de ellos.
– Lavinia...
– Paso a por Toffee, en serio. Disfruta de la noche, Stew. Te lo mereces. Has trabajado mucho y al final si dices que es un buen pacto es genial, estoy muy contenta – se calló, y Stewy la esperó, vaciló – Buenas noches, cielo. Hablamos mañana, ¿mm?, voy a subir al taxi – sonrió un poco con la mano en la puerta del utilitario amarillo que acababa de parar a su lado.
Stewy la miró un poco perdido. – Te quiero. Livy, honestamente.
Apretó su mano. – Yo también te amo. Déjame ir a descansar, ¿ehm?
Él asintió pero Lavinia conocía su expresión ceñuda.
No se quedó tranquilo.
