«Al principio, la melodía del Berceuse se muestra en su totalidad. Le acompaña la voz media, que con sus síncopas bromea con el tema. Posteriormente, el tema suena únicamente en notas de adorno. Finalmente, se pulveriza en un polvo luminoso, transformado en un estado volátil de pequeños pasajes, trinos y acabados casi inmateriales...»
Chopin - Because in D-Flat Major, Op. 57.
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Cuarenta semanas.
Por fin a cumplido cuarenta semanas de embarazo, llegando al noveno mes y culminando el último trimestre.
Pasan de las tres de la mañana y es cuatro de julio.
Domingo.
La madrugada es pacífica, una noche de verano común, pero es fresca.
Hay un ambiente bochornoso de simple amor y calma. Tras haber llegado de su viaje en Rostock, sus cuerpos cansados y liberados sienten la armonía de su pequeño nido de amor. De su rincón de resguardo del mundo exterior. De su apartamento compartido.
Tanto el alfa como el omega dormían profundamente, en momentos Jaeger emitía ronquidos, y luego suspiraba callando.
Levi se remueve.
No ocurre nada. El cuerpo de menor tamaño busca la piel contraria. Siguen durmiendo.
Pero omega empieza a sentir aquella presión; y se remueve a la vez que su garganta se queja.
Entonces sucede. Es un dolor desgarrador en la área lumbar y gime. Es algo largo, y no puede callar su chillido haciendo que Eren se remueva asustado.
— ¿Levi...? — la voz rasposa del moreno se escucha.
El de cabellos azabaches respira hondo, suspira tras sentir que la punzada a finalizado... Pensar que dormía plácidamente y de la nada, una contracción de lo más hiriente le hace espantar el sueño...
¡Señor! ¡Cómo le recuerda a los infernales dolores que en su celo pasaba!.
— E-Eren...
— ¿Qué... pasó...? — pregunta aún somnoliento.
Ackerman trata de moverse temiendo que se repita el dolor, pero toma asiento en la cama con mucho cuidado. Como sí supiese que es la hora.
El aroma que emiten es extraño; abrumador, sería la palabra correcta para describirlo. Sin quererlo la pareja a comenzado a soltar feromonas, por una parte son de excitación y miedo; parece una batalla campal, para ver cuál de las dos emociones gana. Mientras que el de ojos acuosos está tensó.
— Creo que... Estoy entrando en labor de parto... — musita, no estando seguro.
El castaño se despierta por completo mostrando claramente preocupación.
— Tranquilo, te acabo de decir que solo creo. No estoy totalmente seguro.
Levi no era tonto, sabía que debían ser constantes cada ciertos minutos, volteo a ver su celular, prendiendo la pantalla mientras era cegado por tanta luz. Eran casi las cinco.
Entonces debía contar el tiempo.
— Eren... ¿Qué haces? — interroga al notar que el otro ya está levantado buscando cosas por la habitación, la lámpara del alfa está encendida.
— Si esto sucederá, hay que estar preparados.
Las palabras salen tan serías, que Levi no entiende ese cambio repentino de humor.
Parece que a Jaeger le han arrojado un balde de agua fría, pues no sé nota con estragos de sueño y coloca una cara dura, para no alterar los nervios del gestante, ni sus propias emociones.
— Puede que me haya equivocado, no necesitamos alerta- ¡Uuh~!.
Nuevamente siente lo mismo. Por la forma en que está sentado el dolor es peor, y se remueve entre las sábanas tratando de aliviarse; quedando boca abajo, sin presionar su estómago. Siente sus ojos llenarse de lágrimas, tiene miedo y su corazón lo delata cuando bombea enfurecido.
Esta sudando frío, la punzada a pasado, y sus cristalinas gotas saladas bajan de las cuencas a la almohada, se resbalan por su nariz.
Y Jaeger lo mira con el entrecejo fruncido. Al verlo sollozar su cuerpo tembló ligeramente con rabia y pesar, solo coloca esa fachada porque se siente morir cada que lo escucha jadear.
Levi toma entre sus manos el celular, no sé a movido ni un poco al temer; cuando nota la hora, son las cinco y trece minutos... ¿En que momento sucedió su primera contracción?.
No debían preocuparse, aun no rompía fuente.
Tal vez solo eran contracciones preparto.
El de ojos azules trataba de buscar la coherencia y bajar el estrés que se estaba instalando en la habitación. Tomando bocanadas de aire para calmar sus latidos.
— Eren, por favor...
Pide. Le pide sin saber que pedir; aún con el rostro en la almohada. Sus rodillas han comenzado a temblar por lo que toma acción para levantarse de la cama.
Siente una gran tensión proviniendo del alfa, inclusive sus feromonas lo delatan. Haciendo que su nariz pique.
¿Por qué está así de serio y a su parecer molesto?.
¿Tal vez no quiere entrar en pánico y por ello se comporta a la defensiva?.
No lo sabe, pero ya parado se masajea la barriga. Con unas caricias mientras puede sentir su ombligo salido.
Para cuando han pasado varios minutos, en la cama se encuentra su pañalera de emergencia, esa que había hecho con su madre tiempo atrás, conteniendo ropa del cachorro y de él mismo por si su parto se adelantaba.
Por un instante, el de cabellos castaños entra en razón y busca su celular. Al encontrarlo cercano a la cama no duda en marcar el número del doctor beta. Pero termina en el buzón de mensajes como si esto no se tratara de una emergencia.
Manda un exhaustivo mensaje explicando el panorama. Y al final masajea el arco de su nariz.
El lazo, la mordida que los une delata los sentidos de los dos individuos.
Levi sabe que Eren está ocultando su pánico. Y el azabache tiene mucho, mucho miedo de salir de su zona segura.
Eren a comenzado a sacar ropa del armario para cambiarse y es cuando Levi —quién solo miraba sin saber que hacer— vuelve a gemir, está vez más fuerte que la anterior, alarmando al moreno.
Tiene suerte de estar cerca de la cama, pues un mareo se apodera mientras siente su coxis abrirse, suda más que la anterior y puede sentir los brazos del más joven acariciarlo. Se siente ido y algo desorientado, tal vez se le a bajado la tensión por la impresión del dolor. Jaeger suspira frustrado, el sabe que son contracciones y cuan fuertes se volverán.
El omega ya no duda, son continuas, cada veinte a treinta minutos. Sus párpados pesan y posa la mirada en el alto castaño, quién ya a cambiado su pijama por ropa para salir.
Cuando hay una nueva contracción solo hunde su rostro entre las mantas gritando. Alfa tiene todo listo, solo falta que Levi cambie su ropa y salgan de ahí.
Pero en cada momento donde Eren trata de sacarlo de la cama Levi se niega. Algo en su cabeza a hecho click y no pretende salir de su hogar ni de su supuesto nido. Se siente seguro en ese sitio y tiene miedo de lo que pase afuera.
El instinto paternal del omega sale a flote, no quiere separarse de su confortable fortaleza.
Los dos están presionados.
Para que el cachorro nazca se debe dilatar lo suficiente el cuello del útero y su recto. Hay una abertura que se une en alguna brecha con el esfínter, ubicada al comienzo del colon sigmoides, a esa abertura se le podría conocer como el cuello uterino o comienzo, con máximo seis u ocho centímetros de distancia de paredes mucosas, culminando con el hocico de tenca, por donde pasa el esperma y realiza su viaje. El recto está constituido por el final del intestino grueso. Las heces no se entremezclan con su útero pues, al tener forma tubular tanto el intestino como el útero —solo su comienzo— estás no tienen manera de ingresar al conducto cuando se expande en la excitación o en el proceso del parto —el sitio es recubierto por una pared mucosa, causada por la expansión interna del cuello uterino, sellando la vía—, además los dos tubos están separados; solo que el mismo orificio por donde saldrá el bebé también es utilizado para las necesidades.
A esto se le podría comparar la uretra del pene. Por el mismo orificio sale el semen y la orina, pero no sé unen o mezclan, ya que internamente el conducto del semen y de la vejiga urinaria están separados.
Entonces las contracciones tenían dos funciones.
Uno, dilatar el cuello uterino para que el tapón mucoso que retiene al bebé y su membrana salga. Lo cual le haría romper bolsa.
Y dos, ensanchar lo suficiente el recto y el ano para que no hayan desgarres mientras el cuerpo del cachorro sale.
•••
Levi hizo el esfuerzo a regañadientes.
No deseaba despegarse de su "zona de confort" aunque cada veinte minutos se retorciera del dolor. Pero un fuerte regaño de parte del padre de su bebé en proceso de nacimiento le hizo temblar.
Haciendo que captará los peligros de quedarse en el departamento en ese estado.
Los dos estaban irritables y sensibles.
Se había cambiado con ayuda, sintiendo como las grandes manos morenas lo acariciaban con cuidado, como si fuera una muñequita de porcelana. Y él solo mantenía un puchero dejándose hacer.
Para ese momento ya estaban en un taxi hacia el hospital y apenas comenzaba a amanecer.
Levi calla sus sollozos con una expresión enfurecida. Esta molesto y aunque el alfa trate de abrazarlo o darle amor él lo aleja retorciendo sus pies para no chillar.
— Perdón por gritarte... — exclama el castaño cuando comprende sus acciones. El auto sigue andando y el señor solo mantiene un silencio sepulcral mientras maneja a la clínica donde hacían los chequeos.
Luego que pasa la contracción soba con parsimonia su abultado tronco. Bufa al escuchar las palabras del castaño y en sus ojos cristalizados se muestra como recuerda el regaño.
— Levi. Si no hacía nada te hubieras quedado en casa, y los dos sabemos que solo era tu naturaleza manifestándose. Era peligroso para los dos — se toma un momento—. Tengo miedo y no puedo evitar enfadarme al verte herido... Estas sintiendo un gran dolor y eso me disloca.
Las mejillas enrojecidas del azabache se inflan un poco.
Pero lo entiende.
Él tampoco comprendía del todo esa sensación de apego al apartamento.
Entonces llegan al sitio y el auto se estaciona frente a las puertas.
Eren sale primero y luego ayuda a su pareja.
Cuando varias enfermeras llegan para tomar sus datos y acomodar papeles, en el reloj de la recepción dan las siete de la mañana y aún no lo trasladan a una habitación de paternidad.
Para cuando caminan por un pasillo, buscando la habitación Levi tiene que recargarse de su joven alfa. Pues las piernas le tiemblan al sentir húmedos hilos caer de su trasero hasta manchar el pantalón y la ropa interior. Seguido a eso el dolor es largo y prolongado, directo en las ingles. Hasta bajar de intensidad y solo acabar.
Ha roto fuente.
Mancho el pasillo...
Siente vergüenza y se le nota agobiado.
El cuarto donde lo han ingresado es claro y algo cómodo. La camilla tiene al omega en cunclillas pasando una contracción, Eren solo puede darle palabras de ánimo y mimos dulces, pues los ojos azules no pueden detener las lágrimas que se escapan.
Sus nudillos están blancos mientras sigue apretando los hombros contrarios. Hay un gruñido resonando en la garganta de Levi. Y luego de aquello el cansancio es notorio.
— Maldición... Eren... Te arrancaré el pene si vuelves a preñarme...
Su voz se quiebra, y el moreno solo responde con una risa pequeña, bastante falsa.
Aligera la escena soltando aromas de calma.
Las enfermeras ya le comentaron que debía ser flexible. Ante las fuertes emociones del omega, era normal que Jaeger se colocará algo enfadado. Pero debía evitarlo, calmar al padre en proceso de parto, utilizar sus feromonas para relajarlo o inclusive mejorar su condición.
No recargar la habitación con agrias sensaciones.
Gregory no está disponible.
El doctor que los a visto, atento a la situación del embarazo, no se encuentra en Berlín.
Es comprensible, todos los días del año, trabajando sin descanso en su labor de salud. Y cuando toma vacaciones por una semana, su paciente comienza a dar a luz de improvisto.
Así que la clínica les buscara a otra persona con buenas críticas y que esté de guardia.
Pero para sorpresa de Eren, la fémina que los atenderá es alfa.
No está contento.
¿Por qué tiene que dejar que otro u otra alfa toquen a su pareja mientras está pariendo?.
La doctora Pieck es una alfa de gran prestigio. Lo sabe, y en ocasiones nadie se enteraba de su casta, pues el labor era tan serio que no emitía aromas en sus casos.
Pero Eren sabe quién es.
Esta estudiando la carrera, era normal las menciones de doctores o trabajadores en el ámbito, reconocidos por sus buenos registros.
Y Ackerman, él solo tiene dos ideas en la cabeza.
Quiere a su cachorro inmediatamente.
No quiere qué un montón de personas le miren el culo al descubierto.
— Buenos días — la voz resonante de un hombre alerta a Eren. Es un enfermero, al olfatear es notable su género beta—. Soy Porco Galliard, estaré a su cuidado hasta que la doctora Finger se presente.
En las manos trae una de esas batas azules que en más de una ocasión la pareja a visto en películas.
Eren asiente lentamente, hasta que Levi lo suelta para recargarse nuevamente en la cama.
— Necesitaré que se coloque esto. Es mucho más práctico para el proceso — cuando el moreno se levanta y toma la tela, Porco puede notar el entrecejo fruncido del contrario. Solo atina a suspirar y dejarlo pasar, no sabe cómo deben sentirse al estar en esos momentos.
— No me pondré eso, Eren — suelta de repente el de piel blanca.
Jaeger lo ve sin comprender. Tiene el pantalón humedecido por aquél escenario del pasillo y aún así pretende quedarse en ropa deportiva.
— Es normal que en labor de parto tenga actitudes tercas — exclama Galliard—, pero por favor póngase en nuestros zapatos. Si se queda con esa ropa, ¿Cómo espera qué el parto sea fácil? — obviamente, solo es una respuesta vaga para que Ackerman lo piense nuevamente.
— Vamos Levi, déjame ayudarte — el castaño toma una de las manos de su pareja, mientras esté deja la posición de gato sobre la cama para mitigar el dolor.
El de cabellos claros sale de la habitación, dando privacidad. Pronto su alfa le está desnudando, con calma, el ambiente es suave, el anís y la canela revolotean dulcemente y en ocasiones hay besos en su frente.
La camiseta es sacada y no deja de sostenerse del menor. A la altura de Eren se puede ver la rosada marca en el cuello, y por ese instante sonríe.
Sonríe porque han pasado nueve meses de su creación.
Entonces comienza arrastrando el elástico del pantalón, con parsimonia. Sus labios bajan a la marca, y en ese instante hay otra contracción, el rostro del azabache se esconde en el hueco del acaramelado alfa, contrae su cuerpo apegándose al menor. Se sostiene de los hombros y Eren no hace más que tenerlo del tronco sin tocar mucho la cintura por miedo.
Besa con pasión el hombro marcado, le brinda seguridad y amor, tras pasar el calambre doloroso, los gemidos de Levi culminan.
Y entonces vuelve al trabajo de desvestirlo.
La elástica está por las blancas rodillas y masajea con ternura uno de los muslos.
Es un momento mágico, algo fuera de lo sexual y hasta olvidan el libido.
Son solo ellos dos dándose mimos, mientras el proceso de tener a su cachorro está corrompiendo el interior del omega.
Y entonces Jaeger toma la bata, y se la coloca con lentitud. Aun mantiene la ropa interior mojada, solo esperaba el momento de tener algo cubriéndolo para que el boxer sea despejado, dejando el cuerpo desnudo bajo la tela azul. Su espalda está descubierta, y sus respingadas nalgas algo frías por el cambio repentino. Eren lo voltea, notando la hermosa extensión del capitán hasta los dos montículos blandos, y amarra la pequeña cinta medio tapando o cerrando la vista.
— Gracias...
— Tranquilo — atina a decir. Vuelve a ayudarle para montarlo sobre la camilla sin temor a algún dolor, y ahora Levi es más hermoso que nunca a sus ojos.
Sus piernas blancas estiradas, la gran panza, la bata azul cubriéndolo y su rostro ruborizado. El cabello está algo mojado por el sudor de cada dolor, pero aunque debería ser una escena para nada bonita; a Eren lo hipnotiza.
Suena la puerta y luego se asoma el rostro alegre de una mujer — Hey... ¿Cómo nos encontramos señores Jaeger?.
Pieck tiene una sonrisa ladina, se le nota calmada y muy amorosa. Su voz es suave y dulce, casi como sí con algunas palabras te besará y abrazara para brindarte calma.
Pero Eren solo la mira con el rostro molesto, cruza sus brazos sobre su pecho y es el turno de Levi para hablar.
— Supongo que podría estar mejor.
Ella lo mira y asiente. Luego entra por completo dejando la puerta abierta.
— Bueno — luego posa sus ojos en el moreno—. Señor Jaeger, lo noto bastante tensó, me fue notificado su descontento, pero le pido que por favor sea abierto. Como usted sabrá estoy en esto desde hace muchos años, no debe preocuparse.
Ackerman cruza miradas con el alfa, y este lo medita hasta suspirar resignado.
— Pocco~ — la matriarca llama. El enfermero que anteriormente los había visitado se asoma—. Por favor, necesito que me traigas los implementos para hacer la revisión.
Galliard le sonríe y luego desaparece.
— ¿Levi. Cierto? — ella se acerca a la camilla. Sus cabellos negros se mueven al compás de sus movimientos— Lindo, tendré que pedirte que te coloques en cuatro y levantes tu trasero. Necesito saber si tu cuello está permeable.
Al principio ninguno de los dos varones entienden. Pero entonces Porco vuelve con guantes y un bote que bien le recordaba al gel que utilizaron para su primera revisión con el beta.
Ella los toma susurrando en agradecimiento. Levi a comenzado lentamente a acomodarse, se siente incómodo
La matriarca se coloca los guantes, pronto toma el bote y aplica una generosa cantidad en sus dedos. Cuando el omega tiene levantado su trasero y oculta el rostro en la almohada puede sentir el frío en su rugosa entrada.
Eren gruñe en respuesta a la respingada que da su pareja y es cuando la voz dulce de la alfa se escucha.
— Relájate, cariño — musita ella—, solo estoy revisando si tú hocico de tenca a comenzado a dilatarse — pronto tiene tres dedos hundiéndose en su entrada, y la doctora le acaricia tiernamente la espalda baja—. Ya casi...
Obviamente su ano está abierto desde hace tiempo atrás. No lo suficiente, pero eso no evita que un incentivo lo dilate más.
Entonces uno de los dedos toca algo que hace a Levi jadear.
— Allí está...
Ella palmea el sitio, y su dedo puede entrar. Sonríe contenta y con mucha lentitud vuelve a deslizarse hacia atrás.
— Vamos bien Levi... Puedes respirar y volver a acomodarte.
Eren no a dejado de recargar el sitio con su olor territorial. El regaliz y la canela son dulces pero a la nariz de Finger le molesta un poco. A visto como una alfa ingresa sus dígitos en su omega, trata de calmarse y no prestar atención al instinto, es difícil.
Ackerman tiembla en su sitio, y es cuando el moreno lo ayuda a volver a tomar asiento.
Las feromonas no molestan a Levi, se siente querido y protegido. Es relajante para él.
Luego Pieck se quita los guantes arrojándolos a un cesto de basura y vuelve a llamar al enfermero. Le pide una serie de cosas.
Apenas son las nueve de la mañana, y dar a luz al ser nulíparo le tomara más tiempo que una persona multípara.
Eren mantiene el celular en la mano, le escribió a bastantes personas sobre la situación.
Kuchel a llamado como seis veces al omega y dos de ellas fueron por vídeo. Farlan también se comunicó y que decir de Isabel, aunque hay un sentimiento agridulce en su familia por no poder acompañarlos.
Levi le menciona que le cuente a Zeke y a Grisha. No han tenido avistamientos con ellos desde la inauguración y Eren no les contesta los mensajes o llamadas.
Y no es por ser amigable, pero Levi quiere que les cuente por el respeto de pertenecer a su familia.
Si. Porqué Levi pertenece a la familia Jaeger desde hace tiempo.
Solo faltan los registros y la boda.
Pero eso era otro tema.
Los dos se sienten dichosos.
Armin se a postulado como cuidador del omega en caso de que Eren necesite salir de la clínica, ya sea para comer o volver al departamento por cualquier emergencia -papeles u objetos para el bebé-. Y le parece muy adorable a Ackerman que Falco y Gabi también se comunicaran por llamada.
Tiene la opción de la epidural cuando las contracciones se vuelvan desgarradoras. Pero por alguna extraña razón su madre le a incitado a pasar todo el dolor por la satisfacción de traer al cachorro y sentir cada mínimo detalle.
A Eren le da terror el pensamiento de su suegra. Pero lo dejara en manos de Levi para tomar la decisión.
Ahora él solo puede morder una almohada ahogando los gritos y gruñidos por sentir una contracción más larga que las demás. Luego hace ejercicios de respiración junto con el moreno para calmar el malestar.
La matriarca dispone de varios enfermeros, la mayoría betas. Pero su mano derecha es el varón que los a atendido con mucha paciencia y dedicación. Los demás son mujeres que están al pendiente de las cosas requeridas, entre dos chicas de cabellos oscuros.
Eren besa las lágrimas que bajan al pasar la punzada. Levi respira su aroma buscando consuelo, cansado y recostando su cabeza en el hombro del moreno.
— Te amo... — suelta Levi—. Te amo demasiado...
El alfa solo se siente engrandecido, su pecho se infla un poco por las palabras escuchadas y no deja de besar el rostro lloroso frente a él.
Sus morenas manos acarician la espalda con dedicación, y sus labios se llevan las lágrimas.
Y es que, el de ojos grises no puede evitar llorar.
Cada dolor que siente se intensifica, solo puede morder, gritar y dejar escapar las cristalinas al sentirlo.
Además su sentir omega lo tiene en locura, su cuerpo sabe cuánto desea al cachorro y su proceso de parto se está tardando. Ya es mediodía y a dilatado dos centímetros, está en fase de aceleración. Las contracciones son peores, pero está aliviado pues el bebé se encuentra en posición. Así que le han comentado que mejorará la velocidad que lleva.
— Yo también te amo muchísimo — un sonoro beso en los labios resuena—. Gracias por llevar a nuestro hijo...
El rostro del capitán se contrae, como si lo que acaba de escuchar le haya calcado muy adentro.
— ¿Por qué me agradeces eso...? — es entre sorpresivo y con duda.
— No lo tomes a mal... Pero... No cualquiera acepta el hijo de un "desconocido" — se toma un momento, pensando lo que dirá—. Levi, te mordí y preñe aunque no me lo pediste — su cara cambia, se siente culpable— no me arrepiento, pero si lo pensamos bien, fui un maldito bastardo... Se... Se que tú te entregaste durante el celo sin yo pedirlo, pero todo lo que te hice fue tan atrevido...
Ackerman se mantiene en silencio, temblando de a poco.
— Me enamore de ti con el pasar de nuestra convivencia... Corrígeme si me equivoco, pero; nos enamoramos y aceptamos entre nosotros... Pero nadie. Escúchame, nadie hace lo que tú hiciste. Tú tienes tanto valor y determinación, que tras los nueve meses, ahora podemos llamarnos pareja — Eren traga saliva—. Gracias por traer al mundo a nuestro hijo, gracias por amarme, gracias por soportar mis idioteces. Te agradezco por convivir con personas importantes de mi vida, gracias por estar conmigo...
Hay un silencio desgarrador.
— Gracias por volverte una de las personas más importantes en mi vida... — y finaliza con eso.
El omega ni se inmuta, tiembla y su vista se mantiene baja. Sus manos aprietan con demasiada fuerza las sábanas de la camilla, hasta que la tela se moja por sus lágrimas.
Sus orejitas están rojas, su nariz resuena.
— ¿Levi...?
Eren tiene miedo.
Miedo de que lo antes dicho sea perjudicial para su relación.
— Eres un maldito idiota... — entonces cuando alza la vista su alfa puede notar como están empapadas sus mejillas y como la nariz enrojecida también libera un pequeño hilo—... Un egoísta y tonto alfa orgulloso... — hipea entré las palabras— ¡Idiota! ¡¿Por qué mierda me agradeces ser feliz?! ¡Es que no puedes ver cuánto bien me has hecho!...
Los pómulos del moreno enrojecen y muestra una mueca tratando de sonreír, pero no puede retener lo acuoso de sus ojos, tampoco puede retener los latidos que alterados le piden llorar.
— Te amo tanto... Y tu quieres arruinar mi parto agradeciendo lo que yo veo como un ser hecho con amor... ¿Por qué agradecer lo que está predestinado a ser? — el omega acaricia el rostro de su amante, de su compañero, de su pareja. Corriendo las gotas hasta hacerlas desaparecer—. No llores Eren...
— Me asustaste... — tras esas palabras se abalanza contra los tiernos labios de su amor.
Se abrazan con posesión, las pálidas manos recorren el rostro del castaño.
Sus labios encajan como tantas veces en el pasado, Eren succiona la parte inferior, mientras el azabache mordisquea el arco de Cupido del contrario. Entonces las dos bocas se abren y sus lenguas se enredan, como si tuvieran milenios sin darse un beso, como si sus vidas dependieran de aquello.
El sabor de Eren es milagroso para Ackerman, es algo dulce, exquisito. Sus lenguas batallan entre ellas, danzando suavemente, probándose una y otra vez.
Hasta que se separan por la falta de aire y el sonido obsceno, algo húmedo, pero realmente romántico; es el último ruido que se escucha, antes de que la puerta sea tocada.
Pero no importa, porque aunque tengan los ojos llorosos, los labios rojos y las respiraciones descontroladas, saben que lo mejor apenas está por comenzar en sus vidas.
Los dos se aman.
•••
Armin se siente algo nervioso.
Cada que hay una contracción Levi se retuerce y no se limita en maldecir.
Eren a tenido que salir corriendo para almorzar y regresar con varios documentos que fueron pedidos a último momento -como la cesárea estaba planificada para después, se supone tenían tiempo para eso-. Pero Armin solo puede sostener la mano del pelinegro con una expresión algo adolorida.
— Quiero a Eren... — chilla el omega.
— Relájate, pronto estará aquí.
— ¡No me pidas eso demonios! Tú no estás pariendo — lo mira fulminante.
Pieck lo revisó hace unos minutos, y ya tenía cinco centímetros de dilatación. Son las dos de la tarde.
Armin no sabe que hacer, Annie no pudo pasar por ser alfa, Mikasa no quiso ir hasta que el cachorro estuviera afuera y la familia de Eren no sé a presentado. Pero por el comentario del rubio, sabe que una tía hermana del padre y un tal Hannes están al pendiente.
Pero eso al pelinegro le vale mil campos de rábanos.
Esta tentado a pedir la epidural, y solo se a abstenido por la petición de sentir todo el parto como en los viejos tiempos.
Porqué es su primer hijo, y debe ser una experiencia única. Algo que contar cómo anécdota y, haberla vivido con todo y dolores atroces.
Además, su madre le ha insistido con todo el corazón de intentarlo, de soportarlo y de aferrarse a lo hermoso que será el final.
Y lo decide.
No se pondrá epidural. Llegará hasta más allá de lo que esperan para vivir todo como la gran experiencia que dictan, y para ser sincero; su valentía y orgullo interno se lo piden.
Se siente mejor que nunca y desea vivirlo así.
Siente que en cualquier momento se desmayara.
El dolor en su espalda baja y el recto es terrible, y Pieck lo está revisando para saber cuántas pulgadas a dilatado.
Ya son ocho centímetros y cree que morirá.
Eren llego al sitio a las dos y media, aproximadamente. Almorzado y algo desesperado por llegar junto a su omega. De eso ya dos horas atrás.
Pero el estado de Levi es mitigante. Eren le masajea la espalda, aveces trae toallas frías para su frente y nuca, mientras que sus manos lo tocan con cuidado y amor.
Armin aun está en la sala de espera con Annie, en ocasiones entra por si necesitan ayuda.
Pero en ese preciso momento puede sentir a Pieck alejando su mano del trasero.
— Oh, cariño. Ya falta poco, se que te sientes agotado y sofocado, pero solo durará un poco más. Luego pujaras con todas tus fuerzas y podremos sacar a ese lindo cachorro de ti — dice ella acariciando su hombro—, empezaremos a alistar todo. Por lo previsto entre las cinco y seis comenzará.
Finger a monitoriado todo con su reloj de muñeca.
Algunas enfermeras ayudan a cambiar las toallas, aveces traen agua y en ocasiones le sugieren métodos para desviar la atención del dolor.
Luego de que Pieck salga de la habitación Eren y Levi han comenzado a caminar para practicar aquellos métodos, además de los masajes y las toallas.
— Duele... — dice Levi—, son más frecuentes las contracciones y duran más...
— Lo sé... — besa con anheló su nuca, sus manos lo sostienen de los brazos y sus pasos son lentos y cortos—, pero todo valdrá la pena.
— Ngh~
Entonces otra contracción se presenta y se acurruca de la camilla mostrando su trasero.
— Es-espera~ — pide, sabe que Eren se a preocupado— Ya... Ya va a pasar... — se esfuerza en responder.
Y luego de que el dolor se va con lentitud, el puede tomar aire de forma lenta.
— Eres tan maravilloso — la voz de su alfa le reconforta—, nadie están fuerte como tú — entonces vuelven a retomar su caminata con parsimonia, mientras sus manos se toman.
•••
Se mantiene en cuatro sobre la colcha de la camilla.
Siente que lo están abriendo y esa es la única manera en que menos se apodera el dolor, que estando de frente. Pero Pieck y Porco le están pidiendo encarecidamente que trate de relajarse y no pujar.
Tiene una gran necesidad por pujar y debe retener las.
Estando a gatas la fuerza de gravedad ayudará al descenso del bebé y la presión en su periné se alivia solo un poco.
— Por favor Levi, soporta un poco más. Aún no pujes, solo un poco más, hasta que tenga el camino libre tu bebé. Así no te lastimaras.
Tiene varias almohadas bajo su pecho, dándole de donde sostenerse y Eren lo mira orgulloso.
En momentos lo besa y mima, musitando cuan fuerte es, mientras que el sigue en la misma posición.
La matriarca mira su reloj notando que son las seis de la tarde.
Desde la llegada a la clínica han pasado doce horas. A visto en el estrés y la acción de su parto como los colores del cielo cambian por la ventana.
Afuera Berlín está de lo más hermoso, la luna comienza a asomarse y está llena, los árboles se mecen con delicadeza y elegancia, pues los vientos de verano son refrescantes; dejando en ocasiones caer hojas que levitando vagan sin rumbo hasta llegar a los suelos.
Hay minúsculos puntos en el cielo que parpadean anunciando la llegada de la noche. Pero con solo ver el redondeado borde iluminado de la brillante luna, es suficiente argumento para asegurar que a anochecido.
Y al final, muy al final la franja lila del atardecer les despide con alegría. Ocultando al astro sol para llevar calor y luz a otros sitios del globo terráqueo. Dejando la oscuridad para la ciudad.
— Es el momento Levi — escucha la voz de su alfa.
Él solo asiente con el labio presionado contra sus dientes.
A pasado la etapa del trabajo de parto activo. Ahora solo queda la fase de desaceleración; tiene dilatación completa, aunque llevo unos minutos de más. Sus pantorrillas tiritan por la posición, sus gotas de sudor recorren todo camino de piel. Siente la parte baja muy presionada y necesita expulsar.
— Bien lindo... Puja.
Y tan pronto termina de hablar la alfa de mirada maternal; Levi gruñe pujando.
Es aliviador en cierto sentido colocar presión ante la necesidad.
Luego toma bocanadas de aire pues se siente ir. Esta algo desorientado y exhausto.
— Relájate, tómalo con calma, respira. Inhala y exhala lenta mente — la voz femenina ambienta—. Toma aire por la nariz y exhala por la boca Levi.
Es recomendable tomar el parto con calma, no sobre pujar o tener el cuerpo tensó. En ocasiones se les pide no pujar tan fuerte pues esto puede desgarrar los tejidos anales.
Tras tomar calma ella habla.
— Cuando te duela puja. O cuando sientas la necesidad. Pero debes también relajar tu cuerpo tensó — se toma un momento, y en ese instante Pieck nota la nueva contracción—. Bien, ¡Puja cariño!.
— ¡Mmnh! — lo hace, puja como si se le fuera la vida en ello y vuelve a tomar aire.
— ¡Vamos Lev! ¡Descansa y respira! ¡Ya puedo tocar la cabeza del bebé, tu puedes precioso! — le es adorable escuchar los apodos cursis de la alfa— Dame tu mano Levi — ella pide.
El con suma lentitud le extiende la mano, Finger la mueve hasta llevarla hasta atrás en el trasero, sus dedos llegan a la entrada. Y tan pronto uno de ellos entra lo siente; con delicadeza su dígito toca la cabeza del bebé.
Entonces lo retira con parsimonia, mirando a Eren quien le sonríe y le devuelve la sonrisa con lágrimas y cansancio.
Y vuelve a pujar.
La presión en su esfínter se vuelve pesada y terrible. Hasta que comienza a sentir alivio y así hasta el final.
Escucha que debe pujar más lentamente, con menos fuerza. Que parte del cachorro está saliendo y que su trabajo está llegando a la culminación.
Y puja esa vez con menos rudeza, pero la sensación de expulsión le hace gritar.
— ¡¡¡Ahgr!!!.
— ¡Santo cielo! — es la voz del moreno.
Los ojos verdes brillan con emoción, la presión a comenzado a disminuir y solo sabe que pudo sacar a su cachorro.
Y tras eso el alboroto de las enfermeras.
— ¡Porco, tijeras!.
Se escucha ese característico sonido de cortar algo; el cordón umbilical ya los ha separado y el llanto no se hace esperar.
Es agudo y prolongado. Parece que se esfuerza en hacerse notar, mientras sus vías respiratorias se abren con el oxígeno. Los pulmones del bebé se ensanchan al inhalar y suelta un alarido buscando a su progenitor.
Pero para los odios del alfa y el omega es la cosa más hermosa que sus tímpanos tienen la dicha de percibir.
— ¡Pero que precioso bebé! — la doctora no deja de hablar.
Luego con ayuda de los enfermeros Levi logra recostarse, dando la vuelta y por primera vez sus ojos lo captan.
Eren está boquiabierto, y con la mirada clavada en el bultito de carne mojada que llora sin cansancio. Pieck lo tiene en manos con delicadeza, una de las enfermeras lo enrolla en una manta clínica, limpiando como puede el rostro del cachorro por el líquido amniótico y los restos de sangre. Pero es el momento de formar el lazo especial entre el cachorro y sus padres. Así que ella lo hacerca a la doctora, todo sucio, lleno de humedad y bastante desesperado por estar con Levi.
La enfermera lo regresa a las manos de la alfa, el bebé se le va la voz en chillar, y cuando está cerca Pieck lo extiende con suma delicadeza.
Y el de ojos azules solo puede estirar los brazos cansado con ganas de arrebatarle el bebé cada que hipea en el llanto.
Así ocurre. La matriarca Pieck se lo entrega y tan rápido como lo puede dar Levi ya lo acurruca contra su pecho liberando sus feromonas dulces y paternales.
Los ojos le lloran y casi no puede ver entre lo borroso, pero lo siente en sus brazos, quiere darle calor y el cachorro a dejado de llorar mientras Ackerman se restriega en su cuerpo con delicadeza. Lo quiere comer a besos y mimos.
Pero entonces su alfa los abraza y todo se unifica.
El cachorro está recibiendo los dos aromas, creando un vínculo igual o más fuerte que la mordida que sus padres tienen. Y Eren solo puede perderse en los ojos azules de su bebé, en su piel rosada y sus cabellos mojados castaños.
Eren besa con desesperación las mejillas del azabache, una y otra vez lo hace mientras el ambiente es tan dulce que inclusive la alfa de mirada dulce está algo incómoda. Pero el bebé se a calmado y a recibido todas las feromonas necesarias.
El bultito suspira por momentos ante el llanto que había ejecutado, de sus párpados cerrados aparecen varias lágrimas y parece calmado.
Es uno de los momentos más importantes para el infante. Reconoce el aroma del omega, salir de un momento para otro y estar bajo estrés es agobiador, pero volver a los brazos que contienen ese mismo olor donde nueve meses fue creado, escuchar los latidos con los que había convivido y recibir su voz. Lo relajan, desaparece el trauma de salir del vientre y comenzar a respirar, porqué no solo tiene las feromonas de su papi, también llegan esos dominantes aromas del alfa y el cachorro se cierra en una burbuja de seguridad.
— Debo llevármelo señores — dice Porco con delicadeza.
Levi gruñe y lo apega más a él, quiere a su cachorro en sus brazos. Y Eren también se encuentra hipnotizado sin la menor gana de entregarlo.
— Por favor... Necesitamos limpiarlo y colocarlo en una incubadora — pide amablemente.
A el omega no le queda más que suspirar, utilizando su sentido común y acercarlo a el beta con sumo cuidado, y un sentimiento mezquino.
Ve como su pequeño cachorro se remueve en los brazos del enfermero, ansioso porque no siente a su progenitor. Entonces Galliard comienza a alejarse y cuando sale por la puerta el llanto los abruma más de lo imaginado.
— Levi, por favor relájate — llama la matriarca—. Aún te falta expulsar la placenta, y después los dos tendrán el tiempo suficiente para tener al bebé.
El asiente, Eren toma su mano acercándose al odio del azabache.
— Es hermoso... — musita. Ackerman ladea sus labios dándole razón.
Las contracciones son menores, algo débiles, pero se debe a que aún debe sacar la placenta. Una de las enfermeras le administra vía inyección un medicamento para estimular las contracciones uterinas y minimizar el sangrado. Sus piernas están abiertas. Cuando le fue dado el cachorro cambio de posición en la camilla para poderle sostener, ahora le queda volver a pujar.
— Ok. Puja Levi — exclama Pieck.
Eren entra a la habitación tras haber ido por la cena del omega.
La noche está plena, Levi duerme con rastros de su parto en el rostro, se le nota cansado y un poco débil. La bandeja en las manos del moreno queda en una mesa especial para las camillas, cuando busca con la mirada la pequeña cuna clínica se encuentra el vacío.
El cachorro aun no sale de la incubadora, tuvo la oportunidad de ir a verlo, pero ansia sentirlo en brazos.
Noah Jaeger Ackerman...
Con un peso de tres kilos ochocientos, y midiendo cuarenta centímetros.
Los doctores le han comentado que tiene buena salud, pero que el oxígeno era necesario. Aunque no ha pasado mucho rato, el reloj marca las siete y cuarto.
Eren se acerca a su pareja, acariciando con tranquilidad el rostro magullado desde la madrugada, durante todo el resto del día; por lágrimas. Se pregunta si su garganta dolerá ante los gemidos, también le preocupa la alimentación; Ackerman no tuvo cabeza para casi nada hasta sacar a el bebé.
— ¿Solo te quedarás viéndome como un pervertido...? — susurran los labios del pelinegro.
— Oh... — alfa ríe bajito—. Que bueno que despiertas... — toma un mejor acercamiento y planta en los labios ajenos un rápido beso—, te traje de comer. Supongo que no tardarán en traer a Noah.
Los párpados de Levi pesan, pero los abre ansioso. Ahora está consciente de la falta en su vientre; de lo hermoso que se escucha el nombre de su cachorro nacido.
Pero su interior delira al no tenerlo cerca.
— ¿Dónde está? — muestra una mueca preocupada. Se acomoda tomando asiento en la camilla.
— Calma... Esta recibiendo oxígeno en la incubadora. Come para que lo traiga una enfermera. Debes alimentarte para alimentarlo a él — tras decir eso se voltea para posicionar la mesa rodante frente a él ojiazul. La bandeja tiene comida de hospital, pero no le queda más que asentir y comenzar a ingirir—. Les entregué la muda de ropa que utilizaria, también me avisaron que las mantas están bien...
El capitán no dice nada.
Los dos se sienten extraños.
— ¿Tengo que darle de mamar? — pregunta tras tragar una porción.
— Pues... — Eren rasca su nuca sonriendo—. Creo que el extractor está en la pañalera, pero te recomendaron amamantarlo. Luego podremos utilizar eso y llenar los biberones.
De solo pensarlo a Levi le sale un puchero raro.
No quiere, pero debe.
La puerta es tocada y abierta a la par, una de las betas que le ayudó dando a luz entra sonriendo. En sus brazos trae una manta color durazno y en ella se puede ver el bultito vestido, abrigado y despierto.
Mientras se acerca, las lágrimas de cocodrilo que escurren de las sonrosadas mejillas del cachorro brillan.
— Buenas noches papás~ — la enfermera saluda tiernamente—, el cachorro no a parado de llorar por ustedes. Aunque ahora está calmado.
Ella camina. A el de cabellos azabaches se le quita el hambre y comienza a despejar su torso, Jaeger entiende y le ayuda a quitar la mesa.
La beta extiende a Noah y cuando la habitación se siente explotar por aromas cariñosos y paternales es que el bebé se retuerce comenzando a llorar.
Ahora están otra vez unidos, la suavidad de las ropitas calienta a el nene y Levi lo mece con adoración mientras el alfa se sienta a su lado dando sostén.
— Es necesario que lo alimenten, preferiblemente amamantelo. Si necesitan ayuda o hay alguna emergencia no duden en llamar — la beta se despide parsimoniosamente y cierra la puerta de la habitación.
Los hipeos de Noah tienen a los dos adultos hipnotizados.
Es rechoncho, con cabellos un poco más oscuros que Eren, con los ojos grandes azules sin rastros de gris. Con la piel rosada y blanca, sus manos son chiquitas y están ocultas por unos guantes suaves, de color blanco. El gorrito no cubre del todo las pelusas del cuero cabelludo y se nota que tiene bastantes mechones.
Su nariz es pequeña y delineada, sus labios son rosados y abultados.
Tiene cejas castañas oscuras, unas pestañas largas, es de un tamaño pequeño, pero se siente pesado por lo gordito que es.
— Levi... — musita su alfa al verlo embelesado—. Yo creo que tiene hambre...
El capitán suspira, Noah hipea nuevamente.
No le queda más que desabotonar con una mano su camisa de pijama, la otra tiene extendido al cachorro por todo su brazo.
Se expone la piel lechosa del omega, dejando ver los acostumbradores antiderrames. Sus pechos están llenos de leche y no duelen tanto pues con el extractor a hecho maravillas.
Un sonido de gancho se escucha y la tela a mostrado un rosado pezón.
Se siente extraño.
Pronto con sus dos manos apega a el cachorro, hasta que esté desesperado consigue la punta mamando.
Levi da una respingada al sentir las encías sobre su areola y pezón. El bebé succiona con desesperación mientras suspira.
— Es... Lindo... — exclama el omega.
Una de las manos de Eren llega hasta la mejilla de Noah, quitando una lagrimita infraganti.
Luego está misma acomoda la pijama del azabache para cubrir la parte descubierta de su pecho.
— Noah es precioso — recalca.
— Es muy pequeño... Aun no puedo creer que estuviera dentro de mi...
— Lo estuvo — comenta divertido—, también salió.
— Dolió como el infierno — ríe bajo Levi.
Sus miradas se conectan.
Hay un "no sé qué" en el aire... Se puede interpretar como anonadados, tal vez es la luna en el ventanal que deja entrar los rayos luminosos y tiernos.
O, solo es la aura que el cachorro forma entre ellos, pues no solo es la manera amorosa en que sus olores se funcionan.
También se encuentra ese aroma infantil e inocente que el bebé desprende con ellos.
Es frutal y dulce.
Es protector y dominante.
Es suave y embriagador.
— Te amo...
— Eren... Yo también te amo — sus mejillas se alzan lentamente.
Para cuando unen sus labios con suavidad, Noah a quedado dormido.
Así que Levi lo despega con cuidado y lo apega a su hombro para sacarle los gases.
Las palmadas que le da en la espalda son delicadas y constantes. Bajo el mentón del bebé se encuentra un pañuelo por los accidentes tras los eructos.
— ¿Quieres hacerlo tú? — pregunta Ackerman.
— Yo... Nunca he cargado un bebé...
— Vaya información que no me habías dado — resopla indignado—, pues aprenderás. Ni pienses que Noah es solo mi cachorro, también lo creaste tú.
— ¿Cómo sabes hacer todo eso...?
— Isabel y Farlan. Suelo ser más que un hermano mayor para ellos, sobre todo con Isabel... Además, mamá tenía amigas, y sus amigas tenían hijos — Levi sonríe—, he tomado en brazos a muchos mocosos...
Luego con suma delicadeza quita el pañuelo de su hombro, se lo entrega a el de ojos verdes.
Este lo coloca como su pareja antes lo tenía, y pronto está con el cachorro sobre su cuerpo sacándole los gases.
Se sienta en el sillón de invitados teniendo cuidado de todo, su mano izquierda sostiene el trasero del bebé, la derecha palmea con suavidad.
Es cálido...
Tierno y muy rellenito.
Su piel es suave y huele dulce.
El corazón del alfa se acelera. Esta cargando a su hijo, y se siente realmente único.
Es su pequeño bebé y la algarabía interna lo nutre.
La manta que enrolla a Noah lo abriga y cuando los dos están seguros de que el nene está listo para ir a la cuna; Eren acomoda con una mano la almohada y lo recuesta de lado dentro esta misma. Acobijandolo y seguro de que no quede boca arriba para evitar peligros.
Suele pasar que los bebés se asfixian luego de comer, por ello le sacan los gases. Pero aún pueden quedar algunos dentro de ellos, así que es recomendable recostarlos de lado y los peligros se vuelven mínimos.
Al día siguiente, las cosas están siendo arregladas. Pues a tenido muy buena mejoría el padre y la cría, era posible que le dieran de alta en la tarde.
En el sofá de invitados se encuentran dos rubios y la alfa de ojos rasgados.
— Ayer tuvimos que irnos luego del parto... Eren nos avisó que estabas durmiendo, así que preferimos volver hoy — comenta Armin, sus ojos azules cielo no miran a el oyente. Simplemente detiene sus pupilas en el bebé que el castaño lleva en brazos.
— Gracias por preocuparse por mi — responde Levi para el rubio y Leonhart—, y también gracias a ti Mikasa por el regalo para mi cachorro.
En la mesa movible se encuentra una cesta de regalo, llena de cositas para el bebé.
La chica mantiene sus brazos cruzados y cortante asiente con la cabeza.
— ¿Puedo... Puedo cargarlo? — la voz de Annie hace que Eren volteé la mirada.
El moreno mira a su omega buscando respuesta. Entonces la curvatura de su boca se ladea y es la única respuesta, para posar a Noah entre los brazos de la chica con olores a uva y vino.
Por suerte los ojos del cachorro están cerrados, su respiración es tranquila. Duerme muy bien tras haber sido alimentado.
— Casi no llora — exclama el azabache—. Solo se queja cuando necesita alimento y cambio de pañal... De resto duerme mucho.
— ¿Qué dice tu familia, Levi? — pregunta el beta.
— Mamá está por robar un automóvil y venir. Dice que "si se ve así de lindo por fotos, en vivo debe ser una deidad" — suspira algo risueño—, realmente está emocionada por ver a su primer nieto.
— Pues tu madre tiene razón... — dice la rubia de nariz alargada—. Es un cachorro precioso.
Mikasa se acerca un poco, para verle mejor en brazos de Annie.
— Tranquila — habla Eren de forma fogosa—. Piensa, que tal vez en poco tiempo tu podrías tener un bebé así de lindo con Armin — suelta una voz de lo más pícara, y tras eso hay varias risas de la pareja.
— Estamos aún muy jóvenes — comenta Armin ruborizado—. Tú te adelantaste con el jefe de nuestro grupo...
Las orejas del moreno se calientan mientras muestra un rostro de sorpresa y vergüenza.
El azabache solo puede mirarlo con cierta burla.
— No es mentira... Es un cachorro muy hermoso... — Mikasa habla, sus labios con bálsamo sonríen y acaricia con delicadeza un mechón del bebé— ¿Tu padre ya lo vio, Eren?.
El ambiente se vuelve algo tensó, pero no dura mucho.
— Le avise y envié imágenes.
— ¿No piensa venir? — Arlert exclama.
— No lo sé... Pero, si desea verlo por mí no hay ningún problema — se toma un momento—, es su nieto.
Hay un silencio, casi como si los pensamientos de todos flotaran con sus argumentos válidos y otros no tanto, ante el problema familiar que anteriormente era pesado.
Annie toma entre sus dedos el guante que cubre la manito del bebé.
Lo desliza hasta que sale toda la palma, y entonces deja el guante sobre el sofá dispuesta a tomar entre sus dedos los pequeños dígitos.
Los acaricia con dulzura y analiza la forma de sus diminutas uñas.
Le parece adorable.
— Si mi hijo será así de tierno... Entonces querré tener dos — dice y prosigue a ver a su pareja, quién mantiene las mejillas rojas por tal afirmación.
•••
La tía Hanji saborea su trago de té, en la mano muestra una tostada azucarada y en la otra la tasa de porcelana.
Eren la mira con nervios.
La mujer de la nada apareció frente a la puerta del departamento, llamando y exigiendo ver a su sobrino, junto con el padre recién sacado de la clínica.
— ¿Cómo te enteraste?.
— Los chismes en el plantel vuelan Eren — sonríe socarrona, luego vuelve a mordisquear la tostada— ¡¿Donde la compraste?! ¡Esta muy deliciosa!.
Jaeger desvía el tema del aperitivo y cruza sus brazos — ¿Sabes que él no quiere ver a nadie que no sea familia, verdad? — levanta una ceja esperando por la de lentes.
— Lo sé. Inclusive me arriesgo sentada aquí. Se lo territoriales que ustedes pueden ser luego de un cachorro... — la beta resopla— ¡Pero! Vamos, dile que soy yo. ¡Tal vez sí me deje ver al bebé! — traga lo que contenía en las mejillas—. Aún no entiendo cómo Mikasa y Armin pudieron estar con ustedes... — murmura por lo bajo.
La noticia sobre el cachorro del capitán Akerman llegó tan rápido como pudo a la brigada. Algo gracioso, pues la mayoría estaban ansiosos por conocer al primogénito. Incluyendo a el coronel Smith, quién no se atrevió a irrumpir junto con la fastidiosa Zoë, para evitar la incomodidad innecesaria.
Eren abre la boca queriendo refutar las palabras de la mayor.
Pero entonces el omega, con su ropa desaliñada, trayendo bien abrigado a su cachorro sobre su pecho se acerca pasando la pared del pasillo.
— Hanji... — musita el ojiazul— ¿Podrías callar tu maldita boca? Desde la habitación puedo escuchar tu parloteo.
El cachorro se remueve.
Los ojos avellana de la beta brillan al notar lo adorable —y algo tétrico, por el estado de enfado— que puede verse Levi con su hijo.
— Pero... Si es una ternura~ — la voz aguda canturrea.
Se escucha un chasquido por parte de la lengua Ackerman — No tenías que salir solo para pedir que hiciera silencio... — comenta Eren.
— Yo sé que si no traigo a Noah, ella no se irá. Y como conozco sus tácticas contra la paciencia de cualquiera; es mejor mostrarle lo que quiere — se acerca a el asiento de Hanji. Ella deja sus aperitivos y mantiene su atención en lo que sea que fuera a ocurrir.
Despega de a poco a su cachorro, moviéndolo de manera que pueda verse su rostro despierto y tranquilo.
Hanji chilla bajito de la emoción.
Noah muestra sus ojos abiertos, saca la lengua por momentos dejando húmedos sus pequeños y regordetes labios, también bosteza cuando comienza a sentir el vaivén de su papi moviendo los brazos para arrullarle.
— Rayos... — la sonrisa de oreja a oreja que se carga la mayor no podría ser irreemplazable—. Les salió bonita la cría — asegura ella—, quiero tomarle una fotografía ¡Muero por alardear, que vi a este precioso engendro antes que ellos!.
— ¿Acabas de llamarle engendro? — pregunto Jaeger algo ofendido.
— Obvio — no se dieron de cuenta en que momento el celular de marca costosa comenzó a tomar capturas en diferentes ángulos, incluyendo a el omega que alzaba en brazos a la cría—. Es una lindura~ ¡Felicitaciones muchachos! Esperemos que el siguiente sea igual de bello.
— Ya tienes lo que querías, ahora vete — respondió irritado Ackerman.
— Si, si. Relájate; deberían agradecerme, si no te hubiera llevado a mi oficina, la calentura del celo no habría hecho que te arrojaras a los brazos de Eren — culminó guardando su aparato electrónico, metiéndose la tostada completa en la boca y de un solo trago acabando el té.
Eren no dijo nada, solo se quedó pasmado ante tal comentario.
Levi enrojeció de vergüenza y seguido a eso le barrió con la mirada.
— Que conste que no lo planee, ¿Eh? Eso ocurrió sólito por ustedes mismos. Yo solo trataba de ayudar. Pero igual pueden agradecerle a la tía Hanji por haber sido un peón en su copulación — sonrió grata.
— Mejor vete.
— De acuerdo~ — se resignó.
Con su aura optimista y alegre comenzó a caminar, Eren se acercó a la puerta despidiéndose de manera incómoda y ella solo pudo gritar.
— ¡Adiós Levicin! ¡Hasta luego lindo Noah~!.
— Tck... Si, chao — respondió el azabache.
La puerta sonó siendo cerrada.
Luego el alfa se acercó; mientras notaba como su cachorro mordisqueaba el guantelete de algodón, esos preciosos y grandes ojos azules lo observaban de manera somnolienta.
— Hanji tuvo razón en varias cosas... — dijo.
— Tal vez... Pero eso no evita que no habrá "siguiente".
— ¿Aún estas resentido por el parto? ¿Y la maravillosa experiencia? Podríamos tener otro en el futuro...
— Lo pensaré... — bromeó. Plantó un suave beso en la mejilla de su cría—, pero lo más seguro siga siendo no la respuesta.
Eren los rodeo divertido, ladeando sus labios feliz.
¿Cómo se siente ese momento.
Ese momento especial donde sabes estás completo?
Es una sensación agraciada, desbordante pero efímera.
Algo muy agradable, cálido pero, parsimonioso.
No hay una descripción oficial para explicar lo bien que se siente estar completo.
Alguna vez Levi se preguntó que era el amor...
Pero tras meses de idas y venidas lo consiguió.
Consiguió la respuesta. Tal vez no en palabras ni cómo llego a imaginárselo, pero al final lo consiguió, le fue demostrado que era el amor y él lo recibió de la mejor manera posible.
Eso es estar completo.
No hay manera de exclamarlo en voz alta... Porque es mucho que expresar.
Y se siente bien.
Tal vez hayan problemas en el futuro, tal vez las cosas salgan mal en momentos. Tal vez estás y aquellas peleas o metidas de pata no sean las últimas.
Pero de algo están seguros, no solo Levi, también Eren.
Que disfrutar del ahora, y en específico, este momento que viven, será lo mejor que podrán hacer.
Atesorar...
Y sus ojos captan la escena. Es suficiente para hacerlo sonreír en la oscuridad y el silencio de la noche.
Su noche de verano.
Con su pequeño bebé en el medio de la cama, siendo calentado por las mantas y cobijas, con el aroma dulce que desprenden solo para el confort.
La ventana cerrada, las cortinas vinotinto, la cama de madera, el televisor apagado, la cuna prolija.
Los almohadones suaves, las sábanas limpias, las cobijas calientes.
La luna brillante que ilumina la habitación, Eren dormido, su cría soñando.
El brazo moreno que de forma cariñosa los atrapa, el diminuto sonido de la respiración de Noah.
Feromonas inocentes, hogareñas y cómodas.
Las pestañas oscuras de padre e hijo revolotean al subconsciente crear imágenes, los suspiros son como música para el omega. Su alfa y cachorro lo han hecho amar, de una manera inimaginable.
Y Levi solo puede ver, desde su lado de la cama, lo maravilloso que fue haber quedado en cinta.
En esa habitación.
En esa misma cama...
Ahora está completo.
Fin.
No estoy llorando... Tú estás llorando.
En serio se me salen las lágrimas y tengo un nudo en la garganta.
Muchas gracias a todos, por haber leído mi historia.
Sinceramente, escribí este capítulo en dos semanas completas, no sabía cómo acabarlo...
¡Muchas gracias por leer!
¡Los quiero y adoro muchísimo!
Pronto seguiré subiendo historias y obras, las cuales se están volviendo muchas.
