—¿Eh?

La exclamación de sorpresa de Fritz hizo que todas las cabezas (y orejas) se volvieran hacia él.

—Usted también, Profesor Von Neuman. —confirmó el Doctor Zellman señalando con una lapicera. —Es demasiado peligroso que sea usted el único en tamaño Micrón durante la operación.

La enorme sala de reunión en donde se habían congregado todos los oficiales de alto rango de la Mainstream y la Bramante bullía de actividad. Cada participante tenía su propia pantalla frente a sí donde podía examinar los datos que el equipo de estrategas de Homs había recopilado y preparado sobre las defensas del Nexus.

—Yo… yo nunca. —dijo con dificultad el joven investigador.

—Nosotras tampoco. —lo tranquilizó Camila que se encontraba sentada frente a él. —Pero por lo que he escuchado no es una experiencia para nada desagradable.

Tali dejó el pad que estaba consultando junto con uno de los ingenieros de la Mainstream y se volvió hacia Fritz. —El proceso de agigantamiento es completamente indoloro. —afirmó tratando de tranquilizar al joven investigador. —Hay ciertos… "efectos secundarios" en humanos con desequilibrios emocionales o problemas de comportamiento, pero creo que usted va a estar bien, Doctor.

Oir sobre efectos secundarios no tranquilizó demasiado a Von Neumann, pero pronto la conversación se movió a otros temas más importantes.

—Tali. —dijo Owen mientras apartaba varios papeles de la mesa frente a donde estaba sentado junto a Jarvis. —¿Han culminado la inspección del Destructor Meltran? —preguntó.

—Si. —respondió la Jefa de Ingenieros de la Bramante poniéndose de pie. —¿Quiere que dé el resumen para todos?

—Por favor.

La Meltran se dirigió hacia la pantalla flotante en uno de los extremos de la mesa y desplegó las imágenes y gráficos de su Pad para que todos pudieran verlos.

—Bien, he aquí mi análisis; esa nave es una pieza de basura flotante. —dijo cruzándose de brazos.

Homs y Owen se miraron entre sí y luego volvieron sus miradas hacia la Meltrán. —¿Qué tan mal es la cosa? —preguntó el Capitán de la Mainstream.

—Literalmente se cae a pedazos. —respondió Tali. —Yo no me arriesgaría a mandar a nuestros soldados a una misión a bordo de ese pedazo de chatarra… no sin hacerle unas cuantas reparaciones de emergencia.

—¿No se supone que nosotros íbamos a dañar la nave a propósito? —preguntó Jarvis rascándose la cabeza. —¿Y tu quieres repararla?

La Meltran puso los brazos en jarra y miró las imágenes de la nave alienígena. —Ni yo misma entiendo como esa cosa se mantiene en una pieza. —dijo. —Hice un par de cuentas y debe tener unos cien años de antigüedad.

—¿Cien años? —preguntó Owen.

—Tal vez más. —observó Fritz. —Esa nave tira por tierra varias cosas que se daban por seguras sobre los Zentradi… como por ejemplo que la vida útil de sus naves era entre cincuenta y sesenta años/ciclos en promedio.

Tali señaló los cañones antiaéreos de la nave. —Es posible que la longevidad de esta cosa sea a causa de que prácticamente no hemos encontrado huellas o indicios de que alguna vez haya estado en un combate. —dijo. —No se ven marcas de disparos, metralla o nada que no parezca natural… casi todo el daño que observamos en el casco es por impacto de micrometeoritos u otras causas naturales.

—No me sorprende si realmente lleva más de cien años dando vueltas por esta zona. —respondió la Oficial Sandy Rivera

Hubo varios murmullos entre los oficiales. —¿Puede usarse la nave entonces? —preguntó Jarvis.

—Si. —respondió Tali. —Pero con respecto a eso… me temo que el puente de mando tamaño Micrón que encontramos está completamente inutilizado.

Tal y como había afirmado Fritz, se encontró un puente de mando de tamaño micrón ubicado en la parte superior de la estructura principal que alojaba el puente de mando que usaban las Meltran para comandar el Destructor. Tras analizar la computadora y sistemas se llegó a la conclusión que aquella nave nunca había sido comandada desde allí. Las pantallas y comandos estaban atascados y corroídos por el paso de los años y ni siquiera funcionaban.

—Osea que nuestras tropas gigantes tendrán que volar el destructor. —dijo uno de los Oficiales de Homs.

—Yo me encargo de pilotar la nave. —aseguró Tali. —Recuerden que yo era oficial del puente de un crucero Meltrán durante la Primera Guerra Espacial; sé cómo operar esas cosas.

Aquello pareció calmar las dudas de los oficiales por lo que la Meltran continuó hablando sobre el Destructor capturado. —Podremos volver al Nexus sin problemas. —afirmó. —Hemos logrado extraer información de navegación de la computadora de a bordo y nuestros técnicos la han analizado de cabo a rabo.

—¿Han encontrado información actualizada del Nexus? —preguntó Homs visiblemente interesado.

—Yo me encargaré de responder eso. —dijo Boris poniéndose de pie. —Además de la información de navegación, también hemos obtenido mucha data interesante, especialmente los canales de comunicación y el tipo de encriptación que usan en sus divisiones apostadas en forma permanente.

—¿Podremos entonces desencriptar sus comunicaciones? —preguntó Jarvis.

—Ya lo estamos haciendo. —confirmó Boris. —Desde hace unas horas.

Los oficiales murmuraron entre sí entusiasmados; aquellas eran, por una vez, excelentes noticias.

Boris señaló la imágen del Nexus y su ubicación en el centro de la nebulosa. —Esto va a sernos muy útil para organizar el escape del grupo de infiltración. —dijo moviendo el puntero para indicar el espacio entre la instalación enemiga y en donde se encontraban ellos ocultos. —Cuando el Núcleo de la fortaleza sea hackeado, podremos interferir todas las comunicaciones en el radio del Nexus y de esta forma cubrir su escape.

Ximena había estado callada durante toda la reunión pero finalmente levantó una mano para poder preguntar algo. —¿Cómo escaparemos? —preguntó. —No en ese Destructor me imagino.

—Es cierto. —confirmó Tali. —Tenemos la excusa perfecta para atracar allí, pero si despegamos sin permiso nos dispararán apenas soltemos amarras.

—Pero… ¿Acaso no estarán todos los Zentradi con el shock cultural para cuando suceda eso? —preguntó otro de los oficiales de Homs. ¿No se supone que hackear el núcleo de esa cosa hará que todos se vuelvan "mansos" de repente?

El Profesor Zellman se puso de pie para responder aquella pregunta —Me temo que no es así como funciona. —dijo —Son bacterias, seres vivos, no una simple inyección de datos. La Bacteria FOLD tiene que reproducirse dentro de la estructura de tejido vivo de la Bio-Computadora Zentradi… y eso lleva tiempo.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Homs.

—Tal vez días… o semanas. No sabemos si esas cosas tengan algo similar a un sistema inmunológico que detengan o ralenticen el avance de la bacteria. —dijo.

Fritz sacudió la cabeza. —Al menos podremos dejar fuera de combate a la Superfortaleza por si intentan usarla contra nosotros. —dijo. —Pero el resto de la flota…

Owen se cruzó de brazos y miró la pantalla. —Tendremos que orquestar algún tipo de diversión para facilitar la salida de nuestra gente de allí. —dijo

—Tiene razón. —observó Homs. —Si forzamos al Núcleo a desplegar sus tropas en un ataque simulado y además anulamos sus comunicaciones simultáneamente… podremos crear las condiciones necesarias para que ustedes puedan escapar.

La oficial Sandy se volvió hacia Homs con evidente preocupación. —¿No será demasiado peligroso hacer eso? Podemos patear el nido de avispas por cierto… ¿Pero cómo sobreviviremos nosotros a sus picaduras? La Mainstream no tiene ni por asomo el poder de fuego necesario para soportar por más de unos minutos si todas las fuerzas del Nexus se nos echan encima.

—Tenemos diez cabezas de guerra DE. —recordó Homs. —Si las usamos bien, podremos dar la impresión de ser una fuerza más numerosa de lo que somos.

Los Dimensional Eaters (DE's) eran las armas de destrucción masiva más poderosas en el arsenal de la NUNS. Eran dispositivos de aniquilación cuántica de un poder tal que dejaba atrás todo lo conocido en materia de armamento conocido hasta entonces. Si bien la mayoría de las cabezas de guerra estándar de la NUNS poseian rangos de efectividad de entre veinte y cincuenta kilómetros, se habían probado con éxito dispositivos con capacidad de aniquilación planetaria y, en teoría, no había un límite fijo en cuanto al tamaño que aquellas cosas podían alcanzar si se les daba la cantidad de energía adecuada.

—¿Y si ocultamos esas cabezas DE en el Destructor? —preguntó uno de los oficiales de Homs. —Tendríamos la oportunidad de volar una buena parte de esa instalación y tal vez a la mitad de su fuerzas de una sola vez.

Homs sacudió la cabeza. —Podríamos dañar o destruir también a la SuperFortaleza… y eso daría por tierra todo el trabajo y riesgos que hemos tomado. Recuerden que no tendremos control del lugar donde el Destructor será anclado; tal vez sea cerca del astillero, pero tal vez del otro lado del complejo. —el hombre suspiró y miró la pantalla. —Nuestro objetivo no es destruir el Nexus… no mientras haya una esperanza de que el plan de Aramaki funcione. —dijo.

El Capitán de la Bramante no parecía muy convencido. —Tendremos que pensar bien en una buena distracción que no nos ponga en peligro a nosotros también—¿Qué hay de las Meltran que capturamos? —preguntó Owen. —¿Han proporcionado inteligencia útil con respecto al Nexus?

Fué el turno de Sandy de sacudir la cabeza. —Todavía están bajo el efecto del Shock Cultural. —dijo. —Podría pasar algo más de tiempo hasta que podamos hablar con ellas y obtener información útil.

—Comprendo. —dijo Owen. —Tal vez la mejor opción sea que el equipo permanezca ocultos en el Nexus hasta que la bacteria haga su trabajo y entonces huir cuando el efecto de los Bio-Receptores se sienta entre las tropas Zentradi.

Homs se puso de pié y se dirigió a todos los presentes. —Bueno, supongo que tendremos que improvisar sobre la marcha. —dijo. —¡Manos a la obra! Tenemos que infiltrar esa instalación antes que lancen esa maldita SuperFortaleza.

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Al menos ahora sabían que el objetivo de la misión aún se encontraba anclado al enorme astillero del Nexus, pero si ya estaba operativa o no era todavía una incógnita.

Sin una Three Star para realizar las reparaciones, Tali tuvo que improvisar con las herramientas que Homs tenía en su nave. Afortunadamente el volver a convertirse en una gigante ayudó mucho en las tareas generales y durante los días previos a la misión se la pasó casi todo el tiempo enfundada en un traje espacial mientras supervisaba a los robots de la sección de ingeniería de la Mainstream que luchaban tenazmente para tapar todos los agujeros del Destructor Meltran.

Dicha nave estaba en muy malas condiciones; al menos un diez por ciento de sus compartimentos presentaban fugas y despresurización a causa de los severos daños distribuidos a lo largo y ancho del castigado casco. La tripulación de Meltrans que servían a bordo de aquella ruina habían sellado todos los compartimentos en problemas y simplemente utilizaban los que funcionaban. Hasta los baños se encontraban casi todos inutilizados, por suerte los pocos que aún se encontraban en funcionamiento aún disponían de sus sistemas de autolimpieza… Tali no quiso imaginarse lo que era la vida a bordo de aquella nave con tan pocas comodidades… de haber sido una nave humana, la tripulación se hubiese amotinado casi al instante…pero esa cosa tenía al menos un centenar de años.

Tras realizar reparaciones en el sistema de soporte vital, propulsión y controles de vuelo, se equipó la nave con un sistema de comunicación de la NUNS así como contramedidas adaptadas a la amenaza de la zona. Con las comunicaciones y código Zentradi desencriptados, podrían escuchar cualquier comunicación desde allí y utilizar la información para planificar mejor la operación. Finalmente un poderoso sistema de interferencias fué montado en el sitio donde estuviera ubicado el que Ximena había destruido, pero esta vez afectaría a todas las comunicaciones en el radio aproximado de una UA.

Tali también reparó algunas de las armaduras Meltran capturadas y las trasladó al hangar del Destructor por si acaso, aunque no tenían mucha esperanza de utilizarlas en combate. El único medio de escape de aquella nave en caso que tuvieran que abandonarla era una nave de patrulla clase Boquomouxy Quel-Quallie que habían traído con ellos desde la flota. Con escasos 127 metros de eslora, aquello era más un bote salvavidas que una nave de patrulla, pero suficiente para que los seis miembros del equipo de infiltración pudieran escapar (Aunque algo apretados, eso sí)

Finalmente se decidió que solo seis valientes irían en aquella misión. Tali (A cargo de volar el Destructor y el Transporte), Ximena (a cargo de las comunicaciones), Camila y Lynn como guardaespaldas y finalmente una cirujana de la Mainstream llamada Lina quien serviría de médico durante la operación. Von Neuman sería el único "Zentran" de la misión, aunque para su pesar tendría que usar un traje de combate Meltran para pasar desapercibido. Afortunadamente su contextura delgada ayudaría a que nadie notara nada "extraño" en aquella Meltran de pocas curvas.

Obviamente, los seis integrantes del equipo tuvieron que someterse al proceso de agigantamiento en las vainas que estaban instaladas en la Mainstream. Mientras Tali continuaba con las reparaciones del Destructor, las mujeres (Y Fritz) realizaron aquella transformación bajo el atento control de los oficiales y médicos a bordo del Portanaves.

Fritz fué el último en salir de la vaina y tras dar unos pocos pasos fuera de la misma cayó de rodillas en el piso del laboratorio en donde habían instalado aquellos dispositivos. De inmediato uno de los médicos a bordo de un VF-171 en modo robot se acercó y lo ayudó a ponerse de pie.

—Tranquilo… no se apresure. —indicó el oficial.

El cuerpo gigante de Fritz no presentaba ninguna anomalía visible y tras comprobar sus signos vitales se le permitió vestir uno de los trajes Meltrán que habían rescatado del Destructor capturado. Aquellos trajes eran por completo herméticos y servían para mantener con vida al usuario incluso en el vacío del espacio. Tras enfundarse aquel traje el joven se sorprendió de lo fácil que era moverse con él, casi como si no tuviera nada puesto.

Los médicos continuaron haciendo pruebas a Fritz durante buena parte de aquel día para ver si el joven presentaba algún tipo de alteración del comportamiento, pero aparentemente Von Neuman no se comportaba de forma diferente que cuando era Micrón. Tras discutirlo largamente los oficiales dieron el OK y Fritz pudo abandonar el laboratorio en dirección al hangar principal de la Mainstream, donde el resto de sus compañeras lo estaban esperando.

Cuando la enorme compuerta se cerró a sus espaldas contempló el enorme espacio que la tripulación del portanaves había preparado para coger al equipo de infiltración durante los preparativos de la misión. Vió el transporte Zentradi aparcado en el centro y alrededor se encontraban dos armaduras Meltran de aquel color blanco fantasmal recostadas contra la pared.

—¡Fritz!

El grito retumbó como un trueno en el espacioso hangar y pronto unas pisadas enormes hicieron temblar los vehículos estacionados a sus pies como si de juguetes se trataran. Una gigante apareció corriendo tras la nave de transporte y de un salto que no parecía humano se arrojó a los brazos del sorprendido joven.

—¡Estás enorme! —exclamó Lynn abrazandolo.

El joven la apartó con dificultad y la examinó de arriba a abajo. —¿Lynn…? ¿En serio eres tú? —preguntó.

La chica-gato se puso firme de inmediato y saludó. —Cabo Lynn Cervantes a sus órdenes. —exclamó orgullosa. Fritz observó que las orejas de la chica se movían de forma entusiasmada, pero hubo otro detalle que le llamó más la atención.

—Dónde… ¿Dónde está tu cola? —preguntó confundido.

—Ah. —respondió la chica mientras arqueaba su cuerpo para mostrar sus caderas al joven. —Cuando salí de la vaina de macronización ya no la tenía… Me asusté mucho, pero Tali me aseguró que cuando volviera a tamaño Micrón me volvería a crecer. —explicó

En ese momento Fritz se dió cuenta de lo increíblemente finos que eran aquellos trajes Meltran y como marcaban absolutamente todos los detalles del cuerpo femenino. Su rostro se puso rojo como un tomate y rápidamente apartó la mirada de la joven. —Que… qué bien. —dijo con nerviosismo.

Lynn lo miró con curiosidad y señaló el pecho del joven. —Necesitas algo más de relleno ahí si realmente quieres engañar a las Meltran con tu disfraz. —dijo entre risas.

—Y tu tendrás que tener el casco puesto en todo momento o esas adorables orejitas de gata van a hacer que nos maten a todos. —dijo una voz desconocida.

Fritz y Lynn se voltearon y vieron a otra gigante que se acercaba.

—Hola. —dijo la mujer de largos cabellos castaños extendiendo la mano. —Soy la Oficial Lina Bridges, Cirujana del cuerpo médico de la Mainstream. —se presentó.

Von Neumann estrechó la mano de la mujer con firmeza. —Es un placer conocerle. —dijo.

—Tanto la Cabo Lynn como usted tendrán que mantener el casco puesto en todo momento. —explicó la oficial. —Por suerte la anomalía de la cola de la Voldoriense nos facilitó el tema de tener que ocultarla de alguna forma.

—Puedo enroscarla alrededor de mi cintura si es necesario. —aclaró la joven. —La verdad es que se siente… raro no tenerla. —dijo moviendo las caderas ante el escandalizado Fritz.

Von Neumann apartó la vista de la joven y se volvió hacia la oficial Bridges. —¿Dónde están Camila y las demás? —preguntó.

—Aquí. —dijo una voz que parecía salir de un altoparlante.

Del otro lado de la nave una de las armaduras Queadluun-Rau de color blanco levantó uno de sus brazos y de inmediato la cabina comenzó a abrirse revelando a la piloto que estaba a los mandos del mecha. Fritz corrió hasta allí y se detuvo frente a la armadura.

—¿Camila? —preguntó asombrado al ver a la joven gigante.

Camila se quitó el casco y saludó al joven investigador. —Hola. —dijo sacudiendo la cabeza para apartar los cabellos que habían caído sobre su rostro.

—¿Vas a volar un Queadluun-Rau? —preguntó entusiasmado el joven. —¡Eres increible!

La joven se sonrojó de inmediato. —Este… yo… en realidad es la primera vez que estoy dentro de uno. —explicó nerviosa. —Estaba investigando la interfaz y cómo mover las manos y todo eso. —dijo señalando a su alrededor.

Fritz la miraba con ojos brillantes y de repente sintió algo de vergüenza, especialmente con aquel traje tan revelador que marcaba todas sus curvas. —No me mires tan fijamente. —dijo cubriéndose el pecho con ambas manos.

—Ah… oh, lo siento. —se disculpó Fritz haciendo una pequeña reverencia. —Simplemente me parece genial que puedas volar uno de estos; los son mis mechas favoritos de todas las armaduras Zentradi. —dijo.

Antes que la muchacha pudiera responder algo fueron interrumpidos por un fuerte estampido que hizo retumbar todo el hangar. Las enormes compuertas se habían abierto y dos armaduras Meltran entraron a toda velocidad en el mismo. Eran del mismo color blanco que las que estaban aparcadas junto al transporte, pero Fritz observó que la que venía a la cabeza había sido decorada con franjas rojas en ambos brazos.

—Si esas cosas son sus favoritas, veo que está de suerte hoy. —observó Lina acercándose junto con Lynn.

La armadura de las marcas rojas aterrizó junto al de Camila con gracia felina, mientras que la otra armadura se detuvo un momento en lo alto del hangar y realizó un descenso más lento y controlado, aparcando junto a su compañero que ya había comenzado a abrir la cabina.

—Hola Fritz. —saludó Tali saltando desde el interior de la armadura hacia el piso del hangar. —¿Cómo se siente ser un gigante? —preguntó mientras se quitaba el casco de vuelo.

El joven iba a responder pero se sintió atraído por el otro que en esos momentos también abría su cabina tras apagar los motores. La piloto permaneció dentro de la armadura y se quitó el casco tras unos segundos.

—Eso… estuvo interesante. —dijo Ximena sacudiendo la cabeza.

—¿Cómo estuvo su primer vuelo? —preguntó Lina cruzándose de brazos.

—Muy intenso. —reconoció la Teniente Hernandez. —Hubo momentos en que parecía que estaba usando un Ex-Gear y no un robot de combate. —observó.

—Así es como tienen que usarse los Queadluun-Rau. —explicó la Meltran, señalando la armadura blanca con un dedo. —Tiene que sentir que usted es una sola con la armadura, que es una extensión de su propio cuerpo. Solo así podrá dominar el estilo de lucha de las guerreras Zentradi.

Lina sacudió la cabeza. —¿En serio creen que tendremos que luchar? —preguntó visiblemente preocupada.

—Por nuestro bien, espero que no. —observó Camila. —¿Que podremos hacer nosotros seis contra el Nexus? —preguntó.

Tanto Camila como Ximena comenzaron a descender de las armaduras mientras Tali y los demás se reunieron hacia el fondo del hangar, en donde varios docks de amarre habían sido acondicionados para hacer de camas improvisadas para los gigantes.

Charlaron durante un largo rato y Tali les respondió toda clase de dudas sobre sus "nuevos" cuerpos lo mejor que pudo. La Meltran explicó detalladamente lo que podrían sentir en ese nuevo estado y amablemente les dió consejos para sobrellevar mejor los primeros días de aquella transición.

—Es probable que tu seas la que más sienta los cambios. —dijo Tali dirigiéndose hacia Nelly. —Estás en una etapa en donde tus hormonas alcanzan picos máximos en casi todo momento del día y eso podría hacer que… reacciones de forma algo más impulsiva de lo que te gustaría. —dijo haciendo un gesto con la mano.

La chica-gato la miró confundida. —¿Cómo hiciste tú cuando tenías mi edad? —preguntó interesada.

—Nunca tuve tu edad. —respondió la Meltrán con una sonrisa. —Yo pertenezco a los Zentradi que lucharon en la 1era Guerra Espacial y por ende fuí manufacturada en una de las fábricas de soldados de la Armada Zentradi; fuí creada con apariencia adulta y mis hormonas y genes fueron suprimidos mediante la ingeniería genética con la que la Protocultura nos diseño.

—Eso… eso debió ser duro de asimilar cuando supiste la verdad. —observó Camila.

—Para nada. —respondió la Meltran sacudiendo la cabeza. —Los Zentradi nunca renegamos de nuestros orígenes y aceptamos que nuestro destino en el universo fué manipulado por otros para sus propios fines… pero esos otros ya no están más y ahora, gracias a la Cultura, recuperamos nuestra libertad… eso es lo que atesoramos y juramos proteger con nuestras vidas. —aseguró con orgullo mientras se golpeaba el pecho.

Aquella tarde charlaron sobre muchas cosas, especialmente sobre lo que sería su vida mientras tuvieran que mezclarse entre los Zentran y Meltrans del Nexus. Cosas como el comportamiento en solitario o en grupo, como ingerir alimentos y hasta como usar las instalaciones sanitarias; afortunadamente los Zentradi tenían un metabolismo que casi no producia desechos o transpiración y cosas como la higiene personal eran tareas prácticamente secundarias.

No tocaron realmente el tema de la sexualidad, ya que todos allí estaban en servicio activo y era algo que estaba totalmente prohibido en la armada en tiempos de guerra, pero Tali igualmente explicó que los gigantes rara vez tenían que preocuparse de esas cosas… salvo que hubiese música involucrada.

—Somos más que nunca susceptibles al Shock Cultural. —explicó. —Y si bien es verdad que no vamos a escuchar música allí donde vamos, es posible que al mezclarnos con otras Meltran Fritz esté expuesto a ver algunos cuerpos desnudos. —dijo lanzando una mirada cómplice al joven, quien de inmediato se movió incómodo en su asiento.

—Trate de mantener la cabeza fría.—indicó. —Y si una Meltran pregunta por cierta extraña protuberancia en donde no debería haberla, trate de tener una excusa preparada con antelación. —dijo ante las miradas escandalizadas de Camila y Lynn.

—Lo-lo tendré en cuenta. —dijo nervioso Von Neumann juntando las piernas.

—Por cierto. —observó Ximena. —Ya que menciona lo de interactuar con otras Meltrans… ¿Cómo hacemos para comunicarnos? —preguntó.

Gasken saa mekarnes jeh (1) —dijo Fritz de forma natural ante el asombro de todas las mujeres menos Tali.

Gah, Jahmeh daskeh tee negras kerst. (2) —lo corrigió Tali sacudiendo la cabeza.

Camila lo miró fascinada. —No sabía que hablabas la lengua de los Zentradi. —dijo.

Fritz se ruborizó. —Bueno… Soy experto en tecnología Zentradi. —dijo. —Aprender el idioma fué lo primero que hice para poder descubrir sus secretos y tecnología. —explicó.

Se escuchó el sonido de un vehículo acercándose y todos se volvieron hacia el otro lado del hangar; un enorme transporte de material pesado con un trailer a remolque se acercaba hacia ellos. El enorme vehículo de ocho ruedas se detuvo a pocos pasos (de Zentradi) de donde el grupo estaba reunido y sus ocupantes descendieron de la cabina.

—Vaya, justo a tiempo. —dijo Tali poniéndose de pie.

La gigante caminó despacio hasta estar cerca del vehículo y agachándose lentamente tomó con cuidado varios aparatos de cajas apiladas en el trailer. —Vamos a necesitar estos. —dijo incorporándose para mostrar a los demás lo que había tomado.

Cada uno de los integrantes del escuadrón tomó uno de los aparatos de las manos de la Meltran y rápidamente comprendieron para que servían.

—Yo ya tengo uno puesto. —indicó Tali señalando su oreja derecha en donde pudieron ver un dispositivo como el que tenían en las manos. —Van a necesitarlo si quieren escuchar a esos Micronianos de ahí abajo. —dijo señalando a los conductores del transporte.

Todos se colocaron los dispositivos tal y como había explicado Tali y pronto una señal apenas audible indicó que el sistema había sido calibrado a la sensibilidad de cada uno.

—¿Pueden escucharnos desde ahí arriba? —preguntó Owen parado junto a Jarvis y el sargento Mac a la sombra del enorme transporte.

—¡Capitán! —exclamó Lynn incorporándose de golpe mientras se ponía firme. Camila, Ximena y Lina la imitaron enseguida.

Tali se agachó y puso ambas manos abiertas para que los tres oficiales pudieran subir a ellas, tras lo cual los depositó con extremo cuidado sobre la mesa alrededor de la cual habían estado conversando. —Recuerden que no deben manipular a Micrones si no es estrictamente necesario… y si lo hacen, traten de siempre usar la menor fuerza posible y eviten movimientos que puedan dañarlos. —explicó.

—Tali es una excelente maestra. —observó Jarvis mirando hacia arriba a los rostros gigantes de las mujeres que los observaban. —Vaya, están enormes. —exclamó protegiéndose los ojos de las poderosas luces que venían del techo del hangar.

Mac soltó una carcajada y señaló a Lynn. —No te creas que porque ahora me saques un par de cabezas vas a poder vencerme. —dijo.

La chica-gato se cruzó de brazos de forma orgullosa. —No lo defraudaré, Sargento. —afirmó mostrando una sonrisa donde se veían los enormes colmillos.

Owen se acomodó la gorra y miró a Camila. —¿Cómo se están aclimatando? —preguntó.

—Todo está marchando a la perfección. —respondió la teniente Hernandez. —Ya hemos comenzado el entrenamiento con los y pronto Camila se unirá a nosotras. —explicó mirando a su compañera.

—Excelente. —respondió el Capitán de la Bramante mientras se volvía hacia Fritz. —Profesor Von Neumann.

—¿Si? —preguntó el joven inclinándose sobre la mesa.

—Allí en el trailer hay algo para usted. —dijo el Capitán señalando la parte trasera del transporte pesado.

Fritz se levantó y caminó hasta el transporte en donde observó una caja tapada con una lona verde en la parte trasera del trailer. Tras agacharse junto al mismo con cuidado levantó la tela y dejó al descubierto una caja de metal.

—Adelante, puede abrirla. —indicó Jarvis.

El joven retiró la tapa de metal y dentro vió algo parecido a un grueso brazalete de metal oscuro. Lo tomó con cuidado y lo mostró a los demás. —¿Me tengo que poner esto? —preguntó extrañado.

—En la muñeca del brazo que más le guste. —explicó Owen.

Fritz se colocó el brazalete en la muñeca izquierda como si fuera un reloj pulsera. De inmediato el dispositivo se ajustó automáticamente y el investigador observó que había tres botones que sobresalían en relieve del metal oscuro. El del centro tenía una pequeña marca de encendido/apagado y Fritz la pulsó con curiosidad.

Hubo un pequeño zumbido y algo muy pequeño, casi del tamaño de un insecto a los ojos de alguien tamaño Zentradi salió volando del brazalete y voló lejos de Fritz quien rápidamente lo perdió de vista.

—¿Qué fué eso? —preguntó incorporándose.

—Ahora lo verá. —prometió Owen.

Hubo un resplandor repentino y de pronto un holograma enorme del mismo tamaño de los gigantes apareció junto a ellos.

—Estoy lista para resumir mis tareas. —dijo Lucy saludando en posición de firme.

—¡Lucy! —exclamó Camila con alegría. —¿Vas a venir con nosotros?

—Afirmativo. —respondió la IA haciendo una pequeña reverencia.

Owen señaló el brazo izquierdo de Fritz en donde el joven había colocado el brazalete. —Ese drone podrá proyectar el holograma de la IA a donde quieran que vayan. —dijo. —Boris y los ingenieros de Homs instalaron todo un servidor completo lleno de computadoras portátiles en esa cosa… así que podrán disponer de Lucy para que los apoye en su misión. —explicó.

—Gra-gracias. —respondió Fritz entusiasmado.

—Así que seremos siete en la misión. —dijo Lina. —Ese número me gusta más.

Tras conversar un rato más un altavoz indicó que las luces del hangar se apagarían pronto, por lo que Owen y el resto de sus oficiales se despidieron de los gigantes, quienes ocuparon los enormes nichos en las paredes del enorme espacio, listos para descansar tras una agotadora jornada como ninguna que hayan experimentado en sus cortas vidas.

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Los días siguientes continuaron con los preparativos de la misión. Tanto Camila como Ximena comenzaron a volar con los en forma más frecuente haciendo varios ejercicios de navegación y combate simulado ante la atenta supervisión de Tali mientras que Fritz enseñaba algunas palabras y frases Zentradi a Lynn y Lina. Los audífonos que llevaban instalados en sus orejas servían también como traductores universales de varios idiomas, incluidos el Zentradi, pero solo podían comprender las palabras de otros; para responder en lenguaje Zentradi debían aprender la lengua por su cuenta y tanto Fritz como Tali impartieron sus conocimientos a medida que se habituaban a sus rutinas diarias como gigantes.

Las reparaciones del Destructor culminaron al día siguiente y el equipo de infiltración pudo por fin abordar la nave que sería su hogar durante la travesía hacia el Nexus.

La nave mostraba un mejor aspecto en su interior. Toda la basura y chatarra del hangar había sido amontonada contra un rincón y el espacio libre había sido ocupado por el transporte Boquomouxy Quel-Quallie y media docena de Queadluun-Raus que habían sido reparados y rearmados por los técnicos de la Mainstream. Las enormes compuertas con el agujero que las fuerzas de la Bramante habian provocado durante su asalto también habian sido reparadas usando metal de otras secciones del casco soldado precariamente sobre la abertura.

La nave se sentía ENORME para aquellas seis pobres almas que deambularon por los silenciosos pasillos escoltados por varios VF-171 del portanaves de Homs. Inspeccionaron todas las cubiertas y memorizaron las vías de escape en caso de emergencia, así como la ubicación de los sistemas anti-incendio que habían instalados en varios de los compartimientos más críticos, especialmente en la sección de ingeniería en donde estaba montado el reactor principal de la nave.

—¿Podremos encargarnos de esta nave nosotros seis solos? —preguntó Lina mirando el enorme reactor que zumbaba rítmicamente mientras emite una tenue luz azulada.

—Las naves Zentradi están completamente automatizadas. —respondió Tali. —He escuchado historias de naves que han sido voladas por solo dos personas, pero estoy segura que yo sola podría ocuparme de este pedazo de chatarra, al menos por un tiempo. —dijo golpeando una de las columnas de metal.

Los técnicos habían instalado cámaras de vigilancia en todas las secciones críticas de la nave de modo que Tali y su tripulación podrían monitorear el funcionamiento del destructor desde el puente de mando. El mismo puente había sido reparado y reacondicionado y los viejos asientos de metal habían sido reemplazados por versiones más "confortables" para los estándares de la Humanidad frente al timón y las consolas de ingeniería, radar y comunicaciones.

En el puente solo estarían Tali, Ximena y Lina, pero tanto Camila como Fritz podrían rotar posiciones si alguna de ellas era requerida en otro sitio de la nave. La única que estaba relativamente libre de tareas era Lynn, quien tendría que pasar el tiempo de viaje entrenando en el hangar principal. Afortunadamente había mucho armamento de infantería en el destructor y la joven construyó un rudimentario polígono de tiro para aprender a disparar el variado armamento que encontró en las numerosas armerías de la nave.

Una vez instalados en su nuevo hogar temporario comenzaron a realizar pruebas de navegación y de otros sistemas críticos para la misión como el radar y las comunicaciones. Tali voló el destructor con destreza y realizó varios recorridos alrededor del sistema estelar en el que se encontraban en aquellos momentos, probando la velocidad y respuesta de los mandos de aquella anticuada nave. La mitad de los propulsores auxiliares no funcionaban, por lo que la nave estaba severamente limitada en cuanto a la velocidad de respuesta a altas velocidades, pero dado que solo tenían que viajar hasta el Nexus y simular una falla catastrófica de los sistemas, aquello no debía tener importancia. Aún así Tali hizo lo posible por aprender lo más que pudo sobre los controles y las capacidades de su nuevo juguete.

Ximena y Camila se turnaban en familiarizarse con los sistemas de comunicaciones así como en aprender a volar aquellas armaduras Meltran. Los eran relativamente fáciles de volar y tal como había afirmado Ximena, eran prácticamente una extensión del propio cuerpo una vez que el piloto aprendía los movimientos básicos, pero el combate era una bestia completamente diferente.

Combatir en aquellas armaduras requería moverse a velocidades increíbles y estar absolutamente todo el tiempo al borde de desvanecerse por las poderosas fuerzas G que castigaban los gigantescos cuerpos encerrados en las diminutas cabinas. Los podían cambiar sus vectores de movimiento en distancias que para otros cazas variables resultaban una completa locura.

Además estaba el problema del blindaje; aquellas armaduras estaban hechas, tal y como afirmaba Tali «de papel» y eran susceptibles de recibir daños críticos incluso con munición antipersonal (Tamaño Zentradi, obviamente)

Agilidad y Evasión eran el nombre del juego que una piloto de Queadluun-Rau debía aprender a jugar si quería sobrevivir allí fuera; así de dura era la vida de aquellas piloto.

Tras completar varias salidas y una vez que el desempeño de la nave estuvo dentro de los parámetros "aceptables", Tali dió el OK para iniciar la misión.

Hubo varias discusiones entre los oficiales de la Bramante y la Mainstream sobre si era necesario darle un nombre a la nueva (aunque aparentemente efímera) nave de la flota. Finalmente se decidió darle una denominación similar a la única nave conocida de esa clase que había servido en la UNSpacy (Aunque tras extensas modificaciones).

Así que el Destructor fué oficialmente nombrado como ASS-2 "Dumpster fire" (El nombre final fué obviamente elegido por la propia Tali) y se lo comisionó tras una breve ceremonia que sirvió también como despedida a la valiente tripulación que estaba a punto de arriesgar sus vidas en una misión que podría cambiar el futuro de toda la galaxia.

Cinco días después de que fuera capturado, la nueva nave de la NUNS partió hacia su primera (y definitivamente última) misión con solo seis valientes almas a bordo (Y una IA)

En el puente de mando fué la propia Tali quien dió la orden de despegue y al mismo tiempo activó los propulsores principales de la nave. Los poderosos motores rugieron y toda la estructura del casco tembló por la aceleración, pero todo estaba bajo los parámetros aceptables de operación y la Meltran estaba llena de confianza en sus habilidades.

—Preparados para salto FOLD. —dijo volviéndose hacia Von Neumann. —¿Cómo se ve el radar dimensional?

—Sin obstáculos por delante. —confirmó el joven desde su puesto. —El Campo Dimensional está estable.

—¿Comunicaciones?

—Todos los enlaces abiertos y asegurados. —confirmó Ximena.

Tali se volvió hacia delante y respiró hondo. —Energizando la burbuja WARP.

El reactor WARP comenzó a generar la energía necesaria mientras las luces de la nave perdían un poco de intensidad debido a la sobrecarga de los viejos capacitores de la nave. Pronto los indicadores en las computadoras de monitoreo llegaron a sus marcas verdes indicando que el proceso previo al salto FOLD estaban completos.

—¡Ahora! —exclamó activando el impulsor principal.

Por delante de la nave el enorme arco de energía dimensional apareció de la nada y creció hasta alcanzar una altura de varios kilómetros. La vieja nave aceleró y atravesó aquel disco multicolor mientras el casco se quejaba con miles de crujidos y traqueteos, pero aún así cumpliría su misión de llevar a aquellos valientes a su destino en una sola pieza.

Aunque claro, no todo sería tan fácil y el peligro no dejaría de acecharlos a medida que se acercaban a aquella masiva instalación llena de enemigos, pero lo que aquella tripulación no sospechaba era que el peligro ya estaba junto a ellos, más cerca de lo que se imaginaban.

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(1)Gasken saa mekarnes jeh / Yo no tengo problemas con eso.

(2)Gah, Jahmeh daskeh tee negras kerst / Bien, aunque su pronunciación es algo exagerada